El nombre de Osuna no es ningún «malentendido»

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Descripción

El nombre de Osuna no es ningún «malentendido» Refutación de la hipótesis vascoiberista de Juán Collado Cañas Por Georgeos Díaz-Montexano, mayo de 2015. El filológo Juán Collado Cañas ha divulgado en los medios de prensa1 una nueva hipótesis para el origen etimológico del nombre latino Urso / Ursone usado en las monedas de la antigua Osuna, que él considera era Ursa, y para el cual postula un origen vasco, a través de una voz del vasco moderno: Urtza 'cantidad de agua', que Collado, a través de la forma principal, Urtsu o Urtzu ("Acuoso, aguanoso, aguado; húmedo; jugoso. "Aquaticus" Urt II 228. "Aquoso" Lar y Añ. "Aguanoso, húmedo, lleno de agua, ezea, urtsua" Ib. "Lur urtsua, tèrre aqueuse, qui contient, retient un excès d'eau.") 2 interpreta como «Tierra de lagunas», y justifica en el hecho de que un lugar al norte de Osuna ha sido recientemente bautizado con ese mismo nombre por haber en los alrededores tierras con lagunas. A partir de aquí, Collado intenta justificar la hipótesis de varias maneras. Primero trata de justificar cómo el latín URSO en realidad sería una mera transcripción de un nombre indígena de tipo vascoibérico que sonaría como Urtzo y que aludiría a «tierra de lagunas», obviando así el incuestionable peso no solo de la tradición histórica que demuestra como ya desde los tiempos de Isidorus Hispalensis existía la forma osso para denominar al 'oso', y cómo desde los tiempos de la colonización árabe, ya se denominaba a la misma ciudad o zona con los nombres de ossuna, oxuna y ozuna.3 En cuanto al término osso se da por sentado que deriva del Latín URSO. Siendo así, osso sería entonces una de las voces protoromances (supuestamente derivadas del latín) más antiguas testimoniadas, al menos desde unos dos o tres siglos antes que el documento romance más antiguo conocido en Iberia. Creo, sin embargo, que osso era un término indígena o íbero, al menos de la región (túrdulo-turdetana) que rodeaba a Osuna e Hispalis, que podría relacionarse (de acuerdo a mi teoría sobre la lengua íbera relacionada con lenguas altaicas con prestamos sino-caucasianos) con el Proto-Tsezian *zɨ̃hA (Tsezi: ze, Ginukh: ze, Khvarshi: ze, Inkhokvari: ze, Bezhta: si / si, Gunzib: sɨ̃), 'oso'. Y en otras lenguas Nordcaucasianas: Proto-Nakh: *ča, Proto-Lezghian: *s:ʷeʔ (Lezghian: sew, Tabasaran: š̌eʔ, Rutul: si, Tsakhur: so), todas con el mismo significado de 'oso'. De modo que en íbero bien pudo haber existido la forma *ozo, *oš̌o u *oso, formada de la partícula deíctica o demostrativa *o + *zo, *š̌o o *so, 'oso', y por tanto, "el oso". Esta es mi nueva propuesta etimológica para el romance osso y actual castellano oso, que derivaría de un íbero * ośo, o quizás solo *oś, que podría hallarse como formante en los antropónimos íberos documentados epigráficamente: Ośortarban, Ośain, Ośiobar, Ośanba u Ośanbasar.4

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Collado Cañas, Juán, "El nombre de Osuna, un malentendido", ABC, martes 2 de Noviembre de 2010, ABC de Sevilla, Tribuna, p. 69. (Se puede consultar online en: https://www.academia.edu/7119579/El_nombre_de_Osuna_un_malentendido). http://www.euskaltzaindia.eus/index.php? option=com_oeh&view=frontpage&Itemid=413&lang=eu Introducir en el campo de búsqueda el término urtsu. Mucho después, hacia 1400, seguía apareciendo en textos castellanos con la misma forma, osso. Más en el italiano es urso, o sea, igual que en Latín, lo que parece más que lógico, siendo Italia cuna del idioma latino. ss como una transcripción posible aceptada para la sibilante compleja.

Pero no es el objetivo de este artículo desarrollar mi hipótesis altaica5 de la lengua íbera sino explicar lo más detalladamente posible la refutación de la hipótesis de Collado Cañas que me he visto obligado a formular tras analizar sus argumentos. La hipótesis de Collado Cañas, sin dudas me resultó sugerente tan solo leer el titular y las primeras líneas del primer párrafo. Pero antes de finalizar el mismo párrafo ya comenzó a transformarse mi inicial entusiasmo en escepticismo, cuando veo que el autor declara lo siguiente:

«Aparte de la imagen del oso en las llamadas monedas de la Serie III (por tanto, bastante tardías), durante toda la Antigüedad parece haber habido un completo silencio en relación a este tema, lo cual resulta bastante sospechoso» ¿Sospechoso? ¿Sospechoso de qué? No sigo al autor. No veo la relación. ¿Qué puede tener de sospechoso que en toda la antigüedad nadie haya escrito nada sobre la etimología del nombre de la ciudad de URSO, ya sea por la referida leyenda de Pirro o por cualquier otra versión? ¿Acaso es altamente frecuente hallar escritos o referencias clásicas comentando algo sobre la etimología de la mayoría de las ciudades prerromanas de Iberia? Pues no. Por tanto, si no es norma frecuente, no puede considerarse como «sospechoso» que no encontremos nada escrito en las fuentes antiguas donde se hable del posible origen etimológico del nombre de URSO u ORSUNE (Osuna). Con este falaz argumento ya introduce Collado Cañas al lector, que de seguro a más de uno logrará predisponer para todo lo que vendrá después. Acto seguido, Collado Cañas, basándose en lo anterior, desarrolla una típica falacia de «non sequitur», cuando dice:

«Por tanto, es de suponer que el nombre originario de Osuna tampoco tuviera nada que ver con dichos animales.» Es decir, que ese «Por lo tanto», apunta directamente -como consecuencia lógica para el autor- a lo que anteriormente expuso sobre lo «sospechoso» que parecía «haber habido un completo silencio en relación a este tema», «durante toda la antigüedad». Pero, tal como he comentado antes, no deja de ser un falso argumento, pues no se ajusta a la realidad que debería existir para poder formularlo, y tal realidad sería la abundancia, o alta frecuencia, de escritos antiguos que explicaran de algún modo las etimologías de la mayoría de los nombres de las antiguas ciudades prerromanas de Iberia, ya que solo así podría resultar sospechoso que no se dijera nada sobre el significado de 5

Nombre dado por algunos autores a la macrofamilia que incluye las lenguas túrquicas, mongoles, y tungúsicas, y quizás también (aunque más discutible) el japonés y el coreano.

URSO. Pero tal supuesta realidad, sencillamente no existe. De modo que de una errónea argumentación, basada en una falsa presunción, el autor hace en el inicio del párrafo siguiente un falso «sequitur», ie, un razonamiento inconsecuente, pues incluso aunque la primera premisa hubiera sido cierta, en cuanto a que realmente fuera «sospechoso» no haber constancia alguna de citas antiguas sobre el origen etimológico del nombre de URSO en relación con los osos (dándose por sentado -como si fuera hecho constatado- que lo normal es hallarse una alta frecuencia de explicaciones etimológicas de los nombres de ciudades prerromanas en textos antiguos), aún así, no se sigue que solo por ello tengamos que suponer que el nombre originario de Osuna «tampoco tuviera nada que ver con dichos animales», o sea, con los osos. Este razonamiento defectuoso, es un clara falacia de 'non sequitur', porque incluso siendo cierta la primera premisa, el mero hecho de que no exista mención alguna en las antiguas fuentes de nada sobre la etimología del nombre de Osuna y su relación con el oso, no permite concluir -como sequitur lógico- que por ello entonces el nombre de Osuna (más bien de URSO) no tendría nada que ver con los osos, pues tal premisa se basa, precisamente, en que no hay mención alguna. Es decir, que si existiera aunque sea una sola referencia antigua sobre la etimología del nombre de URSO, y en esta no se hablara de osos, entonces sí sería aplicable realizar un correcto sequitur lógico, y deducir que los osos no tuvieron seguramente nada que ver con el origen del nombre de URSO u Osuna. Pero ya hemos visto que no es el caso. Resumiendo este punto: Collado Cañas parte primero de una falsa premisa, donde parece dar por sentado que lo normal, o altamente frecuente, es hallarse en las fuentes antiguas, explicaciones etimológicas de la mayoría de los nombres de ciudades prerromanas, lo que se deduce al tachar de «sospechoso» el que no haya nada en las fuentes antiguas sobre la etimología de Osuna o URSO en la que se mencione a los osos, y desde este falsa deducción, derivada de la falsa premisa anterior, expone finalmente un falso sequitur que conduce a la falsa conclusión final de que, «por lo tanto», se puede suponer que el nombre de dicha ciudad nada tenga que ver con los osos. Acto seguido, en el mismo segundo párrafo de su artículo, Collado Cañas, comienza a conducir al lector hacia sus ideas. Dice el autor:

«Para saber cuál era su forma (y gracias a ello su significado) el primer nombre que los romanos dan a la población resulta fundamental. Vemos que su forma (Ursao) se parece bastante al de otras poblaciones íberas que fueron sometidas por los romanos. Dos de estas ciudades en época romana fueron llamadas Urgao y Bursao...» El dato ambiguo introducido aquí por el autor es la forma Ursao, que aunque la pone entre paréntesis, al relacionarla con las formas Urgao y Bursao, introduce así en el lector no versado en estos temas la idea de que Ursao es una forma conocida, documentada o testimoniada del nombre de URSO, lo cual no es cierto, pues la forma que aparece en De bello Hispaniense, C. 40 6 (y de la cual muchos autores han asumido la forma Ursao) es Ursaonem, en un códice, pero también Ursonem, Ursavonenses, Ursavonensibus, e incluso Bursavonenses, en otros códices de la misma obra, De modo que lo mismo podría reconstruirse Ursao que Ursavo, o Bursavo. En cualquier caso, la forma Ursaonem bien podría ser un mero error de transcripción de un copista medieval (como las formas Bursavonenses, Ursavonenses y Ursavonensibus, con errores de la primera b y de -vo- en todas estas) de la forma correcta que a 6

todas luces sería Ursonem, lo cual halla su apoyo en la mismas monedas con las leyendas URSO, URSONEM, URSONESIUM. En cualquier caso, lo que no se puede hacer es usar como pilar para una hipótesis, una forma que podría ser un mero error de un copista medieval (pues solo la conocemos por copias medievales de muchos siglos posteriores al original latino) contra otras formas mejor documentadas hasta epigráficamente, es decir, con documentos de los mismos tiempos romanos, como son las monedas con leyenda URSO y URSONE. Sin embargo, a partir de aquí, desde esta mera especulación sobre la supuesta forma indígena primigenia, Ursao (cuando epigráficamente solo es defendible URSO) ya todo lo demás que el autor va deduciendo -a través de una cadena de más falacias de tipo «non sequitur»- es lamentablemente muy especulativo, además de erróneo en sus pilares o principios mismos, tal como iré explicando en esta refutación. Comenzaré por señalar, que restar toda importancia al hecho de que algunas de las mismas monedas de URSO (aunque sean acuñaciones tardías) representaran un oso, no me parece correcto, cuando menos, desde el rigor histórico metodológico exigible para este tipo de investigaciones. Para mi está clara la relación entre el texto URSO de las monedas, y el nombre con el que los árabes se refirieron a la misma Osuna, o sea, Ossuna, Oxuna y Ozuna. Me resulta más grave aún que Collado Cañas omita por completo un dato tan revelador como la afirmación de Plinio de que el nombre indígena de Urso era Genua. Dato este nada despreciable, teniendo en cuenta la relativa buena valoración que tenemos de Plinio como fuente documental histórica, pero, por supuesto, sin exagerar ni convertir este argumento en una falacia de autoridad. En cualquier caso, sabemos -por otros casos- que Plinio solía presentar en ocasiones el nombre latino acompañado de la versión original o indígena. No es esta una excepción. De modo que, según Plinio, el nombre indígena de Urso no era Ursao ni nada semejante, sino un término que él transcribe como Genua, o sea, que sonaría más o menos como /guenua/. Se podría buscar paralelos en lenguas antiguas, pero si admitimos -por mera lógica- que la forma latina Urso es una traducción por significado, entonces deberíamos suponer que ese nombre indígena (fuera íbero, turdetano o céltico) significaría lo mismo, o sea, oso u osa. Quiero puntualizar -a diferencia de la opinión de Collado Cañas- que el oso muy probablemente existiría desde tiempos remotos en los alrededores de Osuna, en las sierras al norte, al igual que en otros puntos de Andalucía, pues en el siglo XVI aún se le hallaba en Sierra Morena. En el pasado los osos poblaban la mayor parte de las serranías españolas. 7 De hecho, se estima que el oso pardo desapareció de Andalucía probablemente a principios del siglo XVI. «Nores y Naves (1993) describen la distribución histórica del oso pardo en la Península Ibérica, iniciándola a partir de los datos de distribución antigua descritos, a mediados del siglo XIV, en el 7

http://www.faunaiberica.org/?page=oso-pardo-iberico

Libro de la Montería, encargado por el rey de Castilla Alfonso XI, en el que aparecen núcleos oseros desde los montes de Tarifa y la sierra de Aracena, y presentaba distribución discontinua en Andalucía y Murcia. En el siglo XVI se le podía encontrar, al menos, en parte del Sistema Central, en los Montes de Toledo, en ambas márgenes del Guadiana central y en Sierra Morena. […] Es una especie actualmente extinguida, aun cuando estuvo presente hasta comienzos del S. XVI. Jerónimo Münzer (“Viaje por España y Portugal”. Editorial el Espejo Navegante, pág. 83) relata la presencia de osos en la Sierra de Baza, al coincidir con el alcalde de Fiñana (población emplazada al sur de la Sierra de Baza, dentro de la provincia de Almería), en una partida de caza en esta sierra, en la que cuenta tuvo ocasión de contemplar un ejemplar vivo de oso». 8 Mientras que "BELMONTE (1888) menciona una carta de Fernando el Católico, fechada en 1490, en la que se dirige al Concejo de Sevilla para evitar que se cacen «puercos monteses e osos e venados e gamos e otra cualquiera salvagina» en Lomo de Grullos, coto situado en la margen derecha del Guadalquivir, entre Sevilla y Doñana. El Libro de la Montería no había mencionado en Las Rocinas (Doñana) más que jabalíes. Siglo y medio más tarde aún había osos en las proximidades.".9 De modo que no es para nada imposible que existieran osos en las cercanías de Osuna y que tal presencia o por algún suceso de tipo legendario/mitológico asociado a estos animales derivara el nombre de la ciudad. No obstante, tampoco descarto la posibilidad de que la versión latina, Urso, realmente fuera una aproximación de un nombre indígena (Genua) que quizás significaba «bestia» o «animal poderoso», puede que el mismo animal que en las acuñaciones más antiguas era representado como una especie de esfinge o grifo, y al que quizás en la lengua indígena local se denominaría genua o genuo. En este sentido, hallo en lenguas altaicas varios términos que podrían haber generado en lengua íbera una denominación como genua para nombrar al 'oso'. Raíces con significados como 'lobo' (derivada de una antigua forma para cualquier tipo de depredador), color 'pardo', 'ataque', 'peludo, y 'mandíbula'. Veamos:

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http://iberianature.com/natura_iberica/mamiferos/oso-pardo/el-oso-pardo-enandalucia/ y también http://www.vertebradosibericos.org/mamiferos/distribucion/ursarcdi.html Nores, Carlos / Naves, Javier, Distribución histórica del oso pardo en la península ibérica, 1993, p. 3 (http://www.magrama.gob.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especiesamenazadas/090471228015efbe_tcm7-21141.pdf).

Cualquiera de las anteriores formas altaicas, o incluso dos de las mismas (o por todas ellas) combinadas, pudo perfectamente determinar que los antiguos íberos crearan un término como genua (que en Proto-Íbero pudo haber sido *kenua) para denominar a ese gran 'depredador', 'peludo', de color 'pardo' y gran 'mandíbula' tan semejante a un oso, como lo demuestra el hecho mismo de que en las lenguas altaicas dos raíces Proto-Altaicas, *zipe y: *keru(lV) (un tipo indeterminado de depredador), terminara evolucionando en diversas lenguas tungúsicas, mongoles y túrquicas para dar nombre lo mismo al lobo que al oso., así por ejemplo, el Proto-Tungúsico: *sibigē 'lobo, 'oso' > Evenki: siwigē, 'lobo, 'oso', y del Proto-Túrquic:o *Karɨl- 'lobo' > Túrquico: kaškɨr, kašɣɨr 'oso'. De hecho, la iconografía de las monedas de Urso o Ursone con oso en el reverso (datadas en el siglo II A.C.) presentan un animal algo ambiguo entre un oso y un lobo, tal es así, que si en vez de Urso se hubiera escrito Lupus nadie habría dudado de que el animal representado fuera un lobo, incluso hasta en las que aparece alzándose en dos patas, algo que también hacen los lobos, especialmente cuando pelean o atacan a presa grandes. La semejanza con un lobo de todos modos es más patente en las acuñaciones donde la bestia peluda aparece sentada, mientras que el mismo volumen del cuerpo es demasiado delgado en comparación con el cuerpo de un oso, y las extremidades son muy delgadas y estilizadas propias más de un lobo que de un oso. Un dato interesante es el hecho de que en vasco otso es el nombre del 'lobo', en Proto-Vasco se ha reconstruido como Proto-Basque: *oco (pronunciado más o menos como otcho). Quizás el nombre Osuna, registrado en fuentes medievales como ossuna, no aludía al oso sino a una antigua denominación indígena del lobo cuya forma estaría muy próxma al Proto-Vasco, siendo el lobo el verdadero animal simbólico de la ciudad prerromana.

Como quiera que sea, la hipótesis de que Ursao o Ursavo, pudiera ser un nombre indígena que los romanos después confundieron con el latín URSO, es bastante vieja, y fue planteada ya por Manuel Rodríguez de Berlanga en 1873,10 aunque Collado y Cañas no lo mencione en el artículo objeto de esta crítica argumentativa, seguramente por no conocer este hecho.11 Lo curioso es que Rodríguez de Berlanga casi se vio obligado a plantear esta hipótesis porque no le cuadraba de ningún modo que fuera cierto la afirmación de Plinio de que Urso fuera el nombre latino de una indígena ciudad llamada Genua, la misma que precisamente es mencionada de tal forma en las mismos Bronces de Osuna que el autor edita en su obra del mismo nombre.

Monedas de Urso con leyenda URSONE en el anverso detrás de cabeza y oso (¿lobo?) sentado en el reverso. Abajo variante con bestia alzándose en dos patas. Otra hipótesis para la posibilidad de que genua fuera la denominación indígena para oso podríamos sustentarla en raíces indoeuropeas, especialmente célticas, lenguas que también fueron muy importantes en la región, donde hallamos casi con la misma forma voces con los significados de 'mandíbula' y 'aplastar'. Qué duda puede caber de que es el oso el depredador europeo occidental con la mandíbula más grande que los antiguos habitantes de la Eurasia occidental conocerían, al menos desde los tiempos posteriores a la extinción del gran felino «dientes de sable», hecho que sucedería cuando los homínidos muy probablemente aún no tenían un lenguaje articulado. De modo que puede decirse que es el oso, sin dudas, el mamífero depredador con mayor mandíbula que los hombres de Eurasia recordarían desde los orígenes mismos del lenguaje articulado. Esta muy notable característica de gran mandíbula o gran boca del oso pudo haber originado que hablantes de una lengua indoeuropea peninsular del suroeste le llamaran genua, o sea, «(el) mandíbula», «el de la gran mandíbula» o «gran boca», y quizás no sería este el único término para denominar al oso, sino más bien otra forma alternativa, o nombre de alguna subespecie determinada, típica de la región, o incluso de un específico oso vinculado con alguna mitología local de los habitantes de Osuna.

A mi no me resulta nada imposible, ni mucho menos descabellado, que el verdadero nombre indígena de la ciudad que hoy conocemos como Osuna, y que los romanos llamaron URSO, fuera realmente Genua. En esa región con toda seguridad se hablarían varias lenguas, y si bien es posible que la misma lengua íbera de la Andalucía interior y el levante, es mucho más probable que se hablara alguna legua indoeuropea de tipo céltica, como se deduce de ciertos topónimos y etnónimos claramente célticos, siendo el más cercano, Celtitan ('región, comarca, o país de los celtici o celtas'), y traigo a colación lo de tales lenguas indoeuropeas por la misma forma Genua, que parece ser voz indoeuropea, si la relacionamos con el griego γένους (noun sg neut gen attic epic doric contr de γένος) 1 nacimiento, origen; 2 ascendencia, estirpe, linaje; familia, parentesco por línea familiar, por ascendencia, hereditariamente; II concr. 1 prole, descendencia, vástago. 2 conjunto de descendientes que viven una misma época, edad, generación ; 3 raza, nación, pueblo (género, raza, casta); 4 sent. técnico: clan, grupo familiar (casta o clase); 5 fig. casta como sinón. de abolengo, rancia nobleza; III sólo plu. econ. 1 género, mercancía, productos sujetos al pago de tasas, de donde equiv. a cultivo (gastos de alimentación); 2 plu. materiales de construcción; B como término de distintos niveles de clasificación: I elemento original o raíz; y otros muchos usos en otros campos, aunque siempre relacionados con las anteriores acepciones. Aunque ninguna de estas definiciones justificaría la versión latina URSO / URSONE, que en principio sería (o debería ser) una traducción. Y solo como mera comparación, señalar que Genua era el nombre de cierto barrio portuario de Liguria, célebre por la exportación de madera, que actualmente se identifica con Génova, aunque en este caso no está claro aún si responde al mismo término griego, quizá en su acepción comercial o económica (género, mercancía, productos sujetos al pago de tasas) o si responde a un término ligur, de cuya lengua apenas sabemos nada, pero que algunos han relacionado con la misma lengua íbera. Por otra parte, me parece interesante señalar -de acuerdo a la conocida influencia semítica en la región- que se ha documentado epigráficamente nombres de ciudades 10 Rodríguez de Berlanga, Manuel, Los bronces de Osuna, Imprenta de Ambrosio Rubio y Alonso Cano, 1873, p. 57. 11 Desconozco si Collado Cañas lo menciona en alguna otra publicación. Solo conozco esta publicada en el ABC de Sevilla.

fenicias y asirias tales como Ursu, Ursu, Urussa y Ursa'um 12 (que se ha trascrito también como Ursau o Ursao). De modo, que ya puestos a pensar que el latín URSO / URSONE de las antiguas monedas latinas de la ciudad que después se identifica con Osuna, podrían estar transcribiendo un topónimo indígena de sonido similar (*wrsAw o *wrsw), tal como sostiene Collado Cañas (entre otros), pues en tal caso bien podría ser tal nombre de origen fenicio, o sea, un nombre semita, lo que a mi me resultaría incluso más probable que la hipótesis de un nombre de tipo vasco-ibérico (Urtzau), debido a la más que probada (arqueológicamente) presencia e influencia fenicia en toda esa región, desde los antiguos tiempos del llamado tartésico orientalizante. Lo que se refuerza, además, con algunas monedas púnicas halladas en la región donde precisamente se lee exactamente: wrSA o wrSw, siendo la hipótesis más parsimónica que se trate de un nombre fenicio, tan fenicio como Mla'k (Málaga), A'bdra' (Adra), Sws (Sexi), y A'ybshm (Ibiza). No conozco al Sr. Collado Cañas ni su obra intelectual, pero me ha preocupado mucho ver errores que considero algo serios, ya que obligan plantearse dos cuestiones: o desconocimiento, o tergiversación intencionada. Siempre presupongo en los demás investigadores buena fe y honestidad intelectual, al menos hasta que se demuestre lo contrario. Por consiguiente, asumo de buena fe, como explicación verdadera, la primera opción. El autor afirma en el artículo lo siguiente: "en idioma íbero nunca se da la sucesión «vocal + r + sibilante fricativa (que se representa )". La afirmación es falsa, y refutarla es tan fácil como mostrar aunque sea un ejemplo, aunque podría citarse dos: RAN21, p61.Pech-Maho (plom6), donde vemos la secuencia -erś- (vocal e + r + sibilante fricativa /ś/), y en c.1.2, donde vemos la secuencia -irś(vocal i de la sílaba ki + r + sibilante fricativa /ś/). Por tanto la inferencia de que la s de Ursa es la sibilante africada íbera /s/, que deduce a partir de la afirmación categórica de que "en idioma íbero nunca se da la sucesión «vocal + r + sibilante fricativa (que se representa )" es falsa, puesto que se basa en un dato igualmente falso. Es decir, una falsedad que conduce a otra falsedad. Aunque doy por sentado -valga la aclaración- que por mero error o desconocimiento del autor, y no tergiversación intencionada para sostener la hipótesis que propone. Por otro lado, el autor parte de otras presunciones que pueden ser igualmente falsas. Primera presunción que podría ser falsa: da por sentado que el nombre de URSO es una transcripción de un nombre indígena (no una traducción latina de un término indígena), sin importarle para nada la representación de un oso en las mismas monedas de URSO, acuñadas en la región, y que junto al nombre latino URSO, o sea, 'oso', no deja lugar a dudas de que se trata de dicha voz latina, por tanto, no una mera transcripción de un nombre indígena que sonaría similar a URSO o URSONE, que de hecho, es la única forma realmente documentada epigráficamente, lo que llevaría a pensar que muy probablemente el nombre de la ciudad -en su forma latinaera URSONE, o sea, Ursona. Y de ahí que en época medieval derivara en la forma Ossuna. En cualquier caso, Collado Cañas no se detiene en esta importante evidencia y se aferra a la reducción, URSO, para 12 Barjamovic, Gojko, A Historical Geography of Anatolia in the Old Assyrian Colony Period, Museum Tusculanum Press, Volumen 38 de Carsten Niebuhr Institute publications, ISSN 0902-5499, 2011, pp. 200, 201, 508.

así poder justificar su hipótesis vascoiberista. Segunda presunción que podría ser falsa: el citado autor da por sentado que la lengua indígena de los habitantes de la ciudad (que recordemos está en Sevilla), era ibérica, cuando bien pudo ser turdetana, túrdula, o céltica, teniendo en cuenta las varias poblaciones que vivieron en esos mismos lares con topónimos claramente célticos. Sin ir muy lejos, la vecina ciudad de Celtitan / Celtitan(ia), «país, nación o región de los Celtis o Celtici». Tercera presunción que podría ser falsa: da por sentado algo que no ha sido demostrado aún (más allá de unas pocas y siempre dudosas coincidencias), que la lengua de los íberos era muy semejante al vasco (sugiriendo con ello un parentesco lingüístico que dista mucho de ser tan obvio o claro como aparenta), y a partir de esta hipótesis vascoiberista, ya desarrolla entonces todas las especulaciones posteriores. Cuarta presunción que podría ser falsa: da por sentado que la sibilante africada íbera /s/ se corresponde con el vasco /tz/. En el vasco hay tres africadas (tz, ts y tx), de modo que elegir tz como correlato de la letra íbera que algunos autores (no todos) interpretan como una sibilante africada /s/, no deja de ser otra arbitrariedad más. Quinta presunción, que en este caso más que presunción es información absolutamente falsa, pero que el autor maneja (seguramente de nuevo por desconocimiento o descuido) como si fuera dato cierto, o hecho corroborado. El autor expone:

"¿Existe alguna prueba escrita pre-rromana que pudiera apoyar esta lectura del nombre de Osuna? Sabemos que la palabra Urtza, al igual que en vasco actual, era empleada desde época tartesia (ss. IX-VI a.C.) para nombrar a lugares y a personas. En concreto, vemos mencionada a una persona de nombre Urtza en la estela de Nobres (Ourique), en pleno territorio tartesio. " O sea, que según el citado autor, en la portuguesa Estela de Nobres se halla exactamente la misma voz, Urtza, que él está proponiendo como forma íbera original (de tipo vasca), que sería transcrita por los romanos como URSO. De modo que ya cuenta con una evidencia epigráfica, y venida como "anillo al dedo". Pero lamentablemente lo cierto es que tal evidencia no existe, o al menos, no está claro que lo pueda ser. En la Estela de Nobres solo existe un nombre (al comienzo de la misma) que se puede leer como Uulsaar o Rulsaar (Mariano Torres Ortiz, 2002). La inscripción había sido reportada anteriormente en ARRUDA, ANA MARGARIDA, A Idade do Ferro pós-orientalizante no Baixo Alentejo, REVISTA PORTUGUESA DE Arqueologia. Volume 4. número 2. 2001. A pesar del estado algo deteriorado de la inscripción, ciertamente puede leerse como Uulsaar o Rulsaar (véase dibujos adjuntos y transcripción sudlusitana en rojo). Pero, sin embargo, el Sr. Collado lee Urtza, yendo así en contra de lo ya

establecido sobre los valores fonéticos de lectura del signario sudlusitano, pues para leer Urtza hay que saltarse el primer signo de la secuencia con la que comienza la estela (que parece parte del antropónimo mismo y que puede ser una r o una u), después leer el signo que sigue a la segunda u (que a todas luces parece una l) como si fuera una r (que como puede comprobarse sería redondeada como las restantes y no angular), y finalmente leer la s sudlusitana tipo samek (equivalencia o transcripción esta que no se corresponde con la transcripción aceptada entre los especialistas que mejor conocen las inscripciones y la lengua del suroeste) como si fuera el sonido /tz/ del vasco. Pero lo más preocupante es que sobre la base de esta errónea lectura, afirma que «el término Urtza es común en tiempos tartésicos como nombre de persona y de lugares». ¿En cuáles inscripciones tartésicas o sudlusitanas existen tales topónimos y antropónimos con forma Urtza? Pues que sepamos, en ninguna de las conocidas, y si esta lectura fuera correcta, se trataría de un caso único, un auténtico hapax. Así que, a menos que el autor tenga acceso a una colección privada de inscripciones tartésicas (desconocida por la comunidad científica) donde se hallen tales topónimos y antropónimos del tipo Urtza, la afirmación es igualmente falsa, como las anteriores falsas afirmaciones basadas en falsas premisas, falacias 'non sequitur', o datos erróneamente interpretados. De momento hay dos hipótesis interpretativas en disputa sobre la lectura del principio de la citada inscripción de la Estela de Nobres: Uulsaar o Uursaar y ninguna de las dos puede ser considerada aún científicamente demostrada, salvo recurriendo a la falacia de la autoridad o falacia de la cantidad de autoridades. De todos modos, vamos a plantear una mera suposición: Incluso aunque se pudiera demostrar científicamente -con análisis traceológico macrofotográfico y por microscopio- que se trata de una r y no de una l, y por tanto que la lectura correcta fuera Uursaar, en tal supuesto caso (solo supuesto de momento para este mero ejercicio de suposiciones), no habría manera de usarlo como prueba o evidencia a favor de la especulación que Collado Cañas plantea de que el nombre de la ciudad que los romanos escribieron en latín como Urso, o sea, Oso (y por ello -no lo olvidemos nunca- la representación de un oso mismo en la monedas con tal nombre) sea una mera transcripción de una voz vasca, Urtza, que tendría que ver "con lagunas de tierras bajas", tal como sostiene Collado Cañas. Aún así, de acuerdo a lo que aceptan todos los especialistas, el nombre con el que comienza la Estela de Nobres es Uulsaar o Uursaar, que podría reducirse a Ulsar o Ursar, pero ninguno lo ha leído como Urtza. Todos los autores coinciden (incluso aquellos a los que Collado Cañas recurre) en que se trata de un antropónimo, pero es inadmisible -por no decir absolutamente descabellado- que alguien llevara como nombre una palabra vasca como la que propone el citado autor que define a los lugares acuosos o terrenos que retienen agua. Sería mucho más lógico (en el caso de que la lectura real fuera Uursaar, y tras adaptarla a nuestra conveniencia y dejarla en Urtza o Urtzar), y en la misma línea vascoiberista, que el nombre significara, por ejemplo, "El oso", pues en vasco Hartz, que también se escribía sin aspiración como Arza, Artza, Arsa, es 'oso', y así artzuloa, 'cueva

del oso'. Y un oso es precisamente lo que aparece en las monedas romanas junto a la traducción latina URSO, eevidencia epigráfica de primer orden que por si sola refuta la endeble hipótesis de Collado Cañas, quien se empeña en sostener que los romanos se inventaron lo de poner un oso para que fuera más fácil reconocer la moneda, por la similitud fonética del nombre de este animal con el nombre íbero, y solo por ello, no porque URSO fuera una traducción del término indígena. En cualquier caso, lo que plantea Collado Cañas es algo que los romanos (que sepamos) no hicieron con ninguna de las otras monedas, donde no vemos ningún animal u objeto que sea la definición o jeroglífico exacto del mismo término latino. Y para ser cuidadoso aquí diré, que al menos yo no conozco ningún caso, y si el Sr. Collado Cañas (o cualquier otra persona) conoce algún otro caso, estaría muy encantado de que me informara de ello. De modo que ya puestos con el vascoiberismo, y suponiendo que la lengua de los habitantes prerromanos de la región de Osuna fuera proto-vasca o muy similar (de lo cual no hay ninguna evidencia epigráfica clara), podría decirse igualmente que Urso sería una adaptación de los romanos (tal como plantea Collado Cañas) del verdadero nombre indígena de la ciudad, pero que no sería Urtza «lugar de tierras bajas con lagunas», sino más bien Arza/Artza o *Arzo/Artzo, 'El Oso' o "La Osa", contando esta posibilidad, como a favor, el hecho de que en Latín se halla usado URSO, 'oso', en las monedas, y se halla representado precisamente un animal que parece un oso en algunas de las mismas monedas. Nótese que en vasco la misma voz Hartz y sus variantes Arza/Artza, también se usan para 'animal', o sea, como un genérico para animal, especialmente grande, lo que podría hallar explicación en la posibilidad de que realmente Arza o Artza o *Ârtzo aludiera no a un oso concretamente, sino al 'animal' que en las mismas monedas, en las primeras acuñaciones, se ve como fabuloso en forma de grifo o esfinge. En cualquier caso, todo esto si asumimos una relación de la lengua paleohispanica tartésica o sudlusitana con el vasco, relación esta que no admite ningún especialista en lenguas prerromanas, porque la mayoría ya sabe que la lengua tartessia no es la misma que la íbera, y no tiene nada que ver con el proto-vasco, sino que parece a todas luces indoeuropea. Mientras que la toponimia antigua (que es la que aquí vale) y las antiguas referencias de los clásicos de varios etnónimos y topónimos cercanos, nos dan pistas de que en la región se hablaría principalmente una lengua de tipo céltica o indoeuropea con ciertos rasgos arcaizantes. A propósito de la definición que Collado Cañas ha dado de Urtza (que en vasco es urtsu o urtzu) en el artículo objeto de este análisis, no es del todo exacta o correcta. Véase en el lexicón vasco cómo se define simplemente como 'acuoso,' o sea, un 'lugar acuático o lleno de agua.' Pero no se dice nada de "terreno lleno de lagunas", que no es lo mismo que un "terreno acuoso o tierra que contiene o retiene agua", aunque a simple vista lo parezca. Las lagunas siempre son mucho más extensas y profundas. Un terreno acuoso, húmedo, o que retiene agua, como se define en el léxico vasco, no es lo mismo que una "tierra de lagunas". La definición que Collado Cañas usa parece algo adaptada a la

conveniencia de su hipótesis preliminar, por tanto, un elemento 'ad hoc'. Véase las referencias aquí: http://www.euskaltzaindia.eus/index.php? option=com_oeh&view=frontpage&Itemid=413&lang=eu Otra puntualización: en vasco Urtza, además de significar solamente 'cantidad de agua' (en relación con Urtsu/Urtzu), es también un 'tablón de madera' (Tablón, madero. "Tabla de haya preparada a hachazos"), pero de la misma manera que no parece de ningún modo lógico que alguien use para formar un antropónimo tartessio/sudlusitano un término como Urtsu o Urtzu, que en su correcta definición es "Acuoso, aguanoso, aguado; húmedo; jugoso. "Aquaticus" Urt II 228. "Aquoso" Lar y Añ. "Aguanoso, húmedo, lleno de agua, ezea, urtsua" Ib. "Lur urtsua, tèrre aqueuse, qui contient, retient un excès d'eau.", o Urtza, 'cantidad de agua", no parece tampoco lógico que alguien usara para formar un nombre de persona una voz como Urtza, 'tablón de madera'. En cuanto a la onomástica vasca, veamos una clara evidencia en contra de la idea de Collado Cañas de querer asociar el antropónimo tartessio o sudlusitano, que algunos leen como Uursaar y otros como Uulsaar con la palabra vasca Urtsu/Urtzu (acuoso, terrenos acuosos etc.). Las únicas formas similares registradas en la antroponimia vasca son URTZI (mas), variante Ortzi, y URTZIA (fem), pero resulta que nada tienen que ver con la definición de Urtsu/Urtzu propuesta por Collado Cañas para el supuesto nombre indígena de Osuna, sino que son formas derivadas de un término antiguo para Dios,13 lo cual sí entra dentro de la lógica de formación de antropónimos. Sin embargo, existe en la antroponimía vasca URTSIN, que se cree sea una versión vasca del castellano ursino (aunque podría ser a la inversa), o sea, "el oso". Nótese que el femenino es URTSIÑE, lo que recuerda bastante la forma latina o latinizada de Osuna registrada como URSONE. Y en la misma lengua aquitana, que como es sabido sería una forma antigua del mismo vasco, se ha encontrado Harsi, nombre que se ha relacionado con el término vasco para 'oso', y atestiguado en antropónimos tales como Urketa / Urcuit (L) en el siglo XII y en Artaxoa / Artajona (N) (Pascoal Arça) en el siglo XIV.14 De modo que la misma evidencia antroponímica vasca ya demuestra cómo es imposible que de un término como Urtsu/Urtzu 13

véase: http://www.euskaltzaindia.eus/index.php? option=com_eoda&Itemid=469&view=izenak&testua=URTZI&lang=es 14 http://www.euskaltzaindia.eus/index.php? option=com_eoda&Itemid=469&lang=es&view=izenak

(terrenos acuosos, etc.) pueda formarse o derivar un antropónimo. Como quiera que sea, de nuevo se constata lo errónea que es la hipótesis de Collado Cañas, cuando intenta recurrir a un argumento más que dudoso (al menos de momento) de un antropónimo tartessio o sudlusitano que algunos leen como Uursaar (otros como Uulsaar), como evidencia (en realidad mero indicio) a favor de su hipótesis de que el verdadero origen etimológico del nombre de Osuna era Urtza (del vasco Urtsu o Urtzu, "Acuoso, aguanoso, aguado; húmedo; jugoso..., etc.), puesto que es inadmisible (incluso si se demostrara que la lectura correcta de tal antropónimo fuera Uursaar) que tenga tal antropónimo tartessio algo que ver con un término vasco como Urtza, 'cantidad de agua' o con Urtsu o Urtzu, cuyo significados ("Acuoso, aguanoso, aguado; húmedo; jugoso. "Aquaticus" Urt II 228. "Aquoso" Lar y Añ. "Aguanoso, húmedo, lleno de agua, ezea, urtsua" Ib. "Lur urtsua, tèrre aqueuse, qui contient, retient un excès d'eau.") podrían justificar un topónimo -por supuesto- pero no un antropónimo. Y si finalmente resultara correcta la lectura Uursaar, y se pudiera demostrar que tal antropónimo era proto-vasco, en todo caso, solo podríamos relacionarlo con los términos para Dios u Oso, tal como demuestra la evidencia antroponímica vasca documentada, pero de ningún modo con un término para denominar a los terrenos acuosos o que retienen agua, y mucho menos con "tierra de lagunas". Concluyendo: la hipótesis que Collado Cañas propone de que el verdadero significado etimológico del antiguo nombre de Osuna era una voz vasca para "tierras de lagunas", intentado así desacreditar lo que la tradición histórica, y las mismas inscripciones -evidencias epigráficas de primer orden- ya documentan, que Osuna está directamente relacionada con el nombre latino de la misma ciudad, Urso, o sea, "Oso", no es más que una mera especulación sin verdadera base en fuentes primarias, sin verdadero fundamento, errónea en sus principios y argumentos, y que ya he falseado o refutado más que sobradamente. Para mi este debate no tiene ya sentido alguno y está más que zanjado. Ni aunque llegara el día en que se demostrara que la lectura correcta del antropónimo de la estela sudlusitana de Nobres es realmente Uursaar, en vez de Uulsaar, ni siquiera así podría resucitarse la hipótesis vascoiberista de Collado Cañas.

Anexus Teniendo en cuenta que las publicaciones en facebook y otras redes sociales no suelen perdurar demasiado tiempo, he creído necesario adjuntar una copia íntegra de todo el interesante y más que educado debate seguido entre el autor y Collado Cañas en la página de Ibers.cat de facebook https://www.facebook.com/permalink.php? story_fbid=1098219410205129&id=359921164034961

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