Traducción de artículo de James Victore

July 3, 2017 | Autor: Mercedes Lara | Categoría: Aprendizaje, Diseño Grafico, Universidad, Traducción e interpretación, Educación en diseño
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Descripción

ideas peligrosas sobre la educación en diseño Un manifiesto de James Victore.

Aprendí a diseñar de la misma manera en la cual aprendí a putear: en la calle. Fracasé en la universidad y me invitaron a retirarme de la escuela de diseño. Pero el destino tuvo la última palabra, he pasado los últimos 20 años enseñando, dando mis propios workshops y conferencias alrededor del mundo, he desarrollado mis propias ideas sobre cómo enseñar diseño, alentando la creatividad e incluso inspirando el coraje creativo.

No soy un experto en los méritos o fallas de la educación en diseño, este tratado es más un ejercicio de “si estuvieras sólo en una isla… “. No tengo una hipótesis de cómo las escuelas de diseño entendieron todo mal; hay algunas islas de creatividad por ahí, laboratorios de experimentación, pero la educación en sí misma se ha tornado una industria ("20 años de educación y te ponen en el turno mañana de la fábrica" como dice Bob Dylan), y la educación en diseño no está tan lejos de eso. Mi propósito al enseñar diseño siempre ha sido ayudar al ganado más fuerte, creativos individualistas capaces de manejar esta herramienta que es el diseño con responsabilidad. Mi trabajo es hacerlo difícil para mis estudiantes, elevar la barra. Les pregunto si quieren buscar preguntas dentro de sí mismos, y luego hacer el salto de fe de creer en esas respuestas. Al hacerlo, no sólo aprenden que no se mueren, pero también a confiar en su instinto, su intuición, para así poder hacer nuevo y únicos trabajos. Mis ideas no son para cualquiera, pero no me importa.

Como docente, soy un soñador y un idealista. La gente sigue a los soñadores e idealistas. Nuestro trabajo demanda esas cualidades de nosotros porque el buen trabajo nos inspira. Cuando vemos libertad en el trabajo del otro, nos libera; cuando vemos inteligencia en el trabajo del otro, nos hace más inteligentes; y cuando vemos vulnerabilidad en el trabajo nos sentimos más cerca, más humanos. Muchos de mis colegas ven esto como peligroso -soy el lobo del cuento de Pinocho, guiando a las niñas y niños buenos a una vida en el circo. "Pero cómo van a encontrar un TRABAJO?" me preguntan. Cuando empujas a invitar el peligro en tu producción, mis estudiantes encuentran algo mucho mejor que un trabajo- ellos aprenden a crear desde su propio lugar en el mundo. Quiero que aprendan a aceptar el peligro. El peligro demanda valentía. Nos demanda el arriesgar todo, hacer nuestro mejor trabajo, aceptar los fracasos y dejarlo todo en la cancha. A continuación planteo unas cuantas ideas peligrosas sobre enseñar diseño.

Lo raro es bueno. Los estudiantes de diseño se sienten atraídos al diseño en una primera instancia porque ven el mundo de una manera diferente, ligeramente torcida. Son raros. La mayoría de ellos han escuchado esto muchas veces a lo largo de sus vidas -y esto no ha significado un cumplido. Pero raro es bueno; es una anomalía y es único. Yo enseño con la simple premisa que las cosas que te hacen raro de chico te hacen genial como adulto -pero sólo si le prestás atención a ellas. Si mirás a cualquier celebridad o persona "famosa", a ellos probablemente les están pagando para mostrar su rareza, nerdeada o curiosidad que los poseía desde chiquitos. Lamentablemente para la mayoría de la gente, en algún momento a lo largo del camino su

rareza se les erradicó de su sistema con la educación, o peor, les hicieron sentir vergüenza por ello. Aplastados por la necesidad de "encajar", dejan sus superpoderes y particularidades atrás. Pero son nuestras fallas las que nos hacen interesantes. Necesitamos no sólo aferrarnos a ellas, sino apropiárnoslas. No trato convertir a mis estudiantes en "diseñado-res". Quiero hacerlos "lib-res". Es mi trabajo enseñarles a mirarse adentro suyo, a encontrar y canalizar su rareza, que lo direccionen y lo pulan -y que incluso, sigan agregando rarezas. Es mi trabajo ayudar a los estudiantes a entender y cultivar sus rarezas e individualidades innatas y transformarlas en una poderosa herramienta. Lo raro es bueno, pero sólo si lo ponemos a trabajar.

El diseño no es matemática. Esto es lo que lo hace difícil de trabajar. No hay respuestas correctas y muy rara vez hay respuestas incorrectas. Siempre pensé al diseño como un conjunto de habilidades innatas con las que nacemos -una pequeña llamita esperando transformarse en fogata. Lo que encuentro muy problemático es que se enseña diseño como si fuera algo que está por fuera de nosotros. Como si los estudiantes estuvieran en una línea de ensamblaje sosteniendo cajas vacías de zapatillas, esperando que se las llene con reglas, teorías y Photoshop. Estas herramientas son importantes, pero sólo te ayudarán a llegar hasta ahí nomás. No creo que el diseño pueda enseñarse, sino que se puede enseñar a "recordarlo". Necesitamos recordarles a los estudiantes que usen lo que ya tienen dentro de ellos: su historia, sus amores, sus miedos. Debemos enseñarles cómo usar sus cerebros, darle sentido a las asociaciones, un imaginario afilado y flexible y motivarlos a que busquen su propia forma de expresar su individualidad. Tenemos que empujarlos a que piensen por ellos mismos, que formen opinión -y sepan que sus opiniones importan. En esencia, tenemos que "enseñarles" a que sean ellos mismos y pongan eso en su trabajo. En mi aula, la primer pregunta crítica es siempre, "¿y VOS que pensás?". La explicación del estudiante suele empezar con, "Cuando era chico, mi papá me llevó a la playa, donde coleccionabamos rocas, ..." BRILLANTE! Con eso si puedo trabajar. Cuando me cuentan sus historias, sus miedos, sus pasiones, veo mi historia, mis miedos. Tu historia particular tiene significado para una audiencia aún mayor. Así que inquieto a mis estudiantes a siempre buscar dentro suyo las respuestas, y no buscar constantemente en el afuera y ser arrastrados a un mar de materiales de referencia o buscar por otras respuestas sobre el tema, regurgitándolas ya casi hechas. Nunca tienen que inventar una historia. Tienen una historia dentro suyo, sólo tienen que encontrarla. Esto los libera de estar dentro de estar en el círculo de complacer a la gente -mirando por sobre su hombro, buscando la respuesta "popular". Pero, evadiendo así la peor pregunta del mundo "¿Qué es lo que ellos quieren?"- entendiendo que hay una mejor pregunta: "¿Qué tengo yo para decir?". En todo este proceso, ellos aprenden como los otros responden a su propio trabajo. Esto los entrena a entender que su público no soy yo, y tampoco los demás estudiantes o los demás diseñadores, y ciertamente no onanistas (si no sabés que significa, googlealo) competencias de diseño. Ellos aprenden que su trabajo no es tratar de llegar a todos (un objetivo imposible) sino contar SU historia y encontrar SU audiencia. Al fin de cuentas, ellos harán un trabajo que los hará felices, y les pagarán por ello. Cuanto más amemos lo que hacemos, mejor seremos en nuestro campo.

Los humanos están antes que el diseño. Luego de que me invitaron a retirarme de la escuela de diseño, me inicié como pasante para uno de mis profesores, un prolífico diseñador de portadas de libros llamado Paul Bacon. Paul era un maestro tipógrafo y podía dibujar y pintar como un genio. Pero lo que me enseñó fue sobre vino, chistes bien contados, y me inspiró en el amor al

jazz. Con todas estas pasiones y unas cuantas propias, me di cuenta que tenía todo lo que necesitaba para ser un buen diseñador. La mayoría de mis estudiantes de universidad saltaban directo del secundario a buscar el título de diseñador. Personalmente, creo que esto es una locura porque (con perdón de la expresión): No sabés un carajo de

nada. Como docente, estoy siempre buscando gente interesante y calificada. Para poder enseñarles a ser diseñadores, primero debo asegurarme que seas un ser empático, curioso, inteligente. Necesito entender si tenés algo que decir, si sos talentoso, fuerte, inteligente y podés manejar la responsabilidad de hablarle al público. Mis mejores estudiantes fueron siempre los que habían fallado en alguna otra carrera o camino de vida, porque ellos llevaban con ellos el fuego de esa experiencia. Su visión periférica es más fuerte; pueden sacar cosas de otras fuentes, intereses y experiencias más allá del diseño gráfico. Creo mucho en abrir el espectro. Deberíamos alentar toda búsqueda alternativa, y luego diseñar. Al carajo con la especialización en branding o publicidad. La mayoría del branding es tan aburrido como cortar galletitas con un cortante, pero hecho por especialistas. La preocupación obsesiva con las peripecias de cada mínima rama de diseño prueba un punto de vista miope. Vos sabés un montón sobre muy poco. Comprendo la importancia de aprender las complejas reglas de tipografía, pero -es como la higiene -comprendelas, pero no te obsesiones con ellas. Especializarse es algo que debe atraerle o decidir el estudiante por sí mismo. Lo que hace a un buen diseñador es como piensa. Los intereses de mis estudiantes en cartografía o trucos de magia, o reparación de motos los hacen mejores, más interesantes y más fuertes. Los mejores diseñadores son antes que nada, gente interesante. Inteligentes, graciosos y curiosos. Aprendé de todo. Después olvidátelo. Y RECIÉN AHÍ, diseñá.

La creatividad puede matarse El diseño es un campo comercial, un negocio. La creatividad y los negocios no siempre se mezclan bien. La creatividad busca lo "Nuevo": nuevas herramientas, nuevas formas de hacer o ver las cosas. Pero lo nuevo no es siempre bienvenido. De hecho, lo "nuevo" es generalmente aceptado sólo cuando deja de ser nuevo realmente. En toda modalidad, ya sea moda, música, cultura o incluso un producto; "nuevo" está visto como una amenaza al status quo. El diseño no se escapa a eso. Las empresas son lo opuesto a la creatividad. Las empresas quieren lo comprobado-y-verdadero. Quieren seguridad. Quisieran ser creativas, pero sólo después que el valor dde esa creatividad se verifique. Prefieren el segundo lugar, porque el primer lugar es arriesgado. Como educadores queremos darle un servicio a nuestros estudiantes, entender que se están endeudando y que necesitan vivir del diseño. Para poder hacer a sus padres felices y protegerse de fracasos financieros a

tan temprana edad, necesitamos enseñarles "el negocio de diseñar". Les enseñamos a ser cobardes. Para poder obtener "un trabajo", se les enseña que el objetivo número 1 es "complacer al cliente". Con todo el peso de hacer feliz a la gente para poder obtener un pago, los estudiantes rápidamente pierden de vista de ellos mismos y la razón por la cual empezaron este camino. Todos sabemos que "aceptable" no es bueno y nunca será genial. Demonios, cualquiera puede sostener un empleo. Como plantea Joseph Campbell: "Creo que la persona que tiene un trabajo para sobrevivir -o sea, por el dinero- se ha convertido a sí mismo en un esclavo." Quiero que los estudiantes tengan una visión y sigan con sus ojos fijos en esa meta para evitar ser descarrilados a lo largo del camino. El problema empieza una vez que uno está transcurriendo el camino. En mi canal de youtube "Preguntas en llamas" solemos encontrarnos respondiendo consultas de diseñadores en la mitad de su carrera profesional que han perdido el camino, insatisfechos por las

vicisitudes de corrección de color y trabajos aceptables. Fueron condicionados a dejar afuera la parte "creativa" de su trabajo, y reemplazarla con una parte meramente "inteligente": pequeñas ideas que se comportan bien, hacen juego con la alfombra y son tan blandas que pasan por un focus group sin un rasguño. Trabajos aburridos que son exitosos simplemente por el hecho de ofender a la menor cantidad de personas. Mi primer y principal preocupación es darle asilo a los creativos y llenos de confianza, a esas personas que el mundo no puede ignorar. Es mi trabajo motivarlos a que esa llama se haga una fogata: hacer sus mundos más vastos, enormes, no más chicos. Más grandes significa que puedan ver el potencial de la comunicación humano-ahumano, el poder de imágenes y palabras, la fuerza de su opinión e historias personales. La libertad de inventar cualquier cosa. Un mundo más chico, en cambio, significa seguir haciendo el catering de antojos para clientes o constantemente buscando la aprobación de otros, adivinando que quieren realmente.

He aquí una pequeña lista de ideas "bonus". Ítems que me gustaría darle a mis estudiantes para ayudarlos en su camino:

Por supuesto que quiero que mis estudiantes sean extremadamente bien pagos por su trabajo, pero lo que ellos quieran hacer con su flama, la aplicación comercial que le quieran dar, es su problema. Ya sea que su prioridad es pagar el alquiler o jugársela por la grandeza, está en ellos decidirlo. No es el rol de un docente el moldear diseñadores que trabajan en cubículos con luz fluorescente; sino prepararlos para un camino mucho más largo, para lo que suceda de acá a 10 a 15 años. En un campo donde la población con maestrías con relojes swatch de colores crece cada día, empujo la creatividad en mis estudiantes. Quiero llenarlos con un abanico de posibilidades creativas: no sólo con las obvias y lógicas respuestas marketineras. Como educadores, necesitamos presionar para que experimenten, arriesguen y fallen, no darles un stock de redes de seguridad y acceso seguro a salarios mínimos.

Comprendé que no todos los clientes merecen tu atención. Los diseñadores no son "talle único". Hacé preguntas. ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Qué contribución le estoy haciendo al mundo? Tené límites. Podes decir que NO y nunca saber que se siente hacer mierda. Pedí más: más tiempo, más creatividad y siempre, más dinero. Aprendé sobre cómo manejar el dinero. Disfrutá de tu trabajo y el proceso. Si vos no lo disfrutás, ¿como podés esperar que otro lo haga?

Tu trabajo como un regalo El mayor de los ideales que trato de que mis estudiantes entiendan es que su trabajo es un Regalo. Esto es una idea realmente peligrosa. Cuando tu trabajo es un regalo, cambia la forma en la que lo pensás. Cambia cómo trabajás, lo que hacés e incluso para quién lo hacés. Cuando tu trabajo es un regalo, tu meta ya no es satisfacer a un cliente o jefe; o incluso ganar un sueldo. Ahora trabajás para hacerte feliz, y llegado el momento, hablarle directamente a tu público porque les haz dado algo de valor: un pedazo de vos mismo. Los diseñadores debería entender que así es cómo se les va a pagar mejor: por ser ellos mismos. Lo que motiva y acelera al mundo es ser testigo de una persona comprometida, energizada y llena de poder. Éste es el camino de la creatividad. Éste es el camino a un gran trabajo. Y últimamente, esto es lo que nos hace atractivos para los clientes. Lo que propongo es un camino peligroso y dificultoso, justamente por eso, mis ideas no son para cualquiera. Sólo la gente sexy. James Victore es un artista gráfico, autor y activista. Descrito como “mitad Darth Vader, mitad Yoda”, Victore es reconocido por su sabiduría atemporal y apasionadas visiones sobre el diseño y su lugar en el mundo. Atrapa a miles de personas con su serie semanal de videos “Burning Questions” (preguntas en llamas), donde brinda charlas motivadoras y lidera talleres avant-garde para ayudar a los creativos de todas las esferas a vivir y trabajar exitosamente. En el centro de su estudio independiente, Victore lucha constantemente para que su trabajo sea sexy, fuerte y memorable; trabajo que tironea entre lo sagrado y lo profano. Enseñó en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York por 20 años. Traducción al español por Mercedes Lara. Artículo original en inglés publicado en la revista PRINT 2015 Summer issue. http://www.printmag.com/print-magazine/new-visual-artists-print-magazine/prints-summer-issue-the-2015-new-visual-artists/

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