Viktor Frankl y la importancia de la búsqueda de sentido

July 7, 2017 | Autor: Ana Zlachevsky | Categoría: Viktor Frankl, Educación, Psicología, Psicología clínica, Existencialismo, Psicoterapia
Share Embed


Descripción

Apuntes de Clase Circulación Restringida

1

Viktor Frankl y la importancia de la Búsqueda de sentido Ana María Zlachevsky Sería imposible hablar de la búsqueda de sentido sin previamente hablar del hombre detrás de la teoría, ya que la historia de vida de Viktor E. Frankl y sus experiencias como prisionero de guerra en la segunda guerra mundial y sobreviviente de los campos de concentración nazi, son cruciales en el desarrollo de su teoría sobre el sentido de la vida. Viktor Frankl es, por encima de todo, un sobreviviente, y su vivencia personal no es ajena a su propuesta teórica y terapéutica, dado que como él mismo lo dice, su sentido de vida es lo que le permitió sobrevivir. Viktor E. Frankl nace en Viena el 26 de marzo de 1905 y muere el 2 de septiembre de 1997. Hijo de un matrimonio judío, recibe una gran influencia ideológica y moral al interior del judaísmo. Realiza sus estudios de bachillerato en el Instituto científico Realgymnasium entre los años 1916 al 1924, donde muestra una percepción aguda de la realidad humana y un interés especial por las ciencias. Desde adolescente le impactan profundamente los problemas existenciales de los jóvenes. Después de la Primera Guerra Mundial se hace sensible a las situaciones que los angustian, tales como: el derrumbe de valores tradicionales y de la familia, la pérdida de la fe, la depresión, los suicidios y la sensación de vacío que reportaban los jóvenes de entonces. En los años de Universidad estudia filosofía natural y se dedica a la lectura de la Psicología aplicada (Wilhelm Ostwald, Gustav Theodor Fechner entre otros eran sus lecturas cotidianas). Desarrolla un creciente interés por el Psicoanálisis Freudiano y establece una relación epistolar siendo aún estudiante con el mismo Sigmund Freud. En la revista internacional de Psicoanálisis Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, Freud presenta un artículo que Frankl le había enviado sobre “La mímica de la afirmación y negación” (Frankl, 1924) siendo el primer autor no psicoanalista en ser publicado en ese medio. Ese suceso favoreció su incorporación al movimiento psicoanalítico, del cual se separaría al poco tiempo principalmente por no aceptar la idea de que el inconsciente controla la conducta humana, en desmedro de la responsabilidad y la libertad de elegir el propio accionar.

2 En el año 1925 organiza los Centros de Consulta para los jóvenes afectados por las consecuencias del conflicto bélico en su ciudad natal, iniciativa que luego se extiende a otras ciudades de Europa donde aborda temas como el suicidio, la fuga del hogar y las depresiones juveniles. Frankl pronuncia su primera conferencia sobre “el sentido de la vida” en el grupo de estudios filosóficos de la Universidad Popular de Viena. En 1925 se distancia del Psicoanálisis y da un giro hacia la Psicología Individual de Alfred Adler el cual lo invita a participar como expositor en el Tercer Congreso de Psicología Individual en Dusseldorf; en su participación se pudo observar un distanciamiento de los supuestos Adlerianos, deslizando aspectos relativos a la responsabilidad personal, tema que desarrolló posteriormente dentro del marco de su teoría que bautizó como Logoterapia. En este evento Frankl expone su revolucionaria idea de que la neurosis no es un síntoma sino una forma de expresarse la persona. Fue en esta ocasión que emplea por primera vez en una conferencia académica el concepto de “Logoterapia”. Posteriormente, en 1927, Viktor Frankl, en compañía de Rudolf Allers y Oswald Schwarz (el fundador de la medicina psicosomática), toma distancia de la propuesta de Adler y se desvincula de la Asociación de Psicología Individual. Desde este momento empieza a desarrollar una propuesta teórica y terapéutica propia. En 1933, en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Viena, ejerce como Psiquiatra y Psicoterapeuta hasta 1937. En 1936, obtiene la Especialidad en Neurología y Psiquiatría y es nombrado en 1939, jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild de Viena. Se especializa en el tratamiento de pacientes con intento de suicidio, fenómeno frecuente en los tiempos de persecución nazi contra los judíos. Es ahí donde conoce a la enfermera Tilly Grossner, con la que contrae matrimonio el 17 de diciembre de 1941 Debido a la ocupación nazi de Austria, Frankl, en los primeros años de la guerra, solicita una visa para trasladarse a Estados Unidos, respuesta que no llega hasta el año 1941. Gracias a sus contactos logra la visa para escapar de la difícil situación que se aproximaba, sin embargo, sus padres no tuvieron la misma suerte. Este evento decisivo en la vida de Frankl lo lleva a quedarse en Austria en lugar emigrar a Norte América, donde podría ejercer su profesión sin las adversidades que los judíos estaban enfrentando en la Europa invadida por los nazis.

3 Frankl pensaba que no podía dejar desamparados a sus numerosos pacientes de la clínica, así como también a miles de sus compatriotas que estaban enfrentados en ese momento al gran holocausto de la guerra y la exterminación. Su hermano mayor Walter, había sido detenido con su cuñada Elsa y enviados a Auschwitz. Frankl (1997) relata así la difícil decisión que debió tomar: Era libre para marcharme, desarrollar y defender mi teoría. Mis padres estaban contentísimos y compartían conmigo la alegría de verme a salvo en el extranjero, sin embargo, no me decidí a usar el deseado pasaporte, pues sabía que al poco tiempo de marcharme mis ancianos padres serían deportados a cualquier campo de concentración. La duda me corroía, sentí que debía hacer algo, trabajando como psicoterapeuta en un campo de concentración, ofreciéndoles apoyo mental, lo cual sería incomparablemente más lleno de sentido que solamente ser un psiquiatra en Manhattan. (El hombre en busca de sentido) En el mes de noviembre del año 1941 expira la visa de salida para los Estados Unidos por lo que fue deportado al campo de concentración de Theresienstadt junto con su esposa y sus padres. Le fue asignado como prisionero el número 119.104. Se inició así lo que él denominó el “Experimentum Crucis para el prisionero número 119.104” (Frankl, 1995) en el que lo lleva a pensar que la vida humana tiene siempre sentido aún en las peores circunstancias. Fue en este contexto donde Frankl, pierde a sus padres, a su esposa que estaba embarazada, y a muchos de sus amigos y compañeros. Frankl conoció todo el rigor y crueldad de los campos de concentración nazi, pero paradójicamente, fue en esas horribles situaciones límites donde adquiere plena conciencia del sentido y dignidad de la vida humana y del valor del sufrimiento, aportando, con ello, una gran dosis de optimismo y esperanza respecto a que la vida humana vale la pena ser vivida. Su padre muere en Theresiendstad en 1943, a causa de la debilidad por el hambre y dos neumonías con edema pulmonar terminal. En octubre de 1944, el psiquiatra se separa de su madre dado su trasladado a Auschwitz junto a su esposa, donde posteriormente, pasan a dos campos filiales de Dachau: Kaufering III y Turkheim. En 1944, su madre es trasladada a Auschwitz y muere en la cámara de gas a los 65 años de edad. En Auschwitz, fue separado para siempre de su esposa Tilly, quien muere en el campo de concentración de Bergen-Belsen. La liberación del campo de Turkheim por las tropas norteamericanas, llega el 27 de abril de 1945. Viktor Frankl sobrevive a Theresienstadt, a

4 Auschwitz, y a Dachau-Türkhei, regresando a Viena, donde se entera de la muerte de sus padres y de su esposa. Es entonces cuando empieza a reflexionar sobre la diferencia que lo llevó a él a lograr escapar de la muerte, considerando que las posibilidades de lograrlo fueran tan escasas. Ello llevó a Frankl, el hombre, a plantearse la idea de que el ser humano, para vivir y sobrevivir, debe ser capaz de encontrarle un sentido a su propia experiencia. En palabras del autor: “en realidad, sufrí una depresión después de ver que nadie me esperaba. Pero me di cuenta de que podía haber una misión que cumplir todavía” (El hombre en busca de sentido) Frankl, escribió un gran número de libros, el más conocido es el que relata su vida y experiencias en los campos de concentración, que tituló “Un psicólogo en el campo de concentración”, publicado en el año 1946 en Alemania bajo el título de “Ein Psychologe erlebt das Konzentrationslanger”, y en inglés con los títulos “From death-camp to Existentialism” y “Man`s Search for Meaning”, que en español se editó como “El hombre en busca de sentido”, el cual ha sido leído por más de 18 millones de personas. Frankl, a través de la utilización de palabras sencillas, describe detalladamente la vida cotidiana en Auschwitz, las diferentes fases psicológicas por las cuales pasaban los prisioneros, desde su llegada a la estación del tren, hasta la liberación final y posterior readaptación a la vida cotidiana, no buscando redundar en los horrores comúnmente descritos, como la cámara de gas o las ejecuciones en masa, ya que consideraba que de eso ya se había escrito bastante. Acerca de los sobrevivientes, Frankl (1995) indica que no siempre fueron los mejores pero, generalmente, eran quienes tenían un propósito en la vida: alguien que los esperara después del infierno por el que habían pasado o una tarea por hacer. El sufrimiento vivido en los campos de concentración nazi no fue asumido por él como una experiencia penosa que debería despertar lástima, sino como una experiencia de crecimiento, que lo llevó a enfrentar la vida de otra forma y a ofrecer una propuesta terapéutica de trascendencia a la disciplina psicológica. Un Psicólogo en un Campo de Concentración Viktor E. Frankl, en su obra “El Hombre En Busca de Sentido”, explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de cómo una situación de sufrimiento ineludible como esa, puede llevar a cobrar sentido para el ser

5 humano, ya que quienes fueron capaces de sobrevivir a esa experiencia, enfrentaron la vida posterior con una actitud totalmente distinta Para la persona todos los aspectos de la vida deben ser igualmente significativos, de manera que el sufrimiento tiene que serlo también. El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no se puede separar el destino o la muerte. Sin todos estos elementos la vida no está completa. (Frankl, 1995). Gordon W. Allport, en el prefacio de una de las ediciones de esta obra de Frankl (1995), se pregunta: ¿Cómo pudo él -que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valió la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio-, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla? (p. 7). Lo único que no podían perder los prisioneros era “su ridícula existencia desnuda” (Frankl, 1995, p. 8). El médico vienés relata su experiencia y la de sus compañeros de cautiverio. Destaca el deseo de sobrevivir que tenían algunos prisioneros, y muestra cómo se urdían estrategias para salvar lo que les restaba de vida, aunque las oportunidades de sobrevivir fueran mínimas. Frankl (1995) se preguntaba ¿Cómo era posible que algunos prisioneros, cuando todo lo habían perdido, aún intentaran sobrevivir? Esta capacidad de supervivencia es lo que le llamó la atención, lo que señala de la siguiente manera: “Sólo aquellos que tenían algo que querer profundamente, una familia, un Dios, una esposa, o algo que llevar a cabo insustituiblemente, eran los que sobrevivían”, pues a todo hombre el agotamiento, la desesperanza, y la sensación de abandono y desamparo lo llevaban a un momento difícil de superar, en el cual se dejaba abatir por los pensamientos de la falta de sentido de su sufrimiento, ante lo que incluso era posible que sucumbiera a la tentación del suicidio, lanzándose contra las alambradas o, simplemente, dejando de luchar por sobrevivir. . Frankl (1995) relata: Lo desesperado de la situación, la amenaza de la muerte que día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto se cernía sobre nosotros, la proximidad de la muerte de otros –la mayoría– hacía que casi todos,

6 aunque fuera por breve tiempo, abrigasen el pensamiento de suicidarse (p. 27). En el campo de concentración, dice Frankl (1995), si el prisionero perdía “la fe (...) en su futuro estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía en el sujeto del aniquilamiento físico y mental” (p. 76). Escribe cómo el suicidio en el campo no tenía sentido. Frankl relata lo que pensó en el momento de su llegada a Auschwitz: En vez de suicidarme, adopté el siguiente principio: En la medida que nadie pueda garantizarme en un ciento por ciento que voy a morir, prometo firmemente que me sentiré responsable, mientras tenga una probabilidad mínima de sobrevivir, de seguir adelante y hacer todo lo posible por vivir. Después de todo, alguien podría estarme esperando al final de la guerra (Frankl, 1991). Frankl (1995) orientó su pensamiento hacia el futuro, centró su imaginación en la meta, tal como él señala: De pronto me vi de pie en la plataforma de un salón bien iluminado, agradable y caliente. (...) ¡Yo daba una conferencia sobre la Psicología de un Campo de Concentración! Visto y descrito desde la mirada distante de la ciencia. (...) Mediante este método, (...) conseguí distanciarme de la situación, pasar por encima de los sufrimientos del momento y observarlos como si ya hubieran transcurrido y tanto yo mismo como mis dificultades se convirtieron en el objeto de un estudio psicocientífico muy interesante que yo mismo he realizado (p. 76). Otra meta que lo mantuvo en el horizonte del futuro fue que al ser internado en el campo de Auschwitz, le confiscaron un manuscrito que tenia listo para su publicación de lo que sería su primer libro. Frankl (1995), señala que su profundo interés en volver a escribir su libro lo ayudó a superar los rigores a los que fue sometido en aquel campo. Logró llevar a cabo la posibilidad de escribir su libro utilizando dos docenas de papelillos de cigarros en los que fue tomando notas taquigráficas del esquema general de su trabajo. Esos papelillos le permitieron dar a luz al primer libro editado en Austria después de la segunda guerra mundial, llamado “Psicoanálisis y Existencialismo”.

7 Escribe el médico vienés “es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil lo que le da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente mas allá de sí mismo” (Frankl, 1995, p. 74). “La máxima preocupación de los prisioneros sé resumía en una pregunta: ¿Sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos estos sufrimientos carecerían de sentido” (Frankl, 1995, p. 70). Frankl, en cambio, se preguntaba si tenían algún sentido todos estos sufrimientos y estas muertes. Reflexionaba que si no tenían sentido, tampoco lo tendría sobrevivir. “Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido depende en última instancia de una casualidad no merecían en absoluto la pena de ser vivida” (Ibíd.). Para Frankl (1995), la experiencia de vida le demostró que el hombre, aún estando en un campo de concentración, es capaz de elegir caminos a recorrer. Sostiene que el ser humano “puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física”. (p. 69) Esto se ve reflejado en el hecho de que incluso en estas condiciones extremas algunos prisioneros fueron capaces de compartir, de prestar apoyo, de engrandecer su propia existencia, como fue el hecho de que algunos prisioneros más antiguos visitaban los barracones prestando consuelo, contagiando de esperanza a los que la habían perdido o regalando el último trozo de pan con el que contaban. “La última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias– para decidir su propio camino” (Ibíd.). Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación “sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente –con dignidad– ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido” (Frankl, 1995, p. 46). Frankl (1995) destaca una cita de Nietzsche: “Quien tiene un algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” (p. 78). Para Francisco Bretones (2002) no hay ser humano que no tenga alguna oportunidad para crecer, toda situación puede ofrecer un chispazo de

8 significado. Por eso vale la pena seguir viviendo. Siempre se puede encontrar un para qué. Después de la liberación del campo de concentración donde era prisionero Frankl por parte de las fuerzas aliadas, poco antes de la Navidad de 1945, quiso expresar todo lo que había vivido. Así en 1946, publica su libro: “Eim Psycholog Erlebt das Konzentrationslager” (Un psicólogo en el Campo de Concentración), que en español se le conoce como: “El hombre en busca de sentido”. En dicho libro relata cómo el hombre concreto logra de hecho sobrellevar la opresión de una situación tan extrema, cómo ese hombre común en algunos casos, es capaz de enfrentar ese destino tan sin sentido y tan poco esperanzador. Así da a conocer cómo “un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos” (p. 15). La idea de futuro siempre presente era la motivación que los hacía vivir. Principios Básicos de la Logoterapia como Teoría Toda psicología se construye sobre una concepción de lo que significa ser hombre, no se puede prescindir de “una concepción antropológica, por muy poco consciente que sea para la psicoterapia” (Frankl, 1994c, p. 64). La logoterapia puede ser inscrita dentro de la corriente tipificada como la psiquiatría existencial, que tiene como principales exponentes a Ludwig Binswanger, Medard Boss, Igor Carusso y Rollo May. Esta escuela pone de relieve la imagen de un hombre dinámico, en constante evolución, acentuando el estar presente aquí y ahora pero inserto en un horizonte de sentido que le da una visión de perspectiva y de futuro a la vida humana. Sería el futuro la gran fuerza motivadora de la vida humana, no el pasado como sostiene la teoría psicoanalítica. Para algunos pensadores la logoterapia es la Tercera Escuela Vienesa de psicoterapia, precedida del Psicoanálisis de Freud y la psicología conductual, y se centra en el significado de la existencia humana, así como en la búsqueda del sentido de vida por parte del hombre. De acuerdo con la logoterapia, “la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle sentido a su propia vida” (Frankl, 1995, p. 98), a la vida tal cual es, y toda vida por más adversa que sea siempre tiene algún sentido. La logoterapia, es un método psicoterapéutico y también una concepción de hombre.

9 La logoterapia también ha sido llamada análisis existencial. No obstante es posible decir que son dos aspectos de la misma realidad, siendo la logoterapia el lado práctico (psicoterapéutico) y el enfoque existencial el sustento teórico en que se apoya. En la época en que nace la Logoterapia, el positivismo y el determinismo eran el sustento epistemológico imperante en las ciencias sociales. Todo conocimiento debía ser sometido a los métodos propios de las ciencias. La concepción de que si los fenómenos no se podían demostrar empíricamente, no existían. La logoterapia en este contexto surge como una propuesta teórica que intenta superar lo que algunos autores de la época denominaron el reduccionismo científico. El hombre es animal, pero no exclusivamente eso, sino que es mucho más. La concepción de entender lo humano como sustentado en la idea de animal racional, le parecía a Frankl poco atractiva, reduciendo al hombre a un solo aspecto de su existir. El hombre, a diferencia del animal, tiene que aprender a vivir, a sobrevivir, a construir hábitos de conducta y convivencia, el que sólo logra realizar con la ayuda de los demás. Más allá de lo meramente instintivo, el hombre ha debido adaptarse al medio formándose el mundo en el que habita. Según Pascual (2003), “la ontología dimensional revela la existencia en el hombre de tres dimensiones que no son reducibles unas a otras, a saber: “la física, la psíquica y la espiritual” (p. 40). Estas dimensiones no se dan separadas, no obstante con fines didácticos, sí pueden ser descritas por separado. La dimensión espiritual determina el ámbito de lo humano, sin que ello implique la eliminación de las otras dos dimensiones; más aún, el hombre es plenamente hombre en su tridimensionalidad. Esto implica que es necesario superar tanto el monismo materialista como el espiritualista, como también toda visión racionalista o intelectualista. Frankl se preguntaba, ¿de dónde viene el espíritu? Para él, con la biología, todo ser humano concebido de modo sexual, es único, (...) totalmente nuevo incluso desde el punto de vista de la genética” (Pascual, 2003, p. 40). Pero esto no explica su “condición espiritual que debe venir, como ya había intuido Aristóteles, ‘desde fuera’: el espíritu no emerge de los cromosomas” (Ibíd.) Por eso, para Frankl, lo espiritual debe poder “entrar de algún modo en lo corpóreo-anímico; pero, una vez que ocurre esto, lo espiritual, el espíritu

10 personal, queda velado: se oculta en su silencio. Calla y aguarda a que pueda comunicarse, a que pueda romper su silencio” (Ibíd.) Existen dos capacidades humanas que ayudan a pensar que el hombre no puede ser reducido a sólo su capacidad para pensar. Estas son su capacidad para el autodistanciamiento y la reflexión sobre sí mismo y la experiencia de autotranscendencia. A través del autodistanciamiento, el hombre es capaz de distanciarse de sí mismo y reflexionar sobre sus problemas e inquietudes. A través de la autotranscendencia, el hombre es capaz de superar los límites del espacio y del tiempo y remontarse a la búsqueda de su esencia. (Pascual, 2003). Como sostiene Frankl (1986) “el hombre es una esencia en busca de sentido”, (p. 144) un ser que dirige su mirada a algo o a alguien distinto de sí mismo. (Frankl, 2000a). Escribe el médico vienés: “el hombre empieza a comportarse como hombre sólo si puede salir del plano de la facticidad psicofísico-organísmica y puede ir al encuentro de sí mismo, sin por ello tener que hacerse frente a sí mismo”. Existir se refiere a este poder, “existir significa: estar por encima de sí mismo siempre” (Frankl, 1994c, p. 78). Si bien el ser humano no es completamente libre de condicionamientos, sean estos biológicos, psicológicos o sociológicos, Frankl (1986 p. 144) escribe sobre haber sobrevivido a “cuatro campos de concentración y en esa situación he sido testigo de la sorprendente capacidad del hombre, siempre conservada, capacidad de resistir, luchar aun bajo las peores condiciones. Tomar distancia bajo las peores condiciones es una capacidad exclusivamente humana” (p. 78). Sólo si el hombre admite la espiritualidad que anida en el alma humana, será capaz de comprender la dignidad de todo hombre así como la de sí mismo. Qué es la Logoterapia? La palabra logoterapia surge de dos palabras griegas: therapeuo (curar o completar) y logos. Logos es una palabra de difícil traducción que refiere a mostración, a develamiento, a palabra, a sentido, a discurso a razón1. El significado que le da Frankl (1995) al término es doble: “sentido, significado 1

Ver Heidegger, Martin (1997). Ser y tiempo. Santiago: Universitaria.

11 o propósito” (p. 98) y “espíritu” (p. 102). Así, la logoterapia es “la sanación a través del sentido” o “sentirse completo a través del sentido” que cada quién le otorgue a su vida. Plantea como una exigencia la necesidad del descubrimiento del sentido (logos), de aquellos valores que puede realizar el individuo en el destino concreto de su vida y en su obligada elaboración de una visión particular del mundo. Paralelamente a la voluntad de hacer, de saber, a la de dominio, está la más poderosa -- y terapéutica -- de todas, la voluntad de sentido. La Logoterapia apela a la “esencia espiritual” del ser humano. Se la entiende como la terapia del sentido, también para muchos es la terapia de la esperanza, ya que instiga a encontrar esa fuerza del espíritu humano que es capaz de sobreponerse a cualquier conflicto o pérdida, aun en situaciones que parecen insuperables. La logoterapia dirige su mirada al futuro, es decir, a los cometidos y sentidos que a la persona lo movilizan a actuar. Su teoría no sólo es psicoterapéutica, sino una forma de entender la vida humana inserta en una dimensión superior que sin dejar de lado lo biológico, lo psicológico ni lo social, lo integra en la esfera noética o espiritual. La logoterapia, desde la tridimensionalidad humana, sostiene que el hombre es ese ser que decide en cada instante quien quiere ser. En esta decisión, está implícito el cuidado de sí mismo, de su cuerpo, de su psique y de sus recursos espirituales. Libertad y responsabilidad Sobre su base espiritual el hombre descubre y reconoce dos aspectos fundamentales de su existencia: su libertad y su responsabilidad. Desde aceptar esa premisa escoge su existencia y decide según sus valores. Es el ser que siempre decide como opta por ver el mundo, siendo desde ese punto de vista responsable de su propia historia, de la actitud con que enfrenta las diferentes circunstancias. El problema de muchos hombres, no sólo de los neuróticos, radica en tratar de esquivar su “propia responsabilidad al negar su libertad bajo excusas, como, por ejemplo, admitir que existe un supuesto determinismo causado por el medio ambiente, por la propia interioridad o por los demás, como si aceptase una visión fatalista de la vida” (Frankl, 1994b, pp. 47 y s.).

12 La libertad humana según Frankl, radica en que el hombre, a pesar de tener instintos al igual que los animales, éstos no son capaces de someterlo, salvo que el individuo se encuentre bajo condiciones patológicas. El pensador sostiene que es necesario reconocer que la autosuperación es posible más allá de las limitaciones que las personas se autoimponen excusándose en el propio carácter, cuando lo más importante es que tenemos la capacidad de decidir y de construir una nueva personalidad. (Frankl, 1994c). Es cierto que cada ser humano es un ser finito, y su libertad en ese sentido está restringida. No se trata, entonces, de liberarse de las condiciones que imponen las circunstancias del mundo, se trata de tomar una postura libre ante esas condiciones. La libertad, en definitiva, es la capacidad de la existencia humana para elevarse por encima de las condiciones fácticas y trascenderlas. Voluntad de Sentido Para la logoterapia la “primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. (...) La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una ‘racionalización secundaria’ de sus impulsos” (Frankl, 1995, p. 98), de sus instintos. El logos (sentido, significado, propósito), “no es algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia” (p. 99) y que el hombre afanosamente debe encontrar. Es salir al encuentro de los significados sentidos como auténticos por cada quién. La tarea de encontrarle el sentido a la vida no es menor, es una tarea compleja. Pero, el hombre necesita encontrar significado a su propia vida para ser dueño de su destino. Si bien el sentido de la propia vida siempre está cambiando, el hombre vive su sentido como el motor de su existencia. En general el hombre es capaz de descubrir el sentido de la propia vida a través de tres modos distintos, (1) el amor a una persona, (2) el servicio a un ideal y (3) el enfrentarse al sufrimiento inevitable. (Frankl, 1995, p109). A nadie se le puede “decir cuál es su sentido, porque es diferente en cada persona y en cada momento. Actualizar aquí el máximo potencial humano: el convertir una tragedia personal en un triunfo”. (Frankl 1995) Leamos las palabras de Frankl, "tú puedes asumir el sentido y sentir que eres parte del tejido de la vida o puedes vivir en el caos y ser víctima de las

13 situaciones". (Frankl, 1995) El sentido es el para qué estás aquí, el motivo, la razón que te impulsa para lograr algo que orienta tu hacer. Frankl afirma que el sentido existe, “tu tarea es solamente encontrarlo. El sentido no te lo pueden dar ni la sociedad, ni tus padres, ni tu terapeuta, ellos pueden ofrecerte respuestas significativas a tu situación, pero solamente tú puedes descubrir la más significativa para ti” (Frankl, 1994b). “En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida” (Frankl, 1995, p. 108), sino comprender qué sentido tiene la vida para él o ella. A cada persona se le pregunta por su vida “y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar al imperativo de vivir. (...) La logoterapia considera que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable” (Frankl, 1995, p. 108). El Sentido del Amor Para Frankl “el amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama”. (Frankl, 1995, p. 110) Más aún, “mediante su amor, la persona que ama posibilita al amado a que manifieste sus potencias. Al hacerle consciente de lo que puede ser y de lo que puede llegar a ser, logra que esas potencias se conviertan en realidad” (Ibíd.). “...Al amar al otro intuimos su “deber ser” sus posibilidades...” (Frankl, 1994). El amor es importante en la vida de cada persona. Sólo a través del amor se es capaz de ver las potencialidades aún no realizadas del ser amado. “El amor (...) se revela como uno de los dos aspectos de eso que yo llamo la autotrascendencia de la existencia humana”, (Frankl, 1987, p. 58), lo que equivale a decir que el amor es uno de los caminos de la propia realización. Por el amor salimos de nosotros mismos para encontrarnos con otro que es otro y descubrir su riqueza. Por el acto de amar, que sin lugar a dudas es un acto espiritual, se es capaz de ver los rasgos esenciales de la persona amada; ver también sus potencialidades, “el amor contempla y abre posibilidades de valor en el tú amado” (p. 81); “el amor, y sólo él, es capaz de contemplar a una persona en su peculiaridad como el individuo absoluto que es” (Frankl, 1994c, pp. 83 y s.).

14 Frankl fue capaz de entender en su intimidad que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre, fue capaz de entender cómo el hombre, “desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad –aunque solo momentáneamente- si contempla al ser querido”. (Frankl, 1995, p. 46) El hombre que se encuentra en una situación de “total desolación sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente –con dignidad- ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido” (Ibíd.). El Sentido Del Sufrimiento Cuando la persona se enfrenta con una situación inevitable que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad incurable, “precisamente entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que se tome hacia el sufrimiento” (Frankl, 1995, p. 110). Si el sufrimiento tiene un sentido para la vida de quien lo sufre, su actitud al cargarlo es distinta a la que se asume si no se le encuentra sentido. Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar dicho sufrimiento, pues ésa es su sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que, incluso sufriendo, él es único y está solo en el universo. Nadie puede redimirle de su sufrimiento ni sufrir en su lugar. Su única carga reside en la actitud que adopte al soportar su carga. Para Frankl, estos “eran los únicos pensamientos capaces de ayudarnos, de liberarnos de la desesperación, aun cuando no se vislumbrara ninguna oportunidad de salir con vida.” (Frankl, 1995, p. 79). Hay circunstancias en las que la persona puede verse privada de la oportunidad de disfrutar de la vida y de ejecutar su propio trabajo, “pero lo que nunca podrá desecharse es la inevitabilidad del sufrimiento. Al aceptar el hecho de sufrir valientemente, la vida tiene hasta el último momento un sentido y lo conserva hasta el fin” (Frankl, 1995, p. 112). “El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga su cruz” (Frankl, 1995, p. 70), le permite enfrentarse al destino con fuerza. “Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal” (p. 71).

15 La Singularidad Personal Según Pascual (2002), el hombre sabe y es consciente de su irrepetible singularidad. Para Frankl, cada hombre debe ser consciente de que su actuar ante determinadas circunstancias es solo de dominio propio, “mi situación es rabiosamente mía, intransferible, totalmente distinta de la de cualquier otro hombre, incluso de quien haya vivido una existencia parecida a la propia. La singularidad es una nota característica de toda existencia humana”. (Frankl, 2001, p. 31) El típico comentario con el que se tiende a justificar el actuar personal “Si tú estuvieses en mi lugar harías exactamente lo que yo hago” no tiene validez. Cualquiera que estuviese en su lugar actuaría según la propia forma de ver las cosas y no según la del otro. Frankl (1995) afirma que “ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino” (p. 79). “Sólo es posible una comparación, la más radical y profunda de cada hombre, la de mi ser actual confrontado con el ‘deber-ser’ ideal” (Pascual, 2003, p. 46). Por eso el hombre siente la necesidad de la realización personal, de un llegar a ser plenamente persona, para realizar así el sentido propio de su existencia. El Sufrimiento de la Vida Sin Sentido. Para el médico vienés “cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su psicoterapia. En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial” (Frankl, 1986, p. 9). El paciente típico de hoy no sufre tanto bajo un complejo de inferioridad, como fuera en los tiempos de Adler, sino bajo un insondable complejo de falta de sentido, que se acompaña de un sentimiento de vacío, al que Frankl denominó “vacío existencial” (Ibíd.). El vacío existencial es la neurosis masiva de la época actual, la cual “puede descubrirse como una forma privada y personal de nihilismo” (Frankl, 1995, p. 124), entendido éste como la aseveración de que “el ser carece de significación” (Ibíd.). El “vacío existencial”, constituye el desafío actual para la psicología y la psiquiatría, dado que cada vez más pacientes se quejan de un sentimiento de vacío y sinsentido existencial. Contrariamente a lo que sucede con el animal, los instintos no le indican al hombre de hoy lo que debe hacer, y contrariamente a lo que sucedía en otros tiempos, las tradiciones tampoco le indican lo que debería hacer. Por ello el hombre de hoy se encuentra

16 enfrentado a tener que pensar en lo que quiere hacer siendo la mayoría de las veces una aspiración desconocida. No estamos adiestrados para pensar en lo que se quiere hacer. Por ello a veces se hace lo que las otras personas hacen (conformismo) o se hace lo que las otras personas desean que haga hagamos (totalitarismo). (Frankl, 1987; 1995). Por ello sostiene Frankl (1987) que las personas se enfrentan en la actualidad a “un vacío existencial y que este se manifiesta sobre todo en el aburrimiento (...), aburrimiento incluso ante el sexo de Freud y ante el poder de Adler” (p. 14). Frankl cita a Alexander Pfänder, quien escribe “vivimos en una época de pérdida de fe en los valores que es, en consecuencia, una época de desesperación y de creencia en el absurdo de la vida”. (Pfänder, 1973. Citado en Frankl, 1995, p. 14). En esta situación, cuando el paciente se ve invadido por estos sentimientos de vacío existencial, el sinsentido, aparece como posible solución la Logoterapia, donde se postula que la vida siempre tiene un sentido Si bien, no se le puede demostrar al paciente cuál es ese sentido, se le puede conducir a que lo encuentre. (Frankl, 1987). El vacío existencial, la falta de sentido que Frankl llamó neurosis noógena, es la nueva fuente de malestar para las cuales la psicoterapia clásica no tiene respuesta. Más allá de la caída de las tradiciones, la vida conserva un sentido para cada uno de los individuos, y, más aún, lo conserva, hasta el último respiro. (Frankl, 2000b) “En realidad, ni el sufrimiento ni la culpa ni la muerte -toda esta tríada trágica- puede privar a la vida de su auténtico sentido” (Frankl, 1994c, p. 156). Frankl (1995) diferencia “varias formas de neurosis y descubre el origen de algunas de ellas” (p. 8), así plantea que la neurosis Noógena es “la incapacidad del paciente para encontrar significación y sentido de responsabilidad en la propia existencia” (Ibíd). (Las cursivas son mías). La logoterapia considera que su cometido es ayudar al paciente a encontrar el sentido de su vida. “La función del logoterapeuta consiste en ampliar y ensanchar el campo visual del paciente de forma que sea consciente y visible para él todo el espectro de las significaciones y los principios” (Frankl, 1995, p. 109) que rigen su existencia. Este modelo terapéutico no

17 impone al paciente ningún juicio, pues en la realidad “la verdad se impone por sí misma sin intervención de ningún tipo” (Ibíd.). Es responsabilidad del paciente “decidir si debe interpretar su tarea vital siendo responsable ante la sociedad o ante su propia conciencia (p. 108). Frankl plantea que: El paciente ha de enfrentarse con el sentido de su propia vida para, a continuación, rectificar la orientación de su conducta en tal sentido. (...) [Dado que] “el neurótico trata de eludir el cabal conocimiento de su cometido en la vida, y el hacerle sabedor de esta tarea y despertarle a una concienciación plena puede ayudar mucho a su capacidad para sobreponerse a su neurosis (Frankl, 1995, p. 98). (Las cursivas son mías). Bazzi y Fizzoti han señalado: La logoterapia específica –a diferencia de la no específica– no se funda sobre una técnica claramente establecida, y por tanto (...) tiene que ser, por así decirlo, ‘improvisada’ en cada caso en relación con la `’situación’ del cliente. Se trata, en otros términos, de decir ‘la palabra justa en el momento justo’ y en esto consiste ante todo la habilidad del logoterapeuta (Bazzi y Fizzoti, 1989, p. 115). La Logoterapia como técnica Frankl (1995) plantea que a través de la interpretación psicodinámica no es posible tranquilizar al paciente que sufre de un temor realista como es el temor a la muerte. Tampoco el conocimiento filosófico puede curar un temor neurótico. Ahora bien, la Logoterapia ha creado una técnica para casos como éstos. . “Para entender lo que sucede cuando se utiliza esta técnica, tomemos como punto de partida una condición que suele darse en los individuos neuróticos, a saber: la ansiedad anticipatoria” (p. 118). Lo característico de este temor es producir, justamente, lo que teme el paciente. Por ejemplo, quien teme ruborizarse al entrar a un salón con mucha gente, sin duda se ruborizará en esa situación. Dice Frankl, en este sentido podría extrapolarse el dicho: “el deseo es el padre del pensamiento” y afirmar que “el miedo es la madre del suceso” (Ibíd.). (Las cursivas son mías).

18 Frankl (1995) afirma que: “por irónico que parezca, de la misma forma que el miedo hace que suceda lo que uno teme, una intención obligada hace imposible lo que uno desea a la fuerza” (p. 118). Esta intención excesiva o “hiperintención” se puede observar en especial en los casos de neurosis sexuales. Por otra parte, la atención excesiva o “hiperreflexión”, como es denominada en Logoterapia, puede ser asimismo patógena. La Intención Paradójica La técnica de la Logoterapia, denominada “intención paradójica” se basa en una dualidad: “por una parte el miedo hace que se produzca lo que se teme y, por otra, la hiperintención, estorba lo que se desea” (Frankl, 1995, p. 119). Por medio de esta técnica, el paciente fóbico es invitado a que trate de hacer eso que teme aunque sea sólo por un momento. La intención paradójica es útil en el tratamiento de cuadros obsesivos, compulsivos y fóbicos, especialmente en los casos en que subyace la ansiedad anticipatoria, siendo efectiva cualquiera sea la etiología del caso que se trate. Apoyado en su vasta experiencia clínica, Frankl reparó en que muchos de sus clientes vivenciaban esta ansiedad al momento de pensar en las reacciones que les iban a sobrevenir (por ejemplo, tartamudeo en público.) Frankl (1995), plantea que se destaca que en este procedimiento se “debe hacer uso de la capacidad específicamente humana para el desprendimiento de uno mismo” (p. 120). Se trata de la capacidad de autodistanciamiento, inherente al sentido del humor, por la cual el hombre puede distanciarse no sólo del mundo, sino también de sí mismo. De acuerdo con Frankl (1995), un componente esencial para lograr la recuperación del paciente, es el sentido del humor. Sirlopú (2001) manifiesta que el “talante festivo, aparentemente fútil o extraño al ‘encuadre’ terapéutico, es invocado por Frankl en la medida que sólo un paciente con ánimo dispuesto a reírse de sí mismo, va a poder lograr el distanciamiento necesario entre él y su síntoma” (p. 9). Frankl (1995) enfatiza que la intención paradójica no solo es eficaz en los casos monosintomáticos, destaca que esta técnica ha sido utilizada por sus compañeros del Hospital Policlínico de Viena logrando curar incluso neurosis de carácter obsesivo-compulsivo en grados altos y pertinaces.

19 La intención paradójica igualmente puede aplicarse en casos de trastornos del sueño. Por ejemplo, en un caso de insomnio, Frankl (1995) enfatiza que: “el temor al insomnio da por resultado una hiperintención de quedarse dormido que, a su vez, incapacita al paciente para conseguirlo” p. 122). En esos casos, Frankl aconseja al paciente que “no intente dormir, sino por el contrario que haga lo opuesto, es decir, permanecer despierto cuanto sea posible”. La hiperintención o atención excesiva de quedarse dormido, “nacida de la ansiedad anticipatoria por no conseguirlo, debe reemplazarse por la intención paradójica de no quedarse dormido, que pronto se verá seguida por el sueño”. La Derreflexión Sirlopú (2001, p. 8) plantea que el objetivo de esta técnica “es activar la capacidad de autotrascendencia del ser humano, conduciéndolo a la búsqueda de un sentido hacia algo o alguien, distinto de sí mismo”. Esta técnica ha mostrado ser muy útil “en problemas relacionados con el deglutir, hablar, escribir, pensar y dormir. Su efectividad se asienta en hacerle ver al paciente que su problema puede ser contrarrestado si vuelca su atención hacia un tema u objetivo distinto del que lo aqueja”. Ilustra bien esta técnica el modo en que los pacientes con insomnio enfrentan su problema: “después de la primera noche que pasan en vela, quedan excesivamente sensibles y pendientes de la tarea de dormir, con lo cual bloquean su sueño”. Esta intención forzada o hiperintención “va a propiciar el efecto contrario que se quiere solucionar, por lo que el terapeuta debe recomendarle que focalice su mente en otras cosas”. “La atención excesiva o “hiperreflexión”, como se la denomina en Logoterapia, puede ser asimismo patógena” (Frankl, 1995, p. 118). La hiperreflexión patógena necesita, para ser corregida, de una derreflexión. No pocas veces se ha comprobado que para solucionar un síntoma lo único que se requiere es disolver la atención focalmente centrada en dicho síntoma. (Frankl, 1986, p. 75) Pifarré (2010) señala, citando a Frankl, que “La excesiva autoobservación genera la hiperintención y la hiperreflexión. Ésta puede contrarrestarse con la técnica (...) llamada derreflexión, en la que los pacientes en lugar de observarse a sí mismos, tratan de olvidarse de sí mismos, y esto exige su autoolvido” (p. 3). La excesiva autoobservación, según Frankl es riesgosa, ya que si el individuo se encierra en la autorreflexión de sus problemas, fantasías y

20 sentimientos, toma una actitud que violenta la naturaleza social del hombre y la apertura de éste al mundo y a las personas de su entorno. Frankl considera que: aprisionar el “yo” en las estrechas paredes de nuestro claustro interior, sin dejar que se expanda sin falsos recelos “hacia afuera”, es un riesgo que facilita el cultivo de una serie de gérmenes patológicos que al envolver obsesivamente nuestras reflexiones, pueden derivar hacia determinados trastornos neuróticos y ser focos de infelicidad. Una personalidad sana y bien constituida desde la perspectiva psicológica, es para Frankl, aquella que sabe abrir las puertas y ventanas de su conciencia, hacia la luz y claridad del mundo exterior, dirigiéndose e interesándose por la gente que le rodea (Pifarré, 2010, pp. 3 y s.). Frankl enfatiza que “el ser humano no se interesa primariamente por su estado interno, y a menos que sea neurótico, está volcado hacia las cosas y hacia sus semejantes”. (Frankl, 1987, p. 51) Según Pifarré (2010, p. 3): “el bloquear esta natural apertura hacia los demás, curvándose la voluntad de la persona sobre sí misma y sus propios sentimientos afectivos, produce una serie de estados anímicos de enfermiza y obsesionante ‘autoobservación’ y excesiva atención consigo mismos”. Aplicando la técnica de la “derreflexión” u olvido de sí mismo, “Frankl, pretende ayudar a aquellos de sus pacientes que han quedado aprisionados y obturados en estos estados patológicos de monopolizadora autoobservación.” (Ibíd.). La Biblioterapia La biblioterapia es un método cada vez más usado en los tratamientos terapéuticos, tanto en presencia del terapeuta como los que son realizados a distancia. Esta técnica consiste en la lectura de libros con fines curativos o simplemente para llevar una vida más saludable, lo cual se logra a través de la adquisición de conocimientos y prácticas terapéuticas, mediante la lectura de bibliografía específica seleccionada y recomendada por el terapeuta, la que aborde el área dentro de la cual sé podría encontrar el problema. También los llamados libros de auto-ayuda, que abordan temáticas como el desarrollo de la autoestima, las relaciones de pareja y el desarrollo personal son aconsejables.

21 Alrededor del año 1977, Frankl inauguró la Feria del Libro de Austria con una conferencia en la que destacó el libro como recurso terapéutico. En esa ocasión, como en tantas otras, hizo referencia a varias historias en las que un libro pudo cambiar el curso de la vida de una persona, haciendo desistir al lector del suicidio, sintiéndose reconfortado en su lecho de enfermo o descubriendo respuestas a la pregunta personal del sentido de la propia vida. Según García es en este contexto que queda formalmente planteada la llamada biblioterapia”. Frankl (1984) destaca que la literatura moderna no necesita seguir siendo un síntoma más de las neurosis masivas de hoy en día. Puede también contribuir terapéuticamente. “Los escritores que han atravesado el infierno de la desesperación, que han experimentado la aparente carencia de sentido de la vida, pueden ofrecer su sufrimiento, como un sacrificio, en el altar del género humano” (p. 100). Estos textos pueden ayudar al lector que sufra un estado igual, a superarlo. “Si el escritor no es capaz de inmunizar al lector contra la desesperación, ha de evitar al menos inocularle la desesperación”. "Aplíquese este libro en la parte enferma del paciente, y la cura puede ser milagrosa". Leopoldo Marechal (Escritor argentino, 1900/1970) (Citado en García, 1996) Efectos que pretende lograr el logoterapeua a. Ensanchar el campo de visión: APELAR al ser espiritual Para De Barbieri (2012), cuando el terapeuta se encuentra con una persona que cree no tener ya más futuro, no le falta el futuro, “sino el contenido de sentido en el presente o su propia capacidad para encontrarlo” (p. 4). Para ayudarlo a “recuperar su percepción de futuro” señala que es necesario dirigirlo hacia un sentido concreto y personal del paciente. De aquí se desprende que la misión del logoterapeuta es ensanchar el campo de visión. En logoterapia esto se denomina “levantar la lámpara”, buscando que el paciente pueda ampliar su horizonte de sentido para que él mismo reconozca las posibilidades con sentido que antes no percibió. (De Barbieri, 2012).

22 De Barbieri (2012) señala que “o uno se hace cargo de una tarea vital concreta o renuncia. El logoterapeuta tiene como cometido por un lado, impedir la resignación de su paciente; y por otro, tratar de hacerle descubrir tareas con sentido”. (p. 5). b. Cambio de actitud En relación con impedir la resignación, “la logoterapia propone un cambio de actitud que mantenga viva la esperanza de vislumbrar una chispa de sentido” (De Barbieri 2012, p. 5). Si se cree que ya no se puede hacer nada más, aún es posible hacer algo: “se puede cambiar la actitud hacia el destino adverso” (p. 5). Muchas veces, según De Barbieri, (2012), se conocen personas que viven en el sinsentido. “Perdieron el sentido de su existencia y tienen que esperar la aparición de nuevas posibilidades de sentido” (p. 5). Pero ¿cómo se les acompaña durante esa espera? “Si él pierde la esperanza de encontrar un nuevo sentido, entonces ya no lo espera y se rinde” (p. 5). Aparece la noción de esperanza planteada por este psicólogo como la única forma en que en algunos momentos de la vida ésta se puede soportar, aludiendo a la idea de que, gracias a ella, aparece una luz en el horizonte. En suma, hay un sentido que late en el futuro esperando por su realización, un sentido que llama y pide ser llevado a cabo en la realidad, pues cada individuo tiene una sola vida y nadie puede sustituirlo en la tarea de vivirla. (De Barbieri, 2012) Además, señala la importancia de descartar el aspecto orgánico en las depresiones y de los cuidados y psico-enseñanza que es necesario promover por parte de los profesionales de la salud, para que tanto el paciente como sus familiares, sean capaces de hacer más llevadero y tolerable el sufrimiento producido por esta enfermedad. El familiar enfermo, a su vez, debe aprender que para sus parientes es imposible ubicarse en su lugar y que sólo puede esperar de ellos una muy limitada comprensión. Más allá de esto, el paciente podría lograr sobrellevar su depresión valientemente por amor a sus familiares, ya que éstos deben cargar junto con él parte del problema. (De Barbieri, 2012) Para ser capaces de sobrellevar estas depresiones de manera valiente, De Barbieri (2012) formula tres nociones básicas descritas de manera breve:

23 “1. ¡Evitar depresiones agregadas, secundarias!, 2. ¡Distanciarse en lugar de identificarse!, 3. Saber que el sol existe...” (p. 6) No es posible evitar incidentes durante fases depresivas "agazapadas", pero se pueden “evitar las depresiones agregadas secundarias a las reacciones negativas del paciente a su enfermedad, reacciones que potencializan la misma” (De Barbieri, pp. 6 y s. Las cursivas son mías). Este autor pone como ejemplos: “su ‘desesperación por su estado de ánimo desesperado’, su ‘llorar por su propio llanto’, o su ‘tristeza por su propia tristeza’” (p. 7). El ser humano “tiene” cuerpo y alma y todo ello puede enfermar. Tanto su intelecto como sus sentimientos pueden perturbarse por la enfermedad. Pero lo que nunca puede enfermar es lo que la persona “es”, es decir, la persona espiritual. “Por definición algo espiritual se encuentra más allá de salud y enfermedad, y por lo tanto más allá de la vida y de la muerte” (De Barbieri, 2012, p. 7). Ciertamente, la persona espiritual que “es” necesita expresarse, para ello el ser humano cuenta con su organismo psicofísico. “La ayuda para sobrellevar valientemente las fases de depresiones endógenas apunta a que el enfermo deje de pronunciar sentencias de valores, que sólo pueden estar equivocadas. Desde la distancia interior ante la depresión se redunda en ello” (De Barbieri, 3012, p. 7). Para De Barbieri se trata del “poder esperar bajo espesas nubes de lluvia, y simultáneamente saber que encima de ellas, totalmente invisible, resplandece el sol” (p. 7). No hay indicios que hagan pensar que el sol está por encima de las nubes, ni un pequeño rayo de luz, ningún destello que revele su presencia. Pero se sabe que el sol está allí “-por encima de las nubes- de la misma manera que el amplio horizonte de sentido que está presente por encima de toda afección del enfermo, y brilla a través de su vida” (p. 7). Con respecto a esto Viktor E. Frankl (1992) escribe: De este modo, lo capacitaremos al paciente- para que deje pasar su depresión endógena como una nube que, si bien puede oscurecer el sol, no por eso ha de hacerle olvidar que el sol continúa existiendo: así también el paciente endógeno-depresivo tendrá que aferrarse a que su enfermedad afectiva es capaz ciertamente de oscurecer el sentido y los valores de la existencia, de modo que no encuentre nada en el mundo ni en sí mismo que pueda hacer su vida aún digna de vivirse, pero también

24 a que esta ceguera para los valores pasará y también llegará él mismo a experimentar en sí un destello de lo que Richard Dehmel expresó alguna vez con aquellas hermosas palabras: “‘Mira, con el dolor del tiempo, juega la felicidad eterna...’” (p. 106). REFLEXIONES Cómo aceptar que la vida tiene sentido a pesar de que la época actual es una época enmarcada en el sufrimiento, el dolor, el desgaste de los valores y creencias del mundo contemporáneo, cada día que pasa existe una conciencia general de que el mundo ha perdido el rumbo, es típico escuchar a las personas de generaciones anteriores decir que antes las cosas eran mucho mejores, más tranquilas, es característico escuchar que “todo tiempo pasado fue mejor” o la idea de que “el mundo se está volviendo cada vez más loco”, muchas veces la guerra es la única forma de mantener la paz..., declaró el presidente de EEUU, ¿es que la guerra tiene algún sentido? Surge la pregunta, ¿Acaso no se aprendió nada de los sucesos acaecidos tan sólo en el Siglo Veinte?, el cual fue el período donde se vieron intensificadas las más grandes atrocidades que envolvieron al orbe en dos conflictos armados de carácter mundial y constantes conflictos de carácter menor. Dentro de estos conflictos a lo largo de la historia de la humanidad aparecen personajes, héroes, muchas veces anónimos, que han sido capaces de engrandecer la raza humana en diversas ocasiones, individuos que han enfrentado el sufrimiento con dignidad, con valor e hidalguía, que en los momentos en que todos caen presa de la desolación, de la apatía por sus semejantes o el dolor, como los sujetos que adoptan la actitud del común de las personas ante la adversidad, aparecen hombres que son capaces de entregar una palabra de aliento, un consuelo a quien se encuentra abatido, estando en las mismas circunstancias. Viktor Frankl es uno de ellos, es una de esas personas que engrandecen a la especie humana, traspasando las fronteras del tiempo y de la muerte a través de su legado. El mismo hombre que le tocó experimentar en carne propia el infierno de los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de encontrarle un sentido al sufrimiento inevitable al que le tocó estar expuesto, un sufrimiento impuesto por individuos pertenecientes a su misma especie, la especie humana. En su vida dejó una huella imborrable, su paso por los campos de concentración donde le tocó

25 conocer la bestialidad de los guardias y capataces nazis, como también la de sus propios camaradas de reclusión. Sin embargo, también conoció a los sujetos anónimos que fueron capaces de engrandecer a la especie humana aunque hayan sido pocos. Eran los que, expuestos a las mismas circunstancias que el resto, fueron capaces de mantener su humanidad, de ser responsables ante sus propios actos a pesar del entorno adverso que les tocó enfrentar. Dado que cada día podía ser el último de su existencia, Frankl quiso que esta fuera una existencia significativa, pero no por el simple hecho de sobrevivir al campo, como muchos de sus camaradas deseaban. Ellos se preguntaban Si no eran capaces de sobrevivir su estadía en el campo, ¿qué sentido habría tenido su sufrimiento? En cambio Frankl pensaba que si el sobrevivir fuera el sentido de esa experiencia, ¿qué sentido tenía toda la muerte alrededor suyo? El sobrevivir no tenía sentido si el sentido de la vida dependía de una casualidad, como era sobrevivir o no. Esa era una vida que no merecía la pena ser vivida. (Frankl, 1995) Para él, a pesar de lo limitante del contexto y de que quizás el suicidio era la salida más rápida e indolora al sufrimiento que cada día le tocaba enfrentar, se propuso a sí mismo no suicidarse, no lanzarse contra las alambradas, se prometió a sí mismo ser responsable, mientras tuviera una mínima oportunidad por sobrevivir, de seguir adelante y hacer todo lo posible por vivir. (Frankl, 1991) Frankl fue capaz de sobrevivir al Holocausto que le quitó a su familia y a su esposa, fue capaz de rehacer su vida y de entregar las bases de una propuesta terapéutica y de vida orientada a la búsqueda de sentido a partir de la dimensión más humana del ser humano como lo es su espiritualidad, su esencia y la noción de que somos responsables de nuestro propio destino. Surge a partir de lo expuesto anteriormente, la necesidad interna de preguntarse, qué sentido tiene todo lo que está pasando en la actualidad. A la gran mayoría no le importa en mayor medida lo que sucede en el mundo, ya nada es capaz de asombrar a las personas, basta una televisión para poder acceder a las transmisiones en vivo de guerras, de los desastres naturales y ecológicos, se logra ver el sufrimiento de miles de personas en diferentes circunstancias, se siguen repitiendo hasta el cansancio los atentados producidos en los Estados Unidos, o la última guerra en Afganistán con las imágenes más impactantes de las que se tenga memoria, todo esto desde la comodidad de un sillón, o a través de la Internet y de los medios de comunicación, que saturan al hombre actual de información, de banalidades

26 que hacen que los individuos sientan cada vez más el hastío y la falta de sentido de sus existencias. La mayoría de las personas manifiesta hastío de tener una vida carente de sentido, de no tener un propósito por el cual estar vivo, de que nada es capaz de sorprenderlo porque ya ha visto todo. Sin embargo, la presente monografía aborda los postulados de un hombre que trató el tema de la falta de sentido de su época hace más de medio siglo, pero, para sorpresa, los problemas o angustias que afectaban a la generación post-guerra a escala mundial, se repiten y se han incrementado con el paso de las décadas. Las guerras continúan, el hambre aumenta, la agresión, el uso de drogas y la falta de sentido vital va en aumento. Las personas cada vez tienen menos recursos para afrontar situaciones extremas, ha aumentado la falta de compañerismo, el individualismo ha surgido con mayor fuerza en una generación en la que la valoración del desempeño o del culto al físico es lo que prima, también han subido los índices de depresión y de estrés, producto de estar insertos en una cultura orientada a la producción. La necesidad de cumplir los cánones establecidos por la sociedad para ser aceptado se basa en los prototipos de belleza o de logro económico que la sociedad impone, existiendo un considerable desmedro del crecimiento y desarrollo personal y espiritual de las personas. Pero esa falta de sentido no solo afecta al sujeto común, sino que también al hombre exitoso que cumple con los prototipos requeridos por la sociedad. La sociedad del consumo es capaz de satisfacer la mayoría de las necesidades que en muchos casos ella misma es capaz de crear, sin embargo, no es capaz de satisfacer la necesidad de darle un sentido a la existencia humana o también es posible que esté cambiando el sentido que se debe encontrar. Posiblemente debido a esta falta de sentido y de carencia espiritual, las personas han empezado a buscar nuevas alternativas para orientar su existir, así han aparecido con mucha fuerza, los institutos de desarrollo y crecimiento personal y emocional, las terapias alternativas de medicina oriental que tienen una visión holística del ser humano. Frankl, por medio de su pensamiento, puede ser capaz de contagiar de esperanza a una generación cada vez más desilusionada de la vida carente de sentido y significado a la vieja usanza. Muchos se preguntan cuál es la forma de acceder a una vida plena de sentido, como si se tratara de una pócima mágica que al tomarla hace que estas respuestas sean respondidas. Varias personas buscan una especie de manual de vida aplicable a todos los individuos de forma general, sin importar sus características y creencias

27 personales. Nadie, según palabras del propio Frankl, puede decir cuál es el sentido de la vida de los otros, nadie debe imponer un sentido a su semejante. El sentido es propio y es responsabilidad de cada uno el cumplirlo de la mejor forma. No puede comprarse como un producto de consumo más. Si el hombre no es capaz de superar la falta de sentido, con frecuencia el sentimiento de que la existencia propia no tiene sentido ni razón de ser, gatilla la drástica decisión de optar por el suicidio, que es la salida final ante la falta de sentido de la propia vida. No todos los suicidios se deben a que a las personas que optan por esta salida les falte un sentido, pero mientras el hombre tenga una razón de vivir, un sentido como algo que realizar o alguien a quien amar o proteger, a pesar de que las circunstancias le sean totalmente adversas o esté ante un sufrimiento inevitable, no llegará a utilizar esta salida. Frankl (1997) plantea la pregunta que se hace al considerar el suicidio, “‘¿Por qué no? Nada lo impide...’, pero mientras exista un sentido y el sujeto se sienta responsable preferirá seguir adelante”. Por eso es tan importante que la vida de cada una de las personas sea una vida con significación para él. La noción de responsabilidad personal ante el propio destino propuesta por Frankl a través de la logoterapia logra potenciar en la persona, el sentimiento de que cada uno es libre de decidir la actitud que toma para enfrentar las distintas situaciones que la vida le impone. La generación actual se denomina a sí misma la generación perdida, una generación sin sentido ni futuro, una generación que carece de ideales o modelos a seguir de hombres que son capaces de morir por sus ideales o en la realización de una tarea, así la falta de sentido de la vida se ve reflejada en el aburrimiento y en el hastío, la falta de iniciativa ante lo que se considera inadecuado se ve además reflejado en la indiferencia ante todo. Por lo general la respuesta común a todas las interrogantes propuestas en este trabajo, si fuera posible evaluar el compromiso de los jóvenes sería el “no estoy ni ahí”, no están comprometidos con nada, viven la vida según un eterno presente, sin importar lo que pase el día de mañana. Pero ¿hacia dónde va la nueva generación? ¿Cuál es el camino que eligió? Y si esto es así, es posible que mientras más aumente el sentimiento globalizante de falta de sentido en el mundo, más rápidamente, el propio hombre se autoelimine, se haga realidad la profecía de que cada día el hombre da un paso tras otro hacia su propio autoeliminación. Quizás en un futuro cercano ya no serán necesarios los campos de concentración para producir

28 exterminios masivos, la vida carecerá de tal forma de sentido, que no importará si uno está vivo o muerto. La capacidad intrínseca que poseen todos los seres humanos es la de estar orientado a la búsqueda de un sentido, y ese sentido es capaz de ayudar a continuar, es decir, es capaz de orientar la vida del sujeto y además de ayudarlo a hacer frente a circunstancias adversas. Sin embargo, es necesario recalcar que la vida no sólo es dolor o malas experiencias, la vida también está llena de momento gratos, de alegrías que elevan al espíritu humano por encima de sí mismo, como la realización de una labor de ayuda desinteresada o la expresión del amor hacia la persona amada, la experiencia de algo hermoso, como es el arte, la música, o contemplar la naturaleza. Frankl señala que a lo largo de su reclusión, en cada circunstancia por limitadas que estas fueran, siempre existían opciones para que los prisioneros realizaran alguna acción llena de sentido y significado (Frankl, 1995). A las personas que aún son capaces de comprometerse con alguna causa, o entregar su esfuerzo, capacidad y trabajo en pro de ayudar a otros, o de realizar una tarea creativa, la vida seguirá siempre entregándole oportunidades para generar continuamente experiencias llenas de significado que ayudarán a la autotrascendencia del ser humano, y las personas que aun no encuentran ese sentido, es probable que se den cuenta que por algún motivo siguen vivos, y quizás los espera una misión que cumplir. Si la persona es capaz de sentir que la vida es para algo y que en ella debe hacerse algo, la persona será capaz de encontrarle un sentido a ésta. Las nociones de libertad y responsabilidad son necesarias de destacar, dado que bajo estos conceptos, la logoterapia entrega una concepción sumamente interesante para hacer frente a la falta de sentido que experimenta el hombre, al concebir al hombre como un ser que a pesar de tener un cierto grado de condicionamiento genético y biológico, es a través de la propia espiritualidad que se puede hacer libre y responsable de su actuar en cada situación y en cada momento. El hombre es quien elige como actúa ante una situación determinada, y a su vez es responsable de su actuar, ante él mismo o ante la sociedad o, en última instancia, ante Dios. Para Bretones (1998) en esencia, “la logoterapia no es más que eso: sentir que la vida es llamada a realizar acciones, no importa cuáles, con sentido trascendente, en un mundo lleno de preguntas; y que cuando esas

29 preguntas no tienen respuesta, es el momento de preguntarse: ¿Vale la pena vivir?”. La logoterapia es una apelación a la vida, lo que hace que la vida haya que verla como una tarea. De ahí la razón de ser de su lema: Sí a la vida a pesar de todo (Bretones, 1998). La logoterapia es un llamado a agradecer la vida, a sacar fuerzas del dolor y a sentir que todos los habitantes de este planeta tienen una tarea que cumplir y un sentido que descubrir.

30 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS •Bazzi, T. y Fizzotti, E: (1989). Guía de la Logoterapia. Barcelona: Herder. •Bretones, F. (1998). Apelación a la vida como tarea. Buenos Aires: San Pablo. •Bretones, F. (2002). Logoterapia: la audacia de vivir. Buenos Aires: San Pablo. •De De Barbieri, A. (Otoño 2012). El sol detrás de las nubes de la depresión. Una visión logoterapéutica. Revista Mexicana de Logoterapia, 28. http://www.monografias.com/trabajos5/logote/logote.shtml. •Frankl, V. (1924). Zur mimischen Bejahung und Verneinung. Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, 10, 437-438. •Frankl, V. (1986). Ante El vacío Existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1987). El Hombre Doliente. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1991) El hombre en busca de sentido (Texto íntegro de la conferencia pronunciada en Santiago de Chile por V. Frankl, el 23/V/1991, invitado por la Universidad Gabriela Mistral, y publicado en El Mercurio el 2/VI/1991) Consultado 07/09/2003 edición digital de Centro de Ética Aplicada (CEA) http://www.duoc.cl/etica/down.html). •Frankl, V. (1992). Teoría y terapia de las neurosis. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1994a). La Presencia Ignorada de Dios. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1994b). La Voluntad de Sentido. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1994c). Logoterapia y Análisis Existencial. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1995). El Hombre en busca de Sentido. Barcelona: Herder. •Frankl, V. (1997). Lo que no está escrito en mis libros. Memorias. Buenos Aires: San Pablo. •Frankl, V. (2000a). En el principio era el sentido. Barcelona: Herder. •Frankl, V. 2000b). Fundamentos y aplicaciones de la Logoterapia. Buenos Aires: San Pablo. •Frankl, V. (2001). Psicoterapia y Existencialismo. Barcelona: Herder. •García, C. (1996). La logoterapia en cuentos. El libro usado como recurso terapéutico. Bs. Aires: San Pablo. •Heidegger, M. (1997). Ser y tiempo. Santiago de Chile: Universitaria. •Pascual, F. (2003). Viktor Frankl: antropología y psicoterapia. Ecclesia, Revista de cultura católica 17,1, 37-54. •Pifarré, Lluìs. La felicidad como apertura. Extraído desde http://arvo.net/uploads/file/PIFARRE/ ViktorFrankl.pdf. •Sirlopú, D. (Junio 2001). Consideraciones sobre el aporte de Frankl a la Psicoterapia. Revista de Neuro-Psiquiatría del Perú, 64, 2. Extraído el 15 de octubre de 2003 desde http://galenonet.definitive1.definitivehosting.net/RNP /jun2001sirlopu.pdf. BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA •De los Ríos, R. (2002). Cuando el mundo gira enamorado. Semblanza de Víctor Frankl, Madrid: Rialp. •Frankl, V. (1982). La voluntad de sentido. Conferencias escogidas sobre logoterapia. Barcelona: Herder.

31 •Frankl, V. (1986). La idea psicológica de hombre. Madrid: RIALP. •Segura, J. (1998). V. Frankl: sus aportaciones básicas a la psicología humanista. Actas del III Congreso Nacional de Psicología Humanista. Barcelona: Herder. Fuentes Electrónicas En Internet •Biografía de Viktor E. Frankl. http://www.logoterapia.com.mx/about_vfbio.html

Consultado

en

08/07/2003

•http://www.google.cl/search?q=articulos+viktor+frankl&hl=es&lr=lang_es&ie=UTF8&oe=UTF-8&start=10&sa=N . Consultado entre 05/30/2003 al 20/11/2003 (Buscador articulos Viktor Frankl) Paginas WWW consultadas dentro del período (Junio-Noviembre, año 2003) •http://www.logoterapia.com.uy •http://www.duoc.cl/etica/mat_apoyo/index.html •http://www.logoterapia-arg.com.ar/ •http://www.viktorfrankl.org/e/indexE.html •http://www.geocities.com/cavef/biografia.html •http://www.logoterapiauruguay.org/ •http://www.logoterapia.com.mx/ •http://www.arvo.net/ •http://manoblejas.eresmas.net/index.htm •http://www.casaviktorfrankl.com/ •http://www.caa-fucol.com/cedal.htm Programas electrónicos de computación •Enciclopedia Microsoft® Encarta (2000). Logos (Versión 2000) [Programa de computación]. Santiago: Encarta, Consultada, 17/ Junio / 2003.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.