VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J., \"Avances en la definición de un patrón arqueológico de la Spania bizantina\", en J. de la Villa et al. (eds.), Ianua Classicorum. Temas y formas del mundo clásico (Actas del XIII Congreso Español de Estudios Clásicos), vol. III, Madrid, 2014, pp. 185-192

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AVANCES EN LA DEFINICIÓN DE UN PATRÓN ARQUEOLÓGICO DE LA SPANIA BIZANTINA Jaime Vizcaíno Sánchez Universidad de Murcia [email protected]

Resumen — El propósito de este trabajo es caracterizar la presencia bizantina en España durante los siglos VI y VII. La conquista bizantina de Spania se incluye en el proyecto expansivo de Renovatio Imperii. Analizamos algunas de las más importantes líneas que han guiado el estudio de esta fase. En especial, estudiamos una coraza laminar recuperada en un nivel de abandono del barrio de época bizantina construido sobre el teatro romano de Carthago Spartaria, posiblemente la capital de la provincia bizantina, gracias a su estratégica posición respecto a los otros territorios bizantinos en el Mediterráneo Occidental. De hecho, la ciudad fue convertida en un importante centro de redistribución de productos importados de diferentes áreas de Mediterráneo, como ungüentarios de Asia Menor, hoy una de las piezas más representativas de la presencia bizantina. Sin embargo, la conclusión que se puede obtener de estos datos es que los territorios bizantinos en Spania mantuvieron una relación más estrecha con el norte de África. Palabras clave — Imperio bizantino, Spania, Carthago Spartaria, arqueología, Norte de África PROGRESS IN DEFINING AN ARCHAEOLOGICAL PATTERN OF BYZANTINE SPANIA Abstract — The aim of this paper is to characterize the Byzantine presence in Spain during the sixth and seventh centuries. The Byzantine conquest of Spania is included in the extensive plans of the Renovatio Imperii. We analyse some of the most important lines of research which have guided the study of this phase. Specifically, we study a lamellar armour recovered in an abandoned level of the Byzantine-age neighbourhood that was built over the Roman theatre of Carthago Spartaria. This area was possibly the capital of the Byzantine province, thanks to its strategic position with respect to the Byzantine territories of the Western Mediterranean. In fact, the town was converted into an important redistribution centre for the products imported from different areas of Mediterranean sea, such perfume boxes from Asia Minor, today one of the most representative pieces of the Byzantine presence. However, the

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conclusion that can be drawn from all of these data is that the Byzantine territories in Spania kept a closer relation with North Africa than with Orient. Keywords — Byzantine Empire, Spania, Carthago Spartaria, archeology, North Africa

Como ocurre con cualquier período histórico, también la fase de dominio bizantino en Hispania contó con su correspondiente impacto material, si bien, a diferencia de tantos otros, calibrar su magnitud, en función de unas particulares circunstancias, resulta aún bastante complejo1. En efecto, la «visibilidad» arqueológica de la etapa de ocupación imperial es todavía incipiente, limitada, sobre todo, a los escasos datos proporcionados por una serie de basílicas baleáricas en su mayoría excavadas de antiguo, o los resultados de intervenciones acometidas en las últimas décadas en ciudades como Cartagena, Málaga o Ceuta. Esto es así, no ya sólo por las propias vicisitudes de la misma disciplina arqueológica, sólo de un tiempo a esta parte en condiciones de reconocer los restos asociados a la presencia bizantina2, sino también como consecuencia de la singular trayectoria histórica del Imperio Romano de Oriente en el extremo occidental3. Hemos de tener en cuenta que, salvando la previa incorporación de las Baleares y Septem, inserta en el inicial bellum vandalorum, el desembarco de los milites Romani en la costa del Mediodía hispano no es tanto «colofón», como sí «canto de cisne» de la Renovatio Imperii justinianea. De este modo, en sintonía con cuanto transmiten unas fuentes textuales escasas y parcas4, la arqueología va revelando también una ocupación limitada, tanto geográfica como, a excepción de las islas y la zona del Estrecho, temporalmente5. Se 1  J. Vizcaíno, La presencia bizantina en Hispania (siglos V I - V I I ). La documentación arqueológica, Antigüedad y Cristianismo, XXIV, 2007 (2009). 2  Acerca de los avances, vid. E. Zanini, Introduzione all’archeologia bizantina. Roma, 1994; y para el caso hispano, S. F. Ramallo & E. Ruiz, «Cartagena en la arqueología bizantina en Hispania: Estado de la cuestión», V Reunión de Arqueología Cristiana Hispánica, Barcelona 2000, 316-321. 3  En este sentido, remitimos al espléndido trabajo de M. Vallejo, Bizancio y la España Tardoantigua (ss. V- V I I I ): Un capítulo de historia mediterránea, Alcalá 1993 4  M. Vallejo, «¿El umbral del Imperio?. La dispar fortuna de Hispania y las Columnas de Hércules en la literatura de época justinianea», Erytheia, 23, 2002, 39-75. 5  Sobre la perduración del dominio imperial en ambas zonas, respectivamente, M. Vallejo, 1993, op. cit., 343-347, y J. Signes, «Bizancio y Al-Andalus en los siglos IX y X», en I. Pérez

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dibuja así un patrón de asentamiento en el que acaparan el protagonismo un número reducido de urbes costeras, de alguna forma «acantonadas», habida cuenta de la escasa reactivación de su hinterland6. En ausencia de otros restos vinculables con total certeza a dicha estrategia militar7, contamos con ciertos datos acerca del equipamiento empleado. Ocurre así con los fragmentos de una coraza laminar o dos puntas de flecha de tipo ávaro, documentadas en el barrio que en época bizantina se levantaba sobre el teatro romano de Cartagena8. Respecto a la primera, se trata de un tipo de protección de origen oriental, restringida sobre todo a algunos oficiales y miembros de la caballería pesada. La lorica, que conserva un centenar de láminas de hierro de las casi el medio millar que habría de tener en origen, cuenta con paralelos en otros yacimientos protobizantinos datados a partir de un momento avanzado del siglo VI y durante la siguiente centuria, caso de Caricin Grad, Svetinja, Jelica o Crypta Balbi. El hallazgo de las armas citadas en el yacimiento cartagenero parece abogar por su relación con el suministro de la guarnición que habría de cobijar un hipotético castellum anexo. Su rico depósito cerámico sería, por tanto, reflejo de la renovada annona para el soporte de las tropas desplegadas en las provincias reconquistadas9. A este respecto, dicho repertorio material se presta a ser uno de los criterios más útiles para la diferenciación de los contextos bizantinos. La diversidad de tipos y, sobre todo, su cantidad, permite individualizar la zona de presencia imperial respecto a la visigoda. De forma especial, se aprecia un fuerte dominio de las producciones tunecinas, tanto en el repertorio de la vajilla fina de mesa, integrada por las últimas formas de la Terra Sigillata Africana D (tipos Hayes 91D, 99C, 80B / 99, 100-109), como en las lucernas (tipo «africano clásico», Atlante XA1a) o en las ánforas (tipos Keay & P. Bádenas (ed.), Bizancio y la Península Ibérica. De la Antigüedad Tardía a la Edad Moderna, Madrid 2004, 208-212. 6  Considerando una presencia restringida a una serie de enclaves, y así, incluso, cuestionando la viabilidad de la hipotética provincia y de una capital, P. Reynolds, Hispania and the Roman Mediterranean A.D, 100-700. Ceramics and Trade, London, 2010, n.435-436. 7  Salvo en Carthago Spartaria, donde la inscripción de Comitiolo sí deja constancia de una intervención, las fortificaciones localizadas sólo aportan amplias cronologías ( J. Vizcaíno, 2007, op. cit., 417-421 y 736-741). 8  J. Vizcaíno, «Early Byzantine Lamellar Armour from Carthago Spartaria (Cartagena, Spain)», Gladius, 28, 2008b, 195-210. 9  P. Reynolds, 2010, op. cit., 129.

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LXI, LXII, XXVI o spatheia ), en este último caso contando también con el concurso de producciones orientales (tipos LRA 1-4) y, en mucho menor medida, ibicencas (tipos Keay LXXII, LXXIX)10. En este sentido, la conquista bizantina no supone un fuerte espaldarazo a las importaciones orientales. Sólo algún tipo muy concreto de piezas, caso de los ungüentarios, pasa a estar monopolizado por la producción oriental. Así, los denominados Late Roman Unguentaria (LRU) inundan Spania, y sólo penetran esporádicamente en la zona visigoda, en lugares tanto de la costa mediterránea, como, en menor medida, del interior peninsular y hasta incluso la costa atlántica11. Entre los avances cosechados por la investigación para estos ungüentarios, cabe reseñar la individualización de variantes12. Así, junto a un tipo mayoritario de early Byzantine ampulla, para el que la evidencia cuantitativa aconseja situar su área de producción en el entorno minorasiático de Licia-Panfilia habría que destacar un Ephesian early Byzantine amphoriskos, de distribución mediterránea mucho más limitada, que en el caso de Spania por el momento sólo se registra en Carthago Spartaria. Igualmente, para el primero de los tipos, la presencia de sello – por lo demás, porcentualmente reducida – se presta a ser un eficaz instrumento de datación, ya que mientras los que se realizan en forma de monograma en bloque se fechan tempranamente, los de monograma cruciforme sólo aparecen con regularidad a partir del 540, siendo característicos, por tanto, de la distribución realizada en el marco de la Renovatio Imperii. En el mismo orden de cosas, ha sido fundamental la lectura de alguno de estos sellos, que dejan ver la intervención del eparco, ya sea el constantinopolitano o el de otra región o ciudad, y, con ello, el cuidado puesto en su comercialización. De un modo u otro, teniendo en cuenta la mayoritaria procedencia africana de los envases, al igual que ocurre con otros materiales, lo cierto es que en Spania, y de modo especial en su principal centro, Carthago Spartaria, la 10  Es el caso así del repertorio vascular documentado en Cartagena (S. F. Ramallo, E. Ruiz & M.ª C. Berrocal, «Contextos cerámicos de los siglos V-VII en Cartagena», AEspA, 69, 1996, 143-146). 11  J. Vizcaíno & I. Pérez, «Ungüentarios bizantinos con sello epigráfico en Carthago Spartaria», AEspA, vol.81, 2008, 151-176. 12  S. Lochner, R. Sauer & R. Linke, Late Roman Unguentaria? A contribution to Early Byzantine wares from the view of Ephesus, en J. M. Gurt, J. Buxeda & M.A. Cau (eds.) 1st International Conference on Late Roman Coarse Wares, Cooking Wares and amphorae in the Mediterranean: Archaeology and Archaeometry (Barcelona, 14-16 March 2002), BAR International Series 1340, Oxford 2005, 647-654.

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«bizantinización» se vive como una suerte de «africanización», que culmina tendencias naturales ya gestadas de antiguo13. No en vano, este mismo comportamiento cerámico parece abogar por un abastecimiento directo desde centros como Cartago o Nabeul, incluso para las importaciones orientales, razón que, por otra parte, explica el mayor protagonismo de la región tunecina septentrional frente al escaso margen en el que se mueven los productos de Túnez central14. Abundando en ello, basta observar el conjunto lapidario conservado, o algunas informaciones de los textos, para hacerse una idea de los modestos efectos «helenizadores» que conlleva la empresa hispana. Por el contrario, de la «africanización» operada dan cuenta diversos testimonios, así, por ejemplo, el abastecimiento monetario, para el que la fuerte vinculación con la provincia vecina motiva que más de la mitad del total del circulante sea de esta procedencia, o que, dentro de las pautas de residualidad dominante, también tenga cabida la difusión del numerario vándalo15. Otro tanto podríamos decir, por ejemplo, de la musivaria, para la que basílicas indudablemente bizantinas, como la mallorquina de Son Fadrinet, ilustrarían acerca de la adopción del repertorio iconográfico norteafricano16. Para la misma decoración arquitectónica, incluso en el lado visigodo, las influencias orientales fueron reducidas, dejando paso a una influencia africana más fuerte, por más que no tan estrecha como la que se experimenta en la zona de ocupación imperial. En tal panorama, resulta extraño que dentro del mutismo que las fuentes bizantinas guardan respecto a Spania, ni siquiera el africano y bizantinófilo Coripo haga mención de esta relación privilegiada17. De un modo u otro, como decimos, tal «africanización» sólo supone la intensificación de dinámicas anteriores18, o lo que es lo mismo, la «bizantinización» no implica una ruptura neta en Spania, sino más bien se presenta 13  J. Vizcaíno, 2010, op. cit., 101-102 y 124. Remarcando la singularidad del caso cartagenero, quizá sólo con parangón en Málaga, P. Reynolds, 2010, op. cit., 120. 14  P. Reynolds, 2010, op. cit., 123 y 128, quien atribuye a la redistribución desde estos puertos norteafricanos, la escasa presencia de cocina egea o de otros ítems cerámicos orientales. 15  T. Marot, «La Península Ibérica en los siglos V-VI: consideraciones sobre provisión, circulación y usos monetarios», Pyrenae, 31-32, 2000-2001, 133-160. 16  M. Orfila & F. Tuset, «Descripción, paralelos y análisis de los mosaicos de la iglesia de Son Fadrinet (Campos, Mallorca)», Mayurqa, 29, 2003. 17  Acerca de tal circunstancia, M. Vallejo, 2002, op. cit. 18  J. Vizcaíno, 2010, op. cit.,101ss.

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como garante de una continuidad, también responsable de la compleja individualización arqueológica de la etapa. No obstante, dicha continuidad tampoco impide detectar ciertas pautas diferenciadoras. Ocurre así, por ejemplo, en el mundo funerario, cuyo conocimiento se ha visto favorecido por la excavación de toda una serie de enterramientos y, en especial, de la necrópolis oriental de Carthago Spartaria19. De este modo, aquí, aun dentro de un comportamiento bastante homogéneo, ciertos aspectos constructivos, algunos relativos a la ocupación del espacio, así como otros referentes a las prácticas rituales y, sobre todo, a la composición y cantidad de los ajuares, permiten discriminar el sector formativo (siglos V-VI), respecto al que sigue en uso durante la etapa de dominio bizantino. En este último, en una distribución irregular para la que resulta difícil discernir pautas, junto a elementos de indumentaria y adorno personal, destacan ungüentarios de vidrio y jarritas cerámicas, en un caso procedentes del sur de Italia, y en otros tres, remarcando cuanto llevamos dicho, de la zona tunecina. Así las cosas, los avances de los últimos años, si bien siguen insistiendo en las privilegiadas relaciones con Oriente20, parecen desligar éstas del marco político. Ilustrativa es, por ejemplo, la diferencia cuantitativa para el corpus epigráfico griego, en donde ciudades del interior visigodo, como Emerita, duplican el número de inscripciones hallado en el conjunto de los territorios dominados por los milites Romani21. Dichos datos, completados por otros como el mapa de difusión de ponderales bizantinos22, reflejo de la hegemonía en el campo comercial, hacen perdurar la imagen de «colonias»  M.ª J. Madrid & J. Vizcaíno, «La necrópolis oriental de Carthago Spartaria. Dinámica de un espacio funerario entre el Bajo Imperio y la Antigüedad Tardía», en J. Pinar & T. Juárez (eds.) Contextos funeraris a la Mediterrània nord-occidental (segles V- V I I I ), Gausac, nº34-35, 2009, 191-209. 20  E. García Vargas, «Oriental trade in the Iberian Peninsula during Late Antiquity (4thth 7 centuries AD): an archeological perspective», en D. Hernández de la Fuente (ed.) New perspectives on Late Antiquity, Newcastle upon Tyne 2011, 76-117. 21  M.ª P. de Hoz, «Las inscripciones griegas como testimonio de la presencia de orientales en la Mérida visigoda», en G. Hinojo. & J. C. Fernández, (eds.) Munus Quaesitum Meritis: Homenaje a Carmen Codoñer, Salamanca 481-489. 22  T. Marot, «Aproximación a la circulación monetaria en la Península Ibérica y las Islas Baleares durante los siglos V y VI: la incidencia de las emisiones vándalas y bizantinas», RNum, 152, 1997, 157-190. 19

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orientales23, en cuyo devenir, creemos, no intervino sustancialmente la empresa renovadora. Por el contrario, esta última, en línea con los propósitos restauradores que la impulsaron, sólo alcanzó a garantizar en los territorios donde se experimentó, y no es poco, la continuidad de su dinámica «romana», entre otras cosas, la vinculación tradicional y natural con el vecino norte de África. No extraña así, por tanto, que cuando Isidoro de Sevilla (Etym. 15.1.67-68), dentro de los sentimientos encontrados en su condición de aemulus [o «émulo» o aemulus, pero no aemulo]24, haga mención de la terra natalis familiar, Carthago Spartaria, supuesta sedes regia bizantina en Spania25, incida en sus orígenes norteafricanos: Afri sub Hannibale maritima Hispaniae occupantes, Carthaginem Spartariam construxerunt, quae mox a Romanis capta et colonia facta, nomen etiam provinciae dedit. Nunc autem a Gothis subversa atque in desolationem redacta est.

 L. A. García Moreno, «Colonias de comerciantes orientales en la Península Ibérica, ss. V-VII», Habis 3, 1972, 127-154. 24  J. Fontaine, 2000, «Isidoro de Sevilla frente a la España bizantina», V Reunión de Arqueología cristiana Hispánica (Cartagena, 1998), Barcelona, 29-40. 25  J. Vizcaíno, 2009, op. cit., 67-70. 23

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