ZÓCALO DE LACERÍAS EN LA CASA DE ARGILA (SEGOVIA)

June 24, 2017 | Autor: Rafael Ruiz Alonso | Categoría: Mudéjar Art and Architecture, Segovia, Conservación Pintura Mural
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Descripción

La coloración rojiza que domina en estas manifestaciones, proviene de un óxido de hierro, conocido como almagre (del árabe “ma[a]rah”, “tierra roja”). El modo de emplear el color fue siempre el mismo, de forma plana, conjugando el rojo de la pintura con el blanco del revoco. La composición incluyó un efecto dinámico, interrumpiendo el desarrollo de los motivos con pequeñas líneas de color blanco, para crear la apariencia de un entrelazo. A este recurso se sumaron detalles en reserva, puntos, vástagos lineales y otros caprichos trazados a mano alzada.

SITUACIÓN Y CONTEXTO CULTURAL Estas pinturas se encontraron en la planta principal del edificio -en el “palacio” y sus cámaras adyacentes-, subrayándose así la importancia de estos espacios con una decoración que fue fruto de la seducción que por entonces ejercía el arte almohade sobre la élite cristiana. Aunque Torres Balbás quiso entroncar estas manifestaciones con los zócalos romanos o con evidencias orientales, lo cierto es que la concentración de la ornamentación en estas superficies nos habla del modo de vida dentro de la casa islámica. Allí la cotidianidad se desenvolvía a nivel de suelo, sentándose sus ocupantes sobre estrados, cojines o alfombras, de modo que su campo visual se adecuaba bien a ese metro veinte largo que estos zócalos solían alcanzar en altura. Seguramente, el diseño que aquí vemos –correspondiente a algo menos de la mitad de un panel- convivió con otros motivos, tal y como todavía se observa en la Torre de Hércules. Texto: Rafael Ruiz Alonso Bibliografía Barbero Encinas, J.C. (dir.) (1998): Técnicas de consolidación de pintura mural, Fundación Santa María la Real, Madrid. Rallo Gruss, C. (2002): Aportaciones a la técnica y estilística de la pintura mural en Castilla al final de la Edad Media: tradición e influencia islámica, Tesis Doctoral, Fundación Universitaria Española, Madrid. Ruiz Hernando, J.A. (1973) “La arquitectura civil de estilo románico de la ciudad de Segovia”, Estudios Segovianos, T. XXV, nº 73, pp. 53-116.

Museo de Segovia PIEZA DEL MES MAYO 2014

Localización en el museo SALA D “La Baja Edad Media. Iglesia, nobleza y pueblo llano”

Museo de Segovia. C/ Socorro, 11. 40071 Segovia. Tfn.: 921 460 613 De martes a sábados de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Domingos de 10.00 a 14.00 / Lunes cerrado. [email protected] / www.museoscastillayleon.jcyl.es Hazte amigo del Museo de Segovia www.aamsg.es Síguenos en www.facebook.com/museoscastyleon http://twitter.com/museoscastyleon

ZÓCALO DE LACERÍAS CASA DE ARGILA

ZÓCALO DE LACERÍAS. CASA DE ARGILA. Descripción: fragmento de zócalo con decoración de lacería pintada en rojo sobre fondo blanco. Cronología: siglos xiii-xiv. Medidas: 105 x 91 cm. Nº inventario: B-12.007. Procedencia: C. Daoíz, 21. Donación de los dueños de la casa a la Junta de Castilla y León.

La pintura de tradición islámica en Segovia es, sin duda, uno de los capítulos fundamentales de nuestro arte mudéjar. En la documentación bajomedieval, se conocía a este tipo de manifestaciones como “pintura de lo morisco” o pintura de “echar cintas”, si bien su uso se retrotrae, al menos, hasta el califato cordobés, y aún subsiste, aunque muy mermado, en los siglos xvi y xvii.

LA PINTURA DE LO MORISCO EN SEGOVIA Esta pieza forma parte de un grupo de ejemplares bastante afines: los restos hallados en el Alcázar, las pinturas de la Casa de Argila –repartidas entre el Alcázar y el Museo de Segovia- y el importantísimo conjunto de la Torre de Hércules. Se trata de zócalos con diferente complejidad ornamental, circunstancia que llevó en su día a J. A. Ruiz Hernando a aventurar una hipótesis sobre su sucesión temporal, en un marco cronológico que la mayor parte de la investigación ha situado entre los siglos xiii y xiv. Este mismo autor dio noticia de la destrucción de un fragmento en el convento de las Siervas de María. En el momento de su decoración, todos estos edificios pertenecían al ámbito civil. Su riqueza ornamental contrasta con la sobriedad que por entonces mostraba esta pintura en los interiores de edificios religiosos, aplicada por lo general al fingimiento de fábricas de ladrillo o sillería, que en la iglesia de San Martín

llegó a cubrir la plementería. Entre los siglos XIV y XV es muy notable su ambición decorativa, como manifiestan una capilla del templo abacial de Párraces, las iglesias de Santa María la Real de Nieva y de San Andrés en Cuéllar, los restos aparecidos en la Santísima Trinidad de Segovia o el castillo de Coca, apoteosis de esta decoración, si bien en el terreno de la arquitectura militar. En los exteriores ocurre algo semejante, siendo al principio muy tímidas sus apariciones -una ventana del Alcázar, portada de la iglesia de San Juan en Aguilafuente, etc.-, para triunfar amplísimamente sobre las fachadas de la fortaleza caucense y perpetuarse de un modo más contenido en nuestra arquitectura popular, donde pintura y esgrafiado se asociarán frecuentemente.

TÉCNICA Y ORNAMENTACIÓN Como ya afirmaran C. Rallo Gruss o E. Parra Crego, los ejemplares más destacados de la capital, incluido el que ahora nos ocupa, fueron ejecutados al fresco, es decir, sobre un revoco de cal y arena, aún tierno; debía ser una técnica habitual, puesto que es exigencia de las Ordenanzas de Pintores de Córdoba de 1492, “… que el pintor de lo morisco sepa labrar bien al fresco”. Otro caso distinto fue el del castillo de Coca, donde la argamasa empleó como base el yeso, material que no admite su decoración al fresco, por lo que el color requirió para fijarse de un aglutinante. La decoración se construía in situ, no empleándose para ello plantillas ni estarcidos. Comúnmente se practicaban una serie de líneas incisas que delimitaban los diferentes campos ornamentales, marcaban subdivisiones e incluso llegaban a definir los propios motivos. En este fragmento se aprecian todavía varias marcas lineales, así como huellas de compás, permitiendo –con la apoyatura de un motivo semejante en la Torre de Hércules- ofrecer una hipótesis sobre su proceso de realización, basado en el desarrollo de una estrella de ocho puntas. Remata el conjunto una cenefa formada por dos arcos entrecruzados –de herradura y lobulado- que se repite con más sencillez en la mencionada torre.

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