EL ETERNO CONSPIRADOR: JUAN BAUTISTA MARIANO PICORNELL Y GOMILLA, BIOGRAFÍA [2003]

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Descripción

EL ETERNO CONSPIRADOR: JUAN BAUTISTA MARIANO PICORNELL Y GOMILA ANA GARGATAGLI

En 1796 debía estallar en Madrid una revolución destinada a desterrar la monarquía española. Los conjurados, como es de imaginar, no tuvieron éxito. Carlos IV los condenó a muerte, pena después conmutada por una prisión perpetua en tierras americanas. Así llegaron a la prisión de La Guaira en Venezuela: Juan Bautista Mariano Picornell y Gomila, Joaquín Villalba, Sebastián Andrés, Manuel Cortés Campomanes, José Lax, Juan de Manzanares y Juan Pons Izquierdo. No tardaron en fugarse. Picornell y Cortés se unieron a la conspiración de Manuel Gual y José María España que también fracasó. España fue ajusticiado, Gual murió envenenado en 1800 y se supone que Picornell y Cortés se refugiaron en las colonias francesas del Caribe. De esta trama fallida quedaron un puñado de documentos que Pedro Carbonell, Capitán General de Venezuela, envió con toda diligencia a la todavía muy activa Inquisición española. Lo que más escandalizó a las autoridades fue un folleto titulado Derechos del hombre y del ciudadano con varias máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, impreso en Madrid, en la Imprenta de la Verdad, en 1797. La portada, como sagazmente observó el mando colonial, era falsa; el contenido, temerario. La parte central del documento era la traducción de la declaración francesa de los derechos del hombre que figuró en la constitución de 1793. Treinta y cinco artículos, más violentos y radicales que los diecisiete que habían sido aprobados en 1789. Con deplorable clarividencia, la Declaración de los derechos del hombre había sido prohibida por el tribunal de la Inquisición de Cartagena el mismo año en que resultó aprobada. Fue en vano. En 1794, la traducción de Antonio Nariño (los artículos de 1789) ya era un texto muy popular. La secuestrada en la conspiración de Gual y España no tuvo igual divulgación, aunque sí mejor fortuna. Cuando se produjo la independencia de Venezuela en 1811 sirvió como base para el ordenamiento constitucional del nuevo país. La traducción de este texto ejemplar se debe a Juan Picornell, maestro mallorquín y compañero del abate Marchena, feroz divulgador de las ideas francesas en la península.

Por razones que escapan a la sensatez, al triunfar sus ideales revolucionarios Picornell cambió de bando y se puso al servicio de España. Sin duda, defender a los perdedores era su destino. No debe por eso quedar en el olvido. (Debo estas noticias a Pedro Grases, historiador de Venezuela).

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