“Una Historia de Dependencia en el México Independiente: Productos Agrícolas Para la Exportación”.

June 29, 2017 | Autor: A. González Jácome | Categoría: Cultural History, Etnohistoria, Cacao, Mercado Mundial, História Económica Regional, Vainilla
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Descripción

UNA HISTORIA DE DEPENDENCIA
EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE:
PRODUCTOS AGRÍCOLAS PARA LA EXPORTACIÓN(





ALBA GONZÁLEZ JÁCOME










Introducción


El siglo XIX da nacimiento en México, a su independencia política,
administrativa y económica de la Corona Española; sin embargo, también
surge un nuevo tipo de dependencia económica, derivada de las relaciones
que se establecen entre la nueva nación con las naciones industrializadas
del mundo. Pronto, llegan al país una serie de viajeros y científicos
europeos y estadounidenses, cuya misión va más allá de visitar sus bellezas
naturales, enfocándose en sus recursos naturales, con claros intereses
económicos y políticos. El mercado mundial para los productos mexicanos ya
no ocurre a través de España, sino en forma directa. Los paisajes agrarios
se ven de nuevo modificados; así, las regiones mineras despiertan el
interés de los empresarios y gobiernos extranjeros, ocurriendo lo mismo con
productos agrícolas de exportación. Varios eran conocidos y consumidos en
los países industrializados desde el virreinato, pero nuevos
descubrimientos tecnológicos los convierten en mercancías valiosas para sus
mercados internos y, son llevados a sus colonias de ultramar, para
producirse a menor costo.
En este texto, solamente consideraremos dos de ellos: el
cacao/chocolate y la vainilla, que se producían en niveles bajos antes de
la guerra de independencia y eran principalmente de consumo interno[1];
pero su destino como productos de lujo en las mesas de la aristocracia y
las clases acomodadas de la Europa Atlántica y los Estados Unidos, modificó
su escala comercial; además, de trasformar el paisaje natural y económico
de las regiones tropicales y subtropicales mexicanas y de otros lugares del
planeta. En 1827, Henry G. Ward[2] citaba como productos de exportación los
siguientes: azúcar, café, tabaco, añil, cacao, algodón, vainilla, jalapa y
cochinilla. Algunos de ellos, como la caña de azúcar, tenían una larga
historia de adaptación y cultivo en el Nuevo Mundo, incluyendo Nueva
España. Poco más de siete décadas después, Karl Kaerger[3] en su informe de
1901, sobre las posibilidades de inversión de capital alemán en la
agricultura, incluía entre los cultivos comerciales mexicanos al agave de
sisal, cacao, tabaco, café, vainilla, caucho, cochinilla, añil, azúcar y
cereales (trigo, cebada, maíz y arroz). Los productos de que trataremos
aquí, tienen antecedentes a su conversión en productos de lujo para la
exportación.




Los cultivos coloniales: El cacao



El cacao es un árbol nativo de las regiones tropicales y lluviosas del
Continente Americano. En México, su consumo como bebida cotidiana es de
origen prehispánico, se dirigía principalmente a las élites y su comercio
era controlado por los gobernantes, quienes a través de tributación y de
los pochteca -comerciantes de larga distancia- llevaban el grano desde sus
lugares tropicales de origen y cultivo hasta los altiplanos mesoamericanos.
En el virreinato su comercio fue controlado por la Corona, a través de la
Casa de Contratación de Sevilla y de una legislación que impedía su libre
circulación entre las colonias, virreinatos y capitanías generales del
Imperio español. En el siglo XIX el cacao pasó del control hispano, a
formar parte de los cultivos coloniales, que abastecían las industrias de
los países de Europa Atlántica[4]. Aunque su historia es de larga,
comenzaremos poco antes de la independencia política de México.
La Chontalpa tabasqueña era una de las regiones novohispanas
productoras de cacao más importantes. Sobre su economía, la Descripción de
1794 dice que la tierra era tan fértil que permitía dos cosechas de maíz al
año y, que aún en casos de pérdidas de las cosechas, "[…] no se experimenta
rigurosa escasez, porque en cualquiera estación del año que se siembre da
regularmente"[5]. Sobre el cacao, la misma fuente agregaba: "[…]se da tres
veces al año, y la cosecha formal es por abril y mayo […]. Su principal
renglón de comercio es el cacao, a que están dedicados todos, porque en eso
solo descansa su subsistencia […]". Según el documento, la mano de obra
escaseaba, aún para el cultivo de cacao y "[…] los labradores necesita[ba]n
otro tanto de la que tienen para beneficiar los plantíos de ese precioso
fruto […]". En 1803, el ilustre viajero Alejandro de Humboldt[6] afirmaba
que: el consumo anual de cacao en la Nueva España era de 1,500 toneladas y,
que este cultivo -al que incluyó dentro de los "coloniales"- estaba
dirigido al mercado de exportación, como materia prima para la industria y
manufactura europea. Humboldt[7] también afirmaba que los españoles
llevaron el cacao a las islas Canarias y a Filipinas; aunque cuando el
viajero alemán recorrió la región, encontró que:

[…] el cultivo del cacao está casi del todo descuidado. Apenas se
encuentran algunos pies de este árbol en las inmediaciones de Colima y
en las márgenes del Guasacualco (Coatzacoalco). Los cacauales [sic.] en
la provincia de Tabasco son de poca consideración; y el reino de Mégico
[sic.], todo el cacao que necesita para su consumo lo saca del reino de
Guatemala, Maracaybo [sic.], Caracas, y Guayaquil […][8].

El germano agregaba que su consumo anual en España era de 90,000
fanegas (4,500,000 Kg.) y en Nueva España de 30,000 fanegas (1,500,000
Kg.); es decir, un tercio del total consumido. Según las cifras de
Humboldt[9], Venezuela era el mayor productor de este fruto. Entre 1799 y
1803 exportó 145 mil fanegas (7,250,000 Kg.) del total de 11.5 millones de
kilogramos de cacao, lo que significaba el 63.04% del total de kilogramos
del grano, puestos en el mercado europeo. El precio más bajo de la fanega
era de 40 pesos, lo que significaban 9 millones 200 mil pesos fuertes.
Humboldt[10] proporciona la cifra de: 9 millones 120 mil pesos fuertes,
agregando que en las colonias españolas el chocolate era un "[…] género de
primera necesidad […]" y no un objeto de lujo, siendo el cacao mexicano el
de mayor calidad, en especial el denominado cacao Soconusco. Wolfgang
Schivelbusch[11] decía en el siglo XVIII, que el chocolate era consumido
por los católicos del sur y los aristócratas, mientras que el café era
parte del consumo del norte de Europa, los protestantes y la clase media;
lo que da una idea sobre su consumo fuera de América.
El cacao, igual que las maderas preciosas y tintóreas, pieles, chicle,
hule, café, copra, pimienta de la tierra y plátano, salián de Tabasco por
el puerto fluvial de San Juan Bautista de Tabasco[12], cuyo nombre quedó
establecido por el decreto del 27 de octubre de 1826 y que ya desde 1786-
1793 era fundamental para los buques que llegaban desde Veracruz y
Campeche. Este puerto fluvial concentraba los productos citados, de las
regiones tabasqueñas de La Chontalpa, La Sierra, El Centro y del comercio
ribereño. Por San Juan Bautista entraban a Tabasco: abarrotes, ferreterías,
artículos de lujo, drogas y medicina, maquinaria, calzado y parafina[13].
En la década de 1820 este puerto fluvial fue habilitado al comercio de
cabotaje y es hasta 1837, cuando un decreto le permite ampliarse al
comercio extranjero, estableciéndose una Aduana Marítima (17 de febrero). A
pesar de que el comercio del puerto era amplio, en 1841 (12 de enero), otro
decreto suspende las actividades portuarias del comercio exterior e
interior de mercancias, objetando que se había sustraído de la "[…]
obediencia del gobierno central de la Federación"[14].
En 1840 Justo Sierra O'Reilly viaja a San Juan Bautista y recorre sus
calles; describe la existencia de 50 tiendas, ubicadas en las orillas del
río Grijalva, o en la zona el Barranco y anotando que: "[…] se veían como
doscientas canoas de diversos tamaños, cargadas de maíz, cacao, frijol,
leña, tortugas, pescados, frutas y otras mil producciones del país
[…]"[15]. Numerosos problemas e inestabilidad política hicieron que en la
década de 1840 el puerto fluvial fuera cerrado varias veces y la Aduana
Marítima se trasladara al puerto de Guadalupe de la Frontera[16].
Villahermosa sufrió la intervención estadounidense en 1846 y, del 13 de
junio al 30 de mayo de 1847, sus casas fueron incendiadas por los
intervencionistas al mando de Perry[17].
Los mexicanos sufrieron varias enfermedades y epidemias entre 1847 y
1859, año en que el puerto fluvial de San Juan bautista recuperó el control
del tráfico naviero; el 31 de enero de 1856 se abrió de nuevo al comercio
de altura[18]. La intervención francesa y el Imperio de Maximiliano
provocaron resistencia de los habitantes del puerto fluvial, pero la
población del puerto de Frontera les apoyó y se trasladó ahí, de nuevo, la
aduana de Tabasco, lo que posteriormente quedaría establecido con la
restauración de la República por el decreto del 15 de septiembre de 1871;
sin embargo, San Juan Bautista siguió funcionando como puerto de
cabotaje[19].
Mientras tanto el cultivo de cacao sufría varias contingencias
climatológicas; por ejemplo, la gran seca de 1859, que "[…] acabó con la
mayor parte de las plantaciones del fruto a lo largo de los ríos Tacotalpa,
Macuspana y alto Tepetitán[20]. El clima y las inundaciones anuales hacían
que el cacao se cultivara en las zonas poco más elevadas, como las
estribaciones de la sierra. Para enero de 1860, Juan José León[21] anotó lo
siguiente: "Hay en Tabasco poco más o menos 19,174,400 árboles fruteros de
cacao; y como se calcula con mucha aproximación, que mil árboles producen
en el año, diez cargas de cacao de 60 libras cada una (27.22 Kg.), resulta
que la cosecha anual es de 191,744 cargas que vendidas al precio medio de
quince pesos cada una, dejan un producto de 2,876,160.00 de pesos. Creo que
dentro de pocos años, Tabasco será suficiente para abastecer a la república
de este fruto […]". Para 1859, Romualdo Carrascosa[22] describe su siembra
en la región de la sierra, señalando:

Este árbol que da el fruto, revistiendo tanto su tronco como el ramaje,
de mazorcas de varios colores, es de los más privilegiados de la
naturaleza, y desde que principia a producirlo a los cuatro años de
sembrado, hasta los 30 o 40 que se calcula de existencia llena de
vigor, jamás le falta cacao en todas las edades, desde flor hasta el
grano en completa madurez; así es que recompensa con una usura
incalculable, los afanes que se tuvieron en su creación y los cuidados
que demanda, para precaverlo de cuadrúpedos y aves silvestres que lo
destruyen.
Cuatro son las cosechas que se hacen en el año. Al cacao que se corta
en enero, febrero y marzo, dan el nombre de invernada; al de los meses
de abril hasta julio, la cosecha principal, porque es la más segura y
abundante; a la de agosto hasta octubre, venturero, que es la más
escasa, siguiéndose la de alegrón, hasta terminar el año. Se ve pues
que es una mina inagotable de riqueza la que proporciona este fruto tan
apetecido. […] En una caballería de terreno, caben cuarenta mil
árboles, que se colocan alineados con toda simetría dejándoles sus
correspondientes calles en forma de alameda alfombrada, de grama fina,
cuya rectitud y limpieza las hace muy vistosas. […] En el intermedio de
cada dos árboles de plantío en general, hay otro árbol más elevado y de
distinta naturaleza que nombran Madre Chontal, el cual produce una
alcaparras que constituyen un gustoso plato, y sirve para darle sombra
al cacao; sin cuya precaución, el fruto y árbol que lo contiene,
morirían. Se calcula con mucha aproximación que mil árboles en el año
producen diez cargas de cacao de a sesenta libras cada una, cuyo precio
es muy eventual […].

En 1890, las exportaciones fueron de 27 mil 248 cargas (752 toneladas).
Por otra parte, escasearon los trabajadores en las zonas productoras de
cacao; conforme avanzaba el Porfiriato, subieron los salarios y las
prestaciones de los peones, así como el precio del enganche[23], Arias y
Sepúlveda explican la situación de la siguiente manera: "[…] y varias
circunstancias hicieron inestable y errática la producción de cacao: un
ciclo vegetativo de varios años, consumo limitado, lo aleatorio del
cultivo, mercado especulativo y transportes difíciles. Éste no tuvo
dificultades por escasez de mano de obra en los primeros tiempos, gracias
al sistema de peones enganchados que llegaba al extremo de que los
trabajadores aparecían en los inventarios junto con los árboles, o con los
edificios[24]".


Los productos coloniales: surge nueva tecnología para el chocolate


En el siglo XIX aparecieron dos avances técnicos para la manufactura de
chocolate, como lo conocemos ahora, que determinaron su incremento en el
consumo mundial. En 1828, el holandés Coeraad Van Houston inventó una
prensa para elaborar cocoa, desgrasando la semilla del cacao y
pulverizándola[25]. Los procesos manuales se transforman y, en Vevey,
Suiza, aparece el segundo avance técnico, que consistió en el mezclado de
la manteca de cacao y azúcar con los sólidos de leche[26].
Independientemente del nivel de tecnología que se aplique en la producción
de chocolate, el proceso de inicia cuando las mazorcas se abren y se
extraen los granos con la pulpa que los rodea. Posteriormente se realizan
cuatro pasos: fermentación, secado, tostado y cribado. El molido del grano
implica[ba] su realización en metates especiales, debajo de los cuales el
fuego daba al grano la temperatura suficiente para extraer la manteca y
luego moler el cacao con azúcar. Es así, como hasta la fecha se hace el
proceso de fabricar chocolate en forma rústica y aún lo encontramos en
lugares como Oaxaca y Tabasco.
El incremento del consumo del chocolate, impactó la producción de cacao
en Tabasco. En 1890 la entidad tenía dos millones 870 mil árboles de cacao,
el 39.23% (un millón 126 mil) se encontraban en Comalcalco, Cunduacán y
Huimanguillo. Para 1897, la producción de cacao en escala nacional se
obtenía de Colima, Michoacán, Oaxaca y Veracruz; pero era insignificante
en relación con la de Tabasco y Chiapas. En 1897 se produjeron en todo el
país 590 toneladas y solamente 28 (4.8%) fueron obtenidas fuera de Tabasco
(70.8%) y Chiapas (24.3%). En Chiapas se cultivaba cacao en el Soconusco y
en Pichucalco[27]. Entre 1892 y 1897 la producción de cacao en Tabasco y
Chiapas alcanzó sus mayores volúmenes: 1,879 toneladas y 2,394 toneladas
respectivamente[28]. Tostado Gutiérrez[29] señala que para 1899 en Tabasco
existían 42 "explotaciones agrícolas de cacao de cierta importancia" y que
para 1906, había 124 plantaciones o "haciendas de cacao".
En 1890, Cárdenas, Comalcalco, Cunduacán y Huimanguillo eran las
regiones tabasqueñas con más cultivo de cacao; existían en Tabasco 1,492
fincas, con un total de 373,642 Ha. y sólo el 13% estaban cultivadas
(48,723 Ha.). El 87% de la superficie de esas fincas era terreno erizo, con
dificultades geográficas que impedían ampliar las áreas de cultivo[30]. El
incremento en el número de plantaciones tabasqueñas resultó porque el cacao
desplazó al café, cuyos precios cayeron por el crecimiento de la producción
brasileña en el mercado mundial. En 1899 se afirmaba que las fincas de
cacao producían mayores beneficios; además, el café requería de tierras con
mayor altitud que las tabasqueñas[31] y el café mexicano sufría altibajos
en los precios, por el control brasileño del mercado mundial[32]. En 1900
Tabasco concentraba 16 ingenios cañeros; nueve de ellos en Cárdenas y
Cunduacán. Con el cacao se elaboraban tres productos: cocoa en polvo,
chocolate oscuro y chocolate con leche[33]. La calidad del producto
dependía de la manteca de cacao que, para abaratar el producto, se
sustituía por lecitina, sólo los chocolates más caros llevaban como
ingrediente la manteca[34].

Apogeo y Decadencia del Cacao en Tabasco del Siglo XX


En 1900, el agrónomo alemán Karl Kaerger[35] señalaba que: "[…] a pesar
del prestigio tradicional que poseía el cultivo del cacao en el Soconusco,
Chiapas, disminuyó notablemente cuando los inmigrantes impusieron el
cultivo del café. Entre 1900 y 1912 la producción de cacao osciló entre un
millón 80 mil Kg. y un millón 621 mil 960 Kg., los precios eran de 87
centavos a 1.23 pesos, lo que desestimuló a los hacendados para incrementar
sus plantaciones. Por su precipitación pluvial, humedad y suelos de aluvión
extremadamente fértiles, Tabasco y Chiapas eran las zonas aptas para su
cultivo; además, de que los ríos "[…] permitían a los finqueros trasladar
sus productos con canoas, directamente desde la finca hasta San Juan
Bautista y desde allí, hasta el mar […]"[36].
A finales del Porfiriato, la producción de cacao criollo en Tabasco
sufrió numerosos altibajos; el grano tenía buen sabor, pero un bajo
rendimiento por árbol; se sembraba para autoconsumo familiar y su
comercialización en mayores cantidades necesitaba modificar el cultivo y la
variedad sembrada. Las fincas producían caña y productos derivados (azúcar
y alcohol), cuya demanda crecía en los mercados local y regional; la
Chontalpa era la región cacaotera por excelencia[37]. Mientras tanto, la
producción de chocolate barato en Europa, llevó a los productores a la
inclusión de aceite de palma -o de lecitina- en lugar de la costosa manteca
de cacao y de la baja calidad del sabor de los chocolates[38].


Algunas Consideraciones Sobre la Economía del Cacao



El cacao ha tenido gran importancia histórica y económica para las
regiones con selva tropical lluviosa del sureste mexicano, América Central
y Sudamérica. Su historia se inicia por lo menos desde 1565 AC y, en la
antigüedad también sirvió como moneda corriente entre las sociedades
mesoamericanas[39]. Actualmente, es un producto de consumo global, que ha
sido destinado al mercado; pero es de consumo básico y local, para las
familias productoras. En el virreinato el cacao amplió su consumo a las
familias europeas a través de España. A finales del siglo XIX, la expansión
y contracción de su cultivo en las regiones productoras, se relaciona con
la oferta / demanda y, con las fluctuaciones de los precios en el mercado
internacional[40]. Actualmente en México, su sistema de producción se
concentra en los pequeños productores de escala local y en las plantaciones
de las compañías pertenecientes a la gran escala internacional. Los
finqueros de escala media y grande modifican, o cambian, el rumbo de su
producción agrícola cuando bajan sus ganancias. Los pequeños productores
sobreviven al riesgo del mercado a través de unidades agrícolas como los
huertos de cacao, que por su diversidad, pueden enfrentar las fluctuaciones
del mercado. El cultivo del cacao no es su único recurso y pueden
incrementarlo, si los precios y la demanda del grano y/o de la manteca de
cacao aumentan en el mercado mundial.


La Vainilla



En 1746, los mercaderes españoles buscan la vainilla para exportarla a
España, debido a la demanda internacional de chocolate, que coincide con
la demanda de la vainilla aromática. Con la llegada de los Borbones a la
corona española, se reorganizó el virreinato, se creó la Intendencia de
Veracruz y, en esta nueva organización política, la población de
Papantla[41] quedó como cabecera de distrito con el mismo nombre. El
periodo borbónico inició varias reformas en 1767, veinte años más tarde,
los totonacas se amotinaron y amenazaron Papantla; el 23 de agosto de 1787
se enfrentaron contra el alcalde mayor Alonso de Barga, acusado de
monopolizar la vainilla. Después del encuentro entre la milicia y la
muchedumbre, el lugar quedó en poder de los insurrectos[42].
Papantla vivió los últimos años del periodo virreinal en constante
lucha; pero al mismo tiempo, su economía se fortaleció con el incremento de
la producción y el comercio de varios artículos de exportación. En 1796 se
crea el Real Consulado de Comercio de Veracruz, institución que continúa
hasta la fundación de la república, cuyo funcionamiento es conocido a
través de José María Quirós, su secretario, quien fuera el autor de la Guía
de Negociantes. Esta obra fue la fuente para autores como Alejandro Von
Humboldt y los primeros historiadores económicos de México moderno[43]. En
el siglo XVIII, la vainilla se llevó a varios países europeos, donde se
cultivaba en invernaderos y, desde donde inicia su viaje a las tierras
tropicales de las colonias europeas. Entre 1806 y 1808, los encargados de
la Real Hacienda autorizaron la salida en grandes cantidades de productos
novohispanos (plata y mercancías), en unos 70 buques mercantes extranjeros,
de países "neutrales"[44]. Algunos productos que eran exportados desde el
puerto de Veracruz en esta época, eran los siguientes:


Tabla 1
Producción y precios corrientes de productos agrícolas
en la Intendencia de Veracruz
"Año "Producto "Producción "Origen "Precios "
"1806 "Algodón "s/d "Cozamalopan "34 a 35 reales"
" " " " "la arroba "
"1806 "Azúcar blanca y "s/d "Veracruz "18 a 20 reales"
" "mediana por mitad" " "la arroba "
"1806 "Cacao "s/d "Tabasco "78 a 86 pesos "
" " " " "fanega "
"1806 "Vainilla de 3 "s/d " "95, 32 y 33 "
" "clases " " "pesos el "
" " " " "millar "
"1806 "Pimienta de "s/d "Tabasco "00 a 12 pesos "
" "Tabasco " " "el quintal "
"1806 "Purga de Xalapa "s/d "Xalapa "36 a 40 pesos "
" " " " "el quintal "
"1806 "Zarzaparrilla "s/d "Veracruz "17 a 18 pesos "
" " " " "el quintal "
"1807 "Zarzaparrilla "222,000 "Veracruz "s/d "
" " "quintales " " "
"1807 "Pimienta "1,800,000 "Tabasco "s/d "
" " "quintales " " "
"1807 "Vainilla "1500 millares"Papantla "s/d "
" " "de vainas " " "
"1808 "Frutos coloniales"s/d "Comercio "5,486,414 "
" "(grana, añil, " "general de "pesos fue el "
" "palo de tinte, " "Nueva España "valor de su "
" "vainilla, cacao, " " "exportación. "
" "pimienta, " " " "
" "zarzaparrilla, " " " "
" "purga de Xalapa, " " " "
" "maderas y cueros)" " " "
"1820 "Zarzaparrilla " "Veracruz " "


Fuente: Archivo General de Veracruz (AGV),1990:17; Jornal
Económico y Mercantil de Veracruz 124, t.1,
07/1806; Balanza de comercio de Veracruz, 1809.


Entre 1800 y 1810, las especias novohispanas (vainilla, pimienta y
achiote), junto con las plantas medicinales (zarzaparrilla y purga de
Xalapa), participaron en el consumo exterior de manera constante, siendo
transportadas directamente a Cádiz y otros puertos hispanos, o a la
Habana[45]. Entonces, la vainilla se requería básicamente en ultramar, pues
los franceses, la habían añadido a su arte culinario, era agradable al
paladar y muy apreciada en el continente europeo; además, se utilizaba en
la industria perfumera y se consideraba medicinal. El barón de
Humboldt[46], se sorprendió por la gran demanda que tenía en el Viejo
Mundo, señalando que sus exportaciones generaban 40 mil pesos. En ese
momento, la mayor producción se cosechaba en Misantla, Colipa y Teuitila,
en Oaxaca.
Por casi tres siglos, el único productor de vainilla fue México, aunque
desde el siglo XVIII la planta fue llevada a los invernaderos en Europa. En
1730 se logró su desarrollo y floración, pero no fructificaba, lo que hizo
pensar que nunca daría fruto fuera de la región del Totonacapan y, que
fuese cultivada por los totonacas. En 1836 el botánico Charles Morren, del
jardín botánico de Leyden en Bélgica, resolvió el misterio de la
reproducción de la orquídea de la vainilla, cuya flor hermafrodita para
fructificar, requería de polinización manual, o de la ayuda natural de las
abejas (Melipona), hormigas u otros insectos. Además, de que es la única
orquídea que produce fruto, entre las más de 35 mil especies conocidas[47].

Independencia de España y Dependencia de Otras Naciones


La guerra de Independencia estalló en el norte del Totonacapan,
prolongándose hasta la década de 1820. El débil dominio militar insurgente
produjo que los militares realistas tomaran las plazas principales. Las
fuerzas virreinales utilizaron el puerto de Tuxpan como punto de partida
para sus incursiones hacia los puntos cercanos; usaron lanchas cañoneras y
canoas, organizaron expediciones, como la que se llevó a cabo en Tecolutla
y Nautla[48]. En esta etapa de la vida independiente el comercio se redujo
considerablemente, quedando atrás los años en que más de 15 buques se
empleaban para trasportar a Veracruz alrededor de 900 millares de vainilla,
de ocho a diez mil quintales de zarzaparrilla, de seis a ocho mil quintales
de pimienta y una gran cantidad de maderas de caoba, cedro, zapote y
chijol, con las que se fabricaron muchas casas en el puerto, así como los
cargamentos de piloncillo, maíz y frijol[49].
En febrero de 1831, una expedición francesa dirigida a las riveras del
río Coatzacoalcos, donde llegó cerca de dos meses después, incluía entre
sus participantes al joven Pierre Charpene, quien unos meses después
regresa a Francia, pasando antes por el Soconusco, Acayucan, Tlacotalpan y
Alvarado, para llegar al puerto de Veracruz y embarcarse en noviembre de
ese mismo año. El joven Charpene (1836) publicó dos volúmenes sobre su
aventura mexicana y en uno de ellos, dedica unas páginas a la vainilla, que
le fue ofrecida en un lugar de camino al puerto de Veracruz, por un
indígena, evento sobre el que Charpene narra lo siguiente:

[…] otro indio limpiamente vestido, quien traía en sus manos un pequeño
paquete envuelto en un jirón de tela de algodón, muy blanco y limpio.
Al llegar a la puerta, se detuvo a algunos pasos de distancia; después,
quitándose respetuosamente el sombrero de fieltro, dijo mostrando el
paquete: "Tlilxóchitl".
¿Qué significa tlilxóchitl? Pregunté en español.
Si señor, tlilxóchitl. Desenvolvió el paquete y su olor perfumado salió
de él y llenó todo el aire.
¡Bainilla [sic], bainilla [sic]! Exclamé al ver cerca de sesenta vainas
amontonadas, todas negras y sembradas de un polvo plateado.
Si, señor, dijo el indio riendo, ¡tlilxóchitl, bainilla [sic], bainilla
[sic]!
Era la segunda vez que yo veía esas vainas. ¡Con que dicha, con que
indecible curiosidad examiné el aroma tan apreciado por los mexicanos
aztecas, quienes nos trasmitieron su uso pero no su nombre, como
sucedía también con el chocolate! Ellos la llamaron tlilxóchitl y los
españoles bainilla [sic].

La vainilla fue ofrecida y vendida a Charpene[50] en 2.5 reales (unas
30 perras), lo que costaría de 10 a 12 francos en el puerto de Veracruz.
Ésta, según dijo el indio al francés, provenía de un pueblo cercano a
Tuxtla, de nombre Sierra[51]. La adquisición permitió a Charpene y sus
compañeros de viaje, tomar chocolate y café a la vainilla por casi un mes.
En Acayucan, Pierre Charpene había escuchado que los indios recogían el
tlilxóchitl en los valles profundos de los Tuxtlas y que la multiplicaban
por esquejes, que fijaban en los tallos al pie de los liquidámbares,
ocotáceas y pimenteros arborescentes, desde donde las plantas crecían y
elevaban sus tallos, para enredarse en los árboles y dar fruto tres años
más tarde[52]. Sobre la vainilla en el Cantón de Papantla, en ese mismo
año de 1831, el jefe político Agustín Lombardini[53] informaba al
gobernador del estado José María Iglesias lo siguiente:

[…] la abundancia con la que el Cantón produce sus frutos que recogen
con muy poco trabajo, y la diversidad de aves y demás especies de caza
que se encuentran en los montes, son circunstancias, por lo que estos
habitantes pasan el año entregados a las tareas de sus cosechas durante
el otoño y descansando lo más del tiempo.


Algunos autores consideran que la violenta insurrección de 1836, fue
originada por varios problemas. El primero era la corrupción originada en
el contrabando, realizado con la complicidad de la administración aduanera.
El segundo, era generado por las invasiones de los ganaderos a los
vainillales y milpas. El tercero, se debía a los abusos de los residentes
españoles que acaparaban la vainilla. El cuarto, denunciaba las frecuentes
balaceras nocturnas, conectadas con las elecciones de 1834 y 1835. El
quinto se originó en la prohibición dada por la jerarquía eclesiástica,
para la celebración, al estilo totonaca, de la festividades de la Semana
Santa en el año de 1836[54]. El jefe político Lombardini se enfrentó al
movimiento, cuya explosión social se inició en tierras totonacas. El 5 de
noviembre de 1836, el teniente coronel Mariano Olarte, al mando de un grupo
de totonacas, sitió y tomó a la población del cantón, dando inicio al
movimiento de insurrección que duraría hasta 1838 y que rebasaría los
límites geográficos de la región de Papantla, extendiéndose hasta las
Intendencias de Puebla e Hidalgo, donde los totonacas conservaban su
integridad cultural[55].
Como ya se anotó, desde 1836 el botánico Charles Morren había
descubierto que la orquídea solamente se podía polinizar manualmente, o
con ayuda de las abejas, hormigas y otros insectos. La producción mexicana
de vainilla enfrentó el problema cuando, en 1841, un esclavo de nombre
Edmundo Albius, habitante de la isla francesa Bourbon (la actual Reunión),
perfeccionó el método de la polinización manual. Desde entonces, todos los
países con posesiones en áreas tropicales fueron plantando vainilla: en
1841 los holandeses la llevan a Java; para 1842, los franceses la
introducen en Madagascar y en 1848 la trasladan a Tahití, llegando a las
Islas Comoros en 1873; para 1890 los ingleses la introducen en las islas
Mauricio y las Seychelles; en el año de 1900 los estadounidenses la llevan
a Puerto Rico. La producción mexicana de vainilla declinó cuando el país
perdió el monopolio mundial, su promedio de producción era de 200 mil a 350
mil libras anuales, alcanzando una máxima de 663 mil libras[56].
Para 1845, la situación regional en el Cantón de Papantla tuvo
problemas, porque un grupo de poblanos del vecino Teziutlán, no respetó las
divisiones políticas internas, invadiendo terrenos que pertenecían a los
totonacas. La reordenación administrativa subordinó el Cantón de Papantla
al Distrito de Jalancingo, generando un elevado malestar entre sus
habitantes, que se consideraban parte de una entidad política de mayor
importancia. Al mismo tiempo, se extendían repetidas quejas sobre la
costumbre totonaca de enterrar el dinero en lugares desconocidos por sus
parientes y vecinos, lo que hacía que a su muerte se perdiesen estos
recursos monetarios y, según la opinión pública, esa era la razón por la
cual escaseaba el circulante[57]. Para ese mismo año, en Papantla los
bandos políticos se habían apaciguado, el robo y el asesinato eran casi
inexistentes; las vías de comunicación eran las mismas que en la época
virreinal[58] y los caminos se transitaban pacíficamente a cualquier hora.
A fines de 1846, un huracán afectó al territorio veracruzano con sus
fuertes vientos y lluvia; especialmente la región de Papantla, donde
derrumbó los caseríos, destruyó los cultivos y los caminos, causando
pérdidas considerables[59].




El Auge de la Vainilla


A mediados del siglo XIX, la población de Papantla esperaba la llegada
del auge vainillero, asociado con la polinización artificial[60] y del
progreso económico. Al iniciar la década de 1850, los problemas agrarios
generaron violencia entre los totonacas. Por un lado, los abusos sobre la
propiedad comunal, el incremento de los impuestos, las imposiciones de
autoridades y la leva, los obligaba a ocultarse en las barrancas y bosques
de difícil acceso, provocando la escasez de mano de obra en actividades de
mayor rentabilidad. En su lucha por sobrevivir, los totonacas se resistían
a participar[61]. Las fuentes[62] relatan que los totonacas se embriagaban
constantemente y que alambiques clandestinos aparecían por doquier, cuyo
funcionamiento provocaba la tala de los bosques. Al parecer, una parte de
la explicación resulta de la privatización de sus tierras, promovida por la
gente "de razón"[63]. Los gobernantes proponían que se educara cívica y
religiosamente a los totonacas y que se les pagara por adelantado para
poder controlarlos[64].
En la primera mitad del siglo XIX, la vida política de Papantla tiene
como eje la participación de los totonacas en el movimiento
independentista, dirigidos por Serafín Olarte. Entre 1836 y 1838, Mariano
Olarte -hijo de Serafín- encabezó una insurrección, aliado con los
federales en contra de los centralistas. Bajo el gobierno de Santa Anna su
territorio fue dividido, la franja costera fue cedida a Veracruz, con lo
cual el estado de Puebla perdió su salida al mar; así, los totonacas de la
costa y los de la sierra quedaron separados[65]. La tierra era trabajada
con el sistema de roza, tumba y quema. A los terrenos se les dejaba
descansar y se convertían en selva secundaria (acahuales), que servían para
los vainillales. Los totonacas estaban en constantes pleitos con los
ganaderos, que destruían las siembras y acaparaban la vainilla, lo que
generaba rebeliones frecuentes[66].
Los totonacas optaron por buscar zonas de refugio más alejadas y la
expansión de la zona urbana en Papantla, se realizaba en completo desorden.
Las casas de la población pobre se asentaban entre zanjas y elevaciones,
que la lluvia transformaba en arroyos y lodazales. El pueblo se dividía en
barrios (Santa Cruz, el Naranjo, San Juan y Zapote). Al norte, en la parte
más baja donde se juntaban los dos arroyos que lo atravesaban, se
localizaba el barrio totonaco de "Estancatchuchut", o agua sin
corriente[67]. Al finalizar la intervención francesa, de nuevo los
gobernadores veracruzanos reiniciaron la privatización de las tierras. Las
Leyes de Reforma, pusieron en circulación las tierras propiedad de la
iglesia, pero también las posesiones agrarias de las comunidades
totonacas[68], por lo que su aplicación y la consecuente privatización de
tierras comunales, suscitaron rebeliones a lo largo del territorio
totonaco, particularmente en Papantla, Misantla y Jalacingo. Ante las
disposiciones que difundió el gobierno para dividir los terrenos, los
totonacas solicitaron al Congreso del Estado mantener indivisibles sus
propiedades.
En 1869 inicia lo que en el futuro sería el auge petrolero, cuando el
sureño estadounidense Adolfo Autrey, residente de Papantla, registró la
compañía exploradora y explotadora de petróleo "La Constancia". El
gobernador Hernández y Hernández, en su informe de 1871, enumeraba los
criaderos y manantiales de petróleo descubiertos en Tulipilla, Coapecha y
Cerro de Miradores. Además, informaba acerca de las minas de chapopoteras,
que indicaban la indudable presencia del petróleo en el subsuelo
veracruzano[69]. Posteriormente, ya en el Porfiriato, con las Leyes de
Colonización y las concesiones para la explotación del petróleo, se
agudizaron los conflictos vinculados a la tenencia de la tierra, que
persistieron a pesar de la promulgación de una nueva ley, en 1902, que
anulaba los efectos de las leyes anteriores[70].





El Porfiriato


Al iniciarse la década de 1870, la salud pública era un problema en la
entidad; la viruela había matado 86 niños y 42 adultos; la fiebre amarilla
afectó al 80% de la población. En 1878 la epidemia llegó a Papantla y entre
los meses de septiembre a noviembre, la fiebre amarilla se generalizó. El
hospital de beneficencia había cerrado sus puertas desde 1875, pero al
presentarse la fiebre, los vecinos se organizaron para construir un
hospital fuera de la localidad y atender a todos los afectados por la
epidemia[71]. En esa misma década (1870), el Cantón de Papantla tuvo
cambios en su población y economía. La población se recuperó e incrementó
notablemente; la demarcación contaba de 15 a 21 mil personas, pero los
registros no eran confiables, ya que por los conflictos, había habido
inmigración, que contribuyó al crecimiento demográfico[72]. Para 1882 la
fiebre amarrilla y la viruela causaban en Veracruz 40 muertes diariamente;
los veracruzanos negaban que el vómito prieto fuese endémico y las
discusiones sobre su estacionalidad consideraban que sólo diciembre y enero
eran meses más seguros para pasar por el puerto, ya que la fiebre comenzaba
en mayo, para generalizarse y alcanzar su mayor intensidad en agosto[73].
La producción agrícola regional se recuperó y desde 1870 la vainilla
empezó a ser solicitada en los países industrializados. En 1882, el
estadounidense Frederick A. Ober[74] llegó a México, para una estancia de
nueve meses, con una beca del Instituto Smithsoniano de Washington. Estuvo
en Yucatán, Chiapas y Tabasco, desde donde pasó a Veracruz, lugar al que
dedica dos capítulos de su obra; a su paso por Xalapa dice de la vainilla
lo siguiente:


En los bosques que están fuera de la vista, en el declive oriental de
las cordilleras de Veracruz, florece la aromática planta afrutada de la
vainilla –Vanilla planifolia. Es nativa del bosque húmedo, donde es
cuidadosamente buscada y recolectada por los indios de la tierra
caliente. La planta requiere pocos cuidados pero la sombra y la humedad
son necesarias para su existencia. Los indios que aún residen en sus
primitivas aldeas están vigilados durante la época de la cosecha por el
alcalde, quien distribuye a cada uno su parte de trabajo. La cosecha se
inicia en marzo y abril, y continúa urante dos o tres meses. Las vainas
se secan cuidadosamente al sol, y se empacan para su transporte con la
misma atención.
La vainilla fue arduamente cultivada por los totonacos, que
antiguamente vivían en la región de la costa de Veracruz, y que
proveían del artículo a Moctezuma y a los nobles aztecas […].


En el Porfiriato, las rebeliones totonacas fueron constantes[75]. La
vida política regional y los impactos negativos de los huracanes asolaron a
la población en la última década del siglo. En 1887, las lluvias
torrenciales ocasionaron una gran inundación que dañó cultivos y ahogó
varios hatos de ganado. En septiembre de 1888 un ciclón de gran intensidad,
devastó toda la región. En Papantla se derrumbó la barda recién construida
del cementerio y varias construcciones. En 1890 el pueblo de Papantla
adquirió el rango de villa[76]. Al finalizar la década, la vainilla
continuaba el ritmo ascendente de su producción, alcanzando la cantidad de
más de 10 mil millares. De éstos, 9 mil correspondían a Papantla y tenían
un valor aproximado de 400 mil pesos. El mismo año, las exportaciones de
vainilla en Tuxpan y Veracruz ascendieron a casi un millón de pesos[77].


Los inicios del Siglo XX




El siglo decimonónico ve pasar varias guerras que enfrentan a liberales
contra conservadores, además, de la pérdida de territorio por la guerra con
Estados Unidos y de los numerosos acontecimientos políticos que desembocan
en el Porfiriato y, a principios del siglo XX, en la revolución mexicana de
1910-1921. Los proyectos de construcción de la nación incluyen una política
económica que ve a la producción agrícola en el camino de la modernización
y de producción de cultivos destinados al mercado. Así, en Veracruz
surgieron compañías extranjeras que crearon zonas de monocultivos para
exportación, como la región productora de plátanos en la zona aledaña al
río Tecolutla. El café y los cítricos también iniciaron su producción
masiva y algunos terrenos fueron dedicados al cultivo de piña, en pequeña
escala, cuya producción se destinaba al mercado de Puebla. Además, la
demanda internacional de la vainilla se mantenía y la ganadería, crecía en
importancia. Por otra parte, a fines del siglo, la naciente extracción de
hidrocarburos se asoció con la recuperación económica de la región[78].
Para 1907, la producción agroganadera de Veracruz había alcanzado
rendimientos elevados, que generaron un total de 74 millones de pesos, de
los cuales cinco correspondían al tabaco, ocho al maíz, diez a la caña,
seis a la madera, dos al frijol y diez al ganado. El valor de la producción
de vainilla ascendía a casi cuatro millones de pesos, provenientes
principalmente del Cantón de Papantla[79]. Una década más tarde, en 1917,
el Departamento de Fomento y Agricultura solicitó información sobre la
situación agraria y, las autoridades locales, la describieron como
lamentable. Existían haciendas que en su interior incluían siete
congregaciones sin fundo legal, sujetas a rentas abusivas y arbitrarias de
parte de los propietarios, quienes generalmente vivían en las ciudades de
Puebla y México[80].
Para la década de 1920 el mercado mundial de la vainilla estaba
dominado por las colonias francesas de Bourbon y Mauricio, que aportaban
70% del producto aromático, con rendimientos por hectárea muy superiores a
los de Papantla. La cosecha mexicana sólo cubría el 15% de la producción
mundial y era destinada a los Estados Unidos, mercado también abastecido
por Francia; pero la calidad de la vainilla veracruzana elevaba sus precios
en comparación con las otras procedencias[81]. En la década de 1950, en
esta región veracruzana, la agricultura era la actividad principal, se
sembraba: maíz, caña de azúcar y vainilla. La orquídea era cultivada por
los totonacas, en un ciclo agrícola conocido como milpa-vainillar, que
duraba entre 20 y 25 años seguidos por un período de descanso[82]; el maíz
se destinaba al consumo familiar, la caña tenía doble fin (consumo y
mercado) y la vainilla se enviaba a Papantla para su comercialización y
venta[83]. Según Kelly y Palerm[84], aunque el Tajín producía el mayor
cantidad de moscabado para su consumo local y venta, dando a los
productores considerables ingresos monetarios, la vainilla seguía siendo de
gran importancia económica[85].
De hecho, de acuerdo con Kellly y Palerm[86], la agricultura local en
Tajín se basaba en el cultivo de maíz, caña y vainilla; estos
investigadores consideraban que el maíz era originario de Mesoamérica, la
caña era introducción de los hispanos y la vainilla aunque era cultivo
original, no lo era de Papantla, donde había sido introducida. El maíz era
el básico y se sembraba para el consumo familiar, aunque en años de cosecha
abundante podía venderse el sobrante, la caña era destinada al mercado
local en Papantla, pero también se consumía y la vainilla se destinaba
exclusivamente al mercado. Kelly y Palerm (1952: 100) indican que de 134
hogares que estudiaron, 56 cultivaban el trío arriba citado, solamente 30
se dedicaban a la vainilla y su comercialización y únicamente 10 sembraban
maíz en forma única.
Entre 1920 y 1945, la actividad vainillera ocupó en la economía de
Papantla un lugar importante, a pesar de los altibajos en la demanda. La
introducción de la vainilla artificial contrajo la producción de vainilla
natural, que se está recuperando sólo recientemente, como efecto de la
importancia que los productos naturales han vuelto a tomar. Su
resurgimiento en los últimos años se debe al gusto de los consumidores por
los productos orgánicos, por encima de los artificiales y, aunque México es
un país exportador de vainilla, su ingreso al mercado mundial lo hace a
través de Estados Unidos y no en forma directa, por lo que las ganancias
mayores quedan en este país y no, necesariamente, en los productores
mexicanos. Por otra parte, la producción de vainilla se ha concentrado en
la región de Papantla y ha sido abandonado en otras regiones y entidades
donde se producía durante virreinato y el siglo XIX. Tablas 2 y 3.


Algunos comentarios y consideraciones finales


En el siglo XIX, los productos denominados por Humboldt como
"coloniales", en general estuvieron dirigidos al mercado externo e
internacional; sin embargo, en el caso del cacao y la vainilla, productos
de origen prehispánico, siempre tuvieron articulación con la escala local,
dado su uso como básicos en la dieta cotidiana de los pobladores de las
zonas tropicales y, en el caso del chocolate, formaron parte del mercado
regional y nacional, ya que el internacional está dominado por las
naciones que acaparan la producción de cacao y manteca de cacao. De esta
forma, a pesar de los altibajos que sufrieron en el mercado de escala
global, su producción local subsistió. Para ello, fue necesario que los
productores los mantuviesen en sistemas tradicionales, como el huerto, o la
selva controlada. Esta situación peculiar ha permitido su presencia hasta
nuestro días y su consumo en las familias de productores en sus lugares de
origen.
En el caso de la vainilla, el control de su recolección y producción,
por grupos regionales, se vió asociado a numerosos conflicos políticos a lo
largo de los siglos XIX y XX; aunque han sufrido grandes pérdidas en el
siglo pasado. Es actualmente, cuando su cultivo ha retomado importancia,
aunque su ingreso al comercio mundial lo realiza a través de Estados Unidos
y no directamente, como sería lo deseable. Su actual cultivo sigue
incluyendo a los vainilleros totonacas; sin embargo, otros grupos no
indígenas, han igresado también a esta esfera de la producción, ya que la
distribución y comercialización en escala mayor, se encuentra en manos no
indígenas desde el siglo XIX; de hecho, ha sido controlada por españoles e
italianos, residentes en la región de Papantla y Gutiérrez Zamora, en
Veracruz. Actualmente, el auge en los mercados de los productos naturales
ha hecho resurgir la economía de la vainilla, particularmente la orgánica,
pero como consecuencia de las formas de articulación entre los productores
de vainilla con los acaparadores regionales, los elevados precios que tiene
en el mercado mundial, aún no benefician del todo a los productores
indígenas.

Tabla 2
Comercio Exterior de Vainilla 2005
Principales Países re exportadores
"País "Toneladas"Exportación "Importación "
" " "(miles de "(miles de "
" " "dólares) "dólares) "
"Japón "0 "135 "477 "
"Suecia "0 "333 "903 "
"Alemania "0 "11, 604 "12, 936 "
"Francia "0 "12, 965 "20, 867 "
"Reino Unido "0 "657 "3, 859 "
"EUA "0 "7, 758 "48, 352 "
"Total "0 "33, 452 "87, 394 "


Fuente: FAOSTAT 2005.


Tabla 3
Comercio Exterior de Vainilla 2005
Principales Países productores de Vainilla
"País "Toneladas"Exportación "Importación "
" " "(miles de "(miles de "
" " "dólares) "dólares) "
"Madagascar "6, 200 "59, 597 "4, 367 "
"Indonesia "2, 400 " 346 " 206 "
"China "1, 000 " 65 " 225 "
"México " 250 " 385 " 128 "
"Total "9, 850 "60, 393 "4, 926 "


Fuente: FAOSTAT 2005.


Con la manteca de cacao, responsable de la alta calidad de los
chocolates y de sus altos precios en el mercado internacional,
especialmente la manteca orgánica, considerando además, que la que se
produce en Tabasco es excelente; sin embargo, los pequeños productores la
entregan a acaparadores locales y regionales, que les pagan poco, la
concentran y entregan a las poderosas trasnacionales, a precios que están
muy por debajo de lo establecido en el mercado de Nueva York, donde el
citado producto es cotizado. El dinero que por su venta reciben los
pequeños productores a través de acaparadores ("coyotes"), es importante
para su economía doméstica; sin embargo, están cortados de la cadena
productiva que lleva la manteca de cacao a los mercados globalizados.
Finalmente, los productos coloniales del siglo XIX han sido y son parte
de lo que el país exporta; pero sus mayores ganancias quedan en el
extranjero, debido a las formas en que se articulan a los mercados
internacionales. La dependencia económica ya existente desde el virreinato,
se vió reforzada en los siglos XIX y XX. Los dos productos que aquí
tratamos, son solamente una muestra de los procesos ocurridos, que
modificaron la geografía de sus producciones, los paisajes de las zonas
productoras, pero no de las relaciones económicas ni de la dependencia.









Universidad iberoamericana AC
México.
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[1] El cacao para España iba de Venezuela, no de México, debido a las
políticas de la Casa de Contratación de Sevilla, sobre el control de los
productos para el mercado interno del reino.
[2] Henry George Ward. México en 1827. México: Fondo de Cultura Económica,
edición de 1995:68-75.
[3] Karl Kaerger. Agricultura y colonización en México en 1900. México:
Universidad Autónoma Chapingo, Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social, 1986.
[4] Alba González Jácome y Miguel Ángel Martínez Ramírez. "Cacao y
chocolate: los senderos de la globalización en un contexto regional". En:
Consumos globales: de México para el mundo; Carmen Bueno Castellanos y
Steffan Igor Ayora Díaz (Coordinadores). México: Universidad Iberoamericana
y Universidad Autónoma de Yucatán, 2010: 37-65.
[5] Miguel de Castro y Araoz. "Descripción de la Provincia de Tabasco,
pedida por el Excelentísimo señor Virrey de este Reyno, conde de Revilla
Gigedo y formada por su actual gobernador Miguel de Castro y Araoz",
1794:278. En: Descripciones Económicas Regionales de Nueva España.
Provincias del Centro, Sudeste y Sur, 1766-1827; Enrique Florescano y
colegas (compilador). México: SEP/INAH, 1976:276-283.
[6] Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva
España, 1985 [facsímile de la edición de 1822], Libro IV, Capítulo X: 355-
466.
[7] Alejandro de Humboldt, Op cit. 1985 [facsímile de la edición de 1822],
Libro IV, Capítulo X: 379-380.
[8] Alejandro de Humboldt, Op cit. 1985 [facsímile de la edición de 1822],
Libro IV, Capítulo X: 380.
[9] Alejandro de Humboldt, Op cit. 1985 [facsímile de la edición de 1822],
Libro IV, Capítulo X: 380.
[10] Alejandro de Humboldt, Op cit. 1985 [facsímile de la edición de 1822],
Libro IV, Capítulo X: 381.
[11] En: Coe, Sophie D. and Michael D. Coe. The True History of Chocolate.
2nd edition. London: Thames and Hudson 2007: 202.
[12] Hoy Villahermosa, capital del estado de Tabasco.
[13] Mario, Trujillo Bolio. El Golfo de México en la Centuria Decimonónica.
Entornos geográficos, formación portuaria y configuración marítima. México:
Miguel Ángel Porrúa y CIESAS, 2005: 86-87.
[14] Trujillo Bolio, Op cit., 2005: 89.
[15] Trujillo Bolio, Op cit., 2005:90. Este autor tomó el párrafo del libro
de Torruco Saravia, 1987: 6.
[16] Hoy Frontera, Tabasco.
[17] Trujillo Bolio, Op cit., 2005:91.
[18] Trujillo Bolio, Op cit., 2005:91.
[19] Trujillo Bolio, Op cit., 2005:92-93.
[20] Geney, Torruco Saravia. Villahermosa nuestra ciudad, Vol. 1. México:
Tabasco, Ayuntamiento Constitucional del Centro, 1987 (1994): 324.
[21] Juan José León. "Apuntes muy interesantes para servir la estadística
de Tabasco". En: Arias G. Lau F. y Sepúlveda O. Tabasco: Textos de su
historia. México: Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y
Gobierno del estado de Tabasco, Vol. 2., 1985.
[22] Estadística general de la Sierra en el Boletín de la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística, Vol. 7. En: Arias G. Lau F. y Sepúlveda O.
Tabasco: Textos de su historia. México: Instituto de Investigaciones José
María Luis Mora y Gobierno del estado de Tabasco, Vol. 2.1985: 16-17.
[23] Arias G. Lau F. y Sepúlveda O. Tabasco: Textos de su historia. México:
Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y Gobierno del estado de
Tabasco, Vol. 2. 1985: 15-16.
[24] F. Arias G. Lau y Sepúlveda O., Op cit., Vol. 2., 1985: 15-16.
[25] Coe and Coe, Op cit., 1999: 25.
[26] Coe and Coe, Op cit., 1999:30-31.
[27] Kaerger, Karl 1986 (original 1901). Agricultura y Colonización en
México en 1900. Teresa Rojas Rabiela y Roberto Melville (Responsables de la
edición en castellano). México: Universidad Autónoma Chapingo y CIESAS
(Cita en pp. 41-42).
[28] Kaerger, Op cit., 1986:41.
[29] Marcela, Tostado Gutiérrez, Marcela. El Tabasco Porfiriano. México:
Gobierno del Estado de Tabasco, Villahermosa, 1985: 36.
[30] Antonio, Elías Balcazar. Tabasco en sepia: Economía y sociedad 1880-
1940. México: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, División de Ciencias
Sociales y Humanidades, 2003 (Hay edición de 1994): 435-436.
[31] Tostado Gutiérrez, Op cit., 1985: 36-37.
[32] Roseberry, William, Lowell Gudmundson and Mario Samper Kutschbach.
Coffee, Society, and Power in Latin America. Baltimore and London: The John
Hopkins University Press, 1995.
[33] Coe and Coe, Op cit., 2007: 255.
[34] Coe and Coe, Op cit., 2007: 257.
[35] Kaerger Op cit., 1986: 41-42.
[36] Kaerger, Op cit., 1986:42-46.
[37] Kaerger, Op cit., 1986: 46.
[38] Coe and Coe, Op cit., 2007: 259.
[39] Alba González Jácome y Miguel Ángel Martínez Ramírez. "Cacao y
chocolate: los senderos de la globalización en un contexto regional". En:
Consumos globales: de México para el mundo; Carmen Bueno Castellanos y
Steffan Ayora Díaz (Coordinadores). México: Universidad Iberoamericana y
Universidad Autónoma de Yucatán 2010: 37-65.
[40] El control del mercado y sus precios estuvo en Brasil, lo mismo que
ocurría con el café.
[41] Nos referimos a Papantla en el texto, aunque no fue el único lugar
donde se obtenía y vendía vainilla, pero si ha sido el más conocido por su
importancia. Actualmente es el centro de la producción de vainilla en
México.
[42] Archivo General de Veracruz, en adelante AGV, 1990: 15.
[43] Mario Trujillo Bolio. El Péndulo Marítimo-Mercantil en el Atlántico
Novohispano (1798-1825). Comercio Libre, Circuitos de Intercambio,
Exportación e Importación. México: Publicaciones de la Casa Chata, 2009: 17-
18.
[44] Trujillo Bolio, Op cit., 2009:20.
[45] Trujillo Bolio, Op cit., 2009: 267.
[46] Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva
España, 1985 T. II, pp. 190-193.
[47] Historia: www.vainillamexico.com/vahistoira.html.
[48] Jorge Flores. La Revolución de Olarte en Papantla. México: Imprenta
Mundial, 1938: 38.
[49] Archivo General de Veracruz, en adelante AGV, 1990: 25.
[50] Pierre Charpene. Aventura Mexicana, original 1836, México: Vol. IV,
1992: 172.
[51] Posiblemente la sierra de los Tuxtlas.
[52] Charpene, Op cit., Vol. IV, 1992: 173.
[53] Lombardini, Agustín. El cantón de Papantla. México: Gobierno de
Estadio de Veracruz, 1831: 49-50.
[54] Flores, Op cit. 1938: 60.
[55] Flores, Op cit., 1938: 58.
[56] Historia: www.vainillamexico.com/vahistoira.html.
[57] AGV, 1990: 32.
[58] José María, Bauza. "Bosquejo Geográfico y Estadístico del Partido de
Papantla". México: Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística, 1845: 82.
[59] AGV, 1990: 47.
[60] AGV, 1990: 45; Kelly, Isabel y Ángel Palerm, The Tajin Totonac.
History, subsistence, shelter and technology. Washington: Smithsonian
Institution, Publication Nº 13, 1952.
[61] AGV, 1990: 57.
[62] AGV, 1990: 59.
[63] AGV, 1990: 59. Se refiere a los mestizos, americanos (criollos) y
españoles.
[64] AGV, 1990: 55.
[65] AGV, 1990: 18.
[66] Flores, Op cit., 1938:32-33.
[67] Bauza, Op cit., 1845: 78.
[68] AGV, 1990:57.
[69] AGV, 1990: 62.
[70] AGV, 1990: 35.
[71] AGV, 1990: 60.
[72] AGV, 1990:59.
[73] Frederick A. Ober. "Viajes por México y vida entre los mexicanos". En:
Cien viajeros en Veracruz. Crónicas y relatos; Vol. 7, 1992: 47-77 (Cita en
pp. 53-54 y 59-60).
[74] Ober Op cit., Vol. 7, 1992: 59-60.
[75] AGV, 1990: 72.
[76] AGV, 1990: 79.
[77] AGV, 1990: 81.
[78] AGV, 1990: 162.
[79] AGV, 1990: 120.
[80] AGV, 1990: 215.
[81] AGV, 1990: 178.
[82] Kelly & Palerm, Op cit. 1952: 101.
[83] Kelly & Palerm, Op cit. 1952: 99.
[84] Kelly & Palerm, Op cit. 1952: 100.
[85] Kelly & Palerm, Op cit. 1952: 101.
[86] Kelly & Palerm, Op cit. 1952: 99.
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