\"Granujas de medio pelo\": Las galletas de la fortuna

Colaboraciones

La Buena Mesa en el Cine Por Alfonso Méndiz · Profesor de Cine y Publicidad · Universidad de Málaga

GRANUJAS DE MEDIO PELO

Las galletas de la fortuna RAY WINKLER ES UN EX-CONVICTO QUE, HARTO DE LAVAR PLATOS, DECIDE EXCAVAR UN TÚNEL PARA ROBAR UN BANCO. PARA ELLO ALQUILA EL LOCAL ADJUNTO AL BANCO Y PONE UNA TIENDA DE GALLETAS, QUE ATIENDE SU MUJER. DE REPENTE, ESAS GALLETAS SE CONVIERTEN EN FULGURANTE NEGOCIO. Granujas de medio pelo es la comedia más visual de Allen en la década de los 90. Tras la profunda indagación personal de Desmontando a Harry, Allen rueda una pura diversión, basada en las historias de atracos perfectos de los años 50 y 60. Para ello retoma el gag visual: aquel que, heredero de Chaplin y el slapstick, le hicieron famoso en sus comienzos: Toma el dinero y corre, Bananas o El dormilón. El guión es una maravilla, sobre todo en el cáustico retrato de Frenchy, la esposa de Ray: una mujer deseosa de éxito, que se hunde trágicamente por buscarlo en círculos sociales equivocados. Es también una crítica feroz a la filosofía del éxito de fines del siglo pasado, una interesante reflexión (una más de Allen) sobre la incongruencia de las altas esferas y sobre la vida en pareja. Por supuesto, el guión muestra su exquisita habilidad para crear diálogos ágiles y divertidos. Bastaría esta película para certificar que Allen es siempre mejor escritor que director. Los veinte primeros minutos de Granujas de medio pelo son absolutamente geniales. Esas escenas en las que la panda de ladrones inicia la excavación del túnel es uno de los comienzos más prometedores que jamás se hayan visto en pantalla. Con todo, es la parte de la tienda de dulces la que más justifica que hablemos aquí de esta cinta. El motivo no puede ser

“menos gastronómico”. A dos puertas del banco, una pizzería cerrada y en alquiler sólo presagia dudosa comida y peor negocio. Pero Ray la quiere para hacer allí un butrón hasta el banco. Mientras, su mujer comienza un negocio de galletas, para disimular. Pero las galletas se hacen famosas, y gentes de lo más variado acuden en masa y llegan a formar colas de más de una hora para comprarlas, lo cual se convierte en noticia en todos los telediarios. Para enfaficha técnica Título original: Small Time Crooks. Dirección y Guión: Woody Allen. Reparto: Woody Allen, Tracey Ullman, Hugh Grant, Michael Rapaport, Tony Darrow, Jon Lovitz, Elaine May, Larry Pine. País y año: Estados Unidos, 2000. Distribuye en video: Lauren.

tizar aún más la situación grotesca, los propios guardias del banco se acercan a la tienda para organizar la cola, pero –como Homero ante los cantos de sirena– acaban seducidos por el olor de las galletas, y serán los primeros en hacerse clientes habituales… Todo eso, mientras se preguntan de dónde vienen “esos ruidos tan curiosos”. Al final, el robo se frustra, como era de prever; pero las galletas continúan en alza. Tras un salto en el tiempo, vemos a los rateros convertidos en personas ricas. Aquella tienda de mala muerte es ahora una franquicia, “Granja Sunset”, que posee una flota de 600 camiones y surte a los establecimientos de todo el país. Fabrica galletas de todas clases: de pistacho, de azulmenta, de virutas de pollo… El genio culinario lo aporta la mujer, que en un principio era sólo un factor secundario en el grupo. Y el resto de los rufianes ocupan en la empresa cargos directivos… para los que no están preparados. De esta forma, la cinta se divide en dos partes: la primera, más cómica y superficial, está destinada a que riamos con las torpezas de los ladrones mientras intentan lograr su objetivo. En la segunda, nos adentramos en una zona más delicada, donde el humor es más sutil y comienzan a aparecer algunas reflexiones sobre los conflictos de clase, el rechazo social a los 'nuevos ricos', la forma de afrontar las relaciones humanas en algunas personas cultas, el interés económico mal disimulado, la dificultad para encajar en entornos sociales nuevos, las desavenencias que trae el dinero, etc. Con esto, la película se nos presenta como un menú de dos platos: un primero dulce y divertido, que abre el apetito, y un segundo picante y agudo, que invita a la reflexión.

MESA Y NEGOCIOS • Julio · Agosto 2011

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