Vivencia de los Cambios y Esfera Pública en Chile: La Subjetividad en la Política Deliberativa

August 24, 2017 | Autor: R. Morales Olivares | Categoría: Political Sociology
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PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XIX No3 / 2005 · pp. 213 - 232 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO R. MORALES Y A. SILVA, VIVENCIA DE LOS CAMBIOS Y ESFERA PÚBLICA EN CHILE

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VIVENCIA DE LOS CAMBIOS Y ESFERA PÚBLICA EN CHILE: LA SUBJETIVIDAD EN LA POLÍTICA DELIBERATIVA Rommy Morales* y Andrea Silva** RESUMEN El proceso de modernización en Chile ha provocado en las últimas décadas una fuerte escisión entre el funcionamiento sistémico y la perspectiva de actores anclados en el mundo de la vida. Éstos han experimentado tal escisión como un proceso sobre el cual tienen poco control o como uno del que se sienten partícipes. Esa experiencia es denominada vivencia de los cambios. Sobre una tipología de cuatro vivencias de los cambios, el texto busca determinar qué tipo de ciudadanos en Chile están en mejor posición de reacoplar, mediante una praxis de política deliberativa, la autonomía sistémica y la legitimación discursiva propia del mundo de la vida.

PALABRAS CLAVE Vivencia de los cambios, esfera pública, política deliberativa, subjetividad, asincronía

I. INTRODUCCIÓN Una tensión estructural entre modernización y subjetividad se ha producido en Chile en las últimas décadas, una tensión que surgió con fuerza en el contexto de la dictadura

* **

Licenciada en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Ayudante de investigación, Informe de Desarrollo Humano, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. E-mail: [email protected]. Licenciada en Sociología, Universidad Alberto Hurtado. Ayudante de investigación, Informe de Desarrollo Humano, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. E-mail: [email protected]. Las ideas contenidas en este texto son producto de una investigación realizada por las autoras para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) durante el año 2004, titulada Vivencia del cambio social y esfera pública: Observación de la subjetividad en un contexto de mediatización de la política. En este contexto, agradecemos las ideas, sugerencias y conducción brindada por Pedro Güell, Raimundo Frei y Aldo Mascareño. Asimismo, para la realización de este artículo, agradecemos la ayuda brindada por Aldo Mascareño y Daniel Chernilo.

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militar y que produjo una modernización experimentada como un proceso impuesto y fáctico, del que los sujetos no formaron parte y frente al cual se sintieron ajenos. Si los fundamentos legitimatorios democráticos del orden social se crean en ese espacio que la sociología ha denominado mundo de la vida, donde las personas contribuyen con su vivencia subjetiva a la formación de un mundo social, entonces una modernización como la experimentada en Chile sólo puede entrar en tensión con ese mundo. La diferenciación en el plano sistémico –económico y político-administrativo– devino asincrónica respecto de la diferenciación del mundo de la vida. La legitimidad democrática sufrió con ello. Frente a esto surge la pregunta acerca de cómo es posible potenciar en Chile un desarrollo democrático donde se produzca una relación de complementariedad entre subjetividad y sistema, es decir, una configuración donde las personas incidan y se apropien de los procesos de modernización, sintiéndose parte de ellos y no parte de su entorno. La constitución de una política deliberativa parece ser una alternativa. Una política deliberativa implica la existencia de una esfera pública donde tenga lugar un intercambio de opiniones acerca de temas de interés general, donde todos los ciudadanos tengan la posibilidad de incidir a través de su acción comunicativa y donde la institucionalidad quede anclada y controlada por la soberanía ciudadana. Para esto resulta fundamental la existencia de una personalidad crítica, con capacidad de problematizar, condensar, comunicar y deliberar en el espacio público. En este sentido, la vivencia subjetiva, como componente dinámico de la personalidad, es un elemento que puede potenciar o dificultar la constitución de una esfera pública verdaderamente deliberativa, pues influye en gran medida en las acciones que los sujetos ejercen en el espacio público-político. Es además un modo de observar, desde el espacio del mundo de la vida, las transformaciones modernizadoras en el ámbito sistémico; es una vivencia subjetiva de los cambios, como la denominamos en este texto, un modo subjetivo de estar en los cambios, la forma en que el sujeto interpreta y evalúa su propia vida frente a los procesos globales de cambio. En base a análisis estadísticos de diversas bases de datos de representatividad nacional, este artículo pretende mostrar que la vivencia subjetiva es un factor fundamental en la configuración de una política deliberativa en cuanto praxis política concreta orientada a la construcción de una democracia deliberativa como horizonte normativo último. El análisis de la vivencia de los cambios permite identificar la potencialidad que tienen los distintos sujetos para actuar y deliberar en la esfera pública y desplegar distintos modos de ejercer ciudadanía. Así, los chilenos, enmarcados en distintas constelaciones de vivencia, presentarán distintas potencialidades para actuar en el plano de la política deliberativa, e igualmente, valorarán de manera diferenciada el potencial ordenador y democrático de la política. Para dar testimonio de estos objetivos, se mostrará en primer lugar el contexto en que se enmarca la vivencia de los cambios (II), para luego profundizar en el concepto abstracto de vivencia y observar las particularidades del concepto de vivencia de los cambios (III). Los resultados empíricos del análisis de la vivencia de los cambios en Chile y las potencialidades de cada vivencia para desplegar su acción en la esfera pública y orientar la

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construcción de una democracia deliberativa vía una política deliberativa, son vistos en la sección final (IV). Una breve conclusión cierra este análisis (V).

II. EL MARCO CONSTITUYENTE DE LA VIVENCIA DE LOS CAMBIOS Para comprender el concepto de vivencia de los cambios y sus implicancias para la participación en la esfera pública, resulta fundamental situarse en el contexto en el que se enmarcan estos cambios y la configuración de la democracia actual.

Desacoplamiento de sistema y mundo de vida La sociología contemporánea ha caracterizado a las sociedades modernas a través de la tesis del desacoplamiento entre el plano sistémico y el mundo de la vida.1 En su desarrollo evolutivo, ambas dimensiones se ven cruzadas por fuertes procesos de diferenciación que conducen a una mayor especialización y autonomía de las distintas esferas, y que tiene como consecuencia un aumento de la complejidad tanto para la estructura social como para la vida de las personas.2 Ello influye en las percepciones de vida de los sujetos y configura el marco constituyente de la experiencia de las personas. Paralelo a esto, tiene lugar también un proceso de individuación, en el cual los sujetos se distinguen entre sí y diferencian sus personalidades de su cultura. Ello conduce a un desarrollo de la individualidad en sus múltiples modalidades. Estos procesos de diferenciación –de desacoplamiento e individuación– han sido semantizados como procesos modernizadores de alcance global; pero en Chile, al igual que en otros países de América Latina, han mostrado rasgos de asincronía.3 Esta asincronía se observa en la tensión estructural existente entre el proceso de modernización y el plano subjetivo.4 Un proceso integrado de modernización supone que frente a la diferenciación sistémica, la diferenciación interna del mundo de la vida logre una generalización y abstracción de valores y motivos, una sociedad de creciente institucionalización y una personalidad crítica.5 En Chile, los procesos recientes de diferenciación e individuación tienen origen en un 1

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5

Véase HABERMAS, JÜRGEN, Teoría de la acción comunicativa II: Crítica de la razón funcionalista, Taurus, Madrid, 1990, especialmente VI. Interludio Segundo: Sistema y mundo de la vida. Ibíd. Véase PNUD, Las paradojas de la modernización, Informe de Desarrollo Humano en Chile, PNUD, Santiago, 1998. Véase también, LECHNER, NORBERT, “El Estado en el contexto de la modernidad”, en LECHNER, NORBERT (comp.), Reforma del Estado y coordinación social, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, México, 1999, pp. 39-54. Los componentes estructurales del mundo de la vida son cultura, sociedad y personalidad. Cultura es el sustrato de saber compartido que genera las interpretaciones con las que los participantes en la acción comunicativa logran el entendimiento sobre algo en el mundo. La sociedad está constituida por los órdenes legítimos a través de los cuales los participantes en la interacción regulan su pertenencia a grupos sociales, procurando asegurar la solidaridad. Y la personalidad son las operaciones que permiten a un sujeto hacer uso del lenguaje y desarrollar su acción. HABERMAS, JÜRGEN, op. cit.

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contexto de dictadura militar, por lo que desde la subjetividad fueron experimentados como un proceso impuesto y fáctico, del que los sujetos no formaron parte. Difícilmente una personalidad pública crítica podía desarrollarse desde ahí. Los procesos de cambio han sido vividos como algo ajeno y no cuentan con legitimidad desde el mundo de la vida, pues están enmarcados en la dimensión sistémica de la realidad social. Esto tiene un correlato en una concepción del sistema político como lejano e incapaz de comunicarse directamente con el mundo de la vida. Con ello, la institucionalización democrática del componente sociedad del mundo de la vida se torna altamente improbable. En este sentido, la política se ha cerrado y los sujetos la observan como un sistema en el que hay pocas posibilidades de incidir, pues el mundo de la vida tiende a ser relegado a un subsistema más entre otros, lo que a su vez particulariza la dimensión cultural del mundo de la vida e impide la expansión de valores democráticos. La política, en cuanto sistema funcional, opera distanciada del mundo de la vida.6 Escasa generalización de valores, débil validez de las instituciones y baja crítica de los sujetos parecen ser las características de los componentes estructurales del mundo de la vida en Chile. Frente a ello, los procesos de modernización no legitimados han afectado fuertemente la confianza en la política institucional como instancia a través de la cual se toman las decisiones colectivas vinculantes que apuntan a la integración de la sociedad a través del anclaje institucional en el mundo de la vida. Por ello, una recreación del espacio público de deliberación se hace cada vez más relevante.7

Deliberación y esfera pública El espacio deliberativo de la esfera pública se define como una caja de resonancia de los problemas que han de ser resueltos por el sistema político institucional, cuya clausura operativa le impide observar todos los problemas que requieren de solución en el espacio público. Ante ello, la esfera pública se erige como una instancia comunicativa, donde “la sociedad civil recoge las constelaciones de problemas de la sociedad, los condensa y eleva el volumen de la voz de estos problemas, para transmitirlos en este espacio político”.8 Esta esfera pública, configura una relación de complementariedad entre la subjetividad de la personalidad individual y los sistemas autorregulados, es un espacio de intermediación entre el sistema y el mundo de la vida. Esto permite que las personas, a través de la deliberación, incidan en los procesos de modernización, y que de esta forma se sientan parte de ellos. 6

7 8

En Chile, los individuos no sólo tuvieron que enfrentar las consecuencias de la modernización, sino que también enfrentaron un proceso en el cual fueron traspasadas múltiples responsabilidades con un aseguramiento mínimo de expectativas. Esto fue acompañado por un cambio en el sistema político y su referente descriptivo: el Estado. Éste ha disminuido su rol y sólo provee, en algunos casos, de un sustrato básico de seguridad. La seguridad de las expectativas ahora depende de las personas; el sistema político-administrativo ha externalizado esta función. Véase LECHNER, NORBERT, op. cit. Véase HABERMAS, JÜRGEN, Facticidad y validez, Trotta, Madrid,1998. Ibíd., p. 447.

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Para la formación de la esfera pública resulta fundamental crear mecanismos que aporten a la apertura cognitiva del sistema político institucional frente a los problemas del mundo de la vida. Uno de esos mecanismos está en el actuar de los sujetos. Ellos han de operar como autoridades críticas –mediante la formación de voluntad a través de la comunicación– con capacidad de ejercer influencia en el sistema político institucional, y en términos más radicales, de ejercer –a la par con el poder y con la legalidad de las normas– la posibilidad de configurar una democracia deliberativa como horizonte normativo vía una política deliberativa. En este sentido, la política deliberativa es el poder comunicativamente generado en el espacio público derivado de actores ciudadanos que actúan deliberativamente frente a la facticidad del poder político-administrativo. La política deliberativa es la praxis de las acciones comunicativas que se ejercen en el espacio político concretamente y que llevan consigo la pretensión trascendente de configurar una democracia deliberativa en la forma de horizonte normativo que tiene como fin someter o controlar los imperativos sistémicos en función de acuerdos normativos deliberadamente consagrados en la esfera pública.

Esfera pública en Chile El espacio público de un contexto democrático deliberativo se caracteriza por el control ciudadano del poder en función de sus intereses a través de la praxis de una política deliberativa, la cual se define como “disputa de opiniones públicamente organizadas entre ciudadanos expertos y contra expertos”.9 En este sentido, la ciudadanía debe entenderse como un complejo abstracto que va más allá de la concepción de ciudadano como receptor pasivo de derechos específicos y que goza de la protección de la ley.10 Antes bien, se trata de un sujeto con potencialidad para la deliberación en el espacio público, un sujeto activo que ejerce derechos y deberes y que tiene pretensiones de incidir en la democracia a través de la acción en la esfera pública. Investigaciones recientes han constatado que en Chile el poder está concentrado en determinado grupos de interés,11 lo que limita el despliegue del espacio deliberativo por la imposición de ciertos criterios de validez en los procesos políticos institucionales, cerrándolos al resto de la ciudadanía. El poder político se concentra en la elite, la que frente a un grupo de sujetos de bajo sentido cívico, pasa a controlar y regular el sistema político y el sistema social en general.12 En este sentido, puede afirmarse que la precariedad

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11 12

Ibíd., p. 432. La ciudadanía, desde esta perspectiva, supera la concepción tradicional de ciudadano vía participación política mediante el voto o la participación en partidos políticos. Véase PNUD, El poder: ¿Para qué y para quién?, Informe de Desarrollo Humano en Chile, PNUD, Santiago, 2004. Ibíd.

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de una política deliberativa en Chile provoca un efecto de paternalismo sistémico13 en el espacio de procesos comunicativos de la esfera pública, la que por ello no logra autonomía ni relevancia política y tiende a ser sometida y colonizada por las constelaciones sistémicas. Como consecuencia de esto, el poder se ejerce desde el sistema político hacia los ciudadanos, pero la comunicación desde el espacio de la esfera pública hacia la política administrativa se torna improbable, lo que deviene en un autismo sistémico.14 Frente a tal improbabilidad de la voluntad pública de influir en las decisiones sistémicas, se plantea el problema de la legitimación democrática organizada en torno a la pregunta por la posibilidad de forjar un orden donde los intereses de la política institucional tengan en cuenta los intereses de la soberanía ciudadana. La salida propuesta para esto es la generación de una base ampliada de saber, donde la administración quede anclada y controlada por la voluntad política ciudadana.15 Para lograrlo, resulta fundamental la existencia de una personalidad que sea capaz de criticar, problematizar y deliberar lo que sucede a su alrededor, y que a la vez sea capaz de expresar la validez de sus pretensiones comunicativas.16 En este sentido, la vivencia subjetiva de los procesos de modernización en Chile –o vivencia de los cambios, como la hemos denominado– será una variable altamente relevante para entender la disposición de la personalidad frente a las acciones que se ejercen en el espacio público-político y para determinar las potencialidades y restricciones de distintos tipos de sujetos frente a la configuración de una esfera pública que vigile y supervise las acciones y comunicaciones de la política institucional. El siguiente apartado profundiza en este concepto de vivencia y especialmente en el de vivencia de los cambios, y muestra los resultados empíricos de las distintas constelaciones de vivencia para el caso del espacio público chileno.17

III. VIVENCIA DE LOS CAMBIOS La vivencia es el componente dinámico de la personalidad que se despliega en diversas situaciones de acción dentro del mundo de la vida. En una situación de acción, la vivencia se constituye como condición o restricción para la acción, promoviendo u obstaculizando la acción comunicativa y definiendo el marco para la interpretación y evaluación del mundo subjetivo, social y objetivo. El cómo se exprese y cómo actúe el sujeto dependerá de su personalidad, por tanto es en esta dimensión donde se arraiga la vivencia como

13 14 15 16 17

HABERMAS, JÜRGEN, Facticidad y validez, op.cit., p. 433. Ibíd, 417. Ibíd. Véase HABERMAS, JÜRGEN, Teoría de la acción comunicativa II, op. cit. Para una observación de esta misma problemática en Chile desde el punto de vista de los medios de comunicación masivos y el rol de televisión, véase en este mismo volumen el texto de Marín y Cordero.

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auto-observación del mundo subjetivo, y a la vez como hetero-observación –desde el mundo subjetivo– hacia el mundo social y el mundo objetivo. Por ello, cada constelación de vivencia influye en determinadas formas de actuar en el espacio público. La dinámica que se produce en una situación de acción entre la personalidad, la vivencia y la relación con los mundos subjetivo, social y objetivo, se expresa en el esquema siguiente. Figura 1 Vivencia y mundo de la vida Recurso de acción al entendimiento Situación de acción Personalidad

Vivencia

Mundo subjetivo

Sociedad

Normas

Mundo social

Cultura

Hechos

Mundo objetivo

RESTRICCIONES

Mundo de la vida Acción (objetivo)

A partir de esto, el concepto de vivencia de los cambios puede ser definido como el modo subjetivo de estar en los cambios.18 Es una forma particular de vivencia pues apunta a la auto-observación de la propia vida en procesos de cambio global. Mientras la vivencia –en términos genéricos– determina la acción en una situación de acción en el mundo de la vida, la vivencia de los cambios está referida a la posibilidad de acción en determinada situación de acción que se relacione específicamente con los procesos de cambio. Es decir, la vivencia de los cambios está en estrecha relación con la vivencia subjetiva de la asincronía entre modernización y subjetividad, y por tanto, las acciones que esta vivencia determina están orientadas a superar la asincronía y legitimar los procesos modernizadores, o bien a perpetuar el repliegue hacia la subjetividad.

18

El concepto de vivencia de los cambios fue elaborado por las autoras en la investigación Vivencia del cambio social y esfera pública: Observación de la subjetividad en un contexto de mediatización de la política, hecha para el Programa de las Naciones para el Desarrollo, PNUD-Chile, durante el año 2005.

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Por su doble carácter de auto-observación (del mundo subjetivo) y hetero-observación (mundo social y objetivo), la vivencia de los cambios puede ser descompuesta para fines operativos, respectivamente, en (a) realización personal, la observación que el sujeto hace de sí mismo (mundo subjetivo) en relación a su ‘autonomía’ y a la ‘satisfacción general’ que tiene con su propia vida, y (b) seguridad, es decir, la percepción del sujeto acerca de las ‘oportunidades’ que le brinda el entorno objetivo y la ‘confianza en los demás’ (mundo objetivo y mundo social). Con ello, la vivencia de los cambios operacionalizada como realización personal y seguridad, se pone en directa relación con las tres dimensiones que estructuran el mundo de la vida: Figura 2 Concepto de vivencia de los cambios y los tres mundos Realización personal (autoobservación) Vivencia de los cambios Seguridad (observación del entorno del sujeto)

Mundo subjetivo (autonomía/satisfacción general con la vida) Mundo objetivo (percepción de oportunidades) Mundo social (confianza en los demás)

En base al cruce de las variables realización personal y seguridad que contienen la referencia a los tres mundos, es posible identificar cuatro formas de vivencia de los cambios, caracterizadas por percepciones diferentes frente a la realidad. Las distintas constelaciones de sujetos interpretan y valoran de manera distinta la política deliberativa y la política institucional, y presentan distintas potencialidades para desplegar la acción en la esfera pública.

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Figura 3 Constelaciones de vivencia de los cambios

+

Seguro crítico Realización personal

Satisfecho optimista

-

+ Realizado inseguro

Agobiado

-

Seguridad

Las distintas constelaciones de vivencia de los cambios han sido nombradas según las características dominantes de los sujetos que las componen.19 Ellas se estructuran del modo siguiente: • Los sujetos con alta seguridad y realización personal se han denominado satisfechos optimistas (+/+); • los con alta seguridad pero baja realización personal son denominados seguros críticos (+/-); • aquello con baja seguridad, pero alta realización personal se han denominado realizados inseguros (-/+); • y, por último, los sujetos con baja seguridad y baja realización personal, se han denominado agobiados (-/-). Sobre estas constelaciones se ha desarrollado el análisis empírico e interpretativo y han sido determinadas las restricciones y posibilidades para la participación de cada uno de estos tipos de sujeto en una esfera pública que busque la legitimación deliberativa de un proceso de modernización generalmente ajeno a los ciudadanos. De esta manera, los sujetos están más o menos habilitados para demandar en la esfera pública por la expansión de sus derechos y anclar en el mundo de la vida la diferenciación sistémica. Por el contrario, una vivencia de los cambios precaria será uno de los factores que limitará la integración de los sujetos en la política deliberativa y, en un sentido más amplio, limitará la consecuente integración de ellos en la sociedad. 19

Véase sección IV para estas caracterizaciones.

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IV. LA VIVENCIA DE LOS CAMBIOS EN CHILE: ANÁLISIS EMPÍRICO Nota metodológica La construcción operacional del concepto vivencia de los cambios se desarrolló en el marco de una investigación para el área de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo, PNUD. Para su elaboración se utilizaron tres bases de datos representativas de la realidad nacional:20 • Base plataforma PNUD-TVN. Los datos de la encuesta Plataforma de Públicos de TVN fueron obtenidos durante el año 2004. El universo de estudio fueron los habitantes de Chile de 12 años o más. La muestra final fue de n=1406. • Base PNUD 2002.21 Los datos de la encuesta fueron obtenidos el año 2001. El universo de estudio son los habitantes de Chile, hombres y mujeres, de 18 años o más. La muestra final fue de n=3743. • Base PNUD 2004.22 Los datos de la encuesta fueron obtenidos el año 2003. El universo de estudio son los habitantes de Chile de 18 años o más. La muestra final fue de n=1804.23 En las tres bases de datos se seleccionaron ítems que revelan de las dos dimensiones que componen el concepto de vivencia de los cambios; la dimensión de seguridad y de realización personal. Para comprobar estadísticamente que los distintos ítems miden el mismo concepto, se realizó la prueba de análisis de homogeneidad múltiple, denominada HOMALS.24

20

21

22 23

24

Los encuestados de las bases PNUD 2002 y PNUD 2004 fueron personas pertenecientes a los niveles socioeconómicos BC1, C2, C3 y D según la clasificación estándar de mercado, residentes en áreas urbanas y rurales de las comunas de las 13 regiones de Chile. Mientras que los encuestados de la encuesta TVN-PNUD fueron personas de las regiones Metropolitana, III, V, VIII, IX, de todos los estratos socioeconómicos. Véase PNUD, Nosotros los chilenos: Un desafío cultural, Informe de Desarrollo Humano, PNUD, Santiago, 2002, anexo 5, pp. 313-314. Véase PNUD, El poder, op. cit., anexo 4, pp. 278-279. La muestra final se obtuvo en 140 comunas del país y se les aplicó un factor de ponderación por sexo, grupo etario y estimaciones de estrato socioeconómico para las regiones. Así se corrigieron eventuales desviaciones con los datos paramétricos poblacionales y se logró restaurar la distribución original. Este procedimiento se realizó en cada una de las bases por separado con el fin de guardar la coherencia interna de cada una de ellas. Luego, se crearon las tipologías en las tres bases de datos, se realizó un análisis descriptivo de esta tipología de vivencia de los cambios en cada base por separado y se observó que cada una de las constelaciones de vivencia de los cambios tenía las mismas características en las tres bases. Por tanto, se concluyó que, a pesar de las pequeñas variaciones que existen entre las distintas bases –debido a que cada una de ellas es una unidad en sí misma–, se cuenta con la validez metodológica necesaria para reproducir la tipología y a partir de ahí realizar los análisis pertinentes. La consistencia del concepto vivencia de los cambios entre bases tiene validez metodológica pero no estadística, pues se trata de bases de datos distintas entre sí, que no son comparables estadísticamente, pero sí lo son analítica y conceptualmente.

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Como lo muestran los gráficos 1, 2 y 3, en las tres bases de datos utilizadas los porcentajes de las distintas constelaciones de vivencia de los cambios se comportan de manera similar, pues a pesar de mostrar variaciones, se mantienen las proporciones de cada una de las constelaciones. Los satisfechos optimistas (+/+) varían entre un 20% y un 34%; los seguros críticos (+/-) lo hacen entre un 9% y un 14%; los realizados inseguros (-/+) varían entre un 19% y un 32%, y los sujetos agobiados (-/-) varían en las tres bases entre un 33% y un 42%. Por tanto, en las tres bases de datos la mayoría son agobiados; la segunda mayoría la componen los satisfechos optimistas y los realizados inseguros, que varían entre un 20% y 30%, y la proporción más pequeña la componen los seguros críticos que no sobrepasan el 14%. Estas variaciones se deben a que las bases de datos son distintas entre sí, pues a pesar de tener el mismo universo de estudio, son de años distintos y cada una tiene su propia coherencia interna. Gráfico 1 Constelaciones de vivencia de los cambios (%)

Satisfecho optimista 20%

Agobiado 42%

Seguro crítico 9% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2002

Realizado inseguro 29%

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Gráfico 2 Constelaciones de vivencia de cambios (%)

Satisfecho optimista 34%

Agobiado 33%

Seguro crítico 14%

Realizado inseguro 19%

Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2004

Gráfico 3 Constelaciones de vivencia de cambios (%)

Satisfecho optimista 20%

Agobiado 39%

Seguro crítico 9%

Fuente: Plataforma TVN-PNUD, 2004

Realizado inseguro 32%

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En promedio y tomadas en su conjunto, las tres bases arrojan los siguientes resultados aproximados para cada constelación: Figura 4 Porcentaje de las cuatro constelaciones de vivencia de los cambios Constelaciones

%

Satisfechos optimistas Seguros críticos Realizados inseguros

24,6 10,6 26,6

Agobiados

38,0

Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2002, 2004 Plataforma TVN-PNUD, 2004

Gráfico 4 Constelaciones de vivencia de cambios en Chile (%)

Satisfecho optimista 25%

Agobiado 37%

Seguro crítico 11%

Realizado inseguro 27%

Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2002, 2004 Plataforma TVN-PNUD, 2004

Una referencia descriptiva de las constelaciones de vivencia de los cambios, tanto en términos de características generales como en cuanto a sus potencialidades o restricciones para desplegar la acción en la esfera pública, puede observarse en las siguientes figuras.

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Figura 5 Caracterización general de las constelaciones de vivencia de los cambios +

Seguros críticos (+/-) •



• • • •

Satisfechos optimistas (+/+) •

Seguridad: son los que tienen mayor confianza en los demás/ salario les alcanza justo/ confían en el sistema económico/ educación les ha servido algo. Realización personal: medianamente satisfechos con su vida/ no se ponen metas /no controlan del rumbo de su vida/ perdedores frente al sistema económico. Principalmente hombres/ NSE medio Se sienten perjudicados frente a los cambios. personalidad crítica/ valoran la democracia/inciden en política. Participan activamente en los MCM/ no delegan representación en ellos.



• • • • •

Seguridad: confían en los demás/ salario les alcanza/ confían en el sistema económico/ consideran que la educación les sirve. Realización personal: satisfechos con su vida/ se ponen metas/ controlan el rumbo de su vida/ ganadores frente al sistema económico. Hombres/ NSE medio y medio alto Se sienten ganadores frente a los cambios. Personalidad poco crítica condescendiente/proactiva. Valoran la democracia/inciden en política. Participación activa en los MCM/no delegan representación en ellos.

Realización personal

Agobiados (-/-)

Realizados inseguros (-/+)







• • • •

Seguridad: tienen poca confianza en los demás/ salario no les alcanza/ sienten inseguridad frente al sistema económico/ consideran que la educación no sirve. Realización personal: medianamente satisfechos con su vida/ no se ponen metas/ no controlan el rumbo de su vida/ perdedores frente al sistema económico. Mujeres/ dueñas de casa/ NSE medio bajo y bajo. Se sienten perdedores frente a los cambios. Personalidad poco crítica/no valoran la democracia/ indiferentes a la política. No participan activamente en los medios/delegan representación



• • • •

Seguridad

+

Seguridad: son los que tienen menos confianza en los demás/ salario les alcanza justo/ sienten desconfianza frente al sistema económico/ consideran que la educación no sirve. Realización personal: satisfechos con su vida/ son los que más se ponen metas / controlan el rumbo de su vida/ perdedores frente al sistema económico. Mujeres/ NSE medio y medio bajo. Se sienten perjudicados frente a los cambios. Personalidad crítica/no valoran la democracia/ desconfían de la política. No participan activamente en los MCM/No delegan representación.

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Figura 6 Caracterización política de las constelaciones de vivencia de los cambios +

Seguro crítico:

Satisfecho optimista:

Los cambios deben ser nuestros, debemos hacer algo para cambiar las cosas en la política • • • •

Las instituciones políticas funcionan, entre todos debemos colaborar en la democracia

Política, espacio donde hay que incidir/ valoran la democracia/ orden colaborativo-competitivo. Participación en política: participar en comunidad/ votar/ interesarse. Se sienten integrados/ responsables. Comprenden medianamente/ no se interesan por temas políticos.

• • • •

Política, espacio donde hay que incidir/ valoran la democracia/ orden colaborativo. Participación en política: hay que interesarse por cambiar el país. Se sienten integrados/ responsables. Comprenden temas/ se interesan por temas políticos.

Esperanzado / actor / comunitario

Democrático / optimista / actor

El ciudadano crítico

El ciudadano ilustrado procedimental

Realización personal

Agobiados:

Realizado inseguro:

Le pido a los señores políticos que se ocupen de los cambios, mejor no meterse en lo que uno no sabe • • • •

Que de una vez por todas los políticos se ocupen de los valores en este país, yo me ocupo de mi vida

Son indiferentes, no valoran la democracia/ orden competitivo. Participación en política: medio para obtener objetivos personales. Se sienten marginados/ no tienen incidencia. No comprenden/ no se interesan por temas políticos. Confianza psicológica en los políticos.

• • • •

Son desconfiados, no valoran la democracia/ orden competitivo pero potencial colaborativo. Participación en política: medio para obtener objetivos personales. Se sienten marginados/ pero responsables. Comprenden medianamente/ no se interesan por temas políticos.

Desencantado / marginado / indiferente

Desconfiado / individualista / integrado

El marginado que delega en otros

El no ciudadano replegado en su subjetividad

Seguridad

+

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Satisfechos optimistas, seguros críticos y el fundamento de las expectativas democratizadoras El satisfecho optimista es un ciudadano ‘ilustrado’, con alta potencialidad para el despliegue de la acción. En el promedio de las bases de datos, constituye un 24,6% de la población. Al igual que los seguros críticos, tienen alta potencialidad para la acción en la esfera pública. Si bien tienen menores niveles de crítica y son más condescendientes frente a los problemas sociales, tienen una postura activa frente a los problemas que provoca la clausura del sistema político. Su gran sociabilidad les permite tener un importante potencial de participación en el espacio público. Son sujetos que se interesan en temas de relevancia política; los comprenden bien y además no le temen al conflicto y valoran las diferencias, lo que permite la deliberación y tolerancia frente a otras posturas en el espacio público. Los satisfechos optimistas asumen una postura en ocasiones condescendiente frente a ciertos temas de relevancia social, específicamente frente al operar de la política institucional. Sin embargo, esto no constituye una restricción para la acción en el espacio público y para la incidencia en los procesos sociales, pues son personas que valoran altamente la democracia y asumen un papel de ciudadanos políticos, pues tienen gran potencialidad para discutir y defender opiniones en el espacio deliberativo. Asimismo, los satisfechos optimistas valoran la procedimentalidad en la democracia, ya que la conciben como un orden colaborativo que cuenta con reglas y procedimientos claros, por lo que son menos cuestionadores frente a la configuración que ha tenido la democracia en Chile. Son personas que se muestran interesadas, y en cierta medida, confiadas en el sistema político, por lo que le otorgan la necesaria lealtad al sistema político institucional. Comprenden bien y se interesan por las discusiones que se generan el plano de la política institucional. En este sentido su ‘ilustración’ viene dada por el conocimiento de los temas y el manejo del lenguaje apropiado a distintas situaciones. Los seguros críticos por su parte –que en total constituyen un 10,6% de la muestra– son los sujetos con mayor personalidad fiscalizadora y bastante críticos frente a problemas sociales. Se caracterizan por tener una gran disposición a la acción, y su confianza en los demás les permite tener un potencial de asociatividad y participación en el espacio público político. Tienen mayores posibilidades de participación en la esfera pública, ya que a partir de su valoración de la política, son capaces de constatar la clausura del sistema político y frente a ello se interesan por la participación activa en la esfera pública. Son tolerantes frente al conflicto, por lo que pueden ejercer la deliberación y defender su postura frente a la disidencia. En este sentido, los seguros críticos muestran una gran potencialidad para el despliegue de la acción en la esfera pública. Observan el entorno y su mundo social como un lugar apto para su desarrollo, por tanto son seguros frente al mundo social y objetivo. La ausencia de realización personal en ellos está dada por la disconformidad que tienen con respecto

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a la configuración de la realidad social, pues para ellos la realización no sólo consiste en lograr objetivos personales sino que también en poder lograr objetivos colectivos. Gracias a la personalidad crítica de los seguros críticos y a su disposición a la acción, ellos son proclives a tematizar los problemas sociales en general y a concebir el espacio deliberativo de la política como un lugar donde necesariamente se debe incidir. Por tanto, consideran la acción como algo fundamental. No es relevante si ella se ejerce en el plano local o institucional. En definitiva, los seguros críticos constituyen un ‘ciudadano tradicional’, ya que si bien valoran en cierta medida la procedimentalidad, son también críticos de la institucionalidad, cuestionan la democracia que hasta el momento se ha construido y consideran que es posible construir una mejor. Valoran los temas políticos, sin embargo, su principal preocupación es la acción concreta frente a los problemas, lo que no disminuye su potencial deliberativo. Asimismo, son la constelación de vivencia que otorga menor lealtad al complejo sistémico monetario-burocrático, y son bastante críticos frente al operar de estas esferas. Los satisfechos optimistas y los seguros críticos, constituyen potenciales ciudadanos en la esfera pública. Ambos tienen mayor potencial de acción en el espacio público político y, por tanto, son promisorios constructores de una democracia deliberativa. Por una parte, el seguro crítico mantiene una actitud antagonista que oxigena el espacio público político frente a las decisiones tecnocráticas y potencia las expresiones de los antagonismos políticos; mientras que el satisfecho optimista tiene una actitud procedimental y otorga la necesaria legitimidad y sustento a la política institucional. En este sentido, la vivencia de los cambios de los satisfechos optimistas y de los seguros críticos presentan una mayor ciudadanía. Los primeros muestran su ‘ilustración’ en la valoración de la procedimentalidad de las operaciones políticas, de la democracia como un orden de representación, en la utilización de los canales institucionales para defender sus derechos y expresar su opinión y en la información sobre los temas de relevancia política. Los seguros críticos, en tanto, muestran su ‘tradicionalidad’ en que si bien valoran la procedimentalidad, son también críticos de la institucionalidad, cuestionan la democracia que hasta el momento se ha construido y consideran que es posible construir una mejor. Valoran los temas políticos, sin embargo, su principal preocupación es la acción concreta frente a los problemas y son bastante críticos ante al operar sistémico. Ambas constelaciones de vivencia de los cambios cuentan con determinadas características que facilitan la participación en un espacio deliberativo, como la gran sociabilidad, la tolerancia al conflicto, el interés en incidir en la política, la disposición a la acción, la valoración que tienen de la democracia y la creencia en ella como configuración legítima del sistema político. Son, sin embargo, quienes tienen los menores porcentajes de presencia en la muestra analizada (10,6% los seguros críticos; 24,6% los satisfechos optimistas). Esto debe preocupar a cualquier análisis político y a cualquier interesado en el desarrollo deliberativo de la política chilena: quienes mayor potencialidad tienen para desplegar los contenidos democráticos del mundo de vida y lograr dar legitimidad a los procesos de modernización autorregulados son quienes menos representación alcanzan.

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Realizados inseguros y agobiados: El lado oscuro de la vivencia de los cambios La constelación de vivencia de los realizados inseguros, con alta realización personal pero baja seguridad, son personas desconfiadas frente a la política institucional y disconformes frente a los procesos de cambio, pero a diferencia de los anteriores, no están dispuestos a intervenir en ellos. Su realización personal viene dada por la satisfacción general en su vida privada y no por una satisfacción con el orden social. Alcanzan una representación general de 26,6%. En este sentido, la disconformidad de los realizados inseguros no tiene un correlato en la acción, por lo que no se constituyen como ciudadanos, sino que expresan una crítica pasiva y replegada en la subjetividad, que no potencia la deliberación en la esfera pública. Ellos se definen como personas insatisfechas ante el orden social, pero se resignan frente al operar clausurado del sistema político administrativo, lo que revela un potencial bajo de ciudadanía. Son personas que no se interesan por los temas de relevancia política, son contrarios a dar su opinión y a defender sus derechos, son temerosos frente a los conflictos y no valoran las diferencias, pues las ven como limitación. En este sentido, esta constelación de vivencia se presenta como una restricción para la acción en la esfera pública, pues los realizados inseguros, a pesar de tener una personalidad crítica, tienen baja disposición a la acción, y a pesar de tener cierta sociabilidad, son los que tienen mayor desconfianza hacia los demás. Asimismo, no valoran la democracia y desconfían de ella al verla como un orden principalmente competitivo. Por otro lado, los agobiados –que alcanzan a un 38%, la más alta representación de las cuatro constelaciones de vivencia de los cambios– son personas con muy baja personalidad crítica. Si bien tienen conciencia de los problemas que afectan a la sociedad, delegan la participación en el potencial mediatizador de las decisiones públicas de los medios de comunicación de masas y en la confianza psicológica y personalista en determinados personajes públicos. Realizan una delegación de la participación de manera irreflexiva y acrítica en rostros de televisión o personajes políticos, pues los observan como la instancia que los representa en el plano público, sin reflexionar sobre las posibilidades de su propia incidencia a través de la acción. Los agobiados son personas pasivas, marginadas e indiferentes; son la constelación de vivencia de los cambios que menos valora la democracia como orden político, desconfían de la política institucional y no valoran la acción deliberativa. Son los sujetos con mayores niveles de condescendencia frente a la forma en que se han llevado a cabo los cambios modernizadores y no están dispuestos a intervenir. Esta indiferencia limita su posibilidad de ejercer la deliberación en la esfera pública, se ven imposibilitados de discutir y de defender alguna opinión en el espacio deliberativo. Los agobiados no hacen la distinción pertinente entre mediatización política o entretención por parte de los medios; para ellos es una instancia unidimensional que satisface la participación. Perciben la clausura del sistema político institucional, ya que

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están concientes de la limitada injerencia que pueden tener en el proceso de decisiones, y se muestran indulgentes frente a esta clausura, por tanto consideran que deben ser ‘otros’ quienes incidan por ellos en la política institucional, sean éstos los medios de comunicación a través de rostros específicos, o determinados líderes políticos en quienes ellos depositan su total confianza psicológica. En definitiva, no presentan potencial para la acción en la esfera pública, lo que no impide que incidan de alguna forma –por ejemplo, a través del voto– en la política institucional. Pero en el marco de una política deliberativa, desde esta perspectiva, los agobiados no ejercen su ciudadanía. Los agobiados son los que presentan una menor potencialidad para participar en la esfera pública, por lo tanto la vivencia agobiada de los cambios se constituye como una restricción para desplegar la acción. Tienen una personalidad ausente de crítica y con baja disposición a la acción, no confían en los demás, no se interesan por los temas de relevancia política y tampoco los comprenden. Tienen una muy baja sociabilidad y son temerosos frente al conflicto, lo que limita enormemente las posibilidades de asociatividad. De este modo, las constelaciones de vivencia de los cambios con baja seguridad –los realizados inseguros y los agobiados– constituyen una entidad pasiva de sujetos que otorga la necesaria lealtad al complejo burocrático-institucional, presentan más restricciones que potencialidades para desplegar su acción en la esfera pública y son, paralelamente, quienes mayor presencia muestran en las distintas constelaciones de vivencia de los cambios (26,6% y 38,0%, respectivamente). Es decir, la vivencia subjetiva de los cambios, con bajo nivel de seguridad y con más restricciones que posibilidades para legitimar democráticamente las constelaciones sistémicas, es abrumadoramente mayoritaria en Chile. Se trata, por tanto, de un espacio político con más sombras que luces para el reforzamiento de las condiciones de deliberación política.

V. POSIBILIDADES Y PREGUNTAS PARA UNA POLÍTICA DELIBERATIVA EN CHILE La evaluación de las potencialidades o restricciones que presentan las distintas constelaciones de vivencia develan que el eje de la seguridad –percepción de las oportunidades del entorno y confianza en los demás– es fundamental para la configuración de la esfera pública, y que si bien las constelaciones de vivencia más precarias tienen algunas potencialidades para actuar en la esfera pública –como la personalidad crítica de los realizados inseguros y la percepción de la clausura del sistema político institucional de los agobiados–, la seguridad es un punto central a atacar para poder fomentar una subjetividad que se haga cargo de los procesos modernizadores. Pero el cómo potenciar la seguridad de las constelaciones de vivencia más precarias es un punto que queda pendiente y abierto para futuras investigaciones. En definitiva, las cuatro constelaciones de vivencias de los cambios otorgan diferentes lealtades o legitimaciones al sistema político administrativo y poseen mayores o menores potencialidades o restricciones en cada situación de acción que se despliega en el mundo

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de la vida. En este sentido, la sincronización y la apropiación igualitaria de los procesos modernizadores se ven limitadas por el privatismo de los chilenos enmarcados en las constelaciones de vivencia de los cambios más precarias, y se ve revitalizada por los ciudadanos de personalidades con mayores dosis de crítica, que se erigen como antagonistas frente a la configuración paternalista e impositiva del complejo político-administrativo, y que tienen un mayor interés por incidir y actuar en el espacio público-político. Cualquiera sea el punto de vista entonces adoptado por los sujetos, cualquiera sea su experiencia, lo cierto es que la deliberación política en Chile está influenciada por la vivencia de los cambios; ella ancla su estructura en esta masa compleja de individuos diferenciados. Las distintas vivencias surgen como constelaciones resonantes con distintas potencialidades o restricciones, las que en algunos casos muestran mayores fortalezas para alzar la voz respecto de los problemas que afectan el espacio social y en otros mayores obstáculos. Es por este intermedio que los distintos tipos de vivencia presentan una capacidad diferenciada de influenciar al sistema político chileno. De cuál de estas constelaciones predomine y de cuáles sean los pasos dados para mantener las constelaciones de vivencia satisfactorias y fomentar el desarrollo de las más precarias, dependerá el futuro de la política deliberativa nacional.

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