Análisis de los cambios socio-políticos en Egipto a través de su cine

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Análisis de los cambios socio-políticos en Egipto a través de su cine

Luis Olano Ereña

XIX Simposio de la Sociedad Española de Estudios Árabes Premio SEEA para “Jóvenes Investigadores” Sevilla, 5-7 Octubre de 2012

Breve comentario previo sobre los paradigmas de la representación icónica de lo árabe islámico. Episodios recientes. Desde los años cincuenta, con la fundación del Estado de Israel y el estallido de la primera Guerra Árabe-Israelí, el ciudadano árabe se convierte en el otro hostil, sobre todo, en el gran aparato de propaganda que es el cine de Hollywood y en la televisión. Las pantallas se llenan de árabes y palestinos, desposeídos de todo rasgo de humanidad, que amenazan mediante las armas y el terrorismo la apacible vida de sus enemigos, ya sean israelíes, norteamericanos o europeos. La Revolucion Iraní de 19791 primero y, más adelante, desde el final de la Guerra Fría y con el trasfondo de la teoría del Choque de Civilizaciones, el mundo árabe-islámico se perpetuará en el imaginario (fotográfico, televisivo, cinematográfico) como el enemigo cultural y político de occidente. Más recientemente, este imaginario se vio reforzado tras los atentados del 11-S y la subsiguiente invasión de Irak. Como parte de su política en Oriente Medio, el cine y la televisión estadounidense equipararon al ciudadano árabe con el terrorista, el miliciano fundamentalista y expandieron el miedo a la yihad, en una reinterpretación del término coránico2. Las revueltas o rebeliones civiles de 2011 suponían un cambio en el paradigma de representación del mundo árabe-islámico en la pantalla global que hacía peligrar el imaginario de otro hostil que durante años trataba de implantar la industria del audiovisual estadounidense. Sin embargo, la reciente crisis de las embajadas u oleada de protestas por la aparición del video antiIslam -sin entrar a discutir sur causas profundas- parece frenar este proceso de cambio de paradigma o de imaginario que hemos descrito, propiciado por las revueltas de 2011. Las televisiones occidentales se han apresurado a mostrar y difundir las imágenes en las que apenas unos miles de militantes exaltados, algunos de ellos armados, incendiaban banderas norteamericanas y asaltaban legaciones extranjeras. Esas mismas televisiones llevan meses sin prestar atención a las huelgas obreras, protestas de mujeres o estudiantes que se siguen produciendo en Egipto y Túnez en el marco de sus “revoluciones inconclusas”. Por ello hemos considerado que era urgente preparar un texto que ponga en relación el universo de la imagen con las rebeliones civiles de 2011, centrándonos en el caso egipcio, por su peso histórico, político, demográfico y cultural en la historia del mundo árabe islámico. Por último, reiterar que es significativa la capacidad de influir del relato audiovisual -en este caso un exabrupto de doce minutos difundido por Youtube titulado “La inocencia de los musulmanes”- en estas sociedades con grandes masas de población analfabeta. 1 Cabe señalar que uno de los episodios clave fue la crisis de los rehenes de la embajada de EEUU en Teherán (noviembre 1979-enero 1981). 2 Recomendamos la lectura de dos trabajos de investigación: Jack Shaheen. Reel bad Arabs: how Hollywood vilifies a people. New York: Olive Branch, 2001. Lina Khatib. Filming the modern Middle East: politics in the cinemas of Hollywood and the Arab world. London-New York: I.B. Tauris, 2006.

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Una revolución popular e inevitable En Occidente, debido a la información sesgada que aportan los medios de comunicación generalistas y a ciertos posos de orientalismo académico, estamos (mal)acostumbrados a una visión del mundo árabe y sus sociedades como monolíticas y retrógradas, inmóviles en lo que a luchas sociales y demandas de derechos y democracia se refiere. O, más aún, se piensa que son sociedades beligerantes habitadas por barbudos extremistas religiosos. Poco o nada sabemos de sus levantamientos populares, democráticos y revolucionarios, como el progreso cultural que supuso la Nahda a principios del siglo XX, o los nacionalismos que dirigieron la necesaria descolonización y trataron de extender la reforma agraria y numerosas mejoras sociales, o las revueltas del pan de finales de los años setenta, o la ola de solidaridad pan-árabe con la causa Palestina o las protestas anti-belicistas que siguieron a la invasión norteamericana de Irak o la Guerra del Líbano en 2006. Es lógico, por tanto, que apenas tuviéramos noticia de los movimientos en pro de la democracia y en contra de las violaciones de los derechos humanos cuando tenían como escenario regímenes árabes aliados de las potencias europeas y de los Estados Unidos de América y que llevaban más de una década fraguándose en Egipto, Siria, Túnez... Sin embargo, si sencillamente hubiéramos seguido con atención lo que escribían numerosos pensadores 3, escritores, activistas o periodistas árabes e incluso a algunos de los más reputados arabistas o analistas políticos occdentales, nunca diríamos que la llamada “primavera árabe” ha sido un movimiento espontáneo e impredecible y debido, según el cliché, a la difusión de las nuevas tecnologías y el acceso de su población joven a las redes sociales. “El régimen podía parecer “tolerable” mientras funcionaba la válvula de seguridad que representaba la emigración en masa de los pobres y de las clases medias hacia los países petroleros. El agotamiento de ese sistema (debido a la sustitución de los inmigrantes provenientes de países árabes por inmigrantes asiáticos) provocó el resurgimiento de las resistencias. Las huelgas obreras de 2007 –las más importantes del continente africano desde hace 50 años-, la resistencia obstinada de los pequeños campesinos amenazados de expropiación por el capitalismo agrario, la formación de círculos de protesta democrática en las clases medias (los movimientos Kefaya y del 6 de abril) anunciaban el inevitable estallido –esperado en Egipto, a pesar de que sorprendió a los “observadores extranjeros”.4

Todavía es muy pronto para dar una interpretación acabada de la ola de cambios que se está dando en el mundo árabe. Eso corresponde al tiempo histórico. Los regímenes autocráticos de Ben Ali en Túnez y Mubarak en Egipto han caído tras la revuelta: nos referimos por supuesto al descabezamiento del régimen, ya que las viejas estructuras están realizando las maniobras necesarias para mantenerse en el poder 5. Es incluso temprano para decidir un nombre para este 3 Lola Infante. “Egipto, entre el sable y el turbante”. Revista de Libros, 174, (2011) pp. 20-22. 4 Samir Amin. ¿Primavera árabe? El mundo árabe en la larga duración. Trad. Julia Calzadilla. Barcelona: El Viejo Topo, 2011, p.20. 5 En Egipto, a fecha de septiembre de 2012, gobierna el presidente Mohammed Morsi, del Partido Libertad y Justicia fundado por los Hermanos Musulmanes. En Agosto de este año decidió revocar la declaración constitucional gracias a la cual la Junta Militar gobernó de facto el país desde la salida de Mubarak (11 de Febrero de 2011).

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proceso6. Tuvimos ocasión de asistir a una conferencia impartida por el profesor emérito de la UAM, arabista especializado en el mundo árabe-islámico contemporáneo, Pedro Martínez Montávez. Nos informaba que los propios árabes protagonistas de este proceso, principalmente en Egipto, habían preferido utilizar los términos “revuelta” o “rebelión civil”.

La revuelta egipcia tiene su comienzo en una manifestación convocada el 25 de enero de 2011 a través de Internet. Ese día era festivo en el calendario pero muchos egipcios no sabían muy bien por qué. No obstante la convocatoria no había elegido un día al azar: ese día se honraba a la policía egipcia, institución verdaderamente impopular. El aparato represor del Estado había acumulado cientos de denuncias por tortura y más aún desde la generalización de las imágenes que probaban dichos actos. Generalmente, el abuso policial se cernía sobre las clases sociales más desfavorecidas, algo lógico en un país muy jerarquizado y clientelista como Egipto. Sin embargo en el año 2010 le tocó el turno a Khaled Said, un joven de clase media, brutalmente asesinado por la policía alejandrina durante los interrogatorios en comisaria. El detonante de las protestas que sucedieron a su muerte fue la circulación viral vía Internet de la imagen de su cadáver desfigurado pero también el hecho de que se tratara de un integrante de las clases acomodadas. Dos importantes miembros del entorno del contrapoder en Egipto, Wael Ghoneim, ejecutivo de Google y ciberactivista, y Muhammad al-Baradei, premio Nobel de la paz, participaron en las movilizaciones posteriores a su muerte, reclamando justicia y, por primera vez, la cabeza de los responsables: de los mandos policiales, pero también Mubarak y su ministro del Interior. El grupo We are all Khaled Said7, que dirigió las protestas, se coordinó con el Movimiento de Jóvenes del 6 de Abril8, un grupo de presión política, formado en su mayoría por jóvenes urbanos, que había surgido en apoyo de las huelgas de 2008 protagonizadas por los trabajadores y trabajadoras de la fábrica textil de Ma¬alla. Este grupo fue uno de los principales convocantes de las manifestaciones del 25 de enero de 2011. A los tres días (el 28 de enero, Viernes de la Ira), las manifestaciones se habían extendido por todo el país y ya eran millones los egipcios que se habían echado a la calle, pese a la interrupción por parte del Estado de los servicios de Internet y telefonía móvil. Dieciocho días fue la duración de lo que muchos egipcios, como el cineasta afincado en España Basel Ramsis, llaman la primera fase de la revolución, que culminó con la renuncia de Mubarak. Durante estos dieciocho días, además de pedirse la marcha de Mubarak se enarboló una consigna unánime: “pan, libertad y justicia social”.

Usaremos revuelta popular, rebelión civil e indistintamente revolución, como traducción de la palabra ¢awra, que es la que usan los protagonistas, árabes egipcios, de la acción en la calle, no tanto por los resultados obtenidos hasta el presente, si no por su voluntad de transformación radical de las instituciones y de la forma de gobierno. Rechazamos el uso del término de Primavera Árabe, acuñado por la prensa occidental. En Egipto se conoce como Revolución del 25 de Enero. 7 https://www.facebook.com/elshaheeed.co.uk [Consultado: Junio 2012]. 8 https://www.facebook.com/shabab6april [Consultado: Junio 2012]. 6

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El cine egipcio como espejo de su sociedad

El cine, junto con los nuevos medios digitales, cómo fenómeno sociocultural, es clave en una sociedad donde la imagen y el sonido es de suma importancia por las altas tasas de analfabetismo (a pesar de que desde la tradición orientalista se ha subrayado el antagonismo entre Islam e imagen figurativa...) En Egipto particularmente, lo evidencia el peso y el prestigio de su centenaria industria cinematográfica. Y por lo tanto, consideramos que el cine es una herramienta válida para entender y explicar desde un punto de vista académico las leyes que codifican dicha sociedad y los cambios que esta experimenta. No queremos decir que las películas muestran la realidad social de Egipto de manera fidedigna, en el sentido notarial de la palabra, ni que hayan provocado directamente el estallido de la revuelta popular, pero sí constatamos que es posible desde las ciencias sociales, un estudio multidisciplinar de cada obra cinematográfica en toda su extensión y polisemia (técnica, contenido, contexto de su producción y exhibición, acogida del público), y localizar elementos que ilustren una influencia bidireccional entre el cine egipcio de la última época y su sociedad. A través de un análisis de las películas de este periodo (2000-2011), atendiendo tanto al cine popular y comercial como al cine de autor e independiente, se pretende identificar los ingredientes de la crisis, las causas de la indignación y el hartazgo de una sociedad, en definitiva, las claves de una revolución inevitable y también a sus actores: movimientos de oposición, trabajadores, clases medias empobrecidas y grandes masas de población sin recursos, jóvenes, mujeres... El cine egipcio de esta última década se ha ido impregnando de este clima de agotamiento, denuncia y resistencia frente al sistema; ha canalizado el sentir colectivo, dando lugar a temáticas cada vez más sociales y mostrando, en ocasiones abiertamente la brutalidad del régimen, en el cine más popular e, incluso, dando lugar a un cine independiente que va más allá del enfrentamiento con los censores; y que se produce al margen de la legalidad, rodando sin permisos con métodos cercanos al documental. El análisis multidisciplinar de una película desde las ciencias sociales permite conocer la vida cotidiana de los pueblos y sociedades que la protagonizan. Pero también, a otro nivel, una película -que supone el reflejo de la realidad tal y como la procesa la imaginación de su director- nos permite explorar los deseos y temores de sus autores, de las sociedades que muestra, e incluso de los nuestros propios con respecto a éstas. Como afirma el crítico de cine estadounidense y teórico del documental Bill Nichols: “Toda película es un documental. Incluso la más caprichosas de las ficciones da evidencia de la cultura que la produjo y reproduce los rasgos y apariencia de las personas que actúan en ella.”9 9 Bill Nichols. Introduction to documentary. Bloomington: Indiana University Press, 2001, pp.1-2

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“Si aceptamos que el cine es un espejo de la sociedad en que nace, el cine de Oriente medio es forzosamente un cine profundamente político, no porque la mayoría de sus películas traten asuntos políticos, -al contrario, el cine político como género está prohibido en gran parte de estos países, sino porque se ha desarrollado en medio de una crisis regional que ha influenciado la perspectiva o forma de mirar hacia el mundo de sus creadores; porque sus temas reflejan los misterios de las formas de vida en Oriente Medio; porque, incluso en las más comerciales y ligeras comedias egipcias, muestra la vida cotidiana de los habitantes de esta región. Es eminentemente político porque ha sido usado como un instrumento político: por el Estado como una herramienta de propaganda; por la oposición como medio de protesta contra la política nacional; por los individuos como el último medio para expresar sus preocupaciones en países donde la libertad de expresión está bastante restringida”.10

Para aportar un compendio completo del cine egipcio contemporáneo, se debe tener en cuenta por un lado el cine independiente o de autor, que siempre ha captado la atención de los críticos y estudiosos: “[…] el cine independiente sigue siendo la voz de Oriente Medio. Y lo que es aun más importante, refleja las opiniones, preocupaciones y deseos de las sociedades medio orientales, ofreciéndonos una imagen diferente a la oficial. El cine, como manifiesta Amos Gitai, no cambiará el mundo pero puede ser el medio para decir a todos los mecanismos que somos activos, que no participamos en su juego y que vamos a proponer otra lectura de las cosas” 11.

Pero por otro lado es importante recuperar el cine popular o comercial, más alejado de los festivales y poco valorado por la crítica, precisamente porque puede aportar datos mucho más reveladores para el análisis social: “El cine popular se caracteriza por su gran atractivo para las masas debido a (entre otros elementos) sus recurrentes estructuras dramáticas, sus actuaciones rituales y algunos casi arquetípicos y contradictorios estereotipos. Siendo un producto de la realidad profunda de sus productores y consumidores, y siguiendo a veces algunas de las más comunes estrategias de distinción y exclusión, el cine popular ofrece una aparentemente trivial pero descarada y desdeñosa representación que pareciera constantemente oscilar entre el realismo referencial y los códigos simbólicos, metafóricos y alegóricos. La “corrección política”, por tanto, solo se aplica de manera superficial y es susceptible de contradecirse en una obra. Es esta capacidad de producir significados culturales y sociopolíticos la que convierte al cine popular en un emocionante campo de estudio.”12

Viola Shafiq tal vez sea una pionera, con su trabajo Popular Egyptian Cinema, a la hora de abordar intelectualmente el corpus que forma el cine comercial para extraer una lectura en términos de clase social, género y nación y de como el pueblo egipcio entiende estas coordenadas y como son expresadas en su cinematografía (tarea que ya había iniciado con la publicación en 1998 de Arab Cinema: History and Cultural Identity . La falta de miradas a esta cinematografía quizá se deba a la labor de los críticos internacionales que tradicionalmente han apartado al cine comercial egipcio (y otros cines nacionales) del circuito del “World Cinema” o simplemente han criticado su escasa calidad fílmica y narrativa en detrimento del cine de autor13. “Como cualquier cine mundial, la producción cinematográfica egipcia se divide en tendencias dominantes o asentadas y nuevas orientaciones, y también como en cualquier cine mundial, la tendencia que predomina es la comercial. En Egipto y para la nación árabe, esto quiere decir películas para el consumo de masas que carecen de un estilo personal a la hora de expresar una visión de la vida o del mundo. Lo cual no significa que las películas comerciales no reflejen realidades sociales o políticas -de hecho tal vez reflejen estas realidades con una claridad mayor que las películas de autor.”14 10 Anna Apostolidou. “The Middle Eastern Cinema”. Middle East Bulletin. Media in the Middle East: Changing realities, 6, (2007) pp. 16-19. 11 Op. Cit. p.19. 12 Viola Shafiq. Popular Egyptian cinema: gender, class, and nation. Cairo-New York: AUC Press, 2007. 13 Walter Armbrust. “New Cinema, Commercial Cinema, and the Modernist Tradition in Egypt”. Alif: Journal of Comparative Poetics, 15, (1995). pp. 81-129. 14 Samir Farid. Huwīyat al-Sīnima al-‘Arabīyya. Beirut: Dār al-Farābī, 1988.

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La fuerza con que el cine y la radio entró en el mundo árabe y en Egipto en particular tiene mucho que ver con algo idiosincrásico a esta cultura, muy apegada a la melodía de la tradición del relato oral pero también sin duda con el hecho del enorme alcance del analfabetismo en ese mundo. Sucede además que el ataque a las Torres Gemelas el 11 de Septiembre de 2001 definió de golpe al mundo árabe islámico como el otro hostil en el marco de nuevos paradigmas anunciados por personajes como S. Huntington que sentenciaron que había terminado la bipolaridad mundial del siglo XX fundamentada en visiones del mundo marxista y antimarxista o liberal para entrar en la etapa del choque de civilizaciones. El cine y por extensión el relato audiovisual es una ventana excepcional para entender los valores, la lógica de conducta de ese “otro” que fue el mundo árabe islámico (cuando el Imperio Otomano se convirtió en el enemigo bélico del futuro proyecto de la Europa cristiana, que se subía al carro del Renacimiento, de la Ilustración y de la colonización) con el fin de romper esa perversa visión que sigue categorizando mediante la oposición a culturas condenadas a compartir un mundo cada vez más transnacional, globalizado y cosmopolita, culturas en continuo conocimiento, encuentro, contacto, roce, trasvase, diálogo e intercambio. El peso social en ese mundo árabe, del cine, de la televisión, con esos skylines constelados de parabólicas y esa singularidad compleja y contradictoria que es Al-Jazeera, la influencia aún de las radios, y ahora de Internet en este siglo XXI, exige que el fenómeno se estudie en su conjunto y en sus aspectos particulares con métodos que se escapan de las urgencias del periodismo y deben pasar por los departamentos universitarios donde los métodos de trabajo aúnan o deberían el rigor con la independencia puesto que no se depende, por ejemplo, de que la línea editorial del medio periodístico “reclame” o “no reclame” una intervención armada, ayer en Irak, hoy en Siria... Reivindicamos aquí la urgencia de que desde el último cine a fenómenos tan recientes, pero herederos de la narrativa fílmica como los vídeos de intervención o agitación en la red que tendrán un papel tan importante en la llamada “primavera árabe”, pasen a contemplarse en el ámbito académico como ya hemos dicho.

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Tres películas egipcias que anunciaron la Revolución del 25 de Enero

Para abordar el análisis y la reflexión en torno a la revuelta y su contexto más cercano, el de la última década, hemos elegido tres películas: El Edificio Yacobian, Mujeres de El Cairo y Microphone. Por un lado se ha seguido un criterio cronológico seleccionando una película de 2006, una de 2009 y otra de 2010. Las dos primeras han seguido los cauces habituales y oficiales del sistema cinematográfico egipcio, pero mientras que la primera contó con

un abultadísimo

presupuesto (y también un elevado rendimiento y beneficio) que la convirtió en la mayor superproducción árabe hasta la fecha de su estreno, la segunda se ajusta más a los cánones del cine de autor. Ambas han sido estrenadas en cines comerciales en el extranjero, incluyendo España. La tercera película pertenece al ámbito del cine independiente y en España solo hemos tenido ocasión de verla en festivales. El Edificio Yacobian nos sirve para esbozar la situación sociopolítica de Egipto previa a la Revolución de 2011 y Mujeres de El Cairo y Microphone para fijarnos en algunos de los actores que han protagonizado la revuelta. Hemos escogido a las mujeres y los jóvenes como dos de las fuerzas portadoras del potencial de cambio que auspiciará la rebelión civil, sin desmerecer el papel de los trabajadores o de otros colectivos implicados. Para hablar del contexto politico, social y económico egipcio de la “era Mubarak” podríamos haber escogido otras películas interesantes -igualmente grandes éxitos comerciales- como El Caos de Yusuf Chahine o En tiempos mejores de Khaled Yusuf. La primera, en el marco de un melodrama, presenta la verdadera cara de la policía egipcia: corrupta, represora y torturadora. La segunda, plantea sin ambages la situación de pobreza y exclusión en que vive gran parte de la población egipcia: la gran brecha social y económica y el problema de la infravivienda. Ambas presentan manifestaciones antirégimen. Sin embargo, nos hemos decantado por el Edificio Yacobián, por la sutileza del autor de la novela a la hora de tratar de dibujar a la sociedad en su conjunto, pero también porque el director de la película pertenecía al entorno del expresidente Mubarak. Es una película producida por grandes inversores privados pero no hubiera sido posible sin la promoción del propio régimen, en su política de aparentar su sustento a la libertad de expresión. Además, supuso un punto de inflexión en la historia del cine egipcio reciente, ya que es la primera película de gran difusión comercial, en casi dos décadas, en tratar abiertamente temas políticos, económicos, sociales y morales. Mujeres de El Cairo rompe el esquema tradicional de representación de la mujer árabe sumisa e ilustra la realidad social de las mujeres egipcias trabajadoras y luchadoras. Microphone es una de las películas del cine independiente egipcio que mayor distribución ha conseguido, tanto a nivel local como internacional, lo cual la convierte quizá en la primera película de una nueva etapa del cine egipcio.

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EL EDIFICIO YACOBIÁN. Esta película es la adaptación cinematográfica de una de las obras más relevantes de la literatura contemporánea egipcia,‘Imārat Ya‘qýbyān (El Edificio Yacobián)15, de Alaa al-Aswany16. Un libro que ha conmocionado y sacudido al mundo árabe y ha sido traducido a más de veinte lenguas extranjeras superando el millón de ejemplares vendidos, ha dado origen a una no menos polémica película. Un grupo de grandes inversores han hecho posible esta arriesgada y cara producción, abriendo al gran público una historia más que tangible y realista crítica voraz a los males endémicos de un Egipto crudo e injusto; una película que saca a la luz temas tabúes y ausentes del cine egipcio durante las dos últimas décadas, como la corrupción de la clase política, la tortura policial, la opresión de los poderosos sobre los débiles, la abismal diferencia entre clases, la situación de la mujer, la sexualidad y sus manifestaciones, la homosexualidad, la proliferación del extremismo religioso y el eterno conflicto entre tradición y modernidad en las sociedades árabe islámicas. Alaa al-Aswany tenía clara su intención: como dentista iba a encontrar las caries que corroen a la sociedad egipcia. Para ello el tema de su relato iba a ser la vida diaria de la ciudad de El Cairo. “En El edificio Yacobián se agrupan más de setenta personajes que pululan en ella con el fin de darnos una imagen panorámica de la ciudad de El Cairo. Es una novela de personajes múltiples que son los habitantes del edificio Yacobián. El eje principal de la novela es, pues, el edificio Yacobián, que tiene ubicación verdadera en el centro de El Cairo en la calle Soleiman Bacha17”. Si tenemos en cuenta la intencionalidad crítica y narrativa de la película, el edificio Yacobián podría ser una maqueta en miniatura de El Cairo y a su vez del Egipto contemporáneo formando así un trinomio Egipto-Cairo-Yacobián que a veces son casi un solo ente, el marco que le permite a su autor escoger a personajes representativos de todos los sectores y temas que le interesa mostrar y situarlos para que interactúen. A través de este edificio se nos presenta un panorama general de la sociedad egipcia desde 1934 y a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, es decir, tres cuartos de siglo de la historia de Egipto. El breve resumen de la historia del edificio aparece al principio de la película, aunque muchos de los personajes que aparecen a lo largo de la cinta son representativos de épocas anteriores a la que están viviendo. Así nos dividen la historia del inmueble (y por tanto la del 15 La novela fue publicada originalmente en 2002. Para la edición española: Aaa al-Aswany. El Edificio Yacobian. Trad. Álvaro Abella. Madrid: Maeva, 2007. La película fue dirigida por Marwan Hamed en 2006. 16 Dentista de profesión. También es escritor y periodista. Miembro fundador de Kefaya (“Basta ya”) movimiento político y plataforma ciudadana que surge en 2004 impulsado por intelectuales, artistas, veteranos del movimiento obrero y estudiantil reclamando reformas democráticas. 17 Shokry Taha Shawkat. “El edificio Yacobián y la sociedad egipcia en la segunda mitad del siglo XX”. Hesperia Culturas del Mediterráneo, 8, (2007) p.216.

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país) en la época anterior a la revolución (la de la aristocracia feudal, los inversores e industriales extranjeros, con comunidades judías y armenias importantes), la época de la revolución de 1952 (la llegada de los militares al poder), la época de los años setenta y la apertura al mercado libre o infitā¬ (la proliferación de nuevos barrios alejados del centro para acoger a las clases pudientes, la aparición de los nuevos ricos, la entrada del neoliberalismo), y los años noventa, que son la época en que se desarrolla el resto de la historia. ¿Cómo se configuran los espacios diferenciados de las distintas clases sociales? “El edificio representa, entonces, dos mundos contrarios y, al mismo tiempo enlazados que a veces o con frecuencia se enfrentan a consecuencia de la pobreza y la vida mísera de unos, frente a la riqueza y la vida acomodada de otros”18. Estamos ante una sociedad eminentemente clasista; dentro de las propias clases hay numerosas subdivisiones y jerarquías, no solo por el nivel económico, sino por motivos de género, étnicos, raciales o religiosos. Entre los privilegiados también distinguimos varios niveles: la vieja aristocracia, la burguesía colonial y el nuevo rico. También vemos como el más rico explota al menos rico y el menos pobre explota al más pobre. El inmueble está en el barrio del centro del ciudad (muy cerca de la Plaza Tahrir). La que antaño fue la zona preferida por las clases pudientes ahora no es más que una vieja huella de un pasado más glorioso (no solo las élites la han abandonado por otros barrios céntricos como Mohandiseen o Zamalek o más periféricos pero modernos como Garden City, Madina Nasr, Heliopolis, o las nuevas ciudades satélite, comunidades valladas con parques y campos de golf, levantadas a las afueras para alojar a los nuevos ricos, sino que ha ido perdiendo sus características de centro cultural y de ocio tras el cierre de locales, bares, cines) aunque se ha ido recuperando ligeramente a lo largo de la última década, con la aparición en escena de una nueva juventud egipcia más politizada y culturalmente muy activa -jóvenes de clases medias educadas aunque empobrecidas y que protagonizarán en gran medida las revueltas de 2011-. De ese modo, en un inmueble del centro de El Cairo podemos encontrar una mezcla normalmente poco habitual en otras zonas de la ciudad. En la azotea malviven las clases más desfavorecidas, familias hacinadas en chabolas y viviendas ilegales que pueblan las azoteas del centro de El Cairo, donde se amontona la basura y donde se crían de forma ilegal todo tipo de animales de granja, ya que muchas de estas familias son inmigrantes de las zonas rurales que han acudido al centro de la ciudad para poder acceder al empleo que les garantiza hacerse cargo del servicio a las clases más pudientes. Mientras, la mayoría de la población pobre de El Cairo abarrota los barrios periféricos sin agua corriente ni luz, muchos de ellos dedicándose a la recogida de basuras y reciclaje, la mayoría desempleados y el resto dedicados a la economía informal.

18 Op. cit. p.219.

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La publicación de El Edificio Yacobián en Egipto fue un éxito sin precedentes que provocó que muchos, sobre todo la crítica extranjera norteamericana, compararan a su escritor, Alaa alAswany con Naguib Mahfuz. Aún siendo una comparación precipitada ya que El Edificio Yacobian carece de la profundidad simbólica y filosófica de la obra de Mahfuz y Alaa al-Aswany está lejos del dominio estilístico y lingüístico del maestro de la novela egipcia, hay algunos elementos ciertamente heredados del universo mahfuziano. Si el centro de la acción popular y de la vida social, tanto a nivel oficial o público, como a nivel informal estaba a mediados del siglo XX situado en el barrio (¬āra), la nueva configuración urbana de la Infitā¬ en la era del liberalismo económico transformador de las relaciones sociales -y de las relaciones de las personas con su entorno- es la del edificio de apartamentos (‘imāra)19. En ambas novelas el contexto es la frustración y la deseperanza. Si son incomparables en cuanto a la calidad literaria y estilística si lo son en cambio en cuanto al éxito editorial y al acierto a la hora de retratar la realidad egipcia sacando a la luz temas tabúes. En la adaptación cinematográfica de El Callejón de los Milagros, que aúna elementos de melodrama, comedia y musical, muy teatralizada, el ambiente sórdido, de denuncia social, aparece muy descafeinado. Sin embargo, en El Edificio Yacobian encontramos un tratamiento muy similar en la novela y en la película a la hora de hablar de corrupción, soborno, bajeza moral, promiscuidad, sexo, homosexualidad, desigualdad social y económica, falta de oportunidades y de futuro para los jóvenes. En la película nos presentan dos vías como solución a esta problemática: el acercamiento al islam político primero y radical después, en el personaje de Taha, o la emigración, que no llega a producirse, en el personaje de Busayna20. Desde el 2005 Mubarak pretendía una reforma constitucional que permitiese elegir al presidente por sufragio universal y no por un referéndum que hasta ahora significaba un plebiscito ya que su partido controlaba casi todo el Parlamento (que es el que vota en el referéndum). Sin embargo la reforma estaba ampliamente planeada para que no se produjeran cambios de facto y ello enfrentará a la oposición más radical (no la oposición moderada de nasseristas o del partido Wafd) con el gobierno decidiendo boicotear las elecciones. Por aquel entonces surgía la plataforma ciudadana Kefaya, todo un movimiento político que pedía la reforma de todo el régimen político y social egipcio de arriba abajo y la llegada definitiva de la democracia. Las elecciones, que fueron vigiladas por una comisión de jueces presentaron tremendas irregularidades y estuvieron amañadas por el partido presidencial con ayuda de la policía. Al sacar a la luz sus informes, los jueces marcaron un hito en la historia reciente de su país. La “revuelta de los jueces” 21 es una de las 19 Samia Mehrez. “From the Hara to the ´Imara: Emerging Urban Metaphors in the Literary Production of Contemporary Cairo”. En Diane Singerman (ed.). Cairo Contested. Governance, Urban Space, and Global Modernity. Cairo-New York: The AUC Press, 2009. p.162. 20 Haizam Amirah Fernández. “Religiosidad, sexualidad, oportunidades y percepciones”. Culturas. La juventud en el mundo árabe, 2, (2008) pp.4-12. 21 Sophie Pommier. Egipto. Las cadenas de Prometeo. Barcelona: Edicions Bellatera. 2008 pp. 274-277.

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principales espinas de Mubarak, ya que el organismo judicial goza de una independencia (que se ha deteriorado desde entonces) que le ha permitido sacar a la luz el grado sumo de autocracia y negación de las libertades y de los derechos constitucionales que existe en Egipto. A partir de 2005 se han sucedido las movilizaciones en apoyo de los jueces (que habían sido encarcelados), en pro de la reforma democrática y otros asuntos. Todas estas movilizaciones y cualquier tipo de expresión anti-régimen procedente de los medios de comunicación ha sido duramente reprimida y castigada por la vigencia del Estado de Excepción desde el asesinato del presidente Sadat en 1981. Muchos sindicatos, históricamente controlados por la izquierda y los intelectuales laicos (y que ahora cuentan con un número creciente de Hermanos Musulmanes entre sus filas) se unieron a las protestas que se intensificaron en los días de la invasión israelí al sur del Líbano en julio de 2006, asunto en el que se criticaba el silencio y la connivencia del gobierno. EEUU (principal apoyo económico extranjero de Mubarak) y Europa presionan al gobierno para que promueva tímidas reformas democráticas en el país (con el fin de seguir manteniendo el control). Ello, unido a cierta permisividad del régimen con las manifestaciones en apoyo del pueblo Palestino, la proliferación de ONGs, locales y extranjeras, y al desarrollo del movimiento bloguero y los medios de comunicación privados, da una falsa apariencia de libertad democrática en el país. Mientras la tortura policial sigue generalizada y el ciudadano carece del derecho a manifestarse. Además, el movimiento Kefaya especialmente y otros colectivos y sindicatos no se resignan a abandonar la lucha y confían enormemente en el aparato judicial como órgano independiente. La situación, pese a todo, seguía siendo muy complicada, en un país ampliamente controlado por el ejército y la policía y donde la enorme masa de población es fácilmente manipulable por los medios de comunicación y la proliferación de una religiosidad moderada y conservadora, acorde con el régimen22. Esta clase política corrupta y que desde la entrada del neoliberalismo agresivo en Egipto y la sumisión de su política interna a los dictados del FMI -además de su subordinación a los mandatos de EE.UU., principal apoyo financiero del régimen y del ejército egipcios- se ha visto envuelta en un número creciente de casos de malversación de caudales públicos y ha especulado con la inmobiliaria pero también con los recursos naturales, estratégicos y energéticos, se ha visto incapaz de solucionar la creciente crisis económica. La brecha social se ha agudizado. La ciudadanía no cuenta con canales democráticos de participación política y toda protesta es duramente reprimida. La juventud carece de esperanzas de futuro. Este es el panorama que El Edificio Yacobian presenta para los años noventa del pasado siglo, pero que es perfectamente ilustrativo de la primera década del siglo actual.

22 Bárbara Azaola Piazza. Historia del Egipto contemporáneo. Madrid: Catarata. 2008.

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MUJERES DE EL CAIRO. Las mujeres egipcias han tenido un papel muy activo en el desarrollo de las protestas iniciadas en 2011. No sólo por su participación en las manifestaciones sino también en los comités o a la hora de preparar y coordinar las convocatorias. Se han organizado en los centros de estudio, en sus lugares de trabajo, en la calle y en Internet. Pero este papel como fuerza social promotora de cambio y progreso no es nueva. Las mujeres egipcias tienen una larga tradición de lucha: han sido protagonistas y pioneras de los movimientos de liberación femenina en el mundo árabe de principios del siglo XX23, en la época del nacionalismo nasserista, pero también más recientemente en los movimientos de oposición al régimen de Mubarak 24. “Aquí estamos las mujeres, ¿dónde están los hombres?” fue el grito con el que comenzaron sus protestas las trabajadoras de la fábrica textil de Mahalla al-Kubra (en la región del Delta del Nilo, 60 kilómetros al norte de El Cairo) en el año 200625. Dicha fábrica es una de las mayores de Egipto con unos 30.000 trabajadores. Desde 2004 llevaba sacudiendo la actualidad política del país con sucesivas huelgas que amenazaban con bloquear el sector. En 2006 fueron las mujeres las que organizaron y dirigieron las huelgas hasta que consiguieron doblegar a los directivos. El cineasta Yusry Nasrallah, discípulo del reputado Yusuf Chahine, ha dado voz a las mujeres egipcias en esta película -que ha sido de las pocas en llegar a las pantallas comerciales españolas- estrenada aquí bajo el nombre de Mujeres de El Cairo26. Resaltamos esta cuestión ante la urgencia de que películas como ésta hagan entender al espectador occidental, ofuscado por los clichés y tópicos orientalistas, la enorme variedad y pluralidad del mundo femenino árabe y egipcio en particular. Mujeres de El Cairo trata de una pareja de clase media-alta moderna y occidentalizada, Hibba y Karim, periodistas de éxito, ella presentadora de un programa subversivo que emite una cadena privada y él, redactor en un periódico cercano al gobierno. Hibba es un personaje valiente, que no se deja dominar, de fuerte voluntad y convicciones, mientras que Karim debe su puesto a su carácter dócil y poco contestatario, siempre dispuesto a complacer a sus superiores y halagar a los personajes influyentes. El ascenso de Karim a redactor jefe depende de que su mujer abandone los temas políticos e incómodos para el gobierno: le presionan desde las altas esferas para que él influya en su mujer y la convenza. El debate interior de Hibba entre ser fiel a si misma y su público o complacer a su marido concluye cuando decide enfocar su programa a contar historias personales de mujeres. Pero ¿dónde empieza y acaba la política? Los desgarradores 23 Caridad Ruíz de Almodóvar. Historia del movimiento feminista egipcio. Granada: Universidad de Granada, 1989. 24 Bárbara Azaola Piazza. “Participación política y social de la mujer egipcia”. Feminismo/s: revista del Centro de Estudios sobre la Mujer de la Universidad de Alicante, 3, (2004) pp.161-174. 25. Véase el documental The Factory de Al-Jazeera: http://youtu.be/uo1Fytmjlmw. [Consultado: junio 2012]. http://www.aljazeera.com/programmes/revolutionthrougharabeyes/2012/01/201213013135991429.html 26 Título original: ÿE¬k÷ y× ³ahrazād. Guión y dirección de Yusry Nasrallah. Fecha de producción: 2009.

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relatos de sus invitadas desvelan la situación social, cultural, económica y política del país. A través de las historias personales de tres mujeres conocemos una sociedad que margina y discrimina a la mujer soltera (siendo uno de los problemas endémicos de las sociedad egipcia, con varios de millones de mujeres en esta situación) y que la sigue considerando indefensa si no pasa de las manos del padre al cuidado de un marido o tutor; una sociedad en la que el progreso social o laboral de la mujer sigue dependiendo del matrimonio; una sociedad misógina y corrupta no solo en los sectores sin educación y recursos sino también en las altas esferas. Finalmente, la presentadora del programa acaba siendo ella misma la protagonista de una nueva historia, sufriendo en su propia persona una brutal paliza por parte de su marido. El acceso de las mujeres en Egipto a la vida pública ha crecido enormemente: en la escolarización, acceso a las universidades, acceso al trabajo tanto en el sector informal como en profesiones liberales, industria, servicios, burocracia y funcionariado, cultura, y en general su presencia en la vía pública es constante. No puede decirse lo mismo de la vida política o de los altos cargos empresariales, donde siguen siendo una minoría aplastante. Uno de los temas de la película es como el uso del velo no debiera ser considerado -como de hecho así lo es desde el discurso occidental más orientalista- un rasgo del atraso de las mujeres árabes con respecto a sus congéneres europeas, ya que ha sido uno de los elementos que han acompañado el progreso social de las mujeres27. Pero sobre todo, lo que evidencia Mujeres de El Cairo es que aún viviendo bajo el mismo contexto y estructuras de una sociedad patriarcal, unas políticas económicas neoliberales y un Estado policial autoritario y represor, la postura de las mujeres con relación al sistema de poder e incluso su forma de experimentar su condición sexual o de género varían en función de su clase social28. No vive su sexualidad de la misma manera ni tiene las mismas posibilidades de ascenso social la protagonista, Hibba, generalmente protegida cómodamente en su coche o su piso con aire acondicionado y servicio doméstico contratado, e incluso protegida por sus asistentes y asesores en su trabajo como periodista para un canal privado, que las tres hermanas Safaa, Wafaa y Hanaa que pertenecen a esa enorme masa de mujeres egipcias que han de de negociar constantemente su presencia en el espacio público29, en el transporte colectivo, en la cola del pan subvencionado por el Estado, en las calles dónde habrán de afrontar el acoso policial a la hora de ganarse el sustento. Pero todas ellas salieron a las calles para participar en las manifestaciones de la plaza Tahrir en 2011, no precisamente para plantear exigencias en razón de derechos de las mujeres (aunque sí lo harán más adelante), sino para

plantear las mismas exigencias políticas, sociales y económicas que los

27 Veáse la revista Culturas. Mujeres en Oriente Próximo, 7 (2010). Fundación Tres Culturas del Mediterráneo. 28. Rabab al-Mahdi. “La mujer egipcia”. Vanguardia Dossier. (2011: La revuelta árabe), 39 (Abril-Junio 2011), p.61. 29. Carmelo Pérez Beltrán. “Mujeres árabes en el espacio público”. En Mercedes del Amo (ed.). El imaginario, la referencia y la diferencia: siete estudios acerca de la mujer árabe. Granada: Departamento de Estudios Semíticos, 1997, pp. 91-126.

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hombres. No salieron a las calles como mujeres, sino como ciudadanas que pedían paz, libertad y justicia social. Participaron mujeres de todas las clases sociales, musulmanas, cristianas y ateas, de diferente filiación política: islamistas, liberales, demócratas o izquierdistas, mujeres de las ciudades pero también mujeres venidas del campo; y su participación fue total, en las asambleas y comités revolucionarios, apoyando las marchas coreando eslóganes y consignas, pero también dirigiendo a las masas, informado a pie de plaza con sus móviles e Internet, realizando labores de enfermería o lanzando piedras y también dejando mártires, cayendo por las balas de la policía del régimen y sus matones, como la joven traductora Sally Zahran que fue abatida por las fuerzas del orden el 28 de enero en la ciudad de Sohag30. “Yo voy a ir el 25 de enero, y desde hoy hasta ese día voy a repartir folletos en las calles. Yo no me voy a prender fuego. Si las fuerzas de seguridad quieren que me prenda fuego, que lo hagan ellos. Si te consideras un hombre de verdad, únete a mí el 25 de enero. El que diga que las mujeres no deben ir a las protestas porque pueden ser golpeadas, que muestre algo de honor y hombría y venga conmigo el 25 de enero. El que diga que no vale la pena porque sólo habrá un puñado de personas, a mí me gustaría decirle: -Tú eres la razón de todo esto y eres un traidor, al igual que lo es el presidente o cualquier policía de seguridad que nos pega en el calles. […] Únete a nosotros y demanda tus derechos, mis derechos, los derechos de tu familia. Yo voy a ir el 25 de enero, y voy a decir no a la corrupción, no a este régimen.”31

Son las incendiarias palabras de Asmaa Mahfouz que el día 18 de enero de 2011 se convertían en un viral de Internet. El vídeo fue visto por más de un millón de personas (al igual que los otros dos vídeos que publicaría una semana después) y contribuyó en gran medida a espolear a las masas a salir a la calle y a ocupar la plaza Tahrir de El Cairo, y todas las plazas del país, el 25 de enero y los días siguientes. Gracias al discurso directo y valiente de esta joven activista, muy posiblemente, muchas mujeres se animaron a salir a las calles como ciudadanas que demandaban sus derechos y pedían el fin de un régimen despótico y corrupto. Durante los 18 días de las manifestaciones, según los testimonios de muchas activistas, las mujeres experimentaron un espíritu de cohesión social nuevo, en el que no se sintieron excluidas, marginadas, perseguidas o acosadas por su condición femenina.

30. Randa Achmawi. “El papel de las mujeres en la Primavera Árabe”. Quaderns de la Mediterrània, 16, (2012) pp.273-281. 31 http://www.democracynow.org/es/destacados/asmaa_mahfouz_y_el_video_de_youtube_que_ayud_a_desencadenar_ el_levantamiento_en_egipto [Consultado: julio 2012]. El primer vídeo que publicó Asmaa Mahfouz una semana antes de la manifestación del 25 de Enero (versión original subtitulada en inglés): http://youtu.be/SgjIgMdsEuk Más adelante, la víspera de la primera manifestación y el mismo día 25 publicaría otros dos vídeos llamando a la rebelión popular contra el régimen.

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MICROPHONE. Microphone32 era estrenada en salas comerciales en Egipto el mismo día que estallaban las manifestaciones masivas, el 25 de Enero de 2011. Su director, el cineasta independiente Ahmad Abdallah, había pronosticado en varias ocasiones un profundo cambio en Egipto, y como se insinúa a lo largo de su película, este cambio debía venir desde abajo, desde los propios jóvenes egipcios. Al igual que el cine independiente en Egipto ha crecido como un formato artístico y cultural al margen del control gubernamental, nuevas formas de socialización, comunitarismo y politización se han dado al margen del Estado, especialmente entre los jóvenes, cuyos barrios han quedado desatendidos y abandonados a su suerte: ante la inexistencia de una gestión reglada, la autogestión ha sido la solución; ante la inexistencia de espacios políticos oficiales, las barriadas, los cafés, las mezquitas, los estadios de fútbol y los cibercafés han sido espacios de contacto y cohesión grupal de la población joven, que se estima en un 60% del total 33. “Así, Abdallah, da cuenta de la realidad de unos jóvenes muy activos que vaticinan el poder subversivo de la revolución egipcia. La frustración de esta generación perdida y machacada por el paro es emblemática de las clases populares, que se concentran en unos suburbios tan hacinados como míseros, atestados por el éxodo rural. Esta juventud sin esperanza, ya reprimida durante el estallido del movimiento Kefaya en 2004, es la que se rebela hoy. Su futuro social está bloqueado, como muestra la larga huelga de los trabajadores textiles de Mahalla de abril de 2008, y no tiene opción a existir políticamente, como quedó demostrado con el fraude electoral de noviembre-diciembre de 2010”. 34

Microphone Se caracteriza por un estilo híbrido entre la ficción y el documental, un trasfondo autobiográfico para la historia marco, un presupuesto muy reducido, el rodaje íntegramente realizado con una cámara concebida para la fotografía semiprofesional más que para el cine. Ha sido rodada en las calles, saltándose la imposibilidad de conseguir permisos, y tiene un guión libre que deja la mayor parte de los diálogos a la improvisación. Es un retrato de la cultura y arte underground de los jóvenes egipcios, jóvenes cineastas, músicos, skaters, graffiteros cuyo mensaje de protesta y denuncia social es el leitmotiv de una película que toca numerosos temas tabúes que generalmente son evitados por las grandes producciones comerciales de cara al gran público para no levantar ampollas y no tener problemas con los censores. La película presenta un seguimiento de los espacios propios de estos jóvenes, espacios privados o espacios públicos que han redefinido y tratan de utilizar según sus intereses. De manera similar a como reorganizan los recursos públicos las poblaciones más pobres de la periferia de las ciudades, que, por ejemplo, toman la electricidad del alumbrado público, ya que el Estado les ha

32 Microphone (2010), película escrita y dirigida por Ahmad Abdallah. Ha recibido premios en los festivales de Cartago, Dubai y El Cairo. 33 Athina Lampridi Kemou. “Egipto: la revolución inconclusa”. En Ignacio Gutiérrez de Terán (ed.). Informe sobre las revueltas árabes. Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2011, pp.59-86. 34 Hassouna Mansouri, Samir Ardjoum, Olivier Barlet. “Le cinéma égyptien a la lumière du printemps arabe”. Africultures.com. http://www.africultures.com/php/index.php?nav=article&no=9941 [Consultado: junio 2012].

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dejado desatendidos35. Esos jóvenes alejandrinos, que pertenecen más bien a las clases medias, ahora empobrecidas, ven como el Estado les niega los canales oficiales de participación, ya sea cultural, artística y por supuesto política. Por lo tanto deben crear sus propias redes. Así es como en los últimos años, gracias a esa presión, en Egipto ha surgido una escena cultural no oficial mucho más rica, abierta y crítica y que, sobre todo, ha supuesto un fuerte componente identitario y de cohesión juvenil, y de resistencia frente a la cultura apoyada por el régimen. Han proliferado encuentros y festivales de música, cine y todo tipo de espectáculos o improvisadas “raves”, en ocasiones de forma autogestionada o con financiación privada y algunos ya asumidos por el gobierno.36 Fueron mayoritariamente jóvenes los que instigaron, organizaron y coordinaron las manifestaciones y lograron que fueran masivas mediante el hábil empleo de las nuevas tecnologías, los nuevos medios de comunicación y las redes sociales. Como nos indicaba el antropólogo José Sánchez García, no era la primera vez que esto sucedía: fueron también jóvenes los que coordinaron las revueltas contra las autoridades británicas a principios de siglo XX o los que encabezaron la Revuelta del Pan en 1987.37 En muchos casos el grueso de los jóvenes integrantes de las protestas pertenecían a la gran masa proveniente de barrios populares, acostumbrados a autoorganizarse y a vivir en muchos casos al margen de la legalidad, muy alejados de cualquier filiación política38. Pero también tuvieron peso, sobre todo en la convocatoria y encauzamiento de las reivindicaciones, los movimientos juveniles con un grado mayor de politización, ya sea en el ámbito universitario, (tengamos en cuenta que desde los años 70 era prácticamente inexistente el movimiento juvenil universitario),39 o en el ámbito político e incluso futbolístico. La Coalición de Jóvenes de la Revolución del 25 de Enero que surgió en Tahrir y estaba integrada por grupos como Jóvenes del 6 de abril, Jóvenes de la Asociación Nacional por el Cambio, plataformas como Todos Somos Khaled Said o la Campaña de Jóvenes en apoyo de al-Baradei y miembros de los Hermanos Musulmanes y su actual partido Justicia y Libertad, en total una treintena de grupos y colectivos de diferentes ideologías, formados principalmente por jóvenes urbanos, fueron los responsables de coordinar las reivindicaciones de los revolucionarios de Tahrir y de reunirse con Consejo Supremo de las Fuerzas 35 Generalmente las fundaciones islámicas, con grandes redes de solidaridad, educación y sanidad, ya sean salafistas o vinculadas a los Hermanos musulmanes, vienen a llenar este vacío dejado por el Estado lo cual les ha hecho ganar mucha popularidad en los últimos años y una apoyo de las bases de la sociedad. 36 Asef Bayat. Life as politics. How Ordinary People Change the Middle East. Amsterdam: Amsterdam University Press, 2010, pp.128-136. 37 José Sánchez García. “Entre la modernidad y la tradición: modos de ser joven en El Cairo”. Quaderns-e de l´ICA, 15-2, (2010) pp.34-57. 38 El 67% no contaban con tarjeta electoral en el año 2002, y el 80% no había participado en las elecciones de 1990 y 1995; según un estudio de 2004 el 84% no había participado nunca en una manifestación o protesta pública. Dina Shehata. “Youth Activism in Egypt”. Arab Reform Initiative, 23, (octubre 2008) pp.2-3. 39 Bárbara Azaola Piazza. La Universidad como campo de acción sociopolítica en el Norte de África: el caso de Egipto (Tesis doctoral). Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Estuidos Árabes e Islámicos de la AUM, 2006.

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Armadas para plantear y negociar las numerosas demandas. Hay diversos elementos que explican este protagonismo joven en las revueltas. Egipto es el país árabe más poblado, estadísticamente un cuarto de los árabes son egipcios. Según los censos de población del año 2006 y las estimaciones de 2007 cerca de un 30% de la población tiene entre quince y veintinueve años, a lo que hay que añadir otro 30% de jóvenes menores de quince años, lo que supone dos tercios de la población total que actualmente se estima por encima de los 82 millones, 10 millones más que en el último censo hace seis años 40. El principal problema que enfrentan estos jóvenes es el desempleo, ya que Egipto no es capaz de crear empleo al ritmo que aumenta su población en edad de trabajar. Según cifras oficiales, el 83% de los desempleados son jóvenes de entre quince y veintinueve años y el 95% de los jóvenes sin empleo tienen estudios de educación secundaria o superiores41. La juventud egipcia ha visto como en la era Mubarak su exclusión llegaba a límites insufribles. La privatización de todos los sectores económicos, en la práctica, les había condenado al desempleo o al subempleo en el sector informal, con unas condiciones laborales cada vez peores ante la falta de cobertura sindical y la presión de empresarios corruptos.42 El encarecimiento de los productos básicos y del coste de la vida habían provocado una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres y han dado lugar a una clase media educada, empobrecida y en paro. Pero además, se les han cerrado todas las vías de participación ciudadana mediante una total exclusión de la vida política. “Las diversas formas de exclusión social, económica y política han hecho de los jóvenes, particularmente la educada juventud urbana, un grupo social marginado, pese a sus altos niveles de expectativa debido a su contacto con la vida urbana y sus niveles de formación. Como resultado, los jóvenes son uno de los grupos políticamente más activos en Egipto a lo largo del siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI”. 43 Sin embargo, la forma que ha adquirido la

movilización de estos jóvenes ha sido muy diferente a partir del año 2000, coincidiendo con el movimiento de apoyo a la intifada palestina, alejándose de la tradicional participación política a través del asociacionismo universitario, en el seno de sindicatos o partidos tradicionales o grupos de ideología islamista. Una década de movilizaciones que ha cristalizado en la rebelión civil de 2011.

40 Agencia Central Egipcia de Movilización Pública y Estadística http://www.capmas.gov.eg/ [Consultado: 01/09/12] 41 Dina Shehata. “Youth activism...”, p.2. 42 En el Edificio Yacobián veíamos varios ejemplos de ese tipo de empresario de la infitā¬ y a varios niveles. El Hayy Azzam es un nuevo rico egipcio del sector del automóvil y propietario de varias tiendas de ropa en el centro. En origen era limpiabotas y ha amasado dinero gracias a varios negocios ilegales, como la venta de droga. Su interés ahora está puesto en jugar al juego de la política que como se muestra depende de un reparto totalmente interesado. También nos presentan al encargado de la tienda donde trabaja la joven Busayna, que bajo la apariencia de un hombre adulto, piadoso y justo, abusa sexualmente de sus empleadas. La necesidad de mantener el trabajo a toda costa y la salvaguarda del honor familiar impiden denunciar tal situación. 43 Dina Shehata. “Youth activism...”, p.3

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Conclusión

Con este breve y esquemático recorrido por la cinematografía egipcia reciente hemos querido sugerir como el cine, sin ser, obviamente, un tratado de sociología, antropología política y económica o estadística social, puede resultar un elemento llave, a menudo postergado desde la mentalidad académica más tradicional, para realizar un primer análisis de acontecimientos, cambios y hechos, que en el caso de Egipto ya podemos calificar de históricos para el devenir de ese pueblo y nación. Más seguro, por la distancia histórica que implica, hubiese sido un análisis de la Revolución de 1952 a través de las películas que han mostrado sus antecedentes, desarrollo y posteriores reflexiones. O el impacto en el sentir árabe de las derrotas de 1967 y 1973 y su reflejo en la pantalla. Sin embargo, no queríamos pasar por alto la Revolución del 25 de Enero de 2011 en Egipto, un suceso tan relevante para el presente y futuro del mundo árabe y, por extensión, para toda la región y que afecta al globo en su conjunto. El compromiso y la necesidad de análisis académicos -que por las condiciones que se imponen de cercanía deben ser aún abiertos y nunca definitivos- nos han hecho iniciar una búsqueda de nuevas herramientas, en este caso el cine, para conseguir encontrar en los relatos audiovisuales los síntomas que anuncian estas crisis. Es un intento de añadir rigor y elocuencia a las páginas que en todo el mundo se van escribiendo sobre la marcha al hilo de estos acontecimientos mal llamados “primaveras árabes” por el periodismo occidental.

Habiendo trabajado sobre un dilatado catálogo de películas egipcias, especialmente para el período 1990-2011, hemos elegido centrarnos en la última década de las tres que duró el régimen de Mubarak, y en concreto hemos escogido tres películas que consideramos plenamente reveladoras o, al menos, útiles para dar pie a un desarrollo de tres temáticas clave para entender dicha década. Desde el 2000 en adelante, la crisis económica, política y social de Egipto se fue agravando considerablemente, pero también es el momento en que creció la movilización de diferentes sectores de a sociedad civil, que fueron conformando un contrapoder cada vez más pujante. Que la rebelión popular contra el régimen era necesaria era algo de lo que se hablaba, en la calle, en la prensa, en el cine. En El Edificio Yacobian hemos podido identificar temáticas tales como la “burbuja juvenil” y sus consecuencias, el problema del paro y la inflación; el agravamiento de la pobreza y las desigualdades geográficas de un país cuyo sur es cada vez más pobre y cuyos migrantes han de acoger las grandes ciudades, con la consiguiente problemática del alojamiento y los asentamientos ilegales; el conflicto religioso latente en la sociedad -pero también en la política- entre las 18

comunidades musulmanas y coptas (que siguen siendo alrededor del 10% de la población, una minoría perseguida y marginada en muchos aspectos); la dura realidad social de las mujeres en un país con grandes carencias en materia de igualdad y manchado por la lacra del acoso sexual, debido entre otros motivos a una gran deficiencia del sistema educativo; un sistema sanitario igualmente ineficaz. Los que gobiernan este estado con mano de hierro desde hace décadas, solo dejan respirar a los inversores extranjeros y a los grandes especuladores locales y nuevos ricos. En el marco de las crisis generales que está generando la globalización y el neoliberalismo económico a escala mundial, hay que situar la gestión de los líderes autocráticos y corruptos de Egipto: el enquistamiento de unas instituciones políticas que impiden la democracia, la falta de libertades políticas, prohibición de partidos y asociaciones, negación del derecho a manifestación, ausencia de libertad de expresión y una policía que practica la tortura al amparo de leyes de excepción. Todos estos elementos están presentes en esta película coral de tres horas de duración y que bien pudiera servir de prolegómeno -sus hechos se desarrollan en los años 90- al estallido de la rebelión civil. A grandes rasgos, sus autores, novelista y director, frente a este cuadro de corrupción total de la sociedad egipcia plantean una doble solución realista. Por un lado, una progresiva islamización de la sociedad: las tendencias islámicas han ido llenando el vacío dejado por el Estado en la gestión de los servicios sociales y también han extendido un lenguaje moralista, de fácil calado entre los desheredados, llamando a la estricta observancia religiosa para erradicar las innovaciones y enfermedades de la modernidad, causantes de la crisis espiritual de la sociedad. De esta manera, por voluntad del propio gobierno de Mubarak y la connivencia de sus aliados extranjeros, se han constituido en la única oposición política al gobierno. Es la vía que emprende Æaha, joven protagonista de El Edificio Yacobián, llevada a su extremo, ya que pasa de la militancia en el islam político al empleo del atentado terrorista para, humillado y convencido de que no quedan salidas, tomar venganza de sus torturadores. La salida, sin embargo, está clara para su novia de juventud, Busayna, que es consciente que ante la asfixiante situación económica no queda otra vía que la emigración. Esa es la segunda opción realista. En las otras dos películas, Mujeres de El Cairo y Microphone, habiendo ya identificado las claves y causas de la revolución nos fijamos en sus protagonistas, en este caso las mujeres, por su gran tradición de lucha por las libertades a lo largo del siglo XX, y los jóvenes, una nueva fuerza social amplia y poderosa que ha demostrado una gran capacidad para influir en la “calle árabe” y la opinión pública, pese a que sus reivindicaciones no hayan quedado plasmadas en los recientes resultados electorales de 2011 y 2012. Mujeres de El Cairo pretende romper el estereotipo de mujer árabe con el que la mirada occidental unifica a las mujeres que habitan en una vasta región del planeta que abarca desde Mauritania a Yemen. La película, más allá de denunciar el machismo 19

involucionista reinante en Egipto, muestra como son las mujeres trabajadoras uno de los pilares económicos del país, desde mujeres profesionales de clase media y occidentalizadas hasta las más humildes y cuyo estilo de vida es mucho más tradicional. Microphone presenta a una nueva generación de jóvenes dispuestos a vivir de otra manera. De la misma manera, su director junto con otros cineastas, llevan una década planteando otro cine, diferente y al margen de los canales oficiales. Mientras que la que la película no acaba bien para sus protagonistas, el futuro del nuevo cine egipcio es una historia con muchos finales posibles. Las mujeres, en enero de 2011 participaron como ciudadanas, manifestándose codo con codo con los hombres y con las mismas reivindicaciones: pan, libertad y justicia social. Ahora deberán avanzar también en la defensa de sus derechos y muy en particular contra la lacra del acoso sexual. La situación sigue sin ser propicia para ello. A nivel político se ha retrocedido en Túnez y en Egipto preocupa que la situación para la mujer empeore con un gobierno islámico en el poder. Los jóvenes, hombres y mujeres, son una mayoría excluida por el poder, que tras la revolución de 2011 lucha por reapropiarse de las riendas de su vida y optar por un futuro. Hemos dejado fuera del presente texto otras categorías de análisis como los islamistas, por su implicación oportunista en la rebelión civil, y sí podríamos habernos detenidos más en otros protagonistas, como la clase trabajadora, pues sin su papel en los años previos y especialmente en las huelgas generales que bloquearon la economía del país durante enero y febrero de 2011 seguramente, la renuncia de Mubarak no se hubiera producido.. Quizá tuviera razón el autor de El Edificio Yacobián cuando comentaba “desde la plaza Tahrir” los recientes acontecimientos y aseguraba que: “los egipcios no estaban menos dispuestos a la revolución que otros pueblos y que, de hecho, habían protagonizado más revoluciones durante el siglo XX que algunas naciones europeas, pero sí son de una naturaleza particular que los hace menos dados a la violencia y más al compromiso. Los egipcios son un pueblo antiguo, con una historia de 7000 años, y, como los ancianos, poseen la sabiduría para evitar los problemas siempre que puedan con el fin de vivir y criar a sus hijos. Pero cuando tienen la certeza de que un compromiso ya no es posible se rebelan. Los egipcios son también como los camellos: pueden soportar palizas, humillación y hambre durante mucho tiempo, pero cuando se rebelan lo hacen de repente y con tal fuerza que es imposible de controlar.”

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