Viajes, viajeros y obra pública. Extremadura entre España y Portugal

Share Embed


Descripción

Extremadura Artística

6

Viajes, viajeros y obra pública. Extremadura entre España y Portugal María Cruz Villalón (Coord.)

Este libro forma parte del proyecto de investigación I + D del Ministerio de Economía y Competitividad Firmitas, Utilitas y Venustas. La obra de ingeniería en Extremadura, de la obra romana a la central nuclear. Historia y patrimonio (Ref. HAR2010-19264).

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a ­CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

©  María Cruz Villalón de la edición 2014 ©  Los autores, para la edición 2014 © Universidad de Extremadura. Consejería de Fomento, Vivienda, Ordenación del Territorio y Turismo. Consejería de Educación y Cultura, para esta 1.ª edición, 2014

Tipografía utilizada: ITC Garamond Std (para cubierta, páginas iniciales y comienzos de capítulo) y Palatino LT Std (para el texto de la obra)

Edita: Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones Plaza de Caldereros, 2. 10071 Cáceres (España) Tel. 927 257 041; Fax 927 257 046 [email protected] http://www.unex.es/publicaciones Consejería de Fomento, Vivienda, Ordenación del Territorio y Turismo Avda. de las Comunidades, s/n. 06800 Mérida Consejería de Educación y Cultura Avda. de Valhondo s/n. 06800 Mérida

I.S.S.N.: 1698-4285 I.S.B.N.: 978-84-7723-704-4 Depósito Legal: CC-000329-2014 Impreso en España - Printed in Spain Impresión: Dosgraphic, s. l.

LAS OBRAS PÚBLICAS DE EXTREMADURA EN EL VIAJE DE ESPAÑA DE ANTONIO PONZ

Daniel Crespo Delgado Fundación Juanelo Turriano

Resumen El Viaje de España (1772-1794) de Antonio Ponz es uno de los viajes más importantes de la Ilustración e incluso de la literatura española. En sus 18 tomos abordó muchos temas, si bien siempre encaminados a la reforma y el desarrollo del país. El ramo de las obras públicas, considerado clave para el progreso por la Ilustración, fue un contenido protagonista en el Viaje de Ponz. De hecho, en los dos tomos del Viaje dedicados a Extremadura las obras públicas adquirieron una especial relevancia al considerarlas, en especial las históricas, símbolos de otra posible realidad para la región, elementos esperanzadores para un futuro mejor. Palabras clave: Antonio Ponz, Viaje de España, Extremadura, obras públicas, ingeniería. Abstract Antonio Ponz’s Viaje de España (1772-1794) is one of the most important journeys during the Spanish Enlightenment and even one the most relevant works of travel literature. Many topics are dealt with through the eighteen-volume work; however, the aim was always the reform and development of the country. The area of public works, a key element for progress for the Enlightenment, is a priority content in Ponz’s Viaje. In fact, through the two volumes of the Viaje devoted to Extremadura, public works receive special attention since they were considered, particularly the historical ones, symbols of another possible reality for the region, inspiring elements for a better future. Keywords: Antonio Ponz, Viaje de España, Extremadura, civil engineering.

Los 18 tomos del Viaje de España de Antonio Ponz ocupan un lugar destacado en la literatura española de la Ilustración. Fue un trabajo leído y respetado por sus contemporáneos. Encontramos algunos, muchos o todos sus tomos en bibliotecas muy diversas: de artistas, eruditos, viajeros, políticos, nobles, curiosos, ilustrados o de quienes pretendían pasar por tales. Que en un mercado tan escaso como el de los libros de la España del siglo XVIII, se consiguiesen publicar hasta 18 tomos de una obra en un amplio período –de 1772 a 1794– y que de algunos de ellos se tirasen dos y hasta tres ediciones, demuestra la excepcional acogida que tuvo este Viaje1.  1 Todas las referencias a Ponz y su Viaje se recogen en CRESPO DELGADO, D., El paisaje del progreso. Las obras públicas en el Viaje de España de Antonio Ponz (1772-1794), Valencia, Generalitat Valenciana,

158

Daniel Crespo Delgado

La nómina de autores coetáneos que citaron el Viaje de Ponz sería inacabable. Dichas referencias aparecieron en medios de gran prestigio y en la mayoría de ocasiones fueron muy positivas. Se recomendó desde la prensa y personalidades de la enjundia de Juan Sempere y Guarinos afirmaron que el Viaje era «una de las mejores [obras] del actual reinado»2. Ponz alcanzó numerosos honores, en especial gracias a la protección de la corona y el gobierno, quienes lo encumbraron en 1776 a la influyente secretaría de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El alcance de su obra, además, no se redujo al ámbito nacional. No pocos extranjeros, bastante reacios por lo general en estas fechas a todo lo español, utilizaron y recomendaron su lectura para quien desease conocer la situación del país. Siendo también un rasgo poco habitual, el Viaje contó con una versión italiana y una traducción alemana de sus dos primeros tomos. Si la notoriedad del Viaje en la España de las Luces resulta indudable, digamos que no fue del todo casual. En los años de su publicación, la literatura actualizada y fia­ ble sobre España era escasa. Un viajero inglés, Henry Swinburne, escribió por aquel entonces que las pocas relaciones existentes eran viejas y obsoletas3. No le faltaba cierta razón. El ilustrado José Vargas Ponce lamentó que «¡sabemos tan poco de Es­ paña los españoles!»4. Con su obra, Ponz intentó responder a esta carencia. Y lo hizo, como apuntamos, con cierto éxito. Viajó por todo el país con detenimiento y críticamente, sus lecturas fueron copiosas, contó con un nutrido número de corresponsales y colaboradores y conoció a gente relevante que pudo informarle con propiedad. Ponz vio, escuchó, leyó y conoció el país como pocos. De ahí que el Viaje, aun sus limitaciones, ofreciese un fresco sobre la España del último cuarto del siglo  XVIII con escasos parangones. El título completo del Viaje de España, en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ellas es revelador de la multitud de contenidos abordados en sus 18 tomos. Dos fueron los temas protagonistas, las bellas artes y los aspectos económicos, pero otros muchos hicieron acto de presencia en sus páginas. El punto común de tal diversidad de caminos tomados era su vinculación al fomento, al desarrollo entendido desde una óptica ilustrada. De hecho, al lector actual no sólo debería interesarle la enjundiosa relación de datos proporcionada por el Viaje, sino la trama, el discurso que conforman y las categorías desde las que Ponz lo tejió. Nuestro autor recorrió y describió España a partir los valores ilustrados, trazando un paisaje inédito hasta la fecha. De la mano del Viaje, el lector puede emprender un sugestivo periplo por la España de las Luces de la mano de un guía privilegiado, y mirar desde los principios de un movimiento intelectual decisivo en la historia del país y de Europa en general. El progreso, la felicidad pública en expresión habitual de las Luces, fue el objetivo final del discurrir sin pausa de Ponz por el país. Sus viajes por España pretendían su conocimiento para mejorarla. Él mismo se escudó en 2008; IDEM, Un viaje para la Ilustración. El Viaje de España (1772-1794) de Antonio Ponz, Madrid, Marcial Pons, 2012.  2 SEMPERE Y GUARINOS, J., Ensayo de los mejores escritores del reynado de Carlos III, Madrid, Imprenta Real, 1785-1789, tomo III, p. 251.  3 SWINBURNE, H., Travels through Spain in the years 1775 and 1776, Londres, P. Elmsly, 1799, p. IV.  4 VARGAS PONCE, J., Prólogo a la colección de viajes españoles, Biblioteca del Museo Naval de Ma­ drid, ms. 1423, s.p.

Las

obras públicas de

Extremadura

en el

Viaje

de

España

de

Antonio Ponz159

una proclamada intención de «servir al público» persiguiendo el «verdadero bien de la nación, su prosperidad y decoro». Una declaración paradigmática de la Ilustración y de sus viajeros. Las obras públicas, en especial las infraestructuras para la comunicación, fueron un contenido recurrente en el Viaje de Ponz pues encajaban perfectamente con su orientación. Las comunicaciones siempre han sido una realidad ineludible para el via­ jero: por ellas se ha desplazado y observado. Antiguamente, los desplazamientos, en el mejor de los casos, eran lentos y costosos. Luego el contacto, la relación del viajero, incluso su dependencia respecto a las infraestructuras, era destacada, incardinándose y deviniendo parte indisoluble del propio hecho del viajar. En el caso español, además, la mala situación de sus caminos y posadas era legendaria y no había quien la recorriese sin poner el grito en el cielo. Algunos incluso lo ponían bien en lo alto sin ni siquiera pisar la Península. El propio Ponz, tan celoso del pundonor nacional, reconoció que no les faltaba razón a quienes lamentaban el estado de los caminos españoles. De las posadas y mesones su opinión fue incluso peor, proporcionándole alguna suculenta anécdota que no dejó de plasmar en su Viaje. Pero nuestro viajero no sólo hizo referencia a los caminos, puentes y posadas por tenerlos que soportar en sus largos y esforzados periplos. Para él eran un aspecto fundamental del presente y el futuro del país y, por consiguiente, merecían su máxima atención. Como buen ilustrado –ilustrado moderado, nunca fue un espíritu fuerte o un revolucionario– consideró que las obras públicas eran un resorte decisivo para el desarrollo del país. Sin adecuados caminos, acueductos, canales o puertos no se alcanzaría la nación pretendida. Recordemos que el territorio perseguido por los ilustrados fue el intervenido por el hombre, aquel donde sus recursos se ponían a su disposición mediante las obras apropiadas5. A Jovellanos, amigo y colaborador de Ponz, le llenaba de gozo contemplar la naturaleza «hermoseada y perfeccionada por la mano del hombre». Las obras que permitían sortear los estorbos y dirigir la naturaleza como canales, puertos o puentes las calificó de «admirable espectáculo»6. Campomanes, protector de Ponz y uno de los principales economistas y políticos de la época ilustrada, se preocupó por tales infraestructuras y las amparó desde las altas magistraturas del Estado que ocupó, escribiendo en uno de sus informes que eran esenciales para el florecimiento del comercio7. El conde de Floridablanca, también pieza clave en la trayectoria de nuestro viajero y la política carolina, no fue menos explícito al afirmar que las comunicaciones eran las venas y las arterias del Estado8. Valgan estos ejemplos, por su cercanía a Ponz pero no menos por su relevancia, para mostrar cómo las obras públicas pasaron a primer plano en las décadas ilustradas. El Viaje de España lo reflejó.  5 CRESPO DELGADO, D., «Un paraíso creído posible. Ingenios y obras públicas en el paisaje de la Ilustración», Diseño + Imagen + Creatividad en el Patrimonio Industrial, Gijón, CICEES, 2011, pp. 393-403.  6 JOVELLANOS, G. M. de, Informe sobre la Ley Agraria, Madrid, Cátedra, 1998, pp. 407 y ss. Edición a cargo de Guillermo Carnero.  7 RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, P., Informe presentado a Ward sobre puentes y calzadas que se necesitan construir de nuevo (1760), Archivo Campomanes (FUE), Sig. 14-18.  8 FLORIDABLANCA, Conde de, Escritos políticos. La Instrucción y el Memorial, Murcia, Academia de Alfonso X el Sabio, 1982, p. 335. Edición de Joaquín Ruiz Alemán.

160

Daniel Crespo Delgado

La presencia de las obras públicas en el trabajo de Ponz es habitual. Su propio sobrino, José Ponz, su ayudante en los últimos años de su vida, lo reconoció en la bibliografía incluida en el póstumo tomo XVIII del Viaje. No se equivocaba pues su tío hizo permanente referencia al estado de caminos y puentes. Aquí analizó el estado de una carretera; allí se refirió a las nuevas obras que acababan de hacerse o estaban proyectadas; lamentó no disponer de un puente en condiciones en tal lugar; citó las muertes acontecidas en un paso o las dificultades con las que el viajero se encontraba en cierto trayecto, etc. Pocos viajeros fueron tan puntillosos y exhaustivos en sus noticias sobre las comunicaciones. Hasta tal punto que es una fuente indispensable y muy utilizada por los estudiosos actuales para conocer la situación de los caminos en su época. Y no sólo. En el Viaje se planteó el renovado discurso ilustrado sobre las obras públicas. Desde su primera página se defendieron como signo de progreso, no siendo una mera expresión, pues en el inicio de la primera carta del primer tomo del Viage, Ponz transcribió las palabras de un presunto anciano que defendía que era más útil y pío destinar recursos a la construcción de una calzada o un puente que a una torre o cualquier otro adorno superfluo de una iglesia. Su posición incluso por encima de construcciones tan venerables como algunas religiosas, revela elocuentemente la importancia predicada de las obras públicas en el Viaje y que, en definitiva, fue la conferida a este ramo por la Ilustración. A pesar de que la atención de Ponz se centrase en el estado actual de las obras públicas, sus defectos y sus posibles mejoras, no por ello renunció a ofrecer noticias sobre su historia. En el Viaje se describen con detalle infraestructuras históricas, de manera especial las pertenecientes a la Antigüedad, y se aborda su autoría y cronología. Ponz transcribió numerosas inscripciones de puentes que revelaban cuándo y quienes habían ordenado su levantamiento, así como ofreció datos o lanzó hipótesis sobre sus autores. No hay duda que el interés historiográfico-artístico de Ponz, uno de los principales impulsores de la renovada historia del arte español pretendida por la Ilustración, estimuló su interés por documentar la historia de la ingeniería, un aspecto que todavía no estaba deslindado de la arquitectura. No casualmente, en la primera historia moderna de la arquitectura española, las Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración de Eugenio Llaguno y Juan Agustín Ceán Bermúdez, ambos colaboradores de Ponz, aparecida en 1829 pero iniciada en los años 60 del siglo  XVIII, se incluyeron referencias a obras públicas. Advirtamos que algunas to­ madas del Viage. Aunque Ponz nunca tuviese la pretensión de formalizar una historia de la denominada por aquel entonces arquitectura hidráulica, proporcionó noticias sobre obras concretas, pero también un discurso sobre su evolución en España. A grandes rasgos diremos que Ponz estableció una serie de períodos donde destacaba con luz propia la Antigüedad romana. Siguiendo una tradición ya asentada y que crecería en las décadas siguientes, afirmó que las obras públicas bajo Roma alcanzaron un modélico desarrollo. Sus calificados como soberbios puentes, acueductos y calzadas que todavía se hallaban en muchos puntos de la Península, algunos todavía en uso, eran una inapelable prueba de ello. Partiendo de nuevo de opiniones cada vez más extendidas en los medios eruditos, Ponz subrayó el interés de los árabes por las infraestructuras hidráulicas. No menos destacables eran los prelados, reyes,

Las

obras públicas de

Extremadura

en el

Viaje

de

España

de

Antonio Ponz161

nobles y potentados medievales que habían emprendido obras públicas, sobre todo puentes, y cuyo rastro se detectaba en inscripciones o en las fuentes pertinentes. En la época de los Austrias, si bien se levantaron obras admirables, Ponz censuró la carencia de adecuadas inversiones y políticas de fomento frente a los ímpetus belicistas e imperialistas de la dinastía. La mera posesión estuvo por encima de la explotación adecuada del territorio; más tierra pero no mejor trabajada parecía haber sido la errónea divisa. Fue con la instauración de los Borbones y, de manera especial con la entronización de Carlos III cuando, según nuestro ilustrado, este olvidado ramo pasó a un merecido primer plano. Un nuevo e inédito celo ocupaba a las autoridades, se emprendían obras modélicas, algunas antes impensables, y se promulgaban normas para una mejor administración. Todo ello prometía un futuro esperanzador. Este planteamiento, desgranado a lo largo del Viaje de España y que refleja en algunos de sus términos (exaltación de Roma, distancia respecto a los Austrias, restauración borbónica) un esquema histórico relativamente habitual en las décadas ilustradas, ponía en evidencia la identificación de gobiernos ilustrados y benéficos para el país con una activa política de obras públicas. De ahí que sus noticias sobre su historia no tuviesen una mera intención erudita, de incrementar el conocimiento de un pasado ya caduco, sino que proporcionaban una lección para el presente que no debía desoírse. En nuestro caso, sobre qué aportaban las obras públicas a un país y su positivo impacto. En este sentido, las infraestructuras extremeñas descritas en el Viaje son reveladoras de cómo las interpretó Ponz. La descripción de Extremadura ocupó dos tomos del Viaje de España, el VII y el VIII, aparecidos en 1778 y con una segunda reedición en 1784. No fueron dos tomos cualesquiera pues Extremadura representó un papel bien definido y de relieve en la obra de Ponz. Como hiciere toda una línea de pensamiento de la Ilustración española, nuestro viajero lamentó la situación de las regiones interiores del país. Desde su Viaje se denunció la despoblación de las Castillas, Andalucía, Aragón y Extremadura, su decaída industria, su deforestación y el pésimo estado de su agricultura. Tal era su postración que hipotecaban el futuro del país. Valencia, el País Vasco y sobre todo Cataluña presentaban un mayor dinamismo que los estudiosos modernos, si bien con importantes matices, han confirmado. Por ello, el foco del Viaje se centró en las regiones centrales, donde se debatía el destino de la nación. La generación ilustrada no se conformó con aceptar una realidad poco entusiasta sino que pretendió su cambio. No había que ocultar las faltas, sino analizarlas para dar con sus causas y subsanarlas. Se confiaba en que otro futuro era posible. De hecho, la Ilustración, como Ponz, tendió a sobrevalorar el potencial de España, a creer en sus enormes posibilidades de crecimiento. No tenían la menor duda de que el país podía volver a ser una potencia de primer rango, contar con una población aplicada y gozar de un campo fértil y unas industrias florecientes. En el caso del Viaje son significativas sus proclamas para la reforestación de la Península, una ­multiplicación de las arboledas mucho más fácil de acometer en el papel que en la realidad y que partía de una distorsión de los recursos propios9. No obstante, entre  9 CRESPO DELGADO, D., Árboles para una capital. Árboles en el Madrid de la Ilustración, Madrid, Doce Calles-Fundación Juanelo Turriano, 2012.

162

Daniel Crespo Delgado

la frustrada aceptación de una pésima situación y una ingenua esperanza caben muchas posturas. Extremadura jugó un papel paradigmático en este marco. El primer rasgo sobresaliente de la región en el Viaje era lo reducido de su población. En un momento que por los principios de un mercantilismo bien consolidado entre los economistas población se identificaba con riqueza, esto sólo podía significar una cosa: Extremadura era pobre. Describiendo una doliente Coria, Ponz afirmó que si la «corta población» era «un mal general de la nación» había regiones en que ésta era más alarmante. En Extremadura, precisamente, era «incomparablemente mayor». A lo largo de su recorrido por esta región denunció en varias ocasiones que «todos los días va a más la destrucción de esta bella y pingüe tierra; y si no se pone remedio vendrá a reducirse a un desierto, según el paso que lleva». Dehesas y montes abundaron en sus trazos sobre el paisaje extremeño. Ponz se indignó al saber que la población de Extremadura se reducía a unos cien mil vecinos, y no sólo por su comparación con ciertos momentos del pasado, sino porque siendo una región de gran extensión y «acaso la más fértil de España, y de las mejores de Europa» su población era menor a una sola de las principales ciudades del continente, caso de Nápoles, París o Londres. Escudándose en el padre Sarmiento –una fuente de gran importancia para su análisis de Extremadura y de la Mesta10 – afirmó que sus «dilatados valles y llanuras», sus «hermosas y fecundas serranías», podrían alimentar hasta dos millones de personas. Un cálculo muy optimista pero que ponía de relieve el gran desfase que según Ponz existía –como en otras regiones, en especial del interior– entre su población actual y la que podría tener. Dicho convencimiento se sustentaba en la creencia, recurrentemente expuesta en el Viaje, de que la región disponía de múltiples recursos desaprovechados. Bien explotados, cambiaría el paisaje silencioso y mortecino que primaba al recorrerla, el tozudo territorio detenido que cualquier viajero que la visitase iría encontrando como nota dominante. No podemos entrar en detalles, pero una de las principales razones que según Ponz explicaba la agónica situación de la región –junto a los altos arrendamientos que debían pagar los agricultores y la imposibilidad de cerrar las 10 El fraile benedictino Martín Sarmiento (1695-1772) tuvo una intensa trayectoria intelectual, ocupándose de múltiples asuntos siempre en la estela del reformismo. Se ligó muy estrechamente a Feijoo y en su celda monacal se reunió en no pocas ocasiones con Campomanes. Muchas de sus obras quedaron sin publicar, intentándose darlas a la imprenta tras su fallecimiento. El siempre bien informado Sempere y Guarinos señaló en el tomo V (1789) de su Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos III que «el P. Sarmiento no escribía sus obras con ánimo de que se imprimiesen, sino para su propia instrucción y de algunos amigos y bienhechores suyos… la inmensa erudición… y abundancia de observaciones sabias y útiles que dejó en ellas… las hacen desear de muchos sabios… Por esto el monasterio de San Martín había pensado entresacar las mejores y publicarlas, en lo que sin duda hubiera hecho un gran servicio á la literatura española». Finalmente, sólo se llegaron a publicar las Memorias para la Historia de la Poesia, y Poetas españoles (1775). Sempere incluyó una referencia a los escritos de Sarmiento aparecidos en periódicos como el Semanario erudito o el Correo literario de Europa, entre los que hallamos varios que versaban sobre la historia natural y la agricultura. No obstante, examinando detalladamente las relaciones de dichos periódicos no hemos encontrado ninguno referente a la Mesta. Se debió esperar al Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos del 1 de noviembre de 1804 (tomo XVI) para que se publicase la Carta sobre la Mesta, dirigida al Duque de Medina Sidonia, que fue la que años antes utilizó y transcribió Ponz en el tomo VII su Viaje.

Las

obras públicas de

Extremadura

en el

Viaje

de

España

de

Antonio Ponz163

tierras– era la Mesta. El impacto en el territorio de su modo de explotación era brutal, siendo, de hecho, una de las causas a las que atribuyó la decadencia del mismo país. Sin embargo, sus referencias a esta institución prodigaron en los tomos del Viaje dedicados a Extremadura. Haciéndose eco de las opiniones de amplios sectores de las Luces y de su pensamiento económico, algunos muy cercanos al poder, Ponz consideró que la abundancia de tierras destinadas a pastos para los ganados trashumantes suponía una trágica reducción de la extensión de los campos dedicados a la labranza, sosteniendo muchas menos personas de las que pudieran si se cultivasen. La Mesta, que sólo beneficiaba a unos pocos, a los grandes terratenientes propietarios de las cabañas de ovejas, era responsable directa de la despoblación extremeña, de que su paisaje no fuese el anhelado por las Luces, uno activo, de mediodía, animado por todas partes por la mano del hombre al que hacíamos referencia líneas atrás11. Ponz fue rotundo: los «montes de encinas y las dehesas… son la causa de la infelicidad de esta tierra… porque pudiera dársele al territorio cultivo más útil y conducente a la población». No podemos dejar de citar a un contemporáneo y conmilitón de Ponz, al poeta Juan Meléndez Valdés, quien en su Discurso sobre los grandes frutos que debe sacar la provincia de Extremadura de su nueva Real Audiencia, y plan de útiles trabajos que ésta debe seguir para el día solemne de su instalación y apertura (1791) exclamó con encendido verbo: ¡Su población cuán pequeña es! ¡Cuán desacomodada con la que puede y debe mantener! Montes y malezas espantosas ocupan terrenos preciosos y extendidos, que nos están clamando por brazos y semillas, para ostentar con ellas su natural ferocidad y alimentar millares de nuevos pobladores12.

Precisamente, las obras públicas extremeñas y en especial su legado histórico, eran un excepcional argumento para creer en el posible paisaje de Extremadura, en aquel que podía tener; perfilándose como un contrapunto a tantas tierras, al menos al entender de Ponz, desocupadas y abandonadas. En este sentido, las antiguas in­ fra­estructuras romanas de la región fueron claves en el discurso del Viaje. El patrimonio romano extremeño era indudable. Por supuesto, Ponz no fue el primero ni el único en afirmarlo pero lo confirmó desde su exitosa obra. Es más, describiendo Mérida propuso se excavase sistemáticamente, convirtiéndola en una nueva Pompeya y Herculano, ciudades ambas que había visitado durante su estancia en Italia. En ninguna otra parte del Viaje como en Extremadura, la Antigüedad, la descripción de sus testimonios, tuvo tanto protagonismo. Y repitámoslo, no sólo por su monumental presencia en tantos puntos de la región, sino por la lectura que le permitió. Los restos romanos refrendaban el alto desarrollo alcanzado por la región en la Antigüedad. En palabras de nuestro viajero, los monumentos romanos mostraban la «antigua cultura y población» de Extremadura. Lo que podía haber sido Caparra se revelaba en su «hermosa situación» y en la calidad de su territorio para el cultivo, Ver nota 5. MELÉNDEZ VALDÉS, J., Poesía y prosa, Barcelona, Planeta, 1990, p. 728. Edición a cargo de Joa­ quín Marco. 11

12

164

Daniel Crespo Delgado

así como en los soberbios restos antiguos localizados en su término, destacando su arco triunfal y su puente. Sin embargo, contemporáneamente, la riqueza del suelo se encontraba desaprovechada, reducidas como estaban todas sus tierras a «espeso monte». De ahí que su población se redujese a un pobre vecino que se mantenía de las limosnas de los pasajeros y que sus monumentos antiguos no se hubiesen renovado, siendo un melancólico testigo del empobrecimiento del lugar y del triste silencio que se había apropiado del paisaje. Según Ponz, la pasada riqueza testimoniaba que la región no estaba condenada a la indigencia presente. Arremetió contra quienes consideraban que Extremadura disfrutó de otro clima en la Antigüedad, más benigno para la agricultura. Han pensado algunos, viendo su estado actual, que en tiempo de los romanos gozaría de mejor clima y que sería más fecundo; pero su fecundidad de ahora sería la propia de entonces si fuera el mismo su cultivo y aplicación, y si este cultivo se extendiese por su dilatado término; donde, como se ha dicho, hay increíbles pedazos abandonados a producir inútilmente espesuras.

Para nuestro viajero, por tanto, la diferencia entre una y otra época residía en que los romanos supieron explotar correctamente la región, a través, entre otras medidas, de la construcción de apropiadas obras públicas que dinamizasen sus recursos. Como ya dijimos, Ponz describió con detalle el legado de las obras públicas romanas en Extremadura. De su interés por este patrimonio no hay duda. Valga este botón de muestra: nada más llegar a Alcántara, tras un penoso e incómodo viaje, bajó a ver su celebérrimo puente. Aun sabiendo de su importancia, le conmocionó su magnificencia, lamentando que hasta fechas muy recientes no se contase con un grabado y una relación fidedigna de tan excepcional paso. De hecho, él mismo, pretendiendo dar a conocer mejor este patrimonio entre nacionales y extranjeros, siempre tan rea­ cios a valorar lo español, proporcionó un grabado del puente de Alcántara, del de Mérida y de los restos romanos del acueducto de San Lázaro (Figs. 1 y 2). A estas muestras gráficas les acompañaron, por supuesto, exhaustivas descripciones y noticias de numerosos puentes, acueductos, presas o tramos de calzadas. Así, a lo largo de su Viaje, aparecieron los ya citados puentes de Mérida, Alcántara o Caparra y los de Medellín, Aljucén, Alconétar, Garro o el de Romanillos en Aldenueva del Camino; los acueductos de San Lázaro y Los Milagros de Mérida y las presas de Proserpina y Cornalvo; la antigua calzada a su paso por Caparra, Mérida o la zona de Béjar. La relación es ya significativa de su protagonismo en el periplo extremeño del Viaje. En otro lugar ya analizamos qué dijo de cada una de estas obras, las fuentes que utilizó, tanto antiguas como contemporáneas, así como las noticias y tesis inéditas que lanzó sobre sus fechas y autoría13. Sería un tanto absurdo intentar resumirlas aquí. Digamos únicamente que Ponz mostró un gran entusiasmo por la solidez y grandeza de no pocas de estas infraestructuras y porque manifestaban la relevancia concedida por los romanos a las obras públicas. Gracias al éxito y prestigio de su Viaje, logró que dichas obras fuesen más conocidas y se consolidasen como un rasgo 13

CRESPO DELGADO, D., op. cit., 2008.

Las

obras públicas de

Extremadura

en el

Viaje

de

España

de

Fig. 1.

Fig. 2.

Antonio Ponz165

166

Daniel Crespo Delgado

ineludible del paisaje de la región, integrándose en cualquier aproximación de enjundia a Extremadura. Pero Ponz, a pesar de la importancia que les reconoció, no se detuvo únicamente en las obras públicas de la Antigüedad, sino que también recogió el interés de algunas medievales y modernas como los puentes de Jaraicejo, del Cardenal, Galisteo, Almaraz (de este último incluso ofreció un grabado) o el acueducto de Plasencia, que hasta la fecha sólo habían hecho acto de presencia, en el mejor de los casos, en las crónicas locales o, de manera tangencial, en relatos de viajes. Incluso no olvidó las recientes empresas pontificias y viarias promovidas por el obispo de Plasencia José González Laso. Todas estas obras ingenieriles eran modélicas según Ponz: ensalzó, por ejemplo, la de vidas y trabajos que había ahorrado el puente de Galisteo; de «utilísimo» calificó el acueducto placentino. Su continuidad a lo largo del tiempo, que en muy distintas épocas se hubiesen levantado este tipo de obras revelaba, además, que desde tiempos pretéritos el Estado y las elites responsables habían protegido este ramo en beneficio del bien público. Tal era una lección que no cabía olvidar y, seguramente, la mayor que el pasado y lo construido ofrecían. Nuestro viajero, por tanto, ayudó a difundir y dar a conocer obras públicas extremeñas, concienciando del legado monumental de algunas de ellas. Es más, desde su Viaje Extremadura se destacaba como una de las regiones españolas con un mayor y más rico patrimonio ingenieril. Pero también presentó estas obras públicas como un signo y un símbolo de progreso, de la posibilidad de otra realidad para la región. Desde el Viaje de España las obras de ingeniería se convirtieron en testimonios para entender y acercarse mejor al pasado y a la realidad del lugar, pero de igual modo en empresas que podían contribuir a un futuro mejor para Extremadura y para España.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.