Y vuelta despertamos la tierra

July 13, 2017 | Autor: Melisa Delgado M | Categoría: Anthropology, Anthropology of the Body, Andean Culture, Etnography, Carnival
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Descripción

Y vuelta despertamos la tierra Festividad del Inti Raymi en los pueblos Pastos (resguardo indígena del Cumbal) como representación del pensamiento andino.

Y vuelta despertamos la tierra Festividad del Inti Raymi en los pueblos Pastos (resguardo indígena del Cumbal) como representación del pensamiento andino.

Meliza Delgado Moyano

Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de: Antropóloga

Director: Carlos Guillermo Páramo Bonilla

Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología Bogotá, Colombia 2015 2|

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A mis ancestros. A todos los lugares donde sembré y recogí semillas, allí, donde eché raíces con el corazón.

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Resumen: Este trabajo da cuenta de cómo, durante la festividad del Inti Raymi, celebrada cada solsticio de invierno desde hace siete años, por los pueblos Pastos del Nudo de la Huaca, se manifiestan diversas representaciones del pensamiento andino y se integran varios de sus procesos históricos y culturales. Así mismo de cómo, además de cumplir las funciones del carnaval; como espacio-tiempo de reordenamiento y renovación, la fiesta es utilizada por la comunidad como herramienta para fortalecer procesos políticos de resistencia y reivindicación del movimiento indígena. Finalmente, cómo a través de manifestaciones corporales expresadas el día mayor de la festividad, se reafirman y se expresan representaciones del pensamiento indígena andino actual, así como de su historia y objetivos. Palabras Claves: Inti Raymi, renovación, carnaval, pueblo Pasto, resistencia, reivindicación, cuerpo. Abstract: This text gives account of the way in which during the Inti Raymi festivity, celebrated every summer solstice, since seven years ago by the Nudo de la Huaca Pasto people, diverse representations of Andean thought become manifest and the various historic and cultural developments of the region are integrated into a whole. In the same way, it also serves the purposes of carnival and festivity as a space-time of rearrangement and renewal. This festivity is used by the community as a tool to strengthen political processes of resistance and revindication of the indigenous social movement. Finally, it shows how, through corporal expressions during the zenith of the festivity, the representations of indigenous Andean thought, its history and goals are reasserted. Key words: Inty Raymi, renewal, carnival, Pasto people, resistance, revindication, body. 4|

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Y vuelta despertamos la tierra Festividad del Inti Raymi en los pueblos Pastos (resguardo indígena del Cumbal) como representación del pensamiento andino

A manera de introducción ......................................................................................................... 6 A los ancestros, los de más adelante: Agradecimientos a quienes construyen el camino ......... 8 La guanga: Los hilos que tejen la historia ................................................................................................... 12 Nosotros los Pastos y ustedes también: Los hilos que tejen la narrativa ...................................... 14 Montañas y semillas: Una historia y sus muchos principios ............................................................... 16 Volver vuelta El churo cósmico: el tiempo y la vida pintados en espiral ...................................... 22

Festividad del Inti Raymi en los pueblos Pastos ............................................................ 24 Los raymis: El Cumbal danza al ritmo de la tierra .................................................................................. 25 Echando raíces con el corazón: Reflexiones sobre el encanto del Cumbal y la semilla Inti Raymi ......................................................................................................................................................................... 36 ¡Vuelta!: La fiesta como espacio-tiempo de renovación ........................................................................ 39 Semillas de resistencia: La fiesta como instrumento de reivindicación......................................... 45 Despertando la tierra: El cuerpo como territorio de carnaval ........................................................... 55

Anexos ........................................................................................................................................... 60 Glosario: La palabra del Nudo de la Huaca ................................................................................................. 60 Mapas: El territorio donde se lee la historia Pasto ................................................................................. 65 Fuentes orales: Palabra que se aviva con el fuego y la tulpa .............................................................. 68 Bibliografía: Palabras inmutables .................................................................................................................. 69

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A manera de introducción Inti, Tayta sol. Raymi, fiesta o danza. ¡Hali huata!, Feliz año. Inti Raymi, la fiesta sagrada de la cosecha, la payácua, la danza, el tejido, el rito, la sincronía entre el ser humano, la naturaleza y el cosmos. Espacio del reencuentro de nuestros dioses solares y todos quienes habitamos en este nudo de la Huaca.

Es el fin y el comienzo de un nuevo año -un huata- y por ello rendimos culto y veneración a Taita Sol. Para recibir sus fuerzas energéticas, para que exista la armonía y equilibrio en esta, nuestra cultura milenaria.1

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Texto de invitación a la celebración del Inty Raymi del 2015 en el resguardo indígena del Cumbal.

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“¿Cómo narrar aquello que me contaron a medias, a trocitos, con palabras y con silencios de años entre un relato y su continuación? ¿Cómo ordenar sin herrar tantas piezas dispersas y construir un relato habiendo tantas versiones? ¿Cómo convertir en un armonioso coro a tantas veces que cantan al mismo tiempo? Es muy difícil leer los cordones rotos, podridos o enredados y no podemos descifrar aun todos los mensajes que hay grabados en la piedra. Sin embargo el rio sigue fluyendo desde la fuente de sus orígenes. Y nuestra historia y nuestros mitos siguen fluyendo como nuestros ríos; no son antiguos, siguen vigentes en nuestras vidas. Los que nos ignoran pueden califícalos de anacrónicos porque no están presentes en sus modernidades, pero no de arcaicos.” Francisco Carranza Romero- El mundo da vueltas

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A los ancestros, los de más adelante Agradecimientos a quienes construyen el camino Es curioso, durante los primeros años que recorrí la universidad, cuando veía a los compañeros mayores hablando de la tan temida “tesis de grado” que a mi aún me parecía tan distante en el tiempo, yo sólo me podía imaginar este segmento, yo solo podía pensar en toda esa cantidad de gente a la que uno tendría que agradecerle en un par de páginas, años, meses y días de trabajo y de vida. Me imaginaba un montón de nombres, un montón de nombres que con el tiempo iban alargando la lista y ganando su lugar en ella. Finalmente ha llegado el día de materializar una lista que se empezó a conformar desde la primera vez que recorrí los corredores de la facultad de Ciencias Humanas, aún mucho antes siquiera de saber que contenido tendrían las páginas que vendrían a continuación. Seguiré confiando en las palabras de aquel ancestro, que rezaban que esta es la parte más libre de un texto y me dejaré llevar una vez más por la sentimentalidad, y digo una vez más, porque afortunadamente nunca tuve necesidad de dejarla de lado al escribir estas páginas, y que esto le sirva como advertencia quienes tengan sus ojos puestos sobre estas líneas, este trabajo rebosa sentimientos, principalmente míos y de las personas que nombraré a continuación. Dicen los abuelos de los pueblos Pastos que uno vuelve vuelta el tiempo, uno recorre la vida siguiendo los caminos de los ancestros con la mirada puesta en ellos, es decir, uno camina forjando su propio camino pero continuando el que ellos ya han caminado, ¿y cómo más si no, si son ellos los que nos enseñan, nos guían y además de eso, quienes a través las generaciones han llegado en su caminar hasta el punto de partida nuestro? Agradezco pues a mis ancestros, todos y cada uno de los que me han acompañado, aconsejado y enseñado el camino tanto en la academia como fuera de ella. A los de más adelante, que en nuestra cultura nos hemos esforzado por dejar “atrás”, todos quienes en su andar construyeron y soñaron los caminos que yo ahora recorro. Primero, agradezco a mis padres. Por su amor y dedicación toda mi infancia y porque estos últimos años de antropología se permitieron amarme a pesar de ella. A mi papá, 8|

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por no ser un papá común y corriente y en lugar de darme cuentos infantiles regalarme libros como los de Edgar Allan Poe. A mi mamá, por atreverse a entrar a mi mundo, así chocara con el de ella y acompañarme siempre, hasta el punto de ver conmigo una clase de la universidad. Y ahí sigue, a lo que yo llamo mis ancestros académicos, todos los que dedicaron su tiempo y esfuerzo a transmitirme lo que sabían de la antropología durante cuatro años, a pesar de mi insistencia por no creerles la mayoría de veces. Principalmente a Carlos Parámo, porque gracias a casualidades del destino y del SIA, me acompañó en estos descubrimientos desde la primera hasta la última clase, y desde la primera hasta la última línea de este texto. Nunca olvidaré que unos semestres después de la primera clase de fundamentos de antropología, mientras contemplábamos la inmensidad de Bogotá desde el cerro de Monserrate y nos maravillábamos con historias de cerros-guacas un compañero me decía “él me presentó la antropología como a una mujer desnuda de la que todavía no puedo desenamorarme”. Carlos – en compañía de Luis Alberto- me presentaron la antropología como un encanto del cual no quiero des-encantarme. A Luis Alberto, que semestre tras semestre luchaba ante los inclementes huracanes burocráticos del alma mater para poder sacarnos de nuestra burbuja y, luego de eso, se atrevía a aventurarse con un puñado de estudiantes primerizos en las montañas de las que tanto hablaré más adelante. Que a punta de historias cautivó a más de uno y lo convenció de ir a mirar “eso que contiene”. Porque gracias a él y a su insistencia por que los estudiantes realizaran etnografía, resulté preguntando de casa en casa y después de pueblo en pueblo, cómo era que encantaban los encantos y así, sin querer, esa tierra me fue encantando a mí. A los abuelos de los pueblos Pastos, todos aquellos que son ancestros de quienes encontré en los caminos del nudo de la Huaca, desde el tayta Cumbe, hasta los abuelos que aun cuentan historias, como Don Valentín Cuaical, a quien nunca conocí directamente pero de donde emanan muchas historias que narro en estas páginas. También a todos aquellos que me abrieron las puertas de su casa y su vida por raticos, compartiéndome su conocimiento y el de sus ancestros. A la profesora Fanny y al 9|

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Tayta Efrén, ya que a través de ellos encontramos en el camino muchos más sabedores. A los sabedores que conocimos en las ceremonias de San Pedro y los círculos de la palabra como el mamo Andrés. También, a mis compañeros de camino, a los que sueñan nuevos caminos de cambio, lucha y resistencia, cada uno desde su propio sendero y con quienes he compartido semillas que me he sembrado en el alma. A mis compañeros de aulas, que se convirtieron con el tiempo en compañeros de camino en la vida; mis amigos. Gracias por las sandías y los viajes, por demostrarme que la vida enseña de tantas maneras como colores y personas existen en el mundo, por nunca tener un consejo sino más bien una sonrisa, por permitirme recorrer con ellos una parte de su camino y por recorrer conmigo partes del mío. A mis compañeros tesistas quienes formularon inquietudes y me ayudaron con sus comentarios a desenmarañar un poco estos tejidos andinos y plasmarlos de la mejor forma posible. Finalmente a Esteban, quien me acompañó desde la primera hasta la última vuelta. Quien caminó conmigo las montañas nariñenses, como el Azufral, el Cerro Gordo y el Páramo de la Paja Blanca y se perdió conmigo en la niebla o en las calles desde la primera vez. El que descubrió conmigo la gracia de los cuadros del Cumbal, el hechizo de las cochas, la magia la gente y se encantó junto a mí en esta tierra y en las vueltas de la vida. Con quien pasamos días y noches enteras hablando sobre el nudo de la Huaca, dándonos ánimos e ideas el uno al otro. Quien me acompañó desde la distancia en esta última vuelta de escritura, dándome valor cuando yo lo había perdido y sugerencias cuando me desviaba demasiado del camino y cuya presencia está en cada una de las líneas de este tejido, ya que la mayoría de ideas y sentimientos que se encuentran en él plasmados fueron construidos en su compañía y con su ayuda. Mi compañero de antropología y de sueños, con quien con el tiempo me di cuenta que no sé cómo, ni cuándo, pero me había sentado en la guanga y juntos habíamos hecho el tejido más bonito y colorido que he visto en la vida. A todos y todas las que compartieron conmigo semillas de resistencia, a todas ellas y todos ellos, los soñadores de caminos. Las mujeres y hombres fuertes y valientes, que 10 |

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recorren las aulas y los caminos veredales, haciendo melga y minga, sembrando y cosechando sueños de un mundo distinto y me inspiran a seguir sus pasos.

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La guanga: Los hilos que tejen la historia Esta historia, como cualquier otra, es una y muchas a la vez. Esta historia, como cualquier otra, está compuesta de otras pequeñas y grandes historias que se entretejen y que a veces se encuentran unas con otras. Está historia resulta siendo entonces el resultado del tejido de varios hilos narrativos con los que pretendo contarla. Si a veces se desorienta un poco, señor lector, no se sorprenda. Las abuelas se sientan enfrente de la guanga –como se le conoce a una especie de telar con el que tejen las mujeres de los pueblos Pastos- con hilos de muchos colores, sus manos danzan sutilmente entre uno y otro; hablan y ríen entre ellas, cuidan los niños y cocinan, todo mientras tejen. Y como por arte de magia, al final del día obtienen un bonito y colorido tejido que entre fibra y fibra lleva enredada su risa, el sudor de sus manos, las conversaciones que sostuvieron y las miradas curiosas de sus guaguas. Es la vida hecha tejido. Uno principiante e ingenuo, se sienta al frente de la guanga y piensa que los hilos se van a entramar solos, que al igual que las abuelas obtendrá al final del día un bonito tejido. Uno bien primíparo y entusiasta se sienta al frente de la guanga y empieza a pasar concentrado hilos de un lado a otro; entonces, cuando lo ven, las abuelas se ríen y le preguntan en tono burlón ¿y usted que hace, enredar hilo? Y uno se da cuenta que efectivamente no está más que enredando hilo y que probablemente tenga que pasar mucho tiempo para que uno teja como ellas, quizá nunca lo hará, ese tejido de pronto y nunca le queda igual. Pero dicen también las abuelas que aprender a tejer solo se aprende tejiendo. Aquí estoy yo principiante e ingenua, tejiendo historias en guangas de papel y letras, esperando no enredar mucho los hilos, desenredar otros que vienen enredados, y soñando que cuando me levante de la guanga y le entregue a usted mi tejido, se pueda leer en él una bonita historia.

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La historia del pueblo Pasto representada en una fiesta. La historia del pueblo Pasto que habita el municipio del Cumbal hoy, que lo habitó hace treinta años y que lo habitó hace trecientos. La historia de sus luchas, tanto las ancestrales como las cotidianas, la historia de sus alegrías y sus penas, la historia que quieren contarle a sus niños, la historia que no quieren que se pierda de su memoria y que leen en sus montañas, la historia que quieren contarle al mundo; finalmente, la historia que a mí me contaron y que por un breve espacio de tiempo, en rinconsitos del pueblo y las veredas, aquí y allá, en una sala, en las calles del pueblo, al lado de un fogón o en una maloca al calor del fuego original, tuve el placer de vivir y revivir con ellos.

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Nosotros los Pastos y ustedes también Los hilos que tejen la narrativa Este texto fue pensado originalmente para desenredar, o al menos intentarlo, un tejido enmarañado que se confunde y que muchas veces entre más quiere desenredarse más termina enredado. Comienzo mi texto con la reflexión sobre lo terriblemente difícil que resulta narrar aquello que me contaron a medias, a trocitos, con palabras y con silencios de años entre un relato y su continuación, ordenar sin herrar tantas piezas dispersas y construir un relato habiendo tantas versiones. Más aun convertir en un armonioso coro a tantas voces que cantan al mismo tiempo. Uno de mis intereses era mostrar las diferentes particularidades que forman parte de esas voces que cantan al mismo tiempo, en este caso, que danzan al mismo tiempo en esta fiesta, pero sin dejar de lado el hecho de que una de sus características es que todos actúan en comunidad y que finalmente todos son uno solo siendo muchos; un solo desfile formado de muchas comparsas, un solo río de gente formado de todo tipo de personas, un solo churo cósmico danzando al ritmo de la música y un solo tejido hecho de hilos de muchos colores. Por eso a veces somos un nosotros: nosotros el Inti Raymi, constituido de varios nosotros, nosotros los hombres, nosotras las mujeres, nosotros los taytas, nosotras las abuelas, nosotros los del pueblo, nosotros los representantes de las veredas, y finalmente nosotros los antropólogos que venimos de lejos también somos un nosotros durante la fiesta y no un losotros… Al fin y al cabo el lema del Inti Raymi que se celebró para recibir el año era “Nosotros los Pastos y ustedes también.”2 No pretendo ni más ni menos tomarme la palabra de los otros arbitrariamente y pensar como tayta o como cumbaleño, razón por la cual intenté representar sus voces, sus particularidades y sus generalidades lo mejor posible. También quiero que mi voz sea escuchada; al fin y al cabo es mi voz la que irá entretejiendo unas y otras voces para darle forma a este tejido. Aun así creo fielmente que la magia de la fiesta, la que a mí me embrujó, es la que permite en parte sentirse un nosotros con losotros, al menos durante la música y al menos durante la danza poder sentir un poco como ellos sin 2

Flyer y lema del Inti Raymi Cumbal, 2014

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dejar nunca de ser yo, sentir cómo en el cuerpo entra la música y uno la va viviendo al danzar.

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Montañas y semillas Una historia y sus muchos principios ¿Qué será de empezar? ¿Empezar por dónde? Por el principio se empieza siempre ¿no? Pero, he ahí el asunto, que esta historia de ires y venires no tiene ni principio, ni final. El principio podría bien ser el principio de mi vida, el principio del tiempo y el espacio, el principio de la historia de los pueblos Pastos, el principio de eso que ellos llaman recuperarlo todo o el principio de la historia de la festividad del Inti Raymi. El principio y el final son cosas que nos enseñan de pequeños, que nos hacen creer que toda historia tiene, y entonces cuando uno llega a un lugar y se da cuenta que la historia no tiene principio y que bien podría comenzar por el final porque el final es un principio, la cultura –la de uno- le hace dar vuelta la cabeza y preguntarse “¿cómo puede ser eso?” Creo que esa es, al menos en parte, la magia; la que a mí me encantó de estas tierras. ¿Qué será de empezar? ¿Qué será de escribir cúal principio? Que será de escribir cúal historia si todas se mezclaron como se mezclan las montañas del Nudo de la Huaca y ahora fluyen a veces juntas como una sola cordillera en mi memoria. ¿Será de empezar por ahí? ¿Por las montañas del Nudo de la Huaca? ¿Esas sí tienen principio? Dicen que en sus montañas la perdiz blanca y la perdiz negra bailaron y en su danza le dieron forma al mundo; no es que tengan principio, entonces, pero allí ocurrió quizás uno de los principios de esta historia ¿Qué será, que ese puede ser el principio? Empecemos entonces por el principio de las montañas, su historia en mi vida, en la vida de los pueblos Pastos y en eso que llaman recuperarlo todo. Sin querer y un poco queriendo entonces, me doy cuenta que uno de los colores de lana que se entreteje en esta historia es el verde, el verde montaña que por estas tierras no es uno sino muchos tonos que forman uno solo. Cuando pienso en esas montañas siempre viene a mí el recuerdo de un juego al que solía jugar cuando era pequeña, ese es el principio de las montañas en mi vida. Jugaba a meter mis piernas y mis brazos bajo las colchas y ver cómo se iban formando montañas, cerros y cordilleras; cómo todo mi cuerpo, mis brazos, mis rodillas, mis tobillos y mis pies formaban arrugas y montones, unos más altos que otros, con forma 16 |

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de cerro bajo las mantas. Yo al menos en parte me soñaba montaña. Cuando vi el Nudo de la Huaca por primera vez, no pude más que imaginar a enormes personas, ¡gigantes!¡gigantisimos! hace cientos, quizá miles de años jugando al mismo juego que yo jugaba de pequeña. Imaginé un juego de dioses arropados con colchas verdes de retazos, dioses gigantes jugando a darle forma a la tierra con sus cuerpos cubiertos con mantas de montaña, dioses que se quedaron dormidos jugando bajo la tierra verde, dándole forma a ese guaico profundo del que a veces no se ve ni el fondo. Otra de las historias que comienza en estas montañas es nada más y nada menos que la historia de tiempo y del espacio3, la historia del mundo -al menos como lo conocemos ahora-. Dicen los de más adelante que en tiempos remotos hubo dos cacicas poderosas, unos dicen que eran burujos y que se llamaban uno Chispas y otro Guamgas, que eran pájaros, que eran perdices. Una negra y una blanca. Dicen los de más antes que la una venía del Ecuador y la otra de Barbacoas, otros que una del oriente y otra del occidente. Buscaban el centro del espacio y el tiempo para crear o recrear el mundo, para decidir sobre el espacio y el tiempo: para saber dónde iba a quedar el adentro y el afuera, el arriba y el abajo, lo alto y lo bajo, esta vida, la vida de antes y después de la vida, el pasado y el futuro, el mundo de los vivos y el de los muertos. También indicarían el ritmo de los cambios al ritmo de su danza. Es así como hicieron una apuesta en la que se paraban en la cima de una montaña, algunos dicen que el Hualcalá –un cerro que se destaca imponente y alargado sobre el resto de montañas de la cordillera, como señalando hacia el cielo- tiraban una flor al aire y empezaban a bailar. Mientras una miraba para un lado, la otra para el otro, si una miraba para arriba la otra miraba para abajo; si una giraba para un lado, la otra para el otro. Bailaban y bailaban juntas, pero siempre opuestas la una a la otra, así hasta que la flor cayera de nuevo al piso. Entonces se paraba el baile y para allí, para donde quedaron mirando, ése era el lado de cada una. Así se le dio forma al mundo y al tiempo, en un baile entre montañas del Nudo de la Huaca. El principio de lo que son hoy los pueblos Pastos -los que habitan el Cumbal específicamente- también tiene su origen en esta cordillera, Los Cumbales, según 3

Reconstrucción del mito de las dos perdices (Narraciones orales, Rocha. 2010, Mamian .1994)

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narran, son literalmente hijos de estas montañas. Cuenta don Valentín Cuaical4 que los habitantes de Cumbal vienen de tayta volcán y mama laguna. Ellos, al salpicarse por el amor y sentirse solos, quisieron tener su familia, su descendencia, y decidieron no tener relaciones sino depositar sus principios vitales en un útero, que era una vasija grande de barro o de oro. Durante la gestación, la vasija empezó a pasearse de un lugar a otro, flotando sobre las aguas verdes de la laguna. El día del nacimiento la generación de los Cumbales salió de la piedra del Guacamullo, ubicada al lado de la laguna, que según dicen, es la placenta. Así nacen los Cumbales y sus generaciones se extienden a orillas de la Laguna de la Bolsa que se asienta en las faldas de lo que hoy se conoce como el volcán Cumbal y desde donde éste se puede ver reflejado. Tiempo después, aquella vasija, aquel útero, siguió paseándose por la laguna y al pasar de los años llegaron los forasteros de otras partes que vieron en la vasija a la mujer hermosa, la quisieron atrapar y empezaron a buscar la manera de cogerla para la maldad. Tayta volcán se enojó, la traspasó al rio blanco y allí la dejó para que ella se escabullera río abajo hasta llegar al río grande e ir a parar hasta Rumichaca, donde está hasta ahora, sostenida entre las peñas, reposando a la orilla del Guáitara. Lastimosamente, estos forasteros de otras partes no solo querían apropiarse de la vasija, sino de todo lo otro. Con los años se fueron apropiando no solo de las mejores tierras, de los cultivos y las semillas, de los ríos y de los animales, sino también de las vidas de los Cumbales; hombres y mujeres a quienes impusieron su lengua, su dios y sus mitos. Resistiéndose, el cacique Cumbe funda el pueblo del Cumbal5, ubicado a las faldas del volcán y deja sus escrituras, allí vivían los Cumbales. Tiempo después, apoyados por gobernantes también forasteros, se expropió al Cabildo de Cumbal de setenta hectáreas de terreno y se ordenó construir allí. En 1923 cuando un terremoto derriba las construcciones de Llano de Piedras, donde vivían los forasteros, estos definitivamente ocupan todas esas hectáreas y allí hacen su iglesia, su plaza principal y su palacio municipal y se convierten en lo que hoy conocemos como terratenientes. Arrinconan aún más a los Cumbales y los obligan a vivir en las

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Reconstrucción del mito basada en la transcripción de entrevistas (Caipe, Chinguan) Narración basada en entrevistas (Tarapuez.F, Caipe) Información de la Alcaldía municipal de Cumbal.

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peores tierras, ubicadas en los páramos y las canteras donde es más difícil la siembra y criar a los animales. “Recuperar la tierra para recuperarlo todo” El principio de eso que por estas tierras llaman el recuperarlo todo también empieza con una historia que se escribe en las montañas. Amanece y hace frio, frio que cala los huesos; el viento desciende recio por las faldas del nevado y entra por debajo de la puerta de la cocina de la familia Tarapuez, silbando. Huele a leña, las paredes y el techo están cubiertas de hollín negro, alrededor de la tulpa se sientan los muchachos del resguardo y los solidarios que vienen de la Universidad de Nariño. Llegan a la conclusión de que hay que tomarse la tierra, que hay que recuperarla, que estaba en la escritura que dejaron los mayores, que no podían dejarse seguir arrinconando. Desde las tierras altas del cerro de Icamur se ve allá abajo el Llano de Piedras, esa tierra fértil que parecía un paraíso6. Esa tierra que fue nuestra y que ahora nos toca recuperar, se dicen entre ellos. En la estación de verano, durante los meses de mayo y junio un tapete de matices morado y blanco, tejido con flores de mayo, cubre el llano, llegan los quilinchos –pajaritos blancos como garzas pequeñas- a alimentarse de las flores. Miles, cientos de ovejas recorren el tapete a su antojo, los niños a veces bajan a jugar con los sapitos sin que los terratenientes se den cuenta. Corre una madrugada cualquiera de 1975; son las dos de la mañana y en cada vereda sale silbando un líder. Poco a poco, la gente va saliendo de sus casas, hombres, mujeres jóvenes y niños recorren los caminos oscuros descendiendo de los cerros que rodean al pueblo del Cumbal; van con cute, pala, y azadón al hombro, tomando chapil para no congelarse y darse ánimo en la jornada que les espera. Llegan al Llano de Piedras; lo primero que se hace es cortar el alambre de púas y sacar los postes de su sitio, luego entrar sacar espantados los animales del terrateniente, las ovejas corren desorientadas; por último hay que guachar la tierra para sembrar las semillas. Ya está clareando, un amanecer morado y naranja dibuja las siluetas de las montañas, se ve humo en el horizonte allá a lo lejos tras del cerro; son los del municipio vecino de Muellamuez anunciando que viene la policía. Todo el mundo coge su azadón, su ruana 6

Narración basada en entrevistas ( Tarapuez.F, Chirán)

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y sus niños, y sale rapidito, rapidito del Llano. Cuando llega la policía, lo único que encuentran son surcos de tierra sembrada de papas y uno que otro animal rondando por los caminos asustado. Así se iba recuperando la tierra; ahora había que sembrar para recoger los frutos, recuperarlo todo. La historia de lo que conocemos como el Inti Raymi empieza no en estas montañas sino muchas, muchas montañas más abajo, casi en el medio de la cordillera de los Andes en las provincias del Cuzco; donde los quichuas, hijos del sol, horraban a sus líderes y al Inca, agradeciendo cada año, durante el solsticio, a su tayta sol por la vida y por los ciclos7. Lastimosamente, aquellos forasteros que llegaron a Cumbal no fueron los únicos, los hijos del sol, así como otros muchos millones de pobladores de América, hijos de montañas, lagunas y astros murieron y, con ellos, mucha de su memoria. Pero esta historia de montañas también es una historia de resistencia; los hijos del sol y las montañas morían, volvían a la tierra y sembraban en ella semillas de su pensamiento, que cada tanto resurgían y hasta hoy, cientos de años después, siguen floreciendo por toda la cordillera. Con el tiempo, los hijos de las montañas fueron caminando y conociendo, fueron hablando otros idiomas y utilizando el idioma que los forasteros les habían impuesto para conocerse unos a otros, para intercambiar semillas y apoyarse aquí y allá en las luchas que tenían por sembrarlas cada uno en sus tierras8. Los hijos del tayta Cumbal no se quedaron atrás. Han caminado y conocido muchos caminos. Algunos caminaron caminos de forasteros, asistieron a sesiones del Congreso y del Senado y aprobaron leyes que les sirvieran de abono para fortalecer las semillas que habían sembrado a las orillas del volcán y regado con agua de la laguna. Otros caminaron caminos montañosos de la mano de Guambianos, Quichuas, Ingas, Caranquis y otros a los que ya no dudan en llamar hermanos9; porque si bien son hijos de diferentes padres, astros, volcanes y cerros, todos son hijos de la misma madre, la madre tierra.

Vilcapoma. 2002 Narración basada en los procesos de luchas indígenas, entrevistas (Tarapuez.E) 9 Conversación entre Tayta Efrén y Mamo Andrés de los pueblos Koguis, círculo de la palabra. 7 8

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Todos estos hijos han recorrido juntos los shaquiñanes, como llaman los Pastos a los caminos que revelan los espíritus de la tierra y de los ancestros. Han andado caminos, a veces de luchas por la tierra y por los derechos, a veces caminos de mingas; donde se comparten unos a otros su medicina, sus semillas –tanto de plantas como de pensamientos- su memoria, y en general, su forma de ver el mundo y se esfuerzan en apoyarse unos a otros en su resistencia para no perderla . Todos han ido y vuelto al Cumbal llenos de semillas; semillas de pensamiento que han querido sembrar en sus tierras, semillas que creen que les van a ayudar a fortalecerse para resistir el embate permanente de los forasteros que cada vez inventan nuevas maneras de enterrar su memoria. Una de estas semillas es el Inti Raymi, que hace siete años algunos pocos del cabildo sembraron en las calles del municipio del Cumbal con ayuda de hermanos Otavalos de la provicia del Carchi y hermanos Ingas del vecino Putumayo10. Semilla que hoy ya está sembrada en más de 11 municipios del sur de Nariño y que ahora se celebra hasta en su corazón, Pasto. Es así como comienza esta historia, la historia de esta pequeña semilla. Comienza con muchas historias, estas historias de montañas que el 21 de junio, el día del solsticio, forman una sola cordillera imponente. Esas historias que durante los Raymis danzan como una sola alrededor del Cumbal y dan vueltas y vueltas alrededor del corazón del pueblo bailando como las perdices, y quizá, al igual que ellas, dándole forma al tiempo y al espacio en su danza.

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Basado en las palabras de Francisco Acosta y Tayta Luis Antonio la celebración del Inty Raymi 2014

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Volver vuelta El churo cósmico: el tiempo y la vida pintados en espiral La primera vez que me despedí de las tierras verdes de ese Nudo de la Huaca, escuché cómo Doña Esperanza, desde la puerta de su casa nos decía “volverán, caminarán no más” y aunque me pareció una de las despedidas más bonitas que había escuchado, no entendí sus palabras. Pero vuelta entiende uno cuando vuelve y he aquí otra magia, uno vuelve. Vuelta es vida y vida es vuelta11. Cuti, cute, cutei, son muchas formas de llamar a la vuelta que usan diferentes pueblos desde Colombia hasta Chile y Argentina y a lo largo de todo eso que llamaríamos al mundo andino y, en los pueblos Pastos del suroccidente Colombiano, todo es vuelta. Vuelta dicen en Aldana y vuelta dicen en Cumbal. Volver vuelta, dicen los pueblos Pastos. Vuelta es cuando uno vuelve de Bogotá después de meses; vuelta es cuando pasa un tiempo y uno se acuerda de algo; vuelta es una indicación para encontrar lugares “facilito, vuelta arriba y es ahísito no más queda” –pero que para uno, venido de otras tierras, es perdida segura, porque lo que para ellos es arriba, para uno casi siempre es abajo y uno coge camino pal’ otro lado-; vuelta es cuando el cielo se viste de estrellas o de nubes clareando y “vuelta que amaneció” o “vuelta ya es de noche”; vuelta es cuando todo cambia drásticamente y “vuelta vinieron los terratenientes”. Vueltas se le da a la lana en la guanga para tejer y vueltas da en las manos el tejido. Vuelta es lo que marca los ciclos de la cosecha, vuelta se le da a la tierra para sembrar y vuelta se le da a la tierra para cosechar sus frutos. Vuelta son los cambios de los ciclos marcados entre los opuestos. Vuelta da ir y se vuelve venir, vuelta da arriba y se convierte en abajo, vuelta da el día para hacerse noche, vuelta se le da a lo bravo para amansarlo y vueltas da la vida hasta que se llega la muerte. Vuelta fue lo que dieron las perdices en su danza para darle forma al tiempo y al espacio. Vuelta es lo que dicen mientras se bailan los raymis y dan vueltas.

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Clavijo. 2013

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Vuelta es el símbolo del Churo cósmico pintado en la casa del cabildo, en la cocina y la sala del tayta Efrén, en los patios del colegio Los Andes de Cuaical. Vuelta y Churo son lo mismo, el churo cósmico son las vueltas de la vida pintadas -representadas, diríamos en la academia-. Aquí y allá están pintadas por el pueblo y las veredas. Pintadas, o más bien grabadas en la piedra de machines hace cientos de años, pintadas en las casas, pintadas en la ropa de los danzantes en las fiestas, pintadas en los cuadros, pintadas en los cutes que dan vuelta a la tierra en la siembra para hacer melga y pintadas en la danza que forma un churo y que voltía al ritmo de la música mientras se dice churen. El churo es la manera de pintar –representar- el tiempo, que es tiempo vuelta, en los pueblos Pastos. Volver vuelta el tiempo, es caminar al ritmo y a la forma de los caminos de los mayores -los de más antes o los de más adelante-. Pero éste no es el mismo camino, por eso no es un círculo sino una espiral porque es el mismo pero distinto, porque vamos para atrás mirando para adelante, mirando los de más antes que han recorrido el tiempo y nos han marcado el camino. Por eso dicen Doña Esperanza, Doña Tulia, Doña Judith y la misma profesora Fanny al despedirse “caminarán no más”, porque uno camina pero en su caminar, vuelve. Ellas decían a modo de certeza, caminarán y volverán. Ese es el caminar de la espiral, del churo cósmico; un caminar que recorre, que avanza pero que así mismo vuelve, vuelta que vuelve. Caminar implica volver,12 porque en los pueblos Pastos el tiempo es vuelta. El tiempo es caminar. Caminar para irse e irse para volver. Caminar. Hacia dónde vamos no importa, porque se sabe que vendremos vuelta.

Algunas de las espirales más comunes en las representaciones de los pueblos pastos

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Arango. 2011

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Festividad del Inti Raymi en los pueblos Pastos Vuelta recordando, vuelta recorriendo, y vuelta renovando. Vuelta rezando, vuelta cantando, y vuelta curando. Vuelta recuperando, vuelta mingueando, y vuelta sembrando. Vuelta cosechando, vuelta danzando, y vuelta resistiendo. Y vuelta, dando vuelta ¡Vuelta despertamos la tierra!

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Los raymis El Cumbal danza al ritmo de la tierra Subimos por el camino pedregoso y empinado que conduce del pueblo a la cantera. Allá arriba anclada en la ladera del cerro, y como sostenida por alguna fuerza desconocida, está la piedra de los machines, esa misma que tiene grabados de varios animales y dicen, que es la representación del mundo. “¡Despacito, despacito! Que llegamos arriba sin chicha” dice una voz en la parte de atrás de la camioneta que nos lleva hasta la parte de arriba del cerro. En la radio, el locutor habla sobre la celebración de la fiesta del Inti Raymi. La chicha la traemos nosotros, los hombres del cabildo, y subimos con quienes vienen al bailar en el desfile; allá abajo se quedaron todas las mamitas en la cocina, preparándonos el refrigerio pa’ cuando bajemos, se acabe el desfile y comience la fiesta. La cocina del cabildo es grande y cálida, los muebles, así como el techo, el piso y las paredes están cubiertas de hollín y tienen dibujado el Sol de los Pastos para decorarlos. Hoy muchas mujeres nos movemos de un lado a otro de la cocina preparando lo que se va a hacer. Hay un fogón grande en el medio de la cocina donde las habas, los ollocos, las papas, los choclos y el queso para el refrigerio de los invitados -taitas, mayores y gentes de fuera que vienen a ver el Inti Raymi- se mueven de una olla a otra, de una mano a otra, al compás de decenas de voces femeninas que charlan, ríen y se afanan porque todo esté listo. La chicha para subir, darles a todos arriba y repartir en el desfile, ya está lista afuera. Fuera del cabildo, en la calle de al frente, más mujeres nos movemos de un lado a otro, esta vez preparando nuestros follados, esos mismos que nuestras abuelas vestían. Las niñas de la escuela vestimos trajes blancos con tocados de todos los colores que nosotras mismas hicimos con la ayuda de la maestra; atrás del vestido tenemos el nombre del “Tunkur Anka” la danza que vamos a bailar en el desfile. Desde aquí ya se ven varias wipalas -banderas de los pueblos indígenas con cuadritos de todos los colores- ondeando con el viento y llenando de esos mismos colores nuestro camino, el camino que conduce a la piedra de machines.

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Hace frio, salimos de Ipiales temprano en la mañana. En el taxi, camino al Cumbal, pasamos por Aldana y en la esquina del estadio vemos a Mamá Judith asando sus cuyes como siempre; no queda más que despedirse con la mirada y pensar en volver. Después de más de una hora y media de camino, parar varias veces por obras en las vías y tener que hacer un transbordo de taxi en Guachucal, la emoción se nos ha acumulado en el pecho, no vemos la hora de llegar. Finalmente el taxista nos deja en frente del resguardo donde hay un pendón de unos tres metros anunciando la fiesta; afuera, en la otra esquina del resguardo, encontramos una muchacha vestida de blanco con un traje de danza; ella se presenta a sí misma en inglés y nos dice, en inglés también, que está muy feliz de celebrar el Inti Raymi. Después nos pregunta riendo, ya en español y con bonito acento nariñense que si le entendimos. Al decirle que sí, nos dice que ella es la profesora de inglés de la escuela y la encargada de las danzas en el desfile, nos pregunta de dónde venimos y al decirle que de Bogotá responde “uyyy que lejos”; le pide a un muchacho que nos lleve en la camioneta hasta la piedra de machines donde comienza el desfile y nos dice que mientras, entremos al resguardo a tomarnos un cafecito. Se despide con una sonrisa y nos dice “nos vemos arriba”. Aquí arriba, en la piedra de machines, nosotros, los taytas mayores venidos de resguardos de Nariño y Putumayo,

hacemos la ceremonia del Hali Wuata o

recibimiento del nuevo ciclo, hacemos nuestra purificación para recibir el nuevo año y también purificamos al territorio y a la piedra sagrada de machines. Estamos aquí desde antes del amanecer, porque es importante recibir los primeros rayos del padre sol y este nuevo ciclo en este lugar sagrado; cantando, tocando los instrumentos y preparando la medicina que se va usar en la ceremonia de armonización abajo en el pueblo. Todos estamos ya esperando en el camino a la cantera; arribita, en la piedra de los machines, aún están los taytas en su ceremonia. Los guaguas, las mujeres, las abuelas, los hombres y los de afuera que vienen a ver el Inti Raymi estamos esperando a que los taytas mayores bajen y formen parte del desfile para empezar a bajar al pueblo. Arriba, al lado de la piedra está alguien con la máscara del Huma Aya – que es la figura mítica de la festividad y tiene una máscara de dos caras tejida con los colores del arcoíris- ondeando una wipala en señal de que la ceremonia casi termina. La música 26 |

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ya inunda todo el camino, suenan armónicas, violines, sonajeros de Carchi, guitarras, y zampoñas. Los trajes de colores, las cintas, las wipalas y los castillos –construcciones hechas de madera de las que cuelga todo tipo de productos de la tierra, así como comidas y golosinas- que crecen cada año a medida de que son regaladas de una familia o parcialidad a otra inundan el camino. Muchas voces conversan y todos nos agolpamos en un solo rio de gente que dirige su cauce al pueblo.

1. Desfile, Piedra de machines El desfile comienza a moverse como uno solo justo a medio día, el tayta Inti -como le dicen los mayores- se posa justo sobre nuestras cabezas. La música proviene de carros con parlantes que acompañan cada comparsa y cada comparsa tiene su propia canción, así la música y las canciones se van mezclando unas con otras a medida que transitamos por el camino. Todas las canciones tienen el ritmo típico del Inti Raymi, las letras son sencillas como “Movidito, movidito y saltadito, saltadito, así canto y así bailo, así bailo, así bailo… Cantaremos, bailaremos, cantaremos, bailaremos, con churitos, con churitos, movidito, movidito” son repetitivas, rápidas, festivas y casi siempre se cantan con voces agudas como las notas de esta música y vienen acompañadas de griticos de isss isss isss o contundentes ¡tas tas tas tas tas!. Hay también muchos bailes y son muchas historias las que cuentan. El baile del Kuntur Anka por ejemplo, es la danza de los cóndores y las águilas, el color blanco que vestimos simboliza la libertad; libertad de expresar nuestras tradiciones y pensamientos por nuestras calles, sin temor de ser reprimidos o marginados. Mientras 27 |

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que los colores del arcoíris de nuestros tocados simbolizan la unión en la diversidad de los pueblos y la perdiz que llevamos en el pecho representa el origen, el tiempo y la danza de los opuestos. El tas tas tas que cantamos al ritmo de los cascabeles que cuelgan de nuestros pies, sirve para llevar el ritmo y para despertar y motivar a los espíritus mayores de nuestra tierra con nuestro baile. En el desfile, nosotros los taytas mayores y médicos tradicionales vamos juntos en una comparsa; no llevamos música grabada, nosotros mismos vamos en medio de este rio de gente, música y colores con nuestros instrumentos interpretando las canciones que nos enseñaron nuestros abuelos. Nuestros instrumentos y canciones son los mismos que usamos en los rituales de armonización y limpieza. Vamos recorriendo todo el pueblo en medio del desfile e interpretando nuestra música; así caminamos por todas las calles limpiando y armonizando a la tierra, preparándola para recibir el nuevo ciclo del tayta sol y recibir nosotros también un nuevo año con esta festividad. En medio de la gente que se mueve en este desfile, también vamos nosotros y nosotras, los representantes de las parcialidades, resguardos y veredas del Cumbal. Nos acompañan nuestros guaguas, niños y niñas que llevamos en brazos o agarrados de la mano y cargan canastos llenos de productos. Vamos precediendo los castillos que son fruto de todo nuestro trabajo durante un año; en ellos depositamos muestras de nuestras mejores cosechas, golosinas de las más ricas, animales de los más gordos y productos de los más apetecidos. El año pasado nos regalaron un castillo la mitad de grande y el año que viene, la parcialidad a quien regalemos éste, está encargada de duplicar todo lo que les regalemos para dársela a otra parcialidad.

2. Castillos dentro del desfile 28 |

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El desfile transita frente a nosotros, lo recorremos una y otra vez buscando mejores puntos para verlo pasar porque no queremos perdernos de ningún detalle. El pueblo es pequeño, tendrá unas seis cuadras de ancho y veinte de largo, su arquitectura intercala casas de bareque y adobe techadas con paja, con casas de construcción en cemento, algunas hasta de cuatro y cinco pisos. Frente a ellas, se mueve el desfile y una que otra cabeza se asoma desde las ventanas de pisos más altos para ver mejor a las comparsas. La profesora de la escuela, quien nos recibió, hace parte de una de las coreografías y nos saluda cada vez que nos ve a los lados de la calle presenciando el desfile. Nos percatamos que hay otras personas que también vienen de fuera a ver la festividad; no son muchas, pero están aquí. El desfile despliega colores e inunda las calles del Cumbal; las wipalas, los follados, las coreografías, los instrumentos y la música ocupan casi tres cuadras en su recorrido. La gente del pueblo que no participa en el desfile, porque no pertenece al cabildo ni se identifica con los pueblos indígenas, así lleven sus apellidos, igual sale a ver las danzas y escuchar la música. Al final este rio colorido de gente desemboca en el polideportivo del pueblo –el mismo que alberga todas las fiestas- donde está preparado todo para dar inicio a la celebración. Cuando llegamos con el desfile a donde será la fiesta, los médicos tradicionales empezamos a preparar la ceremonia de armonización y el recibimiento del Hali Wuata que haremos está vez con toda la comunidad. En el centro del espacio y frente a la tarima dibujamos un churo cósmico de dos puntas utilizando productos de la tierra:

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Papas, ollocos, papayas, manzanas, pimentones, bananos, zanahorias, mangos, piñas y choclos, combinados con sal, tierra, harina y flores, dan forma a nuestra representación de la tierra, de los mitos y del tiempo. Dejamos nuestras cosas frente al churo, sobre una wipala, y nos disponemos a limpiarnos, a limpiar a la comunidad que quiera participar del ritual y a limpiar el lugar con copal y sahumerio.

3. Churo cósmico dibujado con productos de la tierra El desfile se acaba y ya todos llegamos a la plaza, cansados después de casi dos horas de recorrido, quienes representamos a las parcialidades, veredas y cabildos descargamos nuestros castillos y esperamos que comience la fiesta y sea hora de entregarlos; nuestros niños corren y juegan por toda la plaza. Mientras tanto, los médicos tradicionales y taytas invitan a quienes quieran participar de la ceremonia de armonización y el recibimiento del nuevo ciclo del sol; dicen que hoy comienza el nuevo año, ponen fuego en el centro de la plaza y alrededor dibujan un churo -la espiral que está presente en la mayoría de las representaciones de los pastos-. Algunos queremos participar y otros no, esos cultos son nuevos para nosotros que hasta hace unos años celebrábamos era la fiesta de San Pedro, pero todos miramos con atención a los que participan y a los taytas, a ver qué es eso que hacen con las yerbas, el copal y el chapil. Hoy en el pueblo hay mucho ruido. De los que vivimos acá, casi nadie está contento con esa fiesta. Antes se celebraba el San Juan y San Pedro y todos podíamos participar; ahora los del cabildo trajeron ese Inti Raymi del Ecuador y sólo ellos lo celebran. Hacen cosas de otras creencias de indios, dizque médicos, y en la iglesia también nos 30 |

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han dicho que esos rituales solo están remplazando a Dios y a las fiestas de los santos con otros rituales. Algunos tratamos de convencer a la gente que no se meta en esas cosas de la armonización a que lo soplen y lo unten, pero no hacen caso; algunos hasta nos pelean y nos dicen que esa era una fiesta de los ancestros, que era la que se celebraba antes que la de San Pedro y el Corpus Cristi, pero eso es porque son del cabildo y les toca creer en esas cosas. La plaza se llena del sonido de las armónicas, los sonajeros de carchi, las wairas o wairasachas -varias ramas de hojas secas amarradas del tallo que se utilizan en rituales de limpieza y en ceremonias de yagé- y del sonido de la voz del tayta encargado de realizar la ceremonia de armonización, que habla primero en quiwchua y después en español repitiendo: Padre Sol, Somos de aquí y aquí estamos, el sol es nuestro padre y la luna nuestra madre, somos lagunas, somos montañas, somos ríos, territorios ancestrales somos, hijos de la tierra somos El tayta nos invita a participar en el ritual de armonización, nos dice que nos tomemos de las manos formando un circulo continuo –es decir una espiral- alrededor del churo que está dibujado en el piso, y sigue animando más gente para que tome parte en el ritual. Nos damos cuenta que la mayor parte de la gente del pueblo y las veredas no quiere participar; solo unos pocos empiezan a hacer parte de la espiral, mientras que los que venimos de fuera a ver la fiesta sí tomamos parte casi inmediatamente. El tayta nos dice que es importante recibir el nuevo ciclo del sol armonizando nuestra energía con la de la de la madre tierra y la del padre sol para curarnos, no enfermarnos, para tener mejores, cosechas, para ser más productivos, estar más fuertes y poder trabajar mejor. Los médicos tradicionales invitamos a la gente a participar, aunque sabemos que a muchos no les gusta tomar parte en los rituales porque están más arraigados en el catolicismo. Es importante para nuestros pueblos empezar a hacer los rituales más en 31 |

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público para rescatar las costumbres, para que tengamos la libertad de ejercer nuestros cultos y expresar nuestras tradiciones sin miedo a lo que digan la iglesia o los gobernantes. Nosotros somos de aquí y aquí estamos rescatando de nuevo lo que otros habían querido que abandonáramos, haciendo que los ríos de la palabra fluyan desde su origen, escuchando de nuevo a nuestros abuelos y desenterrando nuestras tradiciones que los de más adelante habían tenido que enterrar entre amasijos de rezos y santos para preservar la vida. Los taytas acompañados de las abuelas iniciamos el ritual de armonización, dando las gracias al tayta sol y la madre tierra. Cuando empezamos y cuando terminamos de recorrer el churo que está plasmado en piso, hacemos ofrendas de copal y flores al fuego que dispusimos en ambas puntas de la espiral cósmica. Después tomamos los remedios que cado uno conoce para empezar a hacer la armonización de quienes quisieron tomar parte del ritual. Quienes participamos de la ceremonia de los taytas, nos cogemos de la mano de algunos de nuestros representantes de las parcialidades, que también participan y traen a sus hijos para que los limpien. Cuando la ceremonia comienza, el tayta dice que es un ritual de armonización previo a la danza y la fiesta. Los taytas y las abuelas pasan recorriendo el churo que formamos; limpiándonos, rezándonos, soplándonos y curándonos con las medicinas que ellos usan, y cuando todos terminan de recorrer todo el churo, regresan al centro, al lado de la espiral. Para recibir al nuevo año, los taytas y abuelas se abrazan entre ellos y nos piden que nos abrazemos, que recibamos felices los rayos del tayta sol en este nuevo día y en este nuevo ciclo que hoy comienza. Para finalizar nos reparten los productos de la tierra con los cuales se había dibujado la espiral en suelo, y así se da inicio a la fiesta.

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4. Taytas y sabedores deseándose Hali Huata

Cuando se termina la ceremonia de armonización, la gente que participó de esta se dispersa, los taytas y las abuelas se dirigen a la casa del cabildo mientras las personas del pueblo, las veredas y los que vinimos de fuera permanecemos en el polideportivo esperando que comience la fiesta. Desde la tarima, el animador anuncia las orquestas que van a tocar; anuncia la entrega de los castillos a las distintas parcialidades y agradece al Tayta Efrén Tarapuez por hacer posible la realización de la fiesta. Dice que esta celebración se viene realizando desde hace siete años y espera que sean muchos más los que se celebre para así rescatar las tradiciones de los pueblos. La orquesta llamada Shamu shi –desde el corazón, en lengua inga- es la primera invitada de la tarde y viene del departamento de Putumayo. Cuando empieza a tocar la música inunda los rincones del pueblo. Las canchas del polideportivo se llenan poco a poco con quienes empezamos a bailar y se anuncia de nuevo la entrega de los castillos; quienes los recibimos y quienes los entregamos, cargamos el castillo entre todos y bailamos entre la gente dando vueltas con los castillos a nuestra espalda, para intercambiarlos al ritmo de la música, que también tiene el ritmo característico de los raymis. Bailamos y al son de violines vamos formando un circulo donde el movimiento 33 |

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de todos se hace uno solo en el baile que gira en una dirección y luego en otra. Así empieza la fiesta. Al comenzar la fiesta, lo que fue un rio de gente ahora es una laguna colorida y variopinta que se agita de un lado a otro del polideportivo, buscando su lugar. La música ahoga la mayoría de las conversaciones; en la parte de atrás, los guaguas juegan mientras que la mayoría de adultos nos reunimos en grupos pequeños, sentados en los alrededores de las canchas, ubicándonos para ver a quienes bailan. Los músicos tocan diferentes instrumentos, suenan guitarras, armónica, violín, tambores, zampoñas y sonajeros de carchi al ritmo de huaynos, sayas y música tradicional de los raymis. Poco a poco y a medida que transcurren las canciones, más gente se anima a bailar. Las wipalas ondean en medio de los danzantes, llenando el espacio de color y movimiento. Nosotros, ansiosos por hacer parte de la fiesta, tomamos lugar en el círculo más grande que se mueve ondulante y cambia de dirección de repente. La profesora de la escuela nos saluda con una sonrisa, agitando una wipala. En medio de la danza, se alternan las letras de las canciones con frases repetitivas que se cantan al ritmo de la música como voltia, voltia, voltia, también suenan en un lado y otro los “isss isss isss” y los “tas tas tas”. La forma de bailar los raymis no es compleja, la música se sigue casi que caminando en círculos, solo que marcando el ritmo con los pies como un zapateo; no es de extrañar que se escuche también las palabras zapatea, zapatea o rompe el piso, rompe el piso. Los brazos a veces van recogidos a la altura del pecho pero, casi siempre sueltos a los lados del cuerpo. Un poco más allá de donde se desarrolla la danza, hay carpas y puestos con todo tipo de comida; champús, chusos o pinchos, papas y mazorca asadas, presitas –pollo apanado cortado en pedacitos o presas-, sopas, chupitos –una especie de raspado sumergido en jarabe de sabor, que pinta de rojo la lengua- y el tan tradicional helado de paila cumbaleño, esperan por la gente para antojarlos, darles energía y un respiro para que después regresen a la fiesta y continúen con el baile.

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El chapil va chumando a la gente y la chuma va animando a más y más bailarines; se van formando más grupitos de danzantes que llenan el espacio poco a poco. Durante de la danza, al ritmo de la música se forma una espiral que encierra y recorre los círculos internos de personas, formada por el círculo externo donde se encuentran los danzantes que primero empezaron a bailar y quienes sostienen y ondean las wipalas. Normalmente, la espiral gira en torno al centro toda en el mismo sentido y a su vez lo círculos más pequeños del centro hacen lo mismo, y de vez en vez la espiral y los círculos cambian de dirección al ritmo de la música y las palabras: Churen, churen, churen. En el centro de los círculos y la espiral -por tanto, en el centro de la danza-, se encuentra lo sagrado -a lo que se le canta y lo que reúne a los danzantes para dar vuelta-. Curiosamente, no resulta ser el tayta sol o la madre tierra sino las botellas de cerveza y chapil las que se encuentran en medio de los círculos. A medida que transcurren las canciones y las orquestas; el chapil va subiendo cada vez más la chuma y con ella el entusiasmo en la danza. Ahora todos hacemos con nuestros grupos distintos pasos, más enérgicos mientras que el círculo grande a nuestro alrededor se mueve cada vez más rápido. La fiesta como tal nunca tiene un cierre oficial. Al menos hasta que se acabe la música, la fiesta continúa. Algunas personas se empiezan a marchar y otras comienzan a llegar, la chuma va cobrando a sus caídos que caminan serpenteando entre la gente, algunos alejándose a sus casas y otros buscando más chapil. Nosotros también nos alejamos cansados y despidiéndonos con la mirada; casi está oscureciendo. En una de las calles del pueblo nos encontramos una vez más con la profesora de la escuela. Esta vez podemos charlar un poco, ella se presenta como Fany Tarapuez y nos dice que está muy feliz de que gente de Bogotá vaya a ver la fiesta, nos invita a charlar pero otro día, porque ya se tiene que ir y acordamos vernos la siguiente semana. Una vez más se despide con una sonrisa, nos dice “volverán” y no se equivoca; como casi nunca se equivoca la gente de Nariño cuando se despide diciendo “volverán” o “caminarán no más”, porque vuelta uno siempre por más que vuelva, queda con ganas de volver.

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Echando raíces con el corazón Reflexiones sobre el encanto del Cumbal y la semilla Inti Raymi Esta es una historia de amor. Me di cuenta apenas ahorita, en esta última vuelta, la vuelta de la reminiscencia, la vuelta que no se hace con el cuerpo sino con el alma y la memoria. Fue a la hora de contar la historia, cuando uno escudriña aquí y allá los recuerdos adquiridos y anotados en todas partes, que noté que era un historia enteramente romántica. Es una historia como todas, con sus encantos y sus desencantos. Pero así y todo es una bonita historia. La tembladera de piernas, el sudor de las manos, las mariposas en el estómago y el nudo en la garganta a la hora de hablar. Enamoramiento. Acordándome de las palabras de Marinela, aquí eché raíces con el corazón. Me enamoré de una tierra lejana que sentí tan adentro que después no supe cómo sacarme del alma. Creo que me pasó como a los niños, he de haber dejado el alma en alguna parte del Cumbal y me va a tocar ir a buscarla. Me imagino a mí misma recorriendo las calles, los caminos y la laguna, diciendo vuelva, vuelva, vuelva. Pero cuando me imagino encontrándola y curándome del encanto, se me quitan las ganas. Me quiero quedar con estas ganas de volver, de seguir contando historias del Cumbal, de seguir dejando pedacitos de mí cada vez que vuelva, de seguir recogiendo semillas. Siendo así, no puedo más que preparar a quienes tienen este documento en sus manos y han ido escudriñando el tejido para una historia del todo subjetiva, a veces cursi. Y es que estas tierras nunca las entendí con la razón, siempre fue el corazón y siempre fueron los sentimientos los que acomodaron las cosas de donde las estoy sacando ahora para darle orden a este relato. La primera vez que pisé las calles del Cumbal, soñándome etnógrafa, olía a helados de paila, esos amarillos sabor a leche que venden frente a la iglesia. Nuestro encuentro fue efímero, apenas si recorrí sus calles para luego subir a la laguna y maravillarme con las historias de Rosendo Paspuesán que se sumergía de un lado y salía del otro hecho toro y de la ciudad encantada que dormía bajo la laguna y aparecía todos los viernes santos ¡Mala suerte! Ese día era jueves santo. 36 |

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Después volví, y volví y volví, ya más curtida por el tiempo, la academia y la timidez. Ya no sé ni cuantas veces he vuelto. El día del Inti Raymi fueron las mariposas en la pansa, ese día me enamoré perdidamente, ese día eché raíces con el corazón. ¿Qué será de empezar? ¿Empezar por dónde? Otra vez empezar. Así es toda la vida, nada escapa de sus vueltas. Será empezar como empieza el día, como empieza la vida en las faldas del Tayta Cumbal. La vida empieza por la mañana, cuando vuelta amanece. La vida del Cumbal empieza fría, con ese frío que se cuela por debajo de la puerta de la cocina y que solo quitan el fogón, el café y la ruana. La vida empieza temprano, soplando el fogón, calentado el café, dándole yerba a los cuyes, ordeñando las vacas, yéndose a la melga. La vida nunca termina, solo vuelve a empezar al día siguiente igual que el día anterior, igual pero distinta, porque el tiempo vuelta. El Cumbal de todos los días huele a montañas, el aire frio del cerro baja por los caminos de las veredas e inunda el pueblo. A veces huele a pan caliente, a madera húmeda o a tierra mojada. A la una salen los niños de estudiar; entonces huele a otras cosas; a risas y a heladitos de doscientos, que venden en frente de la escuela y son de todos los colores, así pintan las bocas y el pueblo. El día de ese encuentro, el día del Inti Raymi, Cumbal olía diferente y las calles se pintaron de otros colores. Ese día la vida empezó más temprano y más arriba. Los taytas estaban cantando y curando la piedra de machines desde antes de que clareara. Ese día empezó con el café y el fogón, pero en la casa del cabildo. Las abuelas y mamitas habían estado también desde el amanecer cocinando. Ese día empezó esta historia que me dio, y me ha dado, vueltas la cabeza, ya va a ser un año. Ese día, cuando pasamos a tomar café a la cocina del cabildo y luego subimos a ver todo el desfile una y otra vez, yo quedé encantada13.

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Del sentido andino de “encanto”, perdida en una condición en que el cuerpo y el alma (no necesariamente juntos y al tiempo) quedan atrapados en un espacio determinado, casi siempre mítico, mágico o del dominio de los espíritus. En este caso, la fiesta.

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Lo que viene a continuación son mis reflexiones sobre ese encanto, las historias que he venido desentrañando desde entonces. A las que les he dado tantas vueltas, que me ha tocado ir separando unos hilos de otros y unas historias de otras para no enredar más el tejido. Les he dado vueltas desde la vida, desde la academia y desde el corazón. Tantas vueltas que contarlas todas no me ha sido fácil, tantas vueltas que me he perdido muchas veces, tantas vueltas que hasta ahora sigo sin saber por dónde empezar.

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¡Vuelta! La fiesta como espacio-tiempo de renovación Esta es la primera vuelta del tejido, la que da el tiempo, la que da el territorio el día del Inti Raymi. Aquí le di muchas vueltas al asunto desde la academia, desde historias que cuentan los ancestros de otras fiestas, lejanas y cercanas a las que se celebran en Cumbal. No, no somos tan distantes como queremos creer. A nuestros ancestros – a los que entiendo y me refiero como ancestros intelectuales, pero al fin y al cabo ancestros- también les gusta contar historias, se reúnen en torno a otros fuegos y se comparte otra palabra. Crean realidades con sus palabras, igual que aquí. Publican lo que llaman libros y ensayos, y así se conoce; leyendo, escribiendo y discutiendo lo que dicen los ancestros en sus libros publicados, de palabras inmutables que permanecen iguales a través del tiempo. Aquí en Nariño no les gusta eso. Dicen que si todo el conocimiento estuviera en los libros pues entonces nadie iría a ningún lugar, entraríamos a internet, buscaríamos una palabra clave, leeríamos una historia y saciaríamos la curiosidad. Entonces las historias no podrían transformarse y no se necesitarían muchos para que sean contadas, Si todo estuviera en los libros, pues ustedes no estarían aquí. En Nariño, en el Nudo de la Huaca les gusta más el fuego de la palabra, les gusta contar historias al calor de la tulpa, historias que se transforman, que cada vez que son contadas adquieren nuevos matices, historias vivas. Esta historia está, como yo, compuesta por un poco de ambas visiones, lo que dicen los ancestros Pastos y lo que dicen los ancestros antropólogos vino a parar aquí como el encuentro del rio blanco y el rio negro, que al principio es muy violento pero donde después nada se distingue y fluye todo en un solo cauce. Los ancestros de un lado y otro son simplemente ancestros y las historias de un lado y otro son simplemente historias, tienen el mismo valor y no pueden contarse unas sin contar las otras, porque al fin y al cabo vuelta son la misma historia.

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Volver vuelta para recordar y re-crear Dicen los ancestros que las fiestas como la del Inti Raymi sirven para acompañar al ritmo vital, son como canciones que marcan la melodía con la que vivimos la vida. Marcan normalmente un momento importante del ciclo o la llegada de uno nuevo. Así es el Inti Raymi. Dicen también que la fiesta es una forma de recordar; los ancestros bailaban en forma circular porque así se aseguraban de recordar la forma de las cosas como el curso del sol y el ciclo del tiempo. Cuando celebramos, con la danza recordamos y recreamos ese ciclo.14 La fiesta es un momento importante del ciclo porque ella es un espacio donde no hay arriba ni abajo, adelante ni atrás, porque es el justo momento donde todos los espacios se juntan. Ese espacio sin espacio y este tiempo sin tiempo, es lo que llaman los ancestros carnaval, un momento donde todo se desdibuja y recrea el instante mismo de la creación del universo.15 Ese mismo baile que para nosotros sería, pues, el baile de las perdices. Ahí mismo se mezclan el arriba y el abajo y todos los opuestos mientras se dan vueltas y cuando se acaba la danza el cosmos toma forma. Dicen los ancestros que para eso mismo se hace la danza, para darle la forma al cosmos; es un proceso en que el presente recrea el pasado a través de la danza y la vuelta para construir y cambiar futuro.16 En el Inti Raymi danzamos para despertar los espíritus de la tierra, para agradecerles por el ciclo que está por terminar y para pedirles porque el que viene sea mejor. Volver vuelta el tiempo La vida es vuelta y el tiempo es vuelta. La fiesta no puede ser otra cosa, también es vuelta. Celebramos una vuelta al sol y decimos ¡Hali huata! Vuelta le dimos a la tierra para sacar la cosecha que hoy agradecemos y que cuelga de los castillos. Le agradecemos al sol por el ciclo que acaba y le pedimos por el que va a comenzar. Vueltas se da al danzar, vueltas se le da al pueblo en el desfile, vueltas da el tayta en la

14Vilcapoma.

2008 Eliade. 2001. Tayta Luis Antonio durante ceremonia de armonización 16 Tarapúez. E 15

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armonización, vuelta se nos da la cabeza y la vida al chumarnos con chapil. La fiesta es un espacio donde todo da vuelta, lo que tenemos adentro, da vuelta afuera también. Se celebra porque así podemos empezar un año nuevo con mejores cosechas, mejores ganancias, mas abundancia, así el otro año hacemos un castillo más grande. Además dicen los ancestros que así devolvemos el tiempo. Cuando es tiempo de vuelta, regresamos al momento de antes y nos encontramos con los espíritus de la tierra. Por eso podemos pedirles más fácil, porque estamos ahí danzando con ellos, nosotros los revivimos a ellos con el ritual y la fiesta y ellos nos reviven a nosotros dándonos energía y fuerza para el año que viene17. Dicen los ancestros, que este tiempo se da únicamente a través de ciertas condiciones específicas que no pueden ocurrir todos los días. Nosotros celebramos el día del solsticio; la cercanía con el sol y su energía es fundamental en esta recreación. La armonización espiritual, tanto del pueblo que se hace en el desfile, como de la gente que se hace en el ritual, como del tiempo –día- que se hace arriba en la piedra de machines antes de amanecer, es igualmente importante. Primero hay que estar armonizados, conectados con la madre tierra y con el padre sol. Así mismo también depende de la disposición nuestra -primero con las actividades y la colaboración en ellas y luego a través de la chuma-. Por último, la recreación física y emocional del mito, tenemos que danzar, danzar como las perdices. Dicen los ancestros que estas condiciones son las que posibilitan hacer más delgada la línea ente un opuesto y otro, entre el presente y el pasado, entre el arriba y el abajo entre este mundo y el mundo de los espíritus de la tierra 18. Así, cuando estas barreras se rompen, podemos entrar en contacto con lo sagrado, podemos bailar al ritmo de la tierra y con la tierra, somos uno con los espíritus y con las perdices bailamos mientras le dan forma al mundo. Ese contacto con lo sagrado es lo que posibilita que se dé el espacio tiempo de renovación, que a través de la danza seamos capaces de revitalizar nuestras raíces, que al momento de danzar y dar vuelta seamos nuestros propios ancestros vuelta recordando, vuelta recorriendo, y vuelta renovando.

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Eliade. 2001 Eliade 2001

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La renovación es un volver, pero un volver diferente, no volvemos a ser antes, no regresamos del todo, no es nuestra intención quedarnos en el pasado. Solo transformamos el presente y el futuro de esta vuelta trayendo cosas del pasado, recordamos a los de más antes y bailamos a su ritmo para que en la vuelta nos enseñen lo que aprendieron en su recorrer de shaquiñanes y podamos en los nuestros avanzar, enseñar, soñar y descubrir nuevos caminos. Volver vuelta para curar Las vueltas sirven para muchas cosas. Dar vuelta a la tierra la renueva y la hace más fértil; dar vuelta la memoria nos guía el camino de los ancestros y dar vuelta el cuerpo y los sentimientos nos cura. Voltiar para curar. No solo curar la gente; para curar cualquier cosa hay que darle la vuelta: para curar el espacio y el territorio, durante la fiesta se cura el pueblo, va el tayta y los médicos tradicionales y bajan desde los machines curando y dándole vueltas al pueblo, cantándole y bailándole para curarlo. Dicen los ancestros que el día del solsticio es un buen día para curarse, es el día cuando el tayta sol más energía regala, cuando más podemos acercarnos a él y también cuando más podemos agradecerle. Un buen día para darse la vuelta. Los taytas van desde la piedra de machines y todas las veredas hasta el corazón del pueblo, haciendo limpiezas y curaciones con su música, su copal y sus rezos. En este recorrido dan vueltas y es como si le dieran la vuelta al pueblo también. Se canta y se baila, porque cantando se en-canta y se des-en-canta. Encanto y desencanto, son solo otra vuelta de la vida. Se canta y se baila porque la música es vuelta, vuelta cantando encantamos y vuelta cantando desencantamos lo encantado. La música y el canto son vuelta. Vuelta al pasado es la música de los ancestros. La que tocan los taytas es música de medicina, música que cura porque es la música de antes, la que los abuelos aprendieron de los ríos, las montañas y la madre tierra, la música que las plantas de medicina entienden, la música que el alma entiende. Dicen que antes solo con cantos curaban los abuelos. Curar el pueblo no es fácil, curar el espacio no es fácil. Hay que cantar mucho, hay que tocar mucho, hay que rezar mucho, hay que voltiar mucho. Hay que recorrer todo del 42 |

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pueblo, hay que cantarle, tocarle, rezarle y pedirle que deje para fuera todo lo que lleva adentro. Los taytas sabedores son los que lo curan, toda la medicina que ellos hacen sirve para dar la vuelta, ellos curan así, voltiando. Le da vueltas a uno el estómago cuando se cura con medicina. Le da vueltas a uno el sentimiento y saca todo lo que tiene guardado el sungo, dan vueltas los taytas con el canto y el copal para curar a las personas, igual con el territorio, vuelta rezando, vuelta cantando, vuelta curando. Así también se cura el pueblo, cuando bajan los taytas desde machines curando, sacando fuera todo lo que se lleva dentro, es como si ese corazón indígena que estuvo dormido dentro nuestro aflorara al ritmo de la música. Poco a poco empezamos a inundar al pueblo con la música, la medicina, el baile, los trajes, los mitos, la comida y bebida de los ancestros. Así curando a su manera, así bailando a su manera, les revivimos, les volvemos vuelta a la vida. Así recorremos su camino de luchas, conquistamos y reconquistamos el pueblo junto a ellos, nos vestimos de indios y vestimos así al pueblo porque así tenemos el sungo y hoy lo que está adentro sale afuera. Chumar para Voltiar La chuma, según dicen, también es darse la vuelta; esta vuelta sirve para curarse el alma. Dar la vuelta en chuma refresca, saca lo que estaba adentro. En la fiesta, la chuma es un espacio para desahogarse, para perdonar, para dejar que el copal se lleve todo eso que ha sacado el chapil y la vuelta. Los pueblos hermanos de Imbabura, los que nos enseñaron el nombre de la fiesta, hasta hacen peleas rituales el día del Inti Raymi y se toman la plaza; ahí se desahogan, sacan con fuerza todo lo que han guardado dentro del sungo y las penas del alma. Esas penas que enferman, esas que ahogan, esas que ponen la sangre gruesa y el corazón parco. Ese día le regalan su sangre, su fuerza, su furia y su sudor a la madre tierra, para después renovar su energía con la del tayta sol. Las vueltas de la danza a veces sirven para acelerar el proceso del chapil en las vueltas de la cabeza, y las vueltas y el calor del chapil sirven para acelerar las vueltas de la danza. Vuelta más chapil, vuelta más danza. La chuma, el chapil y la vuelta sirven para 43 |

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curar, no solo el día de la fiesta. El Chapil hace parte de los procesos de curación de la mayoría de los males del alma o males del monte, como el mal aire o la mal hora. Pero también estar chumado es causa de ser más vulnerable a los males del monte o los espantos. Dicen los ancestros que la chuma, no solo aquí, sino en la mayoría de pueblos originarios hace más delgada la brecha entre un mundo y otro. Los abuelos saben cuando dicen que la chuma permite que uno se voltíe mas fácil y así encuentre shaquiñanes. Aquí cuentan los abuelos que uno chumado se encuentra al tayta Cumbe o al tayta Chiles en las bifurcaciones de los caminos. Cuando salen a buscarlos, para que enseñen shaquiñanes, primero hay que no tenerles miedo, también hay que estar beba que beba chapil, porque quita el miedo y calienta el cuerpo y el alma. También con las guacas es lo mismo, hay que estar beba que beba chapil, porque así es más fácil encontrarlas. Cuando aparecen y uno las va a sacar, toca hacerles cruces de chapil porque así no hacen tanto daño y no da solimán, aunque igual pueden picar y es más difícil que se escapen; uno vuelta las cura con el chapil. Mejor dicho, el chapil sirve para todo eso: los espantos, los males del monte, las guacas, los taytas ancestros y todo eso que es bravo, que es fuerte, se encuentra dándose la vuelta con chapil; queda uno por fuera como es por dentro y así es más fácil encontrarlos.

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Semillas de resistencia: La fiesta como instrumento de reivindicación Había empezado yo, por allá arriba ¿O atrás? contando la historia de las semillas, semillas de resistencia. Un día, por allá en la Universidad de Nariño, escuchando a Doña Rita Escobar, campesina, indígena y líder del Movimiento Social del departamento de Nariño, fue cuando escuché por primera vez esa historia. Y bien, me refiero no como tal a la historia, porque la historia de los movimientos sociales, obreros, campesinos e indígenas, mal que bien la conocemos todos en términos generales. Yo me refiero a la historia con ese título, con esa visión, bonita, poética y contundente; la historia de las semillas.19 Hablaba Doña Rita de los muchos caminos de lucha. Y de sus luchas personales, luchas de ser mujer, indígena y campesina. De las luchas a las que poco a poco se suman unos y otros, venidos de todos lados, unos venidos del monte y de la melga y otros venidos de las aulas y los edificios, de esos a los que hemos llamado solidarios. Hablaba de esos grupos de lucha, que se empiezan a formar aquí y allá por todo el continente. Esos eran los luchadores, los que estábamos allí presentes, escuchando sus palabras que nos invitaban a luchar. ¿Y las semillas? Las semillas son muchas, las sembraron los ancestros y se enterraron con ellas. Y es en estos caminos de lucha que intercambiamos semillas con aquellos que los recorren, intercambiamos palabra y aprendizaje. Aprendemos a luchar escuchando las luchas de otros, ellos aprenden escuchando las nuestras y así vamos soñando con ellos caminos que nos conduzcan a un mundo lleno de semillas florecidas con frutos de dignidad, mundos de tejidos coloridos y plurales donde todos los caminos se encuentran. Recordé entonces las palabras de días anteriores a ese, cuando me dijeron en la asociación de cabildos en Cumbal que éramos “Solidarios en chiquito”. Yo hasta ese momento no me sentía más que el chiquito, un piojo preguntón, -y no tan preguntón, por la fuerza de la timidez- al que de un momento a otro le vienen con el adjetivo de

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Palabras de Rita escobar. 1er encuentro de investigadores y arte andino (noviembre 2014)

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solidario. Como es de esperarse yo me aterré; los solidarios para mi estaban en una categoría avanzada: imaginé a Vasco, a Dumer y a otros tantos, grandes como montañas e imponentes como volcanes mientras yo no llegaba a ser ni roquita de esas que pasan desapercibidas al lado del camino. ¿Y desde cuándo somos solidarios en chiquito? ¿En qué momento me habían asignado tal categoría que generaba en mi tanto miedo, tanta responsabilidad? Nunca supe y es más, aun le tengo miedo a la categoría, pero después Doña Rita me orientó el camino y me tranquilizó un poco; solidario es todo aquel que sueña con nosotros el mundo y empieza a caminar con nosotros los caminos de resistencia. Cada uno siembra, riega y comparte sus semillas como sienta en el corazón. Y en ese tiempo estamos, el tiempo de la semilla. El cuento viene desde antes El tayta Cumbal custodia imponente el pueblo que yace a sus faldas. Hace frio, como siempre. Desde el volcán baja el viento que traspasa como si nada la puerta de la escuela. El patio de recreo, compuesto por dos canchas de futbol a lado y lado del pastizal, está vacío. Suena el timbre, las puertas de las aulas se abren y salen los niños a inundar de risas el pasto y los corredores. En un corredor, frente al patio de recreo, sobre una tabla apoyada en dos ladrillos que hace las veces de banquito, se sientan tres niños indios, comen las onces bajo la ruana esperando que nadie los moleste. ¡Mala suerte! Llega un niño blanco y como leyendo sus intenciones, les levanta la ruana para ver lo que esconden debajo de ella. Les arranca de las manos la comida, la tira al piso y le pasa varias veces por encima. La quinua sale disparada y se desparrama por el piso -¡Brutos!¡Sucios!¡Esa comida hasta feo huele! Los otros niños ríen a carcajadas, el niño blanco se va y todo el mundo sigue en lo suyo. Otra vez tocó volver a clases con hambre ¿Así quién aprende? Se acaba el recreo y hay que entrar de nuevo a los salones. A un lado está primero A, el de los niños blancos y al otro, primero B, el de los niños indios. Antes de que llegue la profesora alguien de primero A nota que Fanny ya se ha sentado y espera ansiosa que comience de nuevo la clase. Le empiezan a jalar el follado, ese que tanto le gusta a ella. No es la primera vez; la niña sabe que defenderse es inútil, pues la profesora a quien va a castigar es a ella. Así, en medio de risas jalan el follado hasta que se lo arrancan y 46 |

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se lo pisotean “limpiando” el piso del salón. Al menos esta vez no lo botaron al barro ni lo escondieron por ahí. Cuando llega la profesora, todos se sientan, ella lo recoge y entre lágrimas, vuelve a ponérselo20. Con el tiempo, Fanny ya no quería ir al colegio, aunque le gustaba mucho estudiar. Algunos de sus compañeros se fueron retirando de los estudios, cada vez eran menos. Entonces la mamá optó por quitarle el follado en lugar de quitarle el estudio, ese le iba a servir más adelante. Como si uno aprendiera más sin follado que con follado, como si por ser indio no se pudiera estudiar tranquilo, como si por ser indio no se pudiera comer onces en el recreo. Como si por ser indio uno tuviera menos derecho a los juegos, a las onces, a los cuadernos y a los libros, a la justicia o la comprensión de la maestra; a la vida. Uno tenía menos derecho a la vida, ese era el problema. Años más tarde, Fanny danza a la cabeza de la cuadrilla que representa a todo un colegio. Vestida no solo con el follado, sino con toda la indumentaria indígena para bailar el kuntur anka dentro del desfile del Inti Raymi, Fanny sonríe. Dice que para ella la fiesta es recuperar el follado y exhibirlo en público orgullosa, bailando con el puesto, retando a cualquiera que intente quitárselo de nuevo. Haciendo melga La recuperación de tierras no fue fácil, había que trabajar de día y de noche. De día en la melga de uno, de noche en la melga de la recuperación. Había que dormir en la parcela y salir corriendo cuando llegaba la policía; si había que rodarse montaña abajo pues no había de otra, en otros lados hasta muertos había, o balaceados y encarcelados resultaban los líderes. Pero ya ve, ahí está, vuelta la tierra es nuestra. Pero la tierra era solo el primer paso, ahí viven los ancestros y los espíritus, la tierra es el libro, ahí está escrita la historia, pero vuelta hay que aprender a leer. Recuperar la tierra para recuperarlo todo, decían los líderes de la recuperación ¿Y sí será que lo estamos recuperando todo? Recuperar la tierra fue solo darle la vuelta a la tierra para hacer melga, pero la melga sin las semillas pues no sirve de nada. Primero había que hacer minga, preguntar a los líderes, a los abuelos, a los sabedores y a los 20

Relato reconstruido. Jacanamijoy. 2015 y Tarapúez. F

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solidarios, y ahí si sembrar. Ahí tampoco termina el cuento, después de sembrar hay que cuidar del cultivo y después ahí si vienen los frutos, que vendrían siendo ese recuperarlo todo. Hasta ahorita vamos viendo uno frutos y otros frutos que han llegado después como consecuencia de esos primeros. Tenemos ahora las fiestas, las escuelas de educación propia, la casa del cabildo, la IPS indígena, la participación política y las artesanías, eso todo ha sido fruto de las semillas que se han sembrado después de la recuperación de la tierra y tenemos frutos gracias a eso, reivindicación, educación y reconocimiento de los derechos. Claro que no se puede decir que ya todo está hecho; por cada paso que damos, una traba nos ponen el Estado y el sistema. En los colegios de educación no se puede enseñar lo propio sin enseñar inglés, las IPS igual están llenas de burocracia e incredulidad con la medicina tradicional, las artesanías se venden a otros que les sacan más ganancia que nosotros, en fin, la lucha y la resistencia no son cosas del pasado, no se acabó todo el día que recuperamos la tierra. La lucha continúa, seguimos investigando a través de la medicina y nuestros propios métodos, seguimos buscando shaquiñanes, aprendiendo a leer la tierra, sembrando semillas y haciendo minga para cultivarlas. Sembrando resistencia: La semilla del Inti Raymi Empecemos –otra vez- por el principio, que como todo principio por estas tierras, no es el principio sino otra vuelta. Las celebraciones de este tipo de festividades que hemos optado –en la academia- por denominar teatrales, consisten en realizar representaciones de las fiestas que se piensa celebraban antes los ancestros. Estas narraciones son reconstruidas basándose en narraciones de los antiguos, mitos y descripciones de cronistas, pero también obedeciendo en su construcción a necesidades y demandas actuales21. En los estudios folclóricos andinos desarrollados en Perú, Bolivia y Ecuador, estas fiestas fueron denominadas neo-raymis. El inicio de estas representaciones tuvo lugar en Perú, donde las calles del Cusco fueron testigos del primer Inti Raymi celebrado en décadas y que se vio muy influenciado por indigenistas y antropólogos solidarios de la

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Vilcapoma. 2002

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época (Década de los 40).22 A raíz del intercambio de conocimientos, la facilidad de las comunicaciones y el fortalecimiento de la lucha indígena en toda la cordillera de los Andes, estas celebraciones empiezan a convertirse en un instrumento de lucha y resistencia utilizado en cada vez más lugares de sur América, que encuentran en gobiernos indígenas como el de Evo Morales, el respaldo y los instrumentos para su fortalecimiento. Es así como en el solsticio de invierno de 2007, después de varias reuniones, y congresos indígenas realizados en Colombia y Ecuador con pueblos procedentes de la ex provincia de Obando –que reúne municipios de ambas naciones- y las actuales provincias del Carchi e Imbabura, se celebra el primer Inti Raymi en el municipio del Cumbal por iniciativa del cabildo y la asociación de autoridades indígenas de los pueblos Pastos. Ese día se plantó la semilla, una de tantas que se ha plantado en esta tierra y que como demostrando su fertilidad ha contagiado y esparcido los frutos del Inti Raymi casi que por todo el departamento. En el caso de Cumbal, se sabe que probablemente, si en tiempos prehispánicos se celebraba el Inti Raymi, se celebraba como una fiesta de conquista, impuesta por los quichuas como reafirmación del poderío del Inca. Pero eso viene siendo lo de menos, porque ahora son los Pastos los que la usan para reafirmar su poderío; aun es una fiesta de conquista, solo que esta es otra vuelta de la vida y los que reafirman su conquista son los indios sobre los mestizos. La celebración corresponde actualmente a unas necesidades espirituales de renovación, curación, y reordenamiento del cosmos como se habló más atrás. Pero también a unas necesidades colectivas y políticas de reivindicación, unión y reconocimiento en los ancestros, que tienen como como objetivo la búsqueda del reconocimiento de los derechos que fueron negados por tantos años y la exigencia de la dignidad antes pisoteada por el Estado y la sociedad nacional únicamente por el hecho se ser y nacer indígena.

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Vilcapoma. 2008

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Cosechando dignidad El tayta Efrén Tarapues, en una entrevista transmitida el 20 y 21 de junio del 2014 por todas las emisoras del Cumbal, declara que celebrar la fiesta del Inti Raymi es diferente a celebrar la fiesta de San Pedro y San Pablo y el Corpus Christi, aunque básicamente, esta última, ha sido la razón por la que la mayoría de tradiciones de la fiesta se han conservado. El Corpus Chiristi, al venir desde Europa, ya con un proceso largo de sincretismo con las fiestas solares “paganas” permitió más fácilmente que este culto se conservara. Aunque básicamente se haga lo mismo, es distinto simplemente porque es una fiesta de indios, con nombre en lengua de indios, no una fiesta de blancos, porque le volvimos a poner el nombre que sí era, un nombre indio, el que debería tener, porque no tenemos que escondernos y andar con sincretismos, porque podemos ser por fuera lo que llevamos adentro sin miedo a que nos castiguen o nos humillen. Porque ya no nos da pena la palabra indios, porque ahora ya podemos decirla con orgullo. Podemos beber la chicha en estos días, podemos tomarnos el chapil y ya no nos importa si el cura dice que eso enoja a los santos porque ya no les bailamos a esos santos; les bailamos a los espíritus de la tierra que viven aquí abajo. Que sabemos, sabemos que son los mismos, sabemos que nuestros abuelos le rezaban a la tierra rezándoles a los santos, pero nosotros nos rebelamos, nosotros no quisimos más humillación, más explotación, más discriminación, y ahora vuelta celebramos la fiesta. También bailamos a los santos y les hacemos fiesta y novena, pero ya no hay de humillarnos por ser indios, ni esconder lo que llevamos dentro por miedo a ser pisoteados, ya somos nosotros los que sacamos a los blancos. No, no es reetnización, es reivindicación, nos aclara la profesora Fanny, mientras charlamos en su sala. Ella nos muestra los trajes que se utilizan en cada una de las danzas que les enseña a los niños, la música con que se bailan y la manera de hacerlo. Aquí nadie se está reetnizando, aquí nunca dejamos de ser, aquí tuvimos fue que escondernos. Nadie está luchando aquí por un pedazo de tierra, esa la recuperamos nosotros luchando, con sangre y sudor la recuperamos. Lo que luchamos aquí son derechos, ni más ni menos; no, no son privilegios, son los mismos derechos que 50 |

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tendríamos que tener todos. Nosotros no somos menos por nacer indígenas, no tenemos menos derecho a la vida, a la dignidad o a la justicia. Por eso no es reetnización, es reivindicación, nosotros estamos reivindicando lo que somos, haciendo que los demás lo reconozcan con dignidad y orgullo, esa es la diferencia. Yo me siento orgullosa de mis apellidos, de mis padres, de mis abuelos, de nacer aquí, de nacer indígena, de lo que he logrado como mujer, como maestra y como persona ¿Es que los indios no pueden romper los estereotipos? Nosotros podemos, como cualquiera, soñar, ir a la universidad, trabajar, o hasta ser congresistas como Efrén, eso no nos hace menos indios, como estar aquí a ustedes no los hace menos tampoco. Eso es reivindicación, romper todas esas barreras, ser orgullosamente indio y hacerles entender a los otros que la lucha es por igualdad, por dignidad que nos han negado y por respeto, ese que no tuvieron con nuestros abuelos. Eso es lo que se hace en la fiesta, el baile del Kuntur Anka, el que hicimos este año; es la danza de los cóndores y las águilas, el color blanco que vestimos simboliza la libertad; libertad de expresar nuestras tradiciones y pensamientos por las calles, sin temor de ser reprimidos o marginados. Mientras que los colores del arcoíris de nuestros tocados simbolizan la unión en la diversidad de los pueblos y la perdiz que llevamos en el pecho representa el origen, el tiempo y la danza de los opuestos. Ahí está todo resumido, ese simple baile es reivindicación, ese día recorremos el pueblo vestidos de dignidad y de orgullo. Estamos felices y celebrando ser lo que somos, celebrando el origen, celebrando los ancestros, celebrando la dignidad por la que tanto hemos luchado y el respeto que a punta de tanto tiempo y trabajo hemos conseguido. Cosechando memoria y sabiduría La fiesta ayuda a recordar, a andar de nuevo el territorio, a juntarse con los mayores para recorrerlo y que nos cuenten todas las cosas que tengan en la memoria y que la tierra les va acordando. También así podemos preguntarles, y si pues no se acuerdan caminando, caminando, van haciendo memoria. Hacer eso es otro de esos métodos de investigación para recuperar nuestro conocimiento que han querido que perdamos.

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Planeando la fiesta hemos aprendido mucho, hemos sabido más de los instrumentos, de quíen los construía, cómo los hacían, quién los tocaba y de las familias que sabían ser músicos. Eso de la música es importante, ahora los jóvenes también se interesan en saber esa música y como se tocaba para tocarla ellos, así se van echando raíces; ellos van aprendiendo de los de antes y van construyendo memoria; así no se pierde el conocimiento, es otra forma de aprender y de recordar lo que somos. De las comidas, pues igual. Entonces preguntamos: qué preparaban los de antes en esas fechas? ¿Cómo lo hacían? ¿Quiénes lo preparaban? ¿Dónde se comía? Todo eso ayuda a los abuelos a recordar las historias de sus propios abuelos y a los jóvenes a aprender; imagínese: son seis generaciones que pueden comunicarse a través de una sola historia o un solo recuerdo. Vamos caminando, valorando y reivindicando todo lo que somos y lo que hacemos. Haciendo las máscaras, haciendo los trajes aprendemos. Las abuelas nos corrigen, nos dicen “eso no iba así”,” eso se usaba así”, ellas recuerdan y nosotros aprendemos. Ellas enseñan el tejido de la guanga y las muchachas les aprenden y conversan, y así conversando se aprende de la memoria de ellas. Vuelta recuerdan, vuelta conversan, vuelta la historia ya va a quedar ahí para otras generaciones. Así conversando, las historias pasan y pasan, y pasan y es la hora que así es que sabemos las historias del tayta Cumbal o de todos los ancestros. Cosechando unión El fuego y la tupa avivan la palabra; las historias, el conocimiento y la memoria giran alrededor de estos dos elementos. En estas tierras, el mundo sabe; los volcanes saben bramar, el cielo sabe llover, la tierra sabe sentir y las plantas saben curar. Este lenguaje, el de las plantas y la naturaleza, sabe enseñar, y los que saben escuchar y saben entender son pues los sabedores. Los sabedores vienen entonces de muchos lugares durante los momentos de tulpa y palabra. Comparten pues el saber y el sentir que la tierra, los ancestros y los compañeros de camino y lucha han enseñado. La fiesta es uno de esos momentos de tulpa y palabra. La fiesta permite el intercambio de saberes y el aprendizaje, no solo con las generaciones de antes, sino con otros pueblos indígenas que vienen motivados por participar en la celebración. Los médicos tradicionales y los sabedores que participan en el Inti 52 |

Raymi son la mayoría

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pertenecientes a comunidades Ingas y vienen del Putumayo. La fiesta como tal, se inició en un proceso donde el cabildo y varios líderes empezaron a compartir con otros pueblos ecuatorianos, que también son del pueblo Pasto y a quienes solamente los separan las fronteras imaginarias de los estados, el fuego y la palabra. En estas reuniones se compartían semillas de resistencia de un lado y otro; inquietudes respecto a la forma de asumir el ser indio, enseñanzas de los mayores, maneras de fortalecer el movimiento indígena, maneras de mejorar la educación propia, maneras de recuperar la lengua y así mismo manera de reivindicar las tradiciones y los saberes de los pueblos . Así se empezó a formar la fiesta y este proceso se repite en ella cada vez que se celebra. Este intercambio que se da durante la fiesta -entendida no sólo como el momento de su celebración, sino también como todo el conocimiento y los procesos que se requieren para su preparación- posibilita el fortalecimiento de la resistencia y el movimiento indígena, ya que las diversas comunidades comparten las experiencias y las metodologías que más resultado les han dado para llevar a cabo estos procesos. Este intercambio, también fortalece los procesos propios con instrumentos de otros pueblos, semillas de resistencia que vienen del Putumayo y del Carchi y que dan fruto en la sierra de vez en cuando. Una de estas semillas es la de la planta sagrada del yagé, que si bien no se plantó del todo acá, ha acompañado a través de sus sabedores la recuperación del conocimiento Pasto, gracias a la medicina y la sabiduría que guarda en ella. La planta sabe, sabe hablar con otras plantas, como la planta sagrada de los Pastos -el guanto- y por medio de él, con el territorio donde crece. Así mismo enseña; a través de la planta saben buscar shaquiñanes y saben encontrarse con el tayta Cumbe los sabedores cuando el yagé les muestra sus caminos. Payacuando más semillas de resistencia Los castillos danzan y dan vuelta al ritmo de la música, como todo y todos, el día de la fiesta. Estos, cargados del fruto de la tierra y de los productos más apetecidos, son la representación del trabajo y el esfuerzo que se ha hecho durante un año; dándole vuelta a la tierra, cuidando la melga, criando los cuyes y los pollos y trabajando. El día del Inti Raymi este trabajo es ofrecido a la madre tierra y al padre sol, pero también a 53 |

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las personas que serán quienes lo reciban. El año próximo, estas personas tendrán que ofrecer el doble de lo que recibieron y así sucesivamente mientras vuelta pase otro año. A ese proceso, en estas tierras se le llama Payácua; dar más de lo que se recibe. Dice Don Ivan Caipe que la payácua es intercambio, que en las fiestas y en las mingas es cuando más se payácua. En la fiesta se payácua comida y diversión y en la minga se payácua trabajo. Dice también que la payácua es uno de los pilares de la formación del colegio Los Andes de Cuaical, que uno siempre habría de dar más de lo que recibe, así como en la fiesta. En la fiesta esta payácua se ve en los castillos, en las botellas de Chapil que van y vienen de mano en mano y que no se sabe cuál puso quién porque todas son de todos y que parece que se reprodujeran por arte de magia. Así mismo es un espacio donde se da la reunión de la comunidad, involucrándola en la construcción del castillo, la selección del destinatario, la selección de los productos y su participación en el trabajo que en ellos se refleja, es el trabajo de todos. Además de eso, la seguridad de que el ciclo de payácua se va a repetir y a hacer más fuerte el año próximo. La payácua es una palabra que en la academia bien podríamos relacionar con un ritual de Potlatch ya que comparte muchos de sus elementos esenciales. Esta práctica permite el fortalecimiento de las redes de apoyo dentro de las comunidades de los pueblos Pastos, y así mismo dentro del movimiento indígena nacional y andino. La payácua no solo implica el intercambio en sí de productos materiales, como se evidencia en los castillos, sino que así mismo se espera que se reproduzca en todos los intercambios. Los líderes y sabedores del pueblo Pasto hablan de que se payácua conocimiento, medicina, trabajo y lucha con los pueblos hermanos del Putumayo y del otro lado de la frontera ecuatoriana. La payácua traspasa límites entre comunidades y propicia encuentros en torno a estos intercambios, que como lo anotamos más atrás, son espacios de fortalecimiento de los movimientos y la resistencia indígena, ya que a través de ellos se comparten experiencias y sabiduría, van y vienen en ellos semillas de resistencia de todos los pueblos que vuelta serán plantadas cada una en la tierra de donde vienen quienes participan en la payácua.

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Despertando la tierra El cuerpo como territorio de carnaval Bien dicen los abuelos y las abuelas que la tierra sabe. En el Cumbal, así como en la mayoría de los pueblos Pastos, habitantes del Nudo de la Huaca, la gente sabe que el mundo sabe. Los cerros, por ejemplo saben hacer muchas cosas; el cerro Gordo sabe hacer llover granizo morado, el volcán Chiles sabe bramar como toro y Cumbal sabe ser manso. Las plantas saben también; la ruda sabe curar y proteger, el guanto sabe encontrar shaquiñanes y la yerba sabe alimentar cuyes. El mundo en sí mismo es conocimiento. Así, todo en él sabe. Los hombres, igual que el fuego, los cerros y las plantas saben muchas cosas, dicen los taytas que los abuelos sabían escuchar y así sabían aprender de los antepasados. Por eso ellos son los sabedores, el que sabe escuchar a las plantas, a los ancestros, a los cerros o al fuego, sabe aprender y el que sabe aprender se vuelve sabedor. En los hombres, así como en el mundo, hay un conocimiento que se encuentra bajo la piel y aflora, resurge como las semillas23. Este conocimiento viene de muchas fuentes, tantas como cosas existen en el mundo. No es un conocimiento lógico, de ese que se aprende en los libros; este conocimiento es un conocimiento del sungo, de las entrañas, y como el saber de la tierra es un saber intrínseco, que está en él por el simple hecho de ser cuerpo. El cuerpo, al igual que la tierra, los cerros y las plantas, sabe muchas cosas, enfermarse, trabajar y bailar, por ejemplo Al nacer el cuerpo, la placenta es sembrada como semilla bajo la tulpa24. Ella custodia con el calor del fuego nuestro lazo con la tierra. La tierra que nos vio nacer ahora nos pertenece y nosotros le pertenecemos a ella, uno sabe ser de estas tierras. El cuerpo, por la fuerza de la vida diaria, el trabajo y el tiempo, empieza a aprender y saber cómo se sabe en esta tierra. El cuerpo empieza a saber ser y pensar como la tierra lo hace. El cuerpo sabe, lo que la tierra y los ancestros -no solo inmediatos como los padres, sino también taytas, como el tayta Cumbe y hasta las montañas- enseñan. El cuerpo es tierra, es territorio y sabe saber cómo el territorio lo hace.

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Carlos Páramo B. Tarapúez. E

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Vuelta bailando se despierta el saber de la tierra Esté saber del cuerpo, es como la memoria del sungo, lo que se graba en el alma. Es una memoria, como la memoria de los Pastos, escrita en la tierra, plasmada en las montañas, grabada en las rocas y en los ríos. La memoria del cuerpo se graba en los brazos con trabajo de la tierra, en los pies al caminar, en las manos con el trabajo en la guanga y en el sungo con cada día de la vida. Dicen los abuelos que este saber es un saber que despierta. Despierta porque casi siempre duerme en lo más profundo del cuerpo. Recorriendo y recordando se despierta el saber de la tierra y recorriendo y recordando; dando la vuelta, se despierta el saber del cuerpo25. Dicen que hay maneras de despertarlo; siempre hay que darle la vuelta, dejando salir el saber de adentro, despertando lo que estaba dormido. Por eso la medicina de los sabedores, como el guanto o el yagé se hace al darse la vuelta, porque despierta en uno el saber de los espíritus de la tierra, son ellos los que se comunican con la planta y muestran la sabiduría de los shaquiñanes, que le despiertan el saber a uno desde dentro. Por eso en la danza se rompe el piso, se zapatea con fuerza al ritmo del tas tas tas, porque así se despiertan los espíritus de la tierra que duermen bajo ella, y porque así ellos le despiertan a uno el alma para bailar con ellos a su ritmo. La danza es una de las maneras de despertar este conocimiento, dicen los ancestros que una de las más antiguas. Quizá por eso fue que las perdices dieron forma al mundo y al cosmos bailando y no de otra manera. Quizá es por eso que los ancestros bailaron como ellas, para guardar en su memoria la manera en que tomó forma el universo. Bailando se despierta la memoria; bailando se recorre y se recuerda el mito plasmado en las montañas y los ríos. Bailando se recorre y se recuerda el mito plasmado en nuestros cuerpos, que igual que las montañas y los ríos son territorio. Vuelta bailando se despierta el saber de la tierra, porque vuelta bailando nos despertamos la memoria y germinan de nosotros las semillas que todos los ancestros plantaron.

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El territorio y la planta a Esteban, durante una toma de yagé. 2013

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Vuelta bailando se lee con el cuerpo En la danza, despertando la memoria del territorio y del cuerpo, bailando con los ancestros, se recuerda como ellos lo hacían. Se recuerda con otras partes que no son la mente, con otro lenguaje, con otros sentires, con otros idiomas. El idioma de las montañas, de los ríos, de las plantas, el idioma del viento, el idioma de la música. Quizá por eso nos dejaron la historia escrita en los caminos y las montañas, para que la recordemos con los pies al caminar. Quizá por eso nos dejaron la historia escrita en la guanga y el tejido, para que la recordemos con las manos al tejer. Quizá por eso la historia está plasmada en la tierra, para que la recordemos con el cuerpo al trabajarla y con la boca al alimentarnos de ella. Quizá por eso los occidentales no entienden y se burlan al decirles que leemos la historia en las montañas, porque solo saben una forma de leer; quizá la mente sabe leer de los libros y el cuerpo en cambio sabe leer del mundo, de las montañas, de los ancestros, de la tierra y de sus frutos. 26 El cuerpo baila y el cuerpo recuerda, el cuerpo sabe cómo la tierra y siente como el territorio. Vuelta bailando también se agradece a la tierra, vuelta bailando en la espiral recordamos la forma del tiempo. Vuelta en la danza recordamos que sentimos y pensamos como la tierra lo hace; vuelta por eso el tayta dice que Somos de aquí y aquí estamos, somos lagunas, somos montañas, somos ríos, territorios ancestrales somos, hijos de la tierra somos. Sentimos y sabemos como territorios ancestrales porque somos hijos de la tierra y uno con ella cuando despertamos ese saber del cuerpo en la danza. Saber que somos y sentimos, como y con la tierra nos hace ser, hace de nuestros cuerpos esos territorios ancestrales. Hace que en ellos podamos leer la memoria de nuestros ancestros como la leemos de las montañas, hace que en ellos se manifiesten los espíritus de la tierra y de los taytas ancestros como el tayta Cumbe. Celebrar la fiesta y danzar, es darle la vuelta a la tierra, al tiempo, al pueblo, al cuerpo y al sentimiento durante el Inti Raymi, significa ser territorio, sentir tierra y dar con ella una nueva vuelta al sol.

26

El territorio y la plata durante una toma de San Pedro. 2014

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Vuelta bailando el cuerpo se hace semilla de resistencia Recuperamos el territorio hace años en la lucha y recuperamos su memoria cada vez que leemos nuestra historia en él. Con el tiempo, haciendo melga y minga, sembrando y cosechando semillas de resistencia, recuperamos nuestra dignidad de a pocos; también la de nuestro territorio propio y personal, la de nuestro cuerpo, un cuerpo de indio. Cuerpo vestido con ruana, sombrero y follado, cuerpo de trabajo, cuerpo de danza y cuerpo de chuma, cuerpo que toma chicha y chapil, cuerpo que come maíz, quinua y papas, pero también cuerpo de estudio, de saber, de arte y de ciencia ¿Quién dijo que los indios no pueden romper los estereotipos? ¿Quién dijo que las ruanas y los sombreros nos impedían ir a la universidad? ¿Quién dijo que el cuerpo de danza, chuma y trabajo no podía sentarse en el Congreso y el Senado? ¿Quién dijo que el cuerpo que lee de las montañas, no puede escribir en libros de papel y letras? Nuestros cuerpos se hicieron lucha. Nuestros cuerpos, igual que nuestros territorios, resistieron y resisten con fuerza el embate de quienes quieren colonizarlos. Nuestros cuerpos al danzar resisten y reafirman que somos de aquí y aquí estamos, este cuerpo es nuestro y se mueve al ritmo de su tierra y de sus ancestros, al ritmo de la vuelta, este territorio es nuestro y voltia a nuestro ritmo, nos pertenece porque le pertenecemos a la tierra y ella a nosotros. Este cuerpo de ruana, sombrero y follado, este cuerpo que el día del Inti Raymi se viste de plumas, de perdices, de churos, de cascabeles y de wipalas; el cuerpo que se chuma con chicha y chapil, es un cuerpo de resistencia. El cuerpo que danza dándole vuelta a su tierra, la tierra de sus ancestros, y da la vuelta con ella. El cuerpo que danza al ritmo de la música de los ancestros, la música que es vuelta al pasado, que cura porque es la música de antes, la que los abuelos aprendieron de los ríos, las montañas y la madre tierra, la música que las plantas de medicina entienden, la música que el sungo entiende. Ese cuerpo es un cuerpo que danza memoria, renovación, resistencia y subversión.

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El cuerpo que danza al ritmo del viento. El cuerpo carnaval, el cuerpo vuelta. El cuerpo que quiebra las leyes de la ciencia occidental, el cuerpo que no está ni aquí ni allá, ni arriba ni abajo, ni en el futuro ni en el pasado, sino en todos los lugares al mismo tiempo. Un cuerpo que son muchos cuerpos al danzar y cantar al ritmo del churen, churen, churen y el tas, tas, tas, un cuerpo que es el cuerpo de los Pastos, de nosotros y de losostros, un cuerpo territorio que se reivindica a sí mismo, un cuerpo que al danzar va haciendo minga y payacuando fiesta, comida y unión. Un cuerpo que no es muchos, ni pocos, un cuerpo que es todos. Un cuerpo que es uno con los ancestros, con las perdices y con la tierra.

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Anexos

Glosario La palabra del Nudo de la Huaca “Nosotros aquí no podemos darnos por vencidos, no podemos sentarnos y decir que hemos perdido todo el dialecto Pasto, ese está aquí, en los nombres de las plantas y las veredas, existe en los apellidos y en palabras que todavía utilizamos cuando hablamos con los abuelos. Entonces cuando le preguntan ¿Dónde vive? Y usted dice Guacaltú, Camur o Cuaical, usted respondió en lengua Pasto, no todo está perdido y eso poco que queda, eso toca rescatarlo.”27 Auca: Los de antes, los indios bravos que decidieron enterrarse y encantarse para resistir a la conquista. Lo no colonizado, lo no bautizado, Lo bravo, lo del monte, lo que está bajo la tierra. Los guaguas no bautizadas que vuelven en las noches como espantos. Castillos: los castillos son estructuras presentes en la mayoría de fiestas de los pueblos Pastos y de los Andes. Los castillos se construyen sobre una base o estructura de madera o metal, con la participación de toda la comunidad: vereda, familia o pueblo, que los vaya a regalar. Normalmente en ellos se cuelgan o colocan frutos de la tierra, animales preparados, como cuys, pollos y gallinas, productos como golosinas, pan y no perecederos e inclusive utensilios de cocina y hogar como ollas, cubiertos etc. Champús: es una preparación liquida y espesa elaborada a base de chancaca y maíz, ligeramente saborizada con panela, frutas (lulo, piña, guanábana), canela y clavos. Su sabor es muy ligero pero dulce. Es una preparación utilizada especialmente en celebraciones, fiestas y novenas religiosas.

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Iván Caipe Quenán- Rector del colegio de educación propia Los Andes de Cuaical

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Chapil: el chapil es un trago o bebida alcohólica, destilado de caña de fabricación artesanal que se consigue en los municipios del nudo de la Huaca y en general de Nariño a muy bajo costo. Sus primeras destiladas lo que se conoce como Flor, se utiliza para curar males del alma, hacer contras y buscar guacas. “Embriagarse con chapil es diferente a embriagarse con otros tragos, embriagarse con chapil es chumarse”28. Chuma / Chumarse: implica dejarse voltiar por el chapil. “Este lo que hace es dar vuelta, saca lo opuesto a uno, pero que es uno, saca lo oculto (…) Chumarse implica volverse pesado, volverse bravo, volverse del monte, significa volver al tiempo de antes y por tato significa volverse auca”. Guaico: nombre con el que se le conoce comunmente a los valles y grandes precipicios entre las montañas. Así como a las tierras más cálidas y bajas que quedan a ambos lados de la cordillera. Guagua: Es un quechuismo muy utilizado en todo Nariño, significa bebe o niño. Es poco común escuchar a alguien referirse a “los niños o el bebé, etc”. Casi siempre, hasta en las cabeceras municipales más importantes, como Pasto, se utiliza la palabra Guagua. Gualcalá: Es un cerro visible desde casi todos los puntos del Nudo de la Huaca. Se destaca por su forma alargada e inclinada que rompe el paisaje de las montañas que lo rodean, por lo que también se le conoce como “el dedo de Dios”. En la mayoría de pueblos y resguardos se le tiene cierto respeto o admiración; es un cerro que destaca entre los demás. Se cuenta que el cerro es un encanto o una guaca.

28

Moreno Cedeño, Samuel. 2012

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5. Cerro de Hualcalá.

El Gualcalá, dice Doña Esperanza es un cerro encantado “él que se va para allá, no vuelve a aparecer”. La historia es de más antes de la conquista, pero ella no la contó porque se la contaron los mayores. Dicen que tayta sol regaló a un cacique pasto y su pueblo un cerro de oro en agradecimiento por adorarlo. El pueblo tenía un camino para subir al cerro y de él hacían adornos que así mismo volvían a ofrecer al tayta sol. Un día el tayta sol hizo aparecer en un sueño del cacique la llegada de extraños que codiciarían el oro. Los Pastos cuando supieron de esto, decidieron encantar la montaña para que nadie pudiera encontrar el camino que subía. Encantaron el oro, la montaña y el camino con él y ahora y desde ese entonces todo aquel que intenta subir también se encanta y no vuelve a aparecer. Guanto: Brugmansia. Floripondio o borrachero. Es la planta que los ancestros de los Pastos utilizaban para encontrar los Shaquiñanes y comunicarse con los espíritus. Los Pastos actuales se esfuerzan por recobrar este conocimiento ya que se conocen las propiedades de la planta pero no la manera de prepararla y el ritual para utilizarla adecuadamente.

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Guanga. Instrumento parecido a un telar donde tejen las mujeres de los pueblos pastos. Consta de cuatro palos donde se entrama la lana para realizar diferentes tejidos. Guango: Es una determinada carga de algo. Ej: Un guango de leña, un guango de agua un guango de lana. Quinchil. Varita utilizada para sostener el hilo mientras se teje en la Guanga Sixe: Varita delgada que se utiliza para enrrollar en el la lana Piruro: Disco o punta redonda delgada que se utiliza para poner en el extremo del sixe de manera que se mas fácil darle vueltas y enrollar la lana Sobre el tejer: “Todas están sentadas en torno a un guango de lana virgen, sostenido por una rueca, que es como un trípode pesado que sostiene la lana aplicando la resistencia suficiente para que se suelte de a poquitos y pueda hilarse. La hilan entonces dándole vueltas al sixe, que es un palo delgado, un poco más grueso al extremo contrario de donde se va enroscando la lana hilada. A ese extremo más grueso le clavan un pedazo de papa que hace las veces de piruro, usado para que el sixe “baile”. Nos ofrecen intentar. Con el dedo medio y el gordo de la mano derecha se le da vuelta al sixe, que por el piruro baila mientras la mano izquierda jala de a poco la lana de la rueca también con el dedo medio y el gordo de esta mano y se le va dando forma a la lana mientras se enrosca y queda enrollada en el sixe.”29 Machines: El nombre con el que comúnmente se le conoce a los monos o monitos, normalmente es la representación de monitos titis, que antes eran posibles de observar en la tierra del Nudo de la Huaca, de vez en cuando. La piedra de machines, tiene inscripciones de dichos monitos, así como un Sol de los Pastos y una espiral y por ello recibe su nombre.

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Arango. 2011

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Melga: Son los surcos que se encuentran sembrados en el cultivo. Normalmente se utilizan como referencia o como patrón para medir el tamaño del cultivo Ej: “Al llegar vi un cultivo de ollocos, poquitos, eran tres melgas.” Sungo o Shungo: Corazón o hígado. A veces en general son las entrañas. Decir que se siente algo “en el sungo”, sería como decir que se siente en las entrañas. Shaquiñán: El camino de los espíritus. Entendidos como los caminos que revelan espíritus tanto de la naturaleza como los ríos y los cerros a veces personificados en Juan Chiles o Cumbe, también como espíritus de los ancestros. A veces estos caminos se encuentran por casualidad, como los encantos, al encontrarse con estos personajes o buscándolos a través de la pinta, con la medicina como el yagé o Guanto. Payácua: Dar más de lo que se recibe. Se utiliza como concepto para la minga ya que ésta ya no se entiende solo como trabajo colectivo, sino como el intercambio de cualquier forma que sirva para ayudar a la comunidad: minga de pensamiento, minga de medicina, minga de cultivo, etc. Tulpa: Consiste en tres piedras de buen tamaño, generalmente cúbicas, que se disponen alrededor del fuego y sobre las que se sostiene la olla, anteriormente vasija de barro, en que se cocinan los alimentos. Dicen que representan los tres tiempos pasado, presente y futuro. Es costumbre enterrar debajo de ésta la placenta de los niños después de nacer, para asegurar su vínculo con la tierra y con la casa.

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Mapas El territorio donde se lee la historia Pasto El Nudo de la Huaca: Conocido comúnmente como nudo de los Pastos, ubicado en la República de Colombia, frontera con el Ecuador es un complejo montañoso andino ubicado entre la provincia ecuatoriana del Carchi y el departamento colombiano de Nariño. Comprende la región montañosa donde la cordillera de los Andes se bifurca para posteriormente dar origen a las tres cordilleras.

6. Mapa nudo de la Huaca El Municipio de Cumbal: está localizado en el sur-occidente del Departamento de Nariño. Comprende territorios montañosos dentro del llamado Nudo de los Pastos o Nudo de la Huaca, destacándose dentro de sus principales cerros los volcanes de Cumbal y Chiles. Su población está distribuida en los resguardos de Cumbal, Panán, Chiles y Mayasquer, cada uno con su propia autoridad tradicional regida por los cabildos Indígenas respectivos. El resguardo indígena del Cumbal, a su vez está conformado por seis veredas principales: Guan, Guilismal, Cuaspud, Cuaical, Tazmag y 65 |

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Nazate y tiene como cabecera municipal el pueblo lleva el mismo nombre que el municipio,

Cumbal,

aunque

anteriormente

éste

tenía

otra

ubicación.

7. Mapa del Gran Cumbal 66 |

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Índice de Fotografías e imágenes

1. Desfile, Piedra de machines. Fotografía tomada por Esteban Delgado, Inti Raymi Cumbal 20014 .................................. 27 2. Castillos dentro del desfile Fotografía tomada por Esteban Delgado, Inti Raymi Ipiales 20014 .................................... 28 3. Churo cósmico dibujado con productos de la tierra Fotografía tomada por Esteban Delgado, Inti Raymi Tuquerres 20014 ............................ 30 4. Taytas y sabedores deseándose Hali Huata Fotografía tomada por Esteban Delgado, Inti Raymi Cumbal 20014 .................................. 33 5. Cerro Gualcalá Fotografía tomada por Esteban Delgado, 20013 ......................................................................... 61 6. Mapa nudo de la Huaca Tomado y modificado de Google earth ............................................................................................ 65 7. Mapa del Gran Cumbal Tomado y modificado de Rappaport 2005 .................................................................................... 66

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Fuentes orales Palabra que se aviva con el fuego y la tulpa Fanny Tarapuez Cuaical- Docente de la escuela Jose Antonio Llorente del municipio del Cumbal –Encargada de la representación de la cuadrilla del Colegio en el Inti Raymi. (Cumbal) Tayta Efrén Tarapuez Cuaical- Ex cabildante, líder en la lucha de recuperación de tierras de la década de los 70, Ex senador y representante ante la asociación de autoridades indígenas de los pueblos Pastos. (Cumbal) Lipsio Chirán- Cabildante, líder en la lucha de recuperación de tierras de la década de los 70 (Cumbal) Alfonso Mitís- Cabildante, representante ante la asociación de autoridades indígenas de los pueblos Pastos. (Cumbal) Iván Caipe Quenán- Cabildante, rector del colegio de educación propia Los Andes de Cuaical (Cumbal) Alfonzo Chinguan – Guardián de la semilla, Cabildante (Cumbal) Doña Esperanza Reina- (Aldana) Doña Tulia Piarpuzán(Aldana) Carlos Guillermo Páramo Bonilla Luis Alberto Suarez Guava

Doña Judith- Dueña y administradora de una casa en el casco urbano de Aldana que funciona como restaurante, pensión y criadero de cuys (Aldana)

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Bibliografía Palabras inmutables

Rocha Vivas, Miguel Angel. Antes el amanecer. Antología de literatura indígena de los Andes. Ministerio de cultura. Biblioteca básica de los pueblos indígenas (2010) Mamian Gusman, Dumer. Los Pastos en la danza del tiempo el espacio y el poder. Ediciones universidad de Nariño (1994) Vilcapoma, José Carlos. La danza a través del tiempo en el mundo y en los Andes. Asamblea nacional de rectores. Lima-Perú (2008) Vilcapoma, José Carlos. El retorno de los incas. Instituto de investigaciones y desarrollo Andino. Lima-Perú (2002) Rappaport, Joanne. Cumbe Renaciente, una historia etnográfica andina. 1ª ed. ICANH (2005) Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición'', trans. Ricardo Anaya, Buenos Aires: Emecé Editores ( 2001) Arango, Valentina. Caminaré al vaivén del tiempo: Reflexiones sobre el tiempo en Aldana. Trabajo de grado para optar por el título de antropóloga. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (2011) Palacios, Danilo. Somos indios revueltos. Lógica de las recuperaciones del Sur andino Trabajo de grado para optar por el título de antropólogo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (2013) Clavijo Salas, Jaime Enrique. Las vueltas que da la vida: El cute; una herramienta y un concepto en el sur andino colombiano. Trabajo de grado para optar por el título de antropólogo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (2013)

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Ortiz Hernández, Natalia. Chancuco, aguardiente y trampa: Una etnografía de Aldana (resguardo indígena de Pastás). Trabajo de grado para optar por el título de antropóloga. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia (2011) Granados Uribe, Nathaly. "Tejiendo vuelta: el tejido propio en la lucha por la recuperación del pensamiento pasto". Trabajo de grado para optar por el título de antropóloga. Universidad Externado de Colombia (2010) Moreno Cedeño, Samuel Esteban. “La chumada y el tiempo. Una etnografía sobre El chapil en Aldana” Trabajo Final para la clase de Etnografía. Universidad Nacional de Colombia. (2012) Jacanamijoy Tisoy, Carlos. “Cuentos cortos” Corto documental. (2013)

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