\"VIKINGAS: Una visión desde la Arqueología de Género\", Actas II Jornadas Vikingas Universidad de Granada (2015)

May 25, 2017 | Autor: C. Rodríguez Gonz... | Categoría: Archaeology, Gender Studies, Gender Archaeology, Women and Gender Studies, Vikings, Identity Studies
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Descripción

VIKINGAS: UNA VISIÓN DESDE LA ARQUEOLOGÍA DE GÉNERO. Celtia Rodríguez González (Graduada en Historia por la Universidad de Murcia, Master en Arqueología y Territorio por la Universidad de Granada) Ana Delia González Jiménez (Estudiante de Grado en Arqueología por la Universidad de Granada) José Antonio Mármol Martínez. (Graduado en Historia por la Universidad de Murcia, Máster en Arqueología y Patrimonio por la Universidad Autónoma Madrid. Arqueólogo. Documentalista) INTRODUCCIÓN. Del estudio de los Vikingos siempre ha interesado la figura del Guerrero Vikingo, sus luchas, sus hazañas, sus conquistas… a la vez, también se intenta asociar a la mujer como guerrera, conquistadora y sanguinaria. Pero en realidad, el tema de la mujer ha sido muy poco estudiado. De hecho muy pocas fuentes documentales nos hablan de ella, por lo tanto historiadores como arqueólogos se suelen valer de la arqueología para hacer indagaciones. Todo ello se corrompe puesto que la interpretación, tanto en Arqueología como en Historia, ha estado investigada desde un punto de vista androcentrista. Lo que se pretende a continuación, a partir de los estudios llevados a cabo por arqueólogo/as y historiadores/as, es dar a demostrar el paradigma androcentrista existente dentro de la Cultura Vikinga, hacer visible que es posible y necesario un estudio de Género dentro del mundo vikingo, resaltando no a la Guerrera Vikinga que hemos visto en las sagas, sino a la mujer que en su día a día realizaba una serie de actividades que no realizaban los hombres, y que sin ellas la evolución, el aprendizaje y el crecimiento de la comunidad no hubiera sido posible. ARQUEOLOGÍA DE GÉNERO. ESTADO DE LA CUESTIÓN “Género” es un concepto que apareció por primera vez en estudios sobre la personalidad y la identidad, en Psicología y Antropología, antes de adentrarse en los estudios de Arqueología. 1 En los inicios del desarrollo de este concepto, la principal motivación era la inclusión del Género en busca de una nueva forma de percibir la Historia, que supondría modificar y transformar los conceptos, categorías y paradigmas tradicionales. La mujer, bajo la perspectiva feminista del Género, era una “categoría de análisis histórico”. 2 Pero en general, se buscaba ampliar el enfoque de los investigadores para la aplicación del Género en las interpretaciones. Las primeras investigaciones feministas o de Género en Arqueología

DÍAZ-ANDREU , M. (2005) “Género y Arqueología: una nueva síntesis”. En SÁNCHEZ ROMERO, M. (ed) Arqueología y Género. Universidad de Granada. Pp. 13-51. Pp.15. 2 SÁNCHEZ, O. (2011) “La Arqueología de Género en la Prehistoria. Algunas cuestiones para reflexionar y debatir”. En RAMPAS. Vol.4. Pp. 321-343. Pp. 324. 1

236 iban centradas en el estudio de los “orígenes de la división sexual en el trabajo y la desigualdad de sexo”. 3 La preocupación de incluir a las mujeres no sólo como investigadoras sino como objetos de conocimiento a través de los restos materiales dio lugar a la investigación temática en el género, esto es, a la Arqueología del Género, aunque no sin ciertas críticas por parte de la Arqueología Feminista, que veía al género como una falta de compromiso político a la hora de tratar a la mujer en el registro arqueológico. 4 Sin embargo, la Arqueología Feminista (centrada en exclusiva de las mujeres), caía en lo mismo que quería evitar, ya que sostenían que si las actividades consideradas como femeninas, o lo que ahora se conoce como actividades de mantenimiento, eran fundamentales para la economía global del grupo, su papel sería socialmente reconocido. Sin embargo, “la forma en la que una sociedad entiende las actividades de sus miembros depende de las negociaciones entre sus componentes” y por tanto la correspondencia que hacía la Arqueología Feminista no era cierta totalmente.5 De esta manera, durante los años 80 fueron desarrollándose los trabajos clásicos de la Arqueología del Género, centrados en la división del trabajo por sexos en Arqueología, el análisis del comportamiento y los materiales el género (entendido como una categoría “universal” y “transhistórica”) a través de la etnografía, o los prejuicios androcéntricos actuales de los investigadores y que se exportaban directamente a los estudios de las sociedades prehistóricas y las cosmovisiones de estas sociedades.6 Hay que notar que esta preocupación por la interpretación y la influencia del contexto va en línea de lo que Ian Hodder, siguiendo la estela de Christopher Tilley, “procesos hermenéuticos”, que él consideraba necesarios para entender cómo se forman las interpretaciones arqueológicas y qué factores influyen en ellas. 7 A finales de los 80 se buscaba atacar los tres frentes principales: el sesgo machista de la investigación arqueológica en todos sus aspectos la falta de materialización de las mujeres y su participación social en el pasado, y los supuestos no reflexivos sobre el género y la diferencia. Pero en los 90 además se sumaron las cuestiones de clase y la crítica al paradigma dominante y las categorías de género clásicas (macho-cazador, hembra-recolector), sobre todo en el ámbito norteamericano. Es en este momento cuando se populariza y aumentan los trabajos con investigadoras de Francia, Suecia, Dinamarca, Noruega, España, Grecia, Alemania, Polonia y Gran Bretaña. 8 En Noruega y Gran Bretaña, sobre todo, se desarrollaron amplios estudios de Arqueología Feminista y del Género. La Arqueología de Género apareció tardíamente en el pensamiento arqueológico, sobre todo si tenemos en cuenta que ya en los 70 el género estaba siendo tratado desde las Ciencias Sociales. Hay que tener en cuenta que el contexto investigador hacía difícil los nuevos Ibídem: 325. CRUZ BERROCAL, M. (2009). Feminismo, teoría y práctica de una arqueología científica. Trabajos de Prehistoria, 66, Nº2. 25-43. Pp. 26. 5 DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 17. 6 SÁNCHEZ (2011) Op. cit.: 325-26. 7 Véase HODDER, I. (1991). “Interpretative Archaeology and its role”. En American Antiquity, Vol. 56, Nº1., Enero 1991. Pp. 7-18.; TILLEY (1993). “Interpretation and a poetics of the Past”. En Tilley (ed.) Interpretative Archaeology. Berg (ed). 8 SÁNCHEZ (2011) Op. cit.: 327. 3 4

237 enfoques; los investigadores eran generalmente “hombres blancos occidentales de clase media”. 9 En adición a esta problemática, el estudio del concepto procesualista de “cultura”, basado en la adaptación al medio, no permitía un enfoque desde lo ideológico o lo social, y aún así, éstos están determinados por el medio ambiente. Es esta adaptación la que marca cómo se entiende la cultura: tecnología en manos de hombres en un modelo adaptativo que acaparaba toda la atención de los investigadores. Por último, también existía un rechazo ante la posible manipulación de los datos desde el feminismo.10 Surgieron dos tendencias: una de corte europeo, más cercana al feminismo de la tercera ola, y con el desarrollo de temas sobre manifestaciones culturales y simbólicas del género (como éste se representa) y la preocupación con la “identidad del género”, la “sexualidad” y el “cuerpo” sin vinculación con el sexo. Por otra parte, una segunda tendencia procede el ámbito norteamericano, relacionado con el feminismo de la segunda ola y el estudio de la división del trabajo por sexos, usando el “sexo” como una categoría biológica estable en contraposición al “género”, que para ellos es una construcción social.11 El estudio de las tumbas ha sido muy importante a la hora de hacer Arqueología del Género, sobre todo teniendo en cuenta el cariz androcéntrico que han tenido las interpretaciones del registro funerario, en el cual se han volcado de forma explícita preocupaciones y contextos de un carácter actual. La cosmovisión del mundo vikingo, desde la Arqueología tradicional, ha estado marcada por la presencia de hombres, incluso en las perspectivas de su estudio. La imagen arquetípica del vikingo, de hecho, es la del guerrero escandinavo de la Edad del Hierro. Desde finales de los años 80, en línea con el desarrollo de la Arqueología del Género, la Arqueología de la Era Vikinga ha visto cómo van apareciendo en un registro aparentemente androcéntrico, mujeres y transgéneros, así como la influencia que ha tenido la propia disciplina en la Arqueología de la Edad (estudio de niños y niñas o de ancianas y ancianos), o en las distintas identidades sociales antes ignoradas por los investigadores. El papel que la mujer pudo jugar, tanto en cuanto se reduzcan las diferencias sociales entre hombres y mujeres de nuestra visión de los vikingos, ha sido el foco de interés.12 En los años 90, algunas investigadoras como Judith Jesch o Jenny Jochens demostraron que la visión del rol de la mujer como miembro pasivo de la comunidad vikinga (en un ámbito doméstico alejado de las “cosas importantes”) no debía ser considerada tal, algo que también ha podido ir cambiando a lo largo del tiempo con la apertura de espacios anteriormente restringidos. 13 Desde la comparativa entre el rol masculino y el femenino, discutieron sobre la función de las mujeres como viajeras, comerciantes, líderes, o especialistas en rituales y prácticas espirituales. Lejos de realizar actividades pasivas, vieron que la mujer podría haber tenido una importancia capital en las actividades activas relacionadas con el mantenimiento de la comunidad. Esto es especialmente interesante en el análisis del concepto de la “mujer guerrera” y de los elementos arqueológicos que Idem. Ibídem: 328. 11 Ibídem: 331. 12 GERDELA , L (2013) “Warrior-women in Viking Age Scandinavia? A preliminary archaeological study”. En KADROW, S. (ed) Analecta Archaeologica Ressoviensia- Funerari Archaeology. Vol. 8. Institut of Archaeology. Rzeszow University. Pp. 273-315. 13 DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 31. 9

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238 sugerían esta interpretación del hallazgo de restos funerarios de mujeres asociados con armas, y a su vez, del apoyo en mayor o menor medida de su presencia en las fuentes Norses. 14 En lo referente a la esfera funeraria, en las interpretaciones sobre este registro se han empleado ideas preconcebidas, como atribuciones sexuales de las tumbas o ajuares sobre la base de asociaciones universales e inflexibles prefijadas sobre el género; un sesgo que afectó a la interpretación de los restos óseos con la tendencia a contabilizar un mayor número de individuos masculinos que femeninos. 15 No es sino en los 90 cuando algunos estudios como el de Hastorf (1991), basados en las evidencias antropológicas, mostraron que los datos de las paleodietas evidenciaban cambios entre el consumo de según qué alimentos y la invasión de unas culturas sobre otras, lo que también conllevaba una mayor asimetría entre los géneros al identificarse diferencias dietéticas entre restos masculinos y femeninos. Sin embargo, es un campo no exento de debate, puesto que también existe un patrón contrario como el que identificaron Walker y Erlandson (1986) donde la dieta era mejor para ellas en la época pos-invasión.16 Pero en general, la forma más habitual de considerar a un difundo como hombre o mujer depende del ajuar encontrado, aunque a diferencia de diferencias relacionadas con los roles de género en el Pasado, éstas se relacionan con el contexto investigador del interpretador. En todo caso, la Arqueología del Género ha tenido cierto peso a la hora de re-interpretar el registro funerario. En este trabajo, dedicado a la “mujer guerrera” vikinga y sus restos funerarios, nos extenderemos en este tema más adelante. Antes de comenzar, sin embargo, hemos de precisar los conceptos básicos que marcan nuestro enfoque desde la Arqueología del Género, explicando sus orígenes como sus objetos de estudio. LA MUJER VIKINGA COMO OBJETO DE LA ARQUEOLOGÍA DE GÉNERO. El estudio de cualquier época de la Historia o de la Prehistoria, trae consigo la recopilación de lo que otros y otras han dicho desde una visión androcentrista. En consecuencia, la interpretación de los datos obtenidos por la arqueología, así como por la documentación para poder escribir la Historia de sociedades pasadas ha estado muy fundamentada por este tipo de asimilación. El concepto de Género se definiría como el rol que asumirían los individuos respecto a otros géneros. En este sentido, el sexo sólo sería una plataforma que sostendría un género, por ejemplo: mujer-femenino, hombre-masculino17 y que puede ser muy variable 18 . En sí misma, esta diferenciación no es sino parte de la tradición del pensamiento filosófico occidental, dicotómica, que parte de dos términos: uno, que la Humanidad se divide en dos partes en base a una diferencia, en este caso el sexo, y; dos, la realidad se recompone en base a estas diferencias físicas que se transforman en construcciones mentales. El género, relacionado a las diferencias, se aplica a una realidad socio-histórica-psicológica distinta de GERDELA (2013) Op. cit.: 275. DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 32. 16 Ibídem: 33. 17 SÁNCHEZ (2011) Op. cit.: 323. 18 DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 15. 14 15

239 la realidad empírica del ser humano, pero que sólo nos da dos opciones: clasificar dos géneros y dos sexos. 19 Hay que admitir que sexo y género no son equivalentes. Como propone Nelson: el género es “construido” y el sexo es “dado”. 20 En la práctica social, las relaciones de género cumplen un papel fundamental como uno de los principios estructurantes básicos que organizan las relaciones sociales. 21 Por lo tanto, a la hora de acceder al género a través de los restos, se acepta que éste es una “categoría de análisis” que intenta resolver el problema de la poca representación de las mujeres en el presente como investigadores, y en el Pasado como “objetos de investigación”, 22 teniendo siempre en cuenta la existencia de una serie de “prejuicios androcéntricos” en la construcción del conocimiento arqueológico. Lo que pretende la visión de género es iniciar un análisis de todas las acciones humanas dentro de cada sociedad 23 . Como diría Sorensen “Es una categoría de análisis multidimensional que conlleva un diseño, una negociación de diferencias socio-culturales; y marca esferas de relación y dinámicas dentro de las comunidades del pasado” 24 . Se trata pues de una relación social en tanto que forma parte del resto de las relaciones sociales que forman la una sociedad o una comunidad. Por lo tanto quedarían incluidos dentro de este estudio todas las categorías cambiantes que componen el género, ya sea la mujer, el hombre y aquellos géneros todavía desconocidos por muchos como las teorías queer. El estudio de estos campos no puede únicamente centrarse en los roles que desempeñaban cada uno de los individuos del grupo, debe ir más allá, buscando en el registro arqueológico las relaciones sociales existentes en las comunidades, el papel que desempeñaron, así como las actividades que realizaron25 . De esta manera podremos llegar a tener una visión del conocimiento más amplio que da pie a la inclusión de cualquier miembro de la sociedad en la que vive. El propósito no es otro que dar lugar a una revisión y crítica de lo escrito sobre mujeres de una época que todavía hoy hay mucho que investigar, la Era Vikinga. A través de la Arqueología de Género, en tanto que se constituye como disciplina que saca a relucir a aquellos individuos o sujetos que han sido relegados a papeles secundarios por el androcentrismo, y como consecuencia de ello da lugar a una inclusión en la Historia de todo aquello que no se nos fue contado o fue mal descrito. El objeto de estudio de la Arqueología de Género se establece en tres ámbitos, en primer lugar los cuerpos de las mujeres, haciendo hincapié en el estudio del cuerpo, es decir, la Arqueología del Cuerpo; por otro lado, el contexto en el que se asientan y desarrollan sus actividades, además del registro funerario, algo de vital importancia para su estudio; y por último los objetos y la relación que se pudo establecer con ellos. SÁNCHEZ (2011) Op. cit.: 323-24. NELSON, S. M. (1997) Gender in Archaeology. Analyzing Power and Prestige. Altamira Press (ed). Pp: 15. 21 DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 14-16. 22 SÁNCHEZ (2011) Op. cit.: 331. 23 IZQUIERDO PERAILE , I. (2007). Arqueología de la muerte y el estudio de la sociedad: una visión desde el género en la cultura Ibérica. En Sánchez Romero, M. (ed.) Arqueología y Género, Complutum, 18. 247-261. 24 IZQUIERDO PERAILE , I. (2007). Op.Cit., Pág.222. 25 FALCÓ MARTÍ , R. (2003). La Arqueología del género: Espacios de mujeres, mujeres con espacio. Alicante: Universidad de Alicante, Centro de estudios sobre la mujer, BANCAJA, Cuadernos de trabajos de investigación, Núm. 6. 19 20

240 Estos objetos de estudio, el cuerpo, la cultura material y el contexto, también son las herramientas fundamentales para crear inferencias arqueológicas, por lo tanto, mediante la metodología arqueológica se pueden llegar a premisas que nos hagan suponer o reescribir la Historia de una determinada época, en este caso la época Vikinga sin prejuicios androcentricos. El estudio de la identidad de género dio lugar a la separación por los especialistas del tema del “cuerpo” y de la “mente”. La importancia radica en que el cuerpo es el objeto mediante el cual el sujeto abstracto tiene contacto con el mundo. Todo ello se plasma dentro del mismo a través de sus hechos en vida y por tanto ahí radica la importancia de su estudio. Esta visión, denominada “embodiment” o “corporización” es lo que ha dado lugar a un nuevo análisis en Arqueología, que ha bebido de vertientes feministas, lo que se denomina como “Arqueología del Cuerpo” 26 . Con este concepto, “embodiment”, se acerca el estudio cada vez más a los restos humanos a través de los cuales se podrá realizar un análisis más completo que servirán para responder muchas de las preguntas. A través de él se pueden realizar análisis antropológicos, no solo para determinar el sexo, la edad, o patologías, sino también para establecer las diferencias físicas que existían dentro de las comunidades, por ejemplo la altura o la formación craneal 27 . Incluso podrán dar pistas acerca de cómo murieron esos individuos y establecer conclusiones sobre las tasas de mortalidad en mujeres o en hombres. Otro de los elementos para el estudio de género es la cultura material. A través de esta, se produce un nexo de unión entre el presente y el pasado, dando lugar a una relación entre el objeto y la persona. El estudio de la fenomenología tiene mucho que decir en este sentido, y es que esta perspectiva afirma que se puede llegar a conocer una sociedad mediante el análisis de las producciones y experiencias que han sido legadas a través de los restos del pasado y las actividades que dejan consecuencias en los cuerpos28 . Por último, los contextos, son otro elemento a través del cual se extraen conclusiones del estudio de género. Es el lugar en donde se producen las acciones materiales, es decir, las actividades, la socialización de los individuos. Los dos ámbitos donde se puede encontrar información sobre la vida de la mujeres vikingas (o de los hombres vikingos) son muy distintos: por un lado el hábitat, donde se realiza la vida diaria, entendiéndola como el lugar de ocupación del individuo; y el ámbito funerario, donde el individuo demuestra su identidad social, es decir, como se viste, como se adorna, como se expone ante los demás29 .

SANCHEZ ROMERO, M. Y ALARCÓN GARCÍA , E. (2012) Lo que los niños nos cuentan: individuos infantiles durante la Edad del Bronce en el sur de la Península Ibérica. En Daniel Justel Vicente (ed.) Niños en la antigüedad. Estudios de la Infancia en el Mediterráneo antiguo. Prensas Universitarias de Zaragoza. Pág. 62. 27 OLLICH CASTANYER, I. (2003). Planeamiento y Estado de la Cuestión. Arqueología Medieval y Género. En Molas i Font M., y Guerra López S. (ed.) Morir en Femenino: mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Universidad de Barcelona. 28 JOICE , R., (2005). Archaeology of the body. American Anthropology, En SANCHEZ R OMERO , M., (2009), Cuerpos de mujeres: la construcción de la identidad y su manifestación durante la Edad del Bronce. Universidad de Granada. 29 SÁNCHEZ R OMERO , M. (2009). Cuerpos de mujeres: la construcción de la identidad y manifestación durante la Edad del Bronce. Universidad de Granada. Pág. 10. 26

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Actividades de Mantenimiento Cuando hablamos de actividades de mantenimiento, debemos entender que éstas son todo un conjunto de prácticas relacionadas con el sostenimiento y el bienestar del grupo social, que engloban diversas tareas que tienen que ver con la vida cotidiana tales como: la cocina y el procesado de alimentos, la vajilla y el utillaje doméstico, el almacenamiento de los mismos, la adecuación y organización de espacio del hogar, o estado de salud e higiene30 , así como la manufactura textil, la producción cerámica o de piedra 31 . Estas actividades tienen una gran importancia en tanto que intervienen en la toma de decisiones de cualquier grupo humano, y están sustentando la base cultural que da la cohesión a la comunidad, es decir, a través de estas actividades podemos conocer formas de interacción, comunicación y conexión de la vida social. Sin embargo, como sesgo del discurso androcentrista occidental, la investigación histórica y arqueológica ha establecido tradicionalmente una diferencia entre dos ámbitos sociales: el ámbito público y el ámbito privado, equiparándose este último a lo doméstico. Estos dos ámbitos han sido jerarquizados, y el espacio doméstico ha quedado supeditado a lo público e incluso ha sido prácticamente invisibilizado, puesto que a esta jerarquización se le ha de añadir un condicionante más, y es que se ha realizado una división por sexos en la que lo público se asocia a hombres, y lo privado a las mujeres32 . Así pues, las actividades domésticas o de ámbito privado se nos presentan como las que mayor materialidad y abundancia dejan en las excavaciones arqueológicas, además son prácticas universales dentro del comportamiento humano aportando un amplio abanico de información, pero al dar por hecho que estas actividades han sido desarrolladas por mujeres (aunque que sea posible que en algunas sociedades los hombres realizaran parte de estas actividades de mantenimiento), cara a la investigación han resultado menos relevantes que las actividades masculinas o ámbito público, y al descuidar el estudio de uno de los ámbitos sociales, ha dado lugar a que una parte de las sociedades del pasado haya quedado invisibilizada33 . Esto se debe a que las actividades de mantenimiento se conciben como algo ahistórico, sin tiempo y sin cambio, que no exigen un desplazamiento a espacios desconocidos, sino que se ejecutan en lugares conocidos, es decir en un espacio estático como el doméstico. Y dado que son tachadas de actividades sin cambio asociadas a la recurrencia, sólo se reconoce su presencia, pero ni se explican ni se consideran que puedan aportar significación a la dinámica histórica 34 . Son actividades impersonales y anónimas, que se asocian al sostenimiento de los vínculos del grupo. GONZÁLEZ MARCÉN, P., MONTÓN SUBIAS, S. Y PICAZO GURINA M. (2007): ‘’Continuidad y cambio social en la cultura material de la vida cotidiana’’, Complutum vol. 18, Universidad Complutense de Madrid. 31 ALARCÓN GARCÍA , E. (2010): ‘’Arqueología de las actividades de mantenimiento: un nuevo concepto en los estudios de las mujeres en el pasado’’, Arqueología y Territorio n°7, Universidad de Granada, pp. 195-210. 32 MONTÓN SUBIAS S. (2005): ‘’Las prácticas de alimentación: cocina y arqueología’’, EN SÁNCHEZ R OMERO , M. (eds.) Arqueología y género, Universidad de Granada, pp. 159-175. 33 GONZÁLEZ MARCÉN P. Y PICAZO GUIRINA M. (2005): ‘’Arqueología de la vida cotidiana’’, en Sánchez Romero, M. (eds.) Arqueología y género, Universidad de Granada, pp. 137-158. 34 GONZÁLEZ MARCÉN, P., MONTÓN SUBIAS, S. Y PICAZO GURINA M. (2007): ‘’Continuidad y cambio social en la cultura material de la vida cotidiana’’, Complutum vol. 18, Universidad Complutense de Madrid. 30

242 En contraposición, los estudios sobre la historia han basado su discurso en relatos ordenados linealmente en el tiempo, siguiendo una legitimación patriarcal que se caracteriza por ensalzar la individualidad masculina que presenta elementos de cambio y control social, mientras que las actividades de mantenimiento siguen un tiempo cíclico y no lineal que tienen un sentido de núcleo social, es decir tienen un carácter impersonal que choca con lo que se ha establecido por el androcentrismo 35 . Otro aspecto a tener en cuenta, es que esta individualidad masculina se materializa en las élites de los grupos sociales, que usan las tareas de mantenimiento para asentar las bases de la jerarquización por medio de su apropiación, desembocando todo esto en una desigualdad política en la que las formas de trabajo ahora se hacen por medio de una presión a quienes habían realizado estas actividades, que generalmente eran las mujeres 36 . Por tanto, lo que los nuevos estudios sobre las actividades de mantenimiento tratan de hacer es realizar un nuevo enfoque en el que se tiene en cuenta no tanto el espacio social o público, sino un espacio doméstico a través del cual se plantan las bases de la transmisión cultural y de los vínculos sociales de un grupo, viendo cómo se evidencian en el registro material, no como algo estático, sino como actividades cotidianas que son el reflejo de una sociedad. Puesto que pese a lo que tradicionalmente se ha pensado, estas actividades nos muestran cambios relacionados con la intensificación de las formas de producción e incluso de la creación de vida. Centrándonos en la sociedad vikinga, nos encontramos con que eran las mujeres quienes realizaban todas las actividades de mantenimiento que venimos citando, conocidas gracias a excavaciones en núcleos agrícolas como Birka en Suecia o Ribe y Haithabu (También llamada Hedeby) en Dinamarca, que nos evidencian cómo eran los espacios domésticos, cómo se articulaban y de qué objetos estaban compuestos, así como el tipo de dieta que llevaban o la higiene. Pero parte de estas actividades también son conocidas por medio del ajuar funerario, que nos materializan especialmente el utillaje doméstico empleado para realizar las tareas y el tipo de vestimenta o manufactura textil. La sociedad vikinga se sustentaba en núcleos agrícolas, entendidos éstos más que como granja, como un conjunto de edificios agrupados en los cuales se desarrollan actividades tanto de trabajo agrícola como de mantenimiento y bienestar de los habitantes de la granja37 . Estos núcleos eran la base social y lo que daba unidad económica al grupo, vinculado estrechamente a la familia o ætt. Además, se ha de tener en cuenta la especial importancia que granja supuso especialmente antes de que comenzara a desarrollarse el comercio y las incursiones, ya que en esos momentos la vida agrícola era la única sustentación del grupo, por lo que todo estaba bien estructurado de mantera que todos los habitantes participaran en el trabajo. Estos trabajos estaban divididos por géneros, tal y como hemos venido hablando, los hombres se encargarían del ámbito público, ejerciendo las tareas de agricultor y cuidador de la granja, además de la pesca y la caza, mientras que la mujer se dedicaba al espacio HERNANDO, A. (2005): ‘’ ¿Por qué la historia no ha valorado las actividades de mantenimiento?’’ Treballs d’Arqueologia 11, Barcelona. 36 MONTÓN SUBIAS S. (2005): ‘’Las prácticas de alimentación: cocina y arqueología’’, en Sánchez Romero, M. (eds.) Arqueología y género, Universidad de Granada, pp. 159-175. 37 TEVA VIDAL , M. A. (2013): Houses and domestic life in the viking age and medieval period: Material perspectives from sagas and archaeology, University of Nottingham, Tesis Doctoral.) 35

243 privado, desarrollando las actividades de mantenimiento. En una de las sagas familiares islandesas, conocida como la saga Laxdøla, se habla sobre esta división, pero esta vez entendida como granjero y esposa, siendo el granjero el responsable del trabajo exterior, y la esposa de la casa, simbolizado con las llaves en su cinturón38 . En efecto, las casas eran el lugar donde las mujeres llevaban a cabo sus tareas. Estas casas estaban construidas principalmente de madera, aunque la piedra y el tepe también eran usados en determinadas ocasiones. Gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en Haithabu, podemos decir que a rasgos generales, que las casas vikingas eran espacios rectangulares con unas dimensiones aproximadas de unos 12 metros de anchura por 5 de largo, con espacios articulados en tres habitaciones: una gran habitación principal, que contenía un hogar que raramente se apagaba, junto con grandes bancos realizados por montículos de tierra con tablas de madera en la parte posterior que servían tanto de asiento como de cama, y en ocasiones era el lugar donde se realizaban trabajos manuales como hilar o tejer, y además de estos elementos principales, podían constar de taburetes o baúles. Las otras dos habitaciones, de menor tamaño podían tener distintas funcionalidades, para almacenamiento o para realizar trabajos de distinto tipo, como artesanía o labores relacionadas con el comercio39 . La casa era pues el centro de vida vikinga, era la unidad doméstica en la que las tareas de mantenimiento se distribuían por edad y rango, y era la ama de casa la que estaba a cargo de la economía doméstica, ya que por medio de las tareas que desarrollaba, era la encargada de gestionar numerosos aspectos primordiales para el bienestar del grupo, desde la conservación de la comida hasta el aprovisionamiento de alimentos y productos textiles, que si alguno de estos fallaba, produciría una crisis que ninguna de las actividades públicas podría solventar en tiempo de invierno. En los yacimientos arqueológicos de esta casa, podemos encontrar artefactos más asociado a las mujeres, como utensilios cerámicos o cuencos de hierro utilizados para la elaboración de la comida, que estaba compuesta en mayor parte por carne y pescado. También encontramos evidencias de la molienda de cebada, legumbres, centeno y raramente trigo para la obtención de harina con piedras de moler circulares o molinillos de mano, producto usado para la elaboración de pan. Los utensilios para la elaboración de la comida y su consumición estaban compuestos por artefactos de madera o cerámica, y también cuernos para la ingesta de bebida, que podían ser realizados por talla a mano o mediante el uso del torno. En este caso, estos utensilios eran realizados tanto por mujeres como por hombres, aunque éstos últimos se dedicarían en mayor medida a la realización de herramientas relacionadas con lo agrícola, mientras que las mujeres se dedicarían a hilar, tejer y coser. Otro elemento que también forma parte de las actividades de mantenimiento realizadas por mujeres es lo relacionado con el bienestar de la vida de la granja. Era las mujeres las que se encargaban de cuidar a ancianos y enfermos, así como de criar y también cuidar a los niños del grupo. Por esto, la fertilidad y la maternidad se nos presentan como un elemento de importancia dentro de la cultura vikinga, vital para el sostenimiento de la familia, y es HELGA DOMMASNES, L. (2005): “Su corazón se modeló sobre una rueda”: las mujeres entre la ideología y la vida en el pasado nórdico, Treballs d’Arqueologia 11. 39 GRAHAM-CAMPBELL , J. (1995): Los Vikingos: Orígenes de la cultura escandinava, ediciones Folio S. A., Barcelona.) 38

244 por esto por lo que recibían cultos religiosos, y a través de los cuales se evidenciaba su papel en la esfera económica 40 . Pero si hay algo que destaca con especial importancia dentro de las tareas de mantenimiento es la manufactura textil. El trabajo textil no solo cubría lo relacionado con la vestimenta, sino que también era necesario para elementos de la vida cotidiana como las velas de los barcos o las lonas para uso de la vivienda. Esta producción textil sin embargo, va más allá de las tareas de mantenimiento, puesto que dentro de la sociedad no se ve como un mero trabajo de mujeres, sino que era una forma de construir la feminidad, cosa que se muestra en los enterramientos de mujeres, en los que predominan elementos relacionados con la elaboración textil, así como prendas de gran riqueza. La elaboración textil comenzó como un aspecto más de carácter cotidiano, elaborando productos relacionados con la protección contra el frío y la lluvia, pero con el desarrollo del comercio, lo textil fue mejorando y refinando tanto en técnica como en producción. Se llegan a crear espacios en las casas destinados únicamente a la manufactura textil, denominados dyngja41 , y aparecen también diferencias jerárquicas entre las mujeres en cuanto quién hacia qué dentro del trabajo textil, hasta el punto que esto se convierte en una actividad considerada incluso un arte y un elemento de prestigio dentro de la sociedad vikinga 42 . En relación a la manufactura textil, para conocer el desarrollo de éste, es primordial estudiar los ajuares funerarios de mujeres vikingas, pues es aquí donde se atestiguan la mayoría de vestigios de esto. En base al ajuar funerario, conocemos la vestimenta que las mujeres debieron usar. Normalmente era un conjunto de dos o tres capas de prenda. Estaban compuestos por un vestido básico que podía estar hecho de lino o lana, a los que se añadían mangas largas y plisados o vueltas en el cuello. En el cuello además se le añadía un pequeño disco de bronce. Sobre esta prenda las mujeres vestían otro vestido atado, que era básicamente una pieza rectangular predominantemente de lana, que envolvía el cuerpo femenino hasta las axilas, sujetado por dos tirantas que caían sobre la espalda de la mujer y estaban cosidas a la parte de detrás de la prenda. Esto estaba acompañado por dos broches ovalados, colocados en la parte delantera, y que son los que popularmente se encuentran en los enterramientos. Otra prenda que acompañaba a las dos citadas era una túnica que se colocaba entre ambas partes y que gracias a los descubrimientos en Birka sabemos que tenían una clara influencia oriental. Esta túnica podría estar decorada con bandas trenzadas hechas con tejido de lino o seda en el caso de que perteneciera a una mujer importante. Y añadido a todo esto, posiblemente a este atuendo habría que sumarle un caftán o un abrigo en los casos que salieran de casa, acompañados también por un broche para cerrarlos. Pese a que estas prendas tenían un diseño sencillo, estaban cuidadosamente confeccionadas por algunas de las mujeres del grupo, ya que como hemos dicho anteriormente, había una jerarquía dentro de la elaboración de la vestimenta, y no eran

TRYNOSKY, D. (2010): Identity and Economic Change in the Viking Age: An Analysis of Ninth and Tenth Century Hoards from Scandinavia, University of York. 41 TEVA VIDAL , M. A. (2013): Houses and domestic life in the viking age and medieval period: Material perspectives from sagas and archaeology, University of Nottingham, Tesis Doctoral. 42 HELGA DOMMASNES, L. (2005): “Su corazón se modeló sobre una rueda”: las mujeres entre la ideología y la vida en el pasado nórdico, Treballs d’Arqueologia 11. 40

245 precisamente las mujeres ricas las que hacían estas ropas, que en algunos casos podían llegar a ser incluso importadas. Se ha de tener en cuenta además, que nos estamos refiriendo a las vestimentas de las tumbas, y las mujeres se enterraban con su mejor atuendo, con lo que sin duda en su día a día debían de usar vestimentas mucho más simples que no se han preservado en los enterramientos. Más allá de lo que las tumbas nos muestran, que generalmente son atuendos de las clases más altas, las excavaciones en Haithabu han dado como fruto estudios sobre la vestimenta de las clases humildes, elaboradas en estos casos con una lana de peor calidad, siendo prendas que consistían en un simple vestido largo, cortado de tal forma que permitía un mayor margen de movimiento para el trabajo, y en algunos casos podría estar acompañado de otra capa que envolvía al vestido. Los enterramientos son también un reflejo de los utensilios usados para las actividades de mantenimiento, que podían ser muy variados en función de la tarea que desempeñara cada mujer. Pero destacan especialmente los útiles usados para la manufactura textil, que podían ser peines para la lana, pesas de telar, listones y tablas para tejer, agujas y diversos implementos utilizados para suavizar la tela. Otros utensilios encontrados fueron cuchillos y tijeras, piedras de afilar para afilar ellos, y contenedores de diversos tipos y materiales. Sin embargo, utensilios de cocina y agricultura son encontrados en menor medida, como algunos recipientes o asadores. Esto nos deja patente la importancia que la manufactura textil debió tener en la sociedad vikinga, ya que de no ser así, no encontraríamos este gran número de utensilios relacionados con esta tarea. Para finalizar, cabe añadir que algunos de estos utensilios son encontrados en tumbas masculinas, aunque en menor medida ya que la mayoría de estos utensilios sí que son característicos de enterramientos pertenecientes a mujeres 43 . La Arqueología de la Muerte: Mujer y Armas. El ritual funerario vikingo es algo muy variado, en cualquier caso los vikingos inhumaban en la mayoría de las ocasiones a los muertos, aunque también se pueden encontrar casos de cremación con ajuares distintivos. Algo que está claro es que el tratamiento de los mismos era muy distinto antes de la llegada de la influencia cristiana a Escandinavia. Los vikingos cristianos enterraban a sus muertos envolviéndolos en unas túnicas, mientras que los paganos morían y eran vestidos, llevando consigo adornos personales y normalmente utensilios de la vida cotidiana, algo que se repite en otras sociedades medievales y anteriores. Muchas veces también los muertos vikingos aparecen con animales enterrados, es decir, caballos o perros. Y no es de extrañar que aparezcan con barcos o en carros, ya que esto podría significar un impulso para llegar al otro mundo. Estudiar una tumba vikinga implica tener en cuenta la subjetividad de cada tumba, por el hecho de que cada comunidad enterraba a sus muertos de forma distinta. En las últimas décadas los arqueólogos y las arqueólogas se han vuelto más cautelosos a la hora de hacer inferencias sobre las mismas y sus ajuares, para interpretar las identidades de cada uno de los sujetos.

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JESCH, J. (1991). Women in the Viking Age. The Boydell Press.

246 Pero el hecho de que los cementerios de Era Vikinga han sido excavados en a principios de siglo XX, hace que la documentación no sea la adecuada, ya que en este momento se daban una serie de prejuicios sobre el ajuar encontrado, es decir, no se utilizaban métodos antropológicos (que es lo más usual actualmente) para poder establecer con mayor probabilidad de acierto el sexo del individuo, si no que por el contrario achacaban un determinado tipo de ajuares a los hombres y otro tipo a mujeres. En enfoque tradicional atribuye los ajuares 44 de hombres a las armas (espadas, lanzas) hachas, espuelas, equipo ecuestre, herramientas de hierro (martillo, tijeras, pinzas) broches… y para las mujeres pares de broches ovales, hebillas, brazaletes, collares…etc. De esta forma es fácil distinguir que puede ser masculino o femenino… pero estaríamos cayendo en una generalización de casos expuestos a un paradigma androcentrista. Dejaríamos de lado los casos en los que mujeres (y queda demostrado como veremos a continuación en los ejemplos de tumbas de mujeres con armas) de esta forma aparecen con armas, su identidad queda por lo oculta y cae en la falacia. Todo esto demuestra que existe una clara insuficiencia de estudios de género y de Arqueología de la Muerte, y es que está demostrado por la aparición de mujeres con armas que no se puede establecer como ley universal la asociación de armas-tumbas masculinas45 . Todo ello se debe a que, por un lado, existen ideas preconcebidas en los procesos interpretativos en los casos en los que se encuentran armas, ya que éstas se asimilan a lo masculino; de hecho, cuando salen ajuares fuera de la norma se buscan explicaciones para relacionarlos de alguna manera con los hombres: por ejemplo, los molinos de grano, símbolos femeninos, se interpretaron como indicio de que el difunto era artesano cuando se encontraron en tumbas masculinas,46 como igual pasa cuando existen objetos importación en tumbas femeninas, ya que se interpretan como regalos o símbolos de riqueza y no como una mujer comerciante como sí ocurre cuando se encuentran en tumbas masculinas. 47 La combinación de análisis de ajuares y restos óseos sirvió a Sam Lucy (1997) para desarrollar un análisis en dos necrópolis medievales británicas, en las que clasificó varios tipos de tumbas tomando como elemento diferenciador la presencia de armas y joyas en los ajuares. Los resultados de su estudio demostraron que la presencia de joyas y ajuares no correspondía con la presencia de géneros masculino o femenino en las tumbas, sino que más bien podrían corresponder a linajes, afiliaciones culturales o étnicas. De esta manera, un enfoque desde la Arqueología del Género a la Arqueología de la Muerte puede aportar nuevos resultados sobre el funcionamiento intangible de las sociedades del Pasado, especialmente desde el punto de vista social. 48 Como expondremos más adelante, los géneros masculino y femenino son sólo una parte de la categorización social por géneros. Por ejemplo, Keith Matthews (1994) explica el hallazgo de un brazalete que ha sido considerado como objeto perteneciente al sexo femenino por la tradición en una tumba masculina a la posible homosexualidad del difunto. JESCH, J. (1991). Op.Cit. Pág.14. RAFEL FONTANALS, N. (2007). El textil como indicador de Género en el Registro funerario ibérico. 46 CONKEY, M. W.; SPECTOR, J. (1984) “Archaeology and the study of gender”. En SCHIFFER, M.B. (ed) Advances in Archaeological Method and Theory. Academic Press, Vol.7. Pp. 1-38. Pp. 11. 47 DÍAZ-ANDREU (2005) Op. cit.: 34. 48 Idem 44 45

247 Trinidad Tortosa y Diaz-Andreu (1998) abogaron por la aceptación de diferentes identidades como el estatus tanto en cuanto éste puede ser de importancia a la hora de elegir los objetos que han de acompañar al fallecido a la tumba. 49 En este sentido, estas autoras proponían que incluso los códigos iconográficos referidos a géneros femenino y masculino pudieron cambiar, apropiándose las mujeres de los símbolos femeninos sobre la divinidad y de los masculinos sobre las armas, para acompañarlas en las tumbas y así adoptar un rol importante, como se ha propuesto con los ejemplos de Baza, Sttugart-Bad Cannstatt, o Vix.50 Roberta Gilchrist (1997) estudió como la segregación entre hombres y mujeres en las necrópolis se relacionó con un supuesto estatus menor femenino; la ausencia de varones en cementerios, en muchos casos, pudo venir de diferentes factores que impedían a los hombres enterrarse en estos lugares, como prohibiciones o advocaciones femeninas, o bien por la poca presencia de mujeres en algunos asentamientos. 51 Por ello en la actualidad, a la hora de determinar el sexo del individuo se toman dos tipos de estudios, por un lado los análisis osteológicos, y por otro el estudio del ajuar. En la Península Ibérica, por ejemplo, el estudio de las armas sigue siendo estudiado desde una doble perspectiva de funcionalidad y simbolismo. De hecho se sigue caracterizando a las armas como parte del ajuar de un Guerrero, aunque los restos antropológicos afirmen que se trate de un individuo femenino, ya que en cualquier caso, esa individua estaría ejerciendo el rol de género masculino 52 . El estudio realizado por Gardela 53 es uno de los que demuestran la existencia de este hecho, la evidencia de que podemos encontrar tumbas vikingas femeninas con armas. El autor afirma que en Dinamarca han encontrado tres tumbas de inhumación femeninas, con sus respectivos ajuares compuestos por armas. Estos ejemplos son “Grave BB de BogØvej (Langeland)”, otro es “The Gerdrup Grave (Sjælland) y “Grave A505 de TrekronerGrydehØj (Sjælland). El autor afirma que la composición interna y externa de las tres tumbas varían. En las tres aparecen tres tipos de armas un hacha, una lanza y una lanza de bronce, en diversas posiciones del cadáver. Por otro lado hay algunos paralelismos interesantes con respecto a su localización espacial dentro del mismo cementerio. En el cementerio de la tumba BB fue separada del resto de tumbas, colocada en la parte sur-occidental. La tumab Gerdrup estaba completamente aislada y situada en un lugar cercano al fiordo de Roskilde. Y la tumba A505 fue también localizada en las áreas marginales del cementerio al que pertenecía. La situación de las tres tumbas hace pensar que las tumbas dan una idea de que se trata de enterramientos de mujeres que habían sido consideradas mujeres importantes en el pasado. El investigador también trata el tema de la famosa tumba de Oseberg, así como también algunos ejemplos de cementerios de Noruega donde aparecen mujeres con armas. Las tumbas descubiertas en Dinamarca fueron LØve near Larvik (Vestfold), Maren (Telemarc), Kaupang (Vestfold) y El Oseberg Grave (Vestfold). En Noruega sólo dos de las tumbas eran Idem Ibídem: 35-36. 51 Ibídem: 37. 52 QUESADA SANZ, F. (2012). Mujeres, amazonas, tumbas y armas: una aproximación a transcurtural. En L.PRADOS, C.LÓPEZ, J.PARRA (eds.) La Arqueología funeraria desde una perspectiva de género. Colección Estudios 145. Madrid, Universidad Autónoma. 53 GERDELA , L (2013) Op.Cit. Pp. 273-315. 49 50

248 individuales, el resto de ellas eran multiples. Por lo tanto, son más difíciles de interpretar que las de Dinamarca, ya que no queda claro si quedan asociadas con las mujeres encontradas. Hay tanto diferencias y similitudes con las tumbas con armas de Noruega, excepcionando que una de ellas (Kaupang) vino con los restos cremados en dobles tumbas, todas las demás eran ihumaciones. Aunque se debe de destacar que lo significativo de estas tumbas es que incluían hachas, lo cual se puede decir que pertenecían a la misma clase. Además casi todas ellas fueron decoradas con una serie de objetos que pudieron ser costosos, lo que indica que la persona fallecida tendría un alto estatus social. En Suecia encontramos las tumbas 59:2 y 59:3 de Klintia (Oland), así como Birka en Upland o las tumbas del montínculo A24 de Lake Dalstorp en Västergötland, que son ejemplos también de la aparición de mujeres enterradas con armas. Un rasgo importante de estas tumbas femeninas en estos lugares es que aparecen junto con puntas de flecha, sobre todo en el sur de Suecia. Destaca Tumba 4 de Nennesmo, (Finnveden) También aparecen un perro y un cerdo quemados, así como un fragmento de hierro o peine. Por otro lado, la tumba 22 de ese mismo cementerio también aparecen fragmentos de tres puntas de flechas, como cuchillos, bronce, remaches, agujas de bronce… etc. Además de ello también encontramos fragmento de caballos, perros y ganado. Estos son algunos ejemplos de mujeres que han aparecido en contextos funerarios con armas, que pueden interpretarse de distinta forma, como por ejemplo guerreras. Pero cabe la duda de esto pues sabemos que las armas no tienen por qué designar a un guerrero, sino que también establecería un alto cargo o estatus dentro de la sociedad. No obstante, estos estudios están todavía en pañales y deben de plantearse hipótesis que sean contrastadas, tanto por la Arqueología como por la Historia. CONCLUSIONES Se puede afirmar que la mujer vikinga ha dado lugar a la evolución de las sociedades vikingas. Es ella la que ha cuidado de los niños, la que recolectaba, almacenaba, distribuía y cocinaba la comida. En lo social, ella ha sido la que ha enseñado los valores a los niños y niñas vikingos, el culto a los dioses, así como la elaboración del utillaje doméstico, o la confección textil. Esto es, sin la mujer vikinga el desarrollo de estas sociedades no hubiera sido posible, por lo tanto, su importancia dentro de la Historia como su inclusión en la misma debe desobedecer a los míticos estudios, y hacer ver lo que la Arqueología, habiendo superado el pensamiento androcentrista, desde puntos de vista objetivos y concisos, debe reescribir el pasado de estas mujeres. Algunos pueden afirmar que se trata de un sueño del feminismo, pero teniendo en cuenta lo anterior, claro está que lo que pretende la Arqueología de Género es incluir a la mujer dentro de la Historia, y no, por el contrario, aceptar que se trata de una sociedad matriarcal, ya que como se sabe, nunca ha existido una sociedad organizada política, social y económicamente por mujeres. Por lo tanto, decir que las teóricas de género, aquellas feministas que intentan incluir a la mujer (que no ponerla por encima del hombre), afirman la existencia de la sociedad matriarcal en el mundo vikingo sería un absurdo. En definitiva, es necesario volver a estudiar esos contextos funerarios donde han sido encontradas mujeres con armas. De hecho, hoy por hoy no se puede afirmar la existencia de Guerreras Vikingas, pero esa duda queda presente, ya que ni la Arqueología, ni la

249 Documentación es capaz de encontrar fuentes que afirmen su presencia dentro de las comunidades vikingas, pero tampoco se puede negar. Por lo tanto esa cuestión sigue hoy día sin resolverse. REFERENCIAS ALARCÓN GARCÍA, E. (2010). ‘’Arqueología de las actividades de mantenimiento: un nuevo concepto en los estudios de las mujeres en el pasado’’, Arqueología y Territorio n° 7, Universidad de Granada, pp. 195-210. BATE, L.F. (1998). El proceso de investigación en Arqueología. Crítica (Ed.). Barcelona. CHAPMAN, R; KINNES, I; RANDSBORG, K. (ed) (1981). The archaeology of death. Cambridge University Press. CLARKE, D. L. (1984). Arqueología analítica. Bellaterra. Barcelona. CONKEY, M. W.; SPECTOR, J. (1984). “Archaeology and the study of gender”. En SCHIFFER, M.B. (ed) Advances in Archaeological Method and Theory. Academic Press, Vol.7. Pp. 1-38. CRUZ BERROCAL, M. (2009). “Feminismo, teoría y práctica de una arqueología científica”. Trabajos de Prehistoria, 66, Nº2. 25-43. DÍAZ-ANDREU, M. (2005). “Género y Arqueología: una nueva síntesis”. En SÁNCHEZ ROMERO, M. (ed) Arqueología y Género. Universidad de Granada. Pp. 13-51. DOMMASNES, L. H. (2005). “Su corazón se modeló sobre una rueda”: las mujeres entre la ideología y la vida en el pasado nórdico, Treballs d’Arqueologia 11. FALCÓ MARTÍ, R. (2003). “La Arqueología del género: Espacios de mujeres, mujeres con espacio”. Alicante: Universidad de Alicante, Centro de estudios sobre la mujer, BANCAJA, Cuadernos de trabajos de investigación, Núm. 6. GERDELA, L (2013). “Warrior-women in Viking Age Scandinavia? A preliminary archaeological study”. En KADROW, S. (ed) Analecta Archaeologica Ressoviensia- Funerari Archaeology. Vol. 8. Institut of Archaeology. Rzeszow University. Pp. 273-315. GILCHRIST, R. (1999). Gender and Archaeology: Contesting the Past. Routledge (ed). GONZÁLEZ MARCÉN P. Y PICAZO GUIRINA M. (2005): ‘’Arqueología de la vida cotidiana’’, en SÁNCHEZ ROMERO, M. (eds.) Arqueología y género, Universidad de Granada, pp. 137-158 GONZÁLEZ MARCÉN, P., MONTÓN SUBIAS, S. Y PICAZO GURINA M. (2007). ‘’Continuidad y cambio social en la cultura material de la vida cotidiana’’, Complutum vol. 18, Universidad Complutense de Madrid. GRAHAM-CAMPBELL, J. (1995). Los Vikingos: Orígenes de la cultura escandinava, ediciones Folio S. A., Barcelona. HERNANDO, A. (2005). ‘’ ¿Por qué la historia no ha valorado las actividades de mantenimiento?’’ Treballs d’Arqueologia 11, Barcelona. HODDER, I. (1991). “Interpretative Archaeology and its role”. En American Antiquity, Vol. 56, Nº1., Enero 1991. Pp. 7-18. JESCH, J. (1991). Women in the Viking Age. The Boydell Press. KONSTAM, A. (2002): Viking world, Thalamus Pubishing, New York. MONTÓN SUBIAS S. (2005): ‘’Las prácticas de alimentación: cocina y arqueología’’, en SÁNCHEZ ROMERO, M. (eds.) Arqueología y género, Universidad de Granada, pp. 159-175. NELSON, S. M. (1997). Gender in Archaeology. Analyzing Power and Prestige. Altamira Press (ed).

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