Yauyos: evangelización, hispanización, identidad fragmentada, recuperación de la memoria histórica

September 5, 2017 | Autor: E. Otero Santiani | Categoría: Historia
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Yauyos: evangelización, hispanización, identidad fragmentada, recuperación de la memoria histórica Elia Rosio Otero Santiani Sapienza - Università di Roma, Italia Las comunidades yauyinas, por encontrarse geográficamente próximos a la sede central del virreinato, sufrieron por parte de los misioneros católicos, inmediatamente después de la conquista española, una de las acciones más violentas, la extirpación de sus divinidades regionales, locales y familiares. La imposición de la lengua española comporto el veloz proceso de hispanización de sus comunidades socavando aún más y desintegrando la identidad de cada ayllu, pueblo y del conjunto de la sociedad regional misma. En esta relación a través de un breve recorrido histórico analizaremos la repercusión del adoctrinamiento católico en la identidad cultural de las actuales poblaciones de la provincia de Yauyos. Propondremos a la colectividad yauyina la recuperación de la memoria histórica, a través de fuentes: literarias, orales e históricas, documentos y crónicas las cuales permitirá conocer la propia historia remota y contemporánea, para reapropiarse de sus pilares tradicionales lo que reforzará su propia identidad y estimulará a proyectar su futuro. Los efectos que dejó la violencia europea en las poblaciones de nuestro continente convergen por el proceso histórico que les toco vivir después de su llegada. Las consecuencias del impacto militar y misionero en cada contexto cultural que sobrevivió, fueron desastrosas, y en muchos casos irreparables como en el caso del Perú; donde los excesos de violencia que desencadenaron los Europeos determinó la completa desaparición de los grandes reinos, etnias y pueblos que se encontraban a lo largo de sus costas. Las sociedades que sobrevivieron tuvieron diferentes repercusiones, ligado al interés económico, político e ideológico que el Clero y la Corona estableció en cada sociedad nativa. Cada pueblo nativo con su propia identidad fuerte o frágil y su sistema social simple o complejo, que hoy se propone reivindicando la propia identidad; se debe en parte gracias a la reacción de sus propios antepasados(1) que con capacidad estratégica establecieron procesos dinámicos de adaptación a la imposición del modelo cultural exógeno; los nativos transformaron sus sistemas culturales a los ojos del colonizador, elaborando prudentes estrategias para contrastar lo que el sistema colonial les imponía durante su proceso histórico, proceso en la que la mayoría de sociedades nativas sucumbieron a la “extirpación” y a la “poliçia”(2) que impuso la ideología europea. Mediante los documentos que tenemos en mano, trataremos de delinear lo más relevante de las fases históricas de la provincia; los métodos mediante los cuales fueron sometidos los pobladores al régimen colonial, a través del cual se evaluará la actual identidad de los actuales pobladores yauyinos(3). La provincia de Yauyos pertenece al departamento de Lima, se encuentra a 220 Km. al sureste de la capital limeña y cuenta con una superficie de 6,901.58 km2, donde se encuentran distribuidos 33 distritos con sus respectivos anexos y estancias, con una población total de 25, 325 habitantes(4). Una de las características de esta provincia es la geografía accidentada, su variado relieve comprende los pisos altitudinales desde Yunga hasta Janca(5), ya que su altura oscila entre los 1,539 m.s.n.m del distrito de Omas, hasta llegar a la cima de la cordillera de Ticlla en Ayavirí de 5,897 m.s.n.m. La temperatura que registra oscila entre los 22°C y los 20°C bajo 0°. Hace algunos años el Intituto Nacional de Recursos Naturales, declaró Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, a una parte de la provincia, porque la zona cuenta con un potencial paisajístico natural muy particular. Las incursiones turísticas nacionales y extranjeras han iniciado, pero los agentes del turismo en la zona no se encuentran preparados y las poblaciones que intentan incursionar en esta empresa lo están haciendo sin una organización adecuada. Por el momento los pobladores se limitan a ofrecer solo el paisaje natural; ya que como artesanía tradicional propia: textilería, cerámica u otros hay muy poco o casi nada que ofrecer al turista(6). En los alrededores de los distritos y anexos de la provincia también se encuentran conglomerados sitios arqueológicos abandonados y sin historia; antropólogos, historiadores, arqueólogos son ausentes en la zona, esto es probable, porque los yauyinos han perdido una parte consistente de su cultura tradicional y por esta razón aparentemente no tiene mucho que ofrecer a los estudiosos de las ciencias sociales. Los lingüistas Gerald Taylor y la Dra. Martha Hardman, son de los pocos estudiosos que han profundizado sus investigaciones lingüísticas en la zona; el primero en cuanto al quechua yauyino y la L’impresa missionaria nel continente americano: contributi di antropologia, storia e storia delle religioni

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estudiosa con respecto al jaqaru y kawki, lenguas preinca de la familia aymará existente en el pueblo de Tupe y algunos anexos. La fuente escrita que se encuentra esparcida en diferentes bibliotecas y archivos del Perú y del extranjero testimonia y da voz de la secular y nutrida historia prehispánica y del doloroso proceso histórico del periodo colonial de los yauyinos.

Historia del proceso de aculturación de las poblaciones de la provincia Una de las acciones más significativas que determinó el cambio cultural de las poblaciones de Yauyos, fue la evangelización. La conversión al cristianismo sirvió como única justificación, para cubrir la maniobra de la explotación económica y del atropello contra la cultura ancestral de los Yauyos. Fueron los dominicos los primeros en instalar sus sedes doctrinales en la zona. El cronista de la orden de santo Domingo Juan Meléndez, en su obra “Tesoros verdaderos de las indias”, nos informa que el dominico fray Melchor de los Reyes, fue el encargado de la evangelización de los Yauyos durante los primeros decenios de la conquista(7). La benevolencia que caracterizaba a los seguidores de fray Bartolomé de las Casas por los nativos, no impedía que cuando se trataba de imponer el cristianismo también ellos utilizarán la represión y la violencia. Meléndez nos refiere que fray Melchor con la misión de evangelizar: «Entro en aquella provincia, y fue con tan buena dicha, que le admitieron con mansedumbre los indios, sujetándose a su voz, sin moverse aunque le veían, que les derribaba sus huacas templos y les pisaba, y quemaba los ídolos; hizo de fieras hombres tratables políticos y cristianos» (MELÉNDEZ J. 1681: 550). Esta referencia nos muestra el método común de la evangelización(8). Meléndez también refiere que fray Melchor se especializó en descubrir los rituales indígenas, “saliendo a rondar” durante las noches. Los yauyinos frente a las acciones violentas del cura habrían empezado a celebrar sus cultos y reuniones de manera clandestina. A fray Melchor: «Sucediole en una ocasion, que sabiendo que se habían juntado muchos yndios en una casa a beber, fue el bendito religioso a impedir tantos pecados, como los que cometían en semejantes congresos y entendiendolo los indios les salieron al camino, y en varias partes de él quisieron amedrentarlo, con piedras, que le tiraban, que le alcanzaron algunas, y le lastimaron harto, pero no dejo por eso de proseguir el intento [...] entro en la casa, huyeron de su presencia, y se escondieron los yndios, y con el baculo que llevaba en las manos quebro las basijas que tenían llenas de chicha [...] les hacia pedazos sus ídolos feyssimos, y ridiculos, y hacia que ellos mismos los quemasen − otro método que utilizó Fray Melchor fue − las pláticas y sermones que de ordinario les hacia todas y se enderezaban a desterrar de sus almas el vicio feo de la vana idolatría y supertición, a que los indios, y en especial − tenían − los de aquel país de Yauyos [...] ya por rigor castigandolos con el infierno y esto con tanta eficacia [...] los amenazaba con gravissimos castigos. – y agrega − No tratava de otra cosa que de extirpar de una vez un vicio tan arraigado en aquellos miserables» (MELÉNDEZ J. 1681: 551-552). El cronista sin preámbulo, nos resume en esta citación en contradicción con la anterior, la reacción veraz y legítima, que los yauyinos debieron haber asumido ya que defendían sus propias creencias; frente a la destrucción de sus templos, símbolos religiosos y de la represión psicológica colectiva por medio de “las pláticas y los sermones” que los curas infundían miedo y terror utilizando en la práctica sus símbolos religiosos europeos: el infierno, el pecado y el diablo como medios de control social. Fray Melchor estableció en Ayavirí, la sede principal de adoctrinamiento, que en el año de 1590 después de su muerte fue elevada a priorato. Meléndez informa que la evangelización de los Yauyos se estableció: «con ocho curas que asisten en los pueblos principales Omas, Huañec, Pampas, Atun Yauyos, Allauca, Huaquis, Mangos, y Ayaviri» (MELENDEZ J. 1681: 617)(9). Al sistema de desarraigo de la religión nativa, se sobrepuso el decreto que el virrey Francisco Toledo estableció a partir del año 1570, en el cual disponía la reubicación de los ayllus, en reducciones este sistema estaba asociado al control económico y a sofocar la religión y la cultura de los naturales. Esta nueva estrategia contribuyó a socavar más la organización social yauyina, los ayllus que se encontraban en hanan Yauyos y lurin Yauyos el corregidor Dávila Briceño: «la redujo toda en treinta y nueve pueblos en que al presente viven; estando poblados de antes en más de docientos pueblos pequeños, en riscos y punas de cierras (sierras) y lugares fuertes» (DÁVILA BRIZEÑO 1586). Es así, que la estructura regional viene desintegrada y sus pobladores obligados a abandonar el propio hábitat. Las reducción fue generalmente un nuevo asentamiento, donde fueron reunidos cinco o seis ayllus a cuyos miembros le venia impuesto cohabitar entre ellos y a aceptar un nuevo modelo de vida ajeno al propio(10). Esta medida desarticuló el pilar de cada ayllu, que era la base fundamental de la sociedad del Perú prehispánico, el cual, era el producto de la acumulación de conocimientos a través de sus experiencias de vida milenaria. Según la propia capacidad estratégica y numérica de sus miembros, cada ayllu en cada reducción trató de adaptarse dolorosamente a este nuevo régimen(11). L’impresa missionaria nel continente americano: contributi di antropologia, storia e storia delle religioni

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Unos dos decenios más tarde los pobladores de hanan y lurin Yauyos fueron nuevamente sacudidos por otra acción violenta contra sus creencias religiosas. A partir del año de 1610 se recrudeció la persecución de la religión nativa con el emerger de las «campañas de extirpación de idolatrías»(12), oficializada por el clero limeño. Estas campañas tuvo sus inicios en lurin Yauyos, el cura Francisco de Ávila, quien era doctrinero de la parroquia de San Damián de Huarochirí, inició una perseverante persecución a los “idólatras” nativos, a partir de 1608; a raíz de la denuncia que le hicieron sus feligreses ante el clero de Lima, por cobros indebidos que él había realizado(13). Él mismo cura cuenta que, yendo a la fiesta de la Asunción de la Virgen María con un indígena cristianizado llamado Cristóbal Choque Caca natural de San Damián, este le reveló que detrás del culto católico, en realidad se adoraba a la divinidad regional Paria Caca. Este “descubrimiento” justificó que el año siguiente, se dé inicio a las campañas de extirpación, que incidió en la destrucción de las divinidades yauyinas. El primer proceso y sentencia del cuerpo inquisitorial en formación, lo afronto el Camasca(14) de Huarochirí Hernán Paucar, quien fue sentenciado en la plaza de Lima en presencia de las principales autoridades y un número considerable de indígenas. Escuchemos a Ávila sobre el dictamen de la sentencia a Hernán Paucar: «leyole la sentencia que fue de doscientos azotes, quitarle el cabellos y destierro perpetuo a Santiago de Chile, al colegio de la Compañia de Jesús. Diéronle luego ahí los azotes, y se quitó el cabello y volvió a la cárcel, y se dió fuego a los ídolos, cadáveres y ornamentos, y después lo llevaron al indio a Chile. Y con esto se dió fin a este acto (1646)» (MARZAL M. 1986: 349)(15). Esta primera escena en la plaza, oficializada por el clero limeño será el fiel reflejo del ultraje al que serán sometidos todos los Camascas por intentar mantener sus propias religiones. Este sistema de represión estableció cárceles en la parroquia de cada población destinados para los Camasca, cuando ellos reincidían en la realización de sus rituales religiosos se les desterraba a cárceles especiales que era Santa Cruz en Lima y otra en Chile(16). Estas campañas de extirpación fue denominada por el estudioso Duviols; “la hija bastarda de la Santa Inquisición” porque: «La extirpación también tomó de la Inquisición las penas infamantes, [...] la obligación impuesta al reo reconciliado de llevar encima una señal, generalmente una cruz, o ir por las calles del pueblo desnudo, montado en una llama mientras era azotado [...] También el corte o rapado del cabello era frecuente. El rapado era una afrenta terrible por la importancia clasificatoria, ritual, que tenía la cabellera entre los indígenas, y esto lo comprendieron muy bien los extirpadores [...] además en el caso de los embargos de tierras, ganados, haciendas “de las huacas”, contribuía al empobrecimiento de la comunidad. El auto de fe merece mención especial al terminar la visita, el visitador mandaba encender una hoguera en la que quemaban los objetos culturales denunciados, entregados o hallados, y también los “mallquis”, o “cuerpos muertos” de parientes y ancestros de la comunidad.» (DUVIOLS P. 2003: 51)(17). Después de la caída de la religión incaica, en Yauyos re-emergieron los rituales de las divinidades regionales Paria Caca, Chaupi Ñamca y otros, así como de las divinidades locales y familiares. Estos rituales mantenían en cohesión la identidad parental y social de la región y de los ayllus a través de los mallquis que se encontraban en sus pacarinas o machays que eran las tumbas colectivas de los antepasados, los que se encontraban en las cercanías de los ayllus. Todos los machays fueron destruidos por los extirpadores, logrando la cancelación completa en la mentalidad colectiva yauyina de la existencia de ellos, hoy solo quedan los nombres como topónimos, o reconocidos por los lugareños como lugar de los “los gentiles”. Durante los años 1610-1611 el centro de las campañas de extirpación fueron lurin y hanan Yauyos en la amplia carta anua de 1611, el jesuita Juan Sebastián de la Parra explica en detalle a sus superiores de Roma como hicieron tabla rasa con las divinidades de los Yauyos: «[...] con otro tanto numero de indyos, y con el /su juez en esta causa mucho mas lejos q. el primero, y por vnos / caminos muy peligrosos a deshazer el famoso ydolo Xamuna q. dizen fue vn // un hombre muy valeroso q. ayudo los yndios deestas tierras en ciertas guerras, des-/pues de las cuales vino a este çerro, y que se convirtió en un grande risco; llamanle / también Huaranca Xamuna porq. dizen q. era tan valeroso q. con ser vno, quando / era nesessario se hazia mill, de tal manera q. pareçia una bandada de paxaros / con lo qual vençia a sus contrarios. Desbaratose aquel adoratorio ; y baxados de alli / otros muchos idolos, y Huacas y tantos q. apenas se daua mano el Doctor a mandar / desbaratar, y poner Cruzes en su lugar. Sacaronse tambien de sepulcros muy / çelebrados mas de dozientos cuerpos muertos, y todos se quemaron, solo se guardo un cuerpo de vn indio llamado Tutayquiri q. con hauer mas de oçhoçientos años que / passo esta tan entero q. admira po q. no le falta diente, ni muela, ni dedo en pies, / y manos, guardole el doctor Auila para traerle a Lima, y q. le vean los Principes. / El 3 dia se hizo mas obra, la qual y el modo q. le vuo en los dos dias pasados en desttruyr los idolos se vera mexor por las mismas palabras del P.e Fabian de Ayala [...] » (POLIA M. 1999: 306-307)(18). La cristianización comportó numerosos métodos de represión, servitud, expropiación, acompañado de la explotación de la mano de obra(19), a esto se agrega la

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homogenización de la lengua que servirá para facilitar la conversión. No contamos con escritos que nos señale las causas o métodos utilizados para la veloz hispanización en el área yauyina pero a este propósito realicemos un breve análisis histórico mediante las referencias y estudios lingüísticos de la zona.

Proceso de la extinción lingüística en Yauyos Antes de la expansión incaica en la cordillera yauyina se encontraban ayllus yungas y foráneos(20) con sus respectivas familias lingüísticas que formaban parte del mosaico idiomático del Perú antiguo(21). ¿Qué sucedió con las lenguas yauyinas? En el periodo prehispánico la corrosión de la lengua habría podido ser influenciada por la ubicación geográfica; en efecto era un área transitada por indígenas sureños y por los mismos Incas, quienes se desplazaban desde la zona centro y sur en peregrinación hacia el reino Ychma, donde se encontraba la importante divinidad Pacha Camac. Este mismo recorrido también se realizaba para acceder al lugar donde se encontraba la divinidad Paria Caca, que también formaba parte del panteón religioso imperial. Estos movimientos sociales portadores de la predominante lengua quechua, ni el sistema lingüístico impuesto por los Incas tuvo efectos negativos en las lenguas existentes en el área. En el siglo XVI, en Yauyos se encontraba una apreciable diversidad lingüística cuando los Europeos hicieron su ingreso. El lingüista Cerrón Palomino refiere que en 1576 el jesuita lingüista Alonso Barzana, informaba en una carta a su superior José Acosta sobre la dificultad que tuvo en Huarochirí, con la predicación cristiana en la “lengua general” el quechua: «pues las mujeres no entendían esta, y era necesario que los caciques (ladinos) repitiesen “en su lengua particular lo que yo en la general les había dicho” (cf. Barzana 1954 [1575]: 267)» (KAULICKE P. 2001: 140). Unos diez años después, otra información, reafirma esta diversidad lingüística: «Todas las provincias dichas que cercan a esta de Yauyos, y está también, hablan lenguas diferentes unas de otras; aunque la gente principal de todas ellas hablan la lengua general de los ingas, señores que mandaron en esta tierra» (DÁVILA BRIZEÑO 1586). Estas referencias afirman que durante el siglo XVI, las poblaciones yauyinas hablaban sus propias lenguas y los curacas eras bilingües(22). Los doctrineros de las ordenes religiosas que estaban en contacto con la población indígena sabían que imponer el catolicismo en español era una “empresa” casi imposible. Desde 1551 en la Catedral de Lima se estableció una Cátedra de quechua para los clérigos y catedráticos, porque los domingos se debía predicar en quechua a los nativos que se encontraban en la plaza. ¿ y las sociedades minoritarias del Tahuantin Suyo que hablaban lenguas y dialectos como el jaqaru y kawki, en que condición quedaban? Serán condenadas a desaparecer, la evangelización en quechua se inició gradualmente desde el I Concilio: «El primero, el de 1551, menciona oraciones y reglas cristianas traducidas al quechua por los dominicos y estimula la redacción de cartillas, coloquios y catequismos bilingües y trilingües, en quechua, aymara y puquina. El de 1567, celebrado bajo el aura de Trento, ordenó publicar catecismos en quechua y aymara. El de 1583, auspiciado por Mogrovejo, que predica ya en quechua, más que un Concilio parece un moderno Congreso de Americanistas, poseído de celo etnográfico. En el se ordena redactar un catecismo en el que colaboran frailes de todas las órdenes, aportando sus ensayos rudimentarios sobre ritos y supersticiones» (PORRAS R. 1999: 218). El III Concilio provee normas para los doctrineros preparando tres manuales dirigidos por el jesuita José Acosta; un catecismo, un libro de confesor y un sermonario en lengua española, en quechua y en aymará. Estos serán instrumentos teóricos y pedagógicos que cada cura tendrá en sus manos para el adoctrinamiento, estos manuales contenían reglas para combatir la religión nativa, preparados con el aporte de la experiencia de los doctrineros de las reducciones. Desde el gobierno de Toledo las poblaciones que no hablaban el quechua se verán amenazados con la orden de supresión: «[...] el quechua continuó expandiéndose por obra de los misioneros españoles y sobrepasando, después de la conquista, las fronteras del Incario. En Tucumán entre otros, y algunas regiones amazónicas, habrían recibido el mensaje del quechua llevado por la conquista española en el siglo XVI. Toledo con su instinto unificador, bajo el primado quechua y cuzqueño descubre la persistencia del aymará y del puquina en la región del Collao, antes oprimidos por el Runa simi imperial y ordena que todos los sacerdotes aprendan quechua, proscribiendo desde Potosí, en 1573, como un nuevo Inca, el puquina y el aymará. Para consolidar científicamente la preponderancia del quechua, Toledo crea la cátedra de Lengua General en san Marcos, en 1579, asignándole rentas y estableciendo en una ordenanza que los sacerdotes no podrían ordenarse sin saber quechua, ni los licenciados y bachilleres obtendrían el grado en la Universidad sin estudiar la lengua general» (PORRAS R. 1999: 219)(23). No todos los sacerdotes se encontraban disponibles a aprender el quechua, pero estas normas determinó que durante el siglo XVII de manera gradual se homogenizará esta lengua en las sociedades nativas que hablaban otras lenguas como en Yauyos. Entonces podemos afirmar que la evangelización fue la causa de esta controvertida política que

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determinó que la mayoría de los pueblos yauyinos asumieran durante el siglo XVII y XVIII la lengua quechua. Por lo tanto, este proceso nos explica la existencia del microcosmos dialectal quechua presente aún hoy en la zona. Es probable que sólo a partir del siglo XIX los yauyinos hayan iniciado una progresiva fase de la hispanización masiva. Para los indígenas de lengua quechua era una alternativa ser adoctrinados en su lengua, pero se sabe que la mayoría de los curas evadían aprenderla, incluso habían curas que: «[...] no aficionados a esta lengua general de los indios, la aborreció que aún de oírla hablar se enfadaba, entendiendo que de ninguna manera la aprendería por la mucha dificultad que le habían dicho que tenía» (DUVIOLS P. 2003: 99). Ante esta negativa de los curas por aprender el quechua, la única vía era la hispanización que estuvo: «estrechamente vinculada a los afanes catequísticos de la Iglesia. Desde un primer momento las autoridades civiles y eclesiásticas buscaron reglamentar la castellanización del indígena en un afán por someterlo y asimilarlo a la cultura cristiano-occidental. Los instrumentos ideados para ello fueron las escuelas de curacas, para la nobleza indígena, y las de parroquia, para el indio común. Las primeras estaban en manos de jesuitas, a la par que las segundas dependían de los encomenderos.» (CERRON R.. 1992) La quechuización y la hispanización trataron de recorrer caminos paralelos, para el adoctrinamiento, pero el primero tenía sus limites. En los manuales de los curas y extirpadores se establecía la erradicación gradual del quechua(24), la educación de los hijos de los curacas fue otro proyecto pensado desde la llegada del dominico Valverde que se concretizó a través de los jesuitas en el periodo de la extirpación. Los futuros curacas eran internados en los colegios; donde les enseñaban a leer y a escribir en español, a contar, a aprender el catecismo y a cantar en las misas; la finalidad era servirse de ellos como intermediarios de aculturación de sus comunidades, debían enseñar en ellas lo que habían aprendido en los colegios(25). A la obstinación de erradicar la lengua, se suma la inculcación ideológica de la “inferioridad” de la lengua nativa, a la misma sociedad que la hablaba, frente a la “superioridad” del español ligado a la “superioridad social europea”, esta ideología cargada de etnocentrismo contribuyó al rechazo y a la concepción de complejo de inferioridad de la lengua y de la propia cultura. Concebida de este modo la lengua y las manifestaciones tradicionales se encontraban condenadas a desaparecer, con el rechazo voluntario de los mismos que las hablaban(26). La hispanización no repercutió de manera uniforme en los pueblos andinos, porque a este objetivo condicionó diferentes factores en cada región. En nuestro caso un factor relevante se puede considerar también la cercanía geográfica de Yauyos a la sede central de la colonia, la Ciudad de los Reyes actual Lima, lo que permitió que los yauyinos tuvieran un contacto más directo con los europeos en los diferentes eventos y circunstancias que se suscitaron durante el proceso colonial, lo cual también habría influenciado a la decadencia multilinguismo(27). Los yauyinos desde los primeros decenios de la colonia fueron empleados como jornaleros en la capital virreinal(28), otra causa habría sido la disminución demográfica(29). Por otro lado en las jurisdicciones territoriales denominada repartimiento, la presencia de mineras y tierras fértiles de cultivo habría determinado la explotación y la aculturación de las poblaciones que se encontraban en ellas; como en el caso sureño, donde la mayoría de los pueblos fueron despojados de sus tierras de cultivo de manera radical(30). Las poblaciones de Yauyos por su discreta economía a causa de la orografía accidentada de la zona que determinaba su producción agrícola y ganadera, no tuvo la continuidad de la dualidad patrón-siervo, como en la zona sur después de la independencia: «La agricultura en la zona es de desarrollo limitado y de alto riesgo por las variaciones climáticas propias de cada piso ecológico, ya que ésta se realiza principalmente entre los 3,000 a 3600 m.s.n.m, mayormente en laderas moderadamente empinadas, andenes y en algunos casos terrenos planos. Es muy poca el área cultivada que cuenta con riego, la mayor parte de los cultivos se siembran en secano» (PLAN MAESTRO 2006: 63). Las limitaciones topográficas y la excesiva fragmentación de la tierra no permitía la expansión de cultivos, tampoco una notable ganadería. El corregidor Dávila Briceño refiere, que ya los Incas habían notado este inconveniente y habían designado pastos para los Yauyos fuera del área: «aunque en esta dicha provincia , por tener pocos pastos, le dieron los Ingas en la de los Chocorbos, que la linda la parte del Sur, a cada guaranga un pedazo de pasto, que hoy poseen y tienen.» (DÁVILA BRIZEÑO 1586). Este particular, habría sido una de las causas de la notable ausencia de los españoles a finales del siglo XVIII(31), que se verifica durante el periodo republicano por la poca presencia de explotadores mineros y de hacendados agrícolas y ganaderos en la zona(32). Donde el clima y la ecología se proponía hostil y por ende poco atractiva económicamente, se ve la poca presencia de encomenderos, esta situación habría dado mayor autonomía a los misioneros para que tomasen partida en el control económico y de aculturación, porque eran ellos los más interesados que los nativos abandonarán sus lenguas(33), logrando no solo su conversión, si no también para hacerles entrar en el L’impresa missionaria nel continente americano: contributi di antropologia, storia e storia delle religioni

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circuito mercantil que ellos manejaban imponiéndoles la compra de aguardiente, vino y baratijas junto a los corregidores para lucrarse. A fines del siglo XVIII se percibe un alto grado de adaptación al sistema colonial de parte de los yauyinos teniendo como principal figura de sujeción y aculturación a los curas de sus respectivas doctrinas. Un indicador que afirma esta incisiva aculturación, lo advertimos en un estudio realizado a finales del siglo XVIII y las tres primeras décadas del siglo sucesivo. La estudiosa Guarisco mediante documentos, nos muestra el elevado grado de “conversión” de los yauyinos. Los indígenas tenían − nos dice la estudiosa − “espacio y autonomía” para disponer del dinero de la Caja General de Censos y de otros ingresos de la comunidad, pero solo, “bajo la tutela del doctrinero”: «La práctica de disponer de las tierras de repartimiento, aunque resentida por los indios, nunca fue desafiada abiertamente, dada la sacralidad de sus fines y del espíritu profundamente religioso de aquellos» (GUARISCO C. 2004)(34) El dinero que se obtenía como producto de la disposición de sus tierras comunales la mayor parte era destinado a costear los gastos de la parroquia(35). En resumen la vehemencia de conversión al cristianismo de los nativos, conllevo a la destrucción material de los templos, símbolos sagrados, divinidades así como a la formación de las reducciones, las campañas de extirpación, el sometimiento físico y psicológico, las represalias, los procesos criminales, la prisión, la hispanización, todos ellos factores que determinaron la perdida del bagaje cultural de los yauyinos, ejecutándose así, un etnocidio cultural, a este respecto el estudioso Calpini refiere que: «En las varias instancias que la cultura occidental se a visto comprometida con el etnocidio ninguno es tan estructurada y motivada como aquella de la ideología misionera cristiana, ligada a la adhesión de la fe de una autoridad divina; el punto central de la intolerancia cristiana, verdadero motor del etnocidio, es que el hombre, una vez convertido, ya no es libre de respetar la religión de los otros porque es su misma religión que le impone de no respetar en vista que la verdad siendo absoluta es universal y por lo mismo debe ser exportada. Se tiene así un catastrófico propagarse de la intolerancia que sigue del convencimiento que de todas maneras se hace bien al otro destruyendo su religión y sustituyendo sus “ilusiones” con la verdad absoluta revelada de un único y verdadero Dios» (CALPINI R. 1992: 20). Ideología y acciones que contribuyó a la fragmentación de nuestra identidad social. La Iglesia se implantó en el territorio indígena como institución activa en la vida política económica y cultural de la colonia(36). La continuidad de esta política la asumió el Estado republicano gobernado por los criollos manteniendo el sistema unilineal, que dispone la asimilación de los pueblos a la “modernización nacional”(37).

La identidad de los pueblos yauyinos La reciente investigación de la socióloga Jeanine Andersón titulada “Yauyos. estudios sobre valores y metas de vida”, basada en entrevistas a los pobladores de nueve localidades de la provincia, nos confiere importantes informaciones sobre la identidad de sus actuales habitantes. Las localidades fueron identificadas de acuerdo al orden de la distribución geográfica de los distritos en la provincia(38). La estudiosa refiere que un factor importante en la formación de la identidad individual y colectivas son los valores, ya que ellos son construidos y trasmitidos a través de la socialización: «Suponemos, en efecto, que el asumir ciertos valores como guías de la conducta es una forma importante de afirmar una identidad [...] En el caso de la población de Yauyos, el estudio nos indica una gran flexibilidad y facilidad en la asunción de valores [...] Si los valores no son intangibles las metas de vida son mucho más variables aún y se van redefiniendo conforme transcurre la vida. Eso es en todo caso lo que desprende al analizar la trayectoria de vida de la población de Yauyos, todos tienen expectativas, sueños, ilusiones muy generales acerca de la vida, pero es solo de acuerdo a las oportunidades concretas que les va dando la vida (campo de oportunidad) que se precisan y redefinen sus metas de vida» (ANDERSÓN J. 2001: 56-57). El justo derecho que tienen los jóvenes a los “sueños” e “ilusiones” esta ligado a lograr el modelo de vida occidental del consumismo y al que podrían acceder con la emigración, ellos están convencidos que “solo” fuera de su contexto cultural lograrán “éxito” y “progreso”. La estructura de las instituciones de poder condicionarán este objetivo porque serán muy pocos los que lograrán ese “sueño”. El resultado del sometimiento al cambio cultural a través de su historia, fue lo que produjo esta transformación en sus expectativas de vida, después de afrontar fases de confusión colectiva y vacíos de identidad, ahora induce a los jóvenes a tener “gran flexibilidad y facilidad en la asunción de valores” exógenos. La estudiosa también nos formula que: «A partir de las entrevistas, podemos distinguir entre tres grandes conjuntos de manifestaciones de identidad presente en Yauyos: las tradiciones y las costumbres, la arqueología y la historia, y el deporte» (ANDERSON J. 2001: 129). Analizar las tradiciones y las costumbres

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colectivas es un contexto fundamental para conocer la identidad colectiva inmaterial de una sociedad porque esta: « se funda en la memoria colectiva definida como conjunto de relatos en los que se inscriben los recuerdos de un grupo social, particular. El relato no ocurre sino en el interior de una comunidad de lectores, es en ese espacio simbólico donde obtiene intangibilidad» (KLEIN I. 2008: 28 ). Es mediante la memoria de la propia experiencia, que las sociedades ponen en escena sus recuerdos colectivos a través de los ritos, de las fiestas religiosas, las fiestas colectivas políticas, las celebraciones públicas, estas son expresiones leídas y elaboradas con la propia lengua, los propios valores y mediante ellos se consolida el sentimiento de pertenencia al grupo. En este primer grupo de manifestación identitaria se encuentra: «en primer lugar las fiestas luego las danzas, la música, las comidas, los vestidos y finalmente algunos usos y habilidades» (ANDERSON J. 2001: 129). Las manifestaciones fueron jerarquizadas por intereses de las instituciones del poder, esto se observa en la relevancia a la fiesta patronal(39), la danza de la negreria, la navidad o pascua, la fiesta de los reyes, los carnavales, la semana santa, la corrida de toros, el jala gallo, el jala pato, etc. son costumbres de origen europea, introducidas por los evangelizadores y que resaltan las fechas festivas del calendario de la Iglesia católica; todos ellos de manera directa o indirecta están ligados a la Municipalidad, institución local dependiente del Estado. El alcalde es el encargado de hacer cumplir con normas internas el financiamiento económico de estas fiestas a los pobladores. Las manifestaciones subalternas, son de origen prehispánico y son festejadas de manera más espontánea; la herranza, la limpia acequia, las pastoras, los chunchos etc. danzas que también han sido fusionados con figuras católicas como la cruz y los santos, muchos de estos símbolos han sido reinterpretados con valores de la religión indígena. La herranza es celebrado por las familias que se dedican a la ganadería de pequeña o mediana escala. La limpia acequia viene organizada por la Comunidad Campesina − institución política de origen prehispánico − donde participan todos los comuneros por grupos, ayllus o cofradías, este último introducido en la colonia. También observamos manifestaciones de origen colonial; la danza de los negritos, Atahualpa o rey inca, el primero en alusión a los esclavos de origen africano y en el segundo se teatraliza la prisión y muerte del último Inca en Cajamarca. Todas estas manifestaciones con algunas variables en las fechas de celebración y coreografía, son expresiones de identidad de los yauyinos. De las entrevistas también emerge que a un grupo considerable 22% no le interesa participar en las fiestas, tampoco toman en cuenta la posible desaparición de ellas, estas actitudes son indicadores que demostrarían que una parte de los pobladores no se encuentran disponibles con estas festividades por ser obligatorias. Un promedio del 38% de entrevistados declara que estas fiestas son importantes y que se debería conservar. La alta tasa de emigración de los yauyinos también ha producido cambios de “modernización”: «los jóvenes renuevan las costumbres ya no usan la típica manta para cargar bultos en la espalda , sino usan mochila, lo mismo sucede en el caso de la música “claro por cuanto están en la música modernizada, salsas, los mayores siempre con sus Huaynos y sus valses antiguos, sus polkas también antiguos, esa es la única diferencia” (Mauricio. Adulto, Quinches). Los cambios en las formas, se completan con una serie de transformaciones que producen la sensación de decadencia crisis o pérdida de las costumbres» (ANDERSON J. 2001: 132). En cuanto a la historia: «el conocimiento de la historia local y provincial está desigualmente repartido. Algunas personas, de diferentes edades, están medianamente informadas, pero la mayor parte no tiene sino un muy vago o nulo conocimiento de la historia de su distrito. De una de las conversaciones colectivas de Quinches y de lo recopilado en Huancaya se deduce que en general, se conocen más leyendas que historia local.» (ANDERSON 2001: 132). Los yauyinos se encuentran sumergidos en un profundo desconocimiento de la propia historia local y regional; conocer el origen local y regional de nuestros antepasados, hablar sobre sus vivencias discutir, analizar, criticar cada quien con la propia visión sería importantísimo para comenzar a identificarnos con ese pasado que se encuentra silenciado y sumido en el olvido. Desconocer la propia historia provocará la indiferencia e incluso el rechazo de nuestras raíces: «Algunos adultos opinan que la historia es importante, pero añaden que no hay interés en las mismas, según ellos los jóvenes la valoran muy poco. De otra parte hay adultos que tienen curiosidad con respecto a ella: “me llama la atención como ha llegado a nacer Quinches” (Seferino, mayor Quinches). Algunos jóvenes más formados, sí la valoran positivamente aunque no por ello la conocen» (ANDERSON 2001: 132). En las escuelas y colegios, no se considera la historia local ni regional de los alumnos, en el programa de historia se limita a dar trascendencia a la historia oficial escrita e interpretada por estudiosos religiosos, criollos y europeos que reconstruyen el pasado con sus perspectivas etnocéntricas.

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Con respecto a la arqueología la estudiosa refiere: «aunque todos los pueblos tienen en su jurisdicción algún monumento arqueológico, su valoración es también desigual: la mayor parte de los entrevistados ha oído hablar de ellos pero son pocos quienes los conocen, generalmente son alumnos de las escuelas. En líneas generales, hay un gran desconocimiento y desinformación sobre las ruinas: “yo digo por qué habría todo eso. Entonces dicen, ahora ya va a llegar el “juicio final” y también vamos a parecer nosotros [...] y me hacen asustar peor” (Maria 26 años Huangáscar)”» ( ANDERSON J. 2001: 132-133)(40). Sino conocemos nuestra historia real tampoco nos encontraremos en condiciones de reconocer los sitios arqueológicos que nos circundan. Casi todos los distritos cuentan con lugares arqueológicos, es muy probable que entre de ellos se encuentren los ayllus, que en el siglo XVI fueron abandonados por sus moradores; para formar las reducciones. En cambio, nos dice la estudiosa: «los continuos campeonatos y partidos de fútbol − así como la práctica de otros deportes − parecen jugar un rol más importante en la construcción de las identidades locales al punto que los colores que adoptan los distritos para identificarse corresponden a los colores de los antiguos equipos de fútbol. Además, los deportes son también una de las principales actividades de integración de los emigrantes» (ANDERSON J. 2001: 132-133)(41). Realizando una breve recopilación de las tradiciones y costumbres se observa que los yauyinos tienen un bagaje cultural muy vulnerable lo que predispone a los jóvenes a asumir valores foráneos. La emigración masiva hacia los centros urbanos a partir del siglo XIX se ha convertido en una las metas de vida de los jóvenes(42). La mayoría de ellos se encuentran impotentes de articular canales de cambios partiendo desde su lugar de origen, desde sus propios recursos, desde su propia identidad; en la mentalidad colectiva se observa el estimulo de apreciar y valorar lo ajeno, marginando y despreciando la propia cultura. La actual identidad fue construido desde afuera y continuará siendo manipulado desde afuera si la población no toma conciencia en reconocerse a sí mismos como sociedad de origen indígena. La aculturación evangelizadora provocó un trastorno colectivo, que determinó su fragmentación dejando muchos vacíos culturales e históricos. Los valores de reciprocidad también son relativamente carentes hoy en la sociedad yauyina, lo cual imposibilita trasmitir a las nuevas generaciones una identidad mas vigorosa, los vacíos vienen remplazados con elementos foráneos imágenes, música, comida, vestidos, deportes etc. asimilados velozmente como propios y con los cuales nos identificamos. En estos últimos años la fragmentación cultural se ha deslizado por las mismas manos de la sociedad yauyina de manera casi voluntaria-obligatoria; con la co-participación de la economía, cultura, religión “moderna”; lo que continuó contribuyendo al empobrecimiento de nuestra cultura. A este punto veamos de manera positiva la actual fragmentación cultural yauyina para que pueda ser un punto de partida para nuestra exploración histórica.

Recuperación de la memoria histórica Ante todo debemos descartar la ideología que por siglos nos fue inculcada, en cuanto a la cultura superiorinferior utilizada por el poder religioso y político europeo. Nuestro idioma, historia, religión nativa, en general nuestra cultura tiene el mismo valor que la de cualquier otra cultura del planeta. Tenemos que reconocer que un pueblo sino sabe de donde viene, cual fue su origen, cuales sus logros y dificultades, ni quienes son se sentencian a vivir en la ambigüedad y con carencia de estímulos, incapacitados a la creatividad de cambios autónomos, lo que causará un futuro colectivo sin metas. El escritor Octavio Paz afirma que para reconstruir un futuro es necesario reconquistar un pasado; un pueblo sin historia queda a merced de la opresión y subordinación. En un discurso reciente en Roma el actual Papa Benedicto XVI hizo una reflexión general sobre la historia, preocupado por la creciente perdida de la memoria y anticlericalismo de la sociedad europea en estos últimos siglos de catolicismo, olvidando que la ideología de la Iglesia que él dirige causó la perdida de la memoria nativa de la historia que existía desde antes de la conquista en América Latina: «la investigación histórica y la enseñanza de la historia en la universidad y en las escuelas de todos los niveles vienen abandonados. Esto produce una sociedad que, olvida el propio pasado y por lo mismo es desprovisto de criterios adquiridos a través de la experiencia, no se encuentra en grado de proyectar una armónica convivencia y empeño común en la realización de objetivos futuros. Así esta sociedad se presenta muy vulnerable a la manipulación ideológica.» (BENEDICTO XVI 2008). Esta reflexión muy razonable y aceptable es una convocación a la historia de todas las sociedades del planeta. Asumiéndola como propuesta de reivindicación histórica, a nosotros andinos peruanos o yauyinos nos permite atribuir categóricamente a la Iglesia católica, la erradicación de nuestras experiencias milenarias nativas, lo cual nos ha “desprovisto” de nuestra historia a través de una violenta imposición cultural y religiosa, historia que nos a sido silenciada y que no nos permite “una armónica convivencia” porque vivimos en la “ignorancia” y ello en nuestra vida

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colectiva obstaculiza nuestros “objetivos futuros”. Los Europeos después de haber legitimado el despojo de nuestros recursos materiales e inmateriales tildándonos − manipulación racista − de cultura “inferior” dejó en nuestra colectividad un profundo complejo de inferioridad cultural, lo cual debe ser superado de manera conjunta valorando nuestra cultura; ahora tenemos la posibilidad de adquirir, integrar o rechazar los elementos perniciosos que se encuentran en ella; en la política, economía, cultura según el criterio que el pueblo decida. Este sintético estudio que hemos realizado sobre la trayectoria histórica yauyina, podría ser un punto de partida para reflexionar sobre nuestro pasado, ya que son referentes importantes para reapropiarnos de nuestra identidad y que sustentará a responder con convicción a las preguntas fundamentales: ¿cuál es nuestra historia?¿de dónde venimos?¿quiénes somos?(43). Las respuestas reales se trasmitirán a los jóvenes de hoy y a las futuras generaciones, porque si continuaremos con la amnesia histórica: «El producto inevitable de tal desarrollo es una sociedad ignorante del propio pasado y por esto despojada de su memoria histórica. Ninguno puede dejar de ver la gravedad de una semejante consecuencia: como la perdida de la memoria provoque en el individuo la perdida de la identidad, de igual manera este fenómeno se verifica en la sociedad en todo su complejo.» (BENEDICTO XVI 2008). La historia debe ser reclamada con énfasis por la actual sociedad yauyina, conocerla nos mostrará el enorme daño que nos causo y sigue causando la ideología católica cristiana a las poblaciones que colonizó, porque el Papa mismo nos afirma que olvidar la propia historia: «comporta un peligro para la integridad de la naturaleza humana en todas sus dimensiones» (BENEDICTO XVI 2008). Esta reiterada reafirmación en las mismas palabras del Papa, que hoy reclama sólo la memoria histórica de la cultura cristiana, enfatiza su intento de continuar cancelando de manera implacable las otras historias que se encuentran fuera de contexto europeo, entre ellas la nuestra, de manera contradictoria nos recalca la grave consecuencia que causa el encubrimiento de la memoria histórica que la cultura europea plasma hasta hoy en nuestra sociedad. Cancelar nuestro pasado nos conduciría a la indiferencia del conocimiento histórico y a un inminente peligro de cancelar nuestra cultura que comportaría un empobrecimiento para la diversidad cultural mundial. Para reapropiarse de la identidad, tampoco se trata de “extirpar” o rechazar los valores y manifestaciones exógenos que fueron adquiridos a través del tiempo como propios por nuestros antepasados, tampoco se pretender retroceder al periodo prehispánico culturalmente lo que sería imposible. Lo que se trata es de reivindicar rescatando algunos valores, conocimientos es decir parte del patrimonio material e inmaterial que a nuestros antepasados les fueron prohibidos y les indujeron a despreciarlos, rechazarlos, avergonzarse de ellos acusándolas de “inferiores” o “demonizados”, podríamos evaluarlas e integrarlas a nuestro contexto cultural actual, articulando en ella nuevos valores que se podría adquirir de otras culturas, pero que el pueblo autónomamente crea conveniente, solo de esa manera se construirá una sociedad fuerte y dinámica con una identidad firme y vigorosa, capaz de interactuar y nutrirse con otras culturas. Las instituciones de poder que reconstruyen la historia falseándola coloreándola mediante sermones y discursos oficiales con victorias o héroes que encontramos plasmados en los textos educativos desde el nivel primario, solo conducen a estructurar la desmemoria de la verdadera historia, que fue vivida con sufrimiento y perseverancia por nuestros pueblos. Todos tienen el derecho y el deber de conocer el propio pasado; este reaparecerá si lo reclamamos, para equilibrar el presente confuso y desorientado que hoy vive la población con respecto a la propia identidad local y regional. Esto será un proceso lento y arduo; recordarlo puede ser tanto doloroso cuanto arriesgado, pero ello servirá para reelaborar el pasado presente y futuro colectivo. La memoria histórica será útil para reconstruir la base de la identidad, así como para tutelar el derecho a la propia diversidad cultural, libertad, justicia social y aprender de las experiencias remotas y recientes que no debemos sucumbir a la opresión. Es necesario reabrir esas heridas del lacerante pasado que vivieron nuestros ancestros, para reflexionar y superarlas, pero sin condenarlas al olvido. Mediante la recuperación de la memoria también se reelaborará nuestra identidad nativa-mestiza, lo que nos permitirá reconocer el patrimonio cultural material e inmaterial de cada localidad y región, el cual constituirá la esencia de la identidad, el mismo que puede pronunciarse como un recurso económico para el futuro. El turismo que es una actividad al cual las poblaciones yauyinas han iniciado a incursionar, ya no se limitarían a ofrecer solo los paisajes naturales sino a proponer su Patrimonio Cultural con su propia Historia reciente y remota, como un bien dinámico de comunicación intercultural y como un medio económico proyectando procesos de integración económica; local, regional, nacional e internacional, lo cual reforzará y protegerá el Patrimonio Cultural con la plena participación de la población yauyina.

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Notas (1) En esta praxis una de las figuras más importantes fue el curaca; − muchas veces el curaca también asumía el cargo de líder religioso − como autoridad local y regional. La autoridad del curaca se debilitó durante el periodo colonial; primero porque los colonizadores introdujeron otras figuras europeas en la jerarquía local y regional nativa como el cura, el alcalde, los regidores y también porque su condición de líder fue utilizado a favor de la economía e ideología colonial de los Europeos. Esta situación contribuyó que muchos de ellos asumieran posiciones arbitrarias; hubieron curacas que dentro de sus posibilidades y limitaciones se mantuvieron fieles − clandestinamente − defendiendo a su comunidad de los abusos del régimen colonial y colaborando en la mantención de su propia cultura. Otros curacas apoyaron deliberadamente a los europeos para obtener beneficios personales en perjuicio de los miembros de su comunidad. (2) La “extirpación” de las religiones nativas en cuanto “demonizadas” debían desaparecer, ahora estratégicamente se denomina “purificación”; la extirpación de las religiones venia acompañada de la “poliçia”, lo que ahora equivale a “civilizar”; la “poliçia” consistía en la prohibición de las costumbres nativas que no compatibilizaban con la “ética” y la “moral” para la introducción la religión católica. (3) En el siglo XVI, los Yauyos según la organización incaica se encontraban bipartidos en hanan Yauyos y lurin Yauyos, más tarde según los cánones coloniales les fue sobrepuesta la denominación de “provincia” de origen europea; a hanan Yauyos se le denominó provincia de Yauyos y a lurin Yauyos provincia de Huarochirí respectivamente. (4) Dato tomado del Instituto Nacional de Estadística e Informática, del Perú, del censo poblacional del 2005. En el censo de 1993 la provincia contaba con 28.300 habitantes. En el transcurso de doce años Yauyos perdió el 10% de sus habitantes. Por otros estudios también se observa que hay un notable número de inmigrantes que regresan a residir a su población de origen después de un periodo de experiencia laboral y de estudio en los centros urbanos. Yauyos se caracteriza por tener una alta tasa de inmigración de sus habitantes. (5) En base a la tesis del geógrafo Pulgar Vidal, la geografía peruana se divide en ocho regiones naturales que corresponden; 1) Región Chala que lo ubica entre el nivel del mar hasta los 500 msnm; 2) Región Yunga o Yunca, 5002500 msnm; 3) Región Quechua, 2500-3500 msnm; 4) Región Suni, 3500-4000 msnm; 5) Región Puna (o Jalca), 4100-4800 msnm; 6) Región Janca (o cordillera) 4800-6768 msnm; 7) Región Rupa Rupa (Selva Alta) que se encuentra en la parte oriental y se extiende desde los 400 msnm hasta los 1000 msnm; 8) Región Omagua (Selva baja) desde los 80 msnm a los 400 msnm. (6) Poblaciones como Tanta, Laraos y Miraflores ubicadas en la zona nor Yauyos se dedican en gran escala a la crianza de alpacas, la materia prima que deriva de ellas, la lana, solo un aproximado del 10% viene elaborado en la textilería para el uso familiar y local; la mayor parte de ella es vendida por sumas irrisorias a los comerciantes intermediarios e industriales. (7) No tenemos datos precisos de la llegada de fray Melchor al área yauyina, el cronista Meléndez nos dice, que fray Melchor mientras se encontraba en Yauyos: «Sacaronle muchas veces los prelados de esta provincia − de Yauyos − para otros, porque no fuesen los yauyos solos los que gosasen del bien de su enseñanza [...] Volvio despues de algun tiempo a la provincia de Yauyos su viña antigua» (MELENDEZ J. 1681: 553). Esta nota nos refiere que fray Melchor salía y regresaba a Yauyos periódicamente. En el año de 1557 el tercer virrey de la colonia, Andrés Hurtado de Mendoza (15561561) convocó a fray Melchor para que junto al cronista y explorador español Juan Betanzos cumpliera una comisión: «debia ir a las montañas de Vilcabamba a sacar de ellos de paz con el seguro de la Real palabra, a Sayri Túpac el legitimo heredero del imperio peruano» (MELENDEZ J. 1681: 554). De acuerdo a estos datos fray Melchor se habría dedicado al adoctrinamiento de los Yauyos desde los años anteriores a 1557. La muerte de fray Melchor fue denunciada en Lima en el año 1586 (ALVAREZ G. 1997). (8) Analizando esta citación, podemos observar la causa y el efecto que producía en la colectividad de los Yauyos el método de la conversión, cuando: «los indios, sujetándose a su voz, sin moverse aunque le veían, que les derribaba sus huacas templos y les pisaba, y quemaba los ídolos», la causa era el terror y miedo del efecto paralizante «sin moverse» de los nativos. La justificación de estos abusos era que los yauyinos definidos: «fieras − debían ser transformados en − hombres tratables políticos y cristianos». La afirmación de Meléndez que los nativos «admitieron con mansedumbre» el cristianismo, podríamos interpretarla de dos maneras; frente a la represión los nativos actuaban “estratégicamente” y con legitimidad, fingiendo admitir con “mansedumbre” cuando destruían sus divinidades y templos, para protegerse de las represalias o que Meléndez y fray Melchor hayan interpretado tergiversando la reacción de los nativos a sus propios intereses ideológicos. En muchos casos, los nativos se veían obligados a declarar o decir, lo que los evangelizadores querían oír, esto es “disimular” “aceptar” el nuevo modelo de vida en todas sus facetas, para no sufrir represalias, como la expropiación de sus ganados, tierras comunales y las torturas. De los escritos de los misioneros se puede demostrar innumerables interpretaciones tergiversadas de la reacción de los nativos. El rechazo a la religión nativa de los evangelizadores determinaba que estos últimos construyesen fenómenos sociales inexistentes, cuanto más fieles y radicales se proponían a su formación escolástica medieval, eran estimulados y premiados, lograban ascensos en la jerarquía eclesiástica y esto comportaba enriquecimientos personales y poder en las diferentes áreas que conformaba el Clero. Ver notas en Griffiths, 1998: 25-26 y el artículo de Antonio Acosta. (9) Estos “pueblos principales” eran las reducciones que correspondían a hanan Yauyos que fueron establecidas en el gobierno del virrey Toledo, desde donde controlaron la explotación de la mano de obra y la conversión yauyina.

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(10) El sistema colonial mediante normas impusieron a los nativos un nuevo hábitat, nueva cultura, nuevas divinidades, asimilarlos culturalmente para convertirlos en siervos de la política económica de la Iglesia y la Corona. Las reducciones se construyeron atendiendo al modelo urbanístico europeo para facilitar la inspección y control de los subyugados, para ello tenían muy en cuenta que las reducciones se hallasen bien distribuidas geográficamente y en lugares accesibles. Otra recomendación era que ellas, se debían construir distante de la anterior población de los indígenas, ya que una de las finalidades era alejarlos de sus divinidades y lugares sagrados. (11) A través de las investigaciones históricas se comprueba que las consecuencias que dejo la formación de las reduciones, fueron catastróficas, en las numerosas sociedades de América donde estas se establecieron, a pesar de ello aún hoy se continua produciendo estudios donde las reducciones vienen idealizadas como lugares donde los nativos vivieron “felices” y no como centros de aculturación, explotación y esclavización como nos confirman los estudios en Paraguay, donde las reducciones guaraníes fueron creados y administrados por los jesuitas. En el Perú, también fueron los jesuitas quienes colaboraron activamente en el proyecto de la formación de las reducciones a fines del siglo XVI. Este sistema facilitó la explotación económica deshumana en beneficio no solo de las instituciones de poder La Iglesia y la Corona sino también al beneficio personal de los sacerdotes, corregidores, encomenderos y hasta de los curacas o caciques. (12) Al inicio la represión evangelizadora fue dirigida por los sacerdotes según el propio criterio de las ordenes religiosas; sucesivamente los tres concilios limenses I Concilio (1551-1552), II Concilio (1567) y III Concilio (1582-1583) emitieron normas para la erradicación de las religiones nativas. A partir de 1610 las visitas pastorales se convirtieron en visitas de extirpación; se estableció un cuerpo oficial de extirpación que debía visitar reducción por reducción 2 0 3 veces al año; conformado por el visitador, quien dirigía y realizaba los procesos, dictaba las sentencias y las hacia cumplir. El fiscal quien coordinaba el arresto de las autoridades religiosas nativas inculpadas. El notario que ejercía como escribano, participaban comúnmente en este grupo tres o cuatro jesuitas. (13) El historiador Acosta sostiene que la causa de esta reacción represiva organizada de parte de los religiosos fue a raíz de las denuncias que estos recibieron de parte de los indígenas, quienes los acusaban de enriquecimiento personal, a costa de los abusos que los curas infligían contra ellos. El estudioso nos refiere que fue el sentimiento de venganza de los curas que al verse querellados, desencadenó la furia extirpadora contra la religión y sus representantes indígenas. (ACOSTA A. 1987) (14) El estudioso Taylor después de un amplio y profundo análisis del término camac en las diferentes crónicas del siglo XVI-XVII y en particular en el del Manuscrito de Huarochirí nos refiere: «En numerosos pasajes del manuscrito se define a las diversas huacas como camac, función que cumplen con diferentes grados de eficacia: algunas son muy camac, otras menos, mientras que hay también las que se encuentran en un estado de evidente decadencia. Un hombre que se beneficia de los poderes trasmitidos por un huaca es definido como camasca y, a veces, muy camasca» (TAYLOR 2000: 6). Entonces de acuerdo a esta aclaración del término cama, la denominación más adapta y veraz que les deberíamos conferir a los diferentes funcionarios religiosos del mundo andino sería Camasca, termino que adoptaré para denominar a las autoridades religiosas nativas, ya que mediante ellos se trasmite “la fuerza animadora” de las huacas; y no como peyorativamente vienen referidos por los misioneros como “hechiceros” o “brujos”. (15) En seguida a este evento el arzobispo Lobo Guerrero otorgó a Ávila el título de juez visitador, con cuyo título recorrió Huarochirí durante el año 1610 y: «A inicios del año siguiente, en compañía de los padres Fabián de Ayala, Francisco de Contreras y Juan Córdova, se trasladaron a la siguiente provincia de Yauyos». (DUVIOLS P. 1977: 185). (16) Las cárceles especiales eran controlados por los jesuitas. El historiador Duviols señala que estas cárceles llegaron a ser centros de esclavización, donde los Camasca, después de haber afrontado procesos criminales eran enviados a estos centros y explotados perpetuamente como mano de obra y de servicio personal en la iglesia por los curas en condición de esclavos. (DUVIOLS P. 1977: 234-235). (17) Los nativos considerados neófitos eran excluidos del fuero del Tribunal de la Santa Inquisición pero el cuerpo de “Extirpación de Idolatrías” fue una institución paralela; si la primera era para castigar a los europeos, la segunda era para los indígenas. En los manuales sacramentales, sermonarios, cartas pastorales etc. se especificaba también las torturas psicológicas y físicas para los nativos que eran los mismos que el Tribunal establecía para los europeos. En el auto de fe, no solo eran quemados las divinidades (mallquis) huacas y los objetos de los rituales religiosos, sino también los objetos culturales que se encontraban fuera del contexto religioso. (18) Destruidas las divinidades regionales y locales que eran los símbolos que reforzaban la cohesión interna de cada comunidad, implantaron sobre ellas la veneración de las cruces, santos, santas, vírgenes generándose las fiestas patronales que sustituyó a las divinidades nativas móviles. En los lugares donde las divinidades eran inmóviles e indestructibles plantaron el símbolo dominante del cristianismo, la cruz. Esta transformación simbólica creó un trastorno colectivo del sentido de la propia cosmovisión de la vida de los yauyinos que autónomamente habían construido, esto los condenó a la condición de vencidos, lo que fue una de las causas de la erosión cultural que determino su vulnerabilidad social. (19) Véase artículo escrito por Elia Otero La demonización de las religiones prehispánicas y su sistemática destrucción, antes y durante las campañas de la extirpación de idolatrías en el Perú, en “Quaderni di Thule VIII. Atti del XXX Convegno Internazionale di Americanistica (Perugia, 6-12 maggio 2008)”, Centro Studi Americanistici “Circolo Amerindiano”, Argo, Perugia, Italia. En este estudio se delinea más ampliamente los métodos utilizados y establecidos por la Iglesia católica para la destrucción de las religiones nativas y sus consecuencias sociales.

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(20) Véase artículo escrito por Elia Otero Convergencias y concordancias en las visiones de Guaman Poma de Ayala y de los relatores de San Damián de Huarochirí, en “Quaderni di Thule VII. Atti del XXIX Convegno Internazionale di Americanistica (Perugia, 2-7 maggio 2007) Centro Studi Americanistici “Circolo Amerindiano”, Argo, Perugia, Italia. En este artículo tratamos de reconstruir parte del proceso social prehispánico del área yauyina tomando como fuentes principales la obra de Guaman Poma de Ayala y el Manuscrito de Huarochirí. (21) En Yauyos, a pesar del alto grado de hispanización en el habla de los pueblos, ha sido posible individuar una diversificación lingüística ya sea por influencia endógena o exógeno, como el quechua huanca. El lingüista Taylor nos demuestra esta diversidad en el artículo: Yauyos: un microcosmos dialectal quechua donde los dialectos vienen divididos en dos grupos: nor -Yauyos y sur-Yauyos. (22) El jesuita Juan Sebastián de la Parra en la carta anua de 1611, también informa que en el recorrido que realizaron los extirpadores en Huarochirí cuando llegaron a: «S. Lorenzo de Quinti donde por el mismo orden predi-/caron y cathequizaron los del, y hizieron noueçientas confessiones g. nerales las sesenta / por ynterprete por ser la lengua q . solo sabian muy distincta de la g.neral de este / Reyno.» (POLIA 1999: 304). Los quintinos en 1611 hablaban su propia lengua. (23) Después de la consolidación de las campañas de la extirpación, también: «Ávila solicitó y obtuvo en el Sínodo de 1613, que en el futuro los curas de indios estuvieran obligados a escribir sus sermones en quechua, y presentarlos cuando el visitador de paso les solicitara» (DUVIOLS P. 1977: 339). (24) Los curas sabían que la lengua ligaba a la mantención de la religión y a la cultura, los nombres nativos empezarán a ser prohibidos: «de aquí adelante ningún Indio, ny India se llamará con nombre de las Huacas, ny del Rayo: y assí no se podrá llamar Curi, Manco, Missa, Chacpa, ny Líbiac ny Santiago, sino Diego; y al que a su hijo pusiere alguno de estos nombres le serán dados cien açotes por las calles, y el Cura, y Vicario de esta Dotrina procederá contra él, como contra relapso en la Idolatría, y a los que hasta aquí se han llamado con algunos de los dichos nombres mándo se los quiten, y se acomoden a llamarse con otros sobre nombres, de los Españoles, o de Santos.» (ARRIAGA J. 1999: 204). También se debían suprimir las canciones de sus fiestas y rituales: «Item de aquí adelante por ningún caso, ni color alguno, ni con ocasión de casamiento, fiesta del pueblo, ny en otra manera alguna; los Indios, y indias de este pueblo tocarán tamborinos, y baylarán, ny cantarán al vso antiguo, ny los bayles, y cánticos q'hasta aquí an cantado en su lengua materna [...] al Indio que esta costitución quebrantare le serán dados cien açotes, y quitado el cabello con voz de pregonero que manifiesta su delito [...]» (ARRIAGA J. 1999: 204). (25) Los curacas e indígenas que lograban conocer el sistema colonial por medio del castellano, empezaron a utilizar sus instrumentos legales para defenderse y denunciar los abusos de los eclesiásticos, civiles y hasta de sus propias autoridades nativas. Esta justa reacción llego a considerarse una “amenaza”, que obstaculizaba los intereses de la colonia. Es así que gradualmente se logro cerrar las escuelas de los hijos de curacas, clausurándolas completamente después de la rebelión de Túpac Amaru II. (26) En algunas poblaciones de Yauyos como en Guaquis-Miraflores donde la lengua nativa se hablaba hasta el periodo republicano, siglo XIX, hoy se extinguieron. Las autoridades nativas con el alto grado de aculturación que adquirieron durante la colonia, en nombre del “progreso” y por considerarla “inferior” y sinónimo de “atraso” aunque sí de manera informal prohibieron a los pobladores que continuarán hablándolas, callándola para siempre. (27) Frente a los macro grupos sociales que hablaban el quechua y el aymará, las lenguas en hanan y lurin Yauyos, comportaba en sí misma, una oasis lingüística vulnerable, que fue extinguiéndose, favoreciendo al quechua y al español. (28) Lima fue uno de los polos de atracción para los españoles, donde vivían a finales de 1560 dos mil europeos: «Sin embargo también lo fue para un millar de indios yungas y yauyos que acudían periódicamente para trabajar como jornaleros − los europeos − se apresuraron a utilizarlos como mano de obra para la mita de plaza o la mita minera.» (COELLO 2006: 55 ) (29) Según los documentos del archivo de la Compañia de Jesús entre los años (1565-1575) en Yauyos se encontraban 50.000 habitantes (Monumenta Peruana 1954: 15). Este dato coincide con la cantidad de tributarios de ese periodo como veremos más adelante: «Había en esta provincia en tiempo que la conquistaron los españoles y su capitán y gobernador el marqués don Francisco Pizarro, diez mil indios tributarios, que se entienden de cincuenta años para abajo y de diez y ocho para arriba» (DÁVILA BRIZEÑO 1586). En una relación de encomenderos y repartimientos elaborada por el contador Sebastián Cruzate en abril de 1601, indica que en el repartimiento de Huarochirí se encontraban 1723 tributarios, en Mancos y Laraos 975 tributarios, en Mama 703 tributarios, en Chaclla 854 tributarios y en Atun Yauyos 1.277 tributarios (HAMPE T. 1986: 179). La suma total es de 5522 tributarios. El estudioso Hampe sugiere: «a fin de calcular el número entero de moradores autóctonos [...] debemos asumir en consideración un factor multiplicador de 4.75 a 5 habitantes por cada tributario» (HAMPE 1986: 184). Entonces si seguimos esta operación 5522 × 4.75 = 26229.5, este resultado nos indica el número total de los moradores yauyinos en 1601, lo que nos demuestra que entre los treinta o cuarenta años después del censo de Dávila Briceño la población de Yauyos fue diezmada aproximadamente del 50%. (30) El asentamiento y la apropiación de las tierras de la región costeña por los colonizadores comporto el total etnocidio y genocidio de los reinos que se hallaban en ellas. En los Andes sureños donde la población tenia tierras cultivables, pastizales para la ganadería y mineras se controló la dualidad patrón-siervo, la explotación de la mano de obra dejaba en segundo plano la aculturación de los nativos. Otro caso particular se desarrollo: «En Xauxa (1533), los

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españoles concertaron con los indios del Valle una alianza fundada en eventuales intereses comunes» (ARGUEDAS 1996: 81) La alianza de los curacas del Valle del Mantaro con los colonizadores comportó que los nativos hayan tenido menor opresión y más autonomía en el propio proceso económico y cultural. De estas referencias podemos deducir que la productividad de las tierras en el el periodo colonial, tuvo que ver con el proceso cultural de las poblaciones: «la expropiación de los recursos bajo la forma del tributo, de las labores de servicio y de otros mecanismos a través de los cuales la sociedad europea extraía bienes, jugo un papel importante en la destrucción de la comunidad» ( SPALDING K. 1974: 114). Con el pasar del tiempo los encomenderos, las ordenes religiosas fueron apropiándose de las mejores tierras y de sus pobladores: «Este proceso debió de haber ganado fuerza en el siglo XVII, a medida que llegaban a las provincias el impacto de la contracción económica del virreinato [...]» ( SPALDING K. 1974: 145). En el periodo republicano este sistema se consolido con el latifundios o haciendas: «En la provincia de Paucartambo el propietario concede el uso de sus terrenos a un grupo de indígenas con la condición de que hagan todo el trabajo que requiere el cultivo de los terrenos de la hacienda que se ha reservado el dueño o el patrón. Generalmente trabajan tres días alternativos por semana durante todo el año. Tienen también los arrendatarios o “yanaconas” como se les llama en esta provincia, la obligación de acarrear en sus propias bestias la cosecha del hacendado a esta ciudad; y la de servir de pongos en la misma hacienda o más comúnmente en el Cuzco, donde preferentemente residen los propietarios.» (MARIATEGUI 2002: 95). Sistema que se mantuvo hasta que se emitió la ley de la Reforma Agraria en 1968. (31) En el censo de 1793, en la actual Provincia de Yauyos se encontraban 8.005 indios; 13 españoles; 12 eclesiásticos; 93 mestizos; 1.451 pardos libres y 0 esclavos. (GUARISCO C. 2004). Observamos la exigua presencia de españoles y de eclesiásticos en la zona, pero por otro lado se ve una numerosa presencia de los afrodescendientes, mulatos y zambos identificados en los censos como “pardos libres”, ¿Cuál habría sido la causa de la numerosa presencia de ellos en Yauyos a finales del siglo XVIII? Podría se una interrogante para un estudio futuro. (32) Esto no quiere decir que Yauyos brillase por la ausencia de medianos latifundistas europeos, criollos y mestizos, entre otros por ejemplo se conoce de la presencia de uno de los más insignes latifundistas yauyinos que fue Juan Evangelista Vivas, propietario de tierras, minas y propiedades inmuebles, quien participó activamente en el proceso de independencia, después fue elegido diputado representando a Lima. (33) La lengua desempeña un aspecto importante en la cultura de una sociedad, mediante ella se trasmite el patrimonio cultural inmaterial, cuando la lengua expira con ella se pierde todo el universo que conformaba su estructura, se extingue toda una manera de ver, de leer, de interpretar el universo. El desarrollo de las prácticas sociales y culturales; los rituales, el arte, la música dependen de la lengua, perderla se traduce en una decadencia y empobrecimiento cultural para la sociedad que abandona la propia lengua. En Yauyos según datos del INEI del año 1993 el 91% de la población hablaba español y solo el 9% la propia lengua nativa, esto también se debe al sistema de hispanización en la educación del país. (34) En este periodo la cultura y la economía yauyina se encontraba con un alto grado de desarticulación tradicional, mediante los mecanismos del control de los curas, los subdelegados, sobreintendentes etc. quienes controlaban las doctrinas. Guarisco nos señala que en este periodo la cultura yauyina llega a “encastrarse” a la cultura europea: «Los primeros intentos de ciudadanización de los indios en esta parte del orbe se habrían encastrado en una serie de costumbres, creencias y valores políticos del Antiguo Régimen que, en el nuevo escenario republicano, pasaron a constituir el núcleo de su identidad étnica.» (GUARISCO C. 2004). El costo que los yauyinos tuvieron que pagar al ser asimilados a las “costumbres, creencias y valores políticos” de los europeos fue perder lo propio e “intentar” asumir la identidad del colonizador. Por otro lado la ciudadanización es un concepto que esta vinculado a los derechos políticos, económicos y culturales de una sociedad de manera equitativa, cosa que hasta hoy a los yauyinos no se les ha concedido. (35) Según los documentos citados por la estudiosa, los yauyinos por medio de sus doctrineros que los “tutelaban” solicitaban emplear el dinero casi exclusivamente en los cultos cristianos, como: «al aceite, misas y ornamentos del Santísimo», «obras públicas de la parroquia», «los indios cooperaban con los curas en el establecimiento de aquellas porque [...] de aquí se origina{ba}n las fiestas», «cuando ha{bía} alguna cantidad algo crecida, delibera{ba}n hacer algunas alhajas u ornamentos para las imágenes a que esta{ba} dedicada [...]», «intolerable carga que en Yauyos [...] se impon{ía} a los mayordomos de las fiestas [...], queda{n}do muchos de ellos arruinados, cuando con regular las fiestas y moderar sus costos p{o}d{ía}n remediarse estos daños»; en Tauripampa de igual manera el dinero era para «algunos gastos cultuales». En Quinches «salía la imagen de Nuestra Señora a visitar algunos pueblos para que [...] {se} reco{gier}a alguna limosna la que asc{endía} algunos años a muy cerca de doscientos pesos». En Laraos «las misas y fiestas que se celebraban en ella se costeaban con [...] las limosnas que da{ba}n los feligreses y recog{ían, con sus productos paga{b}an el importe de las fiestas respectivas, de lo que forma{ba}n una cuenta que sólo ellos apenas la entend{í}an»; en Vitis «[...] t{e}n{ía}n por Bienes de Comunidad doscientos siete pesos producidos de cocales, arrendamientos de pastos y una sementera de maíz que hac{ía}n anualmente todo lo que apercib{ía}n el alcalde y principal [...] que e{ra} para el adorno de su iglesia y desde luego hac{ía}n algunas obras.» (GUARISCO C. 2004). (36) La Iglesia mantiene su poder desde entonces, mediante la imposición de la enseñanza de la religión católica en los centros de educación estatal del país, desde el nivel primario como única religión oficial. Las demás creencias continúan marginadas hasta hoy, nuestras religiones nativas son consideradas “impuras” por la ideología cristiana, por lo que deberían ser “purificadas”. (37) En los textos de educación la historia continua a ser manipulada por las instituciones de poder: «En la política del Estado de las elites latinoamericanas, los indígenas fueron tratados como poblaciones que había que asimilar a la

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nacionalidad en construcción, o conservar dentro de una relación de tutelaje aislacionista y la diferencialista, que expresan el péndulo en permanente movimiento de la construcción de estados nacionales, constituyen las dos caras de una misma política de “subordinación etnocida”» ( LÓPEZ Y RIVAS G. 2004). A las culturas nativas el Estado las induce a pasar por las diferentes fases, de asimilación mediante el sistema de educación. (38) Las nueve localidades yauyinas son las siguientes. Zona central: Yauyos (capital de provincia), Aucampi y Catahuasi; Zona sur: Huangáscar, Viñac; Zona noroeste: Omas, Quinches; Zona norte: Huancaya, Alis. (ANDERSON J. 2001: 17). (39) Esta fiestas con sus respectivas imágenes europeas ocupan la cúspide de las fiestas de cada pueblo, la misa y procesión al patrón o patrona se limita a algunas horas del primer día de la fiesta. Los 3 o 4 días que dura la fiesta, se demuestra manifestaciones tradicionales como el ricachicuy, el chinqui y diferentes juegos y costumbres como la presencia de los mashas, las pallas etc. todas ellas de origen prehispánico. Estas fiestas patronales o principales, muchas veces son asumidas por los emigrantes del pueblo para lograr obtener un estatus social en el pueblo, en este sentido vienen asumidas por “tradición” y “costumbre” más que por creencia. (40) Seria interesante analizar la declaración de María, en relación al origen de la visión de los pobladores de Huangáscar y de otros pueblos de la zona, con respecto a los restos arqueológicos, individuado por ellos como temor individual y colectivo vinculado con el “juicio final” o también como los “gentiles” interpretaciones introducidos por los evangelizadores. (41) Nadie podría aventurarse a señalar como pernicioso la práctica competitiva del deporte, sea este individual o social, al contrario estas prácticas tiene efectos positivos en los jóvenes y en la sociedad; pero en sociedades vulnerables podría tener efectos negativos, como en nuestro caso, llegando a ser un punto de referencia primordial en la identidad de los jóvenes, marginando la propia historia y cultura. El deporte debería ser neutralizado con los propios valores culturales, si no canalizará a una falsa identidad. (42) Los jóvenes que parten hacia los centros urbanos con estudios primarios o secundarios, lo hacen con muchas esperanzas dispuestos a adquirir logros profesionales y económicos; esto no queda más que en la ilusión de la mayoría de ellos. En las ciudades los jóvenes vienen marginados con trabajos inestables e informales, forzados a vivir en las periferias y a veces son presas de grupos delincuenciales que los asimilan sin mucha dificultad. (43) El yauyino se identifica como: agricultor, ganadero, comerciante o con los gentilicios yauyino, alisino etc. más no como indígena de un determinado lugar. En la colectividad yauyina se percibe una connotada ideología de una “superioridad” social “imaginaria”, frente a los nativos del sur peruano, quienes son denominados: indios, chutos, huanquitos, chunchos etc. términos con una carga discriminatoria; similar a la que tiene la palabra “indígena”. Hoy en los países Andinos emergieron movimientos de reivindicación con el ser indio o indígena. Los yauyinos están distantes a una espontánea reivindicación indígena ya que implícitamente los yauyinos se autodefinen, no indígenas: «A pesar de sufrir un esnobismo teñido de racismo, los habitantes de la provincia de Huarochirí se consideran a sí mismos campesinos progresistas de nacionalidad peruana, y no se sienten miembros de una “raza” indígena» (SALOMON F. 2006: 29). El proceso histórico de yauyinos y huarochiranos coloca en la misma óptica identitaria a los pobladores de la zona.

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