VUELVEN LAS LILAS
Descripción
Vuelven las lilas (Sobre Colita y Paco Elvira) Fue por estas fechas, el año pasado, cuando empezamos a dar forma a la exposición de Colita para la Pedrera. Entonces, se empezaron a desencadenar toda una serie de fatalidades inesperadas, inexplicables. El día que murió Paco, Colita visitaba en el hospital a su ayudante Gemma Buenaventura, que alargaría a duras penas su existencia hasta el verano. Y poco después aún tuvimos que despedir a Oriol Maspons y a Toni Catany. En paralelo a esas muertes, transcurría un tiempo para meditar sobre el paso del tiempo, entre papeles y negativos, sobre lo injusta que es la vida. Removiendo los documentos de Colita para trabajar su cronología, abriendo semanalmente los cajones del archivo para hacer la selección que resumiera su larga trayectoria fotográfica, hubo muchas, muchísimas ocasiones para pensar en Paco Elvira, para encontrarlo en los textos, en las cartas, en los diarios manuscritos, en los recortes de revista... Paco se aparecía constantemente, ya fuera en se y per se, o reflejado en las fotografías de Colita y en los signos de aquel tiempo que ambos habían compartido y que Paco consideraba su escuela de la mirada de fotógrafo y del talante de reportero, del compromiso del periodista, y de aquella manera especial de vivir la vida que había plasmado en las páginas de su novela Un día de mayo. Así, revolviendo las carpetas, se nos aparecía con alguna foto suya, o con alguna otra que también lo pudiera haber sido. Porque Paco tenía su estilo propio, correcto, meditado, respetuoso, sintético y pausado, y nada envidiaba de aquellos que llevaban por bandera la subjetividad y el arrebato del desenfoque y los ejes torcidos de los nuevos fotoperiodistas de los 80. Para él, igual que para Colita -‐lo fui descubriendo en los buceos del archivo-‐ la importancia estaba en el “tema”, descubrir aquello que todavía estaba oculto y arrojar luz sobre los rincones vergonzantes de aquella sociedad llena de topos y ostracismos. Sin ponerse de acuerdo, pero sí sabiéndose en compañía, los fotógrafos reporteros actúan como las hormigas: no hay hormiga en singular, cada hormiga no es otra cosa que parte de un sistema, cada una ocupa su posición. De la misma manera, sin guía, sin proyecto previo, la comunidad de los fotógrafos reporteros actúa a una. Mientras Colita entraba en la cárcel a fotografiar a los presos, Paco bajaba a la mina. Colita fotografiaba una sesión de electroshock, Paco a los enfermos de la colza. Colita perseguía a los franquistas residuales y Paco asistía a encuentros clandestinos con personajes siniestros … Vivían en paralelo un tiempo impulsados por el mismo afán fotoperiodístico. Y gracias a su dedicación, sumada a la de otros, tenemos hoy en día un precioso legado de aquel tiempo. Las huellas que iba encontrando en el archivo constituyeron una búsqueda obsesiva que poco a poco me ayudó a fijar las fechas de una relación de casi cuarenta años, cifra en la que aprendimos a medir la eternidad los que nacimos durante la dictadura franquista. Él y ella, siguiéndose constantemente, de 1975 a 2013, ¡fueron tan diferentes! Y debido a eso también, ¡tan complementarios!.
La primera huella impresa de su relación fue una entrevista que Xavier Febrés le hacía a Colita para La Hora de Cataluña, en otoño de 1977. Colita se quejaba ya del amarillismo hacia el que había evolucionado la prensa gráfica y de las penurias que tenían que pasar los fotógrafos para poder seguir informando de manera honesta y combativa. Colita, que nunca tuvo una memoria inventarial, que siempre fue apasionada en sus amores, hizo aquella vez un esfuerzo de objetividad y dictó al periodista una lista pormenorizada de los nuevos fotógrafos “tan capacitados” que trabajaban para la prensa. Y la lista la encabezaba Paco Elvira, que con 29 años compartía cartel con los mejores de aquel momento estelar de la profesión. Las cualidades de Paco le hicieron un buen colaborador ya fuera de “plumillas” ya de otros fotógrafos. Paco se adaptaba enseguida al otro gracias a su capacidad de respeto y discreción. Por eso, cuando Xavier Miserachs, compañero de proyectos y casi hermano mayor de Colita, murió intempestivamente en el verano de 1998 dejando los proyectos en el aire, ella no dudó en escoger a Paco Elvira como compañero para complementar sus trabajos editoriales. "Estoy haciendo un libro (20 anys d'Ajuntaments Democràtics a Catalunya) con Paco Elvira – escribió en su diario en noviembre de 1998-‐: Es majísimo. Ordenado, eficaz, educado y dulce. ¡Y muy buen fotógrafo!" Él, a su vez, también evocó en 2009 en su blog sus primeros recuerdos de Colita: “Cuando yo era un joven fotógrafo que empezaba, recuerdo con claridad meridiana los dos trabajos fotográficos que me impactaron más. Fueron el libro de Xavier Miserachs, Barcelona blanc i negre, y la exposición de retratos que hizo Colita en la galería Aixelà y que tituló La Gauche Divine. Colita se avanzaba en más de dos décadas a la tendencia actual de representar a los personajes en situaciones recreadas o interpretativas.” El día de la inauguración de la exposición de la Pedrera repetimos en varias ocasiones su nombre. Echamos de menos su presencia. Paco habría sido un crítico muy fino del trabajo de comisariado, habría sabido sacarle punta a las imágenes y habría sabido completar su lectura con su preciosa memoria. Este breve homenaje es también el pago de una deuda, pues sus ideas, extraídas de tantas y tantas conversaciones, también han ayudado, de alguna manera, a centrar el sentido de esta exposición. Antes de empezar a escribir fui tres veces al calendario. ¿Es posible? ¿Seguro que ya hemos llegado al primer aniversario? Fue la entrada de la primavera lo que me confirmó la fecha. Igual que el año pasado el día de la muerte de Paco, Colita ha vuelto a colgar en el Facebook una fotografía de la glicina de su vecino, e inmediatamente recordé aquellas palabras suyas de despedida: “ Ay Paco, Paquito… ¡Mira que se empecina el tiempo! Que ya vuelve a ser primavera, que el tiempo es más obstinado que la vida… Qué te voy yo a contar que tú no sepas de luces y de horas...” Y así es: vuelven las lilas a explotar sobre el tejado del vecino, vuelve la primavera con sus flores a recordarnos que la historia ha pasado página prematuramente para cerrar los ojos enfebrecidos por la luz del Garraf de uno de los fotógrafos más queridos: Paco Elvira. LAURA TERRÉ Vilanova i la Geltrú, 1 de abril de 2014
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