Yapangas: ausencias y presencias de la mujer en la memoria local de Quito

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Descripción

 

 

  FACULTAD  LATINOAMERICANA  DE  CIENCIAS  SOCIALES   SEDE  ECUADOR   DEPARTAMENTO  DE  ANTROPOLOGÍA,  HISTORIA  Y  HUMANIDADES   CONVOCATORIA  2014-­‐2016     CURSO:  MÉTODOS  CUALITATIVOS  

 

  ENSAYO  GÉNERO   VISITA  AL  MUSEO  DE  LA  CIUDAD  

Yapangas:  ausencias  y  presencias  de  la  mujer  en     la  memoria  local  de  Quito

     

   

BÁEZ  RAMÍREZ  PAMELA  EVA   RIVAS  PÁRRAGA  NATALIA  ELIZABETH   VALDIVIESO  LATORRE  GIOVANNA  ALEXANDRA     PROFESORA:  AMANDA  CONCHA  HOLMES             3  DE  ABRIL  DEL  2015  

 

Yapangas: ausencias y presencias de la mujer en la memoria local de Quito Los museos son espacios en los que se despliegan objetos e información que reflejan la vida de una comunidad específica. En el caso particular del Museo de la Ciudad el objetivo fue que explorar un espacio que trata sobre la vida cotidiana de Quito, como lo mencionó Betty Salazar, historiadora del Museo. Esta tarea conlleva una gran responsabilidad, ya que la disposición de los elementos y los relatos construyen una imagen de los habitantes de la ciudad a lo largo de la historia. Esta muestra se desarrolla en tres momentos históricos denominados: sociedades antiguas de Quito, Quito y el régimen colonial y Un nuevo orden social se abre1. Con una mirada etnográfica, nos aproximamos a sus salas para interpretar desde un enfoque de género, cómo se reconstruye la historia cotidiana de las mujeres. Según Verena Stolcke, el concepto analítico de “género” (años ochenta) vino a superar la orientación esencialista de este concepto y entiende que las relaciones entre mujeres y hombres son construcciones sociales (Stolcke, 1996). Así, este término es empleado para describir los comportamientos asignados socialmente a los hombres y mujeres, roles establecidos que esconden relaciones de poder y provocan la distribución desigual de oportunidades, derechos o responsabilidades. Por esto motivo es importante comprender que: “las identidades de género se constituyen recíprocamente y que, por lo tanto, para comprender la experiencia de ser mujer en un contexto histórico concreto es imprescindible tener en cuenta los atributos del ser hombre”(Stolcke, 1996). Para este trabajo, nos hemos apropiado de la palabra Yapanga, que aparece en un óleo del artista Vicente Albán, presente en la muestra bajo en nombre “Yapanga de Quito” y que la describe a “una clase de mujeres que trata de agradar”, y cuyo significado deriva de una voz quechua que significa “descalza” o “mujer del pueblo”. Se dice que éstas mujeres se caracterizaban por ser alegres y liberadas2. Pensamos que el uso en este ensayo es apropiado para reivindicar a las presencias y ausencias en la memoria local de Quito desplegada en el Museo de la Ciudad y que es un reflejo de la                                                                                                                 1  Nombres  de  salas  según  se  describen  en  la  página  oficial  del  Museo  de  la  Ciudad:  

http://www.museociudadquito.gob.ec/     2  Ñapanga.  En  Wikipedia  Enciclopedia  Libre.  Disponible:   http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%91apanga  Consultado:  31  de  marzo,  2015.  

desigualdad en las relaciones de mujeres y hombres. Además, refleja un posicionamiento de quién cuenta la historia. A través de nuestro recorrido guiado por un mediador (Javier) y la historiadora del Museo (Betty), realizando registro con apuntes, registro fotográfico y sonoro, establecimos cinco categorías que engloban las relaciones de la mujer quiteña con su ciudad en la historia. La clasificación que hicimos está vínculada con los escenarios en los que la mujer está o no presente. Por tanto, nuestro objetivo en el presente ensayo es describir las ausencias y presencias de la figura femenina en el espacio público, en el espacio íntimo, en la religión, en la división del trabajo y como objeto de contemplación.

Yapangas: en el espacio público Al ingresar a la primera sala de la exposición permanente nos enfrentamos a un mural que representa la vida cotidiana Quito. Es un grabado en el que se evidencia la dinámica del tianguez (mercado) que existía en la Plaza de San Francisco. En este primer cuadro, en el que es difícil distinguir rostros, por los trazos estrechos y lineales, es sencillo identificar a mujeres indígenas o mestizas encargadas de vender y cargar productos. Algunas de ellas eran conocidas por los extranjeros o viajeros como bolsiconas (por los bolsillos que llevaban en sus faldas). Los quiteños empleaban otro término para denominarlas: yapangas. El rol de comerciantes se repite en las siguientes salas y no puede estar desligado a un tema étnico y de clase. En palabras de Patricia Hill Collins: “intersectionality is particular way of understanding social location in terms of crisscross systems of oppression” que nos permite tener una lectura más compleja de los roles en La Colonia. En la pintura de la misma plaza, que data de 1859, cuando la iglesia estaba terminada, alrededor de la pileta central, las mujeres indígenas o mestizas ocupan pequeños puestos en los que ofrecen frutas o animales domésticos. En este mural también se nota la ausencia de la mujer española, en los murales en los que aparece, sus rasgos son bien definidos a diferencia de la mujer indígena. Las que pertenecían a la clase acomodada aparecen en los espacios públicos bajo otra configuración. Las damas de la alta sociedad transitaban las calles generalmente acompañadas por un familiar o por la servidumbre. Cuando se dirigían a la iglesia, las criadas tenían que

llevar un reclinatorio o alfombra, que por lo general colocaban sobre su cabeza, para que las señoritas se puedieran arrodillar. Estas representaciones evidencian que la ‘racialización’ fue la base para la demarcación de relaciones entre hombres y mujeres, a decir de Patricio Arias Guerrero: “se vuelve entonces la matriz fundante del imaginario del sistema mundial moderno colonial, la raza es el eje que permite las clasificaciones y estratificaciones del poder capitalista mundial de seres humanos, de sociedades, de culturas, de clases, de géneros, de conocimientos, de sentidos” (Arias, 2010). Por esta razón, la vida pública de las mujeres quiteñas era diferenciada por una cuestión de clase y de etnicidad. La mujer aparecía en la vida pública para ser castigada y ahorcada cuando se atrevía a tener agencia política, como se muestra en uno de los cuadros, o para ir a la iglesia; este tipo de mujer era la de clase media – alta. Mientras que la mujer indígena en el espacio público siempre aparecía en las plazas y mercados. En la actualidad también podemos observar que el espacio público para la mujer indígena de Quito no ha cambiado mucho, todavían se ven a las mujeres indígenas en las calles vendiendo sus productos. En el recorrido por el museo hay un cuadro donde se puede ver una celebración o fiesta. Se identifica, fácilmente, a los hombres con los toros, a los españoles controlando la fiesta y a los sacerdotes en la parte posterior. La mujer en este mural se encuentra en un espacio elevado con los niños, un poco lejos de la acción central de la fiesta. Aquí ella está en el espacio público, en una fiesta, pero a los que se ve disfrutar son a los hombres. Finalmente, en la fiesta la mujer está asociada también al servicio del hombre, para preparar y servir la chicha. Yapangas: en el espacio íntimo Javier, nuestro guía, explicaba que el núcleo de la casa índigena era la cocina, y que éste era un espacio de comunicación y de transmisión de saberes. La cocina, en la actualidad, sigue siendo un espacio dominado por la mujer quiteña. Cuando se reúnen las familias por motivo de festividades, la mujer, la “mamá vieja”, es la que a través de la comida distribuye el poder al resto de su familia, esto lo podemos evidenciar al ver las presas en los platos de comida, ¿quién tiene la presa más grande o la más pequeña? La cocina viene a ser un espacio que genera muchas preguntas, ¿es un espacio más de opresión para las mujeres construido históricamente o es un

espacio de poder o agenciamiento para la mujer a otros niveles de conocimientos o sensibilidades? Al respecto, Manuela Rodríguez, al hablar desde la antropología del cuerpo, nos da una posibilidad de análisis del espacio de la cocina desde el performance y afirma que: “los sujetos experimentan una reflexivibidad corporizada en tanto se involucra intelecto, emoción y sensación...” (Rodríguez, 2011) y que pueden permitir reactualizar los sentidos de ser mujer y además actuar desde lo subalterno al justamente subvertir las categorías de género, etnicidad y clase impuestas por el orden hegemónico al apropiarse de estos conceptos y dotarles de un nuevo significado (Rodríguez, 2011). Otro espacio privado en la vida de la mujer, que se muestra en el Museo, es el estrado, este era un espacio donde las mujeres, especialmente de clase alta, aprendían las cuestiones religiosas, a bordar y cantar. En este mismo espacio ellas recibían a sus pretendientes siempre en compañía de otra persona o algún familiar. Según Javier, en la época se consideraba que las mujeres que contaban con el estrado eran peligrosas ya que tenían un lugar para el conocimiento, por tanto había que mantenerlas en el espacio privado del hogar. Yapangas: en la religión En el Museo, la religiosidad está muy ligada con la mujer quiteña. La religión formaba parte de su educación formal. En la época se consideraba que ser una buena mujer implicaba ser una mujer religiosa y no serlo implicaba el castigo, la humillación pública y el infierno, como apreciamos en los cuadros de los pecados capitales, donde hay algunos personificados por hombres y otros por mujeres (adultera, deliciosa). Por eso, una de las pocas mujeres destacadas de Quito es Santa Marianita de Jesús, María Ana de Paredes Flores y Jaramillo, ella fue una virgen penitente, fue la primera ecuatoriana canonizada por la Iglesia Católica Romana. Esta Santa tiene su espacio bien marcado en el Museo a través de cuadros y los instrumentos que ella utilizaba para flagelarse. Por otro lado, las vírgenes representan mucho para los quiteños: Virgen La Dolorosa, Virgen del Panecillo. Al leer estas piezas, se entiende que la mujer quiteña es representada como un modelo mártir y sacrificio, de virginidad y respeto absoluto a las normas, representación que se extiende a los espacios públicos y privados donde ella habitó. Esta idea de sacrificio y

castidad es un elemento crucial para comprender la mujer quiteña y cómo ha configurado las dinámicas sociales actuales en Quito. Yapangas: en la división del trabajo Como vimos en el espacio público, las mujeres indígenas o mestizas se dedicaban, en su mayoría, a la comercialización de productos en las plazas. A pesar de que en la fotografía tomada en la fábrica textil de la familia Jijón, en el siglo XX, no se diferencia con claridad los hombres de las mujeres, se sabe que su presencia ahí estaba supeditada a la labor de cocineras o personal de limpieza. En el Museo de la Ciudad también hay un espacio dedicado a los oficios. Casi todas las ocupaciones que se describen ahí están desarrolladas por hombres: herrero, maestros, arrieros, confiteros, fotógrafos, músicos, cereros. Las cajoneras, que se ubicaban en las Plaza Grande y la de Santo Domingo, figura como el único oficio femenino. El nombre se debe al tipo de mueble que empleaban para comercializar varios objetos, entre ellos, muñecas de trapo, hilos y perlas. En palabras de Javier, ésta división del trabajo estaba relacionada también a mantener un control de los hombres en el espacio público para que no huyeran y dejar a las mujeres en el espacio del hogar o relacionado a las actividades agrícolas y ganaderas, era por la seguridad de que por su responsabilidad con los hijos, no pensarían en escapar. Yapangas: objeto para ver (contemplar) En algunos espacios de la muestra vimos que la mujer figura también como un objeto de contemplación. Esto es evidente en los cuadros, en los que las mujeres cumplen un rol de modelos o musas de inspiración. Su figura no solo se emplea para promocionar los productos o paisajes de una región, sino que está en afiches o en retratos para promover el trabajo de un estudio fotográfico. A decir de Ruth Behar (1995)3, “La mujer, el original Otro, es sempre contemplada y observada. Una mujer se ve a ella mismo siendo mirada… ¿Será vista como demasiado derivada del trabajo masculino? O, ¿demasiado femenina?, ¿demasiado segura? O , ¿demasiado riesgosa? ¿Demasiado seria o no lo suficienmenteme seria?”.                                                                                                                 3

Mónica Espinosa Arango, en su artículo nostalgia por la coherencia maestra: subversiones feministas en epistemología y etnografía, incluyó esta cita de Ruth Behar.

El recorrido por la muestra del Museo de la Ciudad refleja estas presencias y ausencias de la mujer, respondiendo a la misma historia de la ciudad y de muchas otras ciudades occidentales donde el papel de los hombres ha sido el que ha marcado el curso de los acontecimientos. Así, la mujer quiteña, la Yapanga, no fue validada por su alegría y su libertad (adultera, deliciosa), sino estratégicamente relegada al espacio íntimo (hogar, el convento, la cocina), y su presencia en el espacio público (mercados, fiestas, procesiones, accionar político) era simplemente para ser mano de obra al servicio del poder español, para servir, para ser una acompañante del hombre y para ser castigada por sus intentos de rebeldía, reflexión o independencia. Por eso no están representadas como sujetos activos en ámbitos como los de la política, el comercio y el mismo hogar, donde seguro su aporte fue importante. La mujer quiteña cumplió un papel secundario en la historia oficial de Quito y al final se constituyó fuertemente desde las imágenes en un objeto de contemplación, como sucede hasta hoy, dejando de lado la posibilidad de una construcción propia, autónoma y de agencia. Creemos que esta visita desde las visiones de género, etnicidad y clase, fue un valioso ejercicio para brindar al Museo de la Ciudad nuevos discursos de mediación a una muestra permanente que podría a simple vista parecer estéril pero que tiene la oportunidad de ser alimentada por nuevas lecturas analíticas. Además consideramos que se podría encaminar una investigación minuciosa de levantamiento de información y de archivos de tipo oral y otros no convencionales, tanto de tipo histórico y de corte actual, para seguir alimentando ese objetivo de hablar de la historia cotidiana de Quito, que todo los días se va alimentando. Al estilo de Arlette Farge, en su libro La atracción del archivo, se podrían descubrir conocimientos que no son evidentes y que pueden enriquecer el relato institucional: Gracias a las palabras archivadas, se reconoce la singular y eficaz convivencia establecida entre la mujer y su ambiente: a través de ella se anima el barrio" -hecho de rumores y noticias transmitidas por personajes cuya localización y costumbres ellas siempre conocen-. Reflejados por ellas, el edificio y el mercado se adivinan construidos con idas y venidas, con vagabundeos y con emigración, así como con hombres y mujeres empecinados en sacar de ellos provecho o bienestar, si no es que cosechan desgracia. Al margen de las estructuras fijas de comunidades de oficios, existen redes de sociabilidad y de vecindario en las que las mujeres ocupan un papel de primer plano, haciendo que funcionen las solidaridades tradicionales o salpicando el espacio con disparidades y conflictos que más tarde habrá que calmar (Farge, 1991).

Por otro lado, ya desde el corte institucional, es una apuesta el cuestionar los relatos homogenizadores establecidos desde el discurso dominante. Pensamos que sería útil apostar por un conocimiento situado, siendo este un conocimiento marcado, que brindará a los grandes mapas una lectura heterogénea del mundo en la historia del capitalismo y del colonialismo masculino. Por eso son pertinentes las preguntas ¿Quién está a cargo de organizar la muestra? ¿Un hombre, una mujer o ambos? ¿Quién produjo el conocimiento de la muestra? ¿Qué conocimientos están incluidos y cuáles no? ¿Cómo se lo produjo? Todas preguntas que se pueden situar en el marco de las discusiones que plantea Haraway: El conocimiento desde el punto de vista del no marcado es completamente fantástico, distorsionado y también irracional. La única posición desde la cual la objetividad no podría ser practicada ni alabada es el punto de vista del amo, del Hombre, del Dios Uno, cuyo Ojo produce, se apropia y ordena todas las diferencias. (Haraway, 1991) Estas son dos de las estrategias que creemos ayudarían al Museo de la Ciudad a enriquecer la discusión sobre género. Creemos que al existir un discurso institucional, basado en métodos tradicionales de trabajo museográfico de los noventa y a la poca existencia de archivos, la línea de género no es visible. Por tanto, se da un juego de presencias y ausencias de las mujeres, pero siempre en un papel secundario. Estas apariciones y desapariciones de las Yapangas, en las diversas escenas de la memoria local de Quito, nos mueve a interpelar más a los archivos, a cuestionarnos sobre el posicionamiento de saberes que se estructuran en una muestra y a la construcción permanente de las nuevas voces que siguen edificando desde la actualidad, la memoria y vida cotidiana de la ciudad.

Bibliografía •

Collins, Patricia Hill . “Intersecting Oppressions.” London: Sage. pp 1-11.



Arias, Patricio. (2010). Corazonar: una antropología comprometida con la vida. Quito: ABYA-YALA.



Farge, Arlette. (1991). La atracción del archivo.Valencia: Edicions Alfons El Magnaním.



Haraway, Donna. (1991). En Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra.



Espinosa Arango, Mónica. (2012). Sin nostalgia por la coherencia maestra: subversiones feministas en epistemología y etnografía. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Eduardo Restrepo y Maria Victoria Uribe, compiladores. Antropólogas transeúntes.



Rodríguez,   Manuela   (2010).“Representando   a   mi   raza:   los   cuerpos   femeninos   afrodescendientes   en   el   Candombe”,   en   Silvia   Citro,   coord.,   Cuerpos   plurales:   antropología   de   y   desde   los   cuerpos.   Buenos   Aires:   Biblios:  277-­‐298.  



Stolcke, Verena (1996). Antropología del género. El cómo y el porque de las mujeres En: J. Prat & A. Martínez (eds), Ensayos de Antropología Cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. Barcelona: Editorial Ariel, S.A. pp. 335-344.

ANEXO



Video del trabajo Yapangas: ausencias y presencias de la mujer en la memoria local de Quito: https://www.youtube.com/watch?v=qp74q2Rh_M

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