\"#Yamecanse\". El Universal. Tech Bit. Columna Proyecto Internet. 5 de diciembre, 2014 .

October 4, 2017 | Autor: J. Islas Carmona | Categoría: Internet research, Internet
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Descripción

#YaMeCanse
Octavio Islas.

Mientras algunos de los principales medios de comunicación se han vuelto sospechosos para un gran número de ciudadanos, las redes sociales se han convertido en legítimo espacio de indignación y esperanza.

Hoy nuestra atribulada sociedad ensaya una genuina autocomunicación de masas (Castells) a través de las redes sociales.

La indignación y la esperanza efectivamente pueden cohesionar a las sociedades. La desconfianza, en cambio, produce delicadas fracturas. La sociedad mexicana ha acumulado un gran número de agravios y hoy con justa razón desconfía de su gobierno; de la clase política que afirma representar sus intereses pero que al amparo del poder realiza turbios negocios; del lento y corruptible sistema de impartición de justicia; y, por supuesto, de algunos de los principales medios de comunicación. La televisión ha perdido algo más importante y valioso que el rating. Ha perdido credibilidad.

Manuel Castells atinadamente señala que las emociones más importantes para la movilización social y el comportamiento político son el miedo (una emoción negativa) y el entusiasmo (una emoción positiva).

Las redes sociales representan un receptáculo idóneo que permite fermentar las referidas emociones fundamentales de los movimientos sociales.

La clase política advierte, no sin temor, que el inédito despertar ciudadano representa una grave amenaza al sistema de privilegios que ha establecido. Por ello desempolva y recupera iniciativas jurídicas destinadas a sancionar a las movilizaciones ciudadanas. Imposibilitada para dialogar y debatir con la sociedad, la clase política amaga con recurrir al argumento más elemental: la violencia.

Las restricciones impuestas a Internet, contenidas en la ley que reformó las telecomunicaciones, precisamente respondían al propósito de inhibir posibles movimientos ciudadanos a través de las redes sociales. La clase política fundamentalmente comprende el uso de las redes sociales como un asunto de marketing político, no de comunicación social.

El recurso de bots y trolls empleados en tiempos de campañas no resolverá la delicada crisis que enfrenta el gobierno en sus comunicaciones digitales. La estrategia de contención resulta tan obvia como predecible, y solo radicalizará el ánimo ciudadano. #YaMeCanse fue sucedido por #YaMeCanse2 y #YaMeCanse2 será sucedido por nuevos hashtags ciudadanos.

Las redes sociales son espacios de autonomía ciudadana. Pretender restar importancia y visibilidad al referido hashtag a través de bots, representa una operación tan elementalmente burda como inútil. Los bots son una especie de encapuchados anarquistas que deambulan en el ciberespacio.

Una nueva generación de activistas –destaca Castells- ha descubierto nuevas formas de cambio político mediante la capacidad de comunicarse y organizarse de forma autónoma, fuera del alcance de los métodos habituales de control político y económico.

Nuestros indignados no recurren a las redes sociales por elemental catarsis. Las redes ofrecen la posibilidad de construir un espacio público alternativo, y desde las redes sociales emprender la difícil tarea de reconstruir el muy deteriorado tejido social.

Un efecto positivo de la globalización: en cada rincón del planeta se han multiplicado las expresiones solidarias a los padres de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala hace poco más de dos meses.

Posiblemente #Soy132 fue el invierno que nos anticipó el advenimiento de una dolorosa Primavera Mexicana: #YaMeCanse











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