VICISITUDES Y TRIBULACIONES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO COLOMBIANO

September 28, 2017 | Autor: Gabriel Quiroz | Categoría: Crecimiento Economico, Crecimiento Y Desarrollo Economico-Social En Colombia Y America Latina
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Descripción



Los autores ulteriores a Smith (1776) que distan de la causación circular del crecimiento son David Ricardo (1817), Malthus (1820) y Mills (1848).
Keynes (1936) tampoco omitió en sus análisis la demanda, sin embargo, su trabajo apunta más a la incidencia que ésta tiene sobre el crecimiento en periodos de crisis. Los postulados de Keynes (1936) se analizan en el corto plazo, mientras que Smith (1776) anhelaba un estudio de largo plazo.
(gY=gF+gA), esta especificación resulta muy útil para ver que el crecimiento económico no depende únicamente de la productividad multifactorial. El todo, no es la suma de sus partes.
Político surcoreano, y dictador de la República de Corea desde 1963 hasta su asesinato en 1979.
http://www.portafolio.co/economia/pib-colombia-2013
http://www.elcolombiano.com/cluster_construccion_cuanto_suma_al_pib_nacional-ACEC_251881
Los datos han sido tomados del Data World Bank. Fuente: propia.


Estudiante y aspirante al título de Economista de la Universidad del Valle, Cali-Colombia.
Estudiante y aspirante al título de Economista de la Universidad del Valle, Cali-Colombia.

UNIVERSIDAD DEL VALLE
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
CRECIMIENTO SOSTENIDO
VICISITUDES Y TRIBULACIONES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO COLOMBIANO
Gabriel Quiroz Cortés David Fabiany Puchana
Introducción
El desarrollo económico de los países puede ser considerado un campo obsesivo de la economía. Esta área ha sido abordada desde los arranques prematuros del capitalismo, Smith (1776) ofrece una interpretación del desarrollo y crecimiento económico de la época generada por la coyuntura de la economía inglesa: primera revolución industrial. Así pues, de las observaciones smithianas no se halló otra causa a las dinámicas del siglo XVIII más que la división del trabajo, según Smith (1776) el proceso de profundización de las ocupaciones del hombre aumenta la destreza debido a la especialización, ahorrando mucho tiempo dentro del proceso productivo –trabajo intensificado- y además propicia el desarrollo de maquinaria. En otras palabras, es la división del trabajo el factor que eleva la producción y da paso a desarrollos tecnológicos.
No obstante, la visión holística de Smith (1776) lo llevó mucho más allá que al simple análisis de las dinámicas comerciales y fabriles de Inglaterra, adicionalmente también estudió la demanda. En consecuencia, dedujo que el crecimiento económico no sólo está acompañado del auge sobre la productividad, sino que aunado a este hecho subyace un mejoramiento de la capacidad de compra de todos los individuos de la sociedad, esto es, la causación circular del crecimiento económico. Inicialmente este rasgo fue observado por Smith (1776) pero se abandonó totalmente con la oleada de clásicos posteriores a él (Ortiz y Jiménez, 2013). Luego, la visión smithiana fue retomada por Young (1928), si bien la causación circular no fue descartada, el devenir circunstancial de la historia, la simpatía con la sofisticación del lenguaje formal y la nulidad de formulaciones matemáticas, permitieron que la concepción del crecimiento económico de Smith (1776) fuera relegada (Romer, 1989).
En su lugar, la visión de Smith (1776) fue reemplazada o pospuesta por análisis simplistas desde la perspectiva de la oferta, es decir, el abandono de la lógica de causación circular del crecimiento dio paso a los modelos de crecimiento exógeno. Como el nombre lo dice, el crecimiento es exógeno y no está explicado por ningún factor productivo, sino por simples incrementos de la productividad. Por consiguiente, los postulados de modelos neoclásicos se arraigaron en el núcleo de la ciencia económica (Lakatos, 1974), aun así, años más tarde perdieron credibilidad debido a la divergencia observada en el crecimiento económico de los países (Maddison 1994, Pritchett 1997, Hall y Jones 1997). A pesar de estabilizar la dinámica del crecimiento y consolidarse en las entrañas de la teoría económica, el modelo de Solow (1956) tenía ahora dos problemas: "los dictámenes de política y la divergencia económica".
La teoría del crecimiento exógeno no permite explotar los motores que podrían catapultar la economía de cualquier país a una mejor senda de crecimiento. ¿Cuál es la fórmula entonces del crecimiento económico? ¿Qué permite que un país crezca a tasas mucho más elevadas que otro? ¿Por qué los países crecen de forma continua? ¿Cuál es el secreto para sacar a un país de las trampas de pobreza? ¿Qué pasó de 1956 a 1986 con el modelo de crecimiento exógeno? ¿Se encontraron acaso los determinantes de la tasa de crecimiento de la productividad? La imposibilidad de responder a estos interrogantes desde la perspectiva de Solow (1956) coadyuvó la eclosión de los modelos de crecimiento endógeno.
Estos modelos marcaron otra ruta hacia el "estado estacionario", además, los motores de crecimiento profundizaron varios caminos de investigación, a saber: el capital humano vía educación, experiencia y aprendizaje en la práctica (Lucas 1988), el conocimiento y la tecnología (Romer, 1986), la diversificación productiva (Romer 1989) y la inversión en gasto público (Barro, 1990) son algunos de los motores que inciden directamente sobre la productividad. En resumidas, los modelos de crecimiento endógeno tratan de desmantelar el mecanismo causal que va de los motores del crecimiento a incrementos en la productividad, así el crecimiento económico deja de ser una incógnita desde 1986.
¿Qué ocurrió con los postulados smithianos? A pesar del florecimiento de los modelos de crecimiento endógeno, la causación circular se abandonó del todo, ya que no se incluyó en la dinámica de éstos, pero algunos autores como Ortiz y Jiménez (2013) apoyan la visión smithiana en la economía. Es decir, bajo la lógica de un modelo de crecimiento endógeno se postula no únicamente a la diversificación productiva como determinante del crecimiento nacional, sino que a su vez la capacidad de compra de los colombianos incide directamente sobre el crecimiento de largo plazo.
Este ensayo discute el soporte y los postulados de las teorías de crecimiento endógeno sobre la economía colombiana. En la sección siguiente se exponen los principales postulados de los modelos de crecimiento endógeno de Romer (1986, 1989), Lucas (1988) y Matsuyama (1992), para posteriormente traslaparlos en el contexto nacional. La sección tercera analiza el modelo de diversificación productiva propuesto por Ortiz y Jiménez (2013), y resalta algunos hechos estilizados del crecimiento colombiano bajo el foco de la visión smithiana. Finalmente, en la sección cuarta se aborda las conclusiones principales de este trabajo.
Crecimiento económico colombiano a la luz de los modelos endógenos
Los rendimientos crecientes, el aprovechamiento de las economías a escala y de transporte, las externalidades positivas del crecimiento y la competencia imperfecta, propician el viraje hacia los modelos de crecimiento endógeno. Romer (1986) ve más allá de la posibilidad de tantear la productividad de los factores y hace hincapié en el papel de los empresarios –como lo reclamaba Schumpeter (1942). La incidencia de los empresarios innovadores redunda en incrementos de la productividad, vía conocimiento científico y/o tecnológico y diversificación productiva, todo esto implica un mayor crecimiento.
Ahora, ¿Cómo apoya la postura de Romer (1986) al crecimiento nacional o viceversa? Para abordar este interrogante es menester detenerse un poco en el empresario colombiano. El surgimiento de los chaebols colombianos estuvo fuertemente apoyado o impulsado por el Estado, es así como en 1940 de crea el Instituto de fomento industrial (IFI), con la finalidad de profundizar la diversificación productiva en el país (Ortiz et al., 2009). En otro documento, Ortiz (2013) destaca la oleada de industrias creadas bajo el IFI. La tasa de creación de empresas de 1930 a 1970 fue mucho mayor que para periodos subsiguientes, coincidentemente este hecho concuerda con los años donde Colombia presentó mayores tasas de crecimiento (GPIB).
Lo anterior refleja la postura de Romer (1986), y además, evidencia la relevancia que tienen los empresarios "innovadores" para la diversificación productiva. Cabe señalarse que el empresariado Colombiano no fue innovador en el amplio sentido del término, como sí lo fueron en Estados Unidos y algunos países de industrialización tardía como Corea del Sur. En nuestro país, la diversificación productiva apuntó al afincamiento de nuevas industrias más que a las innovaciones (Ortiz, 2013), de ahí que, el papel del empresariado jugó un rol sumamente importante en el crecimiento nacional, pero el posterior desmonte de la política industrialista generó un quiebre estructural que podría interpretarse como una bifurcación en la senda de crecimiento.
La base del modelo de Lucas (1988) es el aprendizaje en la práctica, esto implica la acumulación de capital derivado del conocimiento, es decir, se aprende haciendo al desplegar el cúmulo de conocimientos adquiridos, en otras palabras, capital humano. ¿Qué evidencia Colombia al respecto? Para empezar, el aprendizaje en la práctica redunda en innovación, y como ya se argumentó, Colombia no es un país innovador. Tras la segunda revolución industrial, muchos países importaron tecnología propia de los países desarrollados y la introdujeron en sus procesos productivos, sin embargo, seguir al líder no garantiza llegar a su mismo nivel. Hace falta innovar, y en este concepto subyace una premisa de Park Chung Hee: "nacionalizar las ideas foráneas" (Amsden, 1989).
Evidentemente eso no ha ocurrido en Colombia. La nacionalización de las ideas extranjeras supone no únicamente fomentar el agro en primera instancia, sino también aplicar conocimiento a muchos procesos productivos nacionales y de diversos sectores. Encontrar esos sectores es la tarea difícil, Hirschman (1958) resalta la importancia de los encadenamientos intersectoriales en el crecimiento económico. ¿Cuál es el sector jalonador del crecimiento nacional? Es un secreto a voces que la productividad del sector agrícola en Colombia es bastante baja, cercenándose así la estructura social. Esto es ocasionado porque muchos trabajadores migran del campo a la ciudad en busca de oportunidades, no obstante, tras dar el paso, los campesinos no son contratados.
En consecuencia, la producción agrícola mengua. Es claro que ese proceso virtuoso de crecimiento al que Matsuyama (1992) se refiere en su modelo de productividad agrícola y diversificación productiva no detona en Colombia: baja productividad del agro, mano de obra poco calificada y espejismos del subsidio a este sector, son algunas de las razones. Ortiz et al. (2013) destaca que en la primera etapa del crecimiento nacional (1925-1971) el país aprovechó los eslabonamientos intersectoriales, del consumo público y del gobierno, pero esto se abandonó con el viraje que tuvo el modelo económico después de este periodo. Entonces, vemos con claridad, que los postulados de Romer (1986), Lucas (1988) y Matsuyama (1992) y Hirschman (1958) van en contravía a la coyuntura económica nacional.
Capacidad de compra colombiana
En Colombia escasean los análisis de crecimiento económico de largo plazo incluyendo la capacidad de compra de las personas, esto es, abundan investigaciones donde se apoya la diversificación productiva por el lado de la oferta, prestando muy poca o ninguna atención a la demanda efectiva. Ortiz y Jiménez (2013) emprenden una campaña para subsanar esta falencia en el estado del arte. Apoyándose en la visión smithiana de la economía, postulan no únicamente la diversificación productiva como motor de crecimiento, sino que sumado a los incrementos de la productividad hay un mejoramiento en la capacidad de compra (Smith, 1776), esto no supone que incrementos en la demanda o capacidad de compra redunden en incrementos de la productividad, es decir, no se puede explotar la demanda como un motor de crecimiento (Ortiz et al., 2013). Debido a que no se cuenta con información sobre la distribución del ingreso, ni acumulación de cualquier tipo de capital, Ortiz et al. (2013) recurre a la construcción de una variable que logra capturar la capacidad de la compra de los colombianos, con todo, los metros licitados de construcción de vivienda per cápita (M2PC) se convierte para los autores en la variable fundamental del análisis.
Dentro de las principales conclusiones de dicha investigación se encuentra que la diversificación productiva en el sector de materias primas es el principal motor de crecimiento –ya en otras investigaciones como Ortiz (2009) y Ortiz, Uribe y Vivas (2013) se había encontrado este mismo resultado-, pero aunada a ésa profundización de la división del trabajo en el sector productor de materias primas, se descubre un mejoramiento en la capacidad de compra de los individuos, tal cual como lo plantea Smith (1776). Es decir, de 1955 a 2012 los metros licitados para construcción de vivienda se mueven al unísono y acompasadamente con el comportamiento de la variable GPIB, esta relación es la que permite confirmar la lógica de causación circular del crecimiento económico, y en últimas, desempolvar la visión smithiana de la economía.
Igualmente, Ortiz et al. (2013) argumenta la falla que puede tener esta variable en el análisis, a saber: los metros licitados para construcción de vivienda forman parte de la oferta de vivienda y no de la demanda, sin embargo, en el largo plazo la oferta se equilibra con la demanda, por tal razón, el recurso es totalmente válido. A pesar de esto, vemos que M2PC tiene muchos más problemas. En primer lugar, por como está construida la variable es claro apreciar que si se incrementan los metros2 para construcción de vivienda aparece la noción de mejoramiento en la demanda, es una simple implicación. Convendría preguntarse si en el fondo si está mejorando o no la capacidad de compra.
Dos, si apelamos a la visión estructuralista del crecimiento, es de esperarse que las mieles del crecimiento se derramen sobre la sociedad, cuyo principal motor sería una fuerte base económica interna cimentada en la industrialización. El caso nacional evidencia una precaria estructura industrial y aunado a esto, una participación del 9.8% del sector de construcción en el PIB. Esto implicaría, y no descartando los eslabonamientos a los que Hirschman (1958) se refiere, que el sector de construcción incide positivamente en el crecimiento -es más, para el último año junto con el sector agropecuario jalonaron considerablemente el PIB-, esto se debe a la mano de obra requerida en este sector, cuya característica es bajo nivel de capital humano. Un sector como éste, puede ser considerado jalonador, por la baja al desempleo cuando se incrementan los metros construidos.
Tres, Colombia es un país que ha presentado una rápida urbanización, lo que implica que los metros construidos en vivienda han aumentado considerablemente. Entonces, pareciera que el mejoramiento de la capacidad de compra está ya determinado o definido, en otras palabras, es de esperarse que el crecimiento económico de un país esté acompañado por modernizaciones –muchos más metro2 de vivienda construido: urbanización-, el resultado es tautológico, habrá un gran impulso en la demanda efectiva si se asume M2PC como la capacidad de compra. Nos parece pertinente detenernos sobre este problema. ¿Será acaso que la variable M2PC sí condensa información sobre la capacidad de compra? ¿M2PC tiene en cuenta la desigualdad en la concentración del ingreso inherente a la estructura social colombiana? Son algunos de los interrogantes que surgieron de la lectura exhaustiva del texto de Ortiz y Jiménez (2013).
Stiglitz (2012) y Piketty (2014) apoyan la hipótesis de la incidencia negativa que tiene la desigualdad en la distribución del ingreso sobre el crecimiento económico de los países. Ésta última ralentiza y debilita el impulso al crecimiento. Lo anterior eleva nuevamente la omisión que M2PC puede estar generando en el análisis de la capacidad de compra colombiana, es decir, al no incluirse la desigualdad en el estudio, se deja por fuera un aspecto sumamente importante y a nuestro criterio, no se estaría analizando en fondo la demanda efectiva o la capacidad de compra. Se puede argüir que el crecimiento económico nacional -a pesar de ser positivo en promedio- y la capacidad de compra, pueden estar drásticamente afectados por la desigualdad económica, en el gráfico es apreciable que el índice de gini oscila alrededor de 0.56, bastante elevado. El goteo lento preconizado por Kuznets (1995) no permea a las clases menos favorecidas de nuestro país. De ahí que, en términos de Smith (1776); Colombia no pueda ser considerada una sociedad "floreciente y feliz".
Conclusiones
El crecimiento económico apasiona lo suficiente como para albergarse en la mayoría de tus pensamientos. De los postulados de los modelos de crecimiento endógenos dilucidados por Romer (1986), Lucas (1988) y Matsuyama (1992) se hace evidente que Colombia renunció al timón del crecimiento al abandonar la política de industrialización en el gobierno de Misael Pastrana y esto se exacerbó con la política aperturista y neoliberal que impulsó César Gaviria (Ortiz, 2013). Así pues, el crecimiento nacional quedó a la deriva, es decir, Colombia abdicó a sus potenciales motores de crecimiento por el comercio internacional, antes de tener una base económica consolidada. Adicionalmente, no han incursionado nuevas empresas industriales tras el cierre del IFI, lo que resulta ser un efecto del desmonte de la política progresista y estructuralista de industrialización (Ortiz, 2013). Por consiguiente, los costos del atraso nacional han calado profundo, Gerschenkron (1962) afirma que también existen beneficios derivados del atraso: un proceso sistémico de actualización para aprender a competir, pero eso para el caso colombiano no aplica.
El análisis de Ortiz y Jiménez (2013) retoma la concepción de la causación circular del crecimiento propuesta por Smith (1776) en el siglo XVIII, a pesar de las críticas ya expuestas, esta investigación es una gran aproximación empírica y metodológica de la visión smithiana en la economía Colombiana. En este punto, es pertinente aclarar que el resultado de la investigación podría cambiar del todo si se contara o existieran series largas sobre la distribución del ingreso de los colombianos, ya que éstas sí contienen la desigualdad económica inherente en las observaciones, y por tanto, el efecto ralentizador, retardatario y retrógrado de la desigualdad sobre el crecimiento económico del que hablan Piketty (2014) y Stiglitz (2012) se haría evidente.
Los vuelcos del azar y la historia nacional otorgan buenos argumentos a la trayectoria económica recorrida por Colombia hasta la fecha. Ortiz (2013) realiza un trabajo historiográfico virtuoso sobre el crecimiento nacional desde 1906 hasta 2009, encontrando que la diversificación productiva jalonó el crecimiento de la productividad de 1925 a 1971. Después de este periodo hay un cambio del modelo estructural de crecimiento que deprime la profundización de la división del trabajo y el desarrollo industrial. Sin embargo, los índices siguen mostrando crecimiento económico positivo en el largo plazo, pero se están dejando a un lado aspectos que inciden no únicamente en la productividad sino también en el bienestar social y de calar profundo sobre la desigualdad social, la pobreza, la discriminación de género, el desempleo informal, el latrocinio en la esfera política y otras cuestiones institucionales, así como la poca inversión en activos productivos, bienes públicos complementarios –educación de calidad, buenas vías, ríos navegables, mayor conexión geográfica dentro del país y oportunidades laborales-, vemos algo turbio el llegar a ser una sociedad floreciente y feliz, como lo plantea Smith (1776).
Se podría hacer el estudio contrafáctico de cómo sería el crecimiento económico nacional de haber seguido por la ruta virtuosa de crecimiento en la que nos embarcamos en 1925-1971, al parecer el motor del crecimiento revolucionó mucho más y se nos fue. Hay países que crecen y se desvían de la senda de crecimiento que inicialmente abordaron, los caminos del crecimiento son escabrosos, enmarañados y se bifurcan. Abandonamos la cuarta etapa del crecimiento que Rostow (1960) señala para la transformación del subdesarrollo. En conclusión, no somos del todo pesimistas, hay buenas expectativas en la economía lo que nos imbuye algo de optimismo, pero citando a William Ospina (1996) nos preguntamos "¿Dónde está la franja amarilla?", es decir, ¿Y el goteo lento qué?.
Referencias
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Barro, R. (1990). "Government spending in a simple model of endogenous growth". Journal of Political Economy.
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