Más allá de lo traumático: la memoria histórica como posibilidad de re-elaboración del pasado en el corregimiento de \"El Salado\", departamento de Bolívar. Una propuesta pedagógica para reflexionar el rol de la memoria histórica en los escenario rurales.

June 8, 2017 | Autor: Isidro Gomez Ayola | Categoría: History and Memory, Oral history, Memory Studies, Pedagogia
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Descripción

MÁS ALLÁ DE LO TRAUMÁTICO: LA MEMORIA HISTÓRICA COMO POSIBILIDAD DE RE-ELABORACIÓN DEL PASADO EN EL CORREGIMIENTO DE “EL SALADO”, DEPARTAMENTO DE BOLÍVAR. UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA PARA REFLEXIONAR EL ROL DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN LOS ESCENARIOS RURALES.

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE LICENCIADO EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES

AUTOR: JOSÉ ISIDRO GÓMEZ AYOLA - 2009260029

TUTOR: BYRON OSPINA FLORIDO

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL FACULTAD DE HUMANIDADES LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN CIENCIAS SOCIALES LEBECS LÍNEA DE PROYECTO PEDAGÓGICO FORMACIÓN POLÍTICA Y RECONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA SOCIAL BOGOTÁ 2014 1

Agradecimientos Éste trabajo de grado no habría sido posible sin la ayuda incondicional de un sinnúmero de personas, y colectividades, que estuvieron siempre ahí, a lo largo, y ancho de éste proceso; es por eso, que de manera sentida quiero agradecer su voz de aliento y los espaldarazos necesarios para poder concluir éste proceso de la mejor manera.

En primer lugar a las y los estudiantes del grado noveno de la ITAES, sin los cuales no habría sido posible llevar a cabo un ejercicio pedagógico tan enriquecedor y que dejó en mí grandes experiencias y conocimientos; sin su apoyo los resultados de la experiencia no habrían sido los mismos.

A las directivas y docentes de la ITAES, su ayuda generó que los espacios diseñados para el trabajo con las y los estudiantes pudieran llevarse a cabo sin mayores contratiempos, sus experiencias como docentes del sector público dejaron en mí enseñanzas invaluables sobre lo que significa ser profesor en contextos rurales muchas veces alejados de los centros urbanos y cabeceras municipales; sin lugar a dudas sus recorridos por distintos corregimientos y municipios de Bolívar, y en general de la Costa Atlántica, hacen que sus experiencias vitales esté tan nutridas. A mi familia, nuclear y extendida, que siempre estuvo ahí de múltiples formas y en tan variados lugares, sin ellas y ellos no habría sido posible siquiera llegar a El Salado; a Yeny Ayola Redondo mi mamá, a “Pacho” Gómez Ayola mi hermano, a la familia Redondo de Cartagena, El Carmen y El Salado, la familia Ayola de Villanueva y Cartagena. A la otra parte de mi familia, la que he ido escogiendo a lo largo de mi trasegar por éste mundo: a Lucho, a “las y los compas” de la RLPMK, a mis hermanas de Histeria y de los distintos procesos feministas y populares, que me han ayudado a formar mi carácter y entenderme en la realidad que habito y deseo transformar. Gracias.

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Tipo de documento

1. Información General Trabajo de grado

Acceso al documento

Universidad Pedagógica Nacional. Biblioteca Central Más allá de lo traumático: la memoria histórica como posibilidad de re-elaboración del pasado en el corregimiento

Título del documento

de “El Salado”, departamento de Bolívar. Una propuesta pedagógica para reflexionar el rol de la memoria histórica en los escenarios rurales.

Autor

Gómez Ayola, José Isidro

Director

Ospina Florido, Byron

Publicación

Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional, 2014. 169 p.

Unidad Patrocinante

Universidad Pedagógica nacional

Palabras Claves

EL Salado, Montes de María, memoria histórica, narrativa, escuela rural, violencia, conflicto armado, resistencia campesina, gremio tabacalero.

2. Descripción Este documento está dividido en tres capítulos que recogen el análisis y las reflexiones sobre la manera en que se ha elaborado la historia y la memoria de El Salado. En primer lugar se desarrolla una contextualización de los Montes de María, que acompañada por la caracterización de las distintas comisiones para el estudio de la violencia permite entender las representaciones que se han hecho sobre El Salado; en segundo lugar se evidencia que el corregimiento ha sido reducido a narrativas en torno a los hechos traumáticos; por ello, se desarrollan ejercicios con estudiantes de grado noveno que buscan re-elaborar sus narrativas sobre el corregimiento apoyados en la memoria histórica como herramienta para el diálogo. Por último se plantean debates y propuestas respecto a la memoria histórica como herramienta y posibilidad en contextos rurales y educativos.

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3. Fuentes En las fuentes, encontramos diferentes documentos y archivos de diferente clase que aportaron a la construcción de la monografía de grado; entre ellos los informes generados por el Grupo de Memoria Histórica, perteneciente al Centro Nacional de Reparación y Restitución, como “La masacre de El Salado: esa guerra no era nuestra” (2009) y “La tierra en disputa: Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe 1960-2010” (2010), también las diferentes versiones elaboradas sobre la masacre por parte de el periódico El Tiempo, el sitio web VerdadAbierta y la Comisión Colombiana de Juristas. Aguilera Diaz, M. (2013). Montes de María: Una subregión de economía campesina y empresarial. Cartagena: Banco de la República. Bustos, A. F. (27 de Febrero de 2000). El Salado, 72 Horas de Terror. El Tiempo, pág. 6 A. Giménez, G. (2009). La cultura como identidad y la identidad como cultura. (págs. 1 -27). México DF: UNAM. GMH, CNRR. (2009). La Masacre de El Salado: esta guerra no era nuestra. Bogotá: Taurus. GMH, CNRR. (2010). La tierra en disputa: Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe 1960-2010. Bogotá: Taurus. Jaramillo Marín, J. (2011). Las comisiones de estudio sobre la violencia en Colombia: tramas narrativas y ofertas de sentido temporal para comprender la violencia. México D.F: Flacso México. Jelin, E., & Lorenz, F. G. (2004). Educación y memoria. La escuela elabora el pasado. Madrid: Siglo veintiuno de España editores, s.a. Juristas, C. C. (18 de Febrero de 2010). Comisión Colombiana de Juristas. Obtenido de

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Comisión Colombiana de Juristas: www.coljuristas.org Lozano, P. (1981). La negra historia del tabaco negro. Bogotá: MOIR . Oslender, U. (2003). “Discursos de resistencia": tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa pacífica colombiana. Revista Colombiana de Antropología, 203-236. Rodríguez, S. (2010). La memoria en la investigación histórica. XV Congreso Colombiano de Historia, (pág. 22). Bogotá. Rudqvist, A. (1983). La Organización Campesina y la Izquierda: ANUC en Colombia 1970-1980. Uppsala: CELAS. Ruiz, M. (8 de Agosto de 2008). Verdad Abierta. Recuperado el 16 de Abril de 2013, de Verdad

Abierta:

http://verdadabierta.com/component/content/article/40-

masacres/435-la-masacre-de-el-salado-

4. Contenidos El primer capítulo “La masacre de El Salado: entre narrativas y representaciones sobre la violencia” se propone: i) caracterizar la región montemariana, de la cual hace parte El Salado, ii) entender las representaciones que sobre la violencia ha creado el Estado colombiano desde 1958 hasta el 2003, con la distintas comisiones para el estudio de la violencia y iii) analizar cómo diferentes fuentes han abordado la masacre del 2000, relacionándole así con la violencia vivida en los Montes de María desde mediados de los ochenta hasta el 2005, periodo en el cual la región se encontraba en medio del control territorial impuesto por las FARC, en un inicio, más adelante las AUC, con su estrategia de control por todo el país, y por último el Estado colombiano representado en las fuerzas armadas. Las reflexiones resultado de los análisis del primer capítulo evidencian una serie de vacíos sobre la manera en que se ha construido la memoria histórica del corregimiento, centrándose en los hechos traumáticos ocurridos entre 1997 y el 2000. El segundo capítulo “El qué-hacer de la memoria histórica en el contexto de la escuela 5

rural” está divido en tres apartados: I) comprender el contexto de las escuelas rurales desde el estudio de la Institución Técnica-Agropecuaria El Salado - ITAES en relación con las y los estudiantes del grado noveno, con quienes se desarrolló la práctica pedagógica; II) reflexiones teóricas entorno a la relación existente entre cultura, tradición y la manera en que la memoria las configura, reflexión sobre la memoria histórica como posibilidad para ejercicios prácticos y la comprensión del modelo pedagógico histórico cultural; y como apartado final, III) la sistematización de la experiencia pedagógica, basada en la presentación de las sesiones en que se desarrolló y los objetivos alcanzados con el grado noveno. Este capítulo evidencia que la memoria histórica es una posibilidad, una herramienta para el trabajo en la escuela, que permite desarrollar ejercicios en los cuales las y los estudiantes se sumerjan en el territorio en el que habitan y así mismo evalúen sus narrativas. El tercer capítulo “La memoria histórica: una posibilidad para la enseñanza de las Ciencias Sociales” reflexiona entorno a dos elementos; el primero, la manera en que se han creado una serie de representaciones sobre el ser campesino en el país y las posibilidades de la memoria histórica en contextos rurales más allá de los hechos traumáticos; y en segundo lugar, una propuesta que busca ubicar la memoria histórica como herramienta para la enseñanza de las Ciencias Sociales en las escuelas colombianas.

5. Metodología La monografía de grado estuvo divida en tres momentos que dieron como resultado la creación de cada uno de los capítulos referenciados anteriormente. Así pues, en primer lugar se desarrollaron una serie de análisis sobre la manera en que se ha desarrollado la región montemariana desde finales de los años sesenta pasando por elementos tan importantes como la situación de derechos humanos y las organizaciones campesinas, para dar cuenta de las representaciones que sobre la violencia se han creado y las lecturas que distintos grupos hacen sobre la masacre del 2000. Lo anterior posibilita vislumbrar una serie de vacíos en la manera en que se ha elaborado la memoria y la

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historia del corrimiento, por lo cual la práctica pedagógica desarrolla con estudiantes del grado noveno de la ITAES buscó transformar dichas narrativas mediante el trabajo de campo y la realización de entrevistas a habitantes de El Salado, en clave de memoria histórica. Por último, las reflexiones generadas por la práctica pedagógica permiten crear un tercer capítulo que recoge reflexiones en torno a la memoria histórica como posibilidad y herramienta en diferentes contextos.

6. Conclusiones Las posibilidades históricas y de memoria del corregimiento se han visto reducidas a los hechos traumáticos causados por las AUC. Con la masacre no sólo se desplazaron cerca de 7000 habitantes, sino que también se quebró la cohesión social de un corregimiento epicentro de las reivindicaciones campesinas y gremiales en torno al tabaco. La memoria histórica se debe, y puede, des-enmarcar de los hechos traumáticos mediante ejercicios colectivos y horizontales donde las partes sean valoradas y reconocidas de igual manera, lo que posibilita una transmisión intergeneracional de prácticas y saberes propios de los territorios. La memoria histórica es posibilidad y herramienta para el trabajo tanto dentro como fuera del aula es espacios urbanos y rurales. Elaborado por:

José Isidro Gómez Ayola

Revisado por:

Byron Ospina Florido

Fecha de elaboración del Resumen:

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05

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2014

TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN GENERAL ................................................................................ 12 CAPÍTULO I La masacre de El Salado: entre narrativas y representaciones sobre la violencia.15 1.1.

Contexto socio-espacial ........................................................................... 17

1.1.1.

Localización y características geográficas de la región: .................... 17

1.1.2.

Economía regional ............................................................................. 20

1.1.3.

Gobierno local.................................................................................... 24

1.1.4.

Dinámicas del conflicto armado y social en la región ........................ 26

1.1.5.

Situación de Derechos Humanos ...................................................... 31

1.1.6.

Las luchas campesinas en la región .................................................. 35

1.2.

Las Comisiones de Estudio de la Violencia en Colombia......................... 42

1.2.1.

Un largo camino recorrido, desde 1958 hasta 2005. ......................... 44

1.2.2.

Consideraciones generales ............................................................... 61

1.3.

Las versiones sobre la masacre ............................................................... 64

1.3.1.

Las víctimas ....................................................................................... 64

1.3.2.

Los victimarios ................................................................................... 76

1.3.3.

Los móviles ........................................................................................ 80

1.3.4.

Los conflictos previos ........................................................................ 84

1.3.5.

Consideraciones generales ............................................................... 88 8

CAPITULO II El qué-hacer de la memoria histórica en el contexto de la escuela rural. ...................................................................................................................... 94 2.1.

Reflexiones generales sobre el contexto desde la escuela rural .............. 95

2.1.1. 2.2.

El grado noveno de la ITAES y sus estudiantes ................................ 99

Cultura y tradición, Memoria Histórica y Modelo Pedagógico Histórico-

Cultural............................................................................................................. 102 2.2.1.

Cultura y tradición a la luz de la memoria ........................................ 102

2.2.2.

Discusiones y planteamientos generales en torno al concepto de

Memoria Histórica y su relación con las historias de vida y la narrativa. ...... 114 2.2.3.

Modelo pedagógico Histórico-Cultural y sus posibilidades en el

contexto de la Institución Técnica-Agropecuaria El Salado .......................... 119 2.3.

Intervención dentro y fuera de las aulas en la Institución Técnica-

Agropecuaria El Salado ................................................................................... 123 2.3.1.

Diseño e implementación de la práctica pedagógica ....................... 130

2.3.2.

La reconstrucción narrativa de la experiencia ................................. 132

2.3.3.

Consideraciones finales a propósito de la práctica pedagógica y los

objetivos propuestos ..................................................................................... 150 Capítulo III La memoria histórica: una posibilidad para la enseñanza de las Ciencias Sociales ............................................................................................................................ 152 3.1.

Más allá de hechos traumáticos: la memoria histórica como una

posibilidad de análisis en los escenarios rurales ............................................. 152 3.2.

Consideraciones finales: ........................................................................ 158

Bibliografía .......................................................................................................... 164

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Lista de tablas Tabla 1 Mercados Regionales ............................................................................... 22 Tabla 2 Evolución de la intensidad del conflicto armado (1990-2002) .................. 29 Tabla 3 Desplazamiento forzado en la región de los Montes de María. 1997- 2010. .............................................................................................................................. 32 Tabla 4 Pactos firmados finalizada la Comisión del 58 ......................................... 48 Tabla 5 Nombre y edad de los muertos en la edición del 25 de Febrero .............. 66 Tabla 6 Planeación de la práctica pedagógica en la ITAES con las y los estudiantes del grado 9° en el 2013 .................................................................... 124 Tabla 7 Conformación de los grupos. .................................................................. 131 Tabla 8 Habitantes del corregimiento a entrevistar por cada grupo .................... 131 Tabla 9 Ejercicio de entrevista con las y los habitantes de El Salado ................. 137 Tabla 10 Calendario de fiestas y celebraciones año 2013 .................................. 144 Lista de imágenes Imagen 1 Foto Portadas periódico El Espectador, asesinato de Jaime Pardo Leal y masacre en casa de la JUCO Medellín .............................................................. 51 Imagen 2 Foto "Desplazados llegando a El Carmen de Bolívar" ........................... 67 Imagen 3 Foto estudiantes del grado noveno de la ITAES ................................. 101 Imagen 4 Foto "Fiestas de Toros y Corralejas en El Salado, diciembre 2013" ... 107 Imagen 5 Foto "Celebración del día de La Virgen del Carmen" .......................... 108 Imagen 6 Foto "Hechos sucedidos en Colombia y El Salado (1900-2010)" ........ 133 Imagen 7 Foto Realización de los "Mapa Salaero 2013" .................................... 147 10

Imagen 8 Foto "Mapas Salaeros 2013" ............................................................... 147 Lista de mapas Mapa 1 Los 15 municipios de los Montes de María, su ubicación en Colombia y la Costa Atlántica. ..................................................................................................... 19 Mapa 2 Subregiones de los Montes de María ....................................................... 19 Mapa 3 Localización del Bloque Héroes Montes de María en la región, antes de la desmovilización del Julio del 2005 ........................................................................ 28 Mapa 4 Organizaciones campesinas durante la década de 1970 ......................... 37 Mapa 5 Organizaciones campesinas durante la década de 1980 ......................... 38 Mapa 6 Cartografía de la masacre en el casco urbano del corregimiento de El Salado, 18 y 19 de Febrero del 2000 .................................................................... 72 Lista de esquemas Esquema 1 Relación Cultura, tradición e identidad ............................................ 110

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INTRODUCCIÓN GENERAL Escondido en las montañas de la costa norte colombiana existe un corregimiento con más de dos siglos de historia; tiempo en que floreció y casi llegó a convertirse en municipio. La historia de El Salado ha estado relacionado con una larga tradición de lucha gremial y campesina entorno al mejoramiento en las condiciones laborales de quienes trabajan alrededor del tabaco, pero también, en los últimos años, por uno de los hechos más crueles vividos en la historia colombiana, dos masacres que dejaron como resultado el fin de la cohesión social del corregimiento por cuenta de la avanzada de las AUC con el Bloque Héroes de Montes de María. Las características naturales de este territorio posibilitó que a mediados de los años setenta se convirtiera en uno de los principales centros de producción de tabaco negro en toda los Montes de María; desde ese momento gran parte de su devenir histórico ha estado atado a este cultivo. En este territorio también surgieron organizaciones gremiales que hacían frente a la explotación y maltratos a los que se veían expuestos quienes trabajaban en torno al tabaco, dentro y fuera de las fábricas. Estas organizaciones gremiales estuvieron enmarcadas, y apoyadas, en procesos nacionales de campesinos que reivindicaban mejoras sustanciales en sus condiciones de vida; que apostaban por diferentes propuestas concretas como “tierra pa’l que la trabaja” y la recuperación de tierras improductivas en manos de grandes latifundistas. Desde finales de los años ochenta y con el recrudecimiento de la violencia en los Montes de María, el corregimiento se constituyó en un sitio geoestratégico para las acciones de diferentes grupos armados al margen de la ley; el control territorial que cada grupo ejercería en su accionar hizo que la población de El Salado quedará en el medio de intereses opuestos. El terror sostenido a través de masacres

y

desplazamiento

tan

solo

fueron

algunas

consecuencias que la población saladera tuvo que afrontar.

12

de

las

funestas

Desde hace 17 años este corregimiento ha sido identificado como un territorio víctima del conflicto armado en los Montes de María; dos masacres, la primera en 1997 y la segunda en 2000, dejaron como resultado más de 60 personas asesinadas y más de 7000 habitantes desplazados hacia municipios y ciudades cercanas. En sus tres capítulos, el presente trabajo pretende evidenciar los ejercicios teóricos y prácticos realizados, por parte del autor y estudiantes del grado noveno de la ITAES en El Salado, como una apuesta por analizar y reelaborar el sentido y el relato de un pasado reducido a los hechos traumáticos que vivió este corregimiento por cuenta de las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC. Bajo la anterior premisa, el documento ha sido organizado en tres capítulos, a saber: El primer capítulo “La masacre de El Salado: entre narrativas y representaciones sobre la violencia” se propone: i) caracterizar la región montemariana, de la cual hace parte El Salado, ii) entender las representaciones que sobre la violencia ha creado el Estado colombiano desde 1958 hasta el 2003, con la distintas comisiones para el estudio de la violencia y iii) analizar cómo diferentes fuentes han abordado la masacre del 2000, relacionándole así con la violencia vivida en los Montes de María desde mediados de los ochenta hasta el 2005, periodo en el cual la región se encontraba en medio del control territorial impuesto por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (en adelante FARC) , en un inicio, más adelante las Autodefensas Unidas de Colombia (en adelante AUC), con su estrategia de control por todo el país, y por último el Estado colombiano representado en las fuerzas armadas. Las reflexiones resultado de los análisis del primer capítulo evidencian una serie de vacíos sobre la manera en que se ha construido la memoria histórica del corregimiento, centrándose en los hechos traumáticos ocurridos entre 1997 y el 2000. El segundo capítulo “El qué-hacer de la memoria histórica en el contexto de la escuela rural” está divido en tres apartados: I) comprender el contexto de las 13

escuelas rurales desde el estudio de la Institución Técnica-Agropecuaria El Salado - ITAES en relación con las y los estudiantes del grado noveno, con quienes se desarrolló la práctica pedagógica; II) reflexiones teóricas entorno a la relación existente entre cultura, tradición y la manera en que la memoria las configura, reflexión sobre la memoria histórica como posibilidad para ejercicios prácticos y la comprensión del modelo pedagógico histórico cultural; y como apartado final, III) la sistematización de la experiencia pedagógica, basada en la presentación de las sesiones en que se desarrolló y los objetivos alcanzados con el grado noveno. Este capítulo evidencia que la memoria histórica es una posibilidad, una herramienta para el trabajo en la escuela, que permite desarrollar ejercicios en los cuales las y los estudiantes se sumerjan en el territorio en el que habitan y así mismo evalúen sus narrativas. El tercer capítulo “La memoria histórica: una posibilidad para la enseñanza de las Ciencias Sociales” reflexiona entorno a dos elementos; el primero, la manera en que se han creado una serie de representaciones sobre el ser campesino en el país y las posibilidades de la memoria histórica en contextos rurales más allá de los hechos traumáticos; y en segundo lugar, una propuesta que busca ubicar la memoria histórica como herramienta para la enseñanza de las Ciencias Sociales en las escuelas colombianas.

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CAPÍTULO I La masacre de El Salado: entre narrativas y representaciones sobre la violencia. 1. Presentación Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000 el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (en adelante AUC) comandado por Rodrigo Tovar Pupo alias 'Jorge 40' irrumpió en “los municipios de El Carmen de Bolívar, corregimiento El Salado, sitio Loma de las Vacas, y vereda El Balguero; Ovejas, corregimientos de Canutal y Canutalito, y veredas Pativaca, El Cielito y Bajo Grande; y Córdoba, vereda La Sierra” (Histórica, 2009:27) y cometió una de las masacres más crueles de la historia reciente del país. Esta incursión armada hace parte de la ocupación paramilitar1 del norte del país que ocurrió entre los años 1999 y 2001 y que en la región de Montes de María registra 42 masacres y 354 víctimas (CNMH, 2009:9). La ocupación paramilitar en el norte del país2 y la crisis humanitaria generada en regiones como los Montes de María no fue objeto de análisis político durante los años siguientes a los hechos y sólo recientemente ha sido objeto de estudio en el marco del proceso de “desmonte” o legalización del paramilitarismo.

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En 1995 se fundaron las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá –ACCU –, y en 1997 se

dieron cita en un lugar de la región los jefes de nueve organizaciones paramilitares de distintos puntos de la geografía nacional para conformar las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC, “provistas de una dirección única y un estado mayor conjunto”, definidas como “un Movimiento Político-Militar de carácter antisubversivo en ejercicio del derecho a la legítima defensa”. (CNMH, 2013: 161) 2

Hacia 1997 la movilización de las fuerzas de Salvatore Mancuso hacia el norte de Córdoba y la

de los grupos de Rodrigo Tovar Pupo hacia el occidente y el norte del Cesar y Magdalena le permitió a los paramilitares establecer una tenaza sobre los siete departamentos de la costa atlántica. (CNMH, 2013: 160)

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Dicho proceso ha ayudado a conocer y esclarecer los relatos y las narrativas propias de las estructuras paramilitares y sus combatientes respecto a hechos diferentes pero estrechamente relacionados, como por ejemplo: violaciones, masacres, control territorial, etc. Todo esto en el marco de la Ley 975 de 2005 que profería una serie de garantías a los grupos que se desmovilizaran, entre los que podemos encontrar el Bloque Héroes de los Montes de María perteneciente al bloque norte de la AUC.

A partir de los hechos acaecidos en el mes de febrero del año 2000, el país ha conocido por diferentes fuentes lo ocurrido; esto ha generado en los círculos académicos, y en el país en general, una serie de discusiones y debates en torno a temas tan amplios, como la resolución del conflicto armado, la reparación a las víctimas y las memorias que sobre éstas se tienen.

Consecuentemente el objetivo de éste capítulo será dar cuenta de las narrativas que se han elaborado entorno a la masacre de El Salado enmarcándolas en el estudio de la región montemariana y los relatos que ha construido el Estado colombiano sobre el conflicto a nivel nacional.

El presente capítulo se compone de tres apartados que en su conjunto permitieron acercarnos al contexto de violencia que envolvió la historia y la memoria del corregimiento de El Salado y de la región montemariana. El primer apartado comprende un análisis sobre la región desde diferentes aspectos, entre ellos la situación geográfica; la población; la economía; la política orientada a la región; los distintos grupos armados y la situación de derechos humanos; los movimientos sociales, especialmente se dará cuenta de las diferentes organizaciones campesinas y gremiales que desde finales de los años sesenta han sido parte de la historia social de la región.

En el segundo apartado y con el fin de identificar la manera como el Estado colombiano ha venido configurando las memorias sobre el conflicto armado se 16

realizara un análisis comparativo entre las diferentes Comisiones de Estudio de la Violencia que han existido en el país desde 1958 hasta el año 2003.

En el tercer apartado se abordarán las diferentes versiones que se han construido entorno a la masacre. Entre estas versiones se encuentran la construida por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación -CNRR. También se pone en discusión la versión construida por el periódico El Tiempo, el sitio web Verdad Abierta, perteneciente al grupo Semana, y por último la academia colombiana representada en la Comisión Colombiana de Juristas.

1.1.

Contexto socio-espacial

El análisis regional de Los Montes de María es fundamental para entender las condiciones, los actores y las disputas que enmarcaron la masacre y la ola de violencia que sufrieron los habitantes de esta región del país. El análisis de lo anterior no solo nos acercará a la naturaleza del hecho central la masacre de El Salado sino que además nos permitirá complejizar la mirada que sobre la región se ha dado desde finales de la década de los sesenta. Para dicho análisis, se abordarán de manera interdependiente la situación geográfica y socio-histórica, la economía regional, el gobierno local, las dinámicas del conflicto armado y social y por último, la situación de Derechos Humanos - DDHH y su relación con la política orientada a la región durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). 1.1.1. Localización y características geográficas de la región: Los Montes de María abarcan una región de la Costa Atlántica colombiana con una extensión de 6.466 km2, cuyo territorio se distribuye entre 15 municipios de los departamentos de Bolívar y Sucre 3 (Ver mapa 1) Por su morfología, caracterizada 3

Los 15 municipios son: 7 pertenecientes al departamento de Bolívar: Córdoba, El Carmen de Bolívar, El Guamo, María La Baja, San Jacinto, San Juan Nepomuceno y Zambrano; y 8 al departamento de Sucre: Chalán, Colosó, Los Palmitos, Morroa, Ovejas, San Antonio de Palmito, San Onofre y Tolú Viejo.

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por diferentes altitudes y tipos de suelo, esta región se orienta hacia la producción agropecuaria, con gran capacidad productiva para abastecer los mercados de la región y de centros urbanos cercanos como Barranquilla, Cartagena y Sincelejo. Las partes altas de la región han sido utilizadas para la agricultura, principalmente por minifundios con una economía de subsistencia. En los valles y en general en las partes planas, el uso predominante es la ganadería extensiva y en algunas zonas el cultivo intensivo del tabaco (PNUD, INDH 2011: 86)

El territorio montemariano se divide en tres zonas, cada una de ellas determinada por corredores principales que comunican con el resto del país.

La primera de estas tres zonas es conocida como Zona Montañosa, que está ubicada en el departamento de Sucre y la atraviesan la Transversal de Occidente y la Transversal del Caribe. La componen los municipios de Chalán, Colosó, Morroa, Ovejas y Los Palmitos. La segunda es la Zona Troncal del Río Magdalena, en el departamento de Bolívar y al nororiente de la región montemariana. La componen los municipios de Córdoba, El Carmen de Bolívar, El Guamo, San Jacinto, San Juan Nepomuceno y Zambrano. Ya por ultimo está la Zona de pie de monte Occidental, ubicada entre los departamentos de Bolívar y Sucre, atravesada por la Transversal del Caribe y bañada por las aguas del océano atlántico (PODEC, 2011, págs. 19-20)

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Mapa 1 Los 15 municipios de los Montes de María, su ubicación en Colombia y la Costa Atlántica.

Fuente: “Montes de María: Una subregión de economía campesina y empresarial”; (Aguilera Díaz, María. 2013: p 19) Mapa 2 Subregiones de los Montes de María

Fuente: Fundación Red Desarrollo y Paz de los Montes de María

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Por su alto potencial productivo y por su vinculación con vías de orden nacional, los Montes de María presentan condiciones favorables para la comercialización de sus diferentes productos y para la movilidad de personas, cualificándose como una región geoestratégica, con conexión tanto nacional como internacional. Estas condiciones hacen que la tierra en esta región sea altamente valorada y que diferentes grupos se disputen el control del territorio. La conectividad vial en la Costa Atlántica colombiana se desarrolló desde mediados del siglo XX, cuando se llevó a cabo la construcción de vías troncales como la de Occidente y la del Caribe, lo cual posibilitó que la región montemariana tuviese mayor comunicación y conexión con el resto del país; haciendo que, por ejemplo, con la construcción de la Troncal de Occidente, El Carmen de Bolívar se convirtiera en el municipio central de la región y que más adelante San Onofre y Toluviejo cobrasen mayor importancia, tras la culminación de la Troncal del Caribe que conecta María La Baja con Sincelejo. Las características anteriormente descritas permiten estudiar distintos aspectos de la economía de la región montemariana y establecer una serie de estadísticas respecto a la producción de diferentes productos agropecuarios. 1.1.2. Economía regional Desde los años noventa se ha venido presentando en la región un acelerado endeudamiento y empobrecimiento, que se complementa con la enajenación durante los últimos años de grandes extensiones de tierra transadas después de las masacres ocurridas a comienzos de siglo XXI. En la actualidad existen grandes extensiones de tierra que están deshabitadas o concentradas en manos de algunos foráneos. Aun teniendo abundancia de tierras fértiles, la región se ha especializado en la producción agrícola y ganadera, consolidándose como una de las principales fuentes para el abastecimiento en la Costa Atlántica, de acuerdo con la afirmación de la Plataforma de Organizaciones de Desarrollo Europeas en Colombia PODEC quien al efectuar un análisis en 2011 a los diez principales productos 20

evidenció que los volúmenes de producción agrícola regional han venido mostrando significativos niveles de desaceleración, lo cual afecta el nivel de ingresos de los agentes económicos y facilita el incremento de la pobreza y la desigualdad en el territorio. Durante el periodo 2003-2007 la producción total disminuyó un 36% (…). De una producción de 494.658 toneladas en el año 2003, se descendió en el 2007 a una de 315.260 toneladas, es decir 179.398 toneladas se perdieron durante el quinquenio. Los cultivos que más contribuyeron al decrecimiento de la producción fueron en su orden: los ajíes dulce y picante con el 100%, desapareciendo del mapa productivo regional; el tabaco negro con una baja del 99%; el ñame del 33%; el maíz del 7%. Igualmente la producción del arroz mecanizado ha venido declinando desde el 2005, año en que se obtuvo la mayor producción. Como factores que explican esta disminución en la producción es posible citar, entre otros: a) los altos niveles de sequía que ha sufrido la región, b) la aparición de plagas, c) la falta de técnica por parte de la política pública sectorial y d) los problemas de agotamiento de los suelos, debidos sobre todo al significativo avance de la desertificación en el territorio. (PODEC, 2011: 26)

Lo anterior es un ejemplo del cambio de usos de la tierra durante los últimos años en la región, lo cual se relaciona directamente con la posesión y concentración de la misma; acentuando la tendencia a la desaparición de los usos tradicionales en favor de cultivos extensivos como el de palma. Adicionalmente, una muy baja proporción de los campesinos que aún viven en la región, y que no se fueron cuando comenzaron a ser implementadas una serie de políticas que hacían cada vez más difícil su estadía en la zona, son propietarios de la tierra que trabajan o incluso de aquella en la que viven, y muchos de los cultivos que se encuentran allí presentes se limitan al consumo mismo de las familias.

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Tabla 1 Mercados Regionales

Productos

Mercado Destino

Aguacate

Cartagena, Barranquilla, Sincelejo, Medellín y otras ciudades del interior

Ají picante y

Barranquilla, Cartagena y Sincelejo

dulce Ajonjolí

Cartagena, Barranquilla y Carmen de Bolívar

Algodón

Medellín

Arroz

Cartagena, Barranquilla

Caña de Azúcar

Consumo Local

Maíz

Medellín

Miel de Abejas

Cartagena y Sincelejo

Ñame

Barranquilla, Cartagena y Sincelejo

Palma aceitera

María La Baja

Piscicultura

Cartagena y Sincelejo

Plátano

Cartagena, las Antillas y EEUU

Yuca

Sincelejo, Cartagena, Valledupar y el interior del país.

Fuente: Observatorio de Cultura Política, Paz, Convivencia y Desarrollo de Los Montes de María.

En la tabla número 1 se aprecia la variedad de productos que se producen en la región y hacia dónde son comercializados, también se puede ver que la mayoría de estos productos se venden dentro de las ciudades más cercanas a los centros de producción como Cartagena, Barranquilla y Sincelejo, sin dejar de lado que muchos de estos son para el auto-consumo; no entra, por ejemplo, el tabaco aquí porque desde hace más de quince años ha venido decayendo su producción y consumo tanto en la región como en niveles más localizados.

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Uno de los productos más representativos y que generó gran parte de los dividendos desde finales de los años sesenta fue el tabaco4, sin embargo en la tabla anterior no se muestra porque su cultivo y posterior cosecha ha ido decayendo desde finales de los años ochenta, además la sistemática violación de los derechos humanos a la que se ha visto expuesta la región por la presencia de distintos grupos armados y su violencia desmedida contra la población civil ha afectado la estabilidad y las dinámicas locales, con ello la economía campesina. Estos dos factores han hecho que gran parte de las empresas que funcionaban en la región se fueran o se fusionarán, cambiando las exigencias sobre el tipo de tabaco a la población que lo cultiva.

Es importante señalar que la sobreutilización y subutilización de las tierras en los Montes de María está directamente relacionada con la dicotomía existente entre la producción agrícola y la ganadera; en ese orden de ideas, vemos que: “la vocación agrícola se presenta en 268.026 has., y la vocación para ganadería corresponde a 71.296 has.; sin embargo, de acuerdo con el uso actual del suelo, hay un predominio de tierras en pastos con un total de 406.119 has. (…), mientras que en agricultura se usan sólo 165.068 has. Es decir hay una sobreutilización de los suelos en ganadería del 469%, y una subutilización del 61.6% en agricultura” (GMH, 2010: 76) Esto nos lleva a pensar directamente sobre cómo se ha llegado a estas cifras y la manera en que la diferenciación entre el uso y la vocasión de la tierra afecta a los habitantes de la región montemariana. En otro renglón de la economía, “la producción industrial de la región es incipiente aunque existen procesos artesanales de curtiembre, fabricación de tejidos y sombreros, producción de tabaco picado y secado manual de la yuca. En el sector de servicios aún no hay actividades importantes en desarrollo, pero se tiene

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El tabaco es un cultivo que se adapta a terrenos pobres en nutrientes y con escasez de agua. En la medida en que es sensible a la humedad, es preferible el déficit que el exceso de agua. El clima influye en la vegetación del ciclo productivo y la temperatura óptima varía de 18°C a 28°C. Es un cultivo anual y la variedad que se produce en la subregión MM es el tabaco negro o cubita, que se siembra entre febrero y junio y se recoge entre agosto y diciembre con fines de exportación. (Aguilera Diaz, 2013: 40)

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potencialidad en ecoturismo, gracias a las áreas protegidas como los Santuario de Flora y Fauna Los Colorados, El Chorchal “EL Mono Hernández” y la Reserva Forestal Protectora Serranía de Coraza y Montes de María” (Aguilera Diaz, 2013: 28)

Es importante señalar que buena parte del control que se ejerce sobre los territorios y lo que en ellos se produce es decisión de quienes detentan grandes extensiones de tierra, ya sean adquiridas hace poco o producto de herencias familiares, y así mismo generan una serie de pautas a seguir para la población que habita dichas zonas. 1.1.3. Gobierno local La región presenta una serie de características particulares en su funcionamiento, que pone de manifiesto la relación que existe entre la posesión de la tierra y la representatividad política, esto conduce a que en muchos casos los grandes terratenientes sean los mismos que configuran el accionar y el direccionamiento de las políticas regionales.

El propietario de la gran hacienda, además de gozar de poder económico, también controla el poder político local, ya sea porque éste provee de trabajo al pequeño campesino, o compra su ganado y/o su producción agrícola al menudeo; de esta manera se fortalece el capital político del latifundista, que le sirve para despertar el interés de candidatos a congresistas, gobernadores, alcaldes y concejales entre otros, en periodos electorales. (GMH, 2010: 85)

Esta dinámica conlleva que se establezcan una serie de relaciones entre aquellas personas que detentan el poder económico/político y la población que está inmersa, de múltiples maneras, en las zonas donde estos ejercen su autoridad; encontramos una relación vertical donde la población sobre la que se ejercen distintas formas de poder no se entiende como “ciudadanos-plenos que gozan efectivamente de sus derechos, sino ciudadanos-clientes que deben estar

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agradecidos” (p. 85) por lo poco o mucho que por ellos hagan los grandes propietarios y toda su red clientelar.

Justamente Amaranto Daniels (2007) establece una serie de características de la región montemariana que la enmarcarían dentro de lo que Anthony Giddens denomina como “Modernidad Tardía”: 

Una sociedad de un talante señorial y aristocrático, con bajos niveles de ciudadanía y la carencia de una sociedad civil que promueva la defensa de un Estado de Derecho. Estamos en presencia de una elite conservadora y costumbrista, que impide construir una estructura social relativamente móvil con posibilidades de ascenso, y que por el contrario es el fundamento de un orden social marcado por la desigualdad y la exclusión. En últimas, conciben el mundo predestinado por la voluntad divina y en donde la libertad humana juega un papel mínimo en una sociedad de carácter estático.



La ausencia de un espíritu y carácter empresarial de riesgo para la actividad productiva, la cual se apuntala sobre una dinámica agroexportadora (Tabaco), la ganadería extensiva y más recientemente la agroindustria de la palma. A modo de contraste, en otras regiones del país desde los años 50, se inicia la fase de “industrialización”, la cual hoy día brilla por su ausencia en la región. En otras palabras no se establece una estructura económica con capacidad de acumulación constante, indispensable para la generación de ingresos y empleo.



Un sistema político/administrativo en donde se asume el “Gamonalismo Rural” como modelo de gestión, en donde las instituciones encargadas de la provisión de los bienes y servicios que demanda la sociedad, terminan siendo permeadas por la práctica “clientelista-electoral”, en detrimento del ejercicio de los Derechos Ciudadanos. 25

Se puede afirmar que los nexos existentes entre el sector público y el sector privado con diferentes grupos armados, como se verá más adelante, ha ayudado a que la región siga con unas determinada formas políticas y organizativas centradas en la representación política basada en el clientelismo, lo que repercute en la población, pues las posibilidades democráticas se ven diezmadas por culpa de los grandes terratenientes conjugados con sectores políticos y económicos. De esta manera la tenencia de grandes extensiones de tierra y el poder económico se han configurado como un elemento imperante a la hora de la representación electoral. Dichas conexiones entre la tenencia de grandes extensiones de tierra y el poder político y social sobre la población se pueden evidenciar en personas como Santander Cohen5 y el gran poder que tenía sobre las decisiones que se tomaran en El Salado, hasta mediados de la década de los noventa. 1.1.4. Dinámicas del conflicto armado y social en la región En Los Montes de María han hecho presencia desde hace más de cincuenta años distintos grupos armados al margen de la ley, de múltiples orientaciones ideológicas y políticas, que en todos los casos han dejado a la población civil en el medio de los enfrentamientos, es por ello que analizar de manera cronológica de su accionar en la región se convierte en un ejercicio imprescindible a la hora de entender el conflicto armado y sus múltiples consecuencias. Entre los primeros grupos que hicieron presencia activa desde los años sesenta encontramos al Partido Comunista Marxista y Leninista - PCML, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria - MIR y el Ejército Popular de Liberación - EPL. Más adelante en los años setenta entraría en escena el Partido Revolucionario de los Trabajadores - PRT y desde mediados de los años ochenta y como parte del plan de expansión territorial llegan a la región las FARC con los Bloques 35 y 37, liderado éste último por Gustavo Rueda Díaz alias “Martin Caballero”, y el Ejército de Liberación Nacional - ELN con el Frente Jaime Bateman Cayón. 5

Uno de los principales terratenientes de El Salado, quien sería amenazado por las FARC y asesinado por estas en 1995.

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Un elemento central tiene que ver con el hecho de la desmovilización de distintos grupos guerrilleros en el marco de los procesos de paz iniciados en 1982 bajo la presidencia de Belisario Betancur, quien precedido por Virgilio Barco y Cesar Gaviria llegarían a acuerdos con distintas guerrillas, algunas de las que operaban en las inmediaciones de Los Montes de María; ejemplo de ello las desmovilizaciones de carácter nacional encontramos la del M-19 en 1990 y el PRT, el EPL y el Movimiento Armado Quintín Lame - MAQL en 1991 y la Corriente de Renovación Socialista - CRS en 1994. El posicionamiento de las distintas guerrillas en la región montemariana conllevó a que se organizaran pequeños grupos paramilitares en distintos municipios y corregimientos, como “Los Méndez” en El Salado, hasta que en 1997 las AUC con el Bloque Héroes de Montes de María incursionaron de manera cruenta, siendo ésta la irrupción armada que mayor mella dejó en la población. Al respecto es importante señalar que este bloque estuvo estructurado en tres grupos, Frente Canal del Dique, Frente Central Bolívar y Frente Golfo de Morrosquillo, todos liderados por alias “Diego Vecino”. El mapa número 3 muestra la distribución de los distintos frentes del Bloque Héroes de Montes de María en los municipios de la región:

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Mapa 3 Localización del Bloque Héroes Montes de María en la región, antes de la desmovilización del Julio del 2005

Fuente: (ILSA, 2012: 12)

La presencia tanto de grupos paramilitares como de grupos guerrilleros llevó a una constante disputa y combates permanentes que afectaron tanto a la población civil como a sus procesos organizativos; cabe aclarar que dichas organizaciones campesinas desde el inicio tuvieron la posición de no permitir que los distintos grupos armados se interpusieran en sus dinámicas organizativas. En la tabla 2 se observa cómo desde mediados de la década de los noventa los picos de intensidad del conflicto armado van en aumento de manera progresiva y tienen como punto máximo el año 2000, que representa las distintas masacres ocurridas en ambos departamentos ese año; uno de los ejemplos más significativos de ésto fueron la masacres de El Salado y Macayepo, corregimientos de El Carmen de Bolívar cometidas por las AUC.

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Tabla 2 Evolución de la intensidad del conflicto armado (1990-2002)

Fuente: Base de Datos de la Presidencia de la República y Boletín del DAS. Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH.

La década de los noventa se marca para la región como una época en la cual la población se encuentra en medio del fuego cruzado entre las FARC y las AUC pero también entre las FARC y las fuerzas armadas estatales, esto último hizo que en muchos corregimientos y municipios el Estado decidiera retirar las bases y los comandos allí presentes, lo cual se conjugó de manera ideal con los planes de expansión territorial de las AUC por los siete departamentos de la Costa Atlántica colombiana. En ese orden de ideas, es necesario dar cuenta de la manera en que los noventa se configuraron como la década de continuos enfrentamientos por la expansión territorial tanto de las FARC como de las AUC. Por un lado encontramos que los Bloques 35 y 37 de las FARC inician un hostigamiento constante a latifundistas y fuerzas armadas estatales y llevan a cabo acciones violentas contra la población civil como el caso de lo ocurrido en el municipio de Colosó en 1995: A comienzos de 1995, las FARC sitiaron el municipio de Colosó. Una vez instalados allí, se presentaron una serie de amenazas y homicidios contra la población civil, la violencia desatada y la falta de seguridad generaron que las autoridades civiles, la Alcaldía, la registraduría, los puestos de salud y las escuelas

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pararan actividades; también se causó el desplazamiento de más de 450 familias en abril del mismo año. (CNMH., 2012: 349 - 350)

Por otro lado, el control y la injerencia de las AUC se haría presente en la región desde 1997, cometiendo actos violentos contra la población civil como masacres y asesinatos selectivos, éste es el caso de El Salado donde en marzo de ese mismo año se perpetró una masacre que dejaría como saldo final un total de cinco personas asesinadas y cerca de 3000 habitantes, de 7000 totales, desplazados. El dominio y la expansión de las guerrillas en la zona duró hasta mediados de los noventa, cuando los grupos de autodefensas las empezaron a perseguir y atacar. La segunda mitad de esta década se caracterizó por un escalonamiento de la violencia, en la que la guerra por el dominio territorial y los ataques a la población civil, tanto por parte de la guerrilla como por los paramilitares, serían constantes. (p. 354)

No se puede dejar de lado las estructuras locales paramilitares que serían apoyadas y nutridas por las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá ACCU que más adelante se fusionarían con otras estructuras para crear así las AUC. El poder paramilitar recibe un impulso con la llegada de grupos armados traídos desde Urabá por los terratenientes golpeados por la guerrilla. Cuando se creó la primera Convivir en los Montes de María, en abril de 1995, la alianza entre los políticos-ganaderos y narcotraficantes sucreños y los paramilitares de las ACCU (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá) de los Castaño era un hecho. (PNUD, 2012: 98)

Entre 1999 y 2001 las AUC cometieron 42 masacres en la región montemariana que dejarían un total de 354 víctimas mortales, lo que llevó a que el gobierno de Álvaro Uribe Vélez desde 2002 la definiera como “Zona de Rehabilitación y Consolidación del Orden Público” y que después de iniciado, en 2005, el proceso de Justicia y Paz definiera a Los Montes de María como en situación de posconflicto en 2008, evidenciado esto en cuatro acciones:

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i.

La desmovilización de los Bloques paramilitares “Héroes de los Montes de María”, con sus frentes Canal del Dique, Central Bolívar y Golfo de Morrosquilo, en 2005;

ii.

ii. El fuerte golpe militar perpetrado por la fuerza pública contra las FARC en el 2007, con la muerte de Martin Caballero - Comandante del Frente 35 y miembro del Bloque Caribe de las FARC;

iii.

iii. El incremento exponencial de la presencia de la fuerza pública en los Montes de María y,

iv.

La implementación del Plan Nacional de Consolidación de la Seguridad en el territorio desde el año 2007 en la región. (ILSA, 2012: 6)

La incursión de los diferentes grupos armados, sobresaliendo las FARC y las AUC, y las acciones cometidas durante el gobierno Uribe Vélez permiten dar cuenta de una serie de situaciones específicas que ubican a Los Montes de María como una región en conflicto desde finales de los años sesenta, sobre la cual se han desarrollado diferentes estrategias para mitigar este flagelo y en donde ha quedado como principal víctima la población civil por los enfrentamientos entre un grupo y otro. Es por ello, que se hace necesario entender la manera en que se han visto afectados los derechos humanos de la población y las diferentes formas que han tomado estas violaciones traducidas en secuestros, asesinatos selectivos y masacres entre otras. 1.1.5. Situación de Derechos Humanos Desde la década de los ochenta como se mostró anteriormente, en la región aumentaron los crímenes cometidos contra la población civil, referido esto en casos específicos como masacres, desplazamiento forzado, asesinatos selectivos y secuestros, etc. Estas situaciones fueron escalando y desde mediados de los noventa hasta inicios del 2000 tuvieron una serie de picos que demuestran la injerencia

directa

de

los

distintos

grupos

corregimientos y veredas de los Montes de María.

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armados

en

los

municipios,

De acuerdo con estadísticas oficiales, el desplazamiento forzado ha ido en decrecimiento desde comienzos de siglo, pero con cifras alarmantes incluso después de la desmovilización en 2005 de 594 paramilitares del Bloque Héroes Montes de María de las AUC. Los municipios más afectados por desplazamientos forzados fueron precisamente los que en otras épocas tuvieron mayor florecimiento de organizaciones sociales y campesinas, como El Carmen de Bolívar y Ovejas.

Tabla 3 Desplazamiento forzado en la región de los Montes de María. 1997- 2010.

Fuente: Elaboración del ILSA con base en los datos del texto La tierra en disputa. Memorias del despojo y resistencia campesina en la costa Caribe 1960 - 2010. CNRRGMH

Otro elemento de gran importancia en la definición de la situación de derechos humanos han sido los distintos y complementarios Planes Nacionales de Desarrollo, específicamente los proferidos durante los 8 años de presidencia de Uribe Vélez. Entre el 2002 y 2010 el país estuvo regulado por dichos planes y en los Montes de María se desarrollaron diferentes acciones para intervenir la región, como la definición en septiembre de 2002 como “Zona de Rehabilitación y Consolidación del Orden Público”. A propósito, cabe mencionar que las políticas de seguridad orientadas a la región no se desarrollaron ni diseñaron de igual 32

manera en los dos periodos de Uribe Vélez, para el periodo comprendido entre el 2002 hasta el 2006 se puso en marcha “La Seguridad Democrática” que se comprendía como “el ejercicio de una autoridad efectiva que sigue las reglas, contiene y disuade a los violentos y está comprometida con el respeto a los derechos humanos y la protección y promoción de los valores, la pluralidad y las instituciones democráticas“(PND 2002-2006: 25) mientras que para el periodo comprendido entre el 2006 hasta el 2010 se desarrolla una “política de defensa y seguridad democrática” que se comprende como una serie de “acciones y estrategias dirigidas a garantizar el control del territorio, combatir frontalmente las drogas y el crimen organizado, garantizar la seguridad ciudadana, solucionar el flagelo del desplazamiento de la población, proteger y garantizar el respeto de los derechos humanos, procurar la reconciliación, vincular a los entes territoriales en el marco de una estrategia global y diseñar y promover un modelo de desarrollo y paz” (PND 2006-2010, 1)

En ambos periodos de gobierno se evidenció una preocupación respecto a la institucionalidad y la pérdida de legitimidad del Estado colombiano frente a la población civil; como estrategia para reforzar los planteamientos del plan seguridad democrática puesta en marcha desde 2002 se llevó a cabo un aumento significativo del pie de fuerza militar y con ello se buscaba garantizar el control no sólo del territorio, sino sobre las personas y la sociedad en general, desde la cual cualquier tipo de iniciativa o acción planteada que se considerase contraria a los intereses del Estado sería entendida como violenta y/o enemiga y por lo tanto debería ser coartada, desarticulada y judicializada. Así mismo, no es posible dejar de lado las diferencias evidentes entre un proyecto de “defensa y seguridad democrática” y “el garantizar y proteger los derechos humanos”; durante el gobierno Uribe hablar de Derechos Humanos y de paz se convirtió en una práctica discursiva para dar otro tinte a la situación colombiana y hacer parecer al Estado como un agente interesado en la construcción de una sociedad

realmente

democrática,

plural

y

que

respetaba

los

acuerdos

internacionales a los cuales se había adscrito. El aumento del pie de fuerza en las 33

zonas que se definieron como estratégicas en el Plan Nacional de Consolidación lleva a cuestionarse sobre los intereses reales del control de las mismas. Como se había mencionado, los Montes de María fueron definidos como zonas estratégicas, esto hizo que la acción gubernamental se centrará en cuatro municipios: El Carmen de Bolívar, San Jacinto, Ovejas y San Onofre. Es importante resaltar que la acción ejecutada en los municipios de El Carmen de Bolívar y Ovejas estuvo focalizada precisamente en los corregimientos que se vieron más afectados por la avanzada paramilitar de comienzos de siglo, El Salado, Macayepo y Chengue; donde se ejerció un control absoluto, que como ya se indicó no se limitó a lo meramente territorial sino al control sobre la vida y los tránsitos de las personas residentes y visitantes de estas zonas.

Otro elemento que ha sido de gran importancia en la violación a los DDHH de la población montemariana ha sido el despojo de tierras que han sufrido desde mediados de los años noventa con las incursiones de grupos paramilitares. Esto se ha hecho evidente no solo en los múltiples desplazamientos de los que han sido víctimas, sino también en el constante acoso por parte de diferentes empresas y empresarios locales y foráneos para la venta de sus tierras ya sea de una forma u otra.

Edwin de los Ríos Jaramillo (2011) apunta dos modalidades distintas, pero complementarias, en el despojo de tierras en los Montes de María: I) compra de tierras que se encuentran con deudas hipotecarías que no han podido pagar debido al desplazamiento forzado (…) y a la posterior pérdida de su capacidad productiva, dichos intentos de compra y compras se dan por parte de empresas que mediante intermediarios con posesión de las bases de datos de los campesinos deudores, les presionan y atemorizan con perder sus títulos para que les vendan a bajo precio sus tierras. II) cercamiento de caminos y cuerpos de agua, incluso con mallado electrificado, para evitar que los pobladores accedan a ellos. Mediante este mecanismo se “asfixia” a los habitantes y pequeños

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propietarios hasta el punto de considerar la venta de sus predios como la mejor alternativa. (De los Ríos Jaramillo, 2011: 13-14)

Vemos entonces que la población de los Montes de María se ha visto vulnerada por

diferentes grupos

armados al margen

de

la

ley

y por

políticas

gubernamentales.

En resumen las políticas implementadas en la región hasta ahora no han sido del todo efectivas, pues los campesinos no han gozado de garantías reales para el ejercicio pleno de su ciudadanía ya que aún se encuentran afectados por los intereses de unos pocos sobre sus territorios.

Sin embargo, han sido múltiples las organizaciones en los Montes de María que dan cuenta de la capacidad de articulación que tienen los campesinos de la región para unirse y sentar posiciones claras frente a la situación por la que atraviesan; a continuación se exploran algunos de estos ejercicios organizativos, sobre todo en el caso específico de El Salado. 1.1.6. Las luchas campesinas en la región Desde finales de los años sesenta los Montes de María han sido protagonistas del crecimiento exponencial y prolongado de diferentes estructuras organizativas campesinas y obreras, como gremios de trabajadores del tabaco y asociaciones nacionales como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos - ANUC6 que nace en el marco de una iniciativa presidencial de orientación liberal, liderada por el presidente Carlos Lleras Restrepo. Este proceso organizativo se dio en el contexto normativo de la Reforma Agraria de 1961 que no cumplió con las expectativas de la población campesina:

6

Por medio de la resolución 061 de mayo de 1967 se creó la división de Organización Campesina dentro del Ministerio de Agricultura, y del decreto 755 de 1967, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos nació con el objetivo de inscribir a arrendatarios y aparceros para hacerlos propietarios, generar canal entre los campesinos y el Estado para el fomento y utilización que éste brindaba al agro colombiano. (GMH, 2010: 213)

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La ley de reforma agraria, Ley 135, se promulgó en 1961, durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo. Los objetivos de la reforma eran modernizar el sector agrario, aumentar su productividad e integrarlo al desarrollo capitalista del país. Otro objetivo fue pacificar las áreas rurales afectadas por la acción de la guerrilla. (Rudqvist, 1983: 5)

Por otro lado el fallo del proyecto de Reforma Agraria puesta en marcha desde 1961 fue la respuesta a la presión ejercida por los grandes terratenientes de todo el territorio colombiano que no estaban dispuestos a ceder o perder tan fácilmente sus propiedades y así mismo el control que ejercían sobre el grueso de la población campesina en todo el país: La Ley 1 de 1968 permitió la expropiación de tierras privadas cultivadas por arrendatarios o aparceros, que tenían a su cargo lotes de hasta 15 hectáreas. La Ley contenía asimismo otros artículos, pero el mencionado fue el que creó las tensiones y conflictos entre los terratenientes y aparceros, arrendatarios y campesinos sin tierras. En los departamentos de la Costa Atlántica, la promulgación de la Ley 1 dio lugar a un aumento de las tensiones entre los propietarios y los campesinos, que tuvo como consecuencia la realización de ocupaciones de tierras por los campesinos. Estos departamentos presentan los índices más altos de concentración de la tierra en Colombia, siendo que la mayoría de los terratenientes costeños en esa época, eran del tipo tradicional dedicado a la ganadería extensiva y de baja productividad sobre grandes extensiones de tierra. En esas áreas, los campesinos recibieron un apoyo cauteloso del gobierno. (Rudqvist, 1983: 6)

Un elemento central para entender las diferentes posiciones que se fueron modelando dentro de la ANUC es la división en dos líneas que ésta sufre en su II Congreso Nacional realizado en Sincelejo en 1972. “Una de éstas líneas más apegada a la institucionalidad y las orientaciones que desde el Estado se desprendían y otra más autónoma y de cierta orientación a la izquierda; la primera de ella denominada ANUC Línea Armenia y la segunda llamada ANUC Línea Sincelejo” (GMH, 2010: 222) y a las cuales diferentes expresiones organizativas se vincularían y harían cada vez más fuertes y numerosas. 36

Mapa 4 Organizaciones campesinas durante la década de 1970

Fuente: La tierra en disputa, CNRR-Memoria Histórica, 2010, p. 224

Los mapas 4 y 5, muestran la distribución de las diferentes organizaciones campesinas y sociales en los departamento de Bolívar, Córdoba y Sucre, siendo estos tres focos importantes para la organización desde los años sesenta, también se puede observar, aunque no esté delimitado, una fuerte concentración de organizaciones en la región montemariana en ambos mapas, siendo así una de las regiones líderes en lo que se refiere a reivindicaciones campesinas.

37

Mapa 5 Organizaciones campesinas durante la década de 1980

Fuente: La tierra en disputa, CNRR-Memoria Histórica, 2010, p. 240

Para el caso específico de los Montes de María se da la creación de un gremio de trabajadores del tabaco, desde campesinos que lo cultivaban y cosechaban hasta empleados de las fábricas que lo procesaban y transformaban, que encontraron en la ANUC una organización para fortalecer sus propuestas y así nutrirse en doble vía. Dicho gremio de trabajadores tuvo gran importancia en El Carmen de Bolívar y Ovejas incluyendo sus corregimientos, éste elemento es vital pues desde inicios del Siglo XX se ve en el primer municipio un crecimiento constante en la producción de tabaco negro: Lo primero que constatamos, al mirar de conjunto las primeras décadas del siglo XX, es la presencia de El Carmen de Bolívar, incluida la antigua provincia de su nombre y algunas áreas aledañas, como un gran emporio de la industria

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tabacalera –entendida ésta como producción artesanal de tabaco- vale decir con exactitud: producción de tabaco negro en rama. (Blanco Romero, 2009)

Es preciso aclarar que el tipo de producción de tabaco y sus variedades han sufrido cambios significativos en los últimos años; como primer elemento encontramos que, desde mitad y hasta finales de Siglo XX la variedad que se cultivaba y procesaba era el tabaco negro tipo cubita, que para su producción requería de un trabajo familiar arduo y de meses, y que además generaba muchos puestos de trabajo en el campo y en los cascos urbanos de los corregimientos y municipios; luego, desde comienzos de Siglo XXI, y con los cambios en las políticas económicas regionales, la producción ha sido orientada casi que exclusivamente hacia el cultivo y transformación del tabaco tipo Burley (más conocido como tabaco rubio por las tonalidades marrón que toma después de ser curado al aire). A pesar de que el tabaco rubio ofrece mejores dividendos para los campesinos productores de tabaco, este cultivo ya no genera muchos empleos en fábricas, porque como afirman muchos campesinos productores de tabaco, ya no existen las fábricas de antaño y el tabaco, del tipo que sea, ya no es, ni da lo mismo que antes, aunque para la temporada de 2013-2014 se ha visto una gran reactivación en la producción de tabaco, sobre todo el negro lo que genera mejores dividendos para la población y para empresas como la CdF Colombia S.A7. A través de eso, las empresas comenzaron a estudiar lo que era en sí la calidad del tabaco, y se centraron exactamente a todo lo que se relaciona al territorio de El Salado. Esa región de El Salado era de donde salía el mejor tabaco para exportación, de toda Colombia, hablando de tabaco negro tipo cubita. Tan es así, que en El Salado se centraron dos empresas que pusieron sucursales exclusivamente para el Tabaco de El Salado, y lo trabajaban, y lo manipulaban, únicamente y exclusivamente con mano de obra salaera, era una fuente de 7

CdF International Group opera en el país como CdF Colombia S. A. con dos fábricas ( plantas de producción) y tres bodegas, donde emplea más de 400 personas durante la temporada. CdF Colombia produce la variedad Carmen Cubita para la envoltura, amarre y llenado de tabacos. CdF International Group hace parte de Hail & Cotton International Group, que se conforma en 2011. (http://hailcottonintl.com/operations/op-origins/colombia/14-colombia-page revisado 16 de abril de 2014) Traducción del autor.

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empleo muy buena que había ahí, desafortunadamente el valor representativo en lo que a comercio se refiere, no compensaba con lo que el campesino hacía un esfuerzo para sacar adelante. Eso en una forma muy lenta, pero comenzó a hacer mella dentro del cultivo, las calidades se fueron perdiendo, porque las empresas no le daban el valor agregado, el valor representativo que en realidad debían de obtener los campesinos por kilo de tabaco, cultivado, cosechado legalmente para procesar y exportar (En entrevista a Hector Navarro, enero de 2013)

El Salado fue uno de los lugares que más desarrollo presentó respecto a la producción y cosecha del tabaco negro desde los años sesenta; esto fue posible gracias a las condiciones geográficas que permitieron se posicionara como tal. La población campesina de El Salado participó de manera activa, y liderando en muchos casos, la organización y movilización de los campesinos tabacaleros en la región montemariana, de lo cual aún quedan muchos recuerdos entre sus habitantes, uno de los más comunes tiene que ver con el Paro Tabacalero de 1973. Después de superar numerosos inconvenientes, los asalariados consiguieron crear, en 1972, el Sindicato de Trabajadores de Empresa de la Industria del Tabaco de la Costa Atlántica. Diez años atrás, los obreros habían realizado un paro por mejores salarios. En 1973, la naciente organización obtuvo una resonante victoria tras nueve días de huelga, en la que contó con el apoyo de los cosechadores del tabaco. (…) Los combatientes alcanzaron a imponer 42 de los 50 puntos exigidos. (Lozano, 1988: 3)

Como afirman muchos campesinos, la ANUC se vio fortalecida, por lo menos en corregimientos como El Salado y municipios como El Carmen de Bolívar, gracias a las organizaciones gremiales en torno al tabaco, si bien la existencia de la ANUC y su presencia en la región venía de tiempo atrás, desde finales de los años sesenta su articulación con los problemas de los tabacaleros fue lo que le dio la posibilidad de crear cada vez más comités veredales. La ANUC entra a defender los derechos del campesino tabacalero en la región desde el año 73, que fue cuando se hizo el levantamiento obrero para conseguir los mejores dividendos dentro de sus prestaciones como trabajador, de ahí para

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acá entro la ANUC; mientras tanto la ANUC pues existía pero no tenía el, digamos que el, apoyo máximo sobre los cultivadores de tabaco, sí entraba, sí se manejaba, pero en el proceso del apoyo a las creaciones de los comités campesinos para la consecución de unidades agrícolas, a través del INCORA, en esa parte ellos sí se mantuvieron desde su creación hasta la presencia, se puede decir, siempre estuvieron ahí presentes. Ellos eran los que gestionaban y los que organizaban los comités para que los campesinos fuesen beneficiados con la UAF, que son las Unidades Agrícolas Familiares; y ellos cuando ya se organizó y se entró al levantamiento obrero para la consecución de mejores prebendas en los salarios de los obreros, pues ya ella hizo parte con las centrales obreras que apoyaron el levantamiento para la época. (En entrevista a Navarro, Héctor: enero de 2013)

Si bien la toma de tierras que era uno de los elementos más importantes dentro del accionar de la ANUC, por lo menos en El Salado y el resto del municipio de El Carmen de Bolívar, no fue una constante, sí lo fue la organización de gremios del tabaco, que reunían tanto a hombres como mujeres y que fue uno de los primeros pasos para la exigencia de la máxima de la ANUC “La tierra es pa’l que la trabaja”, viendo así el crecimiento cualitativo y cuantitativo en pocos años de los procesos organizativos y de movilización en la región montemariana. Vemos entonces que los Montes de María desde hace cinco décadas se han posicionado como un actor fundamental en las luchas por condiciones de vida y empleo digno, traducido ésto en diferentes organizaciones y gremios articulados a procesos nacionales como la ANUC, sin embargo desde hace por lo menos tres décadas la influencia de los diferentes grupos armados al margen de la ley hace que la cohesión social se vaya debilitando y por ende las posibilidades organizativas de los campesinos de la región. Lo anterior sumado al debilitamiento propio de las organizaciones, por divisiones y rencillas que frenarían sus posibilidades de acción. De tal manera buena parte del estancamiento y posterior debilitamiento de las organizaciones campesinas de Los Montes de María se debe a dos factores: i) la injerencia de distintos grupos armados en la región, dejando como saldo un 41

número elevado de violaciones a los derechos humanos ejemplificados en masacres

y

asesinatos

selectivos;

ii)

las

disputas

políticas

entre

las

organizaciones. Así, la forma en que se ha estudiado el conflicto armado, social y político en el país se convierte en un elemento imprescindible para entender los relatos que se han construido sobre Los Montes de María y específicamente sobre El Salado como corregimiento victimizado. Por consiguiente en el siguiente apartado se estudiarán las diferentes comisiones de estudio de la violencia en Colombia y las representaciones que sobre el conflicto han creado a partir de las posiciones y documentos creados como producto de las investigaciones en las diferentes zonas; también se hará especial énfasis en las comisiones que se han concentrado en los Montes de María y qué representaciones se han creado sobre ésta región. 1.2.

Las Comisiones de Estudio de la Violencia en Colombia.

Este apartado, tiene como objetivo hacer un análisis comparativo de las diferentes Comisiones de Estudio de la Violencia que han existido en Colombia desde 1958 hasta el 2003 con el fin de identificar la manera en la cual el Estado colombiano ha venido configurando los relatos y las representaciones sobre el conflicto armado, social y político. En términos generales podemos afirmar que las diferentes Comisiones de Estudio de la Violencia se pueden entender como pequeñas radiografías que ayudan a esclarecer un panorama general sobre el conflicto y su evolución desde finales de los años cuarenta a lo largo y ancho del territorio colombiano; han posibilitado la generación de una serie de políticas y lineamientos para los gobiernos de turno y así mismo la creación de espacios de participación y creación plural y la realización de diferentes materiales que dan pie al estudio de la violencia en Colombia y ayudan a entender su origen.

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Las Comisiones de Estudio de la Violencia en Colombia se han transformado conforme el pasar de las décadas, esto obedece a dos elementos: el primero, la evolución que ha tenido el conflicto armado, social y político colombiano desde finales de la década de los cuarenta. El segundo elemento, el contexto y la visión social, política y económica de cada uno de los gobiernos y de los equipos que han conformado las distintas comisiones.

Es de vital importancia clarificar que durante casi 30 años, entre 1958 y 1987, no hubo ningún tipo de comisión para el estudio y la superación de la violencia, sobre todo en los momentos en que el conflicto que atravesaba Colombia asumía nuevos matices y los diferentes grupos comenzaban a usar variadas prácticas para llevar a cabo sus idearios políticos e ideológicos.

Es importante señalar que la creación de las distintas comisiones ha ayudado a configurar las ideas que se tienen sobre el conflicto mismo, a la vez que han generado unas memorias y representaciones sociales que sostienen esas ideas. Por otro lado, gracias a las diferentes publicaciones que en el marco de estas comisiones han sido elaboradas, se han introducido en el país una serie de debates que desde diferentes posturas han elevado el tema de la violencia política insertándolo en el escenario público y académico.

Por otra parte, podemos establecer una serie de diferencias entre lo que han sido para el caso colombiano las comisiones de estudio de la violencia y lo que han sido, en términos generales, las comisiones de la verdad en varios países, como Argentina, Chile y Sur África. Vemos entonces que:

Esos organismos [las comisiones de la verdad] se establecen por un período de tiempo corto, de uno a tres años en promedio, y pueden emplear a cientos de personas para recoger testimonios individuales, organizar audiencias públicas y efectuar investigaciones de casos y estudios temáticos. (Hayner, 2006: 1)

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Aunque en Colombia también se han hecho investigaciones de casos y estudios temáticos no se ha generado una comisión que analice de manera nacional todas las implicaciones que ha tenido el conflicto armado, político y social. Por otro lado las comisiones de la verdad poseen un sentido más amplio por la manera en que abordan las diferentes situaciones y las posibles soluciones que dan a la sociedad civil y los gobiernos de los países.

Las comisiones de la verdad casi siempre reciben información abundante y detallada de las víctimas, los sobrevivientes y otros testigos, y recogen varios miles de declaraciones detalladas. Algunos de esos testimonios pueden presentarse en audiencias públicas, de tal modo que la opinión pública participa en el proceso mucho tiempo antes de que se publique el informe final. (Hayner, 2006: 2)

Teniendo en cuenta lo dicho sobre las comisiones de estudio de la violencia en Colombia, sus objetivos fundadores y sus diferencias con las comisiones de la verdad, a continuación nos proponemos hacer un análisis sobre cada una de la comisiones creadas desde 1958 hasta el 2003, lo que permitirá crear un panorama general sobre la manera en que se ha entendido y se ha propuesto trabajar, y acabar, la violencia en el país.

1.2.1. Un largo camino recorrido, desde 1958 hasta 2005. En términos generales, podemos señalar que la I Comisión de Estudio de la Violencia se configuró como una herramienta para conocer las causas y consecuencias del conflicto por el cual atravesaba Colombia en 1958; para éste año el país ya había sufrido más de catorce años de violencia bipartidista, dejando como principal víctima a la población civil8.

“Según Oquist, entre 1948 y 1966, 193.017 personas resultaron muertas producto de la violencia partidista en Colombia. La mayor proporción tuvo lugar entre 1948 y 1953, los años de mayor intensidad de violencia, según los estudiosos del tema” (CNMH, 2013: 115) 8

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Esta primera comisión fue creada por orden presidencial, la cual fue llamada Comisión Nacional Investigadora de las Causas y Situaciones Presentes de la violencia en el Territorio Nacional, fue nombrada mediante decreto 0165 de 1958 por la Junta Militar de la época. Su creación se dio bajo el mandato de Alberto Lleras Camargo, durante la época del Frente Nacional y duró apenas 9 meses, pero generó las pautas para comisiones siguientes, que se dieron a nivel regional y nacional. Como afirma Orlando Fals Borda (1963) en el prólogo al libro “La Violencia en Colombia” la función de esta comisión fue “analizar fría y objetivamente el fenómeno de la violencia, además visitar las zonas afectadas, constatar los problemas y necesidades de la gente e informar al gobierno para establecer las bases de una nueva y más racional acción oficial” (p. 29) Debía estar conformada, según el decreto de creación de la misma, por ocho de las figuras más eminentes del país, a saber: Otto Morales y Absalón Fernández del Partido Liberal, Augusto Ramírez Moreno del Partido Conservador; Fabio Antonio Martínez, párroco de Quinchía, y monseñor Germán Guzmán representantes de la Iglesia; y dos más por las Fuerzas Militares, en representación de los militares en retiro, el general Hernando Mora Angueira, y de los militares en actividad, el general Ernesto Caicedo López, jefe del estado mayor de las Fuerzas Militares. (Caicedo Garzón, 1992)

Vemos entonces, que los integrantes de ésta comisión eran los representantes de las instituciones más influyentes en la vida de las y los colombianos de la época, quienes representaban las fuerzas políticas, eclesiásticas y militares, dejando de lado la visión de las personas que se habían visto afectadas directamente por la violencia bipartidista y sobre quienes recaerían las posteriores recomendaciones y acuerdos firmados en cada zona. El mismo Guzmán Campos, integrante de la Comisión, reconocería años más tarde al realizar un balance sobre su participación en esta experiencia, el carácter

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“clasista y oligárquico” su conformación. (Guzmán, 2009 en Jaramillo, 2011: 92) De ella terminarían excluidos los campesinos, principales víctimas de la violencia. No entrarían sencillamente porque para la época tampoco eran parte de los cánones civilizatorios del pacto de élites. (p. 92)

Caldas, Quindío y Risaralda, Valle del Cauca, Cauca, Santander y por último Tolima, fue el orden es que esta primera comisión visitó los departamentos más afectados por la violencia bipartidista. En cada departamento encuentran situaciones similares pero con matices muy diferentes, lo que hace que su labor requiera mayor trabajo en unos lugares que en otros.

Para el caso de los tres primeros departamentos, los comisionados después del trabajo de campo realizado en los municipios de Anserma, Ríosucio y Quinchía en Caldas; Pijao en el Quindío y Pereira en Risaralda determinan cuatro tipos de violencia: “i) la ejecutada por bandoleros y que tiene una clara muestra de sevicia y crueldad; ii) la de las cuadrillas de trabajadores en tiempos de cosecha; iii) la violencia económica, ligada al despojo de tierras y iv) la violencia política desencadenada por el sectarismo” (Jaramillo, 2011: 102-103)

En el Valle del Cauca, los comisionados realizarían visitas a cerca de 15 municipios, encontrando así diferencias entre uno y otro por la manera de actuar de sus habitantes,

mientras en algunos lugares les recibían de manera

multitudinaria, en otros las personas no se atrevían a hablar y cuando lo hacían no eran capaces de poner responsables a los atrocidades que habían vivido. Sumado a lo anterior, “un crecimiento exponencial de la violencia en el casco urbano en 24 de los 40 municipios del Valle del Cauca” (p. 106)

El Cauca a su vez presentaba otro factor importante para entender las características propias de la violencia allí vivida y era el gran porcentaje de población indígena; encontramos así dos grupos poblaciones afectadores de manera directa por la violencia a nivel nacional, campesinos e indígenas, sin

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distinguir en éste primero momento las maneras en que la violencia se vivían distintamente para hombres y mujeres.

Una vez llegados a Santander, la comisión concentró su investigación en dos municipios: Carare y Barbosa, los cuales presentaban características peculiares respecto a las formas que había tomado la violencia desde los años treinta y las exigencias que hacían sus habitantes al gobierno nacional respecto a la mejora de las condiciones de vida.

Allí la comisión hace las veces de enviado del Frente Nacional en las localidades más críticas, donde encuentra que la mayor parte dela gente demanda al gobierno central, destinación de recursos para terminación de carreteras, ampliación de crédito, suministro de maquinaria agrícola, campañas de salubridad y educación. (p. 116)

En último lugar encontramos al Tolima, quienes los comisionados decidieron dejar para el final para no “interferir con la labor ya emprendida por Darío Echandía en esa región” (p. 102) quien “había sido previamente comisionado por Lleras Camargo para adelantar investigaciones sobre la situación crítica y liderar procesos de pacificación” (p. 106) en el departamento “más azotado por la violencia bipartidista y uno de los responsables de acumular problemas que después otros departamentos tendrían que afrontar, sobre todo las zonas limítrofes con el Quindío, Valle, Huila y la región del Sumapaz cundinamarqués” (Sánchez, 1998 en Jaramillo, 2011: 102)

En el Tolima la comisión logró visitar más de 15 municipios, muchos ubicados en el suroeste, y hacer pactos de adhesión a las politicas del Frente Nacional con los grupos guerrilleros de dicha región.

Algunos de los objetivos de la I Comisión se vieron materializados en la firma de una serie de pactos entre el gobierno y las poblaciones de diferentes departamentos, como Huila y Tolima. Dichos pactos buscaban hacer que las 47

partes en conflicto llegasen a acuerdos de respeto mutuo y en muchos casos de cese al fuego:

Estos pactos eran firmados por uno o varios guerrilleros o directorios políticos. Comprometían la palabra de los firmantes y el deber del gobierno de mantener los acuerdos. Algunos pactos iban desde un compromiso serio de los alzados al trabajo, hasta respetar la vida, honra y bienes de las personas, cooperar en el castigo a delincuentes, aceptar incondicionalmente la política de paz del gobierno y destinar de parte del gobierno central, recursos y obras de infraestructura para las zonas afectadas. (Jaramillo Marín, 2011: 121)

Tabla 4 Pactos firmados finalizada la Comisión del 58

Lugar del pacto y fecha de firma Ceilán (30 de julio, Valle del Cauca)

Manifiesto de Miranda (3 de agosto) (Cauca)

Pacto de Corinto (3 de agosto, Cauca)

Declaración de los excombatientes del sur del Tolima (28 de Agosto) (Tolima)

Adhesión de los guerrilleros de Río Pacto de las veredas de Copete y Totumo Blanco (29 de Agosto, Tolima)

(Chaparral) (2 de Septiembre) (Tolima)

Declaración de Ataco (2 de Septiembre, Declaración de Planadas y Casaverde (3 Tolima)

de Septiembre) (Tolima)

Declaración de

Pacharco y Tamirco Declaración

(Natagaima) (12 de Septiembre, Tolima) Declaración

de

Jeremias

de

Teodoro

Tacumá

(Natagaima) (12 de Septiembre) (Tolima)

Ortigoza Pacto de Colombia (14 de Septiembre)

(Dolores Alpujarra) (13 de Septiembre, (Huila) Tolima) Manifiesto del Valle de San Juan (25 de Declaración de Dolores y Alpujarra (28 de

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Septiembre, Tolima)

Septiembre) (Tolima)

Declaración de Falán y Casablanca (28 Declaración de San Andrés (30 de de Septiembre, Tolima) La

Gran Jornada

de

Septiembre) (Huila) Rovira

(2

de Declaración de San Felipe Armero (8 de

Octubre, Tolima)

Octubre) (Tolima)

Declaración de Fresno (Tolima)

Pacto del Norte del Cauca (18 de Octubre) (Cauca)

Pacto

del

Líbano

(10

de

Octubre) Manifiesto de Cunday (6 de Noviembre)

(Tolima)

(Tolima)

Manifiesto de Villarrica (7 de Noviembre) Pactos de Chaparral y San Antonio (Tolima) Declaración

(Tolima) de

Valencia

(7

de

Noviembre) (Tolima) Fuente: El Tiempo, 26 de Noviembre de 1958 (Citado de Jaramillo, 2011)

Como se puede observar en la Tabla 1 los pactos, acuerdos, manifiestos y adhesiones firmadas después de que dejara de funcionar la I Comisión, estuvieron concentradas sobre todo en la zona del Tolima, Huila y Cauca, sin embargo Jaramillo (2011) afirma que el objetivo principal de dichos acuerdos, “una paz duradera, fue algo momentáneo y en pocos casos se alcanzó. Ejemplo de ello es fue la reactivación de bandas rivales en el Quindío, y en general en el Viejo Caldas” (Jaramillo, 2011: 122)

Más allá del objetivo que se nos presenta de estudiar, entender y subsanar la violencia que hasta el momento se vivía en diferentes zonas del país; estaba el interés de utilizar a esta comisión como un vehículo para pacificar el conflicto en los diferentes departamentos. De ésta manera el entendimiento sobre las causas y consecuencias de la violencia pasaría a un segundo plano. 49

Por último, un elemento de importancia y que ha sido ampliamente abordado y discutido, la no creación de un informe final del trabajo de la I Comisión, dado que “poner de acuerdo a todos los comisionados del 58’ habría sido una labor titánica” (Morales Benítez en Jaramillo, 2011: 153) sin embargo lo hecho por ésta comisión le abrió camino a la creación del libro La Violencia en Colombia (1962) y las visiones que éste traería no solo sobre los hechos violentos en el país entre la década de los treinta hasta los sesenta, sino sobre las representaciones que sobre éstos se crearían a partir de allí. El libro además muestra el interés que los diferentes investigadores tendrían respecto de incluir las voces, “mediante entrevistas, de aquéllas personas que se vieron envueltas en esas violencias bipartidistas, como campesinos, combatientes y líderes políticos de las regiones” (p. 159) Para la creación de “La violencia en Colombia” tendría enorme participación Guzmán Campos, comisionado representante de la Iglesia, y quien Jaramillo (2011) define como un “etnógrafo de la Violencia que aportaría información de primera mano (…) recogida cuando fuera párroco del Líbano (Tolima) y como parte de los recorridos de Comisión por las zonas afectadas” (p. 154)

Después de 30 años de convocada la I Comisión, para enero de 1987 y bajo la presidencia de Virgilio Barco, se convoca por Fernando Cepeda, Ministro de Gobierno, la II Comisión de Estudios sobre la Violencia, que dura apenas cuatro meses, en un contexto en el que el conflicto y los actores del mismo habían cambiado mucho desde finales de los años cincuenta.

Es así que durante los más de 30 años en los que no se convocó ninguna comisión se sucedieron diferentes transformaciones en el plano de la confrontación entre grupos armados al margen de la ley y cambios significativos en el contexto social, económico y político colombiano. Al respecto podemos ubicar tres elementos definitivos en el plano del ejercicio de la violencia de manera 50

armada, inicialmente el crecimiento y evolución de distintas guerrillas en todo el país, más adelante el crecimiento de las acciones perpetradas por grupos paramilitares y por último, las acciones violentas cometidas por grupos narcotraficantes.

Justamente en el mismo año de creación de la II Comisión ocurren dos hechos que harán reflexionar sobre la visión que se tenía de la izquierda por parte de diferentes sectores sociales y políticos, sobre todo en las grandes ciudades colombianas. El primero es el asesinato de Jaime Pardo Leal, presidente de la Unión Patriótica (en adelante UP), el 11 de octubre en Bogotá y el segundo la Masacre de la casa de la JUCO (Juventud Comunista) el 24 de noviembre en Medellín, esta última dejando varias personas muertas y un halo de impunidad.

Imagen 1 Foto Portadas periódico El Espectador, asesinato de Jaime Pardo Leal y masacre en casa de la JUCO Medellín

Fuente: Periódico El Espectador, 12 de octubre y 24 de noviembre de 1987.

Como afirma Jefferson Jaramillo (2010), el objetivo principal del gobierno Barco, a través de la comisión, se concentraba en generar una serie de recomendaciones para dar un tratamiento integral y fundamentalmente político al conflicto; tratamiento que sólo sería posible si iba de la mano con la triada de rehabilitación, normalización y reconciliación. La conformación de ésta comisión hace que se le denomine también como “Comisión de Expertos” ya que siete de sus nueve integrantes, sus recorridos 51

académicos, desde la historia, la sociología y la antropología, y las proposiciones que sobre la violencia harían posteriormente los ubicaban como tal; entre sus integrantes encontramos a Gonzalo Sánchez y Eduardo Pizarro miembros del IEPRI (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales) de la UNAL, Carlos Eduardo Jaramillo, Darío Fajardo, Álvaro Camacho y Carlos Miguel Ortiz. Importante señalar además que “ninguno de ellos, a diferencia de los comisionados del 58, ejerce un cargo político al momento de su nombramiento” (Jaramillo, 2011: 210) pero sí cargos directivos en centros de investigación social en diferentes universidades de todo el país, como la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), la Universidad del Valle y la Universidad del Quindío. El producto final de esta comisión fue el informe “Colombia: violencia y democracia” publicado por primera vez en julio de 1987 en la editorial de la UNAL; libro en el que se esquematiza lo que pasa en el país en torno a seis grandes modalidades de violencia: la política, la urbana en el decenio del ochenta, la organizada, contra minorías étnicas, la relacionada con los medios de comunicación y la familiar. (Comisión de estudios sobre la violencia, 1988: 5) En este informe, además, se profieren una serie de recomendaciones para el tratamiento de cada una de las violencias, sin perder de vista que el trabajo desarrollado por la comisión fue de apenas cuatro meses. Por ejemplo, para la superación de la violencia familiar la comisión propone que: La erradicación de la violencia intrafamiliar va más allá de las medidas coercitivas, implicando una profunda revaloración de las relaciones entre los sexos y las generaciones. (p. 158)

Otro de los elementos centrales y con el cual se separa por mucho de la comisión del 58’ tiene que ver con el reconocimiento de una violencia hacia las minorias etnicas, motivada en muchos casos por el acaparamiento de tierras ricas en diversos recursos naturales no renovables: Con respecto a la violencia contra los portadores de la culturas distintas de la hispánica, impuesta por la conquista, es preciso subrayar que se ejerceno solo

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porque la conducta de ellos sea difernte, sino porque son dueños de tierras ricas en oro, platino, carbón, petróleo, maderas y animales de pieles y plumas valiosas. (p. 105)

Jaramillo (2011) ubica una serie de discusiones y debates de cara a la conformación de la II Comisión y sus lecturas del fenómeno de la violencia en Colombia, afirma entonces que por un lado se encuentra una “visión del conflicto asociada a algo que es posible que no varíe mucho hasta ahora: una lectura de largo plazo del país” (p. 211) pero además “ésta lectura sería clave para consolidar en la comisión la idea de la existencia de unas “tendencias históricamente identificables” en nuestra guerra y nuestras violencias” (Sánchez, 2003 en Jaramillo, 2011: 211). En contrapeso a esta posición se encuentra la visión desde el presente sobre el conflicto y sus consecuencias, sobre todo desde la sociología y la antropología. Para la época, la comisión produce una conceptualización sobre la violencia que se aleja de la visión reduccionista que ubicaba a las guerrillas y sus múltiples acciones como únicas generadoras de violencia en el país: Dado que las formas de violencia no deben reducirse a las generadas por la guerrilla, el presente documento entenderá como violencia todas aquellas actuaciones de individuos o grupos que ocasionen la muerte de otros o lesionen su integridad física o moral. En sentido muy general, la violencia se puede ver como algo que impide la realización de los Derechos Humanos, comenzando por el fundamental: el derecho a la vida. (Comisión de estudios sobre la violencia, 1988: 17)

Así pues, el reconocimiento de diferentes tipos de violencia implica el reconocimiento de otros actores violentos en el país: el Estado nacional, grupos organizados que no representan ningún tipo de ideología, guerrillas de diferentes corrientes políticas, violencias de civiles contra civiles; es por lo anterior, sumado a lo afirmado por Jaramillo (2011) que en el informe se dice que “la violencia (…) hunde sus raíces en las propias características de la sociedad colombiana, y no

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solamente la ejercen los pobres (…) sino que también contra ellos se ejecuta sistemáticamente” (Comisión de estudios sobre la violencia, 1988: 17) Propone, la comisión en su informe final, una serie de recomendaciones generales de cara a la superación de la violencia por la cual atraviesa Colombia para finales de los años ochenta: De allí que sea imperioso acometer decididamente reformas encaminadas a fortalecer los mecanismos de la sociedad. Entre ellas merece especial prioridad una nueva política agraria y urbana que acometa la redistribución del latifundio y de la propiedad urbana para que por fin desempeñe su función social. Se requieren, así mismo, reformas en lo tributario y lo fiscal – de modo que se reduzcan las protuberantes desigualdades actuales -. Estímulos al mejoramiento de la calidad de la vida, promoción de mecanismos de solución comunitaria de conflictos y capacitación plena de los ciudadanos para el acceso a los centros de decisión y poder. (p. 29-30)

De ésta manera podemos ver que el ejercicio de la ciudadanía se comprende de una manera activa y no únicamente receptiva, pero para ello el Estado debe desarrollar instituciones y organizaciones donde las personas puedan expresar sus inconformismos y así mismo solucionarlos, donde se dé una solución “comunitaria de conflictos” y quienes estén inmersas en ellos tengan capacidad de acción y decisión. Es entonces la lectura de una posibilidad de gobierno plural, donde todos tengan capacidad de acción y decisión, donde la violencia se combata de manera plural y democrática, para lo cual es necesario reconocer, en primer momento, la multiplicidad de violencias que afectan a Colombia. Para 1991, bajo la presidencia de César Gaviria, se crea la Comisión de la Superación de la Violencia que busca darle cumplimiento a cabalidad a los acuerdos de paz existentes entre el gobierno de Gaviria, el EPL y el MAQL.

Esta comisión sumamente nutrida de las dos anteriores comisiones pero también de los procesos de paz, buscaba desarrollar las estrategias para consolidar el

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proceso de paz que inició el gobierno en 1985 con la insurgencia, pero así mismo posibilitar las condiciones necesarias para la reinserción de combatientes.

Como director de la comisión encontramos a Alejando Reyes Posada quien conjuntamente con cinco investigadores y seis comisionados, apoyados en el trabajo desarrollado en las distintas regiones estudiadas, producirían un informe en el cual se hacían recomendaciones al gobierno de Gaviria para tratar temas referentes a la violencia tanto a nivel nacional como regional, pero éste último no fue acogido por las entidades para quienes fue pensado y construido. Este informe lleva como nombre Pacificar la Paz: lo que no se ha negociado en los acuerdos de paz. Editado y producido por el IEPRI (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacional de la Universidad Nacional) el CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular) la Comisión Andina de Juristas Sección Bogotá y el CECOIN (Centro de cooperación al indígena).

Unos de los puntos más interesantes y que marcarían una pauta para las siguientes comisiones es la participación de diferentes sectores y sus posibilidades para el desarrollo de una serie de recomendaciones al gobierno de turno:

La heterogénea reunión de personas representantes de las Fuerzas Armadas, el DAS,

autoridades

civiles,

desmovilizados,

funcionarios

públicos,

gremios,

campesinos, indígenas, representantes de la Iglesia, etc., para discutir sobre las causas de la violencia en cada una de las regiones, fue sentida por la mayor parte de ellos como un importante paso hacia la aclimatación de la paz, y ese fue uno de los logros inmediatos de la Comisión. (Comisión de superación de la violencia, 1992: 15)

Uno de los intereses más marcados que se encuentra en el informe está situado sobre la manera en que la población indígena se vio afectada por la incursión armada de los distintos grupos armados, tanto insurgentes como paramilitares, dedicándole así un capítulo especial a entender su situación y las consideraciones 55

que debería tener el Estado para su comprensión en los departamentos de Cauca, Córdoba, Medio Putumayo y las regiones del Eje Cafetero y Urabá.

Las observaciones precedentes pueden ser oportunas para intentar la revisión sucinta de la las condiciones presentes en varias zonas indígenas para el aclimatamiento de la paz después de la desmovilización del EPL y el Quintín Lame, pues no parece fácil, y tal vez no sea posible, entender la situación indígena y la naturaleza, fines y características de las reclamaciones y luchas de estas poblaciones, prescindiendo de la realidad histórica en que ellas han vivido y padecido. (Comisión de superación de la violencia, 1992: 195)

También en 1991 pero con una visión completamente regional se da la creación de la Comisión de Derechos Humanos de la Costa Atlántica gracias a la iniciativa de llevar a cabalidad los acuerdos prexistentes entre César Gaviria y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Esta última comisión estuvo integrada por una variedad de instituciones y organizaciones que le dieron un carácter más amplio9, realizó su trabajo entre 1991 y 1992, esto debido al aumento exponencial de la violación a los derechos humanos en la región; sin embargo, para 1994 logró reanudar labores lo que posibilitó la creación de espacios donde las comunidades con las cuales desarrollaban su trabajo pudiesen expresar sus necesidades mediante talleres y foros de sensibilización. Justamente este trabajo se concentró en Los Montes de María, una región cuya población ha sufrido el conflicto armado.

Para 1992 en Trujillo (Valle del Cauca) se crea la Comisión Intergeneracional de Justicia y Paz (CIJP) quien por su cuenta investigó y documentó una serie de masacres cometidas entre 1988 y 1991, que dejaron un total de 63 personas desaparecidas, mutiladas y asesinadas. Esta misma comisión fue un motor importante para la creación posterior de otra comisión de mayor envergadura. 9

Policía Nacional, las Fuerzas Militares, la Conferencia Episcopal y las organizaciones de derechos humanos (Jaramillo, 2010: 212)

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En 1994 y bajo el mandato de Samper Pizano se da la creación de la Comisión de Derechos Humanos y la Comisión de los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT).

La primera de estas comisiones fue posible gracias a la realización del Foro Nacional de Derechos Humanos, Retos y Propuestas que se llevó a cabo en Bogotá el 21 y 22 Julio de 199410, este llegó a una serie de conclusiones y puntos clave que debían ser desarrollado con mayor profundidad, estos temas fueron: paz, impunidad y protección a los derechos humanos; todo esto en el marco de las negociaciones con la Corriente de Renovación Socialista (CRS).

Sin embargo para 1995 y bajo orden gubernamental la acción de la comisión fue interrumpida. Aun así tuvo la oportunidad de poner sobre la mesa temas como el respeto al Derecho Internacional Humanitario (DIH), la revisión de los Manuales Militares, la reforma agraria y la reforma al pago de pensiones escolares. (Villarraga, 2009: 6)

La Comisión de investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT) es creada por el decreto presidencial 2771 en 1994 y nace por las demandas de reconocimiento que diferentes organizaciones hacen respecto a lo sucedido en Trujillo hacia finales de los años ochenta. Una de las organizaciones que lidera esta tarea es la CIJP con el aval de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Para 1994, el presidente de turno, Ernesto Samper, en reconocimiento de lo ocurrido en Trujillo adquiere una serie de responsabilidades para con dichos 10

La Comisión Nacional de Derechos Humanos se instaló el 23 de agosto de 1994 con participación permanente del ministro de gobierno Horacio Serpa, del consejero presidencial para los DDHH Carlos Vicente de Roux, de otros delegados gubernamentales, de oficiales de alto rango de todas las ramas de la Fuerza Pública, de los organismos de control, la Defensoría del Pueblo, la Iglesia Católica, el CICR, la Cruz Roja Colombiana, las entidades de derechos humanos más reconocidas y los delegados de la Corriente de Renovación Socialista, quienes en conjunto con el ministro y el consejero conformaron el Comité Ejecutivo. Posteriormente, se aprobó el ingreso de otras entidades como el Departamento Nacional de Planeación, la CUT, Fundación Progresar, Cedavida y la Corporación Región. (Villarraga, 2009: 6)

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sucesos: “Acepto, como Presidente de Colombia, la responsabilidad que corresponde al Estado colombiano por la acción u omisión de servidores públicos en la ocurrencia de los hechos violentos de Trujillo sucedidos entre los años de 1988 y 1990” (CIDH, 2014)

Son de suma importancia los resultados de esta comisión porque estos dan pie a la disputa por la manera en la cual se denominan los sucesos ocurridos en Trujillo y los sentidos que a éstos se les otorga. Esto conlleva que haya una serie de debates en torno al reconocimiento de las víctimas de estas acciones violentas en las que tuvieron participación las fuerzas armadas estatales.

La forma de nombrar lo ocurrido en la zona y el universo de víctimas reconocidas por el Estado generará una impugnación inmediata de los hechos, cosa que no había sucedido anteriormente en Colombia en otras comisiones. (…) Esta experiencia, a diferencia de las otras anteriormente descritas, ayuda a fortalecer un espacio de “lucha memorial” que involucra a distintas organizaciones, las cuales activan y movilizan recursos para buscar reconocimiento explícito de lo que sucedió en la zona y reivindicar así las memorias de las víctimas no reconocidas por el Estado. (Jaramillo, 2010: 214)

Ya en 1998 y poco antes de posicionarse como presidente de la república Andrés Pastrana se da la creación de la Comisión para la Búsqueda de la Verdad en los Eventos de Barrancabermeja que buscaba esclarecer lo ocurrido respecto a la masacre de 7 personas y la desaparición de 25 más en mayo de 1998. Sin embargo los resultados de la investigación se publicaron en un informe final clasificado y nunca hubo ningún tipo de juzgamiento a los autores intelectuales de la masacre.

En la noche del 16 de mayo de 1998, un grupo de aproximadamente 50 paramilitares arribaron en dos camiones al suroriente de Barrancabermeja. Allí, al mando de Mario Jaimes Peña, alias 'Panadero', este grupo ilegal incursionó en los barrios El Campín, El Divino Niño, El Campestre y María Eugenia, asesinaron a 7

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pobladores y obligaron a otras 25 personas a subir a los vehículos en los que se desplazaban, acusándolos de ser guerrilleros. Días después, los mataron.(Noticias CNMH, 2013)

Precisamente después de 15 años, los familiares de todos los desaparecidos por las Autodefensas Unidas de Santander aún no tienen consigo ni siquiera los cuerpos de sus seres queridos, solo 5 cuerpos fueron entregados en el 2009, los restantes siguen sin ser encontrados por las dificultades para dar con el sitio donde fueron enterrados.

Bajo el gobierno de Andrés Pastrana como presidente de Colombia y posesionado en Agosto de 1998 se da la creación hacia finales de noviembre y comienzos de diciembre de dos comisiones que estaban encaminadas hacia el mismo objetivo, investigar la violación a los derechos humanos que se venían presentado, sin embargo no consiguieron cumplirlo a cabalidad y tampoco generar ningún tipo de informe oficial al respecto.

La primera de ellas fue la Comisión Interinstitucional de Seguimiento a las Investigaciones que se adelantan por Violación a los Derechos Humanos creada por el decreto 2391 el 30 de noviembre. El segundo fue el Comité Especial de Impulso a las Investigaciones de Violación de Derechos Humanos creada también mediante decreto, 2429 del 1 de Diciembre.

Años más tarde, en el 2005 se da la creación de la Comisión de la Verdad de los hechos del Palacio de Justicia, una de las comisiones con mayor envergadura por cubrir un episodio de la vida colombiana que más ha marcado la historia reciente del país, la cual ha sido analizada y estudiada desde diferentes perspectivas, intereses y múltiples actores. Justamente dicha comisión investigó los hechos ocurridos en el Palacio de Justicia entre el 6 y el 7 de Noviembre de 1985 durante la toma por parte de la guerrilla del M-19; integrada por tres magistrados, con el apoyo de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia y sin la participación directa de otros sectores de la sociedad, como fue el caso de comisiones previas. 59

Algunos de los resultados obtenidos son bastante significativos:

En su informe final se documenta la muerte de más de 100 personas entre magistrados de las Altas Cortes del país, servidores públicos, trabajadores, visitantes ocasionales, miembros de las fuerzas armadas y guerrilleros del M19. Un informe preliminar fue entregado en 2006 y uno final en 2009; en ambos se establecieron responsabilidades directas de miembros del grupo guerrillero, de las Fuerzas Armadas y del gobierno de Belisario Betancur. (Jaramillo, 2010: 214)

Una de las consideraciones más importantes a las que llegó la Comisión, fue acerca los móviles mismos de la toma al Palacio de Justicia por Parte del M19:

La Comisión de la Verdad considera que el objetivo del M-19 era la realización de un juicio al Presidente de la República por el incumplimiento de los acuerdos de tregua suscritos con el gobierno nacional en agosto de 1984, sumado a un golpe de opinión nacional e internacional.

(Gómez Gallego,

Herrera Vergara, & Pinilla Pinilla, 2010: 310)

En el informe final, se dictan una serie de recomendaciones para el acceso al conocimiento y la reparación de los hechos ocurridos en el Palacio de Justicia, que los integrantes mismos de la comisión denominan como masacre y de la cual dan como responsables el M-19, el gobierno de Belisario Betancourt y también las Fuerzas Armadas que tuvieron injerencia en lo allí ocurrido; los integrantes de la misma hacen un llamado en primera lugar al conocimiento público de la verdad real y completa, pero también un llamado a la reflexión sobre cómo se ha construido lo que allí pasó y de qué manera éste relato está siendo contando y transmitido a todos los ciudadanos, pero especialmente a las nuevas generaciones. Durante ese mismo año, se promulga la Ley 975 de 2005 “por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados 60

organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”. Precisamente bajo el cumplimiento de esta ley se da la “desmovilización” del Bloque Héroes de Montes de María, lo que haría que dicha región entrase a cobrar mayor importancia en los lineamientos y las políticas que implementó el gobierno y sus instituciones asociadas, elemento analizado anteriormente. Otro elemento fundamental de ésta ley será el desarrollado en el Artículo 7 Derecho a la Verdad, en el que se afirma que “la sociedad, y en especial las víctimas, tienen el derecho inalienable, pleno y efectivo de conocer la verdad sobre los delitos cometidos por grupos armados organizados al margen de la ley, y sobre el paradero de las víctimas de secuestro y desaparición forzada” (Ley 975, 2005: 2) en cumplimiento de éste decreto se da la creación en 2007 de la Comisión Nacional de Reparación y Restitución y bajo su mando el Grupo de Memoria Histórica; estas dos instancias han sido de gran importancia para la creación de informes que den cuenta del accionar de los grupos armados al margen de la ley en distintas zonas de la geografía colombiana y la manera en que la población civil se ha visto afectada por estos.

1.2.2. Consideraciones generales En primer lugar se sitúa un elemento que es de vital importancia para el análisis de los alcances y objetivos de cada una de las comisiones anteriormente descritas y es la manera en que ha estado conformada cada comisión; si bien la mayoría han estado conformadas por académicos, representantes de los partidos políticos tradicionales, fuerzas armadas del Estado, la iglesia, etc., otras han surgido del interés colectivo de las comunidades directamente afectadas que buscan esclarecer los sucesos que han marcado su existencia y la de los territorios que habitan, caso de la CIJP.

Las comisiones creadas a partir de lineamientos gubernamentales han generado, no todas, ni con la misma calidad, una serie de informes que dan cuenta de cuáles fueron los análisis y resultados que se alcanzaron en el trabajo de campo y que se 61

deben en gran medida a la posibilidad de interacción con las personas que vivieron de manera directa el conflicto en cada una de las zonas estudiadas. Sin embargo, lo último, nos lleva a reflexionar sobre las maneras en que son utilizadas las memorias individuales y colectivas de aquéllas personas y comunidades que no tienen injerencia en la escritura y publicación de dichos informes, sino que juegan un papel mínimo y se reducen sus vivencias y visiones a las de meros informantes. De esta manera sus versiones quedan suscritas a lo que los investigadores definan como correcto y aceptable en el contexto del estudio del conflicto y la violencia en el país.

En concordancia, las comisiones y sus posteriores informes también han generado una serie de imaginarios sobre lo qué es y ha sido el conflicto y la violencia en Colombia y las maneras en que debe ser abordada y solucionada. Caso específico de la comisión del 87’ en donde se tenían diferentes posiciones respecto a la génesis del conflicto colombiano, que por un lado encuentra sus raíces en guerras civiles de finales del Siglo XIX y por otro lo sitúa en el presente y desde allí reflexionan sobre la posibilidad de acuerdos concertados para su superación. Encontramos, además, comisiones que mediante acuerdos de paz han intentado pacificar las diferentes zonas donde el conflicto ha tenido picos más altos, caso de los pactos firmados en varios departamentos después de la comisión del 58’ o aquéllas que han surgido como posibilidad para llegar acuerdos de paz con diferentes grupos guerrilleros como el PRT y la CRS.

Otro elemento que ha sido de gran importancia para la construcción de imaginarios sobre el conflicto y los diferentes actores que sobre éste influyen, ha sido situar al Estado como responsable directo de diferentes violaciones a los DDHH; esto ejemplificado en hechos como la injerencia del ejército nacional en desapariciones y muertes, como en el caso del Palacio de Justicia y la autoincriminación en hechos de violentos por la acción u omisión del Estado colombiano representado en sus servidores públicos como en el caso de Trujillo.

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Para finalizar es importante evidenciar el papel que han venido tomando los Montes de María en la agenda nacional y gubernamental así como la resolución del conflicto que allí se vivió mediante la puesta en práctica de diferentes estrategias: acuerdos de paz como los firmados con el PRT en 1991, intento de eliminación de los grupos subversivos por medio de la violencia estatal como la muerte de alías “Martin Caballero” en 2007 y la desmovilización del Bloque Norte de la AUC en el 2005, lo que no implica el haber acabado con las estructuras paramilitares, pues en términos económicos y políticos siguen teniendo gran injerencia en la decisiones regionales. Esto último será de gran valor para entender el contexto en el que se ubica la masacre de El Salado y las versiones que sobre ella se han creado, ya sea por los habitantes del corregimiento que decidieron volver o por los paramilitares del Bloque Norte que han rendido declaratorias desde 2005.

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1.3.

Las versiones sobre la masacre “Estamos en El Salado ¡no joda! Salgan, partida de guerrilleros, que todo el mundo se muere hoy” (Ruiz, 2008)

El presente apartado tiene como objetivo poner en discusión las versiones elaboradas por el periódico El Tiempo, el sitio web Verdad Abierta, el Grupo de Memoria Histórica (GMH) y la Comisión Colombiana de Juristas entorno a la masacre perpetuada por el Bloque Norte de las AUC en el corregimiento El Salado, mediante el abordaje de cuatro categorías, a saber: víctimas, victimarios, móviles y conflictos previos. El análisis y la reflexión de cada categoría permitirá establecer una serie de relaciones de semejanza y diferencia entre cada versión con el fin de analizar las intenciones, énfasis, silencios y olvidos presentes en cada una de las construcciones narrativas del hecho. 1.3.1. Las víctimas Cada fuente seleccionada ha elaborado distintos balances sobre las personas que resultaron victimizadas en la avanzada paramilitar, desde el 16 de febrero en las veredas y municipios cercanos hasta llegar el 18 de febrero al casco urbano de El Salado. Durante varios días el corregimiento se transformó en el escenario en que el Bloque Norte de las AUC puso en práctica toda clase de técnicas para torturar, violar y asesinar a miembros de la población civil. Lo que daría como resultado, el éxodo masivo de la población entera hacia distintos municipios y ciudades de la Costa Atlántica. El Tiempo y sus periodistas asociados hacen el esclarecimiento sobre las víctimas estableciendo en primer lugar las formas usadas por los paramilitares para inquirir a la población que iban encontrando en los caminos rumbo a El Salado, a medida que avanzaban iban parando carros, camiones, gente en burro y caballo, a todo quien se encontrasen para indagar sobre sus nexos con la guerrilla. Más adelante describen con detalle la llegada al casco urbano y las prácticas empleadas: 64

La tenebrosa jornada empezó el viernes 18 de febrero, hacia las 9 de la mañana. Los paramilitares buscaron una mesa de madera y la ubicaron en el centro de la cancha de baloncesto, al frente de la iglesia. Luego sacaron una larga lista y se fueron en busca de su primera víctima. (Bustos, 2000:1)

Éste suplicio para la población se fue agudizando cada vez más y de maneras más crueles. Llegada la noche del 18 de febrero, los paramilitares ya alcoholizados pretendían seguir lo que para ellos era un juego para reprender a la población por sus supuestos nexos con las FARC. Volvió la oscuridad y continuó el horror, esta vez alucinados por el alcohol. Los hombres de Castaño se dedicaron a desocupar cuanta botella de ron, aguardiente, brandy y whisky estaba en las estanterías. Ya ebrios, volvieron a sus andanzas de la noche pasada. (Bustos, 2000: 2)

Todo terminó el domingo 20 febrero, cuando una vez recibida la comunicación de sus superiores, los paramilitares emprendieron la salida sin ninguna prisa, pero antes de salir debían hacer un par de aclaraciones a toda la población:

Tienen diez días para desocupar, o de lo contrario regresaremos, fue lo último que dijo el jefe de la operación (…) Deserte, guerrillero, y viva feliz, (...). Hasta pintaron la definición que ellos tienen de la sigla de las Farc: Falsos, Ampones (sic), Rateros de Colombia. (p.2)

Desde el 25 hasta el 28 de febrero en las páginas del periódico aparecen una serie de reportajes que dan cuenta de las investigaciones por parte de entidades estatales y su papel en el esclarecimiento de los hechos, especialmente en lo relacionado con el número total de víctimas mortales; de este modo se puede encontrar en el primer número presentado por El Tiempo un total de 28 personas asesinadas, en donde se detalla sus nombres y edades en una lista provista por el CTI11.

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Las exhumaciones permitieron identificar 20 de las 28 personas asesinadas, por lo cual haría falta esclarecer la identidad de las 8 restantes.

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Tabla 5 Nombre y edad de los muertos en la edición del 25 de Febrero

(Fuente: Periódico El Tiempo, edición impresa 25 de Febrero del 2000) Más adelante, el 27 de febrero y en el reportaje llamado “El Salado: 72 horas de terror” el número de víctimas mortales aumentaría de 28 a 40 personas asesinadas: de las cuales 17 fueron enterradas en una fosa cavada por tres jóvenes a 100 metros de la mesa de la inquisición, como le denomina El Tiempo, mientras que las otras 23 fueron sepultadas en el cementerio del corregimiento, ubicado a las afueras del mismo. El mismo informe, además de presentar el número total de personas asesinadas por los paramilitares hace énfasis en las personas sobrevivientes a la masacre y que debieron desplazarse a la cabecera municipal de El Carmen de Bolívar, principal lugar de recepción para los saladeros desplazados y en donde afirman llegaron cerca de 180 familias con lo poco que pudieron recuperar y llevar consigo.

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Imagen 2 Foto "Desplazados llegando a El Carmen de Bolívar"

(Fuente: Periódico El Tiempo, edición impresa 27 de Febrero del 2000) Vemos entonces que las noticias publicadas por El Tiempo, construyen un relato que no se queda únicamente en la enunciación de las personas asesinadas y las maneras en que lo fueron, sino que ubica el suplicio que debieron centenares de familias al ser desplazadas de su corregimiento por cuenta de las AUC, lo que permite evidenciar entre quienes fueron asesinados y quienes debieron huir con lo poco que pudieron llevar, en resumidas cuentas víctimas mortales y desplazados. Por otro lado, encontramos la crónica hecha por Marta Ruiz para el portal web Verdad Abierta llamado “Fiesta de sangre”, en donde desde el principio ubica a las personas sobrevivientes y que decidieron regresar a El Salado como narradoras de lo sucedido no solo en el 2000, sino también en 1997; es decir, un

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reconocimiento desde el principio a los testimonios de las y los saladeros retornados. Desde el inicio de la crónica encontramos una serie de similitudes con lo que presenta El Tiempo en el año 2000; Ruiz afirma que el asesinato de personas no comenzó una vez los paramilitares llegaron al casco urbano de El Salado, sino que a medida que iban avanzando hacia el corregimiento desde los corregimientos y veredas cercanas el halo de muerte que dejaban con su paso se hacía cada vez más grande, agregando aquí el silencio como factor clave para que los vecinos no alertaran sobre lo que venía ocurriendo. En cuestión de pocas horas, el grupo de paramilitares que iba bajo órdenes de 'Juancho Dique' y 'Cadena' había matado a 19 campesinos, casi todos ahorcados con sogas, o degollados con cuchillos, para que el ruido de los fusiles no alertara a los vecinos. (Ruiz, 2008:3)

Sin embargo, se pudo conocer que los paramilitares se iban acercando cada vez más al corregimiento gracias a los información brindada por una persona sobreviviente a la interceptación que hicieron miembros de las AUC aun camión que de El Salado partió hacia El Carmen de Bolívar; sumado esto a los rumores que corrían desde el 17 de febrero, lo que hizo que muchas personas comenzaran a huir a los montes aledaños para no ser asesinadas. La mañana del 18 de febrero, comenzó el suplicio, que no terminaría sino hasta el domingo 20, día en el que se fueron los paramilitares de El Salado; para la noche del 18 de febrero ya había un total de 38 personas asesinadas en el casco urbano y 28 más en los alrededores, lo que da un total de 64, muchas más personas que las contabilizadas en un primer momento por el CTI. A las 5 la gente pudo por fin llorar a sus muertos. Se abrazaban unos a los otros, gritando, revolcándose en el suelo de tristeza. Maldiciendo y pidiendo castigo. Los perros, que habían estado callados todo el tiempo, empezaron a aullar desesperados. El desplazamiento empezó de inmediato. Atrás dejaban un pueblo herido de muerte. (p. 8)

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Lo anterior sucedió una vez los paramilitares abandonaron el pueblo, la posibilidad de expresar el dolor se hizo real en éste preciso instante, entre el sufrimiento y la desesperación del no saber qué hacer, los habitantes decidieron recoger lo poco que les había quedado para irse; sin embargo éste abandono del pueblo duró un par de años hasta que unos cuantos comenzaron a regresar y así repoblar El Salado. A El Salado han retornado cerca de 400 familias que saben que su pueblo jamás volverá a ser lo que fue. Otro tanto de personas se han postulado como víctimas para ser reparadas y siguen de cerca las declaraciones de los paramilitares que cometieron los crímenes más atroces contra ellos. Pero las heridas son profundas y difíciles de curar. (p.10)

Las versiones que han creado las diferntes fuentes se van perfilando cada vez más detalladas y apuntan a establecer una serie de cifras concretas, tanto de personas asesinadas como de desplazadas y retornadas al corregimiento. Justo alli encontramos la labor que cumplió el GMH y el nivel de detalle que emplea para describir día a día la masacre, las maneras en que fueron asesinados y torturados los habitantes del corregimiento y hasta las violaciones que sufrieron algunas mujeres, de distintas edades, por parte de los paramilitares. Desde el momento en que comienza el recuento de lo ocurrido en El Salado el GMH se distancia drásticamente de las versiones anteriores al establecer el número total de personas asesinadas por la incursión paramilitar en la zona; 60 muertos, 52 hombres y 8 mujeres, entre las cuales algunas sufrieron la violencia sexual ejercida por integrantes de las AUC. El GMH ubica, como en las versiones anteriores, que el asesinato de personas en el casco urbano de El Salado efectivamente inició el 18 de febrero pero que en días anteriores habían sido asesinadas varias personas en municipios cercanos, como Ovejas y Córdoba, dejando así un total de 24 personas asesinadas antes de que los paramilitares llegasen al corregimiento. Un ejemplo de esto

fue el

asesinato de Edith Cárdenas en la vía que conduce de El Salado al Carmen de Bolívar y quien según los paramilitares tenía marcas en los hombros por cargar 69

equipo guerrillero. Ya llegado el 18 de febrero, comenzó lo que para los paramilitares fue una fiesta, llena de música, tambores, alcohol pero sobre todo sangre. Después de la primera ejecución, los paramilitares, quienes habían sacado los instrumentos musicales de la comunidad que estaban en la Casa de la Cultura, comenzaron a tocar una tambora. También hay versiones de que manipularon gaitas y acordeones, dando inicio a “la fiesta de sangre”: Mientras saqueaban las tiendas iban encendiendo los equipos de sonido que encontraban, lo que creó un ambiente “festivo” en el que se combinaba la música de los equipos de sonido con los toques de la tambora. (p.36)

Además de hacer enfasis en el ambiente festivo que crearon los paramilitares para cometer sus delitos, el GMH establece otro elemento fundamental para el analisis del accionar en el corregimiento y tiene que ver con la manera pública y diferenciada que tuvo la masacre. Una de las primeras estrategias para elegir las personas que debían ser asesinadas fue la división de hombres y mujeres, a cada uno de los grupos les correspondia una serie de preguntas que darían como resultado la posibilidad de salvar o no su vida, entre ellas cuestionamientos sobre sus nexos con la guerrilla y el papel de ayuda que supuestamente desarrollaban para con los diferentes bloques de las FARC. Después de esta separación y sumado a esto los pocos resultados que dio elegir a sus víctimas mediante ésta estrategia, pasaron a seleccionarlas por el número que les correspondiese en un sorteo, quien tuviera el número indicado sería asesinado12. Sin embargo ésta técnica fue usada sobre todo para que los hombres “cooperasen” con las respuestas a los interrogantes de los paramilitares y para las mujeres los métodos fueron más directos con preguntas como ¿de qué manera le ayudaban a la guerrilla? Y ¿quiénes eran las novias de los guerrilleros? Esta división entre hombres y mujeres se hace vital ya que es uno de los pilares de la versión del GMH y evidencia las prácticas diferenciadas que ejercieron los 12

Según afirma El Tiempo y Verdad Abierta era el número “30” “Inclusive, relata una muchacha de 14 años, les dio por jugar al 30. Es decir, iban contando a sus potenciales víctimas y a la número 30 la condenaban a la mesa del suplicio” (Bustos, 2000: 2)

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paramilitares sobre la población. Las mujeres del corregimiento además de ser constantemente asediadas con preguntas fueron obligadas a cocinarle

a los

paramilitares e incluso fueron violentadas por el supuesto hecho de ser compañeras sentimentales de algunos cabecillas de las FARC. El caso más diciente de ello, fue el de Neivis Arrieta: Seleccionaron a Neivis Arrieta y comenzaron a interrogar a las otras sobre su vínculo afectivo con el comandante guerrillero, alias “Camacho”. Ante la ausencia de información, acercaron a un encapuchado, uno de los desertores de las Farc, quien afirmó que ella era la novia del comandante guerrillero. (…) Ella fue llevada por los victimarios a un árbol contiguo a la cancha de microfútbol, donde la desnucaron y luego la empalaron, introduciéndole un palo por la vagina. (GMH, 2009: 39)

Este caso particular demuestra el grado de sevicia con que actuaron los paramilitares en contra de la población saladera, pero no es un caso aislado cuando se articula a una ejecución pública en donde todas las personas que por allí pasaran podrían ver qué les pasaría por ser compañeras sentimentales de los enemigos de las AUC. Otros de los casos destacados es la violencia sexual que sufrieron las mujeres del El Salado en el contexto de la masacre, por ejemplo el de una mujer de 18 años que fue llevada a uno de los montes cercanos al casco urbano, violada y maltratada por uno de los paramilitares y el de una mujer menor de edad que fue violada, al parecer por varios hombres, en una de las casas del corregimiento. El asesinato de personas en El Salado no cesó hasta que los paramilitares recibieron la orden de parar “con los muertos”, comunicación recibida en las horas de la noche, y aunque efectivamente acataron las ordenes no permitieron que los habitantes del corregimiento recogieran los cadáveres de sus seres queridos, ni tampoco pudiesen cerrar las puertas de sus casas pues era necesario mantenerlos vigilados.

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El mapa que se encuentra a continuación, explica de manera gráfica el lugar exacto en que fueron llevados a cabo los asesinatos, como por ejemplo la cancha principal y la iglesia; así como las vías de acceso al corregimiento y por las cuales llegaron los integrantes de las AUC, entre ellas la vía que conduce de El Carmen de Bolívar a El Salado, la vía al corregimiento Canutalito y la vereda La Sierra. Mapa 6 Cartografía de la masacre en el casco urbano del corregimiento de El Salado, 18 y 19 de Febrero del 2000

Fuente: (GMH, 2009, pág. 44) Para el 19 de febrero los paramilitares recibieron otra comunicación, pero en esta se les informaba que debían salir de allí, cosa que ocurrió solo hasta las 5 de la tarde; una hora después llegaría la Compañía Orca del Bacim (Batallón Contraguerrillas de la Infantería de Marina) N° 31. Entre una y otra orden, los paramilitares hicieron una serie de grafitis en las casas del corregimiento, como “P.Q.E.K. Guerrillero. Desértate y serás feliz. Firma NN”, “La guerrilla sólo luto trae”, “Fariseos, Ampones, Rateros de Colombia” y “Guerrillero. Si quieres la paz, únete a las AUC”.

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Después que los paramilitares se retiran del corregimiento, los habitantes del mismo recorrieron el casco urbano y los montes cercanos en busca de más personas asesinadas para llevarlas a la iglesia y durante esta noche velarlas. Al día siguiente y en coordinación con la Infantería de Marina deciden enterrar a sus muertos en fosas comunes y a otros en el cementerio; lugares en los que permanecerían hasta que el 21 de febrero en las horas de la tarde, pues la llegada del CTI de la Fiscalía General de la Nación requería de su exhumación para definir las causas de su muerte. Después de ésto y que la Infantería de Marina le asegurara a los sobrevivientes que podían salir de El Salado, los pobladores comenzaron a recoger lo poco que les quedaba y emprender su camino hacia El Carmen de Bolívar, Cartagena, Barranquilla o Sincelejo, a quedarse donde familiares o ver de qué manera sobrellevaban la situación. Luego de la llegada de la Cruz Roja Internacional y de los familiares, las víctimas sobrevivientes comenzaron a organizar los enseres que no habían sido saqueados ni destruidos, e iniciaron el éxodo: 4.000 personas abandonaron el corregimiento El Salado, convirtiéndolo en un pueblo fantasma. (GMH, 2009 :49)

Por último, encontramos la versión elaborada por la CCJ que parte de un hecho importante: el quién y el cómo se conmemoraron los 10 años de la masacre, evento realizado el 18 de febrero del 2010 y organizado por la Infantería de Marina.

Siguiendo la línea de las anteriores versiones la CCJ afirma que las operaciones paramilitares iniciaron en El Salado el 18 de febrero del 2000 con un total de 28 de personas asesinadas por diferentes medios y con motivos múltiples; entre ellos la creencia que muchos eran ayudantes de las FARC. Pero reitera el carácter público de los asesinatos y la manera obligada en que el resto de los habitantes tuvieron que presenciar los hechos. El resto de personas asesinadas, lo fueron en sitios cercanos al corregimiento, tanto en los montes aledaños como en las veredas por

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las que pasaron los paramilitares para llegar hasta el casco urbano del corregimiento. Hacen mención también del ambiente festivo en que se llevó a cabo la masacre, impuesto por los paramilitares con diferentes instrumentos del corregimiento y equipos de sonido de la gente. Lo que concuerda con el informe del GMH. También ponen especial atención a las mujeres víctimas de la masacre, a las que los paramilitares acusaban de ser novias y compañeras sentimentales de guerrilleros de las FARC, sobre todo de “Martín Caballero”, el líder del Bloque 37. Como consecuencia de estos señalamientos, y a manera de castigo por sus supuestos vínculos sentimentales con los guerrilleros, por lo menos dos mujeres fueron víctimas de violencia sexual y una más fue empalada. Otras fueron obligadas a cocinar para los paramilitares luego de los crímenes perpetrados en la cancha (CCJ, 2010:1)

Después de ésto, y como fue descrito en las versiones anteriores, los pobladores se convirtieron entonces en otros miles de desplazados que llegaron a El Carmen de Bolívar, Cartagena, Barranquilla y Sincelejo. Se evidencia el análisis respecto de cuántas personas han retornado al corregimiento desde el 2004 y cuáles son las garantías que el Estado les ha brindado. Es importante anotar, que para el 2004 apenas habían regresado cerca de 700 de las 4000 personas que se vieron desplazadas por culpa de las AUC. Llegados a éste punto, la CCJ se distancia de las anteriores versiones al establecer una serie de responsabilidades por parte del Estado, tanto en la perpetración de la masacre, como en las garantías para el ejercicio pleno de la ciudadanía de las personas que decidieron retornar a El Salado. En ese orden de ideas establece dos discusiones que dan muchas luces sobre quiénes han movido sus hilos para que actos atroces se lleven a cabo: en primer lugar asegura las relaciones de grandes empresarios y políticos con la región con el Bloque Norte de las AUC y con ello la realización de la masacre; en segundo lugar le imputa al

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Estado colombiano culpabilidad en la masacre desde la perspectiva de ausencia de seguridad brindada por parte de las fuerzas armadas del país. Para finalizar afirman que aunque las campañas organizadas por entidades privadas son de gran ayuda para la población como la campaña Imagínate liderada por la W. Radio que buscaba por diferentes medios que los colombianos fueran solidarios con las víctimas de la masacre, pero que no situaba las causas de la misma y por quiénes había sido cometida, lo que hacía que las personas se solidarizaran desde el conocimiento parcializado sobre el tema y sin ahondar en discusiones como la reparación y la restitución a las víctimas, lo que la ubica dentro de una posición muy cómoda de alejárselo mayor posible de los escenarios de debate sobre el conflicto Colombiano. Por último hacen enfasis que la ayuda que debe prestar el Estado para las víctimas de El Salado no ha de ser cualquiera, ni tampoco la ayuda que le se presta a una comunidad que sufrió un desastre natural, sino que es una comunidad que sufrió una violación de Derechos Humanos, así como la violación al Derecho Internacional Humanitario y por ende no merece una simple “ayuda”, sino todo lo que el Estado es capaz de brindar en materia de reparación y restitución. La terminología utilizada para referirse a las obligaciones que el Estado colombiano tiene para con las víctimas de El Salado, refiriéndose a la “ayuda” que necesitan las víctimas, desconoce la dimensión del derecho a la reparación de los habitantes de El Salado debido a su condición de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, infracciones al derecho humanitario y crímenes de lesa humanidad. Se las trata como si fueran damnificadas por un desastre natural, como un terremoto o la erupción de un volcán, y no como víctimas de crímenes cometidos por paramilitares y la fuerza pública, en connivencia con políticos y empresarios de la región, todo lo cual compromete la responsabilidad del Estado y origina un derecho de gran envergadura (a la verdad, la justicia y la reparación) y no una compasiva ayuda. (CCJ, 2010: 4)

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Así pues podemos establecer una serie de continuidades y cambios entre unas versiones y otras; si bien todas las versiones ubican la misma cronología, desde el avance paramilitar, la llegada al casco urbano y la retirada del corregimiento, encontramos que a medida que los años fueron pasando se hacían análisis mucho más ambiciosos, que abarcaban un espectro más amplio que el número total de personas asesinadas por las AUC, que buscaron entender los porqué de las maneras empleadas en los asesinatos y los procesos que debieron vivir posteriormente los centenares de familias desplazadas y las que fueron llegando de nuevo a El Salado desde el 2002. En ese orden de ideas, está la visión sobre el carácter público de la masacre, esa forma ejemplarizante de castigar a quienes supuestamente tenían nexos con la guerrilla de las FARC, tema que se vio marcado de manera más cruel en las mujeres y la violencia de todo tipo que sobre ellas se ejerció. Es así, que la posibilidad que tienen las cuatro versiones de hacer análisis años después de lo sucedido les permite crear un panorama mucho más general sobre la manera en que los paramilitares leían a la población del corregimiento y las formas en que fueron victimizadas de manera global y diferenciada por género, pues es claro que sobre las mujeres pesó otro tipo de violencia que en algunos casos queda como elemento menor. Por último, encontramos la discusión sobre ¿cuál debe ser el papel del estado en la reparación y restitución de las víctimas?, no solo con ayudas temporales sino con el establecimiento de una serie de garantías para que las personas puedan volver a habitar el corregimiento; y la responsabilidad, muy grande, que existe de esclarecer cuál fue el papel de las distintas fuerzas armadas y su no presencia en El Salado, y los sitios que la avanzada paramilitar violentó; elemento que puede ser entendido como una puerta abierta para que los distintos grupos armados al margen de la ley haga lo que desee con la población civil. 1.3.2. Los victimarios El Bloque Norte de las AUC fue el responsable de la masacre de El Salado y los actos allí cometidos, ayudados en ésto por una serie de excombatientes de las 76

FARC quienes engrosarían las filas paramilitares como informantes y delatores de los campesinos que, supuestamente, tenían nexos con la guerrilla. Por otro lado, y como evidenciará más adelante, aunque la mayor parte de los paramilitares fuesen hombres siguiendo las órdenes de unos cuantos comandantes, también hubo presencia de mujeres victimarias que desempeñaban distintas labores y ejercían su poder de dominación más directamente sobre las mujeres habitantes del corregimiento. El Tiempo asegura que fueron aproximadamente 300 hombres los que perpetraron el hecho, comandados por Úber Enrique Banquez “Juancho Dique” y Martín Villa Montoya, pero encabezados por Rodrigo Tovar Pupo “Jorge 40” y a quienes les ayudarían de manera importante cerca de 14 ex –combatientes de las FARC quienes ya conocían a la población. Luego sacaron una larga lista y se fueron en busca de su primera víctima. Esta semana, Castaño dijo que 14 desertores del Bloque Caribe de las Farc le proporcionaron esos nombres. (Bustos, 2000:1)

Para el año 2000 se hace pública una entrevista realizada a Carlos Castaño, en la que éste afirma que “no reconocía que las víctimas [de la masacre] fueran campesinos, al señalar que se trataba de guerrilleros que murieron en combate. (p. 1) elemento que sería nutrido posteriormente con los testimonios del “Mono Mancuso” y “Juancho Dique” en el proceso que había iniciado la Ley 975 de 2005. Por su parte, Marta Ruiz centra su análisis en la planificación de la masacre como elemento fundamental a la hora de analizar la avanzada paramilitar y las diferentes estrategias utilizadas para asesinar y amedrentar a la población civil; allí ubica el momento en que “Juancho Dique” recibe una llamada de su jefe Rodrigo Mercado Peluffo, 'Cadena' y es informado que debe reunir 60 hombres para llevar a cabo lo que él consideró desde el primer momento “que se trataba de algo grande, un combate masivo con la guerrilla, o una masacre” (Ruiz, 2008: 1) Sin embargo, al momento de llevar a cabo la acción propuesta no fueron reunidos 60 sino 300 hombres que llegarían desde Ovejas, El Carmen y el sitio conocido 77

como La Reforestación para apoyar la realización de la masacre, hombres liderados entre otros por Jorge 40”, “Amaury” y “5-7”, pero todos ellos bajo el mando de “H-2” o John Henao, de quien aseguran era cuñado de Carlos Castaño. Una vez reunidos los hombres necesarios comenzó la cruzada hacia El Salado, en diferentes grupos que iban acorralando de las veredas y corregimientos vecinos hasta llegar al casco urbano. La noche del 15 de febrero salieron de San Onofre en dos camiones por la carretera principal que conduce a Cartagena, y en la madrugada se encontraron cerca de Carmen de Bolívar con otros dos grupos de paramilitares, todos estrictamente uniformados, con armas automáticas, granadas de fragmentación en las cananas y munición de sobra en las carreteras (p. 5) Una vez los paramilitares entraron al corregimiento uno de ellos gritó "Estamos en El Salado ¡no joda! Salgan, partida de guerrilleros, que todo el mundo se muere hoy" fue justamente éste el hecho que marcó el inicio de los que para ellos sería una fiesta, en donde cada muerto vendría acompañado del toque de los instrumentos del pueblo: tambores, gaitas y acordeones. Al parecer para algunos de ellos la masacre era su rito de iniciación, su posibilidad de poner en práctica todo lo que creían saber, la oportunidad de por fin matar a alguien y demostrar quiénes eran, su talante como asesinos. Los paramilitares recién reclutados pedían a sus superiores que les permitieran disparar, como si fuera un privilegio. "Ellos me decían: 'deme la oportunidad, quiero darle de baja a una persona...'", entonces yo se la daba, contó 'Juancho Dique. (p. 27)

El énfasis que el GMH hace sobre los victimarios posee diferentes elementos que posibilitan se enriquezca la versión sobre estos; en primer ligar establece una serie de lugares y personajes que protagonizaran las acciones contra la población civil, afirma que todo fue planeado en la finca El Avión, jurisdicción del municipio de San Ángel, departamento del Magdalena; y en segundo lugar establece que Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40” y John Henao alias 78

“H2” y enviado por Carlos Castaño, todos pertenecientes al Bloque Norte de las AUC planearon la masacre. Una vez todo estuvo planificado y delimitado, se organizó un total de 450 paramilitares que divididos en tres grupos llegaron por diferentes lugares hasta el casco urbano de El Salado. El primero llegó desde el municipio de San Pedro (Sucre), pasando por sitios como Canutal y Canutalito y comandados por John Jairo Esquivel, alias “El Tigre” quien seguía las ordenes de “Jorge 40”, pero además éste grupo fue apoyado por desertores de las FARC quienes les ayudaron a aclarar las dudas sobre quiénes debían o no morir. El segundo bajo el mando de Edgar Córdoba Trujillo, alias “Cinco Siete” y arribaron al corregimiento desde la vía que conduce a Zambrano (Bolívar); y el último grupo que estaba comandado por el ex – suboficial de las Fuerzas Especiales del Ejército, Luis Francisco Robles, alias “Amaury”, quien tiempo atrás habría sido reclutado por Carlos Castaño; éste grupo tuvo también la particularidad de contar con la ayuda de desertores de las FARC de los bloques 35 y 37. Uno de los elementos que marcan diferencia entre ésta versión y las elaboradas por los otros grupos, es la mención explícita, aunque mínima, de paramilitares mujeres, quienes eran en todo caso las enfermeras y en casos específicos las ayudantes para realizar las violaciones a las mujeres víctimas: A mí me dejan casi al lado del baño, cuando de pronto llega la enfermera paramilitar llamada María y dice ¡bingo!, me apunta con una pistola, me lleva a un cerro donde hay como 10 paramilitares, me lleva el brazo derecho hacia atrás y me dicen que van a quemar el pueblo y que cuánto me paga la guerrilla para que les colaborara…la vieja esa me levanta a cachetadas y me dice zorra, perra, que ahora si voy a saber lo que es bueno, que si antes no había ido al fin del mundo, que cuántas veces había hecho el amor. (p. 41)

Esta diferenciación pone de manifiesto cómo se ha venido construyendo el imaginario acerca de los victimarios: ¿quiénes eran?, ¿qué los movía a hacer lo que hicieron?; al respecto pocas veces se mencionan a las mujeres paramilitares, 79

no solo como apoyos de los hombres, sino también como perpetuadoras de los crímenes contra la población. En último lugar, encontrmos que la CCJ no establece cifras de paramilitares involucrados en la realización de la masacre, pero sí posiciona dos discusiones impotantes al momento de judicializar a los responsables de las violaciones a los DDHH en El Salado; i) reconocimiento de los paramilitares como victimarios que poseian nexos con diferentes personas y grupos responsables por lo sucedido en El Salado, entre ellos políticos; empresarios y el mismo ejército colombiano y ii) una vez los paramilitares pudieron dar su versión de lo sucedido quisieron minimizar lo que allí paso, negando el sorteo de personas, el ambiente festivo y hasta la violación de mujeres; calificando lo allí ocurrido como una operación militar en la que hubo diferentes combates contra guerrilleros. De ésta manera, podemos ver que los victimarios no fueron única y exclusivamente los combatientes del Bloque Héroes de Montes de María de las AUC, detrás de la planificación y posterior perpetuación de la masacre encontramos personajes que han marcado la historia social de buena parte de la Costa Atlántica, como “La gata” y sus negocio de “chance”, o como la ausencia programada de la Infantería de Marina en la búsqueda de un ganado que nunca encontraron aun cuenda fuera una labor que debía desempeñar la Policía Nacional. Otro elemento de reflexión y que solo ha abordado el GMH es la posibilidad de crear narrativas desde las víctimas sobre mujeres victimarias de las AUC, donde se hace evidente que reproducen una serie de valores en donde las mujeres deben estar destinadas al cuidado de los combatientes hombres y sus intereses, es por ello que además de ser enfermeras, son quienes tranquilizan a las mujeres cuando las van a violar. 1.3.3. Los móviles Desde el año 2000 se filtró en los medios de comunicación la versión que afirmaba que el móvil que generó la masacre fue el robo y posterior recuperación de una gran cantidad de cabezas de ganado pertenecientes a Enilse López Romero alias “La Gata” y quien fuese una de las mayores empresarias del chance en la costa 80

atlántica (Ruiz, 2008 y GMH, 2009). Por otro lado, una vez inició el proceso de Justicia y Paz, en 2005, se han podido conocer las declaraciones de los paramilitares implicados en la masacre y así establecer una serie de argumentos más certeros y estructurados al respecto. En este sentido, El Tiempo, y sus periodistas asociados, desde el 2000 han tenido acceso a las declaraciones de los distintos jefes de las del Bloque Norte, lo que dio pie a conocer de primera mano sus intereses no solo en la realización de la masacre en El Salado, sino de la estrategias para controlar toda la región montemariana; ejemplo de esto son las declaraciones hechas por el segundo comandante de las AUC, Santander Lozada, el 28 de febrero del 2000: “Vamos a limpiar la Costa de guerrilla”. Esta máxima proferida por Lozada fue acompañada por las declaraciones posteriores de Carlos Castaño y que posibilitaron el esclarecimiento de los móviles de las estructuras paramilitares en los Montes de María, elemento que El Tiempo reproduce de la siguiente manera: Mediante los ataques a la población civil, Castaño avanza en su estrategia de romperle a las Farc el cinturón que durante años fueron consolidando desde el Urabá antioqueño hasta Arauca, pasando por Sucre, Sur de Bolívar, Montería y Norte de Santander. Dividiendo así, al país en tres: la zona costera, la zona sur y en la mitad del sánduche, el centro del país. (Paz, 2000:1)

Contrario a lo afirmado por El Tiempo, Ruiz afirma que la masacre estuvo motivada por el supuesto robo de 400 cabezas de ganado por parte de las FARC a “La Gata”, lo que implicó que los paramilitares entraran a la población para recuperar este ganado, atravesar el río Magadalena y dejarlo en las sábanas del departamento de Magdalena. Esto acompañado por un cambio en la estrategia de la fuerza pública en la región, poco tiempo antes que comenzará la incursión paramilitar, y o que hizo que se movilzaran una gran cantidad de hombres para buscar un ganado que nunca encontraron y por el cual dejaron desprotegida a la población civil. Mientras 'Dique', el 'Tigre', el 'Gallo' y el resto de los paramilitares se regodeaban en la humillación y el castigo a la gente, el comandante de la operación, 'H2',

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consumaba la tarea principal que se le había encargado. Tenía casi mil cabezas de ganado recogidas y empezó la marcha con ellas, guiado por el administrador de la finca Las Yeguas, de donde habían sido robadas las reses de la “Gata”. (Ruiz, 2008: 7)

Lo dicho por Ruiz posibilitaria establecer una serie de nexos entre quienes dirigián la fuerza pública, para ese entonces, y las estructuras paramilitares, cuestionando, así, la posible paridad de intereses entre el Estado y las AUC, pues el abandono a una región tan extensa por la busqueda de unas cuantas cabezas de ganado de uno de los mayores terratenientes es un hecho que deja en entredicho los reales interes de quienes dirijian la fuerza pública para ese entonces, se puede ver que tenían más importancia las vacas que las personas a las que dejaron abandonadas adrede. El GMH establece en su versión una serie de responsabilidades respecto al supuesto robo de ganado por parte de las FARC, no únicamente, como ya se mencionó, a “La Gata”, sino también al político y ganadero Miguel Nule Amín en municipios sucreños de la región montemariana, lo que condujo al posterior despliegue de las fuerzas armadas estatales, representadas en la Infantería de Marina y no en la Policía Nacional, a la búsqueda del ganado robado el 15 de febrero del 2000. La pregunta sobre la Policía Nacional se deriva de que haya sido la Infantería de Marina y no ésta la que reaccionó ante la ocurrencia de un hecho delictivo de índole policivo, que si bien se relaciona con el orden público por ser atribuido a la guerrilla, no justifica su inacción; y además resulta extraño que ni ella ni la Infantería de Marina presentaron ante la Procuraduría General de la Nación algún reporte operativo acerca de la recuperación o no del ganado robado. (GMH, 2009: 32)

Esto hizo, afirma el GMH, que la zona aledaña a El Salado quedase completamente desprotegida y por ende nadie protegiera a la población civil de las veredas y corregimientos cercanos; es decir, un abandono programado por parte las instituciones de seguridad del Estado. 82

Siguiendo con el relato, el GMH ubica como principal móvil de las AUC el amedrentar, matar, violar, etc., a la población por sus supuesto nexos con la guerrilla, encontrando los principales vínculos en las relaciones de ayuda que la población brindaba a los insurgentes y las relaciones de cariño que con los comandantes algunas mujeres tenían. Mediante diferentes acciones criminales, los paramilitares lograron romper la cohesión social y hacer que todos los habitantes del corregimiento tuviesen que huir por miedo a las represalias de los alzados en armas.

Lo que buscaban los paramilitares mediante la inmensidad y la densidad del terror era acabar con el pueblo, vaciar el territorio, expulsar a la población. La lógica de la violencia seguida en la masacre de El Salado es una lógica de exterminio. Aquí el terror presupone una destrucción total de los espacios sociales como recurso para acabar con la ocupación del territorio. (GMH, 2009: 94)

La CCJ, en esa misma perspectiva, establece los móviles de la masacre en los imaginarios que habían creado las AUC sobre la población saladera, dejando de lado la versión sobre el robo de las cabezas de ganado: Su propósito deliberado de atacar y “castigar” a la población civil considerada por ellos como guerrillera. (CCJ, 2010: 2)

Las versiones construidas por cada una de las fuentes ayudan a perfilar una serie de representaciones que sobre la población de El Salado tenían los paramilitares, lo que posibilita que cometan todo tipo de acciones en contra de personas indefensas amparados en que supuestamente eran guerrilleros o tenían algún tipo de nexo con las FARC. Esto hace que cualquier ataque en contexto de conflicto se haga válido y no deba tener ninguna represalia pues mueren en combate como afirman algunos cabecillas de las AUC.

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Lo anterior hace posible establecer reflexiones en torno a cuáles son los imaginarios y representaciones que la sociedad civil construye entorno a la población que habita en territorios donde el conflicto armado se ha hecho presente de forma tan exacerbada y se ha caracterizado por tan diversos matices que no permiten construir un relato legible al respecto; es decir, ¿acaso cuando la sociedad civil no pone en tela de juicio los móviles de los victimarios está apoyándolos? 1.3.4. Los conflictos previos En el Salado y toda la región montemariana, como hemos señalado, se encontraban diferentes grupos armados al margen de la ley desde finales de los 60’s, como el PRT, el CRS, el ELN, el EPL y más recientemente las FARC con los Bloques 35 y 37. Esto condujo a que en la década de los 90’s, y con la entrada de las AUC en la región, la población quedara a merced de un grupo y otro e incluso del fuego cruzado entre estos dos. Sumado a lo anterior, desde la década de los setenta El Salado se había posicionado como un corregimiento pujante económicamente y de gran actividad gremial concentrada en la mejora de las condiciones de los trabajadores, campesinos y fabriles, del tabaco. Esto hizo que diferentes grupos y personas tuvieran intereses marcados en la zona, pero que también terratenientes naturales de allí, como Santander Cohen, se hicieran blanco de ataques por partes de las FARC y eso conllevara a la construcción de imaginarios sobre la situación real del corregimiento y sus supuestos nexos con la guerrilla. [Cohen] Era el hombre más rico del pueblo y su recuerdo está marcado por la ambigüedad: unos ponen el énfasis en la arbitrariedad de su poder, el cual se manifestaba en el robo de ganado, la extensión de facto de los límites de sus propiedades y la recurrencia a la violencia para resolver conflictos; otros en que contrataba a los miembros de su comunidad para laborar en sus propiedades y daba el dinero para las fiestas del pueblo. (GMH, 2009: 130)

Otro elemento que sitúa a El Salado en situación de vulnerabilidad durante los noventa tiene que ver con los hechos victimizantes ocurridos en 1997, situación 84

que cada versión analiza y sitúa de manera diferente. Este suceso, sumado a otros y presentados de manera diferentes por cada fuente posibilita una reflexión sobre las circunstancias en que tuvo lugar la masacre del año 2000. En concordancia con lo descrito anteriormente El Tiempo ubica dos periodos claves que ayudan entender “las raíces profundas de la masacre” (Blanco, 2000); en un primer momento se encuentran las referencias explicitas a la organización campesina y sus reivindicaciones tabacaleras sumadas a los enfrentamientos contra los grandes terratenientes por el control de las cosechas y las tierras:

Esta zona hace 20 años pertenecía a latifundistas tabacaleros. La actitud de algunos, que incluso exigían a los campesinos que pagaran sus cosechas prestándoles a sus hijas, generó gran resentimiento entre los campesinos. Y motivó un fuerte movimiento por la tierra que desembocó en una extensa reforma agraria liderada por la ANUC. (p. 2)

El segundo elemento evidencia lo tensa que se fue tornando la situación del corregimiento en los años noventa, ubicando varios hechos que ponen a la población civil como blanco de ataques por diferentes grupos: Era un día silencioso, solo comparable con aquellos de junio de 1992, cuando un grupo armado llegó y mató a cuatro miembros de la familia Madrid. O con aquellos domingos de marzo y abril de 1997, cuando los paramilitares irrumpieron en el caserío, mataron a siete personas y generaron un éxodo de más de 5.000 parroquianos. Tres meses más tarde, el hambre y las promesas del Gobierno de garantizarles seguridad y bienestar los obligaron a regresar. (Bustos, 2000:1)

Las referencias anteriores posibilitan contextualizar a El Salado como un corregimiento que a lo largo de los noventa vio cómo la cohesión social se fue quebrando por los intereses que sobre su territorio tenían diferentes grupos armados, lo que llevo a situaciones como el desplazamiento forzado de aproximadamente 4000 de las 7000 personas que habitaban el corregimiento en 1997.

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En esa misma línea, Ruiz ubica no dos, sino cuatro episodios específicos que dieron como resultado la vulnerabilidad del corregimiento y dejaron ver lo expuesto que se encontraba a los ataques de un grupo y otro. i) “La prosperidad había hecho que la guerrilla pusiera sus ojos en El Salado. Los frentes 35 y 37 de las Farc hostigaban con frecuencia a la decena de policías que mal armados intentaban defenderse, hasta que un día vino un helicóptero y se llevó para siempre a los agentes” (Ruiz, 2008: 2), ii) el asesinato de Cohen y el comandante de la Infantería de Marina Alfredo Persánd Barnes en una emboscada que habrían hecho las FARC al intento del terrateniente de salir del corregimiento motivado por los contantes hostigamientos por parte de la guerrilla. “Esa acción dejó una marca indeleble en El Salado. En adelante, este sería considerado un pueblo guerrillero, incriminado por no haber advertido a los militares la cruenta trampa que había tendido el jefe guerrillero 'Martín Caballero'” (p. 3), iii) lo sucedido en 1997 arguyendo que la responsabilidad de los hechos fue de una serie de ganaderos de la zona que habrían enviado a un grupo armado que con lista en mano asesinó a cinco personas, entre ellas una maestra y “en cuestión de horas El Salado se había convertido en un pueblo fantasma. Absolutamente todas las familias salieron desplazadas, con sus trastos y sus animales, a la espera de garantías para regresar” (p.3) y por último iv) un suceso que demuestra el grado de planeación que tuvo la masacre del 2000, “en diciembre de ese año [1999], un helicóptero desconocido sobrevoló el pueblo y lanzó unos panfletos en los que decía: "Cómanse las gallinas y los carneros y gocen todo lo que puedan este año porque no van a disfrutar más"” (p. 3) El GMH ubica tres episodios que coinciden con lo ya dicho por Ruiz, estos son: a) el asesinato de Santander Cohen y la posterior estigmatización de la población saladera y b) lo ocurrido en 1997, denominándole como masacre y estableciendo autores

intelectuales

del

hecho.

En

ambos

casos

GMH

se

distancia

diametralmente de lo versado por Ruiz, haciendo análisis que tienen como sostén principal los testimonios de habitantes de El Salado e investigaciones por parte de instituciones estatales. C) Los volantes amenazantes que un helicóptero arrojó sobre el casco urbano del corregimiento. 86

El primero de los episodios, el asesinato de Cohen, Persánd y otros miembros de la Infantería de Marina, generó que a la población saladera se le estigmatizara como guerrillera y esto “derivó en discriminación hacia los habitantes de El Salado, a la vez que provocó un daño moral que aún reclama por reparación” (GMH, 2009: 133), sumado a esto GMH ubica otro elemento fundamental y que configuró una serie de imaginarios sobre el desenlace de los posteriores eventos traumáticos y es la maldición que sobre el corregimiento profirió Santander Cohen quitándose su sombrero antes de irse: Entonces Santander Cohen cuando se fue, en aquella ocasión que les conté, echó una maldición que El Salado no era más nunca El Salado, que aquí tenía que ocurrir una desgracia, y es por eso que cuando los paracos se metieron, todo el mundo decía que era la maldición de Santander Cohen […], (p. 130)

El segundo episodio el GMH lo atribuye a José y Eduardo Méndez como autores intelectuales de lo ocurrido el 23 de marzo de 1997. A la familia Méndez el GMH la sitúa como una de las principales terratenientes de El Salado y sobre quien recaerían toda clase de hostigamientos por parte de las FARC como retaliación a la supuesta responsabilidad por los actos que tendrían lugar el 3 de marzo de 1997, “cuando los paramilitares incursionaron en el corregimiento […] y ordenaron el cierre de la totalidad de las tiendas del pueblo” (p. 128). Específicamente la masacre de 1997 tendría lugar el 23 de marzo, 20 días del primer hecho victimizante, y habría sido perpetuada por un grupo paramilitar fuertemente armado y conformado por cincuenta hombres que asesinaron a cinco personas de la comunidad, entre ellas una profesora y varios líderes comunitarios. Más adelante, en julio de 1998 se condenaría a cerca de dos años de prisión a los Méndez quienes saldrían a libertad el 4 de enero del 2000. Su liberación y “la ocurrencia de la masacre desde el 16 de febrero son conectadas causalmente como la materialización de su venganza: la percepción de los habitantes de El Salado es que aquellos salieron de la cárcel para reunirse con los comandantes paramilitares y planear la masacre” (p. 129) Esto genera una serie de dudas sobre la posible responsabilidad de miembros de la comunidad con la planificación y 87

realización no de una sino de dos masacres, la segunda, como ya hemos visto, de mayor magnitud. El tercer elemento victimizante no es abordado de manera tan amplía por el GMH, mas ubica el 23 de diciembre de 1999 como el día en que ocurrió éste. Es decir, en lanzamiento de unos volantes amenazantes desde un helicóptero que decían coman, beban y celebren las fiestas de fin de año porque serán las últimas. Lo que denota, como ya fue mencionado, el grado de planificación que tuvo la masacre del 2000. Por último, la versión elaborada por la CCJ se concentra en los hechos de 1997 como primer elemento para el resquebrajamiento de la cohesión social, esto gracias al desplazamiento de la totalidad de los habitantes del corregimiento. 1.3.5. Consideraciones generales La revisión general de las fuentes y la forma en que cada una comprende la masacre nos permite posicionar una serie de análisis y reflexiones de cara a la construcción narrativa de lo sucedido en relación con los habitantes de El Salado que fueron asesinados y los sobrevivientes que debieron vivir toda clase de agravios y posteriormente engrosar las filas de la población desplazada; los paramilitares del Bloque Norte de las AUC que perpetuaron la masacre que habían

planificado

con

antelación;

las

razones

que

condujeron

al

resquebrajamiento y posterior destrucción de la cohesión social y los conflictos que se sucedieron antes del 2000 y que darían pistas sobre lo que iba a ocurrir. Antes de hacer cualquier tipo de diferenciación taxonómica entre los tipos de víctimas, victimarios e imaginarios que sobre todos se ha construido es importante evidenciar la manera cronológica en que las diferentes versiones han situado a El Salado como un corregimiento que durante la década de los noventa sufrió el ataque y la incursión de las FARC y las AUC. El primero de estos ataques, la persecución constante a uno de los terratenientes del corregimiento, que al ver su vida en peligro decide irse con su familia, pide ayuda al Estado representado en la Infantería de Marina y una vez en camino 88

hacia el casco urbano de El Carmen de Bolívar es emboscado por las FARC, resultan muertos no sólo él sino también integrantes de las fuerzas armadas, como el coronel Persánd. No únicamente la muerte de Cohen, sino el suceso anterior que sitúa el GMH, la maldición de profirió antes de irse, son hechos que marcaron la vida de El Salado, que dejaron en la memoria colectiva un sinsabor sobre lo que podría pasar y cómo efectivamente lo que pasó años después puede entenderse como la maldición puesta en práctica, como el destino irreversible que debían vivir. El segundo ataque, la entrada de 50 paramilitares el 23 de marzo de 1997 y donde resultaron 5 víctimas mortales y todos los habitantes desplazados, es un hecho que demuestra la forma en que los problemas fueron escalando de una manera no antes vista; dos familiares, los Méndez, deciden tomar venganza contra todos los habitantes del corregimiento, esto se conoce tiempo después al declarárselos autores intelectuales del hecho. Esta masacre fue el hecho detonante para que efectivamente la cohesión social se quebrara, ejemplificado esto en que de las aproximadamente 7000 personas que huyeron del corregimiento apenas regresarían 4000, y durante 3 años la vida y el sentir sobre el territorio fue cambiando drásticamente, los habitantes aseguran que se vivía una tensa calma, como si hubiese una certeza colectiva que algo iba a pasar, que la maldición de Cohen y la venganza de Los Méndez se unirían provocando algo sin precedentes. El último hecho que marcó la memoria colectiva como precedente de la masacre fueron los volantes que un helicóptero arrojó el 23 de diciembre de 1999, diciéndoles que comieran y bebieran porque serían las últimas fiestas de fin de año que vivirían. Vemos entonces tres hechos funestos que en menos de 5 años cambiaron completamente la vida del corregimiento y sus habitantes, que provocaron miedo y terror, que colmaron la memoria colectiva de temores sobre la posibilidad de algún suceso violento por encontrarse en un contexto de fuego cruzado, donde cada 89

grupo armado al margen de la ley tenía intereses y objetivos particulares quedando los habitantes completamente desprotegidos. Por otro lado, nos muestra el GMH y Marta Ruiz, que después de lo sucedido en 1995 los habitantes del corregimiento comenzaron a ser estigmatizados como guerrilleros, como cómplices y milicianos de las FARC. Esto marca un hito, en el imaginario colectivo de los municipios y corregimientos cercanos sobre lo sucedido en El Salado, hecho que se minimiza al suscribirlo como un ajuste de cuentas entre grupos armados y no como un ataque a población civil indefensa, como si todos los actos atroces que debieron ver y vivir los habitantes del corregimiento fueran un pago esperado por todo lo antes sucedido, quitándole responsabilidad a los victimarios y dándosela entera a las víctimas. Y ésta es justamente la primera versión que comienza a circular en los medios de comunicación por cuenta de las declaraciones que hace Carlos Castaño en marzo del 2000, minimiza lo ocurrido en El Salado, lo deja apenas como la muerte de unos cuantos guerrilleros y no como el ataque paramilitar a la población civil. Vemos, entonces, cómo se han ido construyendo y reconstruyendo una serie de representaciones sobre las víctimas de El Salado, no únicamente sobre las personas que fueron asesinadas de múltiples y distintas formas, sino también sobre las que debieron dejar su corregimiento para siempre y pasar a formar parte de los millones de desplazados que en contexto de conflicto contabiliza Colombia. Es así como el terror es la principal estrategia de los victimarios, infundirlo en sus habitantes no solo mediante asesinatos y escarnio público sino posicionarlo en declaraciones posteriores en las que se afirma que todo lo sucedido allí estaba enmarcado en un proceso para limpiar la región de la guerrilla y sus infiltrados en la población civil. Dichas declaraciones se enmarcan en el proceso de Justicia y Paz que se llevó a cabo desde el año 2005 y que años más adelante serviría para situar las relaciones existentes entre las AUC y el Estado, sobre todo la responsabilidad de éste último para con las víctimas por su abandono de la región y el corregimiento por lo menos en términos de seguridad

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Durante el proceso iniciado en 2005 los excombatientes de las AUC logran justificarse y minimizar lo allí ocurrido, como afirma la CCJ, hechos llenos de sevicia como violaciones, mutilaciones, asesinatos selectivos y desapariciones quedan en el tintero porque eran las acciones que ellos necesitaban llevar a cabo para castigar a la población por sus supuestos nexos con las FARC. Por otra parte, el desplazamiento forzado se convirtió en la única posibilidad para los sobrevivientes, buscando refugio en las casas de sus familiares en los municipios y ciudades cercanas, como El Carmen de Bolívar, Cartagena, Barranquilla o Sincelejo; algunas de las personas desplazadas, afirma el GMH, fueron asesinadas por paramilitares a finales del 2000 en El Carmen de Bolívar. Para afirmar que aunque la masacre haya empezado el 16 de febrero con el asesinato de campesinos en veredas cercanas a El Salado, no terminó el 21 de Febrero, pues perseguir y asesinar a desplazados se puede considerar como una continuación, en menor escala, de la masacre. Es de gran importancia analizar la manera en que se ha asumido el desplazamiento desde una visión generacional; las personas que más pujanza hicieron en regresar al corregimiento después de un par de años de ocurrida la masacre fueron aquéllas que más arraigo tenían con el corregimiento, con su historia y con todo lo que allí habían vivido, conocido y creado, es decir las personas más viejas, las que habían vivido las luchas campesinas en todo su esplendor, aquéllas que habían posicionado a El Salado no como un corregimiento inserto en los Montes de María sino como una despensa agrícola y especialmente tabacalera, esas personas que no encontraron en los grandes municipios y ciudades de la Costa Atlántica paz ni tranquilidad en la casa de ningún hijo, ni familiar; en contraposición a las que se desplazaron siendo jóvenes y pudiendo forjar futuro y “echar raíces” en otras tierras, hacer su propia historia en algún municipio o ciudad cercana, a quienes evidentemente El Salado les dolía pero no encontraban allí oportunidades para surgir ni social, ni económicamente. Sin embargo, estas afirmaciones no pueden ser respaldas por ningún tipo de documento o estadística, pues no se ha elaborado. 91

Otro elemento fundamental tiene que ver con las mujeres como víctimas, pero también como victimarias, elemento trabajado más ampliamente por el GMH, quien además de presentar los casos de mujeres violadas, empaladas y obligadas a cocinar para los paramilitares muestra mujeres, de las AUC, que no son frágiles y tienen gran posición dentro de las marcadas jerarquías de éste grupo armado. Aunque a grandes rasgos podemos decir que estas mujeres reproducen las visiones patriarcales sobre el papel que deben cumplir en la sociedad como enfermeras y cuidanderas de los valores y las buenas costumbres, en El Salado evidenciamos combatientes sanguinarias y sin ningún tipo de clemencia, características atribuidas generalmente a los hombres de cualquier grupo armado. No podemos dejar de lado las violaciones y asesinatos de mujeres pues estos actos funcionaron para los intereses de las AUC en varios sentidos, evidentes estos en el caso de Neivis Arrieta, quien según los paramilitares, y sus ayudantes desertores de las FARC, era la novia de “Martín Caballero”. A Arrieta la empalaron, y éste hecho juega un papel trascendental, pues no es solo el hecho en sí mismo, sino todo lo que el escarnio público configura al dejarla en un sitio estratégico donde todas las personas del corregimiento la pudiesen ver. De esta manera se evidencias dos intereses, por un lado castigar a la compañera sentimental del enemigo de la manera más cruel posible y por otro mandarle un mensaje a los habitantes, que a cualquiera que se le ocurra tener cualquier tipo de relación con los guerrilleros, la que sea, le pasará lo mismo. Para finalizar podemos ver la manera en que las cuatro versiones descritas y analizadas anteriormente se encuentran en puntos comunes respecto a las categorías definidas; es así como las víctimas son aquellas asesinadas por los paramilitares en las diferentes incursiones al pueblo pero también aquellas que fueron violadas, masacradas y que además debieron huir de la violencia a sitios cercanos; que los victimarios, paramilitares del Bloque Norte de las AUC y ex milicianos de las FARC, tenían todo plenamente calculado y sin ninguna posibilidad de error; que los móviles de la masacre pasan desde la supuesta recuperación de unas cabezas de ganado de “La Gata”, la reprenda a la población 92

por sus supuestos nexos con las FARC hasta el hecho mismo de romper la cohesión de unos los principales focos de la resistencia campesina en Colombia en los años setenta y ochenta y esto lleva directamente a establecer unos conflictos previos en El Salado y toda la región montemariana, entre ellos el conflicto por el control sobre la tierra y la intromisión de diferentes grupos armados al margen de la ley en la vida y las decisiones de un corregimiento fuerte aunque económicamente en decadencia desde finales de los ochenta.

93

CAPITULO II El qué-hacer de la memoria histórica en el contexto de la escuela rural. “Los

debates

sociales

sobre

el

pasado

son

sumamente relevantes, porque en ellos no está en juego un simple conocimiento erudito sobre la historia, sino la auto-comprensión de la comunidad en el

presente

y

su

proyección

en

el

futuro”

(Fernando Sánchez Marcos, 2009)

De acuerdo con el análisis que orientó el anterior capítulo, resulta evidente que el abordaje del conflicto armado, político y social en los Montes de María y en especial de la historia social del corregimiento de El Salado, ha estado caracterizada por la construcción de una narrativa donde lo traumático ha demarcado la posibilidad del relato. De esta manera, fiestas, ritos, tradiciones, peregrinaciones, corralejas y demás elementos del patrimonio cultural saladero han sido relegados u olvidados por completo al momento de estudiar la historia del corregimiento y hacer la taxonomía del conflicto. Se observa la manera cómo la masacre del año 2000 aborda y desborda todo, dejando poco o ningún lugar a las otras posibilidades que han sido pilares definitivos en la construcción de una identidad colectiva en la población de El Salado. Hoy en día en El Salado, se reconocen e intentan rescatar algunas de estas prácticas; por ejemplo, para el 2013 la Junta de Acción Comunal programó diferentes eventos y celebraciones, como la celebración de la fiesta de La Virgen del Carmen el 16 de julio, la fiesta de la Virgen del Rosario el 30 de octubre y, para el primer fin de semana de diciembre, las Fiestas de Toros que no se celebraban desde 1992. Lo ya mencionado ha generado el interés de trabajar con las y los estudiantes del grado noveno, de la Institución Técnico-Agropecuaria El Salado (en adelante ITAES), sobre las formas y las maneras en que se ha elaborado la memoria 94

histórica del corregimiento, identificando las narrativas que los estudiantes reconocen entorno a ésta y preguntándonos, si esas narrativas pueden ser resignificadas a partir de un proceso pedagógico en el cual las historias de vida se constituyen en los ejes de trabajo. Con el objetivo de alcanzar el anterior planteamiento, el presente capítulo se organizó en tres apartados; el primero de ellos busca hacer una descripción general de las escuelas rurales en Colombia, para así pasar al contexto de la ITAES y sus docentes, los estudiantes del grado 9° y la manera en que estos se ven constituidos por la historia de sus familias y los grupos sociales en los cuales están inmersos. En el segundo apartado se analizan una serie de elementos fundamentales de cara al planteamiento de la práctica pedagógica, a saber: la relación existente entre cultura, tradición y de qué manera la memoria les configura y posibilita nuevos sentidos; de igual manera se abordará la estrecha conexión de estos elementos con la Memoria Histórica y las diferentes posturas frente a ésta. El modelo pedagógico Histórico Cultural y la reflexión educativa implícita en él, nos permitirá retomar lo anterior como una posibilidad para pensar la práctica educativa en el escenario rural. El tercer apartado recoge el diseño de la práctica pedagógica por medio de la pregunta formativa y los objetivos específicos, de igual manera se presenta el planteamiento de cada una de las sesiones que orientó la implementación; por último, un análisis general de los resultados obtenidos con las y los estudiantes del grado noveno 2.1.

Reflexiones generales sobre el contexto desde la escuela rural

Las escuelas rurales en Colombia presentan unas características generales que están delimitadas por contextos socio-económicos específicos, así como por diferentes políticas educativas de carácter nacional, traducidas en leyes y decretos emitidos por el Ministerio de Educación Nacional (MEN); dichas políticas educativas inciden tanto en el funcionamiento de las escuelas rurales como en la 95

contratación de docentes como en la deserción escolar, justamente a lo largo de éste apartado se analizaran cuatro características que permiten entender el panorama nacional y cómo éste se vivencia en el municipio de El Carmen de Bolívar y en la ITAES de El Salado, a saber: a) cobertura educativa, b) deserción escolar, c) dinámicas poblacionales y d) condiciones laborales docentes. En relación con la cobertura encontramos que de acuerdo con los datos provistos por el MEN13, la tasa nacional de cobertura para educación básica y media en áreas rurales para el 2012 se estima en un 24,25% mientras que la urbana puede alcanzar un 75,75%. Lo que manifiesta un marcado desequilibrio entre lo urbano y lo rural. Siguiendo la tendencia nacional se observa que para el caso de El Carmen de Bolívar14 la cobertura para educación básica y media en el sector rural se estima en un 29.03% mientras que para el sector urbano es de 70.97%, lo que indica una leve diferencia, de apenas 5 puntos más, respecto al promedio nacional; sumado a lo anterior, las dinámicas propias de cada institución, más las condiciones generadas por las políticas educativas regionales incrementan de manera negativa la cobertura y la calidad de la educación, ejemplo de ello es la inestabilidad administrativa reflejada en el no nombramiento de maestros o directivos docentes, lo que repercute entre otros, a iniciar los años lectivos por fuera del cronograma nacional, es decir, en algunas instituciones rurales el comienzo de las clases se da en el mes de marzo o abril, lo que hace que muchos estudiantes de estos sectores decidan trasladarse hasta la cabecera municipal por la incertidumbre generada respecto al inicio de actividades académicas. Para nuestro caso para los años 2013 y 2014 la ITAES inició actividades académicas en el mes de marzo, lo que hizo que algunos de los estudiantes radicados en El Salado decidieran irse hasta la cabecera de El Carmen de Bolívar y allí iniciar el año lectivo.

13http://menweb.mineducacion.gov.co/seguimiento/estadisticas/principal.php?seccion=2&id_catego

ria=2&consulta=mat_zona&nivel=2&dpto=&et=&mun=&ins=&sede= 14 Es importante anotar que no existen estadísticas respecto de El Salado ni de sus veredas, lo que no nos permite hacer un análisis profundo sobre la situación educativa del corregimiento y las transformaciones que en materia educativa ha evidenciado en la última década.

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El segundo elemento que incide en la configuración de las escuelas rurales y que se evidencia de manera específica no solo en la ITAES es el referido a la deserción escolar, entendiéndolo como el abandono del sistema escolar por parte de los estudiantes, provocado por la combinación de factores que se generan tanto al interior del sistema como en contextos de tipo social, familiar, individual y del entorno (MEN, 2001: 1) Un factor determinante para la deserción escolar tiene que ver con el trabajo infantil, lo que en las zonas rurales se evidencia en la inserción de niños y jóvenes en actividades económicas de tipo campesino lo que hace muchos abandonen las escuelas en búsqueda del sustento propio y el familiar; por ende anota el MEN que “en el sector rural colombiano, el aislamiento y el uso del trabajo infantil para la generación del ingreso familiar, así como el bajo nivel de escolaridad de los padres, tienen un impacto negativo en el acceso de los niños a la escuela. Las tasas de deserción y repitencia son más altas en las zonas rurales que en las urbanas, así como el número de niños que nunca ha sido atendido por el sector educativo” (p. 1) Para el caso de la ITAES, la anterior información se manifiesta en las múltiples relaciones económicas en las cuales están inmersas las y los estudiantes15, que abarcan desde la producción agrícola hasta la práctica de otras actividades económicas, como por ejemplo la vinculación de algunos jóvenes en labores comerciales, o de servicio. Cabe mencionar que estas actividades se traducen en trabajos diferenciados por género ya que en mayor medida los hombres se desempeñan en el trabajo del campo, por ejemplo en cultivos de maíz, yuca y tabaco, así mismo en algunas labores tales como ser ayudantes en los vehículos que transportan personas y mercancía desde el corregimiento hasta la cabecera municipal y viceversa. Para ilustrar esta problemática podemos mencionar el caso de los estudiantes Hugo Garrido Martínez y Antonio Garrido Martínez quienes decidieron dejar la escuela durante un año para dedicarse exclusivamente a las labores relacionadas con el campo. De manera diferenciada las mujeres se desempeñan en actividades domésticas y como cuidadoras de los productos 15

Esta situación afectó directamente la realización de algunas de las sesiones diseñadas para ser llevadas a cabo por fuera las de las aulas de la ITAES.

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agrícolas almacenados en las viviendas, como el tabaco ya ensartado y los derivados lácteos como queso y suero. Todo lo anterior se encuentra íntimamente relacionado con la reproducción de una serie de valores patriarcales en el contexto rural colombiano y la división sexual del trabajo. La tercera característica tiene que ver con la dinámicas migratorias propias de los habitantes de El Salado, tanto los que han regresado después de la masacre del 2000 como las personas de otros municipios y corregimientos que se han establecido allí por diferentes razones, entre ellas, la búsqueda de empleo y el mejoramiento en las condiciones de vida, todo esto en el contexto de un corregimiento que desde el 2002 ha estado intervenido de múltiples maneras por el Estado y donde se han implementado varios planes para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes como proyectos productivos, mejora en viviendas y arreglos de las vías que conducen a éste. Ejemplo de ello son las familias de las estudiantes Marisol López Blanco y Karolayns Pérez Rodríguez quienes son provenientes de otras zonas de la Costa Atlántica, Sucre y La Guajira respectivamente, las cuales se han establecido en El Salado por vivienda y trabaja para sus padres, ya sea cuidando fincas, de jornaleros o en alguna actividad comercial. En última instancia, uno de los elementos más visibles en la configuración de la escuela rural está relacionado con la deficiencia de las condiciones magisteriales causadas por la ausencia de garantías reales para el ejercicio docente, la tercerización laboral y el poco reconocimiento de la labor cumplida. Lo anterior, directamente relacionado con la Ley 1297 de 2009, donde se afirma que cuando las instituciones educativas estén ubicadas en zonas de difícil acceso se podrán contratar entidades privadas para garantizar la prestación del servicio educativo16. Para el caso específico de El Salado la organización que se ha encargado de “Para garantizar la prestación del servicio educativo estatal en zonas de difícil acceso podrá contratarse su prestación con entidades privadas de reconocida trayectoria e idoneidad, de conformidad con la reglamentación vigente, siempre que el personal que integra las correspondiente listas de elegibles para ser nombrados en esos cargos no acepte el nombramiento, que no se cuente con personal titulado para proveer los cargos en provisionalidad o no se cuente con las correspondientes plazas” (http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles191904_archivo_pdf_ley1297.pdf) 16

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prestar éste servicio es CORLIVA17 (Corporación Líder para el Desarrollo Integral de las Comunidades Vulnerables) cuyo objeto es contratar a los docentes para la ITAES, así como para otros centros educativos rurales del departamento de Bolívar. Sin embargo, aunque se garantice el servicio educativo, gracias a la tercerización, las garantías que los maestros reciben quedan en entre dicho cuando deben pasar cartas periódicas para que sean pagados sus salarios y cumplidos los acuerdos mínimos pactados con esta empresa. Vemos entonces que la ITAES no es ajena a las condiciones nacionales que presenta la educación rural, que en sus instalaciones están presentes las contradicciones propias de las región montemariana, en donde muchos estudiantes prefieren irse a trabajar antes que terminar sus estudios aumentando así los porcentajes de deserción escolar, donde la mayoría de profesores tienen unas condiciones laborales deplorables dadas por la tercerización laboral a la que el Estado les ha condenado al contratar empresas mediadoras que solo entorpecen la labor docente; lo anterior nos lleva a pensar que efectivamente las escuelas rurales necesitan una transformación radical que dé como resultado una tasa de cobertura mucho más alta y donde la calidad de la educación se vea mejorada notoriamente gracias a la conjugación de escuela-comunidad, pues es de vital importancia para todo desarrollo educativo tener en cuenta el contexto en el cual se desarrolla y no asumirlos de manera homogenizada y estandarizada. 2.1.1. El grado noveno de la ITAES y sus estudiantes Una vez iniciado el proceso reflexivo sobre el diseño y posterior desarrollo del proyecto pedagógico, sus objetivos, planificación y demás elementos integrantes, se emprendieron las gestiones para establecer contacto con los directivos, profesores y estudiantes de la ITAES, proceso iniciado en junio de 2013. Ya en la ITAES se observaron las particularidades tanto de la planta docente como de los planes de estudio que se abordaban en el área de Ciencias Sociales en cada grado.

17

http://www.corliva.com.co/

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Se evidenció la precariedad de la planta docente en la ITAES, pues algunos profesores deben asumir toda la carga de una materia, desde sexto hasta once, como en el caso de Alex Mercado en el área de Ciencias Sociales o profesores que deben asumir distintas áreas como Javid Martínez, quien siendo filósofo, enseña Educación Física, Filosofía y Artes. La elección del grado noveno para desarrollar el proyecto pedagógico se debió al plan de estudios que con el profesor Mercado venían trabajando desde el primer bimestre de 2013, orientados hacia el conocimiento de los distintos hechos y procesos históricos y geográficos presentes tanto a nivel mundial como colombiano y regional desde las últimas décadas del Siglo XIX hasta finales del Siglo XX, lo que permitió articular los objetivos del proyecto con lo ya abordado por el profesor y los estudiantes. 2.1.2 Las y los estudiantes del grado noveno de la ITAES, 2013 El grado noveno está conformado por ocho estudiantes, cuatro hombres y cuatro mujeres, con un promedio de 16 años, quienes desde temprana edad han estado inmersos en las lógicas de producción campesina, tanto económicas como culturales, y que además han afrontado diferentes vicisitudes, familiares e individuales, como los casos ya mencionados anteriormente que han llevado a la deserción escolar y la movilidad por diferentes zonas de la Costa Atlántica colombiana. Esto nos permite afirmar que las y los estudiantes del grado noveno se encuentran en una constante tensión entre lo rural y lo urbano: el trabajo en el campo y el desarrollo de prácticas en torno a éste, y lo urbano, mediante actividades que se complementan para formar nuevos conocimiento prácticos que en gran medida implican el sostenimiento económico suyo y de sus familias.

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Imagen 3 Foto estudiantes del grado noveno de la ITAES

Fuente: Archivo personal, Octubre 2013. De izquierda a derecha Antonio Garrido Martínez, Néstor Enrique Arrieta Vizcaíno, Leonardo Pérez Mena, Hugo Garrido Martínez, Daniris Cohen Sierra, Akeber Paola Cohen Imitola, Marisol López Blanco y Karolayns Pérez Rodríguez.

101

2.2. Cultura y tradición, Memoria Histórica y Modelo Pedagógico HistóricoCultural “Las fiestas eran pujantes, unas fiestas que tenían renombre en la región donde quien asumía los costos eran personas adineradas del pueblo que se mostraban

con

el

interés

de

hacerlas

programaban, nada más era de decir

y

las

“yo aporto

tanto, yo aporto tanto” que entre tres hacían un fiestón que ahora sería imposible lograr una cosa así” (John Medina entrevista 7 octubre, El Salado, 2013)

Este apartado agrupa los diferentes momentos que hicieron parte del proceso que orientó la práctica pedagógica. El primero de ellos tiene que ver con la relación indisociable que existe entre tradición y cultura con la memoria en un contexto rural como el de El Salado; más adelante se reflexiona sobre la memoria histórica como posibilidad de análisis sobre el pasado y el presente desde el uso de herramientas como las historias de vida y el análisis sobre qué es la narrativa y de qué manera nos constituye y diferencia como individuos. Por último, se encuentra todo el planteamiento desde el modelo pedagógico Histórico-Cultural y su aplicación en contextos particulares que brinda herramientas prácticas para el desarrollo de las actividades y sesiones proyectadas con las y los estudiantes de la ITAES. 2.2.1. Cultura y tradición a la luz de la memoria Si recordar significa “volver a pasar por el corazón” (recordar), entonces la memoria articulada en la oralidad practicada es el resultado de un proceso complejo de transformación de hechos y sentimientos en una visión particular que se vuelve hecho común en la colectividad de la expresión. (Oslender, 2003: 222)

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Es perentorio analizar los cambios que han sufrido la cultura y la tradición en El Salado desde diferentes perspectivas, entendiendo dichos cambios como momentos dinámicos y que se encuentran en constante transformación pues están necesariamente modificados por las vivencias de los grupos sociales y los individuos que los constituyen. Es por ello que la violencia vivida desde mediados de los noventa y los declives económicos que surgieron desde finales de los ochenta han influenciado radicalmente los sentidos de las prácticas culturales del corregimiento, desde la suspensión por varias décadas de algunas de ellas hasta la reducción considerable de otras. En concordancia con lo anterior, no podemos dejar estos análisis por fuera de los estudios de memoria, quienes tienen un gran papel en el entendimiento no solo del cambio de los sentires y significados que se le otorgan a las distintas prácticas sino las maneras cómo estos sentires y significados se transmiten inter-generacionalmente mediante diferentes prácticas, lo que deriva en reflexiones sobre la identidad, tanto individual como colectiva. Considerando lo anterior es importante hacer manifiesto lo que por cultura y tradición entendemos, teniendo en cuenta que estos conceptos además se encuentran nutridos por el trabajo empírico desarrollado en El Salado, lo que nos permite establecer panoramas más amplios sobre el devenir de dichos conceptos en el corregimiento. En primer lugar la cultura es entendida como una categoría que es socialmente construida y re-construida, es decir tiene una base social dinámica y no preestablecida. De acuerdo con Giménez (2009) la cultura agrupa cuatro características propias, ellas son: i) que la componen una serie de hechos duraderos en el tiempo, compartidos por una colectividad y que poseen significados que se tejen entre sí; ii) dichos significados no son estáticos, homogéneos y mucho menos inmodificables; iii) además que, citando a Wallerstein, es una operadora de la diferenciación y por ende se constituye a partir de la diferencia entre un grupo y otro; iv) por último, que está compuesta por sujetos y a la vez estos sujetos se constituyen de ella.

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Por ende la cultura es definida y establecida por un grupo determinado de personas en un contexto espacio-temporal específico y que sobre ésta base configuran una serie de valores que le dan sentido tanto a la vida individual como comunal, que además los diferencia no solo de grupos sociales en otros espacios físicos, aun siendo cercanos geográficamente, sino también del grupo social que habitó décadas atrás el mismo espacio; de ésta manera a medida que pasan los años y las décadas se van decantando una serie de prácticas que perduran en el tiempo y que son transmitidas y enseñadas de generación en generación, lo cual – hay que señalar- no se desenvuelve de manera rígida sino que por el contrario es dinámica y sujeta a marcos interpretativos propios de los sujetos y sus construcciones sociales; lo anterior nos permite establecer una articulación con la tradición. Esta es entendida como una serie de hechos que han perdurado en el tiempo, de manera consciente, y que se han dotado de significados (y se han resignificado) por los habitantes de un espacio geográfico; como afirma Arévalo, la tradición no es una característica que se “hereda genéticamente, sino que se transmite socialmente y que además deriva de un proceso de selección cultural” (2004: 3)

De tal manera, entendemos que ambos procesos son socialmente definidos en un determinado espacio y que hacen parte de procesos intergeneracionales, en los cuales los distintos hechos culturales se hacen tradición para un municipio o corregimiento conforme el pasar del tiempo y los sentidos que cada generación le otorga, por ende:

La parte de la cultura seleccionada en el tiempo con una función de uso en el presente sería la tradición. El pasado, decantado, es continuamente reincorporado al presente (...) Y aunque la tradición es un hecho de permanencia de una parte del pasado en el presente, lo antiguo -la continuidad- persistente en lo nuevo -el cambio-, no todo el pasado que sobrevive en el presente es o se convierte mecánicamente en tradición. (Arévalo, 2004: 3)

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Dicha selección consiente de unos hechos perdurables en el tiempo que se hacen tradición nos posibilitan analizar tres ejemplos de manifestaciones culturales presentes en la vida de El Salado que se han visto transformadas por diferentes situaciones específicas del corregimiento, como las crisis económicas de finales de los ochenta y la violencia experimentada desde 1997 hasta el 2000.

En medio de este contexto, las prácticas de trabajo campesino se han modificado, alterando en medio de ello los modos de cultivar (la técnica) y los productos que los

campesinos

cultivaban.

Estas

modificaciones,

pueden

observarse

especialmente en el cultivo y procesamiento del tabaco. La implementación del tabaco rubio ha conllevado a que las tradiciones que se habían tejido entorno al tabaco negro se vean menoscabadas; prácticas como el doblar y el ensartar la hoja de tabaco, labor –tradicionalmente- femenina ha sufrido una serie de alteraciones en cuanto a su carga simbólica.

Por otro lado encontramos prácticas materiales e inmateriales que son propias del corregimiento pero que por dinámicas económicas, sociales y políticas se han visto enteramente afectadas hasta el punto de no realizarse en más de 20 años, como las Fiestas de Toros, y por último prácticas que diferencian al corregimiento del municipio de El Carmen de Bolívar, como la celebración menor que se hace para el día de la Virgen del Carmen, el 16 de Julio en contraposición al día cívico declarado en El Carmen, que incluye peregrinaciones y conciertos.

Frente al primer caso, es importante mencionar que las prácticas que se tejen alrededor de la siembra, cultivo, cosecha y posterior transformación del tabaco negro se ha visto minimizada en diferentes aspectos: i) desde mediados de los noventa en el corregimiento no está ubicada ninguna empresa tabacalera lo que ha hecho que la siembra haya disminuido en casi un 80%, ii) hacia el 2005 se comenzó a implementar el cultivo de tabaco rubio ya que genera mejores ingresos para los campesinos pues el kilo es mejor pagado por empresas como CDF y por último que, iii) la práctica de doblar el tabaco, labor femenina exclusivamente, no 105

ha sido transmitida generacionalmente pues no hay una demanda empresarial de éste tipo de labor, lo que ha hecho que actualmente pocas mujeres en El Salado sepan hacerlo.

En segundo lugar, el declive económico y el resquebrajamiento de la cohesión social en el corregimiento posibilitaron que las Fiestas de Toros no se realizaran nuevamente desde 1992, aun cuando fuera una de las celebraciones de mayor renombre en la región montemariana. Para el 2013 (ver foto 4), entre el 5 y el 8 de diciembre, después de 21 años se llevó a cabo de nuevo esta fiesta, dado que la Junta de Acción Comunal afirma que éste tipo de celebraciones posibilitan la cohesión social tanto al interior del corregimiento como la posibilidad de crear lazos de unidad con municipios cercanos como Córdoba (Bolívar). No obstante la celebración de las Fiestas de Toros generó una serie de cuestionamientos, en los habitantes más viejos de El Salado, sobre las maneras en que éstas fiestas desde antaño reproducen la jerarquización social basada en la capacidad adquisitiva de las personas y las familias, ya que la boleta para la mayoría de eventos programados en el marco de la festividad tienen costos muy altos para el grueso de la población.

En tercer lugar encontramos la celebración del día de La Virgen del Carmen, el 16 de julio, y del día de la Virgen del Rosario, el 30 de octubre, como ritos religiosos que se celebran en diferentes sitios de manera simultánea pero con marcadas diferencias, que demuestran el grado de independencia que llegó a tener El Salado con respecto a El Carmen, no solo por cuestiones culturales, sino también por los niveles económicos que alcanzó a desarrollar durante la década de los setenta y ochenta; por un lado La Virgen de El Carmen es la patrona de El Carmen de Bolívar lo que hace que tanto en la cabecera municipal como en los sectores rurales se lleven a cabo diferentes actividades enmarcadas en dicha celebración, sin embargo para el caso de la cabecera municipal se declara día cívico y éste comienza con la misa de la mañana, pasando por la romería (ver foto 2), la procesión de la virgen a los diferentes barrios del municipio y finaliza con un 106

concierto18. Para el caso de El Salado, ésta virgen aunque importante no es la patrona y por ende su celebración es menos significativa en comparación con la de La Virgen del Rosario, patrona del corregimiento cuya efigie se localiza en el parque principal del casco urbano y su representación está protegida por una gran hoja de tabaco, éste último elemento representa la tradición tabacalera y que se encuentra ubicada en frente de la que sería en antaño una de las principales empresas para el procesamiento de la hoja de tabaco negro.

Imagen 4 Foto "Fiestas de Toros y Corralejas”, El Salado, diciembre 2013

Fuente: Nancy Montes, diciembre de 2013. En concordancia con lo anterior José Ignacio Homobono afirma que “toda celebración periódica de una fiesta denota la existencia de un determinado nivel de identificación y vivencia colectiva, constituye un indicador que permite evaluar la conciencia de adscripción a esa colectividad” (Homobono: 1990. 3)

18

Concierto de carácter privado y con entradas que oscilan entre los $40.000 y $60.000.

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Pensar, entonces, la cultura y la tradición en una relación que se nutre mutuamente, nos lleva a establecer una serie de lineamientos generales que nos permiten reconocernos y diferenciarnos en una compleja interacción social. En este punto encontramos que lo dicho sobre cultura y tradición entra a delimitar las posibilidades de la identidad que se constituye como un concepto que es en primera medida, individual y colectivo a la vez; y que además, está inscrito dentro de la memoria como posibilidad de análisis desde el ahora, sobre lo que viene del pasado y lo que se espera del futuro.

Imagen 5 Foto "Celebración del día de La Virgen del Carmen"

Fuente: Archivo personal.

Con relación a lo anterior la identidad también se sitúa como una construcción social en un espacio y tiempo determinados; y que por ende, posee una serie de características particulares que la hacen diferenciarse de otros espacios y tiempos, es por ello que la identidad es posible mediante la diferenciación de “lo nuestro” con “lo otro”, de la exaltación de nuestra celebración religiosa en comparación con la de otros sitios, por ejemplo.

108

Esa diferencia entre lo propio y lo extraño se constituye en la base de la relación dialéctica que existe entre “identidad individual” e “identidad colectiva”, la primera entendida como “un proceso subjetivo y frecuentemente auto-reflexivo por el que los sujetos individuales definen sus diferencias con respecto a otros sujetos mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos culturales generalmente valorizados y relativamente estables en el tiempo” (Giménez,2009:9) y la segunda como concepto que está limitado por actores sociales, que reproducen pero también transforman una serie de valores en el tiempo, lo que hace que ésta no sea discreta, homogenea, ni bien delimitada (Gimenez, 2009). Justamente su composición interna hace que se vea constantemente transformada por los cambios propios de quienes la forman y constituyen, es por eso que hechos especificos, como lo ocurrido en El Salado, hacen que la identidad colectiva se transforme y asuma nuevos valores e incluso sentidos que orientan las tradiciones.

En conclusión, según Melucci la identidad colectiva define la capacidad para la acción autónoma así como la diferenciación del actor respecto a otros dentro de la continuidad de su identidad. Pero también aquí la autoidentificación debe lograr el reconocimiento social si quiere servir de base a la identidad. La capacidad del actor para distinguirse de los otros debe ser reconocida por esos “otros”. Resulta imposible hablar de identidad colectiva sin referirse a su dimensión relacional. (Giménez, 2009: 17)

Podemos ver que la identidad en relación con la tradición y la cultura tiene tres características primordiales; por un lado es dialógica, porque está en constante diálogo desde el “nosotros” con los “otros”, lo cual conduce a su segunda característica; es dialéctica, por esa posibilidad de unión de elementos opuestos que llevan a un constructo sintético que recoge las diferentes posiciones en torno a algo específico; y por último, es dinámica por estar constituida por actores sociales que están en constante cambio y transformación.

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Lo anterior posibilita establecer una serie de conexiones y relaciones de cara a entender la memoria como dispositivo para analizar la cultura, la tradición y la identidad desde el presente, como afirma Sánchez Zapatero (2010) citando a Boyd (2006): Sin memoria —es decir, sin un pasado—, los individuos y los grupos no pueden ni dar sentido a su existencia presente ni tramar su futuro de forma razonable. La memoria, como la identidad, es producto de una creación activa; mediante el recuerdo y el olvido selectivos, los individuos y los grupos transforman la arbitrariedad y fragmentación de la experiencia humana en historias comprensibles en las que los acontecimientos pasados determinan por acumulación la existencia presente y proporcionan hitos para la acción futura. (Sánchez Zapatero, 2010: 26)

Esquema 1 Relación Cultura, tradición e identidad

[Cultura

Tradición

Identidad]

Memoria

Fuente: Elaboración propia

Adicionalmente, existen elementos fundamentales en la transmisión de los valores y las maneras de entender el territorio, que además requieren compartir las visiones propias sobre lo sucedido y se convierten en dispositivos de memoria muy fuertes para afianzar la cultura y las tradiciones, siempre desde el qué soy como individuo y qué somos como colectividad. La tradición oral toma un papel vital a la hora de entender los cambios, las continuidades y las posibles transformaciones del lugar que habitamos; reconocerla implica escuchar visiones distintas sobre los mismos hechos y generar nuevas interpretaciones y sentidos sobre el territorio, en ésta línea se encuentra el entramado de sentidos que envuelve las décimas como parte de una larga tradición oral de las costas colombianas.

110

Por definición “la décima, o espinela, es una forma poética que se originó en España a finales del siglo quince con el poeta Vicente Espinel” (Pedrosa y Vanín, 1994: 12 en Oslender, 2003: 212) que “consiste en diez versos octosílabos que tienen una rima obligada según la siguiente estructura: primer verso con cuarto y quinto, segundo con tercero, sexto con séptimo y décimo, y octavo con noveno (1, 4, 5 // 2, 3 // 6, 7, 10 // 8, 9)” (p. 212) Pero es además, un dispositivo de memoria que se transmite de generación en generación aun cuando en un momento la tradición se rompa y se comience a ver diezmada por los avatares propios de las personas y sus vicisitudes. Ejemplo de ello es el señor Samuel Torres quien aprendió de su padre el arte de versear décimas lo que lo ha convertido en un personaje importante a la hora de conocer la historia del corregimiento y otras formas de acercarse a ésta mediante la poesía. Como afirma Oslender, para el caso del pacifico colombiano.

La importancia y el estatus social del decimero son una herencia de culturas del África occidental en las que el griot asume la función importante de transmisor de historias, éticas y valores morales. (Pedrosa y Vanín, 1994: 14 en Oslender, 2003: 212)

A continuación una décima sobre la identidad saladera y el trabajo en la tierra que realizan los campesinos del corregimiento: El salaero es un hombre19 Honrado y trabajador Pero ha vivido inconforme Y es por tanta explotación Oriéntense campesinos Pa’ que aprendan a vivir Y así puedan dirigir Solos su propio destino

19

Composición original de Samuel Torres grabada en las instalaciones del Colectivo de comunicaciones El Salado en febrero de 2010: (https://soundcloud.com/fairtunescolombia/d-cimas-del-cantandor-salaero, recuperado el 5 de abril de 2014)

111

Si hemos vivido en olvido Es por culpa de algunos cuantos Siempre en el monte sembrado Pa’ toda una sociedad Con maltrato y sin piedad Nos han venido tratando Y solo la historia sabe Lo que han hecho con nosotros La historia y la madre patria Porque ellas sí son testigos Oriéntense campesinos Pa’ que aprendan a vivir Y así puedan dirigir Solos su propio camino Si hemos vivido en olvido Es por culpa de algunos cuantos Pa’ toda una sociedad Con maltrato y sin piedad Nos han venido tratando

Es por ello que la figura del señor Torres dentro del corregimiento es tan respetada y escuchada como un baluarte depositario de la memoria. Un hombrememoria diría Le Goff (1991) un “«genealogista», custodio de los códices reales, historiador de corte, «tradicionalista» (…) además, «jefe de familia, bardo, sacerdote», según la enumeración de Leroi-Gourhan, quien reconoce a estos personajes, «en la humanidad tradicional, la tarea fundamental de mantener la cohesión del grupo»” (Le Goff, 1991: 137) Considerando el tema de las décimas y sus posibilidades como transmisoras de saberes desde lo oral; es importante afirmar que estas expresiones de la tradición oral saladera construyen puentes entre las generaciones, reconociendo la importancia de los conocimientos de cada una para el entendimiento del territorio que se habita y se transforma de múltiples formas; son, además, herramientas que 112

permiten catalizar la tradición y la identidad a través de la memoria, pues son las personas que las cantan aquéllas que transmiten sus conocimientos y sus testimonios sobre prácticas culturales o hechos históricos determinados. Sin embargo, no solamente las décimas y la tradición oral se ha visto afectada por la época de violencia que vivió El Salado, es importante evidenciar la manera en que otros elementos han cambiado pues lo habitantes del corregimiento han transformado sus prácticas y con ello los sentidos que sobre ciertos elementos poseían. En ese orden de ideas encontramos específicamente las transformaciones producidas en las formas de empleo para los saladeros; frente a esto, cobra importancia mencionar que con la llegada de la agroindustria y la posterior disminución de las prácticas económicas propias del campesinado montemariano, las personas que decidieron retornar a los sitios de los que fueron desplazados, y en muchos casos en los lugares de recepción, debieron asumir nuevas formas de empleo y generación de ingresos. Ejemplo de esto es el fenómeno del el mototaxismo20 en varias ciudades y municipios de la Costa Atlántica colombiana. En el corregimiento, gran parte de la población económicamente activa ya no se dedica a actividades agropecuarias sino exclusivamente a ser mototaxistas y transportar pasajeros desde El Salado hasta El Carmen de Bolívar y viceversa. Vemos entonces que los conocimientos y sentidos sobre el uso y el aprovechamiento de los recursos de la tierra pasan a un segundo plano, porque gran parte de la población masculina se dedica a actividades de otro renglón de la economía. Esto debido en gran medida a la imposibilidad de conseguir tierras para cultivo después del gran acaparamiento de tierras por parte de unos cuantos empresarios foráneos dedicados a cultivar otro tipo de productos, como palma o teca. Teniendo en cuenta lo anterior, el concepto de cultura, de tradición la manera en que estos se ven transformados por la identidad tanto individual como colectiva y 20

Aprovechamiento económico de vehículos ciclo motorizados para el transporte informal de pasajeros.

113

las posibilidades que desde la memoria se establecen para entender lo que nos ocurre como individuos y como comunidad, es importante anotar varias consideraciones: a) que la cultura y la tradición no son hechos que se dan aislados de los cambios y las transformaciones sociales, por el contrario cambian, mutan y se transforman gracias a los recorridos propios de los habitantes de un lugar específico, en nuestro caso El Salado, b) que la identidad entendida como un concepto individual y colectivo está presente en la configuración que hacemos sobre la cultura y que sin ésta los distintos espacios y territorios no tendrían recursos suficientes para diferenciarse de otros, lo que crearía una especie de homogeneidad identitaria en todos los territorios y c) que la memoria y sus distintas expresiones nos permiten entender y apreciar mucho mejor los cambios que han sufrido, ya sea de manera voluntaria o no, los distintos grupos sociales y por ende los sentidos que otorgamos sobre las prácticas materiales e inmateriales que constituyen nuestra vida social

2.2.2. Discusiones y planteamientos generales en torno al concepto de Memoria Histórica y su relación con las historias de vida y la narrativa.

Las discusiones que han surgido desde inicios del Siglo XX, respecto a la Memoria y su posible relación, o no, con la Historia ha generado una serie de debates sobre la Memoria Histórica como concepto útil y necesario para acercarnos a las diferentes posiciones que asumen los habitantes de un espacio-tiempo determinado. El debate en torno a la relación de la memoria y la historia ha suscitado que distintos autores asuman diferentes posiciones, tanto en su posibilidad de relación como en su diferenciación epistemológica. Al respecto, Sandra Rodríguez en el trabajo titulado “La Memoria en la investigación Histórica” (2010) nos permite conocer tres tendencias que han orientado estos debates a lo largo del Siglo XX:

114

La primera considera que existe una oposición entre la historia y la memoria, surge a partir de las discusiones disciplinares que buscan establecer los objetos propios de la historia y la sociología. La segunda considera la memoria como crítica de la historia y surge a partir de las discusiones filosóficas de la Escuela de Frankfurt, sobre la responsabilidad ética de la modernidad, la razón y el progreso. La tercera considera que aunque estos dos campos de saber son distintos, su articulación permite la acción social y política tanto de quienes investigan desde las ciencias sociales, como de los colectivos que se benefician de los resultados del trabajo académico. (Rodríguez, 2010: 1)

Dentro de la primera tendencia encontramos autores imprescindibles para los estudios de la memoria así como para las ciencias sociales, entre ellos: Maurice Halbwachs (1925), Pierre Nora (1984) y Yosef Hayim Yerushalmi (2002), los cuales han abordado el trabajo de la memoria como oposición a la historia; Halbwachs quien afirma que “la historia puede representarse como la memoria universal del género humano. Pero la memoria universal no existe. Toda memoria colectiva tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y en el tiempo. Sólo se pueden reunir en un único cuadro todos los elementos pasados a condición de separarlos de la memoria de los grupos que conservaban su recuerdo, cortar los lazos con los que se sostenía la vida psicológica de los entornos sociales donde se produjeron y retener solamente su esquema cronológico y espacial. Ya no se trata de revivirlos en su realidad, sino de volver a situarlos en los marcos en los que la historia dispone los acontecimientos, marcos que seguirán siendo externos para los propios grupos, y definirlos por oposición de unos a otros” (Halbwachs, 2004: 84) Por su parte Nora posiciona ambos términos, memoria e historia, como conceptos que se oponen entre sí, asumiendo la memoria como “la vida, siempre llevada por grupos vivos (…), ella está en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de las deformaciones sucesivas, vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, susceptible de largas latencias y de revitalizaciones repentinas” (Nora, 2001: 19) y la historia como una “reconstrucción siempre problemática e incompleta de aquello que ya no lo es más, (…) [y que] pertenece a todos y a nadie, lo cual le da vocación

115

universal” (p.19)21; y por último, Yerushalmi quien en palabras de Crenzel (2010) asume la relación memoria e historia “entre los judíos (…) marcada por la subsunción del presente en el pasado, registro quizás de una memoria traumática en la cual se impone la repetición y se excluye la novedad, el anacronismo y la ausencia de historicidad” (p.4).

En la segunda tendencia, encontramos autores de la Escuela de Frankfurt como Walter Benjamin y Theodor Adorno. Al respecto, Reyes Mate (2005) afirma que la construcción que hace Benjamin sobre la memoria es la de un concepto que busca “en primer lugar la atención del pasado ausente del presente y, en segundo, considerar esos fracasos o víctimas no como datos naturales que están ahí como están los ríos o las montañas, sino como una injusticia, como una frustración violenta de su proyecto de vida” (Reyes, 2005: 2) lo que nos conecta directamente con la construcción de una historia que debe estar basada en los testimonios de las personas que vivieron dichos hechos traumáticos, por ello la historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el que está lleno de “tiempo del ahora”” (Sánchez y Piedras, 2011:23). Por otro lado, encontramos los postulados de Adorno quien asume que la memoria debe viabilizar el recuerdo para que los hechos traumáticos no se repitan, situado en las discusiones sobre Auschwitz, en palabras de Reyes Mate, la “formulación adorniana es infinitamente más preciso: “reorientar el pensamiento y la acción para que auschwitz no se repita”” (Reyes, 2005: 5)

En el tercer y último grupo encontramos los autores que estudian no tanto la diferencia de la memoria y la historia como sí su posibilidad relacional como medios para la acción social y política, frente a esta premisa es importante considerar los aportes de Elizabeth Jelin (2002), quien entiende la memoria como un espacio de “lucha política”, en el cual el investigador se involucra como actor social y genera resultados que dotan de herramientas a los grupos minoritarios y débiles para lucha contra el olvido (Rodríguez, 2010: 7); y el caso de Paul Ricoeur 21

Traducciones del autor del libro “Les lieux de mémoire”, Pierre Nora, 2001.

116

(2004) y sus cuestionamientos constantes sobre el deber de la memoria y el papel del historiador como investigador social, pero además su posicionamiento respecto a la relación dialéctica existente entre la historia y la memoria que se expresa específicamente en dos tipos de narrativa, por un lado la de los testigos y por otro la de los historiadores (2010: 9). Justamente el trabajo de Ricouer, nos invita a ampliar este análisis desde las tensiones existentes entre la objetividad de la historia y la subjetividad del historiador, tema ampliamente discutido por este autor en su libro “Historia y verdad” (1990). A propósito: Bajo el título de subjetividad esperamos algo más grave que la buena subjetividad del historiador; esperamos que la historia sea una historia de hombres y que esa historia de hombres ayude al lector, instruido por la historia de los historiadores, a edificar una subjetividad de alto rango, la subjetividad de no solamente de mí mismo, sino del hombre. (Ricoeur, 1990: 24)

Sin embargo, es importante anotar que los procesos de construcción de la subjetividad no se dan en cada sujeto por aparte, ni nacen de reflexiones meramente individuales sino que están relacionadas con el conexto en el cual se desarrollan los sujetos. Puesto que las ideas que hemos generado sobre elementos especificos hacen parte de las reflexiones situadas en el espaciotiempo, en el cual nos desarrollamos y que posibilita que actuemos y pensemos de una manera u otra, siempre supeditados a una serie de valores y tradiciones que se han construido a lo largo del tiempo y sobre las cuales no tendremos incidencia hasta que no reflexionemos sobre ellas. Es por ello que las posiciones que asumimos en el ahora nos permiten percibir, leer y reflexionar el pasado de manera contextualizada, por ende abordamos el concepto de Memoria Histórica, entiendole como aquélla “memoria prestada de acontecimientos del pasado que el sujeto no ha experimentado personalmente y a la que llega mediante documentos de diverso tipo; aquélla que se mantiene gracias a las conmemoraciones que a su vez, sirven para reforzar los lazos de identidad de los grupos a los que pertenece el sujeto” (Aguilar, 2010: 43-44) 117

Lo anterior se traduce en El Salado en diferentes posibilidades, pues la memoria histórica también está ligada con procesos de reconstrucción de las narrativas de individuos y grupos sobre lo que les sucedió o sigue sucediendo (Jaramillo, 2010: 5), ejemplo de ello son las formas de entender lo ocurrido en la masacre del 2000 y las distintas y contradictorias maneras cómo se lee el corregimiento hoy en día después de los procesos de recuperación del territorio por parte de antiguos habitantes y nuevos moradores.

Surge la posibilidad de trabajar con las historias de vida de diferentes personas del corregimiento, como elementos que posibilitan la memoria histórica, dado que éstas están articuladas de manera individual a una narración de carácter amplio sobre lo sucedido y que dan cuenta de la forma cómo se comparte la historia social a partir de recuerdos y conmemoraciones, que configuran su relato autobiográfico y colectivo, ya que “el entrevistado es, casi por definición, un actor de los sucesos narrados. Vivió e interpretó esos hechos tanto desde su instrumental cognitivo como desde los intereses materiales o simbólicos que organizaron su participación” (Plano y Querzoli, 2003: 4)

Teniendo en cuenta lo anterior, entendemos que: Las historias de vida están formadas por relatos que se producen con una intención: elaborar y transmitir una memoria, personal o colectiva, que hace referencia a las formas de vida de una comunidad en un período histórico concreto; y se generan a petición de un investigador. Los relatos que de ella surjan se encuentran marcados por esta experiencia conversacional no espontánea. En principio, las historias de vida no pre-existen a este proceso, se producen en él. Se van haciendo a medida que la investigación avanza según sus objetivos, sus hallazgos y sus límites. (Marinas & Santamarina, 1993 en Plano & Querzoli, 2003: 4)

Siendo así, cuando se construye una historia de vida, se está elaborando una narración específica sobre acontecimientos y hechos que una persona relata, pero que están inmersos dentro de una serie de prácticas y valores tanto del lugar que 118

habita como de las personas con las que se rodea; se construye una narrativa que otorga coherencia al sujeto y a su posición en el pasado.

Dicha narrativa puede ser entendida como aquel texto creado, construido y seleccionado tanto individual como socialmente y que refiere una visión sobre un hecho especifico en un espacio y tiempo determinados. Como afirma Beatriz Sarlo (2012): La narración de la experiencia está unida al cuerpo y a la voz, a una presencia real del sujeto en el pasado. (…) La narración inscribe la experiencia en una temporalidad que no es la de su acontecer (…) sino la de su recuerdo. La narración también funda una temporalidad, que en cada repetición y en cada variante volvería a actualizarse. (Sarlo, 2012 :29)

Vemos entonces la posibilidad de reconstruir las narrativas que se tienen sobre la memoria histórica del corregimiento de El Salado mediante ejercicios que buscan puntualmente no ser sólo descriptoras de sucesos específicos sino también vehículos que permitan transmitir y reflexionar sobre un pasado común con variables marcadas en momentos definidos.

2.2.3. Modelo pedagógico Histórico-Cultural y sus posibilidades en el contexto de la Institución Técnica-Agropecuaria El Salado

Este modelo en principio fue desarrollado por Lev Semiónovich Vygotsky, quien “concibe el desarrollo personal como una construcción cultural que se realiza a través de la socialización entre una comunidad educativa determinada por una cultura mediante la realización de actividades sociales compartidas” (Rincón & Pajarito, 2012: 27) Lo anterior plantea la necesidad de pensar en un modelo pedagógico que dé cuenta de la relación existente entre el contexto y el desarrollo de las diferentes 119

capacidades, tanto materiales, como verbales y psicológicas, de las y los estudiantes de la escuela rural en relación con la comunidad en la cual se desenvuelven. Justamente, es allí donde se inscribe el modelo histórico-cultural, que entiende al estudiante como un ser autónomo, con juicio propio aunque creado, siempre, en un contexto espacio temporal determinado. Es además, un estudiante que mediante prácticas culturales está inmerso en el contexto que habita, pero que además lo dota de sentido, lo reflexiona y así mismo lo transforma según su capacidad. Este proceso de “transformación” puede ser rastreado por medio de diferentes fases que plantean que el estudiante debe ubicarse dentro de su contexto para así comenzar a pensarlo, para luego reflexionarlo y por último interiorizarlo; estos momentos se articulan de manera integral en seis niveles, los cuales, de acuerdo con Galperin son: I Se plantean las actitudes iniciales del sujeto hacia las metas del proceso y hacia una situación concreta de enseñanza y aprendizaje. II Se genera la orientación del sujeto mediante un sistema de dibujos, diagramas y signos externos guiados, con el fin de que este desempeñe la acción. III El aprendiz, orientado por las representaciones materializadas, comienza a resolver diferentes tareas predefinidas. IV Plan de conversación externa socializada: El aprendiz comparte verbalmente una reflexión sobre su acción, con el fin de tomar conciencia de sus acciones en la solución de problemas. V Se forma la reflexión verbal interna sobre la acción, con el fin de interiorizarla. VI Se interioriza la acción pasando al plano mental y se "automatiza", de tal manera que se convierte en parte de la vida psicológica del sujeto.

(Patiño

Garzón, 2007: 57-58)

Estos niveles de desarrollo propuestos por Galperin sirvieron como hoja de ruta para la formulación y puesta en práctica de las diferentes actividades y sesiones, tanto al interior como fuera de las aulas de la ITAES, lo que posibilitó en las y los estudiantes la apropiación del contexto en el cual se desenvuelven a diario y así 120

desarrollar la capacidad para leer y entender mejor las relaciones que se establecen en el territorio que habitan. Como afirma Ana Mazarío éste modelo pedagógico “tiene sus raíces en la filosofía social de Hegel, Marx y Engels y en la biología evolutiva del siglo XIX” (Mazarío: 26) Lo anterior es importante porque nos ubica al interior de un contexto que afirma el desarrollo de los conocimientos y la apropiación de los mismos mediante el diálogo y el debate constante, no sólo entre profesor y estudiantes, sino también entre pares. Es por esto que:

El joven se concibe como un agente social inteligente que se mueve en ambientes naturales, familiares y cotidianos, donde desarrollará procesos de mediación con otros pares. (Patiño Garzón, 2007: 54)

Lo ya expuesto nos lleva a establecer una serie de relaciones con el contexto de la ITAES y específicamente con las y los estudiantes del grado noveno, que como se expuso anteriormente están inmersos dentro de las lógicas del campesinado de la Costa Atlántica colombiana, pero además son estudiantes y jóvenes que están en esa búsqueda constante de un lugar en el mundo y la comunidad de la que hacen parte; por otro lado, el hecho que dos de las estudiantes vengan de otras regiones y que los estudiantes hombres en general ya hagan parte de las dinámicas económicas campesinas imprime una serie de elementos importantes para la formulación de la práctica pedagógica, así como para las actividades y sesiones desarrolladas. Por lo anterior se entiende que, la “propuesta pedagógica implica el uso de recursos que deriven desde la experiencia existencial del estudiante: el juego, la manipulación de objetos, las relaciones interpersonales, la capacidad de introspección, mediante los cuales el estudiante puede correlacionar su experiencia de vida con los contenidos de la cultura para producir un conocimiento” (Rincón & Pajarito, 2012: 28)

Por otro lado, es fundamental tener presenta la relación que establecen los estudiantes con la escuela, pues éste es un espacio físico donde se desarrolla 121

aprendizaje mutuo y colaborativo que ayuda a desarrollar las capacidades de cada individuo. Sin embargo, no se puede dejar de lado que la escuela es justamente el espacio que permite a los estudiantes en su conjunto examinar su realidad y desde allí interpretar su comunidad; vemos así una relación constante entre lo que el contexto histórico-cultural le aporta al individuo y lo que éste le aporta al contexto en el que se desenvuelve, es decir una relación de diálogo constante.

Otro elemento fundamental del modelo pedagógico tiene que ver con el papel que desempeña el profesor al interior del mismo, así como las formas de relacionamiento que establece con las y los estudiantes. Es por ello que el papel del profesor, en éste caso practicante, no fue simplemente el de dar una serie de lineamientos generales para el desarrollo de unas actividades y ejercicios sino que precisamente cumplió un papel activo en la planeación, ejecución y reflexión constante sobre los contenidos que deseaba que las y los estudiantes conocieran, discutiera y apropiasen. Es además un “profesor que está implicado dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje como uno de los destinatarios del saber, dinamizando nuevas experiencias existenciales que desarrollen las potencialidades de cada estudiante para hacerla surgir y encausarlas de forma que propicie su plenitud y su madurez” (2012: 26)

Se puede afirmar que los diferentes procesos por los cuales atraviesan las y los estudiantes para el desarrollo de conocimiento y apropiación de los que brinda el contexto están mediados por el papel activo y de constante diálogo del profesor como figura que permite y posibilita la discusión de las y los estudiantes, sin perder de vista el papel autónomo que tienen los estudiantes dentro del modelo pedagógico Histórico-Cultural al reconocerlos como seres independientes e interdependientes, es decir estudiantes que aún mediados por el contexto son capaces de analizarlo y transformarlo.

122

2.3.

Intervención dentro y fuera de las aulas en la Institución Técnica-

Agropecuaria El Salado “El Salado ahora: es como un árbol cortado, que después de ser frondoso, con flores y frutos está empezando de cero porque lo cortaron por debajo del tronco y que está germinando” (Aisa Torres, 20/08/2013, El Salado)

Éste apartado tiene como objetivo evidenciar los momentos, las fases y las sesiones en que fue llevada a cabo la práctica pedagógica, también los inconvenientes que surgieron por las dinámicas propias del contexto socio-cultural y educativo de las y los estudiantes. De igual manera, se hace necesario aclarar que debido a las dinámicas propias de la práctica, evidenciadas en las estadías en el corregimiento, como al contexto mismo de la ITAES, la intervención pedagógica debió estar dividida en dos momentos complementarios; el primero desde mediados de julio hasta mediados de agosto del 2013 y el segundo desde finales de septiembre hasta finales de octubre del 2013. En total se llevaron a cabo 16 sesiones que abarcaron la totalidad de los temas propuestos los cuales se desarrollaron tanto dentro, como fuera del aula. En términos generales la práctica pedagógica estuvo orientada a partir de la siguiente pregunta formativa: ¿De qué manera el uso y el análisis de historias de vida posibilitan que las y los estudiantes de la ITAES del grado 9° re-elaboren sus narrativas en torno a la memoria histórica del corregimiento de El Salado? Ésta pregunta se constituyó en el objetivo principal de la práctica, la cual se desarrolló a partir de los siguientes objetivos específicos: 

Identificar las narrativas que los estudiantes han elaborado en torno a la memoria histórica de El Salado.

123



Reconocer a través del uso de historias de vida: personajes, hechos, espacios y prácticas materiales e inmateriales que constituyen la memoria histórica del corregimiento de El Salado.



Re-elaborar a partir de un ejercicio colectivo las narrativas de la memoria histórica del corregimiento de El Salado.

Teniendo como base la pregunta problema y los objetivos específicos, en las siguientes líneas presentaremos cada una de las sesiones diseñadas para la práctica tanto dentro como fuera del aula. Tabla 6 Planeación de la práctica pedagógica en la ITAES con las y los estudiantes del grado 9° en el 2013 Objetivo 1

Temáticas

No de Sesiones

Actividades

Metodología

Bibliografía: Introducción del

Mediante una reflexión inicial y Explicación

el uso de vídeos

mediante el

y textos se

ejemplo de la

pondrá en

Revolución Rusa

discusión las

sobre cómo y

visiones sobre la

Identificar las narrativas que se

quién construye

historia lo que

han elaborado en torno a la

la historia.

conducirá a una

Historia

1

memoria histórica de El

conceptualización

Salado.

final.

libro "Historia de la Revolución Rusa I" de León Trotsky (1932) Vídeo introducción película Anastasia (Disney 1997) y La subjetividad del historiador de Editorial Santillana

Memoria Histórica.

1

La memoria

Mediante una

histórica como

reflexión inicial y

"Políticas de la

elemento

el uso de textos

memoria y

fundamental

se pondrá en

memorias de la

para el análisis

discusión las

política" Paloma

de las historias

visiones sobre la

Aguilar (2010)

de vida que se

memoria y la

124

recogerán en las memoria histórica entrevistas.

lo que conducirá a una conceptualización final.

Explicación por

Los testimonios

parte del

Testimonio y narrativa

1

practicante

Explicación con

sobre el

base en los

testimonio y la

textos sobre

narrativa y la

testimonio,

relación que

narrativa y

existe entre

autobiografía.

estos y la

Posteriormente

memoria.

cada uno de los y

Ejercicio donde

las estudiantes

cada estudiante

pasa al frente y

pasa al frente y

narra su

narra de manera

autobiografía.

oral su

Temáticas

No de Sesiones

Actividades

de la(s) memoria(s) de Elsa Blair Trujillo e Introducción de: La Voz Del Otro: Testimonio, Subalternidad y Verdad Narrativa de John Beverley Hugo Achugar

autobiografía. Objetivo 2

o las narrativas

Metodología

Bibliografía: Los desafíos del

Reconocer a través del uso de historias de vida personajes, hechos, espacios y prácticas materiales e inmateriales que constituyen la memoria histórica del corregimiento de El Salado.

¿Qué es una fuente en términos históricos?

1

Explicación de

Se leerá en

historiador,

las fuentes

conjunto el texto

Grupo

historiográficas

"Los desafíos del

Santillana.

mediante la

historiador" para

Entrevista

lectura en

de allí pasar a la

realizada por

conjunto;

explicación sobre

Colectivo de

distinción entre

las diferentes

Comunicaciones

las fuentes de

fuentes

El Salado.

primera y

historiográficas y

Libro La Tierra

segunda mano,

su ejemplificación

en Disputa

fuentes orales y

en el resto del

(CNRR 2010)

escritas.

material citado.

Revista Así se reconstruye El

125

Salado (Fundación Semana 2012)

Historias de vida y

1

entrevistas

Diferenciación

Texto: "La

entre las historias

entrevista en la

de vida y las

Historia de Vida:

entrevistas a

Algunas

Explicación de

partir de los

cuestiones

los temas,

conocimientos de

metodológicas"

discusiones

los estudiantes y

de Cecilia Plano

sobre las bases

la explicación del

y Roberto

bibliográficas y

tema sobre la

Querzoli. (2003)

consensos

base

Historia de vida:

generales.

bibliográfica, lo

¿un método

que ha de

para las

posibilitar

ciencias

consenso sobre

sociales? (2010)

el tema.

De Elaine Veras

Personajes

Explicación

Mediante la

Hechos

sobre los

explicación del

personajes, los

folleto Realizado

hechos

por el practicante.

históricos y la

Se llevará a cabo

manera cómo se

una lluvia de

constituyen

ideas sobre los

espacios

elementos

importantes para

propios de El

las personas en

Salado que están

los lugares que

inscritos en cada

habitan.

una de estas

1 Espacios

Se elaboró un folleto a partir de ejercicios previos. Anexos.

categorías.

Patrimonio cultural

1

Explicación

Con base en el

"Patrimonio

sobre el

texto de Zanlongo

cultural

significado del

se hará la

inmaterial"

patrimonio

explicación del

Betsabe

126

cultural tanto

tema.

Zanlongo

Metodología

Bibliografía:

material como inmaterial. Objetivo 3

Temáticas

No de Sesiones

Actividades

Mediante el diálogo y la explicación de la razones por las Re-elaboración 1

de la hoja de ruta y entrevista a John Medina

cuáles no se habían realizado las entrevistas propuestas se elaboró el plan de acción y entre todo el grupo se hizo la entrevista a John Medina.

Re-elaborar a partir de un ejercicio colectivo las narrativas de la memoria histórica del

1

Entrevista al

Mediante la

profesor Javid

división inicial

Martínez

que se hizo en la

Entrevistas a la

primera parte de

enfermera Delsy

la práctica

Méndez y al

pedagógica y la

señor Hugo

re-elaboración de

Montes.

la hoja de ruta

Entrevistas a los

hecha

señores Lucho

previamente se

Torres y Samuel

dieron unos días

Torres

y unas horas

Entrevistas

corregimiento de El Salado. 1

1

específicas para

1

Entrevistas a los

realizar las

señores:

entrevistas

Roberto Pérez,

durante la

Virginia Torres y

semana de

Alfonso Alvis

receso del mes de octubre del

127

2013. Nos encontramos en la Casa del Pueblo e hicimos el recorrido por Hacer el recorrido por el corregimiento de 1

El Salado con todos los estudiantes de salón.

los sitios que las y los estudiantes habían definido anteriormente como fundamentales puesto que allí se desenvolvían o era importantes para la comunidad en general. Cartografía

Cartografía

social:

social

investigaciones e intervención desde las Explicación sobre el significado de Cartografía 1

Social y elaboración de la primera parte del "Mapa Salaero 2013"

Explicación de los

ciencias

conceptos

sociales:

básicos sobre

métodos y

cartografía social

experiencias de

y definición de

aplicación /

unos elementos

Juan Manuel

claves para la

Diez

realización del

Tetamanti...

"Mapa Salaero

[et.al.];

2013"

compilado por Juan Manuel Diez Tetamanti y Beatriz Escudero. - 1a ed. - Comodoro

128

Finalización con Finalización del 1

mapa del "Mapa Salaero 2013"

las y los estudiantes asistentes del "Mapa Salaero 2013"

Ejercicios de apertura y cierre de la práctica pedagógica

Temáticas

No de Sesiones

Actividades

Metodología Después de la presentación de cada persona y

Ejercicio donde se harán tres líneas de tiempo donde se

Presentación del profesor titular, el profesor practicante y

1

las/los estudiantes.

relacione la historia mundial, con la de Colombia y El Salado en el Siglo XX.

de los objetivos de la práctica, se harán en el tablero tres líneas diferentes donde entre todas las personas se enunciarán hechos importantes en los tres niveles para su posterior cruce, análisis y reflexión.

Despedida y reflexiones finales.

1

Se compartieron

Después de

alimentos y la

compartir

posterior

alimentos que

realización de

entre todos

grabaciones con

llevamos, cada

los elementos

cual de las y los

más importantes

estudiantes

que cada

pasará al frente y

estudiante

le contará a los

considerase

demás los

después de los

elementos que

ejercicios

más le llamaron

129

Bibliografía:

realizados tanto

la atención sobre

dentro como

el corregimiento

fuera del aula.

después de las entrevistas, el recorrido por El Salado y la realización del "Mapa Salaero 2013"

Antes de continuar es importante señalar, que no todas las sesiones se llevaron a cabo con la misma duración, ya que algunas se realizaron dentro del aula y otras fuera de ella22, además porque muchas de las sesiones debieron ser reprogramadas al iniciar la segunda parte de la práctica pedagógica, punto que será descrito con detalle más adelante. Por otro lado, es importante hacer claridad respecto al orden de las sesiones, pues no se llevaron a cabo en el orden que se presentan en la tabla, dado que por motivos de tiempo y estadía en el corregimiento, algunas de ellas debieron alargarse, extenderse o cambiarse de día y por ende de orden. 2.3.1. Diseño e implementación de la práctica pedagógica El desarrollo de la práctica pedagógica estuvo caracterizado por una serie de factores que orientaron y hasta cierto punto determinaron su desarrollo; la institución abrió las puertas al proyecto al ver en él una posibilidad para que las y los estudiantes conocieran otros aspectos del corregimiento y así pudiesen enriquecer los que ya poseían; por otro lado el profesor Mercado facilitó los espacios de algunas de sus horas de clase para las sesiones propuestas por el practicante. Las sesiones estuvieron diseñadas de tal manera que las y los estudiantes pudiesen hacer ejercicios en paralelo, es decir que mientras en algunas sesiones

22

Las entrevistas se llevaron a cabo por fuera de las aulas, en muchas ocasiones en las viviendas de las y los habitantes entrevistados.

130

se reflexionaba sobre las orientaciones teóricas y metodológicas de memoria histórica, prácticas culturales, narrativa y testimonio, entrevista e historia de vida, etc., en otras sesiones se realizaran las historias de vida de personajes del pueblo que servían para dotar de contenido lo que discutía en el aula de clase, lo que se formuló como estrategia para la aprehensión mediante la relación complementaria entre la teoría y la práctica. Para el desarrollo de la segunda fase de la práctica pedagógica, en la tercera sesión las y los estudiantes con pleno conocimiento sobre los objetivos del proyecto y las maneras para alcanzarlos decidieron dividirse en dos grupos de trabajo para realizar las historias de vida con varios personajes del corregimiento que se habían definido previamente de manera colectiva, los grupos estuvieron conformados de la siguiente forma: Tabla 7 Conformación de los grupos. Grupo 1

Grupo 2

Marisol López Blanco, Antonio Garrido

Daniris Cohen Sierra, Hugo Garrido

Martínez, Leonardo Pérez Mena y

Martínez, Néstor Arrieta Vizcaíno y

Akeber Cohen Imitola.

Karolayns Pérez Rodriguez.

Tabla 8 Habitantes del corregimiento a entrevistar por cada grupo

Aisa

Habitantes del corregimiento a

Habitantes del corregimiento a

entrevistar por el grupo 1

entrevistar por el grupo 2

Torres

administradora

de

la

Javid Martínez profesor de la ITAES,

biblioteca del corregimiento, “Lucho”

Eneida Narváez líder campesina y

Torres líder campesino, Samuel Torres

promotora de proyecto productivos,

líder campesino y decimero, Delsy Virginia Torres exprofesora de AEIOTÚ, Mendez enfermera del centro de salud del

corregimiento,

Hugo

Roberto Pérez miembro de la Junta de

Montes 131

Acción Comunal y Alfonso Alvis

campesino y activista tabacalero y

campesino y activista tabacalero.

Néstor Redondo uno de los señores con mayor edad de El Salado.

2.3.2. La reconstrucción narrativa de la experiencia Desde mediados de julio hasta finales de agosto del 2013 se llevaron a cabo un total de cuatro sesiones dentro del aula de clases de la ITAES, que comprendían temas distintos y complementarios, como las discusiones sobre ¿Qué sabemos sobre la historia y la memoria de El Salado?, ¿Qué es la historia?, ¿Qué es una fuente historiográfica? y ¿de qué manera las personas construyen sus relato? Las sesiones iniciaron con un ejercicio que buscaba evidenciar cuáles eran las narrativas que los estudiantes tenían sobre El Salado y si éstas iban más allá de la masacre del 2000 o estaban ancladas a éste hecho traumático. De esta manera, el ejercicio consistió en la elaboración de una línea de tiempo que reunía los principales hechos históricos del mundo y Colombia en el Siglo XX; de esta manera se hacían posibles las conexiones entre los hechos de carácter mundial como cambios económicos y políticos y las posteriores transformaciones en el territorio colombiano23. De éste ejercicio llegué a la conclusión que las y los estudiantes habían construido sus narrativas sobre el corregimiento exclusivamente a partir del año 2000 dejando de lado el resto de elementos que componen, y componían la vida de El Salado; por ejemplo, prácticas culturales, situación económica, etc. Lo anterior permitió que se motivara a los estudiantes por conocer más de su territorio e historia.

23

En este ejercicio fue importante comprender que los hechos que suceden en

una y otra parte del globo no se dan aisladamente sino que están interconectados y que tienen una serie de similitudes y diferencias en cada país.

132

Imagen 6 Foto "Hechos sucedidos en Colombia y El Salado (1900-2010)"

Fuente: Archivo personal (24/07/2013) Las siguientes tres sesiones estuvieron orientadas por tres ejes temáticos: i) Historia ¿quién la construye y cómo lo hace?; ii) Fuentes historiográficas y iii) Testimonio

y

narrativa.

Estas

sesiones

me

permitieron

conocer

más

profundamente de dónde eran las y los estudiantes, los diferentes cambios que han sufrido y la manera cómo se han movido por la Costa Atlántica, situando así una serie de generalidades respecto de la movilidad por el territorio en busca de mejores condiciones de vida e incluso el abandono de la escuela por motivos económicos. Para la realización de éstas sesiones escogí una serie de referentes bibliográficos que permitieron tener una visión amplia sobre cada una de puntos a tratar; para la sesión sobre la historia retomé parte de la película Anastasia (Disney 1997) y la introducción del libro “Historia de la Revolución Rusa I” de León Trotsky (1932) elementos que posibilitaron el intercambio de ideas y reflexiones en torno a cómo se constituyen los hechos históricos y bajo qué intereses. Para la sesión sobre 133

fuentes historiográficas se seleccionaron tres lecturas, a saber: i) “Los desafíos del historiador” de Editorial Santillana (2010); ii) apartados del libro “La tierra en disputa” del GMH (2010); iii) la revista “Así se reconstruye El Salado” de la Fundación Semana (2012) y iv) una entrevista realizada por el Colectivo de Comunicaciones de El Salado (Co-Co Salado) a un habitante del corregimiento sobre los subsidios otorgados a personas mayores por el gobierno nacional, fuentes propicias para la reflexión sobre cómo se ha venido construyendo una memoria sobre las y los habitantes del corregimiento y sus procesos de reconstrucción; por último para la sesión de testimonio y narrativa, abordamos algunos textos de Blair Trujillo y Achugar que permitieron a las y los estudiantes acercarse al problema del relato biográfico para que luego, a través de un ejercicio en clase, ellos mismos crearan y compartieran con el grupo su propia autobiografía. A lo largo de estas sesiones también se fue perfilando el trabajo que debían realizar durante el tiempo en el que yo no podría estar; teniendo en cuenta que los procesos y resultados del proyecto, como les había planteado con anticipación, eran de carácter colectivo. Precisamente para ese periodo de tiempo en el que yo no podría estar en el corregimiento, definimos una serie de tareas que debían realizar la totalidad de las y los estudiantes aun cuando decidieran dividirse en dos grupos iguales. Esas tareas abarcaban la realización de entrevistas a distintos habitantes del corregimiento, los cuales ellos mismos escogieron pues representaban alguna figura emblemática, como por ejemplo las personas más reconocidas, en el sentido de su relación con la comunidad, la historia y la memoria saladera. Así pues, se escogieron un total de doce habitantes a entrevistar y se definieron una serie de preguntas guías para el desarrollo de dicho ejercicio. Este trabajo permitió que las y los estudiantes reconocieran

una serie de

habitantes como portadores de la historia y la memoria del corregimiento, sobre quienes recae la responsabilidad de transmitirla a las generaciones más jóvenes, pues de las doce personas que escogieron solo una era menor de 45 años, lo que 134

permite ver que la experiencia, es un factor primordial a la hora de narrar lo sucedido sobre un periodo de tiempo específico. Después de suscribir una serie de responsabilidades por parte de todas las personas inmersas dentro del proyecto acordamos una serie de tiempos y herramientas que serían de gran ayuda para el devenir de la experiencia y los objetivos propuestos. De esta manera, el tiempo comprendido entre mediados de agosto y finales de septiembre de 2013 sería el indicado para llevar a cabo las entrevistas a los habitantes de El Salado. Posteriormente, para finales de septiembre y con mi regreso a El Salado evidencié que del total de las entrevistas que debían realizar las y los estudiantes solo llevaron a cabo una, a la señora Aisa Torres que como mencioné en el capítulo anterior es la administradora de la biblioteca del corregimiento; éste ejercicio sería el primero en mostrar una serie de pautas comunes, en donde se habla del pasado de una manera poética, donde se recuerdan las bonanzas económicas y la posición del corregimiento con respecto a otros centros poblados de la región montemariana, menciona también cómo después de la masacre del 2000 las relaciones sociales fueron; en este sentido es importante señalar que frente al fraccionamiento del tejido social, la señora Aisa Torres comparte la experiencia entorno a diferentes acciones que han realizado desde el 2002 para intentar recuperar el corregimiento que debieron abandonar más de 7000 personas en un periodo comprendido entre marzo de 1997 y febrero del 2000. Estos dos años, 1997 y el 2000 se convirtieron, entonces, en los puntos de quiebre de la cohesión social saladera, viendo en ellos la manera en que distintas aspiraciones de sus habitantes se iban diluyendo a medida que hacían presencia con más fuerza el Bloque 37 de las FARC y el Bloque Norte de las AUC en la región. Éste elemento será abordado con detalle más adelante gracias a lo dicho por distintos habitantes del corregimiento:

135

¿Cómo era El Salado después de 1997?. –“Era un pueblo demacrado, donde los habitantes tenían temores y al mismo tiempo luchaban por seguir adelante. No había la misma cantidad de personas porque habían algunos habitantes que habían salido y no retornaron por [el] miedo que generaba la lucha por el apoderamiento de los distintos grupos armados”. (Entrevista realizada a Aisa Torres, agosto de 2013, El Salado)

Una vez tuve acceso de nuevo a la ITAES y pude establecer comunicación directa con las y los estudiantes del grado noveno realicé una sesión que tuvo cierta peculiaridad respecto de las otras, pues además de abordar el tema sobre “Memoria Histórica: definición y posibilidades” llegamos a acuerdos de realizar una serie de sesiones fuera del aula de clases que empezarían ese mismo día en las horas de la tarde, sin perder de vista que las y los estudiantes tenían distintas actividades extracurriculares como el trabajo en el campo y la práctica de fútbol y música. En la primera sesión por fuera de las aulas de la ITAES definimos un cronograma con cada grupo para realizar las entrevistas restantes, organizando los tiempos en la segunda semana de octubre del 2013 correspondiente al receso escolar, lo que de nuevo me mostraba que las y los estudiantes tenían interés en realizar el proyecto que les había propuesto y que para ello incluso usarían sus tiempos libres, elemento que luego pondría en discusión al momento de realizar los ejercicios con los habitantes de El Salado. Además, ésta primera sesión por fuera de las aulas nos permitió llevar a cabo una entrevista de carácter colectivo, con John Medina, líder juvenil del corregimiento, lo que sin duda fue un ejercicio importante para la posterior reflexión sobre el sentido de las preguntas y entrevistas. [El Salado] era un pueblo prospero, lleno de vida, con más de 5000 mil habitantes, era importante por su auge tabacalero, era un pueblo netamente agropecuario, producía tabaco, se llegaron a producir en esos años hasta 5 millones de toneladas por año, siendo ese un dato importante. (John Medina, entrevista realizada el 30 de septiembre del 2013)

136

Las siguientes seis sesiones tendrían como objetivo llevar a cabo las entrevistas con los habitantes que se habían definido previamente y realizar la explicación sobre dos elementos de gran interés dentro del ejercicio que nos proponíamos realizar, estos fueron: Patrimonio y prácticas culturales e historias de vida y entrevistas. En el siguiente cuadro presento cuatro de las preguntas que orientaron las entrevistas, acompañadas por las respuestas de algunas de las personas entrevistadas, entre ellas Delsy Méndez, John Medina, Virginia Redondo, Aisa Torres, Samuel Torres y Alfonso Alvis. Tabla 9 Ejercicio de entrevista con las y los habitantes de El Salado Pregunta

Habitante 1

Habitante 2

“El Salado era un bello paraíso “Era un pueblo prospero, lleno de que

la

facilidad

de

auto- vida,

con

más

de

5000

mil

sostenimiento que vivía de la habitantes, era importante por su agricultura, ganadería sustentaba auge tabacalero, era un pueblo de frutas al municipio; de aquí se netamente agropecuario, producía sacaban muchos productos, los tabaco, se llegaron a producir en sacrificios de terneros entre otras esos años hasta 5 millones de cosas. ¿Cómo era El Salado?

En

bodegas

El

Salado

donde

había toneladas por año, siendo ese un

funcionaban dato importante” (John Medina)

empresas tabacaleras, había más fuente de empleo, carros propios de los saladeros, funcionaba el puesto

de

salud

con

los

medicamentos, el colegio tenía sus profesores de planta y las personas

se

encargaban

de

satisfacer todas sus necesidades” (Aisa Torres)

¿Cómo es El Salado

“Las características físicas como “Bueno (…) el 90% está bastante que siguen siendo las mismas, las desmejorado porque el personal

137

ahora?

características físicas del pueblo,

no ha llegado todito; pero el

hay casas que son de palma, ya personal que está aquí dentro del hay algunas casas que son de pueblo, pues, tiene la voluntad y material,

pero

preocupante

la un alto compromiso de superar

situación de los espacios, hay otra

vez

el

pueblo.

Porque

casitas más pequeñitas que viven primeramente la juventud está las familias como hacinadas pero portándose

bien,

tiene

un

todavía se mantiene la tradición desarrollo distinto a 15 años atrás; del rancho en el patio, la casa en un futuro… ustedes son los atrás de palma grande,

los que van a cambiar al pueblo y al

espacios que no son tan copados país” (Alfonso Alvis) por tantas cosas, hay poquitas cosas y queda una cantidad de espacio, eso desde el punto de vista de lo físico, de lo material. Pero desde el punto de vista de la forma de ser de las personas hay un cambio bastante significativo, un cambio enorme, desde la forma de ser de las personas, yo creo que, sobre todo en esa misma

identidad

que

ha

ido

variando en las personas porque antes era un pueblo muy cerrado en

sus

culturas

y

en

sus

tradiciones, porque no tenía tanta influencia

del

marco

de

las

ciudades o lo que se ha venido tomando de la ciudad, ahorita después

del

desplazamiento,

desde los dos desplazamientos ya los que se fueron, se fueron a vivir a Barranquilla, se fueron a vivir en Cartagena y de una u otra

138

manera han traído como esas costumbres” (Javid Martínez) Las personas que salieron no “Era un pueblo demacrado, donde todas

volvieron

volvieron

la los habitantes tenían temores y al

mayoría pero no volvieron esas mismo tiempo luchaban por seguir personas en su totalidad no, de adelante. No había la misma pronto regresaron tal vez un 40% cantidad

de

personas

porque

de lo que salió, fue de pronto para habían algunos habitantes que ese año fue poco tiempo que se habían salido y no retornaron por demoró

por

fuera

porque

el [el] miedo que generaba la lucha

desplazamiento fue sino estoy por

el

apoderamiento de

los

mal como el 21 de marzo y se distintos grupos armados” (Aisa retornó el 30 de junio del mismo Torres) año entonces fue poco el tiempo que se demoró el y bueno de pronto

porque

en

el

mismo

¿Cómo era El Salado

desespero de las personas que

entre 1997 y el 2000?

eso iba de pronto mal vendieron todo lo que tenían el ganadito las gallinas

entonces

se

regresaron con las manos en la cabeza

y

volver

a

trabajar

empezaron de nuevo y siguieron su vida normal hasta cuando se empezó

a

descomponer

esto

nuevamente por ahí como en el Tal vez en el 98 pa'l 99 por ahí más o menos ya salían en el camino ya paraban los carros ya habían amenazas ya se llevaban a las personas entonces fue que fueron

desplazando

muchas

familias y los que quedamos

139

fuimos pocos hasta cuando ya pasó lo que fue la masacre del 2000

ahí



terminó

de

desplazarse toda la población” (Delsy Méndez) “Yo veo que habrán muchas “Pues, lo veo muy atrasado; obras, murallas, seguirá habiendo nosotros contamos con algunos una alcantarillado no terminado territorios que están sin explotar, (…)

muy costoso, de no sé en muchas partes del país las

cuántos miles de millones y que tierras solamente

el

comunidad

10%

esté

de

que

hay

ya

están

la explotadas, ya están en fincas de

conectado maderas, están en fincas de

porque el resto no tiene casa frutales, ya están en cultivos; las propia

ni

tienen

baño;

un de El Salado ahora mismo, por el

alcantarillado que tampoco tiene abandono

que

hubo

una empresa que lo administre. desplazamientos

por

los

y

la

Eso no le veo mucho futuro, sí violencia pues las tierras están veo que de pronto han hecho sin explotar

(...) nosotros en El

¿Cómo se imagina a El

algunas mejoras en las viviendas,

Salado en cinco años?

yo sigo viendo a El Salado más vengo diciendo hace ya bastantes

salado

ya

comenzamos

y

lo

desintegrado (...) veo que el tejido años (...) vamos a estar muy social

está

mucho

más desarrollados

desmenuzado que hoy, veo la años

dentro de

(...)

cinco

internamente

los

gente peleada la gente molesta jóvenes están estudiando mucho inconforme,

sí,

veo

(Virginia Torres)

obras” y por fuera hay algunos, lo que yo sí

le

estoy

profesores, personas,

diciendo a

los

a

todas curas,

los esas

a

los

ingenieros que lleguen es que el desarrollo está en la tierra. No pensemos

emigrado

algunos

jóvenes hacen ilusiones “no, que Barranquilla

140

que

Bogotá,

que

Medellín”

cuando

vemos

que

muchos cachacos de Medellín, de Bogotá se siente muy felices en El Salado (...) acá hay mucha tela que cortar, hay mucho futuro, las minas van a comenzar a ser explotadas países

(...)

hay

interesados

productos alimentarios

muchos en

sacar

alimenticios de

esta

región”

(Samuel Torres)

El anterior cuadro presenta una serie de elementos centrales que se vuelven imprescindibles para el entendimiento de El Salado como corregimiento que se encuentra en proceso de reconstrucción, buscando precisamente, de manera colectiva, esas alternativas para comenzar a desarrollarse nuevamente y posicionarse como potencia agrícola de la región montemariana, para explotar aquellas posibilidades que sus habitantes debieron abandonar por culpa de la violencia que tuvo su pico más alto en la masacre del 2000; como mencioné anteriormente ésta masacre fue el resultado final de un proceso de violación constante a los derechos de la población civil, que durante más de tres año vio cómo el tejido social se fue quebrantando por la injerencia, cada vez más fuerte, de las FARC y las AUC. Así pues, ese corregimiento, potencia económica y que tenía aspiraciones de ser municipio, se vio menoscabado por los intereses de un grupo y otro por el control de dicho territorio y las posibilidades que presentaba para distintas actividades. A lo largo de las entrevistas aparece otra característica, concentrado éste en la juventud, en el papel que deben desarrollar en el ahora como gestores del desarrollo de El Salado, pero donde también se les advierte que ésta responsabilidad será muy alta si no hay un compromiso efectivo para con dicho objetivo; de ésta manera es necesario, según las personas entrevistadas, que por 141

un lado se eduquen para mejorar las condiciones de vida del corregimiento y sus habitantes, y por otro que no deben quedarse en las grandes ciudades, sino que todo aquello que puedan aprehender y conocer lo devuelvan al sitio en donde se desarrollaron como personas. En tres de las cuatro sesiones programadas para realizar las entrevistas, evidenciamos que la falta de coordinación trajo consigo distintos inconvenientes que afectarían de manera radical la posibilidad del ejercicio que nos proponíamos; es decir, al no haber hablado y llegado a acuerdos previos con las y los habitantes a entrevistar, y asumir que estarían en su lugar de vivienda o trabajo dispuestos a responder lo que teníamos para preguntar llevó a que los tiempos que definimos en primer momento se vieran trastocados y el algunos casos no se pudieran llevar a cabo varias de las entrevistas que habíamos programado. Sin embargo, en las entrevistas que realizamos se recopiló gran material que posibilitó en las y los estudiantes ciertos cambios en las narrativas que tenían sobre la memoria histórica del corregimiento, pasando de hechos traumáticos como las masacres de 1997 y el 2000 a reconocer otro tipo de elementos que han jugado un papel trascendental en la constitución de la cultura, tradición e identidad saladera. Elementos tales como las compras masivas de tierras después de los hechos traumáticos y los cambios en el uso del suelo: El Balguero24 se desapareció, los compraron los “cachacos”, ya no tenemos derecho ni de cortar un palito allá [si lo hace] le mandan a uno la demanda, esos son puro cachacos con búfalos, ¿qué cuándo había visto uno esos animales por acá? (Hugo Montes, entrevista realizada el 7 de octubre de 2013 en El Salado)

O el recuerdo sobre la resistencia campesina y tabacalera de los años setenta en la región: La orden del paro [era] hasta las seis de la tarde, algunos politiqueros llegaron muy alegres con ganas de pescar en río revuelto, animaron a la gente quisieron parar y 24

Vereda perteneciente al corregimiento El Salado.

142

a las ocho nos reprimieron. Pero sirvió de algo: de ahí, del 73, para acá ya los tabacaleros abrimos, pues, como los ojos; duramos negociando con las empresas desde el 74 hasta el 90 correctamente, no tuvimos más conflictos sobre precios. Al menos, no es que nos diera mucha plata pero si nos alcanzaba para comer y para comprar la ropita, hasta el 90 que se nos cayó otra vez la bonanza, se dice que fue por la apertura económica del 90. (Samuel Torres, entrevista realizada el 7 de octubre de 2013 en El Salado)

El reconocimiento de prácticas culturales propias, como el uso del lenguaje, que ayuda a diferenciar a El Salado de otros corregimientos y municipios: Uno dice a "arree" que es caminar o qué tal "guinde" que es colgar; siempre decimos “Ohh" antes de decir el nombre de alguien y eso es típico de nosotros los saladeros; saludamos “uey" “uepa"25 para decir ¿cómo está? (…) Por ejemplo uno dice “tengo fogaje” y es que “tengo calor”, por ejemplo cuando tiene ganas de llover uno dice “hay un temporal”. (Virginia Torres, entrevista realizada el 8 de octubre de 2013 en El Salado)

La sesión programada para la explicación sobre el tema de Patrimonio y prácticas culturales me permitió evidenciar, y reflexionar con las y los estudiantes, sobre la manera en que asumimos generalmente lo qué es una práctica cultural, sus maneras de transmisión y la importancia que tienen al interior de todos los centros poblados. Lo anterior posibilitó el reconocimiento de ciertas prácticas, festividades, ritos y elementos culturales que diferencian, y en algunos casos asemejan, a El Salado de otros corregimientos y municipios y que por ende son de gran importancia para la constitución de una identidad saladera.

25

Muchas de estas expresiones utilizadas comúnmente por los saladeros devienen de expresiones orales para arrear el ganado vacuno y otros animales, lo que demuestra una gran conexión entre las actividades pecuarias y el relacionamiento social.

143

Tabla 10 Calendario de fiestas y celebraciones año 2013 Calendario de Fiestas y Celebraciones año 2013

Mes

Fecha

Celebración

Enero

1-6

Año nuevo/Reyes

Febrero

Sin fecha

Carnavales

Marzo Semana Santa Abril Julio

16

Virgen del Carmen

Noviembre Por definir Diciembre

Fiestas Patronales

5,6,7,8

Fiestas de Toros/ Velitas

24

Navidad

31

Fin de año.

Fuente: Elaboración propia con base en las discusiones dadas con el grado noveno de la ITAES el 2 de octubre de 2013.

La sesión para la explicación sobre historias de vida y entrevistas permitió evidenciar una serie de fortalezas y falencias en todas las personas inmersas en la práctica pedagógica, en primer lugar una reflexión basada en los textos: "La entrevista en la Historia de Vida: Algunas cuestiones metodológicas" de Cecilia Plano y Roberto Querzoli (2003) e “Historia de vida: ¿un método para las ciencias sociales?” de Elaine Veras (2010) que posibilitaron la reflexión sobre las diferencias entre la entrevista y la historia de vida, pero también el papel de la persona que está en diálogo con la persona entrevistada, algunas pautas y recomendaciones sobre el ejercicio práctico, aunque si bien permitieron plantear una serie de diferencias y similitudes entre una y otra no permitió que las y los 144

estudiantes efectivamente pasaran del mero ejercicio de cuestionamiento al de reflexión y proposición teniendo como base las entrevistas realizadas. Esto sumado al hecho de las pocas anotaciones que realizaron las y los estudiantes que estuvieron presentes en las entrevistas que hicimos. Lo anterior evidencia, de nuevo, la idea que tenía el grupo del grado noveno sobre las responsabilidades y quienes debían asumirlas; en ese orden de ideas las y los estudiantes no se vislumbraban como responsables del proyecto y de la consecución de los objetivos sino como ayudantes del proyecto que diseñé previamente. En la recta final de la práctica pedagógica, se llevaron a cabo tres sesiones que se articulaban con el fin de comprender a El Salado como el territorio que habitamos;; de esta manera, se hizo un recorrido por la totalidad del corregimiento iniciando en dirección hacia el Barrio Abajo y en el camino hacia allá nos encontramos con varios elementos representativos, como las tiendas, el matadero, los billares, la salida a El Carmen, la estación de Policía, la sede de básica primaria, la cancha de IDERBOL (Instituto Deportivo de Bolívar) y la planta de tratamiento de aguas residuales -PTAR; de allí el recorrido siguió hasta las torres de Movistar que proveen de señal de celular, internet y televisión, pasando por el Centro de internet del MinTic y la casa de aeioTU26 para volver a La Casa del Pueblo y pasar a los pozos como “El Pindan” y “La Trampa”, el monumento a las víctimas de las masacres, el acueducto y los tanques que dan agua a la población de El Salado, la base del ejército, pasando por las placa-huellas27 hasta llegar por último al colegio de bachillerato y lo que ellos reconocen como El Campo y por último la vía que conduce a la vereda Santa Clara y el corregimiento de Canutal. Nos encontramos así durante varias horas visitando los diferentes barrios y encontrando algunos de esos lugares sobre los que nos contaron previamente algunas de las personas entrevistadas, como la “Loma del Copé” o “El Campo”, 26 “Empresa social que brinda atención integral (educación, nutrición y cuidado) a la primera infancia de Colombia”. (http://www.aeiotu.com/, revisado el 26 de mayo de 2014) 27 “Esta especificación se refiere a la elaboración, transporte, colocación y vibrado de una mezcla de concreto hidráulico reforzado, dispuesto en dos placas separadas por piedra pegada (concreto ciclópeo), de acuerdo con los lineamientos, cotas, secciones y espesores indicados o determinados por el interventor y/o en estas especificaciones” (http://es.scribd.com/doc/85515015/PLACA-HUELLAINVIAS, revisado el 18 de abril de 2014)

145

sitios de reunión y encuentro de la comunidad, e incluso La Casa del Pueblo que está ubicada en el sitio donde se ubicaron las primeras casas de los habitantes del corregimiento siglos atrás. Estos espacios, entonces, se volcarían primordiales a la hora de identificar elementos descriptivos y diferenciadores del territorio, de ésta manera, el primer ejercicio de recorrer el corregimiento nos ayudaría a definir una serie de lugares comunes, importantes para la comunidad entera, pero también para cada persona participante en el ejercicio. Así, la cartografía social nos brindaba herramientas suficientes para plasmar el territorio que habitábamos, dotando de sentido una serie de espacios y sobre los cuales era fundamental hacer énfasis, nuestro sitio de vivienda, nuestros espacios comunes, los de recreación, aquéllos que recorremos a diario para ir y volver de la escuela, etc. Estos espacios, y otro más, quedaron plasmados en el “Mapa Saladero 2013”; un ejercicio colectivo que recogía nuestros sentires sobre el corregimiento y que los plasmaba en forma plástica; sin embargo, el ejercicio evidenció también la necesidad de generar otro mapa, uno igual, que estaría en las aulas de la ITAES, mostrando así, a propios y visitantes cómo el grupo del grado noveno observaba y sentía El Salado para finales del 2013. Ver imágenes 7 y 8.

146

Imagen 7 Foto Realización de los "Mapa Salaero 2013"

Fuente: Archivo personal, 18 de octubre de 2013. Imagen 8 Foto "Mapas Salaeros 2013"

Fuentes: Archivo personal, 22 de octubre de 2013.

147

La última sesión, llevada a cabo el 22 de octubre de 2013, me permitió observar esas maneras en que las y los estudiantes fueron transformando sus narrativas sobre la memoria histórica del corregimiento, pasando de una visión donde el punto central, y único, eran los hechos traumáticos como la masacre de 1997 y del 2000, a reconocer en El Salado otro tipo de corregimiento que se salía con creces de esas narrativas iniciales. Que antes de lo que pasó era un pueblo que iba creciendo que se iba desarrollando (...) lo iban a volver como un municipio. (Entrevista 22/octubre/ 2013, Akeber Cohen Imitola) El Salado era o sigue siendo un pueblo próspero que no se deja vencer del miedo; es un pueblo con fe y que sigue luchando por sus beneficios (Entrevista 22/octubre/ 2013, Néstor Arrieta Vizcaíno) El Salado antes era un pueblo próspero que tenía muchas casas, la gente era echada para adelante, no se dejaba humillar de nadie, la gente era trabajadora; los campesinos, las mujeres en las fábricas, todo el mundo tenía sus negocios, la gente era humilde con los demás. (Entrevista 22/octubre/ 2013, Antonio Garrido Martínez) No soy de acá pero me han contado que El Salado era muy bonito, tenía casas bonitas, (…) hacían las fiestas y todo eso, pero ahora después de lo que pasó (…) se han perdido las costumbres, ya no nos respetamos, ya no respetamos acá a las personas de El Salado, pero ahora se están nuevamente rescatando las tradiciones y El Salado ahora va cambiando, otra vez ya tienen proyectos, ya no regalan cosas, hacemos intercolegiales vamos (…) a otras partes, vienen acá. El Salado va subiendo de nivel poquito a poquito. (Entrevista 22/octubre/ 2013, Marisol López Blanco)

En este punto, es necesario poner en discusión una serie de elementos con los que me fui encontrando en el camino de la práctica pedagógica, tanto de mi papel como profesor practicante, así como del papel que desempeñaron las y los estudiantes del grado noveno y las maneras en que se fueron asumiendo como parte fundamental para el desarrollo de la experiencia. 148

El inicio de la práctica estuvo marcado por el reconocimiento de las narrativas que calificaban a El Salado como un corregimiento víctima del conflicto armado o como un referente de la movilización campesina, pero donde no se daba cuenta de otros elementos para la constitución de dicho territorio, como la cultura y la tradición. Estas narrativas se fueron transformando gracias a la aproximación teórica y a la reflexión empírica dada en el desarrollo de la práctica, desde distintas problemáticas que darían herramientas a las y los estudiantes para llevar a cabo ejercicios fuera de las aulas de la ITAES, como entrevistas y recorridos de reconocimiento del territorio. Evidencié, entonces, una serie de elementos característicos de la educación tradicional en la manera en que las y los estudiantes se desenvolvieron con ciertas actividades, como por ejemplo la no realización de las entrevistas en el tiempo en que debí ausentarme e incluso la manera en que asumieron las entrevistas como una mera tarea de clase y no como una posibilidad para conocer a profundidad el territorio que habitan. Pero también desarrollaron ejercicios llenos de sentido en los que dieron cuenta de la manera en que se fueron apropiando de los intereses que perseguía el proyecto; ejercicios que posibilitaron el cambio en las narrativas sobre la memoria histórica del corregimiento, sacándola del hecho traumático y llevándola a otro tipo de representaciones sobre el corregimiento y sus diversidad histórica. Por último, es vital señalar cómo el diálogo intergeneracional posibilita en las generaciones más jóvenes cambios sustanciales en las narrativas que han elaborado sobre la memoria histórica de El Salado. Aunque alrededor de ellos exista gran cantidad de información sobre aspectos específicos de la historia del corregimiento resulta enriquecedor fomentar el diálogo con personas que por su edad han vivido más y han podido acumular otras percepciones.

149

2.3.3. Consideraciones finales a propósito de la práctica pedagógica y los objetivos propuestos Teniendo en cuenta lo presentado anteriormente, los objetivos propuestos para la práctica pedagógica y el desarrollo de las actividades con las y los estudiantes, tanto dentro como fuera de las aulas de la ITAES, podemos afirmar que: I) El diseño de la práctica pedagógica retomo las distintas discusiones planteadas en los primeros apartados de éste capítulo, donde se reconoce la importancia de la cultura, la tradición, la identidad y la memoria como ejes fundamentales para el conocimiento profundo de un territorio y establecer así posibilidades amplias para el desarrollo de la práctica pedagógica, que tenía objetivo principal reelaborar las narrativas de las y los estudiantes respecto de la memoria histórica, identificando en medio de ello a las y los estudiantes como sujetos autónomos e independientes en la construcción de conocimiento. II) Dicho reconocimiento de las y los estudiantes del grado noveno como sujetos autónomos e independientes pero además inmersos dentro de las lógicas de producción

económica

y

cultural

propias

del

campesinado

saladero

y

montemariano, posibilita entender el porqué de algunas de sus ausencias a la ITAES. Debemos examinar que la transmisión de conocimientos que se posibilita en el trabajo en la tierra, el cuidado de los animales y los productos familiares y la ayuda en diferentes medios de transporte, etc., no es posible estando en el aula de clases por más de seis horas; de esta manera el conocimiento práctico sólo es posible mediante la prueba y el error, el acercamiento a la prácticas cotidianas que generan saberes sobre distintos elementos que son y serán de gran importancia, como la siembra, cosecha y posterior transformación del tabaco, el maíz, la yuca y demás productos propios de la región que dan el sustento a las familias. Vemos entonces que las y los estudiantes están en un constante flujo de ideas y conocimientos, desde la ITAES pero también desde lo que aprenden y viven por fuera de sus aulas, estando en contacto con la tierra, las tradiciones y los valores que sobre ésta se desarrollan. Es por ello que el ejercicio realizado con las ciertas personas del corregimiento permitió ver distintos, y en algunos casos 150

contradictorios, puntos de vista sobre la situación del corregimiento y así mismo hacer evidentes cuáles eran los énfasis de los relatos de cada persona partiendo desde su situación y posición presente, pero también en el pasado, III) Aunque como anotamos arriba, los estudiantes sí transformaron sus narrativas sobre la memoria histórica del corregimiento, dejando de lado ese único elemento sobre la masacre y pasando a reconocer la importancia de El Salado en otras épocas y las distintas actividades que se hacen en el ahora para que surja de nuevo como despensa agrícola, no obstante no se logró hacer una reflexión más elaborada sobre las distintas entrevistas, se quedaron apenas como respuestas a las preguntas generadas por el grupo pero no estuvieron enmarcadas y analizadas desde los cambios y las transformaciones que en su vida personal tuvieron dichas personas; es decir, por la misma premura del tiempo en que se llevó a cabo la práctica pedagógica no fue posible desglosar cada una de las entrevistas, con los estudiantes, y a partir de ello generar narrativas mucho más elaboradas sobre El Salado, sus habitantes, sus quiebres históricos, sus prácticas culturales, etc. En conclusión podemos afirmar que la práctica pedagógica presentada se podría entender como un primer ejercicio de reconocimiento mutuo e inter-generacional sobre las visiones, narrativas y memorias que sobre el corregimiento se han elaborado,

no

solo

por

sus

habitantes

sino

también

por

instituciones

completamente ajenas al devenir histórico de El Salado y que juegan un papel fundamental a la hora de elaborar imaginarios sobre lo que allí sucedió y sigue sucediendo dejando de lado las visiones que los habitantes tienen sobre su corregimiento y las relaciones que éste ha establecido con la cabecera municipal y otros corregimientos y municipios de los Montes de María.

151

Capítulo III La memoria histórica: una posibilidad para la enseñanza de las Ciencias Sociales “Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza” (Antonio Gramsci)

En este capítulo me propongo formular dos reflexiones : La primera, un ejercicio que sitúa a la memoria histórica como medio para entender la historia social de El Salado más allá de los hechos traumáticos vividos por sus habitantes entre 1997 y el 2000,. En segundo lugar, una serie de consideraciones sobre la memoria histórica como posibilidad en los escenarios educativos y como herramienta para la enseñanza de las Ciencias Sociales, reconociendo el papel que cumple la escuela como mediadora y transmisora de las relaciones sociales en la comunidad en que se encuentra inmersa. 3.1.

Más allá de hechos traumáticos: la memoria histórica como una

posibilidad de análisis en los escenarios rurales La posibilidad de relato histórico de la mayoría de zonas rurales colombianas, por lo menos desde hace sesenta años, se ha visto reducida a los hechos traumáticos que han marcado el devenir de poblaciones y territorios. En consecuencia, se presenta una des-historización de los sujetos y de los lugares, que implica el desconocimiento y la limitación de las narrativas a hechos como masacres, violaciones y toda clase de afrentas contra la población civil por parte de distintos grupos armados. Es importante entonces, abogar por la construcción de nuevas narrativas que superen dichos hechos traumáticos sin desconocerlos y que configuren posibilidades para el reconocimiento de testimonios que evidencien las prácticas culturales, tradiciones, ritos y demás elementos que configuran la identidad individual y colectiva.

152

Lo anterior no es una invitación para desconocer la importancia de la reconstrucción de estos hechos, pues es necesario entenderlos para comprender las causas de las dinámicas actuales y la manera en que la población ha enfrentado las situaciones a las que se ha visto expuesta por cuenta de los grupos armados. En este sentido es necesario, además, reconsiderar la manera en que se han construido las narrativas de las zonas rurales, pues en muchos casos las actuales reproducen visiones hegemónicas que ubican a todo aquello que no sea urbano como bárbaro e incivilizado, restándole importancia a las maneras en que las personas se interpretan a sí mismas y a sus territorios. Es importante resaltar que dentro del proceso de construcción histórica colombiana no se ha contado con la participación de sectores alejados del ámbito académico y político, como se demuestra por la conformación de la mayoría de comisiones para el estudio de la violencia desde 1958 integradas casi exclusivamente por académicos y representantes de distintos partidos políticos. Justo allí es donde la memoria histórica comienza a tener un papel vital para analizar y reflexionar los espacios y hechos desde sus habitantes, sin perder de vista que tanto las construcciones históricas como de memoria responden a intereses particulares y se dan de manera subjetiva, aún cuando se propongan lo contrario. Así las cosas, el conflicto se ha abordado desde distintos tipos de análisis, que dejan por fuera a las comunidades que lo padecieron y reducen la historicidad de los lugares a meses, semanas e incluso días; lo que posibilita generar unos relatos de victimización constante hacia personas y poblaciones enteras y sobre los cuales no nos es posible leer otro tipo de testimonios y narrativas. Existen, incluso, hechos en diferentes sitios de la geografía colombiana que enmarcados dentro del conflicto armado, social y político se han designado como “emblemáticos”, reduciendo aún más las posibilidades de memoria e historia a aquéllos hechos que han “dejado huella en la historia colectiva, más allá de la 153

familia, la generación o la etnia, y de las diferencias en el color político, las creencias religiosas, las opciones sexuales y las condiciones de clase que separan y distinguen a un grupo de personas que comparten un mismo espacio geográfico” (CNRR, 2011: 60) y para lo cual es necesario “hacer alusión a los procesos políticos, sociales, económicos que surcaban el contexto: qué actores armados se encontraban en el territorio; qué élites se disputaban el poder; qué alianzas se habían urdido entre distintos sectores; qué tipo de institucionalidad existía; qué estaba en juego en esas disputas” (p. 60). Vemos entonces, que la posibilidad de constituir estas memorias emblemáticas, sobre lugares específicos, permite hacer análisis generalizados sobre distintos elementos, como la forma de actuar de un grupo u otro, o las maneras en que los principales sectores económicos han definido el futuro y la vida de los lugares. Este es el caso de El Salado, corregimiento que como ya se ha dicho experimentó la avanzada y la disputa por el control territorial de distintos grupos armados al margen de la ley desde mediados de los años noventa y hasta inicios del siglo en curso; y así se ubicó en el plano nacional por cuenta de la masacre cometida por las AUC en el 2000. El Centro Nacional del Memoria Histórica - CNMH designa como “caso emblemático” la masacre, lo que ha hecho que otros crímenes cometido por los paramilitares del Bloque Héroes de Montes de María, durante su proceso de avanzada y control territorial, queden por fuera del espectro público y por ende pierdan importancia en el plano nacional, caso de la masacre de Macayepo cometida también por las AUC en octubre del 2000. Así las cosas, en la construcción histórica colombiana, los relatos que se han construido sobre comunidades rurales las sitúan únicamente en el momento en que se involucran con el conflicto armado o la manera en que se han visto afectadas por las diferentes violencias que han sufrido. Adicionalmente, no se habla del campesino sino como un ser relacionado directamente con el trabajo en la tierra y en el que no se reconoce un sujeto trasformador del devenir histórico regional y colombiano. Se hace evidente así, la reducción de la historicidad del sujeto campesino al sujeto víctima, quitándole todos los elementos que lo 154

componían y diferenciaban del resto de víctimas del conflicto armado; se homogeniza todo sujeto-víctima de la violencia y se le niega su propia historicidad. Ahora bien, este proceso de des-historización no es exclusivamente de los sujetos, dado que afecta también lugares, que cuando se analizan e interpretan todos de la misma forma y se minimizan sus posibilidades históricas y de memoria a hechos traumáticos, se reducen las maneras de comprender e interpretarlos, homogenizándolas

y

minimizándolas

hasta

llegar

al

punto

de

hacer

generalizaciones en las que se pierden los elementos que los diferenciaban e identificaban. Por otra parte, es necesario apuntar dos elementos claves para situar la memoria histórica en los contextos rurales; por un lado, las posibilidades históricas de los sujetos, más allá de la victimización a las que fueron expuestos, y los lugares, aun cuando estos se reduzcan a tiempos determinados por los hechos violentos; en segundo lugar, y como he venido mencionando a lo largo de éste apartado, es necesario mencionar que en el país se han construido una serie de representaciones donde hay una constante disputa entre lo urbano, como espacio civilizado y civilizatorio, y lo rural, como lo atrasado que necesita de lo urbano para desarrollarse. Se hace evidente que en Colombia se han configurado, por lo menos, dos clases de ciudadanía, una que debe tomar las decisiones y asumir el país en contradicción con un ciudadano que debe obedecer y al cual no se le da posibilidad de acción y decisión. De ésta manera, en el país se han configurado representaciones sobre los contextos rurales como sitios violentos y apartados del desarrollo nacional, donde los intereses de los habitantes de dichos territorios quedan supeditados a las decisiones y lineamientos gubernamentales emitidos desde las capitales. En éste punto, considero necesario plantear las reflexiones sobre dos elementos que aún siendo distintos tienen gran relación; en primer lugar está la necesidad de pensar y situar a la memoria histórica como una posibilidad que va más allá de los hechos traumáticos; y en segundo lugar, la urgencia de posicionar la memoria 155

histórica como una herramienta para analizar los contextos rurales desde ellos mismos, es decir, que sus habitantes lo expliquen, analicen y transmitan. Encuentro así, que la memoria y la historia se pueden conjugar de manera particular para responder a esa problemática donde se minimizan a los sujetos y los lugares, por lo cual es importante reconocer la visiones de todas las personas sobre hechos específicos; es allí, donde surge la posibilidad de articular lo oral con procesos de reconstrucción identitaria colectiva e intergeneracional; surge entonces la pregunta sobre la memoria histórica, ¿qué es y por qué es pieza clave para éste proceso de reconstrucción territorial? ¿Qué es entonces la memoria histórica? Es una posibilidad para acercarse a la historia de un sitio específico mediante el reconocimiento de diferentes puntos de vista, es decir, es un ejercicio de memoria individual y colectiva que da como resultado un conocimiento amplio, diverso, contradictorio y conflictivo de un espacio geográfico determinado. Es un ejercicio en donde intervienen diferentes partes en una relación dialéctica y que se construye colectivamente, donde la palabra, el recuerdo, la memoria de todas las personas participantes es valorada y tenida en cuenta como válida. La memoria histórica se da de manera colectiva, horizontal y en donde todas las visiones sobre esos lugares comunes son apreciados y valorados, donde las personas tienen la capacidad de reflexionar individual y colectivamente sobre lo que pasó y sigue pasando. De esta manera, la trasmisión oral y la posibilidad del testimonio se hacen invaluables en el ejercicio de alejarse de los hechos traumáticos reconociendo elementos que configuran la identidad colectiva e individual, mediante la transmisión oral, los testimonios, los relatos sobre hechos y sucesos las personas más jóvenes pueden comenzar a desarrollar conceptos propios que permiten enriquecer el análisis sobre los territorios. De tal forma, la memoria histórica es una posibilidad para la reivindicación de las comunidades rurales, para conocer sus visiones sobre lo sucedido, sus análisis y

156

reflexiones su vida y su historia. Lo cual conecta directamente con la construcción de memoria histórica desde los escenarios rurales. En este sentido, hacer memoria histórica desde escenarios rurales permite a las personas, tanto locales como foráneas, entender mucho mejor los por qué de ciertos aspectos individuales y colectivos de los distintos territorios; así pues, es posible entender a los contextos rurales como sitios autónomos e independientes, que aunque guardan gran relación con los espacios urbanos se diferencian en múltiples factores. Es posible entonces, que las y los habitantes de los escenarios rurales sean quienes hablen y cuenten con su propia voz los sucesos que han vivido y las maneras cómo les comprenden, alejándose de esa intención académica de objetivar todo de lo que se habla y posibilitando dotar de nuevos sentidos variopintos los testimonios que brindan a la comunidad. Estos elementos, posibilidades de la memoria histórica, se han presentado en El Salado mediante diferentes ejercicios, donde se conjugan los intereses de distintas instituciones, tanto estatales como autónomas, con los de las y los habitantes del corregimiento, en prácticas abiertas y colectivas, de participación y permanencia voluntaria como los debates concernientes a la creación de un lugar de memoria orientados por la Unidad de Reparación a Víctimas y la CNMH, los talleres diseñados por la Fundación Semana para el reconocimiento y potenciación de saberes y las tradiciones y prácticas culturales que la Junta de Acción Comunal ha decidido desarrollar mediante diferentes ejercicios como cine foros y hasta la celebración de la Fiestas de Toros para potenciar en el corregimiento esos elementos que se han ido perdiendo y que en antaño unían y definían a una comunidad saladera. Sin embargo, es perentorio anotar que estos ejercicios y debates han estado delimitados por los recuerdos y las posibilidades que tienen las personas que asisten a ellos, así por ejemplo para el lugar de memoria propuesto por la CNMH han emergido discrepancia sobre qué es lo que debe recordar y con qué intereses se hace.

157

3.2. Consideraciones finales: “A experiência, a ação direta, a recreação instrutiva serão muito mais favorecidas pelo professor que compreende sua missão, de que longas e fatigantes preleções e as recitações fastidiosas e sem sentido. O que é verificável pelo próprio aluno, o que é demonstrável, o que é acessível, claro, lógico para a criança, o que ela pode por si mesma descobrir ou desenvolver,

isso

será

preferido

a

todas

as

divagações metafísicas ou filosóficas, e todas as afirmações impostas pelas autoridades do pedante, que não pode senão habituar a preguiça intelectual” (A Lanterna, 1910 en Vidigal, Calsavara y Martins, 2013: 156-157) 28

Como he venido afirmando la memoria histórica es una posibilidad y una herramienta para desarrollar trabajo al interior de las comunidades, hayan vivido o no el conflicto armado, la violencia o cualquier clase de hecho traumático, éste elemento se hace indispensable a la hora de pensar la relación que puede existir entre la memoria histórica y la enseñanza de las ciencias sociales en contexto educativos, sean estos formales o no. Es decir, es una carta abierta para pensar la posible relación que puede desarrollar la escuela con la comunidad en la cual se encuentra, teniendo en cuenta que ambas, escuela y comunidad, tienen características que las diferencias pero que están interrelacionadas por elementos comunes como la enseñanza y la transmisión de ciertos valores y principios sociales desarrollados, claro, en tiempos y espacios específicos.

La escuela, además ser una institución de reproducción social, no puede comprenderse como un espacio físico de manera vacía y aislada; allí se 28

Traducción del autor: “La experiencia, la acción directa, la recreación instructiva serán mucho más favorables para el profesor que comprende su misión, que las largas y fatigantes pre-lecciones y las recitaciones fastidiosas y sin sentido. Lo que es verificable por el propio alumno, lo que es demostrable, lo que es accesible, claro, lógico para el niño, lo que él puede por sí mismo descubrir o desarrollar, eso será preferido a todas las divagaciones metafísicas o filosóficas, y todas las afirmaciones impuesta por las autoridades del pedante, que no puede sino habituarse a la pereza intelectual”

158

encuentran presentes una serie de actores como: padres, estudiantes y todo tipo de acudientes con sus agendas propias y a veces contradictorias.

El espacio escolar es clave para la transmisión de conocimientos específicos, pero también se espera que lo sea para la transmisión de valores y reglas sociales. (Jelin & Lorenz, 2004: 2)

Afirmo, pues, que la escuela, sea cual fuere, cumple dos papeles fundamentales en la reproducción social; por un lado está el hecho de transmitir una serie de conocimientos, teorías, saberes, etc., desde las y los profesores hacia las y los estudiantes, relación que no es del todo vertical en el sentido que los últimos no reciben lo que tienen para ellos de manera pasiva, ya que se espera de su papel y su paso por la escuela, que sean receptores activos, que preguntan, contradigan y así mismo construyan nuevo conocimiento.

En segundo lugar, la escuela cumple el papel de reproductor social, es decir, en sus instalaciones y las actividades que se desarrollan en torno suyo las y los estudiantes van siendo insertados en los valores de la sociedad que les rodea, aunque dichos valores en algunos casos se pongan en discusión prevalecen los aprendizajes normativos, como por ejemplo la reproducción patriarcal del deber de hombres y mujeres, o la idea de ser un ciudadano del país que se habita y para lo cual se deben cumplir toda una serie de parámetros; lo anterior sí se da en una relación vertical, pues hasta que las personas que están siendo “educadas” para la sociedad no tengan pleno conocimiento al respecto no podrán poner eso en discusión y subvertirlo.

Relación vertical, además, porque dentro de la escuela no solo tienen injerencia profesores y profesoras, si no también personal administrativo, padres, madres y distintas personas que cumplen una serie de labores distintas en pro del bienestar educativo, todos los anteriores influenciados directamente por políticas estatales. Como afirman Jelin y Lorenz (2004) la escuela desarrolla tres tareas fundamentales dentro de la reproducción, tanto de conocimientos como de valores 159

y en el cual ubican otro elemento central que es el sentido de pertenencia nacional, lo que conecta de manera directa con la enseñanza de las ciencias sociales, ¿deben ser entonces la historia, la geografía, la democracia, las ciencias políticas, la memoria reproductores vacíos del sentido nacional y de ciudadanía que se espera?

Nos encontramos entonces con al menos tres tareas a ser desarrolladas en el espacio escolar: la enseñanza-aprendizaje de conocimientos específicos, la trasmisión de valores y reglas, y la transmisión del sentimiento de pertenencia nacional. (Jelin y Lorenz, 2004: 2)

Lo dicho previamente sobre la escuela, las diferentes tareas que desempeña y los múltiples actores inmersos en ella, es pilar para el desarrollo situar la memoria histórica como una posibilidad y herramienta para la enseñanza de las ciencias sociales y la aproximación a distintas y complejas maneras de entender la realidad local y nacional.

Como mencioné anteriormente una de esas tareas que desempeña la escuela para con las y los estudiantes es la de la transmitir el sentido de pertenencia nacional, sin embargo para éste propósito se siguen utilizando narrativas que exaltan solo a una parte de la nación, que dejan por fuera a las grandes mayorías y que son afectadas por las directrices de unas pocas personas o instituciones, sociales y estatales; así pues, la escuela debería desarrollar en su interior reflexiones que enriquezcan los debates sobre el Estado-nación en el cual se habita, siempre haciendo manifiesta la diferencia que existe entre hacer dicho ejercicio desde una zona u otra, por ejemplo no es posible leer y analizar de la misma manera la historia nacional si se hace desde el contexto de una escuela indígena a si se hace desde una escuela promedio ubicada en Cartagena o Bogotá.

Conduce, entonces, éste análisis diferenciado a exaltar las posibilidades que se encuentran al leer distintos hechos históricos de manera regional, a entender los 160

sucesos desde un lugar y otro, generando visiones mucho más amplias sobre cuestiones en común, de las que se habla y se analizan pero pocas veces se tienen en cuenta las visiones y lecturas de otros sectores y personas. Podemos preguntar entonces, ¿cómo lee una comunidad indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta la colonización?, o, ¿cómo entienden los habitantes de una comunidad negra del pacifico la esclavitud? Esos ejercicios permiten que profesores y profesoras, estudiantes y comunidad en general comiencen a valorar las maneras de entender el mundo y la historia por parte de distintos grupos sociales que habitan el territorio colombiano, alejándose así de visiones homogéneas sobre los sucesos que han transformado la vida de personas y grupos.

Esos elementos, preguntas, ejercicios, etc., que nos permiten comenzar a valorar y entender otro tipo de visiones sobre la realidad, lo acontecido y las maneras de entender el mundo son las mismas que se pueden desarrollar al interior de instituciones educativas mediante proyectos colectivos que integren al espacio de la escuela con la comunidad en la cual está inserta, es decir, hacer que la relación entre una y otra se haga cada vez más fuerte.

Fortaleza que puede surgir gracias a la memoria histórica; si como profesor preciso de una serie de entendimientos por parte de las y los estudiantes sobre el barrio, la localidad, la ciudad, el corregimiento, el municipio que habitan que mejor manera de hacerlo que salir de las aulas de clase para comenzar a hablar e intentar entender a esas personas que nos rodean y de las cuales podemos aprehender, no solo para el crecimiento individual sino también para el desarrollo de relaciones cercanas que permitan crear lazos de unidad y reconocimiento.

Surge así un elemento central, salir de las aulas de clases se hace imprescindible en la tarea de conocer la comunidad que nos rodea; por ejemplo, si se quieren conocer cuáles son las prácticas culturales y el porqué de las mismas debemos adentrarnos en la comunidad para responder a los cuestionamientos que podamos 161

tener, preguntar a varias personas, escuchar distintas posiciones, encontrar consensos en las respuestas y así generar posibles respuestas.

Es, de ésta manera, la memoria histórica una posibilidad para acercarnos a las comunidades, para adentrarnos en sus vidas y entender sus penas y alegrías; y, es también, una herramienta para reflexionar sobre hechos históricos acontecidos en

un

lugar

determinado

espacio-temporalmente,

nos

ofrece

entonces

oportunidades para conocer de manera diferenciada los testimonios de las personas que habitan los lugares en los cuales se desarrolla la actividad de enseñanza-aprendizaje.

Estos ejercicios permiten una relación en doble sentido, reflexionar desde el aula de clases sobre lo que se hará en el trabajo con la comunidad y desde la comunidad misma pensar y analizar qué es lo que estamos haciendo en el aula de clases, conjugar ambos sentidos nos permite comprender globalmente el devenir de lo que nos proponemos y hacia donde caminamos.

En el aula podemos desarrollar ejercicios de reflexión teórica y práctica, que posibiliten el análisis sobre los testimonios, las narrativas, los silencios, los olvidos, las maneras en que recuerdan, y lo que recuerdan, las personas con las que desarrollamos las experiencias. Es necesaria esta constante crítica sobre los procesos que venimos adelanto y ver cuán colectivos y horizontales son estos, aun cuando sean las y los profesores quienes tengan una serie de conocimientos y saberes, estos no pueden pasar por encima de lo que sepan y conozcan las y los estudiantes y las comunidades, deben estar todos conectados construyendo así nuevos conocimientos que estén en constante cambio y transformación. Para el desarrollo de éste tipo de actividades es necesario diseñar una serie de estrategias para que el trabajo con las comunidades no sea improvisado ni tenga mayor análisis posterior, es imprescindible, además, que antes poner en práctica cualquier tipo de actividad haber llegado a consensos que permitan hacer más rico y próspero el trabajo. 162

En conclusión, el abordar la realidad desde el reconocimiento de la memoria histórica hace posible que profesores y profesoras puedan desarrollar estrategias para que las y los estudiantes se reconozcan dentro de la comunidad que habitan y en la cual está inmersa la institución escolar donde adelantan sus estudios, sin importar si ésta es o no formal; pues la enseñanza de las ciencias sociales necesita, indudablemente, del trabajo práctico y del conocimiento de campo para desarrollar nuevos saberes, que se salgan de los bordes impuestos por una academia que excluye a las mayorías de sus estudios, de las cuales habla y analiza pero que poco conoce y entiende; es necesario que las y los estudiantes se reconozcan como seres autónomos e independientes dentro de los contextos que habitan para que así mismo puedan transformarlo y brindar nuevas posibilidades para sí mismos y los demás.

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