Slavoj Zizek - Masturbación o Sexualidad en el Mundo Atonal

June 12, 2017 | Autor: Manuel Vargas | Categoría: Filosofía, Traducción, Biopolítica, Psicoanálisis Lacaniano
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Descripción

Texto original publicado en lacan.com bajo el título “Masturbation or Sexuality in the Atonal World”

Masturbación o Sexualidad en el Mundo Atonal. Slavoj Zizek

Traducido por Manuel Vargas Ricalde Con agradecimiento a Isabel Gómez del Pino

El modo predominante de políticas de hoy día es el de pospolíticas biopolíticas [1], expresión efectivamente tautológica: “pospolíticas” se refiere a la reducción de la política al manejo experto de los administradores de la vida social. Estas políticas, al final, son políticas atemorizantes, políticas enfocadas a ir en contra de la victimización o potencial acoso. Aquí reside la verdadera línea que separa las políticas radicales emancipadoras y el estatus quo político predominante: no es la diferencia entre dos puntos de vista positivos, o de un conjunto de axiomas, sino, más bien, la diferencia entre las políticas basadas en un conjunto de axiomas universales y aquellas que renuncian a su propia dimensión constitutiva de lo político, debido a que recurren al miedo como su fundamento movilizador: miedo a los inmigrantes, miedo al crimen, miedo a la impía depravación sexual, miedo al exceso del propio Estado (con elevados impuestos), miedo a catástrofes ecológicas, miedo al acoso (que hace lo Políticamente Correcto como la forma liberal ejemplar de políticas atemorizantes) – dichas pospolíticas siempre se apoyan en la manipulación de un ochlos paranoico– la conglomeración atemorizada de personas atemorizadas. El nivel cero de políticas de hoy día es la despolitizada y experta administración y su coordinación de intereses: la única manera de introducir pasión en este campo, de movilizar activamente a las personas es mediante el miedo. A nivel de objetividad social, existen mecanismos y procedimientos que regulan los expertos administradores; el equivalente subjetivo de esto es el miedo, el componente básico de la subjetividad de hoy día. Por eso, el gran acontecimiento, no sólo en Europa, a principios del año 2006 fue el de la primordial corriente de políticas anti-inmigratorias: al final estas cortaron el cordón umbilical que las conectaba con los partidos radicales de extrema derecha. Desde Francia a Alemania, desde Austria a Holanda, con el nuevo espíritu del orgullo en la identidad histórica y cultural de 1

cada uno, los principales partidos consideran ahora aceptable remarcar que los inmigrantes “son huéspedes que tienen que auto-acomodarse a los valores culturales que definen a la sociedad receptora – es “nuestro país, o lo amas o lo dejas”.

Este miedo es, en su forma más fundamental, el miedo al Vecino. Hay dos temas que determinan la actitud liberal tolerante hacia los otros hoy día: el respeto a lo “otro”, apertura a ello, y el obsesivo miedo al acoso. En resumen, el Otro es bueno mientras que su presencia no sea intrusiva, mientras que no sea realmente Otro... En la homología estricta con la estructura paradójica del chocolate laxante, la tolerancia coincide con su opuesto: mi deber de ser tolerante hacia el otro significa efectivamente que no debo acercarme demasiado a él, no debo entrometerme en su espacio – en resumen, que tengo que respetar su intolerancia hacia mi exceso de proximidad. Esto es lo que está emergiendo cada vez más como el “derecho humano” central en la sociedad capitalista avanzada: el derecho a no ser “acosado”, es decir, mantener una distancia sana hacia los otros.

Las biopolíticas pospolíticas también tienen dos aspectos que no pueden si no parecer como pertenecientes a dos espacios ideológicos opuestos: aquel de la reducción de los humanos a lo mínimo para vivir, a homo sacer como objeto del experto que cuida el conocimiento; [2] y aquel del respeto al “otro”, siempre vulnerable, llevado al extremo, de la actitud de subjetividad narcisista la cual se experimenta como vulnerable, constantemente expuesta a una multitud de “abusos” potenciales ¿Hay algún contraste más fuerte que aquel entre el respeto a la vulnerabilidad del otro y la reducción del otro a la “mera vida” regulada por el conocimiento administrativo? Pero ¿qué pasa si estas dos posiciones, no obstante, dependen de la misma raíz, si estas son dos aspectos de una misma actitud subyacente, si coinciden con lo que uno está tentado a designar como el caso contemporáneo del Hegeliano “juicio infinito” que confirma la identidad de los opuestos? Lo que ambos polos comparten es precisamente el rechazo a cualquier causa superior, la noción que la última meta de nuestras vidas es la vida misma. Por eso no existe contradicción entre el respeto al vulnerable “otro” y la disposición a la tortura, la extrema expresión de tratar individuos como homini sacer.

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En El Fin de la Fe, la defensa de Sam Harris de la tortura se basa en la distinción entre nuestro ser inmediato impresionado por el sufrimiento de otros y nuestra abstracta noción del sufrimiento de los otros: para nosotros es mucho más difícil torturar a una persona concreta que tirar una bomba desde gran distancia que pudiera causar a miles de personas una más dolorosa muerte. Todos estamos, pues, atrapados en una especie de ilusión ética, paralela a ilusiones perceptuales; la última causa de estas ilusiones es que, aunque nuestro poder de razonar de manera abstracta se ha desarrollado inmensamente, nuestras respuestas ético-emocionales permanecen condicionadas por viejas reacciones instintivas de cientos de miles de años de simpatía al sufrimiento y dolor que han sido presenciadas directamente. Por eso, para la mayoría de nosotros disparar a una persona directamente es mucho más repulsivo que apretar un botón que matará a miles de personas ausentes:

Dado lo que mucho de nosotros cree sobre las exigencias de nuestra guerra contra el terrorismo, la práctica de la tortura, en ciertas circunstancias, sería no sólo permisible sino necesaria. Aun así, esto no parece ser más aceptable, en términos éticos, que lo dicho anteriormente. Las razones que explican esto son, confío, igual de neurológicas como aquellas que dan lugar a la ilusión de la luna. /.../ Puede que haya llegado la hora de coger nuestras reglas y enviarlas al cielo. [3]

Para nada es sorprendente que Harris se refiera a Alan Derschowitz y su legitimación de la tortura. [4] Con el objetivo de suspender la evolucionaria vulnerabilidad condicionada a la muestra del sufrimiento físico de otros, Harris imagina una idealizada “píldora de la verdad”, un equivalente efectivo de la tortura al café descafeinado o a la cocacola light:

una droga que proporcionará tanto los instrumentos de tortura como los instrumentos de su total encubrimiento. La acción de la pastilla sería producir una parálisis y una miseria transitoria de tal modo que ningún ser humano estaría dispuesto a someterse una segunda vez. Si nosotros fuésemos los torturadores, imagina como nos sentiremos cuando, después de haber dado la píldora a los terroristas cautivos, cada uno de ellos se acostara en lo que parece ser una hora de descanso solo para levantarse inmediatamente y confesar todo lo que saben sobre los

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mecanismos de su organización. ¿No la llamaríamos finalmente “píldora de la verdad”?

Las primeras líneas “una droga que proporcionará tanto los instrumentos de tortura como los instrumentos de su total encubrimiento” introducen la lógica típica posmoderna del chocolate laxante: la tortura imaginada aquí es como el café descafeinado, obtenemos los resultados sin tener que sufrir los efectos secundarios desagradables. La primera reacción tuvo lugar en el conocido Instituto Serbsky de Moscú (el departamento psiquiátrico de la KGB: policía secreta de la Unión Soviética), aquí ya habían inventado algo similar a la droga para torturar disidentes, una inyección en la zona donde se encuentra el corazón del prisionero que reduce el ritmo cardíaco y causa una ansiedad terrible—visto desde fuera, solo parece que el prisionero está adormilado cuando en realidad está pasando por una pesadilla... El principal problema es que aquí Harris viola su propia regla cuando se centra en el 11 de septiembre y en su crítica a Noam Chomsky. Chomsky muestra precisamente la hipocresía ya que tolera un asesinato abstracto y anónimo de miles de personas mientras condena casos individuales de violaciones de los derechos humanos. ¿Por qué Kissinger cuando ordenó el bombardeo de Camboya que llevó a la muerte de cientos de miles es un criminal de menor importancia que los responsables del colapso de las Torres Gemelas? ¿No es porque, precisamente, todos somos víctimas de una “ilusión ética”? Los horrores del 11 de septiembre fueron presentados detalladamente por los medios mientras que, teniendo en cuenta otro caso, cuando el programa de TV de al-Jazeera muestra los disparos resultantes del bombardeo de EE. UU a Faluya, se condena la complicidad con los terroristas...

Hay aquí, sin embargo, una perspectiva mucho más inquietante en marcha: la proximidad (del sujeto torturado) que causa pena y convierte a la tortura en algo inaceptable no es sólo una mera proximidad física, sino fundamentalmente, la proximidad hacia el Vecino (con todo el peso Judeo-Cristiano-Freudiano del término), la proximidad hacia la Cosa, de manera que no importa lo lejos que se encuentre físicamente, siempre está por definición “muy cerca”. Consecuentemente, lo que Harris busca con su imaginaria “píldora de la verdad” no es más que la abolición de la dimensión del Vecino: el sujeto torturado deja de ser el Vecino y se convierte en un objeto cuyo dolor es neutralizado, reducido a una propiedad que tiene que ser tratada en un cálculo utilitario racional (ese 4

dolor es tolerable si evita una cantidad mucho mayor de dolor), lo que desaparece aquí es el abismo del infinito que pertenece al sujeto. Así pues, es importante que el libro que argumenta a favor de la tortura se llame El Fin de la Fe—no, sin embargo, en el sentido obvio de “¡Ya ves, es sólo nuestra creencia en Dios, lo divino en intersección al amor al vecino, que ultimadamente nos previene de torturar a las personas!”, pero en un sentido mucho más radical. Otro sujeto (y, ultimadamente, sujeto como tal) es para Lacan no algo directamente dado, sino una “presuposición”, algo supuesto, un objeto del creer - ¿cómo puedo estar seguro que lo que veo enfrente de mi es otro sujeto, no una aplanada máquina biológica sin profundidad?

¿Qué tipo de sexualidad encaja con este universo? El 6 de Agosto del 2006, Londres fue sede del primer “masturba-ton” en Gran Bretaña, un acontecimiento colectivo en el que cientos de hombres y mujeres se autosatisfacían por caridad (para recaudar así dinero para agencias de salud sexual y reproductivas) y para levantar la conciencia y disipar la vergüenza y tabúes que persisten alrededor de la forma más común, natural y segura de práctica sexual. La fórmula se inventó en Good Vibrations (una empresa de salud sexual de San Francisco) como parte del Mes Nacional de la Masturbación, el cual fundaron y del que han sido sede desde 1995 cuando se celebró el “masturbatón” original en San Francisco. El Dr. Carol Queen lo justifica de la siguiente forma: vivimos en una sociedad en la que la expresión sexual ha sido siempre legislada y restringida y la búsqueda del puro placer se condena frecuentemente por ser algo egoísta e inmaduro. Muchas personas que se consideran libres de ataduras sexuales se han limitado a cambiar la ecuación “el sexo es sólo bueno cuando involucra la procreación” por “el sexo es sólo bueno si involucra a dos personas enamoradas” /.../ La Masturbación es nuestra primera actividad sexual, una fuente natural de placer que nos está disponible durante nuestras vidas y una única forma de autoexpresión creativa. Cada vez que te masturbas, estás celebrando tu sexualidad y tu capacidad innata de placer, entonces ¡date a ti mismo una mano! /.../ La Masturbación puede ser un acto radical y la cultura que la suprime puede suprimir muchas otras libertades personales también. Mientras que se celebra el Mes Nacional de la Masturbación y participas en la “autoproporción” de amor propio fuera del armario, ten en mente que la libertad erótica es esencial para un verdadero bienestar, en cualquier lugar. [6]

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La postura ideológica que subyace en la noción de “masturbatón” está marcada por un conflicto entre forma y contenido: se trata de construir un colectivo formado por un grupo de individuos que están listos para compartir con otros: ¿el qué? El ensimismado egotismo de nuestro entretenimiento estúpido. Esta contradicción, sin embargo, es más aparente que real: Freud ya conocía el vínculo existente entre narcisismo e inmersión dentro de la multitud, mejor representado precisamente por la frase Californiana “el compartir una experiencia.” Esta coincidencia de las características opuestas está fundamentada en la exclusión que ellos comparten: uno no solo puede estar, uno ESTÁ “solo en la multitud,” es decir, tanto el aislamiento individual como su inmersión dentro de una multitud excluye la intersubjetividad propia con el Otro. (Por eso, como Alain Badiou dice de forma perspicua, hoy día, más que nunca, hay que insistir en centrarse en el amor y no en el mero placer: es el amor, el encuentro entre Dos lo que “transustancia” el idiótico placer masturbatorio en un acontecimiento apropiado.)[7] Una mínima sensibilidad refinada nos dice que es más difícil masturbarse enfrente de otro que involucrarse en una interacción sexual con él/ella: el hecho de que el otro sea reducido a un observador que no participa en mi actividad hace de mi acto algo mucho más “vergonzoso” - por eso los eventos como “masturbatón” señalan el fin de la vergüenza. Así pues, “Masturbatón” es uno de los indicadores más claros del lugar donde nos encontramos hoy en día, de la ideología que sostienen nuestras experiencias personales más íntimas - solo basta con volver a leer la lista de razones por las que “hay que masturbarse” propuestas por Queen:

1. Porque el placer sexual es un derecho natural de cada persona. 2. Porque la masturbación es el acto sexual más seguro. 3. Porque la masturbación es una expresión placentera de amor propio. 4. Porque la masturbación ofrece numerosos beneficios a la salud incluyendo alivio al dolor menstrual, reducción de estrés, liberación de endorfinas, músculos pélvicos más fuertes, reducción de infección en la glándula prostática para los hombres y resistencia a infecciones vaginales para las mujeres. 5. Porque la masturbación es un excelente ejercicio cardiovascular. 6. Porque cada persona es su mejor amante. 7. Porque la masturbación incremente la conciencia sexual. 6

Todo se encuentra aquí: incremento de conciencia, beneficios para la salud, lucha contra la opresión social, la postura Políticamente Correcta más radical (aquí, por supuesto, no se acosa a nadie) y la afirmación del placer sexual en su nivel más elemental: “cada persona es su mejor amante”. El uso de la expresión normalmente reservada para los homosexuales (la masturbación “otórgate amor fuera del armario”) muestra una especie de teleología implícita de la exclusión gradual de toda otredad: en primer lugar, en la homosexualidad, el otro sexo es excluido (uno lo hace con otra persona del mismo sexo); luego, en una especie de Hegeliana y burlona negación de la negación, se elimina la dimensión de la otredad y uno lo hace con uno mismo. En Diciembre del 2006, las autoridades de la Ciudad de Nueva York declararon que el derecho de escoger nuestro género (y por lo tanto, si fuera necesario, el de tener una operación de cambio de sexo) es un derecho humano inalienable: la diferencia definitiva, la diferencia “trascendental” que fundamenta la identidad humana misma, esto, luego, se presta a la manipulación—la plasticidad más reciente del ser-humano se reafirma completamente. “Masturbatón” es la forma ideal de actividad sexual de este sujeto trans-generado, o, en otras palabras, de “ti”, del sujeto elevado a “Persona del Año” por la edición del 18 de diciembre de la revista Time. Ni Ahmadinejad, ni Chávez, ni Kim-Yong-Il ni ningún otro miembro de la banda de sospechosos comunes tuvieron ese honor sino “tú”: cada uno de todos nosotros … quienes estamos usando o creando contenido en Internet. La portada muestra un teclado blanco con un espejo encima sustituyendo a la pantalla del ordenador donde cada uno de nosotros, los lectores, puede ver su propio reflejo. Para justificar esta elección, los editores mencionaron el cambio que se está produciendo pasándose de instituciones a individuos que son los que están re-emergiendo como ciudadanos en una nueva democracia digital.

Hay algo que llama mucho la atención en esta elección, yendo más allá de lo usual del término. Si existió alguna vez una elección ideológica, es esta: el mensaje: “nueva ciber-democracia en la que millones de persona pueden directamente comunicarse y auto organizarse, pasando por alto el control centralizado estatal” encubre una serie de brechas perturbadoras y tensiones. El primer punto obvio e irónico es que cualquier persona que mira la portada de Time no ve al resto de personas con que está supuestamente en directo intercambio - lo que ve es su propia imagen en un espejo. No es de extrañarse que Leibniz es una de las referencias 7

filosóficas predominantes de los teóricos del ciberespacio: ¿no va nuestra inmersión en el ciberespacio a la mano con nuestra reducción al monad Liebnizeano el cual, aunque “sin ventanas” que pudieran directamente abrirse a la realidad externa, refleja en sí el universo en su totalidad? ¿No es el típico usuario de la Internet de hoy día, sentado sólo enfrente de la pantalla de su computadora, más y más un monad sin ventanas directas a la realidad, encontrando sólo una simulacra virtual, y aun así inmerso más que nunca en una red global, comunicándose sincronizadamente con todo el mundo? “Masturbatón”, que construye un colectivo de individuos que están listos para compartir el solipsismo de su estúpido placer, es la forma de sexualidad que encaja perfectamente con las coordenadas del ciberespacio.

Alain Badiou [8] desarrolla la noción de los mundos “atonales” (monde atone), mundos que carecen de un “propósito”, en términos Lacanianos: el “propósito de cubrir” (point de caption) la intervención de un MaestroSignificante que impone un principio de “ordenamiento” al mundo, el propósito de una simple decisión (“sí o no”) en el que la confusa multiplicidad es violentamente reducida a una “diferencia mínima”. Esto quiere decir, ¿qué es un Maestro-Significante? [9] En las últimas páginas de su monumental discurso sobre la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill reflexiona sobre el enigma que conlleva una decisión política: después que los especialistas (analistas económicos y militares, psicólogos, meteorólogos...) proponen sus múltiples, elaborados y refinados análisis, alguien tiene que asumir el simple y por esta misma razón más difícil acto de transposicionar esta compleja multitud, donde por cada razón hay dos razones en contra, y viceversa, en un simple “Sí” o “No” - debemos atacar, debemos continuar con la espera... Ningún otro que John F. Kennedy provee una descripción concisa de este propósito: “La esencia de la decisión final se mantiene impenetrable al observador— frecuentemente, en efecto, a decidir él mismo.” Esta postura que nunca puede ser sustentada completamente en razones, es aquella del Maestro.

La característica principal de nuestro mundo “postmoderno” es que trata de dispensar con esta entidad del Maestro-Significante- la “complejidad” del mundo debe ser afirmada incondicionalmente, cada MaestroSignificante que pretende imponer algún tipo de orden sobre éste debe de ser “deconstruido, disperso, diseminado”: “La moderna apología de la complejidad del mundo /.../ no es en realidad más que el generalizado 8

deseo de atonalidad. [10] El excelente ejemplo de Badiou de este mundo “atonal” es la Políticamente Correcta visión de la sexualidad, cuya cuál es promovida por los estudios de género, con su obsesivo rechazo a la lógica binaria: este mundo es una tonalidad, un mundo ramificado en múltiples prácticas sexuales las cuales no toleran ninguna decisión o instancia de los Dos, ninguna evaluación (en el muy desarrollado sentido Nietzscheano del término).

En ello reside el interés de las novelas de Michel Houellebecq: [11] él continuamente varía el tema central del fracaso del Evento del amor en las sociedades Occidentales contemporáneas caracterizado por “el colapso de la religión y la tradición, la incansable alabanza del placer y la juventud, y el prospecto de un futuro totalizado por una racionalidad científica.” [12] Es ahí donde reside el lado oscuro de la liberación sexual” de los 1960s: de la total comodificación de la sexualidad. Houellebecq representa la mañana siguiente de la Revolución Sexual, la esterilidad del universo dominado por el mandato del superego de disfrutar. Todo su trabajo se enfoca sobre la antinomia del amor y la sexualidad: el sexo es absolutamente necesario, el renunciar a él es irse marchitando, por lo que el amor no puede florecer sin el sexo, simultáneamente, sin embargo, el amor es imposible precisamente debido al sexo: sexo, el cual “prolifera como la epítome de la avanzada dominación capitalista, ha permanentemente manchado las relaciones humanas como inevitables reproducciones de la naturaleza liberal deshumanizadora de la sociedad; ha, esencialmente, arruinado el amor.” [13] Sexo es entonces, poniéndolo en términos Derridianos, simultáneamente la condición de posibilidad y la imposibilidad del amor.

Es por ello que Les particules elemental de Houellebecq [14] es la historia de una radial DESUBLIMACIÓN, si alguna vez existió una: en nuestro “desencantado” postmoderno mundo permisivo la sexualidad es reducida como una apática participación en orgías colectivas. Les particules, un excelente ejemplo de lo que algunos críticos perspicazmente bautizaron “conservadurismo de izquierda”, cuenta la historia de dos mediohermanos: Bruno, un maestro de preparatoria, es un asexuado hedonista, mientras que Michel es un brillante bioquímico pero emocionalmente disecado. Abandonados por su madre hippie cuando eran pequeños, ninguno alcanzó recuperarse; todos sus intentos de alcanzar la felicidad, ya sea mediante matrimonio, el estudio de la filosofía, o el consumo de 9

pornografía, meramente los ha llevado a la soledad y a la frustración. Bruno termina en un asilo psiquiátrico después de haber confrontado la insignificancia de la sexualidad permisiva (la totalmente depresiva descripción de orgías sexuales entre cuarenta-y-tantos es una de las más intensas lecturas en la literatura contemporánea), mientras que Michel inventa una solución: un nuevo gen auto-replicante para lograr una entidad post-humana desexualizada. La novela termina con una visión profética: en el 2040, la humanidad es reemplazada por aquellos humanoides quienes no experimentan pasión propiamente dicha, ninguna intensa asertividad puede llevarlos a una furia destructiva.

Casi cuatro décadas atrás, Michel Foucault descartó al “hombre” como una figura sobre la arena que se encuentra siendo arrastrado por la marea, introduciendo el entonces tema de moda “muerte del hombre”. Aunque Houellebecq monta esta desaparición en términos de mayor inocencia literaria, como el reemplazo de la humanidad en una nueva especie posthumana, hay un común denominador entre ambos: la desaparición de la diferencia sexual. En sus últimas obras Foucault concibió el espacio de los placeres liberados del Sexo, y uno está tentado a declarar que la sociedad post-humana de clones de Houellebecq es una realización del sueño Foucauldiano de los Propios quienes practican el “uso” de los placeres” Mientras que la solución de la fantasía en su versión más pura, el punto muerto el cual esta reacciona, es verdadera—¿cómo nosotros podemos salir de esto? El método estándar sería el que de alguna manera tratemos de resucitar la transgresiva pasión erótica seguida del muy conocido principio, primero afirmado en su totalidad en la tradición de amor cortesano, que el único verdadero amor es el transgresor prohibitivo— necesitamos nuevas Prohibiciones, para que el nuevo Tristan e Isolde o Romeo y Julieta puedan surgir... El problema es que, en la permisiva sociedad de hoy en día, la transgresión en sí misma es lo normal. Entonces, ¿cuál es la salida? Uno debe recordar aquí la fundamental lección de Lacan concerniente a la sublimación: en cierta forma la verdadera sublimación es exactamente la misma desublimación. Tomemos una relación amorosa: “sublime” no es la fría elevación de la figura de la Dama quien tiene que mantenerse fuera de nuestro alcance— si ella fuera a salirse de su pedestal, se convertiría en una repulsiva inmundicia. “Sublime” es la mágica combinación de ambas dimensiones, cuando la sublime dimensión es revelada a través de los sumos detalles comunes de los actos de todos los días como lavar los platos o limpiar el

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departamento. (En este preciso sentido, sublimación se encuentra opuesta a la idealización.)

Quizás la mejor manera de especificar este rol de amor sexual es a través de la noción de reflexividad como la contorsión por medio el cual al generar un sistema se convierte parte del sistema que genera. Esta reflexividad aparente de la generación de un movimiento dentro del sistema generado, bajo la apariencia de lo que Hegel llamó la “determinación oposicional,” cómo una norma toma la forma de su opuesto - dentro de la esfera material. El espíritu aparece bajo la apariencia del movimiento más inerte; en la etapa más avanzada del proceso revolucionario cuando la Revolución comienza a devorar a sus propios hijos, el agente político el cual efectivamente da marcha al proceso es renegado al rol de su principal obstáculo, de sus indecisos o rotundos traidores quienes no están listos de llevar la lógica revolucionaria a su conclusión. Siguiendo las mismas líneas, ¿no es qué, una vez que el orden socio-simbólico es completamente establecido, la misma dimensión la cual introdujo la actitud “trascendental” que define al ser humano, específicamente la SEXUALIDAD, la exclusiva pasión sexual humana “no-muerta”, aparece como su propio opuesto, como el principal OBSTÁCULO a la elevación de un ser humano a la espiritualidad pura, a aquello que lo ata a la inercia de la existencia corporal? Por esta razón, el fin de la sexualidad en la muy celebrada “post-humana” entidad auto-clonada se espera que surja pronto, lejos de abrir una nueva forma de espiritualidad pura, ésta simultáneamente señala el fin de lo que tradicionalmente es designado como la exclusiva espiritualidad humana. Toda celebración de las nuevas “aumentadas” posibilidades de vida sexual que la Realidad Virtual ofrece no puede ocultar el hecho que, una vez que la clonación suplementa la diferencia sexual, el juego está terminado. [15]

Todos conocemos el famoso “juego de imitación” de Alan Turing que debe servir como la prueba de si una máquina puede pensar: nos comunicamos con dos interfaces de computadora, preguntándoles cualquier cosa que se nos ocurra; detrás de una de las interfaces hay una persona humana tecleando las respuestas, mientras que detrás de la otra es una máquina. Si, basado en las respuestas que obtenemos, no podemos diferenciar entre la inteligencia de la máquina de la inteligencia humana, entonces, de acuerdo a Turing, nuestro fracaso es prueba que las máquinas pueden pensar. Lo que dentro de su primera formulación es casi desconocido es 11

que la problemática no era el de distinguir al humano de la máquina, sino al hombre de la mujer, ¿por qué este extraño desplazamiento de la diferencia sexual a la diferencia entre humano y máquina? ¿Fue esto debido a la simple excentricidad de Turing (recuerda sus muy conocidos problemas debido a su homosexualidad)? De acuerdo a algunos intérpretes, el punto es el de oponerse a ambos experimentos: una exitosa imitación de las respuestas de una mujer por un hombre (o viceversa) no probaría nada, debido a que la identidad de género no depende sobre la secuencia simbólica, mientras que una exitosa imitación del hombre por una máquina probaría que la máquina piensa, debido a que el “pensar” básicamente es la forma correcta de secuenciar símbolos... ¿Qué si, sin embargo, la solución a este enigma es mucho más simple y radical? ¿Qué si la diferencia sexual no es simplemente un hecho biológico, sino el Real de un antagonismo que define a la humanidad, de manera que una vez que la diferencia sexual es abolida, un ser humano efectivamente se convierte indistinguible de una máquina?

Lo más que uno debe enfatizar aquí es la ceguera de Turing de distinguir entre el hacer y el decir: como muchos intérpretes han reconocido, Turing simplemente no tenía un sentido del dominio propiamente SIMBÓLICO de la comunicación en la sexualidad, políticas de poder, etc.., en el cual el lenguaje es usado como un artefacto retórico, con su significado referencial claramente subordinado a su dimensión performativa (de seducción, coerción, etc.). Para Turing, habían básicamente sólo problemas estrictamente intelectuales que resolver—en este sentido, él fue el definitivo “psicótico normal”, cegado por su diferencia sexual. La intervención crucial de la prueba de Turing aparece en el momento que aceptamos su dispositif fundamental, i.e. la pérdida de una estable encarnación, la disyuntiva entre real representación y los cuerpos representados: una brecha irreductible es introducida entre el cuerpo de carne y hueso “real” detrás de la pantalla y su representación en los símbolos que parpadean en la pantalla de la computadora. Dicha disyuntiva es co-sustancial con la “humanidad”: en el momento en que un ser vivo comienza a hablar, el medio de su lenguaje (digamos, voz) es mínimamente incorporado, en el sentido que este parece originarse no en la realidad material del cuerpo que vemos, sino en una invisible “inferioridad”—una palabra hablada siempre es en lo mínimo la voz de un ventrílocuo, una dimensión espectral que siempre reverbera en él. En corto, uno debe declarar que la “humanidad” como tal SIEMPRE-HA SIDO “poshumana”—en ello reside el punto esencial de la tesis de Lacan 12

de que el orden simbólico es una máquina parasita que se entromete y suplementa al ser humano como su prótesis artificial.

Por supuesto, aquí se encuentra la pregunta feminista estándar que hacer: ¿es este borrón del apego del género corporal algo neutral, o está secretamente dividiendo entre géneros, para que la diferencia sexual no sólo afecte la actual representación del cuerpo detrás de la pantalla, sino que también las diferentes relaciones entre los niveles de representación o promulgación? ¿Es el sujeto masculino en su noción incorporado, mientras que el sujeto femenino mantiene el cordón umbilical de su incorporación? En “Las Curvas de la Aguja,” un ensayo corto sobre el gramófono de 1928 [16] Adorno toma nota de la fundamental paradoja del grabar: mientras más presencia toma la máquina (a través de ruidos intrusivos, su torpeza e interrupciones), más fuerte es la experiencia de la presencia real del cantante—o, poniéndolo de otra manera, mientras más perfecta es la grabación, más fiel es la reproducción de la voz humana, por lo tanto más se remueve su humanidad y más fuerte es el efecto de estar tratando con algo “inauténtico”.[17] Esta percepción ha sido vinculada con el famoso comentario “antifeminista” de Adorno que la voz de una mujer no puede ser correctamente grabada, debido a que demanda la presencia de su cuerpo, en contraste a la voz del hombre que puede ejercer su completo poder como incorporado—¿no encontramos aquí un caso claro de la noción ideológica de la diferencia sexual en el que el hombre es un incorporado Sujeto-Espíritu, mientras que la mujer permanece anclada a su cuerpo? Sin embargo, estas declaraciones tienen que ser leídas en contraste con el trasfondo de la noción de la histeria femenina de Adorno como la protesta de la subjetividad en contra de la cosificación: el sujeto histérico se encuentra esencialmente en medio, ya no completamente identificado a su cuerpo, no listo de asumir la posición del orador incorporado (o, en relación a la reproducción mecánica: ya no la directa presencia de la “voz viviente,” todavía no alcanzada su perfecta reproducción mecánica). Subjetividad no es la inmediata auto-presencia viviente que obtenemos cuando hacemos a un lado la distorsionada reproducción mecánica; es más bien el recordatorio de “autenticidad” cuyas pistas podemos discernir en una imperfecta reproducción mecánica. En corto, el sujeto es algo que “habrá sido” en su imperfecta representación. La tesis de Adorno que la voz de la mujer no puede ser propiamente grabada, ya que demanda la presencia de su cuerpo, por lo tanto, afirma efectivamente la histeria femenina (y no la incorporada voz masculina) como la dimensión original de la subjetividad: en la voz de la 13

mujer, el doloroso proceso de incorporación continúa siendo reverberado, sus rastros no han sido aún obliterados. En términos de Kierkegaard, la diferencia sexual es la diferencia entre “ser” y “volverse”: tanto hombre como mujer están incorporados; sin embargo, mientras que el hombre asume directamente la incorporación como un estado alcanzado, la subjetividad femenina permanece para la incorporación “en volverse.” [18]

Notas: [1]. Para la noción de bio-políticas, ver Giorgio Agamben, Homo sacer , Stanford; Stanford University Press 1998; para la noción de postpolíticas, ver Jacques Ranciere, Disagreement, Mineeapolis: University of Minnesota Press 1998. [2]. Ver Agamben, op.cit. [3]. Sam Harris, The End of Faith, Nueva York: Norton 2005, p. 199. [4]. Sam Harris, op.cit., p. 192-193. [5]. Op.cit., p. 197. [6]. Disponible en línea en http://www.masturbate-a-thon.com. [7]. Ver Alain Badiou, Logiques des mondes, Paris: Editions du Seuil 2006. [8]. Ver Badiou, op.cit. [9]. Para el concepto de Maestro-Significador, ver Jacques Lacan, The Other Side of Psychoanalysis, New York: Norton 2006. [10]. Badiou, op.cit. p. 443. [11]. Ver, ejemplarmente, Michel Houellebecq, The Possibility of an Island, New York: Knopf 2006. [12]. Nicholas Sabloff, “Of Filth and Frozen Dinners”, The Common Review, Invierno 2007, p. 50. [13]. Sabloff, op.cit., p. 51. [14]. Michel Houellebecq, Atomised, Londres: Heinemann 2000. [15]. E, incidentalmente, con toda la atención sobre las nuevas experiencias del placer que se nos presentan con el desarrollo de la 14

Realidad Virtual, implantes neuronales, etc., ¿qué sobre las nuevas “expandidas” posibilidades de TORTURA? ¿No abren la biogenética y la Realidad Virtual combinadas nuevos y nunca antes escuchados horizontes de extender nuestra habilidad de soportar el dolor (mediante la ampliación de nuestra capacidad sensorial de soportar dolor, mediante la invención de nuevas formas de infringirlas) - quizás, la propia imagen Sadeana sobre una víctima “no-muerta” de la tortura quién puede soportar dolor continuo sin tener a su disposición el escape a la muerte, también están en espera de convertirse en realidad?. [16]. Traducido por Tom Levine en October 55, invierno 1990, p. 48-55. [17] Lo mismo aplica para el prospecto de hoy día de Realidad Virtual: mientras más perfecta sea la reproducción digital, más “artificial” es el efecto, de la misma manera que una imperfecta fotografía en blanco y negro se experimenta como más “realista” que una a color, aún y cuando la realidad está a color. [18] ¿No la lectura de Lacan de woe war sol lich werden involucra la temporalidad del encuentro fallido, de aún-no y no-más, de Su-sí-mismo y Para-sí-mismo? El sujeto es el mediador que se desvanece entre “dónde se—lo que se convertirá a sujeto—fue” (en el estado de en-sí-mismo, aún no completamente realizado), y la completa simbólica realización en la cual el sujeto es ya estigmatizado dentro del significante. Lacan se refiere aquí al sueño Freudiano del padre quién no sabía que ya estaba muerto (y por esa misma razón permanece vivo): el sujeto se encuentra también vivo mientras que no sabe (que está muerto)—en el momento que sabe “esto”, asumiendo el conocimiento simbólico, este muere (en el significante que representa esto, el sujeto).

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