Westphalen y Adán: dos transformaciones significativas en los márgenes de la poesía peruana

May 24, 2017 | Autor: Mauro Marino Jiménez | Categoría: Poetry, Peruvian Literature, Emilio Adolfo Westphalen, Martín Adán
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Descripción

Westphalen y Adán: dos transformaciones significativas en los márgenes de la poesía peruana Mauro Marino Jiménez1 Introducción Emilio Adolfo Westphalen2 y Martín Adán3 fueron dos poetas que, junto a sus pares, les cupo la suerte de consolidar la poesía peruana contemporánea (Escobar, 1973). Sin embargo, esa denominación y reconocimientos resultaron tardíos. Sus primeros libros, además de extraños para su época, resultaron de una estética alejada de casi todos sus coetáneos (Fernández, 1990; Marino, 2009). Y aún el día de hoy, junto a los remisos elogios que sus obras despiertan, aparece también un respeto casi medroso a su aura de complejidad, conformada por las múltiples interrelaciones entre los elementos que subyacen en sus obras. En esta breve ponencia buscaré destacar la significación de dos poetas que crecieron ​ en las ​márgenes, para citar el memorable verso de Westphalen en ​Abolición de la muerte (1935) y la recordada antología, preparada por Abelardo Oquendo y

​Mauro Marino Jiménez​. Doctorando en Filología (UNED), máster en Tecnologías de la Información y la Comunicación en la Enseñanza y Tratamiento de Lenguas (UNED, 2014), maestro en Educación con mención en Educación Superior (USIL, 2011), diplomado en Habilidades Gerenciales (USIL, 2014) y licenciado en Literatura (UNMSM, 2008). Ha publicado los siguientes libros: ​Edades sin nombre (poesía, 1998), ​La intertextualidad en la poesía de Emilio Adolfo Westphalen (ensayo, 2010), ​San Ignacio emprendedor (relato, 2010), ​Primera encomienda (poesía, 2010, 2016), ​La orfebrería ​ de la palabra. Manual de Lenguaje I (2011, 2012 y 2013), ​Los nuevos villanos (cuentos, 2013), Competencias comunicativas en los medios virtuales (ensayo, 2013), Bosque de letras. Manual de Nivelación en Lenguaje (2015), Visiones del discurso. Manual de Lenguaje II (2016), ​San Ignacio de Loyola Emprendedor (compilatorio, 2016), ​De la tierra a las flores (poesía, 2016) y Consejos para nuevos (y viejos) escritores (ensayo, 2016). Es conferencista nacional e internacional. Actualmente trabaja como Coordinador Académico en la Universidad San Ignacio de Loyola y docente de posgrado en la Universidad San Martín de Porres. 2 ​Emilio Adolfo Westphalen ​(1911-2001). Poeta peruano. Autor de ​Las ínsulas extrañas (1933), ​Abolición de la muerte (1935), ​Otra imagen deleznable (1980), ​Arriba bajo el cielo (1982), ​Máximas y mínimas de sapiencia pedestre (1982), ​Amago de poemas de lampo de nada (1984), ​Porciones de sueños para mitigar avernos (1986). Ha vuelto la Diosa Ambarina (1988), ​Cuál es la risa (1989), ​Bajo zarpas de la quimera (1991) y ​Poesía completa y Ensayos escogidos (2004). Sus artículos y ensayos han sido reunidos en: ​La poesía, los poemas los poetas (1995) y Escritos varios sobre arte y poesía (1997). Fue director de las famosas revistas Las Moradas (1947-1949) y ​Amaru (1967-1971). 3 Martín Adán (1908-1985). Seudónimo del poeta Ramón de la Fuente Benavides. Autor de La casa de cartón (1928), La rosa de la espinela (1939), Sonetos a la rosa (1931-1942), Travesía de extramares (1950), Escrito a ciegas (1961), La mano desasida, canto a Machu Picchu (1964), Mi diario (1966-1967), Diario de poeta (1966-1973), De lo Barroco en el Perú (1968).



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Mirko Lauer, donde también se encuentra una deliciosa selección de trabajos de César Moro, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Oquendo de Amat y Leopoldo Chariarse (Oquendo y Lauer, 1970). Esta antología de poetas, precisamente, que hereda la tradición iniciada por Eguren y Vallejo, opta por distintos grados de transgresión al canon: Westphalen, además de ser una especie de infiltrado en el surrealismo (Fernández, 1990), se encamina hacia el prosaísmo luego de una pausa poética de casi cuatro décadas; Adán dedica sonetos a la rosa cuando la vanguardia exigía una nueva sensibilidad, muchas veces confundida con mencionar palabras que hagan referencia al dirigible, el cine o el ascensor; Moro se adhiere a la lengua y la cultura francesas para plasmar la mayor parte de su obra poética; Oquendo de Amat y Eielson juegan con el espacio plástico gracias a la feliz influencia del cine y la plástica; y Chariarse se convierte en un clásico moderno a través de un lenguaje permanentemente lúcido, incluso con el uso de la métrica y la rima. Entre todos ellos, Westphalen y Adán corresponden a caminos en los que no solo coinciden en la elección de una estética particular en su momento, sino que, contra lo que el día de hoy elogia un sector importante de la crítica, tuvieron el valor o la simple conciencia de tratar a la palabra como el instrumento imperfecto que es. Por lo tanto, resulta una irresponsabilidad confiar en esta, manteniendo un solo estilo. Según el testimonio de su obra, la creación poética es el resultado de un cúmulo de voces calladas, espaciadas y de más profundo significado cuando se vive en un alto grado de abstención (Belli, 1977), de u​na producción pausada y en la necesaria transformación estilística que brinda el paso del tiempo, las propias decisiones y el diálogo intrapersonal. A continuación, presentaré algunos ejemplos del trabajo ofrecido por ambos poetas para corroborar esta premisa.

1. Sobre Emilio Westphalen Un importante sector de la crítica ha abordado la primera etapa de la obra poética​ de Emilio Adolfo Westphalen. ​Las ínsulas extrañas y ​Abolición de la muerte,

publicados, respectivamente, en 1933 y 1935, fueron identificados dentro y fuera del canon surrealista (Fernández, 2003; Sánchez, 1989) y de la vanguardia en general (Ruíz, 1997), consiguiendo, contra lo que había ocurrido para sus primeras ediciones, constantes reimpresiones de forma autónoma o integrados a volúmenes de poesía completa. Luego de una pausa poética de casi cuatro décadas (extrañamente atendida casi con el mismo interés que sus primeros trabajos) aparece otro conjunto de trabajos en los que sorprenden los cambios estilísticos, el tono irónico en varios poemas y la referencia a personas y elementos de la realidad, los cuales habían encorsetado a nuestro poeta a la imagen crítica de un poeta puro. Un ejemplo de los cambios estilísticos se relaciona con la longitud de los poemas. Si bien los poemarios de la década del treinta contaban con más de cincuenta versos por poema, la mayoría de los de la década del ochenta no alcanzan la mitad de esto. Por otra parte, aparece un estilo prosaísta, pauteado con la inclusión de guiones, con lo que la figura de la repetición alcanzó un efecto nuevo, significativamente más racional y orientado más al testimonio que a la participación dialogante. Les propongo, como ejemplo, este poema de ​Ha vuelto la Diosa Ambarina (1990)

En el Gran Teatro del Mundo se ha dado fin a la enésima representación del Gran Teatro del Mundo. Una tibia y terrosa niebla se ha apropiado esta vez de todos los rincones de todos los humores de todos los horizontes. Asfixia y ceguera paralizan a actores y espectadores que son todos espectadores y actores. Alguien acude a la alarma – que no funciona. Otro tira de un telón desaparecido. El Gran Teatro del Mundo ha dejado de ser Mundo de ser Teatro de ser Grande. Visible resta apenas diminuto boliche oscuro – que cuervo u otra ave de mal agüero – se zampará por equívoco.

A lo largo de este ejemplo, nos encontramos con un texto significativamente breve, escrito en prosa, con tono irónico y con una locución testimonial antes que personal. Un paradigma opuesto a lo encontrado en poemas como “He dejado descansar tristemente mi cabeza…” (1935). Acompaña, a este ejemplo, el abandono de la temática amorosa. Hay una visión más global y menos comprometida emotivamente con lo que ocurre en el texto. En este caso, por ejemplo, se aborda la obra de Calderón de la Barca para manifestar la banalización del significado en el mundo actual. Por otra parte, ​El niño y el río, sección dedicada a José María Arguedas, si bien alberga un tono solemne, acusa, en numerosos pasajes, a una narración de testigo frío, pero sin perder la agudeza poética, gracias al modesto y preciso uso de adjetivos.

IDILIO VARIAS ratas ​gordas se habían aglomerado a la vera del Río para chuparle la sangre. El Niño las espanta con una palma grande. ​Agradecido el Río entre sus brazos encuna al Niño

En IDILIO, así como en el caso anterior, encontramos el diálogo de un Westphalen maduro que, sin perder la identidad, cede una porción de autonomía temática y estilística para ingresar en un mundo concreto y discutir con sus símbolos. Y, por lo tanto, cuestionar sus más profundos significados.

2. Acerca del primer hombre: Martín Adán Según nos comenta Sánchez León (2012), Martín Adán pasó la mayor parte de su vida recluído en sus propias ideas. Si bien, su libro de juventud más conocido, La casa de cartón (1928), podría estar más cerca del último Westphalen, debido a la fuerte y referencialidad a un espacio concreto, su producción poética parece acercarse y alejarse constantemente de ese inicio. ​La rosa de la espinela y ​Sonetos a la rosa constituyen un desafío abierto a los cánones de la vanguardia. No solo escribe sobre la imagen más clásica de la literatura universal, sino que contradice la ingenuidad que

Fernández Moreno acusa al uso de la rima (1962), para llevarla al extremo, como ocurre en “Ala” de ​La rosa de la espinela (1939). ALA ¿Ala alguna y tormentosa, Recogida, proyectada, Nunca batida en nada, ¡Y siempre írrita rosa!… Salió del cero la diosa, Intemperada natura, Interminable creatura… Y va, ávida mitad, Rodando en ubicuidad, Ovillo de envergadura. Un poema como “Ala”, con una elocución impersonal, pero intensamente analítica, resulta inverosímil en manos del narrador que solo unos años antes, en ​La casa de cartón (1928), nos había relatado diáfanamente las impresiones de un distrito limeño.

Ya ha principiado el invierno en Barranco; raro invierno, lelo y frágil, que parece que va hendirse en el cielo y dejar asomar una punta de verano. Nieblecita del pequeño invierno, cosa del alma, soplos del mar, garúas de viaje en bote de un muelle a otro, aleteo sonoro de beatas retardadas, opaco rumor de misas, invierno recién entrado... Ahora hay que ir al colegio con frío en las manos. El desayuno es una bola caliente en el estómago, y una dureza de silla de comedor en las posaderas, y unas ganas solemnes de no ir al colegio en todo el cuerpo.

Un tercer ejemplo, para comprender los sólidos principios y la falta de finales de Adán es el poemario ​Escrito a ciegas (1961). Un texto que, así como pasó con la vanguardia, desafía elegantemente la solicitud de la periodista Celia Paschero para dar algunas explicaciones sobre su vida, ya que, como hemos comentado, la palabra no es un medio seguro para transmitir información. Curiosamente, el críptico poeta de ​La rosa de la espinela lo dice con toda transparencia.

¿Quieres tú saber de mi vida? Yo sólo sé de mi paso, De mi peso, De mi tristeza y de mi zapato. ¿Por qué preguntas quién soy, Adónde voy?... Porque sabes harto Lo del Poeta, el duro Y sensible volumen de ser mi humano, Que es un cuerpo y vocación, Sin embargo. Si nací, lo recuerda el Año Aquel de quien no me acuerdo, Porque vivo, porque me mato. 3. Colofón Cuando, casi de manera kafkiana, Westphalen toma el célebre “Fragmento de Aloysius Acker” de Martín Adán, y lo publica en su primer número de ​Las Moradas, nos damos cuenta de que la autenticidad exige cómplices tanto en la poesía como en toda actividad humana. Esta autenticidad para reinventarse por la simple necesidad de no repetir caminos que conocemos imperfectos, y que debemos abandonar cuando sea el momento. Caminos en los que dos poetas (y el recordado crítico Estuardo Núñez) pasaron de encontrarse en el Colegio Humboldt a conformar una visión cada vez más potente en el proceso de consolidación y continuación de la literatura peruana. Una que ha dado pie a que podamos reunirnos y celebrarla en una casa que lleva en alto su digno nombre.

Referencias: Belli, C. (1977): Westphalen, el abstencionista. En ​Creación y Crítica Nº 20. Lima. Escobar, A. (1973). ​Antología de la poesía peruana, 2T. Lima: Peisa, 393 p.

Fernández, C. (1962). Introducción a la poesía. México: Fondo de Cultura Económica. Fernández, C. (2003). ​Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen. Lima: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Marino, M. (2009). ​La intertextualidad en la poesía de Emilio Adolfo Westphalen. Lima: USIL. Oquendo, A. y Lauer, M. (1970). ​Vuelta a la otra margen. Lima: Casa de la cultura. Ruíz, I. (1997). ​Poética vanguardista westphaleana. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Sánchez, A. (2012). El silencioso poeta Westphalen. En ​Conexión. Departamento de Comunicaciones de la PUCP 1, 1. Recuperado de: ​https://goo.gl/xzqWo3​. Sánchez, L. (1989). Los poetas puros: Martín, Adán, Westphalen y Abril. En La literatura peruana. Lima: BCRP.

Westphalen, E. (1935; 2004). Abolición de la muerte. Lima: Ediciones Perú Actual; Ediciones Riotigre. Vázquez, E. (2012). ​Caos, Complejidad y tecnologías en el centro educativo. Madrid: Saarbrücken: Editorial Académica Española.

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