\"Yo soy Sam\": Amor de padre en un restaurante

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MESA Y NEGOCIOS • Diciembre 2011

La Buena Mesa en el Cine Por Alfonso Méndiz · Profesor de Cine y Publicidad · Universidad de Málaga

YO SOY SAM

Amor de padre en un restaurante SAM TRABAJA COMO CAMARERO EN UN BAR. ES UN PADRE SOLTERO, LUCHADOR, CARIÑOSO. ES UN PADRE MODELO. PERO TIENE UN PROBLEMA: ES DEFICIENTE MENTAL, Y ESO PUEDE SER UN GRAVE INCONVENIENTE PARA MANTENER LA CUSTODIA DE SU HIJA. Sam se ha valido siempre por sí mismo. Con la ayuda de cuatro esperpénticos camaradas, tan deficientes como él, ha sabido criar a su hija Lucy. Cuando ella tenía 3 y 4 años, Sam era su ídolo, el padre perfecto con el que siempre soñó. Pero ahora tiene siete, y su edad mental ha superado ya a la de su padre, y eso es duro de aceptar para los dos. Las cosas se complican cuando la Agencia de Servicios de Niños desea dar a Lucy en adopción. Sam se rebela entonces contra el sistema legal. Y aparece Rita, una abogada consumida por el estrés, sin tiempo para su familia, que descubre en Sam a un hombre inocente y lleno de amor. A partir de ahí, se desarrolla una conmovedora historia, un drama humano y judicial, que cautiva por completo a la audiencia. Hay momentos para el humor y momentos de sincera emoción, con una ternura tan lograda que pueden arrancar más de una lágrima al espectador. En este punto destaca la excelente labor de los guionistas, que logran un perfecto equilibrio en la acción, y construyen un final emotivo sin caer en sensiblerías. Estéticamente, el filme resulta deslumbrante. La facilidad en el manejo de la cámara unida a la fantástica fotografía de Elliot Davis, llena de luminosidad, esbozada en una gama de colores muy viva, consigue crear un ambiente cálido, afable (sobre

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todo en los planos del bar), que contrasta con el ajetreo matinal de la ciudad de Los Ángeles. El reparto de la película es otro gran acierto. Sean Penn borda una de sus mejores interpretaciones, dotando de una gran credibilidad a su papel de retrasado mental. La jovencísima Dakota Famming aporta a la obra un tono de ternura, muy acorde con el carácter de la historia. Y la

ficha técnica Título original: I Am Sam. Director: Jessie Nelson. Reparto: Sean Penn, Michelle Pfeiffer, Dakota Fanning, Laura Dern, Dianne Wiest, Richard Schiff. País y año: USA, 2001. Distribuye: Tri Pictures.

conocida Michelle Pfeiffer logra un certero papel como Rita, la abogada separada que llega a enamorarse de Sam, aunque sabe que ese amor es imposible. La banda sonora es de una gran belleza: la adaptación de ocho temas de los Beatles a manos de de Rufus Wainwright, Sheryl Crow, Sara McLachlan y Eddie Vedder regala al espectador un envoltorio musical muy conmovedor. La referencia al grupo británico se materializa en la escena en que Sam y sus amigos cruzan un paso de peatones, claro homenaje a Paul, John, Ringo y George en la famosa fotografía de Abbey Road que sirve de portada a uno de sus discos. Si algo deja claro este filme es que el amor de un padre hacia su hija no conoce límites, y que el amor y la comprensión son las mejores cualidades para ejercer una auténtica paternidad. “He pensado mucho en lo que significa ser un buen padre –dice Sam, rememorando una fantástica secuencia de Kramer contra Kramer–. Se necesita constancia, se necesita además paciencia… Hay que saber escuchar, hay que fingir que se está escuchando cuando ya no se puede escuchar. Hay que querer mucho…”. En toda relación humana la clave del éxito está en el amor, y en lo que de él se deriva: comprensión, ternura, capacidad de perdonar. Para crear una relación, hay que desarrollar la empatía, pero sobre todo hay que mantener la voluntad en la decisión firme de querer, de servir, de escuchar. Y en esto, el nivel de inteligencia aporta a veces muy poco. Es incluso irrelevante -o, al menos, secundario- cuando no está presidido por el amor.