Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad 2015

June 30, 2017 | Autor: Manuela Camus | Categoría: Estudios de Género, Colonialidad, Etnografía, Antropologia Urbana
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Descripción

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

Manuela Camus

UNIVERSIDAD

GUADALAJARA 2015 DE

307.760972352 CAM Vivir en el coto / Manuela Camus Bergareche Primera edición Guadalajara, Jal.: Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Coordinación Editorial, 2015. 1.2.3.4.5.6.7.-

Ciudades y pueblos – Guadalajara, Jalisco Vivienda – Guadalajara, Jalisco Condominios (Vivienda) – Guadalajara, Jalisco Condominios – Aspectos sociales – Guadalajara, Jalisco Urbanismo - Guadalajara, Jalisco Sociología urbana Mujeres – Condiciones sociales

I.- Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

Primera edición, 2015 D.R. © 2015, UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades Coordinación Editorial Juan Manuel, 130 Zona Centro, C. P. 44100 Guadalajara, Jalisco, México Consulte nuestro catálogo en: www.cucsh.udg.mx ISBN: 978-607-742-218-1 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Portada: Cuadro y foto del autor: Pedazos de cielo n°20, 2004 100 cm x 100 cm acuarela sobre papel y cordel artesanal José Arturo Monroy Samayoa

Esta edición fue financiada con recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) Proyectos Integrales en Formación de Recursos Humanos de Alto Nivel en equidad de Género y Violencia contra las Mujeres 2009, Modelo Ord. 24-09-02. Este programa es público y queda prohibido su uso con fines partidistas o de promoción personal.

Índice

PRESENTACIÓN Segregación urbana y mujeres de coto .................................................... 9 Elena de la Paz Hernández Aguila INTRODUCCIÓN ........................................................................................... 13 Los cotos como condición de época ..................................................... 14 Neoestamentalización y colonialidad tapatía ....................................... 19 Una arquitectura compleja para una etnografía limitada ..................... 24 I

REPASO HISTÓRICO DE LA COLONIALIDAD TAPATÍA .......................... 31 La distinguida historia de la Perla Tapatía ............................................ 31 La expansión de la ciudad burguesa ..................................................... 41

II

EL ESCENARIO SOCIOURBANO: GUADALAJARA, UNA METRÓPOLIS NOSTÁLGICA .......................................................... 49 El despegue industrial tapatío y la reestructuración urbana ................. 50 El implacable avance del desarrollo ...................................................... 53 La transición de los años 1970 y el desborde urbano ........................... 54 Guadalajara global y su privatización ................................................... 58 La explosión de Zapopan y los cotos .................................................... 60

III LOS COTOS DE PRIVILEGIO TAPATÍOS .................................................. 73 El coto catrín: Valle Real. "El hitazo" ..................................................... 76 Imágen y representación ....................................................................... 97 El coto campestre: Rancho Contento. El retiro antiurbano ............... 107 El coto estándar: Parque Regency. El abigarramiento residencial ..... 128 Otros enemigos internos en los cotos: los narcos ................................ 145 IV MUJERES Y COTIDIANIDAD EN EL COTO TAPATÍO ........................... 151 Transformaciones de género y familia ................................................ 151 Las madresposas de coto ..................................................................... 159 De amas de casa a gestoras del hogar ................................................. 160

La convivencia-dependencia entre patrones y servidumbre ............... 170 Mujer y espacio doméstico .................................................................. 178 Transiciones de mujeres o variantes del ser mujer en los cotos ......... 196 V

LOS HIJOS DE LOS COTOS ................................................................... 233 Socialización tapatía de coto ............................................................... 237 Vandalismo: la comunidad versus juniors influyentes ........................ 241 Distintas experiencias de jóvenes ........................................................ 245 Sostenibilidad y reproducción de la vida de coto ............................... 253

VI REFLEXIONES FINALES ....................................................................... 259 La representación de la comunidad y el colectivo ............................. 260 Constelación de actividades: mujeres multifuncionales ...................... 263 La distinción neocolonial y la simplificación social ............................ 274 Implicaciones políticas de la estamentalización ................................. 279 ANEXOS Cuadro 1. Entrevistas .......................................................................... 283 Cuadro 2. Mujeres multifuncionales de coto ...................................... 285 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 287

P RESENTACIÓN

SEGREGACIÓN URBANA Y MUJERES DE COTO

El libro que presenta Manuela Camus aborda cómo cobra sentido la lógica espacial de los condominios o fraccionamientos cerrados de clase media alta y alta de Guadalajara, acercándose a su mundo de vida. El tema es relevante y de actualidad, dado que las urbanizaciones residenciales que se investigan son un fenómeno que inicia hacia la década de 1990 y que ha proliferado mucho en nuestra metrópoli, por lo que aún no es lo suficientemente estudiado. La autora muestra los resultados de un exhaustivo e interesante trabajo de campo con mujeres que viven en cotos de la ciudad de Guadalajara, donde contribuye a conocer los estilos-mundos de vida a través de sus propias voces. El material empírico que sustenta la investigación consiste en más de cuarenta entrevistas a habitantes de diversos cotos, mayoritariamente mujeres de edad entre 45 y 50 años jefas de hogar y una decena de informantes claves, tarea nada sencilla en virtud de que el acceso a estos espacios es difícil, pues sus habitantes son recelosos de su privacidad, lo que indudablemente da mayor valor a la investigación. La originalidad del trabajo de Camus se sustenta en la premisa de partida de ir más allá de la idea de que las personas que viven en fraccionamientos cerrados sólo lo hacen por un problema de seguridad. En la hipótesis se apuesta a que este nuevo fenómeno tiene que ver con un proceso de neoestamentación, mismo que se presenta "ante el desplome del Estado de Bienestar y de las utopías sociales de igualdad y ciudadanía para todos". La autora señala cómo el desarrollo urbano cambia la escala geográfica de la segregación urbana. Las políticas neoliberales liberalizan el mercado de tierra y ofrecen mayor papel a inversionistas privados en la gestión del espacio urbano, dispersan los servicios comerciales y residenciales fuera de los límites tradicionales, buscando capitalizar sus inversiones con la instala-9-

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ción de shopping center, barrios cerrados, centros de entretenimiento, torres residenciales o enormes urbanizaciones periféricas. En su opinión, todo en la búsqueda de lo que se ha dado en llamar "urbanismo de similares", de exclusividad. A decir de Camus, Guadalajara acuñó su propia palabra para estos espacios residenciales cerrados, "cotos", que procede del latin cautus, defendido, lo que acentúa el sentido de exclusividad al incluir la idea tanto de límite como de reserva o aprovechamiento particular. Para explicar el proceso de desarrollo de la ciudad, así como el proceso histórico que permite la construcción de un espíritu colonial en Guadalajara, la autora dedica dos de los capítulos del trabajo a realizar un recorrido histórico de "la colonialidad tapatía". Muestra cómo la ciudad se va desarrollando entre conflictos y movimientos sociales desde la independencia, revolución y guerra cristera. Realiza además una amplia revisión de literatura de urbanistas, geógrafos, sociólogos, filósofos que abordan el estudio de las élites y sus residencias en América Latina. Otro de los asuntos que se problematiza en esta investigación refiere a concebir al coto como un invento cultural simbólico del poder, "icono del urbanismo de privilegio", lo que lleva a la autora a reflexionar sobre el tipo de tipo de sociedad que se está construyendo. Comunidades que realizan un esfuerzo discursivo de generar comunidad pero sin ningún éxito. "Comunidades despojadas de su sentido de comunidad", cuya divergencia respecto a la utopía de la comunidad armónica, igualitaria, solidaria es que no pretende esta comunión sino su autodefensa de clase. La revisión sobre cómo se organizan los cotos no hace sino mostrar cómo el relacionamiento interno se rige por el aporte económico, por las reglas del coto y quien no las cumple se expone a la presión del colectivo a la expulsión de la comunidad. Por ello algunos autores los refieren como "comunidades totales", donde se pone en conflicto la colectividad con la libertad. El trabajo también analiza cómo la arquitectura y el urbanismo se convierten en instrumentos disciplinarios que institucionalizan el control social. Aunque este no es un tema nuevo –la obra de Foucault del Panóptico daba cuenta de cómo cierto tipo de construcciones realizadas en cárceles y fábricas estaban diseñadas arquitectónicamente de manera que se pudiera tener el control visual desde un punto–, lo novedoso nos dice Camus citando a 10

Presentación Cortés, es cómo la presencia de celulares, cámaras, alarmas GPS, "permiten que nos sigan por la ciudad y hasta por el interior ‘asegurado’ de los cotos". Los cotos que estudia Camus tienen nombre y apellido e incluso una clasificación con base en diferencias económicas y espaciales, que los hacen contrastables a propuesta de la autora: los de alto nivel económico, los campestres, y los estándar. Para cada uno de ellos se identifica un referente concreto: Valle Real, Rancho Contento y Parque Regency, todos en el municipio de Zapopan –aunque las entrevistas incorporen otros fraccionamientos similares al paradigmático. La autora presenta, a través de los testimonios de las mujeres que viven en estos cotos un recorrido, que no sólo nos permite conocer los amurallados fraccionamientos, sino sus formas de organización, sus costumbres, sus ritos, las reglas de convivencia al interior, los conflictos etc. Nos describe a sus habitantes. Al dedicar especial atención a las mujeres, un objetivo central en la obra es el papel que cumplen como habitantes del coto. A la autora la interesa analizar hasta dónde se cuestionan "estas mujeres la condición de madreesposas que reproduce el poder patriarcal"; se pregunta si son mujeres con autonomía que confrontan el control familiar y su capacidad de desarrollar actividades y gestionar espacios propios en sus viviendas. Para ello analiza el perfil de las mujeres entrevistadas, la cotidianidad que viven, las actividades que realizan y su forma de concebir su vivienda. Después de una interesante descripción sobre los estilos-mundo de vida de estas mujeres, la autora las tipifica como mujeres "agendadas", "gestoras de hogar", "mujeres chofer" y "mujeres vitrina" porque "deben ejercer la hegemonía transformista, ese esfuerzo continuo de estabilización del orden dominante que siempre está tambaleante y que practica estrategias –entre otras de control cultural– para mantenerse en esa posición" (Williams, 1989; Alonso, 1994, citados en Camus). No obstante en su análisis la autora evita hacer generalizaciones y establece distinciones entre las mujeres de los diversos cotos en estudio "tenemos mujeres madresposas" junto a las trabajadoras y las "ociosas". Así, podemos señalar que mientras que las investigaciones sociales se han centrado en el estudio de los sectores más vulnerables, un plus de este estudio es que muestra a las mujeres de élite de Guadalajara. 11

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Si bien el actor central del coto son las mujeres, la autora no pierde de vista a otros actores como los jóvenes, que nacen y crecen en los cotos y los "enemigos internos", los narcos, que a decir de la autora no sólo participan en la construcción de estos fraccionamientos, con el blanqueo de capital que realizan en la inversión inmobiliaria, sino que también viven en su interior en donde discursivamente no son muy bien aceptados por el resto de los habitantes. Son innumerables las reflexiones que atraviesan esta obra, muchas las líneas de investigación que se dejan abiertas para futuros trabajos. Es clara la necesidad de profundizar en el estudio de estos procesos, ya que son muy recientes. Coincido con la autora cuando citando a Cabrales Barajas nos menciona sobre "la necesidad de readecuar las categorías teóricas sobre la ciudad porque los condominios cerrados muestran procesos difícilmente codificables invitando a pensar unas reglas distintas a la ciudad tradicional". El coto en sus variantes es una buena ventana para ver la sociedad que lo hace suyo, pero después de revisar esta obra queda la incertidumbre sobre la capacidad que se tiene de crear ciudadanías alternativas desde estos espacios que aporten a toda la sociedad. Dra. Elena de la Paz Hernández Aguila Departamento de Estudios Socio-Urbanos Universidad de Guadalajara

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Introducción

I NTRODUCCIÓN

En 2009 se me abrió la posibilidad, gracias al Centro de Estudios de Género y la Universidad de Guadalajara, de proponer una investigación al Conacyt. No me dilaté en identificar el tema general. El boom de los fraccionamientos cerrados como forma de habitar la ciudad y como estilo de vida era hasta pornográfico por su ubicuidad publicitaria y real. A mi curiosidad por ese hábitat urbano se sumaba la posibilidad de entender otros sectores sociales: los tapatíos de clase media alta y alta, hacia quienes la distancia social y cultural era todo un reto, aun siendo yo de origen español y de clases medias liberales.1 Estas urbanizaciones residenciales que suelen ser de dos pisos y unifamiliares, con muro perimetral y control de seguridad en la entrada, se disparan en la década de 1990 y su expansión ha sido tal, que han logrado imponer su huella caracterizando el crecimiento urbano mundial, el de las ciudades latinoamericanas y, cómo no, el de la Guadalajara metropolitana actual. En esta ciudad caracterizada por su histórica horizontalidad, los cotos de baja densidad poblacional se expanden regidos por la especulación inmobiliaria y fagocitan al mundo rural de las periferias junto a la apertura de vialidades, la generación de centros comerciales y la instalación de otros servicios que los escoltan. Guadalajara tiene acuñada su propia palabra para estos espacios residenciales: "coto". La misma resulta muy significativa, procedente del latín cautus, defendido, según el Diccionario de la Real Academia Española, acentúa el sentido de exclusividad. Inicié la investigación empapándome de tantos autores urbanistas, geógrafos, sociólogos, filósofos que abordan la historia de las élites actuales y sus residencias en América Latina y por el mundo. La investigación social en México ha tendido a centrarse en las problemáticas y urgencias de los 1

Tapatío, originario de Guadalajara.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad sectores más vulnerables, mientras las élites se escabullen del escudriñamiento antropológico. Esta instalación en las sombras es una situación que prefieren y defienden como parte de su "privacidad" y de sus privilegios. Los cotos o condominios cerrados han abierto las puertas para esas indagaciones de los invisibilizados "de arriba". Como apunta Setha Low: El desarrollo residencial cerrado es particularmente intrigante, reflejando los cambios en los valores sociales que acompañan a la rápida globalización. Comprender esta forma espacial, su contexto histórico y cultural, y por qué los residentes eligen vivir allí ofrece una perspectiva importante sobre la ciudad central que a menudo se pasa por alto (Low, 2003: 387).

Y Michael Janoschka, refiriéndose a Buenos Aires, también lo insiste "...la agenda urbana ha cambiado radicalmente. De repente, las élites se ven descubiertas por medios e investigadores como un interesante objeto de estudio" (2002). Esta "moda" en las ciencias sociales tiene que ver con un mundo que se introduce a otras bases de poder y lógicas provocando de nuevo la disputa de la hegemonía sociocultural por unas efervescentes clases altas. Es tiempo de colarse en sus entresijos intramuros, escuchar sus voces, comprender su o sus "cosmovisiones" y destapar la cara oculta de la desigualdad: la del privilegio.

LOS COTOS COMO CONDICIÓN DE ÉPOCA El geógrafo David Harvey expresa que "como cualquier forma social, el urbanismo puede exhibir una considerable variedad de formas dentro de un modo de producción dominante, mientras que formas similares se pueden encontrar en los diferentes modos de producción" (en Walton, 1978: 27). Desde finales del siglo pasado las urbanizaciones cerradas avanzan en el mundo para "una sociedad que espera poco del Estado" y una estética que busca "normalizar el estado de emergencia" (Rojas, 2007: 16). Y parecen llegar para quedarse. El amurallamiento residencial colectivo es el icono urbano del privilegio y un buen símbolo de poder.

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Introducción En sociología urbana se habla de "la huida de la ciudad" y de "la suburbanización" por parte de sectores de élite y sectores emergentes en este contexto de globalización corporativa que, acompañada de una violencia creciente en los espacios urbanos, habría justificado la secesión social y la autoprotección. El miedo y la desconfianza al resto de la sociedad es un principio aceptado de la organización de las ciudades de hoy.2 La dinámica civilizatoria como el avance de la racionalización en la interdependencia social implica la sujeción, coacción, control sobre los otros y sobre uno mismo, ya que el miedo a los demás mueve la acción social. Este proceso y sus reglas de juego es impulsado por los guardianes del orden, la seguridad y el buen gusto que son las clases acomodadas, a las que permite mantener prestigio, oportunidades, nivel de vida elevado y mayores recursos (Elias, 2009).2 Por este papel de guías culturales podemos considerar a estos sectores como "clases vitrina". El proceso de civilización se contrapone con el de descivilización, inseguridad y desorden y, ante esta vulnerabilidad e incertidumbre –también condiciones de época, la acción tomada por estas clases con su encierro explícito, ha sido radical. La arquitectura y el urbanismo como instrumentos disciplinarios que institucionalizan el control social no es nada nuevo, pero las "prótesis tecnológicas": cámaras, alarmas, GPS, celulares, webcam, controles remotos, permiten que innumerables ojos nos sigan por la ciudad y hasta por el interior "asegurado" de los cotos (Cortés, 2010: 9). Desde un análisis de estilos de vida y modas se justifica el apartamiento. Además las urbanizadores y el mercado están lanzando la novedad de "la desaceleración de los ritmos internos, un cambio de actitud con el medio, con los afectos, con uno mismo, un modo de revalorizar la vida desatendiendo las caprichosas exigencias del reloj" –parodia Patricia Rojas–. En vez de fast food, ahora todo es slow, slow attitude y "hasta slow city" (Rojas, 2007: 21). Y desde un análisis de segregación urbana se plantea un nuevo modelo frente al tradicional de ciudad compacta que seguía un principio de zonas 2

Para Sao Paulo lo recoge Caldeira: "La expansión del consumo de masa hace más complicadas las cuestiones de distinción" y las clases altas se irritan y molestan y buscan "espacios de circulación controlada", como los shopping center y, finalmente señala, "las marcas de distancia social son sustituidas por muros concretos" (2007: 367-368).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad concéntricas de sectores grandes y homogéneos (Aguilar y Mateo, 2011). Ahora el patrón es disperso y fragmentado, las élites se trasladan a la periferia adentrándose en zonas rurales y creando subcentros urbanos, mientras los pobres también se establecen en la periferia. El desarrollo urbano cambia la escala geográfica de la segregación y hay una dispersión de las infraestructuras y las funciones en su espacio.3 Las políticas neoliberales liberalizan el mercado de tierras y ofrecen mayor papel a inversionistas privados en la gestión del espacio urbano, así dispersan sus servicios comerciales y residenciales fuera de los límites tradicionales buscando capitalizar sus inversiones con shopping center, barrios cerrados, centros de entretenimiento, torres residenciales o enormes urbanizaciones periféricas. Se crean "islas de modernidad" en las que se produce una alta homogeneidad interna pero una reducción de la distancia física entre los grupos de diferentes estratos socioeconómicos. La segregación urbana se hace más intensa en la escala micro a través de bolsas urbanas aisladas entre sí y a gran escala se "exhibe una aparente mayor heterogeneidad y los indicadores de segregación residencial se hacen menores. Las nuevas formas urbanas parecen islas de riqueza, de producción, de consumo y de precariedad que se ubican en zonas de carácter más tradicional" (Aguilar y Mateos, 2011: 10). Las periferias estratégicas desincorporadas de la ciudad industrial burguesa, donde se están creando estos subcentros o centros adyacentes, se hacen autónomas del centro urbano previo. Esto es interpretado como un tipo de ciudad emergente a nivel mundial, donde los sujetos se están sacudiendo de los referentes y marcos socioculturales en que han crecido (Donzelot, 1999). Aquí la noción de barrio tiende a desaparecer. Esos territorios están en disputa entre dos sectores polarizados: los marginales desempleados por el proceso de desindustrialización, y las clases afortunadas que se agrupan entre sí eligiendo sus vecinos en lo que Donzelot llama urbanismo de similares, creando espacios propios a la defensiva. Unos representarían la cultura de la violencia, los otros la de la autonomía: a más empobrecimiento mayor crecimiento de estas estructuras fortificadas. 3

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Segregación residencial es la distribución de los grupos sociales de una misma condición socioeconómica en el espacio, también puede serlo por una condición de etnicidad, migración u otra (Aguilar y Mateos, 2011: 7).

Introducción Los nuevos modelos residenciales se vinculan con otras formas espaciales que impone la geopolítica global: aeropuertos, cadenas de restaurantes, nodos de transporte, centros comerciales que afectan los mapas metropolitanos. Estas modalidades cobran sentido hacia las clases globalizadas y homogeneizadas de las que habla Saskia Sassen (2007). Estos ejecutivos transnacionales buscan espacios de confort, seguridad, estilos de vida dentro de un estándar de cotidianidad, servicios y consumo con guiones de comportamiento establecidos: tintorerías, internet, hipermercados, colegios extranjeros, franquicias. Y la tapatiedad de élite ofrece estos espacios del "a gusto", su atmósfera de "gente conocida", exclusividad y sociabilidad. Todos ellos encuentran en este habitar cerca de la ciudad pero separados una manera "natural" de reproducir su estilo de vida. Con estos ejemplos teóricos quiero mostrar que otras formas de habitar la ciudad reflejan, insisto, transformaciones en todas las dimensiones y, en este caso de los residenciales cerrados, los debates generados en diversas disciplinas han sido y son muy encendidos: ciudades abiertas-ciudades cerradas; la pugna entre la expansión privatista y los espacios públicos; las tensiones de poder entre las normativas e intervenciones de las municipalidades y otras instancias de gobierno superiores como el Estado y las de las promotoras; la opción seguridad versus libertad; entre una ciudadanía igualitaria y una ciudadanía patrimonialista; entre la elección de una socialización democrática en la heterogeneidad social o una socialización en la burbuja de la comunidad cerrada y homogénea... Los significados e implicaciones de la cotificación urbana son muy amplios y la bibliografía producida sobre las gated communities, condominios exclusivos, urbanizaciones privadas, ciudades cerradas, countries, exurbias, es extensa. Para América Latina aparece en el 2002 el libro pionero del geógrafo Cabrales Barajas que daba cuenta de la necesidad de readecuar las categorías teóricas sobre la ciudad porque los condominios cerrados mostraban "procesos difícilmente codificables", invitando a pensar en unas "reglas distintas a la ciudad tradicional" (Barajas, 2002: 11-12).4 Wonne Ickx se refe4

El libro que inaugura los estudios de condominios cerrados es el de Teresa Pires do Rio Caldeira (2007), en el año 2000, refiriéndose a Sao Paulo, Brasil, como una "ciudad de muros" y abriendo de lleno el debate sobre fragmentación del espacio público, desigualdad y violencia urbana.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ría a estas urbanizaciones privadas de Guadalajara y al suburbio posturbano –paisaje híbrido de funciones diferentes–, como parte de una "transformación sociocultural más profunda" (2002: 118). Con todo, la actitud general de los autores era de rechazo y cuestionamiento a estas reglas distintas, demandando formas, conceptos, discusiones, modelos urbanos que "debieran ser". Estas y otras propuestas de los procesos urbanos que vive América Latina resultan tremendistas en principio. Se suceden los tópicos como una visión "aterrorizada" de ciudades cerradas, fragmentadas, feudalizadas, de islas privadas, espacios de simulación con un sentido negativo, no como una época en transición. Y se encuentran visiones prejuiciadas como la del cronista tapatío Guillermo García Oropeza, quien alaba e idealiza la vida barrial como "una identidad que compartían los diversos estamentos sociales que en él vivían sin mayor lucha de clases" (2002: 107). Mientras los fraccionamientos son aburridamente homogéneos, frustradas comunidades sin historia. Tienen nombres no históricos, sino, diría mi abuelo zamorano, de los más faceto: Jardines, Bosques, Valles, Pinares y Prados de imposible geografía, o nombres de plantas prestigiosas o nombres de santo elegante, pero a los que nadie reza, como san Wenceslao, que en su nube del cielo lo conocen. Cada clase social escoge el suyo y no se mezcla en él con otras clases, como antes. Los fraccionamientos finolis, de hecho, no sólo intentan ser como los barrios, comunidad de todos, sino espacio privilegiado, si es posible aislado del mundo: no quieren coincidir sino distinguirse a como dé lugar. Para eso se ponen como corazón no una plaza con iglesia y mercado, sino un campo de golf, o se trepan, alpinistas, a un cerro solitario, o se protegen contra el contagio del mundo con el cinturón de castidad de un muro coronado con alambre de púas (campo de concentración de lujo) y, arquitectónicamente abjuran de lo tapatío para hacerse casas de estilo provenzal, o en un delirante curiosidad de estilo que es lo que se llamaría ‘a la Cholula’, porque cada casa tiene sobre la escalera o el baño principal una cúpula diminuta y ridícula cubierta de azulejos. A nuestras burguesías les faltan cien o doscientos años de maduración que tuvieron las de Europa para hacerse civilizadas, de parecerse a las aristocracias. En estos fraccionamientos, el comercio es de la variedad moderna, ‘super’ impersonal en impersonal plaza comercial, y no ya las tiendas de todos, y no tienen ya plaza con bancas para novios.

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Introducción No tienen cantinas ni menos aún, inconfesables domicilios. Y evidentemente no tienen literatura (2002: 107-108).

Y son precisos otro tipo de aportes y enfoques. "No se puede analizar los proyectos urbanos-arquitectónicos residenciales cerrados sólo por su forma externa más evidente: ‘fortalezas vigiladas y excluyentes’ que se construyen frente a la inseguridad" (Safa, 2002: 146). En esta investigación no pude desechar estas consideraciones antisociales de la representación de los cotos, pero permito que sus habitantes se expliquen en su opción de vida, especialmente como se verá desde la voz de las mujeres que residen en ellos.

NEOESTAMENTALIZACIÓN Y COLONIALIDAD TAPATÍA El objetivo de la investigación es conocer qué sociedad se está y estamos construyendo, hasta dónde se están estableciendo otras formas de dominación y de ordenamiento de la heterogeneidad social. Y lo voy a hacer desde los cotos de élite y sus residentes, es decir, es una opción sesgada por esta población de privilegio. Estos cotos en todas sus variantes albergan un abanico de clases entre medias altas y altas, híbridas e inclasificables: tapatíos de "alcurnia", "arribistas o emergentes-globalizados", clases medias de sube y baja, empresarios, profesionales liberales, rentistas, exhacendados, foráneos globales, muchos de ellos (y ellas) parte de los poderes fácticos en la ciudad. Esta forma de habitar refleja la emergencia de nuevas clases o grupos que "ganan" con la globalización y que se suman o insertan a las clases pudientes previas (Svampa, 2008). El esfuerzo por parapetarse del contexto metropolitano refleja ese interés por mantener el estatus de exclusividad y el aseguramiento y disfrute de sus propiedades tangibles que son parte de esa justificación de la "seguridad". Quiero ver estas convivencias con más detalle, incluso donde los niveles de ingreso puedan ser semejantes, las diferencias y procedencias de los recursos seguramente no lo son. Es posible que se compartan unos símbolos pero no otros, habrá unos con mayores herramientas de distinción, otros con menos.5 Y ver hasta dónde 5

Pierre Bourdieu protagoniza la discusión sobre la distinción y el gusto. La distinción establece el lugar del sujeto en el orden social enclasándolo y afirmando la diferencia inevitable a través de

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad la competencia en la movilidad social permite alianzas en la cohabitación del espacio del privilegio. Y como resultado de esta indagación entiendo que el proceso que se está dando en estos espacios es de neoestamentación. Observo que son tiempos de clases en ebullición y de reclasificaciones que trastocan el orden social, que compiten por situaciones de poder –lo que se refleja en disputas por símbolos culturales–, y cuya heterodoxia requiere de un ordenamiento para los sectores más asentados. La expansión de la incertidumbre social y la cercanía y vecindad de indeseados –que a su manera buscan democratizar el acceso al consumo– exige a quienes tienen mayor disposición de recursos a poner límites y fronteras a través de diferentes lógicas de inferiorización, lo que se ejerce de formas crecientemente groseras. No sería un proceso muy diferente al de la época del porfiriato, al coincidir en la obsesión del orden visual y la apariencia, cuando se administraba el espacio y se establecía un orden público aséptico y civilizado (Cárdenas, 2010). Ahora, se despreocupan de regular el espacio público, son las clases altas las que se encierran y regulan el propio común con los cotos, los clubs, los centros comerciales de élite, privatizando y dificultando hasta donde pueden el acceso al resto de la sociedad a estos espacios y oportunidades. En definitiva son sectores que conciben la sociedad jerárquica y vertical. Por ello, para América Latina y Guadalajara en particular, me refiero a una historia y persistencia de colonialismo interno que justifica el uso de una mano de obra indígena y/o campesina subyugada, que confluye con la incorporación de otra mano de obra ahora urbana o urbanizada que aporta otro bagaje cultural y de aspiraciones. Entiendo que desde la colonia española no ha desaparecido ese colonialismo interno ni el sentido estamental del patrón-servidumbre, ni bajo la constitución de las repúblicas liberales latinoamericanas, ni con la presencia de un Estado desarrollista ni con el actual de carácter desregulador. Se da una transposición de modelos, ideales y lógicas sociales (Pérez, 2014), generando una modernidad heterogénea y compleja como un palimpsesto donde se combinan y conviven diferentes órdenes en tiempo y espacio: un régimen democráidentificar y clasificar la diversidad de gustos; el gusto es esa "disposición adquirida para ‘diferenciar’ y ‘apreciar’" (Bourdieu 2002: 447).

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Introducción tico de igualdad ciudadana liberal, de clientelismo corporativo, sociedad moderna de agregado de individuos, relaciones contractuales de asalariados con prestaciones, relaciones fabriles de flexibilidad laboral, servidumbre y estamentación. Algo semejante señala Quijano (2000), para quien en la constitución de América van a articularse en torno al capitalismo todas las formas de control y explotación del trabajo y de los productos. Según este autor, la colonialidad es una relación de poder que establece un patrón global del trabajo, de sus recursos y productos que se refuerza y justifica sobre la idea de raza que asocia los roles y lugares de cada grupo en la división de este trabajo.6 En términos generales planteo que se está produciendo una refuncionalización de privilegios naturalizados en un proceso creciente de polarización y desigualdad social. Una reestamentalización donde los argumentos y justificaciones étnico-raciales, de clase, de género, de cultura, de ruralidad, y hasta de nacionalidad con las migraciones, están reposicionándose y castigando a amplios sectores que se precarizan. La clase y el manejo de recursos de quienes "ganan" en las reglas de acumulación de capitales –económico, de información, social…– se acuerpa con viejas y nuevas retóricas (Svampa, 2008). Las relaciones estamentales las entiendo desde un sentido weberiano actualizado: posiciones sociales que grupos de élite creerían basadas en privilegios adquiridos porque sí (ya no necesariamente dados por nacimiento, ni por reclamos de ancestralidad) (Weber 1967). Los actuales involucrados –cada uno con sus derechos y obligaciones– viven en un mundo "moderno" en un sentido muy amplio, que permite que ciertos sectores demanden en ciertos momentos y espacios unas formas de respeto, derechos y distinciones por su nivel de estatus y de poder en realidad vinculados con el manejo de recursos patrimoniales, acaparación de oportunidades y de dinero. 6

Los indios –nueva categoría para estos colonizados inferiorizados– se ven confinados a la servidumbre no pagada y a reproducir su fuerza de trabajo por su propia cuenta. La tesis de Quijano resulta esencialista y enfática. Para él la colonialidad del poder y la clasificación social básica de la población del planeta en torno a la idea de "raza" originada hace 500 años es uno de los elementos que fundan del actual patrón de poder. Desde entonces, impregnan la existencia social y constituyen la más profunda y eficaz forma de dominación social, material e intersubjetiva.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad La terminología que utilizaré refleja combinaciones de criterios y no pretende ser sostenida de forma estricta, más bien connotativa. Por ejemplo, entiendo élite en su dimensión sociocultural, no tanto como élite tecnocrática o política. Me interesan las élites por ver cómo están enraizadas en su contexto y cuáles son las estrategias culturales que las permiten mantener el estatus, cómo se reproducen, cómo se representan, cómo sientan su comunidad moral y política orientadora y establecen sus estilos de vida como los hegemónicos (Shore, 2002). Y para ello trabajar la población de los cotos da información, aunque sea tangencial, permitiendo el seguimiento de estas clases vitrina. Neoestamentación es también neoelitización.7 Como veremos en el repaso histórico de la conformación sociocultural de la ciudad de Guadalajara, se produce en sus élites un imaginario de añoranza de un horizonte culturalmente compartido que se originó en su pasado criollo y en la posesión de grandes propiedades. Las aspiraciones de distinción de estos sectores más o menos renovados, más o menos ancestrales o emergentes, hacen de esta "Perla del Occidente" un escenario y un esprit de corps que denomino como la colonialidad tapatía.8 Con colonialidad tapatía me refiero no sólo a la clasificación social racista –que siempre está de fondo–, ni a lo que se entiende como dominación político económica de unos pueblos sobre otros –que también es parte de la propuesta–, sino a la concepción y práctica de relaciones sociales de corte estamental y colonial, formas concretas donde se establecen estas disputas y dominaciones-subordinaciones, negociaciones, resistencias en la cotidianidad.9 En este caso concreto me refiero a un ethos de nostalgia dulce 7

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Élite es una categoría que remite a un grupo minoritario, privilegiado, con autoridad, prestigio e influencia –aunque hay distintos tipos de élites. Su conservadurismo suele ser capaz de transformarse para sostener sus privilegios, señala Waldman (2002), y su nivel de influencia y aceptación. En América Latina sus miembros tienden a ser especialmente rígidos, indiferentes y autoritarios, por su aceptación de las desigualdades. La distinción da idea de separación y distancia social cuando los sujetos o colectivos se marcan como de maneras refinadas y señoriales que exhiben e imponen como legítimas, para ello pueden recurrir a la ostentación y el consumo conspicuo. Estás lógicas "performativas" pueden darse en otros niveles sociales aunque en las élites son más visibles y extendidas (Daloz, 2010). Colonialismo y régimen estamental suponen relaciones sociales de distinta naturaleza que pueden encontrarse combinados como es el caso. La experiencia colonial se produce en territorios y dominios muy extensos donde el etiquetaje racial suele marcar y justificar las diferencias y la

Introducción por unas relaciones sociales y de poder que se representan como una práctica conservadora, patriarcal y complaciente de las élites o grupos hegemónicos tradicionales.10 Bajo esta lógica Guadalajara se constituyó, como mostraré a continuación, con el desarrollismo desde los años 1950 como una "suerte de ombligo de la mexicanidad" que dio origen a un ente criollo-mestizo (Doñán, 2001: 11), "a gusto" con los símbolos que ese mismo corporativo prestó a la nación: las mujeres bonitas, el tequila, la canción que recrea un ambiente ranchero y que remite a un status quo social de afables patrones y servidumbre agradecida. El criollismo jalisciense desembocó en la idea de ser una reserva racial de la República, por lo que tapatíos de élite suelen presumir de ser criollos güeros y no "indígenas polveados" (García, 2002). El Estado de gestión social del desarrollismo sigue siendo una arquitectura institucional y un corpus ideológico que continúa funcionando también para los sectores medios y medios altos. Pero la creciente polarización y desigualdad social por la imposición de la "barbarie del mercado" (Pérez, 2014) sobre la vida de los ciudadanos rearticula y retoma la huella colonial sobre las relaciones étnico-raciales, de clase, género, cultura, ruralidad, afectando a los sectores más vulnerables de la sociedad frente a aquellos que amplían sus formas de acumulación de capital (Svampa, 2008). El status quo social de patrones afables frente a una servidumbre agradecida de la existencia de tal colonialidad se conjuga con símbolos recientes de consumo cultural y material, las camionetas de lujo, las Rayban, el iphone, el unte del pelo, las uñas de gel, la cirugía estética, como elementos que expresan la utopía de vida regalada. En este contexto, la servidumbre doméstica, como veremos, es un ejemplo de la renovación de las relaciones a las que estamos haciendo referencia (Camus y De la O, 2014; Durin, 2014).

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dominación. Los estamentos remiten a relaciones más personalizadas entre patrones y siervos o servidumbre, son posibles en todo tipo de sociedades sin que medie la marca racial. Para no hacer intrincado su uso, asocio y utilizo indistintamente colonialismo y estamentalismo. En el caso brasileño "estos universos totales y autónomos parecen capaces de realizar las más extrañas fantasías. Una de ellas es el deseo de traer el pasado de vuelta al estilo retro posmoderno", dice Caldeira (2007: 330).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

UNA ARQUITECTURA COMPLEJA PARA UNA ETNOGRAFÍA LIMITADA

Ante la densidad de los debates y discusiones de la vida social actual, la etnografía se remite a enfocarse en "lo chiquito" y lo prosaico y, al mismo tiempo, permite sistematizar campos entrecruzados sin pretender abarcarlos todos.11 Cualquier información coherente sobre la realidad social en un proceso de cambio acelerado es innovadora y necesaria, pero lo es más si, aunque aterrizada en un espacio "acotado", la misma se presenta problematizada y articulando las múltiples dimensiones de la vida y acción social y de campos académicos. El reto en las temáticas sociales es hasta dónde podemos atraparlas y expresarlas relacionadas en su complejidad. Vivir en el coto se enfoca en el fenómeno urbano y en el modelo de vida y sociedad que nos proponen los condominios cerrados en Guadalajara. La metrópolis muestra relaciones espaciales diferentes a las de la ciudad industrial, el trabajo ya no es el ordenador de la vida ni de las identidades sociales y son otras las formas de organizarse la heterogeneidad. El habitar nuevos espacios supone otras relaciones, formas de vida, lógicas socioculturales y maneras de ejercerse poder y violencias, por eso es preciso dar seguimiento a este mundo de experiencias y a los desajustes que se provocan entre los modelos heredados y las prácticas sociales. Es lo que quiero comprobar con esta investigación sobre esa "transformación sociocultural más profunda" que refiere Ickx (2002: 118), que implican los cotos y sus habitantes. Mi apuesta se produce por una perspectiva antropológica sobre las percepciones y vivencias de una parte de los actores implicados. Estas páginas son un limitado acercamiento a la vida en los condominios cerrados de clase media alta y alta en la ciudad-metrópolis de Guadalajara, privilegiando las voces de las mujeres jefas de hogar. Quiero ver cómo cobra sentido en ellas esa lógica espacial de habitar la ciudad y cuáles serían sus "estilos de vida" y las transformaciones y experiencias sociales que se están dando, y hasta 11

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Una de las limitaciones de la etnografía es que visité muchos cotos pero no habité ni conviví en ninguno de ellos.

Introducción dónde se producen otras condiciones en las relaciones de género y en el ser mujer.12 En ese acercamiento fueron las mujeres jefas de estos hogares las que me concedieron la confianza y la mayoría de las entrevistas. Ni los hombres, cabezas de familia, ni los hijos, ni otros pobladores tuvieron esa apertura. Y sus palabras me llevaron a entrar de lleno al campo del género y sus experiencias… son el cuerpo de este trabajo. El que sus hijos sean la preocupación principal de las mujeres y mi interés por esta sociedad que conformamos, me llevó a detenerme en ellos. Concebir la estamentalización requiere arriesgar en su proyección a futuro. Es un añadido no previsto, donde la información obtenida permite poner unas bases de reflexión y debate hacia el futuro. Para estas generaciones de menores y jóvenes la producción de autoras argentinas sociólogas, periodistas, escritoras fue muy valiosa: Svampa, Arizaga, Piñeiro, Rojas, han entrado a describir qué pasa con los niños, adolescentes y jóvenes que crecen en estos espacios cerrados privatizados.13 Allí el hábitat de los countries y barrios privados es diferente (muchas son urbanizaciones insertas en ciudades nuevas autosostenibles en términos de servicios a las orillas de grandes autopistas del conurbado bonaerense), pero es posible hacer puentes entre las formas de socialización, experiencias y concepción del mundo entre unos y otros. Al rescatar las experiencias de quienes escogen este tipo de espacios para desarrollar su socialización, entiendo a las mujeres como un fenómeno más del contexto y lógicas actuales donde todos somos partícipes y donde todos estamos levantando muros –unos con más responsabilidades que otros–. Por otro lado, los testimonios ponen en cuestión planteamientos muchas veces prejuiciados y simplistas de los académicos sobre estas formas de socialidad. Ideas como "la huida de la ciudad", la paranoia sobre 12

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Entrar a través de mujeres supone limitaciones para un tratamiento "de género". Es así porque resultó más fácil hablar con ellas y me ofrecieron su confianza en un mundo de recelo respecto a la investigación. Quedan pendientes, entre tantos otros temas, la figura masculina o las tensiones de poder y violencias simbólicas y no simbólicas en las relaciones de género. Las viudas de los jueves de Claudia Piñeiro (2005), novela coral sobre la vida de diferentes familias en un country, nos deja ver todo el escenario como un fraude. Una de las voces es la de los hijos de dos matrimonios protagonistas que sirven de contrapunto al resto y que, rebeldes, comentan con acidez el mundo en que están viviendo.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad "la seguridad", la "autosegregación y fragmentación social", el rechazo a la ciudad "abierta", pueden ser matizadas y hasta enfrentadas. El coto en sus variantes es un buen escenario para analizar la sociedad que lo hace suyo y las mujeres representan un termómetro que facilita su toma de temperatura como testigas y protagonistas del cambio sociocultural contemporáneo. Traté de diseccionar los testimonios para recoger las "micropolíticas" del hogar en el coto, las culturas íntimas. La cultura íntima o "cultura de una clase en un ambiente regional específico" (Lomnitz, 1995: 46) no coincide con un estatus ni con un grupo étnico, ocupa un lugar más específico que éstas; así, dentro de un grupo étnico pueden darse, por procesos económicos y políticos y espaciales, distintas culturas íntimas.14 Podría enfocarme en lo que Lomnitz entiende como cultura de clase, pero éste es un concepto no espacial sino un tipo ideal que no corresponde a un conjunto específico de prácticas culturales observables, sus miembros viven en distintos lugares y esto hace que se den variaciones en la cultura de esa clase. Lo que yo enfrento son prácticas y discursos aterrizados y, de hecho, distingo en el análisis tipos de cotos porque entiendo que se darían diferentes culturas íntimas según el tipo de espacio y de pobladores.15 Un enfoque sistémico de culturas íntimas recoge las diferentes dimensiones de la vida social: clase, generación, religión, etnicidad, cultura, experiencias de migración, identidades, ideologías, organización familiar, las diferentes formas en que se ejerce y manifiesta violencia. Difícilmente podemos entender la mujer contemporánea sin su contexto, su génesis, su educación sentimental, su mundo de relaciones, sus bienestares y malestares, sus aspiraciones, sus oportunidades. Para reconstruir sus culturas íntimas intento comprender su ubicación en dos de los ámbitos que son centrales para su cotidianidad: el hogar en el coto y la familia. Con la familia incorporo a las agrupaciones de sujetos y grupos de referencia que se 14

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Según este autor, cultura íntima puede referirse a comunidades de clase: colonias, poblaciones, grupos, que comparten espacios de trabajo o de recreación; o a la cultura del hogar –dicho hogar podrá o no encontrarse socialmente integrado a una comunidad– (ibidem: 46). Podría llegar a plantear una cultura de relaciones sociales o campo simbólico en el que se establecen las relaciones de poder entre las culturas íntimas en los cotos de Guadalajara a través de la colonialidad tapatía. De alguna manera esto se destila en las reflexiones finales.

Introducción encuentran dentro de un proceso ampliamente ideologizado de imposición, rechazos y negociaciones de modelos hegemónicos de roles de género. Al acercamiento testimonial con las mujeres residentes en coto e hijos de los cotos –insisto que limitado y experimental– sumo la revisión bibliográfica o el estado de la cuestión, abarcando especialmente lo desarrollado en América Latina; la observación del área metropolitana, y tantísimos materiales y productos en revistas no especializadas, cine, televisión, periódicos, literatura, como también datos estadísticos que recogen y dan cuenta de estos mundos cotificados.16 El material empírico consiste en más de cuarenta entrevistas a habitantes de cotos diversos, sobre todo mujeres jefas de hogar de entre 45 y 50 años, y casi una veintena de informantes (cuadro 1: entrevistas a conocedores del tema y a residentes en coto en el anexo). También mujeres entrevistadas leyeron y cuestionaron escritos previos y luego proporcionaron comentarios en una doble vuelta. El libro se presenta en varias secciones. Cada capítulo se alimenta de fuentes diferentes y de lógicas narrativas distintas. Esta arquitectura puede parecer forzada; sin embargo, es un experimento que presenta información y argumentos, al menos como hipótesis para indagaciones posteriores. Procuro ofrecer una abundancia de testimonios de manera que el lector pueda crearse su propio criterio. La primera y la segunda abordan el repaso sociohistórico de la colonialidad tapatía para explicar la fuerza ideológica neocolonial y lo que significa como forma de hábitat en una Guadalajara que facilita estas secesiones espaciales de privilegio que desembocan hoy en el fenómeno de los condominios cerrados en Zapopan. Después me enfoco en los cotos de nivel medio alto y alto donde he realizado entrevistas. La diversidad de modalidades de clases medias altas y altas y la heterogeneidad interna de sus habitantes me llevó a distinguirlos analíticamente. Por ello presento –tentativamente– tres variantes genéricas de cotos: los "catrines",17 los campestres y los estándar– que tienen implicaciones sobre la diversidad 16

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Se elaboró un archivo de datos documentales, fotográficos, bibliográficos, sonoros, base de datos y se recibió documentación sobre la representación cartográfica del crecimiento urbano y su componente socioespacial. Catrín se refería, al parecer en el porfiriato, al hombre vestido de gala; ahora lo hace a personas ricas y presumidas y, por extensión, lo hago a la dimensión espacial urbanística de estos cotos de lujo.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad socioeconómica y cultural de sus habitantes y en sus alcances como "comunidades" entre pares: cómo moldean y son moldeadas las identidades-identificaciones de sus pobladores. La cuarta parte recoge las percepciones y experiencias de las mujeres residentes y perfila cómo se visualizan y compiten entre ellas. El caso de los hijos de los cotos constituye el quinto capítulo que esboza a las nuevas generaciones que ya han crecido en estos lugares y que dan pistas de esa sociedad que se está gestando. Por último, las reflexiones sintetizan los hallazgos y proponen una interpretación propia con las implicaciones de lo visto. Creo que la obra del pintor guatemalteco Arturo Monroy no puede ser más oportuna para la portada. La publicidad de tantísimos cotos ofrece su distinción exaltando el paraíso que se va a encontrar, esa entrada a vivir en el cielo. Un cielo que sugiere paz, armonía, bienestar, comodidad, felicidad, todo lo buenérrimo como en un paquete de regalo. Pedazos de cielo remendados, zurcidos, nos vienen a contradecir esta ficción. Afortunadamente tenemos cielos luminosos de azul impecable, como los tenemos tormentosos y oscuros, tanto amenazantes como tranquilizadores. El cielo tiene muchas presentaciones y el paquete de vivir en el coto se compone de experiencias diversas no necesariamente positivas. Esta iniciativa fue parte del Proyecto Integral "Discursos, ideologías y prácticas sociales en las violencias contra las mujeres" que, desde el Centro de Estudios de Género, fue aprobado por el Conacyt en su apoyo institucional para la formación de recursos humanos de alto nivel durante el periodo de agosto de 2009 a agosto de 2010. Luego, ha seguido su curso como una línea de investigación del Centro de Estudios de Género y del Departamento de Estudios en Educación de la Universidad de Guadalajara. La pesquisa disfrutó del acompañamiento y aportes del doctor Fernando Calonge, incorporado como parte de una estancia postdoctoral. Su mirada se dirigió a la generización del espacio urbano de Guadalajara, lo que recoge en su libro Los sentidos de la ciudad. Sobre cómo mujeres y hombres ordenan sus espacios vitales (2013), un estudio de las clases altas residentes en los fraccionamientos cerrados del Área Metropolitana de Guadalajara, que discute con diferentes posiciones teóricas respecto a espacio y género.

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Introducción Toda investigación es colectiva y en esta conté con importantes sustentos, como el de las becarias María de Jesús Aranda, Areli Reyes y Yoshira Prado; la antropóloga Celia Magaña; los geógrafos Ángel Florido y Heliodoro Ochoa García, que trabajaron y mapearon con base en datos del Censo del 2000, el Conteo del 2005 y las Áreas geoestadísticas básicas (AGEB) del Área Metropolitana; Jorge Alberto Cruz, autor de los mapas que se presentan; tantas personas que hicieron posible la edición del libro, Ana Lilia, Gaby, Carmita, Fany, Gil, Jorge y, en especial, Elba; Alicia Arús tuvo el detalle de leerse el texto completo desde su mirada de madrileña castiza; también Elena de la Paz se hizo de ánimo para esta tarea lectora con el añadido de escribir su presentación; las coordinadoras del Centro de Estudios de Género, Candelaria Ochoa y Elizabeth Vivero; y todos los compañeros y compañeras que han pasado o que permanecen en el mismo. Además, son invaluables quienes me ayudaron con sus contactos, sus comentarios, su acompañamiento. Quiero agradecer a las mujeres que me otorgaron sus palabras y su confianza. Todas ellas fueron muy amables y generosas, y quisiera corresponder a ello. Creo haber hecho un esfuerzo por tratar de entenderlas y, si no lo he logrado, me disculpo de antemano y me responsabilizo del error. He tratado de generar identificaciones hacia el lector a través de los nombres ficticios porque las experiencias de cada sujeto son únicas, pero nublando cualquier vinculación con sus personas. Finalmente, para lo que expongo no es importante quién es quién, sino qué es lo que estamos construyendo todos y todas como sociedad.

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Introducción

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REPASO HISTÓRICO DE LA COLONIALIDAD TAPATÍA

La ciudad metropolitana parece haberse "modernizado a golpes" (CNIC, 1990). Mi tarea consiste en dibujar estos golpes fijándome en las élites y el poniente criollo. Subrayo cómo, lo que ahora se manifiesta con el boom de los cotos, sus muros explícitos y el desencuentro de la ciudad con los desiguales, se construye desde una plataforma de buen vivir y conservadurismo, los "pudientes" siempre buscaron generar sus espacios. Segregación/desigualdad y colonialidad son los énfasis que guían esta interpretación de la historia metropolitana tapatía.

LA DISTINGUIDA HISTORIA DE LA PERLA TAPATÍA En el sentido común de los pobladores de Guadalajara perdura el entender la ciudad segregada étnica y socialmente por la división simbólica y geográfica del paso del río San Juan de Dios y la Calzada Independencia. La frontera se ha movilizado en el tiempo y para los sectores medios altos y altos en la actualidad se establece en la Avenida Las Américas (como señalan los testimonios recogidos). El poniente marca la vanguardia tapatía hacia el "desarrollo" y el cosmopolitismo. Es el sector de la ciudad donde se ubica –nunca únicamente– la población que se cree blanca, criolla, distinguida, la de la "gente conocida", la de las élites, para quienes el oriente no se concibe. Mientras, el oriente popular, el lado oscuro, poco turístico y afín a las imponentes barrancas, será el productor de símbolos culturales como los danzantes, el vino mezcal, la lucha libre, los barrios o los tianguis. De oriente a poniente la comunicación es más fluida por la misma necesidad. Por lo encontrado, se dan fuertes identidades territoriales sociales en uno y otro sector, aunque los que se escapan del oriente tienden a negar u ocultar sus orígenes. - 31 -

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Mapa 1 Fronteras simbólicas de Guadalajara: el oriente catrín y el poniente popular

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Repaso histórico de la colonialidad tapatía Este rápido repaso quiere recordar un por qué estamos como estamos. Veremos que se reiteran una serie de constantes: la comunicación intensa de Guadalajara con su hinterland y su espíritu comercial, el imaginario criollo de sus élites, la fuerza de un catolicismo integrador para un orden social barroco en el sentido de diverso y desigual, así como la consolidación de una idea y práctica de familia extensa y patriarcal con una función jerárquica y cohesiva -avalada por la institución eclesial. Todo ello dentro de una ciudad dividida al mismo tiempo que cohesionada y comunicada: pero con flujo dirección oriente-poniente por el servicio de la mano de obra.1 La fundación y la colonia Guadalajara, capital actual del estado de Jalisco, se caracteriza por una enorme fuerza articuladora y centralizadora. Su éxito como ciudad se liga al descubrimiento de los yacimientos de plata en Zacatecas y Bolaños, quedando como centro de abastecimiento en "la ruta de la plata" (Doñán, 2001). Coordinaba una frontera en expansión hacia el norte e intermediaba respecto de la costa septentrional. La ciudad de Guadalajara inicia titubeante con un método de prueba y error. El pequeño grupo de conquistadores no logran asentarse hasta el cuarto intento por las disputas con el encomendero Nuño de Guzmán y las incursiones de caxcanes y chichimecas. Guadalajara se funda el 14 de febrero de 1542 bajo la dirección del capitán-gobernador Cristóbal de Oñate en el valle de Atemajac.2 Pronto será nombrada la sede de la Real Audiencia o gobierno del Reino de Nueva Galicia y poco después Sede Episcopal (1548). Desde entonces su importancia comercial se combinaba con la burocrática, y Guadalajara se convierte en la guardiana del reino de Nueva Galicia y en un eje clave para la vida colonial ubicando catedral, palacios, gobernadores, obispos, conventos y funcionarios civiles y eclesiales. Al mismo tiempo, 1

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Toda esta síntesis histórica basada en fuentes secundarias ha sido fruto de un proyecto del grupo Milenio recogido en un documento propio no publicado (Camus, 2009). Guadalajara se sitúa en la amplia explanada del valle de Atemajac, escudada con el bosque de La Primavera y la espina dorsal de las barrancas del río Grande de Santiago de Huentitán y de Oblatos. El primero alcanza los 2 000 m y la barranca se encuentra a 1 000, es un valle intermedio entre un abrupto salto de 1 000 m.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Guadalajara se subordinó a la jerarquía colonial de las ciudades y dependerá de la Ciudad de México y sus decisiones. Guadalajara se constituye desde la diversidad. La ciudad que empieza a articularse es producto de las confluencias –algunas forzadas– de diferentes grupos de pobladores. Los "españoles" eran parte de la mixtura étnico cultural racial de lo que era un reino de Castilla y León en formación y en búsqueda de hegemonía después de ocho siglos de dominación árabe y de presencia aceptada del grupo judío. Había pueblos y asentamientos originarios, otros que llegan con las tropas de los españoles como los tlaxcaltecas y se reinstalan en estas tierras nuevas, y grupos de la región que encuentran un espacio de sobrevivencia en la nueva aglomeración. Como en toda América Latina, la voluntad urbana y gregaria hispana dependió de una extensa mano de obra indígena y el proyecto de Guadalajara era impracticable sin sus barrios de población indígena diversa que pronto la conformaron como tal ciudad: (San Miguel de Mezquitán, de indios tecuexes; (San Juan Bautista), Mexicaltzingo formado por las tropas mexicas que ya no quisieron regresar al centro y (San Sebastián) Analco ("al otro lado del río"), de indios cocas y tecuexes bajo la protección de los franciscanos. Impensable también sin los pueblos de indios como Tlaquepaque, Tonalá o Zapopan y sus aldeas, y aun otros más lejanos que la abastecían de hortalizas y frutas, de piedra o madera.3 Guadalajara acatará las directrices de urbanismo dictadas por la Corona. Sus calles seguirán una traza regular o "de damero" con manzanas de 10 varas de lado en torno a un centro-plaza y con orientación norte-sur. En este centro se establecerán los edificios principales del gobierno civil y eclesiástico, las viviendas de los funcionarios y personajes de más alcurnia y el mercado. Hasta el siglo XX la ciudad va a respetar este trazado lineal. La presencia del ejército evangelizador acompañó su crecimiento desde sus inicios y supo instalarse y posicionarse en su espacio social, geográfico y político. Puede decirse que la ciudad crece a golpe de iglesias, conventos, escuelas y hospitales franciscanos, mercedarios, dominicos, agustinos, jesuitas, clarisas, carmelitas. El historiador Thomas Calvo se refiere a un "corsé 3

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La vocación común de indígenas y españoles por el intercambio se expresaría en la palabra náhuatl tapatiotl, que es una unidad de cambio en los tianguis regionales de la época colonial, y que terminará dando a los tapatíos una seña de identidad desde la raíz indígena.

Repaso histórico de la colonialidad tapatía eclesiástico que poco a poco irá apretando la ciudad" (1992: 11). Guadalajara es señalada en la historia por su conservadurismo y su peculiar identificación con la religión, la estricta observancia moral y la ritualidad católica, su poder era tan fuerte como el civil y esto marcará a Guadalajara y sus pobladores. Llama la atención la falta de conflictos violentos en la ciudad desigual que era Guadalajara. Esto se produce por el clima paternalista que se mantiene de parte de los estamentos superiores, en sus hogares, nodrizas, criados, concubinas, bastardos, expósitos, conviven juntos y a veces en los documentos es difícil distinguir quién es quién, dónde están las fronteras entre sangre, castas, familia. A través de esa familiaridad aceptada se produce una libertad de movimientos y promoción social y no la rigidez que hubiera facilitado la acumulación de violencia contenida. Se trata de una sociedad sin desgarraduras a pesar de las situaciones de explotación y miseria (González, 2008b). Se puede pensar que el complejo ritual barroco facilitó unas guías de comportamiento donde cada uno encontraba su lugar sin necesidad de transmutarlo. Para el siglo XVIII el comercio florecía gracias a la posición estratégica de la ciudad en un cruce de caminos y paso privilegiado al Océano Pacífico y al puerto de San Blas para una región agropecuaria que se complementa con centros mineros. La agrupación y distribución de mercancías se mezclan con el comercio interoceánico, el central, el provincial y el del interior, lo que permite que el capital comercial se concentre en Guadalajara (Ayala, 1992). A fines de ese mismo siglo se aplican en las ciudades de la Nueva España una serie de disposiciones urbanísticas y medidas de control de población e higienización social relacionadas con las reformas políticas borbónicas ilustradas. El resultado del padrón de 1791 refiere una población de unos 20 000 habitantes: 7 553 españoles; 1 732 castizos; 936 mestizos; 10 000 mulatos y castas (véase Castañeda, 1992 y Gálvez, 1992). Se dieron normas para el empedrado de las calles para evitar las enfermedades por el polvo; sobre la introducción de agua a la ciudad; el acondicionamiento de los mercados; la acción ante los incendios; el alumbrado público; la ubicación de los cementerios fuera del recinto urbano; el alcantarillado y la recogida de basuras. Todo esto se acompañó de una mayor presión y 35

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad control policiaco sobre los pobres y los vagabundos que podían ser despachados a la cárcel y a las obras públicas y, en el caso de ser mujeres, a las Casas de Recogidas (Gálvez, 1992). Entonces es cuando el obispo fray Antonio Alcalde concibe el proyecto urbano alrededor del templo del Santuario de Guadalupe, y crea el Hospital Civil de San Miguel, después Belén, en 1792, en el extremo norte de la ciudad, ante la epidemia de "la bola" que arreciaba en 1786. Después, a principios del siglo XIX el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas mandará edificar una Casa de la Misericordia, que será el Hospicio Cabañas, para niños huérfanos, expósitos, ancianos, enfermos y pobres, acción que desnuda los niveles de miseria que se encontraban en Guadalajara.4 La transición urbana con la Independencia Las turbulencias de la etapa de Independencia se traducen positivas para el caso de una ciudad comercial como era Guadalajara. Las comunicaciones con la Ciudad de México se dificultaron, lo que la permitió ganar autonomía y facilitó su conformación como núcleo regional del centro-occidente. El puerto de San Blas va a darle más aire a ese comercio propio. Para el fin del virreinato, Guadalajara, con sus 35 000 habitantes, no ha salido del peso clerical y el poder del obispo, pero se está convirtiendo en esa reputada segunda ciudad del país. La década de los años 1930 que supuso crisis, hambrunas y la guerra con Texas, permitió el enriquecimiento de los negociantes de Guadalajara, aunque luego se daría una crisis relacionada con rebeliones campesinas y desigualdad social, mostrando que los problemas estructurales afectaban al barniz de desarrollo y bienestar (Lizama, 2008). Otro elemento que ilustra las contradicciones sociales es la epidemia de cólera que llega en el verano de 1833, desconcertando a las autoridades de la ciudad. El "año del cólera grande" se declara en Guadalajara el 24 de julio, y por tres meses se sucederían múltiples fallecimientos alcanzando los 3 275 muertos, el 7.8% de la población tapatía de entonces. La mortalidad afectó a la población de forma desigual. El popular barrio de Analco fue más casti4

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Se puede pensar si la recurrencia de las epidemias no fomentaron las vinculaciones de las élites con las haciendas campestres y ya entonces esa "fuga" de la ciudad hacia "la naturaleza" higiénica.

Repaso histórico de la colonialidad tapatía gado por sus condiciones de hacinamiento, miseria e insalubridad que facilitaban la transmisión de la peste: el agua de sus pozos quedó contaminada por las heces. La tasa de defunciones fue de 171 por mil, mientras que en el más acaudalado barrio del Sagrario fue de 44 (Olivier, 2004). Con los enfrentamientos de conservadores y liberales la ciudad se abre en términos urbanísticos con demoliciones a cañonazos. Los liberales botaban los muros de los conventos; los conservadores harán lo mismo para establecer fortificaciones. Son los tiempos de las Leyes de Reforma que permitirán con la desamortización la concentración de la propiedad de la tierra y provocarán el desplazamiento de campesinos hacia la ciudad.5 En la complementaria actividad constructiva se levantó el Teatro Degollado, iniciado en 1856, de estilo neoclásico e italianizante. Se enfoca en representaciones de ópera y una tradición teatral que se puede entender como un imperativo de clase para una sociedad hambrienta de glamour. Mientras que las barreras de clase, de estatus y económicas hicieron que se acondicionaran otros salones como el Teatro Obrero, "jacalón arrabalero", en 1905, centros más populares de funciones de magia e ilusionismo, de vaudevilles, de revistas mexicanas, de teatro clásico (Torres, 1993). La paz porfiriana y el afrancesamiento del Rancho Grande: desarrollo económico y cosmopolitismo criollista Antes de la llegada de Porfirio Díaz al gobierno (1877-1911), Guadalajara venía constituyéndose como cabeza de la región al irse generando un mercado interno cada vez más autónomo de la hegemonía capitalina, pero al mismo tiempo se ve limitada por el fuerte centralismo y énfasis en el poder nacional que ejerce el general (Cárdenas, 2010). Justo después de la Independencia, Zacatecas se constituye en estado, y a Jalisco le van a resultar especialmente dolorosas la pérdida del territorio de Colima, estado reconocido con la constitución de 1857, y el de Nayarit, reconocido con la de 5

La Ley Lerdo de Tejada de 1856 supone la desamortización de las fincas rústicas y urbanas con el liberalismo y se complementa a nivel local con la Ley Degollado. La misma es un golpe al poder de la Iglesia y de las comunidades indígenas en cuanto poseedoras de terrenos bajo el antiguo régimen administrativo. Sus espacios ocupados deben pasar a un mercado libre de bienes raíces y a ser propiedad privada (Cabrales y Chong, 2003).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad 1917. Las élites tapatías, además de las consecuencias simbólicas de estas secesiones, pierden el control de recursos que el estado tenía en el Pacífico: el puerto de Manzanillo y el de San Blas (Cárdenas, 2010: 19). Pero con la época porfiriana también se está armando un nuevo mapa productivo donde Guadalajara y su burguesía modernizadora quiere colocarse en una posición prominente. Por el lado del desarrollo económico supone el impulso en comunicaciones y transporte que deben permitir la movilidad más fluida de personas y mercancías. Son nuevos ritmos de vida. En 1888 el tren hace su llegada a Guadalajara, como lo harán los tranvías y los automóviles, el telégrafo, el teléfono o la luz. Se introdujeron cultivos comerciales, mientras que la lógica de la explotación ganadera también estaba en transformación. Prosperan industrias como las del tequila, el aceite, los refrescos o las textiles. En el territorio rural de Zapopan se instalan las primeras fábricas textiles a mediados del siglo XIX : La Prosperidad de Atemajac (1841), La Experiencia (1851) o Río Blanco (1866). Estas plantas tenían como modelo las colonias industriales del norte de Inglaterra de finales del XVIII. Estos procesos de incipiente industrialización contaron como base social una serie de familias para quienes las relaciones consanguíneas, de parentesco y las redes matrimoniales servían como alianzas económicas. A través de "la familia" se hacían negocios y se mancomunaban recursos; pero también se extendían brazos en la burocracia y en la política estatal y contaban con sus propios operadores o representantes legales de confianza. El manto religioso y ritual fortalecía y ampliaba estas vinculaciones con los padrinazgos y compadrazgos. Son los Sánchez Leñero, los Palomar, los Martínez Negrete, una burguesía que diversifica sus empresas: fábricas textiles, haciendas, industria minera, servicio, almacenes... (Lezama, 2008). Según avanza la etapa porfiriana las formas de reproducirse el capital y los recursos van a modificarse con la entrada en juego de grandes capitales y de sociedades anónimas; también las inversiones y explotación de las tierras se separan de las empresas urbanas. Pero seguimos viendo la fuerza del parentesco en la lógica económica empresarial: la familia, como socios, seguirá presente en el mundo tapatío hasta ahora. Serán parte de la "gente conocida", como gusta identificarse a la élite tapatía (Lezama, 2008). A esta 38

Repaso histórico de la colonialidad tapatía corriente elitista se insertan también los extranjeros, fortaleciendo con sus aires cosmopolitas, la ideología patricia y criollista y con sus pactos y alianzas matrimoniales permiten la reproducción de las fortunas y los negocios. Invierten y se ven favorecidos por exenciones y privilegios. Así se extienden los consulados europeos de Alemania, Francia, España, Bélgica y aun de países de América, cuyos diplomáticos fungen a su vez de promotores comerciales (ibidem). A los escenarios de las clases burguesas emergentes se incorporan sectores de población obrera y trabajadora que pueblan la ciudad y se la apropian irrumpiendo con otras propuestas políticas y de vida social. Es parte de un proceso mundial. Así vienen apareciendo sindicatos, las sociedades mutualistas, los clubs políticos, anarquistas, socialistas, la masonería y el catolicismo social, las asociaciones de beneficencia, y las mujeres e indígenas como sujetos sociales que quieren visibilizarse en el espacio público y en la acción política (Cárdenas, 2010). La sociedad colonial y el bagaje de una ideología liberal que incorpora estos principios estamentales se confunden y ejercen entre las élites y el resto de la población "una división celosamente practicada en Guadalajara" (Cárdenas, 2010: 42). una ciudad dividida espacial y socialmente: las familias acomodadas vivían en el centro y en los barrios del oeste; las capas medias en el barrio del Santuario; los "pelados" se debían conformar con los viejos reductos de la periferia... Ni la independencia, ni la industrialización decimonónica, abolieron las rígidas diferencias en la ocupación del espacio: las nuevas clases obreras fueron confinadas en las emergentes "colonias industriales", situadas fuera de la ciudad: en Atemajac, La Experiencia, El Batán, La Escoba y El Salto (de la Peña 1995: 25).

Otra dimensión en la que se reflejan las transformaciones finiseculares es en la adopción del orden urbanizador europeo, como el de Jorge Eugenio Haussman, responsable del ensanche de París. Guadalajara era un ejemplo de crecimiento urbano controlado, relacionado a ese esfuerzo de mantener un status quo social de parte de una élite retada ante la "invasión" de sus territorios urbanos. Las élites miran a Europa y esperan que ese mundo civi39

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad lizado se fije en ellas y dé testimonio de "su pertenencia de pleno derecho al ‘mundo civilizado’" (Cárdenas, 2010: 45). Se adopta la idea de la racionalización, el embellecimiento y el progreso urbano y hay una preocupación por "la apariencia" de ciudad "moderna". Se pretende imponer no sólo un orden moral, sino un orden visual al creciente desorden urbano. A los propietarios de los servicios de los lavaderos en la avenida Corona desde la prensa se les pide que "los limiten siquiera con tapias de vil adobe" por lo inadecuado de ver bañarse a las lavanderas (Cárdenas 2010: 89). Hay que administrar los espacios y restablecer unos órdenes públicos asépticos, higienizados o "civilizados", aunque sea, como ahora, a costa de muros. Se regulará el uso del transporte público, se obligará a los hombres el uso del pantalón y no el calzón de manta, los indios sólo pueden transitar por el zócalo y plazas principales a ciertas horas. Hacia finales del siglo XIX, la glorificación urbanística de una clase dirigente cuyos miembros dominaban en el comercio, la industria, el agro, las finanzas, la burocracia y el clero: un centro urbano lujoso, casi majestuoso en sus edificaciones barrocas y neoclásicas, excluía, incluso físicamente la participación popular en la gestión del espacio (de la Peña, 1995: 26).6

De la mano del gobernador Miguel Ahumada (1903-1910) se produce la entrada de servicios, comunicaciones, obras públicas, que eran consistentes con la transformación del rostro comercial de la ciudad a su nueva cara industrial. El centro urbano colonial se ve intervenido para modernizarse y, por ejemplo, se pavimenta y se introduce el tranvía eléctrico. Son obras acordes con el espíritu de orden y progreso que se aplicaba de forma autoritaria y clasista. La pulcritud y limpieza del centro se lograba temprano en la mañana gracias a que "Los reos son traídos en largas hileras, encadenados unos con los otros. Cada hombre carga con una escoba. Barren las calles principales de la ciudad hasta que no quede una partícula de polvo" (Downs, 2004: 6

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La vigilancia panóptica, el ver sin ser visto, que Foucault entendía como el paradigma de la red disciplinaria de la sociedad moderna, se instala en el urbanismo de Haussman, un obsesionado por la seguridad que racionaliza el espacio público para lograr un mejor control de la población (Cortés, 2010: 76).

Repaso histórico de la colonialidad tapatía 64). Pero la obra de infraestructura más ambiciosa fue la introducción del drenaje de aguas negras con el colector del río San Juan. Este entubamiento fue todo un alarde técnico de 1 400 m que supuso acabar con los clásicos puentes. Se proyectaba con ello una calzada desde el Paseo de la Alameda al Parque Agua Azul, la Calzada Independencia verá la luz ya en tiempos de la Revolución y después (Núñez, 2008). También se abasteció de agua a la ciudad con la planta de Los Colomos. A la par de las obras de infraestructura se continúa la demolición de los muros de las fincas de las congregaciones eclesiales para ampliar o conectar calles y avenidas. El kiosco de la Plaza de Armas estilo art nouveau se mandó hacer en París para el centenario de la Independencia. En las serenatas y conciertos que se realizaban en el mismo se marcaban las diferencias sociales, cada clase: baja, media y alta o, como decían, "hilacha, recorte y seda", lo hacían separadamente según círculos concéntricos de los más catrines a los más pelados (García Oropeza, 2001). La vida de los barrios centrales se fortaleció retando y apropiándose del espacio de las élites: El Santuario, Analco, San Francisco, en ellos residían y tenían sus talleres artesanos, albañiles, pequeños comerciantes, carpinteros. El orden sociourbano se pone en entredicho y a continuación veremos cómo se sacude para reinventarse a través de otras formas de hábitat y organización de la heterogeneidad.

LA EXPANSIÓN DE LA CIUDAD BURGUESA La distinción residencial de las colonias Las clases emergentes burguesas y los nuevos inquilinos extranjeros de la ciudad se aventuran hacia el poniente de la ciudad buscando terrenos más altos y alejados del río y de los cauces de aguas negras bajo nuevos nortes de inspiración, se acomodan bajo otras normas, residencias y estilos de vida donde rige el sentido de exclusividad de una burguesía que ya entonces parece evadir los problemas urbanos. Se hacen de lotes grandes donde se produce una baja densidad habitacional, y se promociona la jardinería exterior iniciando la servidumbre municipal y la plantación de árboles en banquetas y camellones. Es un 41

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad momento de construcción-constitución de ese sentimiento elitista "tapatío", gente que se reinstala desde la distinción explícita y la diferencia social en nuevos espacios de vida separándose del bullicio del centro colonial (Núñez, 1999). El mito de una ciudad "blanca", la del poniente, se fortalece entonces. "Una ciudad dividida que comenzó en este período, el estado se dio la mano con las clases privilegiadas, proporcionándolas los recursos públicos necesarios para su conveniencia" (Walton, 1978: 33). En 1888 Guadalajara todavía constaba de 15 cuadras a partir de la Catedral, pero esos límites de la traza colonial empiezan a transgredirse con las nuevas colonias. Entre 1897 y 1906 surgen las siete primeras. Cinco de ellas lo hacen al poniente: la Francesa, la Americana, Hidalgo, Moderna y Reforma; y dos al oriente: la Cosmopolita y Oblatos. Esos asentamientos introducen otros tipos de vivienda, son chalets supuestamente "higiénicos" porque rompen con el patio interior, se encuentran al centro de sus jardines y la ventilación es hacia el exterior. Los "modernos" buscan que sus aspiraciones no encuentren obstáculos, sus nuevos símbolos de estatus, como son los carros, deben contar con amplitud suficiente para ser eficaces, "cada día se pueblan más, y por cuyas avenidas se ha establecido un verdadero paseo de coches y automóviles (de Urzúa, en Núñez, 1999: 104). En estas colonias el ancho de las calles era de hasta 20 metros, mientras en el centro era de 12-15 metros; contaban con una franja de árboles a cada lado (Núñez, 1999: 102). El crecimiento urbano ya no va a seguir la prolongación de calles y manzanas, sino la de los fraccionamientos "que en principio se manejaron con la lógica de la exclusividad física y socialmente hablando, con una estructura interna que fue variando ante la oferta y la diversidad de los fraccionadores, ante la demanda de espacios y vivienda, hasta romper las imaginarias fronteras municipales y diversificándose por todos los puntos cardinales" (Núñez, 1999: 95). Estas expansiones dan inicio a la especulación inmobiliaria: la prolongación urbana no se realiza según la necesidad de espacio, sino que aparecerán divisiones y urbanizaciones en cualquier punto de los arrabales de la ciudad. Los promotores inmobiliarios privados, que son clases emergentes cuyo afán es ampliar sus fuentes de acumulación, sabrán beneficiarse de la Ley Lerdo de la desamortización y romper con la propiedad corporativa 42

Repaso histórico de la colonialidad tapatía (Cabrales y Chong, 2003). Ellos van a regir los destinos de la planificación urbana, de su diseño y su función desde sus intereses y visiones, aprovechan la necesidad de vivienda popular para una mano de obra creciente destinada a los negocios incipientes del comercio y de la industria. El sector inmobiliario ofrece ganancias significativas y abre el abanico de ingresos e inversiones. Entre 1898 y 1908 se ofertaron 13 promociones en Guadalajara: 434 hectáreas, un volumen de suelo que era un 45% de lo producido en tres siglos y medio (Cabrales y Chong, 2003: 121). Respondían a diferentes estratos sociales, de hecho cinco de ellas se dirigían a sectores populares: Artesanos, Hidalgo, Oblatos, Los Huertos y Geo Ham. Lo interesante es que el suelo se atomiza para un mercado amplio de corte popular: la ciudad quiere ser de propietarios y no sólo de inquilinos, lo que contribuye a redistribuir el suelo a pesar de que el Estado "no estaba preparado para regular el crecimiento urbano, la solución de las necesidades de infraestructura y equipamiento dependía en buena medida del voluntarismo de los promotores" (Cabrales y Chong, 2003: 134). Zapopan y la Seattle Zapopan, municipio vecino de Guadalajara por el noroeste, se originó agrupando pueblos de indios. De tradición agrícola, se especializó, además en la arriería, el medio de transporte en la región hasta bien entrado el siglo XX, y se convirtió también en un enclave obrero con la instalación de las primeras plantas textiles. Este espacio de conexión y abastecimiento campo-ciudad se inserta además al orden sociourbano con una función residencial de la mano de los norteamericanos fundadores de la colonia Seattle. "Al sur del ayer" de Virginia Downs Millar (2004), documenta la historia de sus padres en la colonia Seattle –fundada por su abuelo paterno, Alfred Downs–, entre los años 1910-1914, años de la Revolución Mexicana que finalmente los obligó a salir del país. Describe desde el hoy la vida que desarrolló este grupo de empresarios estadounidenses en Guadalajara: son propietarios de enormes haciendas, minas de oro, plata y cobre y de "un coto residencial" a las afueras de Guadalajara, una fracción de Estados Unidos en México. Dice el suegro: "Este es Zapopan, Dottie. No es más que un pequeño y sucio pueblo mexicano. Pronto estaremos en la colonia Seattle, la más bella colonia al sur de 43

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad la frontera"; "Jardines bien cuidados llegaban hasta las banquetas y las bugambilias crecían sobre edificios blancos de poca altura. No había muros que separaran las casas estilo californiano, sólo arbustos bien cortados. De hecho, toda la escena parecía trasplantada de Santa Bárbara" (Downs, 2004: 22).7 Allí ya tenían instalado un restaurante a su gusto, el Seattle Inn y "algún día tendremos una casa club y un campo de golf" (Downs, 2004: 23). La colonia se diseñó en 1908 sobre 337 000 m2 y constaba en el inicio de 57 residencias. Llegaba a ella el cableado eléctrico desde Guadalajara y se pusieron vías de tren eléctrico para los colonos. Ellos invertían, construían y desarrollaban su espacio al margen de las autoridades municipales. Incluso, bajo su impulso, es que se pone un puente de concreto sobre el río Santiago a través de Los Colomos para obtener una vía más corta y directa de unirse a la ciudad. La inauguración de ese puente reunió a las 50 familias "de abolengo", el gobernador Francisco Labastida y el alcalde de Zapopan, Ignacio Batis. También los estadounidenses darían inicio a lo que ahora es la avenida Ávila Camacho. Dice la autora que "era el encuentro de la colonia Seattle y Guadalajara" (Downs, 2004: 57). En cuanto a estilos de vida, la novela recalca el espíritu comunitario endogámico que regía, "la amistad genuina, el cariño y la hospitalidad que mostraban los residentes". Los rituales de socialidad eran intensos, cada día de la semana las señoras debían organizar un encuentro con juego de naipes y refrigerio, siempre en torno al chisme, de manera que ninguna podía faltar si no quería verse envuelta en la grilla (Downs, 2004: 64). Vemos aquí a las mujeres organizando la reciprocidad comunitaria, el hogar, la convivencia colectiva, sus acciones sociales de caridad. Los hombres iban al Club Americano que aún se encontraba en la Plaza Central. Sin duda, es un perfecto precursor de lo que veremos con los cotos. Guadalajara entre la Revolución Mexicana y el conflicto cristero Antes de las graves tensiones que se generan entre la Iglesia y el Estado a principios del siglo XX, la Iglesia experimenta un fuerte impulso con la encí7

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Ella siente que el lugar que ve por primera vez es "como una casa de muñecas», tenía terraza, jardín y bugambilia, bulldogs, alberca y, por supuesto, autos para moverse (Downs, 2004: 23).

Repaso histórico de la colonialidad tapatía clica Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891 dentro del clima de conciliación porfiriana. Sus propuestas serán perturbadoras porque se dirigían a transformar las condiciones de vida de la mayoría de la población, para lo que solicitaban a los feligreses una implicación política y social. Se deseaba una retribución más justa desde los principios cristianos de la ayuda mutua pero también del respeto al capital y la propiedad privada. Esto generaría significativas discusiones en el país entre liberales y católicos, que en Jalisco tuvo consecuencias efectivas con la organización de congresos católicos que comenzaron a escarbar en las relaciones obrero-patronales y las condiciones de vida de los trabajadores. Se hablaba de cajas de ahorro, de salario mínimo y jornada laboral máxima, de derecho a la huelga y de educación. Este punto es importante para entender lo que ocurrió después porque se dio un auge en la creación de escuelas parroquiales en este estado, esta educación confesional ya había venido implantándose desde la década de 1870. Además, la Iglesia era la que preparaba a las futuras maestras de primaria, la educación de primer ciclo estaba dominada por mujeres (Vaca, 2008). Además, con la Sociedad de Obreros Católicos de la Sagrada Familia y Nuestra Señora de Guadalupe –inaugurada en 1902– otras agrupaciones confesionales, como la de los Operarios Guadalupanos, se ligan al Partido Católico Nacional de 1911, y crean las bases de una fuerza político social que va a ser clave para explicar la Cristiada y el poder eclesial. Al igual que había pasado con el proceso independentista, la Revolución y sus complejos avatares no marcó en exceso la vida tapatía, porque Guadalajara no se conforma como un lugar estratégico en la resolución de las tensiones revolucionarias. En esos años se frenan las obras, suben los precios, provocan migraciones y, entre idas y venires de unos y otros, lo cierto es que no se producen enfrentamientos en la ciudad y parece restablecerse la tranquilidad con la Constitución de 1917. Sin embargo, queda sin resolver lo que será el mayor conflicto vivido por la sociedad contemporánea del occidente: la guerra cristera que estalla en 1926 (Núñez, 2008). El proceso revolucionario tuvo secuelas indirectas en el crecimiento urbano que se realizó a un ritmo más lento. Las grandes obras iniciadas durante el porfiriato, como el encauce del río del San Juan de Dios o la calzada Independencia, no se concluirían hasta la década de 1920 cuando se 45

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad retomarán con la administración de José Guadalupe Zuno (1923-1926). Entonces se establece la calzada Independencia que cruza desde el Paseo de la Alameda (hoy Parque Morelos) hasta el parque Agua Azul, y atraviesa el centro de la ciudad con un paseo atractivo que remarcará esa divisoria de las dos ciudades: la popular oriental y la catrina, del poniente (Núñez, 2008). Como contestando a la elitización porfiriana, la Revolución responde en 1914 con la creación de la Colonia Obrera, tratando de enfrentar las condiciones injustas del trabajador urbano. Sin embargo, la medida en términos políticos respeta la norma de segregación urbana y fija "de manera definitiva la mano de obra a lo largo del ferrocarril y de la industria" (CNIC, 1990: 44). La rebelión cristera y la ciudad ambigua Las pruebas de fuerzas y golpes de efecto entre gobernadores, congreso y grupos y autoridades clericales se suceden a lo largo de la década de 1920 y las tensiones aumentan. La Constitución de 1917 era el centro de los ataques, la Iglesia solicitaba la derogación de algunos de sus artículos que consideraba lesivos para sus obras sociales y políticas. La polarización es extrema en las organizaciones sindicales laicas y confesionales. La afrenta entre el gobernador liberal José Guadalupe Zuno y las autoridades clericales se desborda cuando el primero clausura los seminarios Mayor y Menor de Guadalajara en 1924, lo que la Iglesia traduce como una declaración de guerra e invita a la población a presionar. Además, Zuno envía al Congreso un proyecto de ley para limitar el número de sacerdotes oficiantes en el estado y para cerrar una serie de establecimientos educativos católicos. Aunque el presidente Calles acepta en enero de 1926 reglamentar el artículo 130 constitucional para facilitar la anuencia de la Iglesia a la Constitución, la Iglesia suspende los cultos públicos y se sucederán motines y manifestaciones violentas (Vaca, 2008). Algo específico de estos movimientos obreros en Jalisco y Guadalajara es la presencia y acción de las mujeres. En 1911, la Sociedad de Obreras Católicas tenía 9 275 afiliadas, mientras que la rama masculina contaba con 7 213; y la Unión de Damas Católicas entra en Guadalajara en 1913. Las mujeres van a participar y a movilizarse en asuntos públicos y se las promociona para ello. Y cuando por mandato gubernamental se obliga a 46

Repaso histórico de la colonialidad tapatía los maestros oficiales a firmar su adhesión –con la amenaza de ser cesados–, unos 900 instructores se niegan a ello, la inmensa mayoría mujeres. Los disturbios en la ciudad se extienden al medio rural, donde la violencia se fortalece desencadenándose una guerra civil en la región centro-occidental. No pasó mucho tiempo para que la ciudad dejara esquinado el conflicto y retomara su ritmo habitual de vida (Vaca, 2008). Al trasladarse la guerra cristera al área rural, Guadalajara se mantendría como un escenario donde se desarrollan las negociaciones entre los poderes, aunque no dejaron de generarse tensiones, boicots y actos violentos durante los años de la guerra, por ejemplo de la mano de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco, organización clandestina paramilitar, donde muchas de sus integrantes maestras habían sido cesadas en 1926. Con la Revolución y, después, con el levantamiento cristero en la región de Occidente hay una disminución de las actividades económicas y fuertes migraciones campo-ciudad. John Walton entiende que el proceso revolucionario y las expropiaciones de parcelas y tierras hacen que la aristocracia rural de Jalisco se descuelgue a Guadalajara e invierta en propiedades urbanas. Esta clase rentista ligada a la especulación de tierra va a convertirse en un elemento significativo de la estructura social (1978: 33). En la década de 1930, teniendo que hacer frente también a la crisis capitalista de 1929, los gobiernos y el Estado Federal buscan revivir la industria y el comercio y se retoman los esfuerzos de Guadalajara para transformarse en una urbe industrial. Así se proclama la Ley de Protección a la Industria de 1922 que, entre otras cosas, fomenta la instalación de pequeños talleres familiares. Las obras urbanas buscaban agilizar a través del ensanchamiento de las calles el tránsito vehicular (Núñez, 1999). La vida urbana que se desarrolla, a pesar de las tensiones políticas pasadas y a pesar de las rupturas socioeconómicas que reflejaban las colonias residenciales, aún conservaba un ambiente casi pueblerino. La clase alta y la popular convivían en el centro y se podían distinguir cuatro tipos de vida barrial (de la Peña, en CNIC, 1990). Los espacios residenciales de clase alta y media alta estaban limitados por la calle San Felipe, el Jardín de San Francisco, la calle Maestranza y el Jardín del Carmen; los intermedios entre elegan47

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tes y populares se encontraban en la Capilla de Jesús, el Santuario, Cruz Verde y partes de Analco. El barrio popular viejo básicamente está formado por los antiguos pueblos indígenas: Analco, Mexicaltzingo, Mezquitán y sus extensiones aledañas. Estos viejos barrios fueron incorporados a la ciudad desde mediados del siglo XIX y tienen como característica el que son zonas urbanas bastante estructuradas; es decir, tienen un centro muy claramente marcado por una plaza y la iglesia principal; tienen una clase media local... Tienen una población tradicional de descendencia indígena. Era donde vivía la clase trabajadora de Guadalajara. Sin embargo, las extensiones, las excrecencias de estos barrios empiezan a mostrar las lacras del crecimiento urbano, las vecindades o tugurios donde viven las familias hacinadas, en donde hay problemas de alcoholismo y delincuencia (CNIC, 1990: 62).

Por último, hay barrios populares nuevos en la periferia que surgen con la llegada de inmigrantes. La creciente población presiona y predios rurales van vendiendo sus terrenos que se fraccionan y lotifican para ser urbanizados, como Santa Teresita, El Retiro, El Fresno, donde la Iglesia católica tiene un papel importante en la organización de la vida social y recreativa.

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Repaso histórico de la colonialidad tapatía

II EL ESCENARIO SOCIOURBANO: GUADALAJARA, UNA METRÓPOLIS NOSTÁLGICA

En la actualidad Guadalajara es parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), creada a fines de los años 1980, toda una región resultante de la fusión con cinco municipios conurbados a la mancha urbana: El Salto, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque, Tonalá y Zapopan; y otros dos: Juanacatlán e Ixtlahuacán de los Membrillos, que son municipios externos. Esta zona metropolitana del centro-occidente es la segunda más poblada de México después de la del valle de México. Su población sumó cuatro millones 434 mil 878 habitantes en el 2010 en una superficie de dos mil 734 km². La densidad promedio es de 1 332 habitantes por km2 y el municipio más Mapa 2 Zona Metropolitana de Guadalajara

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad poblado es Guadalajara, con un número de habitantes cercano a los 1.5 millones, aunque su dinamismo poblacional está en declive desde 1990-2000, mientras los municipios de alrededor sostienen tasas de alto crecimiento. Posee una posición económica estratégica dentro de México, porque en un radio de 500 km se concentra la mitad de la población del país. Con el auge de la industria electrónica la ZMG fue conocida con cierta pretenciosidad como el "Valle del silicio mexicano". ¿Cómo se llegó a esto?

EL DESPEGUE INDUSTRIAL TAPATÍO Y LA REESTRUCTURACIÓN URBANA

El carácter de ciudad comercial de Guadalajara se transforma de manera más radical desde los años 1930. Las décadas de 1940 y 1950 son de crecimiento demográfico, creación de la red de carreteras, urbanización acelerada y disfrute de los efectos benéficos de la segunda guerra mundial. Guadalajara va a especializarse en la producción de bienes primarios y en los servicios, proliferando los comercios que dirigirán su producción a los mercados regionales y en menor medida al nacional. Se trata de ampliar redes de comunicación, tecnificar el campo y la industria, reforzar la estructura urbana; como en el porfiriato, la meta era modernizar la ciudad y prepararla para ser atravesada por vías de comunicación. Se producen modificaciones drásticas de la ciudad por políticas desarrollistas hacia el "progreso" con el gobierno de González Gallo, gobernador de Jalisco, al que le continúa Agustín Yáñez, coincidiendo con la presidencia de Miguel Ángel Valdéz (1946-1952). Se crean la central camionera, una nueva estación de tren o el primer aeropuerto comercial en 1951. La industria local era la cerveza y la manteca vegetal, pero se instalan plantas de cobertores, envases de vidrio, calculadoras. Son empresas pequeñas y medianas de empresarios de origen tapatío (de la Paz Hernández y Morales, 2009). Ese proceso de fomento industrial con patrocinio del Estado implica la construcción de vivienda para acomodar la llegada de inmigrantes a las plantas industriales y servicios. En 1950 aparece la famosa colonia Chapalita, versión tapatía de la garden city, ya entonces "verdadera planificación urbana de derecho privado" dice 50

El escenario sociourbano López Moreno en Ickx (2002: 120). Aparecen las colonias de Ciudad del Sol, Vallarta Poniente, Monraz, Las Fuentes; para sectores populares, lo hace Santa Margarita. El municipio de Zapopan sirve de expansión habitacional para estratos sociales con ingresos económicos altos (Núñez, 1999: 229). La Guadalajara moderna tiene que abrir su centro y se realizan obras de ampliaciones y apertura de ejes, como la calle Juárez, la 16 de septiembre, Tolsá o Alcalde. Son los años de la Escuela Tapatía de Arquitectura, artífices de las obras que marcan la ciudad para siempre con su pragmática funcionalista. Con Los Arcos se conmemora, en 1941, los 400 años de fundación de la ciudad. Y para 1956 aparece la plaza-fuente de La Minerva, icono de la actual identidad tapatía. Guadalajara y la mexicanidad Todos estos símbolos de modernidad se entrecruzan con los pronunciamientos de cronistas, visitantes, escritores de la Guadalajara oficial que glorificarán la belleza de las tapatías y el carácter jovial y franco de sus hombres y resaltarán la ciudad ranchera, conservadora y beatona. Según Juan José Doñán, José Vasconcelos afirmó en su obra El desastre de 1938 que "Jalisco es la más bien lograda provincia de México", confirmando la elevación de lo jalisciense a cuna mítica del nacionalismo y de lo mexicano. "La raza es allá más pura que, por ejemplo, en Puebla. El tipo es alto y gallardo, de origen andaluz; las mujeres de ojos negros, cintura flexible y tez clara, llena de suavidad, seducen por la finura de los rasgos y el andar suelto y garboso" (Doñán, 2000: 67). Estas ideas de ser la reserva racial de la República y la supremacía blanca reproducen, como señala García Oropeza (2002), el criollismo jalisciense "que desemboca inevitablemente en un inmencionable racismo". Los tapatíos de élite presumen de no ser "indígenas polveados", ellos son güeros y raza es clase.1 En los años 1940 y 1950 lo jalisciense se eleva a referente de lo mexicano, y Guadalajara queda caracterizada como una "suerte de ombligo de la mexicanidad" por su cultura de origen criollomestizo: charros, mariachis, jarabe tapatío, tequila (Doñán, 2001: 11). 1

En un cuento de Soledad Loaeza una niña defeña con pretensiones sociales recoge este estereotipo: "Mi mamá dice que los de Guadalajara [de donde ella procede] son blancos y no tienen ni bocotas ni narices planchadas" (Loaeza, 1992: 53).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Los símbolos de esa cultura híbrida de rancho, patriarcalismos de señorío estamental y buen vivir, no se pelea con la modernidad, los carros, los negocios ni los clubs –como el actual Country Club que aparece en 1942. El charro está ligado con la cultura del rancho ganadero, que se identifica con la población de Los Altos y con la misma ciudad de Guadalajara donde proliferaron los clubs y las estirpes familiares como efecto del reparto agrario producto de la Revolución.2 Entonces, las actividades de las haciendas van a desplazarse al ámbito urbano como "arte" y como "deporte nacional" para regresar al campo desde esta intervención. La mestiza cultura charra es una ética y una organización de la vida social y familiar en torno a un paterfamilias que es como un hidalgo feudal (véase Palomar, 2005). La figura del charro será promocionada por el cine y la canción ranchera desde la década de 1930 a la de 1950 como parte intrínseca del nacionalismo mexicano.3 Ligado a estas contradicciones, la irrupción de la opaca vida urbana y la necesidad de distinción moderna del "buen gusto" tapatío y su apuesta por otras estéticas y espacios desde la nostalgia de la Arcadia rural, se encuentra el arquitecto Luis Barragán. Sus obras combinan el rancho del patriciado de alcurnia tapatío, el funcionalismo moderno y el buen gusto criollista. Su original sentido naturalista hace arte con elementos, espacios, estéticas, de raíces diferentes desde la vivencia personal de las arquitecturas populares, hasta formas más clásicas o de reminiscencias árabes y mediterráneas, ejemplificando esa colonialidad tapatía. Barragán diseña chalets en las nuevas colonias que se abrían al poniente hacia el extrarradio o el proyecto habitacional de Jardines del Bosque.4

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Cristina Palomar señala el criollismo de la población de Los Altos como un elemento distintivo de esa identidad regional (2005). Jorge Negrete será el actor que encarne el protagonista del cine regional jalisciense o comedia ranchera, base de la iconografía del México "profundo" mestizo-criollo, como en ¡Ay, Jalisco, no te rajes!, de 1941. Cortés se refiere a la casa taller que Barragán realiza en 1947 en Tacubaya, Distrito Federal, como una forma de disimular el lujo interior en un barrio popular al mirarse desde fuera como un vulgar cubo herméticamente cerrado (2010: 67-68).

El escenario sociourbano

EL IMPLACABLE AVANCE DEL DESARROLLO El crecimiento más espectacular de la capital tapatía se produce entre 1950 y 1960, cuando se duplica la población. A principios de los años 1970 el 97% de la industria era de pequeños talleres, capitales locales y mano de obra familiar, introduciéndose la producción de ropa y calzado o la metal-mecánica. Comienzan a llegar capitales de Monterrey y de la Ciudad de México que van a desplazar a los locales en la producción de bienes y se dirigen al mercado nacional, invirtiendo en bienes intermedios, de capital y durables. Era un mercado urbano en expansión, pero "las élites locales se volvieron gradualmente invisibles, su participación en la economía local se orientó hacia actividades de poco riesgo (la especulación, el comercio, el agio), atractivas en el corto plazo por sus altas tasas de retorno" (La Paz Hernández y Morales, 2009: 74-75). En esos años, municipios como Tonalá, Tlaquepaque o Zapopan se ven conurbados y comienza la invasión de tierras de cultivo. La incipiente especulación urbana de principios de siglo se ha convertido ya en un problema grave y los precios de la tierra son exorbitantes en toda la ciudad (Walton, 1978). La horizontalidad y la baja densidad en la ocupación del espacio siguen caracterizando a una Guadalajara que se extiende exponencialmente, aunque se produce cierta vivienda vertical y aparece "la privada" en el ensanche desde Tolsá a Chapultepec. De las plazas públicas a las comerciales Para 1967 se levanta el mercado de Abastos, pero aparecen nuevos conceptos comerciales y de consumo cultural que se extienden entre los sectores acomodados como las Farmacias Guadalajara, Laboratorios Julio o los Maxis en Avenida Las Américas, que pronto van a verse sustituidos por las cadenas de autoservicio como la Comercial Mexicana, Gigante y Aurrerá (Núñez, 1999). Progresivamente hay una mutación de la Guadalajara de las plazas públicas a Guadalajara de las plazas comerciales, una transición que se realizó "sin abandonar su propia cultura urbana en el trayecto y apropiándose de nuevos espacios confiriéndoles una identidad de espacios públicos sustitutos a pesar del modelo errado de planeación y crecimiento urbano dominan53

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad te, para seguir siendo la ciudad de las plazas, aunque ahora estas sean en su mayoría comerciales" (Jiménez et al., 2008: 284). En 1968 se levanta la Plaza del Sol, el primer centro comercial en el municipio zapopano. El centro dejará de ser el corazón de la vida económica para ciertos sectores de la sociedad tapatía que se desgajan de este imán central. "Acudir a Plaza del Sol pronto se convirtió en un paseo, en una diversión. Nuevos modos de consumo y estilos de vida fueron generándose a partir del continuo y hasta ahora ininterrumpido establecimiento de centros comerciales en el área metropolitana de Guadalajara" (ibídem: 263). La teoría se refiere a las plazas comerciales como elementos urbanos que acompañan la ciudad neoliberal y un modo de habitarla "a la norteamericana" desde el mercado, desde el aislamiento en comunidades cerradas y desde el indispensable automóvil. Los centros comerciales quitan el protagonismo a la calle que deja de ser el espacio de encuentro y de acceso universal, de promoción de identidad colectiva y de ejercicio de ciudadanía. Es la privatización del estar juntos que surge bajo la premisa de la inseguridad (Jiménez et al., 2008). Sin embargo, la diversidad de formas de consumo en Guadalajara se comprueba con otras iniciativas como la del renovado mercado San Juan de Dios o El Baratillo, mercado callejero que se abre todos los domingos en el sector Libertad expandiéndose desde la calle 38. También en el oriente están los puestos y tiendas de ropa al por mayor de la calle Medrano y la bisutería de la avenida Álvaro Obregón. Los anticuarios se dan cita en la avenida México, y más acorde con los tiempos y los gustos juveniles y de las tribus urbanas, los sábados se acomoda el Tianguis Cultural al final de la Calzada 16 de Septiembre. De ahí, los tianguis barriales y locales siguen sucediéndose en cualquier punto de la ciudad y sus extensiones. La calle continúa siendo un lugar para el mercadeo y la interacción pero lo hace desde la diferencia.

LA TRANSICIÓN DE LOS AÑOS 1970 Y EL DESBORDE URBANO

La Ley de Fomento y Promoción del Desarrollo Económico y Social de Jalisco en 1973, señala la última década del modelo de sustitución de impor54

El escenario sociourbano taciones, a partir de entonces se facilitará la instalación de servicios industriales o maquilas en Guadalajara. En los 70 era "la gran ciudad de la pequeña industria" (Arias, 1985), con un sector terciario significativo y un empleo en pequeños talleres y en la industria maquila domiciliaria; un mundo informal que imprimía transformaciones dinámicas. Guadalajara impuso su sello cultural al mundo laboral de la pequeña industria (de la Peña, 1995). Pero se entra a un proceso de metamorfosis y de transición entre un Estado regulador y un desarrollo estabilizador a un Estado desregulador y un desarrollo dislocador. Hay una creciente presencia e influencia de capital extranjero, como lo describe John Walton (1978). Con él aparecen también los problemas de metropolización: uso de la tierra y especulación urbana, desigual distribución de los servicios públicos, segregación espacial por clase social. Guadalajara se extiende con la creciente industria que se concentra en el sur y en el suroeste, comunicada a las arterias pero lejos de las residencias de la mano de obra que se encuentra al oriente y noreste y que deben hacer trayectos largos hacia el trabajo, congestionándose el centro de la ciudad por el paso del transporte público (Walton, 1978: 37). Es una "ciudad dividida" que se está "moviendo inexorablemente hacia el caos y la pobreza urbana que se encuentra en la ciudad de México" (ibidem: 40), problemas de aguas negras, de transporte y de falta de control de la industria. Las instituciones públicas van perdiendo fuerza en la planificación urbana y la ciudad horizontal y de baja densidad se modifica en lo que había sido una mezcla de usos de los espacios urbanos: residenciales, comerciales, de pequeños servicios. El crecimiento de la ciudad se desbordó en los años 1970 y aparecen nuevos actores y promotores. Hay una fuerte especulación de la tierra por su carencia. Las personas salen del centro a la periferia, los espacios edificables y la dotación de servicios se saturan y empiezan las invasiones de tierras ejidales, es un urbanismo explosivo y de autoconstrucción. La Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra (Corett) tiene que intervenir para controlar y regularizar baldíos, invasiones, ejidos.5 En esa expansión 5

Con la figura del "fraccionamiento popular" hasta 1975 se puede considerar que no existían "asentamientos irregulares" en el Zona Metropolitana de Guadalajara (de la Peña, 1995: 26).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad será que se produzca la integración de la Zona Metropolitana de Guadalajara a finales de los años 1980. Mientras, el mercado inmobiliario sigue creciendo y aparece el Infonavit y la generación de multifamiliares. Para Walton la segregación socioespacial de Guadalajara en la década de 1970 tiene que ver con que "la creación por el Estado de la infraestructura urbana obra literalmente allanando el camino para la expansión preferente de los grandes comerciales, los industriales y las zonas residenciales de clase medias a altas". Y pasa a demostrar esto a través de los proyectos e instituciones que están construyendo una futura ciudad dividida donde el sector privado tiene una presencia importante; señala cómo la vivienda pública es inalcanzable para la mayoría de la población urbana; cómo la creación de un corredor industrial va a afectar a la industria local y a beneficiar a las multinacionales; o cómo el "Plan Sur" y la creación de vivienda barata alrededor de las industrias crea enclaves de una nueva clase obrera en tierras ejidales a expropiar y a especularse, sin que se proyecten políticas urbanas redistributivas (1978: 45-46). Y vaticina La economía política de Guadalajara está cambiando en formas que afectan a su estructura urbana. Como la gran industria y el comercio se expanden, las pequeñas empresas desfallecen, dando lugar a una disminución en el patrón de uso de la tierra diversificada, diversos sectores de la ciudad tienden a ser más homogéneos en lo residencial, comercial o industrial. Además, como la gran industria se expande, los patrones contemporáneos de la segregación ecológica y la clase se harán cada vez más disfuncionales (ibidem: 47).

Los años 1970 producen tanto cinturones de miseria, como guetos de la alta burguesía, con los condominios de tipo "campestre" –con un derroche de espacios creando instalaciones de golf por ejemplo– y mordiendo los terrenos de bosques y reservas naturales, como La Primavera o San Isidro. Rancho Contento y el Club de Golf Santa Anita surgen en1967; de 1970 son la urbanización de Bosques de San Isidro –Las Cañadas con 567 ha (posteriormente aparecen en esta área Colinas del Centinela y el proyecto del Valle de San Isidro). Ciudad Bugambilias, El Palomar y Pinar de La Venta se generan a principios de esta década. Son los primeros condominios 56

El escenario sociourbano cerrados con muros y seguridad, servicios propios y autogobiernos, pero será en la segunda mitad de los años 1980 cuando se produce el espaldarazo definitivo de esta fórmula más urbana con Puerta Hierro en 1986, Royal Country, Atlas Colomos y sus parientes Valle y Jardín Real, y otros más pequeños como Rinconada del Iris o Azaleas en Bugambilias (Ickx, 2002). Otro eje se constituye a finales de los años 1980 con el estandarizado Proyecto de Parque de la Castellana y el Parque Regency en Avenida de Naciones Unidas, o el conjunto Virreyes. Sociológicamente, según Cabrales y Canosa (2002), responden a la entrada e instalación de profesionales estadounidenses y europeos de compañías transnacionales, así como técnicos y directivos de empresas industriales procedentes del Distrito Federal. Estos ejecutivos buscan colonias de unifamiliares y baja densidad en las periferias. A ellos se sumarán otros grupos emergentes. Más insertas en la ciudad y autocontenidas son las urbanizaciones del patriciado tapatío de San Miguel de la Colina (1971), con casetas de vigilancia, alberca y tenis o las fortificaciones de Colinas de San Javier. Ickx (2002) se refiere al modelo de exurbaciones con los proyectos "campestres" ligados con segundas residencias en sus inicios y al de guetos con estos últimos. El crecimiento urbano incorpora una grave falta de planificación y, al asumir una orientación empresarial se rige por la especulación y corrupción, esos proyectos residenciales son posibles porque no hay una normativa explícita reguladora. En una evaluación de ese proceso, el arquitecto y urbanista Juan Palomar Verea señala que todas las grandes medidas adoptadas en la Guadalajara del siglo XX han sido tomadas verticalmente, cuando no de espaldas a la ciudadanía: la Cruz de Plazas, las ampliaciones de Juárez y 16 de Septiembre y las que siguieron, el trazo del periférico nunca completado, el eje norte-sur (Federalismo), la Plaza Tapatía... la ubicua destrucción del patrimonio histórico y, por supuesto, el cúmulo de desarrollos privados (2008: 41).6

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La Plaza Tapatía expresa esta época de desorden urbanístico. Esta intervención implicó demoler una docena de manzanas y un área de 70 000 m2 desde el Teatro Degollado hasta el Hospicio Cabañas que se destina a paseos, fuentes, ajardinamiento, y a unos burdos edificios comerciales.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

GUADALAJARA GLOBAL Y SU PRIVATIZACIÓN Después de los procesos de reestructuración de los 80 que se imponen con la crisis de los precios del petróleo, México convulsiona con las crisis financieras de 1982 y 1994 generándose el movimiento social de deudores de El Barzón. Ávila Camacho toma en esa década las riendas para que la vocación tapatía de la pequeña y mediana industria gire hacia la apuesta por las corporaciones. La nueva modernidad y sus dependencias se introducen con la maquila electrónica: computadoras, celulares, tarjetas madre... El valle de Atemajac será el Silicon Valley mexicano: el 73% de los parques industriales de Jalisco se localizan ahí.7 Se establecen en El Salto alrededor del cual llegarán los fraccionamientos de clases populares que se extenderán en Tlajomulco de Zúñiga. Con el impulso de Fovissste e Infonavit –dependencias gubernamentales y descentralizadas– se construyen edificios de interés social en diferentes sectores de la ciudad (Núñez, 1999: 188 y 189). La estructura económica en la ciudad se modifica y con ello las actividades y relaciones sociales. La apertura de las fronteras a mercancías extranjeras (textiles y zapatos) y la entrada de México al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio –Gatt–, son situaciones que afectan al empresariado de Guadalajara que van a ver limitadas sus ventajas por el tamaño de sus empresas y lo focalizado de sus mercados (de la Paz y Morales, 2009: 79). "La falta de capacidad para competir con las grandes empresas extranjeras, así como las grandes firmas nacionales que se establecían en la ciudad, aunado a una cada vez menor participación del Estado en la promoción económica, contribuyó a propiciar una fuerte inversión de los empresarios tapatíos en la actividad inmobiliaria" (ibidem: 79). Los empresarios de la localidad seguirán presentes desde estos históricos ámbitos de inversión: la compra venta de terrenos, aprovechándose y lucrando de los cambios en los usos y valores del suelo (de la Paz y Morales, 2009: 90). Hasta ahora no han logrado crear una clase empresarial fuerte, se mantienen como pequeños y medianos propietarios, aunque con un perfil renovado gracias a la presencia de 7

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De 1996 a 2001 se crean 90 000 empleos directos de manufactura de exportación en Guadalajara; y entre 1996 y 1997 se instalan 265 empresas asiáticas (de la Paz y Morales, 2009: 79).

El escenario sociourbano empresarios más jóvenes, más escolarizados y con un incremento entre ellos de mujeres (en 2008 son el 18.5%) (de la Paz y Morales, 2009: 84). Si en la década de los años 1980 y 1990 se produce la penetración de capital foráneo y de sectores emergentes legales, también lo hacen los paralegales. El narcotráfico, con sus perversas pero atractivas lógicas de poder y relaciones, se instala, oculta y permea resultando familiar su presencia en la ciudad y haciéndose visible con el auge inmobiliario de gusto kitsh o art narcó. Esos nuevos vecinos serán parte de los sectores emergentes que "ganan" en el contexto neoliberal y de globalización corporativa.8 Veremos que abundan las anécdotas sobre lo que ha sido una larga convivencia con los capos del narcotráfico. La extrema desigualdad metropolitana se explicita en todo momento, pero las brutales explosiones de las tuberías de gasolina de Pemex en el alcantarillado a su paso por el populoso barrio de Analco marcan un antes y un después en la historia de Guadalajara. Ellas destapan la segregación urbana y la desidia de las instituciones estatales en la dotación y gestión de los servicios públicos. Por otro lado, la ciudad desigual también se refleja en la disposición de áreas verdes: en Oriente es de 1 m2 de área verde por habitante; en Poniente es de 9 (Del Castillo, 2008). O en el transporte público que es deficiente en extremo, con horarios muy limitados. Hay un sistema de Tren Ligero o Sistema de Tren Eléctrico Urbano (Siteur) con dos líneas estrenadas en 1989 y en 1994, pero el transporte rey es el coche privado.9 Las áreas habitacionales ocupan el 70% del espacio urbano y el mercado inmobiliario se fortalece con grandes capitales que invierten en fraccionamientos de lujo y acceso controlado: es el boom de los cotos o condominios cerrados, también aparecen torres de departamentos y oficinas que rompen la horizontalidad (Núñez, 1999: 189). La ciudad se expande a través de este modelo de hábitat residencial para ricos, que trasciende las clases dándose

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Se ha escrito mucho sobre la presencia de cárteles y capos del narcotráfico en Guadalajara y Jalisco. En El poder del perro, Don Winslow (2010) retrata la instalación de estos poderes del cártel de Sinaloa en esta metrópolis en los años 1980. Si habían 600 000 autos para 1997; en 2007 son 1 225 000 según Castillo (2008: 56). Y Núñez recoge que en 1955 había 22 autos por 1 000 habitantes y en el 2000, son 218 por 1 000 habitantes (2008: 15).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad fórmulas de imitación para pobres, incluso en forma de asentamientos sumamente abigarrados o "tinacolandias" (Núñez, 2008: 13). Por otro lado, los asentamientos irregulares se enfrentan a una lucha por la subsistencia urbana en el ámbito del empleo, pero también en el de los servicios mínimos o en la competencia por los mismos espacios de vida en la densificación de la pobreza. El explosivo urbanismo de los pobres se refleja en la historia de muchos de estos espacios: Polanco, Rancho Nuevo, Santa Ana Tepetitlán, Atemajac, Huentitán el Bajo.10 En estos tiempos de apertura comercial no dejan de aparecer centros comerciales que se concentran entre la población que puede consumir como es Zapopan, donde se presenta mayor dinámica económica. El Centro Comercial Plaza Galerías, inaugurado en noviembre del 2003, se diseña por arquitectos estadounidenses con la idea de competir con la Gran Plaza de 1993. Incluye un extenso glosario de cadenas comerciales, comida rápida, salas de cine, discotecas y 4 000 cajones de estacionamiento, una escenografía monumental con imágenes espectaculares para introducir a un mundo de variedad y abundancia, de distinción y exclusividad. Estos "espacios públicos sustitutos" son superficies reflejantes que ofrecen un ambiente de transparencia y luminosidad, higienizado y seguro (Jiménez y otros, 2008: 279). Por último, de unos años a esta parte se vive una ola de alarde arquitectónico y de demostración de poder de parte de la empresa privada que introduce en la promoción cultural su particular sello comercial. Esta visión neoliberal-mercantil de la cultura es compartida por los gobiernos federal, estatal y municipal, y por la Universidad de Guadalajara.

LA EXPLOSIÓN DE ZAPOPAN Y LOS COTOS Vimos que Zapopan viene insertándose a la dinámica urbana cuando se ubican las primeras fábricas de hilaturas a principios del XX, acelerándose esta simbiosis desde mediados del siglo pasado. Hoy se puede decir que se ha convertido en un polarizado y esquizofrénico municipio creciendo por el des10

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Entre 1995 y 2010 Tlajomulco pasa de 10 000 a más de 400 000 habitantes. Y entre 1998 y 2003 se producen 96 nuevos fraccionamientos con 76 000 viviendas (Núñez, 2008).

El escenario sociourbano borde de Guadalajara poniente. Zapopan combina una tercera parte de su población viviendo en áreas irregulares mientras que alcanza el ingreso más alto de toda la zona metropolitana –es uno de los municipios más pujantes de México, con un crecimiento alto por la renta y la inversión inmobiliaria: en 1990 contaba con 668 323 habitantes y para el 2010 son 1 243 756. En el municipio contrastan diferentes entornos e identidades, se encuentran la arquitectura high standart, los cotos y countries club de lujo, el primer centro comercial, el mayor auditorio, el proyecto de expansión urbana del Bajío y el campo de fútbol más galáctico. El paisaje de la ultramodernidad idílica se encuentra con la periferia industrial más desolada. Y todavía quedan espacios verdes, ranchos, ejidos o reservas naturales. Y a este mosaico hay que sumarle la zapopanidad que ofrecen sus barrios y pueblos "tradicionales": Tesistán, San Juan Ocotán, Jocotán, Nextipac; algunos de ellos son pueblos de indios con tradiciones como la danza de los tastoanes; o espacios populares de habitación con una mayor identificación metropolitana desde las urbanizaciones espontáneas como El Colli; o desarrollos fomentados por Infonavit o el Isste. Zapopan es el asiento de urbanizaciones residenciales de clases medias y altas por ser un lugar estratégico. Su emplazamiento se sitúa sobre los ejes de acceso a la ciudad y en el borde del anillo periférico que la circunda, y disfruta de buenas condiciones ambientales con la proximidad del Bosque de La Primavera y el parque de Los Colomos. Son tres los ejes del desarrollo privilegiado que la cruzan, al norte, la carretera a Saltillo y Zacatecas; al noreste, en torno a la Avenida Patria y el anillo periférico; y al sureste siguiendo la carretera a Morelia (Cabrales y Canosa, 2002: 104-106). De esta manera se configura la "dorsal blindada" que se prolonga por Tlajomulco a través de la avenida López Mateos donde se localizan la mayoría de los desarrollos residenciales y los centros comerciales haciendo que las vialidades se carguen de vehículos (Cabrales y Canosa, 2002: 114). A fines de los 80 estos proyectos aún se entendían relativamente alejados de la ciudad vivida y conocida, pero ya se publicitan como un área condominal de lujo. Estos mismos autores describen cómo el marco legal ha sido indeterminado y

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad permisible y cómo han eludido posibles interferencias de la administración pública para garantizarse la exclusividad del recinto.11 Me atrevo a aventurar que lo que se llama urbanismo insular habría que matizarlo en Guadalajara. Estos desarrollos se entretejen con áreas marginales, populares, industriales, pero ello ocurre de una manera más sutil. Gracias a la "dorsal blindada" se puede hablar de un espacio preferente de cierta continuidad que permite sortear los "puntos negritos" como llaman los residentes del privilegio a los "otros" espacios. El paso de Valle Real a Puerta Hierro a Andares a Providencia a la Seattle al Country, a Colinas de San Javier, incluso a Chapalita y hasta la clasemediera Ciudad del Sol o, a través de vías "rápidas" a las extensiones por las avenidas de López Mateos o Vallarta, permiten una cierta unidad de paisaje como quizás no se da en otras metrópolis como el mismo Distrito Federal. Como veremos esto no significa un encerramiento o incomunicación extrema respecto a otras áreas y grupos sociales de la ciudad. Características de los cotos El coto o condominio cerrado es un espacio residencial segregado explícitamente por muros o bardas perimetrales, con entrada restringida, normalmente con plumas, cámaras de seguridad y guardias privados, y con un régimen de reglas internas de condominio. Su constitución autónoma supone acuerdos con el municipio para el uso privado del espacio interno y en servicios. Cada coto mantiene ciertas normas constructivas para garantizar su plusvalía manteniendo esta voluntad de distinción e imponen el tipo de colores, de medidas y proporciones de espacios a construir, materiales, incluso estilos. A partir de esos reglamentos de construcción, y más con el paso del tiempo, cada propietario tiende a dar rienda suelta a su imaginación. Específico de la metrópolis tapatía es que este crecimiento de los cotos haya sido de tipo horizontal fomentado por la fuerza de un imaginario que privilegia la propiedad de casas de habitación unifamiliares.12 11

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Para 1995 el 10% del tejido urbano pertenece ya a fraccionamientos cerrados (Cabrales y Canosa, 2002). Ickx (2002) documenta que para el año 2000 se habían construido 150 cotos privados en la zona metropolitana. Según la Sociedad Hipotecaria Federal, más de tres cuartas partes de las viviendas del municipio de Guadalajara son independientes de uno o dos niveles; la densidad de población es de 99 habitantes

El escenario sociourbano Al comprarse lote o casa se comparte la propiedad de áreas comunes de recreación y deporte, casa club, calles, banquetas, caseta de vigilancia y servicios propios como pozos de agua y recolección de basura, pagándose una cuota mensual para su uso por los residentes. El coto es un modelo que se va a extender hacia amplios sectores sociales, pero aquí haré referencia a los condominios de clases medias altas y altas que conservan la lógica de la exclusividad física y social de sus habitantes en su sentido más tapatío: es decir, como un hábitat de privilegio. En ellos los elegidos disfrutan el radicar en zonas tranquilas, de baja densidad poblacional y fuera de la ciudad, características que en su época poseyeron las colonias porfirianas, las primeras urbanizaciones "campestres" en la modernización. La ciudad se ha regado de espectaculares que en las vías de entrada/ salida a la misma tratan de convencer con sus reclamos de la nueva vida. Paulo Unda (2011), basándose en la promoción de El Palomar: "El privilegio de vivir por encima de los demás", describe en términos sarcásticos: El verde sería el color dominante, claro. Una colina verde, un prado verde, un paisaje cualquiera del bosque circundante, de hojas verdes. La casa pudiera ser de cualquier color, si hubiera una casa, pero se elegiría sin duda una cuyo diseño la haga parecer parte del entorno natural, el jardín doméstico formaría un continuo con el bosque para implantar la idea de la naturaleza como parte fundamental de la residencia, también parte del jardín (lo suburbano como jardín de la ciudad). Se podría sumar un elemento extra con fines de identificación para dar aún más fuerza a la pieza, dirigirla mejor, incluir personajes: una familia de dos, tres, cuatro miembros. Todos sonriendo, la madre, el padre, los dos hijos... Si se desea, podría incluirse un perro. Un labrador dorado compone mejor en conjunto con el cabello rubio de los niños... Para visualizar El privilegio de vivir por encima de los demás, no hace falta incluir a los "demás" en la imagen porque se entiende que ahí están, aunque no estén. Y así de fácil, el producto ya se ha colocado en el imaginario colectivo como una marca de estatus y la promesa de una vida verde aparte. No en la ciudad (2011: 1-2). por hectárea, mientras en ciudades de tamaño similar oscila entre e1 40 y 160 (http:// www.informador.com.mx/jalisco/2013/497748/6/nuevos-planes-parciales-clave-para-revertir-eldespoblamiento.htm).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Y es que en estos residenciales no caben las estrecheces ni las precariedades. Se construyen con materiales de calidad y las residencias están equipadas para ser parte de la sociedad informacional. La mitad de las colonias analizadas por Cabrales y Canosa se establecían por acuerdo de fideicomiso entre propietarios y promotores, acciones que exigen una elevada inmovilización de capital y un control de canales privilegiados de la comercialización; estas sociedades encubren "la permanencia de grupos familiares de gran peso económico tradicional en el negocio inmobiliario... formas nuevas envuelven viejas prácticas de grupos dominantes" (2002: 104). La ley vigente es la de Desarrollo Urbano del Estado de Jalisco y Reglamento de Zonificación de 1995, que no hace referencia a urbanizaciones privadas cerradas. Como sus antecesoras lo hace a la tipología permitida de usos habitacionales de "unifamiliar de densidad mínima": carga máxima de 40 habitantes por ha, lotes de al menos 800 metros cuadrados y una superficie edificable de no más del 40% de la superficie del lote (Cabrales y Canosa, 2002: 111). La cobertura legal obtenida a partir del Reglamento de Zonificación permite esquivar el derecho de paso y cerrar calles para el servicio exclusivo del condominio. La reforma de 1995 al Código Civil que regula los condominios restringe su área a 10 ha como máximo. Así, cuando son de mayor tamaño, establecen secciones que programan de manera independiente a pesar de su concepción unitaria. Es una política de hechos consumados, se entregan calles al ayuntamiento en El Palomar o Bugambilias o San Isidro, haciendo mención expresa al acuerdo de ocuparse privadamente de su mantenimiento. Hay una interpretación laxa de las donaciones obligatorias de terreno a las autoridades, y "consiguen eludir la interferencia que supondría la presencia de equipamientos de propiedad pública en el interior del recinto y la obligación lógica entonces, de abrirse a la entrada de todos los ciudadanos" (Cabrales y Canosa, 2002: 112), aunque muchos fraccionamientos tienen denuncias por ausencia de permisos. El coto: régimen de condominio y comunidad Los puntos de referencia sólidos se han hecho evanescentes en la modernidad líquida (Bauman 1999), pero frente a lo global lo local se afirma como el lugar de las seguridades y de los conocidos, y en este sentido la comunidad 64

El escenario sociourbano se construiría sobre ese entretejimiento de lazos sociales y de certezas. Comunidad es un término que se utiliza para demasiadas referencias: indígenas, rurales, académica, de vecinos, y muchas otras palabras se asocian a la misma idea de identificación social y pueden ser sinónimos con clubs, pandillas, barrios, gremios, provocándose sobreentendidos que hay que especificar e historizar. En cualquier caso, comunidad evoca sensación de lugar o situación "plácida", positiva, buena; un espacio de acogida, de confort, donde relajarse y estar seguro y en convivencia armónica con los demás (Bauman, 2008: V). Aquí me refiero a comunidades intramuros. El muro marca un afuera y un adentro; hacia el adentro las líneas entre lo público y lo privado son muy tenues, todo queda a la vista de los iguales. El impacto del espacio tiene consecuencias en el comportamiento e identificaciones colectivas, porque de esta manera incluso los jardines, cocheras o terrazas de las residencias cumplen funciones comunitarias, lo que sobredimensiona los lazos de vecindad y de confianza en una intimidad compartida. Esto sucede porque "en este lugar viven todos aquellos que comparten la misma cosmovisión acerca de lo social, de la crianza de los hijos, de ciertas elecciones educativas" y los padres tienen la certeza de que los padres de los amigos de sus hijos ven las cosas a su misma manera (Wortman, 2005: 19). En el caso de los cotos, se produciría ese urbanismo por afinidad o de los similares (urbanisme des affinitaires), donde se da una selección del tipo de vecinos con quienes se quiere compartir (Donzelot, 1999). En esta comunidad de supuestos iguales, "La atracción de los sueños comunitarios se basa en la promesa de simplificación: llevada a su límite lógico, la simplificación significa mucha mismidad y un mínimo estricto de variedad" (Bauman, 2008: 145).13 Es el mito de la "comunidad purificada", esa recreación de un mundo de vida singular entre los "como uno" disfrutando aficiones comunes en espacios compartidos donde sus habitantes recrean un vínculo y una socialidad que elimina el conflicto y se guía por el bienestar, la buena vecin13

Estos espacios, aun en su versión más burocratizada, contienen características weberianas de comunitarismo: una cierta historia o génesis de grupo y comportamiento; institucionalización en normas y deberes a través del régimen de condominio y juntas de colonos y ciertos rituales; una conciencia de pertenencia entre sus miembros y unas formas culturales y de estilo de vida compartido.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad dad, el espíritu comunitario (de Sennet, en Arizaga, 2005). En un contexto e historia de estructuras sociales más complejas, "el suburbio logra la simplificación del medio ambiente social, a partir de un proceso de reducción de alteridades" por medio de este mito (Arizaga, 2005: 105). El encierro crea un mundo separado con sus propias reglas y estilos de convivencia y de respeto. Sus pobladores reclaman un estilo de vida no urbano y se imaginan ciudadanos de pueblos, de un estar en "casa", de relaciones personales donde los niños pueden jugar en el afuera controlado, como señala Giglia buscando la identificación y no el anonimato urbano (2003: 14). Las ciudades cerradas o megaemprendimientos, los countries, los cotos son la materialización de la utopía comunitarista. La utopía se planifica y se pone en marcha e impacta en la espacialidad constituyéndose como una opción de vida factible. Ahora ¿ofrece la comunidad de los cotos lazos seguros y solidarios? Muchos autores van a cuestionar este sentido comunitario. Por un lado, por lo que supone el régimen de condominio. El régimen de condominio es una novedad frente a los modos tradicionales del asentamiento urbanos tapatío burgués de vivienda unifamiliar, ya que cualquiera de los habitantes-vecinos tiene sus derechos condicionados por una normativa interna que se compromete a cumplir por encima de su individualidad y de su propiedad. Hay unas reglas estrictas que en teoría son iguales para todos y que crean un sujeto colectivo que se materializa en la junta de condóminos y en actividades y símbolos a compartir. La creación normativa de una comunidad cotificada es parte sustancial de la nueva forma de habitar el espacio y de hacer sociedad. Los reglamentos son restricciones dirigidas a mantener orden, limpieza y uniformidad del fraccionamiento y la apariencia de la casa, horarios, sitios... y muchas veces estas normas pasan por encima de los derechos individuales como el libre tránsito o el derecho a la privacidad.14 Las fórmulas de convivencia se hacen impracticables cuando son proyectos masificados, de alto hacinamiento, sin vialidades ni servicios apropiados y 14

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Un ejemplo de hipercontrol es el condado de Orange en California, donde se regulan detalles como las razas permitidas de perros o el tipo de plantas en los jardines (Cortés, 2010: 129).

El escenario sociourbano donde los habitantes no tienen capacidad de hacer frente a las cuotas de mantenimiento, casos en los que no voy a entrar en este libro. El atractivo que los cotos han tenido para los desarrolladores, gobiernos locales y residentes se produce porque los primeros pueden regular el uso de los espacios comunes y reducir el riesgo de la degradación económica del condominio. Los gobiernos locales se evitan problemas y se permiten delegar funciones. Y los vecinos se benefician del nivel y calidad de los servicios públicos suministrados en lo privado gracias a sus cuotas de mantenimiento, tendrán beneficios estables y su autogobierno asegura el control del ambiente y permite gestionar una imagen de prestigio del vecindario (Glasze, 2005). Su éxito no se produce igual en todos los países, y tiende a expandirse en estados y democracias más débiles. Podemos pensar que en Latinoamérica, donde se han mantenido las desigualdades étnico-raciales y de clase y la ciudadanía diferenciada, estos clubs territoriales-residenciales exclusivos cobran más sentido y hegemonía. Por su organización los cotos funcionan como una economía de clubs territoriales (territorial club economics) en el sentido de que son colectivos que desde su exclusividad se establecen como fraccionamientos privados sobre acuerdos como propietarios-miembros con autogobierno para compartir el consumo de bienes específicos al interior de unas fronteras territoriales (Glasze, 2005: 224). Suponen la propiedad privada del lote y de la casa, y con ello el disfrute de las propiedades comunes: calles, espacios verdes, instalaciones… y el ser miembro de una asociación de vecinos que elige su propia directiva para gestionar el coto. Se puede añadir la forma transitiva: permitiendo que las reglas controlen el comportamiento de los condóminos. Duhau y Giglia exponen que los espacios comunes significan lo que el espacio no es: ni público ni privado, es el acceso libre y la participación compartida sin la sombra del Estado pero tampoco de la lógica del mercado (2008: 414). Son reglas diferentes al espacio público y hay que ver cómo se dan las relaciones con las instancias de gobierno del territorio. Es posible que en próximos años "los espacios residenciales cerrados se constituyan en uno de los laboratorios socio-espaciales privilegiados para estudiar los procesos de redefinición de la relación entre ciudadanos y autoridades locales, la transformación del estatuto jurídico de lo público en la ciudad y la elabo67

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ración de nuevas formas de pertenencia y lazos sociales basadas en la comunidad de intereses vinculados, no tanto a la pertenencia social sino a formas semejantes de la experiencia urbana" (ibidem: 414). La asociación de vecinos o de condóminos suele realizar una asamblea anual y hay un comité directivo que gobierna el cotidiano y negocia con las autoridades municipales u otras. Ángela Giglia afirma que los condominios son "una forma de escapar al desorden urbano para establecer islas de homogeneidad social y experimentar nuevas formas de gobierno local" (Giglia, 2003: 1). Es decir, serían experiencias de autogobierno, un remedio frente a la ocupación desordenada de los espacios públicos, la heterogeneidad social, la desorganización administrativa metropolitana y la seguridad sobre sus patrimonios y personas, respondiendo en muchas ocasiones a movilizaciones colectivas (Giglia, 2003: 8). Al interior de los cotos arreglan sus asuntos de bien común de forma autónoma, creando esferas micropúblicas y formas de participación y principios a pesar de que contribuyen con su encierro a la fragmentación urbana y división socioespacial. Hay dos argumentos que objetarían esto. Uno por el lado de la tensión seguridad-libertad, que señala que esta opción de hábitat condominial tiene un precio… "Se paga en la moneda de la libertad" (Bauman, 2008: VIII). Es la disputa comunidad-individualidad, la doble cara del cohabitar: la emancipadora y la coercitiva, la de autoafirmación y la disciplinante. Este tipo de residenciales supone vivir una utopía realizada, pero se trata de una institución social y "si vives según las reglas, vives en el paraíso. Si no las respetas, vives en una dictadura totalitaria" (refiriéndose a Celebration, un condominio diseñado por Walt Disney, recogido en Ickx, 2002: 139).15 Un segundo argumento se remite a las limitaciones de la acción política desde el poder económico. Georg Glasze (2005) se permite cuestionar el sistema "democrático" de los autogobiernos de los condominios porque en muchas de estas secesiones de exitosos gobiernos autocráticos termina im15

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Los cotos y el amurallamiento explícito son el símbolo paradigmático y estigmatizado de esta secesión sociourbana, pero pueden analizarse otros sectores urbanos que se agrupan endogámica y territorialmente. Hay que distinguir en el creciente confinamiento de unos y de otros, ya que hay guetos voluntarios y guetos forzados, en unos los otros no pueden entrar, en los segundos no pueden salir (Wacquant, 2010).

El escenario sociourbano poniéndose el patrimonio: manda el que mayor capacidad financiera tiene. Así se crean y se reproducen desde la desigualdad. Y hay una acomodación del discurso de la propiedad privada, en este caso comunalizada, refeudalizada o ciudadelizada por este autogobierno del pequeño colectivo cotificado, y muchos pasan sobre las leyes. En el caso del glamoroso Puerta de Hierro la especulación inmobiliaria entra en terrenos inadecuados al ser "construido en su mayor parte en los lechos de los arroyos del bosque" de Los Colomos (Núñez, 1999: 106). Esto es reforzado por Maristella Svampa, quien se refiere a una restringida ciudadanía patrimonialista, basada en la autotutela individual y en la autoregulación de parte de ciertos sectores propietarios y de nivel adquisitivo segregados de la férula de otras normativas públicas y privadas (2008: 17 y 173 y sig.). Es otra forma de relación individuo-sociedad mediada por un colectivo que se constituye con un régimen de privilegio en sí mismo y no como la ciudadanía igualitaria y universalista moderna. En un momento dado ella sugiere que la ciudadanía patrimonialista puede derivar en "impunidad de clase" (2008: 281). Esto se acompaña por la lógica de un ciudadano consumidor que se plantea: "yo pago mis cuotas a la asociación vecinal, y entonces tengo derecho a..." (Ickx, 2002: 131). La conformación espacial planificada incorpora unas concepciones de la sociedad y de su experiencia cotidiana, en términos sociourbanos se suele hablar de la segregación social o el extrañamiento a la vida urbana. Con "la secesión de los triunfadores" Bauman se refiere a cómo después de la gran depresión en Estados Unidos, la siguiente generación opta por la promoción individual y se instalan en los suburbios acomodados. Y afirma que "el único atractivo del exilio autoelegido es la ausencia de compromisos" (2008: 4647). Concluye que las comunidades cerradas no son comunidades, es una "zona despojada de comunidad… La ‘secesión de los triunfadores’ es, en primer lugar y ante todo, una huida de la comunidad" porque no buscan compartir, ni tener obligaciones comunitarias, el comunitarismo es para ellos la filosofía de los débiles, comparten la estética –no la ética–, el gusto por el consumo y la industria del entretenimiento (2008: 52-54). Esta nueva geografía social y urbana de relaciones controladas, que marca diferencias sociales y defiende estilos de vida propios, se produce y combina en otros espacios preferentes de estos sectores: los gimnasios, el club, el 69

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad centro comunal, incluso "sus" centros comerciales, sus escuelas y universidades. Unos y otros remiten a una sociedad "rigidizada" o de fronteras sociales que quisieran claras. Todos estos escenarios manejan sus propias reglas que los hacen predecibles. Se supone que uno sabe lo que va a encontrar y lo que no, son en principio de GCU o gente como uno, del mismo nivel socioeconómico y con las mismas aspiraciones de sentirse identificados con una "clase mundial" moderna y de privilegio.16 La convivencia en comunidad identifica el "buen vivir". Las élites han sido y son partícipes y practicantes del buen vivir pero desde el consumo o la abundancia y la dominación o el ser servidos. "Disfruta la vida DESDE ARRIBA" (sic) dice un espectacular de un coto en Guadalajara.17 Como vimos, la tradición de fuga de la vida urbana es parte enraizada en la historia y ethos tapatío, un escape a mejores y más amplios espacios dónde recrear una vida más cercana a la de la hacienda, a los bosques, a los jardines, a la disposición de un servicio de mozos, caballerangos, nanas, cocineras. Todo ello sin tener que sacrificar los avances de la tecnología ni de los servicios urbanos. Aquí la distinción cultural pasa por esa afición por la vida en la naturaleza, identificando a la ciudad como un ámbito de "contaminación" en todo sentido. Duhau y Giglia se preguntan sobre las intenciones de los habitantes de "espacios insulares", les da la impresión de que intentan vivir en un "como si": no existiera contaminación, casas precarias, bullicio... es decir, en un como si no vivieran en la ciudad; si ello fuera así "tendríamos un tipo de experiencia urbana basada en un reconfortante imaginario antiurbano (2008: 307).18

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Como contraste al GCU, en Guadalajara se habla de los "primos de nadie". El "buen vivir", desde el planteamiento opuesto, se reclama ahora como alternativa de estilo de vida por el zapatismo y los estudios de la subalternidad que incorporan e interpretan los sentires y conocimientos de los pueblos originarios. En estas discusiones hay planteamientos que veremos que no se ajustan a la especificidad de Guadalajara. Por ejemplo Bauman llega a defender que la élite mundial cosmopolita de los archipiélagos amurallados, no se constituyen como comunidades porque son extraterritoriales y sólo tienen un domicilio fijo su correo electrónico y su celular celebrando "la irrelevancia del lugar" (2008: 49-51). En el caso tapatío su buen vivir lo concebirían entre los suyos, los grupos de referencia siguen siendo muy fuertes y la ruptura con el orden urbano no sería tan radical.

El escenario sociourbano Tipos de cotos Los cotos privados se han extendido a clases medias y hasta populares –para ellos con menos terrenos y áreas verdes. Las urbanizadoras potencian e imponen este modelo impidiendo otras opciones de hábitat (Cabrales y Canosa, 2002). Aunque otros autores insisten en que el detonante del amurallamiento es el miedo y la inseguridad, y que las clases medias y altas llegan a los cotos como una estrategia de autodefensa personal y de su patrimonio, pero los espacios cerrados ofrecen un valor simbólico que tiene que ver con el imaginario de ascenso social, lo que da plusvalía y estatus (Giglia, 2003: 9). Prácticamente todos mantienen una entrada monumental a través de megaestructuras: arcos, fuentes, estatuas, acorde con la significación que tiene entrar o salir al privilegio del orden, el confort, el "paraíso". Se puede leer como un exceso histriónico; sin embargo, es consustancial a la función de la arquitectura como expresión de ideología. También las disposiciones viales internas son reiteradas: una cartografía basada en circuitos y en calles curvas que vienen a romper los patrones lineales, y que imponen un jugar de la mirada que no permite el límite del muro separador que es incuestionable en su significado de inclusión-exclusión; recordemos además que a pesar de esa simulación de aventura y juego sólo hay una entrada-salida.19 De ahí, la heterogeneidad de este modelo de hábitat es enorme, según disponibilidad económica, tamaño de los terrenos, número de casas, estilos de construcción, tipo de seguridad y de servicios, ubicación en la metrópolis, formas de sociabilidad, aspiraciones o imaginarios predominantes… Pueden darse diferentes criterios para establecer una categorización de los cotos, y complicarse al combinarse, más cuando añadimos factores subjetivos como el estatus. El estatus "se refiere al valor e importancia que uno tiene ante los ojos del mundo" (De Botton, 2004: 7), las consecuencias de un estatus elevado suponen recursos, libertad, espacio, comodidad, la sensación de que le tienen en consideración. 19

Refiriéndose al control arquitectónico de las fronteras sociales en las urbanizaciones privadas, Cortés identifica tres dispositivos para crear el deseado cordón sanitario: el que marca la distancia mínima con un entorno no querido; la visibilidad máxima en sus interiores; y el uso de tecnología punta (2010: 129).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad A los cotos hay que matizarlos porque se distinguen entre sí e impactan y pegan sobre diferentes sectores sociales, ya que concurren en ellos una gama heterogénea de sujetos de difícil clasificación, ya sea como miembros de la burguesía, nuevos ricos, oligarcas tradicionales, élites políticas, clases emergentes transnacionales o los llamados wannabe.20 Esto es algo que expresa el arquitecto Luis P.:21 Todos los lugares son direccionados, así funciona, cada coto tiene un estatus marcadísimo. Tú sabes en qué lugar estás, cuántas casas son, de qué tamaño, me meto o no, eso es básico. La gente de abolengo de Guadalajara no se fue a vivir a Valle Real, muy poquita, porque cuando se hizo Valle Real ya estaba Colinas de San Javier, ya estaban los lugares wow y Valle Real salió como algo del otro lado del Periférico, que entonces era chafa y la gente de ese nivel no se mezcla con los de abajo. Se hicieron otros cotos adonde sí se fue gente de más tradición de Guadalajara. En general más bien (en Valle Real) son nuevos ricos en general.

Los tapatíos "de abolengo" se encuentran en Colinas de San Javier, San Miguel de la Colina en el Country Club; los nuevos ricos más adinerados en Puerta Hierro; cotos más "familiares" son los de Altamira o la Seattle; sectores de profesiones liberales y corte más "bohemio" buscan espacio en los "campestres" de Rancho Contento, Santa Anita, El Palomar, Las Cañadas o Pinar de la Venta; muchos tienen sus "clases" internas; y hay otros más especializados en torno al eje hípico o al más glamoroso campo de golf como en El Cielo o en El Río –ambos en terrenos vecinos (¿tomados?) a la reserva del Bosque de La Primavera.22

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El término wannabe hace referencia a una persona que quiere imitar a otra o incluso desea ser otra, es una contracción de want to be (en inglés, "querer ser") y entró a formar parte del lenguaje popular de Estados Unidos a mediados de los años 1980. Informante involucrado en la construcción de numerosos cotos y residente actual en uno de los estudiados. Fernando Calonge establece para Guadalajara una descripción analítica de estos heterogéneos espacios habitacionales según dos criterios: los aspectos espaciales de ubicación, tamaño, amplitud y espacios verdes, y las formas de sociabilidad. Y distingue antiguos corazones de manzana; pequeños cotos y calles cerradas; prototípicos de clases medias-altas; de clases altas; campestres; y cotos de cotos (2009).

Los cotos de privilegio tapatíos

III LOS COTOS DE PRIVILEGIO TAPATÍOS

Este capítulo se centra en el funcionamiento de un coto desde las explicaciones de los y las entrevistados que habitan o han habitado estos fraccionamientos considerados de prestigio. Como veremos, los testimonios ofrecen de viva voz muchos de los puntos teóricos presentados, enriqueciéndolos.1 Dentro de este segmento del privilegio distingo tres modalidades de cotos porque responden a perfiles de poblaciones diferentes en términos socioeconómicos, culturales y aspiracionales. Para cada uno de ellos tomo un caso paradigmático porque en estos obtuve más entrevistas e información: los "catrines" que ejemplificaré con Valle Real, los campestres a través de Rancho Contento, y los convencionales, con el proyecto de Parque Regency. Cada tipo se acompaña de otros cotos y sus voces que entiendo similares y añaden contrastes y variedad al cuadro principal, completando ese escenario de diversidad que suponen estos residenciales que tendemos a ver de forma reduccionista. Con todo el argumento principal se desarrolla a través del caso de Valle Real.2 Como se ha avanzado, los habitantes de estos residenciales tienen una caracterización sociocultural particular con importantes variantes. En términos genéricos, los cotos son espacios donde no caben precariedades, su ‘grado de marginación’ es nulo, lo que rompe la media de las 453 colonias que se contabilizan en Zapopan, pero también de las del Área Metropolitana de Guadalajara (Coepo, 2005). Sus viviendas están equipadas con toda la tecnología doméstica y de medios de comunicación. Sus pobladores tienen unos niveles medios y altos de educación formal y la mayoría de adultos supera la preparatoria. 1

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En esta fase aparecen voces masculinas, ya que fueron informantes respecto a las partes organizativas y de construcción de Valle Real. Como vimos, existen muchas maneras de clasificar los cotos. Pienso que ésta fue una que permite ver transformaciones y mixturas. La ofrecida por el clásico de Blakely y Snyder de tres tipos de comunidades cerradas según estilos de vida, prestigio o prioridad en la seguridad, aquí no ajustaba (1997).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Mapa 3 Ubicación de los cotos paradigmáticos

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Los cotos de privilegio tapatíos Estos fraccionamientos se destinan a familias nucleares (83%), en sus inicios se trataba de matrimonios jóvenes, por ello la pirámide de edad suele responder a una lógica habitacional de familias que entran en cohortes de edad coincidentes, marcándose después las generaciones de los padres y de los hijos.3 Esta norma se rompe con el tiempo y ahora el cuadro demográfico es más complejo, apareciendo inquilinos que rentan y poblaciones que diversifican en todos los sentidos los perfiles inaugurales. Los datos del Coepo 2005 se refieren a una población de procedencias geográficas heterogéneas pero con un nivel alto de asentamiento en Jalisco y Guadalajara. La inseguridad urbana ha sido argumento principal de las urbanizadoras para promover su propuesta, y el discurso, imaginario y práctica plantean el vivir en burbuja como una solución positiva. Pero, como veremos, a pesar de los mecanismos sofisticados el quiebre se produce por lo más elemental: el enemigo no sólo es externo, vive en casa, son los vecinos, sean narcos, vándalos o indeseables. Y, por último, antes de entrar a la descripción del mundo social y cotidiano según las mujeres residentes y exresidentes de cotos, termino con el esfuerzo desde los residentes y del mismo régimen condominal en el crear comunidad con los "beneficiados". Con ello retomo esa discusión ya tópica sobre el sentido que cobran estas formas de vida como un retorno a la comunalización y al fomento de la identificación con los pares sociales que incorporan ideas como la del mito de la comunidad purificada de Richard Sennet, la de la tensión entre seguridad y libertad de Zygmunt Bauman y el hecho del urbanismo por afinidad entre similares de Donzelot. Frente a la heterogeneidad e imprevisibilidad de las interacciones que caracterizan la vida metropolitana y la de sociedades complejas, hay una inhibición a estas oportunidades que son consideradas como inseguras por estos habitantes del privilegio. Esta preferencia por relaciones controladas se relaciona con la desigualdad social y al miedo a la inseguridad que supone y, quizá, la huida de responsabilidades frente a quienes tienen menos recursos. De manera que a

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El modelo de familia tiene como norma dos-tres hijos si mucho, ello ofrece unos bajos niveles de hacinamiento en los condominios y en las residencias, donde los hijos suelen contar con habitaciones individuales.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad continuación voy a hacer un repaso de las señas de identidad de estos fraccionamientos.

EL COTO CATRÍN: VALLE REAL "EL HITAZO" Valle Real es considerado un lugar ideal y prototípico de lo que es un coto de distinción: de grandes avenidas ajardinadas, club de prestigio, ejércitos de cuidadores. Al ser muy grande y contener mucha población, ha sido posible un número abultado de informantes.4 Valle Real inicia su promoción en 1988 de parte de la Constructora El Carmen S. A., de los Hermanos Gómez Flores, empresarios que están detrás de otros proyectos de urbanizaciones cerradas. Entonces se calculó la disposición de unos 1 500 lotes que se iban a vender por contrato de fideicomiso entre propietarios y promotores. La superficie mínima de los mismos era de 775 metros cuadrados (Cabrales y Canosa, 2002). A finales de los años 1980 este extenso espacio amurallado se ubicaba alejado de la ciudad y se entendía como enmontañado, aunque era milpa. Estaba en el camino a los terrenos agropecuarios y maiceros de Tesistán y cercano a espacios industriales y núcleos populares como Santa Margarita y San Juan Ocotán. Esta Arcadia residencial se publicita actualmente como parte de un área condominial de lujo, "zona real" o "zona dorada" ("¡Dónde está sucediendo… todo!").5 En sus mensajes Valle Real se declara cerca de las mejores universidades, haciendo referencia al Tec de Monterrey, pero procura obviar que tienen enfrente un crematorio. En sus inicios era un espacio alejado de comercios y servicios, ahora eso ha cambiado y hay todo tipo de tiendas de conveniencia entre talleres, bodegas, terreros, gasolineras o centros generadores de electricidad. Es ese contraste la ultramodernidad a la

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El fraccionamiento Valle Real se encuentra en el noroeste del ZMG, municipio de Zapopan, en el vértice de Avenida Aviación y Avenida Santa Margarita. Se trata de un territorio de 204 ha, sólo por debajo de lo que fueron los cotos campestres primeros de Bosques de San Isidro o El Palomar, con 567 y 746 ha, o el proyecto de Ciudad Bugambilias de 708 ha. Esta revisión incluye casos de cotos pequeños en Ciudad Bugambilias o en la carretera a Tesistán, que pertenecen a un sector social similar. Tomado de un tríptico publicitario de la urbanizadora Solares.

Mapa 4 Valle Real

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad par de la periferia industrial nada bucólica. Como tantos cotos se expande a costa de los pueblos-barrios que antes rodearon la ciudad. Verónica, residente, cuenta: Santa Mago es un barrio tradicional de Guadalajara, antes era un pueblito y San Juan de Ocotán era un pueblo antes y existía desde hace mucho, pero se llenó mucho de militares porque aquí está la Base Aérea. Como hay muchas armas y todo eso es un barrio peligroso. En la noche con mis hijos yo no me meto ahí, te roban los tenis. Está feíto ahí, los de San Juan de Ocotán no nos ven muy bien a los que vivimos aquí, mucha gente son militares o trabajan en las fábricas.

Y se reitera este tipo de apreciaciones sobre las colonias vecinas de este tipo de cotos: "gente de más bajo nivel y más escasos recursos", "barrio humilde", "nivel socioeconómico más abajo". Una residente en un coto de la zona de Altamira expresa su conciencia de haberse introducido en territorios ajenos: Los cotos han venido como a invadirlos, han crecido las casas grandes, aquí andaban en caballo y ahora no y aquí, cuando es la romería [de la virgen de Zapopan], todas las casas de cotos se van de vacaciones, yo me voy con mi mamá. Dejan muy sucio, llegan y se aprovechan de todo, pero es su vida, era su territorio, que ya se los quitamos".

El enorme terreno que ocupa Valle Real tienen tres entradas-salidas y a su interior se ordena conforme a circuitos que la rodean en su total o por partes, esto hace que su trazado no sea ortogonal sino sinuoso y curvado. Los nombres de las calles y de los cotos internos responden a la lógica grandilocuente de esos residenciales. Patricia Rojas describe su llegada a la ciudad cerrada de Nordelta en Buenos Aires y lo que trasmite resulta semejante a lo que produce la entrada en Valle Real: fue la sensación de caminar por un mundo distinto. Aquí no hay semáforos. No hay pobres. No hay veredas. No hay rejas. No hay hospitales. Las calles doblan y

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Los cotos de privilegio tapatíos toman las formas de las lomas que sortean o hay calles sin salida, sólo hechas para girar (cul de sac). Los jardines tienen flores exóticas: no hay claveles ni margaritas. No hay perros sueltos. No hay ropa tendida. No hay basura en los cordones ni tampoco hojas caídas de los árboles. Los colores de las casas se parecen. Los adoquines de los porches también… Es como si alguien hubiera barajado y repartido otras cartas para inventar un nuevo mundo sin las incertidumbres del anterior. Y entonces hubiera dado un orden y un sentido a la vida y al comportamiento de las personas distinto del que había (2010: 23).6

Valle Real se produce y ocupa en varias etapas, en cada una de ellas los planteamientos básicos se modifican y acomodan a un público diferente entre sí en términos de recursos buscando cubrir la enorme lotificación. Por eso, aparecerá un collage interno de tipologías y desigualdades internas, "son como cotos dentro de cotos" (Luis P., arquitecto y residente de Valle Real). Paula, exresidente, distingue entre cotos abiertos y cerrados, especialmente visible en Valle Real y en la heterogeneidad interna de su composición socio espacial: las casas son inmensas, la mía era un coto chico y abierto, sin vigilancia ni nada, porque Valle Real tiene adentro otros cotos con vigilancia, yo les decía los cotos de los ricos. Es abismal la diferencia de los que viven afuera, los que viven adentro de coto abierto y los que viven adentro de coto cerrado, porque va como de niveles. Entras y toda la zona del coto del circuito interior, o sea, la avenida, ahí están todas las casas grandes, pero no las más grandes, porque de la avenida entran puros cotos que son abiertos y son casas más chicas, tipo medio, muy buenas casas de 350 metros a 400 más o menos. Porque las de la avenida a fuerzas tienen que ser de 500 metros, no puede haber ni una chiquita. Y ya si te metes a los abiertos, esas son las chiquitas, son de 300 a 350. Si vas entrando a Valle Real del lado izquierdo, ahí están todos los cotos cerrados con casas muy grandes, con seguridad, esas son mucho más caras porque pagas aparte todo lo tuyo.

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Hay que entenderlo salvando las distancias, recordemos que en el Gran Buenos Aires son ciudades nuevas a las orillas de las autopistas y aquí son residenciales más insertos en la zona metropolitana.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad La población de Valle Real en 2005, era la cuarta localidad más poblada de Zapopan (12 600 habitantes y 3 043 viviendas), después de Nuevo México y Tesistán, tratándose de una comunidad residencial muy joven. Veremos su perfil más de cerca cuando las mismas mujeres entrevistadas nos lo descubran posteriormente, sólo avanzo el tipo de diversidad que distingue este testimonio de una vecina: "Son dueños de bodegas del Mercado de Abastos, muchos joyeros, del Centro Joyero hay muchos, se ve mucho extranjero de aquí de Solectron. Se ve…, de repente salgo y unas placas diplomáticas. O sea, te puedes encontrar desde clase media a nuevos ricos". La gestión empresarial El éxito de la organización de Valle Real es su lógica empresarial. El empresario Ignacio M. expresa esto al referirse a las relaciones interesadas de las partes: municipalidad, urbanizadora y junta de colonos: El fraccionamiento nos dio mucho, porque tiene las áreas de camellones amplios, tiene muchas áreas verdes, pero eso se dio porque la autoridad lo autorizó. Nos podrían haber puesto un mercado aquí pero todo esto se consiguió por los maravillosos términos [de relación], el negocio se gana… La mesa directiva de colonos ha sido excelente, gente que busca el bien de los demás. Es como algo mítico eso. Se ha hecho realidad porque los fraccionadores ganaban mucho dinero pero cooperaban con la mesa directiva, siempre estuvo apoyado por ellos porque les convenía, se les planteaba de tal forma que era un mejor negocio para ellos... Siempre fue negocios de ganar, pero ganar de las dos partes, es la única forma que sé de hacer negocios, si tu ganas yo gano.

Y así Ignacio M., concluye su tesis del éxito: "[A la municipalidad] les pagamos los impuestos. Nos concesionan espacios para no dar el mantenimiento general". Es una lógica de clientes consumidores, por ejemplo, respecto a las vías de paso internas principales que son federales: si el gobierno dice, ‘necesitamos que abran por derecho del paso’. Hubo una ocasión en que lo comunicaron, y el que es ahora el presidente de colonos les dijo, ‘Ok,

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Los cotos de privilegio tapatíos pero ustedes mantienen todo como lo tenemos’, y de que ahí como que no les gustó. Ha sido un éxito y mientras más inseguridad haya en la ciudad, pues más cotos se van a abrir (Sandra, residente).

Otras son más realistas, como Rosa: Damos una cuota bimestral y con eso se paga todo lo que son parques y jardines, basura, agua, luz. Que salió un bache, nosotros nos encargamos por el privilegio de tener estas barreritas. Mucho se dice que es ilegal, anticonstitucional, sí lo es, porque son vías públicas, en el momento que la municipalidad diga que se abra, les decimos ‘pues paga luz, paga basura’. Ahí ya es otra cosa. Por eso el municipio como que permite estos privilegios.

Mientras que una exresidente se refiere a la corrupción y a los intereses personales que también están en juego con la apertura de las calles públicas: "allí tenemos muchos servidores del sector político, entonces no se va a mover". Desde que se contrata el terreno se acepta la pertenencia a la "Asociación de Colonos del Fraccionamiento Valle Real, A. C." y se acata la obligación de pagar las cuotas establecidas por su Asamblea. En la misma se encuentran representantes de las zonas y cotos internos. El proceso de conformación ha sido difícil, la relación de vecinos pasó a nivel de relación de casi una ciudad. Una ciudadela en términos de volumen de población y de servicios que hay que gestionar: cuenta con pozo propio, sistema de separación y recogida de basura, luz, policía de tránsito, jardinería, y control de seguridad… lo que supone un nivel alto de presupuesto y de administración complejo, y un extenso personal para llevarlo a cabo. Ignacio M. profundiza en esta circunstancia con su visión pragmática: Aquí hay 1 800 familias. Por su presupuesto se puede comparar con un municipio, en cuanto a capacidad económica y lo que movemos: el cuerpo de policía, planta de agua, manejamos la basura, manejamos el entretenimiento. Solamente Valle Real tiene mucha importancia.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad El acierto administrativo es valorado por todos: "es un fraccionamiento bastante bien administrado, lo que pagas es completamente justificable de lo que estás recibiendo a cambio, esto ha sido el éxito" –dice Hugo–; "Toda la transparencia del mundo para poder vivir con toda tranquilidad y normalmente es gente educada y tú sabes que el respeto al derecho ajeno es la paz" –expresa Luis P.; o una mujer que lo exalta "extraordinariamente bien hecho". Y sin embargo, sus propios vecinos consideran Valle Real que ha pasado su momento álgido: "esto ya llegó a su plusvalía máxima y va a caer dependiendo de cómo se maneje la mesa directiva que siga y de cómo se sigan dando los servicios. Ya no va a subir porque las casas se hacen viejas" (Ignacio M.). En el reglamento de construcción se subordinan a cumplir una serie de requisitos. En el caso de Valle Real es característica la decisión de los cinco metros de servidumbre al frente de la casa, lo que permite dar vista a las edificaciones; el que no se pueda construir más del 80% del terreno; que se oculten los tinacos, las instalaciones y cableados de gas, luz, teléfono o televisión; que las cocheras no se ocupen con vehículos mayores de tres toneladas… unas convenciones que resaltan ese aire de naturaleza cuidada que logra Valle Real.7 Así lo confirma uno de sus artífices: Los primeros desarrolladores implantaron de forma arbitraria cómo tenían que ser las construcciones. Las líneas eran algo muy convencional, de todas maneras funciona porque metieron las casas para que pudiera haber árboles enfrente, entonces tu impresión de Valle Real es verde (Luis P., arquitecto y residente de Valle Real).

El tipo y uso de la residencia sólo puede ser unifamiliar. Hay casas de todo, feas y lo que quieras, muchos nuevos ricos… Tú no puedes reglamentar la estética, tienes que hay que tener techos inclinados en el 80%, tienes que tener una proporción de 60 % muros... pero con eso puedo hacer la casa más fea 7

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Leticia es de un condominio de estilo minimalista cercano a Valle Real y expone cómo el reglamento de construcción es susceptible de modificarse: "en el estilo ya hay un poquito de variedad, hasta el principio casi todos los tonos eran muy claros, muy beiges, ya hay una que otra casa que le están metiendo terracotas o tonos así, yo no sé si está dentro del reglamento. Es la arquitectura que se está usando, es la moda".

Los cotos de privilegio tapatíos del mundo. Entonces desgraciadamente tienen su castillito y tienen su casita provenzal. Valle Real es de lo más convencional del mundo.

La Asociación y la Asamblea pueden ir normando con el tiempo sobre el uso de las instalaciones comunes o sobre ciertas conductas, como la vial. Es el regreso a un mundo de respeto a "la ley", de respeto a la convivencia y el orden, algo que los habitantes de los cotos perciben que se ha perdido en la gestión urbana y en el país en general (Svampa, 2008; Giglia y Duhau, 2008). Dice Hugo, el disciplinado vecino: "Cuando buscas un fraccionamiento como éste y decides ingresar y ya te leyeron la cartilla: ‘éstas son las reglas del juego’, tienes que seguirlas". Una orden moral con la que se justifican en su autosegregación. En el caso de Sandra y su esposo, después de una experiencia en Valle Real, regresan a la ciudad y corroboran lo planteado: Nos salimos un año y ese año nos convenció que debíamos de estar aquí o en un coto cerrado. El Z Gas pasaba cada cinco minutos, aquí no hay nada de eso. Los niños de la casa de enfrente jugando fútbol a las 12 de la noche, aquí no se permite eso. Si aquí hay una fiesta, puedes hablarle a seguridad, ‘oigan, los vecinos tienen la música todo volumen y ya pasan de tal hora’, va una patrulla inmediatamente a decirles que le bajen de volumen. ¿Dónde hay eso? Afuera del coto es cada quien ¿verdad? Hay quien va a toda velocidad y se enoja porque lo paras, la verdad es que hay gente prepotente… pero están ahorita con el medidor y nos llegó el otro día una circular que a la tercera vez que te amonesten te desconectan tu chip, para que tengas que hacer cola para entrar. Nunca habíamos experimentado esa tranquilidad.

La importancia de Valle Real como una comunidad privilegiada y con recursos tiene que ver con una economía sana y trasparente y la capacidad de presión que tiene en el pago de las cuotas. Por un lado, como señala Ignacio M., las cuotas se pagan a tiempo en el 97% de los casos. Siempre hay ese 3 o 4% que está en contra, nada les gusta. Hay también formas [de presionarlos] pues les quitamos el paso, como no pagan para que se les dé un pase automático, los pasamos por el lado de visitantes, les molesta porque tienen que hacer cola y entonces pagan. [O]

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad les sacamos sus cosas, les embargamos sus cosas porque la ley de México está de nuestro lado, si quieres un bien común tienes que pagar. Estás en un condominio y si no estás de acuerdo con la asociación... Aquí hay gente que la sostiene muy fácil y gente que le cuesta trabajo, como un 30%, pero si quiere estar sacrifica muchas cosas porque es una necesidad de estatus.8

Verónica, otra residente, lo refuerza: Si no pagas no puedes entrar por el carril con tu chip; si tengo un terreno y nunca pago pero un día quiero construir, ‘ah pues primero pagas todo’. Entonces funciona muy bien… O tienes para estar aquí o de plano te sales, es como que no puedes ahorrar y no es de que ‘ah, bueno, le bajo tantito’, o lo tienes o te vas.

A pesar de ser exresidente y poder permitirse un mayor criticismo, Paula ve muy eficiente el sistema porque: Las cuotas desde entrada están muy bien establecidas. Era de 1 300, no era mucho, ahí todos los gastos de la casa, luz, gas, agua, tiene una tarifa más alta allá por el nivel, está registrado como lo más alto. A la gente que está ahí no le importa. Sí hay gente que no puede, conocí a muchos que tienen que estar apretados para poder salir y ahí andan haciendo cosas, pero es más la gente que no necesita.

Entretenimientos exclusivos, ‘sí se puede’ Las instalaciones de Valle Real son envidiadas por muchos otros fraccionamientos. Algo principal es el mismo espacio natural. El ajardinamiento está sumamente cuidado, en varias de las visitas estaban pintando de amarillo los bordes de las aceras, y es que este enorme espacio es cruzado a todas horas por ejércitos de jardineros del coto y privados arreglando los espacios verdes.9 Los 8

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En un novísimo coto en la carretera a Tesistán se dan problemas con los pagos, los primeros residentes requieren mejoras "es lo que estábamos peleando pero se necesitan recursos y hay los que no pagan las cuotas o los que llaman los especuladores, que son los que compran para ganar y comúnmente a ellos les vale". Tiene sus críticos, para la exresidente y disidente Karina: "el fraccionamiento daba áreas verdes, interesantes pero cursis. Me he peleado con los jardineros y ellos no tenían la culpa, hacían cursilería y media a los árboles...".

Los cotos de privilegio tapatíos vecinos insisten en el aprovechamiento que hacen de estos espacios y caminos para pasear y hacer jogging "padrísimo" en un camino de árboles. Ubicado al lado derecho de la entrada por la Avenida de Aviación se encuentran la Parroquia María Madre Nuestra, que es de un luminoso estilo cubista moderno, su cristalería es de tonos rojos, cuenta con una gran campana, dos salones y una cripta; y el Centro Cultural (espacios dados en comodato por la municipalidad). Hay también un visitado cajero Bancomer donde muchos pasan a sacar dinero desde el recinto de Valle Real. El Centro Cultural contiene salas de administración, de reunión y un foro o escenario teatral, con toda la tecnología incluidos camerinos subterráneos. Hay una gran pantalla plana fuera del mismo para que las madres o nanas- esperen mientras sus hijos están en clase. El empresario Ignacio M., uno de los líderes que han puesto en marcha el Centro Cultural, puso su lógica rotunda hacia este objetivo: Esto se hizo en seis años y el proyecto fue venderlo en términos de mercadotecnia. Con mi responsabilidad se presentó un trabajo de lo que es la armonía, lo que es la convivencia. Empieza con una presentación qué es Zapopán, qué es Valle Real y cómo lo veíamos a futuro. Y todo se ha dado. Es uno de los mejores foros de Guadalajara, de los más completos… Hay muchísimas cosas. Hay teatro, hay ballet, hay clases de historia, de yoga, la lista es grande y todavía va a hacerse una semana cultural. Dimos funciones de circo con mucho éxito, estuvo una sinfónica con 75 músicos.

Sin embargo, Luis P. reconoce dificultades de audiencia: Estamos metidos un poco en la participación cultural y es muy desilusionante porque armas un concierto y no va nadie. Luego armas conciertos de chavos y van todos y tocan la guitarra y dices ‘ah, por aquí’. Hemos tratado de hacer eventos más ligados con la gente, con los chavos, más fáciles, menos culturales para que poco a poco…

Otra de las actividades es un "club de lectura" formado por mujeres, que se reúne desde hace años los últimos jueves de mes: tienen su pequeña biblioteca, se comparten libros y comentan noticias del mundo literario. 85

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad El club, un lobby de relaciones exclusivas Un club es un espacio en torno al cual se agrupa un círculo de personassocios que comparten unos objetivos comunes y que se vinculan con la aceptación mutua y el pago de una membresía. Su intención es conservar su originalidad, su exclusividad y su derecho de admisión. Se conforman como espacios de ocio y socialización, de comodidad para familias, individuos o grupos y sus miembros comparten actividades deportivas, lúdicas, de estatus. Requieren espacios amplios y por ello se ubican en las afueras de la ciudad. El club por excelencia en Guadalajara ha sido el Country Club. Aquí la membresía se hereda, es un ambiente cerrado por y para los tapatíos de raigambre, aunque hay actividades en que abre sus puertas, como en los concursos hípicos o las Copas de Golf. Yo voy diario al Country. Tenemos membresía. Voy a caminar, voy a socializar, voy al salón, voy a lo que sea, voy al gimnasio, voy a todo, yo hago todo en el club pero desde antes de vivir aquí, era mi club, y desde siempre venía prácticamente todos los días al club. Más cómodo todavía [ahora], irme a pie todos los días, trato que sea en la mañana temprano… Los fines de semana… a veces voy al club si tengo algo que hacer que no pude hacer en la mañana, que no me pude ir a pintar el pelo… (Carmen, de un residencial cerrado vecino al Club).

La fuerza que el Country ha tenido sobre ciertas generaciones ha marcado tanto sus vidas que algunos como don Eduardo, residente en un coto semicampestre de la Seattle, confiesa Me cambié aquí porque somos socios del Country Club, tenemos una familia numerosa, tengo seis hijos y mis familiares viven más o menos cerca de aquí. ¿Qué convenientes tiene este lugar? Para mí la cercanía de mi club, el Country Club y esta colonia que está en medio de todo.

En el caso del club de Valle Real se abrió a otros sectores sociales digamos emergentes. En él ser habitante te da ventajas de acceso pero admite socios externos. Es un extenso y grandilocuente complejo que incluye las instalaciones de la cafetería y las propias deportivas. Hay que mostrar la credencial para 86

Los cotos de privilegio tapatíos pasar la garita de seguridad del club. La monumental entrada asemeja la de un hotel: con columnas doradas, macetones, techos recargados y barrocos, enormes sofás y las oficinas de la administración. De ahí se pasa a una cafetería de lujo al aire libre, con árboles hermosos y crecidos, pájaros que se pasean por tu cabeza al desayunar, un estanque con peces rojos y calentadores de gas de altura en tiempos de frío. Hay toda una tropa de meseros y música ambiente. Las instalaciones del club: pistas de tenis, gimnasio, piscina y otros también son espectaculares. Todo aparece nítido e impecable. Más que nada es de tenis, hay squash, hay natación, está el spinning, el gimnasio que está muy completo, tiene sus buenos baños de hombres, de mujeres. La gente viene a desayunar, a cenar, el miércoles hay una noche mexicana que es de bufete, de comida mexicana, hay musiquita, como para partir la semana, muy accesible y muy barato, [dice una asidua].

La cotidianidad tiene su público, sus horarios y diferentes funciones o usos. El club es de lo más [cómodo para las mujeres] para reunirse con sus amigas a platicar y lo que tú quieras, hacer deporte para ellas es una maravilla porque van a una hora donde no estén los hombres. Si tú vas al club a las 9 de la mañana, ya no hay ni un hombre, entonces está bien rico para ellas; si vas a desayunar de 7 a 8 están todos los hombres ahí corre y corre. Fíjate que Valle Real es mucho de pose (Luis P.).

Para Elena el club contribuye a la calidez que ofrece Valle Real: "es padre, la casa club para hacer ejercicio o convivir, también conoces gente... hay gente que te vas acostumbrado a ver y te saludas con ellos, hay esa sensación de amistad, es parte como de cierta sencillez en todo el fraccionamiento ¿no?". Mantenerse en club tiene sus costos económicos y algunos optan por no sostenerlos. "Yo estuve en el Club hasta que me divorcié, ahí sí ya lo veo como un gasto muy pesado y me salí del club", expone Rosa, maestra y residente histórica de Valle Real.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Hay un club, si no perteneces no puedes entrar. Es muy pequeño para el precio que es muy caro, ahorita debe estar como a 6,000 pesos cada dos meses. Duramos como cuatro años siendo socios, pero mi esposo nada más puede ir los sábados en la tarde y los domingos al club, y para entonces no hay ninguna cancha [libre]; y la alberca no es techada y hay mucho aire. Al final la única que iba era yo. Entonces compramos un terreno en otro coto que tiene club y es muy cómodo (Raquelita, residente).

También Paula, exresidente, optó por ubicarse en un club diferente siguiendo sus preferencias sociales: Estoy en el Hacienda San Javier muy cerquitas de Valle Real… cuando entramos ya se habían acabado las gentes que podían entrar al club y tenías que pagar. El San Javier está muchísimo mejor, hay canchas de tenis, y a mi marido le gustaba la alberca techada padrísima, calientita y todo… y hay más gente que conocía, muchísimas amigas las que estamos ahí, te llama más por estar con el grupo de amigas, que acá pos eran todos de todos lados. El club es bien sencillo, gente muy sencilla, muy agradables todos, no te molestan, estás a gusto.

Más allá de estas visiones desde la parte de uso funcional deportivo y de socialización y reconocimiento, el club tiene un uso de oportunidad para los negocios. Para tantos en busca de ascenso social, vínculos y oportunidades laborales en negocios múltiples, la presencia en este foro puede ser definitiva e invierten plata, tiempo y espacio en ello. Es como un lobby del Wall Street Center a la tapatía. Hay que tener en cuenta que este club sirve de centro a todos los cotos de alrededor: Solares, Altamira, Puerta de Hierro... y por eso es un hervidero de gente, de esa "gente conocida", o "gente como uno", o como dijo el gobernador Carlos Aceves cuando inauguró ese club "gente bonita, como nosotros". Incluye gente empresaria de otras regiones: Distrito Federal, Monterrey, Saltillo... es decir, hay una cierta renovación y apertura a nuevas poblaciones. Hugo, informático y residente, vive el club como un espacio de deportes, socialización y negocios y podría ser un ejemplo de las tesis de Bourdieu sobre reproducción social:

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Los cotos de privilegio tapatíos Vengo al club en la noche sábados o domingos, y a hacer ejercicio en la mañana. El domingo juego fútbol aquí en la mañana. Haces vida social y hasta negocios puedes hacer aquí, con los compañeros han salido unas que otras oportunidades muy interesantes y para eso es el club, para hacer ejercicio y socializar también. Todo el mundo podemos tener intereses diferentes, por supuesto que hay gente que se mete a conocer más amistades, a ver qué puedo hacer... he hecho muy buenas amistades. La persona que estaba en la esquina es muy buen amigo, trabaja en Gatorade, excelente persona. Y la esposa de otro colono inclusive hizo una sociedad con mi esposa, pusieron afuerita de Valle Real un centro de estética y algunos que otros cursos, y surgió de la relación del fraccionamiento. Nuestros hijos han hecho muy buenos amigos, la misma ubicación los va jalando.

La demostración de poderío: la seguridad en Valle Real [Valle Real] tuvo ciertas características que hicieron que funcionara muy bien: que todo mundo pagaba y la seguridad. Mis hijos me lo dicen ‘es que vivimos en una burbuja’, y mi marido también ‘es que vivimos en una burbuja’ (Verónica, residente).

Valle Real es reconocido por los sistemas técnicos de controlar la entrada y salida de carros y de viandantes que ha implementado. Elena certifica esta fama: "lo que te dicen es que es muy seguro, cuando una terapeuta me dijo ‘vete a ojos cerrados, es muy seguro’, es la primer palabra que usó ella y los papás unos amigos igual ‘vete, es bien seguro’". Y hay un afán por demostrar la seguridad, repitiéndose como un salmo insistente que dentro se puede estar sin llaves como una suerte de "aristocrático negligé" (Svampa, 2001: 93). Pero en el escoger habitar en Valle Real se combinan varias razones. Las mujeres entrevistadas llegan porque es un lugar de estatus y se acomoda a su imaginario –como el estilo de vida verde–, aspiraciones y nivel de ingresos. Y han añadido a ello la búsqueda de seguridad con la convivencia en condominio frente al acendrado individualismo previo. Aquí recojo cómo elaboran esta preocupación por la seguridad.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad La época bucólica Como testimonian muchos de los residentes pioneros, la seguridad no era una razón prioritaria para llegar a vivir a estas nuevas periferias. Karina, la disidente, describía: Entré en Valle Real porque teníamos un poquito de dinero, una herencia de un rancho. Una amiga me habla y me dice ‘están abriendo un terreno medio rupestre, medio campirano ¿por qué no vas? Y me costó trabajo por lo cerrado, pero el lugar estaba padre. Mi casa fue la primera de Valle Real. ¿Por qué Valle Real se convierte en lo que es? Yo lo compré en pregunta. Hace 20 años no estaba de moda la barda perimetral. Me gustó que era puro breñal, no había calles, se hacía lejos, los niños estaban chiquitos, había mucha área verde, el terreno era muy grande. Mis hijos se criaron en baldíos, en torres de arena. Construí una casa muy agradable, colonialota, mexicana, como 200 metros, el terreno era más grande. Vivíamos muy precario, sin puertas, se nos acabó la lana del crédito y así nos metimos. Entonces viene un segundo desarrollo y hacen secciones cerradas de lo cerrado y yo decía ‘¿quéeee?’. Y empieza la situación de que Valle Real ¡Guao! La gente quiere vivir en Valle Real. No había nada o sea ‘¿cómo me voy a ir hasta allá con los niños?’. Es más, había como 10 o 20 casas y le pasaban la luz a alguien con un diablito porque todavía estaba el alumbrado público. Era el llano, aquí no había ni una tienda, ‘y ¿dónde voy a comprar las tortillas?’... Nos venimos aquí, fui bien feliz. Era mucho de hacer las cosas en la mañana y quedarse en la noche y no salir, eso me quedó bien porque los niños estaban chicos. Era padrísimo porque llovía y había renacuajos, había chapulines. Según vengo a vivir aquí, gente muy joven con niños chicos. Un lugar de tranquilidad y de seguridad para los niños porque eso en la ciudad no era posible (Verónica, residente).

Ceci, exresidente, cuenta algo semejante a las anteriores. Primero era la fascinación por la cercanía de la naturaleza, "cuando llegué mis hijos iban toda la tarde de excursiones porque no había casi casas. Teníamos contacto con toda la naturaleza, los charcos, las ranas, animales como los topos, nos encontrábamos alguna viborita, que si la araña, el cactus, su hábitat, y cosas por el estilo".

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Los cotos de privilegio tapatíos Era una época donde se hizo mucha comunidad entre el vecindario para enfrentar las dificultades de abastecimiento y de movilidad, Lo que tratábamos es que cuando fueras a hacer el súper te aseguraras de que no te iba a faltar algo. Siempre: ‘ay, el huevo, ay, un jitomate’… te pedían la tortilla, pero con la misma confianza tu ibas a pedir el huevo, el limón y ‘oye, voy al súper ¿se te ofrece algo?’. Los primeros que llegamos a Valle Real nos juntábamos los sábados a comer en casa de alguien, los hijos estaban en el parque iban, venían, entraban (Ceci).

Este proceso de los orígenes queda expresado con más fuerza teórica por el arquitecto Luis P. que sería promotor de esta idea residencial: A finales de los 80 éramos jóvenes y estábamos muy excitados con un grupo de gente que estaba teniendo hijos chicos. La ciudad de Guadalajara estaba empezando a crecer mucho, y hacia afuera nos permitía con un precio razonable tener terrenos de 500 metros, de 400 metros. Fuimos de los primeros: familias que estaban buscando seguridad y áreas verdes para sus hijos que en aquel entonces era muy difícil. [Seguridad] porque las mujeres empezaron a trabajar y los hijos se quedaron solos. Me decían mis clientas que la seguridad de Valle Real era ‘las nanas de sus hijos’, porque está todo cerrado y puedes soltar a tu hijo en bicicleta cuando se te diera la gana y como está controlada la velocidad, y yo también tengo hijos y tú tienes hijos y vamos despacio. Se convirtió en un lugar muy seguro para que los chavos crecieran. Era un lugar medio alejadón, todavía no había ningún servicio, no había ni gasolineras, ni supermercados, ni nada, pero quedaba lo suficientemente cerca del Periférico y de zonas ya muy desarrolladas. Fueron esas dos cosas, áreas verdes suficientes y seguridad para los hijos, eso fue.

La espiral de violencia urbana La realidad es que es la seguridad lo que mueve esto [de vivir en los cotos]. La primera motivación para venir a vivir aquí es número uno la seguridad, todo lo demás tiene un valor enorme, pero lo que más es la seguridad, como estamos en un país donde las cosas son inseguras, esto nos da una cierta certeza de que no estamos completamente desarmados (Ignacio M., empresario y residente).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Posteriormente buena parte de quienes llegan a Valle Real han sufrido experiencias de robos, asaltos y violencias urbanas, y la seguridad ha sido un argumento de peso. En el 91 íbamos llegando a la casa, y veníamos de misa. Me pongo en reversa para entrar a la casita, me bajo, veo venir a dos tipos todos vestidos de negro. Iban armados e iban a por el coche, mis hijos se quedaron estáticos en el asiento de atrás, yo les gritaba, ‘¡bájense, bájense!’, y ellos congelados atrás. Entonces los tipos hacen el asiento así, les dan la mano y los bajan, o sea, no hubo violencia. Agarran el carro, se lo llevan, y mi hijo gritaba como loco ‘¿Por qué dejan que se lo lleve si no es de ellos?’ (Sandra). La delincuencia ha crecido mucho en la ciudad, así que a raíz de eso nos venimos a vivir aquí por la cuestión de la seguridad. El hecho de que te amenacen con pistola y se metan con tu persona ya es diferente y a partir de ahí empezamos a decidir y buscar un lugar más seguro (David, comerciante de abastos). Me asaltaron, con pistola, con camioneta y todo, ya te marca. Ahorita me voy a subir a mi coche y veo que no haya nadie, me voy a bajar y estoy viendo en los cristales que no haya nadie, si hay alguien me espero, si siento que me vienen siguiendo le doy más vueltas, sí te marcan. [Esa misma marca la hace sentir que] ya no me veo viviendo en una casa... siento que estaría como encuerada, así como que abierta a todo el mundo ¿no? [por lo que el coto le ofrece] un poco de más calidez entre los vecinos al sentirte como agrupado en un coto, pienso que sí hay más calidez. La seguridad te la da el vivir como en comunidad (Elena, arquitecta y residente reciente).

Y Hugo, el empresario informático, también cuenta: Se metieron en una ocasión a casa a asaltar, no estábamos afortunadamente, sólo estaba la servidumbre, amedrentaron a la muchacha, la amarraron. Yo nunca he tenido grandes cosas, se llevaron una pistola que tenía ahí, unas joyitas de mi esposa, dinero no tengo nunca en efectivo. Más que nada el susto que le sacaron a la

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Los cotos de privilegio tapatíos pobre muchacha y gracias a Dios no estuvimos. Eso nos obligó a salirnos de ahí y buscar otro lugar más seguro.

Hasta Verónica se decidió por un robo: en un verano nos fuimos una semana de vacaciones y ese día en la noche me dijo mi marido ‘llévale las llaves a los vecinos para que nos recojan el periódico o apaguen la luz’, ‘ay, no, ¿cómo crees?, qué flojera’. Regresamos y nos habían robado toda la casa, ¡toda! Dejamos un coche, treparon las cosas al coche y se llevaron el coche, televisión, ropa… Eso fue un detonador para decir ‘¿sabes qué? vámonos’.

Toda esta ideología de seguridad, naturaleza, reglas, comunitarismo, espacios, disfrute... esa sensación que describe Elena de "confianza y calidez" es la que ofrece Valle Real. Con el tiempo, la seguridad se ha convertido para la oferta y para sus habitantes en un punto vital, y la voz de Ignacio M., el empresario residente en Valle Real, es rotunda y pragmática por su sinceridad: En cotos pequeños en los que hay un vigilante, cumple tener una persona dedicada a eso, cuando menos psicológica, de que voy a estar cuidado, lo cual no es cierto porque no están armados..., pero la gente está confiándose de que no va a pasar. No es lo mismo en los fraccionamientos más caros en donde sí hay vigilancia. Aquí hay vigilancia y hay comunicación y hay cámaras. Todo está controlado, desde que se determina que alguien es sospechoso, se le sigue y eso previene las cosas porque a pesar de que hay gente armada se cuenta con comunicación directa con la policía armada. El secreto de esto es anunciar para que no vengan esos señores. Eso es todo, porque en el momento de salir de aquí, pues ya estoy ante toda la realidad mexicana, es un momento de seguridad en mi casa entre comillas.

Pero la entrada de visitantes puede hacerse muy pesada Los de Valle Real se han esforzado por el tema de la seguridad muy, muy fuerte, si no vas a ver a alguien, no entras. No entra nadie de fuera, para ir al trabajo las personas que van para las obras tienen su credencial, ‘ésta es tu credencial autoriza-

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad da’, tienen que entrar con credencial y salir con credencial, si alguien entra y no sale se ponen a buscarlo (Luis P.).

Se han dado malestares que hacen que los no residentes abandonen progresivamente las visitas a los amigos del coto:"mis amigos me dan la queja y me dicen que casi se quieren regresar. A veces se hacen filas de 30 minutos y es cuando se enojan, es que depende, si vienen a la hora que están entrando todos los camiones y los trabajadores es cuando es problema" (Raquelita). Los controles más estrictos se ceban sobre la mano de obra necesaria para los servicios diversos y no uniformada, principalmente los albañiles y el servicio doméstico.10 Y es que la población externa es siempre motivo de recelo: "aquí –en un coto nuevo hacia Tesistán– ha habido robos porque estamos llenos de albañiles, ahorita que hay tantas carencias y pues vienen a veces. Aunque tengamos una seguridad, alarma en las casas, policía y barda perimetral electrificada, sí hay que tomar providencia". En Valle Real es significativo el corte de género. Los hombres deben desaparecer de ese espacio a las 6 de la tarde. Entonces colas inmensas de trabajadores van saliendo, checando su tarjeta en ventanilla. Desde los diferentes puntos se concentran en las salidas, unos medio corriendo, otros con la bicicleta. Sobre ellos las reglamentaciones son explícitas: no pueden jugar fútbol, ni escuchar música alta, tomar drogas o alcohol, jugar naipes ni juegos de azar, ni quitarse camisa, ni pantalón, ni llevar shorts, no se aceptan en las obras a menores de edad. Y será motivo de expulsión la "falta de respeto" a colonos y supervisores de obra y de "suspensión" lo que se considere un "comportamiento impropio". Tienen prohibido "deambular" por el fraccionamiento y tomar luz prestada o pirateada. Este momento de aparente desorden lo analiza con cierto desprecio social una residente: Para mí no es desorden porque si te fijas cuando ya entras aquí ya no hay desorden, sólo es la hora en que todos los trabajadores se tienen que ir, los hombres, las chicas

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Svampa (2008) señala la diferencia de roles y jerarquías que marca el uniforme entre este proletariado de servicios que se produce en los cotos.

Los cotos de privilegio tapatíos pueden salir a la hora que sea por reglamento. A las seis tienen que parar los albañiles, los plomeros, todos los que trabajan en obras, no puede quedarse nadie. Pero las chicas que trabajan en las casas pueden salir a la hora que quieren, que las dejemos. Lo que pasa es que como es tan grande tiene que haber ciertos reglamentos para que pueda vivir uno mejor. Y sí se van porque si no al otro día ya no los dejan entrar, tienen credencial y al entrar los registran en la computadora, tienen que salir por el recuento (Raquelita).

En contraste resulta interesante la preocupación por las mascotas, en el portón de entrada a la par del estricto reglamento que deben cumplir estos empleados temporales, hay un sin número de fotos de perros de raza perdidos por los que se ofrece recompensa o que se venden. En Valle Real los guardias se pasean en carritos de golf, vigilando. La privacidad de estos espacios es tan imponente que hay normas sobreentendidas, como el estar prohibido tomar fotos o videos en su campus: la privacidad manda. Hugo, el informático, asegura que controlan que la gente vaya adonde dice que va: Hay gente que viene a ver casas del TEC del Monterrey y luego se mete para otro lado, entonces tienen un sistema donde los identifican y les dicen: ‘¡vámonos para afuera!’, ‘¡Oiga, es que quiero ver el fraccionamiento!’, ‘sí pero aquí no se vale, si quiere verlo vaya a las oficinas, lo van a atender y ya de allí va a ver los terrenos que haya disponibles...’.

Como ya señalé, la lógica interna de Valle Real como coto de cotos, hace que se pueda redundar en este punto de la seguridad. Hay dos cotos de terrenos de más de 1000 metros, como de más nivel, donde sí hay casetas para entrar, lo que da un poquito más de plusvalía y se sienten un poquito más ricos los que viven ahí. Al primer coto que hice le puse puerta incluso con su control, ahora están abiertas las puertas todo el tiempo porque no hay necesidad de que cierren" (Luis P.)

Y es que, como reitera Elena, Valle Real: 95

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Se maneja como un cotote por decirlo así, todavía estoy dentro de otro coto, no sé afuera que experimente la gente, no sé si a lo mejor sientan esa calidez también, pero aquí estamos en otro coto aunque no tenemos seguridad. [Pero] te das cuenta que no hay necesidad de tener nuevamente seguridad, hacer un gasto más que no se justifica. Ahorita nos salimos aquí afuerita mi esposo y yo, nos sentamos un rato en la noche y cuando no pasa una patrulla, pasan en la bicicleta alguno de los guardias, en algunos cochecitos como de golf, en las noches mi ventana da al balcón y veo la luz de las patrullas.

El arquitecto Luis P. concluye: "Yo no voy a dejar mi puerta abierta si vivo en Providencia. Aquí no pasa nada. Entonces me siento muy a gusto. Hoy no veo un lugar mejor para vivir en Guadalajara que Valle Real. Acá todo está perfecto". Pero otros residentes nos destapan los límites de la seguridad. Verónica nos recuerda cómo en los principios del coto "estaba el comandante que luego lo mataron. Aquí había vigilancia y el señor era ‘señora, buenas noches’, ya lo conocíamos, era una monada, ‘acabo de ver un gato’ e inmediatamente se dejaba venir. Él era el encargado de seguridad". Y nos deja con la inquietud por el desenlace fatal de esta persona. Mientras David, comerciante y residente en un sofisticado condominio en la prolongación de López Mateos, señala cómo para él las inseguridades no son de estilo difuso: Ha habido incidentes menores, en una ocasión se robaron una bicicleta, pequeños problemitas. Cuando estábamos fincando se robaron azulejo, la regadera, siempre la gente tiene la astucia y eso no es grave, el problema es cuando se meten con el factor humano, con tu familia, con tus hijos. [Y se refiere al vecindario] de este lado quedó un pueblo que se llama Santa Ana Tepatitlán, pasa que se satura de gente y hay gente que igual y sale a trabajar para acá, y hay mucha diferencia de las casas, muchos son terrenos ejidales y de la zona del fraccionamiento. Es como todo, hay mucha gente buena también, pero sí hay más delincuencia que de este lado.

Pero sigue con otra problemática de "peligros" de origen interno:

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Los cotos de privilegio tapatíos Aquí llegó todo tipo de gente, hay mucha gente que se dedica a todo tipo de actividades, hay mucha gente armada, a veces no sabes ni con qué te estás relacionando. Se supone que en todos lados deben de saber quién eres para que te dejen entrar, y aquí no se ha logrado hacer bien para saber quién eres y de dónde eres o a qué te dedicas. Aquí si compraste, sólo fincas y ya, pagas tus cuotas y listo... Si trabajas [es] por vivir uno cada vez más bien, ¿para qué?, para poder disfrutar lo que estás haciendo, darte una vida más digna, rodearte de algo más seguro, de un ambiente más agradable, ya con un montón de broncas en tu trabajo y que llegues a tu casa y que estés tranquilo, ése es el motivo por el que estoy aquí.

Hugo, defensor acérrimo de Valle Real y sus sistemas, comenta: Han tratado que quien compre sea gente de bien, hacen unos estudios socioeconómicos, pero se les ha colado uno que otro que le compró a lo mejor al dueño su terreno y no le dieron el seguimiento adecuado pues es gente que se dedica a actividades no lícitas. No se meten conmigo y muchas veces te das cuenta por la forma de vivir o lo ostentoso ‘¡ah, híjole la canción!’, o ha sucedido en donde clausuran la casa y los cuates no estaban y ya no regresaron.

En definitiva todos podrían firmar lo que expresa uno de los residentes como una perorata: "la seguridad no tiene precio, eso no tiene precio". A la vez hay dudas de esa seguridad.

IMAGEN Y REPRESENTACIÓN Desde el ingreso en Valle Real hay un bombardeo explícito sobre la identificación con este lugar y su vecindario. La inmobiliaria y la Asociación de Colonos hacen esfuerzos por generar, alimentar y construir un espíritu común y unas lealtades al participar de un estatus que todos defienden a pie juntillas. La publicidad del fraccionamiento de Valle Real expone los tópicos en términos que se repiten hasta la saciedad: espacio familiar –siempre una joven pareja y dos hijos de menos de 10 años: niño y niña; exclusividad, seguridad, "de convivencia con la naturaleza" necesaria para la "armonía vital", y servicios de "primera" como el Club, el Centro Cultural y la Parro97

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad quia. Los carteles de promoción en que se modifican los tiempos de los verbos según estás más cerca del fraccionamiento: "Sé Valle Real"; "Somos Valle Real"; "Soy Valle Real". Valle Real excelencia residencial La vida en familia está llena de momentos irrepetibles. Asegúrate de vivirlos junto con tus seres queridos en el mejor fraccionamiento, con la seguridad y exclusividad que mereces. Valle Real tiene todo lo que ningún otro fraccionamiento puede ofrecer: realidades tangibles. Tu vida cotidiana está repartida entre las innumerables obligaciones que debes cumplir, por eso es tan importante que tus momentos de relajación y convivencia familiar se encuentren en el mejor de los entornos. El fraccionamiento residencial Valle Real ha sido concebido justo para aquellas personas que buscan tranquilidad y equilibrio en sus momentos de privacidad. Son tantos los beneficios que su slogan "¿qué tiene Valle Real que todos quieren vivir ahí?" se entiende a plenitud una vez que se conocen las instalaciones.

Directo a las puertas de la exclusividad ¿Quién dijo que llegar al paraíso era difícil? Valle Real es un desarrollo al que se puede acceder fácilmente, pues sus vías de comunicación son de lo mejor. La ubicación de este exclusivo desarrollo residencial permite llegar a él de manera muy rápida y sencilla. Debido a que no existen congestionamientos viales en sus accesos, la entrada y salida toman un par de minutos. Además, los mejores servicios de Guadalajara y las universidades más prestigiadas están a sólo unos minutos de distancia. Una vez en Valle Real, la seguridad está garantizada. Los recién inaugurados accesos brindan a residentes y visitantes una bienvenida única, ágil y amable. Todo esto gracias a un sofisticado sistema de seguridad denominado VR-2020, con el cual el personal de seguridad tiene control absoluto sobre las personas que ingresan al fraccionamiento y sobre las actividades que desarrollan dentro del mismo. Con ello tu tranquilidad y la de los tuyos está asegurada al 100%.

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Los cotos de privilegio tapatíos Espacio para convivir Vivir en Valle Real es una experiencia que te hace sentir fuera de la agitación de la ciudad. El entorno natural que rodea sus instalaciones es único; sus espectaculares jardines, siempre verdes, y los parques en cada circuito te ofrecen una gran sensación de libertad. Los camellones, colmados de pinos, fresnos, laureles y eucaliptos, terminan por darle al fraccionamiento ese toque de convivencia con la naturaleza que es tan necesario para lograr armonía vital. Y si espacio es lo que buscas, Valle Real lo tiene en abundancia. Los niños pueden jugar con absoluta libertad en sus inmensas áreas verdes, o bien tomarse una caminata entre sus frondosos árboles. El complemento ideal es la arquitectura de las residencias, las cuales enriquecen un paisaje de ensueño. El nivel de vida que siempre imaginaste está esperando en Valle Real.

Razones para quedarse El mejor fraccionamiento de lujo en la ciudad cuenta con los servicios más completos; su prestigio no es obra de la casualidad. Además de las viviendas de primera clase, dentro del desarrollo se ubica el Club Valle Real, el cual cuenta con instalaciones deportivas de primer nivel; allí cada persona puede practicar el deporte de su preferencia o nadar y tomar un poco de sol junto a la alberca. Con esto las opciones para disfrutar un ambiente saludable quedan totalmente cubiertas. Pero todavía hay mucho más. Valle Real tiene un impresionante Centro Cultural, el cual cuenta con un salón para eventos múltiples con capacidad para 380 personas; hay, además, dos salones adicionales con capacidad para 15 personas, y otro que puede albergar a más de 25. Por si fuera poco, dentro del fraccionamiento se encuentra la Iglesia María Madre Nuestra, en donde puedes celebrar tus ceremonias religiosas. La excelente oferta de servicios y comodidades hace que este desarrollo residencial sea el más importante en el área de Guadalajara. Convivir en armonía con la naturaleza y ofrecer las mejores condiciones para que tu familia se desenvuelva en un ambiente saludable y seguro es sencillo. Sólo basta con que decidas aprovechar la oportunidad de vivir en el desarrollo más exclusivo y vanguardista de Guadalajara: Valle Real.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Los comentarios de un público diverso no especializado de internautas señalan y aprecian estas características que han hecho de Valle Real ese prototipo hegemónico. Uno expone: "Las colonias donde los adinerados de Guadalajara viven son: El Country, Colinas de San Javier, Lomas del Valle, Y últimamente los "nuevos ricos" viven en Puerta de Hierro, Valle Real..." (sic). Mientras que otro continúa comentando: "Pues Valle Real se me hace por mucho la mejor colonia de la ciudad, entras y parece que estás en un suburbio estadounidense (a mi gusto VR está mejor que muchos suburbios) Incluso en Valle Real el clima es un poco más frío que en el resto de la ciudad hay muchos árboles y el microclima está muy sabroso" (sic). Y cuando otro internauta explicita que no le gusta Valle Real, otro le contesta: ¿Sabes?, yo tenía la misma idea que tu, pero también es cierto que tenia rato sin regresar, hasta el otro día que fui con proudly, piscosur y helex a ver la casa del tec y creo que todos nos quedamos con ganas de vivir en un fraccionamiento así, esta súper arbolado las casas tienen una arquitectura súper agradable y si hay una que otra mansión, además se siente como si estuvieras en otro país, súper limpio, ordenado, etc. (sic).11

La idea de performance desde el mensaje publicitario hasta lo percibido por los sujetos, que subrayan las excelencias de un lugar arbolado, limpio y ordenado, de arquitectura agradable, donde parece que estás en un suburbio estadounidense, recalcan el sentido del "como si estuvieras en otro país" de estos "espacios de simulación" (Méndez Sáinz, 2002).12

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http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=514182&page=2 Estos comentarios junto a la publicidad de Valle Real desde su Asociación de Colonos se encontraban en internet en el año 2012, actualmente las páginas se han modificado. El impacto y fascinación que Valle Real causa en el imaginario de grandes sectores sociales explica el que fuera aquí donde se sorteaba "la casa Tec", como vemos en los comentarios de los internautas. Anualmente el Tecnológico de Monterrey en Guadalajara realiza un "tradicional" sorteo de los "sueños" y aspiraciones de la sociedad actual: como segundo premio se obtenía una casa en Valle Real –su valor era de 18 millones, acompañado de una camioneta BMW y la membresía al Club.

Los cotos de privilegio tapatíos Los rituales de la ostentación El día de Hallowen, Valle Real se enloquece y yo sacaba a los chiquillos a comprarles elotes, odio el Valle Real en Hallowen. Hay que ir a ver Navidad, hacen concursos de luces, queman toda la electricidad del mundo, queman cartuchos y las decoraciones son impresionantes. Uno se pregunta ‘¿de qué parte de Estados Unidos se trajo?’ (Karina, disidente de Valle Real).

Además de las estrategias publicitarias, las urbanizadoras y los mismos pobladores y las juntas de colonos tratan de empujar e institucionalizar ciertas prácticas que favorezcan la identificación entre los vecinos. Su éxito es muy variable, su sostenibilidad se caracteriza por su volubilidad; también tiene que ver con las relaciones y dependencias entre sus pobladores. Hay varias actividades a través de los cuales Valle Real adquirió fama y se convirtió en lugar de visita de parte de los habitantes metropolitanos y que muestran ese esfuerzo por crear una imagen de comunidad sólida y de hegemonía cultural hacia el resto social. Antes de llegar a consolidarse estos rituales cuasi oficializados y famosos en la ciudad del poniente, Ceci añade cómo el vivir lejos (para la gente tapatía) hizo que se reforzaran vínculos internos: llegamos a hacer muy buenas amistades, muy buen vecindario e incluso en nuestro parquecito festejábamos que si era el 16 de septiembre o sea el Grito. Al principio [el Halloween] lo hicimos muy local y ahora es específico ‘¡Vámonos a Valle Real!’ y luego en el cierre de Navidad a ver qué casa es la más iluminada. Antes hacíamos mucho en función a los niños e incluso nos llegamos a ir con algunas familias a vacaciones.

Halloween y los huevazos El día de Halloween es un preludio de los festejos navideños que enlaza con la tradición anglosajona y con las demostraciones de poder a través de la decoración con figuras y escenografías de miedo y brujas por cada hogar. Hasta hace poco esto ha sido un enorme acontecimiento que actualmente pretenden tener bajo control. 101

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Ha sido un fraccionamiento de familias, está muy enfocado a la seguridad de los chiquillos. Esos niños fueron creciendo en un ambiente de festejar el Halloween como lo hacen en Estados Unidos con los dulces. Se juntaban como de treinta, cuarenta muchachos y se ponía muy padre: porque se disfrazan y los papás los acompañan y los llevan a cada casa. Aquí te decían que si alguien no adorna su casa de Halloween no debes de meterte en esa casa, únicamente quien sí pone cosas de Halloween, ahí sí puedes ir y te van a dar dulces. Conforme fueron creciendo los muchachos lo agarraron de pachanga… de que si no les daban dulces ¡a huevazos las casas! con todas las casas parejo, hasta llegaron a romper uno que otro cristal. Y luego venían mucho visitantes en ese día, amigos de los colonos o no tan amigos, ¡ya era fiesta! llegaba a haber hasta accidentes con los muchachos con algo de alcohol" (Hugo).

Luis P. reitera esta versión: Se puso de moda que el día de brujas todo Guadalajara iba a Valle Real, había botellazos y huevos todos rotos ¡una cosa! Entonces dijimos, ‘se acabó’. En el día de Halloween entraban invitados, pero llevaban 50 mil escuincles que te agarraban a huevazos tu casa si no les dabas dulces. Ahora el Centro Cultural está introduciendo que se hagan más los altares de muertos y se reavive un poquito la tradición.

Gentes como Sandra desde la Parroquia y la Casa de la Cultura mediaron en este desborde del Halloween, exponiendo en sus palabras dos tópicos como el control y el conservadurismo: Se empezó a controlar la entrada, quién los invitó. Este año ya se dio menos por el trabajo de pedir permiso. A mi Halloween no me gusta, por lo que significa, las brujas y todo ese rollo, pero los niños no saben el significado, ellos van a pedir dulces. Eso es lo que peleo con las de catecismo porque hasta mandaron circulares de que eso no iba con la Iglesia. El día de muertos vamos a hacer un concurso de altares y hacer en el Centro Cultural, como una fiesta para los chavos de Halloween, para que no anden haciendo vagancias.

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Los cotos de privilegio tapatíos La competencia navideña en Valle Real Como contraste está su admirada fiesta de luces que es aplaudida por todos. Y esta exhibición de luces y adornos, como señala Luis P., es como una carrera: "Si se dan una vuelta a Valle Real por ahí del 15 de diciembre ¡qué bruto, es competencia!". Para la veterana residente Sandra: Ah, eso es muy bonito, mucha gente pone sus casas de navidad. En el principio era más todavía, ahorita como mucha gente es de fuera y se va, como que ya no adornan sus casas. Hay mucha gente que la adorna impresionantemente, y han hecho concursos, porque se presta a que la gente se esmere en adornar sus casas. Ha habido gente que cuando se cambian aquí, queremos hacer todo, ¿no? Hasta yo me incluyo en eso, porque es un fraccionamiento nuevo, que estás disfrutando y quieres arreglar tu casa hermosa. Y conforme van pasando los años, como que te va dando flojera, te llegan los recibos de luz, por mil cosas.

Los espectaculares adornos para la navidad lucen en las mansiones: son filas de luces que caen rodeando las casas, figuras hinchables chinas con diversos motivos navideños, osos polares hechos de luces que asemejan diamantes o largas palmeras verdes iluminadas. Es el triunfo del Papá Noel en todas sus modalidades, con renos y sin ellos, trepándose de la ventana o lavando su ropa, con un perro que le ha mordido el trasero u escenas similares. La fascinación por las luces gana los ojos de cualquier visitante. Raquelita lo expresa así: "me gusta mucho Valle Real en Navidad. Hacen un concurso que dan primero, segundo y tercer lugar de las casas más arregladas. Aquí es muy atractivo, es de los lugares más bonitos. Invito a mis sobrinos y algunas personas y damos un recorrido. Está muy padre". La navidad me encanta porque yo también coopero en ese sentido. Las luces son famosas aquí, siento que se presta mucho... Sabes que estás seguro porque si pones unas velitas alrededor de la glorieta pues no me las van a robar, si cuelgas un Santa Claus en una mata nadie lo descuelga y muchos sacan sus adornos. Se hacen otros eventos, como el Día del Niño en el centro cultural y se hace altar de muerto se invita a todos a cooperar, el que quiera llega, va mucha gente que tiene niños chicos, ahí mismo se ponen a picar papel, a hacer cositas. Y me ha tocado ir algún festivalito en

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad el Centro Cultural de actuación. Se da todo eso en colectivo (Rosa valorando la creación de comunidad).

La deconstrucción del paraíso de los elegidos La glorificación de la comunidad perfecta de Valle Real no podría tener mejores voceros que sus propios habitantes. Aunque entren en matizaciones y nos develen otros conflictos, el discurso positivo suele ser contundente. Se vive muy bien en Valle Real, realmente siento que podemos irnos sin miedo, estar tranquilos, ahí todos respetan un poco al otro. Todos estamos de plano en un lugar único, es un lugar bonito, es un lugar verde, tranquilo, seguro, con un club muy padre, con un centro cultural, donde vivimos de lujo. Mira tenemos un Dome Park, hay un montón de parques por todos lados, con banquitas para que te sientes, están padrísimos y es muy padre salirme a caminar. Tiene una muy buena convivencia, no hay molestias generales entre las personas" (Luis P., el arquitecto, ideólogo y residente).

Como se ve en diversos testimonios y el siguiente de Hugo es explícito, los cotos y Valle Real encajan en el carácter hedonista y de nostalgia del ranchero reciclado a burguesía colonial: Yo acostumbro venir a comer al medio día, la disfrutamos como no. Los fines de semana es muy a gusto: venimos los domingos a medio día [al club], hay un bufete muy agradable, muy rico, hay musiquita, se le ve mucha vida al lugar. Mi mamá vive en Estados Unidos y cuando viene se queda uno dos meses, y eso que viene de otras partes también muy bonitas. Hay gente que viene de México te dice que ‘esto que tienen ustedes en Guadalajara no lo ves ni en el D.F. con esas áreas verdes y esos espacios’. Es muy innovador esto. Las mañanas son bellísimas todavía ves ardillitas, ves tlacuaches, ves zorrillos, ves pajaritos, no sé, hay muchas especies, muy padres palomas. La verdad es un concepto padrísimo, muy pero muy agradable, yo lo recomiendo completamente a la ciudadanía. Somos privilegiados de poder estar en un lugar como este, sinceramente lo platico y se los digo a ellos [los hijos] y lo decimos todos los días ¿cuántas personas podrían decirlo en Guadalajara? No muchas. ¡Aprovéchenlo muchachos! ¡Ahí está el club! ¡Hagan deporte! Y la seguridad

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Los cotos de privilegio tapatíos de poder venir hasta caminando. Es un privilegio, doy gracias a Dios que lo podamos hacer y que ojalá nos permita seguir con este privilegio ¡Yo estoy encantado en este fraccionamiento! Realmente es un concepto muy, muy de Guadalajara.

Su énfasis en que el concepto de Valle Real es muy tapatío refleja una apropiación-identificación intensa y compartida, ya vimos a muchos afirmando el "muy a gusto" y el "padrísimo". Sin embargo, la pionera Verónica plantea problemas que se suceden en un vecindario diverso: si tú te llevas con la cuadra, pues ya la hiciste. Un par de vecinos que al principio nos llevábamos bien, les dije ‘vamos haciendo la posada de la cuadra’, y yo siempre pienso en la gente que necesita más y ‘vamos a pedir una cooperación’ y vamos a llevarle cosas a los niños de Santa Mago. Todas dijeron ‘bueno’ y se hizo dos veces nomás, ya la tercera como que no les gustó y nos peleamos, es que soy como muy claridosa y a mucha gente eso no les gustó. Y hoy en día ya no me hablan la mayoría de las vecinas.

Como veremos, las vinculaciones se relacionan con el ciclo doméstico y con la socialización a través de los hijos en crianza: "la convivencia de la cuadra fue cuando los niños estaban chicos y salíamos a la calle". Pero también reconoce otros círculos: "aquí en el club tengo gente muy querida y muy conocida". Raquelita en su narración de sus experiencias y cambios de cotidianidades y vecindades de un coto estándar a Valle Real, señala cómo En el [primero] éramos como una familia grande, todos muy amigos, teníamos reuniones siempre, los hijos se veían como primos. Un coto tan grande como este es como estar en una parte cualquiera de la ciudad, ya no conoces realmente a la gente. Valle Real se me hace muy bien porque es como que estuvieras en la calle. Y en el anterior me gustaba mucho vivir, pero era como una familia y era como más complicado si tu no estabas bien con algún vecino. Yo no tuve conflictos ni nada pero era un trato muy personal. Acá es más impersonal, no me hace falta la relación con los vecinos.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Con estas palabras, Raquelita desdice la práctica de comunalidad en Valle Real. Ignacio M., empresario, residente de Valle Real y uno de promotores de generar un espíritu comunitario desde la filosofía funcional y mercadotécnica, expresa con su característico realismo: "lo que se logra en un fraccionamiento de ese tipo es que no hay bardas en la entrada de las casas, todo es jardín. Pero no crea que eso hace que las familias vecinas se busquen, son unas cuantas las personas que conviven". Mientras Luis P., pasa de la idealización a la realidad: yo me engento muy fácil, soy más privado en donde vivimos ahora, se me hace rico. A veces es mejor con un poquito más de distancia. Lo que pasa es que uno es muy diferente a todos, digo en un lugar donde se vive en común pues todos somos diferentes, para evitar fricciones lo mejor es no vivir tan en comunidad. Acá en Valle Real ni siquiera hay fricciones, vivimos cada quien muy aislados cada quien y eso y entonces usamos las áreas comunes pero vives como solo.

Sin entrar en más detalles, termino con las reflexiones que provoca el rompimiento con el orden de la "comunidad purificada", algo que expone Karina, cuya salida de Valle Real resultó traumática para sus círculos sociales y para la misma gente que dejaba: Cuando salí dejé de tener amigas allí porque hice algo fuerte. De 15 amigas sólo me quedaron tres, las demás me quitaron el habla. Una de ellas, psicoanalista, me decía ‘revolucionaria’. ‘Pero ¿por qué? Yo no quiero estar en Valle Real’. Yo nunca cotejé con esa gente. Tenía amigas entrañables, una no tarda en salirse de Valle Real. Una me dice ‘¿cómo lo has hecho?’. Ella es que está asumida al marido. Otra se queda por los hijos que están en el TEC, contentos.

Valle Real es un coto paradigmático y modélico para la población tapatía en general. Connota un espacio de lujo y comodidad, de amplias zonas verdes, cuidado y seguro. Este coto de cotos exhibe un buen funcionamiento de una Asociación de Colonos que han logrado hacer sostenibles hasta ahora diferentes proyectos: un centro cultural con actividades diversas que convocan a su población, una parroquia, programas de viabilidad, celebraciones 106

Los cotos de privilegio tapatíos comunes más o menos canalizadas para Halloween o Todos los Santos o la Navidad. Su club tiene fama en la ciudad y es utilizado intensivamente por las familias para hacer deporte, para desayunos y otras reuniones sociales y de negocios. A pesar del tiempo pasado, sigue siendo un lugar buscado y afamado que conserva su aura de distinción. Así se puede considerar un escenario perfecto para una familia perfecta, acomodada y exitosa, y que, como hemos visto, debe mantenerse en ese éxito para disfrutar del mismo porque no se permiten resbalones monetarios que dan al traste con ese estatus. Un espacio dulce y acogedor pensado para vivir la tranquilidad y la paz, donde la publicidad haría gala de una oferta real y palpable.

EL COTO CAMPESTRE: RANCHO CONTENTO EL RETIRO ANTIURBANO Los cotos campestres se relacionan con la tradición del simulacro de fuga de la vida citadina que es parte enraizada en la historia tapatía. Desde la ruptura con los patrones coloniales del mapa urbano a finales del siglo XIX con el porfiriato, se produce el escape a mejores y más amplios espacios donde poder recrear una vida cómoda y "tranquila". Guadalajara es una ciudad que suponemos plana, pero que tiene unos accidentes orográficos muy significativos. Un bosque de La Primavera y otras montañas hacia Tequila, como el cerro del Nixticuil, o El Centinela, junto con una barranca donde se ubica el bosque San Isidro o el coto de Las Cañadas. La magnificencia de estos terrenos, algunos reservas naturales, hacen ojitos a sectores de élite en busca de grandes paisajes. Y es que el atractivo por el paisaje es clave en la elección de estos modelos de vida "campestre", lo que se combina con la construcción y materiales naturalistas que se escogen: nos encantó porque damos a reserva federal y son vistas muy buenas que no van a poder construirse… Aquí los cuadros son la naturaleza… los ventanales lo más grandes posible y ver para todos lados. Y la fuente que es un espejo de agua y se oye muy bonito el agua caer… Me gustan las piedras naturales y no los materiales sintéticos, por eso [en la fuente y en el otro patio] es la piedra volcánica, porosa,

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Mapa 5 Rancho Contento

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

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Los cotos de privilegio tapatíos viva, que se mueve y que tiene su cuidado" (Emma, residente en alrededores de La Primavera).

Rancho Contento es el enclave clásico que priorizo, al ser pequeño condensa bien la aventura de comunalización más intensa de estas experiencias habitacionales "naturales" o, como dice Svampa, de "estilo de vida verde" (2008: 86). Otras entrevistas se encontraron en los alrededores del Bosque de la Primavera hacia El Centinela o la barranca de Huentitán. Rancho Contento ha sido uno de los fraccionamientos "campestres" precursores. Son 45.3 ha con 288 lotes de unos 300 metros cuadrados cada uno a cargo de la Fraccionadora San Pablo de E. Brockman (Cabrales y Canosa, 2002: 100). Se encuentra en el Km. 15 de la carretera a Nogales. Siempre fue visto por los tapatíos como un lugar alejado de la ciudad y, aun ahora, siguen percibiéndolo así. Al revés que en el sector de campestres del eje de Tlajomulco: Santa Anita y El Palomar, o del área de San Isidro, sus alrededores no han "detonado" con otros desarrollos inmobiliarios y de servicios con lo que se integran de lleno a una vida periurbana. Ello está cerca de modificarse con el desarrollo de El Bajío, pero Rancho Contento se ve aun rodeado de ejidos baldíos.13 Tiene un estilo peculiar de calles empedradas, derroche de espacio y una vegetación exuberante y colorida alejada de la imagen de naturaleza artificial que tiene Valle Real. Se dice que su temperatura es tres grados más fresca que en la ciudad y que el arbolado: tabachines, hules, pinos, jacarandas, bugambilias, genera un ambiente húmedo. No ha perdido el carácter que los "colonos" pioneros estadounidenses quisieron darle hace más de 50 años cuando sembraron los hoy magníficos árboles que llaman la atención en el páramo que es la zona. Las casas son de una planta en terrenos que pueden tener unos 300 mts de construcción y unos 800 de área. En un primer momento se trataba de recrear casas de campo de materiales rústicos como adobe, teja, madera, 13

Algunos vecinos han comprado extensiones de sus terrenos hacia estos baldíos, bien para ampliar, bien para que no les construyan enfrente. Hasta ahora han logrado obstaculizar en el cabildo los proyectos de construcción poco "ecológicos" que suponen cambios de uso de suelo dirigidos a levantar, por ejemplo, condominios verticales o plazas comerciales.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad sencillas pero confortables: el objetivo era disfrutar de la "naturaleza", el verde, la tranquilidad, la lectura y otros hobbies, los amigos… Algunas se encuentran ya viejas y con problemas de infraestructura, otras han sido reformadas, y hay nuevas y de looks más modernos y diversos. Experimentos sociales en los campestres Me detengo en la diversidad de los campestres porque, aun cuando no se trata de fraccionamientos densamente poblados, tienen un impacto simbólico y discursivo muy fuerte al incorporar en ellos "una sobrerrepresentación de las élites culturales" (Calonge, 2009). Estos espacios campestres suman a su estatus socioeconómico y su capacidad de influencia política y cultural, un estilo de vida en un escenario "natural" donde se mueven en el apartamiento contemplativo y/o la militancia ecológica activa. Rancho Contento y Club de Golf Santa Anita (de 1967) son las dos primeras urbanizaciones de lujo que servirán de ejemplo a desarrollos posteriores (Cabrales y Canosa, 2002). Ambos mordiscos al Bosque de la Primavera se sitúan en el contexto de arribo de compañías transnacionales a Guadalajara, coincidiendo conun momento de expansión y modernización de la ciudad. El primero se encuentra en El Bajío, lateral noreste del bosque, y en este sector se ubica también el Club Hípico. Posteriormente aparecerán a lo largo de la carretera Pinar de La Venta o El Río Country Club, junto a construcciones específicas como el Cinvestav o el Estadio Omnilife y el complejo de las Villas Panamericanas. Por la vertiente suroriente iniciaron El Palomar y Ciudad Bugambilias. Actualmente se ha desbordado la cantidad de fraccionamientos que se extienden en estas vías y por otras. Dentro de este boom se marcan diferencias. Por un lado de estatus como en El Cielo o El Río que son nivel "plus" de exclusividad, pero también en cuanto a orientaciones, diseños y génesis. Dan lugar a experimentos sociales, algunos se han tenido que reciclar en su concepto y tipo de pobladores, otros resultaron poco exitosos, los hay más especializados y los que permiten la combinación de diseños a lo interno desde el convencional ranchero, la autoconstrucción más sencilla o el recargamiento nada "campirano". Estas transformaciones tienen que ver con las contradicciones de encontrarse crecientemente subsumidos por la dinámica urbana. 110

Los cotos de privilegio tapatíos "Los Guayabos Comunidad Ecológica" se encuentra a unos 40 minutos de Guadalajara. Iniciado hace 30 años (1981), este fraccionamiento cerrado de 13 ha es una propiedad mancomunada entre todos los habitantes. Su artífice fue el arquitecto Miguel Aldana, cuya filosofía parte de la identificación del ser humano con la Madre Tierra y en armonía con la creación y con el resto de seres animados e inanimados. Se desarrolla un hábitat sustentable donde se preservan y mejoran los recursos naturales del área.14 Los pobladores de Los Guayabos han estado involucrados en el mejoramiento ecológico y de calidad de vida de los zapopanos y el resto de habitantes de la Zona Metropolitana: fomentan campañas de reforestación, realizan y enseñan sobre conservación de suelos, están preparados en el combate a incendios y han sido claves en la defensa del vecino cerro del Nixticuil, importante pulmón de la ciudad que ha sido agredido por diversos proyectos urbanísticos. Hacen por establecer vínculos y alianzas con instituciones como el Ayuntamiento de Zapopan y, sobre todo, con las comunidades aledañas. La densidad de población en Los Guayabos está limitada por su reglamento, que establece un máximo de una persona por cada 100 metros cuadrados de área privativa. La superficie de áreas verdes también está reglamentada al considerarse prioritaria para la convivencia y el esparcimiento. En la actualidad residen en la comunidad unas 50 familias, conformadas en su mayoría por profesionistas, artistas y miembros de universidades y diversos orígenes nacionales. Todos ellos son parte activa del proyecto ecológico en el que las viviendas poseen fosas sépticas aeróbicas, comparten temazcales, cuentan con un gobierno de la comunidad, una comisión para el reciclaje, para las áreas comunes, las mascotas, la construcción, etc. Participan de un reglamento estricto: no se permiten fumigaciones en el adobe ni en pasto; no se dan las luces de los carros en la noche, no entra el celular. Los Guayabos es coherente con la forma de vida que exige y a fuerzas se debe ser parte integral de la comunidad.15 Sería el caso más radical como "comunidad étnico ecológica". Otro fraccionamiento especializado, ahora en profunda transformación es uno Hípico dirigido a la cría y doma de caballos. Cuenta un vecino 14 15

El 87% de sus 11,7 ha tiene cobertura vegetal, ya sea boscosa o de jardín. En El Palomar se consideran una comunidad ecológica, pero es más domesticada. Tienen una revista donde se enfatiza lo ecológico y anuncian el "bosque mágico", un sendero para los colonos.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Comenzó hace como unos treinta y tantos años, fue un rancho de un doctor medio famoso aquí... La idea era tener su propio cuadro de caballos y como centro el club hípico. Se empezó a vender lotes como de 1000 mts., hay unos de 2000. Son como veinte. Al principio construyeron caballerizas y como una terracita, un lugar para estar muy sencillo y poco a poquito la gente se fueron construyendo casas, pero todo relacionado con caballos. La gente comenzó a vivir ahí, ya se formalizó como fraccionamiento y ya ves todas las reglas de viviendas, el mantenimiento y esto y el otro.

En este proceso de irse residencializando, los caballos van a perder la prioridad, inaugurándose una etapa de conflictos en la que los hipiquistas tienen la de perder contra "los pretenciosos": Un soltero que compró el terreno tenía sus caballos, entonces éste se va casando con una mujer que no tiene nada que ver con caballos, ahí empezaron los primeros conflictos, ‘que hay polvo, que hay moscas y que los trailers y caballos’. Empezaban los problemas personales entre matrimonios, muchos de estos a la larga tuvieron que salir y se fueron a Valle Real o Puerta de Hierro, de esos barrios catrines. Uno se divorció por los caballos… Quieren convertirlo en un fraccionamiento catrín y andan peleando. Y quieren más seguridad, ahora quieren policías y que todo el mundo tenga credencial y rollos. A familias de caballerangos que tienen veinte años viviendo ahí, los tratan como cualquier empleado.

En otro sector, hacia la barranca de Huentitán, se ubican otros dos ejemplos de campestres. Uno, Las Cañadas, es un fraccionamiento hermosísimo que está afuera de Guadalajara pero a un brinquito de Guadalajara y la frontera natural son cerros, no ves la ciudad por ningún lado y tiene una vista a la barranca de Huentitán, y un campo de golf en medio. Es un lugar muy amable porque estás rodeado de cerros, está verde. No ves la contaminación de la ciudad, no tienes el problema de inseguridad de la ciudad, todo el apretadero de la mañana y el gentío y el pitadero y todas esas cosas. Nos levantamos viendo el amanecer en la barranca por la ventana, te levantas a caminar, respiras aire limpio. Aunque hay que dar un esfuerzo extra, entrando a la caseta de Las Cañadas digo ‘¡Qué maravilla este lugar donde vivo!’.

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Los cotos de privilegio tapatíos El otro, cercano, es un fraccionamiento de unos 90 lotes camino a Río Blanco, los promotores esperaban crear otra cosa. Nosotros tenemos 16 años, esto era totalmente diferente, la avenida de Río Blanco era una brecha, no estaba pavimentada, no había absolutamente ninguna de las casas que vieron [por el camino] ni centros comerciales. En ese tiempo estaba muy barato, como estaba alejado de todo… La idea cuando fraccionaron era hacerlo campestre, de hecho se llamaba Fraccionamiento Campestre, pero finalmente nunca fueron casas de campo. [Después] el concepto que tuvieron no cuajó con lo que fue la realidad y pues no salió… es un fraccionamiento residencial que se hizo para casas residenciales. Alrededor se hicieron puras plazas populares y quedamos como el ombligo… Todo está rodeado de casas Infonavit.

Estos entrevistados han sido radicales y explícitos en su opción por "lo rural", y en su terreno manejan un huerto de productos orgánicos. Actualmente se sienten frustrados, su proyecto de retiro urbano no ha sido posible, la ciudad les siguió los talones y [En Río Blanco] no hay nada a qué ir, más que a oler un poco a aguas negras. Río Blanco ya no es blanco, es negro, está contaminado de todas las aguas negras que vienen de Tesistán. Hace 20 o 30 años ahí se pescaba, cuando estaba en la universidad llegué a bañarme en ese río, ahorita ni aunque me pagaran me metía. Es una porquería.

Las distancias al trabajo son un duro handicap para estas formas de vida: Mi esposo es más complicado, él recorre más distancia porque a veces hace una hora o más para la oficina en el centro y en la tarde tiene su consultorio… Se va temprano en la mañana y de corrido, come por donde anda (mujer de alrededores del Bosque de La Primavera).

Más cuando los hijos se hacen adolescentes: "Mi hija [acude a] todas las fiestas de quince años que te puedas imaginar, y ella no maneja todavía, no trae coche ni nada. En Las Cañadas el tema de tener coche es de primera necesidad si no 113

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad no te puedes mover. Es de tener un coche para cada uno de la familia". El cansancio que originan los traslados ha sido motivo de deserción: "Les he preguntado a los chavos grandes ‘¿Tú vives contento aquí?’, ‘está bien padre pero estoy bien cansado de ir y venir’, y muchas amigas se regresan a vivir a la ciudad por los hijos que quieren salir todas las noches y les da pendiente que regresen". El buen vivir de la comunidad de liberales Como ya he desarrollado, la distinción sociocultural de los habitantes de campestres pasa por esa afición, cercanía, sensibilidad, de la vida en la naturaleza: Nos gusta convivir cotidianamente la naturaleza, su contacto. Salimos mucho a caminar con la perra y por temporadas salgo por la mañana al cerro y a ver el panorama, a meditar un rato, a hacer buen ejercicio y bonito, se miran ardillas... me gusta mucho (Emma, desde las orillas del Bosque de La Primavera).

Desde sus inicios estos cotos se conciben como un lugar de estar y de buen vivir sin complicaciones y sin etiquetas. Las personas que lo pueblan tienden a tener un perfil diferente más informal y más "intelectual". El impacto discursivo y simbólico de este grupo es muy fuerte y empapa a los demás pobladores metropolitanos. Se trata de una población criolla, que se sobreentiende "blanca", dándose entre la misma una fuerte presencia de extranjeros y de mexicanos con apellidos foráneos. De los condominios trabajados, Rancho Contento es el que contiene una población más heterogénea, diversa, incorporando diferentes generaciones.16 Siguen llegando matrimonios jóvenes con niños pequeños que buscan un espacio para criar a los mismos y también se reciben los flujos de nietos de pobladores originarios que conservan la gran casa para estos fines: "aunque la casa ya les queda muy grande a mis amigos, no la venden porque la disfruta toda la familia". 16

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Su media de edad según datos del 2005 es de 33 años; un 5% de su población tiene 65 y más años y, predominando las nucleares se dan también otro tipo de familias. La población tiene mucho arraigo, el 95% ya estaba aquí hace cinco años. En comparación con Valle Real y Parque Regency, tienen niveles de estudio más altos y hay más profesionales y licenciados, mayor cobertura de salud privada y se disponen de más cuartos y dormitorios.

Los cotos de privilegio tapatíos En las últimas hornadas han arribado nuevos perfiles de residentes, muchos de ellos de grandes empresas y/o extranjeros que vienen rentando. Gloria comenta: Hay una escuela nueva, el Franco, y muchos maestros franceses vinieron buscando casa… Ya van dos veces que rentamos nuestra casa... Se lo rentamos a corporativos de empresas que les pagan las rentas, una vez se la rentamos a los de Ferrero, los chocolates, y luego otra vez se la rentamos a unas gentes de HP, y te pagan muy, muy bien, sí te conviene.

Los "como uno" de estos fraccionamientos comparten aficiones en el ocio, clubs, senderismos, suelen ser paladines de la vida ecológica, amantes de los animales, aficionados a la botánica, quizá a los pequeños huertos de autosubsistencia. Estas condiciones de vida "privilegiada" no pueden ser compartidas en exceso, por eso, son los primeros que levantan el grito frente a otros que buscan disfrutar lo mismo en términos más masivos. Sostienen pleitos con las urbanizadoras, con los pobladores locales, con el avance de la ciudad y se convierten en "guardianes de la naturaleza" manejando la "nostalgia imperialista", como plantea Renato Rosaldo (1991).17 "Cuando llegamos comprábamos la leche en el establo, riquísima… había muchos conejos, había muchas codornices, y ahorita ya no hay porque ya tienen los terrenos muy limpios, o sea, la ciudad ya va recorriendo todo eso" (Mujer residente cerca de la Barranca de Huentitán).18 Estos pobladores reniegan identificarse como cotos al asociarlo con pequeñoburguesismo, pero también buscan mantener su privacidad y segu17

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Para este autor el lamento del hombre blanco en su penetración imperialista en África se construye para hacer creer que su dominación es inocente y pura. La nostalgia imperialista refiere cómo quienes están provocando los cambios más drásticos y violentos se duelen de la realidad que ellos mismos transforman: es la pose del anhelo inocente escondiendo su complicidad con la dominación. Esto ocurre en tantos otros "campestres". Duhau y Giglia (2008) se refieren al fraccionamiento cerrado de Tlalpuente a orillas del bosque del Ajusco. Tienes 160 ha y unos 400 habitantes. Son "Un grupo de personas de clase media alta, con experiencia en desarrollos urbanos, se interesaron en este lugar con el propósito de hacer un asentamiento de tipo ecológico" (ibid: 221). Son tierras adquiridas a los del pueblo de San Andrés. Entraron a colonizar el territorio, al principio con cabañas de madera para fin de semana y se organizaron propiamente como Asociación de Vecinos cuando empezaron a darse invasiones de terrenos. Son pocos residentes y de alto nivel adquisitivo: pilotos de avión, banqueros, profesionales.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ridad con lo que su tendencia ha sido al amurallamiento y a medidas de control semejantes a las de los cotos.19 Juana desarrolla las diferencias entre Valle Real y el suyo campestre: todos los cotos de Valle Real compiten, los coches compiten, el adorno de la navidad compite, es como estandarizado… Se necesita una vocación especial para vivir en este. Las casas no son elegantes, el factor es un gusto de vivir en la naturaleza, de vivir en la tranquilidad. No es nice, te digo que es muy primario… Lo que tiene de coto es que tiene una caseta de entrada y una caseta de salida, un sistema de seguridad que es propio del fraccionamiento y concesionados varios servicios dentro de la colonia. Tiene unos linderos, son cerros los que cierran el fraccionamiento. Los cotos son mucho más chiquitos, más controlables en ese sentido, acabas conociendo a todos los que viven ahí.

Rancho Contento se concibe entonces como un lugar de buen vivir sin etiquetas. Haciendo una revisión desde su historia acumulada, se podría decir que contiene a sectores de distinción: cultivados, humanistas y estatus alto, sin llamar la atención y aceptando empresarios entre ellos. Una "comunidad purificada" de liberales (Sennet 1976). Ellos mismos se autodistinguen por transgredir ciertas normas corporativistas y "mochas" de sus propios círculos tapatíos de familia o de relación. Según una residente de un campestre similar ellos ya no se interrelacionan entre sólo mujeres o sólo hombres, "No es tan sexualizado, en nuestras reuniones hay mujeres y hombres, separados, divorciados... La sociedad tapatía de ciertos grupos sociales o familias de abolengo, de apellidos, son cerrados. Nosotros no lo hemos reproducido". Mientras la exposición del esposo de Berta sobre las distinciones y capitales culturales entre tres amigos profesionales y el resto de los vecinos es más que expresiva: Se va a oír un poco como presunción pero es cosa interesante, las tres casas son de familias muy antiguas de la ciudad. Yo vengo de familia desde 1600 de aquí, tapatías. 19

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Según el Diccionario de la Real Academia, pequeñoburgués es aquella persona "De mentalidad estrecha, mediocre y acomodaticia".

Los cotos de privilegio tapatíos Los demás critican nuestras casas, que vivimos en casa de brujas, [pero] compartimos una cultura. Nos reconocemos porque somos de las antiguas familias. Ya nos dejó de gustar las cúpulas, las puertas con vidrios, nos fijamos en otro tipo de estética basado en la naturaleza como resultado de una evolución cultural… venimos de familias tapatías y ya dimos un brinco cultural… El de aquí al lado es de Los Mochis, y cuando vienen de ranchos, de pueblos chicos quieren que su casa luzca, no ponerles árboles enfrente. Esta casa de al lado no tiene terraza, digo ‘¿teniendo el jardín tan grande no tienen terraza?’. Construyen cuartos y cuartos, casa y casa, yo quería aprovechar más el jardín.

En el vecindario, dice, La mayoría son abogados o contadores, algunos maestros, de ingresos buenos que les han permitido hacer una casa... son gente que ha luchado. A pesar de que nos llevamos bien con la demás gente, tienen otro concepto. Algo que yo no puedo es que recorten los árboles, los podan, les hacen formas de pirulí y a mí me gusta que estén al natural y ahí chocamos… La gente que vive aquí tiene sueños de hacer esto un Valle Real, hacerlo muy elegante, bardas muy elevadas. La verdad es que no tiene tampoco el dinero.

La trayectoria de Rancho Contento transita de una conformación como comunidad de estadounidenses, a la inserción de defeños a este mismo sentimiento y a una creciente heterogeneidad que ha producido otra orientación. Lilia lo explica a través de las oleadas: Es muy chistoso, porque es una oleada, estaban ellos [los norteamericanos] en una edad madura, llegan, hacen su colonia aquí y cuando van haciéndose viejos llega una bandada de gente del D.F., buscando tranquilidad. Los hijos crecen y se van yendo y la nueva ola que viene de aquí es gente joven, ambiciosa, ejecutivos con el carro BMW.

Ahora muchos de los residentes entran buscando el contraste con sus puestos de trabajo corporativo y su situación de ejecutivos globales.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Los nuevos están comprando. Es muy variado, dos son arquitectos, hay un veterinario, unos son de Michigan de la Toyota, y otro de Dalton, creo era fábrica de pantalones y todo… El señor que vive enfrente es irlandés, es el director de Flextronics, hay mucha gente que son empresarios globales que vienen aquí. Un tiempo hubo japoneses, hay familias francesas, argentinas, chilenas, hay alemanes. Creo que es una ola intermedia entre nosotros y la nueva generación…, el irlandés de allá prende la chimenea casi diario, ¿no? me dice: ‘¡es que me siento como en mi casa!’.

En estas oleadas de renovaciones generacionales, Ángela refiere cómo se está formalizando la vida de Rancho Contento: yo me he bajado en short y descalza, muchas veces veía a mis amigos que estaban abajo ‘oye, vente’ y nos vamos en pijama a tomar el café con las amigas los domingos. En el parque es donde conocí más a mis amigas, estaban de fachas porque el niño se iba a enlodar. [Ahora] hay gente que la ves de pipa y guantes en el campo de golf, digo. En el parque infantil, en el empedrado, llevan tacones y es la cosa más incómoda y vas al parque y se supone que vas a cuidar a los niños y así de ‘no me mojes, no me toques, no me hagas’. Con los nuestros de chiquitos nos conocimos todas, hicimos un grupo bonito porque estábamos con los niños. Ahora es parque de nana.

En el caso de una académica francesa de origen modesto que se casa en Guadalajara con el ejecutivo de una corporación francesa, por él llega a un ambiente nuevo. Eso la permite analizar desde fuera. Su esposo venía de Tailandia, solitario y erudito, veterinario, a él le interesa la comodidad y estar cerca de la comunidad de franceses. "Yo no vengo de un medio así, eso me molesta", pero "al lujo uno se adapta fácil". La imagen que maneja de Rancho Contento: es que son gente mucho más abierta, aunque pueden ser católicos… Aquí nunca vi una nana con uniforme, allá sí [en Valle Real]. Aquí todas las madres tienen nanas pero hay mucha más convivencia. Tengo una amiga que tiene cuatro hijos y de repente ella está con dos y la nana con dos y nunca con uniforme… la gente que se

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Los cotos de privilegio tapatíos siente muy fresa no le gusta vivir aquí porque no es suficientemente fresa, no tiene una reputación social alta, no es de su status.

Un ejemplo de distinción en la colonia se produce con el caso del "El Naco" donde un "todos" se pone en contra de un arribista. Tenemos un propietario aquí que todo el mundo lo odia porque es un naco, es horrible, creo que es de la Procuraduría o es un policía o así. Ha hecho cosas que no estamos de acuerdo, tiene mucho despliegue de fuerza y de poder, muchos guaruras allá afuera, nos da pánico. Ya una vez tuvo un zafarrancho aquí y trajo un abogado, se metió a un terreno que se lo quería quedar, un hombre muy feo, pero aquí no te salvas de eso (Emma).

Frente a la penetración de estos sujetos "sin educación" pero con plata, en otros espacios se controla la llegada de inoportunos: "En El Coto que ahí sí está la crema y nata de Guadalajara, cuando van a rentar o vender, todos los condóminos votan". Los recursos en disputa Los estadounidenses que adquieren los terrenos de Rancho Contento buscaron, como tantos jubilados en las orillas del lago Chapala, un espacio donde hacer su nido. Por el mismo atravesaban unos postes de alta tensión que abarataron el costo y alrededor de los cuáles se diseñaría el campo de golf, en torno al que se abren las terrazas de las casas. Además, el condominio cuenta con múltiples servicios de ocio y deportes: gimnasio, canchas de tenis, piscina al aire libre con limpieza por sales, campo de fútbol y de basketball; y una serie de estancias para jardín de niños, espacio para barbacoas, biblioteca o club de libros, administración, sala de reuniones, cafetería-restaurante-casa club, tienda-abarrotería. Cada uno de ellos tiene su reglamento y todo ello está funcionando en regla y muy cuidado (no siempre fue así, también tuvo etapas de descuido). Para ello se dispone de un amplio equipo de mantenimiento y con un alto nivel de pago de las cuotas, y están las reglas sobre la reproducción de la propiedad: no está permitido la subdivisión del lote: "por tamaño podrían vivir tres familias, pero cambiaría 119

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad mucho el estatus del condominio, se devaluaría" –expone una residente– por la densidad de población y la introducción de nuevas lógicas de hábitat y de situaciones socioeconómicas. El gasto de mantenimiento lo ven aceptable, "no lo considero caro –comenta Ángela–, te cobran por metro cuadrado de terreno, es como lo más equitativo y nosotros pagamos 1 800 pesos al mes, incluye policías, alumbrado, agua, cancha de tenis, alberca, nuestros propios camiones que recolectan la basura, el correo". Los últimos equipos de administración de la Junta de Colonos, ahora con una importante presencia de mujeres, han estado funcionando de forma trasparente y eficiente. Hay diferentes comités con voluntarios del condominio, de golf, de tenis, ecológico. La mesa directiva de la Junta también es ad honorem. Son empleados el administrador, la secretaria y la contadora. El conflicto más fuerte en Rancho Contento fue una disputa por las áreas comunes y el régimen en que se administran éstas y el mismo Rancho, si en fraccionamiento –según su constitución de 1965– o si se optaba por el régimen de condominio –iniciado en 1975-. Ganó la lucha por hacerlo condominio. Lilia comenta el funcionamiento de la Junta de Colonos, Hay la misma conformación política y social que afuera, hay quien pretende ser presidente y que pelea por ello, aunque no haya un beneficio que se vea... Cuando llegué había un conflicto de que pagaron para que se hiciera condominio, pero había intereses que no querían que fuera condominio. Después siguió otro señor de presidente que más o menos, y luego uno que era como de película, era extremista, era puritano. Él empezó a prohibir que los muchachos se juntaran después de las nueve de la noche y lo chistoso era que todo mundo obedecía. Luego resultó ser un sinvergüenza que quería poner todas las áreas verdes a su nombre, pero lo disfrazó todo de cristiano. Cuando se fue él, entró la primera mujer de presidenta y empezó a componer las cosas. Empezó a verse el campo más ordenado, más limpio, pero las mismas mujeres de su grupo empezaron a pintar mal, por celos creo, y llegó el pleito de golpes entre ellas ¿no?

Las mujeres han entrado a formar parte de la administración. Una de ellas, comenta que entró a hacer mejoras "de las instalaciones: casetas de los 120

Los cotos de privilegio tapatíos guardias, la piscina, el césped del golf y los aljibes de agua usada para regar, los juegos de los niños… y si sólo el 30% pagaba sus cuotas, ahora es el 95%, con lo que se logra mucho más para invertir". En su directiva resolvieron el problema del agua con dos pozos a nombre del condominio y pagando un adeudo millonario. Y vendieron un lote embargado por falta de pago de las cuotas. En el campestre Hípico, los hombres también habían monopolizado las direcciones y las Juntas de Colonos mismas, pero aquí los servicios comunes son escasos: "No hay nada social, hay de vóleibol, básquetbol, pero fue más bien por los que trabajan y luego hay un área verde para pasear caballos. Fue todo un mundo propio de los caballerangos y familia…". Aquí se dio por primera vez hace un par de años la primera mujer con cargo, tesorera, "porque fue un mundo muy de hombres, por la forma de puros caballos, el hombre es el del caballo, el jinete y las mujeres un poco por un ladito" (Mara). Como señalaba la mujer de Rancho, en estas asociaciones, cuando están en juego recursos importantes del colectivo, la corrupción está siempre presente. En un campestre a la orilla de la barranca de Huentitán se han dado casos graves en el cambio de uso de suelo, dice una vecina, Todos los lineamientos muy claros, en materia de construcción todas las casas tienen que tener una servidumbre de tanto entrecasa y casa. Y de repente hay uno que se mete a la servidumbre del otro y no respeta el lindero y ya se fregó. En el cerro cambiaron el uso de suelos por uno de más alta densidad y van a construir 20 casas en un terreno de 10 hectáreas, van a estar apiñados, por corrupción en las autoridades de la colonia. Hay unos vecinos que cuando su compadre era el presidente municipal cambió el uso del suelo, le compró el terreno y nadie dijo nada, pasaron los años y… yo ya tengo el permiso de construirlo. Hay un plan parcial de desarrollo de la ciudad que te permite cierto tipo de construcciones sobre densidad de población, servicios etc, pero el dinero cambia el uso de suelo. Según el presidente municipal te revisa el plan de desarrollo y aquí ya cambiamos.

Los servicios deportivos atrajeron a mucha población foránea a Rancho Contento, que comparte con Valle Real la profusión de instalaciones, pero ahora son estrictos en el uso. Se cobran y se controlan, "no nos interesa tener mucha gente", dice una residente. El golf permite socios por mensualidad y 121

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad genera sus propios ingresos. La piscina recibe suficiente gente de parte de los mismos condóminos. Es más informal que Valle Real porque no existe una organización de socios tan estricta y el golf no se cotiza como en tantos fraccionamientos o countries donde los golfistas hacen negocios. Del trato personal al régimen de control El prurito liberal de los pobladores "campestres" les hace rezongar sobre la pérdida de las relaciones personales en aras de la seguridad. Pero el contexto se ha ido transformando, y actualmente se produce recelo, desconfianza y preocupación por "la seguridad": "hace un año dejábamos la casa abierta, pero han pasado dos o tres cositas que ya nos da miedo, ya puse mis seguros en la ventana, ya no dejamos la casa abierta", dice Emma. Los ejidatarios han cercado sus terrenos y los linderos simbólicos se van convirtiendo en muros. Emma refiere cómo: "durante mucho tiempo por esta calle hasta arriba te metías al bosque, mis hijos de pronto desaparecían y se habían ido a caminar dos, tres horas. Ahorita ya no se puede porque está todo bardeado, los ejidatarios han vendido muchas tierras, ya no es tan seguro, ya nos da miedito". Y se ha profesionalizado el servicio de guardianía, convirtiéndose en un fraccionamiento donde la entrada para los foráneos es especialmente exigente. Esta tendencia a una segurización tecnificada en terrenos "naturales" y "abiertos" se ha producido en todos los condominios de este tipo. En un campestre dentro del Bosque de La Primavera: No todo ha sido vida y dulzura, a los pocos meses de estar acá entraron y robaron. Yo no estaba clavada con el rollo de la seguridad, no llegamos aquí por eso… da mucha rabia, no se llevaron cosas grandes porque llaman la atención en la garita. Se siente feo, que violan tu espacio. Nos entró el rollo de la seguridad un tiempo. Mi esposo trajo un pastor alemán y pusimos alarma. Nos duró un tiempo y ya, solo la activamos cuando no estamos. Pero han mejorado la seguridad y está más tranquilo (Ángela).

Juana nos cuenta que en su campestre Hace poco hubo un problema porque quisieron quitar las plumas y la gente de la colonia se inconformó, pero también los vecinos del pueblito que está cerquita

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Los cotos de privilegio tapatíos porque la mayoría de la gente de ahí trabaja aquí. Estos señores dicen que les gusta que sus hijas trabajen aquí porque saben que es un fraccionamiento seguro y como es un coto que está un poquito fuera de la ciudad y la gente salimos gran parte del día y regresamos en la tarde, las casas se quedan solas.

Para el arquitecto Eduardo, de un cotito de la Seattle, que se dedica a la construcción de cotos, se refiere a que el suyo lo hicimos fraccionamiento cerrado, una de las principales razones es la seguridad. La gente está más pobre, hay mucho desempleo y eso causa robos. Tenemos personas muy cercanas, son extremadamente ricas, riquísimas, uno de ellos lo secuestraron… Los cotos se han acrecentado, los fraccionadores ganan un poco más –porque no les cuesta nada– vendiendo la idea de que ese es un coto privado, entonces lo cierran, le ponen la barda que no es tan cara, le ponen una casetita, una pluma y ya les sube el fraccionamiento, ese 5, 10 ó 15%. Le da privacidad definitivamente.

La servidumbre es parte del modus vivendi de estos sectores. Hay jardineros y personal de mantenimiento de las áreas comunes, y los espacios ajardinados de cada quien suelen requerir de jardineros extras. Como en Valle Real y tantos otros, la población trabajadora flotante debe salir a cierta hora. Se produce en casi todos "se supone que todos los trabajadores tienen que entrar por las casetas, que presentar una credencial que acredite dónde trabajan, quién es su patrón, teléfono, etcétera" (Julia, en el área de Huentitán). Y Ángela, en Rancho: después de las cinco se supone que no pueden entrar, el que vive en casa sí. La chica que nos ayuda es de entrada por salida, tienen un checador en la entrada, aunque no sean empleados del condominio checan que entraron y checan que salieron. A todos les hacen su credencial. Si necesitas un fontanero, tú te haces responsable, hablas a la policía y dices ‘soy fulanita de tal, va a venir el señor, yo me hago responsable’.

En estos escenarios alejados de la ciudad e incluso entre las viviendas, empieza a generarse temor por las alianzas de estos sectores subordinados: 123

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad los policías, el barrendero, el que recoge la basura, los guardias, ya están muy enviciados de que saben a qué horas sales, a qué horas entras, todo saben ¿no? Está mal, es inseguro para ti. El que tu carro tenga pegado una cosita que te permita salir y entrar, ¡igual me llevan en la cajuela a mí y a toda mi familia! o se roban mi carro. Antes de eso los policías que estaban en la puerta te conocían e incluso te hablaban por teléfono ‘señora ya se fue su hijo en el carro ¿si le dio permiso?’, ‘¡No, pues no, párelo!’. Ahora, allí están los policías y está el aparato, tienen registrado en la computadora con cámara a qué hora entras y a qué hora sales. El repliegue de la seguridad es una fantasía, estamos mucho en la onda de amo y esclavo, casi, casi (Lilia).

Volveré sobre estos puntos relacionados con una sociedad que parece estamentalizarse. La comunidad campestre y sus ritos Como vimos en el perfil sociocultural, los habitantes de Rancho Contento se autoconciben como lo que denominé una comunidad purificada de liberales, ahora en proceso de cambio. Como otras, el crecimiento urbano hace que lo que era un mundo apartado en un ambiente "natural" privilegiado quede casi dentro del entorno metropolitano. Los pobladores históricos hacen referencia al Rancho idílico, de relaciones personalizadas y actividades compartidas de ritualidad comunitaria. Emma comenta cómo: durante mucho tiempo hicimos festejos, éramos muy pachangueros y teníamos clase de baile, de música, de canto. Teníamos un coro y nos juntábamos varias veces al año, con nuestros hijos hacíamos pastorelas, obras de teatro. Ya las argüenderas de eso que éramos mis amigas y yo, pues nuestros hijos crecieron y perdimos el interés y ya no se han organizado…

Después sigue contando cómo la comunidad: tiene que ver con varios factores, primero no había tanta gente, segundo que aquí vivía la directora del coro filarmónico de Guadalajara y se retiró y le dijimos ‘pues haznos un coro aquí adentro’. Y el coro ayudó gruesísimo, nos juntaba una vez en la

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Los cotos de privilegio tapatíos semana en la noche y nos enseñó solfeo, nos hizo cuatro voces, era muy divertido porque iban los señores y las señoras. Luego hacíamos conciertos, eso ayudó muchísimo a la convivencia. Luego inventamos el día de Rancho Contento, el primero de mayo, entonces los chiquitos y los grandes, cada quien hacían un número artístico y se presentaba y nos divertíamos mucho y comíamos todos juntos alrededor de la alberca.

Refiriéndose a ese día de Rancho Contento, Ángela comenta, tenemos un convivio tremendo, puestos de comida, juegos, música, baile y las antiguas bajamos así medio arregladillas y [a las más nuevas] se les ha ido quitando eso de bajar con el look, ya bajan más normalitas. Ese día lo empezamos llevando cada quien nuestra comida, contratábamos mesas, compartías con todo el mundo, ahora ya compras en los puestitos.

La foraneidad facilitaba este espíritu por la lejanía de las familias originarias que obliga a generar otro tipo de redes sociales e interacciones de reciprocidad: se vino a vivir muchísima gente de fuera y no teníamos familia, eso nos sirvió mucho para acompañarnos. Todos los domingos comíamos juntos, yo jugaba tenis con las señoras, mi marido golf con los señores, mis hijos y sus hijos se hicieron íntimos, crecieron como hermanos, todo eso ayudó al ambiente de cordialidad (Emma).

Ángela, que vino del Distrito Federal adolescente y forzada por la decisión familiar, dice: el lugar fue como mágico, como que nos atrajo terriblemente. A través de los años aprendí a querer a Rancho, es un lugar acogedor. Se ha perdido un poco pero es una auténtica comunidad en donde todos participamos en las decisiones del lugar, en donde nos ayudamos muchísimo, generalmente somos cooperadores.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Otra habitante histórica del lugar, Lilia, también del Distrito Federal, comenta lo mismo y lo matiza desde los límites de la endogamia comunitaria: Cuando llegamos como que estaba muy unida la gente, y ‘¡fiesta!’, cuando llegaba uno nuevo hay que recibirlo y hacerle una reunión. Llegó a ser tan, tan, tan comunitario que empezó a haber muchos conflictos, hubo infidelidades entre maridos, las cosas que se dan ¿no? Hubo un crack y se estalló y se separaron: unos se divorciaron, unos se fueron de aquí, otros se enojaron entre ellos ¡puk!y se separó todo. Mi grupo, que jugábamos cartas cada semana, sucedió lo mismo y se hicieron bandos. Era muy [común] todos los días verse, iban juntos a Puerto Vallarta. Es la misma dinámica de una vecindad, se juntan tanto que llega a haber este tipo de problemas ¿no?... Esta gente se empezó a hacer promiscua, una de las señoras se divorció porque se metió con otro vecino, y el otro vecino dejó a la mujer para venirse con la divorciada ¿no?

Un arquitecto, ahora residente en Valle Real, vivió con su familia muchos años en este espacio campestre, en Rancho Contento fue la mejor experiencia de su vida para ellos [sus hijos]… es una maravilla cómo se la pasaban ahí… Cuando eran chiquitos salían con la perrita al campo de golf y acá lo que han hecho es jugar en su club, disfrutando, pero no tienen mucha idea de comunidad en Valle Real… En Rancho no te escapas de vivir en la comunidad. Y la gente tiene menos tensiones, es más buena onda, es más tranquilo, son gentes con menos pretensiones. Tienes una comunidad muy buena en muchos sentidos [en Valle Real] pero no somos mucho de la idea de comunidad, salgo con los amigos que tenemos pero no te ligas a la comunidad. En Rancho sí vives en la comunidad, sales a caminar, todas las casas dan al campo de golf y vas saludando a todo el mundo, se vive más informalmente. La experiencia de Rancho es una maravilla.

Este sentimiento comunitario más personalizado se produce en los campestres donde pueden recrearse grupos de amigos, como siempre, la generación y los hijos en crianza hacen mucho para establecer redes. Lo extenso de otro campestre en el Bosque de La Primavera hace que, a pesar de las inicia126

Los cotos de privilegio tapatíos tivas de la mesa directiva "por la Independencia, día de muertos, posadas, organizan días de campo, en el sendero ecológico, actividades...", Ángela siente que las casas están construidas hacia dentro, como haciendo un mundo propio, íntimo, ajeno al de los demás. Los sábados y domingos hay gente caminando y me gusta y hay mucha heterogeneidad: niños con perros, gente en bicicleta, mayores en parejas, otros solos, gente joven, familias. [Pero] si hay esa tendencia a vivir las casas hacia dentro y en la hora de la comida ves carros afuera y llegan las familias a comer, se convive hacia dentro…

En el caso del fraccionamiento dirigido a caballos recuerdan el tiempo comunitarista en otro sentido, su ambiente popular por los trabajadores habitantes: Eran familias completas. Porque las mujeres trabajan las casas y los maridos trabajan los caballos. En Navidad había procesiones, hace como veinte años había pelea de gallos ahí. ¡Huaracheras tremendas! Se empezó por prohibir la pelea de gallos, nadie estaba en pro de la pelea, era muy cruel. Ya la gente empezó a construir sus propias casas, se desplazaron las familias viviendo en el terreno y eso fue el cambio.

Los espacios campestres más apartados fuerzan a recrear convivencias internas: Los fines de semana, cuando vivíamos en el Country, vivíamos en una casa de muy buen tamaño, pero los fines de semana ya estábamos viendo a dónde vamos a ir, la casa nos aventaba. Aquí lo que quiero es quedarme a disfrutar mi casa. Tenemos el club ahí a un ladito, que es una maravilla, tiene canchas de tenis y golf, y con esas dos cosas nos entretenemos. Tenemos muchos amigos que conocimos aquí, y comemos los fines de semana, o a jugar baraja o en la noche a echarnos un vinito. Hay mucha camaradería en los raids ‘¿dónde andas?, ¿podrías pasar por el niño al Instituto’. Nos perdemos de muchas cosas de la vida de la ciudad, llegas allá y la verdad nos da flojera.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Rancho Contento y, con él, los campestres en general, comparten singularidades que se ajustan más que el resto al "estilo verde" (Svampa, 2008) y a ese sentimiento de acercamiento a la naturaleza. Ello sin renunciar a las comodidades del mundo urbano, aunque resulte paradójica la dependencia del vehículo, aún más extrema en este caso, porque normalmente son los cotos más alejados. Precisamente por su lejanía suelen encontrarse en terrenos más extensos y, en principio, más baratos –muchas veces de suelos ejidales–. Disfrutan de casas con áreas verdes propias y compartidas, con jardines y arbolado y tienden a desarrollar iniciativas "ecológicas" de servicios de reciclajes y de paseos y recreación. Me refiero a una "comunidad purificada de liberales" porque sus residentes se muestran más informales facilitando la acogida a familias diferentes y diversas, con separados, divorciados, segundos matrimonios, y porque en ellos se produce esa sobrerrepresentación de las élites (Calonge, 2009).

EL COTO ESTÁNDAR: PARQUE REGENCY EL ABIGARRAMIENTO RESIDENCIAL Las iniciativas urbanísticas estándar de lo que el sentido común identifica como "el coto", responden al diseño más abigarrado de adosados. Se conciben como lugares, homogenizados, pretenciosos, segurizados, con toda la parafernalia del coto dirigidos a un sector que busca un suburbio estadounidense, pero con limitaciones de espacio (económicas, al cabo), por lo que carecen de jardines y parqueos amplios y deben sustituirlos por servicios comunes de casa club, áreas verdes y otros espacios si es posible. Tomo como modelos los condominios del proyecto Parque Regency, junto a ellos identifico como similares a residenciales dentro de Ciudad Bugambilias, o algunos en Altamira o en Ciudad Granja… A lo largo de la ancha y límpida Avenida Naciones Unidas se abren a un lado y a otro de la misma grandes fachadas acompañadas de palmeras y con nombres de ciudades británicas Bristol, Essex, York, Oxford, o, en otra etapa posterior españolas: Villas Ibiza, Villas Mallorca, Villas Cádiz… que reiteran el mismo esquema. La sucesión de portadas y muro provoca una sensación de uniformidad inexpugnable. Al interior de cada coto se repite el modelo de 128

Mapa 6 Parque Regency

Los cotos de privilegio tapatíos

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad calles que hacen circuito: se entra desde la garita por un extremo que termina encarrilándote a la vía de salida y a la misma garita; sólo se puede entrar y salir por este punto. Alrededor de esta trayectoria circular se continúan los lotes – que son como unos 70– con diferentes tipos de construcciones según sus propietarios levanten sus diseños particulares o constructores oferten viviendas estándares. Se encuentran muro contra muro, lo cual provoca un encimado físico. Mantienen un jardincito al frente que es como un adorno. En una esquina del fondo se encuentran los servicios comunes: la casa club y salón social, la alberca, la pista de tenis, y un espacio para barbacoa que permiten "sacar" las actividades públicas del espacio íntimo de la vivienda y obtener funciones y servicio extras y hasta de lujo en estos espacios residenciales. Inician en 1987 de parte de la promotora Guadalmex S. A. de V. Chalita y se planifican 1 095 lotes en 31 ha. La superficie mínima de los lotes es de 250 m2 (Cabrales y Canosa, 2002). La diversidad de modalidades de compra, alquiler y de intervención en general de parte de sus habitantes y después del tiempo transcurrido hace que la homogeneidad de su población como colectivo, tipo de familia, cohortes, sea más variada. Quizás alcanzaron su plusvalía, su ciclo de moda y de vida y empiezan a cambiar de propietarios y a ser rentadas. Los Parque Regency se diseñaron en los límites urbanos, buscando estar pronto dentro de la ciudad. Las entrevistadas repiten los mismos argumentos: seguridad, servicios, espacio perfecto para familias con niños, oportunidad. Tenemos viviendo aquí como 17 años, estaba iniciando el concepto de los cotos. Yo vivía por Jardines del Bosque, pero tenía chiquitos y era imposible que salieran a jugar a la calle. Se nos hacía padre porque estaba en las afueras, había campo todavía. No había mucha construcción ni tráfico. Increíble, te voy a decir por qué: seguridad, te sientes como protegida, como que tienes un policía en la puerta. En casa con mis papás ya se habían metido a robar, entonces sí empiezas a tener un poco el temor. Con un policía en la puerta, yo decía, ‘¡ah, qué rico!’ Me gustaba la idea de no tener rejas, no tengo que poner rejas aquí, rejas allá, cerrar con cancel. Todos los que estábamos viviendo éramos familias jóvenes. ¿Sabes cómo me sentía yo? Como en un pueblito, como que todavía podías salir a jugar a la calle y no te atropellaban…Conocías a las vecinas, todos nos hablamos (Begoña).

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Los cotos de privilegio tapatíos Las reglas son no pasar de dos pisos y cierto respeto por colores tierra, pero los diseños de las casas fueron bastante permisivos, así que se produce una diversidad entre los de estilo mexicano rústico-moderno, el minimalismo moderno y el indefinible. Como también vimos en Valle Real, no es raro encontrar adornos insólitos como una fuente externa con delfines o las famosas cúpulas. Nadia, una de las mujeres pioneras en entrar en este experimento de los cotos de Naciones Unidas, se tomó muchas libertades en la construcción, pero sus razones de entrar fueron semejantes: Construimos una casa que se adaptaba a nuestras necesidades. Eran 200 metros de terreno y la alberca, extrañaba una alberca. Mi papá era de golf y yo era de vivir diario en el club campestre. Fue un atractivo muy grande, alberca, casa club, cancha de tenis. Llego con mi hija mayor de tres años, era padrísimo porque empezaron a llegar vecinitos y hacen una vida muy feliz en la calle; todo el día juegan como enanos.

Una población más convencional Esta modalidad de cotos apretados pero de vista elegante y con servicios extras, se dirige a unos sectores medios altos o altos sin la capacidad adquisitiva de quienes pueden acceder a espacios más amplios y residencias más independientes como las de Valle Real. Aquí la apuesta por vivir en régimen de condominio tiene mayor mérito, ya que la convivencia con el vecindario es de mucho mayor cercanía física y roce y controles mutuos y, por tanto, de posibles conflictos. La hipótesis que barajo es que estos espacios menos elitistas y más uniformizados o estandarizados como "modelo de vida" que ofrecen cuadrarían con cuadros gerenciales de empleos emergentes de la globalización y aspiraciones de ascenso social. Los datos del INEGI resultan confusos por lo genérico respecto a los empleos, mientras que en la percepción de los habitantes: "Hay de todos lugares y son clase media. Trabajan en empresas, HP… y las mujeres son mamás la mayor parte. Hay algunas que son contadoras, algunas trabajan, pero muchas solo son mamás, por eso se ven tanto" (Tere). Para Anahí, de un coto nuevo cerca de Ciudad Granja:

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad se hace una mezcolanza que no siempre es muy afable. Aquí hay mucha gente de fuera. De Sinaloa, de Sonora, ellos son muy abiertos. Un señor trabaja en Banco Azteca; otro señor tiene un puesto en el mercado de papas; otros trabajan en una constructora; y hay otras que dices, ‘¿Quiénes viven ahí?’. De esos que nunca se ven o nunca salen y entonces dices, ‘bueno, sabe Dios en qué trabajan’.

Y Nadia, exresidente de Parque Regency, plantea explícitamente la idea de Parque Regency como plataforma para el ascenso social: Había muchos abogados, arquitectos, médicos, empresarios. Muchísimos se cambiaron a Valle Real y otros a Puerta de Hierro… Eran más fresas, obviamente con la actitud de estatus. Yo creo que todo mundo estaba metido ahí por estatus. [Tenían buenos trabajos] o venían de familias prominentes. No creo que hubiera tanta diferencia de clases, éramos un coto de clase media, punto. Este era un coto como todavía normal… Vendimos la casa en una semana. Llegó una familia muy joven, que habían sido dueños de una fábrica muy grande de calzado y venían con terror, parece que habían tenido un secuestro o algo así. Calculo que gente que había vivido toda la vida en alguna colonia más bajita, queriendo brincar.

Mientras Marisa muestra cierto agravio hacia quienes dan el salto: muchos ya se fueron y rentan las casas, se van hacia Valle Real, y allí es otro tipo de condominio que es como una pequeña ciudad, entras y hay una vigilancia enorme, te toman hasta fotografía y te quedas registrado. Son casas muy grandes, muy lujosas, ya otro nivel. A mí me gusta ver más gente. Aquí tenemos la alberca, una cancha de tenis, cerca hay un club muy familiar y estamos en el club. Como que los muchachos tengan contacto con otras gentes, de que esto no es nada más un mundito sino que abrirles los panoramas ¿no?

Por otro lado, este tipo de condominios incorporan crecientemente inquilinos que introducen dinámicas de relación y de convivencia diferentes. El caso de Tere y su esposo resulta orientador. Por su experiencia de vida previa en Estados Unidos consideraron este coto como ideal, un espacio de reglas claras y "comunidad": 132

Los cotos de privilegio tapatíos Cuando nos casamos, mi esposo y yo trabajamos en una multinacional de la computación, y lo mandaron asignado a Carolina del Norte y allá encontró un fraccionamiento cerrado donde vivir, que eran departamentos. Era muy cómodo, muy a gusto, tenía alberca y cancha de tenis y todo eso. Y le dije ‘cuando regresemos a México hay que ver si podemos encontrar algo así’. Veníamos de una casa normal, mis papás vivían por Plaza del Sol y ya de regreso pensábamos hacer una familia (Tere, residente pionera).

Gestión tortuosa y reglas a medida En estos espacios más pequeños, con menos población, servicios y recursos, es más común que sean mujeres las que se involucran en la gestión de las Juntas de Condóminos. La administración se hace más conflictiva, hay mayores problemas con el pago de cuotas y las reglas tienden a manipularse más. Un buen símbolo de estas convivencias, es la exhibición de un pizarrón en la garita donde quedan apuntadas las familias que adeudan al común. Con Marisa y su esposo se constituyó legalmente como una asociación y

la pizarra la pusimos nosotros, ‘vamos a mostrar a los deudores’. Sacamos, en la asamblea anual cuál va a ser la cuota de mantenimiento para pagar vigilancia, para que el camión de la basura pueda entrar. La empleada que tenemos de planta para el mantenimiento de las áreas comunes, y todo lo que implica: materiales de limpieza, químicos de la alberca, todo eso. Y aun así hay gente que no paga. Vino ya un notario y un abogado. ¡Ah pues a una que debía un montón de dinero! vinieron y la sacaron de la alberca, ‘no, si no estoy adentro’, ‘no, pero estás en un área común, no has pagado mantenimiento, no tienes derecho de hacer uso hasta que pagues’. Ya pagó. Te da una desesperación de que ves que traen un Mustang o un BMW, que rentan casas en Chapala. No se vale. Creen que esto es gratis. Nos dijeron que habíamos sido cacicas, nos querían acusar a Derechos Humanos… He estado involucrada en la administración porque son cargos que nadie quiere, porque los que habían estado hicieron mal uso de los recursos. Con toda la flojera del mundo son ya tres años que hemos ayudado en distintos momentos… es bien difícil con la gente.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Anahí comenta sobre la Junta de su coto cercano a la Avenida Vallarta: El reglamento no siempre está a favor de todos, hay unos que se molestan y que pelean, o dan su punto de vista y creen que es su verdad. Hace como dos años el que estaba de administrador era como muy tajante. Ese señor tenía un reglamento como muy marcado, por ejemplo, no se puede estacionar más que fuera de tu casa, y dos carros.

Se suceden "los conflictos más tontos que te puedas imaginar, los carros, el perro que se hace popo en los jardines…" (Begoña). Ruth, de un condominio en Bugambilias comenta: "Hay muchas casas aquí… el chiste es ponerse de acuerdo, aquí están muy bien organizados y pues no tenemos problemas. Una vez al año es que cambia la mesa directiva". Sin embargo, ella misma está teniendo fuertes problemas por las interpretaciones y ejecuciones en los mismos, "a mi esposo lo multaron" por cambios de artículos en la junta. Al principio le dieron permiso a una disposición que luego eliminaron. Mientras que Isabel, de un condominio cercano al centro de Zapopan: Se supone que en el coto había reglas de una similitud en las casas, pero como compramos hace doce años se hicieron de una manera, y luego pasó el tiempo y el gusto cambió y ya se hicieron más modernas. Quisimos construir un tercer piso para aprovechar espacio y los servicios mandarlos arriba o poner otro cuartito arriba de estudio y no nos dejaron. Después se construye la casa de enfrente y sí lo permitieron, como que dices ‘¿cómo?’.

Las demandas por este lado son muy comunes y demuestran las limitaciones de los reglamentos: las reglas las pones y la vas modificando conforme se van haciendo las necesidades del condominio. Hay familias que en el reglamento dice que si vienes de visita, el que llega tiene que identificarse y a qué casa va, y se alborotan y se molestan porque les preguntan a sus invitados (Marisa).

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Los cotos de privilegio tapatíos Y Olivia, arquitecta de un coto en Ciudad Granja opina: "siempre hay diferencias internas, aquí adentro no puedes estacionar otro coche. [Pero] algunos vecinos tienen privilegios, a ellos no les dicen nada y a otros sí. Cuando son personas que tienen más poder en el coto, no les dicen nada o lo permiten". Recordemos lo que señalaba Glasze sobre cómo el patrimonio se impone en la toma de decisiones de estas asociaciones (2005). Del club a la casa club Para los cotos estándar la diferencia de estatus se marca porque no se pueden permitir servicios deportivos y de ocio tan extensos –aunque en Parque Regency cuentan con una pequeña alberca y pistas de tenis–, ni de la deseada terraza y deben conformarse con la casa club. La casa club es un espacio valorado. Begoña afirma que: Tú ya sabes cuáles son las reglas. Las reglas son de los usos de la casa club, del uso de la cancha de tenis, de los horarios, cuánto tiempo puedes apartarla, que días, qué horas, entonces ya estás consciente que así es y si tú no lo haces así, no se te vuelve a prestar. De los cincuenta años de mis papás renté la casa club para hacerles una cenita. Sirve para reuniones así más grandes o las piñatas de los chavos porque es muy cómodo. Y aparte no comparas lo que te cuesta rentar fuera un local de fiestas a hacerlo aquí. El requisito es de que estés al corriente en tu cuota de mantenimiento (Marisa).

Beatriz también descubre este tipo de ventajas: "Es agradable, amplio, no ensucias tu casa… cuando tienes las llaves firmas una carta de responsabilidad, sino imagínate, se volvería un desorden, un Chimulco".20 Y, como en todo lo compartido, los conflictos se producen a pesar de las reglas, cuenta Marisa, residente pionera:

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Chimulco es un ejemplo reiterado de la antidistinción tapatía, un símbolo del naquismo. Se refiere a un balneario popular en Villa Corona, cerca de Guadalajara, donde en fines de semana y festivos se aglomeran las familias bañistas.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Hay gente que no les importa, es una casa club pequeña y se traen un mundo de gente. Hubo una que todo era con lista y que con boleto y tuvo que venir hasta la policía municipal, porque hasta afuera de la avenida había filas, eran como trescientos muchachos queriendo entrar. Y es que ‘señora se trata de mi hija, de su salón, una convivencia’, ‘bueno, necesitas contratar dos vigilantes más’, ‘no, no es necesario voy a estar ahí’. ¡Pues cuál yo ahí voy a estar! Aunque eran menores de edad, el problema del alcoholismo es muy fuerte, a la hora que se le salieron de control se empezaron a aventar con ropa a la alberca, a aventar cosas, aquello se hizo un degenere. La mamá agarró su camioneta, su niña chiquita y se fue, y dejó a la hija ahí con la bronca y a nosotros. Tuvimos que hablarle a la policía de Zapopan a que vinieran a sacarlos literalmente. Lo sometimos a votación y se optó de que fiestas de jóvenes no, un desayuno, un baby shower, primeras comuniones. En algún momento me involucré en la administración, y me hice cargo de la casa club. Con el vandalismo de los jóvenes, patinaban por todos lados y tenían todo desbaratado, pues ‘si tanto me quejo, vamos haciendo algo’ y armé una buena estrategia con los chavos. Había consecuencias muy concretas y pasaba tanto tiempo ahí que podía estar pendiente, me los pescaba in fraganti (Nadia, exresidente).

Las prácticas imponen reglas a medida, la anécdota del coto en Bugambilias es muy ilustrativa, Olga destapa que: Antes se prestaba la casa club para hacer fiestas. Llegó un momento en que ya le prestaban la casa al primo que se iba a bautizar, a su hermanito, así y bla, bla, bla. Nunca teníamos chance de ir a la alberca, en verano siempre había un evento entre semana que un bautizo y hasta bodas. Jajaja, aprovechaban. Se acordó que ya no, que los eventos de fiestas infantiles o baby shower son entre semana, de lunes a viernes. Los sábados y domingos la casa está libre para la gente que vive aquí. Antes hacían discoteca y ahorita a las ocho de la noche se apaga la luz, se desconecta la electricidad y se acabó.

Porque como cuenta Marisa, siempre hay abusivos: "no sobra algún vecino que venga y empieza a echar relajo... Antes era desde la una de mediodía y ya eran que nueve, diez, once de la noche… y se traían unas bocinas esas de los ipods". 136

Los cotos de privilegio tapatíos Otra vecina se ríe de estas picarescas: Cada año cambia y ha habido más flexibilidad. Depende. Si el señor es como muy argüendero, le gusta la fiesta, pues la casa club extiende el reglamento un poco, si el señor es muy tajante, o no le gusta, o vive cerca de la casa club, cambia. Hubo un señor que cobraba muy poquito dinero para pasar a la casa club, todos los días tenía fiesta, traía un mariachi, y estaba él, su esposa y el mariachi. La casa club la convirtió en su propio salón. De ahí se cobraba 200 pesos y la subieron a mil pesos. Al señor ya le costó más. Pero digo ‘pues no es nomás acá el señor’. Esas son de las cosas que tiene uno que acoplarse (Anahí).

La seguridad y el enemigo en casa En Parque Regency los niveles de tecnología y de servicios de guardianía son más sencillos por las mismas dimensiones de los cotos y por los presupuestos de que disponen, aunque la obsesión es semejante, compartiendo ese temor difuso a enemigos exteriores potenciales, y se acentúan las problemáticas entre vecinos que desencadenan la vigilancia mutua. Como en los casos anteriores hay familias que optan por la vida en coto por contar con agresiones reales, como Anahí, de Jardines Vallarta, que tiene sus pros y sus contras muy realistas sobre el coto. Ella entra a vivir ahí por las facilidades que le ofrece una hermana que es propietaria de la casa nueva. La habían asaltado en su casa con pistola, estando los hijos y sufría ataques de ansiedad: me robaron, entonces empecé a vivir como una psicosis de que llegara a casa y que hubiese alguien esperando. Entonces dije, ‘un coto’ como para quitarme un poquito la angustia, y por eso vivo aquí a gusto en ese sentido. Hay vigilancia, entra la gente que tiene que entrar. No tengo vecinos como muy cercanos, no hay mucho tráfico. Estoy como encerrada de la civilización.

En Parque Regency el que se sitúen a lo largo de las vías del tren hace recaer el temor sobre unos hipotéticos mareros:

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad O sea, no estás seguro, tenemos malla electrificada también, porque por lo del tren, nos toca aquí a espaldas, la policía baja a los mara salvatruchas. Y de la ventana de un cuarto los veías, pobres, corrían como hormigas, a la hora de que se para el tren, se bajan pero, decenas de chavos de los que se van en el tren que va para Nogales… polizontes

Y añaden el temor a agresiones de los típicos ladrones que hacen butrones en la pared: "como tenemos la Avenida Inglaterra, hicieron un hoyo en el muro en unas vacaciones de verano, y había tres hombres adentro y afuera ya tenían una camioneta para ir sacando las cosas…" Como en los tipos de residenciales anteriores buena parte de los problemas de seguridad están vinculados con el enemigo que se encuentra en el adentro, y las cámaras se van a instalar para la autovigilancia. Las preocupaciones con los encargados de la seguridad se reiteran en todos los tipos de cotos, aunque aquí quizá se dan más seguido: los policías son los primeros en saber tu vida completa, porque había uno que era divertidísimo, llegaban tus visitas ‘vengo a una cena a casa de la familia fulana’, pasaba y cuándo salía ‘¿y qué le dieron de cenar joven?’. O sea verdaderamente ellos saben tu movimiento, todo (Nadia). Si entra un vigilante estamos al pendiente de estar checándolo, porque es gente que se llega a aprender todo lo tuyo, sabe de todas las familias, quién entra, quién sale. En el condominio de aquí enfrente el mismo vigilante se mete a robar, y era policía de Zapopan (Marisa). Hace tiempo había hurtos en varias casas. A mi casa no llegaron pero a la de él [el vecino] sí y varias veces. Él cuando salía siempre avisa al guardia ‘oye, te encargo mi casa’. Entonces salió con la familia y era el mismo vigilante que estaba robando y lo pescó" (Luisa).

Las decisiones son difíciles y no terminan de encontrar la más óptima.

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Los cotos de privilegio tapatíos Tuvimos aquí policía de Zapopan, pero es lo más caro que hay y aparte tuvimos una vez problema con un vigilante que ya tenía mucho tiempo, mató a una persona aquí afuera… un niño que tenía con líos de él y ahí lo mató. Como que nos dio miedito y optamos por el cambio de la policía privada. Hemos pasado por un montón. A veces compañías tan crueles que el señor que cumplió un turno de veinticuatro horas y en lugar de mandarlo a descansar a su casa, lo pasan a otro, entonces te encuentras al pobre vigilante dormido porque humanamente no aguantan más. Esta compañía con la que estamos ahorita son turnos de 24 horas... Con la empresa anterior se metió un señor aquí a la casa, vivíamos así que tan relajados todos que nunca se ponía llave hasta la noche que llegaba el último. Y un día un muchacho se metió y mi hijo y la muchacha estaban solos aquí. Mi hijo lo sacó, ‘Te sales así nada más, no va a ver broncas ni nada’. Luego vimos la filmación y ¡¡el empleado de vigilancia estaba ahí como que echando de novio con una de las muchachas de servicio y se le coló por la puerta grande (Marisa).

Se encuentran también los problemas con el servicio doméstico que a fuerzas está inmerso en la vida privada de los hogares conociendo las intimidades. Hubo una vez una bandita de niñas que trabajaban en las casas pero tenían su sistema porque trabajaban en distintos cotos. Unas robaban la casa y llevaban las cosas al otro coto, y los del otro coto se las llevaban al otro coto. Tú podías ir y revisar a la muchachita que estaba ayudando en tu casa, y si le veías algo raro pues no lo reconocías, no era tuyo. Me di cuenta porque mi suegra tenía sábanas deshiladas preciosas, y se metieron y se las llevaron. Estaban muy organizadas pero las pescaron porque las señoras que las tenían eran muy listas. Yo preferí no decir porque no las quiero mandar a la cárcel por unas sábanas.

Novedoso es lo que narra Olga de un coto en Bugambilias: Aquí han habido robos pero han sido de la misma familia. Una vez aquí al lado, la señora Rosita se peleó con su hija, su hija se fue y vino y le saqueó su tele. Aquí abajo también hubo otro robo igual, o sea la misma familia, siempre es la misma familia porque no entra nadie que no conozca el de la puerta.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Otros casos tienen que ver con las travesuras de los jóvenes, que muchos llegan a calificar de vandalismo. Y las cámaras se van a instalar para autovigilancia porque Casi siempre la alberca está ocupada por los jovencitos de aquí del coto. Los viernes llegaban con montones de compañeros de la escuela, inclusive con ropa se tiraban… y se pidió que nos pusieran cámara porque había unos niños muy traviesos que inclusive quisieron hacer grafitis. Ahorita está calmado en cuestión de hacer vandalismo. Hubo una etapa que había chavitos, de esos de patineta, que estaban destruyendo todos los jardines. Inclusive unos chamaquitos por la casa de aquí, se subieron y andaban corriendo en las azoteas, y eso está prohibidísimo (Judith).

Y Marisa destapa que: teníamos un grupito de muchachos, y haz de cuenta destruyendo los muebles del área común, grafiteando, quemando mesas, no hallábamos ni qué tipo de muebles comprar… Son de familias de aquí, y a la hora que vas y hablas con los papás es gruesísimo porque te mandan a volar literalmente, dicen que sus hijos tienen el derecho, que son lo mejor, que por qué les dices vándalos y cosas así.

El análisis de Olga de Bugambilias se dirige a las causas de este comportamiento: "Es que son niños que sus papás les dan todo, es gente de dinero, están acostumbrados a hacer lo que quieren. Con los coches andan para arriba y para bajo, son niños chiqueados y están acostumbrados a que es mi voluntad". Por último otra anécdota de estas convivencias se refiere a un joven freekie un vecino se nos metió y se robaba la ropa interior, fetichista él. Las puertas viven abiertas, pues se metió y lo agarramos. Ya habíamos cachado muchas señoras que nos pasaba, ‘oigan mis brassieres ya no están’. Pues el chavito resultó que primero robó a las mamás de sus amigos varones, pero luego se fue a robar las niñas. Era de 17 años y los papás como que no hicieron nada (Nadia, exresidente).

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Los cotos de privilegio tapatíos Convivencias en Parque Regency Nadia, exresidente pero pionera en Parque Regency, se ríe comentando los esfuerzos ritualistas-comunalistas en estos condominios de sectores emergentes, El 16 de septiembre hacían una gran fiesta en todos los cotos de Naciones Unidas, cerraban la calle y hacían una verbena popular, te tocaba poner los tacos, sí tenía sus roces de populachero y hacían concursos para los niños. Los niños que se conocían entre cotos iban a jugar futbol, y venían de otros cotos a buscar a nuestras niñas. Había socialización fuera de los cotos dentro de la misma [avenida].

Actividades comunitarias colectivas los cuenta a su vez Luisa, también residente pionera: el coto en sí mismo te da la plataforma para socializar y antes era no sólo el coto sino los cotos, las grandes fiestas eran de todos los cotos. Hacíamos el 16 de septiembre entre todos y conocías gente de otros cotos. Esas prácticas se han ido perdiendo, creo que tiene que ver con los ciclos de vida.

Luisa puntualiza algo importante sobre el papel de la Iglesia en estos círculos, La iglesia siempre tiene iniciativas, en Virreyes [otro coto] hay un lugar donde se hacen fiestas y hacen la vigilia pascual y vamos de todos los cotos. Es un espacio que junta a los vecinos a través de la iglesia. Mi mamá conocía a mucha gente fuera del coto, tenía que ver con la iglesia, venían a visitarla, [se] ponían en contacto a unos con otros, frecuentaban a un enfermo, sabían dónde estaba el otro, se comunicaban. Se llama Santa María de Guadalupe, está junto a las vías y tiene muchas actividades, es un mecanismo de socialización.

Además tres domingos al año hacen misa en la casa club. Y Tere afirma que si convivimos mucho. Los señores cada quince días juegan dominó desde hace muchísimos años y las señoras en las mañanas tienen acuaerobics en la alberca,

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad hacen ejercicio, el día del niño hacen evento, hemos hecho el día de la amistad. Siempre hay la celebración de la Navidad desde las posadas, aquí la cosa es muy católica, hacemos rosario nueve días antes del 24. Cada quien dice quién quiere recibir y hace un pequeño altarcito y cuando va a su casa le das café o chocolate o galletas o lo que tengas. Hay una virgen que se llama Peregrina, el que tiene la presta y a esa le damos vuelta. Partimos de donde se quedó un día antes y damos vuelta en el coto y cantamos y ya vamos a la otra casa; después de esos nueve días se acaba con una posada y las señoras se disfrazan y montan la pastorela. Eso es en diciembre y hacemos una cooperación y hay comida, buñuelos.

La convivencia intervecinal, al menos en ciertas etapas, ha sido más intensa que en los cotos más privilegiados y más grandes que muestran una mayor individualización. En buena parte tiene que ver con el compartir hijos con las mismas edades. Isabel lo refiere así: Las mujeres nos juntábamos al cafecito, ella tiene jardín y allí jugábamos y platicábamos. Ya crecieron más sus hijos y ¡ya no nos hemos juntado! y como andas del tingo al tango y vas, llegas, clase, acabas agotada y ¿cuándo nos vamos a juntar? Pasa el tiempo y ya no. Con alguna éramos de hacer la ronda a la escuela, platicar a gusto, tomar clases de aerobics, hubo un tiempo cuando empezó el coto que había pocas casas y nos juntábamos en la tarde a festejar piñatas, pero poco a poco se empezó a llenar y nos fuimos separando todos (Begoña). El coto te ayuda como a hacer una familia, a ayudarte unos con otros. Cuando llegué aquí, las señoras se juntaban una vez a la semana, que Navidad, que la posada, que día de muertos, a poner un altar. El día de muertos ponen un altar, y todos van y se disfrazan y los chavitos más grandes como mi hija que ya tiene 13 años, hacen una fiestecita. Llevan cada quien un refresco y unas papas. Hay casa club y se juntan ahí (Anahí ).

El poderoso discurso del coto como bienestar en familia y comunidad es superlativo entre estos cotos estándar. Para Tere "Vivo muy a gusto donde vivo, mis vecinas son muy buenas vecinas, cuando necesito algo están, y sé con quién andan mis hijos". Isabel hace su balance de vivir en el coto: "sí estamos muy 142

Los cotos de privilegio tapatíos contentos por los niños, estoy muy a gusto, me llevo muy bien con las vecinas, me llevo con todas". Begoña también lo defiende con pasión: "Si me cambiara a otro lugar sería a otro coto". Luisa hace una defensa insólita del coto por su peculiar situación y lo hace con argumentos impecables. Como mujer viuda con una hija, encontró en este espacio fuertes ventajas para combinar trabajo y maternidad: tenía nueve años y dije ‘va a crecer y prefiero el espacio de Guadalajara, conozco más a la gente, está la familia’. Sabía que iba a estar mucho tiempo fuera de casa, fue la razón por la que busqué el coto, no quería que mi hija se quedara sola en cuatro paredes. Necesito un coto donde la niña pueda salir de su casa, pueda tener con quien jugar, con una casa club y alberca, el espacio, la bicicleta, la compañía… y sabía que la niña iba a estar sola, pero supervisada, cuidada, y me fue muy bien. Estoy muy a favor de los cotos y creo que no necesariamente son exclusión. Lo que lo convierte en exclusión es el miedo que se desata en la sociedad. Siendo mujer sola, aquí me siento muy segura, si viviera fuera del coto a lo mejor estaría con más protección, en las puertas, en las rejas. La razón del coto fue la niña. Y punto final.

Como con los reglamentos, las prácticas de la cotidianidad obligan a matizar los discursos grandilocuentes. Sus habitantes señalan la necesidad de espacios: "cuando están los vecinos cerca se escucha y me escuchan a mí. Claro que nos gustaría un espacio más aisladito, con más área verde y, la verdad, bastante". En esta intensa convivencia se refieren a "la maldita vecindad porque te enteras de mucho, creo que de más, el que se cambia, el que se pelea, el que se separa, el que vuelve, el que todo, es demasiado promiscuo vivir en un coto", dice una exresidente de un pequeño coto de adosados en la Seattle. Olivia habita en un pequeño coto de Ciudad Granja, es arquitecta y expresa que una hermana le daba la oportunidad de alquilar barato y le gustó para los hijos, pero también señala defectos con la convivencia en un vecindario heterogéneo, en este caso de personas mayores con hijos grandes que ya no aguantan y "les arruinaron el juego a los niños". Y suma "ha habido falta de privacidad. Teníamos un bóxer, nunca lo sacábamos, ni lo dejábamos salir a ningún lado, pero la vecina se quejaba mucho. Le lavábamos en la mañana, a medio día y en la noche, y según ella, le molestaba que tirábamos el 143

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad agua en la coladera". Y sigue contando más disputas: "como que los vecinos se sienten con el derecho de propiedad, por ejemplo, mi marido tiene un carro muy viejito y los vecinos le decían que dañaba al coto porque no iba con la imagen del coto que no lo metiera aquí". Ya hemos visto los problemas con los reglamentos y la seguridad, y hay una abundancia de testimonios sobre los pequeños detalles del día a día. Como en otros cotos, y aquí agravado, el problema del parqueo de los carros es reiterado. Eso sí es bien complicado, como hicieron las calles internas muy angostas, no pueden estacionar carros afuera de tu casa, porque si ya están los del vecino de enfrente no pasan los carros por enmedio o el camión del gas. Esa fue otra modificación que le hicimos a la casa, quitamos jardín e hicimos más cochera, de manera que pudieran caber los seis carros que somos la familia. Ahorita nada más tenemos tres. Que te invadan es incómodo. La casa de aquí de enfrente viven seis gentes y tienen ocho carros, y luego llegan las novias, los novios y también los meten, tienen mueblería y llegan hasta con el camionsote, ya se ha hablado con ellos pero es bien difícil. Es lo negrito de vivir aquí (Marisa).

Y lo mismo se repite en otros: Empezaron con niños chiquitos y ahora los hijos ya crecieron y ya tienen carro nuevo. Había estacionamiento que son de visita, pero ¡son cinco lugares para cuarenta casas! La gente es tan floja que se queja, no les gusta poner su coche afuera y retacan aquí y atrás.

Los que llamo cotos prototípicos o estándar como los Parque Regency son de diseño más formalizado y se dirigen a un público más amplio, ya que sus residencias suelen estar planificadas en diferentes modelos y su construcción se produce en colectivo, aprovechando los espacios de manera que se abarate su costo. El conjunto se mira abigarrado –suele tratarse de adosados–, disponen de menos espacios de jardín y, lo que resulta más problemático, para el carro. Los servicios de ocio son compartidos y deben someterse a mayores reglamentos para su disfrute. La casa club resulta en 144

Los cotos de privilegio tapatíos un sucedáneo del club, pero su función es apreciada. Las condiciones de vida son de una intimidad mayor entre el vecindario, las convivencias se hacen más intensivas para lo bueno y para lo malo. Por un lado son más difíciles por el hacinamiento y porque se dan mayores apreturas económicas que afectan el cumplimiento de las cuotas. Por otro, la comunicación es más fluida entre los menores y se comparte más entre las familias.

OTROS ENEMIGOS INTERNOS EN LOS COTOS: LOS NARCOS El boom de los cotos y la presencia identificada de los capos y lugartenientes de los cárteles de la droga en las ciudades mexicanas en los años 1990 son cuasisimultáneos. No es difícil identificar la expansión de los negocios de los segundos y el blanqueo de capital con la inversión inmobiliaria. Además, los condominios cerrados son un buen espacio de vida para quienes buscan privacidad y exclusividad y, ¿por qué no?, "seguridad". Esta convivencia connivencia social es otra de las complicidades forzadas en este contexto de globalización corporativa y neoliberalismo desregulador. En todos los cotos visitados abundan las anécdotas sobre vecinos narcos, Hubo una casa ahí que se vendió y nadie sabía. Decían que una banda y que unos músicos, pero nunca nadie sabía de esas gentes. Y un día llega el Procu, llegan soldados, llegan todos, hacen un rollazo y que en los aljibes tenían un almacenamiento de drogas y no sé qué, afortunadamente no fue laboratorio. ¡Tan pequeño y nadie se daba cuenta! (mujer de un coto de lujo campestre).

En algunos presumen de su expulsión: Hay algunas casas en renta y les empezó a gustar estos lugares a las personas que se dedican al narcotráfico, era un problema bien feo. Yo tuve uno enfrente, y pues es gente que te da miedo, ¿no? Y tuvimos que hablar con los dueños de casas y poner reglamentos: que investigaran bien quiénes iban a ser sus inquilinos. Al momento que pusimos cámaras en varias partes y a la entrada y ya se fueron, ya nos les gustó rentar aquí en el condominio (Marisa, de coto estándar).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Lo cierto es que la incursión de capos del narcotráfico en fraccionamientos seguros y armoniosos como Valle Real se produce desde hace décadas, en los años 1980, cuando empiezan a expandirse en el área de la ahora llamada Zona Real o Zona Dorada. Ya se encontraba cerca la "casota" La Campiña de Caro Quintero, "que todos conocían y señalaban", como cuenta una joven que creció en el fraccionamiento vecino de Royal Country, "se convivía con los narcos como en un pacto y no nos importunábamos". Los cotos exclusivos resultan espacios especialmente apreciados para los capos. Valle Real aparece en noticias de prensa en mayo-junio del 2006 ligado a compra de residencia, a homicidio y detención de sicarios dentro de sus muros. O en cateos posteriores en 2008. Por supuesto no es el único condominio de lujo citado. Son varias las fuentes que señalan a Guadalajara como un refugio cómodo para los jefes del cártel de Sinaloa. En julio del 2010, uno de sus jefes de la plaza de Guadalajara y de la región Occidente, Ignacio Coronel, fue rodeado y abatido en su residencia de Colinas de San Javier –espacio identificado con los grupos de alcurnia tapatía tradicional, donde contaba con dos casas de seguridad–. Anteriormente había habitado por varios años en el coto de Puerta de Hierro, del mismo grupo urbanizador de Valle Real, famoso por la presencia de narcos en su interior. 21

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Nacho Coronel, responsable de los negocios y de la entrada de cocaína y metanfetamina a Estados Unidos, era conocido como el Rey del hielo o del crystal. Contaba con la protección de policías de diferentes corporaciones, con la colusión de diferentes instancias oficiales y con el silencio cómplice de la sociedad que le rodea: seguramente era de los hombres más poderosos del Occidente y muchos negocios y fortunas dependen de su derrama. En la actualidad actúan en el estado El cártel de Sinaloa, el cártel de Jalisco Nueva Generación, La Resistencia, Los Templarios, La Familia y los Beltrán Leyva. Numerosas detenciones y ejecuciones de personas de estas organizaciones han sido efectuadas en cotos y zonas residenciales (Camus y de la O, 2014).

Los cotos de privilegio tapatíos

La casa de Paseo de Los Parques Diego Petersen Farah | En tres patadas ([email protected]) Bien dicen que el mejor escondite es el lugar más obvio, ahí donde nadie cree que alguien pueda esconderse. La casa estaba semidestruida: los lavabos y excusados arrancados, algunos vidrios rotos, los pisos levantados. Había aún huellas de los antiguos moradores: cuadernos abiertos con la tarea a medio hacer, libros de escuela, juguetes, cobijas y almohadas; un tejido aún ensartado en la agujas con el estambre ya pardo por el polvo, todo tal como quedó el día de la huida, como si la vida cotidiana se hubiera congelado en el momento del pitazo. "¡Sálganse que vienen por ustedes!". Había también huellas de los nuevos moradores, los judiciales que cuidaban la casa incautada: botellas de licor vacías, cajas de pizza en el suelo, refrescos a medias en los rincones y revistas. El Gobierno federal ofrecía en aquellos años a instituciones de educación o sin fines de lucro estas casas incautadas a A, uno de los narcos más connotados de la región y que, por aquellos años, acababa de ser detenido y su captura era comunicada con gran algarabía. El centro de investigación al que le ofrecieron la finca declinó la oferta. Una casa hogar para niñas desamparadas, Eugénesis, aceptó la casa, la atendió y les dio hogar por varios años a 40 niñas; también a un solo varón, a quien dejaron en la puerta de la casa en una caja de cartón y que pasó sus primeros años protegido en esa institución. En el sexenio de Alberto Cárdenas comenzaron las presiones para que desalojaran la casa. Primero, argumentando quejas de los vecinos, que insistían que en la colonia no estaba permitido que hubiera un hospicio y que era muy molesto vivir al lado de tantas niñas pobres. Después, desde el Gobierno, argumentaron que las niñas deberían ir a un mejor lugar y que la fundación no tenía los recursos suficientes para mantenerlos. Finalmente, les encontraron

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad nuevo hogar a las niñas en Tepatitlán, bajo la custodia de una monja, y obligaron a la fundación a dejar la casa. Fue en la misma época en que desde la Secretaría General de Gobierno del Estado se presionó a otro instituto de investigación, el Cinvestav (al que habían adjudicado otro terreno incautado del mismo personaje), para que desalojara el predio. El entonces secretario les dijo que debían salirse rápido de ahí porque el Gobierno del Estado "iba a perder el juicio" (no especificaron cuál). Pocos meses después A recuperó sus casas y terrenos que la Secretaría General de Gobierno, con gran diligencia y eficiencia, hizo el favor de limpiar de inquilinos para que no hubiera problemas con la posesión. La casa de Paseo de los Parques pasó de narco a narco. Ahí, en la finca que ya había sido cateada e incautada por la PGR, fue a refugiarse "Nacho" Coronel. Bien dicen que el mejor escondite es el lugar más obvio, ahí donde nadie cree que alguien pueda esconderse. O será simplemente que en la casa de Paseo de los Parques los narcos son invisibles. 4 agosto 2010

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La sociedad de élite tapatía –residente en unos cotos u otros–, ha convivido durante décadas con estos vecinos que han contado con su aquiescencia, y sin cuestionarse tampoco las relaciones "empresariales" con ellos. Una entrevistada de Valle Real identifica, como tantos, a estos vecinos incómodos: hay de que sales aquí y te encuentras a un narco. Ese [y señala] es conocidísimo. Y han dicho que en el coto de acá al lado es muy conocido de que hay uno. Estos ahí siguen. Decimos ‘¿cuándo se van a ir? Ya hay que denunciarlos’. Mi vecina se supone que tiene unos vecinos que supuestamente son muy conocidos que son narcos. Ella habló [a seguridad] y dijo ‘no me dejan dormir, es manda todos los días’, pero ‘con esas personas no nos podemos meter’.

Chava, un narco en el coto A continuación presento un testimonio que desarrolla la experiencia de vivir con un capo en un coto pequeño de clase media alta, donde se manifiestan con un tono caricaturesco y simpático los niveles de impunidad que alcanzan estos sujetos. 148

Los cotos de privilegio tapatíos En mi coto había un narco muy importante. Vivía la mamá con su nueva pareja, dos hijos, que uno de ellos era este narco. No se transparentaban los cristales de lo sucio de su casa, o sea del cochambre, de lo sucio, sucio. Era gordisísima, y le decían ‘oye ¿estás embarazada?’, ¡no!, gordura pura. Tenía de mascota un gallo, a las cinco de la mañana o seis el gallo ¡kikirikí!, pero nadie podíamos decir nada. Cuando entré a ese coto, ya tenían como 10 años viviendo. El niño que entró de 10 ya tenía 20. Y ‘oye ¿y el gallo que no les da muchísima guerra?’, ‘sí, pero quién les dice algo’, no, nadie. En las noches ¡unas balaceras! y yo salía y decía ‘¿oyeron la balacera de la noche?’ y el portón así rafagueado. Y no decían nada. Yo entraba y salía, vendía bisutería, he trabajado en muchas cosas. Mi casa era cerca del portón principal, aquí entraban y salían toda la gente, te acostumbras, ya ni te fijas. Pero en la noche, una hilera de gente entraba y salía, entraba y salía, les vendía droga. De repente entraba éste, se llamaba Chava, con una camioneta y perros callejeros porque él tenía un perro de pelea y los ponía que se entrenaran con su perro, para que se los matara. Ya empecé a preguntar, entonces claro, pues es narco; pero todo el mundo le tenía pavor. Unas cuatrimotos entraban y salían y a toda velocidad por la callecita de adentro, un día querían meter un yate de no sé cuántos metros. Todo el mundo veía la alberca y él se bañaba encuerado con las novias, las echaban vestidas, las desvestían, unas orgías tremendas ¡Dios mío por favor que se metan! Los vecinos de pared con pared sí vivían temerosísimos. El muchacho empezó a crecer más, la mamá y la pareja se cambian de vivir ahí porque el muchacho se casa con una muchacha que a leguas se veía corrientísima y ya tenían un niñito. Entonces ya Chava se casa y la casa que era de él, entonces peor el susto, porque si con la mamá hacía todo eso ahora solo… Dijimos ‘no, va a estar esto tremendo’ y efectivamente. Entraba con un BMW o entraba con un Mercedes y luego al otro día una camionetota, y luego ya los coches no estaban y se iban y venían; y pasaba Chava y ‘buenas tardes’, ‘buenos días’…. Todos perfectísimas personas. En octubre fue Chava a una discoteca de moda y no lo dejaron entrar porque llegó ya en el cierre. Le dijo al policía ‘o me dejas entrar o te mato’, y no entró. Se devolvió de la disco, sacó armas, fue y mató al policía. Eso le pasaba a Chava, medio desaparecía una temporadita y luego ya venía. Salió en el periódico que era él, sabíamos que había matado al de la discoteca y todo, y se desapareció un tiempo. Entonces todos descansábamos, desaparecía la

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad esposa y los hijos, ‘¡ya! va a estar tranquilo esto’. Al mes vuelve Chava, reaparece sin ningún carro ni nada. Sabíamos, salió en el periódico, su nombre, alevosía y ventaja, se regresó por el arma, lo mató, callados todos. Un día comiendo y haz de cuenta el ventanal así a la callecita, y otro y otro policía y con arma larga, y otro policía con arma larga, ‘¡ay, qué raro!’. Como estaríamos de acostumbrados que nadie salía, los papás se fueron a trabajar, las mamás que se fueron a trabajar se fueron. Yo era la única que averiguaba, la gente ida, como en otro mundo. O sea, las armas yo nunca había visto tan grandes, ‘oiga oficial, pues qué pasó aquí?’, ‘pues mire, aquí el joven, el que estamos buscando, de la casa equis le robó la camioneta al papá de alguien muy importante del gobierno federal, venimos a aprehenderlo y yo le recomiendo a usted y a todos sus vecinos que se estén dentro de sus casas porque el joven está muy bien armado, tiene granadas y armas de alto poder y todo. Guárdese señora, guárdese o váyase de aquí’. Ahí voy a las casas porque los niños jugando en la calle ‘todos a mi casa, todos a mi casa y le van a hablar a los papás que vengan ahorita por ustedes porque no me puedo hacer cargo de una balacera’. Chava lo que pedía era que dejaran salir a la esposa y a los hijos y luego él se entregaba, y los policías dijeron ‘si dejamos salir a la esposa y a los hijos se arma aquí la balacera de muerte, pero de muerte’. ‘O salen todos juntos o nadie sale’. Entonces negoció que a la esposa y a los hijos no se los llevaran ni investigaran; la esposa era hija de un narcotraficante muy conocido de Guadalajara y lo mataron hace mil años. Por fin se entrega, tras seis horas de discusión, por fortuna vinieron los papás [de los niños], otros se habían ido del coto; las grúas se llevaban los coches y los BMW, o sea había un estacionamiento para dos pero Chava usaba toda el área común y él se estacionaba en todo. Por fin se entregó este cuate, en la noche. Te estoy hablando de dos de la tarde a ocho de la noche o nueve se entregó, toda la tarde negociaron atrincherados, azoteas, helicópteros que pasaban, y se entrega Chava. Ahí se le cayó el encanto de su guarida, él decía que era su guarida, que nadie lo iba a encontrar ahí, que pues puras familias y no sé qué… Se lo llevaron detenido a él y de testigo ocular al conserje. Salió primero Chava de la cárcel que el conserje de dar su declaración. Y ya duró ahí ya muy poquito, se fue a vivir a Estados Unidos. Vendió la casa porque dijo que ya su guarida ya estaba quemada. El que la compró no sabes todo lo que sacó: armas, letreros, sus cuartos enrejados, o sea tenía como un bunker adentro. Y ya no he sabido nada de él.

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IV MUJERES Y COTIDIANIDAD EN EL COTO TAPATÍO

TRANSFORMACIONES DE GÉNERO Y FAMILIA Lo que presento a continuación se relaciona con los modelos de familia y mujer que se vienen dando y construyendo en México desde el siglo pasado.1 Pero si desde la posrevolución hasta el desarrollismo moderno reflejaban un contexto de movilidad y cambio social en un ideal de Estado de bienestar y redistribución, el escenario se ha ido modificando y en la actualidad los hogares de los cotos serían muestra de la polarización social y la deserción de ciertos sectores sociales de este paradigma. Después de la Revolución Mexicana y coincidiendo con el proceso de desarrollo capitalista en el país, en términos de género se produce una creciente presencia de las mujeres en los espacios públicos y la toma de decisiones (véase Cano y otros, 2009). El hombre mexicano será visto y calificado por las élites como irresponsable, violento, haragán, dudándose de que sobre esta figura pueda constituirse un futuro de desarrollo económico. La apuesta de la nación mexicana, sin renunciar a la figura del hombre proveedor y responsable de la dirección familiar, se va a construir sobre los hijos y sobre sus madres que a su vez se conciben dentro de un hogar racional y una familia afectiva a cargo de una mujer que cría sujetos sanos, leales y productivos. Es un proyecto en que el Estado y la Iglesia van a coincidir. Por eso hay un largo proceso de maternización de la sociedad mexicana y de "domesticación masculina", con discursos, mensajes, ideologías, prácticas, políticas dirigidas a ello desde el Estado. Esto no se va a traducir en un cambio de las desiguales relaciones de género patriarcales y violentas en buena parte 1

La familia, según Jelin, es la "organización cuyo eje es la procreación y la socialización de las nuevas generaciones". Incluye tres dimensiones: la reproducción biológica, la reproducción cotidiana, y la reproducción social. Con este esquema se relaciona el ámbito microsocial de la cotidianidad familiar con el mundo del consumo y el trabajo (en Jiménez, 2010: 14).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad de los hogares mexicanos, pero sí en su matización, más –como espero mostrar– entre las clases medias altas y altas. Complementario a ello entiendo que es clave la figura de la madresposa. Este concepto ya clásico de Marcela Lagarde (y el de padresposo, proveedor asalariado, como su contraparte y arquetipo deseable) es parte de lo que entiende como "los cautiverios de mujeres" en el sentido de que ellas "han sido privadas de autonomía vital, de independencia para vivir, del gobierno sobre sí mismas, de la posibilidad de escoger y de la capacidad de decidir sobre los hechos fundamentales de su vida y del mundo" (Lagarde, 1990: 20). La madresposa es el ser madre y ser esposa, el ser hermana o ser hija, es vivir en el ser para y de otros; la maternidad, la filialidad y la conyugalidad son "las esferas vitales que organizan y conforman los modos de vida femeninos, independientemente de la edad, de la clase social, de la definición nacional, religiosa o política de las mujeres" (Lagarde, 1990: 349). La propuesta sobre las familias nucleares tradicionales-modernas siento que se acerca a las configuraciones que se dan entre los residentes de los cotos (Esteinou, 2008).2 Este modelo sería una reedición de la fórmula de familia burguesa que florece en el XIX en Europa y Estados Unidos y que se llamó "matrimonio de compañerismo" porque las mujeres dedicadas a la crianza y al hogar empiezan a ser educadas en las labores domésticas: una domesticidad enfocada a ser compañeras competentes de sus esposos en el capitalismo industrial y que se asumiría en el México posrevolucionario.3 La modalidad "tradicional-moderna" se refiere a una etapa actualizada o postindustrial de las familias del desarrollismo, se trata de parejas que se unen a una edad más tardía, con un cortejo más abierto y donde la elección 2

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La familia nuclear tradicional es el modelo de familia constituida por pareja heterosexual e hijos, con una división interna del trabajo entre el hombre proveedor y la mujer madre y ama de casa y con un orden jerárquico patriarcal: las decisiones y la autoridad la sostiene el hombre jefe del hogar frente a la mujer y los hijos. Combina la normativa de la familia burguesa moderna reforzada por la normativa católica que enfatiza el papel monogámico y el destino procreativo del matrimonio. Las escuelas vocacionales posrevolucionarias favorecen la salida de las mujeres del círculo del hogar y, de forma ambigua, promueven el trabajo por recursos económicos aunque sea desde dentro del hogar, al mismo tiempo que una educación "para el hogar" práctica e higienizada propia de ‘madres modernas’: por ejemplo, con la puericultura, el deporte o trabajos manuales (Schell, 2009).

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío del cónyuge ya no es arreglada dándose relaciones conyugales más íntimas e igualitarias que se complementan con una autonomía respecto a la parentela y la familia, fomentándose el individualismo afectivo. El contexto actual en México ha sido de fuertes cambios demográficos por el descenso enorme en la tasa global de fecundidad: entre 1974 y 2000 pasó de 6.1 a 2.4 hijos por mujer (Esteinou, 2008: 150). El tener familias planificadas implica mayores grados de control de la mujer sobre su cuerpo y vida y ocupar menos tiempo de crianza, puede entrar al mercado de trabajo y a la disputa de su propia posición social. La mujer se centra en tener pocos hijos que provocan unos vínculos emocionales más enfáticos –también de parte del padre proveedor–. Al desarrollar otras actividades y poder obtener doble ingreso, la intensidad del matrimonio disminuye, aumentan los divorcios y se da una creciente secularización. La acentuación de estas situaciones produce relaciones familiares más flexibles porque las mujeres se hacen con sus propios recursos y se permiten satisfacciones. Los niños más que nunca son el centro del hogar y de la familia, las mujeres se especializan en su educación con clases, deportes, terapias. Al mismo tiempo que la identidad de los cónyuges depende menos del matrimonio y la familia y más del trabajo; los padres tienen más contacto físico con sus hijos y la familia se consolida como espacio afectivo, de domesticidad, de intimidad. Lo anterior se refuerza en el caso de las familias mexicanas contemporáneas de clases medias altas que pueden aventurarse a vivir experiencias alternativas de familia y pueden permitirse hacer compatible su proyecto profesional con el rol de ser madre desde matrimonios más igualitarios (Safa y Aceves, 2009: 287). Pensando en cómo se va construyendo la sociedad mexicana, ¿supone la vida en el coto una renovación de los cautiverios femeninos o hasta dónde el orden simbólico y de prácticas se encuentran en transformación? Para situar a las mujeres de coto en su contexto, hay que referirse a la historia de las élites de Jalisco y Guadalajara. Como vimos en el desarrollo histórico de la ciudad, entiendo que los sectores sociales de recursos se recrean en el neocolonialismo al comprenderse como criollos desde una oligarquía con raíces en las haciendas. Incorporan un orden que guía y explica su mundo de vida y de aspiraciones articulando "familia", "reli153

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad gión" y "clase".4 Estos elementos generan una matriz de sentidos y cohesionan una sociedad jerárquica patriarcal donde no se discute la posición dominante de las figuras masculinas, cada uno acepta su lugar en ella y la imagen a imitar de sus superiores, que han de ser condescendientes y benefactores-protectores de sus inferiores. La reproducción de estos códigos culturales compartidos por la sociedad se facilita porque están justificados institucionalmente por la Iglesia. Todo este complejo ideológico formará parte de la época posrevolucionaria de la mexicanidad conservadora, sirviendo al equilibrio del orden social.5 Las madresposas son "buenas cristianas" y, como tales, deben dar ejemplo a la sociedad y controlar sus comportamientos ya que educan al resto social. Por eso desde finales del XIX las mujeres jaliscienses comparten sus férreas y disciplinadas formaciones religiosas, su preocupación por la educación de los vulnerables y desamparados, su dedicación y sacrificio personal en obras de beneficencia, labores sociales, instituciones de caridad, trabajo social, voluntariado en la Cruz Roja o tantas modalidades de acción pública de servicio social (Fregoso, 2006).6 La mujer puede trascender en estos casos el ámbito doméstico como parte de su deber ser mujer y cristiana y presentarse en la política local y el mundo laboral desde las virtudes del maternalismo y la domesticidad donde está su responsabilidad prioritaria. Una institución formativa esencial para el siglo XX tapatío y sus mujeres de élite será el colegio del Sagrado Corazón, como también lo serán otras 4

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Van Dijk define ideología como "creencias sociales compartidas de grupos sociales (específicos)", que incorpora pertenencia, actividades, objetivos, valores, posición y recursos, definiendo la identidad social e intereses del grupo (2006: 392); y se refiere a estas constelaciones o articulaciones de dimensiones como una metaideología abarcadora que organiza a otras ideologías, los individuos pueden adquirir y adaptar varias ideologías o fragmentos de ideologías, creencias, valores, modelos, representaciones y combinarlos (ibidem: 346-355). La oligarquía jalisciense sabrá transformarse desde su mentalidad cristera acomodándose a la conformación del estado del bienestar mexicano en defensa a la vez de sus privilegios de clase y de defensa de la propiedad privada (Fregoso, 2006: 43). Recordemos que el origen de estas actitudes colectivas remite a la época de las Leyes de Reforma y las tensiones entre conservadores y liberales; y a la aparición de la encíclica Rerum Novarum en 1891 que introduce el proyecto de acción social católica para enfrentar la proliferación de las ideas socialistas (para su impacto en Jalisco véase Cárdenas, 2010 y Vaca, 2009). Asociaciones católicas, partido católico, movimiento cristero, sinarquismo, cobrarán una fuerza inusitada en este estado y las mujeres tendrán un papel significativo en ello.

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío instituciones confesionales. Este colegio se crea en 1860 en respuesta a las Leyes de Reforma para formar mujeres que influyan en la sociedad "como esposas de gobernantes" (Fregoso, 2006: 50-51). Aquí el fundamento será la devoción mariana a la virgen "Hija del Padre, Madre del Hijo o Esposa del Espíritu Santo" (ibidem: 51). Las mujeres jaliscienses, en especial de cierto estatus, han podido aparecer en la arena pública gracias al rol que la Iglesia las otorga como intermediarias cultural-civilizatorias hacia los desfavorecidos. Es la suya una labor de trabajo social en el campo de la nutrición, la salud, la educación y otras actividades relacionadas con la humanización e integración de los desheredados. Maestras, enfermeras, beneficencia, son actividades donde México se ha permitido reconocer a la mujer en lo público. Y en la sociedad jerárquica colonial se requiere que los hombres funcionen como mecenas y las mujeres como servidoras, son papeles que les otorgan prestigio social. De manera que hay dos características principales que incorporarían hipotéticamente las mujeres tapatías tradicionales de clase media alta y alta: su condición de madresposas y su formación católica y "activista".7 Ambas refuerzan el servicio de otros, algo que explicitan en sus discursos donde se representan en este marco y en el de la familia ordenada y feliz. Podemos pensar que ese patrón de madres, hermanas, esposas, mujeres en general, con esa fuerte convicción de servicio, de madresposas con cierta autonomía en el patrón patriarcal se reproduce con modificaciones por el contexto y las transformaciones históricas desde esta colonialidad tapatía habitante en cotos de lujo de la que son parte las entrevistadas. Lo cierto es que esa presencia de la educación confesional y la tendencia al servicio social ha continuado a pesar de la fuerza que la modernización ha tenido en el repliegue de las mujeres al ámbito doméstico. Lo que propongo es que "la cotificación" promovería una mujer simultáneamente sujetada y autónoma, a la que se suma un hombre proveedor domesticado o integrado al ámbito de lo doméstico. La maternidad-paternidad se vería reconsiderada en este proceso de adaptaciones de la familia y la 7

Buena parte coincide, como alguna dice, en estar "casadas" con los jesuitas y sus escuelas: el "Ciencias" o el ITESO y sus espacios proselitistas: charlas, grupos, retiros y tantas otras actividades. Otras se vinculan con Los Legionarios de Cristo, al Sagrado Corazón o al Opus Dei.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad vida doméstica donde el coto y la comunidad protegen a los hijos en su espacio.8 De manera que un Valle Real canalizaría estos ideales: un espacio natural, de casas grandes y unifamiliares con servicio doméstico y servicios de ocio, dirigido a una familia nuclear dentro de cánones neoconservadores. La publicidad de las inmobiliarias y la fuerza de la distinción tapatía de unos círculos de relación social de "gente conocida", "gente bonita" o "sus finísimas personas" son coincidentes. Esto ayudaría a explicar parte del éxito de "los cotos" en Guadalajara y cómo se renuevan las ideologías en un mundo globalizado de privatización de lo público y triunfo de la autosegregación social y de "la intimidad". Quizás se puede entender como "gatopardismo", algo que expresaba el noble siciliano don Fabrizio: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".9 Las dimensiones ideológicas conservadoras y católicas del mensaje asociado con la vida de coto, entienden la sociedad desde la jerarquía y la diferencia y no desde la utopía de la igualdad ciudadana, además la interpretan desde las relaciones personales y las individualidades obviando las causas y procesos históricos de desigualdad y violencia. Como se ha ido mostrando en las páginas previas, a los pobladores de los cotos les motivaría una pretensión estamental donde esperarían el reconocimiento efectivo de unos privilegios. Por eso me refiero a procesos de neoestamentalización y neolocolonialismo. Uno de los objetivos de esta investigación es ver hasta dónde se reta por estas mujeres la condición de madresposa que reproduciría el poder patriarcal. Veremos si las entrevistadas mujeres madresposas alcanzan cierta autonomía en el patrón de dominación masculino como parte de la colonialidad tapatía habitante en cotos de lujo. Si han conciliado el trabajar con sus esposos y con su ser madres, si desarrollan actividades para sí mismas, si confrontan el control familiar, si se han hecho de espacios en la vivienda.10 La 8

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Paternidad-maternidad se refiere a cómo hombres y mujeres conciben el hecho de ser padres o madres y la educación, cuido, apoyo a los hijos e hijas; están cargado de significación desigual y diferenciada según género. El Gatopardo es el título de la novela de Giuseppe Tomaso di Lampedusa de finales de los años 1950. El modelo de familia perfecta de los countries lo denomina Claudia Piñeiro como "la burbuja fértil": hay que tener hijos y hay molestia cuando el modelo no se cumple, así no hay lugar para mujeres separadas o matrimonios sin hijos (Piñeiro 2005: 120). Es un mundo donde las mujeres que

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío posición de Lagarde concibe a las mujeres con pasividad ante sus propias opciones; aquí trataré, escuchando sus palabras, de captar sus puntos de vista. Ellas pueden ocultar sus "cautiverios", legitimarlos, justificarlos, pero también positivizarlos y acomodarlos, lo cual también podemos entender como acciones afirmativas y opciones propias.11 En este capítulo me introduzco a la descripción de la cultura íntima desarrollada por las habitantes de los cotos de Guadalajara. Expongo cuáles son las características de las mujeres entrevistadas, para después entrarle a la impronta de esta forma de hábitat sobre la cotidianidad que viven y el por qué las denomino "gestoras del hogar" y, como extensión de esta idea el ser "madres agendadas". Revisaré cómo conciben su vivienda y como la practican como centro social y, sobre todo, desarrollaré las actividades que realizan. Perfiles de las mujeres entrevistadas La base del libro son las entrevistas realizadas, por ello quiero explicitar las limitaciones y los sesgos de la información obtenida y las condiciones en que dieron estos encuentros. La mayoría se sostuvieron con mujeres, pero también hay casos de varones y alguno donde se encontraban ambos cónyuges o madre e hija (véase cuadro 2 en anexo). El acceso a estos espacios es difícil porque sus habitantes son muy recelosos de su privacidad, la apertura a sus testimonios y a sus viviendas se logró a través de relaciones personales. Por ello no podemos pensar que el grupo sea representativo de la población de los condominios y de su diversidad interna; y es posible que se produzca entre las mujeres entrevistadas una cierta homogeneidad de posturas. Las conversaciones se producen en un encuentro que duraba entre una hora y hora y media, por lo regular en el domicilio de la entrevistada, y las

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trabajan tienen que disimular y aceptar un hombre proveedor aunque no lo sea. Una de las protagonistas de su novela, agente inmobiliaria, abandona citas de trabajo para acudir a reuniones del colegio de los hijos a pesar que el marido no tiene nada que hacer (Piñeiro, 2005: 92). Según Fernando Calonge (2013), que trabajó sobre este mismo grupo de mujeres, aunque dirigido a la relación de género y espacio, señalaba que disfrutan su feminidad, aceptan el ser cuidadoras, le encuentran gusto y sentido a su "servicio" y se les facilita desarrollarlo en el coto, que además las ofrece oportunidades de sociabilidad. Concluye que se mantiene la desigualdad de género pero no de forma fatídica, más bien negociada, contingente y modificable.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad charlas están grabadas y transcritas (en ocasiones se dieron encuentros previos y posteriores). Alguna de ellas nos mostró los espacios de sus hogares, pero otras fueron reticentes a enseñarnos las partes privadas. No se dieron mayores niveles de intimidad en temas delicados, tiende a producirse un "discurso" más oficial y público de una vida "feliz". No olvidemos que por su misma condición de clase y estatus deben promover esta representación de éxito, de control, de bienestar. Por eso las relaciones conyugales, la economía doméstica, las tensiones familiares y de género, opiniones y experiencias sobre sexualidad o sobre los imperativos de la cirugía estética u otras intervenciones sobre el cuerpo, pueden aparecer subrepticiamente pero no en profundidad. Con todo fueron unas conversaciones que creo que disfrutamos de las dos partes y, por ello, con las limitaciones que apunto, la información es rica y de alta confiabilidad. Como comenté, el grupo entrevistado comparte ciertas características y unas coordenadas de visión del mundo y de la sociedad que las homogenizan. La mayoría son mujeres de entre los 45 y 50 años, jefas de familia nucleares con unos dos hijos, aunque algunas tienen hasta tres y cuatro hijos pero nunca más: se trata de familias planificadas. La planificación familiar supone el control sobre el cuerpo y la posibilidad de un mayor disfrute de su sexualidad dentro de un matrimonio heterosexual y monogámico. En su momento cumplieron el ideal de esta forma de hábitat dedicada a un núcleo conyugal con hijos pequeños y el futuro por delante. Ahora su ciclo familiar es de madurez y cuentan con mayor autonomía, ya que los chicos y chicas están entrando a estudios superiores en universidades privadas y disfrutan de movilidad propia. En términos de las procedencias geográficas, aunque estos condominios incorporan personas de muchos lugares, estas familias tienden a ser de Guadalajara o de Jalisco y las foráneas suelen encontrarse ya insertas en la cotidianidad y sociabilidad tapatía. Buena parte de las entrevistadas pudieron construir su casa en el lote que adquirieron y fueron partícipes en las decisiones, ya veremos hasta dónde y cómo. Por supuesto sus hogares disfrutan, como ya se apuntó, de todas las comodidades y servicios: tienen dos carros o más, acceso a internet y

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío varias computadoras, también varios televisores, buenas refrigeradoras y todo tipo de electrodomésticos, están insertos en la "era de la información". Otro punto importante de concordancia es que la mayoría de las entrevistadas trabaja y tienen actividades propias de desarrollo personal, por lo que muchas dejaron sus empleos y/o estudios cuando empezaron a procrear. Su activismo católico cristiano de fuerza histórica las permite salir al "espacio público" en calidad de entrega a los demás con acciones sociales y de caridad. Ellas se formaron en instituciones confesionales como el Sagrado Corazón u otras y en la actualidad son parte de espacios proselitistas, dan y reciben charlas, van a retiros espirituales, son parte de grupos de catequesis…; sus hijos estudian en escuelas privadas y confesionales como el Ciencias, el Cervantes o el Instituto Tepeyac, el Newland, Los Altos o el Liceo del Valle, ahora muchos se encuentran en el ITESO, universidad jesuita, y otras privadas católicas: UNIVA, UAG, Panamericana. En términos políticos podemos identificarlas dentro de un amplio conservadurismo. Las diferencias surgen cuando nos referimos a procedencia social y, con ello, a niveles de estudios, empleos, capitales culturales y gustos, entonces se modifica el panorama de conjunto. Esto se refleja en la presencia de libros y bibliotecas en los hogares, las formas de vestir o de decorar, los tipos de cuadros en las paredes, pero también en el consumo cultural, los discursos… Como señalé en el coto convive una gama heterogénea de sujetos de difícil clasificación, ya sea como miembros de la burguesía, nuevos ricos, oligarcas tradicionales, élites políticas, clases emergentes transnacionales, u otros. Respecto a los testimonios priorizo el anonimato, por eso no ofreceré más que los datos estrictamente necesarios que ayuden a aclarar la posición de quienes hablan. Entiendo que el hecho de la homogeneidad del perfil general de mujeres maduras ayuda a ello.

LAS MADRESPOSAS DE COTO A continuación presento a las mujeres entrevistadas en sus cotidianidades. Como avance de lo que sus palabras y prácticas muestran se puede decir que aunque las mujeres siempre han sido consideradas gestoras del hogar, esta forma de conducción administrativa del colectivo se acentúa en estos secto159

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad res de clase media alta y alta por una constelación de factores relacionados. La planificación familiar facilita controlar a la baja el número de hijos y terminar antes con el periodo de crianza, permitiendo a las mujeres disponer de más tiempo para sí mismas: su cuerpo no sólo va a ser reproductor. La periferización de la vida en los cotos residenciales y su estilo de vida tiene implicaciones importantes, por ejemplo, facilita el ejercicio materno al permitir delegar cuidados al espacio mismo y al vecindario. Recordemos al informante que se refería a que el coto fungía como "la nana de los hijos", otra señala que "es como un corralito donde se pueden soltar los chiquillos", por el nivel de seguridad que supone al poder dejarlos con tranquilidad en el interior amurallado, se hacen un importante pendiente menos. El mantenimiento de estas grandes residencias con jardín y mascotas suponen también una creciente "tecnologización" y la mercantilización del hogar y de la vida íntima o la necesidad de "comprar" los servicios de cuidado personal y familiar con domésticas, guardias, jardineros, mozos, hasta terapeutas y profesores privados... a los cuales hay que dirigir y que antes desarrollaban de forma más personalizada las mujeres de los hogares (Russell, 2008).12 Así, las mujeres pueden recrearse con otras actividades: shopping, hobbies, cuidado de su cuerpo, deportes, empleo desde el hogar. El anterior proyecto de vida, el de madres y abuelas, fue un proyecto de maternidad, y ahora va dando cabida (relativamente y con tensiones) a proyectos personales, profesionales y de obtención de recursos económicos. Veremos que las vivencias de las mujeres que estoy describiendo, renovadas por la contemporaneidad, reflejan esa multifuncionalidad y diversidad de proyectos que se suman al de madresposa, ya que trabajan, estudian, socializan, hacen deporte, y se disponen a desear y a disfrutar.

DE AMAS DE CASA A GESTORAS DEL HOGAR A grandes rasgos identifico un perfil de mujer en transición entre la "madresposa" dedicada al hogar y a la crianza de los hijos a otra "gestora" 12

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Esta autora dice que a medida que avanza el mercado "la familia deja de ser una unidad de producción para transformarse en una unidad de consumo (Russell, 2008: 62). Cada vez se delegan más funciones a la esfera mercantil, desde la comida que se compra a los cuidados donde se contrata personal.

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío del mismo que trata de ser e identificarse más autónoma y que se traduce en una maternidad que es agendada día a día, lo mismo que hacen con su cotidianidad. La mujer administradora de la empresa doméstica se enfrenta con una planificación estricta por la división de las funciones del espacio urbano actual y la relativa lejanía y encierro del coto. Al mismo tiempo, combina el mandato de ser madre con el trabajar, con el hedonismo del mundo actual y con el privilegio del suburbio amurallado. Las casas son grandes y en propiedad, más en los fraccionamientos catrines y campestres, y ellas van a tener una amplia participación donde se define parte de su rol específico actual: la administración de hogares complejos. Todo ello es parte de la puesta en escena de la concepción de una familia tradicional-moderna. Además que estas mujeres muestran el sello que impone la ciudad de Guadalajara por su impronta religiosa y una intensa socialidad. Las mujeres entrevistadas que describen sus cotidianidades influidas por la vivencia de un espacio residencial cerrado lo primero que resaltan es la dependencia extrema del vehículo. Todo movimiento de los miembros del hogar hacia fuera del espacio cercado debe realizarse en coche. Esto se contradice con su ethos antiurbano y su alabanza a la naturaleza que se hace más patente en el caso de condominios extensos y "bucólicos" como el de Valle Real o los campestres.13 El momento más intenso de su utilización se relaciona con el ciclo familiar, tener a los hijos menores de edad obliga que ellas se conviertan en "mujeres taxistas" o "mujeres chofer" y que vivan entre el espacio residencial y el espacio del vehículo, haciendo de este último un segundo hogar que acondicionan con entretenimientos y comodidad.14 El crecimiento de los hijos pasará por su movilidad autónoma, ya que el transporte público no es una opción contemplada por estos sectores y en algunos cotos es hasta rechazada la idea de un paso cercano del camión porque se entiende que atrae "la ciudad" –otras personas, ruidos, humos, comercios– a la deseada tranquilidad del coto. La familia tiene que aumen13

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Al interior de Valle Real, las familias desarrollan la "vida natural" y caminar, correr, hacer footing, transportarse en bicicleta o, como es algo característico en los "niños bien", manejar en cuatrimotores. "Yo no tengo dos piernas sino cuatro ruedas" (observación de una madre recogida por Mónica Lacarrieu, Florencia Girola y otras colegas, en Rojas, 2007: 299).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tar el parque automovilístico, y estos necesarios bienes son los que han originado mayores problemas en los diseños de los cotos, incluso en los más amplios y espaciosos. Esta dependencia convierte el hecho del carro en un fetiche y un símbolo por excelencia de esta vida. Ellas se autodenominan "señoras de camioneta". Por supuesto todas manejan (algunas de mayor nivel pueden tener chofer), lo que las ha dado una libertad que antes las mujeres no gozaban. Además lo hacen en un tipo de carros grandes y apantalladores recientes en el ámbito urbano. Estos modelos que en su inicio eran de doble tracción, diseñados para el trabajo en el mundo rural, ahora aportan "elegancia", "seguridad", cierta prepotencia por su altura y tamaño y un diseño para el confort –ese "vivir en el coche" –. Su capacidad espacial es útil para choferear a los hijos y para poder trasladar las enormes cantidades de productos que se adquieren al por mayor en los grandes centros abarroteros como Cotsco o Sam’s. Como una caricatura de las mujeres que estoy refiriendo, una entrevistada que es exresidente de coto de lujo expresa el ser de sus conocidas tapatías: Las señoras jóvenes se la pasan ruleteando, andan todo el día corre y corre y corre y corre con los teléfonos y el celular y el niño y las 32 clases en la tarde. Eso les pasa a las señoras jóvenes que están con hijos pequeños, aquí en Guadalajara como nadie nos movemos, siempre naces y te mueres en Guadalajara, comes el lunes con los suegros, el martes con la mamá, el miércoles con los abuelos, el jueves con los otros abuelos, entonces comen los viernes en su casa y fin sábado y domingo se van a comer en restaurante.

En este sentido la vida en la periferia urbana supone la transformación de la mujer "ama de casa" –que se encargaba de manera más personal del "cuidado" del hogar y la familia; y que al vivir en barrio contaba con servicios, comercios, tianguis cercanos–, a la mujer "gestora del hogar", como he señalado, una administradora doméstica ligada con esa necesidad de una planificación estricta de la cotidianidad desde un espacio residencial aislado. El coto la "encierra" pero también la exige salir y le da esa cierta libertad de acción-gestión que antes no tenía como mujer –o la tenía más relativizada. La vincula con una ciudad rápida, de flujos y más extensa. Denominarla 162

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío gestora tiene que ver con un afán de agendar todas las acciones del diario, algo que se observa en general pero que he llegado a comprobar en casos extremos. Paulo Unda se refiere a un entrevistado suyo que comenta cómo: "Me acuerdo que mis papás se manejaban con un pizarrón donde cada quien tenía sus obligaciones y horarios. Levantarme a tales horas, ir a la escuela, hacer tarea a tales horas, salir de tales a tales horas…y sí hubo un rato que sí funcionó, pero ya más grandes nos hicimos más rebeldes. Aunque siempre estaban al pendiente" (Unda, 2011: 8-9). Todos los movimientos de salida, desde escuelas y actividades extraescolares de los hijos, gestiones administrativas, salidas de ocio y shopping, de compras de alimentación y abarrotes, de visitas diversas… suponen un gran esfuerzo. Las entrevistadas insisten en la importancia de "organizar su tiempo" y sus recorridos. Los testimonios lo reiteran: "a todo hay que salir". Ángela, de campestre, considera que ella es "la taxista oficial" de la familia. Una mujer de un coto de la Zona Real, personifica a una de estas "gestoras" con la sistematización de la vida para la sobrevivencia: me organizo, por ejemplo con mis ventas, entonces me voy más temprano o antes de recoger a mi hijo para aprovechar ir a la oficina. Me tengo que organizar por el tráfico, por el tiempo que gastas, la gasolina y lo que tú quieras. Para hacer el súper aquí tengo muy cerquita Soriana. Si se te olvida la cebolla, ‘¡chin! se me olvidó el tomate o…’ ¡ay no! tienes que volver a salir. A mí no me da pereza ir saliendo aquí por Santa Margarita, adelante del TEC está Soriana y cruzas la avenida y después del panteón están toda una serie de bancos, tienes taquerías, tienes la estética, la carnicería, ya vas ubicando. Pero como quiera, dice mi marido ‘¡ay! no salgas dos veces, organízate para no estar saliendo’.15 Para todo hay que trasladarse. Si salgo a dar una vuelta hago una lista y digo tantos pendientes tengo que hacer y pues ya los hago. Antes hasta a pie hacía uno los mandados, aquí sí hay que moverse un poquito más. Te tienes que organizar un poco el tiempo (Anahí). 15

Estas zonas tienen sus diferenciales de precios, siempre pagan más caro servicios y productos, una mujer de Valle Real nos decía que hay que controlar estos gastos porque "según el sapo es la pedrada".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Otro ejemplo es el de una mujer, sin servicio doméstico que, junto al esposo, se organiza con alta eficiencia, pragmatismo y complejidad. Sandra, residente en Valle Real pero de orígenes populares, resuelve su cotidianidad como "gestora práctica" ya sin hijos en el pendiente: pues no paro, pero es parte de mi forma de ser, porque a lo mejor yo podría tener una vida más tranquila, pero no se me da. En la mañana me levanto, le doy una recogidita, me vengo al club a hacer ejercicio, o me meto a nadar mínimo media hora o me subo en la bicicleta fija, o le doy una buena caminada, o me meto a nadar, rápido. Me baño, me arreglo, desayunamos mi esposo y yo aquí y luego él se va al trabajo. Si tengo que ir al banco me voy al banco. El lunes me voy a hacer mi mandado de toda la semana. Como llego con todo fresco, hago de comer para cuatro días, para tener tiempo para otras cosas, si ya tengo la carne descongelada para qué la congelo y la vuelvo a sacar. Al mismo tiempo estoy con la lavadora, en la cocina, y si tengo algo que hacer en la oficina [en su casa]. Hay un dicho que dice ‘ando en friega, pero valiendo’…, ¿sí?, Como que me hice ordenada para alcanzar a hacer todo lo que tenía que hacer, un día me toca hacer una cosa, otro día otra. En la mañana sí tengo una agenda, me la regaló mi esposo y todo, pero yo sigo con agenda de papel. Dice mi esposo ‘tómate la pastilla para la memoria para que recuerdes ver la agenda’. El teléfono es una maravilla que me recuerda. Entonces tengo lo escrito y tengo en el celular. Me acaban de modernizar, tengo el Blackberry para el negocio. En la tarde son los niños y ya sé cuáles son las clases, las tengo muy bien dirigidas (Lupe, de Valle Real).

Juana, que vive en un exclusivo y apartado fraccionamiento campestre, decidió entrar a trabajar cuando pudo combinarlo con sus actividades maternas. Esto exige un gran esfuerzo: A las seis de la mañana me levanto, despierto a las niñas, hago el desayuno, les preparo la lonchera, tienen que salir al 15 para las siete para llegar a tiempo al colegio, entran a las siete y media. Tenemos una ronda, es maravillosa, es de un papá que dijo ‘de todos modos me tengo que ir a estas horas todos los días’. Ya el regreso me turno con estas amigas de ahí, a veces las recoge una a todas, a veces

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío otra. Regreso a mi casa a bañarme con calma, desayunar junto con mi esposo, organizar mi casa y luego ya salir a trabajar. De regreso llego y me toca recogerlos… Nos vamos a la casa y de tres a cuatro y media comemos, hace la tarea mi hija, nos organizamos y volvemos a salir porque hay que llevar al entrenamiento a la otra. Yo ya me acostumbré, traemos buena música en el coche, oímos buenos programas de radio. El espacio del carro se convierte en la casa móvil. Llegamos siete y media o, cuando nos entretenemos, ocho.

Las mujeres de coto más convencional también incurren en estas dinámicas. Tere, de Naciones Unidas, ahora que trabaja intensivo en oficina se come todo su tiempo de posible ocio u ocupación para sí misma: Trabajo hasta cuando sale la grande, y en las tardes chofereo, Tono sale a las 4:30, después a Paula hay que llevarla a las 4:00, después hay que regresar por Paula a las 5:30, a veces tengo citas. Los martes tengo una clase de teología y los sábados hacemos oración con los misioneros. Es una vida rápida, pero los fines de semana trato de no hacer mucho, pero siempre sale algo en las nochecitas. Mi vida con amigas ha disminuido mucho porque no puedo.

Y Beatriz también refiere que sus hijas Como son jovencitas y mujeres y no están acostumbradas a venir en camiones, procuramos ir y llevarlas, traerlas,… hay veces que estoy trabajando, mi esposo está trabajando y entonces ‘pues, vete en camión’, pero estamos con el teléfono ‘¿ya te subiste?’, ‘¿ya llegaste?’.

Su vida está marcada por las mismas pautas "organizo mi horario", "combino todo", "acomodo mis tiempos". Otra mujer que vive en la zona de Altamira también señala: mis hijos no están en clases todo el tiempo, Elena acaba de entrar al tenis, la llevo a correr al parque, a Paulina tengo que meterla ya a la natación. Con Francisco come en su colegio y luego se queda en entrenamiento dos horas y ya voy por él hasta las 5:30, menos los viernes, de lunes a jueves tiene entrenamiento. ¿Te digo qué hago

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad yo?, hay una señora que viene los viernes cada quince días y me cocina la comida de toda la semana, y ya voy sacando cada día un guiso. El jueves le compro todo, entonces esa semana como guisadito: albóndigas, carne en su jugo, carne con chile, cosas preparadas, y la semana que no viene: pollito asado, carne asada, atún, cosas sencillas que las hago yo.

La agenda también tiene una dimensión de futuro respecto a los hijos, a qué escuelas, clubs, universidades les van a destinar, preparando para ello fondos de ahorro y disponiéndose estratégicamente para la reproducción social entre los "ganadores" de la globalización. El shopping y las compras Recordemos que el crecimiento de los cotos ha sido asociado por urbanistas y arquitectos a la extensión complementaria de los centros comerciales. Los testimonios confirman el que ese modelo de vida se asocie con el boom del shopping en las múltiples plazas comerciales o malls. Las señoras conocen al dedillo las características y especializaciones de cada centro comercial y los estatus diferenciados de los supermercados. Estas poblaciones resuelven su consumo en estas instalaciones que agrupan distintos servicios y productos, los supermercados se les acomoda más que los tianguis o mercados, son espacios cercanos y previsibles donde el comprar es controlado y seguro y donde se reduce el contacto social. Una mujer, Patricia, se refiere a la actividad en los mismos con la familia: Cuando salimos nos vamos al cine, vamos a comer o a una plaza o así. Al cine vamos bien temprano, a la de la una, a las dos de la tarde ya saliendo del súper, llegas y está súper a gusto, no hay fila. Cuando vamos con el hijo, vamos en la noche a Pabellón porque no es una plaza que esté tan congestionada como Galerías o como la Gran Plaza o todas esas. Pabellón es padre, es muy tranquila por solita, es vertical, como Centro Magno... Galerías se me hace como muy lleno, allí es más para ir de compras y andar caminando. Andares muy poco, la Gran Plaza también no tanto, Plaza Patria menos.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Los pobladores de campestres, aunque tiendan a ir a grandes supermercados, muestran una actitud displicente hacia la vida regida por el mercado y el shopping que identifican con el adocenamiento de las masas. Ángela es partidaria del retorno a la vida del centro, a las plazas comerciales voy porque no me queda otra, odio eso. Voy por unas pilas de Radioshack, punto, ¡se acabó! Yo no gozo los centros comerciales y sin embargo un cafecito en el centro o en centro de Zapopan, eso sí te lo disfruto mucho más y ves cosas diferentes.

Por el contrario, las mujeres de cotos más prototípicos resultan más eclécticas y amplias en su radio de compras, aunque es población que acude a los supermercados y a mil comercios que tienen cerca Galerías, al Sam’s Club, a Walmart, la Comercial Mexicana, Chedraui, Cotsco. Olga, de un condominio estándar, es joven con hijos y con carro: Para mí no hay distancias, yo voy para todos lados, estoy muy acostumbrada al tráfico. Conozco perfectamente la ciudad. Voy mucho a Galerías, voy a la Gran Plaza, al Centro Magno, a Plaza del Sol que es la que me queda más cerquita casi no voy. Cuando voy a Galerías es porque me gusta ir a comer y hay juegos y cosas para los niños y me agrada porque está cerrado, entonces esté lloviendo, esté haciendo calor no hay ningún problema.

Y Beatriz, de Naciones Unidas, tiene un doble discurso, dice que a la familia le gusta salir al campo y la naturaleza, pero también las plazas comerciales, Guadalajara es muy de plazas, de centros comerciales. Si quieres comprar zapatos, si quieres pasear, vas a alguna plaza y ahí encuentras todo. No nos gusta ir a las plazas. Nuestros paseos son a la montaña… o como tenemos club, irnos a pasar el día al club. No nos gustan las multitudes. Como que nos gustan los lugares más tranquilos con más contacto con la naturaleza. A mí sí me gusta [ir a los Centros Comerciales] y estar ahí criticando y ver pasar la gente sí me gusta. Me junto con mis hijas y vamos a comprar una blusa o algo y sí nos sentamos un ratito, nos tomamos una nieve.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Y un vecino suyo comenta: "Y tiene la facilidad por los estacionamientos, son seguros porque hay vigilancia policial. Nos gusta ir a las plazas a Galerías, a la Gran Plaza y Plaza del Sol, a veces batallas el estacionamiento mucho. Andares nos gusta porque está al aire libre. Nos gusta ir a tomar cafecito y así".

Pero, en general, la cartografía que manejan las mujeres entrevistadas es muy pragmática, Guadalajara está muy fácil trazada. Son líneas, son avenidas que cruzan de polo a polo la ciudad. Últimamente ya es más complicado porque hicieron nodos viales. Y naturalmente nos movemos en un círculo de la ciudad donde procuramos escuela, club, todo así de cercano. Rara vez vamos a otras.

Y tiende a ser limitada, encajando con sus espacios sociales. Isabel, no se aleja de su familia y eso lo valora muchísimo, la familia extensa queda exacto en su mundo de vida urbana Por lo general me voy más a Providencia que es donde hago mis compras porque allá está mi mamá y mis hermanos, casi todo lo hago por allá, las clases de los niños, porque por acá no hay mucho. Las compras de súper y comida a Walmart por Ávila Camacho porque me queda cerca, o en Providencia cuando estoy con mi mamá. A mí no me gusta ir muy lejos no… Chapalita ahí nací, fue así como mi infancia y en mi colegio que es el colegio donde están mis hijas está en Chapalita, mis cuñadas viven en Chapalita…

Se mueve dentro de las fronteras del noroeste de Zapopan con Las Américas, con el centro simbólico de Providencia como tierra de los ancestros y de otros barrios aceptados como Chapalita. Y es que, como ya señalé (véase mapa 1), la nueva frontera de segregación se ha trasladado a Las Américas, lo confirma esta mujer que quería poner un establecimiento para ese sector de mujeres de coto y de dinero: Nadie iría a buscarme a Chapultepec, simplemente ‘no puedo cruzar’. Yo tenía muy claro en qué punto iba a poner el taller, uno era la Seattle y tendría lleno nada

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío más de la Seattle; nadie iba a llegar de Naciones Unidas a la Seattle. No es lejos la Seattle de un Puerta de Hierro, pero está lejana de su mundo, lo ven extrañísimo. Providencia [consideran que] está aquí a la vuelta de la esquina, es chistosísimo. Todos estos cotos, estén en donde estén, las Cañadas, Valle Real, Puerta de Hierro, todo Naciones Unidas, para ellas estoy a la vuelta de su esquina. Providencia es la madre, es lo que más les atrae para ir a tomar café. La frontera ya es Américas.

Por otro lado, continúa actuando la frontera oriente-poniente no sólo en su sentido simbólico sino funcional. El centro está ausente, ya no les oferta mayor cosa, acuden al mismo más como turistas de su propia ciudad que como usuarios ciudadanos, es un mundo social con el que no se identifican, sin que necesariamente suponga un rechazo: "Al centro jamás voy... Nada más lo que hacemos las mamás es llevar a que los niños se suban alguna vez a la calandria"; "al centro vamos porque vinieron dos chicas de Quebec y las llevamos al centro a conocer la catedral, de turismo. Vamos en Navidad, que decoran muy bonito el centro... Pero mis hijas no dan. No saben llegar". Esta actitud es común con la de otras metrópolis respecto de sus centros urbanos. Quienes son del poniente no tienen necesidad de marcar esta pertenencia "natural" frente a los sectores más populares y, aunque lleguen a acercarse al centro lo hacen desde la indiferencia respecto al oriente y a sus habitantes, como que no fuera con ellos. Mayor énfasis en negar la cercanía con esos grupos sociales se produce en quienes vienen de ellos y no quieren ni el recuerdo ni la posibilidad de un retorno. O bien con quienes pertenecen a un estatus de élite o casta superior. Sandra es un buen ejemplo de quienes proceden de sectores más populares. El matrimonio sigue llegando al centro porque mantienen ciertas actividades, aunque imponen matices: Mi esposo a veces tiene obras hasta en el centro y llego por acompañar a mi esposo. Tengo oportunidad, me voy con él. Él hizo una taquería en el centro, hace muchos años, buenísima, entonces le digo, ‘oye, ¿y si nos vamos?’, y ‘mira mi reloj no sirve, que me lo arreglen ahí’, ‘vamos a la obra’, ‘vamos a que nos boleen los zapatos ahí en la plaza’… Hay mucha gente muy peculiar. Hay gente rara, ¿no? que viene de los

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad pueblos. El otro día que fuimos estaba un borrachito sentado a media plaza, cante y cante, y me gusta ver eso… Acabo un poquito medio atarantada de tanta gente, pues es el pueblo, o sea, tira basura y yo ya no estoy acostumbrada a eso… pero igual trato que no me afecte.

Se define marcada por otra experiencia y, como insiste, "procuro quedarme por esta área porque el tráfico está insoportable, y la verdad que me alcanza a estresar". Y este hombre de Naciones Unidas, originario del oriente, comenta: Guadalajara era muy tranquila. Y ya las hijas pues es diferente el ambiente. Lo que hago es ir en coche. Subimos a las hijas y caminamos todos esos lugares en domingo, y les platico … ‘miren esto ha cambiado, toda esta calle ya a las nueve de la noche ni caminen porque es zona de asalto. Ya no son zonas habitacionales. Todo esto era tranquilo, hijas, ya no’… para que tomen conciencia, que comprendan a la gente y todo. Hay muchos compañeros de su colegio que no conocen el centro.

Lo importante de estas experiencias sociales crecientemente limitadas es lo que ocurre en las nuevas generaciones: Hasta me hacía burla mi papá cuando se venían a casa que nos íbamos mi esposo y yo a algún viaje, se los llevaban [a mis hijos] caminando a por leche a la tienda aquí a tres cuadras, y mi papá ‘salen tus hijos así como ¿qué me va a pasar?’ (mujer de Naciones Unidas). LA CONVIVENCIA-DEPENDENCIA ENTRE PATRONES Y SERVIDUMBRE

Para lograr la vida a que aspiran, estas mujeres y sus familias deben contar con servicio doméstico. Las viviendas exigen más esfuerzo a más metros cuadrados y al tener jardín, mascotas y/o varios carros. A más grandes las casas también lo es la capacidad en recursos económicos y el prurito de demostración de estatus y gasto suntuario, y mayor número de

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío cuadros de servicio (la servidumbre es ostensiblemente más numerosa en Valle Real).16 La "mercantilización de la vida íntima" (Russell, 2008) ha sido una constante en estos sectores de clase media alta y alta, pero aquí se vuelve más obvia. Entre las mujeres entrevistadas, la generalidad ya no cuenta con servicio doméstico de planta, más bien tienen "ayudantes" de entrada por salida porque ya no requieren "nanas". Caldeira también se refiere a las innovaciones en los servicios que, sin abandonarse los trabajos domésticos "clásicos", en Sao Paulo tiende a ofrecerse múltiples servicios temporales en lugar de una relación más permanente e individualizada (2007: 326; ver Durin et al., 2014). Los diferentes orígenes sociales de los patrones/dueños que habitan estos cotos, especialmente los de más élite, comparten el ideal colonial y neoestamental sobre el servicio doméstico que anhelan para sus hogares (Camus y de la O, 2014). Esto lo manifiestan mediante una cultura de la servidumbre "donde las relaciones de dominación/subordinación, dependencia, y desigualdad, son normalizadas y permeadas por la esfera doméstica y la pública" (Ray y Qayum, 2009: 3). Este conjunto de relaciones de poder se dan como parte de las micropolíticas o culturas íntimas del coto y sus hogares. Las mujeres de las capas sociales superiores son responsables de la conducción del trabajo doméstico, que delegan hacia sujetos de las capas sociales inferiores. En estos espacios hay un encuentro cotidiano de los polos antagónicos de la colonialidad. El término cultura de servidumbre articula la idea del ethos de la colonialidad tapatía. Se trata de un sistema vivo de significados y valores –constitutivo y constituyente– el cual se experimenta y se conforma recíprocamente entre los patrones y el servicio. De tal manera que la dominación, dependencia y desigualdad no sólo es tolerada, sino también aceptada por las partes de este orden hegemónico que se reproduce en la interacción cotidiana, lo que crea una estructura de sentimientos que involucra las subjetividades tanto de

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Me refiero a la servidumbre doméstica y no al trabajador para destacar la faceta servil y no contractual del empleo doméstico, resaltando las relaciones de dominación y sumisión que se sostienen entre ambos polos. Quiero señalar que este término lo he encontrado además en reglamentos de los mismos cotos.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad patrones como de sirvientes (Ray y Qayum, 2009: 4).17 En una entrevista realizada por Unda (2011) en Guadalajara, queda plasmada la figura del servicio: "Es un trabajador que está ahí para ver qué se te ofrece". Esta definición expone la naturalidad del mandar y ser servido, ilumina sobre tal vinculación laboral en la que interviene, además de modernas subordinaciones, un delicado entramado emocional. La íntima convivencia de dos sectores sociales "antagónicos": los patrones y el servicio, que se encuentran sin mayores intermediaciones, dan origen a múltiples conflictos. En el sistema de cotos y urbanizaciones exclusivas existe un complejo montaje escenográfico que permite la segregación interna dentro de la aparente comunidad homogénea. Para Maristella Svampa se trata de la cristalización de las grandes asimetrías (2008), ya que la presencia de la servidumbre puede ser contaminante y amenazante –pero necesaria– y es clave en el mantenimiento de los condominios cerrados de lujo. Con la presencia de estos "ejércitos" de trabajadores se produce tal simplificación que los chicos no conocen otras clases sociales sino categorías ocupacionales subalternas a quienes hay que mandar (Svampa, 2008).18 Nada más está la clase de nosotros y la clase del servicio, y se hace una separación muy grande –reflexiona Lilia, una residente de campestre que cuestiona la situación-. La gente del servicio no tiene acceso a las áreas comunes, sus hijos no pueden jugar. A mi hijo, cuando llegamos de México que traíamos otra mentalidad, se le ocurrió que hubiera un partido del futbol entre los policías y los muchachos y todo mundo pegó el grito en el cielo porque no se pueden revolver. Es una irrealidad porque crean una bola de gente que está al servicio de otra bola de gente. Deben de 17

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Estos autores plantean la fuerza de las relaciones de servidumbre vinculadas con la peculiaridad del sistema de castas hindú. Su etnografía relata qué significa servir y ser servido en la contemporaneidad de Calcuta, India. En los condominios de Sao Paulo, Brasil, Teresa Pires también refuerza la idea de la servidumbre, "los servicio domésticos en condominios cerrados son la versión actual de un antiguo patrón. Los servicios son una obsesión entre las clases medias y alta brasileña" (Caldeira, 2007: 325). Una exvecina de Valle Real se mudó a un sector más popular, donde observa en lo que consiste esa simplificación: "La gente no lo visualiza. El panadero del birote, el carpintero, el templo, la birria. Te das cuenta de la viejita que vive aquí, de que le duele la panza, de que el herrero hizo tal cosa, del señor cura, de que la secundaria mueve mariguana, ésa es la vida".

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío sentir recelos y hasta odio. Ahora todos estamos en manos de la gente de acá porque el día que el jardinero, el policía, el barrendero diga ‘¡no!’ ¿Qué hacemos?

En Argentina se debate sobre los puestos de trabajos que se crean. Patricia Rojas recaba esta opinión que podemos pensar es muy común allí y, seguro, aquí. Dice un residente de ciudad cerrada argentina: "Acá hay trabajo de todo tipo: de seguridad, jardinería, empleadas domésticas, arquitectos y gente de la construcción, pileteros, caddies… Mucha gente no sabe que las doscientas familias que viven aquí generan trabajo para 700 personas de la zona. Todos los días, cada día del año, entran más de 700 personas a trabajar: a las casas, al club house, al restaurante, a las canchas de golf, a las cuatro de tenis, a la pileta de natación, a la cancha de roller hockey, al salón de usos múltiples y al barcito dentro del house. Decime vos: ¿cuántas fábricas generan trabajo para 700 personas sin contaminar sino generando pulmones verdes para la zona, deportes y vida?" (Rojas, 2007: 144-145). Y esta autora se cuestiona, como lo hace Svampa (2001), hasta dónde hay un efecto derrame y la prosperidad repercute en el hinterland de pobreza, hasta dónde el sector servicios va a salvar la sociedad del trabajo cuando son empleos precarios, de escasa calificación, mal pagados, donde hay empresas y agencias controlando estos mecanismos subordinadores y de precarización.19 Por un lado patrones y servicio son interdependientes, por otro, para los primeros estos "otros" son la causa de muchos males: robos e influencias nefastas en los hijos "bien". En Valle Real comentaron cómo la inducción al consumo de drogas y otros "malos pasos" tiene que ver con familiares –hijos principalmente– que las domésticas traen consigo por no dejarlos solos en sus hogares. Como ya vimos, uno de los puntos débiles de los patrones es la exposición de su vida íntima. Los de arriba no saben de la vida de los de abajo pero sí al revés, ante lo cual existe cierto temor sobre la seguridad de la familia, "ya que la servidumbre sabe a qué hora entras y a qué hora sales, y si ellos quieren 19

El requerimiento de mano de obra para el servicio doméstico es enorme, Paulo Unda (2011) calcula que para el fraccionamiento semicampestre de El Palomar, hay una entrada diaria de unas mil personas para atender a 4 500 colonos sin contar las domésticas "de puertas adentro o de planta".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad robarte o se quieren meter a tu casa a comer o a bañarse o acostarse. Lo pueden hacer con la mano en la cintura", expresaba la habitante de una urbanización. En muchos casos los trabajadores (guardias, domésticas, jardineros) son parte de redes familiares, paisanales, vecinales de pueblos y barrios cercanos que permiten que fluya información significativa respecto a las familias de los condominios, con lo que hacen tambalearse la seguridad y el control intramuros, como expresa una patrona de Rancho Contento: muchos de la servidumbre son parientes. Haz de cuenta, el chofer de aquí es el papá del chofer de allá, del chofer de allá y del chofer de allá, entonces cuando hay un incidente con el chofer de allá ¡es un gran incidente! Cuando la señora de allá dice: ‘Fulanito me robó’, va el papá y van los hermanos ¡y todo mundo! a proteger al mozo, ‘¿y cómo que le robó?, ¡mi patrón es abogado!’, ‘y mi patrón no se qué’. Es una maraña ¡es horrible! Muchos de ellos son del pueblo de La Venta, ahora dices tú, ¿qué onda, no? ¿Cuál seguridad? Estamos en manos de otra gente.

Y de nuevo, este tipo de situaciones se repiten en otros ámbitos geográficos. Por ejemplo, se había dado una red de mucamas paraguayas que robaban a sus patronas argentinas, y cuenta Rojas que una señora entrevistada por ella escuchó esta conversación "Una amiga que vive ahí me decía que algunas de las mujeres robadas hacían el chiste: ‘Ah, bueno, me robó… ¿pero vuelve mañana?’. Sí, no somos nada sin las mucamas. Y a veces dejamos la casa en manos de tipas que no conocemos" (Rojas, 2007: 301). Las domésticas, sirvientas, muchachas, chachas, nanas, reciben las órdenes de las patronas y suelen estar reducidas a un estado de invisibilidad, dados los esfuerzos de higienización del estilo de vida del coto. Si han de sostener cierta presencia fuera o dentro del hogar ante "ajenos", se las marca su diferencia del resto de la población familiar a través del uniforme. Las patronas tradicionalmente debían distinguirse de ellas estando a cargo de ciertas faenas de más estatus y mostrarse como insustituibles frente al esposo: en la cocina, la educación de los hijos, el manejo del gasto y las compras (Bossen, 1988).20 20

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Esto habría que trabajarlo con más detalle, por lo captado ésta es la norma, pero veremos que entre cierto sector de mujeres "más desafanadas" del hogar, la mercantilización es más fuerte y delegan incluso estas tareas más tradicionales y claves de la madresposa como la educación de los hijos.

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Una comunidad supone un compromiso de protección de los miembros con ella (Douglas, 1973). Esto se acentúa en sociedades de castas y estamentales por sus marcos de relación más rígidos. Las mismas se ven obligadas a desarrollar complejos sistemas de pureza e impureza que penalizan las múltiples transgresiones a que pueden verse expuestas. Las posibilidades de "contaminación" pueden llegar a ser enfermizas, y ello lo encontramos en la propuesta higienizante, pero paradójica, de los cotos. La polarización social de patrones y servidumbre se escenifica desde el privilegio de los primeros, mientras los segundos se ocultan: la felicidad que se vende en la publicidad en esos paraísos con niños y papás sonrientes y blancos, ambiente verde y saltos del retriever dorado, no muestra ninguna presencia de la cara oscura del servicio que reproduce y mantiene tanta pureza.21 La contaminación se acentúa en ambientes acuáticos donde el agua es un trasmisor eficaz.22 Una mujer profesional de un coto medio alto como el de Naciones Unidas, acompañaba a sus hijos pequeños a la alberca común en las tardes: me llevaba mi libro, me llevaba mis cosas a la alberca y veía que brincaban, que se caían, que saltaban, y llegaban las sirvientas, pero a las sirvientas no les permitían usar la piscina. El condominio les ponía el grito en el cielo, ‘¡cómo me voy a meter a nadar con la muchacha!’.

Y los niveles de histerismo pueden llegar a ser recalcitrantes. Una joven profesional francesa residente en un condominio campestre comentaba las diferencias sociales de este espacio más "liberal" y campechano con el del coto de Valle Real y su club adonde llevaba a sus hijos a nadar:

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Daniela Ortiz (2010) expone magistralmente, a través de 97 imágenes de fotografías de amigos peruanos en Facebook, la felicidad familiar de sectores de élite. Todas ellas muestran rostros y gentes "blancas" en escenarios domésticos y vacacionales que invisibilizan las personas que lo sustentan: trabajadoras indígenas-mestizas de cofia y uniforme que adivinamos a través de partes de ellas. Séverine Durin corrobora en Monterrey esta preocupación de la contaminación a través de los cuerpos y fluidos y narra "el pancho" que se organiza en una alberca cuando la nana procede a bañarse con el niño: "es que no es limpia", "es que no es de la misma clase" (2014: 421).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad los señores están platicando, cheleando o jugando tenis, y las señoras están cerca de la alberca para ver a los niños, no se meten a nadar y los señores tampoco. Las señoras atendiendo a los niños y ni siquiera tienen traje de baño, están con la bolsa Vuitton, con los lentes, como desfilando, con el rollo, y viéndose y diciéndose ‘tu operación de chichis, ¿cómo te fue?’. Aquí nunca vi una nana con uniforme, allá sí, mucho.

Mientras, en el caso de unas torres exclusivas, se consideró la posibilidad de hacer una piscinita, y se desechó, "aquí se decidió no poner gimnasio ni nada, la mayoría de la gente son del club, y alberca [tampoco] porque no queríamos que los nietos chapotearan, ¡los nietos de otros encima de los nuestros!" –señala una mujer profesional de la alcurnia tapatía. O en el testimonio de esta señora que reside en el área del Country: "Mi madre no quiere que sus sirvientas se suban adelante en el coche con ella". Ambos comentarios remiten como a castas intocables. Los hogares modernos y asociados con nuevos estilos de vida y de confort necesitande mayores competencias en la servidumbre que contratan. Ahora deben ser capaces de usar los sistemas de alarma, riego automático, sistema de luces, porteros digitales, etc. Las casas han de aparecer nítidas y el esfuerzo del mantenimiento debe ser imperceptible, al igual que la presencia del servicio doméstico. Las familias pudientes contemporáneas requieren además de apoyo para el trabajo doméstico, a las llamadas "asistentes personales", quienes asumen funciones secretariales y administrativas para sus patrones. Soledad Loaeza (2010) comenta cómo tienen a sus maids educadas al forzarlas a manejar las tecnologías como la telefonía celular y los blackberries, la computadora y otros artefactos. Sin verlo generalizado se encuentran casos en Guadalajara, un caso ilustrativo de estas "asistentes personales", que van más allá del servicio doméstico entrando a funciones secretariales, lo encontramos en la casa de la amante de un diputado (Camus y de la O, 2014). Esta mujer, separada y con dinero (se dice que su fortuna se relaciona con el narcotráfico), habita en un coto y tiene a su servicio una cocinera, una recamarera, una doméstica y a una "asistente personal". Ninguna de ellas es "de adentro" pero conviven intensamente en ese espacio. Ésta recibe mayor remuneración porque acapara más responsabilidades, con176

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío fianza y competencias: maneja coche, lleva las cuentas de la casa y las relaciones con los bancos, acompaña a la patrona a tratamientos de belleza y sesiones de espiritismo, tarot o magia negra. Es la operadora en la recepción de invitados del diputado en cenas de gala u otras recepciones sociales, y hasta diseña los posters en que se publicita este señor. Paty, que no cuenta con contrato y solo tiene estudios de preparatoria, es la mano derecha de la señora de la casa, aunque inició como sirvienta. En las últimas navidades la patrona decidió recompensar sus servicios regalándole una operación de "bubis", como las que ella se ha mandado hacer. La "señora" quiso compartir o tal vez imponer su modelo de mujer despampanante y exitosa a su más cercana colaboradora. Sin embargo, hay que matizar, más conforme se descienden de niveles económicos y/o nos remitimos a mujeres más convencionales. En ocasiones esta mercantilización puede llevar a delegar la educación de los hijos, pero ello crea también culpas: Siempre me ha gustado la actividad pero tenía los ‘hijos de muchacha’, no tenían una mamá, la mamá estaba siempre trabajando igual que el papá. Luego nació un bebé prematuro y descubrí que los hijos necesitan una mamá y el papá necesita también como más apoyo económico en la casa. He dejado de trabajar al 100%, como al 70 o al 80, ahora estoy más dedicada a los hijos.

Para entender lo que significan los hijos de muchacha, este testimonio, perteneciente a El Palomar: "Ella nos conoce más que la mamá... Ellas son las que te recogen el desorden, que si traes esto o lo otro en las bolsas de los pantalones, sangre, etcétera. Lo que no quieres que vean los demás que escondes en tu cuarto, ella te lo cachaba" (Unda, 20: 15-16). O el de Lupe, de Valle Real, refiriéndose a lo que observa en este lugar: "es muy raro que esté una mamá con los niños, generalmente están las muchachas con los niños, eso pasa mucho, voy al centro cultural por mi hija y son puras muchachas". Con todo, las madresposas de coto no se zafan de las tareas domésticas, delegan buena parte de la obra gris de la reproducción de la casa al servicio, pero hay actividades claves como la dirección general del hogar y, en concreto, el dictado de la nutrición (sumado a veces al cocinar), la crianza y educa177

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ción de los hijos –ellas monitorean las actividades extraescolares post horario escolar: relacionadas con educación, terapias, deportes, hobbies–, el manejo del gasto y de las compras, que están en sus manos. Para Fernando Calonge se debe hablar del desarrollo de acciones de parte de la mujer "inspiradora" que engloban el crear un ambiente vital de ‘verdadero’ hogar, de constituir cotidianamente "una unidad social íntima y duradera. En este sentido es la mujer la que forja el sentido de convivencia íntima que caracteriza el ideal del tipo de familia que se ha entrevistado" (2013: 81); ella es quien armoniza las actividades del resto de la familia (y yo añadiría, y del servicio).

MUJER Y ESPACIO DOMÉSTICO Cada época, cada contexto histórico y de producción supone innovaciones de todo tipo. Según aparecen otras formas de relaciones sociales son redefiniciones culturales sobre lo que se va a entender como familia, amor, relaciones de género, ser hombre, mujer, niño. La consolidación burguesa con la revolución industrial del siglo XIX incorporó a nivel transnacional conceptos comunes respecto a la espacialidad acentuando la diferencia privado/público y constituyéndose el hogar como un lugar privilegiado de intimidad, privacidad, de "sweetness" (Löfgren, 2003). Como dice este autor los conceptos de casa y familia son imágenes y metáforas poderosas en nuestra cultura "occidental", pero la forma en que se usan se ha modificado según clases, periodos y posiciones sociales. Los cotos también se acompañan de ideas de domesticidad e incorporan proyectos morales. Como hemos visto cada urbanización contiene proyectos diferenciados que se relacionan con la capacidad económica de sus habitantes y su origen sociocultural. En cotos como el de Valle real partimos de algo relativamente insólito que es la propiedad y no la renta de las viviendas unifamiliares y la libertad de diseño frente a las ofertas inmobiliarias, que son las que abundan en los cotos estándares. Frente una externalidad amenazante la residencia en el coto acentúa el mundo privado y se promociona una familia unida, instalada en la comodidad y gratificada por el trabajo: una unidad moralizante y una normalidad sin conflictos. 178

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío La mayoría de las casas son dos niveles. El de abajo es la parte pública contiene la cocina y salas diversas. La planta de arriba es el espacio privado, con los dormitorios, la sala de estar familiar y los baños. Se busca (aunque se consiga con más o menos éxito) que la casa sea luminosa y que reciba luz de diferentes vías y que los espacios internos sean crecientemente comunicados. En este sentido rompen con la idea burguesa de la rígida división de espacios según funciones (Löfgren 2003). En las paredes se encuentran muebles vitrina, aparadores y libreras que aún se ven discordantes con otros elementos de innovación por ser parte de historias familiares previas, herencias, reflejo de costumbres pasadas. También el comedor: la gran mesa y las sillas suelen ser de madera y de estilos "anticuados". Las computadoras cobran creciente importancia en la vida social. Antes en casas burguesas había una fuerte presencia de relojes y espejos marcando el tiempo y el control sobre la propia presentación de cada uno (Löfgren 2003); ahora es el reino de una tecnología más extensa y especializada por funciones: el carro, la computadora, los smart phones, las televisiones. Mientras, hay una ausencia de libros, al menos a la vista, los cuadros suelen ser pinturas de escasa calidad y copias de cuadros clásicos (impresionistas, paisajes, bodegones), hay viviendas que sí cuentan con estos motivos de autor pero no de manera generalizada. Es común algún tipo de símbolo religioso, lo que muestra la fuerza de la religión en estos sectores: cuadros, crucifijos, esculturas de vírgenes, santos o Jesuses, escenas bíblicas... Quienes manifiestan un gusto por la artesanía local tendrán cerámicas de Tlaquepaque y otros objetos de corte artesanal, pero quienes optaron por el estilo minimalista no cuentan con este tipo de instrumentos y decoraciones más naturalistas. Suelen encontrarse mesas en los salones donde se exhiben retratos de familia. El tipo de modelos arquitectónicos encontrado es muy diverso y en muchas ocasiones los proyectos urbanísticos de las lotificadoras imponen ciertas restricciones en alturas, colores, elementos arquitectónicos. Pero se puede hablar de elementos más "clásicos" relacionadas con lo que se denomina "casa californiana", la "campestre mexicana", formas mixtas de estas y con las modas más recientes como el "estilo minimalista". Comparten el ser casas más 179

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad personalizadas y el crear espacios con un sentido de escenografía teatral que genere impresión de orden, comodidad, bienestar. Refiriéndose a su experiencia como arquitecto de cotos, Luis P. se refiere al modelo estándar de estos espacios: ¿Qué quiere la mujer? quiere una buena cocina, una cocina diferente, con sistema de lavado, quiere una buena recámara con un vestidor de fondo, esas son las dos cosas más importantes de la casa y también jardín para sus hijos chiquitos, pues la calle era la nana de los niños, lo demás era un poquito secundario. Por supuesto necesitaban tres recámaras… porque las casas tienen que ser comerciales. [Los hombres] simplemente piden un estudio, siempre hay un pequeño estudio para ellos. Siempre hay un lugar para la tele. O sea la casa básica es sala comedor, estudio, su cocina con su zona de servicio, con cuarto de servicio porque la gran mayoría tiene muchachas que duermen ahí, jardín y terraza. Terraza, eso es básico, algo abierto. Y arriba tres recámaras con 3 baños y sus vestidores si se puede y una sala familiar. Esa es la típica casa y esa funciona de lujo.

Las mujeres tienen un importante lugar en la toma de decisiones sobre espacios y decoración, aunque tengan que negociar con el esposo y arquitecto/a y, sobre todo, con la ideología social respecto al estatus y la distinción que les imponen decisiones que después no resultan funcionales; así como se pliegan a su madresposismo, negándose espacios para sí mismas. Entre las entrevistadas las casas que se diseñan se hacen a ofrecer lo mejor hacia los hijos. Las mujeres piensan menos hacia ellas, sólo para facilitar su propio papel de centro del hogar: luz, cocinas y salas son espacios a los que dedican atención en las casas que se diseñan. Con todo vemos que, como reconocen, no es lo mismo lo que imaginan que lo que se concreta y lo que luego se vive, más cuando los hijos crecen. Una de las entrevistadas, arquitecta, comenta: A la hora de que ya se habita un coto las mujeres son las que pasan más tiempo en su casa... En el diseño se hace batalla campal, la mujer es quien más opina. Un hombre lo que prefiere es el estudio, como que es su territorio, la cochera, la televisión, no [le] importa mucho la decoración. Pero cuando empezamos a ver números empeza-

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío mos a quitar cosas y ahí es en donde la mujer no está muy de acuerdo porque se le empiezan a quitar los detalles... Para la mujer su recámara tiene que quedar muy bonita, el baño de ellos muy especial, que quieren yacusi, como muy elaborado... Cuando es una familia que tiene mucho dinero piden como sala comedor para pasar más tiempo con la familia, como para que sea de lujo y casi no se usa, les bastan para momentos muy especiales, porque hay gente que por ejemplo llega la Navidad y están en la terraza porque no quieren que se les ensucien los muebles. Suelen dejar muchos espacios inservibles. Quieren que el cuarto de servicio de la muchacha tenga todo, hasta el baño, aunque muchas de las veces no se queden a dormir. O lo usan de bodega y el baño está completamente lleno de cosas, a veces lo usan de estudio y lo adecúan.

El arquitecto Luis P., al referirse a Valle Real señala que cada quien quiere hacer la casa a su gusto, un proceso que, según él, pasó de casas más sencillas a "un requerir una casa más apantallante que la otra y más grandota ‘yo la quiero ya con un espacio más grande’, ‘yo de más fondo porque quiero hacer una terraza’ y se empezó a convertir el cotito en show". Verónica, de Valle Real, construyó una casa estilo mexicano: La primera vez que vino el arquitecto ‘¿qué les gusta?’, ‘nos gustan las tejas, los ladrillos, la madera, la cantera, los pueblos, las ex haciendas’, y entonces nos gusta mucha luz… Fue como ir decidiendo y el arquitecto nos fue ayudando, ‘para cuando crezcan mis hijos, quiero el espacio de los niños’, y nos llevaba a ver conceptos.

Otra de las viviendas costosas y cuidadas es la de Elena que, arquitecta, muestra satisfacción ante sus diseños: "teníamos la idea de recámaras muy amplias porque esa casa en la que vivimos en aquel otro coto, eran áreas chicas. Siempre pensamos en espacios muy abiertos para la casa y áreas para las recámaras grandes, con sus buenos baños con vestidores". Elena tiene un hijo y una hija adolescentes, E integrar esta área, lo que usamos en nuestra vida diaria, el family room que le llaman… Allá es la sala principal, ésta es otra que se me hace muy cómoda porque mis hijos todavía son de juegos de wi. Normalmente manejas la salita familiar en

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad planta alta y ¿qué pasa? que pierde privacidad, el que suben a ver películas, mis hijos que están juegue y juegue todo el tiempo, entonces ésta es la salita informal en la que vienen y están. Es el área en la que socializamos y si quieres algo más privado la sala principal está allá. Tengo el estudio de aquel lado, es mío, tenemos casas en renta y las administro y las controlo, prácticamente mi actividad, eso y la casa.

Hay casas visitadas que podrían calificarse como ostentosas por el derroche de espacio y las decoraciones que las acompañan, muchos de los detalles que tienen sus propietarios reconocen que no eran necesarios y que son poco funcionales: Para mí estaba lejos de la ciudad, fue difícil adaptarme y sentía como los espacios grandes, porque vivía en una casa como más unidita… Cuando llegué aquí me daban ganas de vomitar de ver el terreno… ¡no, hombre! barrer nomás esto… Yo quería más rústico, más campechanón, entonces el arquitecto se hacía el que no oía y en algunas cosas gano él y en otras peleamos mucho, pero mi esposo decía que era él el que sabía… él quería arcos, pero yo quería algo más sencillo... A mí me gusta la cocina, es lo que más me gusta, el patio me gusta y mi terraza, que son muy a gusto mis comidas ahí. Lo que menos me gusta es la distribución de arriba, porque mi recámara quedó muy grande, como larga, puse una salita ahí, no hallaba cómo hacerla más acogedora... Y las de mis hijos demasiado chiquitas. Nos presentaron un plano, pero ya verlo es diferente. Hubiera quedado mejor un espacio más privado para la televisión, no es adecuado, aquí está en el pasillo, la ventana se refleja, no hay recámara, nada, pero no es un espacio tan importante (mujer de coto en ciudad Bugambilias).

La presión del papel de ser madresposa influyó en las decisiones de Isabel, ella participa en el diseño de la futura construcción y en su caso se cohíbe de generar espacios propios que le hubiera gustado tener: yo no tuve mucha opción porque mi terreno era chico, se lo dimos a un arquitecto que era el mismo constructor… una casa muy sencilla tipo minimalista. Yo le dije ‘nomás quiero tres recámaras cada una con su baño, con un estudio arriba como para de tele y ya’, era lo que me cabía realmente. Y en la parte de abajo era sala y comedor,

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío un recibidor chico y pasabas a lo que era la cocina cerrada con un antecomedor así, comunicado, y luego salías a lo que era la terraza que se comunicaba de la sala y de la cocina y un pequeño jardín. Era una casa de 300 metros de construcción.

Cuando se le pregunta por qué dejan tanto espacio en salones y comedores cuando podían aprovechar para espacios de oficina o trabajo de ellas, Isabel dice: "por estatus seguramente, se te quedan vacíos"; Elena también reconoce: "En la otra casa nuestro comedor era de adorno, lo utilizamos en una cena de Navidad". Leticia de un coto catrín donde se publicita "No dejes para mañana lo que puedas vivir hoy", cuenta: empezamos a construir la casa con la ayuda de un arquitecto. Son como trescientos metros y te digo que se me hace grande. Siempre dijimos que cuatro recámaras porque como tenemos familia fuera. Mis papás se vienen a vacacionar con nosotros y tengo otra hija que vive en Estados Unidos. Otra de las cosas, ‘quiero una cocina a gusto que tenga un antecomedor’. Al final de cuentas hasta que vives, entonces ‘¡Híjole hubiera quitado, hubiera puesto!’.

Rosa, divorciada actualmente, y su esposo eran contadores de una gran empresa y aprovecharon la oportunidad para realizar su casa –con casi 500 m2 de construcción–. En ese entonces [el esposo] aún estaba enamorado de mí (risas), me dio mucha libertad en cuanto a la casa. Yo estaba soñada con una casa con glorieta, se me hacia la cosa más elegante del mundo, en eso no estaba muy de acuerdo mi ex marido, pero el arquitecto le dijo ‘esto le da mucha elegancia a la casa y no cualquiera porque se necesita un espacio y aquí nos da el ángulo, el terreno está perfecto y te da otra vista’. Y entre el arquitecto y yo lo convencimos... Ese espacio iba a ser una sala de juegos, haz de cuenta que venía para poner aquí una mesa de billar. Finalmente no se hizo lo que se pensaba, de billar nunca he sido, ese era mi exmarido, él cada año cambiaba de deporte, de entretenimiento, cuando se terminó de construir la casa ya no le llamaba la atención el billar, ya estaba en otra cosa. Es lo único que le cambiaría, es el único espacio que yo no escogí.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Un comerciante construyó la casa más grande y seguro de las más onerosas en un exclusivo coto de Ciudad Bugambilias, más de 800 m2 para unas ocho personas y aproximadamente unos diez mil pesos al mes de mantenimiento. Él mismo es muy crítico con sus errores: "El arquitecto coincidió en que el proyecto no fuera chico y sobre todo la arquitectura y los espacios, creo es tridimensional, cada día siento que no perfecto. Luego piensas para qué tanta casa si los hijos se empiezan a casar y te dejan sola la casa". Y cuenta: quise una chimenea, aunque nunca la prendo, más bien es un adorno, no es algo muy típico en México y menos de Guadalajara, fue por puro gusto, hay cosas que no deben de ser y es bonito, pero a veces no es funcional; y luego los peces [tiene un enorme acuario de agua salada en el salón], que el ecosistema, que se te mueren y todo eso, es una lana. Hay un muchacho que viene cada tres o cuatro veces por semana, hay que limpiar el agua, hay que limpiar su alberca. No, es una friega, cositas así que se van necesitando, que si el agua dulce, que si el agua salada. Es muy bonito pero es otro problema que te va costando tanto y cosas... como te diré, como extravagantes que no debiste haber hecho.23

Es interesante la percepción y uso de los espacios de parte del hombre que se los apropia de una manera más pragmática y sin complejos, especialmente los íntimos. El señor comerciante sigue: La recámara es desde ahí hasta aquí, el baño tiene yacusi, que también hay en el cuarto de los muchachos, no hubo cosa que no debería de ser, el baño era como un italiano, cuando lo quisimos ya no había y se construyó hasta después. Yo aquí casi no me baño porque eso lo hago en el club, porque allá en lo que estás con tus amigos, 23

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Objetos inútiles que se mantienen es también la pecera en la casa de Olga, aunque aquí no cuentan con servicio de mantenimiento: "la lavo una vez a la semana. Es de mi mamá, le fascinan los peces, y teníamos muchos, pero crecen y se empiezan a comer unos a otros. Sobre todo el pececillo ése que parece tiburón, él crece muchísimo, a la hora que ya está crecido se los come. Mi madre se infarta, porque cada pececito cuesta mínimo 200 pesos. Antes se moría uno e iba a comprar otro, pero ya no. Nada más no hay que dejarlo, ya van como cuatro o cinco veces que lo cambiamos, ya que están muy grandes lo regresas al acuario y te lo cambian por otro más chiquito".

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío y aquí cuando lo hago se te hace tarde y ‘vámonos’, es un baño rápido. La cama es más o menos tu espacio, en donde tú te acomodas y haces lo que quieres, ahí me pongo a leer o, en cuanto llego, me pongo a dormir y además el colchón en donde más te acomodas. Tenemos otra televisión en nuestra recámara, me gustan mucho las películas, estar brincando de canal en canal y se la pasa uno suave…

Una visión consciente de la importancia de mostrar el nivel adquirido es la de una compravendedora de pisos de beneficio social. Su vida residencial explica mucho: pasa de nacer en el bulevar de Tlaquepaque, a habitar al casarse en un cotito camino a Zapotlanejo; después cruza la calzada con ayuda de su padre a un departamento de 80 m en Vallarta y López Mateos. De aquí pasan a un condominio estándar, donde construyen una casa en 250 m de terreno con: "un cuarto de servicio para la muchacha y una recámara bien grandota, porque en el departamento teníamos la tele aquí encima, entraba el sol y me salía yo, porque estaban bien chiquitos los cuartos". A Valle Real llega y: "ésta es la casa de mis sueños, yo quiero esta casa. Me cambié porque me daba más espacios… andábamos viendo casas, en Puerta de Hierro, en Valle Real, muchos lugares… esta casa ya estaba hecha y me encantó". Mientras, en los cotos estándar, más pequeños y muchas veces ya construidos, las acomodaciones y posibles intervenciones son más limitadas, pero por ello son muy detallistas, Beatriz sigue la moda y algunos dictados tomados de las revistas, ya tengo que cambiar la decoración. Me gustan los colores claros. La casa es chiquita y le da más amplitud, le da más frescura… y se siente más limpio que con colores fuertes. Y la decoración es así como muy sencilla. No tengo cosas muy cargadas. Como más minimalista que es lo que se usa ahorita, yo lo sé de fotografías, en la calle… En alguna ocasión sí ha venido algún señor a checar y a sugerir... Ahora me comentaron mis hijas…o están muy de moda los rojos quemados y me dicen, ‘oye, mamá, qué tal si cambiamos’.

Tere también tuvo que apañarse:

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad soy muy tilichenta, guardo todo, pero es de siete por veintiuno [su casa en Naciones Unidas]. En mi cuarto, como no tenemos un estudio, puse un mueblecito donde pongo mi computadora, ahí tenemos tele y ahí se va todo el mundo, está todo cerquita, mi cama, un sillón, la tele y está mi lugar de trabajo, ahí llegan, y platican, y me acuesto un rato y siempre está lleno… Siempre quise una terraza, porque me encanta invitar a gente a mi casa, me hubiera encantado tener algo así, pero no lo tuve… Ahorita puedo comprar una casa más grande pero para qué.

En estos espacios más apretados es aún más difícil que las mujeres logren espacios propios. Isabel de un coto pequeño estándar: "Por el tamaño del terreno no podía poner más cosas, sí me hizo falta el cuartito de estudio". Anahí tampoco obtiene su espacio, No tengo un lugar mío. Tengo un equipal en la sala que es donde me suelo poner a leer, pero más bien me gusta aquí, el comedor, como que es el lugar que abarca como todo el espacio. Mi sueño es como tener una hamaca aquí afuera, y poder decir que es mi hamaca. Siempre dije, ‘algún día, si tengo mi casa, quisiera un cuarto, aunque sea pequeñito, donde pueda como tener mis cosas’. Me gusta mucho lo manual. Y me gustan mucho los rompecabezas, entonces necesito una mesa, que nadie agarre fichas, que se mantenga ahí mientras lo armo. Me hice de una tabla para que las piezas no se pierdan, pero va y viene. Hago papel maché, tengo materiales en algunas cajas. Todo está ordenado porque trabajo como en temporadas, pero todo no lo puedo tener a la vista.

En resumen, vemos que en muchas ocasiones en estas familias la ostentación del estatus priva sobre la funcionalidad en la profusión de ciertos elementos como: salones ("se te quedan vacíos"), chimeneas ("nunca la prendo, más bien es un adorno"), comedores ("era de adorno, lo utilizamos en una cena de Navidad"), jacuzzis ("sólo lo he puesto dos veces"), peceras ("se te mueren y todo eso, es una lana"), barras de bar ("de bar no tiene nada, está lleno de cosas [de los útiles escolares, de películas…]") o sala de juego ("cuando se terminó de construir la casa ya no le llamaba la atención el billar")…; mientras que son pocas las mujeres que disponen de espacios propios para sus actividades a pesar de sus intervenciones en recámaras y cocinas u otros lugares. 186

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Ser para otros: sobre la cocina y la terraza Hay dos espacios claves en la actividad de madresposas hacia la familia y hacia las amistades: la cocina y la terraza. A través de sus palabras vemos cómo se cuela la importancia que le dan al espacio de cocinar como un lugar de encuentro donde su "trabajo" tiene impacto social y cultural. Esto incorpora conceptos y actividades que rompen con los espacios de cocina que suelen ser de encierro, pequeños e incómodos. Estas cocinas cuentan con tecnología punta, grandes refrigeradoras, grifería, hornos, congeladores, cocinas integrales, y hasta televisores y computadoras. Muchas casas cuentan con bodegas para almacenar las compras. En el caso de Verónica de Valle Real, a pesar de sus iniciativas en su casa rústica, se sometió al convencionalismo con su idea de cocina: Yo quería una cocina más grande, a la hora de la hora ya no. Mi sueño dorado era tener una isla, de esas en medio de la cocina. Era como mi máximo y la casa se empezó a hacer y empezó a hacerse la isla y la empecé a dirigir. Una isla requería más espacio, sí es grande mi cocina, me encanta ahorita porque tiene mucha luz, pero finalmente la quité. Después dije: ‘¡qué bueno que la quité!’.

Elena, también de ese coto, diseñó un desayunador con lo que es la cocina, es el fin de semana y aquí nos la pasamos, estás viendo la tele y te traes el plato para acá, siempre quedas alrededor de la cocina, y con los ventanales hasta las orillas los integramos con la terraza, hay una reunión y estamos ahí en la terraza. Analizando nuestra vida diaria somos muy comelones, muy antojadizos, nos la pasamos en la cocina. Nuestros momentos en los que estamos juntos girábamos alrededor de la cocina, por eso fue que decidimos este concepto de integrar esta área.

Marisa, en Naciones Unidas, trabajó ese espacio: Como a mí me encanta la cocina y es donde paso más tiempo del día, me puse a estudiar y todo para que estuviera bonita. Algo que es básico es la iluminación y la ventilación. Me encanta que haya ventanas y luz y aparte que fuera funcional en

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad cuestión de al momento de yo estar trabajando en las comidas que no hubiera espacio, le llaman el triángulo los chefs, que no estorbe si necesito sacar rápido algo de la despensa o algo del refrigerador.

Begoña, también aquí, dice "Mi mamá le dio mucha importancia a la cocina. A mí se me hacía importante no sentirme apretada en la cocina, poder cocinar a gusto, caminar, sentarnos, poder platicar". Y se inventó un espacio salón con televisión dando al jardincito "estos vidrios se recorren… me gusta mucho mi casa, espacios abiertos, no cerrados, puertas, desniveles, me gusta mucho la luz, las menos paredes posibles, que donde me paro, veo todo. Disfruto mucho la terraza ahí comemos siempre, hay una fuente, el jardín está lleno de plantas". Rosa –de Valle Real– que es una mujer separada y trabajadora que rompe moldes, reconoce que: es tradición de mi familia, hemos sido muy buenas cocineras todas. Mi abuela, dentro de su sencillez, el arroz más delicioso que he probado ha sido el de ella. Mis hijas invitan gente a comer y ‘ay, qué rico, ay, qué delicioso’, siempre les gusta que les haga de comer. La cocina es algo que me gusta, a veces hago dos o tres cosas sobre todo el fin de semana.

Leticia, de un residencial minimalista exclusivo expresa: el antecomedor y mi cocina me gusta mucho. Tampoco soy la mejor cocinera, pero como es algo que hay que hacerlo. Yo cocino, tengo una persona que me ayuda a la limpieza, pero no a la cocina. Nunca me ha gustado que otras manos hagan la comida, la confianza, no sé, me gusta que sea yo… Más que nada el sabor. Sí se pasa uno un ratito, aunque ahorita no comemos todos aquí.

Vemos que para muchas de ellas es motivo de orgullo su participación en el diseño de la cocina como lugar social y de convivencia familiar, son cocinas prácticas y luminosas. La mayoría de ellas explicitan el gusto que les produce cocinar para su gente y ser valoradas por ello, no hay que olvidar que no sólo es un rasgo distintivo del deber ser mujer, sino que como plantea 188

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Elena, y es común de la cultura tapatía, hay un placer especialmente acendrado por el buen comer y el compartir en este sentido: "yo desde siempre he cocinado, desde chiquita, soy como celosa, como que siempre he cocinado yo y me gusta, y les gusta a ellos cómo les cocino, entonces lo hago con más gusto". La mujer se asocia con la labor de nutrición, donde el cuidado no sólo pasa por su vertiente alimenticia, sino la afectiva: "la cocina y los alimentos es una de las mejores vías que tiene la mujer de darse a su familia" (Calonge, 2012: 86). El hombre se reivindica cocinando ante la posibilidad de la barbacoa y la carne los fines de semana, en lo que podría llamarse "una aparente rendición". "La carne asada le toca a él de seguro", dice Elena. Se puede imaginar que tiene que ver con lo primitivo del poder del manejo del fuego y la carne en momentos extraordinarios de socialidad. Las exitosas terrazas demuestran su uso cotidiano, como dice Verónica, de Valle Real: aquí lo he disfrutado mucho sobre todo en verano a la hora de comer. Tendemos a comer al medio día; mi marido afortunadamente tiene su trabajo aquí cerca y viene a comer todos los días. Somos como muy conservadores, muy tradicionalistas, porque él también fue de barrio.

Así le parece también a una exresidente de ese mismo condominio: "La terraza es lo que más extraño, la comida era en la terraza, los comedores de adentro porque tenía dos o sea el comedor elegante y el antecomedor, ah no, nos íbamos a la terraza, para mí la terraza y el jardín eran lo máximo". David, de un exclusivo en Bugambilias, se refiere en forma explícita a roles de género, para él la cocina es un espacio muy grande y funcional donde pensaron en la convivencia: La que diseñó eso es mi señora, como somos muchos entre el almuerzo y la comida se hace mucho [de cocinar], y está a gusto. A mi esposa le gusta, ella hace las cosas que a mí me gustan y hace la comida exquisita. Fíjate que una de las cosas que me gusta de ella es que tú puedes irte a la feria o si estás en la casa a veces nuestros hijos llegan y es bien bonito que tengas a alguien esperándote. Me gusta estar comiendo tranquilo

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad con tu esposa y tu familia... Ya luego me voy en la tarde, la señora tiene sus espacios también, ya cada quien.

El diseño de las casas en fraccionamientos campestres es algo diferente de los de los cotos catrines. Básicamente se trata también de un buen número de metros cuadrados donde se otorga más importancia a las vistas, al área de jardín y a los materiales. Los jardines son otro espacio mimado, suelen estar muy cuidados e incluso contarse con jardinero, sin embargo el espacio dedicado a los mismos no suele ser muy grande. Quizá se podría hablar de una mayor conciencia de posición frente a lo natural y al entorno que debe reflejarse en el concepto arquitectónico. Es fundamental la cohabitación con el "verde", así que la terraza es de nuevo un elemento clave. Para mí es importante la terraza para recibir amigos, gente, familia, se esconden las cristaleras en los muros y se abre todo interior y exterior… La cocina la queríamos amplia para cocinar los dos si hace falta, con muebles de madera, y que el fregadero diera al jardín y verlo cuando lavo platos y disfrutar lo más de las partes verdes (Emma de campestre).

Para Lilia, de Rancho Contento, se repite la idea, Yo pedí que tuviera ventana para lavar los trastes, que la cocina tuviera ventana grande, pasas mucho tiempo lavando trastes y por lo menos algo bonito ¿no? …Una de las cosas que puede ser asociada con la liberación femenina está en la cocina. Yo me acuerdo que las cocinas de las casas de antes, que estaban refundidas y ni siquiera ventanas tenían, tenían una chimenea por donde salía el humo. Además creo que es acogedor. Mis amistades son de cocina, yo no tengo amistades de sala.24

Las viviendas como centros sociales Hay muchísimas formas de definir lo que son nuevas formas de vivir el espacio. Una de ellas es Exurbia: "aquella región entre ciudades que no llega 24

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Varias de ellas se refieren al windows picture o ventanas que dan a paisaje como aparece en las revistas de decoración.

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío a perder el carácter urbano, una ciudad continua entre áreas de mayor densidad sin las ventajas de las ciudades ni del campo" (Valdés, 2006: 10), que para algunos sería un buen ejemplo de la sociedad contemporánea y de los ciudadanos globales –asépticos, desarraigados y extrañados–. Entre sus habitantes se daría una ausencia de rasgos culturales y hasta personales. Son vidas como de catálogo, todo uniforme, todo igual: no hay género, historia, sociedad. Esa falta de identidad se refleja en un mixto entre unas reglas de consumismo exasperado al lado de un corte de ambiente "periférico" inclasificable ni como urbano ni como rural, de tonos pastel, que ofrece un sentido de anacronía y aburrición/resignación o estatismo. Son seres "perfectos" en "perfectas" casas/escenografias, sólo que sin vida. Este no es el caso de los cotos de Guadalajara, que no responden a estos patrones de extrañamiento tan radicales. Este recordatorio de los mensajes teóricos lo uso para poder entender mejor la especificidad de Guadalajara. Con lo presentado vemos la enorme importancia de crear espacios acogedores hacia los demás. En general estos espacios llaman la atención, contra lo esperado, por el nivel de interacción social y la densidad de este intercambio. Las actividades sociales de sus habitantes están muy insertas en la vida urbana. Para las familias buena parte del estatus de tener casas grandes es para poder disponer de ellas hacia las visitas y el hacer sociedad.25 La reproducción de las redes sociales es una actividad tradicional reactivada con el coto con lo que suponen además de reconocimiento y ostentación, más cuando se trata de familias en ascenso social. Los espacios que más utilizan y disfrutan de forma compartida son los salones, comedores y las terrazas y jardines. En este punto encontramos una diferencia importante con cotos más convencionales que, como vimos, tienen que sustituir esta disponibilidad de espacios por el sucedáneo de la casa club. "Somos una familia numerosa, tengo nueve hermanos, regularmente tengo visitas, a veces las navidades son aquí –señala Lupita, de Bugambilias. Cuando vienen es padre la cocina, tenemos una reunión y aquí comemos en el comedor o afuera". 25

Los suburbios residenciales en Buenos Aires conceden enorme importancia a los espacios de reunión porque se sale menos a la ciudad: se come en la casa, se invita a la casa, hay una sedentarización en el estilo de vida y en el ocio. La ciudad quedaría como un lugar "de paso" y de trabajo (Arizaga, 2003).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Con la familia de Verónica y de su esposo en Valle Real: Más bien es ‘va a ser cumpleaños de mi mamá’, todos vamos; día de la madre, ‘vamos a partir el pastelito’. Como la familia empezó a crecer fueron aquí las reuniones por el espacio, soy la que tengo la casa más grande. Por el tamaño afortunadamente me lo han pedido mucho, y les digo ‘claro’. A la gente le costaba trabajo venir, pero una vez viniendo aquí se la pasaban todo el día… Siempre se hacen aquí la cena de Año Nuevo, la cena de Navidad, los cumpleaños, todo es aquí, les gusta venirse aquí porque soy la que cocino, se les hace más a gusto la casa, la terraza les encanta, aquí se vienen. Me gusta que sea aquí el centro de reunión, sí reniego, pero me gusta (Rosa).

En Valle Real pueden presumir con voz alta del uso y disfrute de sus exitosas terrazas con equipales, de sus jardines que se prestan para invitar a familia y amigos a rituales como bodas, cumpleaños, bautizos… Para estos sectores sus casas son centros neurálgicos de reunión y demostración de un estilo de vida-escenario que es además parte del aporte cultural tapatío. La función de la terraza es importante, pero además lo son las barras de bares y la profusión de televisiones en lugares para invitados y amigos de los hijos jóvenes. Rosa está muy orgullosa porque su casa resulta innovadora, especialmente por la parte pública de socialización y otros detalles. Ella diseñó una terraza que cuenta con una instalación para platos, vasos, hieleras... como para asistir fiestas comerciales: Esto es una barra, todo preparado para la hora que tú quieres tener una fiesta pues conectas sala, conectas esta otra sala, conectas terraza o cierras, puedes abrir o cerrar a gusto. Y lo usas mucho, sobre todo con estas adolescentes que hacen fiestas, tengo equipales, tengo sillas extra, aquí está el refri para la cerveza. Está construido de una manera que nos gustó mucho, mi exmarido era mucho de invitar gente, yo tenía muchas ganas de una terraza.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío David en su mansión también cuenta con una gran terraza donde tiene instalada una mega pantalla plana para disfrutar con familia y amigos de películas y programas de deportes al aire libre. Cuando la convocatoria se dirige a la familia extensa, da pie a pensar que esta práctica matiza ese aspecto individualizante centrado en el modelo de la familia nuclear que tanto publicitan las inmobiliarias. La "familia" mexicana recupera centralidad en el sentido "premoderno" como generadora de redes económicas y de poder (véase Arias, 2004 y Safa y Aceves, 2009). Según Safa y Aceves (2009) las familias mexicanas manejan dos modelos básicos: la "gran familia" mexicana autocontenida, extensa y fuerte, y la de las clases medias de tipo nuclear, más flexible donde la presencia e intervención de "la familia" en la vida cotidiana es más laxa. Se podría pensar que la familia en Guadalajara marcaría las vidas de sus sujetos en el plano económico y político y religioso: algo compartido entre las clases. En los cotos es innegable la predominancia de la familia nuclear pero encontramos que se sigue manifestando la fuerza de la familia extensa con las visitas, incluso con la existencia de cotos familiares, sin ir más lejos el que inauguró esta denominación fue "el coto de Las Verea", que subrayaba este carácter de un terreno compartido entre diferentes familias del mismo tronco. La idea de la gran familia corporativa trigeneracional de origen mediterráneo y extensión latinoamericana demuestra la fuerza cohesionadora de los vínculos parentales y las implicaciones que tiene como base de la sociedad mexicana (Lomnitz y Pérez, 2003). En su reproducción es fundamental el complejo sistema de rituales religiosos y seculares que componen toda una forma de vida: comidas familiares, bodas, bautizos, funerales, como momentos de ostentación, poder, información, refuerzo de pertenencia y lealtades y transmisión de sus visiones del mundo e ideologías. En los cotos, el derroche en la intensidad de esta vida social en la casa propia, pero también en casas club, clubes, gimnasios, cafés… deben entenderse como inversión. Además, en el fuerte sistema familiar mexicano, donde se priorizan las lealtades y el corporativismo de los linajes extensos y los clanes familiares, estos parecen integrarse a los procesos de globalización. Esto se acentúa en Guadalajara, donde puede hablarse "de una ‘sociedad de filiación’ en donde el orden social remite a una configuración filial y gregariamente ordenada, 193

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tanto en el plano discursivo como en el de los arreglos sociales ‘reales’" (Mantilla, 2010: 498). Los profesionistas se constituyen en familias nucleares pero sostienen fuertes vínculos familiares con padres y suegros y otros familiares, se está cerca residencial y emocionalmente. La familia radica en que es un fenómeno interclasista que trasciende el círculo familiar; como sociedad de filiación los vínculos personales y familiares se extienden y cobran importancia en una compleja esfera pública; las formas de interrelación personales, difusas, desideologizadas, trascienden y borran la frontera entre público y privado, permitiendo la persistencia del clientelismo y afectando el mercado de trabajo y las trayectorias profesionales. Y la intensa sociabilidad que expresan las mujeres en sus testimonios confirma cómo la vida de coto facilita dimensiones de esta familiarización de las élites, recreando el linaje ancestral del sentido de "familia". Otro círculo social son las amistades, normalmente regidas por dinámicas sexistas, según se trate de las del hombre cónyuge, la mujer, o hasta los hijos o las compartidas con los vecinos o los compañeros de "labores sociales". Los encuentros grupales con cada cual suelen estar agendados para determinados días a la semana o al mes y se realizan en las viviendas o en la cartografía ad hoc. En ambos casos, familia o amistades, esas convocatorias involucran esa actividad de servicio de la madresposa ligada al mantenimiento de un estatus que se refleja en la vida-escenario de la mansión. Isabel es muy tapatía y socializa con la familia y las amigas de toda la vida: Este año una amiga hizo el desayuno y dijo: ‘no es posible que ya no nos juntemos aunque sea una vez al mes’, y una vez al mes ya está convocado y nos vamos turnando de casa, tengo una amiga que se junta con sus amigas todos los martes y por ejemplo mi mamá tiene cuarenta y cinco años juntándose con sus amigas todos los miércoles.

Y Sandra lo resalta: Ya de mis amigas como que las circunstancias nos fueron medio separando, pero llegan nuevos amigos. Mis compañeras de la universidad, que son cuatro más los esposos, hicimos una relación padrísima, nos acabamos de juntar todavía hace un mes. Generalmente es en mi casa, porque es una casa grande. La primera semana

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío de enero hicimos una comida con los excompañeros de trabajo de mi esposo. Éramos 30.

En los cotos de estilo estándar es más común el uso de la casa club, aunque muchos tratan de hacer su patio-terraza, pero la actitud es la misma. Marisa fue profesora pero lo dejó para casarse; aparte de la cocina, que es su centro de actividad y de "encantar" a familia y satélites, insiste en la importancia de ser hospitalarios y recibir gente: amigos de los hijos, compañeros del padre, familia… En el cuarto de televisión como nos gusta tener mucha gente en la casa, que fuera un cuarto amplio, a gusto. Inclusive me sirve cuando tengo visita, le llamamos la junior suite... Por lo general siempre hay invitados a comer extra, después me hablan los hijos ‘¡Mamá va venir fulano perengano!’, ‘No le hace’. Los viernes o el sábado, antes de que los muchachos se vayan al antro aquí es la sede. Cuando se vienen procuro estarles llevando alimentos, les hago sándwiches, una ensalada... A nosotros nos dicen tíos... Cuando salimos de vacaciones también andamos llevando a amigos. Sienten suya la casa y a mí me gusta… Inclusive para las reuniones familiares, aquí los recibes, las hermanas y todas con casa y mis papás y todo… Mi esposo tiene su grupo de dominó los jueves y se rolan las casas. Les encanta cuando nos toca aquí porque saben que no es comida comprada… Yo tengo mi grupo de amigas muy amigas, nos juntamos a desayunar una vez al mes y tengo otro grupo de amigas; procuramos irnos a restaurancitos, nos gusta mucho por la zona de Chapultepec.

Beatriz asevera que "somos una familia social, convivimos mucho", en su caso cuentan que son de reuniones en casa o en el club. Y Anahí, de Jardines Vallarta: Me gusta mucho que vengan a mi casa, les ofrezco mi casa y afuera pongo un toldo que tengo. Ahora se ha espaciado, una vez al mes a lo mejor. Tengo un grupo que nos juntamos puras mujeres, y él tiene el dominó, lo hacen como en otras casas. Él viajaba mucho, entonces como que no se daba a que las reuniones se hicieran en la casa. Ahora, veo que las procura un poco más, entonces sí hacen reuniones de puros

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad hombres, y yo tengo de mujeres. Generalmente son en la tarde. Él, cuando viene aquí, pues me subo.

TRANSICIONES DE MUJERES O VARIANTES DEL SER MUJER EN LOS COTOS

Vimos cómo el coto y sus formas de vida, sin ser factores definitivos en estas situaciones, facilitan las dinámicas y disposición de tiempos que permiten hablar de "mujeres gestoras del hogar" y de una maternidad y cotidianidad "agendada" o "planificada", porque ofrece unas condiciones de seguridad y protección hacia los hijos por vecinos, sirvientes, guardias y muros. Lo que se suma a unos tiempos en que la crianza se produce de una forma más rápida, esto, al estar insertas en la condición hedonista-individualista de nuestra contemporaneidad, concede más libertad a las mujeres para tomarse más tiempo propio. La idea de la madresposa tradicional sigue siendo el comportamiento normado y hegemónico, pero las mujeres se debaten en el sumarse al mundo laboral, la vida "ociosa" y otras tantas dedicaciones centrífugas al hogar, que suponen opciones al proyecto madresposiano. El cúmulo de actividades que las tientan las realizan unas y otras según las posibilidades económicas y culturales de estos sectores. Prácticamente no hay ninguna mujer que no haya hecho algún esfuerzo por "cultivarse" en algo. Las hay que ponen el énfasis en la autoformación con talleres o con hobbies como pintar o escribir. Algunas continúan en estudios universitarios o posgrados por el gusto de terminar lo que iniciaron en algún momento de sus vidas y dejaron al casarse o al dedicarse a la maternidad. Son actividades "por sí mismas" y decisiones ligadas a una autonomía controlada que remiten a mujeres multifuncionales. El coto de sectores de clase media alta y alta es un espacio de encuentros entre diferentes formas de ser y actuar como mujer. En este apartado dedicado a la heterogeneidad de ocupaciones de estas mujeres voy a iniciar con ciertas concordancias entre las formas de asumir el trabajo, el empleo, los ingresos y el mundo laboral en general y el espacio habitacional al que han optado, es decir, según residan en cotos catrines, campestres o estándar 196

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío o prototípicos. Luego revisaré otro tipo de ser mujer que las entrevistadas identifican como diferente a ellas: las mujeres ociosas. La eterna tensión entre maternidad y trabajo: tendencias en los cotos Revisando los diferentes casos y situaciones de las mujeres entrevistadas se produce una asociación entre las formas en que ellas realizan o no actividades laborales y el tipo de coto que habitan. Esto no es definitivo, son tendencias o indicadores, de hecho se dan unos y otros casos en todos los modelos de fraccionamientos, pero justifican el análisis realizado al aterrizar en espacios concretos las experiencias socioculturales de las mujeres. Como veremos, son pocos los casos en que la mujer ha mantenido su carrera profesional al exterior del hogar y la ha desarrollado junto a su matrimonio y su maternidad. Lo común es que las mujeres retomen el trabajar o buscan estar ocupadas y activas después del ciclo familiar de crianza, sin romper con los compromisos prioritarios del hogar. En cualquier caso, el empleo y la búsqueda de ingresos formales en estas mujeres marca diferencias significativas con las formas de vida e ideologías de la madresposa convencional intradoméstica. Habría que diferenciar dos o más experiencias laborales: la más profesionalizada y de tiempo completo; y otras que registran ingresos de "complemento", que crean menos tensiones en la combinación con ser ama de casa, matizando su participación laboral. Muchas de las segundas trabajan a tiempo parcial; otras lo hacen de forma más coyuntural, empujadas por "baches" en la economía doméstica cuando se destantea el hombre proveedor. Hay más variantes, pero son actividades que, como veremos, tienden a desarrollarse desde el mismo hogar o en un entorno de afinidad social. Tere, de un coto estándar, sería un buen ejemplo de síntesis y acomodación de lo que ha supuesto su opción por el empleo y las tensiones que le ha creado: Yo soy economista y trabajé en gerencia empresarial por dos años y en una corporación de informática por siete hasta que Paula nació. Por quince años pasé sin trabajar siendo mamá, y ya después, con mi tercer hijo fue una transición. Vuelvo [a trabajar] porque cuando se independiza mi esposo, regresé a ayudarle y estoy

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad aquí [en una oficina comercial] hace como tres años. Fue necesario para encarrilarnos de nuevo. Y me costó trabajo dejar y me costó trabajo regresar. Me encanta lo que hago, disfruté enorme ser mamá, sigo siendo mamá, tengo una buena relación con los chavos y ahí están. Pero ellos van a crecer y si no tengo una actividad por mí misma no voy a dejarlos irse, porque cuando te vuelves sólo mamá tu vida está solo enfocada a ser mamá. Tengo conflictos muy a menudo. El conflicto es que antes toda la tarde era para ellos y toda mi vida era para ellos y ahora ya no, es un trabajo al que puedo dedicarme todo el tiempo si yo deseara, pero me tengo que frenar porque mi prioridad es mi familia.26

Equipos matrimoniales Como se vaticinó para el sistema burgués y capitalista, y como vimos que se quiso potenciar en la posrevolución de México (Cano y otros, 2009), el ideal es la conformación de un matrimonio como una plataforma si el cónyuge proveedor y responsable coadyuva en la aspiración de bienestar y familia perfecta en el hábitat perfecto para una vida de estatus y privilegio. Esto es fomentado por la publicidad de los cotos y es el discurso generalizado en las mujeres de los condominios catrines donde algunas mujeres trabajan con sus esposos como parte "de un equipo" marital-laboral que deviene en una palanca para el ascenso social. En estos espacios no todos responden a esta situación, ni mucho menos, pero quisieran que fuera así, cuando no lo es muchas mujeres lo viven con frustración y como fracaso. Para ilustrar esto voy a exponer algunas experiencias encontradas de mujeres de diferentes extracciones sociales pero aspiraciones semejantes que desarrollan un discurso que no necesariamente se practica en la realidad; me centraré además en el manejo educativo, de su maternidad y la concepción y práctica de familia moderna "a la retro".

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Esta fuerte tensión es reconocida y tratada como problema por instancias católicas. En la conferencia "El reto de la conciliación: familia-trabajo", la maestra María Elizabeth Simental, egresada de la licenciatura en Ciencias de la Familia, señala que es "uno de los principales problemas que hoy en día está haciendo estragos dentro del núcleo familiar", al no atenderse correctamente cada una de estas áreas, "desgastando progresivamente la relación con la pareja o con los hijos" (véase http:// www.isef.edu.mx/).

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío 1.- Sandra, una mujer de cincuenta y muchos años, y Pedro, su cónyuge, son un equipo matrimonial funcional y pragmático. Ambos han puesto proa hacia su inserción en un mundo social ajeno, infiltrándose en las redes sociales propicias, algo que ya implementaba su madre que, viuda a los 23 años y con tres hijos: "nos tenía en buenos colegios becados, para que tuviéramos deseos de superación". Ambos se coordinan en el trabajo y en la casa. Él es el arquitecto, estudió becado en el ITESO. Ella, ya con hijos, hizo administración de empresa en la UNIVA (Universidad del Valle de Atemajac), del clero. Sus hijos han estudiado en los mejores colegios. Esta mujer sabe posicionarse del espacio y mimetizarse a través de las posturas, la ropa, el movimiento y aparece deportiva, despreocupada, fresca, lista. El club como ámbito de ascenso social u oportunidades es clave para ellos. La verdad es que estuvimos 14 años en un club privado. Llevaba a mis hijos a clase de fútbol, a natación, a todo en las tardes y cuando se independizó mi esposo, dijo, ‘¿y qué voy a hacer?’. Yo le propuse, ‘¿Por qué no nos vamos al club, desayunamos, y empiezas a relacionarte con la gente…?’. Una estrategia para el trabajo. Y así fue cuando le empezó a caer trabajo. Fue en el año 86.

Tiene una extraordinaria capacidad de adaptación: Nunca sabes. Lo vimos en la devaluación de 94. Ahí en el club mucha gente tronó. Hemos tenido altas y bajas, sí, vienes de abajo pero con la educación de que te juntas con gente bien para que tengas deseos de superación. Mi esposo dice, ‘la vida es como el béisbol, tienes que cachar la pelota donde te la manden’.

Sandra es la mujer que decía lo de "ando en friega, pero valiendo" o la de "me hice ordenada para alcanzar a hacer todo lo que tenía que hacer". No tiene servicio y además de realizar todas las labores domésticas, se ocupa de trabajar en la casa como secretaria, de hacer deporte sistemáticamente, de llevar un círculo cultural, el coro y el catecismo en una parroquia, y todavía "antes de dormirme agarro mi libro. Siempre tenemos un libro".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Otra de sus actividades es escribir: "la idea empezó en el 97, cuando me metí a la escuela quise hacer una novela sobre la vida de mi mamá, pero en el trayecto se me atravesó la poesía. Me fui por ahí, y tomé todas las materias, me dieron mi diploma de escritora, narrativa, redacción, psicología del personaje". Su esposo "no es un hombre común, iba adelante en la época. Me ayudaba mucho con los niños, era de cambiarlos, bañarlos, jugar con ellos… para él era muy importante ir a comer todos los días porque decía que era donde podía platicar cómo les fue, qué hicieron". Él tampoco comparte los sexualizados espacios de socialización propios de los matrimonios tapatíos en sus reuniones. Como para toda mujer, se produjo tensión entre el trabajar y ser madre. Parece que lo digo muy fácil, pero también me costó…, sobre todo cuando salí de trabajar para quedarme en casa, cuando nació mi hijo. En ese brinco yo seguía acelerada y quería hacer muchas cosas, y el que la llevó emocionalmente fue mi primer hijo. No me siento culpable. A mí me costó [aprender a ser madre], y aterricé cuando mi niño el grande tenía como tres y seis años, y no aterricé del todo. En cuanto entraron al kínder, ya estaba en la mañana trabajando. Creo que es forma de ser, y es carácter.

Sandra es una muy buena expresión de lo que vamos a ver en las otras mujeres, es la esencia del madresposismo reactualizada y del "matrimonio como una mata" y en la búsqueda de la superación o de cómo se debe cachar la pelota en un juego de béisbol. Un discurso-práctica entre conservador, conciliador y atrevido. 2.- Elena es de una procedencia social elitista. Estudió Arquitectura en la Universidad Autónoma; su esposo es un empresario que se ha introducido con ella en la inversión, construcción y venta de casas. Ella se encarga de los diseños y él de dirigir las obras. De manera que lo del equipo se concibe en el ámbito laboral, pero ella fortalece su posición de madresposa al trabajar desde el hogar y no abandonar su rol de educadora de los hijos y reproductora de la vida familiar. Son una familia equipo unida y segura de sí misma. Todos acuden a misa y los hijos han estudiado en escuelas como el Cervantes o el Instituto 200

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Tepeyac, y ahora en el ITESO. Ella se ocupa más de seguir a su hija con la que se ha involucrado en la labor social de una casa hogar. Y él guía al hijo universitario y lo introduce en sus negocios y oficina. La vida cotidiana de Elena y su familia está enfocada en el disfrute en familia, acomodando a esta idea el mundo laboral y el de los estudios de los hijos. La familia motiva los esfuerzos de juntarse a almorzar o de disfrutar la casa que está diseñada para una convivencia íntima, gracias a unos recursos económicos y el acceso a la tecnología. Disponen de servicio: una mujer y un varón jóvenes. Otra faceta importante de Elena es cómo se ha ocupado de sí misma y su formación propia, más ahora que ya pasó su fase de "madre chofer". Ya vimos que tenía su propio estudio en la casa, donde se dedica a diseños de arquitectura. Pero también recibe "clases de pintura, es como una terapia, pintar me relaja, me motiva, aprovecho el tiempo que tengo en dedicarle a eso, a leer, a hacer lo que no hacía". Y siempre acomodado con ese ocuparse de la pareja "mi esposo a veces se queda cuando viene a comer, nos vamos al cine o a veces me voy a la oficina con él. La verdad como que lo disfruto porque cuando están los niños chicos como que no tienes tiempo de nada, como dijera un amigo ‘hay que saber estar, estar al ver despertar’". Elena mantiene el papel de mujer gestora y de encargada de las compras, con capacidad de salir de shopping a Estados Unidos –ella decide la decoración de la casa–. En su caso "Yo sí [frecuento las plazas], entre semana en las mañanas, pero así de salir en familia a las plazas, no". Como ella plantea es poco lo que ocupa del centro de la ciudad, por eso no llega allí y vive su mundo en el poniente zapopano. Sin embargo, en ocasiones, la gula mexicana lleva a la familia a acercarse a las fronteras, "en la noche que vamos a los taquitos [en Chapultepec], buenísimos, no hemos conocido mejores". 3.- Lupe es más joven, de hijos aun pequeños incorpora casi todas las facetas que estoy viendo. Conoció a su esposo en el coto donde vivieron de jóvenes y se constituyeron como compañeros de equipo. Ella cumple todas las actividades: labor social en una fundación de apoyo a niños discapacitados; deporte; venta de delicatessen que ella almacena y prepara; estudios de teología en marcha; ama de casa: tiene doméstica de entrada por salida pero de confianza; es "ges201

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tora": maneja Blackberry para el negocio, su computadora con su correo, otro celular personal, va a poner página web, tiene su furgoneta para el negocio… Desde siempre se dedicó al voluntariado en la fundación, y "Tenía un programa de radio, se enfermó mi hija y dejé de trabajar hasta que mi hijo ya tuvo tres años. O sea, fueron como cinco años en el que estuvo un hijo enfermo y el otro y el otro y el otro…". Ahora busca trabajar y ganar ingresos porque el negocio del cónyuge no es seguro, hablaba con su esposo: "’pues un ingreso que no tenemos que exprimir tanto acá’, por si pasa algo. Ahorita, como están las cosas no sabemos cómo vaya a estar lo del negocio… Me metí a trabajar tomando fotos, fotos para bodas, fotos para primeras comuniones". Y recientemente tomó un negocio "Es deli a domicilio: quesos, jamones, panela. Está en el sótano. Es un cuarto, tengo refrigeradores, tengo rebanadora, tengo todo, tengo las patas de jamón serrano, y me voy a Abastos a comprar los quesos, hasta la Normal a comprar yogurt, a Tabachines por las cremas, ahí me la paso". El esposo la apoya, "respinga por estar haciendo tanto trabajo. [Pero] le digo ‘oye, tengo que entregar una charola a las 5 de la tarde’, ‘ah, no te preocupes, yo llevo a los niños’". Refiriéndose a los negocios vimos que contaba con un Blackberry para el negocio… "Hoy, más con Nextel, que no cuesta tanto, y las señoras me pueden hablar y es como un número local. Y ya estoy trabajando en la página de internet"; y con la maternidad tiene las tardes con las actividades de los niños "muy dirigidas", incluso "pago, como un club de tarea, soy negada para las tareas con mis hijos, no se pelean ellos conmigo ni yo con ellos y salen con la tarea hecha". Otra actividad muy significativa en su vida es el deporte: Yo corro todos los días. Hasta hace un año estaba preparándome para triatlones y todo, pero me caí y me rompí el hombro. Me encanta el deporte, lo he hecho desde chiquita. Sí, de entrenar duro. Ahora voy al Metropolitano, y tenemos ahí a un equipo, hay un chavo que nos entrena para los maratones… Me levanto muy temprano. Y mi esposo me ayuda muchísimo, yo no podría hacer todo lo que hago. Él lleva a los niños a la escuela, y mientras va a dejar a los niños, yo voy a correr. A las 7:15 me voy al Metropolitano, corro una hora y media. Y ya de ahí, alisto los pedidos y ya cuando [el ayudante] se va a repartir es cuando me vengo a bañar y a alistar y todo para recoger a los niños.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Y siempre la práctica religiosa "somos católicos y todo pero somos de otra corriente un poquito más renovada… Es un tipo de catequesis que es por experiencia más que por aprendizaje". 4.- Juana y su esposo empresario pertenecen a familias clásicas de Guadalajara. Actualmente viven en un exclusivo y apartado fraccionamiento campestre. Como todas, Juana se caracteriza por el énfasis en mantener una "tradicional" vida familiar y por desarrollar una vida cotidiana de intensa actividad. Esa es la contradicción, estás en un lugar muy tranquilo, muy bonito, muy silencio y todo, pero no puedes disfrutarlo tanto porque nada más llegas en la noche. Bueno, nosotros sí comemos todos los días en la casa. Yo he peleado mucho por el espacio de comer todos juntos.

Esta mujer decidió entrar a trabajar cuando pudo combinarlo con sus actividades maternas, como vimos cuando contaba la intensidad del transcurso de los días y cómo el espacio del carro se convierte en "la casa móvil". Los tiempos debe delimitarlos y, siempre, la prioridad son los hijos: Un tiempo viví como en conflicto con eso porque como no acababa los pendientes en el trabajo, me traía cosas a la casa y entonces ni las podía hacer porque acaba con los hijos y que esto y que lo otro y que la tarea y que la clase, llegaba la noche y me faltaba todavía hacer el trabajo y yo ya estaba cansada. Cuando trabajaba en el instituto decía ‘me voy a ir una tarde a la oficina’, y dejaba a los hijos en la casa. Toda la tarde me hablaban ‘mamá me falta una cosa de la tarea, mamá no entiendo esto, mamá, me falta una cartita’, dije ‘¿sabes qué?, nada’. Salgo del trabajo y me voy a mi otro trabajo, a mis hijos. Como le decía a una amiga mía, ¿te parece poca cosa criar hijos sanos, con sus actividades, con sus amistades, o sea, todo lo que implica administrar el tiempo de los hijos en la tarde? Tiempo completo: y en qué clase van a estar, a qué horas van a hacer la tarea, con qué amiguitos se van a juntar, qué actividad van a hacer, el tiempo libre en qué lo van a usar, pues todo eso tienes que estar administrándolo. Y luego por la tarde hago [también] los pendientes de la casa, las compras, las reparaciones, los doctores.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Además, Juana es una mujer atlética que se cuida y que disfruta el deporte del tenis, algo que realiza con intensidad y sistematicidad, y que sostiene una intensa socialidad hacia su numerosa familia y círculo de amistades. Estas mujeres que conforman "equipos matrimoniales" son sumamente activas en diferentes frentes, son multifuncionales. Todas son buenas madres de unos pocos hijos: su crianza es lo primero y por ella dejarían –y dejaron– otras posibles ocupaciones laborales o personales; todas se han introducido crecientemente en la mercantilización de la vida íntima, cuentan con servicio doméstico y sus hijos son destinatarios además de otros servicios especiales hacia ellos en términos educativos, deportivos o de salud. Con el tiempo todas se involucran en el ámbito laboral y en el obtener recursos, pero normalmente desde el hogar. Hay un punto muy interesante entre las entrevistadas que nos indica cómo la construcción y el sector inmobiliario en diferentes formas ha sido una base de recursos para quienes acceden o ganan su espacio en cotos de prestigio. Muchas retoman estudios u hobbies y la gran mayoría hacen deporte en instalaciones deportivas privadas como son los clubs; se puede decir que se dedican a sí mismas en un sentido hedonista. Manejan sus camionetas, socializan con sus amigas y familia y conservan una dedicación especial a sus creencias religiosas y a actividades de labor social asociadas. Mientras sus contrapartes masculinas, sobre las que sabemos a través de ellas, parecen comportarse también como buenos esposos, dedicados a su trabajo pero sin descuidar su hogar y su familia, con la que gustan llegar a almorzar si pueden, son hacendosos y se dedican al jardín, la barbacoa y al shopping en Home Deppot; todas, aunque sea de discurso, entienden que entre ambos es como logran hacer sustentable su situación de privilegio y exclusividad. El esposo de Ana, jubilados ambos, nos muestra su cotidianidad como un matrimonio bien avenido: Nos ayudamos a preparar pastelitos o algo…porque también estoy retirado y nos ponemos en la cocina. Disfrutamos. Pues digo ‘tú haces una ensalada’ o ‘si hago la ensalada, tú ve haciendo esto’. Los dos disfrutamos de la convivencia. Si le pregunto, ‘oye ¿qué le pongo más?’, ‘pues no sé, ponle aquello’, y ya lo hacemos entre los dos. Si hay diferencias nos vamos a la sala y lo hablamos.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Fernando Calonge, trabajando la fuerza de la experiencia del espacio en la construcción de identidades y de los géneros en estos fraccionamientos cerrados, coincide en esta presencia de varones colaboradores más insertados en la domesticidad (2012: 97), y apoyando las actividades de las mujeres haciéndose cargo de los hijos y hasta de la cocina y el ordenar la casa en los fines de semana. Vemos un modelo de matrimonio como equipo complementado donde desde el indiscutible núcleo de "la familia", ahora se produce con una mujer que combina y concilia diferentes facetas: trabajadora intramuros, imagen y apariencia sugestiva, y una maternidad/paternidad planificada que hiperprotege a los hijos: "aunque sea Valle Real, yo no voy a dejar que mis hijos se vayan solitos andando en bici. Creo que lo han hecho una o dos veces a casa de mi hermana, que no está muy lejos, y le digo ‘¿ya llegó? Por favor dime que ya llegó’" (mujer residente en Valle Real). En resumen, vemos que se trata de equipos relativos y un sexismo poco cuestionado, normalmente el papel del hombre en el espacio público y en una oficina le otorga una mayor autoridad y una menor presencia en un papel equitativo en lo doméstico, donde la mujer va a sostener su propia "oficina" y su propio papel como madresposa.27 Otras mujeres lo hacen de forma más individualizada, o al menos sus esposos no aparecen como coprotagonistas.28 No se trata de una transición hacia un "matrimonio de compañía" porque no se plantean igualdad de sexos, se manejan en la complicidad con el dividendo patriarcal (incluso pueden tomar papeles masculinos pero sin eclipsar el protagonismo del hombre, sus ganancias son ayudas o complementos, no se vanaglorian de presencias públicas) (Connell y Messerschmidt, 2005). No se puede plantear que las desigualdades y las jerarquías se borren, más bien se matizan. Y, en términos de la lucha de mujeres, vemos que es difícil entenderlas desde las lógicas feministas de 27

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Patricia Arias recoge este punto como característico de la cultura empresarial familiar patriarcal en Jalisco (2004). El que ahora sean mujeres que trabajan o que se ocupan nos hace pensar en la precariedad de estas clases medias altas y altas que requieren de más de un salario para sostener su nivel de vida y relativizar la idea de que espacios como los cotos son exclusivos de "las clases ganadoras" de la globalización. Esto habría que investigarlo más.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad liberación de relaciones patriarcales, sino de reconstrucciones desde la estructura básica del mandato de género y del papel de la madresposa, ahora también trabajadora. En Guadalajara encontramos un sexismo acendrado, los matrimonios de equipo son de soporte al varón proveedor ¿se podría hablar de mujeres prótesis? Maristella Svampa observa en los condominios cerrados y countries de Buenos Aires una "mujer postradicional", con unos patrones coincidentes con las mujeres presentadas que entiende como una versión actualizada del modelo tradicional-moderno (2008: 159). Ella encuentra que ambos miembros de la pareja son trabajadores y suelen contar con dos carros. El rango de las actividades de las mujeres es muy heterogéneo y afirma que "el nuevo modelo apunta a conciliar los dos roles, el de madre y el de proveedora (secundaria), dentro de un nuevo estilo de vida en el cual el núcleo central continúa siendo la familia. Este nuevo modelo, pese a su carácter incipiente, es el de la mujer trabajadora intramuros. A diferencia del modelo de la mujer trabajadora ‘a tiempo completo’… aparece como una versión moderna (o actualizada) del modelo tradicional" (Svampa, 2008: 159). Mujeres no convencionales A continuación hago un repaso de mujeres que resultan más transgresoras, que tienden a pertenecer a la élite. Muchas se insertan en los fraccionamientos campestres de corte más liberal. Entre ellas es más común, frente a los equipos matrimoniales, dar con los pocos casos que he encontrado de mujeres separadas o divorciadas y, menos aún, con madres solteras. 1.- El de Rosa es una "ruptura" excepcional y rompe las reglas de madresposa como mujer separada, trabajadora y con criterio propio: En el momento en que me divorcio me quedo aquí sola con mis dos hijas. Él sigue con el despacho, yo me dediqué a dar clases porque te permite ser mamá, y la contaduría no, es una profesión muy buena, gracias al Secretario de Hacienda siempre hay trabajo para un contador, pero se carga mucho la mano, los horarios y demás.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío El año de la entrevista tenía un horario muy denso como maestra: Mira, ha sido muy difícil, a mí siempre me ha gustado estudiar y de pronto me meto a un curso de cocina, cosas así. Me encantaría estudiar para chef, elevar mi nivel. Fotografía es por el querer tener recuerdos de vida ‘mira qué bonita quedó esta foto’, es poder tener una satisfacción de sacar una buena foto y llevar mis recuerdos con gusto. El club del libro ahorita es mi única distracción al mes.

Rosa sostiene visiones propias y críticas respecto a la posición subordinada de las madresposas: Cuando estuve de ama de casa, mi ex marido me dejaba una lista de cosas y creo que trabajaba más de lo que trabajo. [Me decían] ‘Ahorita que no tienes nada que hacer vas al banco y le dejas a fulanito tal cosa y vas y le recoges a tal cliente tal cosa, al cabo nomás vas y recoges’. Pues sí, nomás voy y recojo, pero ya me tumbaste dos horas y eso no se valora como trabajo. Y se está recibiendo un dinero por un servicio que se le está dando a un cliente, eso cómo lo contabilizas, cómo lo pones en plata". [Y reflexiona sobre el mundo cercano y el trabajo de las mujeres]: "Yo tengo mis tías muy encopetadas, muy acá, muy señoras, ya todas grandes. Te puedo decir que fueron amas de casa y todas andaban haciendo cosas de los maridos. Nosotras salimos más contestatarias, queremos más reconocimiento, incluso un ama de casa quiere reconocimiento, ve los comerciales, ya es otra ama de casa, ya se le da otro valor. Ya no es la ama de casa que siempre está esperando a la familia con una sonrisa en la boca. Me estoy acordando a lo que se dedicaban mucho las señoras antes, vender joyería. Una señora que conocí se ponía joyas y ‘es que estoy vendiendo’. Son estrategias bien especiales. Tengo una amiga que tiene sus hijos de la edad de mis hijas y cuando íbamos a las fiestecitas, vendía de las etiquetitas para los regalos, ponía su catálogo en la mesa y llegaban a curiosear. Y no había fiesta que no se fuera con pedidos. Nunca faltaba a una fiesta.

2.- Alicia es otra mujer no convencional, separada y vuelta a casar, cada uno aportó sus hijos y nietos pero ya no tienen obligaciones con ellos. Es una mujer profesional, médica, y procedente de las élites tapatías. Alicia abomina de los cotos por verlos nacos, pero habita dentro de un bunker de aparta207

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad mentos muy exclusivos. Desde su elitismo, defiende con seguridad su autonomía: "Yo quiero tiempo libre para mí. Cada vez quiero más tiempo para mí. O a mis nietos o a mis hijos". Al mismo tiempo "Me encanta trabajar. El tiempo libre para mí implica eso, me encanta lo que hago". 3.- Ángela es madre soltera madura y trabajadora. Vive con sus padres ancianos y hermanas solteras en un campestre, entre otras cosas se ocupa de lo que fue el negocio paterno de distribución de alimentos: en mi cuarto, porque ahí tengo el despacho y ahí tengo que organizar papeles y además tengo la computadora, ahí es trabajo. Que lo goce, pues yo creo que gozo fuera. También tenemos un cuartito pequeñito de herramientas, y ahí a veces hago cosas de carpintería que me gusta, que me hago bolas y que hago cuatro veces las cosas, pero bueno… Lo que pasa es que este trabajo es cuestión de organizarse y avocarse. Es administración y densa, y cobro. Ya casi tengo oficina en el coche, yo llevo muchas cosas así, con mi música, con mi mala leche, con el tráfico de repente, pero sí, lo que pasa es que con este trabajo como no tienes un horario fijo muchas veces me puedo tomar una mañana completa y en la noche llego y hago todo. También vendo montajes de stands para exposiciones, haces planos y tal. Todo lo hago a la hora que se me dé la gana.

4.-Lilia es residente en Rancho Contento, tiene dos hijos ya independientes que no fueron obstáculo para su necesidad de salir del espacio doméstico, Cuando llegué no trabajé, venimos buscando la tranquilidad y el silencio pero fue demasiado ¿no? entonces empecé a trabajar. Puse una tienda de regalos de navidad que yo hacía y que era lo que tenía en México... Me fue bastante bien, estuve unos siete años… ya después como que me aburrí y se acabó esa etapa y me vine acá a la casa, pero no me gusta la casa sin hacer nada. Me metí a estudiar la prepa que no había estudiado y luego estudié filosofía en el ITESO. Hace cuatro años terminé eso y ahorita estoy metida en muchas cosas.

Lilia no es creyente:

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío A mí me llama mucho la atención porque convivo con mujeres que son educadas, que tienen carrera y todas estas cosas, y sin embargo están sujetas [al esposo]… Pero es muy difícil creer que la ambición de todas las mujeres es estar en la casa, yo no creo que sea eso. De hecho muchas mujeres cuando se llegan a divorciar salen, empiezan a trabajar fuera en la calle, ¡claro! Aquí está el caso de esta vecina, él hace negocios grandiosos que nunca pegan, y ella es la que trabaja y la que todo, también otro que le dio depresión profunda, entonces ella trabaja… Yo le achaco muchísimo la situación de la mujer a la religión católica ¡Totalmente! Empecé a pensar esto cuando estaba como en la secundaria, fue cuando empecé a dejar de creer, porque yo era muy católica… te das cuenta que nada más vas a llegar hasta allí, nunca te van a ordenar sacerdote, ¿por qué no?... empiezas a ver esta cuestión religiosa que es sobajar a las mujeres y que el lugar de las mujeres es en su casa… Entonces siguen las mujeres manteniendo esta sumisión femenina…. Aquí son mochos a conveniencia ¿no? Mi marido está educado tradicionalmente, su papá es la autoridad y todavía se le habla de usted y la mujer desde su casa y todas estas ondas. Se casó conmigo muy enamorado ¡eso sí!, pero yo soy una mujer no tradicional, siempre estoy cambiando, siempre estoy haciendo cosas, siempre estoy innovando y a él le cuesta trabajo ‘¿cómo para qué quieres hacer eso?’, ‘¡quiero aprender este programa de computación!’, ‘pero ¿para qué?’, ‘¡pues nomás para aprender!’.

5.- Mara es una profesional, el mundo del ganado me ha abierto muchísimos campos porque tienes contactos con la gente, los criadores, la compra-venta, todo el lado socio-económico de los animales… Mi estudio en la universidad es porque puedo ir con los ganaderos en el campo, gente muy parca, que no abren sus puertas, pero ‘ah, tú sabes montar a caballo, eres de nosotros’, un ternero enfermo ‘ah, mira tiene cólico, vamos haciendo esto y el otro para salvar el ternero. Entonces me tomaron como gente como ellos, ‘ah tú entiendes nuestro mundo, no eres como esas gentes que vienen y no saben ni la cola ni nariz de caballo o de la vaca’, y tuve que ponerme a ordeñar vacas y todo…

Con ellas vemos una opción más clara y menos conflictuada con el trabajo, también unas relaciones de pareja más alivianadas, unos niveles edu209

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad cativos altos y unas opiniones religiosas y políticas menos conservadoras. Con todo, observamos también otros puntos comunes que quizá no se reflejan tanto en estos extractos como las preocupaciones por estatus y distinciones que al fin las permite vivir en el privilegio sin cuestionarlo. Este perfil de mujeres puede compararse con los resultados de la investigación de Patricia Safa (2012) respecto a mujeres de clases medias también tapatías entre 28 y 39 años. Éstas son más jóvenes que siguen orientándose con modelos tradicionales de género y familia, aunque sí son "mujeres en conflicto", que modifican estos ejes y, se podría decir, que lo hacen con más fuerza. Responden a procesos de individuación y valoración de su autonomía. Su independencia se basa en los estudios universitarios y en el trabajo; son creyentes aunque no practican; viven con tensión y culpa la combinación entre maternidad y trabajo porque valoran positivamente su ser y su rol como mujeres amas de casa, pero no encuentran transformaciones equitativas de parte de los hombres (todas cuentan con servicio doméstico). En términos de relaciones de género y de sexualidad son muy claras en sus diferencias respecto a sus progenitoras: separan sin complejos sexo y procreación, no tienen objeciones con la homosexualidad, ni creen necesariamente en el matrimonio. Así enfatizan su autonomía e independencia en el trabajo, en su feminidad y sexualidad, y nos muestran un conjunto de patrones que hacen diferencia con las mujeres "de coto" de clase media alta y alta que hemos mostrado en estas páginas. Quizá en estas últimas aun el modelo normativo católico patriarcal y maternal, que es nuclear, monogámico, heterosexual, se asume conscientemente y de forma más activa como el propio y el que debe mantenerse hegemónico. Sus modificaciones no pasan por la ruptura. Mujeres y "ayudas" Hay mujeres que entienden sus ingresos como "ayudas" complementarias con el ser ama de casa porque con ello se producen menos tensiones frente al varón al matizar su participación laboral; otras lo hacen para manejar su propio gasto; unas más eventuales o coyunturales, por "baches" en la economía doméstica basada en el hombre proveedor, otras lo hacen para asumir los créditos y poder mantener el estatus. El común es que desarrollen estas 210

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío "ayudas" desde el mismo hogar y en un entorno de afinidad social. Con la edad, e iniciándose el proceso de salida de los hijos del hogar o con ciertas crisis económicas que los puestos de los esposos pueden sufrir, retoman ciertos hobbies, manualidades, quehaceres, a los que les pueden sacar una ventaja económica. Estas mujeres se asocian con más fuerza a la opción por los cotos prototípicos aunque, insisto, esto no es óbice para que se produzcan estas circunstancias en otros tipos de fraccionamientos. También como veremos, tienden a desarrollar un catolicismo más activista, involucrándose en labores sociales y/o pastorales.29 1.- Verónica tiene una evolución típica. Conoció a su esposo como estudiantes de ingeniería electrónica e incluso estudiaron un tiempo en el extranjero. Al casarse y empezar con la crianza, Verónica decide: "salirme de trabajar, hablé con mi marido y le dije ‘¿sabes qué? ya no quiero mandar a mi hijo a guardería’. Me dediqué a los hijos pero luego ‘¿qué haces aquí?’ y empecé a tomar talleres de literatura porque siempre me gustó mucho leer, y me dicen ‘¿por qué no escribes?’". Con el tiempo este hobby se convirtió en una dedicación a la escritura, pero no fue suficiente: "Cuando mis hijos ya están más grandes y se metieron a la escuela, me metí a tomar un curso de psicología, entonces hacía la tarea junto con mis hijos y ellos hacían la suya y yo hacía la mía. Me empezó a gustar y terminé psicología social. Ya estudié psicología gestalt, acabando la maestría y tengo mi consultorio". Combina estas actividades con una fuerte presencia en su hogar y un papel de madre protectora. Además, con su esposo dan talleres de terapia para matrimonios como grupos laicos; y corre con un grupo por las avenidas de Valle Real. 2.- Paula es un caso de fuerte actividad. Le gusta la calle, pero como madresposa ha tenido que desarrollar sus inquietudes desde la necesidad de refuerzo del hogar y del esposo.

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Estas mujeres podrían considerarse de espíritu pequeñoburgués en el sentido que buscan pequeñas seguridades materiales, modestas y tangibles, con un ideal familiar de cónyuge e hijos con casa propia y empleo con salario, y de pertenencias institucionales e ideario conservador del status quo y certidumbres.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Yo siento que la generación de mi mamá que ya son señoras grandes, mi mamá nunca trabajó, muy esporádicamente, que vendía enciclopedias y cosas así pero nunca fue así de mucho trabajo. Antes no se usaba que la mujer trabajara tanto, ahorita ya se usa que la mujer trabaje para ayudar a la casa o para ella mantenerse ocupada de gusto".

Entiende el trabajo desde la óptica de priorizar el ser madre y las obligaciones que ello supone, de manera que el obtener otros ingresos lo ve como ayuda o como terapia. En su casa han pasado por diferentes crisis por desempleo del esposo. Así, han puesto papelería o instalado una franquicia de comida. Y siempre Paula ha desarrollado, hasta donde ha podido, su espíritu comerciante en sus escasos tiempos libres de señora de camioneta, más cuando vivió en Valle Real: Mis hijos iban y venían mucho entonces, me echaba de ocho vueltas a fuerzas, de ir y venir todo el tiempo de la lejanía para acá. Era llegar a comer a las tres y media y a las cuatro tenía que regresar el niño al colegio. Y luego mi hijo el grande ocupaba muchas terapias, y luego clases extras de matemáticas, clases extras de todo. Todo el día en el coche, estaba verdaderamente cansada, muy, muy cansada de ir y venir, no podía trabajar. En ese tiempo de Valle Real estuve vendiendo collares. Había mucha clientela que sí me compraban o iban a mí casa y los veían y ‘oye un collar para sabe quién’, pasaban y estaba muy a gusto ahí. Pero cuando te tienes que mover, ya no. He pasado por todo tipo de ventas: pantalones, termos, veladoras, ahora estoy en otro rollo.

3.- Otro caso ilustrativo de mujer que trabaja es el de Ana, que corresponde a procesos de ascenso social. Debe luchar de una forma más compleja entre las ataduras familiares y patriarcales y sociales, entre su gusto por la actividad y el enriquecimiento y su papel de madre. Procede de Los Altos, residió en Tlaquepaque y ha tenido que esforzarse mucho más por trepar implacable en los negocios y en la sociedad; su manejo de la educación y el capital cultural como factor de distinción es limitado. Una carrera que, como vimos, es visible en su vida residencial. Es una trabajadora afanada en la compra venta inmobiliaria para la que se requieren tablas y manejo de otras personas y mujeres semejantes a ella misma. Su presentación personal pasa 212

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío por lo aparatoso y por "tirar de celular" y desarrollar un lenguaje empalagoso que demuestre cercanía, familiaridad, disponibilidad. Con risas falsas y gran entusiasmo se desvive en los: "reinita", "lo dejamos todo por ustedes", "comadrita chula". Supo aprovechar las oportunidades del momento y de los créditos y construcción social de los 80 y 90: "me dediqué a las casas… yo vendo mucho". Su éxito y la seguridad en sí misma lo comunica con contundencia: "Ahorita trabajo cuando quiero y cuando no, no" o "creo que consigo todas las metas que me pongo, siempre las cumplo, y si al ratito quiero otra casa sé que la voy a tener". Aunque no hace mención a posibles presiones digamos "patriarcales", ella tuvo que poner freno y regresar a revisar su rol femenino y maternal. "En el tiempo para completar esta casa trabajaba de lunes a domingo, hasta la hora que fuera porque en ese tiempo [por la forma en que los créditos se otorgaban y se cancelaban]: ‘hoy te compro’, y en ese momento había que cerrar contratos y papeles". Antes recogí sus palabras donde contaba cómo su crisis llega cuando entiende que tenía los "hijos de muchacha, no tenían una mamá, la mamá estaba siempre trabajando igual que el papá". Entonces es ella la que baja el ritmo a su dedicación laboral y se vuelca a los hijos y a apoyar al esposo porque "el papá necesita como más apoyo económico en la casa". Es de las pocas mujeres con cuatro hijos. 4.- Patricia es de Saltillo, llegó siguiendo a su marido que estaba destinado aquí por el banco. Tienen dos hijas y un varón. Ella encaja en un modelo más convencional de "ayuda" al esposo en momentos de crisis de empleo masculino. Lo mismo que a tantas mujeres, le causa confusión considerarlo trabajo: "Yo no trabajo, fíjate que trabajo, digo, vendo eventualmente cosas. Soy distribuidora de una empresa que es ropa térmica. Ahora que me cambié aquí me dicen ‘como que ya no te vemos, ya no trabajas tanto’". Describe cómo se dieron reacomodos en el banco del esposo y la situación se precarizó y se precisó la "ayuda": "Mi marido anduvo que tenía que ajustar. Se vinieron unos amigos de Saltillo a vivir, y ella fue la que me invitó a mover ese tipo de catálogo, ‘inscríbete y vas a ver que de a perdida para tus chicles sacas y así ayudas’". Son de las familias que se esfuerzan por juntarse lo más que pueden en el hogar. Su esposo es perfecto como hombre domestizado: 213

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Mi marido es mucho de hacer cosas cuando está en la casa, le gusta hacer el jardín, tiene su máquina, y es muy de andar haciendo arreglitos y le va a pintar para que no se vea, siempre está cuidando qué se está cayendo para hacerlo. Si llega temprano se pone su short y va a podar el pasto. Disfruta mucho sacar su asador. Aquí tiene su asadorcito y hace su carne cada semana. Los norteños somos de carne. Los hombres se encargan más, una hace que la salsita que los frijolitos o la botanita, pero ahí él ya.

5.- Con Mari las formas de emplearse responden a una necesidad de terapia. Ella no trabaja por ingresos: Tengo 12 años trabajando en procesos de duelo, estoy en un grupo de papás de duelo que nos juntamos y acompañamiento individual a personas que se les murió un hermano… qué se yo. Y lo complemento con la danzaterapia, ya hice mi espacio para eso. La sala de danzaterapia la he hecho independiente remodelando la casa. La hice para diez personas máximo por las reglamentaciones, no se permite poner un espacio público. No lo voy a abrir como negocio al público, nada más gente conocida… Y siempre he hecho labor social, iba al Hospicio Cabañas o para niñas ciegas, siempre me ha gustado… He estudiado varios diplomados del ITESO, de desarrollo humano, psicología transpersonal. La carrera la estudié de grande, hace cinco años que terminé psicología, pero tuve primero que estudiar la prepa y abierta y luego la carrera.

6.-Marisa fue profesora pero lo dejó para casarse y su discurso es de reivindicación de madresposa y de servicio a los demás: No trabajo fuera de casa, soy profesora normalista y tengo especialidad en educación personalizada, si trabajara como muchas amigas lo hacen, que todas las mañanas están fuera de casa, sería imposible, ¿no? Y mi cocina ¡me encanta la cocina! Inclusive tengo en mente meterme a estudiar una licenciatura en chef. Aquí en la casa cuido mucho lo que es el valor nutricional, tenemos en la familia antecedentes de diabetes y por eso como que ponerle más énfasis a lo que comes.

Como muestran estos ejemplos se trata de mujeres más atenidas a las normas y convenciones y a la asunción de un hombre que ejerce y en el que delegan la jefatura del hogar. Para sintetizar este grupo sirva esta descripción 214

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío sobre ese corte de mujeres más tradicionales en su reproducción hacia las hijas, hecha de manera humorística, a la vez que cariñosa, por una exvecina de coto prototípico: Mi hija sigue teniendo a sus amigas de la infancia, las ama y las adora. Nosotros decimos ‘vas a ir con las señoras’. Ella les nombra las señoras porque son señoras. Van a la universidad, terminan la universidad, una es contadora, otra es maestra de niños de kínder; pero tienen gustos como más formales, obviamente la bici ni por equivocación, o sea puro carro y carro bueno, ‘por qué vas a traer ese carro o sea, hay que ir por más, tener más’.

Religión y "mieditos" Las mujeres jaliscienses han podido salir a la arena pública en buena parte gracias al rol que la Iglesia les otorga como intermediarias culturales hacia los desfavorecidos. Dentro del status quo funcionalista de la sociedad jerárquica colonial, para que la misma se mantenga, sus cabezas, bien las mujeres como servidoras –no como empleadas– y/o los hombres como mecenas, con la Iglesia como árbitro, tienen aplaudido ese papel que les otorga prestigio social. Desarrollan trabajo social, caridad, acciones cristianas en los campos de nutrición, educación, salud y otras actividades relacionadas con la civilización, humanización e integración de los desheredados. Esta línea de actividades se mantiene muy activa a pesar del desprestigio de la institución eclesiástica, con el caso Marcial Maciel y las extensiones de sus transgresiones, especialmente la pederastia, delito que también ha alcanzado a otras altas jerarquías mundiales.30 La participación en obras sociales, catequesis, charlas matrimoniales, retiros espirituales, están a la orden del día entre las familias entrevistadas, sean de un espacio o de otro, pero más entre esas mujeres residentes en los cotos prototípicos. Es muy común testimonios como el siguiente: 30

"Luego me metí a dar clases de catecismo del Buen Pastor y me hice catequista, duré seis años de catequista de que iba a dar clases, iba al [Sistema] Desarrollo Integral de la Familia –y esta mujer de coto estándar, como un caso excepcional, nos comunica el abandono de estas creencias y prácticas–. Mira nada más qué chistoso, y ahorita ya ni a misa voy, todo cambió terriblemente, ni mis hijos ni yo ni nadie. Mi marido sí, él sigue yendo a misa, era seminarista".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad estamos casados con el Instituto de Ciencias, compartimos mucho la filosofía del colegio y fuimos presidentes de Padres de Familia… pertenecimos mucho tiempo a un grupo del movimiento familiar católico y organizan reuniones cada quince días con parejas y estudias temas por el diálogo, los hijos en la adolescencia. Llega a hacerse el grupo tan padre que tenemos muchísimos amigos. Dejamos de pertenecer porque los hijos empezaron con otras necesidades y por estar aquí más al pendiente. Ahorita damos pláticas prematrimoniales, para decirles que no se casen si no están seguros… Les digo ‘aquí –y les da risa–, somos como un pastel que necesitas sacar las rebanadas iguales, no le puedes dar más a una cosa y menos a otra’, o sea, tienes que darte tu tiempo para todo. A veces lo logramos, a veces se te va la rebanada más cargada para otro lado, tenemos que ver.

Mientras otra mujer expone: Pertenecemos a grupos católicos. Mi esposo y yo trabajamos como coordinadores en un equipo de matrimonios. Somos catequistas de niños. Tiene una muchas actividades aquí, vives muy a prisa, mucha vida social, etcétera… Aparte estamos en otro grupo de matrimonios mi esposo y yo. [A mi esposo] le gusta ser dirigente, hacer su servicio, colaborar en la iglesia.

Son acciones que se reiteran en la mayoría de las mujeres entrevistadas, esta otra vuelve sobre las implicaciones religioso-sociales del matrimonio: Somos católicos y Santiago y yo cuando nos íbamos a casar tomamos un curso, como un retiro de novios, como votos o pacto matrimonial que le tienes que entregar a la iglesia, antes eran como pláticas de lo que es el noviazgo, a lo que vas, despréndete de tu familia. Cuando lo tomamos nos encantó y nos invitaron a trabajar al grupo de novios, al principio chochitos para el nervio, estudiaba la charla y ¡así, horrible!, pero lo dominamos. Duramos como ocho años y nos veíamos una vez al mes para planear lo del retiro; porque tenías que ver dónde dejabas a los chiquitos, porque tenías que encerrarte en fin de semana. Era muy bonito porque nos unió mucho como pareja. Luego se acabó lo de novios y nos invitaron a uno de matrimonios, pero allí eran parejas más grandes, que tú las seguías viendo y se llevaban padrísimo, la relación que tienen entre ellos y con sus hijos pero todas ellas era bien estudiosas,

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío las mujeres eran psicólogas, psiquiatras, terapistas, terapeutas y yo ama de casa nada más, pedagoga. Allí las charlas eran más intensas.

Esto se suma a la fuerza de ritos religiosos familiares como bautizos, bodas, funerales, y siempre la misa de los domingos, que son parte cotidiana de la vida tapatía y que en estos sectores se mantienen incólumes. A continuación quiero detenerme en "los mieditos", esos obstáculos objetivos-subjetivos, simbólicos o materializados, que las mujeres convencionales como las que hemos visto tienen que enfrentar en sus transiciones. Por ejemplo, Anahí cumple con los tópicos de madresposa tradicional crecientemente liberada, pero es también la mujer de todos los miedos: "[Cuando se va mi hijo de intercambio de estudios] A mí sí me daba miedo, porque él es un chavo no muy aventurero, pero es como muy formal, cuando me dijo, ‘me quiero ir. Me voy a ir en estas condiciones’, yo dije, ‘ay, a ver, qué vas a comer y a ver qué vas a lavar? ¿cómo vas a subsistir?’". Ella es consciente de estos temores y los trabaja. Me ayuda mucho mi marido, como a inculcarme, porque en mi casa mi mamá no era muy abierta. Todavía vuelvo con ella y me dice, ‘¿te vas a ir a tu casa tú sola?’, ‘sí mamá’…Somos de aquí, pero yo viví cinco años en Querétaro. Mi esposo viajaba y me movía sola. Y [ahora] aquí me pregunta [mi mamá] si me voy a ir a mi casa sola, que qué pendiente, que le hable. Le digo, ‘mamá, voy a mi casa. Adiós’. Ella es muy tradicional y ya nomás digo, ‘de esa escuela vengo de alguna manera’. En el inconsciente las mamás somos bien feítas, tenemos como esa parte, que no los dejamos… Es la cultura que traía de mi casa, y desde que me casé con él, cambió. La educación de mi casa era tradicional mexicana. Su casa no. Decía, ‘¿estaré siendo buena esposa, buena mujer?’… en muchas sí se checa uno como que traía muchas cosas, más bien por la educación me las creí.

Anahí tuvo dudas sobre su madresposismo: Trabajé recién que nos casamos, y dejé de trabajar por convicción. Terminé nomás la prepa y estudié alta costura. Yo hacía ropa, pero empecé a ver que ya no me

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad gustaba porque donde aprendí esa señora mantuvo su casa todo el tiempo, entonces me vi reflejada en ella, yo la veo que desde que se casó toda la vida hizo lo mismo. Claro que sus hijos todos son profesionistas. Dejé de coser después de varios años, creo que no he agarrado una maquina en no sé cuánto tiempo. Ahora ya digo, ‘¡ay!, ¿Por qué dejé de trabajar?’. Lo que pasa es que empecé a ver que mi dinero se iba metiendo a la caja y yo no lo uso. Haz de cuenta que nos casamos y como que iba a mantener a mi esposo, y tú si quieres trabajar trabajas y ganas dinero para ti o para tus gustos y eso, pero entonces mi dinero se metía a los gastos de la casa. Igual estuvo mal como lo manejé, porque igual hubiera dicho, ‘bueno, gano tanto, pues tanto va al pozo y tanto me quedo’. Eso debía haber hecho, pero estaba media enojada, y dije, ‘no, mejor nada para el pozo y nada para mí. Me atengo’. Ahora que pasa la vida, digo, ‘híjole, creo que no fue una buena decisión’. Ahora digo, ‘me quiero sentir más desarrollada como persona’. Mis hijos están más crecidos y que ya no me necesitan tanto, voy a ver qué voy a hacer... Digo ‘nunca es tarde’, tengo amigas que hasta a la universidad están yendo. Quisiera estudiar diseño.

El análisis que Anahí hace sobre estos procesos tiene que ver con que sufrió un asalto armado en su casa y buscó apoyo en el psicoanálisis. Estrella es otra mujer llena de miedos que no logra superar. En este caso es miedo a su esposo y sus imposiciones, miedo a haber salido del mundo de la infancia, de sus padres y del escenario de Chapalita; miedo también porque es una mujer delicada de salud y necesita atenderse. Estudió Secretaria Bilingüe y trabajó antes de casarse y tener su único hijo. "Chapalita, allá están mis papás, ahí crecimos, también mi esposo ahí creció". Allí vivieron en casa propia, Muy felices porque estaban mis papás cerca, ¿no? Lloré cuando me vine aquí porque allá tenía mi familia y todo, igual la parroquia, como que allí era mi lugar. Mi esposo [decide venirse] porque nos jaló el colegio [del hijo], por el tráfico para no estar presionados… Ese era el argumento principal de mi marido, dice ‘quiero que crezca como nosotros, que salíamos y jugábamos’ y órale, pues… Mi marido andaba busque y busque y dio con este terreno, ‘ven para que veas lo que compré’, no me dijo ven a ver qué te parece, no, aquí él es el que toma las decisiones. Y como que me costó más trabajo por eso. Porque me lo impuso, vaya.

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío Actualmente el esposo tiene un comercio donde ella aprovecha vender sus manualidades. Otro tipo de miedos e inseguridades entre estas mujeres es el que se produce en torno al cuerpo: o los quince años que tengo viviendo [en el coto]… una sola vez me he metido a la alberca! Es que como que te da pena que el vecino te vea. No es lo mismo si te encuentran en Puerto Vallarta en la alberca o en el mar y te vean en traje de baño, pues como que ya no te da pena, pero aquí sí, o sea, siempre pueden decir algo malo. Las señoras no nos metemos, nada más una vecina que está muy guapa. Hasta los hijos corren a la hora que va la vecina y se pasan la voz entre los amigos de que ‘¡ya llegó la vecina!’.

La contraparte de este testimonio lo ofrece otra residente "ninguna mujer usaba la alberca. Había una, que era modelo y era guapísima, y se quitaba el bikini y se asoleaba en la alberca... Yo creo que porque las mujeres somos muy de dar pena, de que ¿a qué me meto? Había acuaerobics, nadie iba". Queta y su esposo, jubilados, regresan a Guadalajara después de vivir muchos años en el Norte, vienen con miedo a llamar la atención, manifestando mucho respeto por el vecindario y por acoplarse a las normas: empezamos a buscar casa y pues nos gustó aquí, ya estaba construida. Tuvimos que arreglar algunas cosas, pero en la cuestión de adaptarme sí me costó un poco de trabajo. Me sentía como un poco encerrada. Como que aquí tienes que tener mucho cuidado en los horarios, en respetar los lugares, todas esas cosas y sí nos gusta ser ordenados y respetar para que nos respeten. Me fui acostumbrando poco a poco. A ciertas horas ya no puedes hacer mucho ruido porque te pueden llamar la atención, o se quejan los vecinos, el día que tienes una reunión entonces estás un poco con tensioncita de que ya se termine porque no quieres molestar. Después te vas acostumbrando y sabes que es tu casa y puedes disponer de tu tiempo, tu horario…

Tanta es su preocupación con el vecindario que sustituyeron sus mascotas que eran perros y

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad ya cuando llegamos aquí dije no. Ladran y luego se quejan los vecinos o los tienes que sacar y tienes que llevar tu bolsita, eso es para bien de todos pero hay mucha gente que no lo respeta. Dices, yo no quisiera tener un perro para no causar molestias, pero hay gente que inclusive hasta les abre la puerta, salen, ensucian en los jardines. Lo único que hemos tenido de mascotas desde que llegamos es una tortuga de desierto.

La mujer "ociosa" postradicional Frente a estas mujeres que acabamos de ver, coexiste en la vida del coto otro gran (y ambiguo) sector social que no aparece representado en los testimonios y que las entrevistadas califican como unas "otras": el de las mujeres "ociosas" y/o "plásticas" y/o mantenidas (ninguna se identifica a sí misma como tal). Svampa (2008) distinguía en los countries y ciudades privadas de Buenos Aires una "mujer postradicional" que trabajaba mayoritariamente, pero para el sentido común el modelo de mujer country se vinculaba con una mujer ociosa, consagrada al aspecto social y deportivo y a las acciones de caridad. En los cotos de Guadalajara, las mujeres "ociosas" serían parte del sector de mayor enriquecimiento y/o nuevos ricos, un grupo de mayor nivel económico que no trabajarían y, parecería, no desearían trabajar ni, junto con ello, romper unas relaciones de género de aceptación de la subordinación desde el ser mujeres mantenidas y ricas. Para Veblen (2005), pertenecen a la clase ociosa aquellos que se abstienen del trabajo productivo porque son socialmente superiores y están en la cúspide en términos de riqueza y acumulación, como de estima social, honor, privilegio, reputación. Deben poner en evidencia el hecho de no hacer mayor cosa, el principio que les rige es el "consumir sin producir" y su dedicación al ocio ostensible. Íntimamente vinculados con un sistema patriarcal, demuestran su poder y su nivel de propiedades a través de sus subordinados más directos: los sirvientes y sus mujeres-esposas, quienes deben servir a estos hombres en los mismos códigos de dispendio y derroche vicario. En términos de género Veblen insistía que el papel principal de las esposas es reflejar el nivel de estatus de sus propietarios masculinos y, por extensión, de la "familia". En su representación, la clase ociosa crea cosas necesarias para la vida que no lo son (Veblen 2005:112), y fuerzan y fomentan la emulación e imitación de los demás hacia su estilo de vida. 220

Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío En la transición a un nuevo orden regido por ricos y nuevos ricos y el predominio de una sociedad sexista donde llaman la atención de nuestras entrevistadas las mujeres ociosas y plásticas, Ceci, exresidente de Valle Real, describe el cambio con las amistades de sus hijos: Al principio ya sabías dónde estaban [sus hijos], dónde estaban construyendo, rampeando en la tierra con la bicicleta, iban y traían troncos y cosas por el estilo. Después empecé a notar ‘no, estas amistades no me gustan’, o sea, ya hacían cosas como ‘es que a fulanito le dieron dinero y nos atravesamos’. Salían de Valle Real, estaban chicos y no tenían para qué salir. Otro de los vecinos se encargaba de la seguridad y por él me enteraba que los niños ya hacían vandalismo. Mucha prepotencia porque de repente ‘descubrieron a fulanito robando lo que sea’ o ‘me piden que nos metamos a las casas’. Entre los niños se metían a las casas en construcción a hacer diabluras que no se valían.

A través de estos comportamientos infantiles, Ceci capta una nueva población y a unas madres despreocupadas: A mí me daba la impresión esa de ‘como mis hijos pueden hacer lo que quieran aquí y yo mi socialité’ –dice remedando a sus vecinas–. Todas las mamás se iban al club, muchas íbamos a ver al niño, a que lo llevas al fútbol, a la alberca y ahí te pasabas con ellos y de repente cambia, y veías a mamás que se la pasaban en el gimnasio. Empezó la competencia femenil de los grandes cuerpos. Era una cosa de veras impresionante. Ya lo único que oías era ‘nos cambiaron al entrenador tal o cual’. Una que trabajaba no se enteraba de nada hasta el fin de semana. Incluso los hombres también se dedicaron mucho a la cuestión del físico, había los que corrían, pero otros se iban al gimnasio. Se hizo una situación muy especial. Ya luego el salón de belleza y los masajes y lo que tú quieras. Yo decía ‘¡qué bueno que tengan tiempo!’. Veía a mis hijos con el tipo de gente que se estaban relacionando. Venía el verano y todo el mundo emigraba a los grandes campamentos de verano o ‘nos vamos a Europa’ y tú no podías mandar a tus hijos al campamento de verano. ‘Aquí no es mi espacio’. Cuando ya nos tuvimos que venir, no me fui con pena. Mis hijos sí, porque ya tenían ahí sus amigos, mi marido también porque tenía su grupo de corredores, pero yo ‘¡qué bueno que me voy de aquí!, no quiero eso para mis hijos’.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Una de sus características es una forma "fresa" de hablar. Claudia Piñeiro lo describe en su novela como un lenguaje salpicado continuamente por términos snobs en inglés y palabras de "efecto balsámico": el nombre de la universidad de prestigio, los bancos de categoría, ciertos amigos, el hecho de hacer deportes de estatus... (Piñeiro, 2005: 266). Mientras Patricia Rojas describe a dos treinteañeras ociosas de vida previsible de countrie que conversan juntas: Y durante el día estamos tranquilos porque sabemos dónde está el otro. Yo hago tenis en tal lugar, en tal horario, mi hija está en hockey, mi marido en fútbol y mi hijo con su grupo de fútbol. Se entrena dos veces por semana y los fines de semana competimos… De repente a mí me toca ser visitante en Abril [otro countrie] y bueno, tengo que salir dos horas antes del partido y nos arreglamos con mi marido para que él se quede con los chicos y si les toca viajar a ellos, siempre hay un papá o una mamá que los lleva y los trae, o nos toca a uno de nosotros. Y es lindo saber que podés contar con otros y que después otros cuentan con vos y tienen la confianza de llevar y traer a tus hijos.

Una de ellas estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires y trabajó de secretaria ejecutiva bilingüe en empresas multinacionales. No terminó su carrera, se casó antes. La otra pasó por lo mismo y ambas coinciden en que no quieren trabajar "Gracias a Dios no lo necesitamos. Somos privilegiadas y mientras podamos quedarnos en casa, está bien así"… Y otra continúa "Yo tengo bastante con el tenis. Juego mucho, entrenamos y competimos. Somos un grupo de diez mujeres, nos llevamos muy bien. Somos muy unidas. Algunas trabajan. Hace un par de sábados fuimos todas a cenar. Todos los martes almorzamos juntas" (Rojas, 2007: 320-321). Otra vecina de Valle Real describe así a las mujeres ociosas: "se la pasan en el club y en los tratamientos de belleza". O Irene, exresidente y procedente de una familia clásica tapatía, se refiere a un sector muy particular de mujeres de la élite: Valle Real es para gente de muy alto nivel económico en el que el marido busca que la mujer no tenga que trabajar. La pasan haciendo ejercicio en el club, dando clases

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío de yoga, sacando sus ‘pendientitos’, en el café con las amigas, en la estética o de shopping. El marido tiene muy buena posición, todos son dueños de empresas, porque te van diciendo, ‘aquí vive el dueño de muebles Placencia, luego acá vive el dueño de la leche Sello Rojo’, o sea son empresas muy grandes. Los chicos andan con choferes y las de niños más chiquitos los mandan al club, a la clase, se van toda la tarde. Son felices porque tienen un nivel alto. En las tardes se juntan las del coto, no tienen mucho qué hacer, aunque ellas se sienten muy ocupadas porque mantener una casa así te implica mucho, las casas muy grandes te dan mucho trabajo. Hay una que otra que sí ves que trabajan o que hacen algo, pero en realidad se dedican a llevar a los niños al Cumbres [de Los Legionarios de Cristo] o a la American School, que los trae el camión. La mayoría de toda esa gente no trabaja por decir ‘no, mi marido me mantiene’. A ellas les importa el estatus, estar súper bien arregladas, andar con lo mejor, con el mejor coche y su marido las trae así. Las han enseñado a eso, como que están acostumbradas a vivir así. Pues una que otra que te encuentras que es riquísima y que trabaja porque trabaja con el papá y si quiere llega a las 10, y que ‘me quiero ir de vacaciones’, y ‘pues, vete hija’. El círculo es chico porque relativamente es muy poca la gente con ese nivel económico, pero viven en esa burbuja y las que quieren entrar tienen que entrar con un alto nivel para mantenerse.

Paula, que vivió largo tiempo en Valle Real, también describe el hecho de la autosegregación territorial y de nuevo la fuerte dependencia con los esposos a través de una amistad que No sale más allá de lo que es Providencia, Colinas, la franja de Valle Real, no sale, no conocen. ‘Kati, vamos acá, vamos al Centro, vamos para Bugambilias’, ‘no, para allá no voy’, ‘¿cómo que no vas para allá’, ‘no, no voy, no circulo para allá’, ‘pero cómo no’, y no la sacas porque dice ‘me da miedo irme para allá’, entonces su circulito, pues, es mínimo. Muchas viajan pero van con el marido y el marido les hace todo, son como mantenidas.31 31

Alicia, que habita en un edificio exclusivo del Country, se identifica distinta entre sus iguales y vecinas: "no hay mujeres profesionistas, soy la única, son un poco más grandes que yo pero no han estudiado. Y los hombres en general son hombres de negocio, negocio, negocio. El tema es aquí el edificio y los hijos y los viajes. Son mujeres muy inteligentes, muy hábiles para la vida, realmente agradables, bien educadas".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad La diferencia que hace el trabajo entre unas y otras mujeres es captado por el arquitecto Luis P. : "Yo creo que la mitad sí trabajan, son profesionistas, son la gente que llegó joven hace 25 años; hay otra mitad que son la nueva, se la pasan en el club y en los tratamientos de belleza, son un grupo con mucho dinero, el enriquecimiento personal no saben qué es eso". Y recordemos la observación de la profesionista francesa sobre el ambiente en la alberca de Valle Real: "las señoras atendiendo a los niños y ni siquiera tiene traje de baño, están con la bolsa Vuitton, con los lentes, están como desfilando y viéndose y diciéndose ‘¡ay!, tu operación de chichis, ¿cómo te fue?’". O Lilia, residente de campestre, que cuenta Te quería enseñar un papelito que nos mandaron a todas las de aquí en el buzón, ‘chichis, panza y liposucción por treinta mil pesos a treinta y seis meses’ ¿qué es eso? Tengo una amiga que se junta con sus amigas cada miércoles a tejer, el pretexto es el tejido, se juntan para platicar, y empiezan a presumirse las cirugías y se van arreglando las chichis. Son de cuarenta o cincuenta años, empiezan a una cirugía y luego a otra, y luego otra, y luego los doctores te dan este tipo de paquetes ¿no? y como dicen ellas ‘no hay mujer pobre, hay marido pobre’, si estás fea es porque tu marido no tiene para pagarte la cirugía. Creo que si algo te estorba ¡una narizota!, ¡unas chichotas!, ¡una panzota! y te lo quieres mejorar me parece muy bien, pero esto que se ha convertido en cómo presumirse las cirugías, ‘¡aquí traigo cuarenta mil pesos! ¡acá traigo treinta mil!’. Y luego te dicen ‘yo me hice la de acá’, ¡hasta los labios vaginales se mejoran! ‘Yo me voy a poner chichis de regalo de cumpleaños de mi marido’, para agradar al hombre.

Y un visitante asiduo al club de Valle Real se burla: "llega a ser muy cómico ver nalgas postizas por todos lados". Refiriéndose a las mujeres "cirugeadas" y "plásticas", Sandra, habitual en el circuito del club Valle Real, hace todo un cuadro psicosocial: Desde que estaba en el otro club empezaron las señoras a operarse, a hacerse cirugías, es el medio social… Influyen mucho los esposos. Si al esposo le importa tanto la presencia de la señora y les da el dinero para que se hagan la cirugía, se hace la cirugía. Es el miedo a envejecer… Allá [se daba] cuando ya eran señoras cuarentonas,

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío cincuentonas… ahora se está viendo en las jovencitas. A una niña de 15 años le dices, ‘¿Qué vas a querer de regalo de tus 15 años?’, ‘ponerme bubis’. ¡De 15 años! Y no es tanto que la niña quiera, sino que la madre lo permite, estamos perdiendo mucho la fuerza con los hijos. Somos muy permisibles.32

Según comentan, muchas de ellas están aferradas a las normas estéticas de eterna juventud y el cuerpo perfecto. Clara, que ha sido residente en varios cotos, reconoce la obsesión de sus vecinas por la figura y cómo esto viene afectando a la familia e hijos, especialmente hijas.33 Ella, que socializa a través de la comida, comenta que en los condominios Te empiezas a enterar mucho de la vida de los demás. Una tenía una hija que telarañas en su refrigerador, la otra era una divorciada con tres hijas que lo que había de comer era así como muy dietético y se iban a mi casa a los tacos de frijoles. Llegaban las niñitas ‘Clara, en mi casa no hay nadie, mi mamá no compra nada, porque entre que no engordemos y entre que no hay dinero, en el refrigerador hay un bote de vitaminas’. ‘¡Pos vente!’. Decidí que mi casa iba a ser la casa de bienvenida, siempre había una cazuela de frijoles en la estufa, un pan, palomitas o papas o guzgueras, dulces que les gustarán a ellos [los niños del coto]. Siempre teníamos el frutero lleno de fruta. A través de la comida invitaba a todos. Decidí que qué me importaba que en mi casa fueran a comer lo que no hubiera en sus casas, que qué me importaba si tengo un vaso de uno y otro de otro y un plato de uno y otro de otro, no me interesa tener todo perfecto, me interesa darles casa a mis hijas, hacerles su hogar; y por medio de la cocina es importante porque invitas mucho, invitas a que jueguen.

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De hecho proliferan negocios que envuelven a las niñas desde los cinco años en el mundo de "la belleza rosa". En México la iniciativa del Pink Princess Spa se ha extendido por el país, también en Guadalajara. Ofrece paquetes de limpieza de cutis, maquillajes, pedicura, masajes y hasta descongestivos de párpados con pepino y desfiles por pasarela ataviadas de "princesas". Una informante que ha montado una serie de cursos de cocina práctica dirigidos a señoras y otros a las cocineras al servicio de patronas –muchas de cotos – comenta que los gustos son ahora más cosmopolitas: gustan de las comidas internacionales. Entonces tiene que ofertar recetas para esta demanda, "por ejemplo ‘¿qué puedo hacer con atún o pescado pero que no lleve ni tostadas ni nada porque los niños en la noche no pueden comer ni tortillas ni tostadas’, ‘¿pero están de dieta? ¿no pueden cenar un sándwich niños adolescentitos?’ –las pregunta sarcástica–. Las señoras dicen ‘por mí bríncate los postres’".

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Señala que la profesión de nutrióloga está de moda y las calorías son un tema obsesivo, todas están a dieta y en las despensas se encuentran puros productos light. Estos hechos tienen implicaciones potencialmente conflictivas para estas mujeres al buscar manifestarse como sexualmente disponibles y poder entrar en disputa con otras mujeres más jóvenes, incluso con las hijas, y Clara sigue narrando: Y he tenido otros casos de que la mamá así obsesiva con la figura, empieza una competencia de las mamás con las hijas, a pelearse por a ver quién tiene mejor cuerpo y mejor talla. [En sus talleres de manualidades] tengo mamás en competencia con las hijas por la talla, ellas son más chicas de talla que las hijas. Tengo una niña que le brincó durísimo la anorexia, entonces la mamá y el papá tuvieron que ir con el psicólogo a que se alivianaran con la hija. Clase muy, muy alta, muy altas las clases, perfectos, no nomás perfectos ¡plus!, por eso están en los colegios donde el nivel es competitivo y medalla al que declamó mejor y al… A la hora del recreo las tienen que cuidar en los baños para que no estén vomite y vomite.

Una mujer inclasificable: ¿liberal, ociosa, ironwoman? Cierro esta sección con una mujer que abarca todo lo que he recogido, con las variantes y las contradicciones de las mujeres de los cotos o, quizás, de las mujeres contemporáneas. Begoña ya tenía una madre compleja. Se refiere a ella, por un lado como una madresposa perfecta Cuando estaba en mi casa, mi papá iba a la oficina todo el día, mi mamá se quedaba con nosotros, la escuela, el mandado, la comida, la casa. Y después mi papá sale de trabajar, y yo me acuerdo pues que era muy parecido. [Mi madre] Tejía, todo el tiempo tejía. Hacía muchas manualidades, deporte cero. [Sin embargo] Mi mamá nos metió a escuela laica…, ella viajaba mucho con sus amigas, la verdad es que ella mandaba en casa. Ella decía ‘me voy de viaje y adiós’, y se iba un mes. No nos abandonaba, ni nos dejaba descuidados, dejaba todo listo. Todas las semanas se juntaba con sus amigas, ella seguía su vida. Tenía carro propio y tenía la casa que le

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío regaló mi abuelo y le dejó también su dinero, no tenía que pedirle a mi papá, además que mi papá tenía mucho menos que ella, entonces hacía lo que quería.

Begoña estudió pero no terminó su carrera por casarse. "Nunca fue así como mi máximo el estudio… me salí de la carrera totalmente [por cumplir el papel de casada], mis papás hablaron conmigo y ‘si vas a tener problemas con tu matrimonio por estar estudiando la carrera, mejor no’". Ahora no necesita trabajar por la negociación con su esposo: Nunca hemos tenido problemas en la cuestión económica de esto es lo tuyo, esto es lo mío. Él me ha dado la libertad de esto es lo que hay, toma lo que tú quieras. Ahorita una tía me dejó una casa y recibo la renta de ahí, pero nunca sentí que necesitara independencia económica. Él me dio mi tarjeta, ‘úsala para lo que necesites’.

Además Begoña es un caso disidente respecto a la ortodoxia católica: "siempre fuimos una familia que íbamos todos los domingos a misa, los chavos empezaron a no querer ir, cada uno por sus motivos diferentes". Su esposo se molestaba más porque la familia de él "es exageradamente religiosa". Pero ella ya estaba rompiendo en esta línea, Fíjate que nunca me di la oportunidad de siquiera pensar en dejar de ir a misa, me educaron que era malo. Mil preguntas me hice, y me entró una crisis total, estaba en algo que ni creía, toda la vida me habían dicho que si no iba a misa me iba al infierno, ¿cómo es posible que haya vivido pensando que eso es cierto? Y empecé a leer tantas cosas, como que las peores torturas que se han hecho en el mundo han sido gracias a la Iglesia. Hasta que, ‘ya no voy a ir’, y no me arrepiento… ahí donde aterricé muchas cosas, que había mil formas de pensar y todas estaban bien. [Su hija es maestra de yoga y] tiene su altarcito, tiene su Biblia, su cirio, la diosa que tiene muchos brazos. Todo, y ahí hace meditación y oración tres veces a la semana.

De estas maneras Begoña transita hacia una mujer que rompe con los moldes del madresposismo: por un lado pertenece a una veta más liberal que le ha permitido, como vimos, romper con sus creencias y prácticas cató227

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad licas, enfrentando incluso a su esposo. Por otro pertenece a las nuevas mujeres que cultivan su cuerpo y se dedican al deporte extremo: en la mañana me voy hacer mi ejercicio. Voy al club y haz de cuenta que es como mi casa dos. Voy a todo: natación, gimnasio, todo… Sola o con gente, me encanta, tengo un grupo en la mañana de acondicionamiento físico, me he metido a spinning que es otro grupo, aerobics, otro grupo, al gimnasio, sola, tengo dos entrenadores. Yo soy feliz. A veces jugamos carreras, o en la natación. Es mi hora favorita del día, me encanta cansarme, es la hora en que no tengo celular en la mano, en que nadie de la familia está ahí, nada de mi casa, estoy sola. Me aíslo, en el ejercicio me siento plena. Sin comparación, estoy en 100% a gusto, disfrutando, contenta, me encanta y me dicen cómo haces dos horas… pero me encanta, correr, me encanta levantar las pesas, me encanta hacer circuitos de fuerza, ponerme retos de mejorar tiempos… Lo hago porque lo disfruto muchísimo, sí.

Mercado de ricas para ricas En este apartado quiero dejar apuntada una práctica de estos sectores que me parece esencial. Es la creación de un mercado de ricas para ricas que sugiere su fragilidad, la solidaridad de clase y género a su interior y el reforzamiento de la polarización social. Es posible que muchas de las mujeres de coto correspondan a aquellas que estudiaron MMC –mientras me caso– como dice Soledad Loaeza (2010: 59). Ahora, como vemos, con la edad e iniciándose el ciclo de salida de los hijos del hogar o bien con ciertas crisis económicas que los puestos de los esposos pueden sufrir, retoman ciertos hobbies, manualidades, quehaceres, a los que les pueden sacar una ventaja económica, en esa recreación de un mercado de mujeres "ricas en stand by" para "ricas". Estos "trapicheos" identifican la fragilidad económica en estos sectores y unas formas "dignas" de sostener los baches desde una solidaridad de clase. Sobre el mercado de ricas a ricas que ellas autogeneran –siempre entendiendo que "las más ricachonas" no son parte de este grupo-, Guadalupe Loaeza (2010) lo describe para Polanco que es una zona residencial y exclusiva del Distrito Federal y que, como Providencia, se fue cubriendo de restaurantes, oficinas, bancos, boutiques, creándose un shopping center:

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío De un tiempo para acá, muchas señoras de Polanco, y naturalmente de otras zonas, se han dejado convencer de que no hay nada mejor en época de crisis que emplearse a sí mismas. Por eso, como muchas no se animan todavía a trabajar a tiempo completo, han decidido convertirse en comerciantes independientes. Por las mañanas salen muy temprano de su casa, sin maquillar, peinadas con cola de caballo y vestidas con jump suit y tenis. Las más jóvenes instalan al bebé en su silla especial en la parte delantera del coche. Generalmente se dirigen hacia esquinas estratégicas, o bien deciden acercarse a las escuelas o salones de belleza. Allí estacionan, ya sea su Golf o su Nissan, abren la cajuela y se ponen a trabajar. En cuanto ven acercarse a una señora (de su mismo estilo pero arreglada), con una sonrisa de lo más deportiva, le dicen: ‘¿No le gustaría comprar unos pepinos dulces o agrios, home made?’. Como la clienta enseguida se da cuenta que no es una vendedora cualquiera, le pregunta como si se estuviera dirigiendo a una de sus amigas de toda la vida: ‘¿En cuánto los estás vendiendo? Okey, dame dos frascos de los agrios, por favor’, dicen con la misma naturalidad para no ofenderla, como diciéndola: ‘¡Ay, tú, ni te preocupes por estar vendiendo en la calle, es que la situación está para llorar!’. Cuando la vendedora chic recibe dos billetes de 500 pesos, dice: ‘Mil gracias, ya sabes, cuando quieras pepinos dulces, también tengo’ (2010: 241-242).

Son nichos o clusters clasistas basados en la autoayuda y confianza social y de género y en esa polarización-segmentación-endogamia respecto al resto social. Quizás no sea un hecho muy distinto a lo que crean los informales en la pobreza: si hay un mercado informal o desregulado de subsistencia de pobres para pobres, en este caso, es de prestación de bienes y servicios de mujeres y ricas para mujeres y ricas: asesoras de decoración, yoga, clases privadas, la venta por catálogo, productos new age, esteticién, compra-venta de inmobiliarios, venta de perfumes, ropa o joyas, catering, terapias diversas, ventas de garaje, repostería fina.34 Es el éxito asegurado de la concesión de la cafetería o de la tiendasupermercado de Rancho Contento. Detrás de la segunda hay una historia que dibuja bien, por un lado, el mercado de ricas para ricas y, por otro, las 34

Otro modelo de negocio que prolifera en este ambiente es el de las empresas piramidales, captando las redes endógamas de estos sectores y nutriéndose de ellas.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad precariedades de estas clases de élite y de las mujeres dentro de ello. La tienda tiene unos nueve años. Fue autorizada por los condóminos después de toda una polémica: estaba pasando que algunas señoras empezaron a vender cositas en su casa, entonces dijeron ‘más vale que tengamos un local bien establecido, un local que esté autorizado’, en una casa vendían pescado, en otra casa vendían carne, esto se iba a hacer un tianguis, entonces lo regulamos y nada más se puede vender aquí. Hay señoras que hacen pan, salsas y lo traen aquí a vender. Está bien pero que lo traigan aquí, que todo esté concentrado en solo lugar.

Así, entre ellas mismas como público cautivo, se sostendrían estas clases y alimentarían una serie de normas, guías, estéticas, gustos, estilos que tienden a la homogeneización y legitimación de unos elementos de distinción que podemos suponer se harán hegemónicos y más compartidos. Por el lado espacial físico y simbólico suponen el funcionamiento de redes que crean intensas vinculaciones entre las "islas" de los cotos, condominios, barrios y edificios de lujo. Hay que pensar en el papel que pueden jugar ciertos nodos que centralizarían y ordenarían territorios. Por ejemplo el jugado por el territorio ancestral o corazón simbólico que es la colonia Providencia, cada vez menos residencial y más dedicado a este tipo de negocios chic o de moda, compitiendo con el papel de los centros comerciales en el caso de Guadalajara. Además, se tecnifican y se adaptan a estas circunstancias de los encierros en la comodidad. Lupe, en su venta de delicatessen, se pone al servicio de las señoras de coto: es de mandarles mensajes al celular recordándoles que tienen que meterse a la computadora para su pedido. Ya hay muchas que sí me lo han pedido. Hay muchas señoras que todavía prefieren que les hable uno por teléfono. Así es como lo hemos manejado ahorita: ‘pues necesito 250 gramos de jamón, necesito un Oaxaca, un yogurt y no sé qué’. Hay muchas señoras que me dicen ‘¿no puedo hacerte por internet el pedido?’, y ‘pues si quieres pásame tu correo electrónico y te mando mi hoja de pedido’ y me la regresas’. Ya la página va estar un poquito más desarrollada y no tan complicada… Yo lo veo con mi mamá, de que apenas está manejando la computadora y me dice ‘¿cómo

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Mujeres y cotidianidad en el coto tapatío pido a Superama por internet?’. Y es muy fácil, la otra vez que le ayudé a mi mamá trae hasta la foto del producto… Nuestra tirada es crecer a varios cotos.

Estas formas de comprar a distancia vienen a redundar en lo mismo: el creciente escaseo del trato personal con otros, esta huida de las relaciones sociales, de hacer de la vida cotidiana un guión previsible entre los iguales, es lo que plantea también Alicia, cuyo elitismo se descubre ante el "engentarse": Me conflictúa ir a supermercados grandes, entonces intento resolverlo todo por teléfono, casi todo pido aquí y cuando voy voy a un súper [es] que me gusta y a un horario que hay poca gente. Me molesta el tiempo que le echas, todo eso y voy a lugares chiquitos, a Providencia. Lo que yo sí hago de compras, que me gusta, es fruterías chiquitas, bon appetit, lugares muy chiquis, de toda mi vida. Y los lugares donde mando comprar es a los mismos que siempre iba desde antes, que es el mismo rumbo mío. Voy a Superama alguna vez cuando no hay casi gente, centros comerciales los evito totalmente, no me gustan. Voy a Andares a desayunar con mis nietos, a eso, pero que voy de compras, no.

Descubriéndonos además esa cultura característica del estilo de vida de los privilegiados urbanos. Si estos círculos de empleo y redistribución de riqueza son extendidos, si hay una informalización de sobrevivencia y los pobres distribuyen a pobres y los ricos lo hacen para ricos, sus implicaciones son fuertes porque alimentaría la creciente polarización social. Estos segundos se favorecen de su propio apartamiento. Por un lado, facilitan que las corporaciones, tiendas de conveniencia, grandes supermercados, grandes farmacias, grandes marcas que siguen sus pasos allí donde se instalan, se beneficien de ese mercado "cautivo" en las nuevas periferias. Y, por otro, crean sus propios servicios entre ellos: yogas, delis, estéticas, y tienen acceso a los cotos y a otros espacios de privilegio: clubs, parroquias, escuelas, que son parte de sus propias cartografías. La simplificación social se acrecienta cuando acaban con quienes sobreviven de la calle abierta, los oficios que dejan de cobrar sentido: afiladores, vendedores de fruta de puerta a puerta, el panadero, los "mendigos"… No hay redistribución hacia ellos. 231

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V LOS HIJOS DE LOS COTOS

Una interrogante clave es qué va a pasar con la reproducción a futuro de este estilo de vida y de hacer sociedad. Para esta investigación no tenía pensado incorporar esta temática pero dada la importancia que la familia tiene en los testimonios y gracias a la información recogida por diferentes vías, creo que es preciso presentar algunos resultados inquietantes. La opción por el coto se vincula con una apuesta por "la familia" y por la educación y vida de los hijos para que tengan una infancia feliz y disfruten lo que la ciudad ahora no ofrece: seguridad de jugar en las calles y "crecer en bolita". Una entrevistada de Naciones Unidas afirmaba: "Aquí los niños son primero". Los hijos van a socializar de forma muy íntima con los círculos del coto y a crecer entre amigos del mismo vecindario en espacios de diversión y esparcimiento relativamente controlados: "Los vecinos son sus amigos de toda la vida, mi hijo sale y sé con quién está, en qué casa está, sé quiénes son sus papás y viceversa; conoces a las personas más cerca porque convives", dice Tere.1 La apuesta de los padres por un modelo de vida en seguridad, naturaleza, libertad limitada, comunidad de iguales y confort, donde se tiene todo en términos materiales y, supuestamente, afectivos puede ser evaluado y ver qué tipo de socialización produce. Los niños a quienes iba dirigido este proyecto de "mundo ideal" ya son casaderos. Estas palabras de una exresidenta de coto estándar, plantea: Siento que es el gran anhelo de todo aquel que busca el encerrarse de nuevo en un coto. Es mantener sus relaciones sociales con los del mismo estatus o el que si mi papel de niña fue pasar la tarde en casa y jugar y todo, pues que puedan volver a 1

Para Caldeira para Sao Paulo, Brasil, "sólo los niños parecen desarrollar su socialidad en los condominios, pero incluso eso no parece sobrevivir después de que ellos desarrollen otras relaciones en sus escuelas privadas o en los clubes que las familias no dejan de frecuentar" (2007: 324). En los cotos tapatíos apoyaría la primera parte de la frase, mas no la segunda.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad hacerlo nuestros hijos. Aunque a ellas [las madres] no les gusta estar la tarde en casa y coser y jugar, no. En ese coto sentía que todas decían ‘vámonos al café’, pues aquí dejamos a los hijos. Hay que irnos para dejar a los hijos ahí, socializar todos los días, porque hay que salir. Está desvaloradísimo el papel de madre, entre más actividades sociales tengas al día soy más feliz, hacer como actividades más estilo hobbie… Y los hijos estaban quemando una palma en la casa club y todos histéricos. Te digo a mí me tocó apagar esa palma y nadie se enteraba, pero hacían vagancia y media. Me los encontré todos con revistas porno, encuerando a otras vecinas, o sea, lo que hicimos todos en la calle cuando éramos niños lo hacen al interior del coto. Hubo vecinos que robaban autopartes adentro del coto a otro vecino. Que había orgías ¡ay, claro! No era del otro mundo, veías condones y decías ‘bendito Dios, sin globos no hay fiesta’.

Hay investigación en los barrios cerrados y countries en Argentina, aunque este sea un caso radical por tratarse de nuevas ciudadelas jaloneando las autopistas ya fuera de Buenos Aires. En Guadalajara contamos con una tesis de licenciatura y con algunas entrevistas realizadas en esta investigación, que aún son hallazgos exploratorios. Sería preciso matizar el tipo de coto, los "productos" de un residencial campestre apartado y alejado no llevan la misma vida social que los de un condominio estándar inserto en la ciudad, pero no lo puedo desarrollar por la falta de entrevistas. Además, conté con los testimonios de una terapeuta o acompañante emocional, Ariel, de secundaria y preparatoria en un colegio de élite en la zona donde se ubican cotos de lujo recogiendo a estas poblaciones de Puerta de Hierro, Valle Real, condominios verticales de Andares y otros. En principio imaginamos un estereotipo global de los fresas o caqueros en México, pijos en España, pitucos en Perú, chetos en Argentina. Gente nice o cool o guapa, procedentes de un mundo bonito como el de los cotos, alumnos de colegios y universidades privados, que visten ropa de marca, con un lenguaje y acento propio salpicado de términos en inglés, de charlas intrascendentes y de actitud prepotente y indiferente hacia el resto social. Pero hay que analizarlo sin prejuicios y considerar el enorme esfuerzo de parte de muchos de los padres por introducirlos a espacios sociales y de poder, de oportunidades al fin y al cabo, e incorporando sus propias versiones. 234

Los hijos de los cotos Voy a recoger primero algunas observaciones de los estudios argentinos para poder comparar el caso particular de estos hijos de coto en Guadalajara. Patricia Rojas tiene un libro de crónicas sobre las historias de unos 60 jóvenes entre 14 y 19, años cuyo común denominador es vivir en los countries y barrios cerrados de Buenos Aires. Y cuenta, por ejemplo, cómo una maestra expone su experiencia de cuatro años en una de las escuelas que se ubican aquí: El modo de enseñar dentro de un country no es que sea distinto de enseñar afuera, sino que sufre algunas adaptaciones. A saber: el ritmo de trabajo de los chicos es muy lento y cansino. No se les puede pedir ningún tipo de material de un día para el otro porque tal vez no lo consiguen. Están bastante poco informados. En general, realizaron muy pocas salidas culturales. No conocen bibliotecas. A los chicos del country les cuesta respetar ciertas normas básicas en clase. Muchas veces les tengo que pedir que se pongan los zapatos, no coman o se sienten bien. No tienen ninguna cultura escolar. Hablan mucho entre ellos en clase y, cuando uno les llama la atención, no reconocen que están haciendo algo inapropiado. Confunden el colegio con una prolongación del country o del club… Aunque los grupos que tengo son chicos, cuestan bastante trabajo (...). Esta mala actitud la traen de la casa: más de una vez he escuchado a los alumnos decir que los padres los traen a este colegio sólo porque les queda cómodo. Me llama la atención la gran cantidad de alcohol que consumen; más de una vez he escuchado charlas entre ellos donde hablan de este tema. En general, son muy cariñosos" (Rojas, 2007: 76-77).

Los "hijos del country" enfrentan la encapsulación y expresan sus objeciones de ver siempre a la misma gente, de sentirse desorientados en el mundo público, señalando a "la burbuja" como una socialización negativa para ellos mismos (Arizaga, 2005). Sus educaciones se establecen bajo dos nortes: aprender inglés y hacerse de contactos. Esta autora encuentra que ven el mundo en lineal a través de puntos recorridos a lo largo de la autopista y dentro de un auto privado. Son conscientes de que desde el suburbio las visitas a la ciudad son esporádicas y puntuales y hasta la juventud son fuertemente dependientes de los padres. Ven Buenos Aires como un lugar de oportunidades en tensión con lo que reciben, y entienden que el country no 235

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad es garantía de éxito porque tienen que adquirir competencias al vivir en islas navegando en un mar de exclusión (2005: 177). Su visión es conflictiva y angustiada, resultan siendo unos "pueblerinos", los jóvenes perciben ese contraste: "el country y sus redes no son autosustentables y se necesita de la ciudad" (Arizaga, 2005: 190). El "modelo burbuja", según Svampa (2008), supone unos chicos hiperprotegidos que lo tienen todo intramuros sin saber desenvolverse de manera autónoma en el heterogéneo y caótico "extramuros", quedando como desconectados. Estos modelos residenciales refuerzan la familia nuclear convencional y el discurso del proyecto de vida perfecto. Los niños se crían en una "autonomía" protegida y precoz con una libertad de movimientos "dentro" en los círculos del club, la escuela... mientras los padres no suelen estar en la cotidianidad semanal y quedan liberados de ciertas tareas en la crianza y la educación de los mismos. Pero, señala, el modelo se desliza con relativa facilidad a situaciones marcadas por el ‘déficit de control familiar’ hacia dentro de los residenciales. Son círculos sociales homogéneos: se visitan a menudo, salen a esquiar juntos, celebran la Navidad juntos.... Y, criados en cultura de opulencia, los chicos se aburren "porque lo tienen todo". Svampa se refiere a un "paraíso carcelario" (2008: 182). Coincidiendo con los hallazgos de las autoras anteriores, Rojas identifica que se encuentran desconectados. Los padres les han transmitido un fuerte temor a la experiencia urbana y "creen que en la ciudad los van a robar no bien la pisen. Uno de ellos, de 16 años, camina de la mano de la mamá cuando van a comprar ropa a la Avenida Santa Fe, y le tiene un franco terror a la ciudad". Más grave si cabe es que "Una chica de Nordelta me contó, con toda naturalidad, que hacen una cena anual para juntar plata para los pobres de los barrios cercanos ‘para que no tengan envidia y no nos ataquen’" (2007). Patricia Rojas recoge entonces un sentimiento de abandono e incomprensión de parte de esta juventud que se siente discriminada por el resto social por ser vistos como "boludos". E insiste en que guste o no la población de los barrios cerrados está en ascenso y son más de 300 000 las personas que viven en estos espacios de forma permanente, calculando casi 170 000 jóvenes. Y, de nuevo, Rojas encuentra que los padres delegan a los docentes y a la institución country club, mientras juegan al golf o al tenis. "Las 236

Los hijos de los cotos chicas son muy inteligentes y les va muy bien en el colegio –cuenta un psicoanalista. Son muy competitivas e obsesivas: buscan ser diez en todo. Y lo logran. Algunas son anoréxicas. No todas. Sus padres ni se enteran que se emborrachan los fines de semana. Piensan que sus hijas son perfectas. Las mujeres están muy presionadas en esta época" (Rojas, 2007: 83).

SOCIALIZACIÓN TAPATÍA DE COTO En términos muy genéricos la muchachada tapatía de coto ha crecido entre amigos del mismo vecindario en espacios de diversión y esparcimiento relativamente controlados y con las necesidades resueltas.2 Las madres van a conocerse y a interrelacionarse a través de los hijos, compartirán los espacios comunes del coto, las fiestas y las piñatas, y crearán "rondas" para turnarse el llevarlos a los colegios, que es una actividad común que crea vecindad y fortalece amistades y lazos entre los chicos y los adultos. Como vimos los chicos han crecido en los cotos con fuertes amistades con los vecinos: los mejores amigos de mis hijas son de aquí, son los amigos que conviven todos los días; o no tienen que ir a buscar a nadie para hacer algo, abre la puerta y están todos sus amigos. Se forjó una amistad muy fuerte con esos chavos. [Y más extremo] "Mi vecina era muy amiga mía porque teníamos hijos de la edad y nos echábamos mucho la mano ‘te encargo a los hijos, voy a salir tres días’ y tres días se hacía cargo de mis hijos. Yo dejaba la casa puesta y ella nomás entraba y los veía; mis hijos dormían en mi casa, pero la vecina les daba de comer.3

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Las posibilidades económicas que experimentaron los padres y las que han disfrutado los hijos han sido diferentes. Sandra de Valle Real, criada ella y sus hermanos por la madre viuda cuenta: "mi mamá aprovechaba para regalarnos lo que nos hacía falta, calcetines, un vestidito... siempre tuvimos regalo, fiesta de cumpleaños, navidad, el ratón. A los niños de aquí les dan 100 y 500 pesos por diente. A mí me daban cinco, pero con eso era feliz, a pesar de la tristeza de mi mamá, que nunca nos la hizo ver". Hay cotos de población etariamente discontinua y habrá cada vez más, entonces los niños son un problema por las quejas de los adultos: "ahorita hay muchos niños y se ponen a jugar fútbol, si se oía mucho ruido aquí afuerita y golpes en pared y todo, los vecinos [más ancianos] se molestaron, total que les arruinaron el juego a los niños" (mujer en un pequeño coto de Ciudad Granja).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Luisa, la mujer viuda con una hija, ya vimos que encontró en este espacio fuertes ventajas para combinar trabajo y maternidad: Yo no quería que mi hija se quedara sola en cuatro paredes. Necesito un coto donde la niña pueda salir de su casa, pueda tener con quien jugar, con una casa club y alberca, el espacio, la bicicleta, la compañía… y sabía que la niña iba a estar sola, pero supervisada, cuidada. Yo me fui a trabajar el día entero y una vecina llevaba a la niña a la escuela porque sus hijos iban a la misma escuela y la traía de regreso. Al principio se quedaba en casa de alguna compañera, hasta que un día me dijo ‘mamá, yo quiero mi casa’, ‘está bien, hay que darle una llave’. La vecina decía que le daba mucha ternura pasar y ver a la niña en la cocina preparando algo para comer. Se hizo muy independiente. Yo llegaba tarde como a las siete de la noche del trabajo, tenía su perro que le servía mucho de compañía. El coto que necesitaba, espacio y seguridad para mi hija, funcionó muy bien y siendo hija única le dio amigos y amigas.

En general los hijos de los cotos comparten un escaso conocimiento del mundo social y un limitado manejo de la ciudad y del transporte público, aunque no tardan en tener su licencia con los 16 años.4 Una mujer de un campestre situado a 15 km de la ciudad, Lilia, expone Los hijos de mis amigas estaban renegando de que no salían y les dije: ‘vamos a tomar el camión para que vean qué onda’. Y me los llevé y fue una experiencia terrible para ellos. Llegaron agotados, asustados, ‘yo no me vuelvo a subir a un camión porque es espantoso, ¡mil horas para llegar a donde íbamos!, ¡la gente apesta!’. Fue sacarlos de su vida, no les gustó la experiencia. Parabas a un niño de esos en el centro y creo que ni siquiera podría atravesar Lázaro Cárdenas, ¡cero conocimiento! hay como un tabú de subirse a un camión, si tu carro se te descompone te paras en una puerta y le pides aventón a un vecino.

Otras muestras de su ignorancia es la que cuenta Verónica, de Valle Real: 4

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En buena parte de los cotos exclusivos y campestres, los padres permiten manejar a los muchachos desde temprano bicicletas, cuatrimotores, motos y con 16 años iniciarse con el coche. Además, todos cargan celulares de último modelo para no perderles el rastro y hasta donde pueden tratan de que socialicen dentro de las viviendas y no en la oscura noche metropolitana.

Los hijos de los cotos hay chavos amigos de mis hijos [que preguntan] ‘qué es eso?’, ‘una tuna, ¿no conoces las tunas?’, ‘no, no conozco las tunas’, y otros me dicen ‘¡ay! qué raro que vas al tianguis’.

O la que expone Ariel, la terapeuta en un colegio privado, hay chicos que piensan que el centro es La Minerva, hay niños que nunca han cruzado una calle, se suben al carro de su casa a la puerta del colegio, de la puerta del colegio al valet parking del restaurante, a la plaza. Una vez los llevé al Mercado Corona y ‘no mames, 20 pesos, ¿qué me están dando?, ¿perro?, a poco hay cosas tan baratas’ y se maravillan.

En el caso de Valle Real se dieron, como vimos, estas convivencias vecinales entre los menores, pero también otras más disturbadas por el contraste social que nos introducen al lado oscuro de la socialización del coto de privilegio. Mostré algún caso previamente, y coincide que estas visiones más ácidas se producen en exresidentes y disidentes de este modelo de relación. Karina recuerda: Decido salirme un día que iba caminando y me molestó mucho ver a los maestros albañiles saliendo de la jornada de trabajo, lo que visualicé fue algo que me movió mucho y me llevó a tomar la decisión: ver a todo este personal cansado del trabajo por estas extensiones sin un transporte para ellos. Y hay una estampa: los albañiles caminando y al lado los niñatos de Valle Real con sus cuatrimotos. Estaba viendo que cuando mis hijos tengan doce y trece años se les va a hacer esto lo más normal del mundo. El dueño de la cuatrimoto es un amigo, pero ojalá que tengan amigos de todo tipo, a estos y a albañiles. Yo no quería vivir ahí, fueron como 13 años. Sufrí, créeme que sufrí. Y otro punto, mis hijos empezaban a juntarse con unos chiquillos muy prepotentes, de mucho recurso, que tienen todo, todas las bicicletas, toda la despensa llena... y no era el caso de mi casa. A mí no me cuajaba, ¿qué quiero para mis hijos? Ese tipo de ambiente es totalmente artificial, ve nomás la forma de entrada: ‘¡abróchense los cinturones porque vamos a entrar a Disneylandia!’.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Esta educación en la abundancia me lleva a plantear la ansiedad por el estatus, un drama interior, una preocupación de no responder a los ideales de éxito establecidos por nuestra sociedad y que quizás por ello nos veamos despojados de dignidad y de respeto… La ansiedad la provocan, entre otras cosas, la recesión, el despido, los ascensos, la jubilación, las conversaciones con compañeros del mismo sector, las reseñas periodísticas sobre personas destacadas y el éxito de los amigos… (De Botton, 2004: 8).

Dependemos de cómo nos ven los demás, del "amor del mundo", "lo triste es que el estatus es difícil de conseguir y más difícil todavía de mantener durante toda una vida. Salvo en aquellas sociedades en las que va unido al nacimiento" (ibídem: 2004: 8). Si lo aplicamos en el comportamiento de la población de los cotos esta ansiedad se manifiesta en la presión que se ejercen unos sobre otros en los cotos si un vecino compra un carrito de golf, de pronto los carritos de golf proliferan, lo mismo sucede con las cuatrimotos, o camionetas, autos de marca o vacaciones. Las familias se esfuerzan para no sentirse por debajo del estándar de los demás, esto los lleva a gastar más allá de sus posibilidades reales, adquirir deudas y a posteriores problemas financieros (Lilia, residente de coto campestre).

Y si lo pensamos respecto a los adolescentes de cotos, Ariel cuenta De repente se juntan con chavos que quieren pertenecer a ese mundo de los que tienen dinero, hijos de joyeros, gente que mueve diamantes, si lo que hacen es conseguir droga, entonces me junto con hijo de narco. Imagínate: chavos de lana, tengo casos en este colegio que no necesitan el dinero, que lo tienen, los papás se los dan, los papás no existen. Esos niños traen 2 000 pesos diarios en la cartera y tienen 14, 15 años. Cuando me relaciono con iguales que todos tenemos mucho dinero tengo que sobresalir de alguna otra manera y entonces le ando picando las nalgas al chamuco. Por ejemplo no tienen ningún problema con fumar mariguana en su departamento [se refiere a condominios verticales en Andares] como la mamá no está, y lo que hacen es que se forjan un churro, se suben en su coche y se lo van a

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Los hijos de los cotos echar en la ciudad, y traen un Mercedes, otro trae un BMW y otro trae un Audi. Son de segundo o tercero de secundaria, ‘si me paran les doy una mordida y ya no pasa nada, me la pelan’ o ‘le estoy impresionando a la chavita porque yo soy bien cabrón’.

Con todo esto, Ariel nos está refiriendo a otras dos problemáticas. Por un lado, nos destapa las implicaciones de pasar de la expectativa de ser un buen ciudadano a ser un buen consumidor. En este "nuevo valor social" todos participamos, también los jóvenes de estos sectores que quieren competir en el disfrute del dinero fácil y no se limitan ante la posibilidad de apropiarse de bienes ajenos y entran a flirtear con bandas criminales y actividades ilícitas (Pérez Sáinz, 2014). Por otro, a lo que Freud, en su libro El malestar de la cultura en los años 1930, se refirió como el narcisismo de las pequeñas diferencias o la obsesión por diferenciarse de aquello que resulta más familiar y parecido, algo que se impone en esta fase del capitalismo líquido y de cultura de la superficialidad (en Sennet, 2006). Aquí los niños chiquitos es ‘mi papá me llevo a comer a tal restaurante, a mí me llevó a este’ y ‘yo tengo esto, yo tengo esto’ y terminan la frase ‘yo igual pero un puntito más que tú’ ¿te ha tocado oírlo? Un puntito más que tú es una frase característica, y lo ves desde que son unos críos de este tamaño. Es importantísimo el coche en el que llegas a la escuela, los que llegan en Land Rover o Cayenne, que es una camioneta de la Porsche, tienen este tinte fresa. También es el aspecto del coche, rines anchos o bien potentes porque llegan en Camaros, llegan en carros de ocho cilindros, carros con turbo es muy común. Pero también en este colegio hay becados, hay quien llega en Tsuru quien llega en el coche de la chamba, de la camioneta de la herrería (Ariel).

VANDALISMO: LA COMUNIDAD VERSUS JUNIORS INFLUYENTES

Como expone un muchacho bonaerense el "country puede pasar de ser ‘un paraíso a un infierno justo en el momento en que salís de la infancia" (Rojas,

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad 2007: 137).5 Se distingue un parteaguas entre la niñez y la adolescencia, los niños son hermosos y puros hasta que llega la adolescencia y ahí empiezan a ser entendidos como una amenaza interna. La problemática es de encierro, aburrimiento y violencia, en la angustia los muchachos rompen faroles, pintan de negro casas a punto de ser entregadas, tiran coches a las albercas, se emborrachan. En el extensísimo espacio de un campestre hacia Huentitán, Juana reconoce: Acá se han hecho batallas campales, los chavos en Halloween se pelearon, haz de cuenta los Rigoleto contra los Capuleto, a huevazos. Y son hijos de gente influyente entonces los policías dicen ‘no les podemos decir nada’. Hasta con palos de golf se vinieron a dar. Imagínate esos pleitos con niños que tienen dinero, que traen coche, que sus papás no están en la casa porque toda la tarde no están… Pasa en su Mustang del año un adolescente a toda velocidad. ‘No le podemos decir nada’, ‘¿cómo que no le pueden decir nada?’. Entonces traen a una patrulla de tránsito y la patrulla de tránsito se dedicó a fregar a todos los colonos, dijimos ‘oigan llévense a su pinche patrulla, no pueden aplicar el reglamento de vialidad dentro de un fraccionamiento’.

Y es que un condominio cerrado propicia que al vaciarse durante el día se quede como "tierras de nadie o tierra de adolescentes solos", como dice esta entrevistada. El personal de seguridad no tiene autoridad para controlar los comportamientos de estos jóvenes, no se atreven a llamarles la atención porque quienes se llevan la reprimenda son ellos por ser "contratados". En Sao Paulo, Caldeira recoge cómo los residentes de condominios inhiben incluso a la policía externa con "la vieja frase ‘¿usted sabe con quién está hablando?’" (2007: 338). Y otra vecina de Valle Real, Lupe, cuenta lo mismo:

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Este chico entra a vivir con dos años y empieza a sentir el encierro con catorce. Junto a los vecinos se mete a quebrar cosas en las obras, rompían las farolas y "a nadie le importaba lo que hacía el otro. Después muchos empezamos a tomar mal. El porro, la marihuana, apareció después" (Rojas, 2007: 137).

Los hijos de los cotos Mi hermana vive en un coto más grande [también en Valle Real], y ha tenido muchos problemas con los vecinos, de que entran los chavos y se les dice ‘no pueden entrar con motocicletas rápido’. Y en lugar de decir los papás ‘se quita la moto’ y poner límites; los papás se ponen en contra de la Seguridad. Muy prepotentes, ‘pues tú a mi hijo no le dices nada y no lo regañas y lo dejé que use la moto’.

Paulo Unda (2011) se refiere al extenso y semicampestre El Palomar, donde los miembros del equipo de seguridad privada califican este tipo de actos como travesuras, y donde el Ordenamiento de Convivencia no incluye reglamento de sanciones, se espera que sus propios padres respondan sobre las conductas de los jóvenes. Los empleados de El Palomar se refieren a las autoridades públicas como la segunda instancia, únicamente cuando la seguridad privada del fraccionamiento se ve rebasada por alguna situación delictiva mayor se recurre a la policía. De esta manera "la Ley" se determina a nivel interno de forma autónoma. En Valle Real, con el tiempo, la junta de condóminos ha impuesto su orden sobre los jóvenes incontrolados, como en el caso de Halloween, entonces la comunidad se inmiscuye como autoridad en comportamientos sociales. Hugo narra: Aquí cuidan mucho que no se hagan bolitas de muchachos en la calle, que si se paran uno o dos carros allí a platicar o que estén bebiendo inmediatamente llegan los seguridad y les dicen ‘oye ¿de dónde son?, ¿de qué casa son?’ Ubican si es cierto y ‘¡oye, pues métanse!’ o ‘no pueden estar bebiendo en la calle’. Tú como padre también tienes que decirle ‘¡oigan, muchachos! ¡pásense a su casa o váyanse!’. Por ahí hubo unos muchachos que se detectó que los hijos vivían en las casas y que los papás estaban casi siempre fuera de viaje. Y estos muchachos empezaron a robar bicicletas o motocicletas y ‘¡oye, qué raro! están faltando bicis o motos y no vemos que las saquen’. A través del tiempo dijeron: ‘ya es muy seguido’ y dieron con estos muchachos que eran colonos de aquí mismo y guardaban las bicicletas y las motos y luego las subían en algún vehículo, y las sacaban. Se dio con ellos, hablaron con los papás y se les expulsó del fraccionamiento.

Y Hugo sigue: 243

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Hay muchachos que salen, van en las cuatrimotos y las cuatrimotos también deben de respetar la velocidad de treinta kilómetros, o no subirse a los camellones ¡no es lo mismo una cuatrimoto en La Primavera o en el campo traviesa que aquí!, ¡no! El papá se va a trabajar, la mamá se va a sus actividades, el muchacho se supone que anda en la moto como debe de ser para ellos, pues es difícil saber qué es lo que están haciendo. Los de seguridad detectan algo, aunque constantemente llegan a tu casa circulares: ‘¡señores papás: cuiden las motocicletas!, ¡evítenos quitarles las motos!’, Ven a un muchacho que está subiéndose a un camellón o metiéndose a un parque, inmediatamente ¡vámonos con la moto! Es por el bienestar de todos nosotros. Es de vialidad de tránsito, aquí hay una o dos patrullas de estos señores, hay radar que lo están cambiando constantemente de áreas. Y te vas acostumbrando y tienes que hacerlo por ti y por tus hijos, tienes que poner el ejemplo, tienes que cooperar para ser mejor ciudadano.

Hugo nos destapa la ambigüedad de un doble comportamiento: ser un ciudadano hacia dentro de la comunidad cerrada y ser un ciudadano hacia afuera, hacia un espacio público como el bosque de La Primavera y el campo en general. Para él allí se justifica el destrozo de los jóvenes con sus cuatrimotores porque los mira como espacios vacíos y sin orden. Estas connivencias y convivencias de los jóvenes con guardias, escoltasy armados en general desde una posición de poder es delicada para todos porque de nuevo no hay límites, Ariel conoce a muchos alumnos que los protegen los vigilantes, los policías de las casetas, me dicen: ‘llegué huyéndole a la patrulla, me dejó pasar el guardia, y en lo que le abrían a la patrulla a nosotros ya nos habían escondido’; o ‘yo llegué hasta la madre, bien pedo, el guardia me bajó del coche y se subió él, llevó el coche a mi casa, me metió sin que mis papas se dieran cuenta, todavía hasta me di un pericazo’.

En otras ocasiones los guardias personales hasta prestan las pistolas a los muchachos y les enseñan su manejo. Son parte del ‘eso no se habla’ en estos espacios autogobernados de las élites, parte de "la impunidad de clase" (Svampa, 2008: 281).

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Los hijos de los cotos No olvidemos la presencia en estos espacios de gentes de poder –magistrados, joyeros, políticos, capos– con sus ejércitos privados también implica la presencia de sus familias, y de sus hijos. Ariel distingue en el caso de narcotraficantes, los de cultura narco, es decir, infantes y jóvenes que han crecido dentro de esta dinámica; y otros cuyos padres se encuentran en ascenso en estas estructuras criminales. Los "nuevos" tienen comportamientos más violentos y se encuentran en situaciones más precarias: su papá era de estos nuevos narcos, no tenían nada cuando él era muy chico, y con siete u ocho años el papa se mete a esto y entonces le compró cuatrimotos, carros, ropa, Xbox, pistolas para el gotcha, todo, todo, los llenó de cosas, encarcelan al papá y entre lo que le quitó el gobierno y lo que se llevaron sus compinches los dejaron sin nada. El niño estaba muy deprimido porque le habían quitado sus cuatrimotos y soñaba, alucinaba e inventaba historias.

Mientras que quienes nacen en eso son personas que querrían alejarse de este contexto: No quieren eso para ellos, pero tampoco tienen esperanza, por ejemplo, a este niño le extraditaron al papá cuando tenía 13 años y tenía aplatanamiento emocional. El niño era immutable, siempre tenía el mismo rostro: cara triste alargada, no te veía a los ojos, siempre para abajo, un niño gordito, un niño dejado, muy deprimido. Ya no lo querían en ningún colegio por su conducta, ya el niño golpeaba e insultaba maestros, no le importaba absolutamente. Intenté muchas cosas, dejó de ser agresivo, pero un día me dijo ‘me doy cuenta de que todos pretenden que yo me esfuerce pero ¿para qué?, si de todos modos me van a matar. Me dice si tú me das un balazo o me das un abrazo es exactamente lo mismo para mí’. Trece años ¿no?

DISTINTAS EXPERIENCIAS DE JÓVENES La vida en los cotos desde sujetos de 24 a 27 años, específicamente en El Palomar y en Bugambilias, la expone Paulo Unda (2011). Describe cómo la seguridad, el estilo de vida, y la diferenciación fueron factores de una búsqueda para los padres de familia que constituyó un cambio radical en su 245

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad modo de vida. Para los hijos era aprender a participar de las dinámicas sociales fuera del espacio donde estas ocurren en realidad o al menos en común con los otros actores de la sociedad. Crecieron en el repliegue (Unda, 2011: 4). El autor comenta como todos recitan su llegada al fraccionamiento como "un recuerdo impostado", una anécdota transmitida por sus padres que ellos aprendieron bien (Unda, 2011: 5). El discurso de los padres se reitera casi idéntico en los hijos. Según Unda hay una identidad heredada que encuentra continuidad en una generación y que, a diferencia de la primera, nació y creció en la reproducción de un estilo de vida promovido por la publicidad y asumido por sus consumidores. Paulo Unda se refiere a que las líneas entre lo público y lo privado son muy tenues dentro del coto, todo a la vista de los iguales y se refiere a un ‘nosotros’ sobreprotector: la educación de los hijos, su libertad y sus límites, están a cargo no sólo de los padres, sino de los vecinos y de las autoridades de la urbanización, solo que "no les vigilaban". Los padres tienen la certeza de que los padres de los amigos de sus hijos ven las cosas a su misma manera, y de que las autoridades del fraccionamiento estarán también ahí, protegiendo a los niños por compartir una comunidad de iguales (Unda, 2011: 8). Así, la sensación de libertad desmedida de los hijos proviene de la sobreprotección disimulada de los padres. Sus entrevistados narran sobre los lugares de socialización y reunión en el coto, especialmente para los varones. De niños los juegos ocurrían en el centro del fraccionamiento a la vista de todos los iguales. A medida que alcanzaban la adolescencia, los entrevistados cuentan cómo fueron desafiando y rompiendo los límites más básicos. Primero fueron explorando áreas comunes ilegítimas, ocultas a la vista tanto de los padres como de las autoridades internas. Nos juntábamos en una casa que está en la subida, cerca del mirador, le decían la "casa de piedra". Es una casa en obra negra que te da mucha privacidad, tanta que puedes gritar o poner música muy fuerte y nadie te escucha, y tampoco se puede ver que tu carro está ahí. Además te da una vista magnífica de la ciudad. Están las cascadas, una cañada en medio del cerro llena de cuevas y caídas de agua. La "casa de los espejos": una casa abandonada llena de espejos. La "casa de la ahorcada", otra

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Los hijos de los cotos que estaba abandonada en medio de la nada, al final de una de las últimas calles de la segunda sección. Y "el arenero", un terreno en medio del cerro con acceso pavimentado. Ahí se hacían fogatas y nuestras primeras borracheras. De vez en cuando hacíamos ahí hasta campamentos. Ahí nos juntábamos y nadie nos vigilaba ni nos decía qué hiciéramos (Unda, 2011: 9).

Y Luis, su entrevistado, cuenta acciones que podrían clasificarse de gamberrismo: Pues de chavitos, así como de 15, 16, sí hacíamos travesuras. En época de Halloween eran los huevasos, ponchar las llantas de los carros.... Había unos amigos más vagos que otros, unos se ponían a romper los espejos de los carros, a tirar las macetas de las bardas de los vecinos, etc... bueno, también nos enfocábamos en andar molestando a los de seguridad, más que nada (ibidem: 9).

Y como expone Roberto, estas actividades "Pues iban en aumento.... Es que cuando ya había cervezas ya se le botaba a uno la canica y ya había... más ocurrencias,... buscábamos el peligro a ratos" (ibidem: 10). El proceso de inmersión en la socialización homogénea se comprueba por Unda, al explorar por la cartografía conocida por estos chicos en estos años de adolescencia. Las referencias a lugares en la ciudad se repiten en el relato de los entrevistados. Una en particular es Plaza del Sol, el primer shopping center de la ciudad inaugurado en 1969, casi a la par que El Palomar. Simbólicamente, en el discurso de los entrevistados, este lugar es una representación de lo urbano y en algunos casos se confunde incluso con el centro de la ciudad, a pesar de encontrarse en el sector surponiente de Guadalajara. Para la práctica cotidiana de los individuos que han crecido en El Palomar, lo urbano se vive desde afuera: la ciudad como de paso obligado, y las distancias mucho mayores de lo que en realidad son. Así, para Paula: Nunca llegué a ir a otro lugar sin que fueran mis papás. En este caso a lugares muy lejos como el Centro o como Chapala, o otros bastante lejos... como por ejemplo los alrededores de la Minerva o Tapalpa. Incluso lugares que están más cerca como Plaza del Sol, que es más céntrico iba con mis papás, y casi siempre en

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad domingo. Hasta la fecha todos los domingos son sagrados para mi papá porque son el día de la familia, y tienen que ir con nosotros. Es levantarse, ir a misa, y a la hora de la comida todos salimos a comer. Y era de que cada ocho días, cada ocho días, cada ocho días... Plaza del Sol. Después de Plaza del Sol fue el Sanborns que está enfrente a Plaza del Sol, o a Plaza Galerías pero al Italiannis, o a Plaza del Sol pero al Chilli’s, y luego... o sea, así como que ya un poquito más variado (Unda, 2011: 14).

El siguiente entrevistado reflexiona respecto a su compleja vida, y a su experiencia residencial en un coto semicampestre de historia larga: antes de baldíos en el cerro y grandes espacios, ahora poblado e insertado a la ciudad. Fernando es hijo de una familia de clase popular en ascenso. Sus padres llegan a Guadalajara desde el Distrito Federal hace 31 años por el trabajo paterno como contable en una oficina bancaria donde hace carrera terminando de directivo. Se acomodan a la vida tapatía mientras sube en la jerarquía laboral. Aquí no contaban con mayores redes familiares o de amistad, así que sus allegados están vinculados con el banco, con el barrio, y a ciertas actividades como el fútbol. El padre, de ideología desarrollista, valora la educación y el trabajo, se aplica a su carrera en el banco, aprovechando las oportunidades y el modelo de vida que ello le ofrecía. Así introduce a sus hijos a los colegios más reconocidos y va habitando viviendas por fases y dentro de las aspiraciones de su grupo de pertenencia laboral. Entrar en un coto era algo previsible. Pasan de Arboledas a –pongamos en figurado– Los Altos: el banco cuenta con propiedades confiscadas, ofrece créditos y fomenta el tema de la seguridad: conviene vivir con vigilancia. Fernando se refiere a padres "miedosos", quizás por su trabajo o por no conocer el ámbito buscan proteger a sus hijos. Fernando cuenta que en Los Altos había menos reglas porque las calles eran más seguras, pero que aquí ya no tuvo amigas mujeres. Cada sexo con el suyo. Después, las chicas que había era porque eran "las novias de" y de "estudio mientras me caso" porque "nací para casarme", respondiendo a gente muy clasista, como los del club, donde los chistes marcan clase y son insultantes, apareciendo en ellos la figura del indio en sentido étnicoracial.

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Los hijos de los cotos Recuerda que eran pocas las salidas desde Los Altos, a la escuela, el Club y poco más. La vida quedaba limitada a ciertos espacios, y dependiente de su madre y carro. Fernando se refiere a "las esferas", donde podían estar dentro de su perímetro con la "correa suelta", mientras para los trayectos de una a otra las sujetaban con la misma. El salir a ciudad abierta les produce "ansiedad". Aunque con 16 años los dos hermanos ya tenían un vocho. Fernando pasaba el rato con sus colegas por las calles de Los Altos, no tenían "control" y cada vez la aburrición les llevaba a mayores atrevimientos: llegan a quemar una propiedad. Desde su inocencia va entrando a un mundo de drogas que experimenta dentro de los círculos de Los Altos: se introduce al mismo por unos conserjes jóvenes de su escuela y luego de la mano de un vecino que tenía un hermano con farmacia. Además, en sus correrías conocen a un diller de un pueblo del cerro. Con los amigos se juntan en una cueva a fumar y vacilar, crean "su mundo propio". En el colegio iba de niño gracioso y le van expulsando de todos, para terminar en "patitos". Para entonces tenía con un alto consumo de pastillas y mucha agresividad. Sólo tiene 15 años, pero sus padres no captan lo que está viviendo y le meten a una clínica de desintoxicación. Era algo que ahora entiende que no le correspondía, los profesionales que consultaron sus padres quisieron aprovecharse y sacarles el dinero. "Salí remasterizado". A los 18 años sufre sobredosis y la droga pasa a darle "más asco que placer" iniciando el proceso de desengancharse. Ahora son sus amigos los que están en fase de abuso de éxtasis que él ya vivió. Para Fernando son fresas de entre 25 y 35 que se aburren con sus vidas predecibles. Otros de su generación salieron a viajar, a aventurarse, aunque muchos vuelven a reintegrarse a este tipo de vida, él no. Historias semejantes las narra Patricia Rojas sobre los adolescentes en los countries y ciudades cerradas del Gran Buenos Aires. En Córdoba identifican pandillas que son denominadas "pandillas VIP" (2007: 18). Uno de los lugares de más alto standing, el Highland, produce muchachos como Fernando y sus compañeros, de los que se estacionan en las calles cerradas con musicón y cervezas que luego botan al suelo de todos… y

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Hace pocos años una bandita de chicos y chicas repibitos, no tendrían más de dieciséis, tomaron una casa que estaba en remate y la acondicionaron a su modo. Las puertas de los muebles de cocina las convirtieron en pistas de skate y usaban los dormitorios… El día del remate encontraron preservativos y carilinas en las mesitas de luz. Hay grupitos redrogones. Todo el mundo lo sabe y los conoce. Son hijos de tipos grossos, de gerentes de firmas multinacionales, de dueños de concesionarias… el hecho de vivir en un medio privilegiado los hace más pelotudos, no sé (Rojas, 2007: 233-234).

Y expone la opinión de una psicóloga también residente y conocedora de este tipo de vida sobre el vandalismo y el consumo de alcohol y drogas Adentro de un country –cuenta a Patricia Rojas esta psicóloga– hay ciertos dispositivos de seguridad interna y social que permiten que lo desagradable sea ocultado: no visto. Los padres están tranquilos porque sus hijos se fueron en bici a la casa de tal y el camino está todo vigilado y adentro del perímetro alambrado. Resulta que los chicos están en la casa tal, en un cuarto, manteniendo relaciones sexuales sin protección o drogándose. Los padres no miran. Se sabe que hay hechos de vandalismo juvenil… Es claro que el problema es la estructura familiar y social. Aquí nadie comparte nada. Cada uno hace la suya. Van y vienen cada uno en su auto, cada uno con su celular y sus horarios…Los chicos hacen lo que quieren. Deambulan. Entre ellos todos se conocen, se mueven en el mismo círculo: van a la escuela, al club house, hacen el mismo deporte. Llega un momento en que cada cual tiene su rótulo. Estos son así y aquellos asá. Es un estigma muy grande para los adolescentes porque es el estigma de su mundo. Porque adentro de un country, su barrio es su mundo (Rojas, 2007: 79-80).

Pero hay otro tipo de vidas más convencionales que la de Fernando, que ilustran el orden de socialidad que se podría asociar con ser productos de coto aunque sus padres son de orígenes y circunstancias diferentes. Una se refiere al hijo de una de las mujeres de Valle Real, egresado del ITESO, parece estar pasando un momento de "crisis existencial". Frente al discurso épico de su madre de lucha por la vida y por la superación, "a mí me da mucho orgullo haber trabajado en lo que he trabajado, que nos ha costado tanto"; y da cuenta de la 250

Los hijos de los cotos indolencia de su hijo frente a la vida, no termina de ubicarse en estudios ni en trabajos definidos a pesar de las posibilidades y experiencia laboral. Ahora recién inicia una nueva carrera en audiovisuales, no termina de comprometerse con una novia eterna y su madre utiliza la metáfora de la lotería "Melate" como filosofía de su vida como que el chico espera que le caiga el premio, dice "unas metas acá pero sin esfuerzo". Ella se extraña por su desgana, una vida líquida, como plantearía Bauman. A pesar de que les educó fomentándoles el deporte, piensa que el que los hijos no sean tanto como nosotros, en parte [es porque] no les ha costado tanto… Pero ellos mismos, en el fondo, imagina que dicen: ‘bueno, la paso en Valle Real, las dos casitas chiquitas algún día van a ser de nosotros, para qué me esfuerzo tanto para tener casa si mis papás me la pueden rentar porque en un futuro va a ser mía’. Yo creo que inconscientemente sí lo piensan.

Ya ha trabajado en plantas industriales y en un gran hospital y lo dejó y reclama ‘lo que me pasa que no sé qué quiero’… Ése es el problema que tiene la juventud, que están acostumbrados a la computadora, que todo es rápido, rápido, rápido, que quieren que también su vida sea rápido, rápido, rápido. Mi hijo está en la computadora haciendo tareas y con la televisión prendida viendo un programa, y está con la música oyendo su música. Por eso no aterrizan… y antes no teníamos opción.

Otro caso es el Adriana, de 19 años, también "hija" de Valle Real. Se identifica como urbanita pero al mismo tiempo es turista en la ciudad y con sueños cosmopolitas de vivir en Nueva York. Desde que recuerdo he vivido así, en coto, pero no sé, a veces es como raro decir ‘no me puedo asomar a la ventana y ver la calle’, siempre está como todo cerrado y es como estresante que si quiero llegar a cualquier lado tengo que agarrar el coche o tengo que depender de algo para poder salir. De pequeña la movilidad era nula pero una de mis mejores amigas era mi vecina y si las dos queríamos jugar era en casa de una o de la otra o nos salíamos a los camellones de enfrente que eran como

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad el parque. Éramos bastante libres de salir de hacer y de caminar y todo, sin que nuestros papás estuvieran preocupados.

Después con sus amigas de la secundaria y prepa frecuentaban la zona de Chapultepec y estaba con el pendiente de 'no sé si mi mamá me pueda llevar’, porque casi para todo es mi mamá, que un amigo me diera raid o que alguien pase por ahí pues…Soy desubicada naturalmente. [Una amiga] me empezó como a enseñar la ciudad. Era así de ‘vamos a comer’, y agarrábamos camión y mira Adriana ‘este es tal lugar’… Me gusta mucho la ciudad, a mí la ciudad no me cansa porque no tengo la experiencia de salir de mi casa. Mi abuelito es mucho de ‘vamos a comer a Tonalá’, mi mamá me lleva como paseo a Tlaquepaque a andar por la avenida principal, nos metemos a unas tiendas a comer. Ha sido más como turista que como habitante de esta ciudad. La idea de pueblear no es lo más atractivo para mí, salir a la naturaleza me encanta, irte a acampar, meterte con animales, pero así como decir ‘ahorita vamos a Texquitengo a ver casitas’ es como ‘no, gracias’. Mi sueño es trabajar en Nueva York, en Vogue o algo así, me gusta mucho la fotografía de moda, el reportaje…

Un último caso lo refiere otra madre sobre lo que ha supuesto a un quinceañero un cambio de domicilio. El muchacho sale de un coto estándar donde se crió con amigos de siempre a la ardua sociabilidad en un nuevo condominio que apenas está iniciando y se encuentra lejos: él se pasó todo lo que llevaba de vida en el otro condominio, sus amigos estaban allá, venirse aquí, a un lugar donde no había nadie que él conocía a mí me causaba mucho conflicto. Mi hija pues ya tenía novio y fue a la universidad. Él está en una edad en que se hacen muy de la computadora y todo, pero al final de cuentas él no salía, yo decía ‘vete al club, vete a ver a quien conoces’. [Pero el perfil de la población no ayuda] veo a mis vecinas que la mayoría es gente joven que está empezando, que tiene a sus niños chiquitos, pues son los que más gozan y son los que andan para arriba y para abajo. Están construyendo aquí atrás, hacen maldades ahí, se meten a la obra, aventando piedras, ellos son los más felices. Ya él es un joven que están ahorita metidos en el MSN, el Facebook y no sé qué cosas.

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Los hijos de los cotos Y con ello hace referencia también a esta nueva faceta de las conexiones tecnológicas que se desarrollan con fuerza en este tipo de espacios donde tienen acceso a estos recursos y donde las redes sociales cobran más sentido. El lado perverso del acceso a la información es la fascinación por sí mismos que manifiestan y producen con los selfies y las autograbaciones de ellos y de sus violencias: bulling, violaciones, incluso de violencias ‘pornográficas’ que se comparten, como nos cuenta Ariel, la profesional terapeuta en un colegio de élite dirigido a estas poblaciones de cotos es otra cosa que está sucediendo en los adolescentes en ese colegio. Yo he visto videos en su celulares, que se mandan de mutilaciones, de tortura, de zoofilia, mucho, es la forma de generar miedo, de decir esto es lo que va a pasar si se acercan a mí. Lo que buscan es poder, ¿sabes?, más que poder, entre adolescentes por lo menos en este colegio el respeto solo lo saben ganar con la violencia y con el miedo. Están acostumbrados a retarse, les gusta llamar la atención, no dejar de ser protagonistas.

SOSTENIBILIDAD Y REPRODUCCIÓN DE LA VIDA DE COTO Analizando cómo los hijos de los cotos reproducen o no el modelo del "repliegue de lo social", los padres entrevistados dudan de la sostenibilidad de este modelo de vida hacia sus propios hijos y aquí los matices son más realistas y contundentes: "Algunos se quedan por supuesto, pero no es sencillo que los hijos de muchos se queden… sé de pocos hijos que están casados y algunos sí viven ahí, otros se han ido para otro lado" (Luis P., el arquitecto residente en Valle Real). O Ignacio M., el empresario de Valle Real: "casi, a lo mejor como el 60 o 70% no le pueden dejar a sus hijos. No sé sabe, pero es difícil porque ahora sale un profesionista y gana menos que un buen albañil, es muy poco dinero. La situación ha cambiado en los últimos 20 años". Y Hugo, también residente en Valle Real dice: "me encantaría que lo pudieran hacer aquí, ¡por supuesto! pero quién sabe, ya es cuestión de ellos, ojalá pudiera dejarles su casita en algún terrero, pero la cosa no está para eso, ha estado dificilón, cumplimos con poder darles una educación para que ellos solitos puedan hacerse su futuro". 253

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Sin embargo, las experiencias de algunos otros entrevistados por mí y lo encontrado por Unda muestra que los hijos de cotos buscan y optan por la vida de coto como matrimonios o familias nuevas. Y Patricia Rojas recoge las aspiraciones de un muchacho de 17 años de country argentino: "a mí me gustaría ser un yuppie. Pero no un yuppie en el sentido común… perdón. Me gusta ese estilo de vida. La forma de vestirse, de vivir. Tener un buen pasar y un poco más, si se puede. Y ese buen pasar veo que podría tenerlo siendo abogado… Porque así como hay tantos que dicen que no les interesa la plata, yo digo que sí me interesa" (Rojas, 2007: 122). Volviendo a los hallazgos de Paulo Unda (2011), narra cómo Luis decidió estudiar la carrera en la Universidad de Guadalajara y conoció ahí una realidad aparte: Yo estaba acostumbrado a tener amigos que sus papás son dueños de empresas transnacionales y que viven en Colinas de San Javier, Puerta de Hierro o Valle Real (todas urbanizaciones cerradas). Todos con negocio propio o gerentes generales de empresas y acá en la UdeG, pues.... mis compañeros eran mecánicos, carpinteros, de todo... hasta lavacoches, o miembros de alguna empresa de seguridad privada. Fue un choque muy grueso de cultura... Más que afectarme, hasta me ayudó a darme cuenta de que la vida no era como yo pensaba que era. Ver que había diferentes formas de vida, y que a pesar de ello los chavos eran felices, eran capaces de estudiar, y algunos hasta mejores que uno… Más que nada me aterrizó en la ideología de que el dinero no lo es todo. Me hizo ver que hay cosas más importantes para mí en la vida, como la naturaleza, el estar en armonía con todos sus elementos, el amor, la amistad, la real amistad, no la amistad por conveniencia o por beneficios económicos o de trabajo, etc. más que nada en eso. También me hizo ver que había cuates con el mismo valor, en cuanto amistad, aunque fueran ricos, pobres, educados, mal educados, hablando de la escuela.

Pero estas nuevas experiencias socioculturales no han supuesto una modificación del estilo de vida de Luis, más bien le confirman su privilegio: Nos volvimos a apartar... Ese era nuestro lugar de encuentro, la Universidad. Y ya otra vez volvimos a darnos cuenta que tenemos vidas muy diferentes… Ahora que

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Los hijos de los cotos estoy trabajando ya puedo viajar de una manera más cómoda, o a hoteles de mayor prestigio, o a zonas turísticas de mayor prestigio o más bonitas o más caras simplemente, eso es finalmente lo que ya nos separó.

En el espacio temporal de encuentro con otras clases sociales y estilos de vida que representó la Universidad para Luis y los otros hijos de los colonos, encontraron elementos para percibir las carencias y las implicaciones de la renuncia a la ciudad del estilo de vida en el que crecieron. Esto supuso en principio una revelación que en algunos casos llevó a los implicados a cuestionar las dinámicas en las que crecieron inmersos. Sin embargo, una vez terminado el encuentro, regresaron sin mayor dificultad al estilo de vida anterior. La experiencia les sirvió, como puede verse en el discurso de Luis, para reforzar los mismos valores, creencias y convicciones que les fueron inculcados y que en su momento impulsaron a sus padres a tomar la decisión de huir de la ciudad y replegarse en El Palomar. Aunque ya no en busca de un estilo de vida al que aspiraban, sino de aquel en el que crecieron y que ya toman como marca de pertenencia e identidad. En otras palabras, ellos reprodujeron la decisión a partir de los argumentos que sacaron de la experiencia. Este es un fenómeno que ya se había dado previamente, como fue para una mujer de campestre, estudié en un colegio particular hasta la preparatoria, luego me metí a estudiar a la Universidad de Guadalajara. Ahí fue un cambio digamos sociocultural para mí… la mayoría de mis compañeras vivían en otras colonias… mis compañeras vivían de la Calzada para allá, en la Consti… Me ayudó a ver la ciudad de otra manera, conocí otros colores, otras zonas de la ciudad que no conocía. Iba a estudiar a sus casas… me abrió muchísimo. Y este tema de los cotos, y el colegio y no sé qué, se cierra, los chavos no conocen más allá, como a mí me pasó y eso que yo no vivía en un coto.

Actualmente, esta mujer trata de no reproducir estas situaciones de desconocimiento pero habrá que ver hasta dónde funcione:

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Hemos estado más abiertos porque tenemos esa experiencia. En el colegio donde estudian mis hijos hicimos un programa que se llama ‘la experiencia laboral’ que fue meter a los chavos a trabajar durante 15 días a diferentes empresas como obreros… y se tenían que ir en camión, ‘que se suban al camión, que aprendan’. Mi hija también, aunque le cuesta más trabajo que al chico, y es muy difícil viviendo tan lejos, que aprendan a andar en camión.

Para Paulo Unda (2011), los individuos que crecen en las urbanizaciones cerradas terminan validando a nivel personal la decisión tomada por sus padres al momento de recurrir a una comunidad cerrada, y se sienten inclinados a reproducirla en su propia experiencia, para con sus propios hijos, que con el tiempo conformarán una tercera generación viviendo en este estilo de vida. Dice Paola, otra de sus entrevistadas, que se ve: "casada, con dos hijos, mi casa, un buen trabajo, un buen puesto... lo que todo mundo (risas). ¿En dónde vivir? En Monteverde. Oh, genialidad de lugar, me encanta Monteverde [nueva urbanización cerrada que comparte las características de El Palomar]. Mis hijos, ojalá que todo esté bien y se pueda todo, en alguna escuela particular". Y como Paola, también Jesús sueña con vivir: "en un coto, como aquí en El Palomar. Anteriormente me pintaba con familia, hijos... pero tuve problemas con mi morra… Sobre todo es que... pues es que hay dinero, hay abundancia". Roberto repite lo mismo "De hecho estoy viendo la manera de comprar un terreno en San Martín del Tajo, que también... ahí tiene su casa club, canchas de tenis y de futbol. De hecho ya di un apartado. [¿Y tu hija?] Me gustaría que creciera en ese ambiente. De hecho es un poco más chico que aquí, pero se parece. Pues me gustaría meterla a Juan Salvador Gaviota, que es donde estudió mi esposa. Ahí también está padre. Como que lo que les inculcan me gustó, pues, muchos valores". Y Luis afirma, A mí me gustaría que mis hijos crecieran en un ambiente seguro. En donde las prácticas de la calle no sean drogarse o andar haciendo cosas que no deben hacerse, cosas que van contra la ley. Más bien me gustaría un lugar bonito, con gente agradable, educada. Que el hijo de la vecina no sea el que roba tienditas o el que consume

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Los hijos de los cotos thinner… Bien podría vivir en un lugar donde hay contacto con la naturaleza... Donde los niños acostumbran andar a caballo, jinetear, corretear a las vacas, cazar lagartijas con resorteras, los huizaches. Vámonos al campo. No es tanto el rollo del dinero, sino de la costumbre que tiene la gente (Unda, 2010: 21-22).

Finalmente, entrevisté a una académica joven que vivió en carne propia la creación de este modelo sociológico de estilo de vida. Ella también está de acuerdo, revisando la historia de sus convecinos, con que se ha producido en ellos esta reproducción del modelo que les parece "perfecto". Coincide que están en cotos nuevos como Nueva Galicia en la carretera a Colima, en Tlajomulco, o remodelan casas de cotos ya más viejas, siempre en la búsqueda de estatus y seguridad. No dudan en meterse en créditos y trabajan recurriendo a sus propios círculos –que crecen en relaciones gracias a la misma actividad–, como vimos, como con la venta de ropa traída de Estados Unidos muchas veces por encargo. El fin de estos esfuerzos es precisamente poder enfrentar los créditos. Ella, que optó por otra forma de vida, es tildada por una amiga de "señora de camioneta de closet". En la charla Ariel me comentaba que hablando del futuro en su clase, de qué querrían ser de adultos, una alumna contestó: "doña Voyager o señora de coto, yo me voy a casar con un rico que me tenga en un gimnasio".6 Y sobre su labor concluye pesimista comentando el caso de una mujer conocida suya del ITESO, jesuita de hueso colorado, estuvo en la campaña de Andrés Manuel, hacía marchas y viajaba al D.F. bla, bla, bla,… pero llega al colegio, le habla a una nanita, las nanitas son las señoras de la limpieza, ‘me llevas la bolsa a la oficina, porque está muy pesada para mí… Yo puedo sacudirlos [al alumnado] o el colegio o quien sea los puede sacudir y los regresas y se los vuelve a llevar la marea".

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Se refiere a las camionetas Chrysler Voyager.

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Reflexiones finales

VI REFLEXIONES FINALES

Los propósitos de este libro eran varios. Empecé desarrollando una síntesis histórica para mostrar la idea de la colonialidad tapatía y cómo se plasma ahora en el espacio de la ciudad metropolitana. La misma servía también para situar la génesis de los cotos en el proceso de segregación sociouebana de los sectores de élite. Posteriormente exponía el fenómeno de los fraccionamientos cerrados que se generaliza en Guadalajara en la década de los 1990 distinguiendo tres modalidades de cotos desde diferencias económico espaciales que podían mostrar contrastes entre sí. Y sí, los cotos catrines –representados en un Valle Real–, los campestres –encarnados en un Rancho Contento– y los estándar –caracterizados en los Parque Regency de la Avenida Naciones Unidas–, ofrecían formas específicas. Otro reto era ver cómo cobra sentido ésta lógica del hábitat cotificado en unos estilos-mundos de vida y cultura íntima a través de las voces de las mujeres que residen en ellos. Esto era algo ambicioso dadas las limitaciones de las entrevistas como describí en el inicio, pero encontré matices significativos según el tipo de condominio: unas asumiendo aparentemente la transición hacia formas más contemporáneas de entenderse como mujeres y como familias; otras con más contradicciones y limitaciones en este paso. Las mujeres de los cotos de lujo se acercan a un tipo de mujer autónoma involucrada en matrimonios equipo; ellas, sin salir del hogar, están más insertas en el mundo laboral y con mayor capacidad de hacer actividades para sí mismas. Son quienes tienen unas posibilidades económicas holgadas. Las de campestre además se benefician de un discurso liberal-liberador en términos de convenciones sociales –aunque se queden o no en apariencia–. Las terceras –de estándar– tienden a ser más atenidas a códigos tradicionales, en parte por las limitaciones económicas en que se encuentran, para ellas la convivencia misma en estos espacios abigarrados las obliga a compartir el urbanismo de iguales y a estar imbuidas en cotidianidades con otros pendientes y conflictos. En - 259 -

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad general se podría pensar si el ascenso social y la disponibilidad de mayores recursos económicos y el aventarse a habitar como parte de sectores sociales de más gasto suponen unas mujeres más seguras de sus iniciativas que han logrado transformar sus miedos en deseos.1 Y por último extendí el análisis hacia "los hijos del coto" y, aunque aquí no es tan clara la influencia de las modalidades de los condominios en sus comportamientos por la falta de una información más sistemática, se ofrecieron datos interesantes, entre ellos, la voluntad de estos "productos" de mantenerse en un estilo de vida semejante, de reproducir esta secesión social del privilegio. Con todo este material quiero terminar con unas reflexiones que ojalá sirvan para el debate y para generar preguntas y nuevas investigaciones. Las ordené en cuatro secciones. La primera se refiere a la discusión permanente de coto y comunidad. La segunda recoge los aportes sobre las mujeres residentes en estos fraccionamientos. Luego me refiero a ese marco social ligado con la neoestamentalización, la colonialidad y el conservadurismo. Cierro apuntando posibles implicaciones sociales, políticas y culturales que no debemos pasar por alto.

LA REPRESENTACIÓN DE LA COMUNIDAD Y EL COLECTIVO Retomando la discusión sobre cotos y comunidad, lo que constato es que se producen demasiados significados y usos que clarifican poco el comunitarismo de que hace gala esta forma de habitar la ciudad. Hemos visto un esfuerzo discursivo de generar comunidad pero una práctica tortuosa de la misma, especialmente en los condominios estándar o prototípicos, donde los esfuerzos son más intensos, pero los conflictos también. 1

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Como me hizo notar Claudia Magaña, hay que revisar el hecho creciente de separaciones y divorcios y lo que ello supone de rupturas del modelo "familia de coto" y del modelo madresposa en los condominios estándar por la creciente individualidad, y crisis como el síndrome del nido vacío o la jubilación de los señores y el regreso al hogar. Entonces, el proyecto de vida familiar católica "perfecta" se cuestiona cuando ellas caen en cuenta que no fueron felices. El costo social es fuerte, ya que a las mujeres les cuesta verse solas por la estigmatización que sufren en su mundo social, como que no encuentran categorías que las agrupen, reivindiquen y reidentifiquen. Otra vecina de coto decía: "ellos no tienen que defender su posición, las mujeres sí".

Reflexiones finales Seguramente ello se produce por la misma definición del coto como espacios mixtos de propiedad privada y disfrute de unos servicios-espacios comunes por sus habitantes, que están enmarcados por una división explícita respecto al mundo exterior. Los condominios cerrados son una fórmula para la autoprotección y autoregulación de ciertas capas sociales con capacidad de consumo. Su heterogeneidad se matiza al compartir cierto estilo de vida y de valores: la recreación de la familia nuclear o la persistente y acérrima defensa de la propiedad privada. Así es más fácil representarse como una "comunidad de iguales". Su divergencia respecto a la utopía de la comunidad armónica, igualitaria, solidaria es que no pretende esta comunión sino su autodefensa de clase (o impunidad de clase según Svampa 2008) y el establecimiento por ley de orden y certidumbre ante la expansión de la pobreza y el resentimiento social acrecentado por las políticas neoliberales. Cada coto, como vimos, organiza su específica heterogeneidad interna al establecerse como grupos de estatus y clientes consumidores. Como tales, según sus cuotas de mantenimiento, tendrán acceso a unos u otros servicios comunes y a que estos sean mejor gestionados y eficientes o menos. Es decir, el relacionamiento interno o la comunalidad se engrasa por el aporte económico. El aporte aconómico puntual se suma al acatamiento de unos reglamentos y justicia propios que aceptan a diferencia de la deslegitimación de reglamentos externos –incluso con la evasión de cobros por instancias como las municipales. Si ello no se cumple se impone también el pago pero de multas o infracciones y, como medidas extremas, la presión que se ejerce por el colectivo es el ostracismo, la expulsión del grupo de la comunidad. Vimos cómo se pone en evidencia a los morosos anticomunitarios, bien negándoles el chip que da la entrada automática o ventaneándolos con nombres y apellidos en la pizarra de entrada. Aquí encontramos de nuevo la puesta en práctica de la "ansiedad por el estatus" y ese quiebre al "no responder a los ideales de éxito establecidos por nuestra sociedad y que quizás por ello nos veamos despojados de dignidad y de respeto…" (De Botton, 2004: 8). Estos hechos más o menos radicales dependen del tipo de condominio. Allí donde la convivencia es más intensa y hacinada con mayores relaciones personales para lo malo o lo bueno, por un lado se dan mayores apreturas 261

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad económicas que afectan el cumplimiento de las cuotas; por otro, es más fluida la comunicación entre los menores y el compartir entre las familias. En estos casos muchos testimonios advierten que los cotos son "vecindades de más estatus", cuestionando con humor esas "comunidades totales" que sociólogas argentinas distinguen como "comunidades purificadas" marcadas por reglamentos excesivos. Aquí observamos cómo esas normativas son necesarias para la convivencia, pero se hacen muy elásticas según las juntas directivas que pasan por las administraciones de los cotos y según las propias negociaciones internas de sus pobladores. Lo visto obliga a dudar de la capacidad de crear ciudadanías novedosas y alternativas desde estos espacios. Si despojamos de su ficcionalidad al comunitarismo de la vida de los residentes en condominios y, como propone Giglia, los entendemos como colectivos, sería menos confuso el manejo del debate (2003: 14). Aunque esta simulación-representación es una "marca" de identidad necesaria en el contexto contemporáneo. Por otro lado, el proyecto de vida y familia que promete el coto hace que el discurso de comunidad se vea ligado con el propio ciclo de vida de los residentes. El "coto como nana", el coto como "pueblito", la convivencialidad con los "vecinos" en semejantes circunstancias, suponen una mayor intensidad de intercambios en la fase de crianza que posteriormente tiende a disolverse, más entre los adultos. Muchas personas optan por los cotos por las facilidades que suponen ante una vida donde los jefes con hijos dependientes deben salir a laborar buena parte del día o incluso viajar por temporadas y donde se puede estar bajo el control-cuidado de un espacio y de una supuesta comunidad de vecinos.2 La diversidad de los cotos y de sus pobladores hace que haya que reconsiderar las diferencias de tipos de hogares y de los ciclos de vida, porque señalan cómo la vida en coto se ve muy condicionada por ellos. Lo que en un momento es la panacea puede no ser en otro momento lo más 2

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Otras voces reivindican la acción de las clases medias y movimientos vecinales en su lucha por autoconstruir un entorno de más calidad ante el incremento de la inseguridad y el deterioro de los servicios urbanos (para Guadalajara Ramírez Sáiz y Safa, 2010). Este significativo esfuerzo organizativo no es la actitud que prevalece en los condominios que presento, aunque esta voluntad pueda estar presente.

Reflexiones finales deseado. Los procesos son más diversos de lo radiografiado en otros trabajos. A ello hay que sumarle que el espacio del coto tiene sus propias lógicas: sus residentes propietarios pueden salir del mismo por diferentes razones –entrando inquilinos u otros propietarios– y con el tiempo se produce desgaste físico y de su "moda" haciendo que su plusvalía descienda. Habría que seguir estos procesos, ya que se trata aun de fenómenos muy recientes que pueden modificar muchos de los planteamientos respecto a los modelos de vida que suponemos ejemplifican. Así con esos rituales celebratorios y de ostentación en el afán de crear identificaciones en el colectivo, que son "tradiciones inventadas" y habrá que ver cómo envejecen y se reinventan, revisar su evolución, si se modifican, transforman, recrean, difuminan (Hobsbawm, 2002).

CONSTELACIÓN DE ACTIVIDADES: MUJERES MULTIFUNCIONALES

En el abanico de reproducciones, innovaciones, adaptaciones, las mujeres entrevistadas no parecen producir mayores rupturas con el paraguas aun incuestionable del madresposismo en el que muchas se identifican con orgullo. Las mismas se comportan como cómplices al dividendo patriarcal y dan a los hombres prestigio y honor, legitimando su autoridad y el protagonismo en el mantenimiento de los recursos materiales (Connell y Messerschmidt, 2005). Sin embargo, manifiestan niveles de decisión propia, luchan por sus pequeños espacios o por actividades que hacen para sí mismas. Y absorben una serie de cambios quizá "sin marcha atrás" que señalan la creciente secularización de sus vidas, la aplicación de la planificación familiar, la mercantilización de la vida íntima, el gusto por el shopping, la afición por el deporte y, en general, por el cuidar el cuerpo y la imagen. La familia y el servicio a los demás ahora deben articularse con dimensiones del mercado y del hedonismo. Dentro del patrón coto encontramos un madresposismo con veleidades o desviaciones liberadoras. No todas las mujeres de élite tienen una misma cosmovisión, pero por la fuerza demostrativa que tienen respecto al resto social me permito generalizar y afirmar que sus concepciones se comparten en otros ámbitos. Den263

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tro del icono espacial preferencial de los condominios cerrados encuentro un espacio de discursos y prácticas que las representa de forma significativa. En las reflexiones que siguen manejo una visión global del escenario de los cotos de privilegio de Guadalajara y de las mujeres residentes sin hacer mayores distingos según carácterísticas del condominio. Hago un repaso del perfil de estas mujeres de coto, el encuentro social que se está dando en estos espacios y cómo se negocian las distinciones y las fronteras entre los sectores de élite metropolitanos. El coto interviene y moldea el estilo de vida. Sintetizando lo escrito previamente, las mujeres de coto, al ubicarse en unos residenciales cerrados, viven condicionadas a planificarse su cotidianidad y a una fuerte dependencia de sus automóviles. Además, deben estar al pendiente de casas muy amplias que requieren servicios diversos y, especialmente, servicio doméstico. Los costos de la vida de coto se compensan desde considerandos altamente valorados: la seguridad, la comodidad, el disfrute de servicios comunes y zonas verdes… y las ventajas que les ofrece de cara al cuidado de los niños. La vida en la periferia supone que el carro se convierta en el símbolo por excelencia de esta vida. Ellas se autodenominan "señoras de camioneta". Todas conducen, lo que las ha dado una libertad que antes las mujeres no gozaban. Todo movimiento de los miembros del hogar hacia fuera del espacio cercado debe realizarse en coche. Esto se contradice con su ethos antiurbano y su alabanza a la naturaleza. El momento más intenso de su utilización se relaciona con el ciclo familiar, tener a los hijos menores de edad las convierte en "mujeres taxistas" o "mujeres chofer", haciendo del vehículo un segundo hogar que acondicionan con entretenimientos y comodidad. Además, lo hacen en un tipo de carros grandes y apantalladores, que aportan elegancia y seguridad, y son diseñados para el confort y ese "vivir en el coche". Su capacidad espacial permite trasladar las enormes cantidades de productos que se adquieren al por mayor en los centros abarroteros como Cotsco o Sam’s. El mantenimiento de esas grandes residencias con jardín y mascotas suponen una creciente "tecnologización" y la "mercantilización del hogar" y de la vida íntima y la necesidad de una mano de obra de servicios para el cuidado personal y familiar (Russell, 2008). El servicio doméstico ha sido 264

Reflexiones finales una constante en estos sectores de clase media alta y alta, pero aquí se vuelve más obvio. Como dije, la vida en la periferia urbana supone la transformación de la mujer "ama de casa" –que se encargaba de manera más personal del "cuidado" del hogar y la familia; y que al vivir en barrio contaba con servicios, comercios, tianguis cercanos–, a la mujer "gestora del hogar", es decir, una administradora doméstica ligada al requerimiento de una planificación estricta de la cotidianidad desde un espacio residencial aislado. El coto la "encierra" pero también le exige salir y le da esa cierta libertad de accióngestión que antes no tenía como mujer –o la tenía más relativizada. La vincula con una ciudad rápida, de flujos y más extensa. Denominarla gestora tiene que ver con una necesidad de agendar las acciones del diario. Todos los movimientos de salida, desde escuelas y actividades extraescolares de los hijos, trámites administrativos, salidas de ocio y shopping, de compras de alimentación y abarrotes, de visitas diversas… suponen un gran esfuerzo. Las entrevistadas señalan la importancia de "organizar su tiempo" y sus recorridos. Los testimonios lo reiteran: "a todo hay que salir". Respecto a la crianza de los hijos, el espacio cercado y el urbanismo entre similares, facilita delegar al espacio cotificado, sus guardianes y vecinos la confianza de la movilidad de los pequeños intramuros. Insisten en esa idea de "el coto como nana" o en el "es como un corralito donde se pueden soltar los chiquillos". También delegan al servicio doméstico y a otros especializados: clases, escuelas, clubs, profesionistas…; así pueden disfrutar de otras actividades: shopping, hobbies, cuidado de su cuerpo, deportes, empleo desde el hogar. Esto facilita el ejercicio materno, los hijos se hacen un importante pendiente menos. Y se produce una maternidad agendada porque las vemos procurando ofrecer –a través de pago– todas las posibles opciones que enriquezcan la educación de los hijos de cara al futuro de privilegiados y a los cánones actuales. Después de la estancia en las escuelas, deben cumplir con un muestrario de actividades: deportivas, creativas, aprendizajes extras, terapias u otras, que obligan a la mujer a organizar horarios y trayectorias complejas en el día a día. El proyecto de vida de mujeres de generaciones previas fue un proyecto de maternidad. Ahora que la crianza se produce de forma más rápida, segura 265

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad y delegada, la absorción de la maternidad va dando cabida a proyectos personales y profesionales. Las vivencias de estas mujeres reflejan esa multifuncionalidad y diversidad de propósitos que se suman al de madresposa. Al estar insertas en la condición hedonista-individualista de nuestra contemporaneidad, se conceden más libertad para salir al gimnasio, al café con las amigas o tomarse más tiempo propio. Se disponen a desear y a disfrutar, también a trabajar y estudiar. Con todo, la idea de la madresposa tradicional sigue siendo el comportamiento normado y hegemónico, pero las mujeres se debaten en el sumarse al mundo laboral, la vida "ociosa" y otras tantas dedicaciones centrífugas al hogar que suponen opciones al proyecto madresposiano. Realizan un cúmulo de actividades según las posibilidades económicas y culturales de estos sectores, apenas hay alguna mujer que no haya hecho algún esfuerzo por "cultivarse" en algo: autoformación con talleres o con hobbies como pintar o escribir, estudios diversos. Son actividades "por sí mismas" y decisiones ligadas con una autonomía controlada. "La cotificación" promovería entonces una mujer simultáneamente sujetada y autónoma, a la que se suma un hombre proveedor domesticado o integrado al ámbito de lo doméstico. La maternidad-paternidad se vería reconsiderada en este proceso de adaptaciones de la familia y la vida doméstica donde el coto y la comunidad protegen a los hijos en su espacio. La publicidad de las inmobiliarias y la fuerza de la distinción tapatía de unos círculos de relación social de "gente conocida", "gente bonita" o "finísimas personas" son coincidentes. Esto ayudaría a explicar parte del éxito de los cotos en Guadalajara y cómo se renuevan las ideologías en un mundo globalizado de privatización de lo público y triunfo de la autosegregación social y de "la intimidad". ¿Qué tienen estas mujeres de coto que no tengan otras en un contexto de creciente democratización y transclasismo del gusto, el consumo y las marcas? Ellas poseen una posición socio cultural y económica específica. No sólo disfrutan de más disposición y acceso al consumo, sino que son un sector social con poder de generar aspiraciones e imaginarios sobre otros sectores, son como una "clase vitrina". Por ser mujeres de élite, a pesar de sus "veleidades", representan el estatus del esposo y de la familia patriarcal como 266

Reflexiones finales conjunto; son el estandarte del honor familiar y por ello sufren un controlpresión social que les genera una mayor responsabilidad (Veblen, 2005). Son mujeres vitrina porque deben ejercer la hegemonía transformista, ese esfuerzo continuo de estabilización del orden dominante que siempre está tambaleante y que practica diferentes estrategias –entre otras de control cultural– para mantenerse en esa posición (Williams, 1989 y Alonso, 1994).3 Por eso se apropian de elementos de otros grupos si los ven exitosos o amenazantes y los hibridizan en sus prácticas de género, de clase, de consumo… Una entrevistada señalaba que las mujeres de Santa Tere (barrio popular de Guadalajara) son amas de casa que pueden trabajar, pero también van al gimnasio o hacen aerobics, toman cursos en los templos y leen libros de superación, se maquillan y se operan con médicos baratos o con "mata bellas". Pero las mujeres ricas tienen más cargas en tanto deben "competir con otras que tienen más dinero o con otras más bonitas, y llevar a los hijos a más cursos y permanecer lindas y frescas todo el tiempo, organizar y asistir a eventos sociales en donde las cosas tendrán que ser mejores que la fiesta anterior". El esfuerzo de representación de muchas mujeres se hace extensivo entonces a otros campos de la apariencia y el "como si": la frescura que puedan aparentar supone una intensa actividad hacia ese ideal de familia perfecta, tienen que ocuparse de los hijos y su educación, verse presentables hacia el mundo público y estar al día en la moda, cumplir con eficacia su gasto y que se note el consumo, manejar la vida social hacia la familia extensa y las amistades, las relaciones en el club, la gestión de los viajes y del ocio, el empleo o actividad remunerada si la hay, la nutrición del conjunto, la dirección de la servidumbre, las mascotas y la jardinería, los servicios socioreligiosos. Todo ese conjunto de estrictas responsabilidades para la mujer de estatus son parte de la violencia simbólica a la que se ve sometida, en el sentido de mecanismo por el cual los sectores de la población socialmente dominados naturalizan el status quo y se culpan a sí mismos por su subordinación, transformándola de este modo en algo que parece legítimo y "natural" (Bourdieu 3

Aunque Alonso (1994) se refiere a las estrategias del Estado nación, no a las de clases o estratos o fracciones de clase.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad y Wacquant 1992). Las mujeres se someten a la sujeción cómplice al sistema patriarcal que contribuyen a reproducir. Mujeres entrevistadas comentaban que siempre salen arregladas por la puerta de sus viviendas, no permitiéndose familiaridades al momento de poner el pie en el recibidor. El poder de estas violencias se relaciona también con el hecho de tratarse de clases-mujeres guardianas de la civilización y el buen gusto que el coto refleja muy bien: "La coacción que ejerce sobre el individuo el hecho de ser miembro de una clase ‘acomodada’, y la necesidad de seguir perteneciendo a ella, es tan fuerte y tan modificadora como la coacción que se deriva de la simple necesidad de buscar el sustento" (Elias, 2099: 571). Esto es algo que se refuerza en el control sobre el cuerpo, como veremos a continuación. Hacerse mujeres en el mundo de hoy desde esta demandante multifuncionalidad y que todo fluya supone un esfuerzo de organización extrema que debe realizarse sin que se note y les implica un exceso de responsabilidades y proyectos: tienen que cumplir la norma histórica de la madresposa –aunque sea desde la lógica marcada de la gestión/planificación/agenda–combinándola con la perfección corporal y la perfección sociocultural (véase Cuadro 2, Mujeres multifuncionales en anexo). La integración hacia arriba La vida de coto y de privilegio es compartida por mujeres diversas. En los diferentes cotos se ubican clases altas híbridas conformando un espacio social de disputa por el estatus y por las categorías de definición de los códigos morales. Tenemos mujeres madresposas junto a las "hedonistas", las "trabajadoras" y "las ociosas", muchas veces en combinación. Todas se encuentran en el ejercicio de innovarse en el marco prioritario del mercado, la moda, el consumo y la atención hacia sí mismas, con el secularismo que supone. Estos factores cuestionarían la base ideológica del madresposismo y de la "familia tradicional". Hay mujeres que explicitan convenciones/transgresiones y se refieren a sus "miedos": al cuerpo, al deseo, al qué dirán, al ser o no buena madre, hija, esposa. Quizá las dependencias familiares son aún muy fuertes y las mujeres están constreñidas a las decisiones de esposos y padresmadres. Sin embargo, frente a lo que podría ser una disputa más enconada y conflictiva entre los comportamientos de las mujeres, todas las modalidades 268

Reflexiones finales vienen conviviendo.4 Los dobles discursos y autojustificaciones asumidas en colectivo son parte de estos escenarios sociales. A pesar de que su conservadurismo podría reaccionar negativamente a estas propuestas de individualismo, narcisismo, hedonismo y consumo conspicuo, las distinciones parecen acomodarse entre sí. Muchas de las actividades que aparecen en las entrevistas pueden corresponder a unas u otras mujeres. Se encuentra el fortalecimiento de un capital cultural con estudios y cursos –la búsqueda de una "distinción" de corte clásico– muchas veces acompañada con pequeños trabajos manuales, al Feng shui, la decoración de interiores, los cursos de psicología, la cosmética, el counselling, o la jardinería. Pero también hay aficionadas al tenis, seguidoras de los gimnasios fitness y de los cafés zumerías, aquellas que pasan por operaciones de cirugía estética o que se vuelcan en la intensidad y exigencia física como iron woman, con el triatlón o el culturismo.5 Otras combinan con el new age, los tratamientos de belleza, la manicure y los rayitos, el yoga, las dietas y la preocupación por la nutrición, los viajes al extranjero, el shopping o simplemente ese cafecito con las amigas…6 Refiriéndose a las transformaciones de las mujeres de élite desde la crisis del 1984 hasta la actualidad Soledad Loaeza (2010), en su catálogo y disección de las "niñas bien", documenta cómo con la entrada de México a la economía global se han visto sumergidas en la competencia por la democratización generada a través del mercado y el consumo. Las "niñas bien" ya no son "gentes exclusivas", su afición al lujo y al gasto ya no las diferencia como lo hizo en el siglo XX. La crisis supuso la mezcla social y se escandalizan 4

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En estos círculos la fuerza del chisme y el delegar señalamientos a "otras" tiene que ver con la necesidad de dictar la norma vigilando y censurando las diferencias con los inferiores: lenguaje, movimientos, diversiones, modales… aunque estos inferiores y/o diferentes se encuentren en procesos de igualación y al cabo se alíen en la defensa del prestigio y privilegio común como élites o "aspirantes a" (Elias, 2009). El Hard Candy Fitness ("Harder is better") es una cadena de macrogimnasios "globales" promocionada por Madonna para mujeres adineradas adictas al deporte. El de la Ciudad de México, en Bosque de las Lomas, cuenta con 2 500 m2, megaaparcamientos, clases de zumba, latinmoves, cardio kickboxing, barworks, sculpting, zumerías, saunas… Sin llegar a este esplendor de medios, Guadalajara no va a la zaga en diversidad de ofertas y en demanda. La diversidad de feminidades pueden incluirse en una misma mujer y estar presentes en diferentes fases de su vida con mayor o menor énfasis (Connell y Messerschmidt, 2005).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad por ello. "Es que ahora, como están las cosas en México, una nunca sabe. ¡Está todo tan revuelto, tan confuso! Ahora lo que importa es hacer dinero rápido, rápido. Tener dinero y punto. Por eso ahora te encuentras por doquier a esos corrientes, prietos, horribles, new rich, que van a muy buenos restaurantes y mandan a sus hijos a super buenos colegios" (Loaeza, 2010: 249). Como recoge de Monsiváis: "es la masificación de la Niña Bien, el fin de la utopía de la exclusividad en la sociedad postindustrial para estas aristócratas del melodrama" (ibidem: 2010: 261). Ya en estos tiempos de los años 1990, "los nacos mandan a sus hijos a las mejores escuelas particulares de México y al extranjero, para que se eduquen con los mismos modales que los niños bien de antes. Ahora las niñas bien se divorcian hasta tres veces. Las divorciadas forman pareja con los divorciados y trabajan, ya sea en boutiques de marcas extranjeras, en restaurantes de Polanco o sirviendo banquetes a domicilio. Ahora ya se vale hablar en las reuniones sociales de intimidades, enfermedades, traumas familiares, relaciones extramaritales, operaciones de lifting, aumento de busto o reducción de grasa en el estómago y en las piernas; con toda naturalidad se habla de quién sí y quién no tiene sida" (ibidem: 262). Lo que sorprendió a Loaeza ahora podría ser la norma y es muy difícil poner las fronteras entre ellas, todas las mujeres fluctúan entre uno u otro tipo según las etapas de la vida. Algunas lo hacen, como ellas exponen, con sus esposos como parte "de un equipo" marital-laboral que deviene en una plataforma para el ascenso o el mantenimiento social con sostenibilidad; otras lo hacen de forma más individualizada, o al menos sus esposos no aparecen como coprotagonistas. El que ahora sean mujeres que trabajan o que se ocupan nos hace pensar también en la precariedad de estas clases medias altas y altas que requieren de más de un salario para sostener su nivel de vida, y relativizar la idea de que espacios como los cotos son exclusivos de "las clases ganadoras" de la globalización. En la acomodación de las distinciones de la heterogénea vitrina gana la pragmática política. Toda esta agrupación: nuevas ricas, trabajadoras desde el hogar, buchonas,7 profesionales, vegetarianas, cirujeadas, deportistas extremas, 7

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Buchonas son las mujeres de los buchones o narquillos. Este regionalismo sinaloense se ha extendido y se refiere a un estilo de vida basado en el gasto ostentoso y en el lujo asociado con la

Reflexiones finales empresarias, new age…, y sus combinaciones generan nuevas alianzas de clase y género en el marco de la globalización corporativa. La incipiente red socioespacial de sectores medios en ascenso y clases medias altas y altas consolidadas que buscan mantener el equilibrio en la emergencia de un espacio común de sociabilidad donde los diferentes círculos se homogenizan es lo que Svampa llama la integración "hacia arriba" (2008). En Valle Real, donde se presentan las tendencias de estilos de mujeres más contrapuestas: las trabajadoras y las ociosas o "plásticas" (aunque en el mismo la mayoría de las entrevistadas eran mujeres que trabajaban aun desde el hogar), todas ellas reciben en el club los mismos folletos de "Diplomados para la mujer" impartidos por "Familia unida", ligados a los Legionarios de Cristo.8 Y todas participan en las discusiones entre las celebraciones pro Halloween o pro altares de muerto para coincidir en la fascinación por las luces de Navidad, el derroche mercadotécnico y la disneylización. El culto al cuerpo Entre las mujeres de los cotos hay un culto a las intervenciones múltiples sobre el cuerpo: cirugía, manicuras, yoga, dietas, gimnasio y deportes a veces extremos… Y se percibe la presencia de trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. Estos trastornos pueden llevar a la muerte y se producen por múltiples factores: orgánico-biológicos, psicoanalíticos, somáticos. También sociales y culturales. En la mujer adolescente y de clase alta, se da una extrema presión de los ideales de perfección del ser mujer. Las jóvenes ejercen con celo racional el control sobre su alimentación para "domar" su cuerpo: lo pesan y tallan, tasan las calorías de cada bocado, consumen productos light, practican la cultura fitness y el desarrollo de deportes disciplinarios. El feminismo ha tendido a analizar a la mujer "plástica" –que modifica e interviene su cuerpo e imagen– como ejemplo de pasividad y manipulación

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demostración y no con la distinción. En una noticia referida a las ejecuciones, operativos, allanamientos en centros comerciales y cotos de las áreas de más estatus y también de preferencia de los capos del narco –sectores emergentes al fin y al cabo-, un internauta encerraba en un breve comentario toda una filosofía de vida: "Raza wanna be buchona" (El Informador, 10 mayo 2013). Es un curso de 24 sesiones de tres horas que ofrecen en Valle Real y en Santa Anita sobre "El sentido de mi vida. Administración del hogar y del tiempo. ¿Yo codependiente? La resiliencia en mis hijos, bullying, ludopatía, otros". La cuota es de 6 500 pesos.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad femenina y desde el "mito de la falsa belleza" y el poder de la mercantilización (Wolf, 1991). David Le Breton (2002) afirma que el cuerpo actualmente es entendido como imperfecto, una anomalía, un "borrador por corregir", una máquina a la que cuidar y es mejorable con la cirugía estética, regímenes alimenticios, cosméticos y/o tatuajes, el culturismo. Estas tecnologías quieren borrar el envejecimiento. Se vive entonces un cuerpo rectificado para alcanzar una supuesta dignidad que no tenía el cuerpo propio. Este afán narcisista-hedonista en el sentido, no tanto de búsqueda del placer como de separar la persona y el cuerpo, diviniza al segundo con su presentación o look en aras de la apreciación de la identidad propia. Autoras feministas reinterpretan a estas mujeres como sujetos a los que hay que reconocer su capacidad de acción, señalando cómo quieren mostrarse activas sexualmente y ser capaces de modificar su imagen y apariencia y verse sugestivas, hipersexualizadas, glamurosas y no "respetables" (Holliday y Sánchez, 2006).9 Esta es una propuesta provocadora pero lo cierto es que para muchas mujeres genera angustia y crea nuevas dependencias. No es fácil tomar posiciones en la interpretación de estas transformaciones. Son comportamientos que se resisten a ser evaluados, nuestra carga moral y de valor media en las consideraciones que quisiéramos académicas. Quizás sean oportunos los comentarios de Marta Lamas (2014) respecto a la corriente posfeminista que, aunque se refiera a generaciones de mujeres más jóvenes que las que se tratan en esta investigación, muestran tendencias coincidentes. Se refiere a las influencias neoliberales en el capitalismo tardío sobre el feminismo que ha llevado a desvirtuar sus principios liberadores, críticos y social-colectivos con una poderosa vuelta a esquemas tradicionales de feminineidad, donde gana visibilidad social el discurso de libertad y agencia de las mujeres pero encaminado –de forma falsamente progresista y subrepticiamente conservador– al individualismo narcisista, al consumo y a la imagen (representándose como alivianadas, sexy, asertivas, femeninas). Hay una apropiación del lenguaje feminista del derecho colecti9

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Otra contravisión la encontraríamos en la corriente postgénero a partir del manifiesto del cyborg, ese híbrido de máquina y organismo (Haraway, 1991).

Reflexiones finales vo a decidir para desviarlo en el derecho individual a la libertad de escoger sea a comprar o tener relaciones sexuales: el feminismo que revisó lo que parecía incuestionable como lo es la desigualdad en la lógica cultural del género ahora parece no ser necesario. Las mujeres parecen mostrar insatisfacción con su imagen corporal que debe responder al mandato del "éxito" de verse delgadas, atractivas, femeninas; hacerse mujeres en el mundo de hoy causaría angustia al implicar excesivas responsabilidades: ser profesionales eficientes y liberadas sexualmente, al mismo tiempo que cumplir la norma histórica de la madresposa a la vez de la perfección tanto corporal como sociocultural. De nuevo son de recordar palabras de Elias: "El miedo a la pérdida o, incluso, a la disminución de prestigio social es uno de los motores más poderosos del cambio de las coacciones externas en autocoacciones" (2009: 572; De Botton, 2004). La vida en el coto se promociona con la mujer vitrina-anuncio y su cuerpo necesariamente delgado, aparente, gimnástico, en un país como México, con una de las más altas proporciones de obesos y obesas. Vivimos en sociedades supuestamente democráticas y diversas y al mismo tiempo hipervigiladas desde un control sutil sobre los sujetos con las políticas del cuerpo y la obsesión autodisciplinante por la mirada de los demás (Foucault, 2009). Los sujetos y sus cuerpos internalizan el poder y se esfuerzan por ser normales, saludables, modernos e inteligentes y practican la gimnasia y el deporte, el piercing o la cirugía estética. No es novedad la autorepresentación de las mujeres de Guadalajara como "de rompe y rasga", aparentemente autónomas y amigas de las reuniones donde toman café o tequila, juegan cartas, chismean, abusan de maquillaje, perfumes, ropa, tacones. Su presentación es sofisticada. Lo que hace la novedad es la tendencia a imponerse la opción de ser mujer por y hacia sí misma, aunque aún sea difícil interpretar hasta dónde es parte de un sentido más hedonista y lúdico de la vida y menos sacrificial. Habría que ver hasta dónde cuestionan en la práctica el discurso del madresposismo y de la Iglesia –con sus afanes de control biopolítico– o si estas presentaciones como mujeres provocadoras sigue siendo parte del juego de estatus y de "llaveritos" de la figura masculina.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

LA DISTINCIÓN NEOCOLONIAL Y LA SIMPLIFICACIÓN SOCIAL

La expansión de los fraccionamientos cerrados se asocia, entre otras problemáticas, a la segregación social, la fragmentación e inseguridad urbana y la privatización del espacio público. Son una buena expresión simbólica espacial de la actual configuración del poder, un invento cultural y simbólico de la capacidad demostrativa de las élites o de quienes aspiran a serlo, que permite analizar en qué formas se organiza la heterogeneidad social ante el fracaso del Estado del bienestar y de las utopías sociales de igualdad y ciudadanía. En los cotos, como lo reflejan las mujeres que acabamos de ver, confluyen una diversidad de sectores de privilegio. Un popurrí de formas, relacionamientos, conceptos sociales, capitales culturales, que parecen trascender el análisis de clases. Para poner cierto orden se puede decir que encontramos dos fenómenos complementarios intramuros de estos fraccionamientos: la diversidad y, al mismo tiempo, la simplificación social. En una rigen códigos de distinción y hegemonía transformista; en la otra como que nos encontráramos de regreso a un orden estamental/colonial de patrón-servidumbre: como decía una profesional francesa de un coto, "al lujo se adapta uno fácil" y, se puede añadir, al ser servido también. Empezando por el lado de la polarización social, yo la conjugo con el espíritu irredento de la colonialidad tapatía que se puede comprobar en el desarrollo histórico-social de Guadalajara (Walton, 1978; Núñez, 1999; Cárdenas 2010). Mi interpretación de lo visto es que el coto remite a una cultura de servidumbre o de verse servidos dentro unas relaciones estamentales que naturalizan un mundo de privilegios para unos y de subordinación para otros. 10 Los habitantes en los cotos desnudan un aroma neocolonial que se explica por la cercanía de una historia de desigualdad y segregación étnico-clasista que facilitan siglos de colonialismo. En México no se estaría dando esa ruptura con un modelo de igualitarismo previo, sino 10

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Como expuse en su momento cultura de servidumbre se refiere a un sistema vivo de significados y valores el cual se experimenta y se conforma recíprocamente entre patrones y el servicio. Así, la dominación, dependencia y desigualdad es tolerada y aceptada por las partes de este orden hegemónico que se reproduce en la interacción cotidiana (Ray y Qayum, 2009: 4).

Reflexiones finales recuperándose lógicas subyacentes históricas. La democratización de las aspiraciones elitistas supone que esta ideología se recicle y extienda. La creciente polarización social en el microespacio de los fraccionamientos cerrados –o "la cristalización de las grandes asimetrías" (Svampa, 2008)– se traduce como un reposicionamiento estamental, y se muestra de forma explícita en la segregación física y en la secesión social que suponen. Y con esto podemos adentrarnos en la dimensión de ordenamiento de la heterogeneidad intramuros e intraprivilegiados, que articula con lo anterior. Vimos cómo se evaden las relaciones con los desiguales y los externos, ahora marcada por el hecho mismo del cotificarse. Sin embargo, paradójicamente, su extrema dependencia por verse servidos les obliga a mantener una servidumbre y a reproducirse en esta extrema e inquietante simplificación social. Como vimos que señalaba Lilia, mujer que trabaja por su cuenta, del campestre Rancho Contento: "estamos mucho en la onda de amo y esclavo, casi, casi". La distinción da idea de separación y distancia social cuando los sujetos o colectivos se representan de maneras refinadas y señoriales que exhiben e imponen como legítimas recurriendo a los símbolos de la ostentación y el consumo conspicuo. Estás lógicas "performativas" pueden darse en otros niveles sociales, aunque en las élites son más visibles y extendidas (Daloz, 2010). La competencia por la distinción y el poder en un espacio denso como el urbano es extrema y unos y otros grupos, clases, culturas, deben redefinirse sistemáticamente (Veblen, 2005). Quienes confluyen en los cotos se autopromocionan como parte de las élites y coincidirían en estas estrategias cultural-simbólicas de mostrarse bajo un disfraz camaleónico en la lógica de la hegemonía transformista.11 Las estrategias simbólicas de autorepresentación de supremacía y privilegio desde esa heterogeneidad interna se encuentra, insisto, en el mismo hecho del coto amurallado como forma de hábitat con su diseño interno y 11

Estos sectores se mueven de manera ambivalente entre la igualación y esta distinción, entre la atracción y el rechazo, teniendo que defender su prestigio común frente a las clases ascendentes (Elias, 2009), por eso recurren a la gramsciana hegemonía transformista que señalé previamente, ese esfuerzo continuo de cambio y apropiaciones de las contribuciones de los grupos subalternos para desactivarlos y sostener sus posiciones de poder y representación (Williams, 1989 y Alonso, 1994).

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad estética grandilocuente, escoltado de vías de comunicación y de centros comerciales y clubs. "Los cotificados" son grupos privilegiados porque pueden habitar en estos espacios que definen y los definen, y encuentran aquí una forma de reproducir su deseada "distinción" y su estilo de vida que quisieran despegado, cómodo, ajeno al resto, entre el consumo y la sociabilidad con su sello propio. El coto es un elemento unificador y homogenizador donde coincide ese conglomerado social de élite o de pretendida élite. Su reclamo de ancestralidad a través de las haciendas campestres se refleja en el manejo de los nombres y los títulos, la gloria del paraíso regio-estamental privatizado en un Valle Real o un Parque Regency, en el más sacralizado Residenciales San Ángel, en la naturaleza domesticada de Villas del Pinar o Quinta Los Encinos, o en la megalomanía del Fraccionamiento Campos Elíseos. Por otro lado, su posición racial como criollos está documentada, su renuncia a posibles componentes indígenas o mestizos en su identidad se compensa con el guiño al cosmopolitismo y la europeidad o norteamericanismo, en una actitud de "intolerancia al subdesarrollo", que es el deseo frustrado de no haber nacido en el primer mundo. Además del hecho de la espacialidad físico-simbólica, la diversidad del entramado social que se encuentra en los cotos de estratos medios altos y altos entre "los que ganan con la globalización" (Svampa, 2008), como ya he señalado, se define por la cuestión patrimonial: son más y mejores ciudadanos porque disponen de plata y son consumidores natos. Estos argumentos son tendencias más claras para los condominios "catrines" y campestres que para los "estándar". Es una ciudadanía y unos derechos y privilegios que se adquieren por pago. Muy ilustrativas son las palabras de Hugo –empresario– de Valle Real, al exponer las delicias de vivir aquí y cómo "yo lo recomiendo completamente a la ciudadanía. Somos privilegiados de poder estar en un lugar como este". La "ciudadanía" a la que se refiere ¿cuál es? Por otro lado, como hemos visto reiteradamente, funciona el respeto por lo propio colectivo interno pero no por lo público ajeno y "lo que suceda fuera de esa barda les interesa muy poco" (Safa y Ramírez, 2011: 134). En este sentido es urgente retomar el análisis de clase porque la persistencia de la desigualdad obliga a destapar las naturalizaciones que se producen en la polarización estamental-colonial-clasista-genérica. Pérez Sáinz 276

Reflexiones finales (2014) insiste en que a pesar de la idea neoliberal prevaleciente de que el consumo democratiza e integra porque nos engloba a todos, sin producción y trabajo-empleo no hay ingresos. Su propuesta de las desigualdades de excedente persistentes rompe con el individualismo metodológico al combinar otras condiciones y adscripciones sociales que facilitan y justifican estas desigualdades, y se hace eco de la fuerza simbólica e ideológica de los pares categóricos que simplifican las realidades.12 Con ello permite entender al individuo junto a su pertenencia y posicionamiento como parte de grupos de referencia y marcado siempre por género, edad, raza, territorialidad, clase. Y, por otro lado, contempla no sólo el ámbito de la producción y el acceso al empleo, sino el del intercambio y el acaparamiento de los mercados básicos (educación, salud, tierra, conocimiento…) y sus oportunidades, algo que resulta cercano a las tesis de Bourdieu de la reproducción social o a la insistencia de la antropología en considerar al sujeto sujetado y posicionado socialmente. El coto y el dogma conservador Detrás de la apuesta por el coto siento que hay una propuesta conservadora basada en valores morales de reforzamiento de la familia "de siempre", algo que el reclamo publicitario explicita rotundamente. Coincido con Svampa cuando afirma que el proyecto familiar en estos condominios "se organiza en torno de un estilo de vida" (2008: 95). Buena parte de las entrevistadas comparten una plataforma ideológicocultural como la significativa impronta de la formación y la militancia católica tan asociada a la "tapatiedad" –de hecho, hasta las foráneas de Guadalajara son mujeres con muchos años de asentamiento e inserción en esta sociedad. De nuevo encontramos esta vitrina cultural de las élites, que hegemonizan ideologías, discursos, representaciones, al jugar de guías civilizatorias hacia el resto social. Refiriéndose a la gran familia trigeneracional que, según Adler Lomnitz y Pérez Lizaur (1993), se extiende por todo México y América Latina, las clases acomodadas expresan mejor que otras su funcionamiento porque tienen 12

Se refiere a pares categóricos en género (hombre-mujer), en lo étnico-racial (indígena/afroamericanono indígena –aunque en este caso lo aplica según su configuración en los distintos países), y en territorialidad (urbano-rural).

277

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad los recursos para mantener ese sistema. Estas familias, como los sectores que estamos viendo, manejan todo un cuerpo ideológico que se caracteriza por su relativa flexibilidad al incorporar elementos propios, externos, antiguos y recientes que pueden parecer incoherentes. Así combinan valores de la vieja aristocracia terrateniente de linaje colonial; con otros de la ética protestante de la burguesía clásica; con cambios y actualizaciones de la pragmática vida contemporánea. Principios como raza, religión, propiedad privada, autoridad, y en general la naturalización de las desigualdades, incorporan nuevas formas educativas, políticas, control de natalidad, o tecnologías punta. Van Dijk se refiere a estas constelaciones del conservadurismo como una metaideología abarcadora que organiza a otras ideologías (2006: 354-355).13 La gran familia y la lealtad a ese grupo corporativo de referencia, su unidad, está por encima de ideologías y esta estructura metaforiza el modo como se halla organizada la sociedad mexicana (Adler y Pérez, 1993: 166). El ideal de la familia feliz del coto se acompaña de un entorno dentro de la ciudad-civilización, donde casi todo se encontraría domesticado y previsto.14 Es una vida feminizada con un pater familia domestizado: tranquilidad, comodidad, intimidad, familia, hogar. El hombre puede ser un "daddy", cariñoso, dedicado al hogar, hacendoso, siempre proveedor. Es un proyecto "moral", pero también de ambición y demostración de estatus. Y, siguiendo con lo anterior, es un proyecto dirigido a una estructura nuclear que es la predominante. Sin embargo, en el caso de Guadalajara se sigue manifestando la fuerza de la familia extensa con las visitas entre ellos y la residencia del coto como espacio de reunión social y rituales familiares, incluso con la existencia de cotos de linajes como "el de Las Verea": un terreno compartido entre diferentes familias del mismo tronco. Pero, más allá de esto, es de recordar lo que señala Mantilla (2010) al referirse a la sociedad tapatía como 13

14

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Los individuos pueden adquirir y adaptar varias ideologías o fragmentos de ideologías, creencias, valores, modelos, representaciones y combinarlos (Dijk, 2006: 346). Este autor define ideología como "creencias sociales compartidas de grupos sociales (específicos)", que incorpora pertenencia, actividades, objetivos, valores, posición y recursos, definiendo la identidad social e intereses del grupo (ibídem: 2006: 392). El proceso de civilización supone el avance de la racionalización en la interdependencia social que es impulsado y guiado por las clases acomodadas para mantener prestigio, oportunidades, nivel de vida elevado y recursos con el mayor control posible sobre los imprevistos (Elias, 2009).

Reflexiones finales sociedad de filiación, donde los lazos personales y familiares se extienden borrando las fronteras entre lo público y lo privado. Por ello sería interesante indagar qué tipo de vínculos hay en esos cotos entre las parentelas y qué tanto ese comportamiento se puede extrapolar a un nosotros y si se genera un esprit de corps que, desde las trincheras de estas metaideologías, defiendan unas posiciones sociales y estilos de vida de privilegio y de ciudadanía patrimonialista divergente a la universalista (Svampa, 2004 y 2008). Una ciudadanía que, como acabo de señalar, estaría montada desde la figura del ciudadano contribuyente y su exigencia de autorregulación vinculada con el proceso de privatización impuesto por el orden neoliberal y que beneficia a quienes cuentan con recursos y patrimonio, penalizando a quienes no los tienen.15

IMPLICACIONES POLÍTICAS DE LA ESTAMENTALIZACIÓN

El nuevo modelo urbano es más disperso y fragmentado, las élites se trasladan a la periferia y establecen subcentros, mientras los pobres se adentran también en zonas rurales (Aguilar y Mateos, 2011). Los primeros crean "islas de modernidad", compuestas por megaproyectos residenciales, comerciales y de oficinas. En sus desarrollos residenciales se genera una alta homogeneidad interna en cuanto a renta junto a una reducción de la distancia física extramuros entre los grupos sociales de diferentes estratos socioeconómicos. La segregación urbana se hace más intensa en la escala micro a través de bolsas urbanas aisladas entre sí, mientras en la gran escala se "exhibe una aparente mayor heterogeneidad y los indicadores de segregación residencial se hacen menores" (2011: 10). Esta disposición de espacios, comodidades y servicios "confiere estatus pero profundiza las diferencias sociales y afirma la distancia social y la desigualdad" (2011: 258). Sin embargo, la configuración de los cotos y espacios de privilegio en Guadalajara 15

Su funcionamiento es relativo: los excesos de regulación tienen su cara perversa, más en barrios cerrados de clases medias en ascenso donde se suceden los conflictos por las reiteradas transgresiones que rompen con los principios del "colectivismo práctico" y la base de valores comunes de estos sectores dominantes.

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad tiene su peculiaridad por la "dorsal blindada" y su presencia preponderante en el municipio de Zapopan, que permite un tránsito menos insularizado y, por otro lado, porque la comunicación entre diferentes escalas sociales, laborales, culturales y espaciales es más fluida de lo que la literatura nos muestra de forma tremendista. Lo que sí es preocupante es que esta tendencia a la desresponsabilización e incomunicación socio-espacial se profundice con "los hijos de los cotos". La visión del mundo social de los cotos se define desde ideologías conservadoras y católicas que naturalizan la diferencia de hombres y mujeres que es jerárquica y especializada y esperan que sus hijos participen de la misma idea. Aquí se comprobó que los individuos que crecen en las urbanizaciones cerradas terminan validando la decisión tomada por sus padres, y se sienten inclinados a reproducirla en su propia experiencia para con sus hijos. Lo que encuentro es una reproducción afinada de una visión polar de lo social y de la internalización del otro social y de la diversidad como un ente antagónico y amenazante. Da la impresión de un nivel alto de miedos y de agresividad latente. Muchos tapatíos denostan el hecho de los cotos, pero igual que con las mujeres, quienes pertenecen a sectores medio altos y altos no dejan de compartir muchos códigos y actitudes, aunque habiten en otros espacios "abiertos" con casa no atada a régimen condominial, pero también blindada: acuden a los mismos centros comerciales y disfrutan los mismos servicios; manejan la misma cartografía limitada; se mueven en carro-camioneta; tienen servidumbre; sus hijos estudian en lo privado; acuden a clubs y el ideal-práctica de familia es "la de siempre". Los sectores conservadores reaccionan actualmente por sus propiedades y su seguridad conscientes del creciente resentimiento social que genera su privilegiado acceso al consumo, y se han echado a la calle y a hacer política formando parte de órganos de gobierno y control como nunca antes (véase Adler y Pérez, 1993; Power, 2005; de la Torre y Ramírez, 2009; Loaeza, 2010).16 Su temor al cambio social hace que se organicen y en ello 16

280

Margaret Power (2005), historiadora, defiende la necesidad de estudiar la mujer de derecha desde una perspectiva comparativa por su extensión mundial, por su nivel de activismo y su agencia propia en torno a la familia y la maternidad, la nación, la tradición (lo que supone un reto para el feminismo).

Reflexiones finales el papel de las mujeres es significativo. No debemos olvidar que en la disputa social o lucha de clases se enfrentan nuevas hegemonías que tienen implicaciones en el orden de género; "el giro del neoliberalismo (la agenda radical del mercado formulada en la década de 1970) al neoconservadurismo (añadiendo apelaciones populistas a la religión, el etnocentrismo y la seguridad) ha hecho de la reacción del género una importante cuestión política y cultural" (Connell y Messerschmidt, 2005: 854). Soledad Loaeza (2010) capta la capacidad de activismo de las mujeres de estos sectores de privilegio en México Distrito Federal cuando se sienten amenazadas y parodia el fin del año 2010 con los egocéntricos deseos que manifiestan: "¿Qué pediré? ¿Que no me secuestren? ¿Que no me toque una bala perdida? ¿Que no roben mi coche? ¿Que no vayan a asaltar mi casa? ¿Que no despidan a Enrique de su trabajo? ¿Que nunca recibamos llamadas amenazantes diciéndonos que hemos secuestrado a alguien de la familia? ¿Que no amaguen con pistola en mano en un cajero automático? ¿Que no clonen mi tarjeta de crédito? ¿Que a nadie se le ocurra extraer un cheque de mi chequera? ¿Que no me atropelle un coche que se pase un alto? ¿Que no me enferme de influenza? ¿Que no haya un estallido social?..." (ibidem: 306). Toda esta angustia facilitará que se busque el coto como resguardo patrimonial, de sus calidades de vida y su vida misma. Y se muestran dispuestos a imponer sus propias reglas, refiriéndose a un asalto vivido entre ellas descubren la política, los derechos y la práctica de una ciudadanía exclusivista: "Ya que no podemos contar con la policía, tenemos que hacer justicia nosotros mismos" (ibidem: 159). Pensando esta ola neocolonial desde los cotos, vemos que lo hacen desde unas nuevas composiciones sociales en un momento de renovación también de estilos de vida y de creciente aislamiento y polarización. Es importante seguir la pista a lo que se está gestando desde estos espacios, cuál va a ser su propuesta política, social e ideológica, su futura fuerza hegemónica o su declinación. En palabras de otros colegas mexicanos "hay que comprender los cambios de la sociedad y ver dónde surgen umbrales de intolerancia e intransigencia en la sociedad actual" (de la Torre y Ramírez, 2009: 464): los microespacios de los cotos son buenos para tomar la temperatura de estas

281

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad reacciones donde las mujeres tienen mucho que decir en términos culturales, morales y políticos. Todos estos ejemplos tienen implicaciones en esos procesos de desocialización que en la academia etiquetamos como fracturas, desigualdades, exclusiones, ciudadanías contrapuestas, y que muestran cómo se están produciendo o no cargas de violencia contenida a nivel de género y a nivel de colectivos. No podemos dejar de preguntarnos por los mecanismos que permiten esa enorme capacidad de las élites de mantener sus privilegios, si la desigualdad es persistente es porque ellas también lo son. Preguntarnos cómo se están dando estas tensiones intra o trans clase, cuáles son las prácticas sociales, políticas y culturales hacia el resto social en estos grupos y las visiones del mundo que manifiestan. Y preguntarnos qué efectos supone una mayor presencia pública y política combinada con un creciente aislamiento social y con una interpretación de la sociedad por relación personal y no por causas y procesos históricos de desigualdad y violencia.

282

Reflexiones finales

ANEXO Cuadro 1 Entrevistas a conocedores de la temática Dr. Luis Felipe Cabrales Dra. Patricia Arias Dr. Luis Álvarez Dra. Claudia Magaña Dra. Beatriz Núñez Dra. Rocío Enríquez Dr. Francisco Talavera Dra. Patricia Safa Dr. Jorge Aceves Arq. Juan Palomar Arq. Gabriel Casillas Ing. Javier Michel Carlos Páez Arq. Hilda López Fernando Estrada Juan Molina Ariel

Geógrafo, Universidad de Guadalajara Antropóloga, Universidad de Guadalajara Geógrafo, Universidad de Guadalajara Antropóloga, Universidad de Guadalajara Antropóloga, Colegio de Jalisco Antropóloga, Instituto de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) Antropólogo, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Antropóloga, CIESAS Occidente Antropólogo, CIESAS Occidente Comisión de Planeación Urbana Ex Procurador Urbano del Estado Grupo inmobiliario San Carlos Consultor en Gestión Orientada al Humano Municipalidad de Zapopan Parlamento de Colonias Asesor en Centro Cultural Valle Real Atención psicológica en colegio de secundaria y preparatoria Entrevistadas en los cotos catrines o de lujo

Nombre

Trabajo

Familia/hijos

Verónica Elena Rosa Ignacio M. Sandra Lupe Raquelita Mari David Leticia Esposo de Leticia Alicia Esposo de Alicia Karina (exresidente) Ceci (exresidente)

Intrahogar y extrahogar consulta externa Intrahogar, arquitectura y diseño Extrahogar, profesora de escuela Empresario jubilado Intrahogar, gestión inmobiliaria Autónoma, intra y extrahogar Intrahogar, gestión inmobiliaria Intrahogar, ofrece cursos Comerciante Intrahogar, venta por catálogo por temporadas Gerente de banco Extrahogar, consulta terapeútica Empresario jubilado Intrahogar, pintora Extrahogar, profesora de colegio

Universitarios Filouniveritarios Filouniversitarios Independientes Cuasi-independientes Estudiantes Estudiantes Independientes Filouniversitarios Filouniversitarios

- 283 -

Independientes Universitarios Universitarios

283

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad Paula (exresidente) Hugo Adriana

Intrahogar, ventas diversas por temporadas Empresario informático Estudiante de preparatoria

Filouniversitarios Filouniversitarios Universitarios

Gloria Ángela

Extrahogar, profesora de colegio Extrahogar, comerciante

Lilia Helena Beatriz Juana Berta Esposo de Berta Emma Eduardo Fernando Mara

Extrahogar, autónoma Extrahogar, profesora de universidad Ama de casa Extrahogar, profesora de universidad Extrahogar, profesora de colegio Ingeniero Extrahogar, profesora de universidad Empresario jubilado Técnico en instalaciones Extrahogar, profesora

Independientes Estudiante de prepatoria Independientes Menores Universitarios Universitarios Independientes

Cotos campestres

Menores Independientes Sin hijos Independientes

Cotos estándar o prototípicos Marisa Queta

Ama de casa Jubilada, profesora de colegio

Esposo de Queta Begoña Tere Luisa Beatriz Nadia (exresidente)

Ingeniero jubilado Ama de casa y deportista Extrahogar, gestora de seguros Extrahogar, profesora Ama de casa y estética a domicilio Extrahogar, profesora en taller manualidades propio Extrahogar, arquitecta por su cuenta Ama de casa Ama de casa

Olivia Anahí Isabel Ruth Olga Clara (exresidente en distintos cotos)

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Ama de casa y manualidades Ama de casa Extrahogar en oficina y autónoma

Filouniversitarios Independientes y universitaria Filouniversitarios Filouniversitarios Independiente Filouniversitarios Filouniversitarios Filouniversitarios Filouniversitarios Estudiantes preparatoria Estudiantes escolar Estudiante Universitarias

Demostración de mujer eficaz Equipo y hombre permisivo. Puede darse mujer separada o sola Niños «bien» sobreprotegidos y aprovechamiento espacio coto

Mujer profesional

Orgullo por autonomía ganada pero tensión con maternidad Cierto feminismo Práctica activa

Papel bien cumplido y apoyo en el coto Antifeminismo femenino Práctica activa

Subordinación cuestionada y culpa simbólica Compensación por ingresos propios y otras redes-relaciones

Se subordinan Compensaciones a complicidad: consumo, movilidad, actividades, socialidad

Simbólica patriarcal. Justifican la desigualdad y la asumen Ideología del servicio y sacrificio por reconocimiento sociofamiliar

Compensaciones

Subordinación y violencia de género

* Aunque parezcan en disputa, pueden darse actitudes distintas y traslapadas de feminidad en la misma mujer.

Codependencia-equipo desde la subordinación Tradicional del pater familia y/o hombre suburbano permisivo Niños «bien» sobreprotegidos y aprovechamiento espacio coto

Mujer gestora

Religiosidad

Hijos

Papel bien cumplido Antifeminismo femenino Práctica activa

Ideología feminista

Contraparte masculina

Dependencia masculina Tradicional del pater familia Niños «bien» sobreprotegidos en el aprovechamiento espacio coto

Identidad como mujer

Modelo familia

Madresposa

Feminidades en juego*

Más igualitaristaclasista Pragmática

Patrimonialista formal, burguesía colonialista-estamental Sin obstáculo

Patrimonialista formal, burguesía colonialista-estamental Es tentación

Actitud frente al consumo

Visión sociedadciudadanía

Cuadro 2 Mujeres multifuncionales de coto: hacia una feminidad más negociada dentro de la subordinación cómplice

Anexo

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad

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Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad se terminó de imprimir en abril de 2015 en los talleres gráficos de Ayder, Madero 979, Col. Americana, Guadalajara, Jalisco, México. La edición consta de 500 ejemplares más sobrantes para su reposición. Diagramación: Gilberto López Aguiar Cuidado de la edición: Ana Lilia Larios Portada: Elba L. Padilla

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