Vinculación entre la Semiótica y la Teoría de Relaciones Internacionales: una aproximación

July 27, 2017 | Autor: E. Tzili Apango | Categoría: Semiotics, International Relations
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Descripción

Vinculación entre la Semiótica y la Teoría de Relaciones Internacionales: una aproximación1 Eduardo Tzili Apango

Resumen

Esta pesquisa está dirigida a observar la posibilidad de vincular las herramientas teóricometodológicas de Relaciones Internacionales y la Semiótica en el afán de mejorar el análisis de la realidad global. Se parte, básicamente, de una pregunta de investigación: ¿qué aspectos de ambas disciplinas pueden complementarse para el estudio de un fenómeno social mundial determinado? A manera de respuesta e hipótesis, se asevera que es el estudio de la comunicación, entendiéndose ésta como resultado de la interacción entre los signos, aquélla herramienta más apropiada para retomarla en el análisis global. Palabras Clave: Relaciones Internacionales, Semiótica, Constructivismo, Metodología, Signo.

Abstract

This research aims to observe the possibility of bind theoretical and methodological principles of International Relations and Semiotics, with the main goal of improve world analysis. The main research question is: what fields of both disciplines can be reunited to study a determined global phenomenon? In an answer and possible hypothesis, it is been asseverated that communication study, been this result of the interaction among signs, is the appropriate field which serves to international analysis. Keywords: International Relations, Semiotics, Constructivism, Methodology, Sign.

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Ponencia presentada en el VI Coloquio de la Asociación Mexicana de Estudios de Semiótica Visual y del Espacio (2012).

Introducción

Desde el nacimiento de la disciplina de Relaciones Internacionales, a inicios del siglo XX, su evolución no se ha visto exenta de dificultades que no le permiten analizar la dinámica global con toda certeza; numerosas herramientas prestadas de otras manifestaciones de la ciencia ciertamente han mejorado la capacidad para estudiar la realidad global. No obstante, la Semiótica, más como metodología que como teoría de Relaciones Internacionales, ha sido muy poco explorada por los estudiosos de ciencias sociales a manera que refuerce el bagaje teórico-metodológico de la disciplina, reflejado esto en escasos estudios entre los que destacan la obra de Y. Delahaye (1977) y L. H. Liu (2004). Así, el objetivo de esta breve investigación es identificar en qué campos de Relaciones Internacionales está presente la Semiótica; en cuáles aportaciones eminentemente existe el uso de dicha disciplina y hasta qué punto ha sido desarrollada.

Métodos y Protocolos

Aunque existe la dificultad de la definición conceptual, misma que radica en lo que se reconoce como una multi-trans-interdisciplinariedad en Relaciones Internacionales (López, 2010), se le delimita como aquélla disciplina científica que se encarga de estudiar las interacciones entre los diversos actores que participan en la política internacional (Mingst, 2007, p. 546), o bien, en la sociedad internacional (Arenal, 1990, p. 92). Por su parte, la Semiótica se define como la ciencia de los signos, en los cuáles se fundamenta todo tipo de lenguaje, y que reviste un sistema formal. Como disciplina científica, se considera que carece de un objeto de estudio determinado, aunque sí se está de acuerdo en que posee objetos privilegiados no esenciales; uno de los mayormente institucionalizados es la lingüística (Klinkenberg, 1995, pp. 30-36). Contrastando lo anterior, Umberto Eco define a la Semiótica como la disciplina que estudia los procesos culturales como procesos de comunicación, definición que aborda no sólo a la disciplina como al estudio de las partes (significado y significante), sino también analiza la suma de dichas partes; es decir, la comunicación (Eco, 1994, pp. 7-33) . Asimismo considera que dada la multiplicidad de estudios semióticos, es difícil pensar que

exista un sistema formal o una estructura uniforme, ya que dicha metodología la califica como científicamente legítima pero que posiblemente no sea empíricamente adecuada (Eco, 1994, p. 311). Con base en lo anterior, se define a la Semiótica como la disciplina científica que estudia a los signos y a la comunicación que surge entre éstos, reconociendo su naturaleza multi-transdisciplinaria que se manifiesta, por ejemplo, en el estudio de los objetos (Cid, 2002, pp. 1-2). Citando a Eduardo Ortiz:

Idealmente, la disciplina de las Relaciones Internacionales debería ser el estudio de un vasto espectro de asuntos teóricos y prácticos que afectan la vida de las personas, en un marco global, y cuyo abordaje merecería un esfuerzo interdisciplinario… sin embargo en la práctica no ocurren las cosas de esa manera, [ya que] el campo de estudio y acción de las Relaciones Internacionales tiende a ser ocupada por el politólogo o cientista político o, en su dimensión práctica, por el político activo o profesional (2000, p. 17).

Se entiende que la disciplina haya adquirido esos matices dado el contexto de su nacimiento; sin embargo, conforme fueron avanzando los estudios internacionalistas, se fueron incorporando metodologías, teorías y conocimiento de otras ciencias sociales, tales como la historia, el derecho, la economía y la sociología principalmente (Ortiz, 2000, pp. 23-49). Todas y cada una de las disciplinas referidas se han encargado de explicar una de las partes que conforman el todo de Relaciones Internacionales. No obstante, se considera que la Semiótica podría incluirse en la naturaleza multi-trans-interdisciplinaria de Relaciones Internacionales al estudiar un aspecto poco indagado en dicha ciencia social: los signos y la comunicación a nivel mundial.

Resultados y Discusión

Dentro de Relaciones Internacionales, se reconoce al realismo como aquélla corriente de pensamiento más adecuada para el estudio de las relaciones internacionales, presentándose como un “mapa mental” apropiado para analizar a la sociedad internacional al fin de la Segunda Guerra Mundial (Barbé, 2007, p. 61), manifestándose incluso como un paradigma hegemónico que desde 1970 ha sido desafiado por visiones alternativas del mundo que, sin embargo, aún no han eliminado sus aportaciones (Sodupe, 2003, pp. 29-49).2 Sus supuestos radican en los seis principios básicos del realismo político, a saber: a) la política, como la sociedad en general, es gobernada por leyes objetivas que tienen raíces en la naturaleza humana, b) el interés está definido en términos de poder, c) el concepto clave de interés definido como poder es una categoría objetiva universalmente válida, d) el realismo político es consciente del significado moral de la acción política y de la tensión entre control moral y acción política eficaz; no es inmoral, sino que su objeto de estudio no es la moral, e) se rehúsa a identificar las aspiraciones morales de una nación en particular con las leyes que gobiernan al universo, y f) el realista político sostiene la esfera de la autonomía política; el realismo político está basado en una concepción pluralista de la naturaleza humana (Morgenthau, 2006, pp. 4-16). Complementando al realismo, Kenneth Waltz otorgó un carácter más científico a dicha corriente que hasta entonces se consideraba más filosofía que ciencia, induciendo la construcción de una teoría de la política internacional que se basa en proponer una solución al problema de cómo hacer una distinción entre los factores internos y los factores externos en los sistemas políticos internacionales, desarrollando a su vez, el concepto de “estructura” dentro de dicho(s) sistema(s) (Waltz, 2005, p. 37);3 se identifica a ésta corriente como neorrealismo. Como bien resume Prado Lallande (2009, p. 36), el (neo) realismo se inserta en la corriente positivista de las ciencias sociales, cuyos principios mantienen que es posible

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A decir de Kepa Sodupe, ello implicaba una resistencia a la revolución científica necesaria para alcanzar el estado de una “ciencia madura”, cediendo paso en su lugar, a una diversidad paradigmática con cierta homogeneidad en sus principios. 3 A este efecto, Waltz (2005, p. 38) establece que las múltiples estructuras en el sistema global están definidas en términos de las principales unidades del sistema, y que aquéllas varían cuando se producen cambios significativos en el número de dichas unidades.

aprehender y obtener conocimiento y explicaciones respecto a las relaciones internacionales avaladas por teorías. Frente a esto se identifican las corrientes pos-positivistas cuyo argumento gira en torno los límites que las teorías puedan ofrecer para analizar al sistema global, ya que se argumenta que hay más que sólo lo observable o sensible a las relaciones internacionales (es decir, a lo empírico); y en esta corriente de pensamiento sobre sale el constructivismo. Se reconoce como constructivismo aquél enfoque reciente cuya propuesta teórica afirma que la conducta del Estado se construye por el pensamiento, la identidad y las normas sociales de las élites; los individuos y la colectividad fortalecen, dan forma y cambian la cultura por medio de ideas y prácticas (Mingst, 2007, p. 139). Dentro de Relaciones Internacionales, uno de los constructivistas más reconocidos es Alexander Wendt, que con su corolario de que “la anarquía es lo que lo Estados hacen de ella”, afirma que la política del poder tan citada por los realistas no se deriva ni lógica ni causalmente de la anarquía, y que si hoy nos encontramos en un mundo de política de poder (donde necesariamente el único medio para subsistir es la auto-ayuda) se debe al proceso que se ha llevado a cabo para conformar la estructura existente; no existe “lógica” de la anarquía aparte de las prácticas que crean y ejemplifican una estructura de identidades e intereses, por lo que la política de poder y la auto-ayuda son instituciones y no rasgos esenciales del sistema internacional (Wendt, 2009, p. 129). Ahora bien, ¿en dónde queda la Semiótica frente lo anterior? La utilización de la disciplina ya ha sido utilizada aunque no de manera directa. Ejemplo de esto es el pensamiento y el método del pragmatismo, que empieza a ser sistematizado y definido a finales del siglo XIX en Estados Unidos por Charles Sanders Pierce y William James, y que básicamente afirma que para tener una idea clara de la realidad, tenemos que tener una idea clara de sus efectos sensibles sobre nosotros; la idea no existe per se, sino que la creamos nosotros, y para ello el pensamiento nos ayuda a ordenar esos efectos que alimental al conocimiento y a la experiencia produciendo un hábito de creer, siendo ésta una acción constante (Rodríguez, 2009, pp. 62-63). Con base en esto, Rodríguez (2009, pp. 77-78) afirma que el dictum de la racionalidad pragmática en las teorías de Relaciones Internacionales constriñe la producción de conocimiento y teorización a la simple instrumentalidad de las mismas, lo

que se puede ejemplificar con que la mayor producción “científica” de Relaciones Internacionales ha sido en Estados Unidos, y que ello se ha llevado a la práctica de la política exterior; en otras palabras, se está construyendo un pensamiento realista de las relaciones internacionales. De igual manera, Lydia H. Liu (2004, pp. 5-69) analiza de manera muy interesante la utilización de la Semiótica en el desarrollo de eventos mundiales durante el siglo XIX. Lo que hace, eminentemente, es criticar el nacimiento de la Semiótica a partir de Pierce y Saussure, manifestando que solo es reflejo de que la autora identifica como el “giro semiótico de la política internacional”, cuando Occidente, y más específicamente el Imperio Británico, expandían sus fronteras y trataban de homogeneizar una realidad global a partir del conocimiento de sus propios signos, es decir, el desarrollo de un “super-signo”.4

Conclusión

La Semiótica, al parecer, está implícita en la teoría crítica de Relaciones Internacionales, más específicamente el constructivismo; puede ser utilizada como una herramienta para deconstruir el significado de las teorías más utilizadas, como el realismo, y saber qué signos se usaron para la construcción del pensamiento internacionalista y por qué. No obstante, el origen mismo de la disciplina puede dejar entrever el problema del etnocentrismo del que pueden padecer las ciencias sociales, y un ejemplo es la crítica de Liu, que ejemplifica con el paralelismo del nacimiento de la Semiótica con la complejización y mejoramiento de las comunicaciones de índole militar, tanto en Europa como en Estados Unidos (Liu, 2004, p. 7). Es decir, pienso que la Semiótica puede ser una excelente y útil herramienta de investigación en materia de relaciones internacionales, siempre y cuando se evite: a) priorizarla por sobre las demás aportaciones (es decir, utilizar una disciplina para estudiar

Definido por la autora como “una cadena significante hetero-cultural que entre cruza los abismos de las diferencias fonéticas e ideográficas […] como tal requiere más de un sistema lingüístico para completar su proceso de significación para cualquier fenómeno verbal determinado […] entonces puede ser identificado como una forma de pensamiento metonímico que induce, obliga y ordena la migración y dispersión de signos prior, a través de diferentes lenguajes y medios semióticos (Liu, 2004, p. 13) 4

otra), y b) al estudiar un fenómeno que implique signos y/o comunicación, estudiarlo de manera total y no parcial (en otras palabras, donde A+B=C, analizar A, B y C, no solo A). Esta investigación se ha propuesto identificar las conexiones entre dos disciplinas social-científicas cuyo objetivo no es otro sino que estudiar fenómenos al interior del mundo humano. El alcance de la presente indagación es extremadamente limitado dada la complejidad de los objetos de estudio; empero, se espera que sea un esfuerzo que termine otorgado interesantes frutos al desarrollo del conocimiento social-mundial y, sobre todo, a la consolidación de una Semiótica de Relaciones Internacionales.

Referencias

Barbé, E. (2007). Relaciones Internacionales. España. Tecnos. 3ra. Edición. Cid Jurado, A. (2002). “El estudio de los objetos y la semiótica”. Cuicuilco. Vol. 9. No. 025. México. Escuela Nacional de Antropología e Historia. Del Arenal, C. (1990). Introducción a las Relaciones Internacionales. España. Tecnos. 4ta Edición. Delayahe, Y. (1977). La Frontière et le Texte. Pour une sémiotique des relations internationales. Francia. Payot. 252 pp. Eco, U. (1994). La Estructura Ausente. Introducción a la Semiótica. España. Editorial Lumen. Klinkenberg, J. M. (1996). Manual de Semiótica General. Colombia. Universidad de Bogotá. Liu, L. H. (2004). The Clash of the Empires. The Invention of China in Modern World Making. Estados Unidos. Harvard University Press. López Díaz, M. (2010). Aportaciones teóricas de la escuela estadunidense a Relaciones Internacionales. México. UNAM-FCPyS. Mingst, K. (2007). Fundamentos de las Relaciones Internacionales. México. Colección de Estudios Internacionales. CIDE. 2007 Morgenthau, H. J. (2006). Politics Among Nations. The Struggle for Power and Peace. Mc Graw Hill. 7ma. Edición

Ortiz, E. (2000). El estudio de las Relaciones Internacionales. Chile. Fondo de Cultura Económica. Prado Lallande, J. P. (2009). “Teorías positivas y críticas de las Relaciones Internacionales: Realismo y Constructivismo en la cooperación internacional”. Arellanes Jiménez, P. E. Teorías de Relaciones Internacionales y Aplicación Práctica. Tomo II. México. Montiel & Soriano Editores-BUAP. Rodríguez Luna, A. A. (2009). “La sombra del Pragmatismo en las Teorías de Relaciones Internacionales Contemporáneas”. Arellanes Jiménez, P. E. Teorías de Relaciones Internacionales y Aplicación Práctica. Tomo II. México. Montiel & Soriano Editores-BUAP. Sodupe, K. (2003). La Teoría de las Relaciones Internacionales a comienzos del siglo XXI. España. Universidad del País Vasco. Waltz, K. N. (2005). El poder y las relaciones internacionales. Ensayos escogidos. Kahhat, F. (Comp.). México. Colección de Estudios Internacionales. CIDE. Wendt, A. (2009). “La anarquía es lo que los Estados hacen de ella: la construcción social de la política del poder”. Santacruz, Arturo (Ed.). El constructivismo y las relaciones internacionales. México. Colección de Estudios Internacionales. CIDE.

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