LA CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES EN TELL EL-GHABA, NORTE DE SINAÍ (MEDIADOS DEL SIGLO IX AL VII A.C.). UNA PROPUESTA INTERPRETATIVA A PARTIR DEL ANÁLISIS DEL EDIFICIO B.

July 19, 2017 | Autor: Eva Amanda Calomino | Categoría: Archaeology, Egyptology, Ancient Near East (Archaeology), Arqueología, Egiptologia
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Descripción

XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia 2 al 5 de octubre de 2013 ORGANIZA: Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Cuyo

Número de la Mesa Temática: 1 Título de la Mesa Temática: Prácticas sociales, rituales y planos discursivos en el Cercano Oriente antiguo Apellido y Nombre de las/os coordinadores/as: Juárez Arias, Marta (Universidad Nacional de Salta) – Yomaha, Silvana (Universidad Nacional de Córdoba) – Cabrera Pertusatti, Rodrigo (Universidad de Buenos Aires) LA CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES EN TELL EL-GHABA, NORTE DE SINAÍ (MEDIADOS DEL SIGLO IX AL VII A.C.). UNA PROPUESTA INTERPRETATIVA A PARTIR DEL ANÁLISIS DEL EDIFICIO B.

Calomino, Eva A. CONICET-IdA-FFyL-UBA [email protected] Lupo, Silvia CONICET-IMHICIHU-UICOA-FFYL-UBA [email protected] http://interescuelashistoria.org/ 1

LA CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES EN TELL EL-GHABA, NORTE DE SINAÍ (MEDIADOS DEL SIGLO IX AL VII A.C.). UNA PROPUESTA INTERPRETATIVA A PARTIR DEL ANÁLISIS DEL EDIFICIO B.

Calomino, Eva A. CONICET-IdA-FFyL-UBA [email protected] Lupo, Silvia CONICET-IMHICIHU-UICOA-FFYL-UBA [email protected] Introducción

Los trabajos de la Misión Arqueológica Argentina en el sitio de Tell el-Ghaba, norte de Sinaí, han puesto al descubierto un asentamiento de mediados del siglo IX al VII a.C. en la frontera oriental egipcia. Las estructuras excavadas y el material recuperados han sido objeto de distintos estudios que permiten reconocer en Tell elGhaba varios niveles de ocupación (Crivelli, 2005)1. Por debajo de un nivel generalizado de destrucción del sitio -después del cual hubo sólo eventos de ocupación esporádicos- se hallaron diversas estructuras y edificios. En el Área II -oriental- se encontraron los basamentos de un edificio de casamatas, sin pisos preservados (Edificio D) debajo del cual se identificó parte de otra construcción en ladrillos de adobe Edificio L-, precedida a su vez por la estructura M, parcialmente descubierta. En el sector occidental de la misma Área se expuso una construcción, probablemente de carácter público, de la que tampoco se han conservado sus pisos, el Edificio C2. A su vez, varias construcciones con habitaciones adosadas fueron excavadas en el Área I. Las más antiguas -Estructura G y Edificio A- habrían sido construidas con materiales perecederos; así en el caso del Edificio A, éste se vio afectado por un incendio- y ambas estructuras fueron sucedidas por la posterior edificación, en muros de ladrillos de adobe del Edificio B. Las tres estructuras tenían la misma orientación ESEONO lo que indicaría algún grado de planificación urbana de Tell el-Ghaba.

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Este trabajo ha sido realizado por Eduardo Crivelli durante las campañas de 1995-1999. E. Crivelli 2005: 203. 2

En este trabajo nos centramos en el estudio del Edificio B (Área I). Nuestro interés parte de que el mismo presenta una arquitectura bien definida y restos cerámicos que, por ser abundantes, son el registro más importante para el análisis preliminar de la configuración del espacio doméstico y un acercamiento a las prácticas sociales asociadas.

Tell El-Ghaba en contexto

El asentamiento arqueológico Tell el-Ghaba estaba localizado entre Tell Hebua al Oeste y Tell Qedua al Este (30° 58’ N – 32° 25’ E) (ver Figura 1) al borde de la llamada “Laguna Oriental” (actualmente una depresión poco profunda y muy salobre), que en aquellos tiempos estaba relacionada con los cursos de agua vinculados al brazo Pelusíaco, siendo un ámbito en el cual se desarrollaba principalmente la pesca (Crivelli Montero, 2006; Chauvin, 2010). El sitio, a partir del estudio de la abundante cerámica asociada al nivel de destrucción que cubre todas las áreas excavadas, fue datado originariamente a comienzos de la época la época saíta (Basílico y Lupo, 2004; Fuscaldo, 2005; Lupo, 2006). Sin embargo, un estudio pormenorizado del material proveniente de los strata inferiores permitió determinar que el sitio tuvo una ocupación anterior que se remontaría a mediados del Tercer Periodo Intermedio. Una relectura del material de estrato de destrucción permitiría determinar que el abandono de Tell elGhaba fue a fines del siglo VII a.C. (Lupo y Kohen, 2010). Dado este contexto político - en el que reyes etíopes ejercían autoridad sobre Egipto desde el sur y realizaban incursiones hacia el Levante, enfrentándose con los con los asirios y los príncipes de Sais -los futuros reyes de la dinastía XXVI- así como el marco internacional en el que los asirios habían comenzado su decadencia y los babilonios se expandían hacia el Levante- y su ubicación geográfica, es que este sitio cobra importancia para analizar las políticas sociales, económicas y militares que el estado egipcio desarrolló en su borde oriental, ya que la ubicación de Tell el-Ghaba cercano al brazo Pelusíaco del Nilo le confería un papel estratégico en las vías de circulación marítimas y terrestres, puesto que este brazo desembocaba en el Mar Mediterráneo, y lo comunicaba con el Levante (Crivelli Montero et al., 2002; Basílico y Lupo, 2006).

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Figura 1. Mapa con ubicación de Tell el-Ghaba en el Delta Oriental. A la derecha, mapa del norte de Sinaí, con la relación de yacimientos (tomado de Crivelli 2006: Mapa 1)

Las relaciones que el asentamiento de Tell el-Ghaba mantuvo con las diversas áreas locales del Sinaí y del Delta así como con el Alto Egipto, el Mediterráneo oriental, el Levante, Chipre y la región Egea, fueron estudiadas principalmente a través del análisis de las pastas y morfologías cerámicas (ver Basílico y Lupo, 2006; Cremonte, 2006; Lupo y Kohen, 2010; Lupo y Cremonte, 2011, entre otros). En el marco de una Arqueología de Rescate3, las tareas de campo de la Misión Arqueológica Argentina comenzaron en el año 1995, con el relevamiento topográfico del área, la delimitación de las diversas áreas del sitio y las excavaciones detalladas (ver Figura 2).

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Los trabajos de rescate comienzan a partir de 1991 cuando el gobierno egipcio decide convocar misiones extranjeras para estudiar los restos arqueológicos en zonas que se verían afectadas por la construcción del Canal Al-Salam (“de la Paz”). 4

Figura 2. Plano de Tell el-Ghaba con las diversas Áreas excavadas y principales edificios hallados. (Tomado de Fuscaldo 2005: Plan I).

Luego se continuó con las prospecciones geofísicas. Actualmente no hay arquitectura visible en superficie, por lo que la extensión del sitio se determinó por medio de dichas prospecciones, las excavaciones y el material hallado en superficie. Así se pudo establecer que Tell el-Ghaba tenía al menos 12 hectáreas de extensión. Las primeras prospecciones

geofísicas, método de detección de estructuras enterradas y espacios libres de ellas,

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fueron realizadas durante los años 1998 y 1999 por Jorge Trench, quien detectó cuatro nuevos edificios4 (Trench, 2006). En el año 2010 el equipo dirigido por Tomasz Herbich5 (Herbich, 2010) llevó a cabo la prospección geomagnética integral del sitio, prospectando un área total de 65.600 m2. La misma permitió la localización de nuevos edificios y establecer la extensión total de la edificación urbana. Con respecto al sitio, la posible heterogeneidad de sus habitantes, la arquitectura no homogénea, las diferentes actividades que se desarrollaron en el lugar y la breve ocupación del sitio posteriormente destruido por el fuego apuntan a su funcionalidad como sitio de frontera, creado por el estado (Lupo y Kohen, 2009). En el presente trabajo continuamos y profundizamos análisis previos (Calomino y Scaro, 2012), a partir del estudio de la configuración arquitectónica, espacial y de las prácticas sociales del sitio, centrándonos en el edificio B en el Área I -al sur del yacimiento-. En este sentido, buscamos avanzar también con algunos objetivos del proyecto general orientados a conocer el planeamiento urbano, identificar rasgos arquitectónicos, patrones de asentamiento, y su comparación con las características de los sitios del Tercer Periodo Intermedio en el Delta. Consideramos alternativas teóricas que se empezaron a desarrollar recientemente (Calomino y Scaro, 2012) y los nuevos estudios cerámicos (Lupo, 2013) para poder avanzar en el estudio de la espacialidad, los rasgos arquitectónicos y la estructuración espacial de Tell el-Ghaba. Presentamos y describimos la arquitectura y el conjunto cerámico del Edificio B, haciendo mención de otras materialidades -tales como small finds- a fin de entender los diversos contextos de las habitaciones y las prácticas sociales que allí tuvieron lugar. El presente trabajo se propone: (i) presentar la metodología de campo y de laboratorio llevadas a cabo en el sitio; (ii) describir los lineamientos teóricos que utilizaremos para abordar el análisis espacial y arquitectónico (iii) describir el Área I del emplazamiento -información generada en el marco de las investigaciones de la Misión-; (iii) analizar los elementos arquitectónicos identificados en el Edificio B; (iv) presentar y describir los conjuntos cerámicos y hallazgos asociados para las diversas habitaciones de dicha construcción; y (v) a partir de lo anterior, aproximarnos a la configuración espacial y las prácticas sociales del mismo y su relación con el emplazamientos en general. 4

Se detectaron: el Edificio F (en el Área VI), el Edificio H, el Edificio I y el Edificio J (en el Área VIII). Trabajo realizado en el marco del acuerdo científico establecido entre la Misión Arqueológica Argentina en Sinaí y el Instituto Polaco de Arqueología del Mediterráneo con sede en El Cairo. El relevamiento fue realizado con dos gradiómetros Geoscan Research FM 256. 5

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Comprendiendo la espacialidad en Tell El-Ghaba desde nuevas líneas teóricas

Para comenzar a comprender la espacialidad en Tell el-Ghaba debemos definir qué entendemos por sus componentes: arquitectura, espacio, paisaje y prácticas sociales. Los planeamientos teórico-metodológicos de la Arqueología de la Arquitectura (Mañana Borrazás et al., 2002), orientados desde la visión de la Arqueología del Paisaje para abordar la espacialidad y las diversas dimensiones del espacio construido conciben a la arquitectura como “la manipulación antrópica de un espacio dado mediante técnicas constructivas que varían a lo largo del tiempo atendiendo a factores sociales, culturales y económicos” (Mañana Borrazás et al., 2002: 14), es decir, se manifiesta una expresión física, una forma concreta, producto de la percepción compartida sobre la concepción del espacio de la sociedad que la construye y habita, y por lo tanto también está imbuida de contenido, cumpliendo funciones sociales. Esta perspectiva supera los enfoques tradicionales aplicados a la arquitectura, centrados en los análisis tipológicos, evolucionistas, geográficamente deterministas, difusionistas y funcionalistas, que, en resumen, consideran a las construcciones arquitectónicas como una respuesta única a causas físicas (materiales de construcción disponibles, clima, entre otros) y han apartado de sus investigaciones el carácter de las exigencias culturales que la arquitectura contiene. Contrariamente los nuevos enfoques consideran a la arquitectura como: (a) instrumento para la acción social que comunica información reproduciendo la acción social (Boudieu, 1977; Giddens, 1998); (b) como una tecnología de coerción que permite reproducir el orden social, reproduciendo espacios de cotidianeidad (Parker y Richard, 1999); (c) como un signo de comunicación no verbal (Eco 1984); y (d) como paisaje cultural, desde la Arqueología del Paisaje, que considera al espacio como construcción social que integra estrategias de apropiación del entorno, la organización social, la subsistencia, la percepción del medio ambiente, es decir, un paisaje, una realidad social que se construye culturalmente a partir de la objetivación de prácticas sociales. En este sentido, es Criado Boado (1999) quien definió las bases teóricas y metodológicas de la Arqueología del Paisaje como herramienta para estudiar la espacialidad humana y para aproximarse a la interpretación del registro arqueológico. Propuso concebir el paisaje como “el producto sociocultural creado por la objetivación, sobre el medio y en términos espaciales, de la acción social tanto de carácter material como imaginario” (Criado Boado, 1999: 5). Se asumió que las actividades que tienen lugar en el espacio están organizadas de forma coherente con la representación ideal del 7

mundo que tiene el grupo social que las realiza. De este modo, la Arqueología del Paisaje concibe al paisaje no como un entorno natural, neutral y externo a lo social sino como producto de la agencia humana que resulta de la construcción subjetiva que las personas hacen de su entorno; una entidad dinámica y particular a cada formación social que comprende prácticas intencionales y no. Entonces, a partir de una realidad dada -el medio físico-, se crea una realidad nueva, social -el espacio construido- a la que se le confiere un significado simbólico, que se expresa principalmente a partir de diversas estrategias de visualización, tales como: inhibición -falta de interés en ocultar/destacar-, ocultación -intención de invisibilizar la acción social-, exhibición -hacer la acción social visible en el espacio- y monumentalización -pretenden exhibir un elemento en el espacio y a través del tiempo(Mañana Borrazás et al., 2002). El objetivo es analizar, reconstruir e interpretar los paisajes arqueológicos a partir de los elementos que los concretan a diferentes escalas del emplazamiento, de cada componente arquitectónico, y en la distribución de materiales- y acercarnos a las concepciones de las sociedades que los habitaron a través de diversas herramientas analíticas: (i) el análisis formal -deconstruyendo y describiendo la morfología y elementos constitutivos-, que se centra en dos tipos de técnicas: (a) análisis estratigráfico vertical y horizontal (método de Harris) y (b) análisis espacial -que incluye los modos de organización espacial y las relaciones espaciales; y (ii) el análisis de la percepción, que integra las evaluaciones del movimiento y circulación y de la percepción visual. (Mañana Borrazás et al., 2002). Tomamos estos puntos de vista teóricos, ya que consideramos que la organización espacial y la arquitectura jugarían un rol activo en la reproducción del orden social. Al delimitar los espacios, a través de diferentes estrategias, la arquitectura regula la interacción cotidiana entre los habitantes y a la vez transmite información sobre las estructuras simbólicas y el status de las unidades domésticas. Esto nos remite hacia las prácticas sociales, y a los aportes producidos por la Arqueología de la Práctica a la Arqueología del Paisaje, que centraron la interpretación arqueológica en las prácticas sociales de los agentes y cómo las mismas actuaban recursivamente sobre las colectividades (Pauketat, 2001; entre otros). Este cambio produjo que los paisajes sociales se convirtieran en “paisajes vividos”. Un lugar adquiere características particulares a partir de las experiencias vividas por aquellos que pasaron tiempo en el mismo, los actos constitutivos del habitar son las tareas. Cada una de éstas adquiere su significado a partir de su posición en un conjunto -denominado taskscape -, llevadas a 8

cabo en serie o en paralelo y, generalmente, por varias personas trabajando a la vez (Ingold, 1993, 2000). A partir de los postulados propuestos en los estudios previos y los análisis formales realizados de los Edificios, -relevamiento de la arquitectura del asentamiento, análisis de planos y las materialidades presentes en cada contexto-, y estructuras de Tell el-Ghaba, consideramos que las actividades desarrolladas en las áreas detalladas del asentamiento fueron principalmente actividades domésticas e industriales, con varias personas trabajando a la vez, las acciones sociales se desarrollarían en el marco de estrategias de inhibición, con arquitectura no homogénea y la circulación habría tenido restricciones corporales -según la disposición de viviendas y los rasgos-, pero no perceptivas para los habitantes del asentamiento.

Lineamientos Metodológicos

La metodología aplicada al estudio del sitio tiene en cuenta las tareas desarrolladas en el campo: datos provenientes de las prospecciones geofísicas y de las excavaciones -el registro sistemático de todos los artefactos, ecofactos, rasgos y estructuras-, así como las actividades ulteriores de laboratorio -registro y análisis de los materiales recuperados, elaboración de planos, de las matrices de Harris (Harris, 1991) y dibujos, fotografías, y recopilación e integración de la información estratigráfica y de plantas. En relación con las tareas de campo, las excavaciones se han realizado y se realizan siguiendo las especificaciones del trabajo de campo que se proponen para el Cercano Oriente6 (ver Herr y Younker, 1994) y respetando la depositación natural de los estratos, identificando “unidades estratigráficas” (sensu Harris, 1991). La estrategia de excavación general consistió en la realización de cuadrículas de 5 x 5 m, dejando un testigo de 0,50 m en los cuatro laterales. La información que se registra en el campo consta de diversos elementos: (i) diario de campo (fecha, número de cuadrícula y observaciones); (ii) top plans (plantas); (iii) fotografías particulares, secuenciales, de plantas y perfiles; y (iv) hojas de registro o record sheets, donde la unidad mínima significativa es el “Locus”, es decir, el estrato7 (sensu Harris, 1991), previamente

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Dicha metodología fue específicamente adaptada para el sitio por Eduardo Crivelli. Puede tratarse de un muro, fogón, piso, estratos naturales, rellenos de pozo, canalículos de drenaje, zanjas de fundación, depósitos de fundación, un horno, un pozo, entre otros. 7

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numerados de forma consecutiva. De este modo la hoja de registro principal es el “Locus sheet” y el resto son hojas de registro complementarias que mantienen su misma numeración. Éstas se utilizan para el registro de pisos, entierros, instalaciones y componentes arquitectónicos, muros, estructuras, muestras de carbón, perfiles, y hallazgos especiales o small finds, a los cuales se les agrega un registro de numeración por cuadrícula. Centrándonos en el relevamiento de la arquitectura, las fichas de registro a tal efecto permiten consignar: 

Muros: tipo, composición, tipos de inclusiones en ladrillos, dimensiones de cada elemento, número de hileras y filas preservadas, modo de construcción, descripción de tratamientos de la superficie, esquinas, jambas, presencia/ausencia de madera o juncos y la dimensión de la pared en su totalidad.



Instalaciones: tipo, composición, construcción, dimensiones y evidencias de uso.



Pisos o superficies preparadas: construcción, inclusiones, textura, plano, tipo de uso, presencia/ausencia de hoyos para postes, bases de pilares y rastros de rubefacciones. Con los datos y materiales obtenidos en el campo las tareas de laboratorio incluyen

el análisis, acondicionamiento de los materiales y reconstrucción de plantas, la realización de la Matriz de Harris8 (Harris, 1991) -a partir de cada estrato numerado-, que permite correlacionar los Loci identificados en el campo en la misma cuadrícula y entre ellas; es decir, este método de documentación estratigráfica supone numerar individualmente estratos y establecer las relaciones estratigráficas entre los mismos. De este modo podemos llegar a una comprensión tanto de las secuencias en un área particular como de la extensión de los eventos en todo el sitio. Por último, toda la información generada es agrupada en una base de datos cuantitativa y cualitativa. Dado que las inscripciones epigráficos del sitio no son significativas -casi todas ellas de tipo amulético- esta interpretación basada en el análisis de la alfarería y de la estructuración arquitectónica como sitio de residencia, nos permitirá comprender el uso del espacio construido y las interrelaciones de sus habitantes.

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Se realizan con el programa ad hoc ArchEd. 10

El Área I. Breve introducción acerca de su configuración constructiva

En el Área I (ver Figura 2 supra), se pueden distinguir cinco momentos de ocupación que están asociadas a distintos eventos constructivos y un nivel de destrucción (Crivelli Montero et al., 2002; Crivelli y Fuscaldo, 2005: 50-377; Crivelli Montero, 2006; Chauvin, 2010). Una primera ocupación corresponde a poblaciones de pescadores que se asentaron aparentemente sin construir edificios sólidos, sino viviendas con materiales perecederos con función doméstica. Las evidencias asociadas con estos primeros habitantes son huesos de pescado, cerámica doméstica, pesos para redes de pesca, cuentas de fayenza y un objeto con forma de escarabajo; asimismo se halló un pavimento de tiestos (L0365) que habría sido dispuesto sobre un sedimento muy pantanoso asociado a fogones. Posteriormente, se habrían construido el Edificio A y la Estructura G, ambos contemporáneos y de material efímero. El Edificio A (ver Figura 3a), del que sólo se conservaron las zanjas de fundación (L0101, L0102, L0353, L0319P) (Crivelli y Fuscaldo, 2005: 54; Chauvin, 2010: 186), presentaba una planta ortogonal y una orientación NNE-SSO, cuya dimensión era de 6 x 15 m. El edificio contaba con al menos dos ambientes, en uno de ellos la presencia de un encastre de piedra caliza y tope indicaban la presencia de una puerta (Crivelli y Fuscaldo, 2005); se interpreta que las áreas de actividad habrían variado a lo largo del tiempo por el hallazgo de fogones en diversos lugares. Se encontraron dos depósitos de fundación en los cimientos (Kohen, 2006; Crivelli et al., 2011): un conjunto que se componía de 17 piezas cerámicas (pesos de red o de telar), un afilador de roca volcánica, tres vasijas pequeñas en cerámica (ver Figura 3b), y un segundo depósito en los rellenos de la zanja de fundación que contenía una vasija con una placa de roca grabada en su interior. El hallazgo de vasijas culinarias, fogones, cuentas de fayenza y amuletos permite inferir que el Edificio A habría sido habitacional (Crivelli Montero, et al. 2002; Crivelli Montero, 2006; Chauvin, 2010). Aparentemente, esta estructura habría sido destruida en un incendio, ya que el piso presentaba manchas de oxidación y carbonización que son más evidentes en las zanjas de fundación, sugiriendo que las paredes eran de material perecedero. Por su parte, la Estructura G (L0275) (Chauvin, 2010: 187) (ver Figura 3c) presentaba planta subcircular rodeada por dos zanjas concéntricas que delimitaban un espacio de 1,2 m de diámetro. En la misma se hallaron una decena de pozos, en uno de los cuales se encontró una vasija, que podrían sustituir al mobiliario (Crivelli Montero, 11

2006). Habría estado construida con cañizos, como realizan hoy en día los beduinos (Chauvin, 2010: 187). La cultura material corresponde a tiestos, pesos de red, de carbón, ungulados y peces, hallados en un basural ubicado sobre el piso.

Figura 3. Estructuras A y G: a. planos del Edificio A y la Estructura G; b. detalle fotografía depósito de fundación del Edificio A; c. detalle fotografía de Estructura G. (Fotografías y planos del archivo de la Misión Arqueológica Argentina).

El Edificio B Arquitectura y espacialidad

Posteriormente al abandono y la destrucción de estos edificios hay un tercer momento de ocupación marcada por la construcción de una estructura de adobe y sin cimientos denominada Edificio B (ver Figura 4a y b). A partir del trabajo de campo este edificio ha sido expuesto en su totalidad; el mismo consta de una planta rectangular con similar orientación al Edificio A, con siete ambientes articulados por vanos construidos con muros de hiladas de ladrillos de adobe arcillosos y arenosos de diversos tamaños dispuestos en soga, ocupando una superficie de 13 m de largo por 9 m de ancho -que incluyen 6 espacios habitacionales con diversas evidencias y rasgos, y un pequeño cuarto de depósito y un patio externo- de los que se recuperaron en algunos casos los encastres de las puertas. La arquitectura del mismo ha sufrido una remodelación, indicando por lo menos dos fases de ocupación.

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Uno de estos ambientes correspondería al depósito en el que hallaron numerosas vasijas de almacenamiento in situ (L0084) (Chauvin, 2010: 187). La conservación de los encastres de puertas y umbrales permite inferir la circulación en esta estructura. La presencia de pisos superiores que truncarían pisos más antiguos da cuenta de remodelaciones en el edificio (Crivelli, 2005). Los hallazgos incluyen una cuenta de oro, un objeto fragmentado con forma de escarabajo, cuentas de fayenza, vasijas culinarias egipcias e importadas del Levante, Chipre y del Mediterráneo oriental, y restos óseos de peces siluriformes. Los ocupantes del Edificio B estarían relacionados con la administración estatal (Crivelli Montero et al., 2002; Crivelli Montero, 2006; Chauvin, 2010; Lupo y Cremonte, 2011).

Figura 4. El Edificio B: a. fotografía del Área I mostrando el Edificio B; b. plano del Edificio B. (Fotografía y plano del archivo de la Misión Arqueológica Argentina)

Cuando el Edificio B se abandona y cae en ruinas, en el Área I se construyeron instalaciones de tipo industrial con presencia de fogones y hornos, en algunos casos asociados a canalículos de evacuación de escorias -fayenza y cobre- y, probablemente, de material fundido. Otras de las estructuras de este nivel pueden asociarse al uso doméstico. Estas instalaciones industriales en el área cesaron posteriormente, transformándose la funcionalidad del lugar: aparecen grandes surcos o zanjas que se cruzan en ángulo recto y cortan las estructuras previas, que se han interpretado como cimientos de construcciones precarias realizadas con materiales perecederos (Crivelli Montero et al., 2002; Chauvin, 2010). Los sedimentos carbonizados ubicados por encima de estos eventos y dispersos en todo el yacimiento (L0001), indican un evento incendiario que llevó a la destrucción final del sitio sin una reocupación efectiva y duradera.

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Se ha propuesto (Calomino y Scaro, 2012) que las personas que habitaron Tell el-Ghaba muestran una composición diversa que incluía a población local egipcia representada por posibles funcionarios del estado en el edificio B-, una población sedentaria también local pero estacional -como lo demuestran los asentamientos de pescadores y la presencia de fogones-, y una población extranjera integrada a esta área de frontera, deducible por los hallazgos de pesos de telar en uno de los depósitos de fundación del Edificio A (Kohen, 2006; Crivelli et al., 2011), no usuales en Egipto pero sí en el Levante.

El material hallado en el Edificio B Como se ha estipulado, el edificio B fue construido sin trincheras de fundación sobre el debris acumulado sobre los restos incendiados del edificio A. Tiene un plano rectangular de aproximadamente 13 x 9 m y está orientado dirección ESE-ONO como el edificio A y otros edificios excavados en el Área II (C y D). Este edificio comprende 6 habitaciones y un depósito (Crivelli, 2005) (Ver Figura 5). El edificio B tuvo dos fases de ocupación cuyos pisos permiten reconocer la frecuentación humana hasta su abandono en algún momento de fines del siglo VIII a.C. como parece demostrarlo la tipología del material cerámico hallado en su interior. A los efectos de poder determinar la función de esta construcción resulta importante analizar qué tipo de material fue hallado en sus habitaciones que nos permitan reconocer su funcionalidad tentativa y/o momentos de ocupación. La mayor parte del material recuperado incluye objetos cerámicos, pequeños hallazgos (amuletos, figurinas, objetos de uso personal que incluye a las cuentas de collar y aros, piezas de juego, objetos utilitarios como pesas de telar, anzuelos y pesos de red) y, además numerosa fauna, especialmente la ictícola. A los efectos de un análisis más pormenorizado describiremos dicho material conforme al ambiente en el que fue encontrado. Cada habitación será tratada en forma individual para reconocer sus componentes materiales:

Habitación B-1 (4.00 x 1.50 cm). No se halló ningún material cerámico ni hallazgos especiales asociado a su piso (L0303).

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Figura 5. Detalle de los sectores del Edificio B. (Emplazamiento dibujado por el diseñador Victor Ariel Pagano)

Habitación B-2 (4 x 1.3 m) se recuperaron vasijas procedentes del Alto Egipto como una escudilla (Figura 6a), fragmentos de jarras (Figura 6b),

y algunas ánforas

levantinas.

Figura 6. Ejemplos de vasijas halladas en la Habitación B-2: a. escudilla y b. jarra.

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Habitación B-3 (3.5 x 2.1 m) contiene una estructura de combustión L0176 en la que se encontró in situ una gran bandeja manufacturada en arcilla del Nilo de 56 cm de diámetro. Asociado al horno se encontraron 4 jarras y una tapa de olla. En el piso de la Habitación B-3 se recuperaron 2 moldes para levar pan junto a cuencos. Entre los hallazgos especiales había una piedra de moler y un slag de faience.

Habitación B-5 (5 x 3.4 m). Entre el material cerámico de los pisos de esta habitación (L0271=L0060) se encontraron numerosas vasijas en arcilla de Nilo, especialmente grandes cuencos de 42.00 cm de diámetro y toda variedad de cuencos (Figura 7a), jarras con bases redondas o en punta (Figura 7b), y bandejas para levar pan. Se encontraron también manufacturadas en marga del Alto Egipto (Marl a4) y en marga del Bajo Egipto (Marl F) una jarra. En cuanto a la cerámica importada entre los registros hay una jarra de origen palestinense.

Figura 7. Ejemplos de vasijas halladas en la Habitación B-5: a. gran cuenco y b. jarra con base redonda o en punta.

La cerámica egipcia parece ser de uso doméstico sin ninguna característica en especial. La cerámica levantina y chipriota no resulta significativa tampoco respecto a la actividad que se desarrollaba en este ambiente. Entre los hallazgos especiales hay un amuleto wdjat Menkheperra de faience con la cartela Menkheperra (Figura 8). Se trata de un hallazgo de factura muy fina. Hay además algunos otros objetos personales como una cuenta de collar, una figurina de Hathor, un ojo wdjat, una figurilla zoomorfa de terracota. En cuanto a la cerámica importada entre los registros hay una jarra levantina. Entre las ánforas tipo torpedo hay una de origen palestinense.

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Figura 8. Foto del wdjat Menkheperra.

Habitación B-6 (3.90 x 2.60 cm). Su piso L0017 incluye una estructura de combustión L0013 que tenían dos vasijas in situ. Entre los contextos egipcios hay una gran cantidad de material cerámico en arcillas del Nilo, especialmente cuencos (n: 21). La cantidad de jarras es menor (9) de las que se preservan mayoritariamente los bordes, y tres fragmentos de asa, y tres bases. En los registros hay una jarra del Alto Egipto en Marl A4 y en arcilla del Nilo dos jarritas, y otro en Nile C2. Entre los registros de la cerámica importada la procedencia es mayoritariamente chipriota. Hay 2 jarritas fragmentarias: una de ellas preserva un cuello y un borde. En el piso L0017 se hallaron entre otros, una cuenta de oro y una figurilla del dios Bes con la corona de plumas sobre su cabeza. Además hay otros materiales arqueológicos entre ellos un afilador.

Habitación

B-7 (Depósito) (2.40 x 0.90 m). En arcillas del Nilo hay un cuenco

profundo, 1 escudilla, 4 jarras, 1 jarrita y un molde para levar pan. Entre las margas arcillosas hay dos jarras en Marl A4. Entre el material cerámico más fragmentario en arcillas del Nilo hallamos 10 cuencos, varias jarras (n: 4) y 1 ánfora levantina torpedo, 4 vasijas de almacenamiento, moldes para levar pan y una olla. También hay vasijas en marga del Delta (Delta Marl F). En cuanto a la cerámica importada hay un ánfora levantina y dos jarritas chipriotas muy fragmentarias. 17

Comentarios finales

Dado que son escasos los objetos epigráficos en el sitio -casi todos ellos de tipo amulético- la interpretación aquí propuesta se basa en el análisis de la alfarería y de la estructuración arquitectónica como sitio de residencia, lo cual nos permite comprender de forma preliminar el uso del espacio construido y las interrelaciones de sus habitantes. A partir de las prospecciones y excavaciones llevadas a cabo en el sitio se delinearon las características constructivas, remodelaciones y relaciones estratigráficas de los edificios, permitiendo establecer posibles diferencias cronológicas y funcionales en las estructuras. Estas investigaciones permitieron aproximarnos a las diversas prácticas sociales que habrían tenido lugar en el sitio en los diferentes espacios y a través del tiempo. En este panorama, para el edificio B la cerámica hallada es preferentemente de uso doméstico con funciones tentativas asociadas al consumo, almacenamiento e indirectamente al transporte de sustancias. Asimismo, la presencia de una alfarería fina proveniente de Chipre y del Levante, junto a otros hallazgos -una cuenta de oro, amuletos de divinidades, entre otros- permiten reconocer que se trata de un ámbito principalmente privado, cuyos habitantes participaban de una religiosidad de tipo popular y de cierto prestigio social dentro del sitio. Incluso la presencia de vasijas cerámicas provenientes del Alto Egipto, similares a las halladas en Buto, en el delta occidental, refleja que, como aquella ciudad, objetos suntuarios llegaban a los habitantes de Tell el-Ghaba. La presencia de dos hornos en las Habitaciones B-3 y B-4 revela que se realizaban actividades de cocina por la fauna preferentemente ictícola encontrada en las estructuras de combustión.

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SAGE- Journals on line, Estados Unidos.



TAPA- Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio, Santiago de Compostela.

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