Un problema de traducción: la enseñanza de las expresiones idiomáticas

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Descripción

J. Sancha Vázquez (Х. Санча Васкес) 2 año de Máster, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Cádiz, España магистрант 2ого года обучения, ИФЖиМК, Университет Кадиса, Испания o

Tutora científica: Dra. N.V. Karpovskaya Научный руководитель: к.ф.н., доцент Н.В. Карповская

UN PROBLEMA DE TRADUCCIÓN: LA ENSEÑANZA DE LAS EXPRESIONES IDIOMÁTICAS De algún modo, usamos a diario expresiones que hemos «fijado» a través del uso a la norma y que pertenecen a nuestra propia cultura y forma única de ver el mundo, a nuestros hechos sociohistóricos, a nuestra economía, en suma: a nuestra imaginación particular. Algunas son tan usuales que no las consideramos modismos, pero continúan teniendo un significado diferente al que a la suma de sus partes le correspondería, como ocurre por ejemplo con el You are welcome del inglés para responder al agradecimiento de alguien, el cual posee un significado distinto del que tendría You are welcome entendido de forma literal y no idiomática. Como bien dice Coseriu (1999b: 275), los modismos son «expresiones semánticamente “no analizables” (es decir, cuyo valor global no corresponde a la suma de los valores de sus elementos) y que, por consiguiente, se traducen por entero, como textos o fragmentos de textos». El modismo se disfraza las más de las veces de metáfora porque parece esta figura una forma lógica del pensamiento humano. Así, Bustos (2000: 21) asume que para entender una metáfora, o en este caso un modismo, no es necesario ya conocer el significado original de la palabra que se utiliza sino el conjunto de creencias que en el colectivo social se tiene sobre esa palabra, o sea, que lo único necesario al final es haber aprendido o memorizado el significado específico de tal expresión, aunque desconozcamos el origen, ya que la metáfora tiene su propia autonomía, su propio significado: «La comprensión de la metáfora no se fundamenta pues en la capacidad lógico-semántica de inferencia, sino en la captación de relaciones de implicación que conllevan la traslación del marco al foco. 110

Así, para entender “Emilio es un buitre” no es necesario que se conozca el significado normal de “buitre”, ni que se sea sabedor del conocimiento enciclopédico (zoológico) ligado a ese significado; lo único necesario es que se domine el conjunto de tópicos compartidos por una comunidad lingüística sobre el particular». Asimismo, cuando en el español actual alguien vulgarmente manda a alguien «al carajo», lo interpreta como un insulto y una ofensa al igual que un anglófono lo asumiría al escuchar Fuck off o algún vulgarismo similar, importando poco si conoce o no el origen de este modismo (el «carajo» era la canasta del barco ubicada en el palo mayor, un sitio poco querido por los marineros pues resultaba horriblemente incómodo y peligroso, al que eran normalmente enviados como castigo). Esto es tanto así que el valor de You are welcome en respuesta a un agradecimiento no sería Eres bienvenido, sino De nada. Esto significa que muchas de estas expresiones dependen de un contexto, por lo que entramos en el sentido. Bustos (2000: 22) lo aclara con un ejemplo: Emilio es un buitre se podría interpretar como metáfora o literalmente, dependiendo del sentido que tenga Emilio. Si Emilio es una persona, evidentemente el sentido del esquema será metafórico: A es B. En cambio, si Emilio es un animal de verdad, el sentido es literal: está describiendo. No hay manera «lingüística» de determinar esto más que accediendo a la realidad del mundo y al conocimiento extralingüístico. Es esta parte idiomática de la lengua la que consiste al fin y al cabo en una «memorización cultural», esto es: en conocer la cultura, además de la lengua, para saber qué expresiones son las adecuadas para según qué significados. Es por esto por lo que el problema de la traducción, como bien han aclarado Coseriu (1999b: 277; cf. 1969, 1987a, 1987b, 1987c, 1987d, 1999a) o Bustos (2000: 22) es o debería ser labor de la lingüística del texto y la pragmática, o sea, de aquellas ramas que trabajan con la designación y el sentido, con textos concretos. Así, el lingüista rumano (1999b: 275) se lo pregunta: «En efecto, ¿qué es lo que se traduce? Evidentemente, no se puede pasar directamente de una lengua a otra en el plano mismo de las lenguas, ilusionándose con que todo pueda o deba trasladarse sencillamente de la gramática y del léxico de la lengua A a los de la lengua B, puesto que lo que se traduce no es nunca sólo y simplemente “lengua”, sino siempre un texto determinado». Así, también Nida, uno de los grandes traductólogos, acierta diciendo que: 111

Al traducir de una lengua a otra debe ir más allá de las comparaciones de las estructuras correspondientes e intentar describir los mecanismos mediante los cuales el mensaje total se descodifica, se transfiere y se transforma en las estructuras de otra lengua. Para describir este proceso debemos disponer de instrumentos más complejos que simples listas de correspondencias, porque, en la medida de lo posible, necesitamos explicar cómo podemos recibir un mensaje único en la lengua de partida y «crear» un mensaje igualmente único en la lengua llegada. Esto requiere un enfoque generativo del lenguaje. (Nida, 2012: 23). Si miramos algunos ejemplos, mientras que en español se dice coloquialmente que alguien moja el churro cuando una persona tiene relaciones íntimas con otra, un francés podría decir lo mismo con la expresión tremper le biscuit (trad.: mojar el bizcocho). La explicación podría ser gastronómica y, por supuesto, la gastronomía varía según el lugar de procedencia, los cultivos, el clima, la materia prima, el mercado de importaciones, etc. Mientras que en España el churro es un «desayuno típico» con especial atractivo para los turistas, en Francia puede ser mucho más usual un biscuit: en fin, los dos sirven como metáfora para el órgano sexual, que es lo que se «moja», pero cada tradición recoge de la realidad lo que le interesa para el hecho lingüístico. No hay forma de traducir esto de manera literal a menos que se conozcan estas expresiones. Del mismo modo que un inglés dice To learn something by heart, en vez de Aprender algo de memoria, como lo diría un español. Por razones históricas o de cualquier otro tipo, ellos utilizan el corazón y nosotros la memoria. A menos que el traductor conozca este idiom, provocará seguramente errores lingüísticos su traducción. Asimismo, en español tenemos la expresión Matar dos pájaros de un tiro para cuando se consiguen dos cosas al mismo tiempo, lo que un anglófono dirá como To kill two birds with one stone (trad.: Matar dos pájaros con una piedra), un francés Faire d'une pierre deux coups (trad.: Hacer de una piedra dos mitades), un ruso Убить двух зайцев одним выстрелом (trad.: Matar dos conejos de un tiro) y un polaco Upiec dwie pieczenie na jednym ogniu (trad.: Asar dos asados en un mismo fuego). Un mismo significado lingüístico expresado con diferentes palabras y expresiones que corresponden a las diferentes realidades extralingüísticas pertenecientes a cada cultura particular. Tampoco se podría traducir Ver las estrellas de manera literal, por ejemplo, al francés, significando 112

«estar mareado», lo cual un francófono diría como Voir 36 chandelles. Es también muy común el uso de animales para diferentes partes del cuerpo (sobre todo sexuales) o para describir formas físicas de las personas: por ejemplo, mientras que en español se utiliza el conejo para la vagina, un francés diría coloquialmente la chatte (la gata); mientras que nosotros decimos de una persona con sobrepeso que es una vaca o una foca, un turco diría que es un ayı (oso; lo que para nosotros suele ser solo síntoma de persona peluda, aplicada la palabra metafóricamente), y tanto el inglés como el francés usarían también la vaca: a cow, une grosse vache; mientras que una persona fea para nosotros es un choco, para un francés sería un thon o un pou, y así un largo etcétera. Si agregamos más, lo que para los españoles es Más claro que el agua, para un inglés It’s crystal clear y no *Clear like the water (resultado de una traducción formal), así como para un francés es Clair comme de l'eau de roche. A veces encontraremos calcos de estas expresiones o coincidencias muy similares, pero la más de las veces con lo que seguramente vamos a tropezarnos son diferencias que nos hablan al mismo tiempo de las variedades culturales. Es por eso que me hice la pregunta siguiente, dentro de lo breve que puede ser esta comunicación: ¿qué lugar deberían tener estas expresiones dentro de la enseñanza del español como lengua extranjera? Lo que queda claro es que no basta con una simple correspondencia de estructuras ya que en muchos casos posiblemente no existan y debamos recurrir a algún giro o perífrasis en el lenguaje para explicar el concepto, a veces incluso recurriendo a explicaciones necesarias sobre el léxico específico o anticuado utilizado en algunas de estas. Por lo sintético de este análisis, me gustaría que esto que presento sirva únicamente como guía para futuros y más completos análisis sobre, por ejemplo, las diferencias culturales entre España y Latinoamérica en el uso de su lenguaje idiomático. Un estudio pormenorizado del asunto nos reflejaría o acercaría seguramente mucho más de manera satisfactoria a nuestra historia compartida, más que la propia historiografía en algunos casos. Estas expresiones podrían entonces verse como pequeñas joyas fósiles que, dentro de nuestro acervo lingüístico, nos hablan sobre nosotros y sobre un pasado, sobre nuestras batallas y también sobre nuestras particulares visiones. Por supuesto, esto resalta la importancia de la cultura a la hora de aprender una lengua en las últimas teorías sobre la competencia comunicativa, frente a la anticuada y ya en desuso tendencia a pensar en la enseñanza de una lengua 113

simplemente desde su competencia gramatical. De aquí se sonsaca el valor de detallar y dedicar un tiempo precioso a la cultura que nos rodea, que nos une y nos separa de aquellos con los que compartimos este suelo y esta tierra. Es precisamente en este terreno de lo idiomático donde los niveles más altos de la enseñanza de lenguas extranjeras intenta hacer hincapié, debido a que es esto lo que nos hace entender mejor cómo de natural «suena» una lengua en los oídos del que la escucha. Por eso los mejores intérpretes o traductores son aquellos que poseen, a pesar de lo complicado del término, una competencia bilingüe en las dos lenguas tratadas. Se puede manipular y entender casi a la perfección la gramática e incluso algunas obviedades sobre la cultura que se esconden tras una lengua sin por esto llegar a ser precisos y naturales a la hora de componer ciertos textos, los cuales, incluso siendo gramaticalmente correctos, quizá nunca serían creados por un nativo de esa manera en tal determinado contexto. Como bien enseña Guy Deutscher en su fabuloso ensayo El prisma del lenguaje (2011), las lenguas sirven como espejo a las diferentes sociedades que se han gestado en el mundo: todas y cada una de ellas reflejan ciertos rasgos de la personalidad del pueblo que las construye. Por eso, el estudio de un diccionario de expresiones idiomáticas debería pertenecer a la idiosincrasia única de cada territorio, así como la comparativa de estas entre lenguas diferentes debería pertenecer a la antropología y a la comunicación intercultural. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA 1. E. Alpañés, 2013: «Palabras sin traducción y otras rarezas lingüísticas», Yorokobu, (06/04/2014). 2. A. Anula Rebollo. El abecé de la psicolingüística, Madrid, Cuadernos de Lengua Española, 2002 3. K. Bühler. Teoría del lenguaje, Madrid, Revista de Occidente, 1979 4. E.Bustos. La metáfora. Ensayos transdisciplinares, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2000 5. E. Coseriu. «Sistema, norma y habla», Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid, Gredos, 1969, pp. 11–113. 6. E. Coseriu. «Sobre las categorías verbales (“partes de la oración”)», Gramática, semántica, universales, Madrid, Gredos, 1987ª, pp. 50–79. 114

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