DESCENSUS AD INFEROS

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Descripción

DESCENSUS AD INFEROS

Violeta Vaca Delgado Grado en Literaturas Comparadas Curso 2014/2015

ÍNDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1. Origen del tópico: testimonios orientales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Mesopotamia. Inanna e Ishtar. Gilgamesh . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Antiguo Egipto. Libro de los Muertos y Mito de Osiris . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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2. El descenso a los infiernos en la cultura grecolatina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Abstracción y esquema del tópico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Odisea. Canto XI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Eneida. Libro VI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Orfeo. Metamorfosis y Hercules furens . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Hércules. Hercules furens . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 3. Desarrollo del tópico en la literatura moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

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INTRODUCCIÓN

En este trabajo me propongo analizar la influencia del tema del descenso a los infiernos en las literaturas occidentales. En primer lugar, presentaré ejemplos de testimonios orientales previos a la consolidación del mito grecolatino. En la segunda parte, analizaré las catábasis (del griego κατὰ, "abajo", y βαίνω, "avance") a los infiernos clásicos más paradigmáticas. Para ello, presentaré un esquema fijo que constituye la estructura del mito, y procederé después a la descripción detallada del mito en cuatro obras: Odisea de Homero, Eneida de Virgilio, el mito de Orfeo en las Metamorfosis de Ovidio y Hercules furens de Séneca. En la última y tercera parte, explicaré de modo breve cómo el tópico del descensus ad inferos evoluciona en la modernidad a la vez que mantiene su estructura básica, como demostraré que ocurre en la obra El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Para realizar este análisis utilizaré fragmentos de las fuentes primarias, tanto traducidos al castellano como en su versión original, para que el texto original pueda ser contrastado y la modificación producida por la traducción se vea solventada en la medida de lo posible. Puesto que la mitología antigua, tanto oriental como occidental, constituía una tradición y visión del mundo que a menudo se transmitía oralmente o trascendía los textos en los que se fijó, es difícil en ocasiones documentar con precisión todos los mitos. Por este motivo, aludiré a mitos conocidos de forma general, sin especificar las fuentes, ya que se tratan de un conocimiento general que ha traspasado las barreras de la letra escrita.

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1.

ORIGEN DEL TÓPICO: TESTIMONIOS ORIENTALES

Aunque lo que nos ocupa en este trabajo es la tradición grecolatina y su transmisión, considero relevante aportar unas nociones básicas de las anteriores manifestaciones orientales sobre el viaje al infierno. Esto nos permitirá comprender los orígenes del tema y reconocer la presencia de las mitologías orientales en los mitos clásicos. MESOPOTAMIA. INANNA E ISHTAR. GILGAMESH Dentro del concepto dualista del mundo que tenía el antiguo oriente, el viaje al infierno simboliza la lucha de la luz contra las tinieblas. Además, en las civilizaciones mesopotámicas, el descenso al infierno se relaciona con el ritmo de la vegetación. A finales del milenio III a.C. los sumerios fijan el poema Marcha de Inanna al Averno, que refleja esta concepción. Más tarde, encontramos este mismo mito entre los babilonios en el viaje al infierno de Ishtar, diosa de la fecundidad (s. VII a.C.), que, por lo que parece, bajó al infierno para rescatar a su amado Tammuz, dios de la vegetación. Ishtar tiene que atravesar numerosas puertas, antes las cuales se va despojando de sus vestiduras. Cuando llega ante su hermana Ereshkigal, soberana del inframundo, esta acaba con su vida. Los dioses consiguen sacar a Ishtar del infierno, pero ha de pagar un precio: durante seis meses al año, Tammuz vivirá en el mundo de los muertos. Mientras permanece allí, Isthar lamenta su pérdida, pero en primavera vuelve a salir y todos se llenan de gozo. El parecido de este mito con el de Perséfone, o Proserpina en la mitología romana, es evidente. Perséfone fue raptada por el dios griego del inframundo, Hades, lo que causó el dolor de su madre Deméter, diosa de la agricultura. La tierra se secó y dejó de dar frutos, por lo que Zeus ordenó la vuelta de Perséfone, que residiría seis meses en la tierra y otros seis meses en el Hades. En los seis meses en los que se encuentra con su madre, la tierra florece y se llena de vida, y en los seis meses que permanece en el inframundo la tierra se vuelve estéril. De este modo, el mito da explicación a la sucesión de las estaciones. Por otro lado, la búsqueda de Tammuz por Ishtar nos remite a la bajada a los infiernos de Orfeo para rescatar a su amada Eurídice, descenso que analizaré más adelante. El mito sumerio de Gilgamesh, narrado en el Ciclo de Gilgamesh, también se remonta al III milenio a.C. El semidiós Gilgamesh, atemorizado ante la muerte tras fallecer su 4

amigo Enkidu, decide visitar a su antepasado Utnapishtim, héroe superviviente del Diluvio mesopotámico, para conocer el secreto acerca de la vida eterna. Aunque Utnapishtim accede a ayudarle, el héroe no consigue su propósito debido a otras circunstancias, pero consigue regresar a la tierra, convencido de que la inmortalidad es un privilegio divino. ANTIGUO EGIPTO. LIBRO DE LOS MUERTOS Y MITO DE OSIRIS Si bien el mito del descenso estaba asociado en la civilización mesopotámica al ritmo de la vegetación, en la mitología egipcia se relaciona con la sucesión del día y de la noche. El Libro de los muertos es el nombre moderno de un texto funerario del Antiguo Egipto que se utilizó desde el comienzos del Imperio Nuevo (hacia el 1550 a. C.) hasta el 50 a.C. El texto consistía en una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida. El capítulo 108 cuenta cómo Ra, dios del sol, ha de luchar contra Apofis o Apep, una gigantesca serpiente que representaba el mal y que tenía como misión interrumpir el recorrido de la barca solar de Ra y evitar así que amaneciese un nuevo día. Ra, tras vencer a Apofis, consigue entrar en el Averno, donde los muertos le saludan y piden a Ra que les libere. En el Mito de Osiris, más reciente, Osiris es traicionado por su hermano Seth, dios del desierto, las tormentas y las tinieblas, que lo encierra en un cofre y le da muerte. Pero el hijo de Osiris, Horus, logrará vencer a Seth y completar la resurrección de su padre Osiris. Observamos elementos comunes entre los antiguos mitos egipcios y la mitología grecolatina. Para acceder al Infierno, los héroes han de superar pruebas y vencer monstruos guardianes del reino de las sombras. En la mitología griega tenemos al Cerbero, el perro de tres cabezas guardián del Infierno, que evitaba la salida de los muertos y la entrada de los vivos, así como a Caronte, el barquero al que hay que pagar para que acepte pasar a los muertos y visitantes de un lado a otro de la laguna Estigia o el Aqueronte, dependiendo de las fuentes. La vuelta a la vida de Osiris también nos recuerda a las subidas a la tierra de Perséfone o al frustrado rescate de Eurídice.

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2.

EL DESCENSO A LOS INFIERNOS EN LA CULTURA GRECOLATINA

ABSTRACCIÓN Y ESQUEMA DEL TÓPICO Ni los antiguos griegos ni los romanos conocieron originariamente el dualismo de las religiones orientales, por lo que la oposición Olimpo-Hades se suavizó mediante el reparto de los tres reinos –cielo, mar e inframundo– entre los tres hermanos Zeus, Poseidón y Hades, respectivamente. Alejados de la concepción dualista propia de la tradición oriental, en el mundo griego la lucha contra los poderes de las tinieblas no simboliza la victoria del bien sobre el mal, sino que representa la prueba del valor y fuerza de un héroe, que en todo caso, lo que hace es desafiar las leyes de la muerte. Como en cualquier mito, encontramos en la bajada al infierno elementos comunes inamovibles, imprescindibles para que podamos considerar que el mito se conserva, además de otros elementos que se repiten con relativa frecuencia pero que admiten variaciones. Como elementos obligados tenemos en primer lugar a un personaje protagonista o héroe X que baja a los infiernos acompañado o no de un personaje al que llamaremos Y. La bajada se produce para cumplir un objetivo O. Antes de acceder al mundo de los muertos, es necesario superar unas pruebas P, letra bajo la que agruparé los preparativos previos que ha de realizar el héroe y los obstáculos que ha de sortear en el infierno. Normalmente una de estas pruebas/preparativos suele ser realizar ofrendas a los dioses, lo que denominaremos P0. El héroe X cuenta generalmente con la ayuda de un consejero C que puede coincidir o no con el acompañante Y. Tras la vuelta al mundo de los vivos, si es que se produce, (la notaremos con la letra S de salida), el héroe habrá desempeñado su empresa con “éxito” o “fracaso”. Entre los elementos imprescindibles del mito destaca la descripción del espacio físico del Averno como un lugar tenebroso y abismal, generalmente aislado. Suele estar recorrido por diferentes corrientes de agua (ríos Aqueronte, Leteo, Cocito, Flegetonte, laguna Estigia...). Es importante tener en cuenta que para los antiguos griegos el Hades estaba localizado geográficamente, debido en parte a su desconocimiento del mapa del mundo. Tenían una visión del Más Allá muy material e incluso terrestre.1 Normalmente la entrada al infierno está rodeada de oscuridad, niebla y misterio. A este tipo de descripción la llamaré D. 1. Brioso Sánchez, Máximo, “El concepto del Más Allá entre los griegos”, p. 13.

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Como lugar terrible, es fundamental describir los tormentos que allí se profesan (T). En ocasiones, solo se alude a un estado penoso de las almas, aunque hay castigos de personajes célebres que se repiten en los diferentes mitos. Notaré los más recurrentes del siguiente modo: TTitio, TTántalo o TSísifo, entre otros. Hay otros personajes comunes que juegan un papel importante. Los más significativos son: Cerbero, el perro guardián (DCerbero), Caronte, el barquero (Dbarquero) y los jueces (Djueces). Además, es frecuente la descripción de otros seres, habitantes del inframundo, que suelen ser extraños, bestiales, o portadores de conocimiento de interés, a menudo relacionado con la muerte. En la mitología grecolatina es obligada la presencia de un “señor del infierno”, que es siempre el dios griego Hades o su equivalente latino Plutón. En las páginas siguientes, he realizado una descripción exhaustiva del viaje a los infiernos de Odiseo y Eneas, además de un resumen algo más ligero de los casos de Orfeo y Hércules, estudiándolos en el libro X de las Metamorfosis de Ovidio y en Hercules furens de Séneca. A lo largo de estas descripciones iré marcando los elementos que corresponden a los del esquema desarrollado.

ODISEA. CANTO XI. Si bien la Odisea simboliza el tema del viaje, la nekyia o evocación de los muertos narrada en el canto XI representa el descenso al infierno en busca de conocimiento. Odiseo (X) y sus compañeros (no los consideraré como acompañantes Y ya que permanecen en un absoluto segundo plano, luego tenemos no-Y), aconsejados por la maga Circe (C) viajan al Hades con el objetivo de consultar el alma del adivino Tiresias sobre su regreso a Ítaca (O), un conocimiento útil y pragmático como el propio carácter del héroe. La Odisea sitúa el Hades “en los confines del Océano” y nos lo presenta de modo tenebroso, sumido en una noche perpetua. La situación del pueblo de los Cimerios, sumidos en la oscuridad, nos revela una especie de suspensión de las condiciones meteorológicas y de la vida.2 Aquí, tenemos, pues, la obligada descripción (D):

2. Brioso Sánchez, Máximo, op. cit., pp. 27-28.

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Entonces arribamos a los confines del

ἡ δ' ἐς πείραθ' ἵκανε βαθυῤῥόου Ὠκεανοῖο.

Océano, de profunda corriente. Allí

ἔνθα δὲ Κιμμερίων ἀνδρῶν δῆμός τε πόλις τε,

están el pueblo y la ciudad de los

ἠέρι καὶ νεφέλῃ κεκαλυμμένοι· οὐδέ ποτ' αὐτοὺς

Cimerios entre nieblas y nubes, sin que

Ἠέλιος φαέθων καταδέρκεται ἀκτίνεσσιν,

jamás el sol resplandeciente los ilumine

οὔθ' ὁπότ' ἂν στείχῃσι πρὸς οὐρανὸν ἀστερόεντα,

con sus rayos, ni cuando sube al cielo

οὔθ' ὅτ' ἂν ἂψ ἐπὶ γαῖαν ἀπ' οὐρανόθεν προτράπηται,

estrellado, ni cuando vuelve del cielo a

ἀλλ' ἐπὶ νὺξ ὀλοὴ τέταται δειλοῖσι βροτοῖσι.

la tierra, pues una noche perniciosa se extiende sobre los míseros mortales.

Odisea. Canto XI, vv. 13-19.

Siguiendo las órdenes de la maga Circe, Odiseo realiza junto a sus compañeros tres libaciones y sacrificio de reses (P0), tras lo que “al instante se congregaron, saliendo del Érebo, las almas de los fallecidos” (vv. 36-37). Como veremos, los sacrificios serán también necesarios para que Eneas descienda al Averno en la Eneida. Odiseo no realiza propiamente un descenso, sino una invocación o nekyia de las almas, que acudirán a él, al modo de la necromancia. Es por eso que en la Odisea carecemos de un guía, ya que el héroe no tiene que atravesar ningún espacio físico como ocurrirá en la posterior Eneida y en su imitadora, la Divina comedia de Dante, sino que permanece en el umbral del Hades. Es recurrente que antes de que el héroe logre penetrar en el infierno tenga que superar alguna prueba. En la Odisea, el héroe no puede permitir “que las inanes cabezas de los muertos se acercaran a la sangre antes que hubiese interrogado a Tiresias” (vv. 49-50), (P1). P0: libaciones y sacrificios P1: rechazar a las almas hasta hablar con Tiresias Me parece especialmente terrorífica y sugerente la descripción de las almas agitándose unas contra otra en una turba, propia de la atmósfera infernal (D). Después de haber rogado con votos y súplicas al

τοὺς δ' ἐπεὶ εὐχωλῇσι λιτῇσί τε, ἔθνεα νεκρῶν,

pueblo de los difuntos, tomé las reses, las

ἐλλισάμην, τὰ δὲ μῆλα λαβὼν ἀπεδειροτόμησα

degollé encima del hoyo, corrió la negra sangre

ἐς βόθρον, ῥέε δ' αἷμα κελαινεφές· αἱ δ' ἀγέροντο

y al instante se congregaron saliendo del Erebo,

ψυχαὶ ὑπὲξ Ἐρέβευς νεκύων κατατεθνηώτων·

las almas de los fallecidos: mujeres jóvenes,

νύμφαι τ' ἠΐθεοί τε πολύτλητοί τε γέροντες

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mancebos, ancianos que en otro tiempo

παρθενικαί τ' ἀταλαὶ νεοπενθέα θυμὸν ἔχουσαι,

padecieron muchos males, tiernas doncellas con

πολλοὶ δ' οὐτάμενοι χαλκήρεσιν ἐγχείῃσιν,

el ánimo angustiado por reciente pesar, y

ἄνδρες ἀρηΐφατοι, βεβροτωμένα τεύχε' ἔχοντες·

muchos varones que habían muerto en la guerra,

οἳ πολλοὶ περὶ βόθρον ἐφοίτων ἄλλοθεν ἄλλος

heridos por broncíneas lanzas, y mostraban

θεσπεσίῃ ἰαχῇ· ἐμὲ δὲ χλωρὸν δέος ᾕρει.

ensangrentadas armaduras: agitábanse todas con

δὴ τότ' ἔπειθ' ἑτάροισιν ἐποτρύνας ἐκέλευσα

grandísimo murmurio alrededor del hoyo, unas

μῆλα, τὰ δὴ κατέκειτ' ἐσφαγμένα νηλέϊ χαλκῷ,

por un lado y otras por otro; y el pálido terror se

δείραντας κατακῆαι, ἐπεύξασθαι δὲ θεοῖσιν,

enseñoreó de mí. Al punto exhorté a los

ἰφθίμῳ τ' Ἀΐδῃ καὶ ἐπαινῇ Περσεφονείῃ·

compañeros y les di orden de que desollaran las

αὐτὸς δὲ ξίφος ὀξὺ ἐρυσσάμενος παρὰ μηροῦ

reses, tomándolas del suelo donde yacían

ἥμην οὐδ' εἴων νεκύων ἀμενηνὰ κάρηνα

degolladas por el cruel bronce, y las quemaran

αἵματος ἄσσον ἴμεν πρὶν Τειρεσίαο πυθέσθαι.

inmediatamente, haciendo votos al poderoso Hades y a la veneranda Persefonea; y yo,

Odisea. Canto XI, vv. 34-50.

desenvainando la aguda espada que cabe al muslo llevaba me senté y no permití que las inanes cabezas de los muertos se acercaran a la sangre antes que hubiese interrogado a Tiresias.

Antes de interrogar al adivino, Odiseo se encuentra con el alma de Elpénor, un compañero que le pide una sepultura digna (petición que repetirá Palinuro en la Eneida), y con el alma de su madre Anticlea con la que dialoga más tarde. Tiresias bebe la sangre y le revela cómo volver a Ítaca, donde matará a los pretendientes y le esperará una “placentera vejez” y una “suave muerte” (vv. 134-136). Además, el vate le indica que aquellos muertos a los que permita acercarse a la sangre le darán noticias ciertas. Entre las almas del Érebo, Odiseo conversa con su madre Anticlea, que le da noticias de su propia muerte, como en la Eneida hará Deífobo. Odiseo ve a otras mujeres insignes como Tiro, Antíope, Alcmena o Epicaste, madre de Edipo. Encuentra también las almas de guerreros griegos ya fallecidos: Agamenón, quien le cuenta su propio asesinato y la traición de su mujer Clitemnestra, Aquiles, Patroclo, Antíloco y Ayax Telamonio, quien incluso muerto mantiene el rencor a Odiseo y se niega a hablarle. Las almas de los muertos parecen, pues, ser capaces de sentir emociones humanas como el rencor. A pesar de ello, la muerte “se sentía como una disminución general, una continuación del proceso de decadencia iniciado en la vejez”.3

3. Brioso Sánchez, Máximo, op. cit., p. 38.

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La condición terrible de los que están en el Hades queda reflejada en la respuesta de Aquiles antes las alabanzas de Odiseo: “No intentes consolarme de la muerte,

ὣς ἐφάμην, ὁ δέ μ' αὐτίκ' ἀμειβόμενος προσέειπε·

esclarecido Odiseo:

"μὴ δή μοι θάνατόν γε παραύδα, φαίδιμ' Ὀδυσσεῦ.

preferiría ser

labrador y servir a otro, o un hombre

βουλοίμην κ' ἐπάρουρος ἐὼν θητευέμεν ἄλλῳ,

indigente que tuviera poco caudal para

ἀνδρὶ παρ' ἀκλήρῳ, ᾧ μὴ βίοτος πολὺς εἴη,

mantenerse, a reinar sobre todos los

ἢ πᾶσιν νεκύεσσι καταφθιμένοισιν ἀνάσσειν.

muertos.

Odisea. Canto XI, vv. 488-491.

En efecto, aunque los antiguos griegos admitían la muerte como algo natural, la condición del muerto se veía como algo negativo y odioso.4 Homero dice que el alma de Aquiles se aleja por las “praderas de asfódelos”. El único juez del Hades que se menciona en la Odisea es Minos (Djueces). Allí vi a Minos, ilustre vástago de Zeus,

ἔνθ' ἦ τοι Μίνωα ἴδον, Διὸς ἀγλαὸν υἱόν,

sentado y empuñando áureo cetro, pues

χρύσεον σκῆπτρον ἔχοντα θεμιστεύοντα νέκυσσιν,

administraba justicia a los difuntos.

ἥμενον· οἱ δέ μιν ἀμφὶ δίκας εἴροντο ἄνακτα,

Estos, unos sentados y otros en pie a su

ἥμενοι ἑσταότες τε, κατ' εὐρυπυλὲς Ἄϊδος δῶ.

alrededor,

exponían

sus

causas

al

soberano en la morada de Hades.

Odisea. Canto XI, vv. 568-571.

Odiseo narra los castigos de Titio (TTitio), Tántalo (TTántalo) y Sísifo (TSísifo), y conversa con el alma de Heracles. Más adelante comentaré este fragmento junto a los relatos de estos castigos que se hacen en el libro X de las Metamorfosis de Ovidio y en Hercules furens de Séneca. Finalmente, a pesar de querer establecer contacto con más almas, Odiseo se aleja del Hades, aterrorizado por un grupo de difuntos que se congregan con gran griterío, y vuelve al bajel con sus compañeros (S). El viaje a los infiernos de Odiseo es una experiencia fructífera, en la que el héroe regresa a la tierra de los vivos habiendo cumplido su objetivo (éxito): saber cómo regresar al hogar. Pero no solo esto, sino que el conocimiento que busca Odiseo no se limita al νόστος o regreso, ya que aun habiendo conseguido la información necesaria el héroe desea continuar interrogando a otras almas. Por otra parte, no se opera ningún 4. Brioso Sánchez, Máximo, op. cit., pp. 14-17. 10

cambio trascendental en Odiseo, ni en el desarrollo de su personalidad ni en el rol que cumple en la historia. Hay que destacar que el barquero Caronte, encargado según la mitología pasar las almas de los muertos de un lado a otro del río Aqueronte (o de la laguna Estigia según sugiere Virgilio), no aparece en la Odisea (no-Dbarquero). Algunos sugieren que el origen de este personaje está en la mitología egipcia, que nos cuenta cómo cada mañana el dios Ra hacía la travesía con su barca solar hasta llegar, al acabar el día, a la Duat, el mundo de los muertos. ENEIDA. LIBRO VI. En la Eneida (s.I a.C.), el héroe troyano Eneas (X) baja a los infiernos por decisión propia. Los troyanos se encuentran en Cumas consultando a la Sibila que, poseída por Apolo, les predice su futuro. La Sibila (C) desempeña el papel de consejera, al igual que Circe en la Odisea, y de profeta fuera del Averno. Como la entrada del infierno se encuentra por aquella zona, Eneas suplica a la Sibila ayuda para realizar el viaje y poder encontrarse con el alma de su amado padre Anquises (O), que también profetizará el futuro de Eneas, al modo en el que Tiresias en el Hades lo hace con Odiseo. La Sibilia le advierte que “fácil es la bajada al Averno; día y noche está abierta la puerta del negro Dite; pero retroceder y restituirse a las auras de la tierra, esto es lo arduo; pocos [...] pudieron lograrlo” (vv. 124-131). Sin embargo, le revela que ha de coger una rama de oro del bosque consagrado a Juno, como tributo para Proserpina (P1). Además, ha de enterrar el cuerpo de un compañero insepulto, Miseno (P2), y realizar sacrificios a los dioses (P0). Estas son las primeras tareas o pruebas que Eneas ha de superar para acceder al mundo de los muertos. P0: sacrificios P1: conseguir la rama de oro P2: enterrar a Miseno Inmediatamente después de que Miseno sea dado sepultura, dos palomas blancas guían a Eneas hasta el árbol de la rama de oro. Eneas y sus compañeros llevan a cabo las libaciones y los sacrificios. La tierra retumba y Eneas, acompañado únicamente por la

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Sibila (Y=C), penetra en una cueva, entrada del Averno, descrita con anterioridad del siguiente modo (D): Había cerca de allí una profunda caverna, que abría

spelunca alta fuit uastoque immanis hiatu,

en las peñas su espantosa boca, defendida por un

scrupea, tuta lacu nigro nemorumque tenebris,

negro lago y por las tinieblas de los bosques, sobre

quam super haud ullae poterant impune uolantes

la cual no podía ave alguna tender impunemente el

tendere iter pennis: talis sese halitus atris

vuelo: tan fétidos eran los vapores que de su

faucibus effundens supera ad conuexa ferebat.

horrible centro se exhalaban, infestando los aires, de

[unde locum Grai dixerunt nomine Aornum.]

donde los Griegos dieron a aquel sitio el nombre de Averno.

Eneida. Libro VI, vv. 237-242.

La topografía del inframundo se nos presenta de forma detallada y macabra (D). En el vestíbulo y en las “primeras gargantas del Orco” sitúa Virgilio el Dolor, los Afanes, las Enfermedades, la Vejez y otras figuras alegóricas, así como las Eumérides o Erinias y la Discordia. En el centro del zaguán está un inmenso olmo, a cuyas hojas se adhieren “los vanos Sueños”. En las puertas del Averno se encuentran también monstruos como los Centauros, la Hidra de Lerna, las Gorgornas y las Arpías. El camino conduce al río Aqueronte, que conecta con el Cocito, otro de los ríos del Averno. “Al verlos desde la laguna Estigia” el barquero Caronte, que guarda y surca las aguas, “les ataja enojado el paso” (vv. 384-386). El barquero, que no aparecía en la Odisea, se describe aquí detalladamente (Dbarquero): Guarda aquellas aguas y aquellos ríos el horrible

portitor has horrendus aquas et flumina seruat

barquero Caronte, cuya suciedad espanta; sobre

terribili squalore Charon, cui plurima mento

el pecho le cae desaliñada luenga barba blanca,

canities inculta iacet, stant lumina flamma,

de sus ojos brotan llamas; una sórdida capa

sordidus ex umeris nodo dependet amictus.

cuelga de sus hombros, prendida con un nudo:

ipse ratem conto subigit uelisque ministrat

él mismo maneja su negra barca con un garfio,

et ferruginea subuectat corpora cumba,

dispone las velas y transporta en ella los

iam senior, sed cruda deo uiridisque senectus.

muertos, viejo ya, pero verde y recio en su vejez, cual corresponde a un dios.

Eneida. Libro VI, vv. 298-304.

Con las manos tendidas hacia el barquero, se encuentran las almas de los que permanecen insepultos, a quienes Caronte tiene prohibido transportar. Como en la Odisea, se nos transmite la idea de una turba de almas, espíritus amontonados y agónicos (T).

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Toda la turba de las sombras, por allí

huc omnis turba ad ripas effusa ruebat,

difundida, se precipitaba a las orillas: madres,

matres atque uiri defunctaque corpora uita

esposos,

magnanimum heroum, pueri innuptaeque puellae,

héroes

magnánimos,

mancebos,

doncellas, niños colocados en la hoguera a la

impositique rogis iuuenes ante ora parentum:

vista de sus padres, sombras tan numerosas

quam multa in siluis autumni frigore primo

como las hojas que caen en las selvas a los

lapsa cadunt folia, aut ad terram gurgite ab alto

primeros fríos del otoño, o como las bandadas

quam multae glomerantur aues, ubi frigidus annus

de aves que, cruzando el profundo mar, se

trans pontum fugat et terris immittit apricis.

dirigen a la tierra cuando el invierno las

stabant orantes primi transmittere cursum

impele en busca de más calurosas regiones.

tendebantque manus ripae ulterioris amore.

Apiñados en la orilla, todos piden pasar los

nauita sed tristis nunc hos nunc accipit illos,

primeros y tienden con afán las manos a la

ast alios longe summotos arcet harena.

opuesta margen; pero el adusto barquero toma indistintamente, ya a unos, ya a otros, y

Eneida. Libro VI, vv. 305-316.

rechaza a los demás, alejándolos de la playa.

Eneas se encuentra con Palinuro, que al igual que hace Elpénor en la Odisea suplica al héroe que le dé sepultura digna. Caronte, enojado, pregunta por la identidad del héroe y muestra su disgusto por haber tenido que recibir a las almas de Alicides (Heracles), Teseo y Pirítoo, que bajaron al infierno con anterioridad. La Sibila muestra la rama de oro a Caronte, que dócilmente les acepta en la barca y los lleva a la orilla opuesta (P3). Al subir Eneas en la barca, esta cruje, dando a entender que los muertos no pesan y él sí. El peso del visitante vivo en oposición a las almas muertas son motivos que retomarán Séneca en Hercules furens y posteriormente Dante en la Divina comedia. La última prueba que Eneas ha de superar es el enorme Cerbero (P4), el perro de tres cabezas y culebras en el cuello (DCerbero). La Sibila, acompañante de Eneas, es la que vence al monstruo arrojándole una torta amasada con miel y adormideras que lo sume en un profundo sueño. P3: convencer a Caronte P4: dominar a Cerbero Virgilio nos muestra entonces lo que podríamos llamar una protoclasificación de las almas, que siglos después perfeccionaría Dante con macabro detalle. Unos junto a otros, tenemos a los niños prematuramente muertos, a los condenados injustamente a muerte y a los suicidas. Se cita entonces a los jueces del inframundo (Djueces), que vuelven a 13

aparecer más adelante. Como en la Odisea, Minos imparte justicia, pero aparece aquí la urna que Minos agita. Dan aquellos puestos jueces designados por la

nec uero hae sine sorte datae, sine iudice, sedes:

suerte; el presidente Minos agita la urna, él

quaesitor Minos urnam mouet; ille silentum

convoca ante su tribunal a las calladas

consiliumque uocat uitasque et crimina discit.

sombras, y se entera de sus vidas y crímenes. Eneida. Libro VI, vv. 431-433.

Tras los suicidas, se hallan los campos llorosos, donde habitan los que sufrieron en vida y sufren en la muerte por amor. En estos campos encuentra Eneas, entre otras, a Fedra y a Pasifae. Se produce también el importante encuentro con Dido, que vaga con la herida, aún abierta, que ella misma se infligió por amor al héroe. Al igual que en el Hades homérico, el rencor es una emoción propia de los muertos, y, como hiciera Ayax con Odiseo, Dido, impasible, no le dirige la palabra a Eneas a pesar de sus súplicas. En los últimos campos, Eneas ve a antiguos guerreros como Tideo, Partenopeo y Adrasto, a guerreros teucros de la guerra de Troya y a combatientes griegos, los cuales huyen despavoridos ante la presencia del héroe. Ni siquiera las almas del infierno se encuentran libres del miedo. El alma de Deífobo, hijo de Príamo, le relata a Eneas el famoso episodio del caballo de Troya. Una vez más, como también ocurre con Anticlea y Agamenón en la Odisea y con Palinuro en la misma Eneida, los vivos han de escuchar por boca de los muertos cómo estos han fallecido. La Sibila y Eneas llegan a una bifurcación del camino: “la de la derecha, que se dirige al palacio del poderoso Plutón, es la senda que nos llevará a los Campos Elíseos; la de la izquierda conduce al impío Tártaro, donde los malos sufren su castigo” (vv. 541-543). El río Flegetonte, rodeado de ardientes llamas, discurre frente a las puertas de “una gran fortaleza, rodeada de triple muralla” (v. 549), dentro de la cual se encuentra el Tártaro, “espantoso precipicio, que profundiza debajo de las sombras el doble de lo que se levanta sobre la tierra el etéreo Olimpo” (vv. 577-579). En una torre de hierro se halla Tisífone, una de las Erinias, encargada de guardar el vestíbulo del Tártaro y castigar a los culpables. Además, ejerce en esta zona su imperio Radamanto, uno de los jueces de las sombras (Djueces).

14

El cretense Radamanto ejerce aquí un imperio

Cnosius haec Rhadamanthus habet durissima regna

durísimo, indaga y castiga los fraudes, y obliga

castigatque auditque dolos subigitque fateri

a los hombres a confesar las culpas cometidas y

quae quis apud superos furto laetatus inani

que vanamente se complacían en guardar

distulit in seram commissa piacula mortem.

secretas, fiando su expiación al tardío momento de la muerte.

Eneida. Libro VI, vv. 566-569.

Según leyendas posteriores, los tres jueces del Hades eran Minos, Radamanto o Radamantis y Éaco. Platón cuenta que Radamantis juzgaba las almas de los orientales, mientras Éaco hacía lo propio con los occidentales, teniendo Minos el voto decisivo.5 Las puertas de la fortaleza se abren, y dentro se encuentran la Hidra, los Titanes, gigantes, incestuosos y otros condenados, entre los cuales habitan Teseo y Piritoo, quienes descendieron estando vivos al Hades, pero solo logró salir el primero, rescatado por Hércules según la mitología. Eneas no llega a adentrarse en el Tártaro y continúa su camino hacia el palacio de Plutón, donde ha de ofrecer la rama de oro a Proserpina. Cuando llegan al zaguán del palacio, Eneas “se rocía el cuerpo con una agua recién cogida y suspende el ramo en el dintel frontero” (vv. 635-636), completando así la ofrenda. El agua queda asociada de algún modo a lo sagrado y a la purificación por ser “recién cogida”, asociaciones que se mantienen en el rito cristiano. Finalmente, llegan a los Campos Elíseos, atravesados por el río Erídano, lugar risueño y apacible, donde se sitúan el sacerdote Tracio, el linaje de Teucro y héroes como Ilo, Asáraco y Dárdano, el fundador de Troya. En los Campos Elíseos moran también “los que recibieron heridas lidiando por la patria, los sacerdotes que tuvieron una vida casta, los vates piadosos que cantaron versos dignos de Febo, los que perfeccionaron la vida con las artes que inventaron y los que por sus méritos viven en la memoria de los hombres” (vv. 660-665). Eneas encuentra el alma de su padre Anquises, que le muestra el río Leteo, donde las almas beben para olvidar antes de regresar a la tierra. A pesar de que intenta abrazarlo tres veces, la imagen se desvanece. Aunque esta escena no es un requisito del tópico, guarda clara semejanza con el encuentro de Odiseo con su madre, por lo que me parece

5. Platón, Gorgias 524a. 15

interesante tener en cuenta ambos fragmentos, que reflejan la naturaleza etérea de las almas de los muertos. Así se expresó. Quise entonces efectuar el

ὣς ἔφατ', αὐτὰρ ἐγώ γ' ἔθελον φρεσὶ μερμηρίξας

designio, que tenía formado en mi espíritu,

μητρὸς ἐμῆς ψυχὴν ἑλέειν κατατεθνηυίης.

de abrazar el alma de mi difunta madre.

τρὶς μὲν ἐφωρμήθην, ἑλέειν τέ με θυμὸς ἀνώγει,

Tres veces me acerqué a ella, pues el

τρὶς δέ μοι ἐκ χειρῶν σκιῇ εἴκελον ἢ καὶ ὀνείρῳ

ánimo incitábame a abrazarla; tres veces se

ἔπτατ'·

me fue volando de entre las manos como sombra o sueño.

Odisea. Canto XI, vv. 205-208.

En la Eneida encontramos: ¡Oh padre! dame tu diestra y no te

[...] da iungere dextram,

sustraigas a mis brazos." Esto diciendo,

da, genitor, teque amplexu ne subtrahe nostro.'

largo llanto bañaba su rostro: tres veces

sic memorans largo fletu simul ora rigabat.

probó a echarle los brazos al cuello; tres la

ter conatus ibi colo dare bracchia circum;

imagen, en vano asida, se escapó de entre

ter frustra comprensa manus effugit imago,

sus manos como un aura leve o como lado

par leuibus uentis uolucrique simillima somno.

sueño. Eneida. Libro VI, vv. 697-702.

Anquises le revela que las almas buenas, después de mil años pierden la memoria y se las manda nuevamente a la tierra en otros cuerpos. El pasaje reproduce la teoría de la transmigración de las almas desarrollada por Platón. También predice Anquises el gran linaje de Eneas: su hijo Silvio (de su futura esposa Lavinia), Camilo, César, Máximo, Serrano, Romano, Marcelo y otros. También le cuenta las batallas a las que está destinado, y cómo habrá de salir victorioso de ellas.6 Al fin del episodio, Eneas sale del infierno por la puerta de marfil del Sueño (S), tras haber cumplido el objetivo de encontrar a su padre (éxito). Hay dos puertas del Sueño, una de cuerno, por

Sunt geminae Somni portae, quarum altera fertur

la cual tienen fácil salida las visiones

cornea, qua ueris facilis datur exitus umbris,

verdaderas; la otra de blanco nítido marfil,

altera candenti perfecta nitens elephanto,

primorosamente labrada, pero por la cual

sed falsa ad caelum mittunt insomnia Manes.

envían los manes a la tierra las imágenes

his ibi tum natum Anchises unaque Sibyllam

falaces. Prosiguiendo en sus pláticas con su

prosequitur dictis portaque emittit eburna,

6. Para más detalle del encuentro con Anquises, cfr. Segura Ramos, Bartolomé. “Descensus ad inferos. Mundo romano”, pp.71-74. 16

hijo y la Sibila, despídelos Anquises por la

ille uiam secat ad nauis sociosque reuisit.

puerta de marfil, desde la cual toma Eneas

Tum se ad Caietae recto fert limite portum.

derecho el camino hacia la escuadra y vuelve

ancora de prora iacitur; stant litore puppes.

a ver a sus compañeros. Dirígese en seguida, costeando la playa, al puerto de Cayeta; allí

Eneida, Libro VI, vv. 893-901

echan anclas y atracan en la orilla.

En la Odisea encontramos ya referencia a estas puertas, aunque no en el canto XI de la invocación de los muertos, sino en el XIX. Hay dos puertas para los leves sueños: una,

δοιαὶ γάρ τε πύλαι ἀμενηνῶν εἰσὶν ὀνείρων·

construida de cuerno; y otra, de marfil. Los que

αἱ μὲν γὰρ κεράεσσι τετεύχαται, αἱ δ' ἐλέφαντι.

vienen por el bruñido marfil nos engañan,

τῶν οἳ μέν κ' ἔλθωσι διὰ πριστοῦ ἐλέφαντος,

trayéndonos palabras sin efecto; y los que salen

οἵ ῥ' ἐλεφαίρονται, ἔπε' ἀκράαντα φέροντες·

por el pulimentado cuerno anuncian, al mortal que

οἳ δὲ διὰ ξεστῶν κεράων ἔλθωσι θύραζε,

los ve, cosas que realmente han de verificarse.

οἵ ῥ' ἔτυμα κραίνουσι, βροτῶν ὅτε κέν τις ἴδηται.

Mas no me figuro yo que mi terrible sueño haya

ἀλλ' ἐμοὶ οὐκ ἐντεῦθεν ὀΐομαι αἰνὸν ὄνειρον

salido por el último, que nos fuera muy grato a mí

ἐλθέμεν· ἦ κ' ἀσπαστὸν ἐμοὶ καὶ παιδὶ γένοιτο.

y a mi hijo. Odisea, Canto XIX, vv. 563-570.

El descenso a los infiernos de Eneas es una experiencia iniciática, que provoca una transformación en del héroe, que afianza su futuro como fundador de Roma gracias a la revelación que sufre en el inframundo. ORFEO. METAMORFOSIS Y HERCULES FURENS. En el libro X de las Metamorfosis, Ovidio narra el descenso de Orfeo (X) a los infiernos. Eurídice, esposa del dios, muere al ser mordida por una serpiente. Orfeo, lleno de dolor, decide bajar al inframundo a recuperarla (O). Sin compañía (no-Y) y valiéndose de la música de su lira, el héroe consigue paralizar el infierno y seducir a Hades y Perséfone (podemos considerarla la prueba P), que aceptan que se lleve a Eurídice con la condición de que no se vuelva para mirarla hasta que no se encuentren fuera del dominio infernal. Ovidio, en las Metamorfosis, hace mención a los condenados en el Hades, aquellos personajes que por ofensa a los dioses sufren castigos eternos. Se repiten los tormentos de la Odisea de Titio (TTitio), Tántalo (TTántalo) y Sísifo (TSísifo), y se añaden los de Ixión 17

(TIxión) y las Bélides o Danaides (TBélides), condenadas a llenar eternamente de agua un barril sin fondo. Al que tal decía y sus nervios al son de sus palabras movía,

talia dicentem nervosque ad verba moventem

exangües le lloraban las ánimas; y Tántalo no siguió buscando

exsangues flebant animae; nec Tantalus undam

la onda rehuida, y atónita quedó la rueda de Ixíon,

captavit refugam, stupuitque Ixionis orbis,

ni desgarraron el hígado las aves, y de sus arcas libraron

nec carpsere iecur volucres, urnisque vacarunt

las Bélides, y en tu roca, Sísifo, tú te sentaste.

Belides, inque tuo sedisti, Sisyphe, saxo.

Metamorfosis. Libro X, vv. 40-44.

En Hercules furens encontramos los castigos de Ixión (TIxión), Sísifo (TSísifo), Tántalo (TTántalo), Titio (TTitio), las Bélides o Danaides (TBélides) y se añaden las hijas de Cadmo y Fineo. Retorciéndose Ixíon es arrastrado por una veloz

Rapitur volucri tortus Ixion rota;

rueda; una enorme roca se asienta sobre la cerviz

cervice saxum grande Sisyphia sedet;

de Sísifo; en medio de un río, con la garganta

in amne medio faucibus siccis senex

seca, un viejo trata de alcanzar las olas; le baña el

sectatur undas, alluit mentum latex.

mentón el líquido y cuando, después de haberlo

fidemque cum iam saepe decepto dedit

engañado ya muchas veces, le da esperanzas, se

perit unda in ore; poma destituunt famem.

desvanece el agua en sus labios; los frutos

praebet volucri Tityos aeternas dapes

engañan a su hambre. Ofrece Titio al ave un

urnasque frustra Danaides plenas gerunt;

eterno banquete y las Danaides tratan en vano de

errant furentes impiae Cadmeides

llenar sus vasijas. Andan errantes en su furor las

terretque mensas avida Phineas avis.

impías hijas de Cadmo y aterroriza a la mesa de Fineo la voraz ave.

Hercules furens, vv. 750-759.

La salida del Infierno se realiza por un sendero ascendente y brumoso (S). Es descrita por Ovidio del siguiente modo, achacando no solo a la impaciencia de Orfeo sino también a su temor la pérdida de la amada. Se coge cuesta arriba por los mudos silencios un sendero,

carpitur adclivis per muta silentia trames,

arduo, oscuro, de bruma opaca denso,

arduus, obscurus, caligine densus opaca,

y no mucho distaban de la margen de la suprema tierra.

nec procul afuerunt telluris margine summae:

Aquí, que no abandonara ella temiendo y ávido de verla,

hic, ne deficeret, metuens avidusque videndi

giró el amante sus ojos, y en seguida ella se volvió a bajar

flexit amans oculos, et protinus illa relapsa est

[de nuevo. Metamorfosis. Libro X, vv. 54-58.

18

En Hercules furens, donde el mito de Orfeo es narrado por el coro al final del acto II, se culpa de la pérdida de Eurídice a la impaciencia de Orfeo. “Marcha hacia arriba, pero con una ley que yo te impongo

'evade ad superos, lege tamen data:

avanza tú detrás a espaldas de tu hombre;

tu post terga tui perge viri comes,

tú no te vuelvas a mirar a tu esposa

tu non ante tuam respice coniugem,

hasta que el claro día no te muestre a los dioses

quam cum clara deos obtulerit dies

y esté ante ti la puerta de Ténaro en Esparta”.

Spartam que aderit ianua Taenari.'

El verdadero amor odia las dilaciones, no las soporta:

odit verus amor nec patitur moras:

y, al tener prisa por mirar a su prenda, la perdió.

munus dum properat cernere, perdidit.

El palacio que pudo ser vencido con cánticos

Quae vinci potuit regia carmine.

vencido podrá ser por la violencia.

haec vinci poterit regia viribus.

Hercules furens, vv. 583-591.

Orfeo, deseoso de ver a su esposa, se gira en el último momento, y en un acto de amor la destruye para siempre. En este caso, el héroe no consigue su objetivo (fracaso) y vuelve del infierno derrotado. Orfeo intenta regresar al Hades, pero en este caso, Caronte se niega a llevarle en la barca por el río y el acceso a los infiernos es esta vez denegado al héroe. HÉRCULES. HERCULES FURENS. Según cuenta la mitología, Hércules ha bajado a los infiernos con la ayuda de Hermes y Atenea (C) con el objetivo de completar el duodécimo y último trabajo de los encargados por Euristeo: capturar al can Cerbero y sacarlo del inframundo. Según cuenta Séneca en Hercules furens (s.I d.C.), en la ausencia del héroe, Lico se ha apoderado del trono de Tebas tras matar a su rey Creonte, padre de Mégara, la esposa de Hércules. Cuando Heracles regresa de los infiernos con Teseo, a quien ha liberado, se venga de Lico dándole muerte. Mientras el héroe realiza un sacrificio a Zeus, Juno, enemiga de Hércules desde su nacimiento, le hace perder la razón, de modo que mata a su esposa e hijos. Cuando Hércules recupera el dominio de sí mismo, desea la muerte, pero finalmente Teseo y Anfitrión consiguen disuadirlo para que vayas a Atenas a purificarse. Podemos hablar de una doble bajada a los infiernos en Hércules furens. Por una parte, tenemos la bajada física, que Heracles (X) realiza junto a Teseo (Y) y de la cual regresa

19

exitoso (éxito), ya que consigue su objetivo: dominar a Cerbero y llevarlo a la superficie (O). Por otro lado, observamos una posterior bajada espiritual a los infiernos, que el héroe (X) realiza solo (no-Y) y debido a la locura con la que Juno le castiga. Este descenso personal sienta un precedente de la posterior evolución del tópico, que se volverá más íntima en los poetas simbolistas malditos del siglo XIX y en la novela urbana del s. XX, la cual nos proporciona “multitud de infiernos personales, héroes degradados para quienes la muerte es la única liberación posible”, como ocurre con Hércules en esta obra. 7 Según cuenta Teseo en su descripción de los infiernos, Heracles supera la prueba del barquero (P) forzándolo con la misma pértiga que Caronte utiliza para desplazarse por el río Leteo, en este caso. Tenemos en primer lugar la descripción de Caronte (Dbarquero), uno de los personajes más emblemáticos del Averno, que no aparece en la Odisea pero es descrito de forma parecida en la Eneida. Guarda este río un repugnante viejo, de porte

hunc servat amnem cultu et aspectu horridus

y aspecto horribles, y transporta a los

pavidosque manes squalidus vectat senex.

despavoridos manes: la barba le cuelga

impexa pendet barba, deformem sinum

descuidada, un nudo sujeta los desaliñados

nodus coercet, concavae lucent genae;

pliegues de su vestido, sus ojos le brillan

regit ipse longo portitor conto ratem.

hundidos. Siendo aduanero, conduce él mismo la barca con una larga pértiga.

Hercules furens, vv. 764-768.

El siguiente fragmento narra cómo Hércules somete al barquero. Además, pone de relieve el carácter de Heracles como paradigma del héroe que vence todas las pruebas, “que nunca soportó un obstáculo”. El hijo de Alcmena, que nunca soportó un

non passus ullas natus Alcmena moras

obstáculo, somete al barquero forzándolo con su

ipso coactum navitam conto domat

propia pértiga y sube a la nave: una barca con

scanditque puppem. cumba populorum capax

capacidad para pueblos enteros se hundió al

succubuit uni: sedit et gravior ratis

peso de uno solo. Se sienta y la embarcación

utrimque Lethen latere titubanti bibit.

con la sobrecarga bebe por ambos lados las aguas del Leteo al vacilar sus costados.

Hercules furens, vv. 773-777.

7. López Gregoris, Rosario, Itinerarios por las literaturas occidentales, p. 17. 20

Es interesante que en el momento en el que Hércules descubre los crímenes contra su sangre que ha cometido, desea morir, lo que contrasta, por ejemplo, con el testimonio de Aquiles que vimos en la Odisea.

Terribles lugares de las Furias y cárcel de los

Dira Furiarum loca

Infiernos y región asignada a la turba

et inferorum carcer et sonti plaga

culpable..., si más allá del Erebo se oculta

decreta turbae— si quod exilium latet

algún lugar de destierro desconocido para

ulterius Erebo, Cerbero ignotum et mihi:

Cérbero y para mí, escóndeme en él, Tierra;

hoc me abde, tellus; Tartari ad finem ultimum

quiero ir al último confín del Tártaro para

mansurus ibo.

quedarme allí... Hercules furens, vv. 1222-1227.

Los personajes suelen describir el infierno como un lugar donde nadie desearía estar, incluso aunque no se encuentren en el Tártaro, la zona más cruel y terrible del Hades. Podríamos quizá interpretar que el infierno espiritual que Heracles vive es aún más terrible que los castigos físicos a los que se podría ver sometido. Recordemos también que el héroe vuelve del infierno habiéndolo dominado y sometido con su fuerza.

21

3.

DESARROLLO DEL TÓPICO EN LA LITERATURA MODERNA

Como comenté al inicio, el mito del descenso o viaje a los infiernos se localizaba geográficamente en la antigüedad clásica. Ocupaba un lugar real en la geografía de la tierra y constituía una prueba más que el héroe debía superar, del mismo modo que durante su travesía abatía a monstruos como Escila y Caribdis o se alzaba vencedor de las luchas por el trono. Las visitas a los infiernos de Odiseo y de Eneas simbolizan, entre otras cosas, la búsqueda del conocimiento y la revelación del destino. Pero a pesar de este poder simbólico, la narración se inserta en la historia como un episodio físico que los héroes han de superar. En la mitología pagana, los castigos del inframundo eran sufridos por aquellos que habían desafiado a los dioses con su hybris, insolencia, y sufrían por ello la ira divina, ajenos sin embargo al concepto de pecado y culpa, centrales en la posterior mitología judeocristiana. Dante, que en su Divina comedia tomó la Eneida como inspiración y modelo, aportó un nuevo enfoque alegórico al viaje a los infiernos. La bajada de Dante guiado por Virgilio, y la posterior ascensión al purgatorio y al paraíso, es decir, toda la obra, constituye una alegoría. En el primer canto, Dante se encuentra perdido en un bosque de tinieblas y es entonces cuando Virgilio aparece y se ofrece a mostrar al poeta los horrores del Infierno para guiarlo después por el Purgatorio y llevarle ante Beatriz en el Paraíso. El hombre, confundido, perdido en una selva de pecado conoce los horrores del infierno, purga su alma y alcanza finalmente la salvación. La obra de Dante constituye un punto de unión magistral entre la religión pagana y la judeocristiana. Virgilio es guía y Eneas el modelo admirado de héroe, pero toda la obra se concibe desde la concepción cristiana, en la que los conceptos de castigo y culpa se unen indisolublemente. En contraste con la antigüedad clásica, cuya concepción del infierno es en general horizontal (aunque admite cierta antítesis entre los positivo y lo negativo) 8, Dante establece una total verticalidad, en la que los espacios, los pecados y los castigos se encuentran unos por encima de otros, ordenados de forma vertical espacial y moralmente. Apunta López Gregoris, a la que seguiré a rasgos generales en este apartado, que llegado un momento, “el infierno deja de estar localizado espacialmente para convertirse en una vivencia personal” para más tarde volver “a la iconografía espacial, tomando esta vez la escenografía urbana”. 9 8. Brioso Sánchez, Máximo, op. cit., p.26. 9. López Gregoris, Rosario, op. cit., p.13.

22

La llegada del siglo XIX y de la ciencia aporta un nuevo enfoque al tópico. La obra de Julio Verne Viaje al centro de la tierra puede ser considerada un descenso a los infiernos10, con la particularidad de que “desacraliza el motivo trascendental e iniciático que hasta entonces tenía La bajada a los infiernos”. El viaje en Verne se hace más explícito y literal y menos simbólico, “se convierte en una aventura volcánica, que afecta al héroe de una forma racional: la toma de conciencia del científico europeo del s.XIX de que hay regiones del planeta que aún no tiene dominadas”.11 Esta desacralización del tópico dio lugar a la necesidad de recuperar su fuerza trascendente. Los poetas fueron los encargados de metaforizar el infierno y colocarlo a nuestro alrededor, en los demás o en nosotros mismos. Los poetas malditos franceses como Rimbaud (Una temporada en el infierno) y Baudalaire (Las flores del mal), ambos de finales del siglo XIX, buscaron una forma de escapar al infierno vital mediante sustancias, exotismos o infiernos personales. Un ejemplo de infierno metafórico y de horror personal es De profundis, de Oscar Wilde, su carta desde la cárcel, donde fue confinado acusado de corromper a la juventud a causa de su relación homosexual. La obra narra el proceso completo de degradación física y espiritual del poeta. Junto a los numerosos infiernos personales que el siglo XX nos proporciona, encontramos que la escenografía infernal es el propio mundo que rodea al protagonista, ya sea la nueva ciudad urbana o el recorrido mórbido del río Congo en El corazón de las tinieblas, caso que utilizaré para analizar la influencia del mito clásico en la posterior literatura occidental. EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS, DE JOSEPH CONRAD Generalmente, suele interpretarse El corazón de las tinieblas como una representación simbólica de la exploración del mal escondido en la profundidad del ser humano. Sin embargo, como apunta Lillian Feder en su ensayo “Marlow’s Descent into Hell”, en el que me basaré, el lenguaje que Conrad usa en su novela no es el de la psicología, sino el simbolismo y las imágenes propias del viaje al Hades clásico. 10. Para ver una explicación completa, cf. López Gregoris, Rosario. Julio Verne y Virgilio pasean por el infierno. Viaje al centro de la Tierra y otras reescrituras clásicas”. En Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, Nº 1, 2009, pp. 209-226. 11. López Gregoris, Itinerarios por las literaturas occidentales, pp.16-17. 23

En primer lugar, tenemos al marinero Marlow (X), el protagonista que efectúa esta metafórica bajada a los infiernos. Marlow viaja acompañado por otros miembros de la compañía colonial de marfil, pero su descenso es en realidad personal y solitario (noY). La compañía belga le ha asignado a Marlow una misión: navegar a lo largo del río Congo hasta llegar a la base donde se encuentra Kurtz, uno de los empleados de la compañía (O). Este objetivo se va transformando y se convierte en la necesidad de Marlow de dar con Kurtz y hablar con él (O’), al igual que Odiseo busca dialogar con Tiresias o Eneas con su padre Anquises. Antes de embarcar, Marlow ha de ir a las oficinas de la compañía en Bruselas, ciudad que en la novela no se menciona explícitamente pero que se describe como “un sepulcro blanqueado” (p.26). La situación de la oficina parece un preludio de la atmósfera infernal que rodeará al héroe en su viaje por la selva. Podríamos entender la oficina de Bruselas como un portal al inframundo. Una calle estrecha y desierta, en profunda

A narrow and deserted street in deep

oscuridad,

innumerables

shadow, high houses, innumerable windows

ventanas con persianas venecianas, un

with venetian blinds, a dead silence, grass

silencio sepulcral, hierba despuntando entre

sprouting between the stones, imposible

las piedras, imponentes arcos a derecha e

carriage archways right and left, immense

izquierda, inmensas puertas de doble hoja

double doors standing ponderously ajar

entreabiertas.

(p.14).

casas

altas,

Una vez atraviesa las puertas de la oficina, Marlow encuentra a dos mujeres sentadas que hacen punto con lana negra. Cuando va a salir de la oficina, una de ellas, la vieja, es descrita del siguiente modo: Parecía saberlo todo acerca de ellos [dos

She seemed to know all about them [two youths]

jóvenes] y también acerca de mí. Un cierto

and about me, too. An eerie feeling came over

desasosiego se apoderó de mí. Parecía haber

me. She seemed uncanny and fateful. Often far

en ella algo misterioso y fatídico. A menudo,

away there I thought of these two, guarding the

cuando estaba lejos, pensaba en aquellas

door of Darkness, knitting black wool as for a

dos, guardando la puerta de las Tinieblas,

warm

haciendo punto con lana negra como un

continuously

cálido

scrutinizing the cheery and foolish faces with

paño

mortuorio;

la

una,

pall,

one to

introducing, the

unknown,

introducing the

other

24

introduciendo, introduciendo continuamente

unconcerned old eyes. Ave! Old knitter of black

a lo desconocido; la otra, escrutando los

wool. Morituri te salutant. Not many of those she

alegres y estúpidos rostros con ojos viejos e

looked at ever saw her again—not half, by a long

indiferentes. ¡Ave! Vieja tejedora de lana

way (pp.15-16).

negra. Morituri te salutant. No muchos de aquellos a los que ella miró la volvieron a ver; ni, con mucho, la mitad.

En primer lugar, extraemos de este párrafo clave el reconocimiento por el propio Conrad de la oficina como “la puerta de las Tinieblas”. En segundo lugar, se desprende la relación entre las dos mujeres y la figura de la consejera-maga (C), como Circe o la Sibila de Cumas, ya que una de las mujeres introduce a lo desconocido y, además, Conrad utiliza el saludo latino, lo que nos pone en relación con la obra de Virgilio. Las dos últimas frases nos recuerdan a las palabras que la Sibila de Cumas dirige a Eneas: “fácil es la bajada al Averno; día y noche está abierta la puerta del negro Dite; pero retroceder y restituirse a las auras de la tierra, esto es lo arduo; pocos [...] pudieron lograrlo” (Eneida, vv. 124-131). Recordemos que en la Eneida, una de las pruebas/requisitos que Eneas debía cumplir antes de acceder al infierno, era enterrar a Miseno. En El corazón de las tinieblas Marlow busca los restos de su predecesor en el cargo y se ve impulsado a enterrarlo.

Después nadie pareció preocuparse mucho

Afterwards nobody seemed to trouble much

de los restos de Fresleven, hasta que llegué y

about Fresleven’s remains, till I got out and

ocupé su puesto. No podía dejarlo ahí. Pero

stepped into his shoes. I couldn’t let it rest,

cuando por fin tuve la oportunidad de

though; but when an opportunity offered at

encontrar a mi predecesor, la hierba que

last to meet my predecessor, the grass

crecía a través de sus costillas era tan alta

growing through his ribs was tall enough to

que cubría sus huesos. Estaban todos allí. El

hide his bones. They were all there. The

ser sobrenatural no había sido tocado tras la

supernatural being had not been touched

caída.

after he fell (p. 13).

En la identificación del viaje de Marlow como un descenso a los infiernos, la atmósfera descrita por Conrad es fundamental. El paisaje es tenebroso, de hecho, la palabra gloomy (penumbra) se repite con frecuencia a lo largo de la obra. El río es primitivo, porque devuelve a los orígenes del ser humano y a las cuestiones últimas de la existencia. El camino es misterioso y hostil, alejado de lo conocido y cargado de 25

connotaciones sobrenaturales. Marlow dice: “me pareció haber penetrado en el tenebroso círculo de algún Infierno” (p.24). Aquí tenemos la descripción D del infierno.

Remontar aquel río era como volver a los

Going up that river was like traveling back

inicios de la creación cuando la vegetación

to the earliest beginnings of the world, when

estalló sobre la faz de la tierra y los grandes

vegetation rioted on the earth and the big

árboles eran reyes. Una corriente vacía, un

trees were kings. An empty stream, a great

gran silencio, una selva impenetrable. El aire

silence, an impenetrable forest. The air was

era caliente, denso, pesado, perezoso. No

warm, thick, heavy, sluggish. There was no

había alegría en el resplandor del sol. Los

joy in the brilliance of sunshine. The long

largos tramos del canal fluían, desiertos, en

stretches of the waterway ran on, deserted,

la penumbra de las grandes extensiones [...]

into the gloom of overshadowed distances

hasta que uno creía estar embrujado y lejos

[…] till you thought yourself bewitched and

de todas las cosas que una vez ha conocido,

cut off for ever from everything you had

en alguna parte, lejos... en otra existencia

known once—somewhere—far away—in

quizá.

another existence perhaps (p.48).

Recordemos que en la Eneida, cuando Eneas acaba de entrar en el Averno, Virgilio lo compara con un bosque o selva: Solos iban en la nocturna oscuridad,

Ibant obscuri sola sub nocte per umbram

cruzando los desiertos y mustios reinos de

perque domos Ditis uacuas et inania regna:

Dite, cual caminantes en espesa selva a la

quale per incertam lunam sub luce maligna

incierta claridad de la luna, cuando Júpiter

est iter in siluis, ubi caelum condidit umbra

cubre de sombra el firmamento y la negra

Iuppiter, et rebus nox abstulit atra colorem.

noche roba sus colores a todas las cosas. Eneida, Libro VI, vv. 268-272

Por supuesto, el río Congo, “fascinante, mortífero, como una serpiente”, cuyo nombre no se menciona explícitamente en la novela, puede ser fácilmente identificado con las corrientes de agua que bañaban el Hades griego. La idea de Marlow atravesando el pesado río, en un ambiente tenebroso y opresivo puede resultarnos muy parecida a la imagen de Eneas introduciéndose en la barca de Caronte. A lo largo de la novela, la condición inhumana de los nativos en el Congo es descrita de manera aterradora, similar a la turba de almas clásica que se agitaban en el inframundo. Tenemos, por tanto, los tormentos propios del mito infernal (T).

26

Negras sombras acurrucadas, tumbadas,

Black shapes crouched, lay, sat between the

sentadas entre los árboles, apoyadas sobre

trees leaning against the trunks, clinging to

los troncos, aferradas a la tierra, medio

the earth, half coming out, half effaced

visibles, medio ocultas por la tenue luz, en

within the dim light, in all the attitudes of

todas las posiciones de dolor, abandono y

pain, abandonment, and despair […] they

desesperación [...] ahora no eran nada

were nothing earthly now, –nothing but

terrenal; nada más que negras sombras de

black shadows of disease and starvation,

enfermedad

lying confusedly in the greenish gloom (p.

e

inanición

que

yacían

confusamente en la penumbra verdosa.

24).

A medida que Marlow se va adentrando en la selva, se aproxima a las tinieblas, “penetrábamos más y más profundamente en el corazón de las tinieblas” (p. 50), y la similitud entre Infierno y Congo es cada vez mayor. Cuando Marlow por fin llega hasta Kurtz, este se revela como un símbolo del triunfo de los poderes de la oscuridad. La cuestión era saber a qué pertenecía él,

The thing was to know what he beloged to,

cuántos

le

how many powers of darkness claimed him

reclamaban como suyo. [...] Había tomado

for their own. […] He had taken a high seat

un alto puesto entre los demonios de la

amongst the devils of the land – I mean

tierra. Literalmente.

literally (p.70).

poderes

de

las

tinieblas

Kurtz no es el Demonio sino una sombra, que tuvo una existencia previa en el mundo fuera del infierno colonial. A menudo Marlow se refiere a él como una sombra, “the shade”, en una ocasión aparece con la “s” mayúscula, como si “Shade” hubiera sustituido a su nombre propio. Se puso de pie, tembloroso, alto, pálido,

He rose, unsteady, long, pale, indistinct, like

confuso, como un vapor exhalado por la

a vapour exhaled by the earth, and swayed

tierra, y se tambaleó ligeramente delante de

slightly, misty and silent before me (p.93).

mí, nebuloso y en silencio.

Kurtz es un viajero que se adentró en el infierno pero que no logró salir de él, quedando para siempre retenido por las tinieblas. Existe cierto paralelismo con Pirítoo, que bajó al Hades con Teseo, pero solo este último pudo ser rescatado por Hércules. Por falta de espacio, no voy a detenerme en analizar el elemento mítico de las pruebas que el héroe que baja a los infiernos debe superar en El corazón de las tinieblas. Gran 27

parte de la novela consta de la narración de enfermedades, ataques de indígenas y otros obstáculos que se desarrollan a lo largo de la travesía. El elemento P se verifica sin duda. Tras la muerte de Kurtz, Marlow vuelve definitivamente a la “civilización”, lo que equivale a la salida del infierno (S), que se produce con éxito, ya que el protagonista verdaderamente consigue su objetivo, si bien dista mucho de las expectativas iniciales. En efecto, la experiencia vivida y el conocimiento adquirido transforman completamente a Marlow de forma negativa, al igual que ocurre, por ejemplo, en el mito de Orfeo, a pesar de que él no consigue su objetivo. Me encontré de regreso en la ciudad

I found myself back in the sepulchral city

sepulcral, donde me molestaba la vista de la

resenting the sight of people hurrying

gente apresurándose por las calles para

through the streets to filch a little money

sacarse un poco de dinero unos a otros, para

from each other, to devour their infamous

devorar sus infames alimentos, para tragar

cookery, to gulp their unwholesome beer, to

su insalubre cerveza,

sus

dream their insignificant and silly dreams.

insignificantes y estúpidos sueños. Se

They trespassed upon my thoughts. They

entrometían en mis pensamientos. Eran

were intruders whose knowledge of life was

intrusos cuyo conocimiento de la vida era

to me an irritating pretence, because I felt so

para mí una irritante pretensión, porque

sure they could not possibly know the things

estaba seguro de que era imposible que

I knew (p. 102).

para

soñar

supieran las cosas que yo sabía.

El último paso que cierra el viaje al Averno de Marlow es el encuentro con la prometida de Kurtz. El choque que sufre Marlow se hace especialmente patente en contraste con ella, que recuerda a Kurtz como un hombre idealista, excepcional y modélico. Ella no ha sufrido un encuentro con las tinieblas, y sigue guardando culto a un ideal muerto. “La última palabra que pronunció fue el nombre de usted” (p. 110), miente el capitán Marlow. “¡Lo sabía! ¡Estaba segura!... Lo sabía. Estaba segura” (p.111), contesta ella, ajena a toda la evolución de Kurtz, a su descenso a las tinieblas, al horror.

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BIBLIOGRAFÍA

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López Gregoris, Rosario. Itinerarios por las literaturas occidentales. Segura Ramos, Bartolomé. Descensus ad inferos. Mundo romano. En Piñero Ramírez, Pedro M. (ed.), Descensus ad Inferos, pp. 55-74. Universidad de Sevilla, 1995. Wikipedia.es

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