(2014) Aspectos Sagrados de la Cacería del Hipopótamo en el Egipto Predinástico

July 31, 2017 | Autor: Sebastián Maydana | Categoría: Egyptology, Symbolic Anthropology (Anthropology), Predynastic and Early Dynastic Egypt, Hippopotamus
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Descripción

COLECCIÓN ALADAA ISSN 2346-8602

COLECCIÓN ALADAA DOCUMENTO 1 XlV CONGRESO INTERNACIONAL DE ALADAA

13-17 de agosto, 2013 Sede: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata La Plata, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina

Editor responsable: ALADAA (Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África) Calle 9, N° 678, 1°C- La Plata, Pcia. de Buenos Aires, República Argentina Compiladoras: Cecilia Onaha y Lía Rodriguez de la Vega

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MESA 23 DINÁMICAS ESTATALES EN FORMACIONES SOCIALES ANTIGUAS DE ASIA Y ÁFRICA Coordinadores: Marcelo Campagno, Cristina Di Bennardis y Walburga Wiesheu

Participantes Marcelo Campagno (CONICET-Universidad de Buenos Aires) y Walburga Wiesheu (Escuela Nacional de Arqueología e Historia, México), “Consideraciones comparativas sobre formaciones estatales tempranas en Egipto y en China”. Augusto Gayubas (CONICET-Universidad de Buenos Aires), “Guerra y jerarquización sociopolítica en el valle del Nilo predinástico”. Pablo Jaruf (Universidad de Buenos Aires), Bernardo Gandulla (Universidad de Buenos Aires) y Ianir Milevski (Israel Antiquities Authority), “Entre revoluciones: las formaciones pre-estatales del período Calcolítico palestinense”. Julio López Saco (Universidad Central de Venezuela, Caracas), “Entre dioses y hombres: Fuxi, Shennong, Yao y su trasfondo histórico-cultural en la China arcaica”. Magdalena Magneres (Instituto de Estudios Históricos y Sociales Prof. Juan Carlos Grosso, UNICEN), “Nuevas estrategias socio-políticas en el norte de Israel: la dinastía de Omrí (c.883-841 a.C.)”. Sebastián Francisco Maydana (Universidad de Buenos Aires), “Aspectos sagrados de la cacería del hipopótamo en el Egipto Predinástico”. Alejandro Mizzoni (Universidad de Buenos Aires), “Condiciones de estatalidad en el reino arameo de Bit-Agusi/Arpad”. Luciana Urbano (CONICET − CEDCU – Universidad Nacional de Rorario), “Mujeres reales y política estatal en Mari. Algunas reflexiones desde la perspectiva de género”.

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Marcelo Zulian (Universidad de Morón), “Un ejemplo de la fuerza del regionalismo en el proceso de formación del Estado egipcio: las tumbas reales de Abydos”.

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Aspectos sagrados de la cacería del hipopótamo en el Egipto Predinástico Sebastián Francisco Maydana Universidad de Buenos Aires [email protected]

“La guerra de las efigies, de las representaciones o de los principios, con mitos en su cara externa y magia efectiva debajo, es la única explicación que se mantiene en pie del mundo antiguo”. Antonin Artaud

-αMi objetivo en el presente trabajo es explorar, en el marco de una investigación más amplia acerca del tema de la “cacería del hipopótamo” en el Antiguo Egipto Predinástico y Protodinástico, un campo que ha sido en gran medida eludido por los académicos. En efecto, sobre la religiosidad de los períodos más antiguos de la historia egipcia es difícil establecer con cierto margen de probabilidad cualquier afirmación. Sin embargo, y amparándome en el adagio que dice que “ausencia de evidencia no implica evidencia de ausencia”, considero que hacerlo no sólo es posible sino que además es necesario. Evitar un aspecto de cierto problema no lo elimina sino que por el contrario nubla la perspectiva más amplia del tema en sí. Naturalmente para hacer cualquier suposición es necesario partir de los datos de que se dispone. La evidencia acerca de la cacería del hipopótamo consiste para el período predinástico y dinástico temprano en representaciones parietales y cerámicas, así como restos óseos. En cuanto a estos últimos, es poco común encontrar huesos de hipopótamo en el registro arqueológico, lo cual llama la atención si se contrasta con la profusión relativa con que aparece el animal y su cacería en representaciones de todo tipo. Es decir que, con toda probabilidad, el hipopótamo debió haber sido cazado simbólicamente mucho más de lo que se lo cazó efectivamente. ALADAA XIV – 2013

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Alrededor del 1% de los restos óseos (Linseele y Van Neer, 2009; Hendrickx, 2012) encontrados en asentamientos predinásticos corresponde a animales salvajes, porcentaje que disminuye al acercarnos a tiempos estatales. La única excepción es la localidad conocida como HK29A de Hierakonpolis, donde el porcentaje de animales salvajes supera ampliamente estas cifras (los cálculos más conservadores arrojan porcentajes que van del 8 al 15%). Esto le sirve a Stan Hendrickx (2012) para señalar una vaga relación entre cacería y estatus social. Sin embargo, la función principal de HK29A ha sido identificada como de carácter sagrado (Nekhen News 1986; Friedman, 2003) y también se lo ha definido como un “complejo templo-taller” (Holmes, 1992). Dado que en tal localidad (junto con otras localidades de Hierakonpolis, HK6 y HK11) se han encontrado restos de hipopótamos vale la pena detenerse en el aspecto sagrado de su cacería. Encarada de esa forma, la cacería ritual del hipopótamo ofrece valiosos datos acerca de la conformación de lo que posteriormente sería la religión estatal del Egipto dinástico.

-βLas escenas claramente distinguibles de “cacería del hipopótamo” se registran en casi todos los períodos de la historia egipcia (Kees, 1926; Vandier, 1950), y debido a las características del canon egipcio, orientado “no hacia lo variable sino hacia lo constante, no a la simbolización del presente vital sino a la realización de una eternidad intemporal” (Panofsky, 1970[1957]: 65), estas resultan fáciles de identificar y catalogar (Behrmann, 1989; 1996). Sin embargo, en este punto quisiera establecer la distinción de la cacería del hipopótamo como motivo y como tema pictórico, a fin de profundizar mediante estos dos planos de estudio mi investigación. Para explicar esta diferencia es preciso hacer un paréntesis y especificar qué entiendo por signo (σŒηµα) y símbolo (σύµβολον), es decir lo que atañe respectivamente al significado y simbología de una representación. Según el gran historiador del arte Erwin Panofsky (1970 [1957]: 37 y ss.) la iconografía es la rama de la historia del arte que se ocupa del significado de las obras de arte, para lo cual el iconógrafo analiza tanto el significado como la forma. La forma pura no debería ofrecer

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problemas ya que se presenta a la vista tal como es457. “Al mundo de puras formas que así se reconocen como transmisores de significados primarios o naturales cabe denominarlo el mundo de los motivos artísticos” (1970 [1957], el destacado es mío). Llama a esta descripción e identificación de las formas “descripción preiconográfica” y es el primer paso de cualquier análisis artístico458. A continuación el investigador pasará a la “descripción iconográfica”, enfrentándose con el siguiente estrato de progresiva profundidad que termina por componer el significado de una obra: el asunto secundario o convencional, que permite al investigador conectar motivos artísticos y combinaciones de motivos con temas o conceptos. En el caso que analizo los temas que entran en juego son la cacería en sí, la lucha contra el caos, el poder real, etc., los cuales voy a estudiar en el apartado -ζ-. Ahora bien, desde el nivel del significado no es posible decir mucho más que eso. Para perforar el límite del significado y llegar a las mayores profundidades de la representación estudiada hay que conocer, según Panofsky, “aquellos principios subyacentes que revelan la actitud básica de una nación, de un período, una clase, una convicción religiosa o filosófica, todo esto modificado por una personalidad y condensado en una obra” (1970[1957]:40). El autor llama a este nivel el del “significado intrínseco o contenido”, y la disciplina que lo estudia es la iconología. La interpretación iconológica “reclama algo más que la familiaridad con temas o conceptos específicos según llegan a través de fuentes literarias (…) para aprehender estos principios nos hace falta una facultad mental comparable a la del clínico que diagnostica, facultad que a lo sumo puedo describir con una expresión bastante desacreditada, “intuición sintética”, la cual puede estar más desarrollada en cualquier hombre de talento que en un investigador erudito” (1970[1957]: 46-47459). Nótese que el método propuesto por Roland Tefnin (1979) tiene en cuenta sólo el contenido semiótico de las representaciones, y no su simbología. Un signo remite a algo conocido, y esta

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Por supuesto que Panofsky no toma en cuenta los restos fragmentarios y semidestruídos con que debe trabajar el egiptólogo, para quien esta “descripción preiconográfica” ya representa un reto en sí. 458 Analizaré en profundidad el motivo así definido de la cacería del hipopótamo en el apartado -γ-. 459 Como comentario al margen quisiera traer a colación la crítica a la pura erudición que efectúa René Guénon en un artículo sobre el trabajo de A.E. Waite: “hay que añadir que el Sr. Waite no ha pretendido hacer únicamente una obra de erudición, y conviene felicitarlo por ello, pues compartimos completamente su punto de vista sobre el escaso valor de todo trabajo que no sobrepase esa perspectiva…” 2003 [1934]: 91.

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conexión es arbitraria o convencional. El símbolo en cambio remite a algo desconocido en sí, que se presencializa en algo visible. Es intuitivo (del latín intus ire, ir adentro), y su objeto es infinitamente abierto, a diferencia del signo en que el significado es limitado (Jung, 1994[1921]: 554 y ss.). Se comprende de esta manera que lo sagrado, es decir, lo inefable (Cf. Otto, 2008[1936]), no puede ser traducido al lenguaje (el sistema de signos más común)460. “El símbolo es la clave de todo lenguaje de la experiencia religiosa” (Croatto, 1994: 61), y por lo tanto es la clave para entender a cualquier civilización en la que la experiencia religiosa es “lo real por excelencia” (Eliade, 1981 [1957]: 59), o como las denomina Mircea Eliade, “sociedades integradas”. El decir que estas sociedades viven en un mundo “integrado” significa que la naturaleza, el hombre y lo sagrado son partícipes de una misma realidad que no admite particiones sino que es de una misma sustancia. La certeza del mundo como unidad, lo que Lévi-Bruhl llamó participation mystique y Jung “indiferenciación entre sujeto y objeto” (Jung y Wilhelm, 2012[1936]: 60) es el punto de partida conceptual de este tipo de sociedades. En resumen, el símbolo es complejo y revela dimensiones conscientes e inconscientes del núcleo de la personalidad, es opaco y equívoco; el signo, en cambio, es claro y unívoco porque se refiere claramente a lo que significa. Espero haber demostrado con suficiencia la necesidad de que el análisis de la cacería del hipopótamo se comprenda dentro del ámbito de lo simbólico, o lo que es lo mismo, de la iconología.

-γMe gustaría retornar, luego de este necesario excurso sobre el método para trabajar sobre imágenes con alto contenido simbólico, a la distinción entre motivos y temas en la cacería del hipopótamo. La cacería del hipopótamo como motivo pictórico (figs. 1 a 3) es fácilmente reconocible por sus elementos altamente normalizados, y podemos encontrar este motivo en contextos funerarios que van desde la I Dinastía hasta el Imperio Nuevo (Säve-Söderbergh, 1953). En ellas se repiten los mismos elementos. Una figura principal de pie en la proa del bote es 460

Lo sagrado, según Otto, “no se puede enseñar, sino sólo suscitar, despertar, como todo lo que procede del espíritu” (2008[1936]:19)

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retratada en el momento exacto de arponear al animal. En el Reino Nuevo era el difunto el que mataba al hipopótamo, siendo a menudo asistido por otro u otros personajes que agitaban el agua o espoleaban a la bestia para que emergiese de modo de ser más fácilmente alcanzable por el arpón que le daría el golpe de gracia. La coloración del hipopótamo variaba entre rojo y gris. El arponero sostenía en una mano el instrumento y en la otra un conjunto de cuerdas con las que inmovilizaba al animal enfurecido (fig. 3). Las escenas carecen de tensión y a menudo el hipopótamo era representado en una escala menor con respecto a la figura humana para quitarle peligrosidad. Como señala Säve-Söderbergh (1953:5) esta apariencia de tranquilidad y de superioridad del hombre sobre el animal es reforzada por la presencia en el bote de su esposa. Sobre este motivo hay pocas variaciones. En el Reino Antiguo el difunto no estaba en el bote del arponero sino que supervisaba la acción desde un segundo bote (fig. 2) o desde la costa (fig. 1). El tipo de bote también varía según el período. Hasta aquí lo que se puede decir acerca de la cacería del hipopótamo como motivo pictórico. Como tema, por otro lado, el panorama se amplía ya que se pueden incluir en el análisis muchas representaciones que comprenden otros motivos, por ejemplo aquellos de la cacería de aves o la pesca en el pantano; dentro de ellos puede aparecer el tema de la cacería del hipopótamo. Estrictamente hablando no existen para el período Predinástico representaciones del motivo de la cacería del hipopótamo. No obstante esto, como tema está profusamente documentado en el registro predinástico y protodinástico, acerca del cual es posible afirmar que los motivos más comunes son la cacería de animales salvajes y el triunfo militar (Hendrickx, 2012: 2; Wildung, 1977), ambos relacionados con el concepto de orden contra el caos. Ahora bien, si la guerra en el Predinástico está bien atestiguada desde el registro arqueológico, especialmente en Nagada I y II, y es cierto que “hay lugar para pensar que la guerra pudo haber tenido un papel socialmente importante en dichas sociedades” (Gayubas, 2006: 66); curiosamente, lo mismo no puede decirse de cacería, la cual cumplía un rol mucho menor a nivel social que lo que podemos pensar a partir de la ubicuidad de su representación (Altenmüller, 1980b: 224). A partir de esta observación es que Stan Hendrickx concluye que la caza en el Predinástico estaba relacionada con el mantenimiento de una jerarquía y estatus social, antes que con el consumo alimenticio (2012). Mi propuesta en este trabajo es que a este estatus y jerarquía hay que asociarlo a una efectividad sagrada o religiosa.

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En las representaciones predinásticas en que aparece el tema de la cacería del hipopótamo éste está unido por líneas (cuerdas) a un personaje con atributos jerárquicos, es decir, plumas, cola de animal o estuche fálico. A veces el personaje es sustituido simplemente por el arpón, en cuyo caso la escena no deja de tener el mismo contenido simbólico. En ocasiones, por ejemplo en el arte parietal de Was-Ha-Waset aparecen enlazados por la misma cuerda animales de dos ecosistemas completamente diferentes como son la gacela del desierto y el hipopótamo del río (fig. 4, Darnell, 2009). Datos como estos abonan la teoría de Tefnin de la inutilidad de cualquier “lecture événementielle” de las representaciones predinásticas. “Toute lecture narrative, séquentielle de ces signes, dont rien ne nous permet d'affirmer qu'ils s'ordonnent selon la logique de l'unité spatio-temporelle, ne peut être risquée qu'abritée sous une forêt de points d'interrogation” (1993:7). El artista que inscribió la piedra no se interesaba por mostrar un hecho sucedido realmente sino por su efectividad simbólica, mágica probablemente (ver apartado -ζ-). Además de las pinturas parietales contamos para el Predinástico con un importante corpus de cerámicas, como las recogidas por Günter Dreyer y Rita Hartmann en el cementerio U de Abydos. En particular, llama la atención un cuenco (fig. 5) de boca ancha y circular de 18 cm. de diámetro que contiene en su interior una escena muy rica donde nuevamente se puede ver un conjunto heterogéneo de animales y plantas de distintos ecosistemas, así como un bote desde el que parten líneas onduladas que alcanzan al hipopótamo (Hartmann, 2008). La composición orbita alrededor de un escorpión que ocupa el centro de la vasija y que destaca por sus enormes proporciones. Evidentemente se trata de una simbología compleja y poco comprendida cuya dilucidación requiere un trabajo más extenso que el que puedo ofrecer aquí. Nótese que, justamente por estar comprendida dentro del ámbito de lo simbólico, resulta opaco al entendimiento del hombre actual, acostumbrados como estamos a movernos dentro de los límites de la semántica y de lo unívoco. En el siguiente apartado discutiré la evidencia semántica, es decir, arqueológica de la cacería en el Predinástico con énfasis específico en los restos óseos correspondientes a hipopótamos.

-δALADAA XIV – 2013

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Una rama de la geografía conocida como “geografía histórica y biogeografía” se ocupa de estudiar la distribución e importancia de distintas especies animales a lo largo de amplios períodos temporales. Los datos que arroja para el Egipto prehistórico (20.000 a.C. – 4.000 a.C.) indican una coincidencia entre los sitios donde existían hipopótamos (es decir, donde se han encontrado restos óseos de los mismos) y donde estos eran representados (Manlius, 2000: 60). Debe notarse que esto se condice con lo que es esperable en una sociedad de cazadores. Para períodos posteriores de la prehistoria egipcia, en los cuales el territorio estaba poblado por sociedades de jefaturas, es interesante constatar que las representaciones de cacería del hipopótamo se multiplican (Behrmann, 1989) a la vez que sus restos óseos se hacen cada vez más escasos (Linseele y Van Neer, 2009:124). La zooarqueología determina un hecho que es previsible en cualquier sociedad agrícola, a saber que “the Predynastic people derived the bulk of their mammalian animal protein from their domestic animals, making infrequent use of either the desert or Nile River resources” (McArdle, 1992: 56). Y en efecto la domesticación de animales salvajes gana terreno frente a la caza con fines alimenticios a partir de la sedentarización de las sociedades (Altenmüller, 1980a: 221). El consumo de animales salvajes en sitios del Predinástico tardío comprende típicamente el 1% o menos de los restos zooarqueológicos. La única excepción a esta regla, la localidad de Hierakonpolis conocida como HK29A, llega a dar porcentajes quince veces mayores (Hendrickx, 2012; Linseele y Van Neer, 2009). En la localidad HK 29A, cuyo carácter cúltico desarrollaré en el apartado -ε-, se han encontrado restos animales relativamente bien conservados, lo que permitió a Linseele y Van Neer, a partir de un muestrario seleccionado en diversas localidades, establecer un análisis comparativo dentro del sitio y con otros sitios predinásticos. Sus estudios muestran la gran variedad de animales presentes tanto en pozos de descarte (asociados al consumo alimenticio) como en contextos funerarios (asociados con actividad ritual, Linseele y Van Neer, 2009: 111) y por supuesto en HK 29A, el cual arroja resultados diferenciados respecto a las demás localidades. Según los autores en ningún otro sitio predinástico se ha encontrado tal profusión de restos de mamíferos salvajes, y en HK29A se da la poco común coincidencia de animales tanto del Valle del Nilo (hipopótamos, gatos pequeños) como del semidesierto adyacente (gacelas, zorro de Rüppell), del desierto en sí (zorro del desierto) y de las áreas montañosas ALADAA XIV – 2013

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(ovejas salvajes). Esto parece indicar que en este lugar en particular la cacería de animales salvajes no sólo se daba de manera más intensa sino también en una variedad mayor de biomas (2009: 126). Otros descubrimientos originales son los huesos de elefantes y mandriles. Con respecto a los hipopótamos, se identificaron cuarenta y cuatro individuos diferenciados aunque ningún esqueleto completo. Sus restos se encontraron en HK11, HK6 y HK29 (McArdle, 1992: 55; Linseele y Van Neer, 2009: 124). La presencia en estos sitios no es azarosa, ya que el último es un complejo cúltico, HK6 un cementerio de élite y HK11 un área de núcleos domésticos en el cual se encontraron restos de un solo individuo. Con todos estos datos en mente, lo único que queda por concluir es que el consumo de animales salvajes en el Predinástico tardío al no estar asociado a la nutrición debía estarlo a la práctica religiosa. Asimismo, es a mi entender muy acertada la interpretación “simbólica” que Linseele y Van Neer otorgan a los restos hallados, a la cual me gustaría retornar más adelante (-ζ-).

-ε¿Cuál es exactamente la importancia de la localidad HK 29A para este trabajo? Por este código se conoce a una de las localidades del sitio de Hierakonpolis en el Alto Egipto, sitio cuya excavación e investigación tiene un largo historial que se remonta a las excavaciones de Quibell y Green a fines del s. XIX; el sitio era incluso conocido desde la expedición napoleónica del siglo anterior (Adams, 1995). El emplazamiento del sitio está en una estrecha franja de tierra cultivable en el borde del desierto occidental, 17 kilómetros al norte de Edfu, en el límite sur del valle aluvial del Nilo y justo al norte del desierto rocoso de Nubia. Las modernas excavaciones a cargo primero de Fairservis y Hoffmann y luego de Barbara Adams desenterraron lo que fue identificado a partir de 1986 como un “templo” (Nekhen News 1986) en el borde de la llanura aluvial (Friedman, 2003). Se trata de un patio oval de 32 metros de largo por 13 de ancho, orientado en dirección noroeste-sudeste, y por los hoyos de los postes se sabe que estuvo rodeado por un cercado. El patio posee una pendiente de 9°, con un hoyo de poste en su punto más alto. El período de utilización del templo es de ca. 3.500 a.C. – 3.200 a.C., tal como se deduce de los artefactos líticos encontrados in situ. Los métodos ALADAA XIV – 2013

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modernos de datación (Friedman, 2003) permitieron identificar tres fases distintas de utilización: Nagada IIb-c (3.500 a.C.), Nagada IId (3.300 a.C.) y temprana Dinastía I (3.000 a.C.). Diane Holmes (1992:194-195) estudió los artefactos de esta localidad y definió su función como de “complejo templo-taller”, es decir que cumplía funciones tanto productivas como cúlticas. Además, dentro del perímetro de este templo-taller se ha encontrado gran parte del particular conjunto de restos animales discutido en el apartado -δ-. Las funciones religiosas no sólo están atestiguadas por las grandes dimensiones del conjunto, sino por los artefactos líticos encontrados en él (no tanto los tipos de herramientas sino su escala “industrial”, Holmes, 1992: 43), así como los restos de las pilas de desecho. Una gran cantidad de huesos de peces de gran tamaño y animales raramente encontrados en núcleos poblacionales predinásticos sugieren la existencia de “banquetes” seguramente de carácter ritual o religioso. Además, posiblemente se trate del mismo corral oval representado en la Cabeza de Maza de Narmer, la cual contiene en su interior gacelas (concordando con la evidencia ósea analizada por McArdle, 1992). Por otra parte, hay evidencia de que muchos de estos animales fueron mantenidos vivos dentro del perímetro de HK29A a veces por períodos considerables, lo cual da a entender que su consumo o sacrificio debía darse en fechas específicas del calendario ritual del sitio (Van Neer et al., 2004).

-ζEn cuanto al simbolismo asociado a la cacería del hipopótamo, considero que los trabajos disponibles logran acceder en su gran mayoría sólo a la superficie de este. Raramente se ha dado un paso más allá de la simple descripción de las escenas (Behrmann, 1989; Hartmann, 2008; Darnell, 2009) o de la constatación de una vaga relación entre la cacería del hipopótamo con el motivo recurrente de la lucha del orden contra el caos (Wildung, 1977; Manlius, 2000; Germont, 2001; Houlihan, 2002; Hendrickx, 2012) o con el dios Seth (Störk, 1982; Wilkinson, 2003). Si bien es cierto que todos estos son elementos centrales en la simbología de la cacería del hipopótamo, también lo es que un verdadero estudio simbólico del tema de la cacería del hipopótamo no debe detenerse allí. Säve-Söderbergh ya ha señalado en su trabajo pionero (1953: 44) que la asociación de Seth con el hipopótamo es tardía, siendo este un tema muy común durante la Dinastía XIX. Y con respecto a la lucha del orden contra ALADAA XIV – 2013

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el caos, se trata de un tema tan omnipresente que sería difícil encontrar algún motivo que no lo represente. Altenmüller (1989) se muestra original en su enfoque, al identificar a las plantas de papiro como marcas de la frontera (eine Art Grenze) entre el mundo de los vivos y el de los muertos, estableciendo una taxonomía de las representaciones de hipopótamos de acuerdo a su ubicación de uno u otro lado de ese límite. Para él, los hipopótamos arponeados reemplazaban en el registro visual a otro tipo de enemigos (1989: 15), y esta idea es retomada por Vera Müller en un reciente y original artículo (2008). En él, Müller publica un sello de la Dinastía I previamente inédito en el cual se muestra al rey en la típica actitud de asestar un golpe de arpón al hipopótamo; sólo que esta vez del otro lado del arma no hay un animal sino dos enemigos degollados. De ahí concluye la autora que en efecto el tema de la cacería del hipopótamo tiene como objetivo simbolizar al rey venciendo sobre un enemigo humano. A estos trabajos hay que sumar el de Linseele y Van Neer (2009) quienes aciertan (ver -δ-) en destacar el fuerte contenido simbólico de tales escenas. Entonces, ¿Cuál es el simbolismo que se oculta tras las representaciones de la cacería del hipopótamo? Para responder esta pregunta es preciso comenzar desde la superficie, es decir, desde lo evidente. Actualmente extinto del territorio del Estado de Egipto (Manlius, 2000), el hipopótamo era peligroso para los habitantes del Nilo tanto más cuanto que estos dependían del río para su subsistencia. Naturalmente, debían vivir y sembrar en las inmediaciones del río, es decir, el hábitat natural del hipopótamo. Los campesinos lo consideraban una amenaza porque (sobre todo de noche) pisoteaba y se alimentaba de sus cosechas (Störk, 1982). Además, su comportamiento muchas veces era impredecible (Germond, 2001: 17) y siendo el hipopótamo un animal sumamente territorial hacía más lógica la asociación del mismo con las fuerzas del caos, con lo tumultuoso. El dios egipcio más comúnmente asociado a estas fuerzas impredecibles es Seth (Te Velde, 1967). Es difícil establecer con exactitud en qué período el hipopótamo comienza a estar asociado a esta divinidad, pero lo que si es cierto es que la coloración rojiza con que era pintado comúnmente en las representaciones del Reino Antiguo coincide con el color utilizado muchas veces para representar a Seth. Esto no debe ser interpretado como prueba de la identificación de ambos entes entre sí, sino de la identificación del rojo con el color de la ALADAA XIV – 2013

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tierra del desierto, del mundo de los muertos, y por lo tanto del caos enfrentado al negro limo vital que queda luego de la inundación y que permite la vida. Además, y esto abona la teoría de Altenmüller acerca de la frontera entre mundos, el hipopótamo (al igual que el cocodrilo) es un animal anfibio, lo cual significa que ejerce de vínculo entre el mundo acuático (el caos primordial, la vida, los sentimientos) y la tierra (el mundo de los hombres, el pensamiento, el orden). Si el agua es el ámbito del desorden461, la tierra es el reino de la ma’at, allí donde el rey es responsable del mantenimiento de este orden divino amenazado continuamente. SäveSöderbergh (1953: 15-17) señala correctamente que las primeras representaciones de tiempos dinásticos mostraban al rey como el cazador del hipopótamo, en su papel (luego imitado por los funcionarios de épocas posteriores) de héroe juvenil y vital, garante del orden cósmico y vencedor del caos que emerge del agua. “The struggle of the King against the hippopotamus symbolized the struggle with and victory over the powers of chaos (…) which victory implied the creation of a new world” (1953: 15). He aquí la base de cualquier investigación acerca de la cacería del hipopótamo. Me gustaría señalar que es incorrecto, aunque muchos autores utilizan estos conceptos de forma irreflexiva, hablar de lucha del “bien” contra el “mal”, ya que estos conceptos provienen de nuestra tradición judeocristiana y chocan contra los principios filosóficos de estas sociedades integradas. Mediante el análisis simbólico es posible ver que la cacería del hipopótamo se relaciona en más de un sentido con la lucha del orden contra el caos, pero sobre todo es el simbolismo del vínculo entre mundos el que es más fuerte; entre el mundo acuático y el terrestre, el de los vivos y los muertos, el Jenseitswelt y el Diesseitswelt (Altenmüller, 1989). Su efectividad como “sustituto” de las escenas de matanza de prisioneros proviene de ese simbolismo multifacético. La unidad de ambos mundos estaba atestiguada en representaciones como las de figs. 4 y 5, donde el mundo del valle del Nilo se une al desierto y el hombre domina a ambos. La contrapartida fáctica de esto puede encontrarse en el sitio HK29A donde se ha destacado la heterogeneidad de biomas de donde son originarios los animales hallados.

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Es interesante observar cómo Seth, en su esfuerzo por vencer a Horus, propone pruebas de fuerza en las que se siente seguro de vencer, por ejemplo, cuando le dice “¡Vamos, transformémonos en dos hipopótamos y sumerjámonos en medio del Gran Verde(…)” (Campagno, 2004: 50-51). El agua era su ámbito más propicio.

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-ηEn estas líneas intenté enfatizar la necesidad de encarar el estudio de la cacería del hipopótamo a partir de sus aspectos sagrados (-α-), para lo cual es especialmente útil el análisis iconológico teniendo en cuenta a tal tema como eminentemente simbólico (-β-). Descarté cualquier intento de lectura “acontecimental” o “narrativa” de las representaciones predinásticas a favor de una que tenga en cuenta la compleja y particularmente oscura simbología cuya dilucidación, en el presente estado de los estudios, se nos escapa en gran medida a todos los investigadores (-γ-). Se trata en efecto de un área riquísima en contenido pero mayormente inexplorada, a pesar de que todas las evidencias apunten en esta dirección. Por ejemplo, que pudiendo satisfacer con los animales domésticos y la pesca todas las necesidades nutricionales, se continúe cazando animales salvajes lejanos y/o peligrosos para los cazadores apunta a una práctica que excede la mera obtención de alimento y se interna en el ámbito de la religión (-δ-) de los antiguos habitantes del Nilo. En particular señalé las características de la localidad conocida como HK29A (-ε-), características que también apuntan a una utilización del espacio y de los animales dentro de la esfera de lo cúltico. Finalmente, he esbozado un primer paso hacia el estudio de la simbología del tema de la cacería del hipopótamo durante el Predinástico y el Dinástico Temprano (-ζ-) donde también se ponen de manifiesto los límites de la comprensión actual del mismo. En estas últimas líneas quisiera destacar la magnitud del trabajo por realizar, que sin duda es enorme aunque no sepamos muy bien hasta dónde llega. En estas últimas líneas quisiera recuperar un pasaje del final del libro VI de la Eneida: Dos son las puertas del Sueño, de las cuales una se dice de cuerno, por donde fácil salida se da a las sombras verdaderas; la otra resplandece del brillante marfil que la forma pero envían los Manes al cielo los falsos ensueños.

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Me hago eco de las palabras de Virgilio para destacar que el camino más obvio (y Anquises salió por la puerta marfileña, como corresponde a un héroe) no siempre es el verdadero; y quien se interne por la puerta del noble cuerno debe saber que, aunque por hacerlo se vea envuelto en sombras, no dejan estas de ser verdaderas.

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Imágenes

Fig. 1 Cacería del hipopótamo del Reino Antiguo, tomado de SÄVE-SÖDERBERGH 1953, p. 14.

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Fig. 2 Cacería del hipopótamo, mastaba de Ti, Dinastía V.

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Fig. 3 Cacería del hipopótamo durante el Imperio Nuevo, tomada de SÄVESÖDERBERGH 1953, p. 7.

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Fig. 4 Pintura de Was-Ha-Waset, una figura poderosa domina a una gacela y a un hipopótamo a la vez.

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Fig. 5 Cuenco proveniente de Abydos. Alrededor de un escorpión de grandes proporciones se ven diversos animales.

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