VILLANUEVA, J.L., Vida Literaria de D. Joaquín Lorenzo Villanueva, Estudio Preliminar e Índice Onomástico por Germán Ramírez Aledón. Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1996, 865 págs

Share Embed


Descripción

VILLANUEVA, J.L., Vida Literaria de D. Joaquín Lorenzo Villanueva, Estudio Preliminar e Índice Onomástico por Germán Ramírez Aledón. Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1996, 865 págs. Hay ocasiones en las que hacer la recensión de un libro resulta gratificante. En este caso por partida doble. En primer lugar, porque se trata del trabajo, del esfuerzo de Germán Ramírez; es el de un profesor de Bachillerato que, además de su labor pedagógico-docente, cumple con su otra vocación: la de investigador. En segundo lugar, porque ha sido un eslabón más –de tantos y tantos– del Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, que bajo la dirección del profesor Emilio La Parra y de un excelente equipo, en este caso la colección dirigida por el también profesor Enrique Giménez, supo darle una orientación reconocida y elogiada por la calidad de sus publicaciones. Germán Ramírez hace un estudio preliminar de la obra de Joaquín Lorenzo Villanueva, personaje tan controvertido como poco estudiado en profundidad. En ocasiones incluso muy parcialmente, caso de S. Laboa. José Luis Haro inició un trabajo que era

234

RECENSIONES

prometedor; otros continuaron en esa línea, estudiando aspectos más o menos concretos de su trayectoria religioso-política tanto antes como en o después de las Cortes de Cádiz, punto de referencia obligado. La labor de J.L. Haro quedó inconclusa por su temprano fallecimiento. Germán Ramírez recogió el testigo atraído por este interesante personaje nacido en Xàtiva. La publicación de la presente obra es una buena demostración de ello y esperamos que el trabajo continuado en torno a esta figura y a su amplia, extensa y, al mismo tiempo, dispersa obra dé prontos y brillantes resultados. A lo largo de 96 páginas nos presenta G. Ramírez la vida del setabense, resaltando los aspectos más importantes de su vida y los más destacados de su pensamiento y quehacer como hombre público en su dimensión político-religiosa, que incluye la de intelectual, manifestada en sus numerosos escritos desde edad bien temprana, aunque con posiciones ideológicas no siempre claras o definidas. Todo ello ha contribuido a presentar a nuestro personaje como un hombre controvertido (he ahí su Catecismo de Estado, por ejemplo), zaherido por los vaivenes políticos y ambiguo, a veces, en sus doctrinas. Esto nos permite hablar de tres etapas claramente definidas: primera, la que constituye su vida antes de las Cortes de Cádiz; segunda, su actividad como diputado, y tercera, la del exilio. La primera se define por su formación y su alineamiento, gracias a algunos de sus profesores, con las ideas modernas que, por entonces, ya le acarrearon algún pequeño disgusto, primero en Orihuela –con José Tormo como protector– y luego en Salamanca –de la mano de Felipe Bertrán–, a consecuencia de algunos escritos. Disgustos o “borrasquillas” que salvó gracias a sus protectores que los tuvo y muy poderosos. A través de la Vida Literaria los describe con claridad. No esconde su admiración por Felipe Bertrán al que le unía una profunda amistad –a pesar de la diferencia de edad– y al que dedicará la traducción del Carmen de ingratis de S. Próspero. Contó también con el apoyo de otros inquisidores generales como R. José de Arce, Lorenzana o Abad y La Sierra, amén del cardenal Sentmanat. Tras su salida de Salamanca, de su seminario, en concreto, marchó a Madrid donde coincidió con un importante grupo de valencianos: Vicente Blasco, F. Cerdá, Pérez Bayer y J. B. Muñoz, su antiguo maestro, que le hospedará en su casa, al igual que a Blasco. Aquí se le brinda la oportunidad de relacionarse con los mejores círculos de la Corte –el de la Condesa de Montijo, por ejemplo– y le permitirán consolidar unas ideas, que si no del todo definidas, estarán marcadas por el rigorismo moral, la añoranza de la iglesia primitiva, el regalismo, la defensa del poder episcopal, el anticurialismo y un sentido crítico de la historia, manifiesto tanto en sus obras religiosas, sea el Año christiano de España o Dominicas, como de la historia de España, Ybernia Phoenicia. Su actitud religiosa dará pie a que se le encasille dentro del grupo “jansenista”. La defensa de estas ideas, su postura antiservil y enemigo del absolutismo marcan la segunda etapa. Se le presentará como un liberal, defensor del sistema constitucional, enfrentado, cómo no, al temible –no tanto ya en estas épocas– Santo Oficio, del que él mismo fue calificador.

RECENSIONES

235

La reforma de la Iglesia, tan necesaria, requería medidas quirúrgicas importantes y un cambio en el pensamiento tradicional de la iglesia española que fuera capaz de distanciarse del servilismo

romano y potenciar el poder de sus obispos. En esta tarea destacó J. L. Villanueva como hombre público (diputado, clérigo e intelectual). Ahí están las actas de las Cortes de Cádiz, sus escritos o su papel en la Comisión Eclesiástica. Razón por la que se colocó en el punto de mira de las venganzas de 1814, tras el golpe de Estado del Deseado y de toda su cohorte de aduladores y revanchistas. Supuso su arresto y prisión como traidor a la patria con proceso penal (político) añadido. Así dirá en referencia a esta época y a la invasión francesa: “cuando la providencia indicó el medio de romper las cadenas que la tenían esclavizada (España) me creí obligado a jugar contra estos dos monstruos, las armas de la piedad y de la lealtad, sosteniendo a todo trance la libertad nacional envilecida por la bajeza cortesana y la religión oprimida por la lisonja curialista”. Rehabilitado en 1820 participará activamente, de nuevo, durante el Trienio. Di- versos episodios destacan durante este tiempo del que citaré tan sólo dos. En primer lugar, su enfrentamiento con el arzobispo de Valencia, Veremundo Arias, símbolo del ultra- montanismo y enemigo de cualquier cambio. En segundo, su nombramiento como embajador ante la Santa Sede y la no aceptación por ésta. Episodio que le llevará a tildar al Gobierno español de valiente en palabras y cobarde en obras. El Gobierno no se implicó a fondo, en opinión de Villanueva, que nos da información abundante de todo este asunto, reafirmando su anticurialismo. El fin del Trienio le obligó al exilio en compañía de su hermano Jaime. Esta última y tercera etapa de su vida transcurre fuera de España, en tierras inglesas e irlandesas. Allí le sorprende la muerte en 1837, añorando la lejanía de su patria y sintiendo el odio político y religioso de sus enemigos. J.L. Villanueva fue un escritor prolífico, buen orador y polemista. Tachado de “jansenista” defendió, con más o menos acierto, sus posiciones ideológicas. En el campo religioso con la voluntad de reformar la iglesia española, despojándola de viejas y falsas ataduras, restableciendo el espíritu de la verdadera religión de Cristo, a ejemplo de los primeros cristianos y reduciéndola a su esfera religiosa. En el campo civil defendió la supremacía de las leyes del Estado sobre las eclesiásticas. Es decir, el principio civil sobre el eclesiástico. Divide su obra en dos libros. El primero ocupa cronológicamente hasta la vuelta de Fernando VII de su cautiverio francés con la aureola de Deseado. El segundo empieza con las jornadas para ir a recibir al rey a Valencia con la esperanza de que jure la Constitución, hasta su marcha al exilio, al que dedica también algunas páginas. Finaliza con un apéndice de documentos españoles inéditos pertenecientes a la historia secreta del Concilio de Trento. En el prólogo J.L. Villanueva aclara la intención de su obra, aunque Menéndez Pelayo la tilda de “libro de infantil vanidad y a la par verdadero libelo contra el papa y la curia romana”. Dice nuestro personaje: “Aunque ésta que llamo Vida Literaria, parece

236

RECENSIONES

pertenecer a mí sólo y a mis escritos, tiene relación con el estado de la opinión pública de España en materias religiosas y políticas y con varios sucesos notables de que fui testigo, enlazados con la historia nacional, literaria, eclesiástica y civil de estos últimos tiempos, y de los cuales especialmente de los secretos, debo presumir, que si yo no los escribiere, no quedaría memoria”. Éste es, pues, el propósito de la obra. Pero no sólo, quiere también dejar clara su posición de fiel súbdito de las potestades constituidas y –para que no haya dudas– obediente hijo de la Iglesia, aunque tanto lejos del abuso de la curia romana como de las veleidades de los gobernantes. Escribe por el amor que le impone la Iglesia y la Patria, ultrajadas en su persona, porque ha sostenido ambas causas (clérigo, embajador y diputado), origen de sus humillaciones y oprobios. Por ello quiere que ciertas cosas que- den patentes y quitar la máscara a quienes han medrado al amparo de adulaciones, ambiciones e hipocresías, presentándose como defensores del altar que deshonran y del trono que envilecen. Palabras, por otra parte, que evocan memorias y recuerdos de otros clérigos también liberales que pasaron por situaciones muy similares: procesos inquisitoriales, prisión e incluso exilio. Considerados como enemigos del trono y del altar fueron objeto de todo tipo de venganzas y humillaciones tanto por parte de las autoridades civiles como eclesiásticas, ésas que anteponían el orden establecido a la caridad y su concepción de la religión al cristianismo. La Vida Literaria, de nuevo reeditada, merece la atención del lector interesado en este periodo de la historia de España tan prometedora y tan revanchista, no sólo por la in- formación de inestimable valor que nos ofrece el autor, sino también por las opiniones, experiencias y puntos de vista, que el lector tendrá que valorar y contrastar. No quiero pasar por alto el detalle que enriquece la obra y la convierte, por primera vez, en un elemento de consulta. Se trata del Índice Onomástico, cuya confección supone un gran esfuerzo, pero que lo hace sumamente útil y el lector sabrá agradecerlo.

Vicente León Navarro

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.