Las_voces_y_los_ecos._Brecha_generaciona-1-23.pdf

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Descripción

Las voces y los ecos J. M. Fernández Pequeño / Jorge Ulloa ¿Ha perdido aprecio el trabajo del profesor universitario dentro de la sociedad actual? ¿La realidad de hoy exige competencias y actitudes distintas al docente de la educación superior? ¿Los estudiantes que en este momento llegan a la universidad son menos inteligentes? ¿Son indolentes, desinteresados y superficiales?

Jorge Ulloa Hung Antropólogo, ha dedicado mucho tiempo al estudio de la Arqueología. Sus resultados de investigación aparecen en seis libros y en diversos artículos. Se graduó de Licenciatura en Historia y es Master en Estudios del Caribe. En estos momentos concluye un Doctorado en Antropología en la Universidad de Leiden, Holanda. Ha impartido docencia universitaria en áreas relacionadas con las Ciencias Sociales. Trabajó como investigador de la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba, donde fundó el anuario El Caribe Arqueológico, el cual hoy coordina. Es miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, de la Asociación Internacional de Arqueólogos del Caribe y tiene categoría de investigador auxiliar otorgada por el Ministerio de Cultura de Cuba. Es profesor en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y es el encargado de Arqueología en el Museo del Hombre Dominicano. Nació en Santiago de Cuba y reside en la República Dominicana desde 2001.

Un antropólogo y un escritor, ambos con una dilatada experiencia en la enseñanza universitaria, intentan dar respuesta a estas y otras acuciantes preguntas a través de una investigación de corte sociocultural sobre el estado de la comunicación entre profesores y estudiantes en las condiciones de la universidad dominicana. Por audaces, apasionadas y sinceras, las ideas que ofrece este libro son una estación propicia para el debate, la reflexión y la inconformidad, un llamado a la tolerancia que puede salvar al aula universitaria de la inercia y el desencanto.

J. M. Fernández Pequeño Escritor, ha dedicado mucho tiempo al estudio de la Comunicación. Es autor de trece libros, fundamentalmente en los géneros de narrativa, ensayo e investigación. Se graduó de Licenciatura en Letras y luego realizó estudios de Cine. Es Master en Ciencias de la Educación. Ha impartido docencia universitaria durante 35 años, fundamentalmente en el área de la Literatura, el Cine y la Comunicación. Como gestor cultural, estuvo entre los fundadores de la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, donde trabajó durante 18 años, fundó y editó la revista Del Caribe. Ha recibido numerosos premios. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Actualmente se desempeña como Gerente de Servicios Culturales del Centro León, en Santiago de los Caballeros, y es profesor en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, así como en la Universidad APEC. Nació en Bayamo, Cuba, y reside en la República Dominicana desde 1998.

Las voces y los ecos Brecha generacional e incomunicación en la universidad dominicana

Las voces y los ecos Brecha generacional e incomunicación en la universidad dominicana

José M. Fernández Pequeño Jorge Ulloa Hung

Copyright © J. M. Fernández Pequeño / Jorge Ulloa Hung, 2011 2012 Título original: Las voces y los ecos. Brecha generacional e incomunicación en la universidad dominicana

Dirección editorial: Pedro Cabiya DirecciónBismar editorial: Bismar Galán Edición: Galán Diseño de de portada: Ilustración portada:XXXXXXXXXX Pragmy Marichal Diagramación y armada: Mirel Galán Diseño de cubierta: Mirel Galán, sobre una idea de Sara Hermann Editorial UNINE UNIBE Universidad Iberoamericana Avenida Francia # 129 Apartado Postal 22333 Santo Domingo, República Dominicana SELLO DE UNIBE ISBN: 978-99934-48-35-8 XXXXXXXXXX Impreso en República Dominicana por Serigraf, S.A.

A distinguir me paro las voces de los ecos Antonio Machado

Cada día más estudiantes testimonian una simultánea y desconcertante experiencia: la de reconocer lo bien que el maestro se sabe su lección y, al mismo tiempo, el desfase de esos saberes-lectivos con relación a los saberes-mosaico que sobre Biología o Física, Filosofía o Geografía, circulan fuera de la escuela. Y frente a un alumno cuyo medioambiente comunicativo lo “empapa” cotidianamente de esos saberes-mosaico que, en forma de información, circulan por la sociedad, la escuela como institución tiende sobre todo al atrincheramiento en su propio discurso, puesto que cualquier otro tipo de discurso es contemplado como un atentado a su autoridad. Jesús Martín-Barbero

Al Dr. Antinoe Fiallo, que tan bien conoce estos caminos. Y, con él, a todos los profesores universitarios dominicanos. A Mariel Olivo y Felipe Díaz, que abrazaron estos debates a puro corazón. Y, con ellos, a todos los estudiantes universitarios dominicanos.

ÍNDICE Uno: En el principio fue un malestar /

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Dos: Y entonces el malestar se volvió estupor / 23 La juventud: el otro que nos interpela / 44 Los jóvenes y las nuevas formas de identidad cultural / Ciertas preguntas inquietantes / 60

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Tres: La comunicación y sus sentidos / 63 La competencia comunicativa o las formas para encontrar al otro / 73 Cuatro: Cuando las voces se confunden con los ecos / 83 Cuando saber obliga a mirar hacia la realidad / 85 Cuando enseñar obliga a mirar hacia el otro / 91 Cuando el intercambio obliga a mirar hacia sí mismo / 101 Cuando entender obliga a mirar hacia el entorno / 107 Cuando las palabras quieren ser más que ecos / 113 Cinco: Una zapatilla para Cenicienta / 115 Presencias y quilates de la comunicación interpersonal / 117 Ese arduo oficio de buscarse en los demás / 124 Seis: El camino, y nada más / 135 Siete: Fuentes bibliográficas / 137

Uno

En El principio fuE un malEstar

Probablemente la elaboración de este ensayo comenzó a mediados del año 2000, cuando uno de sus autores solicitó una entrevista al Dr. Antinoe Fiallo para la revista Universitas. En la sala del docente e investigador dominicano se habló largamente sobre la brecha generacional que las universidades dominicanas se negaban a tomar en cuenta, de desencuentros entre los resabios de profesores adultos y las expectativas de jóvenes estudiantes, de búsquedas posibles e incomprensiones arraigadas. Sus criterios tuvieron la virtud de fertilizar un grupo de inquietudes que el día a día de la experiencia docente había ido sedimentando en los autores, como percepción todavía muy difusa: la existencia de muy poderosas barreras en la relación de los estudiantes con el medio universitario y, en particular, con sus compañeros de viaje inevitables, los profesores. Estos últimos por lo general se manifestaban inconformes con sus pupilos, rechazaban sus actitudes y no dejaban de quejarse de su escasa preparación y de su poco interés. Los estudiantes, de su parte, mostraban poco sentido de pertenencia al centro universitario y apenas consideraban su estancia allí como un molesto tránsito para obtener el anhelado título.

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Pero no fue hasta 2005 que esas aproximaciones empíricas cuajaron en la posibilidad de un proyecto de investigación destinado a establecer los niveles de influencia del reggaeton sobre el gusto de los estudiantes universitarios dominicanos. Se buscaba un parámetro que permitiera evaluar los patrones de recepción cultural de los jóvenes que hoy transitan por las universidades nacionales, lo que a su vez –se suponía– podría aportar datos de primera importancia para analizar la eficiencia real de la propuesta de formación cultural presente en el currículo de la educación superior dominicana, al comparar esa propuesta con aquello que los jóvenes sentían como necesidad. En fin, se intentaba detectar las insuficiencias que podían estar haciendo inoperante la propuesta curricular frente a los requerimientos de la realidad que vive el discente concreto de la educación superior. El proyecto fue avalado y financiado en 2006 por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), centro de educación superior al que estas líneas desean reconocer la amplitud de miras con que respaldó una propuesta que los incrédulos de siempre miraron dudosos, incluso con suspicacia y sorna. Un año después, en 2007, cuando las sospechas iniciales habían pasado a ser certidumbres, encontraron nuevo cauce en la maestría de Ciencias de la Educación que los docentes de la Universidad de Camagüey, Cuba, impartieron en Santo Domingo, bajo los auspicios de la Universidad APEC (UNAPEC). En ese momento la información que habían ofrecido los primeros instrumentos de medición aplicados, así como la consulta sistemática de una vasta bibliografía, indicaban que el problema de investigación debía orientarse ahora hacia el estado de la comunicación didáctica entre profesores y estudiantes en las condiciones de la universidad dominicana actual. Este ensayo no sería el mismo sin la docta presencia de los profesores e investigadores de Camagüey1 y sin el desprendimiento y empeño con que UNAPEC propició tan enriquecedor espacio formativo. 1 Mención especial merece el Dr. Miguel Ángel Pérez, quien fungió como tutor de ese trabajo de tesis.

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Las voces y los ecos El redireccionamiento de la investigación, además de exigir una apertura teórico-metodológica hacia nuevas áreas de la Pedagogía, la Psicología, la Sociología, la Antropología, la Teoría de la Comunicación, etc., hizo necesaria la reducción de los escenarios donde se aplicarían las herramientas cuantitativas y cualitativas de medición concebidas para establecer un diagnóstico adecuado del problema. Abarcar en su totalidad un ámbito universitario que sobrepasa los cuarenta centros dispersos en gran parte del territorio nacional2 era una tarea descomunal, tanto desde el punto de vista humano como financiero. El hecho de que las universidades en la República Dominicana posean grandes similitudes en la organización de sus propuestas curriculares, la contratación de los profesores y la inserción del estudiantado indicaba que los resultados obtenidos al trabajar sobre una muestra podrían ser generalizados con poco esfuerzo y flexibilidad de raciocinio a la casi totalidad del sistema.3 Se decidió entonces concentrar el 2 En la República Dominicana actualmente existe una especie de demanda universal de educación que no se encuentra desvinculada de los procesos de urbanización generados en las últimas décadas y de la movilidad de población hacia las ciudades más importantes. Por otro lado, este fenómeno tampoco se aparta de los cambios que se producen en la economía dominicana, sobre todo su transformación en una economía básicamente de servicios, con empresas localizadas en contextos urbanos y una proyección cada vez más internacional, lo que ha cambiado los mecanismos intergeneracionales de transferencia económica. En la actualidad, la educación se ha convertido en el principal patrimonio que interesa dejar a los hijos (Murray, 2005: 13-14). La urbanización ha transformado casi de manera atómica la cultura educativa del país, y sobre todo la actitud de la población adulta hacia la enseñanza universitaria. Ir a la universidad, estudiar una carrera, se ha convertido en la garantía principal de futuro económico, algo que evidentemente incide en el alza de la demanda y, de hecho, en el brote de gran cantidad de instituciones de educación superior. 3 Asumimos que los resultados válidos para dos universidades privadas también lo son para la universidad estatal dominicana, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), pues las diferencias básicas entre ambos tipos de centros no están en la función para la cual fueron creados: educar. Si existe alguna diferencia entre estos, se encuentra en que los primeros (privados), además de actuar como sistemas de enseñanza, funcionan como un sistema económico, lo cual es algo secundario en el problema que se aborda. Nuestro problema atañe básicamente a la función primordial que deben cumplir todas las universidades, la formación de los jóvenes, independientemente de su naturaleza financiera; lo que se generaliza en este caso es la existencia de un problema de incomunicación generacional que daña profundamente el cumplimiento de esa función.

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diagnóstico en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y la Universidad APEC (UNAPEC). No se desechó, sin embargo, continuar utilizando el reggaeton como un elemento de medición. Al contrario. Por las características intrínsecas de ese fenómeno sociocultural y las apreciaciones encontradas que sobre él existen en el ámbito universitario, las primeras acciones investigativas habían demostrado que podía constituirse en un parámetro útil para examinar las dimensiones de la brecha generacional y los niveles de tolerancia-intolerancia que están presentes en la comunicación entre profesores y estudiantes universitarios porque: aa Es una manifestación nacida en el barrio, que se jacta de basar su propuesta ideotemática en la cercanía a los conflictos que plantea la realidad social concreta, algo infrecuente en el discurso oficial de nuestros centros universitarios, dominado por una veneración decidida hacia los temas de clase y la tendencia a plantear principios morales vinculados a lo que debe ser y no a lo que es el contexto social dominicano. aa Es una expresión híbrida típica de la cultura postmoderna, donde se funden elementos de la cultura popular y la mediática, con una actitud muy agresiva a veces frente a la cultura artística y oficial, mientras la mayor parte de los profesores continúa considerando que la única cultura probadamente valiosa es la artística. aa Es una música que ha probado arraigo y penetración en el gusto de la juventud dominicana, un hecho que debería mover a reflexión sobre qué necesidades llena el reggaeton en los jóvenes de hoy. aa Es una manifestación que hasta hace muy poco fue demonizada por gran parte de los estamentos del poder y la oficialidad cultural, cuya influencia en la organización de la educación dominicana resulta muy importante. aa Muchas de sus propuestas ideotemáticas exponen valores opuestos a algunos de los sostenidos por el currículo universitario vigente 18

Las voces y los ecos en las universidades dominicanas, expresiones de la cultura elitista y adultocrática.4 Este texto es, por ahora, el último paso en un camino que cubre ya ocho años de reflexión y que encontró un punto de validación en 2008, cuando un fragmento del mismo obtuvo el premio Pedro Francisco Bonó, que otorga FUNGLODE en el género ensayo. A lo largo de ese tiempo ha quedado claro que los conflictos del profesor en la educación formal de este momento no son infundados ni menos exclusivos de la República Dominicana. Todo lo contrario, las diversas fuentes han ido aportando datos reveladores acerca de la intensa crisis que los cambios ocurridos en nuestras sociedades durante las últimas tres décadas del siglo xx y lo que va de la primera en el siglo xxi han traído a la escuela, que encuentra respuestas muy torpes a la descentralización de la educación, la expansión de medios de comunicación cada vez más envolventes y el proceso de hibridación cultural que descontinúa la antes tan sólida fe en la cultura artística como paradigma indisputable. 4 Desde el punto de vista social, el reggaeton ha sido considerado por la mayoría adulta como enemigo del desarrollo espiritual del individuo porque supuestamente promueve comportamientos que no son aceptables por parte de la sociedad. En otras palabras, por ser un ritmo que no se adapta sino que transgrede las normas morales. Dentro de esa perspectiva, su mensaje ha sido enjuiciado como no muy claro y se le atribuye la condición de promotor de anti-valores, de una ideología caracterizada por el libertinaje cargado de sexualidad e irrespeto por la vida, estimulador del uso de drogas y armas. En síntesis, ha sido visto como causa y no como consecuencia de ciertos problemas sociales. En sus líricas, la propuesta de goce, de veneración por lo efímero, lo pasajero, lo inmediato, ha sido definida como algo incomprensible, cuando es en realidad todo lo contrario. Expresa claramente y sin rodeos los lados oscuros de la sociedad, sus ansiedades y su desesperación ante el consumo avasallante y sin límites. Es una expresión transgresora que se ha transformado en evasión de la monotonía y del ritmo de vida actuales, en una salida enajenada y enajenante ante los ojos de sus propios creadores. Al reggaeton también se le han atribuido otros efectos sobre la juventud; entre ellos la promoción de promiscuidad. En contraposición con lo anterior y como una expresión de ambigüedad de la sociedad que lo condena, su baile, considerado una herramienta de enganche para la aceptación dentro del sector joven, es utilizado junto a versiones oportunistas de sus líricas para bombardeos publicitarios dirigidos a la juventud con fines meramente comerciales o consumistas, religiosos, incluso políticos.

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A lo largo de este proceso de modernización […] se produce una fractura que afecta profundamente la esencia de la relación educativa, al escindirse el discurso del maestro de la realidad, lo que genera dos culturas. Aquella expresada en el discurso altisonante del maestro que enfatiza el “deber ser” de las cosas de un mundo anunciado, hermoso y grandilocuente [y] la cultura de los jóvenes en su mundo real y cotidiano, un mundo interno y una subjetividad donde los sentimientos ocupan un lugar importante. Estallan así las diferencias entre el maestro y el alumno, entre la escuela y la realidad (Quiroz, 2003: 57-58). Sobre esos conflictos en las condiciones específicas de la universidad dominicana quiere meditar este ensayo. El papel del profesor universitario ha cambiado. Ya no tiene la función de transmitir un modelo de cultura único y homogéneo en forma de contenidos terminados. Ahora se le pide que sea un especialista capaz de acompañar a sus estudiantes en la construcción del conocimiento, en el desarrollo de competencias integrales y flexibles, idóneas para dar solución a los problemas de una sociedad cada vez más globalizada y diversa. ¿Lo saben los profesores dominicanos? Como en casi todas partes, nuestros docentes responden a esta nueva realidad con un sentimiento de pérdida irremediable y la tendencia a atrincherarse en sus creencias tradicionales acerca de la distancia que el profesor debe mantener dentro del aula, lo que levanta una barrera difícil de franquear para la comunicación con unos estudiantes que ya no son aquellos de los años sesenta del siglo pasado. Las consecuencias resultan lamentables porque “el valor de la comunicación está dado en que es justo a través de ella que la actividad adquiere sentido para los que la realizan, toda vez que se convierte en el medio que posibilita la construcción de conocimientos y en el sustrato de la creación de motivos e intereses. Por ello, esta deviene sustento del sistema de relaciones e interacciones sociales que se producen en el proceso docente educativo y sin las cuales este no existiría” (Ortiz, 2005). Para responder a sus nuevas funciones, el profesor de hoy necesita formarse como un comunicador profesional, pero la realidad palpable 20

Las voces y los ecos es que nuestros docentes, en su inmensa mayoría, carecen de las competencias necesarias para llenar ese cometido. El primer paso consistiría, pues, en hacer visible el problema, en abandonar el puro espacio de lo teórico para lograr que los profesores reconozcan los cambios que han ocurrido en su entorno y la forma en que estos han trastocado su posición dentro de la sociedad, único modo de provocar la reflexión crítica acerca de la propia labor. Tal reflexión, si se produce guiada por la honestidad, puede conducir a la adopción de propuestas que permitan superar la actual insuficiencia en la competencia comunicativa de los profesores universitarios dominicanos, lo que a su vez les pondrá en condiciones de trazar estrategias más efectivas para vencer las barreras de la brecha generacional y establecer un intercambio eficaz con sus estudiantes. Pero, ¿por dónde atajar el problema? ¿Sobre qué componentes de la competencia comunicativa sería necesario actuar para promover un cambio cualitativo en los docentes? Si la ampliación de la brecha generacional aleja cada vez más a los estudiantes y los profesores universitarios, hasta un punto en que los últimos no reconocen a los primeros sociológica y culturalmente, ni menos pueden identificarse con sus maneras de entender la realidad y de actuar sobre esta, entonces los problemas fundamentales habría que buscarlos en la incapacidad para diseñar mensajes que apelen a las expectativas socioculturales de sus estudiantes, sean pertinentes en el contexto real de la comunicación e interesen el plano afectivo de la interacción. Buscando trazar un diagnóstico más exacto del problema se aplicaron en INTEC y UNAPEC varios instrumentos que permitieron la recogida de una información cuantitativa y cualitativa muy valiosa. Estos fueron: aa Una encuesta preliminar a 50 estudiantes en UNAPEC y 52 en INTEC para detectar cuánto conocen a sus profesores. aa Una encuesta de satisfacción, con preguntas cerradas y abiertas, a 343 estudiantes de INTEC y 358 de UNAPEC acerca de la comunicación con sus profesores y otros temas afines. 21

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aa Una encuesta de satisfacción, con preguntas cerradas y abiertas, a 43 profesores de INTEC y 99 profesores de UNAPEC acerca de la comunicación con sus estudiantes y otros temas afines. aa Organización de grupos focales con estudiantes, así como entrevistas con profesores y decanos para profundizar acerca de los principales indicadores recogidos a través de las encuestas. Los resultados obtenidos permiten no solo plantear un panorama adecuado de las dificultades que enfrenta la comunicación profesorestudiante en las condiciones de la universidad dominicana, sino apuntar también hacia vías posibles para atenuar una brecha generacional que existió siempre, pero que en las últimas décadas se ha ido ampliando y amenaza con hacer colapsar la comunicación didáctica y, con esto, dañar irreversiblemente los objetivos del proceso docenteeducativo en nuestra educación superior. Un principio ha regido este proceso de búsqueda y reflexión: todo está sujeto a debate. Así pues, este ensayo no pretende exponer verdades terminadas e irrebatibles. Quiere abrir una puerta hacia el cuestionamiento y el diálogo crítico. Detrás han quedado las arduas jornadas de pesquisas y las estrictas metodologías investigativas. Se abre ahora la aventura del pensamiento, la libertad absoluta para opinar, la actitud que no desdeña recursos –desde los datos precisos hasta la libérrima intuición– para mirar a la cara de la incertidumbre y, aun así, seguir creyendo que todo puede ser mejor. ¿Nos acompañan?

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