Vino, mujeres y orgías. Esquema y presentación

August 7, 2017 | Autor: Genaro Chic-García | Categoría: Sociology of Religion, Wine, Dionysus, Cristianismo, Historia De Las Mujeres
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Descripción

Vino, mujeres y orgías. Dr. Genaro Chic García

http://www.genarochic.tk RESUMEN: Creer es un hecho fisiológico, demandado por la actividad de nuestro cerebro (sistema límbico). La parte racional del mismo actúa sobre las verdades evidentes que no necesitan demostración (axiomas o creencias/opiniones) para conformarlas a un conocimiento más preciso, sustituyendo unas creencias por otras (científicas) y configurando una cultura determinada. El etnocentrismo nos hace considerar como “cultura” lo que en realidad no son sino los refinamientos de la misma. Tenemos constancia de esta actitud al menos desde el siglo VI a.C. en Grecia, cuando los partidarios de la tiranía (progresistas) perseguían a los mythitai. La palabra “cultura” o “cultivo” (el cultivado es culto) implica en realidad represión y encauzamiento de los instintos primarios para conseguir metas a medio o largo plazo, como son las de establecer un orden artificial, basado en planteamientos progresivamente racionales, para mejorar la vida en el marco de la colectividad. Y la vida tiene dos puntos especialmente delicados: el de la entrada (nacimiento) y el de la salida (muerte) en la misma. De ahí que los mayores esfuerzos, en todo sistema cultural, se hayan dirigido al control social de la fecundación y las muertes provocadas en el grupo que se intenta regular. Se trata en último extremo de meter en el subconsciente de las masas “virtudes” (esfuerzos) que se estimen como ventajosas para la convivencia. Entre ellas se encuentra como una de las principales el trabajo (o esfuerzo forzoso). Este es el que ha logrado desplazar la esperanza de vida de los 30 a los 80 años. Por tanto la cultura establece una tensión con las inclinaciones naturales que crean una auténtica neurosis (S. Freud, El malestar de la cultura) y sólo es realmente soportable si se es consciente de ello. Precisamente para funcionar como válvulas de escape se inventaron las religiones, o sistemas de religación (religio) entre lo natural y lo cultural (los sacerdotes pontífices establecían un puente entre ambas orillas). Surgieron así las fiestas como contrapartida al trabajo (los animales no trabajan, se afanan, que no es lo mismo), y entre las fiestas principales estaban -como válvulas de escape que permitían de forma controlada el retorno puntual a la vida natural- el sacrificio sangriento (relativo a la muerte) y las orgías (relativas al sexo). (G. Bataille, El erotismo).

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La represión implícita en el control de lo permisivo sin embargo fue avanzando conforme fue pasando el tiempo, y así, por ejemplo, el sacrificio fue dejando de ser sangriento en la práctica para convertirse en sólo simbólico, como vemos en el cristianismo, que no por casualidad terminó siendo vencedor como ideología de estado. La represión fue sin embargo mayor desde el principio en las fiestas orgiásticas, posiblemente por la mayor implicación de la mujer en las mismas, en unos estados que se iban desarrollando en base a virtudes (vir = varón) represivas basadas en la fuerza, que dieron origen a los estados como los conocemos hoy. La orgía fue en principio una fiesta religiosa en la que se actuaba sobre el sexo reprimiendo la culminación orgásmica con vistas a la consecución del éxtasis que permitía un conocimiento superior (E. Setari), que elevaba a un nivel próximo al que se presuponía para la divinidad. Algo que estaba igualmente detrás de la boda sagrada de Dumuzi en el mundo proximo-oriental, o el comportamiento de la sacerdotisa lu-kur en el mundo sumerio. Un mundo que estaba en relación con las culturas india (Mohenho Daro); una región donde el sexo sagrado, basado en la represión con vistas a la sublimación, estará presente mucho tiempo, como es ostensible en el tantrismo y su reflejo en la fachada de los templos.

Una manera que el hombre descubrió muy pronto para escapar a la represión de la cultura (mayor cuanto ésta es más avanzada) fueron las drogas. Y entre ellas el vino ocupó pronto un papel destacado por su carácter euforizante progresivo. Es fácil por ello entender que estuvo desde el principio ligado a la religión, especialmente a la orgiástica (u orgásmica), entendiéndose que había fuerzas de la naturaleza (dioses, como Diónisos, Baco, Iacco…) encargados de dicha droga, que pronto pasó a ser concebida como sangre de los dioses (la carne en cambio la pondría el cereal: Ceres, Démeter…). La ingestión de la carne y la sangre de la divinidad es anterior al cristianismo, como es sabido. Se encuentra en los ritos orgiásticos de Diónisos, donde primitivamente se daba la antropofagia o canibalismo ritual para incorporar la vida aún palpitante en la carne y la sangre de la víctima recién sacrificada (visible por ejemplo en Eurípides). La represión ejercida sobre este mundo orgiástico fue siempre superior, pues los hombres siempre temieron a la superioridad de las mujeres en el plano del sexo. De ahí que si bien se concedía que la ingestión de vino podía situar al hombre en vías de liberación natural, a las mujeres se les tendió a prohibir su bebida. Téngase en cuenta que en sociedades donde la desigualdad –propia de la naturaleza- aún era concebida de forma positiva, el hombre no podía retar a los dioses metiéndose en su plano, cosa que se podía conseguir a través de la ebrietas (ebriedad, borrachera) o hybris (ivresse, borrachera, en francés). De ahí que, hasta que se desacralizó la vida con el triunfo progresivo de la razón –racionalismo- como medio de relaciones (avance 2

de la cultura), el vino debiera ser bebido mezclado con agua, pues sólo los dioses lo bebían puro. Como aún se mantiene en la celebración sacrificial (misa) de los cristianos católicos.

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Vino, mujeres y orgías Dr. Genaro Chic García

Amplia difusión del culto al dios del vino

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