VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J., 2015, \"Sobre los ecos bizantinos en Almería. Una aproximación desde la arqueología\", en RODRÍGUEZ, R.; ROBLES, J.R.; VIZCAÍNO, J. (eds), Navegando en un mar sin orillas. El legado de Roma y Bizancio en el Sureste hispano, Universidad de Almería, pp.267-277

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Descripción

NAVEGANDO EN UN MAR SIN ORILLAS EL LEGADO DE ROMA Y BIZANCIO EN EL SURESTE DE HISPANIA

Editores: Rosalía Rodríguez López Juan Ramón Robles Reyes Jaime Vizcaíno Sánchez

EDITORIAL UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

Grupo de investigación SEJ-048: Ciudades antiguas, Turismo y Sostenibilidad Navegando en un mar sin orillas. El legado de Roma y Bizancio en el Sureste de Hispania © del texto: sus autores © de la edición: Editorial Universidad de Almería 2015 [email protected] www.ual.es/editorial Telf/Fax: 950 015182 isbn: 978–84–16027–97–2 depósito legal: AL 901-2015 Jesús C. Cassinello

Bajo la sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias y la difusión a través de Internet— y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo públicos

Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional

CONTENIDO PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 BLOQUE I. UN MISMO ESCENARIO, UN MISMO RETO. RECURSOS NATURALES Y APROVECHAMIENTO HISTÓRICO CAPÍTULO 1. EL ESPARTO, ELEMENTO SUSTANCIAL DE LOS PAISAJES SEMIÁRIDOS DEL SURESTE DE ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Elena Montaner Salas Profesora Titular del área de Análisis Geográfico Regional, Departamento de Geografía de la Universidad de Murcia

CAPÍTULO 2. LA MINERÍA TARDOANTIGUA EN ALMERÍA. PAISAJES MINEROS EN EL BAJO ALMANZORA Y BAJO ANDARAX . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Lorenzo Cara Barrionuevo Arqueólogo. Conjunto monumental de la Alcazaba de Almería

BLOQUE II. LA SEMILLA DE ROMA. ABOCADOS A UN MAR COMÚN CAPÍTULO 3. SIMULACRA ROMAE. CARTHAGO NOVA, PARADIGMA DE ROMANIZACIÓN EN EL SURESTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Elena Ruiz Valderas Directora del Museo del Teatro Romano de Cartagena

CAPÍTULO 4. LOS HISPANI EN EL EJÉRCITO ROMANO IMPERIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 María José Bravo Bosch Profesora Titular de Derecho Romano de la Universidad de Vigo

BLOQUE III. EDIFICANDO UN MUNDO NUEVO JUNTO AL MARE NOSTRUM. BIZANCIO E HISPANIA CAPÍTULO 5. TERRITORIO Y URBANISMO EN EL IMPERIO ROMANO (518-565 d.C.) . . . 89 Rosalía Rodríguez López Catedrática de Derecho Romano de la Universidad de Almería

CAPÍTULO 6. HISPANOS, GRIEGOS, GODOS Y ROMANOS. FRONTERA E IDENTIDAD EN LA HISPANIA DE LA NOVA ROMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Daniel Hernández San José Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Granada. Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas

CAPÍTULO 7. UNA NOTICIA ORIENTAL IGNORADA SOBRE CEUTA Y LAS MAURITANIAS. LA REORGANIZACIÓN Y DEFENSA DE LOS TERRITORIOS AFRICANOS Y DEL EXTREMO OCCIDENTE BIZANTINO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO VII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 José Soto Chica Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Granada. Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.

CAPÍTULO 8. VISIGODOS Y BIZANTINOS EN LA CRÓNICA MOZÁRABE . . . . . . . . . . . . . 155 Mª José Bravo Bosch Profesora Titular de Derecho Romano de la Universidad de Vigo

CAPÍTULO 9. LA ÚLTIMA POSESIÓN BIZANTINA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: MESOPOTAMENOI-MESOPOTAMINOI. NUEVAS APORTACIONES PARA SU IDENTIFICACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 José Soto Chica* y Ana María Berenjeno** *Dpto de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Granada, **Arqueóloga

BLOQUE IV. DEL SURESTE A CONSTANTINOPLA, UN PUENTE AZUL CAPÍTULO 10. ECOS DEL MAR, LA RELIGIÓN Y EL PODER EN LAS COSTAS BIZANTINAS DE ALMERÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 Juan Ramón Robles Reyes Profesor Contratado de Derecho Romano de la Universidad de Murcia

CAPÍTULO 11. EL LEGADO TARDORROMANO EN LA PROVINCIA DE ALMERÍA . . . . . . 207 Ana D. Navarro Directora del Museo Arqueológico de Sevilla

CAPÍTULO 12. MODELOS DE TRANSFORMACIÓN DEL TERRITORIO RURAL EN ÉPOCA TARDÍA EN LA VEGA DEL SEGURA: DE LA VILLA TARDORROMANA A LA ALDEA CAMPESINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 Luis A. García Blánquez Arqueólogo, Universidad de Murcia

CAPÍTULO 13. COMENTIOLO: DE LOS BALCANES A MESOPOTAMIA PASANDO POR HISPANIA. LA AGITADA VIDA DE UN GOBERNADOR DE LA HISPANIA BIZANTINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 José Soto Chica Universidad de Granada

CAPÍTULO 14. SOBRE LOS ECOS BIZANTINOS EN ALMERÍA. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUEOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267 Jaime Vizcaíno Sánchez Profesor Asociado de Historia del Arte de la Universidad de Murcia

CAPÍTULO 14. SOBRE LOS ECOS BIZANTINOS EN ALMERÍA. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUEOLOGÍA

Jaime Vizcaíno Sánchez Profesor Asociado de Historia del Arte de la Universidad de Murcia

Hablar de Bizancio en el Sureste español es referir ecos que, cabalgando sobre las olas de un extremo a otro del Mediterráneo, llegan amortiguados no sólo por el peso de catorce siglos, sino también por el propio devenir histórico, que hace de este territorio el más lejano de entre las posesiones del antiguo Imperio Romano de Oriente1. Conviene no perder de vista esa lejanía, tanto física como “ideológica”, pues en ella radica una de las claves para comprender la dinámica de ocupación de los milites Romani en las costas meridionales de Hispania. En efecto, a pesar de que ésta no era sino, ampliamente, el umbral del Imperio -con toda la carga simbólica que de ello puede desprenderse- poco pareció importar de forma efectiva a sus contemporáneos, más preocupados en atender otros problemas geopolíticos de mayor urgencia estratégica. Tanto es así que, mientras la rápida conquista del África vándala fue seguida de la fanfarria del triunfo celebrado en Constantinopla, recogida minuciosamente por las fuentes, estas mismas hacen de sordina para los acontecimientos hispanos, marcadas por un laconismo sumamente expresivo2. Detrás de todo ello, la misma esencia y suerte del proyecto de Renovatio Imperii3. La empresa restauradora había sido un proyecto personal del emperador Justiniano que las circunstancias habían permitido poner en marcha y que, también, en adelante, habrán de condicionar y aun de ponerle fin. Así las cosas, el desembarco de las tropas bizantinas en Hispania acontece cuando pesan el desgaste de las guerras en África, Italia y el Danubio, y un corolario de desastres, como las catástrofes naturales o el azote de la peste, hacen replantear el rumbo. Ya el mismo Justiniano había anotado que “ocupados con todas las preocupaciones del Imperio, no podemos pensar en asuntos menores”, y qué duda cabe que, en un contexto en el que “acosan sin embargo una multitud de problemas individuales y planteados por nuestro súbditos” (Nov 1, Proem.), las lejanas posesiones hispanas eran un “asunto menor” para los ciudadanos del Imperio. Es cierto, sin duda, que a la hora de reconstruir esas décadas podría esgrimirse la tendenciosidad de Procopio en su Historia Secreta -a veces, por su mordacidad, rayana en lo cómico-, o que Coripo, en sus testimonios sobre la “agotada” África y aun acerca de un “mundo extenuado”, caiga en el tópico laudatorio de la felicium temporum reparatio que planea en su panegírico al sucesor de Justiniano, Justino II, pero ya no sólo Agatías también apunta en esa misma dirección, como tantos otros, sino que, por cuanto aquí nos interesa, nada resulta más esclarecedor que el práctico mutismo acerca de la “aventura” hispana.

1

Desde estas líneas, queremos agradecer a la catedrática de Derecho Romano de la Universidad de Almería, profesora Rosalía Rodríguez, el esfuerzo e ilusión depositados en el proyecto “Ecos de Bizancio. Los últimos romanos de Almería”, del que ha sido verdadera impulsora, animándonos a todos los que nos hemos sumado al conjunto de actividades desarrolladas.

2

Sobre la atención a los “asuntos hispanos” en las fuentes del momento, VALLEJO GIRVÉS, M. (2002): 39-75.

3

VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2009): 33-60; y VALLEJO GIRVÉS, M. (2012): 67-98.

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Si ya el mismo proyecto restaurador había sido recibido con desapego y aun franca reticencia desde sus comienzos -como muestra la misma actitud del prefecto del pretorio, Juan de Capadociase entiende que el curso de los acontecimientos lleve incluso a profundizar en la “desafección” hacia los asuntos occidentales, máxime cuando, como ocurre en la lejana Hispania, las victorias no pueden tacharse más que de pírricas. Si a ello sumamos el fin del mismo reinado justinianeo y su sucesión por nuevos emperadores que, inmersos en diversas coyunturas, se comprometen en diferente grado con su herencia restauradora, parece comprenderse el modesto balance de la presencia imperial en Hispania durante los siglos VI-VII. Dejan constancia de ello no ya sólo el exiguo número de fuentes escritas sino también su mencionada parquedad, completada hoy día por un corpus arqueológico recientemente ampliado4. Dicho corpus, lejos de romper o contradecir el casi unánime “silencio” de los autores antiguos, permite “comprenderlo”, pues de Bizancio, a pesar de una presencia física, real, francamente también “humilde”, sólo llegaron a sentirse “ecos”. Excede el propósito de estas páginas realizar una síntesis de la documentación arqueológica y, por ende, de la “materialidad” de la presencia bizantina en Hispania, si bien, como hemos tenido ocasión de analizar con más detalle, creemos que habría de tildarse de “singular”, modulada por distintos condicionantes y particularismos, de los que resulta un “modelo bizantino-hispano”5. Sin duda, una de las pautas más características de tal modelo es la eficaz imbricación en el mercado mediterráneo que garantiza la ocupación imperial, la posibilidad de pertenecer plenamente a la oikoumene mediterránea, de participar de los flujos que recorren un lago que gracias a la obra justinianea había vuelto a ser “romano”. A lo largo de toda la franja costera hispana incluida en la provincia bizantina se sienten esos ecos mediterráneos, muy especialmente en el Sureste y, sobre todo, en Carthago Spartaria, a la sazón principal centro direccional de la Spania bizantina, amén de escenario donde más se ha avanzado en la investigación arqueológica de su subsuelo y depósito material asociado. Comoquiera que sea, en su hinterland tampoco faltan restos. Ocurre así, por ejemplo, en la zona almeriense, verdadero territorio bisagra entre la urbe levantina y el otro bastión de la presencia imperial, Malaca6. Aquí, donde se emplazaron otros puntos de interés, como la enigmática, por desconocida, sede episcopal de Urci7, se han hallado distintos materiales del período. Los mismos llegarían tanto a través del comercio privado como, sobre todo, gracias a su inclusión en los circuitos de la renovada annona8. Dicha inserción en las redes de aprovisionamiento oficial, procurada por su incorporación a la soberanía de los milites Romani, garantizó la distribución de toda una serie de mercancías importadas aun a falta de una sólida demanda. No olvidemos, a este respecto, que, por cuanto conocemos, la zona almeriense apenas contó con núcleos de población de cierta entidad, y tampoco la ocupación rural parece desmentir la impresión de una demografía modesta, condicionada, como hasta tiempos recientes, por un medio físico semiárido9. En cualquier caso, dicha síntesis entre economía mercantil y economía dirigista que posibilitó la talasocracia protobizantina, hizo que los comerciantes orientales intensificaran su presencia en las costas hispanas, también en la almeriense10.

4

VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2009).

5

VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2009) y (2013).

6

Sobre los restos protobizantinos de la provincia almeriense, VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2009): 187-195

7

Acerca de su localización, vid. GARCÍA ANTÓN, J. (2006) y CASADO BAENA, M. (2007). La sede, en cualquier caso, como señala ACIÉN, M. (1999), habría desaparecido como ciudad en el siglo IX.

8

Sobre la restauración de las redes de suministro estatal, vid. MURIALDO, G. (2001): 302ss.

9

Vid. la reciente aproximación al conjunto del Sureste y el estudio concreto de la vecina Carthago Nova, realizado por RAMALLO ASENSIO, S.F. y ROS SALA, Mª M. (2012).

10 Remitimos a los trabajos de ZANINI, E. (1998): 332; y GARCÍA MORENO, L.A. (1993) y (1972).

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LÁMINA 1: Inscripción griega hallada en Villaricos (RODÁ, I. 1988)

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Quizá entre estos transmarini negotiatores orientales cuya actividad fue regulada por el Liber Iudiciorum de Recesvinto (LV, XI.3), hemos de incluir a Eutyches, hijo de Sambatius, cuyo epitafio fue hallado en la antigua Baria (lám.1)11. Dicha inscripción, donde el difunto deja constancia de su condición de “griego”, se encuentra grabada sobre una teja fragmentada. Precisamente, la indicación de su origo arroja más información acerca de su ascendencia, pues frente a la forma canónica, nos encontramos aquí con una contracción con paralelos en el ámbito italiano. Por lo demás, el epitafio deja constancia de la fe cristiana del difunto a través de la cruz de tipología griega grabada en la parte superior, dando comienzo al texto. Nada hay, en cambio, relativo a la fecha del óbito, que sólo puede ser estimada a partir de ciertos indicios. Entre ellos, por ejemplo, cabe destacar la grafía, marcada por la presencia de la típica alfa de travesaño quebrado, o la beta formada sobre kappa, tan propias de los siglos V-VII. Poco aporta, en cambio, la onomástica, dado que el nombre del fallecido es uno de los cognomina helénicos más frecuentes, extendido ya entre los libertos hispanos durante momentos previos. Del mismo modo, también el nombre del padre del difunto es corriente, no faltando, por ejemplo, en el repertorio de inscripciones tardías de Mérida12. Comoquiera que sea, en conjunto, la grafía, el formulario, la simplicidad cuando no abierto error gramatical o, igualmente, la modestia del soporte, en consonancia con otros epígrafes hispanos de posible cronología bizantina, hacen factible que Eutyches falleciera en Villaricos durante la etapa de ocupación de los milites Romani. En este sentido, no faltan otros indicios epigráficos de la presencia oriental en Almería, como, por ejemplo, un anillo procedente de la Loma de Onáyar, en la antigua Murgi, cuyo chatón porta una sencilla inscripción griega, también abierta por la cruz13. No obstante, en este caso, lo parco de la evidencia hace que prudentemente debamos manejar una cronología genéricamente tardía.

FIGURA 1: Relaciones comerciales de la Spania bizantina (VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. 2009: fig.88)

11 RODÁ, I. (1988): 231-233, fig.16. 12 ICERV, 418. 13 CARA BARRIONUEVO, L. (2000): 28-29, fig.9 y 10.

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Estos comerciantes traerían a la costa almeriense diversas mercancías importadas, en especial productos alimenticios no sólo del otro extremo del Mediterráneo sino, sobre todo, de la cercana África (fig.1)14. Así, de esta última llegó aceite procedente de Tunicia, envasado en grandes contenedores cilíndricos como los tipos Keay LXI o LXII A. El primero de ellos, documentado, por ejemplo, en la Depresión de Vera15, se puede considerar como uno de los grandes fósiles directores de la presencia bizantina. De hecho, su difusión se ha puesto en relación con la reconquista imperial de la provincia africana y la reorganización productiva que a ella siguió. Caracterizado por su gran cuerpo cilíndrico, cuenta con cuello cilíndrico o cónico y asas de sección oval, así como borde ligeramente exvasado y engrosado cuadrangular externo. Al parecer, fue manufacturado en los talleres costeros de la Byzacena. También de la costa septentrional y de las figlinae del territorio tunecino interior, procedería la muy similar ánfora Keay LXII, hallada en lugares como San Pedro16. Igualmente, en estos y otros puntos de la zona almeriense, encontramos los denominados spatheia, pequeños envases cuya longitud se sitúa entre los 40 y 44 cm, con un diámetro entre los 8 y 13 cm. Ubicuos en los contextos tardoantiguos, desconocemos su contenido, que, quizá, dada esa elevada presencia en lugares de todo tipo, pudo ser una mercancía accesible a sectores no necesariamente privilegiados. Por el momento, los análisis de residuos parecen indicar que se trataría de un contenedor polifuncional, capaz de transportar diferentes productos como salsas de pescado, aceite, vino, ungüentos o sustancias para la conservación de alimentos, como pimienta o especias. En menor cantidad, también afluyeron las ánforas orientales. Así, en la misma Depresión de Vera o en Ponta Entinas, hallamos el tipo LRA 2 / Keay LXV, que procedería de Quíos, la Argólida o diversos puntos del Mar Negro. Este envase, que pudo transportar vino oriental o miel ática, presenta cuerpo globular, con una ancha franja de estrías sobre el hombro. Más intensa fue la difusión del tipo LRA 1 / Keay LIII, manufacturado en las regiones de Isauria, Cilicia y norte de Siria, que encontramos, por ejemplo, en el Bajo de Roquetas. En la antigua Baria, las excavaciones de Siret también documentaron ánforas ibicencas, que quizá hemos de englobar en el tan extendido tipo Keay LXXIX / RE-0314b17. Su pequeño módulo ha hecho considerarla jarra, contando con decoración a peine de tipo polilineal. Estos fletes incluían otros envases cerámicos, de nuevo monopolizados por la pujante África. Así, la vecina provincia exporta su preciada vajilla de mesa en Terra Sigillata Africana D. Como ya hemos visto para otros materiales, la Depresión de Vera o Villaricos se convierten en buenos exponentes del panorama, en este caso con un repertorio vascular que integra los tipos Hayes 91 C, 80B/ 99, 99, 103, 104 A/B, 105, 10718. Dichos recipientes apenas dejan hueco para las vajillas del otro extremo del Mediterráneo, como la denominada Late Roman C, salida de talleres foceos, y que llega a Villaricos, donde la encontramos representada con fragmentos con decoraciones de los grupos II y III de Hayes19.

14 Para el patrón cerámico característico de la ocupación bizantina, recogiendo la bibliografía pertinente, VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2009): 599-664. 15 MENASANCH DE TOBARUELA, M. (2000): 215. 16 BLÁNQUEZ, J. ET ALII. (1998): tabla 8, 172. 17 SIRET, L. (1906): lám.XXIX. 18 Sobre ambos, MENASANCH DE TOBARUELA, M. (2000): 215; CARA BARRIONUEVO, L. (2007). 19 GARCÍA VARGAS, E. (2011): 90

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Si ya esta resulta escasa, por el momento, además, también son inexistentes los Late Roman Unguentaria, que, traídos de Asia Menor, se hayan presentes en otros lugares de la Spania bizantina, muy especialmente en sus dos grandes centros, Carthago Spartaria y Malaca20. No en vano, también del norte de África procede la cerámica de cocina o las lucernas, pertenecientes, en este último caso, al denominado tipo “africano clásico” Hayes II / Atlante XA1a, realizado en la Byzacena, quizá en la misma Cartago y en talleres como el de El Mahrine. Se caracterizan por un depósito redondeado, con canal abierto y estrecho, pico de tendencia circular, o asa maciza unida al pie anular mediante una nervadura. Su rica iconografía cristiana (fig.2) da cuenta de las modas imperantes21 y engrosa la ya abundante nómina de hallazgos almerienses indicativos de la cristianización del territorio, como el célebre sarcófago de Berja o las imágenes del Buen Pastor de Gádor22.

FIGURA 2: Hallazgos del cerro de Montroy (SIRET, L. 1906)

20 VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. y PÉREZ MARTÍN, I. (2008). 21 CASTELO RUANO, R. (1988) y (1990). 22 Respectivamente, SOTOMAYOR MURO, M. (1975): 101-107, nº16; GARCÍA Y BELLIDO, A. (1950)

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Acompañarían a los recipientes cerámicos, otros de vidrio, sea el caso, por ejemplo, del vaso o copa denominada “a sacchetto”, que Siret pudo localizar en sus excavaciones en Villaricos (fig.2.32). Aunque se conserva fragmentariamente, contando con poco más que su fondo, sus características parecen englobarlo en este tipo propio de finales del siglo VI y siglo VII23. Con este término se conocen los recipientes de borde apenas engrosado, con paredes convexas, cuyo diámetro tiende a aumentar hacia la base. Se encuentra realizado mediante una técnica ya conocida en época romana pero que, después de su empleo durante el período tardoantiguo, parece abandonarse en Occidente hasta su nueva utilización en los vidrios de época islámica. Dicha técnica procura una decoración de motivos geométricos polícromos, obtenidos mediante el proceso de soplado del vidrio, que quedan fundidos en el espesor del cuerpo mediante filamentos de pasta vítrea roja, blanca, o amarilla que contrasta con el fondo. El repertorio ornamental incluye motivos de festones, plumaje, hojas o espirales, entre otros, en solución semejante a los cuernos de vidrio como el documentado en la Carthago Spartaria bizantina24. Al igual que en este último caso, parece que se trataría de importaciones italianas. Alimentos, cerámicas, vidrios… son sólo la parte más cuantiosa de unas operaciones que incluyeron variadas mercancías, como, por ejemplo, los bronces. Entre ellos, a tenor de cuanto vemos en otras ciudades, ocuparon un papel importante los elementos de indumentaria y adorno personal, de forma especial, los broches de cinturón. A este respecto, no obstante, el territorio almeriense no ha deparado por el momento broches de la denominada serie bizantina, como el tan frecuente tipo Siracusa. Por el contrario, sí encontramos evidencias que posiblemente hemos de encuadrar en el momento en el que la zona es conquistada por los visigodos, sea el caso así de los broches liriformes, como el hallado en Vera, perteneciente a la variante A individualizada por G. Ripoll25. Compensan dicha ausencia otras manifestaciones de la toreútica. Ocurre así con los denominados ornamenta ecclesiae26, de los que en Almería, contamos con un magnífico ejemplar. Se trata de un incensario de posible ascendencia copta, hallado, al parecer, en algún lugar indeterminado de la provincia (lám.2)27. El ejemplar presenta cazoleta simple, de módulo hexagonal y carece de cubierta. En el borde cuenta con tres aletas para su suspensión, que engarzan con tres cadenas reunidas en una sola a través de una cruz patada que cumple la función de eslabón central. La longitud de la cadena, con 2,30 m, muestra que la pieza estaría suspendida en el interior de un edificio, a diferencia de los objetos móviles referenciados por fuentes como el Liber de vitas sanctorum patrum emeritensium, que menciona como éstos eran llevados por los diáconos en la procesión del clero. En cuanto a su datación, si bien lo arquetípico de estos ejemplares impide gran precisión temporal, se ha propuesto los siglos VI-VII como fecha más adecuada, por lo que es posible, siempre y cuando el incensario proceda efectivamente de Andalucía oriental, que fuese importado mientras los milites Romani ocupaban la zona. Los estudios indican que sería fruto de un taller egipcio, como el incensario ilerdense de El Bovalar, uno de sus paralelos en territorio hispano. En cualquier caso, a los prototipos coptos hay que unir otras piezas orientales, como los ejemplares de Delos, Esmirna u Olimpia, que muestran lo extendido del formato y, por tanto,

23 Sobre el mismo, STIAFFINI, D. (1985); y SAGUÌ, L. (2001): 311. 24 VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. (2005). 25 RIPOLL LÓPEZ, G. (1998). Acerca del broche, ZEISS, H. (1934): lám.17, nº12; y RAMALLO ASENSIO, S.F. (1986): 151152. 26 RIPOLL LÓPEZ, G. (2008). 27 Hoy forma parte de la colección del M.A.N., NºInv.: 62.341. Sobre el mismo, vid. ALMAGRO GORBEA, M. (1964-1965): 181-192; PALOL, P. (1990): 145-146; BALMASEDA MUNCHARAZ, L. Y PAPÍ RODES, C. (1998); y VIZCAÍNO SÁNCHEZ, J. 2014.

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la prudencia a la hora de fijar el origen de su manufactura. De hecho, en ausencia de análisis metalográficos, nos movemos únicamente con criterios estilísticos que focalizan su atención en una serie de atributos que, dado el triunfo de ciertas modas, se impusieron en muy lejanos puntos. En conclusión, aunque en el territorio almeriense los “ecos” bizantinos sean, por el momento, más débiles que en Ceuta, Málaga o Cartagena, verdaderos paradigmas de la presencia de los milites en Spania, los hallazgos refrendan ciertas influencias y la vocación mediterránea que caracterizó al conjunto de la provincia conquistada por Justiniano.

LÁMINA 2: Incensario procedente de Almería (Fotografía cedida por el Museo Arqueológico Nacional de Madrid)

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