(2015, con S. Huertas) «Estudio del morfema -ido, da en español: estado de la cuestión»

July 21, 2017 | Autor: Carolina Julià Luna | Categoría: Spanish, Morphology
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Descripción

Estudio del morfema -ido, da en español: estado de la cuestión* SHEILA HUERTAS CAROLINA JULIÀ Universitat Autònoma de Barcelona

1. INTRODUCCIÓN En los estudios de lingüística más recientes la cuestión de las interfaces ha cobrado una importancia muy notable, pues las disciplinas se superponen (morfología ~ fonología; sintaxis ~ semántica; morfología ~ semántica) y, además, se producen fenómenos muy interesantes en sus intersecciones. En lo que respecta a la morfología, actualmente se investiga la confluencia que existe entre este ámbito y otras partes de la gramática con las que se relaciona (Aronoff 1994, Mairal 2004, Val Álvaro 2006, Booij 2007), especialmente con la sintaxis (Borer 1998, Piera y Varela 1999, Spencer 2005, Embick y Noyer 2007, Julien 2007), la semántica y el léxico (Martín García 1998, Felíu 2001) y la fonología (Kaisse 2005, Orhan y Dolbey 2007). La interfaz entre flexión y derivación ha sido el punto de interés general de una importante nómina de trabajos (Dworkin 1985: 72, Velleman 1993: 56, Beard 1998, Booij 2000, Manova 2004, Stump 2005, Felíu 2009, Moyna 2011, Fábregas 2013) en los cuales se ha reflexionado sobre la frontera que separa flexión y derivación y se ha insistido en la permeabilidad de algunos elementos. Esto es, algunos afijos pueden ser flexivos en ciertos usos o derivativos en otros (Moyna 2011: 15). A pesar de la existencia de una clara división entre flexión y derivación, como apuntan las gramáticas y manuales de morfología (Pena 1999: 4329, NGLE 2009: 21), ciertos morfemas, como los que forman los participios, se sitúan entre estas dos ramas de la morfología (Beniers 1977, Velleman 1993: 56). Hasta el momento, cabe señalar que se han dedicado diversos trabajos a este tipo de morfemas del español, especialmente a los afijos -ado, da (Rio-Torto 1991,

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La investigación necesaria para llevar a cabo este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda del Ministerio de Economía y Competitividad para el proyecto Portal de Léxico Hispánico: documentación y morfología derivativa (FFI2011-24183) y al apoyo del Comissionat per Universitats i Recerca del DIUE de la Generalitat de Catalunya concedido al Grupo de Lexicografía y Diacronía (SGR2014-1328). Asimismo, también ha sido posible gracias a la concesión de una beca predoctoral FPI a Sheila Huertas (n.º de ref. BES-2012-051831) para el mencionado proyecto.

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Monge 1992, Velleman 1993, Pujol 2009, Clavería et al. 2013, Huertas 2013) y udo, da (Blaylock 1972, Malkiel 1992, Harris-Northall 1996, Felíu y Pato 2005, Carriazo en prensa). Las investigaciones destinadas a -ido, da han sido menos numerosas (Malkiel 1946, Craddock y Georges 1963, Dworkin 1985, Frago 2002-2003: 395), a pesar de que desde el punto de vista de la morfología derivativa, concretamente en lo que respecta a la formación de sustantivos que designan ‘ruido’ o ‘sonido’, constituye un elemento exclusivo del español y el portugués (Lüdtke 1978: 344 apud Santiago Lacuesta y Bustos 1999: 4567). Con objeto de contribuir a completar el vacío de investigaciones sobre este morfema, en la presente investigación se realiza una pormenorizada y ejemplificada descripción de los usos y características de -ido, da en español, un morfema flexivo y derivativo cuya productividad y rendimiento ha evolucionado de forma considerable a lo largo de la historia de esta lengua. Por ello, y con el fin de proporcionar el mayor número de ejemplos posible, las voces que contienen el morfema -ido, da que se recogen en los siguientes epígrafes proceden tanto de las gramáticas (NGLE) y estudios consultados (Craddock y Georges 1963, Pattison 1975, Dworkin 1985, Malkiel 1992, Rainer 1993, Velleman 1993, Santiago Lacuesta y Bustos 1999, Santana, Carreras y Pérez 2004, Morera 2005) como de diferentes obras y tesoros lexicográficos (NTLLE, NTLE, DRAE-2001, DA, DESE, DECH) y corpus (CORDE, CDH). 2. CARACTERIZACIÓN GENERAL DEL MORFEMA -IDO, DA EN ESPAÑOL ACTUAL Las voces españolas que actualmente presentan el morfema -ido, da pueden pertenecer, según su origen, a tres categorías gramaticales distintas (participios, adjetivos y sustantivos). La división categorial de las formas que incluyen este afijo permite advertir que, igual que en el caso de -ado, da (Huertas 2013) y -udo, da (Malkiel 1992), debe considerarse que este afijo —que se halla en la interfaz de la morfología flexiva y la derivativa— posee, del mismo modo que sucedió en latín, dos formas que conviven y, como se mencionará a continuación, se interrelacionan morfológica y semánticamente. La relación que mantiene este morfema con los procesos de flexión y con los de formación de palabras genera que exista disparidad de opiniones en cuanto al modo de concebirlo. Algunos investigadores (Rainer 1993: 444-446, Velleman 1993: 56, Santiago Lacuesta y Bustos 1999: 4605, 4567, Santana, Carreras y Pérez 2004: 70, Morera 2005: 121-128, NGLE 2009: 383) consideran que existe, por un lado, el morfema -do, da, y, por el otro, el sufijo -ido, da (véase esquema 1). El primero posee dos funciones —una flexiva y otra derivativa— ya que forma participios a partir

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de su adjunción al verbo tras la vocal temática (que es -a- para la 1.ª conjugación: llamar > llam-a-do e -i- para la 2.ª y 3.ª conjugaciones: crecer > crec-i-do, partir > part-i-do) y, a su vez, también creen que se halla, como sufijo, en adjetivos o sustantivos deverbales en los que se distingue igualmente la vocal temática (combinar > combin-a-do ‘bebida compuesta de varios licores’, caer > ca-í-da ‘declinación o declive de algo’, pedir > ped-i-do ‘encargo hecho a un fabricante o vendedor de géneros de su tráfico’)1. El segundo morfema es el que incluyen aquellos sustantivos derivados de bases nominales o adjetivales y aquellos nombres cuya base derivativa es verbal pero que presentan una vocal temática distinta a la esperable. Por ejemplo, en el caso de chillar, lo esperable sería obtener el sustantivo *chill-a-do con la vocal temática de la primera conjugación (chill-a-r), en lugar de chill-ido, por ello, se considera que -ido, da es sufijo en estos casos. Véase la diferencia de morfemas desde esta perspectiva en el siguiente esquema: -do/da

MORFEMA FLEXIVO

-ido/-da

MORFEMA DERIVATIVO

MORFEMA DERIVATIVO

(sufijo)

(sufijo)

Crea participios de las tres conjugaciones.

Crea adjetivos y sustantivos a partir de bases verbales o forma parte de participios usados con valor adjetival y nominal en los que se reconoce la vocal temática.

Crea sustantivos a partir de radicales nominales, adjetivales y verbales (en los que no aparece la vocal temática esperable).

Una cuestión decid-i-da

Un hombre decid-i-do

Roncar > ronqu-ido

Esquema 1. Análisis que no considera la vocal temática parte del sufijo

Desde un punto de vista distinto, otros investigadores (Pattison 1975, DESE, s. v.) incluyen la vocal temática como parte del sufijo (véase esquema 2), de modo que conciben la existencia del morfema flexivo (-do, da) y el derivativo (-ido, da) en función de la categoría gramatical que genera su adjunción a la raíz. Por un lado, existe -do, da, que constituye un morfema flexivo a partir del que se crean formas participiales; y, por el otro, -ido, da, sufijo mediante el que en la actualidad se forman mayoritariamente sustantivos, aunque en español antiguo, como se 1 Los significados que se citan en este epígrafe entre comillas simples, a no ser que se indique lo contrario, pertenecen al DRAE-2001.

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comprobará en próximos apartados (§ 4), también generó voces mediante otros patrones derivativos. En la presente investigación se adopta esta perspectiva, de manera que se hará referencia al sufijo -ido, da considerando la vocal temática parte del mismo según se representa en el esquema siguiente: -do/da

-ido/-da

MORFEMA FLEXIVO

MORFEMA DERIVATIVO (sufijo)

Crea participios de las tres conjugaciones

Crea adjetivos y sustantivos a partir de bases verbales o forma parte de participios usados con valor adjetival o nominal.

Crea sustantivos a partir de radicales verbales:

Juan ha decid-i-do que vendrá a la cena

Un hombre decid-ido

Roncar > ronqu-ido

Esquema 2. Análisis que considera sufijo la vocal temática como parte del sufijo

Además de estos esquemas, cabe señalar que en otros estudios (Malkiel 1992: 23, DESE, s. v.) se entiende que -ido, da abarca todo lo mencionando, tanto morfología flexiva como derivativa. En estos casos, se hace referencia a dos morfemas: -ido, da1 como desinencia participial e -ido, da2 como sufijo. A continuación, se describen las características del morfema flexivo -do, da, con relación a los participios de la segunda y tercera conjugación (§ 3) y los adjetivos y sustantivos formados con -ido, da (§ 4). 3. EL MORFEMA FLEXIVO: LOS PARTICIPIOS EN (I)-DO, DA El morfema flexivo (i)-do, da —procedente del latín -(Ī)TUM, «terminación participial correspondiente a la cuarta conjugación» (DESE, s. v.)— genera participios en español que pertenecen a la segunda (hervir > hervido) y a la tercera (hundir > hundido) conjugación. En numerosas ocasiones estas voces se lexicalizan como adjetivos y, en algunos casos, aunque menos habitualmente, también como sustantivos. Véanse los siguientes ejemplos del CORDE para la voz hervido, derivado para el que este corpus recoge 165 ocurrencias, la mayoría de las

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cuales constituyen usos participiales como los de (a) y, en menor medida, empleos adjetivales como los de (b) y nominales como el de (c): (a)

Se añade a la salsa que quedó en la cacerola un buen puñado de setas recortadas y cocidas de antemano, y así que han hervido tres o cuatro minutos, se vierte toda esta salsa por encima del hígado que espera en la fuente (Ángel Muro, 1891-1894, El Practicón. Tratado completo de cocina, p. 186).

(b)

Todo olía fuertemente en esa hora próxima a un crepúsculo que pronto incendiaría el cielo durante unos minutos, antes de disolverse en una noche repentina: la leña mal prendida y la boñiga pisoteada, la lona mojada de los toldos, […] A arcilla olían los tejados húmedos; a musgos viejos los paredones todavía mojados; a aceite muy hervido las frituras y torrejas de los puestos esquineros; a fogata en Isla de Especias (Alejo Carpentier, 1962, El siglo de las luces, párrafo 131).

(c)

No ha salido a la madre, más bien a ella. ¿Ha puesto sal al hervido? Porque, eso más, comen como Dios (Max Aub, 1961, La casa de los Valverde, p. 126).

En el caso de (b), el contexto oracional permite advertir que el participio posee un uso adjetival y, en el caso de (c), se observa que la forma ha pasado a constituir un sustantivo que, como puede comprobarse en el corpus consultado y en otros diccionarios (DRAE-2001 y DA), presenta acepciones diversas vinculadas a un significado general: «acción y efecto de hervir» (1. ª acep. del DRAE-2001). Se trata de usos regionales europeos («Cat. y Val. ‘Guiso de judías verdes cocidas con patatas, sazonado con aceite y vinagre», 2. ª acep. DRAE-2001, s. v. hervido) y americanos («Ve. ‘comida que consiste en un caldo con carne de res, gallina o pescado, y trozos de verdura»; «2. Ec. ‘bebida caliente con aguardiente, azúcar y jugo de naranjilla»; «3 RD. ‘cualquier plato que se prepara cociendo algo en un caldo», DA, s. v. hervido) que se asocian por un proceso metafórico-metonímico con la comida o bebida que resulta después de haber hervido determinados alimentos. En los siguientes apartados se describen detalladamente los patrones derivativos asociados a la formación de adjetivos y sustantivos con el sufijo -ido, da. 4. EL MORFEMA DERIVATIVO: ADJETIVOS Y SUSTANTIVOS 4.1. Adjetivos en -ido, da: historia y evolución de los patrones derivativos adjetivales Los adjetivos españoles actuales que presentan el sufijo -ido, a —morfema procedente del latín -ĪTUS, -A, -UM (DESE, s. v.)— son, en su mayoría, derivados deverbales que significan ‘efecto de la acción que designa el verbo’ (moler > molido, divertir > divertido, Santana, Carreras y Pérez 2004: 70) y que proceden, en general, de la lexicalización de un participio (§ 3), un proceso que también fue

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muy habitual en latín (audītīs sermōnibus ‘habiendo oído las conversaciones’ > verba audīta ‘palabras oídas’, DESE, s. v.). En algunos casos, los derivados presentan significados diferentes al que caracteriza este patrón (‘efecto de la acción que designa el verbo’): roer > roído ‘corto, despreciable, dado con miseria’; caber > cabido ‘bien admitido, estimado’. Se trata de voces en las que se ha producido una extensión metafórico-metonímica del significado general del esquema derivativo. En roído, por ejemplo, el sentido del adjetivo no es literal, pues se interpreta metonímicamente que algo roído es algo miserable. Además de estos adjetivos, es necesario aludir a un grupo de derivados adjetivales que presentan el morfema -ido, da, originados y empleados mayoritariamente en español medieval —por ejemplo, amodorrido, desanguido, desertido, enfortido, amortido, bellido, enloquido, etc. (son pocos los que han sobrevivido y se siguen empleando en la actualidad: colorido, descolorido, florido, dolorido, adolorido, desaborido, resequido)—, ya que, por sus características formales, etimológicas y semánticas, dificultan su adscripción a un patrón derivativo concreto. Dworkin (1985) dedicó un estudio muy completo y detallado al origen, desarrollo y evolución de este tipo de adjetivos y a partir de los resultados que obtuvo se puede deducir que resulta imprescindible detenerse en cada uno de los términos para poder clasificarlos e identificar su origen y desarrollo morfológico. A continuación se resumen, en términos generales, las aportaciones de este investigador sobre este tipo de voces para caracterizar mínimamente este grupo de derivados en -ido, da. En su investigación, Dworkin (1985: 4-5) presenta una clasificación preliminar —que luego reestructura a partir de los resultados que obtiene en su estudio— de los adjetivos españoles en -ido, da en tres grupos distintos en función de sus características. En el grupo I se incluyen los adjetivos en los que se puede identificar claramente una base nominal (desertido ‘abandonado, deshabitado’ < desierto)2; en el grupo II, se recogen aquellas voces en las que parece reconocerse

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Otros ejemplos que Dworkin (1985: 5) incluye en este grupo (junto a ellos se menciona, en el caso de que aparezcan estos derivados, la primera documentación que recoge el CORDE) son: bafo > esbaforido, esbaharido; color > descolorido (1240-1250); dolor > adolorido (1511), faz > desfaçido (1240-1250); hambre (esp. ant. famne, fambre) > desfamnido (1264), desfambrido, desfanbrido (1240-1250), deshambrido (1550); lijo (esp. ant. lixo ‘sucio’) > enlexido; miedo > desmedrido (1240-1250); modorra > amodorrido (1414-1435); pavor > despavorido (14701480); sabor > desabrido (1240-1250), dessabrido (1240), desaborido (1385-1407); sangre (esp. ant. sangue) > desanguido; tinieblas (esp. ant. tiniebras) > entenebrido (1828-1870).

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una relación entre el sufijo y una base adjetival (emblanquido < blanco)3; y, finalmente, en el grupo III, se engloban las palabras en las que considera que -ido, da es un sufijoide y que pueden clasificarse en tres subgrupos en función de su etimología: en el subgrupo IIIa, se mencionan las voces que existían en latín y que llegaron por evolución patrimonial al romance (BELLĪTUS > bellido); en el subgrupo IIIb, se incluyen los adjetivos que proceden de lexicalizaciones de participios de verbos en -er e -ir (gracido ‘agradecido’ < gracir ‘dar las gracias’); y en el subgrupo IIIc, se consignan los préstamos de otras lenguas, especialmente galicismos, que llegan al español y se adaptan a la estructura morfológica de esta lengua (ardido o fardido ‘intrépido, valiente, astuto’ como adaptaciones del provenzal antiguo ardit y el francés antiguo hardi). En un primer acercamiento al análisis de estas formas, se advierte que presentan unas características y un origen difíciles de determinar (DESE, s. v. -ido, da). Se trata de adjetivos que, como señala Dworkin (1985: 5), desde una perspectiva actual podrían ser interpretados, erróneamente, como adjetivos denominales (grupo I) o deadjetivales (grupo II) debido a sus propiedades formales. Sin embargo, este investigador demuestra que esto no es así y para poder hacerlo traza la historia de cada una de las palabras que estudia a partir del cotejo de sus documentaciones textuales, del examen de las relaciones que se establecen con otros derivados de la misma familia léxica y de la comparación con los derivados equivalentes en otras lenguas románicas. En su trabajo demuestra, por un lado, que las formas del grupo I surgen, probablemente, por el influjo de los adjetivos del grupo II y III. En el primer grupo, el autor se refiere a los adjetivos denominales4. La creación de adjetivos en -ĪTUS,

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Véanse otros ejemplos mencionados por el autor: angosto > ensangostido (1490); blanco > emblanquido (1280); duro > endurido (1240); flaco > enflaquido (1230); gordo > engordido (1540); regordido (1540); loco > enloquido (1240-1250); muerto > amortido (1236-1246); negro > denegrido (1400), renegrido (1650); pobre > empobrido (1246-1252); prieto ‘negro’> repretido; raro (esp. ant. ralo) > enralido; seco > desequido (1513), resequido (1606-1611); verde > reverdido (1492); viejo > revejido (1589). 4 Cabe señalar que probablemente debido a su valor y uso anticuados, ni Santiago Lacuesta y Bustos (1999) ni la NGLE (2009) se refieren a este tipo de derivados. Rainer (1993: 532) lo menciona como un esquema derivativo marginal que indica ‘posesión’ y cita ejemplos de uso actual como desaborido, dolorido, florido, valido, vellido, resequido y colorido. Por su parte, Santana, Carreras y Pérez (2004: 71) también mencionan el sentido ‘semejanza’ con relación a lo designado por la base (pansido). En ambos casos, como se advierte en Dworkin (1985), se aportan ejemplos que no se corresponden con este esquema morfológico, pues no constituyen adjetivos formados mediante bases nominales. El caso de colorido, por ejemplo, resulta ser un préstamo del italiano,

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US, «sufijo denominativo de posesión» (DESE, s. v. -ido, da), a partir de bases nominales se documentan «ya en los albores de la lengua latina» (DESE, s. v. -ido, da), como reflejan ejemplos del tipo auris ‘oreja’ > aurītus ‘provisto de largas orejas’, ignis ‘fuego’ > ignītus ‘encendido’, melis ‘miel’ > mellītus ‘de miel’, pater ‘padre’ > patrītus ‘paternal’; pellis ‘piel’ > pellītus ‘vestido con pieles’ (Dworkin 1985: 5). Sin embargo, Dworkin no cree que los adjetivos denominales del español antiguo —también existentes en otras lenguas románicas (port. doorido ‘dolorido’ y port. escoorido ‘descolorido’)— mantengan una relación directa con el patrón derivativo del latín debido a las diferencias semánticas entre las formaciones latinas y las romances:

Whereas the latter [el esquema derivativo latino] denote ‘equipped with, shaped like, related to’ and are semantically positive or neutral, the Spanish denominal adjectives in -ido, are negatively colored and in some cases (though, I hasten to emphasize, not in all) directly indicate the absence or lack of a given quality or feature (Dworkin 1985: 6).

Por otro lado, el minucioso estudio de este investigador (Dworkin 1985: 7879) también sirve para demostrar que muchos de los derivados del grupo II y III no son adjetivos deadjetivales sino que, gracias a la investigación de la historia de cada palabra, se puede demostrar que los ejemplos de estos dos grupos constituyen, en su mayoría: (a) Lexicalizaciones de participios procedentes de verbos en -er e -ir —«que pronto se ven sustituidos por equivalentes incoativos» (DESE, s. v. -ido, da)— y que se formaron, en su mayoría sobre bases adjetivales (enflaquido), aunque hay también algún ejemplo formado sobre bases nominales (florido): N flor > V *florir (esp. act. florecer) > PP florido > ADJ florido ADJ flaco > V enflaquir (esp. act. enflaquecer) > PP enflaquido > ADJ enflaquido

En ambos casos, se supone que el adjetivo es la lexicalización del participio. Para argumentar sobre la existencia de los supuestos verbos y el proceso de lexicalización de los participios, Dworkin (1985: 5 y 41) aporta ejemplos de documentaciones de uso de los verbos (por ejemplo, enflaquir se documenta en el Libro de Alexandre) y equivalentes verbales en otras lenguas románicas en las que existieron y siguen aún existiendo estas formas (por ejemplo, cat. florir > florit; fr. fleurir > fleuri; it. florire > florito). (b) Préstamos de otras lenguas románicas que se han adaptado a la estructura y características del español. Véanse por ejemplo, colorido y favorido que proceden de colorito (> it. colorire, DECH, s. v. color) y favorito (> it. favorire, Dworkin 1985: como se comentará en próximos apartados, de manera que no puede incluirse en este grupo por tratarse de una forma creada en otra lengua y adaptada al español.

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35), respectivamente. En otros casos, se señalan el catalán o el francés como lenguas de transmisión de las formas al español (ardido ~ fardido ‘intrépido’ < «tomado conjuntamente del fr. hardi y del cat. ardit», DECH, s. v. ardido; marrido ~ desmarrido < del fr. marri o del cat. marri, lenguas en las «viene del germ. occid. MARRJAN (gót. marzjan ‘irritar’, a. alem. ant. marren ‘impedir, estorbar’» DECH, s. v. marrar). Además, en relación con este último ejemplo, cabe señalar que «most experts assign the French or Catalan forms to germanic prototype» (Dworkin 1985: 30). (c) Formas que proceden directamente de participios o adjetivos latinos y, por tanto, el patrón derivativo con el que se crearon no es propio del romance. Sirvan de muestra las voces bellido (con variante formal vellido5) cuyo significado fue ‘bello, hermoso, agraciado’ —procedente de «BELLUS ‘bonito’, quizá debido a un cruce con MELLĪTUS ‘dulce’, que se empleaba junto con BELLUS en frases cariñosas para dirigirse familiarmente a personas queridas» (DECH, s. v.)— y sencido (con variante sençido, a), que se empleó con el significado de ‘intacto, que no ha sido aún cortado ni pacido’ y que, según el DECH (s. v.), es de «origen incierto, probablemente del lat. SANCĪTUS ‘prohibido’». En último lugar, parece necesario hacer referencia a un grupo de voces a las que no suelen aludir las gramáticas ni los estudios sobre este sufijo. Se trata de un conjunto de compuestos léxicos adjetivales que parecen indicar posesión de lo indicado por las bases y se emplean para describir realidades animadas. Se trata de adjetivos formados por un sustantivo —a menudo referido a una parte del cuerpo humano o animal— y un adjetivo (procedente de una lexicalización de un participio) derivado en -ido, da. Véanse algunos de los siguientes ejemplos extraídos del NTLLE (2001): boquihendido ‘dicho de una caballería: que tiene muy altas las comisuras de los labios’; boquisumido ‘boquihundido’; boquitorcido ‘boquituerto’; cabizcaído ‘cabizbajo’; cabizmordido, da ‘deprimido de nuca’; cariacontecido ‘que muestra en el semblante pena, turbación o sobresalto’; carilamido ‘de cara delgada’; carirraído ‘descarado o sin vergüenza’. 4.2. Sustantivos en -ido, da: historia y evolución de los patrones derivativos nominales El tercer grupo de derivados españoles en -ido, da —morfema procedente del sufijo latino -ĪTUS, -ŪS (Craddock y Georges 1963: 87)— lo constituyen dos ti-

5 El DRAE-2001 también incluye vellido, aunque con el significado de ‘velloso’, algo que Dworkin (1985: 9) advierte que es un error, pues los textos antiguos solo documentan esta forma como variante formal de bellido y, por tanto, con el significado de ‘hermoso’. Si se consulta el CORDE, se puede confirmar que esta forma solo se vincula a este significado. Para más información sobre la formación de este término, véase Malkiel (1946).

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pos de sustantivos: las lexicalizaciones de participios que responden al esquema ‘acción y resultado de lo designado por la base’ (§ 4.2.1.) y los nombres que designan ruidos y sonidos (§ 4.2.2.). 4.2.1. Sustantivos deverbales en -ido o -ida que designan ‘acción y efecto’ Este grupo se compone, en su mayoría (son pocas las excepciones; por ejemplo, sobaco > sobaquido «voz de la Germanía que significa lo que se hurta, y se lleva debajo del brazo», DAut.), de voces que proceden de la lexicalización de un participio de un verbo de acción (sacudir > sacudida ‘temblor, convulsión’, NGLE 2009: 385), generalmente de la segunda y la tercera conjugación, aunque existen excepciones (volar > volido ‘acción de volar’; cuidar > cuido ‘acción de cuidar, especialmente de cosas materiales’). Se trata de nomina actionis que responden al patrón ‘acción y efecto de lo designado por la base’ (crujir > crujido ‘acción y efecto de crujir’, DRAE-2001) entre los que destacan los que se refieren al campo semántico de la alimentación (batido, cocido, derretido (derretido de queso, Cuba, Guatemala, NGLE 2009: 384), embutido, hervido, bebida, comida). Cabe señalar, además, que existen diferencias regionales entre las formas masculinas y las femeninas que, en bastantes ocasiones, afectan al significado. Obsérvese la diferencia entre un barrido ‘acción o proceso’ y una barrida ‘evento singularizado’. 4.2.2. Sustantivos en -ido que designan ‘ruido’ o ‘sonido’ A partir del esquema morfológico general descrito en el epígrafe anterior mediante el que se crean nombres masculinos6 de acción y efecto se generó otro patrón —característico del español y del portugués (Lüdtke 1978: 344, apud Santiago y Bustos 1999: 4567) ya que, en palabras de Craddock y Georges (1963: 90), «Outside Hispano-Romance, with the posible exception of Rumanian, verbal abstracts denoting sounds display no separate derivational pattern»— especializado en la formación de la sustantivos deverbales que designan un ‘ruido o sonido’ producido, normalmente, por un animal o una cría de animal (aullar > aullido ‘voz triste y prolongada del lobo, el perro y otros animales’ DRAE-2001) y, con menos frecuencia, por una persona (plañir > plañido ‘lamento, queja y llanto’ DRAE-2001; pujar > pujido en C. Rica, El Salv., Guat., Méx. y Ven. ‘voz característica que emite alguien cuando hace un esfuerzo físico o se queja de un dolor’ DRAE-2001) y una realidad no animada (chapido ‘The noise of plates, the 6 Solo se ha encontrado un caso de una variante femenina de un sustantivo que designa ruido, se trata de la voz bujida, que el DA recoge como variante de bujido ‘sonido producido por una tormenta o por un volcán en erupción’.

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ringing of plates’ Percival 1591; estampar > estampido ‘ruido fuerte y seco como el producido por el disparo de un cañón’ DRAE-2001; bujido o bujida ‘sonido producido por una tormenta o por un volcán en erupción’, DA). En no pocas ocasiones, es habitual que un mismo derivado presente acepciones que puedan referirse tanto al ruido que produce un animal como a una persona o a un objeto. Se trata de un proceso de extensión semántica de los valores que adquiere el sufijo que se documenta en diversos casos (bramido, bufido, gañido, pitido). Véase, por ejemplo, el caso de bramido o gañido como voces que pueden ilustrar el fenómeno a partir de las definiciones del DRAE-2001: bramido 1. 2. 3.

m. Voz del toro y de otros animales salvajes m. Grito o voz fuerte y confusa del hombre cuando está colérico y furioso m. Ruido grande producido por la fuerte agitación del aire, del mar, etc.

gañido 1. 2. 3. 4.

intr. Dicho de un perro: aullar con gritos agudos y repetidos cuando lo maltratan. intr. Dicho de otro animal: quejarse con voz semejante al gañido del perro. intr. Dicho de un ave: graznar intr. coloq. Dicho de una persona: resollar o respirar con ruido. U. m. con neg.

Estas definiciones muestran que es habitual que algunos de los derivados que designan ruidos de animales se expandan y amplíen semánticamente su uso para designar también ruidos o sonidos producidos por las personas y los objetos. Habitualmente, la base derivativa de estas voces es un verbo que indica la producción de un ruido o algún tipo de sonido (aullar, bramar, ladrar, maullar, piar, pitar, rechinar, relinchar, roncar, roznar, etc.). Son escasas las excepciones en las que la base no es verbal. En algunos de estos casos la base puede ser un sustantivo que designa el animal, persona o realidad que produce el ruido (toro > torido ‘ladrido de un perro’, argentinismo, DA; guarro > guarrido ‘gruñido del jabalí’, panameñismo, DA; bomba > bombido ‘ruido ensordecedor poco prolongado’ DHist. 1933-1936) o también una base de carácter onomatopéyico (ñarrido ‘maullido del gato’ DA). Cabe destacar que, aunque en pocas ocasiones, existen formaciones para las que no se ha podido determinar la base; véase el caso, por ejemplo, de la voz peruana guapido ‘grito enardecido de ánimo’ (DA). La característica y diferencia principal —profundamente examinada por Craddock y Georges (1963) y etiquetada por Pattison (1975: 18) como un «anomal use»—, respecto a los otros romances y al propio latín, es que suele adjuntarse generalmente —aunque no de forma exclusiva (p. e. tañer > tañido;

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llover > llovido)— a verbos de la primera conjugación (silbar > silbido), mientras que en latín, este afijo se unía básicamente a bases verbales de la cuarta conjugación (GANNĪRE > GANNĪTUS > gañido ‘aullido del perro cuando lo maltratan’, DRAE-2001). Según Craddock y Georges (1963: 105), esto se explicaría por tres razones vinculadas a la evolución de las conjugaciones latinas y a la coexistencia con variantes morfológicas de las terminaciones: First, the formation of frequentatives in -ĪTARE, which acted as a common denominator; second, the numerical preponderance of the 4th conjug.; third, after the local near-fusion of the 3d conjug. with the 4th, the relative isolation of the few items pertaining to the -ĀRE class. The shift of deverbal -ĀTU to -ĪTU was presumably effected in preliterary Hispano-Romance.

Se trata de un patrón derivativo que, para Craddock y Georges (1963: 105), surgió por la confluencia de diferentes factores. En primer lugar, existían ya en latín diversos derivados con este sufijo que significaban ‘ruido o sonido’ (gemido < lat. GĔMĬTUS, DECH, s. v. gemir; mugido < lat. MŪGĪTUS; gruñido < GRUNNĪTUS); en segundo lugar, parece que existieron algunos términos que fueron clave en la consolidación y extensión del uso de este esquema morfológico. Craddock y Georges (1963: 105) se refieren al sustantivo apellido que «emerged from the Latin pattern and helped to give rise to ladrido» y en el DECH (s. v. latir y ladrar) se hace referencia a los verbos latir y ladrar como iniciadores de la expansión del esquema derivativo. Se trata de dos verbos que antiguamente designaban el ruido que emitía el perro y cuyas formas y significados se interrelacionaron en algún momento de la historia del español para dar lugar a la variante latrido que derivaría en ladrido. Latir (< lat. GLATTIRE ‘lanzar ladridos agudos’, DECH, s. v.) se usaba para referirse al sonido que emitían los perros pequeños y significaba ‘dar ladridos entrecortados el perro cuando ve o sigue la caza, o cuando de repente sufre algún dolor’; posteriormente, desarrolló el significado más extendido en la actualidad: ‘dar latidos el corazón, las arterias o la apostema cuando madura’. Por su parte, ladrar (< lat. LATRARE) se empleaba para el sonido emitido por los perros grandes. Las relaciones semánticas que se establecen entre ambos verbos generaron, muy probablemente, la influencia y cruce de formas que terminó por dar lugar a la variante ladrido (latrido), que, según el DECH (s. v. latir), constituye la palabra que desencadena el patrón derivativo de ‘sonido, ruido’. La rentabilidad del patrón a lo largo de la historia del español se hace evidente si se analiza el importante número de voces que se han creado con él (v. Craddock y Georges 1963: 106 y NGLE 2009: 394-395). Sin embargo cabe señalar que, a pesar de que muchos de ellos, especialmente los de origen latino (tronido < TRONĪTUS; gemido < GEMĪTUS; gañido < GANNĪTUS; gruñido < GRUNNĪTUS),

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aparecen documentados en textos del siglo XIII, según datos del CORDE y el CDH, en algunos casos, los derivados formados con este patrón morfológico presentan un uso poco extendido en la historia del español (atronido, azumbido, bombido, chapido, clamido, rebruñido, rebuznido, piído, guañido), pues solo se documentan en algunas obras lexicográficas, tal y como se ha podido comprobar en el NTLLE y el NTLE, y presentan escasas documentaciones o no se documentan en los corpus consultados. Son palabras que cuentan con una «existencia pasajera en la historia del español», a menudo se trata de «creaciones esporádicas», como señala Campos Souto (2008: 59) que, sin embargo, se encuentran inventariadas en algunas obras lexicográficas y ello, en palabras de la misma investigadora, «transmite, en ocasiones, la sensación de una cierta vitalidad». Véase, a modo de ejemplo, la voz clamido, que el NTLE solo documenta en siete diccionarios, todos bilingües y del siglo XVII (Palet 1604; Oudin 1607, Vittori 1609, Minsheu 1617, Mez de Braindenbach 1670) y XVIII (Sobrino 1705 y Stevens 1706), y que el CORDE y el CDH no incluyen. Finalmente, debe señalarse, como indican Santiago Lacuesta y Bustos (1999: 4568) y la NGLE (2009: 395), que en la lengua estándar actual «el sufijo parece haber dejado de ser productivo» y que en la lengua familiar su productividad se limita al español americano: cantido (Panamá), chistido (Venezuela), llorido (Argentina), pujido (Venezuela), torido (Argentina), toquido (Colombia), volido (México). 3. CONCLUSIONES El análisis y la descripción de las voces que contienen el morfema -ido, da en español ha permitido observar que se trata de una partícula especialmente interesante desde muy diversos puntos de vista. En primer lugar, se ha comprobado que no existe un consenso generalizado sobre la forma que puede emplearse para representar el morfema flexivo y el morfema derivativo en función de si se considera que la vocal temática forma parte del morfema o no. En la presente investigación, se entiende que el elemento flexivo es -(i)do, da, con distinción de la vocal temática, y que el elemento derivativo es -ido, da porque se considera que la vocal forma parte del sufijo. En segundo lugar, debido a que el morfema -ido¸ da, igual que -ado, da y -udo, da, se halla en la interfaz de la flexión y la derivación en morfología, las formas que lo contienen, en diversas ocasiones, presentan dificultades para poder determinar el origen de su formación. Así lo demostró Dworkin (1985), tal y como se ha mencionado anteriormente, para un grupo de adjetivos del romance medieval formados con este elemento morfológico (florido, enflaquido, emblanquido,

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resequido, reverdido, revejido) que, en muchos casos, en la actualidad solo se documentan en su variante incoativa (enflaquecido, emblanquecido, reverdecido) y que aunque parecen aparentemente derivados deadjetivales o denominales, constituyen, en su mayoría, lexicalizaciones de participios de verbos de la segunda y la tercera conjugación. Finalmente, se ha podido comprobar que entre los derivados sustantivos en ido se halla un grupo de voces peculiares que se han formado a partir de un esquema morfológico que parece existir solo en español y en portugués. Se trata de las formaciones que significan ‘ruido’ o ‘sonido’ (maullido, alarido, chirrido, piído) y que, además de presentar un controvertido origen etimológico y unas propiedades morfológicas anómalas (se adjunta esencialmente a verbos de la primera conjugación), posee una variable productividad en las diferentes zonas del español europeo y americano. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ARONOFF, Mark (1994): Morphology by itself: stems and inflectional classes, Cambridge, University. BEARD, Robert (1998): «Derivation», en A. Spencer y A. M. Zwicky, eds., The Handbook of Morphology, Oxford, Blackwell Publishers, pp. 44-65. BENIERS, Elisabeth (1977): «La derivación de sustantivos a partir de participios», Nueva Revista de Filología Hispánica, XVII, pp. 316-333. BLAYLOCK, Curtis (1972): «The -udo participles in Old Spanish», en Homenaje a Antonio Tovar ofrecido por sus discípulos, colegas y amigos, Madrid, Gredos, pp. 75-79. BOIIJ, Geert (2000): Morphology: ein internationales Handbuch zur Flexion und Wortbildung: an international handbook on inflection and word-formation, Berlin, Walter de Gruyter.

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