Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?

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Descripción

Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

EN PORTADA: Foro romano.

SIGNIFER LIBROS Gran Vía, 2-2º SALAMANCA Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-05-8 PVP. 35,00 €

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

No parecen haber existido dudas en la historiografía tradicional acerca del carácter fuertemente centralista del Estado romano, tanto en época republicana como imperial. Sin cuestionar la realidad histórica de las bases estructurales que permiten confirmar en gran medida esta visión, resulta imprescindible analizar cómo se percibía, se asumía o, en otros casos, se escamoteaba, el poder central en la periferia del mundo romano y en el ámbito provincial y local. ¿Qué tipo de relaciones imperaba entre los poderes centrales y locales en el mundo romano a lo largo de sus diferentes períodos históricos? ¿Qué grado de concomitancia, de sumisión o de desconfianza, pudo haber existido, según los momentos y los lugares, entre el epicentro del poder y la estructura tentacular que caracterizaba a la órbita política romana? Para dar respuesta a estas preguntas será forzoso entender la categoría conceptual de “órbita política” en un sentido amplio en relación con los diferentes mecanismos y estructuras del poder establecido, de modo que podamos acercarnos a las diferentes variables de dicho poder en sus vertientes administrativa, económica, jurídica o religiosa, siempre que guarden relación (incluso antagónica o contestataria) con la oficialidad estatal.

Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana

Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL: DOS REALIDADES PARALELAS EN LA ÓRBITA POLÍTICA ROMANA

Actas del XII Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

SIGNIFER vLibros

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL Dos realidades paralelas en la órbita política romana

MADRID – SALAMANCA 2015

SIGNIFER LIBROS SIGNIFER Monografías de Antigüedad Griega y Romana 45

SIGNIFER Libros

EN PORTADA: Vista del Foro Romano

ACTAS DEL XII COLOQUIO DE LA ASOCIACIÓN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID LOS DÍAS 19-21 DE NOVIEMBRE DE 2014

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© De la presente edición: Signifer Libros 2015 Gran Vía, 2, 2ºA. SALAMANCA 37001 Apto. 52005 MADRID 28080 ISBN: 978-84-16202-05-8 D.L.: S.242-2015 Diseño de páginas interiores: Luis Palop Imprime: Eucarprint S.L. – Peñaranda de Bracamonte, SALAMANCA.

Índice

Gonzalo Bravo y Raúl González Salinero Introducción��������������������������������������������������������������������������������������������������������11

Sobre fuentes y su interpretación José d’Encarnação Roma y Lusitania: ¿dos poderes paralelos?��������������������������������������������������������19 Fernando Fernández Palacios Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses�������������������������������31

El poder en las ciudades Alfonso López Pulido El gobierno de las ciudades griegas como ficción política................................. 51 Marta González Herrero Evidencias del intervencionismo del poder central en la integración del extranjero en las ciudades romanas....................................... 69 Mauricio Pastor Muñoz y Héctor F. Pastor Andrés Poder político y social de los aediles en los municipios de la Bética................ 81

Índice

En Italia y las provincias Enrique Hernández Prieto Hispania: 206-197 a. C.: ¿dentro o fuera de Roma?........................................ 107 Juan Luis Posadas La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en el año 73 a. C................................................ 123 Alejandro Díaz Fernández Dum populus senatusque Romanus uellet? La capacidad de decisión de los mandos provinciales en el marco de la política romana (227-49 a. C.).................................................................................................... 135 Alejandro Fornell Muñoz Intervención del Estado romano en la producción y comercialización del aceite bético................................................................. 153 Enrique Gozalbes Cravioto Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauretania Tingitana................ 169

En la Roma imperial Pilar Fernández Uriel Domiciano, el administrador eficiente.............................................................. 189 Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar........................................... 203

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Índice

En la Roma tardía Gonzalo Bravo Gobierno central y autonomía local: ¿dos poderes antitéticos en el Occidente tardorromano?.................................. 237 Francisco Javier Guzmán Armario Urbes y poder central en la Antigüedad Tardía: los casos de Alejandría, Antioquía y Constantinopla....................................... 251 Raúl González Salinero Indisciplina y resistencia a la autoridad romana en la Iglesia dálmata: Gregorio Magno y la sede episcopal de Salona................................................ 263

Comunicaciones Helena Gozalbes García Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?.......................... 285 David Soria Molina Arabia Petraea, de reino cliente a provincia romana (63 a. C.-106 d. C.)........................................................................................... 313 José Ortiz Córdoba Vespasiano y los saborenses: el traslado al llano de la ciudad de Sabora....................................................... 331 Diego Mateo Escámez de Vera La lex Narbonensis y la centralización del culto imperial en época Flavia.................................................................... 355

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Índice

Carles Lillo Botella Patriarcas y emperadores: judaísmo y poder político tras la destrucción del Segundo Templo........................................................... 375 Héctor Valiente García del Carpio Los confines del Imperio: Olbia del Ponto y el mundo romano entre los siglos I y IV d. C. .................... 395 Begoña Fernández Rojo Advertencias de un «anónimo» al emperador: causas de la aparición del De rebus bellicis..................................................... 409 Elisabet Seijo Ibáñez El desafío del poder local al poder central: la disputa entre el obispo Ambrosio de Milán y la emperatriz Justina............. 423 Nerea Fernández Cadenas Las relaciones entre los vándalos y el Imperio romano de Occidente: ¿política destructiva o diplomática? El caso de las damas imperiales............. 443 Agnès Poles Belvis El patronato imperial y episcopal en la relación entre poderes: el caso de Porfirio de Gaza y sus embajadas a Constantinopla........................ 453

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Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿Aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?* Helena Gozalbes García Doctoranda-Universidad de Granada

1. Planteamientos iniciales La iconografía ha sido siempre un recurso expresivo de una gran trascendencia, dotado además de un lenguaje autónomo con normas y códigos de interpretación privativos y, cargado de una gran afectividad y dinamismo1. Es por este motivo que, aquélla se ha constituido como un documento histórico fundamental para aproximarse a algunos de los más significativos aspectos ideológicos que rigieron las sociedades de la antigüedad. El estudio que hemos realizado ha tenido por objeto el análisis de los tipos desplegados en las monedas provinciales emitidas por todas aquellas cecas que desde el periodo que se extiende tras la muerte de Julio César y el final de la producción monetaria en Hispania, se encontraron asociadas a ciudades con status jurídico de colonia. En nuestro caso se ha descartado incluir en la investigación la detenida lectura de las acuñaciones estatales o imperiales. Hemos centrado, por tanto, la atención únicamente en las emisiones provinciales; es decir aquéllas que la mayor parte de los investigadores clasifican como piezas emitidas sin ningún tipo de dirigismo ni imposición estatal2. Por este motivo, a priori cabría introducir estas piezas como monedas controladas por las estructuras de poder local, con el beneplácito y aquiescencia de la oficialidad de Roma3. Este hecho, * El presente trabajo forma parte del Proyecto de investigación doctoral «Tradición indígena y modelos romanos en las acuñaciones provinciales de la Hispania antigua. Modelos de integración de las élites locales en los inicios de la transformación imperial romana (siglos I a. C.-I d. C.)», actualmente en curso, inserto dentro del Programa de Doctorado en «Historia y Artes» de la Universidad de Granada y, dirigido y tutorizado por el Prof. Dr. D. Ángel Padilla Arroba. Agradezco sus constantes consejos, apoyos y correcciones y, al mismo tiempo, el desinteresado e inestimable ánimo que viene prestando a lo largo de la investigación en proceso que ha dado lugar a la presente contribución, la cual, en cualquier caso, se presenta bajo mi entera y ecuánime responsabilidad. 1 Chevalier y Gheerbrant, 1999, p. 19. 2 Chaves Tristán, 1994a, p. 120; 1994b, pp. 13-14; Cebrián Sánchez, 2005, p. 835; 2012, p. 31; Ripollès, 1997, p. 335; 2010, p. 14. 3 En este sentido, mucho se ha discutido acerca de la necesidad o no de un permiso imperial para que las ciudades pudieran emitir moneda. Sin entrar en precisiones acerca de esta problemática historiográfica, detallada magníficamente por P. P. Ripollès (1997, pp. 337 y 362-364), con su probable conexión con la leyenda PERMISSV AVGVSTI presente en algunas (de hecho, muy pocas) emisiones hispanas, cabría referir que la escasez de testimonios que documenten este fenómeno no permite proporcionar una respuesta taxativa ante esta enigmática controversia. Resulta, por este motivo,

G. Bravo y R. González Salinero (eds.), Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana, Signifer Libros, Madrid, 2015 [ISBN: 978-84-16202-05-8], pp. 285-311.

Helena Gozalbes García Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿Aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?

se convierte en el primer argumento que justifica la realización de nuestra investigación. La segunda justificación la encontramos en el actual estado historiográfico, ya que en los últimos años hemos asistido a una significante renovación teórico-metodológica que, por lo que respecta a nuestro análisis, concierne a las ideas derivadas de la teoría sociológica del arte. El arte, según estos planteamientos, debe ser interpretado como un verdadero hecho de reflexión social, que era manipulado y monopolizado como una herramienta de sumisión por parte de las clases oligárquicas hacia las populares4. En esta línea, nuestro concreto estudio plantea la posibilidad de correlacionar la cuidadosa elección de los tipos monetarios con las particulares características de las clases sociales que en estos momentos controlaban la fabricación de moneda. Pero, al mismo tiempo, según esta línea, el estudio de la imagen puede presentarse como un recurso básico para interpretar algunos aspectos ideológicos del resto de la sociedad que, al recibir, aceptar y compartir las claves expresivas de estos programas propagandísticos, por otra parte, de fácil comprensión, se hicieron partícipes de aquel lenguaje simbólico, estuviesen o no predispuestos. Pero, pese a que los códigos expresivos de la iconografía monetaria debieron encontrarse pre-establecidos y, el contenido de la misma ser explícito, su mensaje expresivo no fue en ningún momento reducible a lo estático. Por el contrario, éste sólo se pudo ir conformando en la medida en que se fue articulando, existiendo, una gran complicidad entre el contenido semántico y el contenedor en el que estaba expuesto. Por esta razón, el tercer y último argumento que apoya nuestra investigación se centra en los casos específicos propuestos como objeto de estudio. Cabe recordar, en este sentido, que como es de sobra conocido, de todos los documentos públicos de la antigüedad, la moneda se constituyó muy pronto en uno de los medios más exitosos de propaganda oficial y en una de las más elementales armas de control ideológico. En nuestro caso, según nos propusimos inicialmente, se atenderá al estudio de los centros emisores asociados a ciudades que disfrutaron de un status jurídico de colonia. Debe tenerse en cuenta, en consecuencia, que, en este caso, entran en juego una serie de variables de correspondencia que, por lo que respecta a las relaciones entre el poder local y el central, son particularmente intensas. A fin de cuentas, a diferencia de lo que ocurre para otro tipo de ciudades, es bastante evidente que las motivaciones que indujeron a la fundación de una determinada colonia (en la Hispania de esta época), fueron servir como proyección de los intereses de Roma en el territorio5, de modo que los grupos interventores de la vida socio-económica civil en estos asentamientos se esforzaron por potenciar los centros que controlaban como los más notables focos de definición, afirmación y difusión de las señas de identidad hispano-romanas. Estas nuevas señas de afiliación colectivas, entre las que se encuentra la iconografía monetaria como emblema conveniente para nuestra investigación recordar que este tipo de controles pudo, en efecto, existir; más el grado de implicación e influencia de los mismos en las características principales de cada producción monetaria, en especial en lo concerniente a las selecciones tipológicas, no debió de ser muy alto. 4 Chaves, 1998, pp. 83-93. 5 Le Roux, 1984; 2011.

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comunitario6, si bien no fueron en ningún momento reducibles a una simple dimensión y, por tanto a un único plano de significación, por lo general, sí acogieron, y de modo muy intenso y efectivo, la introducción de numerosos y muy variados préstamos del imaginario ítalo-romano7. 2. El predominio del retrato imperial y el influjo de los motivos de tema dinástico Uno de los elementos más ostensibles de los influjos ítalo-romanos en el monetario hispano se fundamentó en la reproducción del retrato imperial como tipo casi único de anverso. De hecho, en las ciudades de Hispania, este motivo logró convertirse en un auténtico símbolo de carácter gubernamental, que proyectaba una imagen tan fundamental sobre el poder oficial-romano como era la que autoafirmaba la soberanía unipersonal detentada por el emperador. La reforma monetaria impulsada por Augusto, seguramente en el año 23 a. C., supuso una honda metamorfosis en la tipología de las monedas emitidas desde el conjunto de cecas provinciales hispanas. Habitualmente y, a excepción de un número contado de casos, la propuesta iconográfica del monetario emitido desde estos talleres comenzó a seguir, en ocasiones incluso muy de cerca, el modelo madurado en los centros emisores imperiales. Sin embargo, en Hispania la adopción del retrato del emperador como tipo exclusivo de anverso, como cabría esperar del gusto del momento, no fue perpetuada de una manera general. Ciudades con tanta tradición en la fabricación de moneda como el municipio de Emporiae8 y, la colonia de Carteia9, no lo emplearon nunca y otras, en concreto Emerita10, Gades11, Acci12, Carthago Nova13, Ebusus14, Sagumtum15, Dertosa16, Segobriga17, Caesaraugusta18, Turiaso19 y Tarraco20, decidieron no incluirlo en todas sus emisiones. La utilización del retrato de personas vivas en las monedas, pauta originada en el Imperio persa e institucionalizada como norma por las acuñaciones de los sucesores de 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20

Arévalo González, 2002-2003, pp. 28 y 29; García-Bellido, 1995, pp. 131-147; 1997, p. 332. Ripollès, 1997, pp. 335-396; 2005, pp. 79-93; 2013, pp. 41-55. RPC I, 234-258. RPC I, 120-123. RPC I, 5-11. RPC I, 77-79, 82,85-87 y 91-94. RPC I, 134. RPC I, 157-161, 165, 169 y 174-181. RPC I, 481. RPC I, 199-200 y 485. RPC I, 205-206 y 209. RPC I, 471. RPC I, 325, 326 y 362. RPC I, 403-404. RPC I, 214, 216-217 y 231.

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1 Ejemplos de retratos de Augusto en el monetario hispano emitido desde cecas asociadas a colonias. Figura 1: as acuñado en Emerita bajo Augusto (RPC I, 12) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/10798). Figura 2: as acuñado en Colonia Patricia bajo Augusto (RPC I, 129) (tomado del catálogo on line del Museo de Cádiz, nº inv. DJ14835). Figura 3: as acuñado en CarthagoNova bajo Augusto (RPC I, 167) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/9158). Figura 4: as acuñado en Celsa bajo Augusto (RPC I, 273) (Granada, col. privada).

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Alejandro Magno, en el mundo romano fue iniciada por Julio César21, quien logró que el Senado emitiera un decreto en el año 44 a. C. para permitirlo. De inmediato, los líderes más importantes del escenario político tardo-republicano22, entre ellos el propio Octaviano23, vieron en el nuevo esquema de representación un eficaz instrumento propagandístico, de modo que difundieron su uso y se beneficiaron del poder propagandístico que tenía su empleo. En tal contexto, poco después de la Batalla de Accio (31 a. C.) y de la instauración del nuevo sistema de gobierno, el retrato del emperador se representó de forma sistemática en el anverso de las piezas monetarias puestas en circulación tanto por la ceca metropolitana, como por la mayor parte de talleres imperiales y provinciales. En las cecas provinciales hispanas, entre ellas las asociadas a colonias, la adopción del retrato imperial como tipo de anverso, según intuimos, no obedeció a una imposición de carácter políticocentral, sino que, con casi total seguridad, se debió a una acción relacionada con los propios propósitos de la oligarquía local; por mucho que pueda observarse un implícito interés estatal premeditado en conseguir la expansión de este lenguaje propagandístico24. En este sentido, la rápida generalización del tipo, atestiguado, según algunos investigadores25, en determinadas cecas hispanas26 con anterioridad a la plena instauración del Imperio, esto es con

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RRC I, 480.2a-c, 480.3-6, 480.7a-b, 480.8-20 y 485.1. RRC I, 433.1, 434.1, 437.1-4, 439.1, 450.3a-b, 455.1a-b, 470.1a-d, 477.1-3, 480.22, 483.1-2, 488.1-2, 490.1-4, 492.1-2, 493.1a-b, 494.1-33, 495.1-2, 496.1-3, 497.1-2, 506.1, 507.1a-b, 508.3, 511.1-2, 511.3a-b, 516.1-5, 527.1-8, 518.12, 520.1, 521.1-2, 523.1, 524.1-2, 525.1-2, 526.1-3, 527.1, 528.1-3, 529.1-3, 531.1a-b, 533.1-3, 534.3, 535.1-2, 536.1-4, 538.1, 539.1, 540.1-2, 541.1-2, 542.1-2, 546.1 y 547.1-3. 23 RRC I, 490.1-4, 494.3a-b, 494.6a-b, 494.9a-b, 494.12, 494. 25, 494.33, 498.1-3, 518.1-2, 523.1, 525.1-2, 526.1-3, 529.1-2, 534.3, 535.2, 538.1 y 540.1-2. 24 Gomis Justo, 1997 b, p.40. 25 Chaves Tristán, 2005, p. 62; Faria, 1989, pp. 108-109; García-Bellido y Blázquez, 2001, pp. 213, 261-262, 311-312, 234-238, 306, 308, 221-222 y 338-341; Gozalbes García, 2014; Grant, 1946, pp. 336 y 355; Ripollès, 2010, pp. 72-75, 77-78, 188, 197, 256-260, 287 y 290; Ripollès y Abascal, 1996, p. 28. 26 RPC I, 55-56, 58-59, 269, 281-282, 431-432, 452, 470 y 478. 22

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retratos de Octavio en época triunviral y, al mismo tiempo, las propias excepciones apoyan nuestra deducción acerca de la fuerte voluntariedad que envolvió la generalizada adopción de este motivo. Estos cambios en el programa iconográfico de las piezas monetarias evidencian, a nuestro parecer, un triple cambio ideológico. En primer lugar, relatan cuándo las colonias hispanas asumieron una de las más exitosas fórmulas utilizadas por los emperadores para notificar su ascenso al poder27. En segundo lugar, revelan la asunción en territorio hispano de un eficaz instrumento de difusión del nuevo orden político. Con todo, la reproducción de la efigie imperial obedeció a un propósito mucho más profundo que el de representar la mera figura personal de un gobernante concreto. La imagen, de hecho, logra personalizar el carácter del considerado ciudadano modelo en el mundo romano28. En tercer lugar, la acogida del nuevo tipo monetario, permitía a las ciudades emisoras demostrar que se encontraban al día de los nuevos gustos iconográficos29. Por este motivo, la aceptación de esta propuesta iconografía revela también cuán fuerte debió ser el deseo de la élite ciudadana por expresar en qué circunstancias se había producido su integración en la cultura imperial-romana, beneficiándose, de la autoridad que esta adaptación le debía, en efecto, otorgar. Por lo que respecta al lenguaje estilístico, con independencia del taller que emitiese la pieza y del momento de acuñación de la misma, los retratos monetarios de las cecas asociados a colonias, por lo general, se mantuvieron muy próximos a los modelos emanados de los talleres imperiales. De este modo, manifestaban su vinculación estrecha y constante con Roma; pese a lo cual, se aprecian, algunos desvíos, debidos seguramente a la peculiar manera de trabajar de los grabadores de cuños. 27

Sutherland, 1976, p. 28. Zanker, 1992, pp. 124-125. 29 Chaves Tristán, 1998, pp. 83-93. 28

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8 Ejemplos de retratos de Tiberio en el monetario hispano emitido desde cecas asociadas a colonias. Figura 5: as acuñado en Emerita bajo Tiberio (RPC I, 43) (tomado del catálogo on line del Museo de Cádiz, nº inv. DJ19159). Figura 6: dupondio acuñado en Colonia Romula bajo Tiberio (RPC I, 73) (tomado del catálogo on line del Museo de Cádiz, nº inv. DJ14584). Figura 7: as acuñado en Ilici bajo Tiberio (RPC I, 196) (tomado del catálogo on line del Museo Nacional de Arqueología Subacuática, nº inv. 100528). Figura 8: as acuñado en Caesaraugusta bajo Tiberio (RPC I, 333) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/8272).

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Figura 9: anverso de un as acuñado en Caesaraugusta bajo Calígula, con el retrato del emperador (RPC I, 371) (tomado del catálogo on line del Museo de Zaragoza, nº inv. 08211).

En el caso, específico de Augusto, la iconografía de su retrato, desnudo (figs. 1 y 2), puede ponerse en relación con los rasgos de representaciones monetarias de Octavio, en especial a las previas a la consagración de su ideal retrato imperial, esto es anteriores al año 27 a. C.30 Elementos como la manera de precisar el flequillo y la propia configuración ondulada del peinado remiten a antiguos retratos del futuro princeps. A ellos, hay que unir otros, como el gran tamaño de sus ojos, la pronunciada longitud de su nariz, algo curva en la punta, tal y como, además, relata Suetonio en su Vitae Caesarum31, o el reducido tamaño de la boca y la estrechez de sus labios. En lo que concierne al retrato de Tiberio, observamos cómo, también en este caso, los grabadores de cuños se impermeabilizaron del patrón impuesto por Roma y extendido a otras cecas provinciales; pero eso sí lo acomodaron a su peculiar forma de trabajar el cóspel. Tiberio aparece representado, generalmente con rasgos menos idealistas que en el caso de Augusto (figs. 5-8). Se revela como un individuo adulto, con un rostro algo achaparrado, en el que son marcados algunos elementos de su retrato oficial, como debió ser su torcida nariz, su pronunciada barbilla y, en ocasiones (en especial en sus retratos sin corona) su cabello caído hacia atrás cubriendo la nuca (figs. 5 y 7). De hecho, estas representaciones presentan un estilo general que se asemejó al resto de emisiones provinciales e imperiales y, remiten tanto a algunas producciones escultóricas, como a los rasgos que describe el propio Suetonio como propios del gobernante32. Los retratos de Calígula, en cambio, revelan mayores variaciones iconográficas, puesto que en unas amonedaciones lo muestran más joven33 (fig. 9) que en otras34. En cualquier caso, nos topamos con una efigie que siguió muy de cerca los rasgos prototípicos del emperador, de sistemático uso escultórico y monetario, y nueva-

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RRC 490.1-4, 493.1, 494.6, 9, 12, 15, 18 y 25, 495.1-2, 497.1-2 y 523.1; RIC I, 254, 257, 265, 266, 267 y 269. Suetonio, Vitae Caesarum, Augustus, 79-80. 32 Suetonio, Vitae Caesarum, Tiberius, 68. 33 RPC I, 185-186 y 368-372. 34 RPC I, 141-145 y 373-386. 31

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mente relatados por Suetonio35. Estos rasgos pueden sintetizarse en una amplia frente, unos ojos pequeños y hundidos y, una nariz arqueada con creces. Por otra parte, por lo que respecta a las representaciones de miembros de la Familia Imperial, hemos detectado la puesta en circulación de un grupo de monedas que representaron a las madres de los emperadores Tiberio y Calígula. En todos los casos, las emperatrices Livia36 y Agripina37 aparecen representadas con rasgos adultos, rostro sereno, mirada clemente y con peinados típicos de la época, en los que las trenzas y moños se encontraban siempre presentes. Además, otras cecas emitieron una serie de monedas que representaban en sus reversos otros miembros de la Familia Imperial38, cuyas representaciones, en especial si se concebían a partir del retrato, según observamos, basaron sus aspectos en la configuración de los semblantes del emperador que en aquellos momentos estaba gobernando (fig.10). Un último subgrupo, muy significativo, se encontraría constituido por la serie de piezas monetarias que bajo el imperio de Tiberio, pusieron en circulación Emerita39, Tarraco40 y Caesarau35 36 37 38 39 40

Suetonio, Vitae Caesarum, Caligula, 50. RPC I, 38-40, 73 y 341. RPC I, 380 y 385. RPC I, 74, 137, 179, 210, 213, 233, 342-343 y 381. RPC I, 21-37. RPC I, 218-224.

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Figura 10: as acuñado en Colonia Patricia bajo Tiberio, con el retrato de Tiberio en anverso y las efigies de Germánico y Druso en reverso (RPC I, 74) (tomado del catálogo on line del Museo de Cádiz, nº inv. CE12967).

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Figura 11: anverso de un sestercio acuñado en Tarraco bajo Tiberio, con la figura sedente de Augusto (RPC I, 222) (tomado del catálogo on line del British Museum nº inv. G.2427).

gusta41 con la figura de Augusto divinizado. Pudo aparecer simbolizado a partir de su propio retrato con corona radiada42 (fig. 12), o sentado sujetando un globo y una victoria43 (fig. 11). Estas últimas representaciones han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una posible escultura existente en la Antigüedad. Fuese o no éste su específico mensaje, lo cierto es que este tipo monetario que representa a Augusto sedente presenta numerosos paralelos en la producción de cecas diversas en momentos también muy diferentes. La observación atenta de todas estas representaciones, sobre todo de las constituidas por retratos, con su particularidad de constituir la representación personal de las facciones particulares de un individuo, permite concluir que el influjo de lo itálico fue enormemente decisivo en la constitución de los modelos iconográficos hispanos. Pero, al mismo tiempo, resulta indudable que, igualmente, existió una característica general indiscutible que impregnó el propio estilo provincial hispano, y fue el grave interés que existió por el individualismo, la originalidad y la reproducción exacta de los rasgos distintivos de cada individuo representado; aún, pese a las limitaciones impuestas por el propio soporte monetario pues, además, en la mayor parte de los casos las efigies fueron concebidas a partir de la figuración en perfil y, aun cuando, en algunas claras ocasiones, las configuraciones iconográficas se realizaron de modo tremendamente esquemático. 3. La difusión de símbolos de carácter cívico-religioso La elección generalizada de los retratos políticos para los anversos monetarios implicó que las autoridades locales sólo contaran con los reversos para mostrar aquellos diseños que expresaban un mensaje mucho más propio y ciudadano. Dentro de este segundo conjunto de motivos, pueden detectarse, al mismo tiempo, diver-

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RPC I, 344 y 346. RPC I, 21-37 y 218-220. 43 RPC I, 221-224, 344 y 346. 42

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sos subgrupos; una segunda clasificación que viene determinada por el significado específico de los relatos recogidos en los tipos monetarios. Un primer subgrupo se encontraría constituido por aquellos motivos cívicos que presentaban un mensaje específico con un marcado carácter religioso. En las amonedaciones de las colonias hispano-romanas, a diferencia de la tendencia general observada para la producción monetaria de los municipios, la cultura material de naturaleza sagrada, el uso ritual de la práctica religiosa y la representación de alegorías de carácter sacro fueron representados con una destacada frecuencia. Estos talleres, además, optaron por un lenguaje expresivo totalmente romanizado y por una tipología enormemente heterogénea y variada. Ahora bien, fuese cual fuese la elección tipológica específica efectuada para cada moneda, es evidente que esta tendencia expresiva presentaba, en cualquiera de los casos, una clara correlación con una acción política de gran trascendencia. A partir de estos programas iconográficos, las élites ciudadanas circunscribieron su proceso de selección de imágenes monetarias al programa de renovación cultural augusteo, en el que la virtud romana de la pietas había adquirido una gran importancia. Esta concepción, en un elemento de circulación tan amplia como debió ser la moneda, convirtió a aquellas ciudades en claros focos de expansión de la política de renovatio religiosa y, al mismo tiempo, benefició a la clase que controlaba la producción de monedas del prestigio que este lenguaje debía en aquellos momentos expresar. Un ejemplo bastante evidente de esta tendencia iconográfica se encuentra constituido por el conjunto de amonedaciones hispanas que recogieron como tipo único de reverso la comprensible representación de uno de los rituales más importantes relacionados con el proceso romano de fundación de una nueva ciudad. Nos referimos, en efecto, al ritual de la inaguratio. Este rito, de origen ancestral dentro del mundo romano, incluido en la aportación proveniente de la cultura etrusca44 y, según la tradición

44

Guillén, 2004, p. 19.

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Figura 12: anverso de un sestercio acuñado en Tarraco bajo Tiberio, con el retrato divinizado con corona radiada de Augusto (RPC I, 218) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/12750).

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Figura 13: reverso de un as acuñado en Caesaraugusta bajo Calígula, con tipo sacerdote y yunta (RPC I, 371) (tomado del catálogo on line del Museo de Zaragoza, nº inv. 08211).

realizado durante la fundación de la propia Roma45, implicaba la inicial delimitación del perímetro ciudadano de un nuevo asentamiento. Consistía, concretamente, en la actuación de un sacerdote que, sosteniendo en una de sus manos un bastón curvo y en otra un arado de bronce, dirigía una yunta de bueyes blancos para hender el surco originario (sulcus primigenius) que señalaba el pomerium de la futura colonia. En Hispania existen una serie de documentos numismáticos cuya iconografía de reverso conmemoraba este ritual46 (fig. 13). Nos referimos, a las diversas piezas acuñadas desde Emerita, Caesaraugusta y Celsa, que recogían como tipo monetario la representación de un individuo con bastón y de dos bueyes. En sí misma la composición iconográfica referente al ritual romano de la inaguratio constituye un elemento simbólico cuya genealogía resulta fácilmente rastreable. La configuración de algunos de sus códigos gráfico-expresivos principales presenta un origen bastante antiguo. Este hecho tiene su reflejo en la Numismática, pues las primeras representaciones de yunta de bueyes con sacerdote se constatan en varias series47 caracterizadas por lo arcaico de su expresión iconográfica y, acuñadas en Cilicia48 y en Macedonia49. En todo caso, no fue hasta el siglo II a. C. cuando esta configuración iconográfica se instituyó como una tipología de reverso habitual, apareciendo esta imagen, con50 o sin51 sacerdote, frecuentemente representada, tanto en la producción monetaria romanorepublicana52, como sobre todo en la de época julio-claudia53. De

45

Cic., De Div., I, 48; Ennio Annales, 48-54; Servio, Ad Aen. 5, 755; Varr., L. L., 5, 143. Llorens Forcada, 2000, p. 111. 47 Se trata, en concreto, de dos ejemplares conservados en el British Museum con el número de inventario 1982,0511.1 y RPK,p72A.1.Ore y datados entre los siglos VI-V a. C. No obstante, en atención al propio lenguaje iconográfico presente en ambas piezas y a los aspectos fisionómicos de sus propios soportes consideramos que la fecha de emisión de ambas monedas, aunque antigua, debió ser más reciente. 48 WAP, 374. 49 BMC Greek (Macedonia), II, 146. 50 RRC I, 378; RPC I, 261; RPC I, 5-7, 10 a, 11, 13, 304- 310, 314, 317, 318, 320, 322, 325-326, 1656, 1657 y 1659. 51 RRC I, 321. 52 RRC I, 321 y 378; RPC I, 261. 53 RPC I, 5-7, 10 a, 11, 13, 304- 310, 314, 317, 318, 320, 322, 325-328, 1656, 1657 y 1659; RIC I, Aug., 272; BMC 46

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cualquier forma, como ocurrió en el resto del Imperio, en Hispania el conjunto de monetario cuya iconografía conmemoraba el ritual de inaguratio fue emitido desde ciudades fundadas ex novo por el poder romano y, cuyos estatutos coloniales les fueron otorgados en el contexto de sus propias fundaciones. La puesta en circulación de estas monedas coincidió, precisamente, con este contexto jurídico, pues fueron acuñadas inmediatamente después de la creación de las mencionadas colonias. En Emerita, las piezas con sacerdote junto a yunta de bueyes fueron emitidas bajo el principado de Augusto54, cesando su fabricación en tiempos de Tiberio. En Celsa55, en cambio, la producción monetaria conmemorativa del ritual de inaguratio se originó en época triunviral56; años en los que se intuye que la ciudad obtuviera su estatuto colonial. Ahora bien, el tipo se abandonó en tiempos de Augusto, momentos en los que debió de contar con una gran difusión a lo largo de todo el Imperio57. Un caso más significativo lo constituye el conjunto de monedas con sacerdote y yunta de bueyes acuñadas en la ciudad de Caesaraugusta. No sólo por la gran cantidad de series que recogieron esta iconografía, sino porque en Caesaraugusta, esta tipología monetaria, iniciada bajo el principado Augusto58, gozó de una mucho más amplia duración59. Se abandonó, de hecho, en los años de clausura de su propio taller monetario, esto es bajo el imperio de Calígula. En cualquier caso, se prolongase más o menos la puesta en circulación de estas particulares piezas, el programa iconográfico recogido en sus reversos las convertía en inmediatos testimonios que conmemoraban las particulares circunstancias que habían envuelto la fundación de las ciudades asociadas a aquellos centros emisores; a saber, rememorando que eran asentamientos concebidos bajo los auspicios y rituales incluidos en la ancestral tradición cívico-religiosa romana. Siendo así, y teniendo en cuenta que la idea romana de ciudad contó en todo momento con un componente religioso destacado60, la cadena de elementos simbólicos reproducidos en los reversos de este monetario parece orientarse a la conservación y trasmisión de un complejo y polivalente relato simbólico, donde se encuentran presentes dos mensajes análogos. De un lado, un mensaje de referencia cívica y, de otro lado, un mensaje de correlación religiosa. Este mismo sentido simbólico de general alusión cívico-religiosa puede ponerse en relación con los programas iconográficos recogidos en otra serie de piezas emitidas desde

Greek (Pontus), 55. 54 RPC I, 5-7, 10 a, 11 y 13. 55 RPC I, 261. 56 Ripollès, 2010, p. 182-185. 57 RPC I, 5-7, 10 a, 11, 13, 304- 310, 314, 317, 318, 320, 322, 325-328, 1656, 1657 y 1659; RIC I, Aug., 272. 58 RPC I, 304- 310, 314, 317, 318, 320, 322 y 325-328. 59 RPC I, 333, 338, 349, 350, 351, 371, 372, 374, 375, 381, 382 y 386. 60 Guillén, 2004, p. 19 y 21-22.

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Figura 14: reverso de un semis acuñado en Colonia Patricia bajo Augusto, con tipo apex, jarra, lituus y pátera (RPC I, 131) (Granada, col. privada).

colonias como Emerita61, Colonia Patricia62, Acci63 y Carthago Nova64. No obstante, pueden observarse, entretanto algunas variaciones en el mensaje simbólico específico recogido en las referidas piezas. Se incorporan, en efecto, algunos elementos que retoman la narración concerniente al desarrollo de rituales de tradición ítalo-romana en el seno de las ciudades hispanas, pero en este caso se reprodujeron imágenes que remitían a los propios instrumentos utilizados en los ritos (fig. 14). Una serie de representaciones que, a nuestro parecer, son signos evidentes de que a escala local en estos momentos se estaba otorgando una gran importancia a la ortopraxis. La iconografía monetaria adoptada en esta línea incluía la reproducción de varios objetos de sistemático uso en los ritos romanos y, cuya reproducción en la iconografía monetaria romana de época republicana tuvo una gran difusión, tanto como motivos accesorios65, como representaciones principales66. Igualmente, extendidos se encontraron en las emisiones romanas de época julio-claudia67, especialmente en los primeros años de la dinastía68. De hecho, esta iconografía en Hispania no fue exclusiva de las colonias, adoptándose también para varios municipios69, especialmente de la provincia Baetica70. En todo caso, por lo que respecta a la Numismática de las colonias hispanas, esta tipología contó también con una mayor difusión durante el principado de

61

RPC I, 19. RPC I, 130 y 131. 63 RPC I, 136, 140 y 145. 64 RPC I, 152, 153 y 165-169. 65 RRC I, 242. 1, 243.1, 264.1, 285.1, 334.1, 340.1, 342.5, 343.1-2, 352.1, 359.1-2, 370.1, 385. 4, 402. 1, 405.2-3, 408.1, 412.1, 418.1-2, 419.1, 423.1, 425.1, 426.1, 428.3, 449.1, 460.3-4, 462.1-2, 468.2, 480.2-3, 480.19, 480.22, 487, 488. 1-4, 491.2, 492.1-2, 494.2, 496.2-3, 497.1, 509.2, 509.4-5, 511.2, 511.3, 516.4-5, 417.8, 520.1, 521.1, 526.2-3, 531.1, 533.2 y 540.77. 66 RRC I, 372.1, 374.2, 434.2, 443.1, 456. 1, 466.1, 467. 1, 489. 2-3, 494. 39 a, 500.1-7, 502. 2-4, 522.2, 522.4, 532.1, 537.1 y 538.1; HN Italy 68e. 67 Lachish III, 46; RIC I, Aug. 266, 343, 344, 367, 410,421 y 424; RIC I, Clau. 76, 77 y 104; RPC I, 50, 85-91, 109-110, 187-188, 483, 3624, 4178 y 4967-4969. 68 RIC I, Aug. 266, 343, 344, 367, 410,421 y 424; RPC I, 50, 85-91, 109-110, 187-188 y 483. 69 RPC I, 50, 85-91, 109-110, 187-188 y 483. 70 RPC I, 50, 85-91 y 109-110. 62

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Augusto71 y, de hecho, únicamente hemos constatado su adopción para el resto de imperios en la ceca de Acci72. Estos instrumentos solían aparecen acompañados, representándose normalmente escenas con tres73 de ellos; si bien aquéllas en las que se reproducen cuatro74 y dos75 también fueron puestas en circulación con bastante frecuencia. Generalmente, y lógicamente dada la tendencia iconográfico-compositiva del momento, esta tipología monetaria era seleccionada para ser adoptada en el reverso de las emisiones76. Hemos advertido, pese a ello, la emisión en Carthago-Nova de una serie de monedas en bronce que adoptaron este tipo para el anverso de los mismos77. Uno de los objetos más frecuentemente representada fue el apex78; un tipo de mitra caracterizada por su forma semiesférica y alargada, por presentar en su vértice una punta de madera de olivo cuya base se encontraba rodeada de un mechón de lana79 y, por sujetarse a partir de la unión de dos cintas. También sistemática fue la aparición de la imagen de un recipiente de mediana capacidad con un único mango80; en este caso, con mucha probabilidad, figurando un objeto sagrado utilizado en liturgias especiales81 y conocido como simpulum. Este objeto en algunas series fue sustituido por una jarra82 (seguramente un praefericulum). Una cuarta representación se encontraría constituida por el lituus83, esto es un bastón curvo84, que en diversas series de Carthago Nova fue suplantado por un hacha85. Finalmente, junto a ellos, se solía representar una pátera86. La vinculación de estos instrumentos con el desempeño de la religiosidad romana resulta muy estrecha y, va más allá de la representación de un componente significativo del desarrollo de un determinado ritual. Esta composición, de hecho, llegó a convertirse en una auténtica insignia de tipo religioso, con importantes derivaciones de naturaleza cultural. En este sentido, el carácter polivalente de la composición se encuentra contenido en su propia genealogía, como objetos seguramente de origen etrusco87 y, sobre todo, en su particular función ornamental asociada tanto a los flamines, en el caso del ápex, del 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87

RPC I, 19, 130-131, 136, 152, 153 y 165-169. RPC I, 140 y 145. RPC I, 19, 140, 145 y 152 RPC I, 131 y 166-169. RPC I, 130, 136 y 153. RPC I, 19, 130-131, 136, 140, 145, 152 y 165-168. RPC I, 153 y 169. RPC I, 130-131, 136, 140, 145 y 166-169. Smith, Wayle & Marindin, 1890. RPC I, 130 136, 140, 145, y 165-168. Varrón, De ling. Lat. V. 124. RPC I, 19,131 y 152-153. RPC I, 19, 131, 140, 145, 152 y 153. Guillén, 2004b, p. 295. RPC I, 166-169. RPC I, 19, 131 y 152-153. Adkins & Adkins, 1996, p. 12 y 133; Hornblower & Spawforth, 1996, p. 876.

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simpulum y de la pátera, como particularmente a los augures, en el del lituus88. Podría decirse que estas representaciones monetarias expresan los deseos de las ciudades que las acogen por asumir completamente la identidad religiosa romana. En contraste con estas imágenes, en tiempos de Augusto89 y, sobre todo, bajo el imperio de Tiberio90, una serie de colonias hispanas pusieron en circulación varios ejemplares monetarios que adoptaron como tipo único de reverso la representación de lugares de veneración, como debían ser los templos91 y los altares92. En concreto, nos referimos a Emerita93, Carthago Nova94, Ilici95, Tarraco96 y Caesaraugusta97. Como puede observarse, todas estas cecas pertenecían a las provincias de la Lusitania y la Tarraconensis, en las que, de hecho, serían los talleres asociados a colonias los únicos en seleccionar el tipo templo o altar. Una situación muy diferente de la apreciada para la Baetica, donde serían los centros vinculados con municipios los que acogieran esta iconografía98. En todo caso, nuevamente, este esquema iconográfico contaba con un importante precedente en la Numismática romana de época republicana99, incluso en la Península Ibérica100, y presenta importantes paralelos en la producción monetaria de época Julio-Claudia. Sin embargo, todas estas ciudades lograron individualizar un tipo que en principio bien pudiera parecer el mismo. Cada ceca logró preservar su propia personalidad, valiéndose de diversas herramientas expresivas para reflejar sus motivos particulares. Por lo que respecta a los templos, el modo de distinción se encontró constituido por el número de columnas representadas. Así, en las representaciones se puede observar la selección de templos tetrástilos101, en las amonedaciones de Emerita, Carthago Nova e Ilici, de santuarios octástilos102, en lo concerniente a las emisiones de Tarraco y, también de edificios hexástilos103, para los monedas de Caesaraugusta. La detenida lectura de las imágenes de los altares muestra también la fuerte individualidad de las mismas. En el caso de la producción de Emerita se seleccionó la re88

Cic. Diu. 1, 30; Gell.5.8. RPC I, 174-177 y 192-193. 90 RPC I, 28-29, 34-36, 45-48, 196-197, 218-219, 221-222, 224-226, 231, 344 y 362. 91 RPC I, 29, 47-48, 174-177, 192-193, 219,222, 224, 226, 334 y 362. 92 RPC I, 28,34-36, 45-46, 196-197, 218, 221, 225 y 231. 93 RPC I, 28-29, 34-36, 45-46 y 47-48. 94 RPC I, 174-177. 95 RPC I, 192-193 y 196-197. 96 RPC I, 218-219, 221-222, 224.226 y 231. 97 RPC I, 344 y 362. 98 RPC I, 64-65,95 y 124-126. 99 RRC I, 334.1, 348.4-6, 372.1, 385.1, 391.2, 405.1, 424.1, 428.1, 439.1, 445.2, 455.4, 467.1, 478.1, 480.21, 487.1-2, 494.36, 496.1, 519.1 y 540.1-2. 100 ACNH 102.18-19 y 101. 17. 101 RPC I, 29, 47-48, 174-177 y 196-197. 102 RPC I, 219, 222, 224 y 226. 103 RPC I, 344 y 362. 89

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presentación de un altar compartimentado, probablemente, con dos puertas104. En cambio, en Ilici, el ara105 seleccionado para ser representado se caracterizaba por incluir en su interior una leyenda, seguramente referente a Livia106. El ejemplo del altar representado en el monetario de Tarraco resulta, sin duda, mucho más significativo. En este caso, la configuración incluía un remate superior flaqueado por dos volutas de cuyo centro sobresale una palma y, una decoración en el interior consistente en la posible presencia de una pátera y de una guirlanda107 (fig. 15). Esta tendencia iconográfica que llevaba a cada ceca a manifestar su propia personalidad, ha llevado a plantearse la existencia real o no de estos monumentos. Mucho se ha debatido acerca de este asunto, evidenciándose en los últimos años que algunos como el altar de Tarraco debieron, en efecto, construirse108. En cualquier caso, poca importancia para nuestros propósitos interpretativos, tiene la constatación de estos particulares y anecdóticos hechos. Nos interesa mucho más destacar que, nuevamente, estas representaciones se deben encontrar cargadas de una polivalente alusión simbólica, donde se encuentran presentes tanto un mensaje religioso evidente, derivado de la condición de los edificios representados, como otro también notorio cívico, que resulta de su propia correspondencia con lugares destacados de los centros emisores (existiesen o no). Por otra parte, dentro de la producción monetaria de las colonias hispano-romanas, también hemos detectado la adopción de una muy amplia gama de símbolos más esquivos, por lo que respecta al contenido cívico-religioso. Ahora bien, también recogían una alusión general que puede ser interpretada de similar forma, pues se constituyeron como representaciones alegóricas protectoras de las ciudades. Es el caso de los símbolos que encarnaban 104

RPC I, 28, 34-36 y 45-46. RPC I, 196-197. 106 Ripollès, 2014, p. 141. 107 RPC I, 218, 221, 225 y 231. 108 Benages, 1994, p. 30-31. 105

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Figura 15: reverso de un sestercio acuñado en Tarraco bajo Tiberio, con tipo altar (RPC I, 218) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/12750).

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Figura 16: semis acuñado en Carteia a finales del siglo I a. C., con cabeza de Tyche en anverso y Neptuno con tridente en reverso (RPC I, 122) (tomado del catálogo on line del Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 1993/67/5302).

atributos asociados a divinidades, como fue el caduceo. El caduceo en la iconografía clásica fue un atributo asociado al dios Hermes/ Mercurio109 y un símbolo que remite a la paz, la prosperidad110 y la fecundidad111. Dentro de la producción monetaria hispana fue incorporado como motivo principal en una serie acuñada en Carteia en época triunviral112. Otro símbolo de gran contenido religioso fue la palma. Fue reproducida en el monetario pre-augusteo de Carthago Nova113, seguramente como un emblema vinculado a la Victoria114. En esta colonia, otra serie monetaria, ya de época augustea, recogió la imagen de un distintivo asociado a la diosa Isis115. Finalmente, un cuarto símbolo de fuerte carácter religioso fue la cornucopia; un atributo asociado a la diosa Fortuna116 y signo de liberalidad, felicidad pública, ocasión afortunada, diligencia y prudencia117, adoptado en la Numismática hispana, en este caso, como tipo principal de reverso en diversas acuñaciones

109

Biedermann, 1993, p. 81. Adkins & Adkins, 1996, p. 35. 111 Chevalier & Gheerbrant, 1999, p. 228. 112 RPC I, 113. 113 RPC I, 147 y 165. 114 Biedermann, 1993, p. 343. 115 RPC I, 169. 116 Biedermann, 1993, p. 124. 117 Chevalier & Gheerbrant, 1999, p.346-347. 110

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de época tiberiana emitidas desde Colonia Romula118 y, también en una serie emitida en época triunviral desde Carteia119. Como motivo secundario fue reproducido en piezas de Pax Iulia120. Dentro de este conjunto de símbolos cívico-religiosos habría que incluir también las representaciones relacionadas con divinidades acuáticas, en este caso, dentro de la producción monetaria augustea de Emerita121 y Carthago Nova122, y también de deidades marítimas, de sistemática reproducción en el monetario triunviral emitido desde Carteia123 y Carthago Nova124 (fig. 16). Finalmente, también hemos constatado la selección de imágenes vinculadas a alegorías religiosas como debieron ser Tyche, en numerosas series emitidas en distintos momentos desde Carteia125 (fig. 16), Pax, en las monedas augusteas de Pax Iulia126, Concordia, en piezas pre-imperiales de Carhago Nova127, Victoria, también en ejemplares, en este caso emitidos bajo Augusto, de Carthago-Nova128 y, en época anterior desde Celsa129, de Salus, en monedas de Carthago Nova acuñadas en tiempos de Calígula130 o, de Pietas, en monedas tiberianas de Caesaragusta131. 4. La adopción de motivos cívico-económicos En la producción monetaria de las colonias hispano-romanas también se otorgó cierta importancia a la reproducción de motivos con un fuerte carácter económico; en especial, con la adopción de imágenes representantes de algunas de las fuentes de riqueza más importantes de estas ciudades y del territorio que aquéllas dominaban. La elección de estos tipos, sin embargo, fue mucho más frecuente en las monedas emitidas desde municipios132. En cualquier caso, dentro de este segundo sub-grupo, podemos incluir representaciones como la figura de un pescador en el monetario de Carteia133 o de un jabalí en el de Celsa134. 118

RPC I, 76. RPC I, 114. 120 RPC I, 52. 121 RPC I, 5, 5 A, 6-11. 122 RPC I, 465. 123 RPC I, 116 y 119 y 122. 124 RPC I, 147. 125 RPC I, 111-118 y 120-123. 126 RPC I, 52. 127 RPC I, 151. 128 RPC I, 157. 129 RPC I, 261-263. 130 RPC I, 185-186. 131 RPC I, 362-363. 132 RPC I, 51, 102-105, 417-419, 425-442, 444-462, 465-466 y 468; RPC I, S123 A y S553. 133 RPC I, 120-121. 134 RPC I, 268. 119

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Figura 17: reverso de un as acuñado en Celsa a finales del siglo I a. C., con tipo toro sin mitra (RPC I, 262) (tomado del catálogo on line del Museo de Zaragoza, nº inv. 12638).

Junto a ellos, también hemos atestiguado la adopción de iconos cuya alusión simbólica debió ser mucho más compleja. Tal es el caso del delfín, presente en el monetario triunviral de Carteia135 y Carthago Nova136 y, al mismo tiempo, del de toro con137 o sin138 mitra, cuya figura se adoptó en un número muy destacado de series monetarias puestas en circulación desde cecas de la Tarraconensis como Carthago Nova139, Tarraco140, Caesaraugusta141 o Celsa142. En sí mismas estas representaciones constituyen elementos simbólicos cuyo significado específico se desconoce, aunque la presencia del tridente y la mitra, en algunas de las series, haya llevado a diversos autores a poner en relación estos símbolos con animales consagrados a actos religiosos. Esta es la interpretación defendida por investigadores como F. Chaves143, Mª. C. Martín144, E. Moreno Pulido145 o P. P. Ripollès146. Frente a esta deducción, otros historiadores como J. Mª. Blázquez, remiten a la riqueza ganadera de la zona para apuntar que los motivos fueron esencialmente de carácter económico147. A nuestro juicio, ambas propuestas interpretativas no resultan contradictorias, pudiéndose nuevamente producir una lectura polivalente a partir de la intervención de mensajes análogos en un mismo relato simbólico. La riqueza pesquera o vacuna de una determinada región, las consecuentes intenciones de rememorarla en un elemento que circulaba tanto como la moneda y, las previas representaciones de estos animales

135

RPC I, 116-119. RPC I, 147. 137 RPC I, 227-228, 334-337, 339 y 367-368. 138 RPC I, 158, 211-214, 216-217, 262-267, 269-273 y 278-279. 139 RPC I, 158. 140 RPC I, 211-214 y 216-217. 141 RPC I, 227-228, 334-337, 339 y 367-368. 142 RPC I, 262-267, 269-273 y 278-279. 143 Chaves Tristán, 1998, p. 85; Chaves y Martín, 1979, p. 667. 144 Chaves y Martín, 1979, p. 667. 145 E. Moreno Pulido, 2009 a, pp. 292-296; 2009 b, pp. 453-159. 146 Ripollès, 2005. 147 Blázquez Martínez, 1962, p. 27. 136

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en el arte no monetario que, por otra parte, arraigan desde antiguo en el imaginario de estas zonas, pudieron favorecer la elección del delfín y el toro como los elementos principales de la iconografía religiosa de determinadas colonias. En este contexto, sus imágenes se convirtieron en elementos sagrados sin dejar de ser la representación de un animal, en virtud de que fue su figura lo representado. Así, en lo concerniente a la significación simbólica del toro (fig. 17) en el monetario, la presencia de mitra en las emisiones de Caesaraugusta148 y en la de otras cecas de la región149 puede, en efecto, ponerse en relación con el impulso en el territorio de rituales religiosos en los que dicho animal desempeñaba un papel crucial. Entre ellos se encontraban la suovetaurilia, la inmolatio o el sacrificium, en este caso, como posibles liturgias asociadas al culto de la fertilidad ganadera; de nuevo, como puede observarse, enlazando con el posible carácter económico de la figura. No se debe olvidar, en este sentido, que la mitra era un adorno de forma circular, vinculado a la cabeza del toro y generalmente utilizado durante la ceremonia de sacrificio del animal. Por otra parte, por lo que respecta al delfín de las emisiones de Carteia (fig. 18) y Carthago Nova, cabe recordar que ésta fue una representación muy utilizada en las acuñaciones pre-imperiales de la Península Ibérica. En sí mismo el delfín constituye un elemento simbólico cuya genealogía es fácilmente reconocible. Sin entrar en detalles acerca de su origen y primera significación, detallada magníficamente en recientes aportaciones por E. Moreno Pulido150, con su posible original carácter sagrado, como elemento asociado a Neptuno y a la navegación en condiciones seguras, cabría referir que en gran parte de la zona costera meridional de la Península Ibérica151 se constituyó, desde época muy antigua como un verdadero emblema de identidad colectiva. Esta significación, sin duda, fue heredada en tiempos imperiales, cuando, de hecho, 148

Figura 18: anverso de un cuadrante acuñado en Carteia a finales del siglo I a. C., con tipo delfín y tridente (RPC I, 119) (tomado del catálogo on line del Museo de Jaén, nº inv CE/ NU01619).

RPC I, 227-228, 334-337, 339 y 367-368. RPC I, 429, 462 y 465-466. 150 Moreno Pulido, 2009 a, pp. 279-304; 2009 b, pp. 143-159. 151 ACNH 87.42, 88.47, 88.50-52, 89.53, 89.55, 89.59, 122.3-4, 412.1-3, 413.4-5, 413.8, 413.11-12, 414.13, 414.20, 417,48, 417.50, 418.55-57 y 423.1-2. 149

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el símbolo debía contar con una fuerte alusión de naturaleza de tipo cívica, con importantes derivaciones de carácter económico y religioso. 5. El impulso de iconos cívico-laudatorios y conmemorativos A excepción del célebre y sugestivo caso de la puerta emeritense152 y de los trofeos153 y las cuádrigas154 adoptados en diversas series triunvirales y augusteas de Carthago Nova, imágenes de restringida difusión, las representaciones cívico-laudatorias y conmemorativas contaron con una muy amplia propagación en la producción monetaria de las cecas hispanas asociadas a colonias155. La asunción de este esquema iconográficopropagandístico implicaba la aceptación de tipos tan manifiestamente influidos por el esquema de representación ítalo-romano como debieron ser las coronas cívicas (fig. 19), cuya adopción se atestigua en el monetario emitido desde Emerita156, Colonia Patricia157, Colonia Romula158, Acci159, Carthago Nova160, Tarraco161 y Caesaraugusta162. En todo caso, la reproducción simbólica de la corona de roble, también asociada a la producción monetaria de los municipios hispanos163, constituyó la puesta en marcha de un lenguaje que era ya totalmente civil. La simplicidad del símbolo y el sentido inequívoco del mismo constituyeron una cualidad excepcional de estas imágenes. Augusto recogió en sus Res Gestae164 una larga lista de todos los honores y poderes otorgados por el Senado romano. Entre ellos se encontraba la corona de roble o encina, una de las condecoraciones militares más antiguas165, incluso relacionada con los honores recibidos por el propio Rómulo. Era concedida a aquel soldado que durante una batalla había salvado la vida de un ciudadano romano, dando muerte al enemigo que lo asediaba166. Aprovechando este ancestral sentido y su relación con el legendario fundador de Roma, la renovación plástica de Augusto confirió a la corona cívica un sentido vinculado plenamente con el ideal de la res publica restituta. De hecho, con el propósito de hacer 152

RPC I, 10, 12, 20-27, 30-33, 38 y 41-44. RPC I, 149 y 162-164. 154 RPC I, 174-177. 155 Chaves Tristán, 1977, p. 95. 156 RPC I, 9. 157 RPC I, 127 y 129. 158 RPC I, 75. 159 RPC I, 138 y 141-142. 160 RPC I, 172-173. 161 RPC I, 214, 216, 217, 220, 223 y 227. 162 RPC I, 312-313, 216, 324, 332 y 347. 163 RPC I, 51, 99-100,108, 293, 301, 392-393, 395, 397-400, 405-408, 410-411, 413-416, 421, 443, 463-464 y 473-477. 164 Res Gestae Divi Augusti, 7. 165 Hornblower & Spawforth, 1996, p. 411. 166 Maxfield, 1981, p. 70. 153

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visible la identificación del nuevo restaurador y su relación con el símbolo, éste fue incorporado en la tipología monetaria junto al nombre del princeps, siendo especialmente reproducido en las monedas acuñadas durante los años 18-15 a. C.167 Ahora bien, el origen de la utilización de la corona de roble como un adorno simbólico fue mucho más antigua; pese a lo cual su utilización como motivo principal en la producción monetaria romano-republicana estuvo muy limitada, habiéndose documentado pocos ejemplos168. Por lo que respecta a su difusión en las cecas hispanas, los primeros talleres en utilizar la corona cívica como tipo monetario no siempre estuvieron vinculados con colonias, como cabría esperar dado el fuerte mensaje político de la misma. Así, observamos su introducción ya bajo el principado de Augusto en cecas como Emerita169, Ebora170, Iulia Traducta171, Colonia Patricia172, Tarraco173, Caesaraugusta174, Bilbilis175, Calagurris176, y Turiaso177. Poco después, y contando con estos importantes precedentes, durante el gobierno de Tiberio la utilización de este símbolo fue ampliamente difundida por el territorio peninsular178. En contraposición, las emisiones de los talleres metropolitanos rehusaron utilizar el tipo en sus emisiones, a excepción de dos acuñaciones179. El nuevo emperador había rechazado esta condecoración. Por este motivo, la amplia difusión del símbolo en 167

RIC I, 333, 372, 375, 378, 384 y 388. RRC 305.1-2, 315.1-2, 506.1 y 511.1. 169 RPC I, 9. 170 RPC I, 51. 171 RPC I, 99, 100 y 108. 172 RPC I, 127 y 129. 173 RPC I, 214 y 116-217. 174 RPC I, 312-313, 316, 324 y 332. 175 RPC I, 392-393 y 395. 176 RPC I, 443. 177 RPC I, 413-416. 178 RPC I, 75, 138, 223, 227, 293, 347, 397-399, 413-416, 463 y 473-475. 179 RIC I, 63 y 79. 168

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Figura 19: reverso de un as acuñado en Colonia Patricia bajo Augusto, con tipo corona cívica (RPC I, 129) (Granada, col. privada).

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las cecas hispanas no pudo ser fruto de una relación totalmente directa con el mensaje imperial. Una situación también extensible a los años de imperio de Calígula; momentos en los que como aquél sí había aceptado la condecoración, el símbolo volvió a ser repetidamente utilizado en Numismática hispana180, pero no tanto en la de Roma, con sólo tres casos en los que se asoció la corona con el gobernante181. Este proceso de sistemático uso de la tipología monetaria dio lugar a la aparición de no pocas variantes entre unas emisiones y otras, las cuales lograron, incluso en ocasiones, alejar los diseños hispanos del original romano182. No sólo en lo concerniente al estilo de representación, sino que el proceso diferenciador se pudo hacer extensible a otros elementos de la iconografía, como fue su significación. Mientras que en Roma el mensaje de la corona cívica se encontró sólo asociado a los honores otorgados a los emperadores, en Hispania el motivo presentó una alusión mucho más compleja que remitió también a la integración de sus ciudades en la vida civil romana. La presencia de leyendas que identificaban el nombre de la ciudad y, en algunos casos, también la categoría jurídica colonial183 de las mismas y el nombre de algunos de sus magistrados184, revelan la relación del símbolo con el programa de propaganda local que estaban empezando a relanzar las élites locales hispanas como parte de su propio proceso de promoción personal. En tal contexto, la imagen de la corona cívica en la Numismática de las colonias hispanas supuso un elemento iconográfico de plena constitución romana, que sólo se distanció del puramente procedente de Roma, al obedecer a un doble sentido. Por un lado, constituyó la imagen de un honor que recibió Augusto en los años de formación del nuevo sistema de gobierno y, por tanto, se presentó como un verdadero emblema de carácter político-imperial. Por otro lado, dado que es una representación vinculada a una condecoración que sólo puede otorgar el Senado romano, al cual pertenece de modo permanente, resultaba un símbolo coligado a la vida civil, tanto de la metrópolis, donde se produjo el episodio, como del resto de ciudades romanas, cuyos órganos institucionales al adoptar su representación asumieron, y de modo abiertamente efectivo, esta diligencia. 6. La selección de símbolos cívico-militares La tipología de carácter militar, únicamente atestiguada en Hispania en la producción de las cecas asociadas a colonias, debe ponerse en relación con una imagen representante de las legiones romanas (signa militaria) que habían originado la fundación de las mismas. Especialmente, extendidas se encontraron estas piezas en los primeros momentos,

180

RPC I, 141-142, 301, 400, 464 y 476-477. RIC I, 37, 46 y 53. 182 Gomis Justo, 1997b: 42. 183 RPC I, 138 y 141-142. 184 RIC I, 172-173, 312-313, 316, 324 y 347. 181

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esto es en época triunviral185 y, sobre todo, en los años de gobierno de Augusto186. Se convertían, en tales circunstancias, en ostentaciones directas que solemnizaban la promoción de las colonias que las habían acogidas en la iconografía de su monetario; esto es, el caso particular de Emerita187, Colonia Patricia188, Acci189, Carthago Nova190, Ilici191 y Cesaraugusta192. Ahora bien, también se han constatado algunos ejemplares para los imperios de Tiberio193 y Calígula194, interpretándose aquéllos como testimonios que tiempo después del acto fundacional perpetuaban la conmemoración pública del mismo. De cualquier forma, en esta línea alusiva cívico-militar, fue seleccionada una tipología monetaria de sistemático uso como fue el tipo insignia militar (fig. 20), figurado a partir de la presencia de varios estandartes, a los que con frecuencia, se ensamblaban una195 o dos águilas legionarias196. Esta composición, según hemos deducido, fue incluida como imagen monetaria en tiempos muy recientes, pues los primeros ejemplares que hemos constatado fueron emitidos en época tardo republicana197, seguramente en el contexto de primeras conquistas militares.

185

Figura 20: reverso de un as acuñado en Acci bajo Augusto, con dos Aquilae, entre dos estandartes (RPC I, 133) (Granada, col. privada).

RPC I, 134 y 154-155. RPC I, 8, 14-18, 128, 133-135, 184, 311, 315, 319, 321, 323 y 325; RPC I, S3-I-14A. 187 RPC I, 8, 14-18, 37 y 49; RPC I, S3-I-14A.; RPC I, S3-I-49A. 188 RPC I, 128. 189 RPC I, 133-135. 190 RPC I, 154-155. 191 RPC I, 189-191, 195 y 199. 192 RPC I, 311, 315, 319, 321, 323, 325, 346, 353-358 y 368. 193 RPC I, 37, 49, 139,143-144, 346, y 353-358; RPC I, S3-I-49A. 194 RPC I, RPC I, 368. 195 RPC I, 8, 14-18, 37, 49, 128, 134, 155, 189-191, 195, 353-356 y 368; RPC I, S3-I-14A.; RPC I, S3-I-49A. 196 RPC I, 133, 135, 139, 143-144 y 199. 197 RRC I, 497.3, 525.2-4, 544.1-2, 544.3, 544.8-40 y 546.1. 186

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