X. Company, B. Franco: “Crucifixión de Pedro de Campaña”. En: San Francisco de Borja Grande de España. Arte y espiritualidad en la cultura hispánica de los siglos XVI y XVII. Catarroja: Afers, 2010, pp. 186-189.

June 9, 2017 | Autor: Borja Franco Llopis | Categoría: Renaissance Studies, Renaissance Art
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Descripción

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Crucifixión contratación de obras a artistas de primera fila, sino también por la salvación del alma y por alcanzar la vida eterna, de ahí que el encargo de capillas funerarias profusamente decoradas estaba al orden del día, donde la muerte del noble se personificaba por la del propio Cristo acompañado por episodios de la Pasión, tal y como vemos en esta tabla, temática que el propio Campaña desarrolló y difundió con gran maestría gracias a la sólida formación que adquirió en Bruselas y amplió en su estancia italiana. De todas maneras, y a pesar de presentar cierta relación con la obra de artistas italianos como Polidoro de Caravaggio (Dacos, 1993, p. 157) el estilo del pintor en estos óleos relacionados con la Pasión de Cristo se orientó más hacia la maniera flamenca, al primer expresionismo nórdico, por su capacidad de inflamar más los corazones y, con ello, producir el efecto empático deseado en el espectador, Esta tabla fue atribuida a la mano del pintor flamenco por primera vez por Enrique Valdivieso en 2008 (p. 153-155) basándose en las posibles relaciones que tuvo con otras obras con la misma temática, como podría ser la Crucifixión del Museo del Lou­vre (inv. Rf. 1986-52), datándola bien a finales de su estancia en Sevilla o en sus primeros años tras el regreso a Bruselas. A pesar de su pequeño formato, presenta una composición espectacular. En el centro, mostrando su importancia y trascendencia, aparece Cristo rodeado de los dos ladrones, cuyas cruces muestran cierta inclinación, que no hacen más que abrir el primer plano y crear una mayor amplitud escenográfica. Dichos ladrones, al contrario que el Salvador que porta un paño de pureza ondulante, como ya hiciera en otra de sus composiciones (Crucifixión, 1570, Narozni Muzeum), aparecen totalmente desnudos con un estudio anatómico bastante acusado. Además, el artista trata de caracterizar al “mal ladrón” mediante dos elementos iconográficos: el cuervo en la par-

Pedro de Campaña (1503-1588) Óleo sobre tabla 56,3 x 44,2 cm c. 1555-1560 Galeria Caylus, Madrid Bibliografía abreviada Valdivieso (2008, pp. 153-155) Exposiciones Nunca expuesta

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sta Crucifixión es obra de uno de los pintores más excelsos que desarrolló su labor en la ciudad de Sevilla durante el siglo XVI, nos referimos al flamenco, afincado en España, Pedro de Campaña (1503-1588). Pacheco (1564-1654), en su Libro de Retratos nos proporcionó una primera biografía que condensa su etapa formativa así como las influencias que pudo tener en su pintura. El tratadista sevillano escribió: “con más justa causa puede esta ciudad famosa estar ufana con el insigne varón maese Pedro Campaña, esclarecido pintor, que la de Bruxelas, de donde fue natural. Que si ella le dio claros e ilustres padres, vínculos y riquezas, Sevilla fue el felice y primer puerto a quien enriqueció con las que más ennoblecen y eternizan su nombre, de los estudios gloriosos que en diez años grangeó en Italia, con la comunicación de aquellas dos claras luces del orbe, Micael Ángel y Rafael de Urbino, y con su admirable ingenio y diligencia.” (Pacheco, 1599, p. 234). Llegó a la capital del Guadalquivir, tal vez espoleado por el crecimiento económico que en ésta se estaba dando, hacia 1537, donde pronto se integró en el gremio de pintores, donde compartió protagonismo con otros artistas como Alejo Fernández (1475-1545) y Luis de Vargas (c. 1505-1567); monopolizando gran parte de los encargos de los nobles hispalenses, muy preocupados no sólo por demostrar su poder con la

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te superior y la serpiente en la inferior, que son una clara alusión al pecado, a no haber creído en Cristo ni haberse arrepentido en el momento de su muerte. En la parte inferior de la cruz de Cristo encontramos a la Deesis, esto es, la Virgen María acompañada por San Juan Evangelista, caracterizados también por sus tradicionales hábitos que tal vez sean los elementos con una referencia a la coloración y estilo italiano más evidentes, por su plegado natural y la racionalizada coloración que presentan. Muestra, por tanto, a María con vestimentas azules, símbolo de su pureza y a San Juan de rojo, en alusión a la Pasión. También Campaña, retrata a cada uno de los personajes con una actitud sensiblemente diferente. Mientras que el santo parece mirar al suelo, resignado, al tiempo que cruza los brazos a la altura del pecho, la Virgen mira al cielo en búsqueda de consuelo, siguiendo los postulados del Concilio de Trento y los tratadistas postconciliares en los que se indicaba que no debía ser representada desmayada en el suelo, remarcando a su vez su fortaleza y capacidad de sufrimiento. El resto de la composición, envuelta en tinieblas como narraron las Sagradas Escrituras (Mt 27, 45: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”), incluye al pueblo alejándose del Calvario, una vez consumida la cruenta donación del Salvador y, al fondo, la ciudad de Je-

rusalén, con altas palmeras, típicas de la vegetación del terreno. Además, inserta otros elementos iconográficos descritos por los evangelistas, como el sol, sensiblemente oscurecido (Lc 23, 45) y la Luna, esto es, la representación del principio y del fin. Por último, presencian la escena una corte de ángeles, que producen un pequeño rompimiento de Gloria que no hace más que enmarcar la figura del Crucificado y enaltecer su grandeza. Pedro de Campaña nos muestra una composición repleta de movimiento marcado a través de las diagonales de las cruces, el paño de Cristo o el camino serpenteante de regreso de los sayones, soldados y varones que acudieron al Calvario. Su intención es la de conmover al fiel mediante la creación de un espacio lleno de elementos simbólicos que nos ayuden a reflexionar y a situarnos en el espacio en el que se desarrolló la escena. Como señalamos, el artista estaba acostumbrado a realizar este tipo de obras de pequeño formato y recurrió a un estilo de ascendencia flamenca para cumplir su cometido, el de reflexionar sobre la muerte del Salvador, trasladarnos al lugar y momento exacto, con el fin de poder visualizar las escrituras y ayudarnos a realizar -como diría el duque de Gandía- nuestra propia oración y nuestra particular purificación. Ximo Company/Borja Franco

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