Olga Orozco en narrativa: ¿autobiografía o autoficción?

June 24, 2017 | Autor: Denise Vargas | Categoría: Autobiography, Autofiction, Olga Orozco
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Olga Orozco en narrativa: ¿autobiografía o autoficción? 1 Prof. Denise Daniela Vargas Universidad Nacional del Sur - Becaria SubCyT UNS [email protected]

Olga Orozco escapa a toda definición que pueda brindarnos la crítica literaria. Su mirada sobre la vida, la infancia y la muerte no solo es particular de su poesía: también forma parte de sus relatos. En los últimos años se han realizado estudios dedicados a analizar su producción tanto poética como narrativa. Uno de ellos ha sido el volumen coordinado por Inmaculada Lergo (Olga Orozco: territorio de fuego para una poética, 2009) en el cual se presenta una compilación de artículos que se dedican a analizar de forma crítica sus textos y que incorpora asimismo conferencias dictadas por la autora que hacen referencia a la memoria y al tiempo: dos elementos importantes en su poesía y también en sus relatos. Las narraciones presentan elementos claves para entender sus poemas y si bien es cierto que Olga dedicó gran parte de su vida a la lírica, también volcó gran parte de su capacidad creadora en narrar su propia vida. Intentar definir o encasillar su escritura escapa de nuestros objetivos. Sus producciones son tan escurridizas como su propia vida y, a pesar de conceder numerosas entrevistas, nunca podemos terminar de conocer lo que yace en las profundidades de su existencia y en consecuencia de su escritura. Ya sea por ese misticismo que rodeó su vida y sus textos, por aquel interés por la magia y el tarot que fueron dones heredados de su abuela, y por la búsqueda de Dios, siempre presente: sea lo que fuere Olga no puede ser calificada ni clasificada. Se han caído en excesos de clasificación llegando a asegurar que era una escritora surrealista, afirmación que fue negada rotundamente por ella, quien aclaró que nunca pudo escribir nada motivada por caprichos automáticos. La lucidez para Olga 1 Este trabajo, bajo la dirección de Marta S. Dominguez, se enmarca en el PGI: “La sátira en la literatura argentina: ironía y humor en Roberto J. Payró, Jorge L. Borges, Adolfo Bioy Casares y Ezequiel Martínez Estrada”, (2012-2015), del que soy integrante y está totalmente financiado por la Universidad Nacional del Sur.

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es un elemento fundamental: ni la improvisación ni la locura podrán ser, desde su perspectiva, los elementos adecuados

para la escritura. Los relatos no son

construcciones arbitrarias: todas sus líneas han sido

aprobadas por su misma

conciencia y lo que nos podría parecer una sucesiva escritura de lo inmediato es un perfecto retrato de los sentidos. Los textos que hoy me ocupan escapan a la poesía: me preocuparé por realizar un primer acercamiento a sus dos libros de narraciones: La oscuridad es otro sol (1967) y También la luz es un abismo (1995). La oscuridad es otro sol fue publicado por primera vez en 1967. La iniciativa surgió como una terapia psicoanalítica frente a una depresión que la autora padeció en esos años. Su psicoanalista le aconsejó escribir los recuerdos de la infancia que más la perseguían: aquellos recuerdos terminaron convirtiéndose en un libro de relatos que tenían como eje principal la narración de los sentimientos de angustia y miedo que ciertas experiencias provocaron en su vida. Terminados sus escritos y con el

alta médica, el profesional le aconsejó que

publicara esos relatos y así surgió el libro. Pasaron más de veinte años para que Olga retome el viaje a la infancia: esta vez en 1995 de la mano de También la luz es un abismo, presentando al lector un prólogo en bastardilla que rescata lo narrado en 1967. En La oscuridad es otro sol nos encontramos con relatos que se centran en recuperar sensaciones frente a la muerte, lo desconocido y el amor. He aquí el sentido de su escritura que difiere de la de otros autores: además de intentar regresar a la niña que ha sido, también pretende recuperar las impresiones que determinadas vivencias le produjeron. Mientras que en También la luz es un abismo los temas se repiten, hay un desplazamiento de la centralidad de las sensaciones -aunque siguen formando parte de su escritura- y se focaliza aún más en la narración. A pesar de que ambos libros recuperan la infancia de la autora, dudo que el término autobiografía sea el más adecuado para clasificarlos. Es por eso que acudiré a un nuevo concepto llamado autoficción. Un nuevo concepto

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La autoficción se caracteriza por su oscilación entre el género autobiográfico y la ficción. En esta nueva categoría, el nombre del autor corresponde con el del narrador

y

protagonista

del

relato

o,

también

podemos

encontrar

un

desplazamiento en la figura del narrador - protagonista -autor a través del cambio de nombre pero, al mismo tiempo, el texto presenta pistas que permiten establecer una identificación entre estos tres sujetos. La ambigüedad en su estructura es lo que vuelve atractiva a la autoficción ya que como receptores vacilamos en su lectura ¿leer en clave autobiográfica? ¿O leer en clave ficticia? Cuando leo los relatos de Orozco descubro la huella de su propia infancia pero me inquieta la aparición de otro nombre, de “otra” niña que es protagonista de sus propios recuerdos infantiles. Es esta discrepancia la que me hace pensar que su obra narrativa corresponde a la categoría autoficcional. La oscuridad es otro sol, también la luz es un abismo Una de las características más sobresalientes de su narrativa es el relato de las experiencias vividas. En La oscuridad es otro sol nos encontramos con el retrato de las sensaciones provocadas por determinadas experiencias. Contar sucesos no es lo importante: su intención es acechar más allá de lo visible, de lo inmediato. Desvía el relato mismo para poder hacer otras observaciones, rompiendo así con el relato clásico. La niñez tiene una estrecha relación con los vagos recuerdos que vienen a su mente, las experiencias vividas en un tiempo y en un espacio determinados y los recuerdos impresos en los sentidos: el miedo de un niño al ver una mancha roja acercándose, la duda que se tiene cuando uno puede creer que no es hijo de sus padres, desconocer una carroza que viene a buscar a una joven y pensar que se encuentra frente al carro de Elías, citado en el Antiguo Testamento, son experiencias que dejan huella en su alma y no son más que un nuevo modo de concebir el mundo. Así como la niña protagonista de los relatos, descubre el universo a través de los sentidos, Olga -en la entrevista coordinada por Antonio Requeni 2- nos cuenta como era de niña,

por cierto muy parecida a su

2

Orozco, Olga y Alcorta, Gloria. Travesías. Conversaciones coordinadas por Antonio Requeni. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.1995, p. 14 El mencionado cuestionario es un anexo de la entrevista coordinada por Antonio Requeni en Travesías (1995).

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personaje, Lía: Era una criatura llena de inquietudes, muy tímida y reconcentrada y tenía poco intercambio con los demás acerca de lo que me asombraba o asustaba o producía incógnitas. Pero algunas cosas preguntaría, sin duda, y a medida que las respuestas de los mayores me resultaban insatisfactorias, empecé a respondérmelas yo misma. Debo de haber respondido muchas cosas con comparaciones, con otras preguntas y no sé qué tipo de imágenes (1995:14) El primer amor tendrá lugar en los relatos de ambos libros. Lía – hipóstasis de Olga– no sólo conocerá las ilusiones y la felicidad sino también la rivalidad con otra niña llamada Ruth que, aparentemente, también está enamorada de Miguel. Al igual que Lía, Olga conoció el amor de niña: a los seis años para ser más precisos. El muchachito era ya un adolescente de trece años y además existió una rival muy parecida a la que se retrata en los relatos. Pero este amor tiene sus hermosos recuerdos: “Tus ojos parecen hechos para el rey de Jade” es un enunciado no sólo citado por la escritora, al momento de hablar sobre aquel joven que le decía piropos extraños pero encantadores, sino que además forma parte de uno de los diálogos entre Miguel y Lía cuando están realizando una expedición en una casa abandonada de Toay en el cuento “Por qué estarán tan rojas las begonias” (1967: 125-147) La muerte se vuelve un tema complejo en la vida de la autora: aclara en una entrevista3 que teme a la metamorfosis que se sufre luego de dejar el mundo físico. Para Olga la muerte no existe, solo el cambio de un estado a otro. Así como uno nace llorando, se supone que uno debe nacer desesperado hacia un lugar desconocido, sin saber qué lugares deberán ser atravesados. En el Cuestionario Proust completado por Olga, el deseo de poder hacer milagros manifiesta su ambición existencial y se convierte en un aspecto fundamental para dar sentido a su narrativa ya que se entrelaza con otro tema importante en su obra: la religión. Al parecer el temor de Olga hacia la muerte la llevó a buscar un consuelo en el misticismo de la religión cristiana durante su niñez. Existen numerosas referencias a un particular episodio bíblico: la ascensión de Elías en el carro de fuego (Biblia de 3

Dicha entrevista fue dirigida por Marcelo Laccarino y realizada en 1998, un año antes de la muerte de la escritora.

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Jerusalén, 1967: 372) suceso que la autora retoma para establecer una correlación con la muerte de Alejandro, el hermano de la niña protagonista. En “Y todavía la rueda” (1967:21-37) el abuelo Damián lleva a Lía de regreso a Toay, partiendo a caballo desde Telén. En medio de la tormenta, la pequeña viaja asustada, no solo por las condiciones climáticas sino porque además atraviesan un cementerio: una experiencia que coloca a la niña frente a la muerte. Al llegar a su casa, María de las Nieves, una de sus hermanas, la recibe: “Alejandro se fue. Vino a buscarlo Elías en el carro de fuego y subieron al cielo hace tres días” (1967: 37). Su hermano venció a la parca y le da esperanza de hacer lo mismo algún día. En el relato se recurre a la espiritualidad para dar una respuesta a un acto natural como la muerte en un giro y con un relieve impensado. Por otra parte, hay una constante referencia a diversos santos: San Jerónimo, Santa Bárbara y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que nos hablan de la importancia del mundo espiritual para la protagonista. Los anhelos y gustos personales también forman parte de sus narraciones: ese apasionamiento por Juana de Arco, a quien Olga admiraba intensamente, lleva a colocar a la doncella de Orleáns en el centro de sus lecturas y narraciones sobre vidas de santas, a las que alude en sus relatos: “Durante el día la abuela se sentaba al pie del árbol y les contaba cuentos para los niños, historia de aparecidos y hasta vidas de santos” (1967:30) El tiempo es un tema recurrente en los relatos de Olga: la propuesta de la fragmentación del sujeto en “Había una vez” (1967: 9-19) se corresponde con aquel anhelo de ampliar las posibilidades del yo. Una de las obsesiones que aparecen en los relatos, además del amor y la muerte, es el tiempo. Desde adolescente llegó a concebirlo de manera diferente no sólo en los textos sino también en lo cotidiano. Una de esas experiencias tiene que ver con aquella profunda admiración, que nombrábamos anteriormente, por Santa Juana. Cuenta Olga a Antonio Requeni Cuando era casi adolescente, si iba a ver la película donde moría Juana de Arco, por ejemplo, salía de ese cine, entraba en el de al lado y veía una señora que bailaba o una niña que cortaba margaritas en la película que estaban dando y esa era Juana de Arco resucitada. La vida continuaba, no la habían quemado en la hoguera, y las mismas transformaciones se producían en todos los personajes destinados a un final trágico (1995: 68). Denise Daniela Vargas

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En “Había una vez”, se propone la unificación del pasado, presente y futuro en un solo ser, en un solo momento: el del nacimiento. Hay un vaivén entre la niña y la anciana que se repite constantemente, ambas bajo la carta del tarot: el ahorcado. Una señal tal vez trágica ya que implica el destino que no puede deshacerse y la presencia de un saber transmitido de generación en generación. Según los místicos, el ahorcado es la carta más misteriosa del tarot. Es simple pero a la vez compleja, atrae pero al mismo tiempo perturba. Es en sí misma una paradoja y sus verdades se mantienen escondidas en sus opuestos y no puede descubrirse a simple vista. Refleja la pasividad. Representa el desdén por lo terrenal: es el altruismo en su estado más puro. Invita a convertir los actos en hechos sagrados: “Y la luna sobre la tierra sobre la terraza donde extiendo el tarot y aparece la carta del ahorcado descifrada tantas veces para otros que sin duda son otros tantos yo con la precisión de un despertador que me arroja cada mañana a la misma condena …” (1967:18). La cartomancia transforma a la mujer en vidente, no solo por recibir las enseñanzas de su abuela, la hechicera blanca -como solía llamarla-, sino por ser poeta: el destino ya está señalado. Para Olga, el uso del tarot le permitía romper con el encierro que le propiciaba la realidad, el aquí, el ahora y el yo. Pero con el tiempo descubrió que existían elementos más sagrados como la poesía y la plegaria para romper con su entorno. En También la luz es un abismo nos encontramos con relatos más ortodoxos. El accionar de Lía frente a los hechos en esta narrativa son los ejes centrales que causan humor en los relatos de Olga Orozco: aquella inocencia reflejada en la inmadurez de sus conclusiones es lo que produce una sonrisa en los lectores. Esto se observa muy claramente en esta colección de relatos: en “Luz de cobre4” (1995: 106-117) la niña junto a su hermana Laura comienzan a tener terribles visiones sobre ratones y pisos que se mueven, vivencias completamente extrañas y un tanto terroríficas para dos jovencitas que luego terminarán con una gran resaca como consecuencia de haberse emborrachado en el casamiento de su hermana mayor. En este libro en particular es la acción la que tiene relevancia, siendo ampliada por las metáforas que aparecen en los relatos. 4

Orozco, O. También la luz es un abismo. Editorial Emecé. 1995

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Las vivencias de Lía no serán del todo individuales: con Laura, su otra hermana, comparte una afinidad perfectamente sincrónica, que nos hace pensar que podrían ambas ser gemelas (aunque en los relatos no se da ningún indicio de esto o de lo contrario). Juntas comparten códigos secretos, de los que nadie logra percatarse. Uno de

los más interesantes es

el consejo de su hermana:

“Abanícate en China”, haciendo referencia a una película vista en el cine. En la cinta, las monjas habían censurado el apasionado beso de los protagonistas de la historia. Entonces, de la escena eliminada se pasaba a la de una mujer utilizando un abanico en el escenario oriental, situación que se desentendía completamente del film. Con este enunciado, ambas hermanas se invitan una a la otra a omitir cualquier momento incómodo de sus vidas. En “Hogueras de San Juan” (1995:52-68) tiene lugar el rito del fuego: Lía junto a sus amigos encienden la fogata y saltan sobre ella, respetando la tradición del solsticio de invierno. Nuevamente las creencias mágicas se hacen presentes. La aparición de este cuento en el segundo libro de relatos se vuelve interesante ya que dicha fiesta se celebra con la antigua idea de regalar más luz al sol, que se vuelve débil a causa de la estación. Un astro que necesita de la ayuda pagana para brillar aún más y que Olga coloca como centro de discusión en su narrativa ¿la luz ayuda a ver mejor? o ¿es un abismo que puede enceguecernos? Reescritura Debo destacar que ambos libros no solo presentan estructuras similares que los vuelve cercanos: los títulos de cada obra resaltan claramente una relación que intenta ir mucho más allá de la elección azarosa de un título. La paratextualidad 5 (Genette, 1989: 11-12) es la relación crucial entre ambos libros manifestada en el título de las obras, dando lugar a un gran oxímoron: La oscuridad es otro sol, también la luz es un abismo. El prólogo presentado en También la luz es un abismo recupera las experiencias narradas en su libro anterior, a modo de recuerdos que florecen al tener que abandonar la casa de su infancia, que a la vez equivale a dejar la niñez para convertirse en otra, en una desconocida. En otras palabras, es la alusión la que da cuenta de otra relación, en este caso intertextual (Genette, 1989: 9). 5

Genette, Gerard. Palimpsestos: la literatura en segundo grado. Madrid: Taurus. 1989

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La nuestra es proponer una lectura del lector atento, teniendo en cuenta las transgresiones que la literatura argentina del siglo XX propone de sus tradiciones, no

sólo de su poesía y la narrativa sino también del relato

autobiográfico. Así como Olga juega con las palabras, nos propone un juego con la lectura. No podemos negar que ambos textos son una mise en abîm (Dällenbach, 1977). Para la autora, se puede encontrar algo en lo invisible, en lo que apenas logra vislumbrarse. Hay elementos que aparecen fuera de la luz del día porque siempre hay algo que brilla en la oscuridad y se muestra fuera de la luz cotidiana. En sus relatos, son los recuerdos que intenta recuperar con su memoria para que no caigan derrotados por la muerte. Autobiografía versus autoficción Hasta

aquí

he

dilucidado

aquellos

aspectos

que

se

corresponden

efectivamente con la niñez y el vínculo transtextual que crea una relación entre ambos libros de narraciones. Uno de los problemas que me ocupan ahora es la clasificación genérica del relato de la infancia de Orozco. A partir del análisis esbozado hasta ahora, se puede proponer una categorización autobiográfica de los relatos: el relato de la niñez, las anécdotas, el espacio físico –Toay–, las muertes y la composición del núcleo familiar coinciden con las de la autora. Pero un detalle es esencial: el nombre de la protagonista no es Olga sino Lía. De esta forma la denominación del autor se ve afectado por la ausencia del nombre propio y el cambio por otro. Frente a esto me pregunto ¿por qué se propone este cambio de nombre? ¿Cuál es el efecto

de

lectura

que

produce?

Las

teorías

autobiográficas

identificación del autor con el protagonista de estos relatos

sostienen

la

a partir de la

coincidencia del nombre propio, por ende esto nos llevaría a negar la clasificación autobiográfica de estos relatos. Manuel Alberca (2006) sostiene que, cuando estamos frente a un relato en el que

logramos descubrir vivencias propias del autor pero cuyo nombre del

protagonista no corresponde al mismo, estamos frente a una autoficción. El hecho de no encontrar el nombre de Olga en los relatos y al mismo tiempo reconocer cada aspecto biográfico de su vida, me permite comenzar a indagar el concepto de Denise Daniela Vargas

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autoficción y continuar trabajando sobre él. Víctor

Zonana en

su

trabajo

“Entre el relato

autobiográfico

y la

autoficción. Notas sobre La oscuridad es otro sol (1967) de Olga Orozco” fue quien propuso este tipo de categorización del texto narrativo de Orozco, siguiendo los aportes teóricos de Serge Doubrovsky (1977), Vincent Colonna (2004), Manuel Alberca (2006) y Alicia Molero de la Iglesia (2006). Mi propuesta no solo es continuar con el estudio de la autoficción como architexto sino además analizar el concepto desde los aportes de otros teóricos que son superadores de los trabajos citados por Zonana. Los

artículos

de

Alberca

pretenden

ser

meras

clasificaciones

de

autoficciones, distinguiéndolas entre biográficas e imaginarias y a la vez, su definición del concepto se vuelve confusa y poco esclarecedora. Por un lado reconoce la identificación del narrador – protagonista - autor bajo una misma fórmula nominal, por otra parte aclara “…un nombre propio, diferente al del autor, impide en principio la representación autoficcional del autor” (2006: 6) y finalmente resalta la distancia que asume el autor del protagonista a través de la construcción de una metáfora de aquel que fue en el pasado. Como podemos ver, Alberca no termina de definir exactamente qué es lo que sucede con el narrador -protagonista - autor de la autoficción. Frente al interrogante de por qué en los últimos tiempos ha existido esta tendencia de la inclusión del autor en sus propias obras, Alberca señala que la autoficción puede ser un método elaborado “…para esconder pudorosamente lo que no se quiere exponer al juicio público” (2006: 16) y que simultáneamente podría existir una posible intencionalidad difamadora o agresora hacia los otros desde la impunidad que parece otorgarle esta nueva categoría a los autores. El concepto de autoficción es demasiado novedoso y queda aún mucho por estudiar y analizar. Los nuevos estudiosos se han apropiado del término de Doubrovsky, quien en 1977 propuso este concepto, y han vertido en él sus propias consideraciones. Sostengo que, en mi modesta opinión, el intento de Alberca es inútil, no solo porque sus definiciones suelen ser confusas ya que su postura frente

al

problema

del

autor

contradictoria sino que, además,



protagonista

-

narrador

es

ambigua

y

sus ideas son generalizadoras al aplicar un solo

concepto de autoficción a autores diversos, cada uno poseedor de una estética Denise Daniela Vargas

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particular. En mis primeros análisis prefiero definir la autoficción que propone Olga Orozco,

la que escapa de toda generalización y que, solo por el momento, sea

aplicable a su narrativa. Es evidente que la autora juega en los márgenes de la referencialidad semejante a la in figura, aquella técnica de la pintura renacentista y barroca en la que aparece retratado el pintor en su cuadro pero disfrazado. Ese juego de estar pero a la vez no estar me permite pensar en la autoficción como un mecanismo especular. Julio Premat (2009), Morales Rivera (2011)

y José

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Amícola (2012) proponen estudios superadores a los de Alberca y son los que me permitirán continuar analizando los textos narrativos de Orozco, aquella que se mueve entre los márgenes de la realidad y la fantasía. Conclusión Hemos realizado un primer acercamiento a la obra narrativa de Olga Orozco. A lo largo de este trabajo intentamos trazar una primera lectura generalizada de sus dos colecciones de cuentos, rescatando los primeros indicios de un modo particular de narrar: una nueva propuesta de abordaje al género autobiográfico, la influencia de las lecturas hagiográficas y la búsqueda de Dios a través de la poesía y la cartomancia. Para la autora, la memoria es el arma que puede luchar contra el tiempo y la muerte: por eso recurre a ella para escribir sus relatos. Aun nos queda mucho por descubrir en el camino de su estética. Emprenderé una búsqueda en medio de la oscuridad que, para la escritora, está despojada de la nada. Encontraré ese “algo” que buscamos y lo llevaré hacia la luz, pero no una demasiado enceguecedora ya que puede no dejarnos ver lo que realmente buscamos. Reconstruiré las respuestas como un cañamazo, que nos llevarán al conocimiento de la escritura de la autora pampeana, siguiendo su filosofía personal: “La oscuridad es otro sol, pero también la luz es un abismo”.

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Cit.por Amar Sánchez, Ana María. “Máscaras y simulacros: nuevas políticas del sujeto y la narración”. Cuadernos Lirico 9. 2013

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Bibliografía 1. Amar Sánchez, Ana María. “Máscaras y simulacros: nuevas políticas del sujeto y la narración”. Cuadernos Lirico [En línea], 9, 2013, Puesto en línea el 01 septiembre 2013. Consultado el 18 septiembre de 2014. URL: http://lirico.revues.org/1144 2. Alberca, Manuel. “¿Existe la autoficción hispanoamericana?”. Cuadernos del CILHA. [Centro interdisciplinario de Literatura Hispanoamericana. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo]: 2006, 7/8: 5-17. 3. Alberca, Manuel. “Umbral o la ambigüedad autobiográfica”. Círculo de Lingüística aplicada a la comunicación. [Universidad Complutense de Madrid]: 2012, 50: 3-24. 4. Biblia de Jerusalén. Bilbao: Edición Española.1967. 5. Dällenbach, Lucien. “Intertexte et autotexte”. Poétique: 1976, 27: 282-296. 6. Dällenbach, Lucien. Le récit spéculaire. Contribution a l’étude de la mise en abyme. París: Du Seuil.1977 Genette, Gerard. Palimpsestos: la literatura en segundo grado. Madrid: Taurus. 1989. 7. Lergo Martin, Inmaculada (coord.). Olga Orozco: territorio del fuego para una poética. España: Universidad de Sevilla. 2009. 8. Orozco, Olga y Alcorta, Gloria. Travesías. Conversaciones coordinadas por Antonio Requeni. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.1995. 9. Orozco, Olga. La oscuridad es otro sol. Buenos Aires: Editorial Losada. 1967. Orozco, Olga. También la luz es un abismo, Buenos Aires: Editorial Emecé.1995. 10. Olga Orozco. Canal Encuentro, 2009. [Consulta 15 de septiembre 2014] 11. Zonana, Víctor. “Entre el relato autobiográfico y la autoficción. Notas sobre La oscuridad es otro sol (1967) de Olga Orozco”. Dr. Carlos Daniel Lasa (Dir.) Literatura hispanoamericana de fin de siglo. Autobiografías, diarios, memorias. Universidad de Villa María: Ediciones del IAPCH. 2010, pp: 91-129.

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