Xabier Pikaza sobre Juan de la Cruz Como enamorarse de Dios (reseña)

June 30, 2017 | Autor: Dorothea Ortmann | Categoría: Mysticism, Teología
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Descripción

¿Cómo experimentar el amor a Dios? Reseña sobre Xabier Pikaza: Amor de
hombre, Dios enamorado. San Juan de la Cruz: una alternativa, Bilbao,
Desclée de Brouwer, 2004, 374 p.

Una de las grandes preguntas que se plantea casi cada creyente cristiano es
esa: ¿Si Dios se reveló con tanta facilidad a los profetas y a los
personajes de la Biblia como lo hizo, con Moisés y con los profetas por qué
dejó de hacerlo y por qué ya no continúa comunicándose hasta nuestros días?
La respuesta a esta interrogante ofrecida por Nicolás de Cues y más
adelante por Santo Tomás es esa: Dios ya no lo hace porque estamos ahora
ante un Deus absconditus, un Dios escondido que solamente se deja descubrir
cuando uno lo busca intensamente. El Dios escondido, aun cuando se revela
lo hace de una manera indirecta: o a través del mundo, eso es por medio de
acontecimientos especiales en la naturaleza o a través de la contemplación,
eso es en experiencias espirituales excepcionales. Es tarea de cada
creyente de irse en búsqueda de Dios. La historia de la teología cristiana
está llena de hombres y mujeres que entregan su vida para encontrar a Dios.
El fraile carmelito Juan de la Cruz es uno de ellos.
No cabe duda alguna que la literatura sobre Juan de la Cruz es abundante,
por esta razón nos parece oportuno de preguntarnos ¿qué es lo que Xabier
Pikaza puede ofrecernos como novedad en su presentación de ese hombre
santo? Pues bien, descubrir lo novedoso, eso es lo que nos proponemos en
esa reseña. En primer lugar hay que entender que el autor sitúa Juan de la
Cruz en su época que es la época entre renacimiento y la ilustración. San
Juan de la Cruz nace en el año 1542 en Fontiveros, en la provincia de
Ávila, cuya capital con el mismo nombre es conocida por todo el mundo a
través de su más famosa hija: la mística Teresa de Jesús.
Si aceptamos la propuesta de Pikaza de ver en Juan de la Cruz un
representante de la modernidad, tenemos que aclarar la paradoja cómo un
místico puede ser un representante de la modernidad. La mística española, a
la cual él pertenece, tiene su auge entre los siglos XVI y XVII y destaca
por su carácter ecléctico. Sus representantes expresan sus ideas místicas a
través de poemas religiosas que son fuertemente influenciadas por la época
de oro. La orden religiosa que más fomentó el misticismo en España es la
orden de los Carmelitos y Teresa de Ávila así como Juan de la Cruz son sus
más famosos representantes.
Si nos acercamos a Juan de la Cruz como poeta se llega quizás más
fácilmente a entender porque él puede ser un representante de la época
moderna. Pues bien, Pikaza enfoca su análisis en la poesía de Juan de la
Cruz. Su libro Amor de hombre, Dios enamorado no es otra cosa que una
interpretación de verso a verso del Cántico Espiritual, escrito por Juan de
la Cruz en el año 1584. Resumiendo podemos decir que el Cántico Espiritual
interpreta la vida como parábola y así revela y celebra su misterio como
acción y pasión de un ser enamorado. San Juan de la Cruz no ha sido
filósofo, sino un testigo del amor humano que se sitúa y nos sitúa en el
comienzo de la modernidad, en el camino que va del Renacimiento a la
Ilustración. Por eso podemos situarle entre los forjadores teóricos de esa
modernidad (Descartes y Hegel, Kant y Nietzsche). Es el camino donde
empezaban a expresarse los rasgos de la modernidad racionalista, capaz de
conquistar el mundo. Mientras que el sujeto cartesiano toma como punto de
partida para la reflexión la existencia del ser humano como un ser
pensante, Juan de la Cruz basa su punto de partida en la inquietud del yo
religioso con el fin de buscar Dios en la naturaleza, o en la belleza y la
perfección de la creación para luego llegar a la conclusión que Dios está
allí como una persona amada. La parábola de buscar Dios en la persona amada
se debe entender como algo reciproco, a un lado Dios está en aquella
persona y al otro lado Dios no deja encontrar sin esta persona porque él no
es un Dios abstracto al cual uno llega simple y llanamente por pensar en
él.
El modelo para el Cántico Espiritual es el Cantar de los Cantares del
Antiguo Testamento y la intención de Juan de la Cruz es demostrar que el
amor que siente el ser humano hacia otro ser es en su fondo el amor a Dios.
Aunque queda claro que el amor del cual habla Juan de la Cruz no es amor
practicado entre esposos o amantes reales, tampoco es un amor platónico en
el sentido inmaterial como lo afirma Xavier Pikaza. El platonismo o neo-
platonismo ha interpretado la realidad como un orden gradual donde las
diversas entidades se van estructurando en un conjunto armónico desde las
cosas más altas hasta aquellas más bajas que son la materia. Las realidades
inferiores solo pueden ser imitación de las superiores, porque todo
desciende del ser divino para luego regresar hacia él. En este sentido amor
y belleza son una experiencia ascensional porque son las formas más
cercanas al ser de Dios, y por ello el amor goza de tanto prestigio.
Resulta que en la historia de la filosofía ese amor siempre ha sido
interpretado en un sentido figurativo. Lo novedoso en Juan de la Cruz
sería ahora que apunta a un amor real, vinculado a personas y a la materia,
él no se queda en un amor de puro sentimiento o pensamientos elevados.
Pero, y allí viene la incisión de Xavier Pikaza, siendo Juan de la Cruz ya
un representante de la modernidad pone con su interpretación del amor una
buena alternativa a la razón. Según Pikaza debemos entender el amor
expresado de nuestro santo como una superación de la racionalidad
discursiva. La interpretación del amor en la poesía de Juan de la Cruz es
para Pikaza la prueba que él es hijo de ideas renacentistas, porque ha
sabido vincular un tipo de erotismo espiritual platónico con la experiencia
más concreta tal cual como lo encontramos en la literatura amatoria de su
tiempo. Para poder enamorarse se requiere una consciencia que le falte algo
para la felicidad, que uno siente como un impulso o una herida, que es la
causa de toda búsqueda. Quien está en el camino por indagar hacia un amado
muchas veces conoce ya otra clase de amor, por ejemplo, ese dado por los
padres o amigos.
El amor es un gran impulso para superarse, así afirma Pikaza: "La humanidad
nace en el momento en que unos seres de la tierra despiertan al amor, al
descubrirse heridos por la flecha o mirada del amado." (p.51) Aunque el
amor es entendido de manera real estamos en la poesía de Juan de la Cruz
ante un simbolismo en el cual el alma es el amante que está en búsqueda de
su amado que es Dios. Para poder buscarlo uno se debe sentirse herido, debe
de tener conciencia que le falte algo para su plena felicidad, debe haber
despertado para sentir la necesidad de salir con el fin de explorar Dios.
Ese es el mensaje principal del Cántico Espiritual y con ello Juan de la
Cruz transmite toda su antropología de cómo el ser humano debe entenderse a
si mismo.
Resumiendo podemos decir que el gran encanto del Cántico Espiritual
consiste en su universalidad de un poema amorosa. El poema está compuesto
si como fuese un poema amoroso de verdad, así en su propósito, en su tono,
sus alegorías etc. Puede ser que era hasta chocante leer que un religioso
suena con encontrarse con su enamorada, pero era la época de las poemas de
los trovadores y Juan de la Cruz se presta este encanto para expresarlo su
amor que él sienta hacia Dios. Siendo el santo un gran ejemplo de piedad,
un teólogo puede ser tentado de acercarse a esta clase de lectura con una
postura racional y analítica y allí nos damos cuenta que la interpretación
se abre por otro camino, más no por lo racional. La expresión religiosa no
necesariamente requiere que se base sobre un discurso filosófico para
obtener validez. Para poder gozar de esta expresión es necesario que el
lector maneje un registro amplio en sus propias formas religiosas para no
escandalizarse en la hora de leer versos si como se tratarse de un amor
real entro esposo y esposa. Según Xavier Pikaza Juan de la Cruz ha
descubierto que la realidad se identifica con un amor infinito. Aquel amor
está encarnado en el mundo un el sentido biológico, sin ser biológico. Para
referirse a Dios el santo se remonta a algo trascendente que le sea
accesible en nuestro mundo a partir de la experiencia de enamorados, así
como ellos se buscan, el religioso va en búsqueda de Dios hasta
encontrarlo. La aportación de Juan de la Cruz ha sido su testimonio de ese
amor a Dios en la parábola de un amor carnal que no se avergüenza en
declarar su amor. Al mismo tiempo nos hace entender que con esa forma de
declaraciones de amor hacia Dios el ser humano abarca más esferas que deben
ser atendidas que van más allá de la razón y el pensamiento, y más allá de
la ciencia y la voluntad. Una persona creyente busca la manera de
expresarlo y lo puede realizarlo mediante la poesía, el arte o el discurso
religioso. Con el descubrimiento que la vivencia religiosa requiere otras
formas de expresión Juan de la Cruz ha adelantado los riesgos de la
modernidad, en donde todo se define todo respecto a su utilidad y según las
leyes de la ciencia. Juan de la Cruz rescata la dimensión del amor,
abriendo con ello al ser humano el camino hacia lo trascendental porque el
amor va más allá de uno mismo. De esta menara debemos entender la obra de
Juan de la Cruz como un profeta del amor y la entrega a Dios en los albores
de la modernidad que acostumbra de depositar toda la confianza en lo
demostrable, en la ciencia y en objetos.
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