Walt Whitman, \"Diario de Canadá\", ed. y trad. de Antonio Fernández Díez, Ápeiron Ediciones, Madrid, 2015

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Descripción

Walt Whitman Diario de Canadá

Walt Whitman

Diario de Canadá Edición y traducción de Antonio Fernández Díez

Colección Eidos 2015

Título original de la obra: Diary in Canada 1.ª edición, 2015 La edición de este libro cuenta con el patrocinio del Center for Innovation and Talent Development (CITD)

© De la edición, introducción y traducción, Antonio Fernández Díez © Ápeiron Ediciones C/ Esparteros, n.º 11, piso 2.º, puerta 32 28012 Madrid Tfno.: 91 164 66 23 E-mail: [email protected] http://www.apeironediciones.com/ Diseño de portada: Ápeiron Ediciones Maquetación: Ápeiron Ediciones Fotografía de Whitman por cortesía de la Bayley/Whitman Collection. Ohio Wesleyan University Impresión: Ulzama ISBN: 978-84-944252-8-8 Depósito legal: M-33437-2015 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida por ningún medio sin el permiso por escrito de editor.

Introducción

… a long foreground somewhere Emerson

El 4 de junio de 1880 Whitman llegó a Canadá desde Camden, Nueva York, tras abandonar los Estados Unidos por primera vez, y anotó en su Diario de Canadá: Solo aquí en las extensas regiones de Canadá ese asombroso segundo aire, el verano indio, alcanza su amplitud y perfección celestial: la temperatura, la soleada bruma, el melodioso, noble, delicado y casi sazonado aire: suficiente para vivir, suficiente para simplemente existir (véase infra).

La última entrada registrada en el Diario corresponde al 29 de agosto, un mes antes aproximadamente de que Whitman regresara a los Estados Unidos, y la última palabra que el lector encontrará es «gorriones» (véase infra)1. Whitman solo la había utilizado una vez Esta edición está compuesta del Diario de Canadá como tal (con entradas desde el 4 de junio hasta el 29 de agosto de 1880), De otros Diarios de Walt Whitman (con entradas desde el 4 de marzo de 1863 hasta el 20 de enero de 1885), donde Whitman registra con detalle los pormenores de la publicación de algunas ediciones de Hojas de hierba, sus vivencias en el trigésimo séptimo Congreso de los Estados Unidos y los lugares y acontecimientos más destacados de Nueva York, y las Notas personales y apuntes (con la mayoría de entradas sin fecha) que recogen 1

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antes en una entrada de sus otros Diarios correspondiente al 19 de marzo de 1879 (véase infra), en referencia a los gorriones ingleses que posiblemente cometen el error de contemplar al hombre con el mismo «aire crítico y altivo» que lo caracterizaría, aun cuando la parra de hiedra sobre la que se posan, sin embargo, supusiera una lección para los tiempos antiguos. Con sesenta y un años, la edad que Whitman tenía cuando viajó a Canadá, lo apropiado sería que todo fuera una lección para los tiempos antiguos y las cosas tuvieran o empezaran a tener sentido sin preguntarnos al menos no demasiado por él. Pero los tiempos modernos se han vuelto cada vez más exigentes y la novedad de un cambio de aire —un segundo aire o verano indio— que diera sentido a nuestra existencia, en cambio, se sobrepondría a la falta de contemplación del pasado y tal vez sería revitalizante o curativa en todos los sentidos. Con el tiempo, se ha visto que la clásica disputa entre los antiguos y los modernos consiste realmente en una solapada disputa filosófica por discernir el lugar que han ocupado los antiguos y los modernos de acuerdo con el argumento histórico en el que se basa la disputa y no el interés por renovar la originalidad e independencia de las fuentes de la historia. Pero los gorriones ingleses siguen siendo ingleses. El 4 de junio de 1880 Whitman se instaló en la casa del doctor Bucke en su asilo de Londres, Ontario, que dirigía junto a su esposa y donde, tras sufrir un ataque de parálisis seguido de varias enfermedades que tuvieron lugar en los Estados Unidos, era no solo admirado como un gran poeta por el que seguramente sería su lector paradójicamente más fiel y atrevido, sino tratado como paciente a lo largo de toda su estancia. Pero tal vez lo que mantuvo enfermo a Whitman durante la mayor parte de su vida fuera el aire crítico y altivo que lo iría asfixiando poco a poco desde la publicación de la pequeños bosquejos biográficos, la mayoría de los cuales Whitman proporcionó a Richard Maurice Bucke, su primer biógrafo, y a William Sloane Kennedy, el editor americano del Diario de Canadá. 8

primera edición de Leaves of Grass (Hojas de hierba, 1855), siempre controvertida y en ocasiones vilipendiada por el resentimiento de una interpretación erótica u homosexual de sus páginas que, de consecuencias traumáticas para muchos y especialmente de algún modo para sus epígonos en los Estados Unidos, el amplio mundo de lectores y en particular el doctor Bucke acabarían reconociendo integralmente como la doble apariencia de la genuina experiencia poética del autor de la llamada Biblia de América. Richard Maurice Bucke y Horace Traubel fueron las personas más cercanas a Whitman durante sus últimos años que, junto a Thomas B. Harned, nombró en su testamento como albaceas literarios, omitiendo a otros fieles amigos y corresponsales como John Burroughs y William Sloane Kennedy. La relación con Traubel se forjó de la admiración sincera por su obra y llegaría a convertirse en una amistad duradera como fruto de su devoción incondicional. Como su discípulo más tardío pero no más aventajado por ello, Trauble tuvo que cargar siempre, para bien o mal, con el apodo de «Boswell canadiense» a cambio de convertirse en el mayor confidente de Whitman, como se aprecia en los nueve volúmenes de la colección With Walt Whitman in Camden (Con Walt Whitman en Camden, 1906-1996), para pasar a ser su verdadero confesor hasta el final, sobre todo en el ámbito personal bajo las exageradas y desesperadas circunstancias que rodearían la caótica relación de Whitman con el doctor Bucke, más bien estrictamente profesional entre médico y paciente en la última década de su vida2. La influencia del doctor Bucke alcanzaría With Walt Whitman in Camden, ed. de Horace Trauble, The Walt Whitman Archive, 1906-1996, 9 vols. http://www.whitmanarchive.org/criticism/disciples/traubel/WWWiC/1/whole. html Las conversaciones entre Whitman y Trauble que registran los nueve volúmenes rayan en la literalidad de una manera extraordinaria que trasciende por sí la lectura. Para conocer el elemento sexual del entorno de Whitman en Canadá, y el descubrimiento de Traubel como homosexual, véase Marylin J. McKay, ‘Walt

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límites insospechados más allá del umbral aparente del dolor, incluso arrogándose la voz del poeta para declarar que no podía apreciar tan bien su poesía y confirmando entonces su nueva revelación desde el principio condenada al fracaso, cuyos síntomas no serían al menos tan difíciles de diagnosticar para el lector atento gracias a la ventaja que brindaba, con la perspectiva ulterior del psicoanálisis, el fenómeno reversible de la transferencia, que podría ser perfectamente una de las claves de lectura contemporánea de la obra de Whitman y en particular del Diario de Canadá. Ed Folsom, uno de los escolares estadounidenses de Whitman y de los dos editores del ingente The Walt Whitman Archive disponible en la red, ha subrayado, a raíz de la publicación de la única edición canadiense del Diario de Canadá, el hecho de que los lectores del otro lado de la frontera, es decir, los propios editores canadienses del Diario hayan tratado de identificar deliberadamente a Whitman con el doctor Bucke hasta el punto de confundirlos entre sí, atribuyendo a Bucke una buena parte de la visión original del poeta estadounidense3. La ansiedad de la influencia es un síntoma de la falta de originalidad e independencia. La comparación de la grandeza de expresión de Whitman con la de John Milton es grandilocuente en el doctor Bucke, el resultado, por decirlo así, de la naturaleza mística o esotérica de la escritura por la que lo que leemos en las hojas —en Hojas de hierba, en el ensayo Whitman in Canada: The Sexual Trinity of Horace Traubel and Frank and Mildred Bain’, Walt Whitman Quarterly Review, vol. 31, n.º 1 (2012), pp. 1-30. http://ir.uiowa.edu/wwqr/vol30/iss1/2/ 3 Ed Folsom se refiere a la publicación de Walt Whitman’s Canada, ed. de Ciryl Greenland y John Robert Colombo, Hounslow Press, Willowdale, Ontario, 1992. La publicación de la nueva edición canadiense del Diario de Canadá muestra una doble ironía: el original y la copia corresponderían a Whitman y al doctor Bucke, uno estadounidense y otro canadiense respectivamente. Véase Ed Folsom, ‘Greenland, Cyril and John Robert Colombo, eds., Walt Whitman’s Canada’, Walt Whitman Quarterly Review, vol. 10, n.º 4 (1993), pp. 218-220. http://ir.uiowa.edu/wwqr/vol10/iss4/6/ 10

de la experiencia, en el poema de la democracia— es a veces lo que nos sucede y no el acto imparcial de la lectura, pero la exaltación de una naturaleza moral superior resulta acertada cuando leemos tanto Hojas de hierba como el Diario de Canadá, donde los objetos que el poeta contempla no existen realmente frente a la cualidad invisible pero imborrable de su presencia que abre un nuevo horizonte ilimitado de comprensión, una nueva perspectiva con la que el poeta, y la poesía, es o está esencialmente en todas partes y bajo cualquier circunstancia y, por tanto, bebe espléndidamente de la naturaleza. La conciencia cósmica, el concepto acuñado por el doctor Bucke para explicar la magnitud de la poesía no menos democrática de Whitman, tiene su origen en una revelación exotérica y no esotérica que el doctor Bucke tuvo en Inglaterra mientras leía Hojas de hierba —la lectura y la recepción de las palabras requerirían, efectivamente, una disposición más abierta que la libertad de expresión que no siempre se encuentra en la escritura— como parte de un grupo de médicos que en sus ratos libres comentaban sus propias impresiones y lecturas de autores como Wordsworth, Tennyson, Shelley y Whitman, cuya recepción sería concebida y registrada naturalmente como un giro místico a su vida a través de las puertas abiertas de un mundo ahora inteligible que lo llevaría a afirmar, sin darse cuenta, la idiosincrasia del canadiense siguiendo un anhelo dormido por traspasar los límites de la frontera intelectual y emocional, física y moral que ha simbolizado hasta ahora la barrera invisible entre Canadá y los Estados Unidos, un patrón preclaro de comportamiento o una conducta de la vida de acuerdo con la cual se vuelve imprescindible distinguir y reconocer que lo que el escritor conoce de su propia obra será siempre más que lo que el lector conoce del escritor. Se trata, después de todo, de una reinterpretación —del doctor Bucke— de una interpretación —de Whitman— del clásico sentido universal que la escritura ha producido por naturaleza, normalmente, y por paradójico que pudiera parecer, salvo en el caso de la escritura del Diario mucho más personal y subjetiva, con el propósito de contemplar el 11

mundo o la vida o América como una totalidad y a la vez como una parte de sí misma, la mayor de todas4. Descendiente de los primeros colonos neerlandeses establecidos en Long Island, Nueva York, Walt Whitman (1819-1892) nació en West Hills, Huntington, y se trasladó enseguida con su familia a Brooklin, donde pasó breves periodos, y más tarde solo a la ciudad de Nueva York, donde trabajó durante casi el resto de su vida como chico de los recados, aprendiz de imprenta, tipógrafo, maestro de escuela, editor, novelista, poeta, librero, especulador inmobiliario, periodista independiente, funcionario y conferenciante. En 1873, tras la muerte de su madre, se trasladó a Camden, Nueva Jersey, con su hermano George, donde residió hasta sus últimos días. Whitman llegaría a trabajar en más de dos decenas de periódicos y a corregir de un modo u otro la mayoría de las pruebas de imprenta de las nueve ediciones de Hojas de hierba. Como sucedió en la mayoría de los casos con Hojas de hierba, tanto la escritura como la publicación del Diario de Canadá se debe maravillosamente al resultado de la amistad, una cualidad tan elevada como las Alturas de Abraham o tan extensa como el genuino sueño americano, creados a prueba del tiempo. Leer el Diario de Canadá, que como pasa con cualquier Diario es un reflejo preciso de la continuidad de su escritura, se convierte en una prueba de lectura interminable que trasciende las condiciones de la escritura bajo el aura aparente de un mito o relato en la misma medida en que sucedía con el proceso de corrección interminable al que se vería sometido Hojas de hierba. El primer libro del doctor Bucke es Man’s Moral Nature: A Study (1879), al que seguirían Walt Whitman (1883) y Cosmic Consciousness: A Study in the Evolution of the Human Mind (1901). El doctor Bucke es el primer biógrafo de Whitman y, como en el caso de Traubel, sería apodado, aunque no oficialmente, «Boswell canadiense». Para la relación íntima entre Whitman y el doctor Bucke, véase S. E. D. Shortt, ‘The myth of a Canadian Boswell: Dr. R.M. Bucke and Walt Whitman’, Canadian Bulletin of Medical History, vol. 1, 2015, pp. 55-70. http://www.cbmh.ca/index.php/cbmh/article/view/41/40 4

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