\"¡Viva el común y muera el mal gobierno!: tumulto y saqueo en la ciudad de Tudela en 1654\". A. Jiménez Estrella; J. Lozano (eds.), Conflictividad y violencia en la Edad Moderna. Actas de la XI Reunión Científica de la FEHM, Granada, Universidad de Granada, 2012, pp. 849-861.

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Descripción

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA COMUNICACIONES. VOLUMEN II

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

Cubierta: josemaría medina

A ACTAS

CON SEDE EN

FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

COLABORAN

Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa

ISBN 8 4 - 3 3 8 - 5 3 8 5 - 1

A A ACTAS

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

A A

COMUNICACIONES. volumen II

ACTAS

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA COMUNICACIONES Volumen II

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA y JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA COMUNICACIONES Volumen II CONFLICTIVIDAD Y VIOLENCIA EN LA EDAD MODERNA

GRANADA 2012

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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LOS AUTORES. UNIVERSIDAD DE GRANADA. ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA. ISBN: 978-84-338-5385-1. (Obra completa) ISBN: 978-84-338-5386-8. (Vol. I) ISBN: 978-84-338-5387-5. (Vol. II) Depósito legal: Gr./ 1.285-2012 Edita: Editorial Universidad de Granada. Campus Universitario de Cartuja. Granada. Fotocomposición: CMD. Granada. Diseño de cubierta: Josemaría Medina Albea. Imprime: Imprenta Comercial. Motril. Granada.

Printed in Spain

Impreso en España

COMITÉ CIENTÍFICO Armando Alberola Romá (U. de Alicante), León Carlos Álvarez de Santaló (U. de Sevilla), Francisco José Aranda Pérez (U. de Castilla-La Mancha), Inmaculada Arias de Saavedra Alías (U. de Granada), Manuel Barrios Aguilera (U. de Granada), Juan Jesús Bravo Caro (U. de Málaga), Juan Luis Castellano Castellano (U. de Granada), Francisco Chacón Jiménez (U. de Murcia), Antonio Luis Cortés Peña (U. de Granada), Francisco Fernández Izquierdo (CSIC), M.ª del Prado de la Fuente Galán (U. de Granada), Inés Gómez González (U. de Granada), Antonio Jiménez Estrella (U. de Granada), Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz (U. de Granada), Julián J. Lozano Navarro (U. de Granada), Jesús Manuel González Beltrán (U. de Cádiz), Margarita M.ª Birriel Salcedo (U. de Granada), Jesús Marina Barba (U. de Granada), Miguel Molina Martínez (U. de Granada), M.ª Ángeles Pérez Samper (U. de Barcelona), Manuel Rivero Rodríguez (U. Autónoma de Madrid), Juan Antonio Sánchez Belén (UNED), Francisco Sánchez-Montes González (U. de Granada), Rafael Torres Sánchez (U. de Navarra)

Esta publicación ha contado con la subvención del Ministerio de Ciencia e Innovación (HAR2009-08383) y de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía.

«¡VIVA EL COMÚN Y MUERA EL MAL GOBIERNO!»: TUMULTO Y SAQUEO EN LA CIUDAD DE TUDELA EN 1654 JAVIER RUIZ ASTIZ Universidad de Navarra

Aceptado por el Comité Científico: 30-05-2010

1.

INTRODUCCIÓN

«En Navarra se dice que han quemado 3 a 4 casas de síndicos sobre unas imposiciones que querían cargar al pueblo. Pesaríame fuese en Tudela, que es lindo lugar, y cualquier tumulto no es bueno» 1. De esta manera daba cuenta Jerónimo de Barrionuevo sobre los sucesos que se experimentaron en esta ciudad entre los días 7 y 8 de septiembre de 1654. Allí durante esas dos jornadas se ocasionaron tumultos y saqueos que tuvieron en jaque a las autoridades locales, acciones que tuvieron lugar como consecuencia de la publicación de una ley emanada de las Cortes en donde se prohibía cazar en cualquier época del año a quien no fuese hidalgo. A través de estas líneas pretendo analizar la naturaleza de estos disturbios centrándome, en primer lugar, en la estructura y en las formas que adoptaron aquéllos. Gracias a ello se podrá apreciar que estos sucesos siguieron un esquema básico que estuvo perfectamente organizado en diferentes etapas, al igual que sucedió en la gran mayoría de los motines que estallaron a lo largo de los siglos modernos en toda Europa. En segundo lugar, creo conveniente profundizar en el estudio concreto de estos altercados. Para ello resultará imprescindible ahondar en las motivaciones que existieron detrás de estas actuaciones. A su vez considero necesario indagar en el comportamiento que adoptaron tanto sus causantes como sus víctimas, así como tampoco debo olvidarme de las diferentes posturas que asumió el expectante vecindario. Por último, en tercer caso, deseo comprobar la actitud que adquirieron las autoridades locales a la hora de tratar controlar y reprimir estos altercados, al igual que me interesa examinar los castigos que fueron impuestos a sus participantes. En resumidas cuentas, el objetivo fundamental del presente estudio será mostrar la sublevación tudelana como un mecanismo de justicia comunitaria que estalló ante el establecimiento de ciertas leyes que atentaban contra sus creencias.

1. Jerónimo de Barrionuevo, Avisos (1654-1658), Ana Paz y Melia (ed.), Madrid, 1968, pág. 61.

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No cabe duda que el análisis de la conflictividad cuenta con una fuente excepcional como son los procesos judiciales, los cuales poseen un extraordinario valor, puesto que aportan una información sumamente crucial para la reconstrucción de las manifestaciones de violencia colectiva. Es por ello que, fruto de los objetivos de la presente investigación y de las características de las fuentes documentales manejadas he creído conveniente utilizar para su estudio un procedimiento de análisis cualitativo en cada proceso judicial consultado. De esta manera, he llevado a cabo un exhaustivo estudio del contenido de cada uno de los dieciséis pleitos encontrados sobre estos sucesos. Con especial dedicación he profundizado, hoja por hoja, en las confesiones de cada testigo, en las declaraciones de los acusados, en las pruebas presentadas y en los argumentos dados por la defensa y el fiscal. Todo ello en el afán de tratar de buscar indicios que ayuden a comprender la naturaleza de los agravios que se encerraron tras estos tumultos.

2.

VIOLENCIA COLECTIVA: ESTRUCTURA Y FORMAS

El desorden público debe ser concebido como una expresión manifiesta de la violencia popular que se ha ejercido a lo largo de la historia. Estos acontecimientos estuvieron tan profundamente ritualizados que debemos prestar atención a toda una serie de aspectos formales que denotan la existencia de una estructura que nos ayudará a comprenderlos mucho mejor. Entre las características propias de estos acontecimientos debo resaltar las siguientes: 1/ La enorme importancia del contexto. Se ha comprobado que en la práctica totalidad de los desórdenes existieron agravios previos. Así en los tumultos tudelanos fue Carlos de Cabañas y Antillón, regidor, quien encendió los ánimos del vecindario cuando el día 7 de septiembre estando «a las once horas de mediodía» en la «botiga de Juan de Irigaray» hizo «agravio al común» mientras explicaba a los allí presentes «cómo se entendía la ley del reino que habla en materia de prohibir que no se llevasen arcabuces y qué sujetos eran a quienes se hacía la dicha prohibición». Bernardo de Tafalla le recriminó que «el común lo remediaría», a lo que Antillón dijo que «se reía de las amenazas del común porque había oído muchas y diversas veces a la dicha gente del común de Tudela haber amenazado a otros lugares» y que «así el común de Tudela haría nada en razón de la dicha ley de los arcabuces» 2. Según Diego Zufía, tras salirse de la botiga Carlos de Cabañas dijo: «¡Cagome en el común y en todos ellos que han de hacer!, ¡Voto a Cristo que son unas gallinas!» 3. 2/ Una ideología perfectamente construida que sirviese para justificar y promulgar el estallido de los alborotos. Sin duda, para la conformación de

2. 3.

Archivo General de Navarra [AGN]. Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.411, fol. 2. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.411, fol. 9.

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cualquier motín fue necesario que existiesen determinados motivos que fuesen capaces de provocar las iras de la población. Sin embargo, detrás de ellos puede apreciarse la existencia de una serie de ideas propias del colectivo, las cuales estimulaban estas reacciones. En nuestro caso no debe sorprendernos el hecho de que Agustín de Lasagueta afirmase que quienes iban en dichos lances «empezaron a dar voces diciendo que votando a Cristo se había de revocar la ley de caza» 4. Aspecto corroborado por multitud de testimonios, ya que Bernardo de Tafalla también señaló que «por la calle van dando voces algunos hombres y mujeres diciendo que en la ley de la caza que se había publicado trataba a los labradores de villanos y a los oficiales de mecánicos» 5. Sucede igual si comprobamos la información que aportó Miguel Iñiguez del Bayo, puesto que según éste el común «empezó a dar grandes voces persuadiendo a que muriera la gente de capa negra porque los había echado a perder y tratado de villanos y mecánicos» 6. 3/ Expectativas verosímiles de alcanzar con éxito los objetivos planteados. En todo tumulto sus instigadores y posteriormente quienes tomaban parte activa en ellos desearon alcanzar unos determinados fines. Fue en esta situación en la cual afloró en Tudela el descontento en forma de una serie de disturbios y saqueos que se centraron en tratar de poner remedio a una situación que buena parte del vecindario consideró injusta, recurriendo a todo tipo de artimañas para alcanzar sus metas. Así, por ejemplo, Baltasar de Resa afirmó que Juan Ibáñez estando en la plaza «con su arcabuz al hombro, cuerda encendida y una pistola en la cinta», dijo «levantando la voz: ¡Ea amigos, buen ánimo que mi hacienda y cuanto tengo está para serviros!» 7. Pese a ello, uno de los aspectos elementales para que este tipo de sublevaciones pudiesen llegar a tener el éxito deseado fue que se sumasen el mayor número posible de efectivos. No debe sorprendernos que Juan Francés señalase en su declaración que «la gente iba amotinándose», indicando que en la plaza pública se «halló mucha gente hecha corrillos y ranchos unos con otros» 8. No cabe duda de que uno de los recursos más eficaces para incitar a la población a lanzarse a apoyar cualquier altercado fue recurrir al toque de campanas. Aspecto que también nos lo encontramos en estos sucesos cuando, según Domingo de Gurpegui, se encontró Lucas Navarro diciendo «¡tocar esa campana!, ¡Voto a cristo!, ¡al arma!», a lo que poco después «sintió tocar la campana mayor al arma» 9. Junto a ello, otra de las prácticas que fueron empleadas para reclutar gente fue ir de casa en

4. 5. 6. 7. 8. 9.

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103.411, 103.411, 103.467, 103.417, 103.464, 103.418,

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11. 14. 7. 5. 113. 48.

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casa en busca de posibles participantes, así la noche del día 8 anduvo Andrés de Errazquin «aconsejando a muchos vecinos de esta ciudad a motines» 10. 4/ La presencia de cualquier detonante que provocase y estimulase una reacción violenta. En Tudela el desencadenante que motivó que el 8 de septiembre la población se amotinase vino a raíz de la negativa a contentarse con el bando que promulgó el regimiento. Es Martín del Palo quien sostuvo que ese día se publicó un bando «procurando por este camino la paz y quietud de esta república», sin embargo «después de haberse apregonado» frente a la iglesia de San Jaime, «concurrió grande concurso de gente y se levantó una vocería muy grande» 11. ¿A qué se debió aquella actitud? Según Pedro Morgutio, regidor, algunos vecinos estuvieron diciendo a Juan Castillo «eso no vale para nada, déjenos» en referencia al citado bando que se publicó, y acto seguido Diego González «con mucha arrogancia» dijo «no vale nada, mueran» 12. 5/ La existencia de la necesaria capacidad organizativa para llevar a buen puerto sus intereses. Fue habitual que entre sus participantes existiesen determinados personajes que actuaron a modo de cabecillas. Estos líderes trataron de estimular el descontento de la población para culminar sus aspiraciones, por lo que las arengas fueron un instrumento muy sugestivo. En este caso encontramos a Juan González de Borja entonando el grito característico: «¡Viva el común y muera el mal gobierno!» 13, con el único fin de promover el tumulto. Según relató Miguel Iñiguez del Bayo, teniente de alcalde, otros personajes también se mostraron como instigadores de los altercados, ya que declaró que «uno llamado Tomás, hijo de Juana Marqués, Lucas Navarro y un hijo de la hornera, llamado Gárate y otros» anduvieron «señalándose por caudillos y cabezas del tumulto animando y empeñando a los vecinos de la ciudad para que sucedieran escándalos y motines» 14. 6/ Resulta fundamental una detallada planificación y cierta premeditación, ya que dichos disturbios en la mayoría de los casos estuvieron guiados por ellas. No extraña, por tanto, que Catalina de Epila nos informe de que los amotinados iban diciendo por las calles «levantando las voces en alto» contra la casa de Bardaxi, «esta casa ha de caer» 15. Ello hace referencia a la premeditación con la que se planearon los ataques selectivos contra ciertos personajes que consideraban culpables de la publicación de dicha ley. Se observa que tenían sus fechorías planeadas con total predisposición, ya que según indicó Josefa de Cabanillas, criada de Carlos de Cabañas, «había oído decir» a varios vecinos

10. 11. 12. 13. 14. 15.

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Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales.

Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos,

núm. núm. núm. núm. núm. núm.

103.468, 103.855, 103.855, 103.418, 103.410, 103.412,

fol. fol. fol. fol. fol. fol.

11. 3. 25. 3. 1. 3.

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«que habían de ir a quemar la casa de su amo entre otras muchas de señores de la ciudad» 16.

3.

ANÁLISIS DEL CONFLICTO

Los tumultos que se originaron en Tudela entre los días 7 y 8 de septiembre de 1654 se ocasionaron, como ya he advertido, como consecuencia de la publicación de una ley que prohibía cazar. Situación que provocó que algunos vecinos sintiéndose afectados decidiesen amotinarse. Así, la noche de la primera jornada buena parte del vecindario estuvo «incitando y conmoviendo a la gente a que se inquietara y alborotara, aconsejándoles mataran a los síndicos y diputados que se habían hallado en hacer las dichas leyes», todo ello «con grande escándalo». Durante aquel día se «convocó mucho número de gente después de haber anochecido», quienes «fueron de mano armada con muchas voces y alborotos con hachas encendidas» contra «algunas casas de particulares y rompiendo las puertas principales de ellas las saquearon y robaron, haciendo muy grandes y considerables daños» 17. Los testigos presentados en los distintos procesos judiciales nos permiten acercarnos lo máximo posible a lo que sucedió aquellos días. Así, por ejemplo, Juan de Vitas expuso al ser interrogado sobre los hurtos en casa de Miguel de Bardaxi que «entre las diez y once horas de la noche llegó a la casa una grande tropa de gente y entró en ella» y éste «entró también con la tropa por si podía remediar alguna cosa». Al entrar «abrieron la puerta de la bodega y bajaron a ella mucha gente y anduvieron reconociendo las cubas para ver cuál tenía vino dando golpes en ellas» y «hallando una con vino» le hicieron «con un puñal un agujero a modo de tastabin y con esto acudió la gente y bebieron los que quisieron» 18. Similares resultan las declaraciones de otros vecinos, caso de Melchor de Sola, quien indicó que «rompiendo la puerta de la casa donde vive Miguel de Bardaxi entraron en ella y la saquearon e hicieron muchos daños, y que hurtaron y robaron algunas cosas» 19. María de Echavarría sostuvo que estando en su casa frente a la de Bardaxi «oyó grande ruido en la calle de tumulto de gente y asomándose a la ventana vio una tropa» al grito de: «¡caiga éste que ayuda a caer a los pobres!» 20. Pese a ello, los amotinados no se dirigieron únicamente a asaltar la vivienda de Bardaxi, puesto que Pedro de Aranaz indicó que antes de ello observó que de la casa de «Amador de Lazcano vio que salían de ella una tropa de gente por la calle del almudí» y poco después frente a la casa de Juan de Ocón, sustituto fiscal, salió «grande cantidad de gente y se

16. 17. 18. 19. 20.

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Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.411, fol. 6. Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.412, fol. 28. Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.412, fol. 1. Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.412, fol. 4. Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.412, fol. 5.

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juntaron entrambas a dos tropas diciendo: ¡caiga esta casa que se ha llevado los dineros de los plantados!» 21.

Mapa I. Itinerario de los tumultos y saqueos

Ese mismo día, según declaró Carlos de Cabañas y Antillón, «mucha gente» quería ir a su casa, «no sabe con qué intento» y saliéndose de ella «se metió en la casa de Diego Castillo, de donde oyó que le apedreaban y daban grandes golpes en las dos puertas de ella» entre las diez y las once de la noche. Dicho personaje tuvo aquella mañana un encontronazo verbal con Bernardo Tafalla en la botiga de Juan de Irigaray. Debido a ello aseguró que durante la noche «entró mucho tumulto de gente» en su casa, provocando «daños y rompiendo puertas, ventanas, escritorios, escaparates, vidrieras, bufetes, sillas, bancos y camas», además «faltaron algunas cosas, aunque no de mucha cantidad» 22. Pedro Barricarte también afirmó que «una muy grande tropa de gente con grande 21. 22.

AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.412, fol. 2. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.411, fol. 3.

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alboroto y ruido» fueron hasta la casa de Antillón «y arrimándose a las puertas principales de la casa la abrieron con hachas de partir leña» y allí destrozaron «las camas, escritorios y sillas», haciéndolas «pedazos y dejándolas sin provecho ninguno» 23. Aquella noche, según Juan de Irigaray, se apreció por las calles «grande concurso de gente» en número «de ochenta hombres», quienes iban diciendo «¡Voto a cristo que hemos de ver cómo se caga en el común Don Carlos!» 24. Otros personajes, siguiendo la deposición de Agustín de Lasagueta, «empezaron a dar voces» diciendo que «se había de revocar la ley de la caza que aquel mismo día se había publicado y que si no se revocaba le habían de quemar la casa a Don Juan Castillo» 25. Sin embargo, aunque fue durante la noche del 7 cuando estallaron estos altercados, parece ser que aquella mañana ya había indicios claros de lo que podía llegar a suceder. No debe sorprendernos que Diego Zufía afirmarse que dicha mañana Bernardo Tafalla le advirtió al Señor de Barillas mientras hablaban de la nueva ley que se había publicado que «mucho es que la gente esté sentida de las leyes y podría suceder algo» 26. A la mañana siguiente la situación todavía estaba fuera de control para las autoridades locales. Así Francisco de Leiza, teniente de justicia, indicó que al mediodía en la plaza pública «vio a Juan Ibáñez que iba por la calle con su arcabuz al hombro y unos frascos en la cinta y tras del hasta cuarenta o cincuenta hombres», quienes marchaban al grito de: «¡mueran!, ¡que cuatro que hay en la ciudad se nos quieren levantar con todo!» 27. Sebastián Ruiz sostuvo que la multitud «empezó a decir» frente a la casa de Sartolo «con grandes voces: ¡caiga, caiga!» 28. Agustina Remón, criada de Pedro Sartolo, aportó nuevos datos, ya que hasta la casa de su amo llegó «grandísimo tropel de gente que con grandes voces decía: ¡caiga la casa del gascón gabacho!» 29. Debido a «los tumultos e inquietudes» que se ocasionaron y por miedo a que «por este camino sucediera una grande ruina» fueron los miembros del regimiento local los que decidieron «echar un bando» durante la tarde del día 8, «y andándolo publicando» llegaron buena parte de los personajes acusados «poniendo por obra su mal ánimo» 30. Juan Castillo, alcalde, señaló que estando en casa del Deán tratando del bando que debían de hacer llegaron a ella «más de quinientos hombres llevando capitaneando a Miguel González». Tras ello los miembros del regimiento salieron a pregonarlo y estando en la calle de la pastelería aparecieron Juan Francés, Diego González y Juan González diciendo que «todo aquello que hacía la ciudad

23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30.

AGN, AGN, AGN, AGN, AGN, AGN, AGN, AGN,

Tribunales Tribunales Tribunales Tribunales Tribunales Tribunales Tribunales Tribunales

Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales.

Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos,

núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm.

103.411, 103.411, 103.411, 193.411, 103.417, 103.417, 103.417, 103.416,

fol. fol. fol. fol. fol. fol. fol. fol.

8. 10. 11. 9. 2. 91. 93. 62.

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era por tarata, mentira y engaño» 31. Según Domingo de Gurpegui, escribano real, estos tres personajes iban en compañía de «un tropel de gente de más de mil personas» pidiendo un auto «con grandes juramentos y palabras muy descompuestas», entre las cuales iban diciendo «¡caigan!, ¡caigan que ellos son los villanos!» 32. Juan Francisco de Mediano aseguró que cuando los acusados llegaron empezaron a decir: «¡hágase auto!, ¡hágase auto!», diciendo a continuación Juan Francés: «¡cuerpo de Cristo!, ¿dónde está aquel que ha dicho que se caga en los labradores?» 33. Todo ello, según Antonio Escudero, porque los amotinados deseaban que «se les guardara a los vecinos de esta ciudad todos sus privilegios» 34. Debo indicar que entre los personajes más señalados en dichos sucesos nos encontramos a Juan González de Borja. Éste salió en varias ocasiones por las calles arengando a la población al grito de: «¡Viva el común y muera el mal gobierno!, ¡que nos han echado a perder la ciudad y nos quieren hacer pecheros, y en las leyes nos tratan de villanos y mecánicos!» 35. Debido a sus gritos hizo «salir de sus casas a mucha gente por el bullicio tan grande que había», advirtiéndoles a todos que «el que no nos ayude ha de caer». Fue tanto el alboroto que organizó que obligó «con esta inquietud y tumulto a que la justicia se retirara como serretín al sagrado de un convento» 36. Situación que fue aprovechada por algunos vecinos para continuar con sus fechorías, así la noche del día 8 se repitieron los asaltos y saqueos. De ellos nos da noticia Pedro de Caparroso al indicarnos que contra la casa del Señor de Barillas fue «una tropa de gente» a «derribarla y saquearla» 37. No fue la única vivienda que resultó saqueada, puesto que según María de Gavaria, ama del Deán, aquella misma noche «rompiendo las puertas principales de las casas del Deán entraron en ellas e hicieron muchos y considerables daños» 38. Después parece ser que los amotinados, según Pascual Frontín, estuvieron «derrotando las casas del canónigo Vides» 39, aunque no se quedaron ahí, puesto que Custodio Ciriza informó que los amotinados «entraron en las casas del consistorio» y en ella «tomaron los arcabuces y mosquetes que tiene la ciudad», afirmando que dijeron al unísono: «¡vamos a dar fuego a la casa de Don Juan de Mur!», creando con ello «grande terror en la ciudad» 40. Estos fueron los disturbios que se ocasionaron en la ciudad navarra entre el 7 y 8 de septiembre de 1654, fruto de los cuales resultaron acusados por Juan de Ocón, sustituto fiscal, diecisiete vecinos. Entre ellos se encontraron

31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40.

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Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales. Reales.

Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos, Procesos,

núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm. núm.

103.464, 103.418, 103.464, 103.418, 103.418, 103.418, 103.409, 103.467, 103.412, 103.474,

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4. 48. 17. 39. 3. 4. 1. 1. 63. 24.

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Blas de Vitoria, Martín de Milagro, Pedro de Oipa, Lucas Navarro, Bernardo Tafalla, Pedro Domínguez, Juan Ibáñez, Miguel González, Diego González, Juan de Gárate, Martín de Villanueva, Miguel de Álava, Juan Francés, Diego Francés, Juan González de Borja, Diego de Aranaz y Andrés de Errazquin. Todos participaron en los disturbios que tuvieron lugar, aseverando Juan de Ocón que fueron «los principales amotinadores de este pueblo, pues confederándose con muchas tropas de gente» salieron por la ciudad haciendo «grande algazara y menosprecio de las leyes, convocando a los de su parcialidad a que hicieran las maldades que es notorio» 41.

4.

ACTITUD DE LAS AUTORIDADES: CONTROL, REPRESIÓN Y CASTIGO

Yanguas y Miranda advirtió en 1823 que las autoridades tudelanas reclamaron la ley restrictiva de la caza para «que no se entendiese con sus vecinos por ser contra sus privilegios», lo cual según éste «no fue sin duda sino un medio político para evitar por entonces los alborotos que se promovieron por el descontento de la novedad», puesto que durante aquellas jornadas «reinaba la anarquía» 42. No cabe duda que lograr controlar el orden público fue uno de los objetivos fundamentales de los monarcas durante la Edad Moderna. Para su consecución, según Reguera 43, se empleó una justicia que debía proteger los valores y principios imperantes, aunque ésta también se encargó de adoctrinar y corregir determinados hábitos. Debido a ello se publicaron distintas disposiciones y medidas legislativas encaminadas a luchar no sólo contra los desórdenes públicos y sus nefastas consecuencias para la convivencia, sino también contra todos aquellos que participaban activa o pasivamente en estos altercados. A su vez las leyes promulgadas asignaron las distintas tareas y labores de prevención a las autoridades locales. Éstas ante cualquier indicio de amotinamiento debían intervenir activamente para reprimirlos, publicándose al mismo tiempo bandos para evitar que en un futuro siguiesen reproduciéndose estos sucesos. Como indican Muchembled 44 y Oliver 45 prevenirlos y evitar sus funestas consecuencias fue uno de los principales objetivos de las autoridades. Ello fue lo que debieron

41. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.855, fol. 6. 42. José Yanguas y Miranda, Diccionario Histórico-Político de Tudela, Zaragoza, 1823, pág. 94. 43. Iñaki Reguera, «Aculturación y adoctrinamiento. Cultura de élites y cultura de masas: acomodación y resistencias», en Eduardo García Fernández (ed.), Cultura de élites y cultura popular en Occidente (edades media y moderna), Zarautz, 2001, pág. 144. 44. Robert Muchembled, «Les théâtres du crime. Villes et campagnes face à la justice (XVIe-XVIIIe siècle)», en Paul D’Hollander (ed.), Violences en Limousin à travers les siècles, Limoges, 1998, pág. 94. 45. Pedro Oliver Olmo, Cárcel y Sociedad Represora. La criminalización del desorden en Navarra (siglos XVI-XIX), Zarautz, 2001, pág. 88.

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querer conseguir los miembros del regimiento tudelano, ya que la tarde del 8 de septiembre Juan Castillo, alcalde, «hizo echar cierto pregón» 46. Dicho bando, según informó Miguel de Frías, se publicó porque el propio Castillo anduvo «con grande riesgo de que se perdiera la ciudad porque todos se escandalizaban de las acciones y voces temerarias» que se experimentaban, «ocasionando a todos a inquietudes» 47. Martín del Palo también dejó entrever en su declaración cual fue la finalidad de dicho bando municipal, pues éste apareció «procurando por este camino la paz y quietud de esta república» 48. Opinión compartida por José de Fuentes al afirmar que surgió «para aquietar al pueblo dando licencia para que todos cazaran» 49. De la misma manera Fausto Vidángoz, teniente de justicia, declaró que el bando que se publicó trató de «evitar los excesos que se habían originado la noche anterior como consecuencia de la ley sobre la caza» 50. Por otro lado, a lo largo de la Edad Moderna se produjo un proceso de reforzamiento y afianzamiento de la capacidad represiva del Estado. Esta fase trajo consigo no sólo una adecuación de las penas a sus delitos, sino también un deseo de castigar dando ejemplo al resto de la sociedad, a lo que debe unirse el utilitarismo que impregnó a la actividad judicial en lo que a las sentencias promulgadas hace referencia. No cabe duda que el aparato judicial trató de erigirse a partir de sus mecanismos represivos en una herramienta sumamente eficaz para lograr no sólo el control social, sino a su vez la estabilidad y el orden moral. Por tanto, castigar no fue la única finalidad que persiguieron las autoridades, puesto que a su vez también pretendieron afianzar sus postulados políticos y culturales. Lo cierto es que no se castigó sólo para que el infractor pagase por su delito, sino por la intención que hubo por lograr controlar los impulsos delictivos del resto de sus convecinos. Durante estos siglos el recurso al castigo como una medida disuasoria se mostró muy eficiente, aunque principalmente resultó algo preventivo en vez de duradero. Sin duda, la amenaza que supusieron las posibles penas que podían imponerse fue suficiente como para mantener un cierto equilibrio social. Éstas se convirtieron en el instrumento más eficaz contra todas aquellas personas que eran consideradas culpables de perpetrar este tipo de delitos, actuando incluso —como lo atestiguan Arrieta 51 y Robert 52— como mecanismos pedagógicos capaces de corregir ciertos comportamientos. Junto a ello, tampoco debemos olvidar que las sanciones se erigieron a su vez en una herramienta publicitaria capaz de marcar a los delincuentes con un signo ne-

46. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.416, fol. 1. 47. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.416, fol. 3. 48. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.855, fol. 3. 49. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.855, fol. 4. 50. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.418, fol. 34. 51. Jon Arrieta Alberdi, «Justicia, gobierno y legalidad en la Corona de Aragón del siglo XVII», Estudis, 22 (1996), pág. 222. 52. Philippe Robert; René Levy, «Historia y cuestión penal», Historia Social, 6 (1990), pág. 65.

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gativo ante el resto de la sociedad. En definitiva, la función primordial de los castigos en el Antiguo Régimen no fue otra que tratar de que los delincuentes enmendasen y expiasen sus culpas para que en un futuro no volviesen a cometer dichas actuaciones. Cuadro I. Condenas establecidas a los participantes en los tumultos Personajes imputados Blas de Vitoria Martín de Milagro Pedro de Oipa Lucas Navarro Bernardo Tafalla Pedro Domínguez Juan Ibáñez Miguel González Diego González Juan de Gárate Martín de Villanueva Juan Francés Diego Francés Diego de Aranaz Miguel de Álava Juan González de Borja Andrés de Errazquin

Sentencias decretadas 5 años de destierro de Navarra 200 azotes, 4 años de galeras y 4 años de destierro de Navarra 2 años de destierro de Tudela 200 azotes, 8 años de galeras y 6 años de destierro de Navarra 4 años de destierro de Tudela y 500 libras 8 años de galeras 6 años en el ejército y 6 años de destierro de Navarra 6 años de destierro de Tudela 8 años de destierro de Navarra 6 años de galeras y 8 años de destierro de Navarra 6 años de galeras y 6 años de destierro de Navarra 8 años de galeras y destierro perpetuo de Navarra 4 años de galeras y 4 años de destierro de Navarra 10 años de destierro de Navarra y 1.000 libras 2 años en el ejército y 2 años de destierro de Navarra 8 años de galeras y 1.000 libras 2 años de destierro de Tudela

Es momento ahora de profundizar en los distintos tipos de sentencias que he encontrado entre los personajes que fueron acusados de tomar parte en los tumultos que se ocasionaron en Tudela en 1654. Entre ellas he constatado tres grupos diferentes de sanciones. En primer lugar debo resaltar el empleo del escarnio público. Este tipo de condenas se caracterizaron porque trataron de exteriorizar las prerrogativas de los reyes, aunque también sirvieron para reafirmar el respeto de todos sus súbditos hacia su persona. A su vez la teatralización del castigo público pretendió amilanar a los posibles futuros protagonistas de desórdenes públicos, así como castigar a los culpables en un momento preciso. Sin duda, gracias a éstos intentaron ejemplarizar al resto de la sociedad con ejecuciones espectaculares que sucumbiesen en la retina de los espectadores, caso de los reos que fueron condenados a ser azotados. Este tipo de prácticas fueron las que aplicó la pedagogía punitiva para tratar de atemorizar a la ciudadanía y lograr infundir en ellos el máximo respeto posible. Seguidamente, en segundo lugar, resulta necesario destacar el recurso al destierro. Esta condena fue empleada no sólo como un castigo para el reo que había cometido un delito, sino también como un sistema preventivo, ya que sirvieron para que la sociedad pudiese excluir a aquellos personajes que perturbaban el orden público. No cabe duda de que la pena de destierro se erigió dentro del sistema penal en una de las sanciones más usuales, existiendo dentro de esta

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tipología una enorme variedad de sentencias según la duración y el exilio geográfico. Entre sus finalidades —según Bazán 53 y Ortego 54— sirvió para evitar futuras acciones violentas que pusieran en peligro la estabilidad ciudadana. En definitiva, a través de ellas pretendieron excluir a los vecinos que consideraban peligrosos para la paz pública. Por último, en tercer lugar no debemos olvidarnos de las penas que condenaron a los reos a servir en las compañías militares de la monarquía o a remar en las galeras. Respecto a las primeras cabe destacar que las sanciones supusieron prestar servicios en el ejército. Éstas debían prestarse en regimientos de infantería o en batallones de marina. La escasa aplicación de este tipo de castigos choca frontalmente con el recurso a la pena de galeras. Esta última fue durante los siglos XVI y XVII cuando tuvo un mayor predicamento, ya que el aumento de la conflictividad en el mar Mediterráneo provocó que la corona necesitase más hombres en aquellos puestos, los cuales dada su peligrosidad eran muy complicados de cubrir con simples asalariados. Desde mi punto de vista, la única finalidad de ambos tipos de castigos fue la obtención de una fuerza de trabajo barata, aunque éstos también tuvieron un claro fin utilitario al servicio de las necesidades militares de la monarquía hispana. Gracias al análisis de las distintas penas que se impusieron contra los personajes que se vieron implicados en los altercados que se ocasionaron en Tudela se ha constatado que los tribunales de justicia persiguieron con suma tenacidad alcanzar un ideal de revancha para poder poner fin a los perjuicios que los condenados habían cometido perturbando el orden público. Tanto es así que esta postura se pone de manifiesto en todas las peticiones que Miguel Iñiguez del Bayo, teniente de alcalde, presentó ante el fiscal «deseando acudir al servicio de su majestad y a la administración de la justicia, a la paz y quietud de esta república» para que sus causantes «no se queden sin el castigo que mereciesen» 55.

5.

CONCLUSIONES

Como se ha comprobado a través de esta investigación, si existió un disturbio característico durante la Edad Moderna, éste fue el que surgió motivado por el sentimiento de oposición tan usual hacia las autoridades locales, fruto de su práctica gubernativa. En dichos altercados he constatado que la existencia de

53. Iñaki Bazán Díaz, «El destierro en el País Vasco (siglos XIV-XVI): la exclusión social a través del sistema penal», en Iñaki Reguera (ed.), Marginación y exclusión social en el País Vasco, Vitoria, 1999, pág. 30. 54. Pedro Ortego Gil, «Los ámbitos temporal y de exclusión territorial del destierro en los siglos XVI-XVIII: la práctica judicial gallega», Boletim da Faculdade de Direito de Coimbra, 77 (2001), pág. 151. 55. AGN, Tribunales Reales. Procesos, núm. 103.418, fol. 1.

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un consenso vecinal resultó vital para que los amotinados consiguiesen alcanzar los objetivos que consideraron beneficiosos para el bienestar comunitario. Lo cierto es que, tal y como sucede en el caso tudelano, estas manifestaciones violentas en muy pocas ocasiones se mostraron como actos espontáneos e irracionales, puesto que la mayoría de las veces se puede apreciar detrás de ellos una extremada premeditación. Pese a ello, también resulta evidente que en este tipo de actuaciones fue imprescindible la existencia de cualquier detonante que propiciase que el vecindario se envalentonase en defensa de sus intereses. De la misma manera se ha evidenciado que estas actuaciones se estructuraron en distintas etapas siguiendo un organigrama clásico que se repitió por todo el continente europeo. Fue en aquel contexto en el cual se ha logrado apreciar la heterogeneidad de sus participantes. Sin embargo, debo destacar que sus víctimas se caracterizaron bien por formar parte del regimiento de la localidad, por ser representantes de la autoridad, así como por tratarse de personas muy señaladas a nivel local. No obstante, otro de los aspectos que ha quedado reflejado a través de este estudio es el enorme interés que aguardaron los representantes del Estado moderno por lograr mantener la estabilidad política y social en sus respectivas comunidades. Se ha logrado comprender que dicha finalidad justificó todas las acciones que emprendieron las autoridades locales para tratar de poner fin a los excesos que alteraban el orden público. El celo que manifestaron éstas se ha evidenciado tanto en la publicación de bandos municipales como a través de la actividad procesal. Sin duda alguna, esta última se ha mostrado como una herramienta de suma utilidad no sólo para castigar a quienes transgredían el orden establecido, sino que a su vez se ha podido comprobar que sirvió para infundir temor y respeto en el resto de la sociedad a partir de un adoctrinamiento procedente de los castigos que eran decretados.

ÍNDICE LA JUSTICIA Corregidor, Justicia y Alcaldes mayores. Conflictos generados en torno a la administración de justicia en el marco consistorial alicantino (1709-88). María Teresa Agüero Díez .......................................................................................

11

La Justicia en escena. Ejecuciones públicas en el Valladolid del Antiguo Régimen. Lourdes Amigo Vázquez ................................................................................

23

El señorio de Vizcaya y el crimen de moneda (Siglos XVI a XVIII). Olivier Caporossi .....................................................................................................

41

La Justicia en la comunidad de Teruel durante el siglo XVII. José Luis Castán Esteban ...................................................................................................

55

Prisioneiros da Inquisição: índios de Brasil nas garras do Tribunal do Santo Oficio (século XVIII). Maria Leônia Chaves de Resende .......................................

66

A República das Províncias Unidas e o Catolicismo das Potências Ibéricas: Conflitos de Religiosidade durante a Ocupação Neerlandesa no Nordeste do Brasil século XVII. Maria Paula Dias Couto Paes .................................................

77

El castigo de los esclavos en la documentación inquisitorial. Francisco Fajardo Spínola .....................................................................................................

86

El juicio de residencia, mecanismo de control a los corregidores y sus ministros en las Cuatro Villas de la Hoya de Málaga. Siglo XVII. Bartolomé García Guillén ....................................................................................................

97

La justicia real ante conflictos señoriales. Los pleitos del señor eclesiástico de Atorga en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Noemí Garcimartín Muñoz ......................................................................................................

110

Jurisdicción Episcopal y Jurisdicción Real. El obispo Juan Elías Gómez de Terán y el Consejo de Castilla (1738-1758). Enrique Giménez López ...................

123

Un tribunal «en disminución». La Inquisición de Canarias en el siglo XVIII. Jesús González de Chávez Menéndez............................................................

131

El privilegio de jurisdicción de los familiares y su problemática en el juzgado de distrito de la Inquisición de Valencia. Dolores Guillot Aliaga ......................

142

Murcia, 1622. Notas sobre los problemas jurisdiccionales en la justicia eclesiástica. Antonio Irigoyen López .................................................................................

153

Delincuencia y castigo municipal en los tiempos modernos: la justicia Antequerana. Milagros León Vegas ............................................................................

163

Litigar y sobresalir. Cofradías y justicia eclesiástica en Granada (1665-1700). Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz ..........................................................

174

1270

ÍNDICE

Delitos monetarios: falsificación de moneda en la Edad Moderna. M.ª Teresa Muñoz Serrulla y Karen M.ª Vilacoba Ramos ..............................................

188

Hidalgos ausentes en el Chile colonial frente a la justicia regia. Contrastes entre teoría y práctica en los procesos de hidalguía a finales de la Edad Moderna. Jorge Pérez León ....................................................................................................

202

Contrabando y Delincuencia en la costa del reino de Granada. Pilar Pezzi Cristóbal .......................................................................................................

215

Reprimir, proteger, agraciar. La justicia en Sicilia durante el virreinato de Osuna (1611-1616). Bruno Pomara .........................................................................

227

Jueces y Tribunales entre bambalinas. José Antonio Salas ...................................

239

Mujeres perniciosas. La visión de la mujer a través de los Sínodos Diocesanos y de las Visitas Pastorales en la Galicia del Antiguo Régimen. Ana M. Sixto Barcia .......................................................................................................

251

SOCIEDAD Y VIOLENCIA Civilizando la violencia. La prohibición de los duelos en la España Moderna. Ignacio Ampudia de Haro .............................................................................

265

Relaciones y conflictividad familiares en Guipúzcoa durante la Edad Moderna. Álvaro Aragón Ruano ....................................................................................

276

Matrimonio y conflictividad en Canarias: una mirada desde el siglo XVIII. Adolfo I. Arbelo García ............................................................................................

288

La batalla del día. Violencia social y lenguaje bélico en textos de la literatura picaresca (siglos XVI-XVII). Manuel Ariza Canales ....................................

300

Maltrato de género en los procesos matrimoniales modernos. La Rioja, 1641-1713. Julio Luis Arroyo Vozmediano .......................................................................

311

La conflictividad cotidiana y su orientación pacíficia en la ciudad de León en el siglo XVIII. Juan Manuel Bartolomé Bartolomé ..........................................

323

Conflictividad en un pueblo de la huerta valenciana en el seiscientos, Burjassot. Roberto Blanes Andrés y Sergio Urzainqui Sánchez .....................................

335

De violentar las pasiones a educar el sentimiento: el matrimonio y la civilidad dieciochesca. Mónica Bolufer Peruga ...........................................................

349

Las autoridades civiles y eclesiásticas ante la violencia contra la mujer a finales del Antiguo Régimen español (1770-1834). Antonio Calvo Maturana .........

361

La conflictividad agraria del concejo de Carmona en el siglo XVI. Juan Carpio Elías........................................................................................................

373

Conflitos de família: o papel da Justiça e da Sociedade na disputa pela herança entre filhos legítimos e ilegítimos nas duas margens do Atlântico. Ana Luiza de Castro Pereira ..........................................................................................

384

ÍNDICE

1271

En el ocaso del linaje: conflicto patrimonial y protección en el eje privado-público. Mariela Fargas Peñarrocha ..........................................................................

396

A violência no contexto dos processos de limpeza de sangue (séculos XVII e XVIII). João de Figueiroa-Rego ...................................................................

408

Reclusión femenina en la Granada de la segunda mitad del siglo XVIII: la heterogeneidad de «el beaterio de Santa María Egipcíaca». M.ª del Prado de la Fuente Galán ................................................................................................

416

Comunidad familiar y familia comunal. Tres ejemplos de inversión de la oeconomica en la Cantabria rural del Antiguo Régimen (siglos XVII-XVIII). Yolanda Fuertes García ................................................................................

427

Disputas prenupciales y promesas de matrimonio incumplidas en el Juzgado Eclesiástico de Toluca. María Ángeles Gálvez Ruiz .....................................

437

Escribanos y conflictividad rural en La Mancha durante los siglos XVI y XVII. Miguel F. Gómez Vozmediano ........................................................................

449

La violencia en el ámbito familiar en la Extremadura de la Edad Moderna. M.ª Angeles Hernández Bermejo y Mercedes Santillana Pérez ...........................

463

Conflictividad matrimonial en el arzobispado de Sevilla durante la Edad Moderna (siglo XVIII). Alonso Manuel Macías Domínguez ........................................

474

La violencia sexual en Sevilla. Siglos XVI-XVII. Natalia Maillard Álvarez .........

487

De los murmullos a los palos: resistencias y conflictos en Asturias a mediados del siglo XVIII. Fernando Manzano Ledesma ..............................................

498

Guerra y esclavitud en el Cádiz de la modernidad. Arturo Morgado García .......

510

La conflictividad en la Castilla del Barroco a través de las escribanías de cámara del Consejo Real. Fernando Negredo del Cerro ...........................................

521

Señores contra campesinos. Campesinos contra señores. Los puertos concejiles en la base de la conflictividad antiseñorial en la montaña leonesa (siglos XV-XIX). María José Pérez Álvarez .............................................................

532

Violencia en el hogar: el maltrato a los esclavos. Rocío Periáñez Gómez ............

544

La limpieza de sangre como conflicto en la España Moderna. Los Recio Aragonés de Lucena (Córdoba), de judíos a marqueses. Francisco I. Quevedo Sánchez ..

557

La defensa del común: los bienes comunales y el modelo concejil en la base de la conflictividad social en el reino de León durante la Edad Moderna. Laureano M. Rubio Pérez .............................................................................

570

Violencia en la lactancia mercenaria. Núria Ruiz Comin .....................................

581

La conflictividad antiseñorial en la Andalucía Moderna. Ángel M.ª Ruiz Gálvez

592

Alguns exemples de conflictivitat quotidiana en el si de l’Església a la Baixa Edat Moderna. Josep Maria Sabaté i Bosch .................................................

603

1272

ÍNDICE

Entre el claustro y el mundo: la conflictividad monástica en el noroeste peninsular en la Edad Moderna. María Seijas Montero .................................................

614

«La mort de l’hereu». Una venganza de sangre en la Mallorca del Barroco. Jaume Serra i Barceló y Margalida Bernat i Roca ..................................................

627

Gitanos y conflictividad social en la España del s. XVII: represión contra los gitanos en Santo Domingo de la Calzada en 1630. Diego Téllez Alarcia .....

638

Matrimonio a la fuerza o fuerza contra el matrimonio. Violencia familiar para estorbar el casamiento (s. XVII)Margarita Torremocha Hernández ..........

650

Transmisión de herencia y conflicto familiar en los grupos dominantes de la Vizcaya rural del siglo XVII. Hiart Urizar Rementeria ...............................

662

Repercusión social de la alteración de la clausura por los franciscanos descalzos en el siglo XVIII. Daniel Vaquerin Aparicio ................................................

673

«Un tipo de violencia doméstica en Córdoba en el umbral entre dos siglos (XVIIIXIX): El infanticidio. Rafael Vázquez Lesmes ..............................................

685

Violencia y delincuencia en de los Tiempos Modernos: publicística y hechos documentados en Andalucía y el Reino de Granada. M.ª Begoña Villar García ..

695

REVUELTA Y REBELIÓN La Revolución inglesa vista por el embajador español en Londres. Ángel Alloza Aparicio ........................................................................................................

709

Clérigos y rebeldes en la Segunda Germanía valenciana. Emilio Callado Estela .......................................................................................................

720

La lucha por la renta. La espada contra la mitra en los obispados de Almería y Guadix durante la época morisca. Julián Pablo Díaz López .........................

732

La gestión municipal de la violencia: el ayuntamiento de Gijón en el S. XVIII. Pedro Alfonso de Diego González .................................................................

745

La resistencia suscitada por las reformas fiscales del intendente Mergelina: el tumulto del mercado de Valencia en 1718. Ricardo Franch Benavent ..........

758

Cuando las campanas tocan a rebato. Tumultos, asonadas y litigios en torno al agua en la Castilla de la Edad Moderna. Cristina de la Fuente Baños ........

769

El mercado esclavista de Guadix durante el primer año de la rebelión de los moriscos (1569). Carlos Javier Garrido García ...........................................

780

La Revolución Francesa y el conservadurismo de Carlos IV. Su impacto en Málaga. M.ª Carmen Mairal Jiménez .........................................................................

792

Una nobleza provincial «fidelísima» pero sediciosa: el caso del asesinato del virrey de Cerdeña marqués de Camarasa. Francesco Manconi .....................

803

ÍNDICE

1273

El nuevo contexto de las relaciones entre Cataluña y Francia tras la revuelta dels Segadors: los usos políticos de la poesía (1638-1645). Joana Fraga ...........

815

Huidos, rebeldes, sediciosos y bandidos. Conflictividad y violencia en la sociedad valenciana como consecuencia de la derrota austracista. Luis M. Rosado Calatayud ......................................................................................................

828

Un motín en Luesia (Zaragoza) en 1616. Juan Ramón Royo García ...................

840

«¡Viva el común y muera el mal gobierno!»: tumulto y saqueo en la ciudad de Tudela en 1654. Javier Ruiz Astiz .................................................................

849

La conflictividad ruidosa en Canarias en el Antiguo Régimen. Vicente J. Suárez Gritón......................................................................................................

862

«Al servicio de Su Majestad y de la quietud general del reino». La Inquisición de Sicilia en la segunda mitad del siglo XVII. Marina Torres Arce .............

874

Contra la Décima Eclesiástica: en los albores de la revuelta catalana de 1640. Xavier Torres Sans ........................................................................................

885

Baza y Caniles, su villa, en la guerra de los moriscos. Francisco Tristán García .....................................................................................................

897

Marbella centro logístico de la rebelión en el sector occidental del obispado de Málaga. Catalina Urbaneja Ortiz .................................................................

910

Vientos de rebelión. Valencia ante la entronización de Carlos I. Pilar Valor Moncho ...................................................................................................

921

LA GUERRA La defensa de las islas Canarias frente al corso berberisco. Luis Alberto Anaya Hernández .....................................................................................................

933

El impacto de la guerra sobre la población rural a corto plazo. Un modelo de análisis. José Pablo Blanco Carrasco ...........................................................

944

Guerra y negocio: el corso en Bayona (Francia) durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Guadalupe Carrasco González.......................................

961

Flandes indiano. Guerra Araucana y sociedad de frontera. Jorge Chauca García ......................................................................................................

974

Más allá de la Provincia: la función defensiva de Fuenterrabía como fundamento de sus prerrogativas en el entramado guipuzcoano y fronterizo (siglos XVIXVIII). Fernando Chavarría Múgica ............................................................

986

«Derramadores de la harina y cogedores de la ceniza» La imagen del personal de la administración militar en los siglos XVI y XVII. José Miguel Escribano Páez ..............................................................................................................

997

1274

ÍNDICE

La frontera atacada, la frontera defendida: la Sierra de Gata (Cáceres) en la Guerra de Secesión de Portugal. María Estela González de la Granja y Felicísimo García Barriga..............................................................................................

1009

¿Felicísima Almansa? Tensión y conflicto en la Guerra de Sucesión. Francisco García González........................................................................................................

1026

Los prisioneros de guerra franceses de la Guerra de Independencia y su imagen de España. Manuel-Reyes García Hurtado ...................................................

1038

El capitán Francisco de Cuéllar antes y después de la jornada de Inglaterra. Rafael M. Girón Pascual ..........................................................................................

1051

Violencia militar sobre la población: incursiones lusitanas en los territorios españoles del sur de la frontera con Portugal. Antonio Manuel González Díaz ..

1060

Redes de espionaje y sospechas cotidianas en la Guerra de Sucesion española. María Luz González Mezquita ......................................................................

1072

No sólo de las armas vive el soldado. Los otros afanes de los militares de la Costa de Granada. El caso de Benito del Campillo. Francisco Guardia Martín ...........................................................................................................

1085

El comercio marítimo y la guerra: las vicisitudes de El Buen Consejo, un navío de la compañía Ustáriz y San Ginés. María Dolores Herrero Gil ................

1098

Deserción y conflicto. Soldados fugitivos en el contexto de la Guerra de Sucesión. Juan José Iglesias Rodríguez ........................................................................

1112

Conflicto y consenso entre la jurisdicción ordinaria y militar durante la Guerra de Sucesión: una aproximación a partir del caso gallego. María López Díaz ......

1124

La deserción en el siglo XVIII. Una aproximación. Enrique Martínez Ruiz ........

1137

La defensa de Sicilia frente a la amenaza otomana durante el virreinato del Príncipe de Ligne (1670-1674). María del Pilar Mesa Corona ..........................

1150

Monarquia Pluricontinental portuguesa e trajetórias ultramarinas: o caso do resgate de Mombaça, 1694-1700. Marilia Nogueira dos Santos ...............................

1162

Preparativos y disposiciones de Felipe V para la expedición a Mallorca en 1715. Eduardo Pascual Ramos ...............................................................................

1169

La defensa del territorio: política militar del virrey Francisco Gil frente a miedos colectivos (1790-1796). Isabel M. Povea Moreno .........................................

1181

Asentistas, intermediarios y mercaderes de hombres: el caso de Francisco de Torres Castejón (1648). Antonio José Rodríguez Hernández ............................

1194

La organización de Armadas en las relaciones políticas hispano-inglesas. Empresas de castigo y operaciones de prestigio (1588-1656). Porfirio Sanz Camañes

1206

Prevenciones bélicas durante el reinado de Carlos II. Málaga, 1666-1680. Juan Sanz Sampelayo .....................................................................................................

1218

La conflictividad generada por las levas de marinería en la España de la segunda mitad del siglo XVIII. José Manuel Vázquez Lijó ........................................

1230

ÍNDICE

1275

El declive de la actividad corsaria berberisca en el sureste español desde mediados del siglo XVII. Francisco Velasco Hernández ..............................................

1241

Armas, ropas, comidas y casernas. Vida cotidiana de un ingeniero militar en tiempo de guerra y prisión. María Zozaya Montes .......................................

1253

ÍNDICE .................................................................................................................

1269

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA COMUNICACIONES. VOLUMEN II

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

Cubierta: josemaría medina

A ACTAS

CON SEDE EN

FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

COLABORAN

Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa

ISBN 8 4 - 3 3 8 - 5 3 8 5 - 1

A A ACTAS

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

A A

COMUNICACIONES. volumen II

ACTAS

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

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