Vladimir Soloviov, el profeta no escuchado.

"El Profeta no escuchado"
Vladimir Soloviov (1853-1900), fue el filósofo máximo de Rusia, de religión ortodoxa, quien en 1862 tuvo su "momento cuántico", al visionar a la Sabiduría Divina, como la Diosa Sophia. Fue influenciado por los escritos de Platón, Spinoza, Kant, Schopenhauer y Leibniz.
Tuvo una crisis espiritual que le llevo a bordear el ateísmo nihilista; sin embargo, su espíritu peregrino le permitió superarlo después, muy amigo de Fiódor Dostoievski y tuvo de opositor a Lev Tolstói (el alma de Rusia).
Como fue para la Iglesia Católica Occidental, Santo Tomas de Aquino; él lo fue para la Iglesia católica Ortodoxa.
En su Conferencia; Teohumanidad, afirmo "que quienes rechazan la religión hoy en día tienen razón porque el estado actual de la propia religión suscita rechazo; porque la religión, de hecho, no es lo que debería ser".
Por su ultima publicación, el Relato del Anticristo, se le considera "un profeta no escuchado" y presagio que el siglo XX seria "la época de las últimas grandes guerras, las discordias intestinas y las revoluciones", después de lo cual –dice- todo estará preparado para que pierda significado "la vieja estructura de naciones separadas y prácticamente desaparecerán en todas partes los últimos restos de las antiguas instituciones monárquicas", escollo a salvar, para llegar así a la genuina "Unión de los Estados Unidos de Europa" y pronostico la gran crisis que afecto al cristianismo en las últimas décadas del siglo XX. Como se dice, comprendió más que nadie el Siglo XX, pero este Siglo ingrato no lo comprendió a él.
Fue un apasionado defensor del hombre y del humanismo; apóstol infatigable de la paz y promotor de la unidad entre los cristianos, vivió muy enamorado de la naturaleza y sumamente alejado de los modernos desencuentros ecológicos; tanto que advirtió sobre el peligro que corría la humanidad al convertir la ecología en una religión.

Citando la obra de soloviev, «Tres diálogos» (1899), el arzobispo emérito de Bolonia recordó que «el anticristo se presenta como pacifista, ecologista y ecumenista»; por lo tanto soloviev es en una palabra, "el profeta no escuchado, amigo de la verdad y enemigo de la ideología".
Penitente incansable, clamaba en su lecho: «No dejéis que me duerma: hacedme rezar», hasta que el 31 de julio de 1900, a las nueve y media de la tarde, llegó la serena muerte para ayudarle a dar el último paso hacia el reencuentro con el Creador y la Eternidad.
Sobre su tumba, en el monasterio de Novodevisij de Moscú, manos desconocidas colocaron dos iconos, uno griego de la resurrección, con la inscripción «Cristo ha resucitado de entre los muertos», y el otro polaco, de la Virgen María, con la frase «In memoria aeterna erit justus».
En un mundo que se difumina en el oscurantismo; en que la verdad es opacada por el falaz psudocientificismo manipulador; hoy, precisamente se requiere urgentemente de guías o profetas como él para reencaminarnos en el camino de la verdad. 
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