VLADIMIR PROPP, EL HOMBRE QUE METIÓ EL FOLCLORE AL LABORATORIO

June 7, 2017 | Autor: E. Avalos Florez | Categoría: Vladimir Propp, Folclore e Cultura Popular
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Descripción

VLADIMIR PROPP, EL HOMBRE QUE METIÓ EL FOLCLOR AL LABORATORIO ÉDISON DUVÁN ÁVALOS FLOREZ1 [email protected]

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ientras era docente de etnología en la Universidad de Leningrado, Vladimir Propp (1895 - 1970) notó que las clasificaciones y descripciones de los cuentos folclóricos realizadas por diferentes estudiosos de Europa y Rusia tenían graves deficiencias. Ninguna de ellas era científica, todas estaban cargadas de inconsistencias, contradicciones y subjetividades. Por ejemplo, la clasificación más conocida, aquella que dividía los cuentos en maravillosos, de costumbres y de animales, fallaba porque entre uno y otro grupo no había fronteras visibles; es decir, un cuento de animales bien podía ser un cuento maravilloso o de costumbres, y viceversa. Otro tipo de clasificación, la que dividía los cuentos folclóricos por temas, padecía el problema de la subjetividad, ya que los investigadores, desde su impresión personal, escogían como tema principal cualquiera de los muchos que presenta un cuento y descartaban los demás para encaminar el estudio hacia las conclusiones que les interesaba obtener. Y por el lado de las descripciones de los cuentos, el problema radicaba en que las historias eran divididas en partes o pequeños fragmentos textuales que les permitían a los investigadores realizar interesantes observaciones desde el punto de vista del argumento, pero nunca lograban crear un método que les permitiera analizar todos los cuentos folclóricos bajo el mismo criterio, para así efectuar comparaciones entre dos o más textos; a lo sumo, con las observaciones que realizaban, podían concluir que los cuentos parecidos se parecían y que los distintos se diferenciaban. Frente a esta situación, Propp decidió realizar una investigación que superara las deficiencias de los estudios anteriores. Su objetivo fue analizar los cuentos folclóricos como los botánicos lo hacen con las plantas: clasificándolas de acuerdo a criterios estrictos, describiéndolas para encontrar sus características esenciales y comparándolas para encontrar similitudes y diferencias. No le importó que un cuento folclórico tuviera muchísimas más complejidades de significados que una planta; tampoco lo detuvo el hecho de que nunca antes un objeto cultural o artístico hubiese sido sometido a procedimientos y métodos que estaban reservados únicamente para las ciencias exactas.

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Estudiante de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Al iniciar su trabajo, tomando como corpus cien cuentos que un siglo atrás fueron recogidos de la tradición oral rusa por Afanassiev, Propp realizó un descubrimiento trascendental. En todos los cuentos había personajes distintos y en contextos diferentes que, sin embargo, repetían exactamente el mismo tipo de acciones. Por ejemplo, en un cuento un rey le da a un guerrero un águila para que se transporte a otro reino, mientras que en otro cuento un mago le da una barca a un amigo para que navegue hacia otro valle, y en otro cuento más un abuelo le da a su nieto un caballo para que cabalgue hacia el bosque. “Lo que cambia son los nombres (y al mismo tiempo los atributos) de los personajes; lo que no cambia son sus acciones, o sus funciones. Se puede sacar la conclusión de que el cuento atribuye a menudo las mismas acciones a personajes diferentes”, explica Propp en Morfología del cuento, la obra que publicó en 1928 para mostrar los resultados de su investigación. Lo más sorprendente de todo, sin embargo, fue que las acciones o funciones se repetían en el mismo orden en todos los cuentos, con algunas pequeñas variaciones que, por consiguiente, permitieron realizar una clasificación basada en un criterio científico. En total, Propp identificó 31 funciones o pasos que se repiten en todos los cuentos folclóricos, como por ejemplo que siempre hay un héroe que emprende un viaje, luego trasgrede una norma, se encuentra con un antagonista que lo engaña… y así sucesivamente hasta que regresa a su hogar, castiga al antagonista, se casa, asciende al trono y obtiene riquezas. El descubrimiento de Propp, en otras palabras, consistió, primero, en develar el esqueleto o estructura de los cuentos folclóricos, y segundo, en determinar que ese esqueleto era idéntico en todos los cuentos. “La investigación de Propp proporciona justamente la base indispensable para un análisis estructural del folclore narrativo. Tras su aparición en Occidente, ningún estudio sobre los modelos estructurales del folclore podía ignorar la obra clásica de Propp y dejar de tomarla como base de trabajo”, expresó Mèlètinski en El estudio estructural y tipología del cuento, para explicar la importancia y trascendencia que ha tenido ese arduo trabajo en el mundo académico. Sin embargo, el trabajo de Propp no ha estado exento de críticas. Claude LéviStrauss, en Antropología estructural (1958), cuestiona el hecho de que la concentración en el esqueleto narrativo niegue el valor de los aspectos simbólicos que resultan fundamentales para entender las características culturales de cada sociedad. Es decir, para Lévi-Strauss no solo es importante descubrir que el personaje siempre realiza determinada función o cumple con el mismo paso, sino que también es valioso interpretar por qué ese personaje era un guerrero, un amigo o un nieto, ya que esas características peculiares del personaje revelan sentidos culturales de la comunidad en la que cobra vigencia el relato.

De todos modos, el tiempo ha demostrado que el aporte de Propp es invaluable. No solo ha servido para estudiar los cuentos folclóricos de muchas partes del mundo; además ha sido empleado para descubrir las estructuras que rigen otros géneros narrativos.

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