Volver a soñar la ciencia: un retorno a Gaston Bachelard

July 22, 2017 | Autor: Alberto Mendoza | Categoría: Gaston Bachelard, Filosofia De Las Ciencias, Topoanalysis, Pensamiento Lógico
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Descripción



No confundir con el proceso que lleva la validación de un paradigma científico
Para Galileo la aceleración de los cuerpos no dependía de la masa del mismo, y esta idea constituía
un cambio de paradigma en el mundo de la física, por oponerse a la idea de Aristóteles (María Inés Aguila, Mariana Ceraolo, Mónica Pose)
La cursiva es nuestra


Volver a soñar, para rescatar la ciencia
Podemos elaborar verdades, pero estas no serán absolutas
Carlos Gershenson
Hasta en el hombre nuevo, quedan vestigios del hombre viejo
Gastón Bachelard
Introducción
En el presente ensayo vamos realizar un breve recorrido teórico que nos permita lograr un acercamiento al pensamiento de Gastón Bachelard, por medio de "La poética del espacio", "Psicoanálisis del Fuego" y "La Formación del Espíritu Científico", para destacar a la ensoñación, como el medio que tenemos los humanos, para seguir construyendo el conocimiento que nos permite transformar nuestra realidad. Para ello primero haremos un contraste entre los alcances que tiene en la humanidad actuar bajo el sentido común y el pensamiento lógico. Primero mostraremos como es que pensar guiado sólo por el sentido común nos impone limitantes para acercarnos al conocimiento, sobre todo a nuevas ideas que nos posibiliten alcanzar la creatividad necesaria para resolver problemas de la vida cotidiana. Después mostraremos como la lógica, ensalzada en las Escuelas como la vía que garantiza a quien la emplea matematizar su pensamiento para darle orden y coherencia, llega a ser insuficiente para enfrentar encrucijadas en la vida, que llegan a convertirse en auténticas paradojas. Posteriormente nos detendremos a mostrar como el pensamiento lógico no basta para enfrentar ciertas paradojas que impone la vida, y que ninguno de los anteriores pensamientos podría salvarnos de morir en el intento de transformar la realidad. De ahí que apostemos por retomar lo que el filósofo francés nos pide, nos grita como un reclamo: "nunca como en nuestra época, el espíritu científico necesita ser defendido" (Bachelard G. , La Formación del Espíritu Científico, 2000). Hay que ser enfáticos y claros, se trata de defender el espíritu científico, el que nos guía a descubrir, a innovar, a adaptar, a evolucionar, a regresar al pasado para rescatar lo mejor que ha tenido la cultura. Defender el espíritu científico, no se trata –como ya lo he mencionado en anteriores trabajos- de darle un carácter dogmático a la ciencia, antes al contrario se busca despojarle de ese ropaje de inmutabilidad e incuestionabilidad, con el que ha sido revestido por científicos temerosos de que otros piensen, aferrados a la pesadilla de que sus paradigmas nunca sean superados.
Desarrollo
La mayoría de las veces en el día a días las personas se guían por el sentido común, para explicarse la realidad en la que están inmersos. Por sentido común saben con total y absoluta certeza, sin temor a equivocarse, que después de la noche viene el día. Que tras una tormenta siempre saldrá el Sol. Que la Escuela es el único medio para aprender. Que la democracia es la mejor forma de organización política. O simplemente que si trabajan arduamente deben obtener en consecuencia, mejores salarios que a su vez redunde en mejor posición económica y social. Ese es el sentido común. Al que incluso se le tiene sobrevalorado, con frase como "el sentido común, es el menos común de los sentidos". Con este dicho popular se intenta asegurar, que si las personas se guiaran con mayor frecuencia por él, habrían de tomar mejores decisiones no sólo en el ámbito personal, sino en beneficio de la colectividad (de lo común). El sentido común, definido por Christian Guimelli como "el conjunto de creencias, de conocimientos y opiniones producidas y compartidas por los individuos de un mismo grupo, en relación a un objeto social en particular" (Guimelli, 2004), parte siempre de la necesidad de mantener construcciones sociales, que no impliquen necesariamente una verdad, sino que busca explicar y dominar el conocimiento que hay en el entorno, por lo tanto una vez que se ha logrado transmitir y consensuar, se toma como válido.
Cómo podemos darnos cuenta entonces de que el "sentido común", no es suficiente, que no sólo no alcanza, sino que hasta podría llegar a estorbar el avance en el pensamiento y por lo tanto es imperativo bajarlo de su pedestal Imaginemos un aula de Secundaria, la asignatura que se imparte es Ciencias con Enfoque en Física, el catedrático sostiene en su mano derecha una moneda que tal vez duplica el tamaño del botón de una camisa y en la izquierda un borrador, y pregunta a los adolescentes: "si coloco ambos objetos a la altura de mis ojos y los dejo caer al mismo tiempo, cuál de los dos llegara primero al piso". Podemos esperar al unísono la respuesta: el borrador. El catedrático preguntará ¿por qué? Y seguramente se encontrará con respuestas como la moneda es más ligera, el borrador tiene más peso, son de diferente material, una es más grande y otro es más pequeño. Sin duda alguna todos son argumentos correctos, desde la perspectiva del sentido común. La sociedad, como sea que se haya formado, se ha expresado, y determinó que aquello que contenga más peso, caerá más pronto al vacío. Este pensamiento presuntamente científico es llevado a la cotidianidad, cuando se trata de explicar que las personas que logran acumular más bienes o riquezas, sufrirán, más si lo llegan a perder, en contraposición a las personas que viajen ligeras por la vida.
Con este ejemplo el profesor, lo que trata de explicar es la idea de Galileo sobre la caída libre y cómo ésta no tiene relación directa con materiales, o masa de los cuerpos. Habrá quién acepte este nuevo saber, sólo porque proviene del profesor, una autoridad, que seguramente sabrá más que el alumno (así se ha encargado de repetirlo la Escuela, como institución, sobre la cual basa su modelo de enseñanza). Seguramente habrá otros tantos que duden de la veracidad de este dicho, y repitan el experimento una y otra vez. Porque el sentido común, nos indica que lo más "pesado", debe caer más "rápido". Y por eso seguirán dudando. Podrán asegurar que cae "ligeramente" antes el borrador que la moneda. ¿Qué pasa aquí?, que al sentido común le salió un defensor, con mayor peso: la lógica. No será lógico que el objeto con mayor masa no caiga al piso antes que el objeto que tiene una masa menor. La lógica le podría llevar incluso a esgrimir, si es que fuera el caso, la máxima cartesiana que "la mente nos engaña, los sentidos nos engañan". Debe existir una lógica, si el sentido común no nos permite enfrentar con éxito los problemas del día a día, debe salvarnos la lógica. La lógica en tanto lógica-matemática. Que empleada así, podría llevarnos a una falacia de razonamiento, por una falsa analogía: si coloco un objeto con mayor masa en una báscula, impulsará con más fuerza los resortes hacia abajo, que si coloco uno con menos masa, luego entonces caerá más rápido el objeto con mayor masa que el de menor masa.
Para abordar el asunto del pensamiento lógico pensemos ahora en la Paradoja de Russel, formulada en 1901, y que a lo largo del tiempo ha sido readaptada para situaciones que enfrentan las mismas condiciones de contradicción. Como sea que se quiera presentar, es decir con los actores que se lleven a escena, básicamente plantea lo siguiente: En un reino árabe, había pocas personas que su oficio fuera ser barbero. Para solucionar el problema, el rey dictaminó que los barberos solo podían afeitar a las personas que no podían afeitarse por sí mismas. Uno de esos barberos, era el único en su comarca y le entró la siguiente duda: "Como barbero no puedo afeitar al barbero de mi comarca, que soy yo, porque entonces podría afeitarme a mí mismo. Pero entonces, algún barbero debe de afeitarme, pero como soy el único que hay, entonces no me puedo afeitar". Esta paradoja que no se resuelve con lógica, impactó en el sistema matemático y filosófico propuesto por Gottlob Frege, que supondría dar por terminada la teoría de conjuntos. Pero ¿cómo se resolvió esta Paradoja de Russel? Los lógicos zanjaron la cuestión estipulando que "un conjunto que se contenga a sí mismo no es un conjunto" (Filosofía hoy). En realidad no acaba por ser resuelto, pero sí aceptado como que no tendría una respuesta desde la teoría de los conjuntos, y por lo tanto no debe ser objeto de discusión. Es decir, si no lo podemos resolver no existe.
¿Qué hacemos cuando la lógica encuentra topes? Una topología. Esa podría ser la alternativa. Puesto que "la topología se interesa por las propiedades fundamentales de las estructuras y de los espacios…Los topólogos están particularmente interesados en las variedades, nombre que sugiere multiplicidad de formas…el objetivo de los topólogos es identificar todas las variedades posibles, incluyendo la forma del universo" (Moreno). La topología nos lleva a rebasar los límites geométricos, porque desde un punto de vista topológico, "los objetos son todavía más flexibles, como de plastilina o goma elástica y así, podemos pasar, por ejemplo, de una esfera a un cubo, y viceversa". (Blancas, 2011). Nuestro pensamiento en consecuencia podría ser más flexible, menos rígido, con un espíritu más pegado a la duda que a la fe, sin que la fe sea un referente que deba ser aniquilado.
Cómo es que la topología (que propone axiomas nuevos desde un lenguaje matemático, pero también recupera otros abandonados por el tiempo) podría ayudarnos a cambiar la estructura de nuestro pensamiento. Con un topoanálisis como el propuesto por Bachelard, quien sugiere emprender un "topoanálisis exteriorista (que) precisaría tal vez ese comportamiento proyectivo definiendo los ensueños de objetos". (Bachelard G. , 1957). Para poder transformar nuestra realidad, que debe ser el fin último de la ciencia, debemos encontrarnos en ese lugar que no tiene ni dentro ni fuera, que no se queda con la lógica, porque no tiene lógica, que apuesta por los sueños, en donde el alma se está expresando libremente. El topoanálisis de Bachelard, como bien lo definiría Fernando Castro, "se encarga del estudio de los lugares donde nuestra alma puede ensoñar libremente" (Castro).
Recordando a Carlos Gershenson las ideas científicas pueden venir de muchos lados. No hay una vía que deba ser considerada como única o válida. Incluso, pueden provenir de la Ciencia ficción, ya que "explora posibilidades creativas, algunas pueden ser fuente de inspiración para preguntas científicas. Como lo establece Paul Ricoeur citado por Manuel Maceira, "La ficción no está desposeída de referencia. Lo mismo que sucedía en la poética, la narración apunta ficticiamente a modos de ser nuevos, aunque lo narrado no haya acontecido o no vaya a realizarse" (Tomás Calvo Martínez y Remedios Ávila Crespo, 1991). Entonces aquello que no existe en la realidad, que deviene como sueño o ensoñación, también, necesita ser escuchado.
Conclusión
Hoy que vivimos en una sociedad de la información, del consumismo, de las competencias, de la desechabilidad, de la globalización, necesitamos reconocer que "saber y fabricar son necesidades que es posible caracterizar en sí mismas, sin ponerlas necesariamente en relación con la voluntad de poder. Hay en el hombre una verdadera voluntad de intelectualidad. Se subestima la necesidad de comprender cuando se la coloca, como han hecho el pragmatismo y el bergsonismo, bajo la dependencia absoluta del principio de utilidad" (Bachelard G. , Psicoanálisis del fuego, 1966 ). Como si pensar ya no fuera útil, o como si lo útil sólo fuera lo práctico, lo que deja ganancia, lo que nos hace "evolucionar".
Que hoy los alumnos de Secundaria piensen en el fuego, en la caída libre, en por qué el agua sube por el popote, por qué el cielo es azul, sigue siendo útil. Estas dudas –por las cuales se llega al conocimiento- no deben ser cosa juzgada. No deben tirarse a la calle del sentido común, para que sea ella la que las responda y se burle la comunidad entera, cuando alguien vuelva a poner en duda las explicaciones aceptadas hasta hoy. Ni mucho menos la lógica debe apresar al pensamiento y convertirlo en un autómata capaz de responder con celeridad y con certeza absoluta. Respuestas que por otro lado, aprendió de memoria. Respuestas que surgen de preguntas que él nunca se hizo.
Si la ciencia va a ser cosa humana, no se le debe prohibir su carácter onírico, porque sería tanto como permitir el asesinato de su alma.

Bibliografía
Bachelard, G. (1957). La Poética del Espacio . México: Fondo de Cultura Económica.
Bachelard, G. (1966 ). Psicoanálisis del fuego. Madrid: Alianza Editorial, S. A.
Bachelard, G. (2000). La Formación del Espíritu Científico. México, D.F.: Siglo XXI Editores.
Blancas, J. L. (enero de 2011). Topología. Recuperado el 15 de abril de 2015, de https://topologia.files.wordpress.com/2011/01/i-jornada-profesores-matematicas-almeria.pdf
Castro, F. (s.f.). Recuperado el 12 de abril de 2015, de http://www.kleper.net/wiki/doku.php/filosofia/bachelard_final
Filosofía hoy. (s.f.). Recuperado el 15 de abril de 2015, de Filosofía hoy: http://www.filosofiahoy.es/La_paradoja_de_Russell.htm
Guimelli, C. (2004). El pensamiento social. México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México.
María Inés Aguila, Mariana Ceraolo, Mónica Pose. (s.f.). Ciencia Creativa. Recuperado el 12 de abril de 2015, de Aristóteles vs. Galileo: http://www.cienciaredcreativa.org/informes/caida%202.pdf
Moreno, D. G. (s.f.). Historia de la Topología. Recuperado el 15 de abril de 2015, de UAM: https://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/ezuazua/informweb/trabajosdehistoria/HISTORIADELATOPOLOGIA.pdf
Tomás Calvo Martínez y Remedios Ávila Crespo. (1991). Paul Ricoeur: Los caminos de la interpretación . Barcelona : Anhtropos .




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