Verbae ex Columnarum Herculem: el Chronicon de Juan de Bíclaro a propósito de la penetración ávaro-eslava en los Balcanes

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Descripción

COLECCIÓN OBRAS COLECTIVAS UAH HUMANIDADES

38. Cartas – Lettres – Lettere. Discursos, prácticas y representaciones epistolares (siglos XIV-XX) Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas (dirs.) 39. (Re)considerando ética e ideología en situaciones de conflicto/(Re)visiting ethics and ideology in situations of conflict Carmen Valero Garcés (Coordina y Edita) 40. España y la Segunda Guerra Mundial. Antonio Manuel Moral Roncal, y Francisco Javier González Martín 41. Discursos Legitimadores de la conquista y la colonización de América. Francisco Castilla Urbano (Ed.)

42. Acciones en investigación aplicada a la Cooperación para el Desarrollo: pasado, presente y futuro. Consuelo Giménez Pardo y Luis F. Rebollo Ferreiro (dirs.)

www.uah.es

Este grupo de estudiantes, junto con Francisco Sánchez Salas y Rosario Ortega Gutiérrez, se embarcaron en la aventura de organizar el I Congreso de Jóvenes Investigadores de Ciencias de la Antigüedad de la UAH, logrando con esta iniciativa un éxito total que ha llegado a ser imitado con posterioridad por otros grupos de jóvenes investigadores de otras universidades.

UAH

37. Linguistic Insights: Studies on Languages. Isabel de la Cruz Cabanillas y Cristina Tejedor Martínez (eds.)

Roma y el Mundo Mediterráneo La edición de este volumen está encabezada por Noelia Vicent Ramírez y Jaime de Miguel López, dos alumnos de doctorado en Historia Antigua en la Universidad de Alcalá. También han colaborado en la edición del mismo Aitor Fernández Delgado y Cristina Jiménez Cano, también doctorandos de la UAH en Historia Antigua.

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36. Construyendo identidades. Del protonacionalismo a la nación. José Ignacio Ruiz Rodríguez e Igor Sosa Mayor (dirs.)

oma y el Mundo Mediterráneo es el título que reciben las actas del I Congreso de Jóvenes Investigadores en Ciencias de la Antigüedad de la UAH, celebrado en el Colegio de San Idelfonso y el Museo Arqueológico Regional los días 5, 6 y 7 de marzo de 2014 en Alcalá de Henares. En estas actas se reúnen una selección de los mejores artículos científicos resultantes de las comunicaciones presentadas en este congreso, dejando así, la huella escrita de las interesantes sesiones que en el mismo se vivieron y aportando una visión novedosa y multidisciplinar al conocimiento histórico del mundo romano y su contexto mediterráneo, abordando de forma concreta numerosos y diversos aspectos de la Historia antigua romana.

Noelia Vicent Ramírez y Jaime de Miguel López (Eds.)

35. Cuartas Jornadas de Jóvenes Investigadores de la Universidad de Alcalá. Cristina Tejedor et al. (eds.)

R

Roma y el Mundo Mediterráneo

34. La comunicación en el ámbito médico-sanitario. Communcating in the healthcare setting. Carmen Valero Garcés y Carmen Cedillo Corrochano (eds.)

Noelia Vicent Ramírez & Jaime de Miguel López (Editores)

UAH

33. Identidades confesionales y construcciones nacionales en Europa (ss. XV-XIX) José Ignacio Ruiz Rodríguez e Igor Sosa Mayor (dirs.)

Roma y el Mundo Mediterráneo

Roma y el Mundo Mediterráneo

OBRAS COLECTIVAS HUMANIDADES 43

32. Escrituras silenciadas. El paisaje como historiografía José F. Forniés Casals, Paulina Numhauser (eds.)

Noelia Vicent Ramírez Jaime de Miguel López Editores

Índice

Jaime de Miguel López Presentación.............................................................................................................11

Las visiones de Roma David Sevillano Mitos y realidad en las descripciones del Imperio Romano en las fuentes chinas.......................................................................................................................15 José Manuel Ortega Jiménez La presencia de Roma en el Palacio del Buen Retiro...............................................43

Roma republicana y alto imperial en su contexto mediterráneo Javier Salido Domínguez Estrategia y logística militar: El aprovisionamiento de alimentos al ejército romano................................................................................59 José Ortiz Córdoba El problema de la piratería en el mundo romano: una aproximación a su estudio......................................................................................................................83 Alberto Mazquiarán Plaza Legio VI Victrix. Balance de su asentamiento en Hispania a través de las fuentes arqueológicas y epigráficas........................................................................107 Alberto Barrón Ruiz de la Cuesta Entre dos imperios: el escenario siciliano en la Segunda Guerra Púnica...............119

Índice

Víctor Sánchez López El uso del terror en la política exterior: mecanismos de disuasión en la dinámica imperialista Julio-Claudia.......................................................................143 Marco Almansa Fernández Religiones en combate: una aproximación al culto religioso romano en contextos de lucha..............................................................................................161 Rosario Ortega Gutiérrez La medicina griega en Roma. Del esclavo medico al médico ciudadano..............181 Natalia Teja Reglero Mujer y magia en el mundo romano.......................................................................193 Aroa Molina Cabanas El protagonismo de las mujeres sirias en la dinastía Severa: control político y sincretismo religioso...............................................................................................211

El mundo romano y su realidad mediterránea tardoantigua Raúl Serrano Madroñal Los vándalos y el ocaso del «lago romano»...........................................................231 Silvia Berrica El desarrollo de la Iglesia copta durante los siglos IV-VI.....................................251 Alberto González García La población de Roma de la Antigüedad Tardía al Alto Medievo (ss. III-X).......269 Aitor Fernández Delgado Verbae ex Columnarum Herculem: el Chronicon de Juan de Bíclaro a propósito de la penetración ávaro-eslava en los Balcanes......................................281 Daniel Hernández San José Urbem fecisti quod prius orbis erat: el crisol romano en los albores de la Edad Media.............................................................................................................305

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Índice

Roma a través de la arqueología Noelia Vicent Rámirez Deportatio ad Insulam. Córcega y Cerdeña contextos de exilio............................327 Gabriel Aroca Castillejos y Adolfo Moreno Márquez Introducción a la minería y la metalurgia romana en el término municipal de Belmez...................................................................................................................357 Verónica del Río Canedo Roma más allá del Mediterráneo. Primeros contactos atlánticos. El caso del Noroeste peninsular: un estado de la cuestión.......................................................369 Irene Salinero Sánchez El Castillón, Las Delicias y Villanueva de Mesía: un intento de adscripción cultural...................................................................................................................389 Isabel Busquets Porcell y José Miguel Rosselló Esteve Ciudades, iglesias y castillos. La traslación del poder en las Baleares del siglo III al IX................................................................................401 Ignacio Hernández Ataz La iconografía del caballo y el jinete en la numismática prerromana....................413 Helena Gozalbes García Dacia y Parthia capta: propaganda monetaria imperial bajo el imperio de Trajano................................................................................................................431

Pósters Helena Gozalbes García & José Ortiz Córdoba El motivo restitvtorem las monedas de la dinastía Severa. Leyendas e imágenes................................................................................................................453

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VERBAE EX COLUMNARUM HERCULEM: EL CHRONICON DE JUAN DE BÍCLARO A PROPÓSITO DE LA PENETRACIÓN ÁVARO-ESLAVA EN LOS BALCANES Aitor Fernández Delgado Universidad de Alcalá RESUMEN: Este artículo tiene por objeto la presentación y reflexión sobre las informaciones existentes en la Crónica de Juan de Bíclaro concernientes al ámbito balcánico en general y a las denominadas «invasiones» ávaro-eslavas en particular. Con la finalidad de contrastar su veracidad y ponderar su valor, se confrontarán con otros testimonios escritos, tanto coetáneos como posteriores, de autores bizantinos. ABSTRACT: This paper pretends to submit and think over the data contained in John of Biclar’s Chronicle about the Balkan area in general and the so-called Avar-Slavic «invasions» in particular. In order to check them truthfulness and consider them value, they will be compared with other Byzantine written sources, both contemporary and subsequent. Palabras clave: Juan de Bíclaro, historiografía, Balcanes, ávaros, proto-eslavos. Key words: John of Biclar, historiography, Balkans, Avars, early-Slavs. Indudablemente, Juan de Bíclaro constituye una de las figuras preponderantes de la historiografía hispana del «largo» siglo VI. Sin contar, que sepamos, con la profusión y variedad literaria de autores contemporáneos como Isidoro de Sevilla, su Chronicon se erige como obra clave para conocer múltiples aspectos del devenir histórico de dicho período; fundamentalmente en la Península ibérica. Es por ello que ha sido objeto de numerosas ediciones y estudios, ya desde el siglo XVI1. Sin embargo, ha sido a partir del siglo XIX, y sobre todo durante el XX, cuando han proliferado los trabajos sobre aspectos muy variados de la misma. Nuestra modesta contribución pretende inscribirse, precisamente, en este marco; entrando en el análisis de una particular serie de testimonios que hasta ahora, al menos en la historiografía de habla hispana y que tengamos constancia, han quedado subsumidos en el seno de ensayos más generalistas o cuyo propósito era distinto. Nos referimos a aquellos que narran un complejo proceso histórico, el de las «invasiones» ávaro-eslavas de las últimas décadas del siglo VI; en     1 La primera edición impresa, publicada en Ingolstadt (Baviera, Alemania) por Canisius, data de 1600. Al respecto vid., entre otros, Campos, J., 1960, p. 50; Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 45-46. N. Vicent Ramírez & J. de Miguel López (eds.), Roma y el Mundo Mediterráneo, Universidad de Alcalá, Obras Colectivas Humanidades 43, Alcalá de Henares, 2015 [ISBN: 978-84-16133-66-6].

Roma y el Mundo Mediterráneo

un ámbito tan lejano y, por lo general, ajeno a la mentalidad hispana de dicho período como lo son los Balcanes. Para ello, en primer lugar, nos acercaremos brevemente a la figura histórica del biclarense; describiendo, de forma sucinta, los rasgos más significativos de su vida y obra a fin de contextualizar dichas informaciones adecuadamente. 1. Ioannes Gerundensis ecclesiae episcopus, vita et operae 1.1 Coordenadas biográficas Para la reconstrucción de sus avatares vitales únicamente contamos, además de con las escasas informaciones autobiográficas contenidas en el Chronicon, con el testimonio primario de Isidoro de Sevilla, quien en su obra De viris illustribus señala: Ioannes Gerundensis ecclesiae episcopus, natione Gothus provinciae Lusitaniae Scallabi natus. Hic, cum esset adulescens, Constantinopolim perrexit, ibique graeca et latina eruditione nutritus, septimo decimo [demum] annos in Spanias reversus est. Eodem tempore, quo incitante Leovigildo rege Arriana fervebat insania. Hunc supra dictus rex cum ad nefandae haeresis credulitatem compelleret et hic omnio resisteret, exilio trasus et Barcinonem relegatus per decem annos multas insidias et persecutiones ab Arrianis perpessus est. Qui postea condidit monasterium quod nunc Biclarum dicitur (...)2

La fecha exacta de su nacimiento es desconocida3, si bien el hispalense nos informa que vino al mundo en la actual Santarem (Portugal) en el seno de una familia goda. Hasta su viaje a la capital imperial nada sabemos sobre sus pasos. En la edición de su Crónica, Julio Campos recoge la hipótesis de Tamayo de Salazar quien, basándose en el Chronicon apócrifo de Máximo de Zaragoza, señala que el biclarense habría viajado previamente a Toledo e ingresado en el monasterio Agaliense, comenzando así su prolífico contacto con las letras latinas4. De este modo, bien por iniciativa propia o por mandato del abad, Juan emprendió durante su juventud un viaje de capital importancia para comprender su obra posterior, nada más y nada menos que al epicentro del saber del momento, Constantinopla. La posible duración de su estancia en la urbs imperialis es uno de los aspectos más controvertidos entre sus posibles estudiosos. Hasta la edición crítica del De viris illustribus de Carmen Codoñer a mediados del siglo pasado5, la opinión unánime era que permaneció en la misma por espacio de diecisiete años6. A partir de la lectura propuesta por     2 Isid., De Virs. Ills. 31..     3 La fechas propuestas por los diversos estudiosos varían. Campos (vid. 1960, p. 18) o Galán Sánchez (vid. 1994, p. 81) la sitúan hacia 540; mientras Cardelle de Hartmann la sitúa entre el 550 y el 556 (vid. 2001, pp. 124-125).     4 Campos, J., 1998, pp. 16-17.     5 Concretamente en 1964.     6 Un ejemplo de esta postura es la edición crítica de Julio Campos (vid. 1960, p. 18), quien fecharía la misma entre ca. 558 y 575.

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dicha especialista7, la communis opinio se ha ido inclinado mayoritariamente por acotarla a un período total de siete años, entre ca. 570/1-577/88; coincidiendo, por lo tanto, con la mayor parte del reinado del emperador Justino II (565-578). Este dato no es ni mucho menos baladí, pues sin abordar por el momento la importancia de una serie de acontecimientos que para el Imperio acaecen durante dicho período de tiempo, un todavía joven Juan seguramente fue testigo, tal y como deja constancia por escrito, de muchos de ellos; pudiendo obtener información privilegiada de los mismos, bien a través de testigos directos o de las obras de otros historiadores como Menandro Protector, Juan de Éfeso o Evagrio Escolástico, a quienes incluso pudo llegar a conocer personalmente9. Sea como fuere, parece claro, merced al análisis de algunas entradas de su Crónica, su segura presencia en Constantinopla durante el lapso temporal comprendido entre el 573 y 57510. Poco después de regresar al Regnum estalló en Hispalis (Sevilla) la conocida como rebelión de Hermenegildo (579-584)11, quien se convirtió al catolicismo y desafió por espacio de cuatro años a su padre, el monarca Leovigildo (568-586). El soberano visigodo, antes de asestar el golpe final, trató de unificar a sus partidarios bajo la bandera del credo arriano. El biclarense, para entonces una figura que gozaba de un significativo prestigio intelectual, fue persuadido por el rey de todas las formas posibles para que abjurase de su catolicismo y se convirtiese en estandarte regio. Juan, rechazando todas y cada una de las tentativas para que abandonase la vera fide, fue finalmente desterrado a Barcelona, donde permaneció por espacio aproximado de diez años12. Tras el fallecimiento de Leovigildo en 586 y la conversión personal de Recaredo I al catolicismo a comienzos del año siguiente, probablemente fuese el nuevo monarca quien terminase con el exilio del biclarense13. Una vez en libertad, nuestro protagonista habría permanecido en la Tarraconense, fundando en Biclarum (Biclaro)14 el monasterio del que recibe su epónimo y del que se convertiría en abad; al menos hasta el 590. Probablemente asistió en virtud de tal condición al trascendental III Concilio de Toledo; sien    7 Vid. Codoñer, C., 1964, p. 151.     8 Vid. Hillgarth, J.N., 1970, p. 267; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 81; Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 125.     9 No es en absoluto una posibilidad remota, dada la privilegiada posición del biclarense merced a su membresía clerical y lo restringido del círculo intelectual cercano a la corte imperial.     10 Vid. García Moreno, L.A., 1974, p. 213, n. 3 y 4; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 81. J.N. Hillgarth (vid. 1970, p. 267, n. 19) llega a sugerir, con seguridad, que dicho período debería ampliarse por espacio de diez años (567-577).     11 Concretamente en 579. Vid. Iohan. Bicl. Chron. a. 589, 1; Isid., Hist. Goth. 49; Greg. Tours, Hist. V. 38..     12 Campos, J., 1960, p. 21; Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 81-82; Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 125-126.     13 Julio Campos (vid. 1960, p. 21) propone el mismo 586 como fecha final de su exilio; mientras que Galán Sánchez (vid. 1994, p. 82) o Cardelle de Hartmann (vid. 2001, p. 126) retrasan el fin de su confinamiento hasta 587/8.     14 A pesar de que no ha podido ser localizado con seguridad, la opinión mayoritaria tiende a decantarse por su ubicación en Vallclara (Tarragona). Vid. Campos, J., 1960, pp. 22-24; Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 126. Otros como Sánchez Galán (vid. 1994, p. 82, n. 9), siguiendo la corriente iniciada por Menéndez Pidal, se inclinan por la opción de Béjar (Salamanca).

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do nombrado, prácticamente a continuación, obispo de Gerunda (Girona)15. Ya como episcopus de su nueva sede firmó las actas del II Concilio de Zaragoza (592), Concilio de Toledo (597), II Concilio de Barcelona (599), el Decreto de Gundemaro (610) y el Concilio de Egara (Terrassa) de 61416. Ferviente defensor de la ortodoxia, su frenética actividad parece extinguirse definitivamente a principios de los 20 del siglo VII17. 1.2 Producción literaria Siguiendo nuevamente el testimonio del Hispalense en su De viris illustribus, señala al respecto: (...), ubi congregata monachorum societate scripsit regulam ipsi monasterio profuturam, sed et cunctis deum timentibus satias necessariam. Addidit in libro chronicorum ab anno primo Iustini iunioris principatus usque in annum octavum Maurici principis Romanorum et quartum Reccaredi regis annum historic conpositoque valde utilem historiam et multa alia scriber dicitur, quod ad notitiam nostrum non pervenit18.

Así pues, podemos intuir que las obras del biclarense fueron más de las que tenemos constancia segura, si bien ninguna de ellas se ha conservado hasta nuestros días. Tampoco ha llegado hasta nosotros la Regla a la que hace alusión Isidoro, si bien Julio Campos, siguiendo a fray Justo Pérez de Urbel, señala la posibilidad de que la anónima Regula Magistri pueda ser, en realidad, obra de Juan19. Si bien regresaremos más adelante sobre la cuestión de esas otras posibles obras, centremos ahora nuestra atención sobre su obra más universal y, por otra parte, la única que conservamos: el Chronicon. Concebida como la continuación de la Crónica del obispo Víctor de Tunnuna20, e inscrita totalmente en la tradición historiográfica cristiana característica de la Antigüedad Tardía21, se trata de un relato cronístico que abarca un corto período, de apenas veinticuatro años (situados entre 566/7 y 589/90)22. Estructuralmente consta de dos prólogos, de los cuales tan sólo el primero de ellos tiene     15 Hacia 591/2. Vid. Campos, J., 1960, p. 26; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 82; Cardelle de Hartmann, C., 2001, p.     16 Campos, J., 1960, pp. 25-29; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 82; Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 128.     17 Su muerte suele fecharse entre el 620-624/5. Vid. Campos, J., 1960, pp. 28-29; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 82; Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 128.     18 Isid., De Virs. Ills. 31.     19 Vid. Campos, J., 1960, pp. 34-36.     20 Tal y como aparece claramente señalado en el Praescriptio: Huc usque Victor Tunnennensis ecclesiae episcopus Affricanae provinciae ordinem praecedentium digessit annorum; nos quae consecuta sunt adicere curavimus.     21 Vid. Hillgarth, J.N., 1970, pp. 263-265; Wolf, K.B., 1990, pp. 2-6.     22 Autores como Julio Campos (vid. 1960, p. 68) y Cardelle de Hartmann (vid. 2001, p.) la encuadran entre 566 y 589, mientras que otros como Sánchez Galán (vid. 1994, p. 84) o Álvarez García (vid. 1997, p. 9) la fechan entre 567-590.

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visos de ser auténtico23; una introductio o prefacio, el cuerpo de la obra y un epílogo24. Por lo que respecta a la fecha de redacción de la misma, se trata igualmente de una cuestión controvertida. Indudablemente contamos con una terminus post quem, el año 589/90, el último sobre el que se recogen noticias en la Crónica. A pesar de que autores como Hillgarth han afirmado que Juan comenzó su redacción durante su estancia en Constantinopla a mediados de la década de los 70 del siglo VI25, la mayoría se decantan por fecharla a posteriori, siendo dos las corrientes de opinión mayoritaria. Autores como Julio Campos o Sánchez Galán optan por una fecha inmediatamente posterior al final de los hechos que narra26; mientras que otros como Díaz y Díaz o, más recientemente, Cardelle de Hartmann, prefieren, en base a la ya señalada identificación de Bíclaro con Béjar27 o a las alusiones que en el propio Chronicon se realizan sobre los veinte años de reinado del emperador Mauricio o los quince de pontificado de Gregorio I Magno28, situar su redacción en torno al 601/2. En la obra de Juan de Bíclaro se proyecta toda una carga ideológica cuyos rasgos más significativos pasamos a describir a continuación. Para ello vamos a utilizar el esquema propuesto por Pedro Juan Galán Sánchez, quien distingue cuatro rasgos fundamentales entre los constituyentes del género cronístico: cronología, estilo plano, universalismo y providencialismo29. En relación al primero de dichos elementos, si obviamos el sistema cronológico del epílogo que, como hemos visto, presenta numerosos problemas de autoría, podemos señalar que el relato, además de estructurarse en base a los hechos, sigue una línea narrativa de ordenamiento en base a los años de los emperadores. Este sistema, herencia clara de sus predecesores, rápidamente es equiparado a una novedad exclusiva del biclarense, la de fechar, a partir del asociamiento de Leovigildo a trono por parte de su hermano Liuva en 56930, con base al reinado de los reyes visigodos. Este método de fechación bipartito, que se mantiene hasta el final de la obra, ha sido interpretado como una equiparación entre los monarcas visigodos y los emperadores romanos, en un plano de estricta igualdad31. La introducción de un tercer elemento cronológico, el de los pontificados de los Papas de Roma, debería interpretarse en relación     23 Aunque Julio Campos duda de su autoría (vid. 1960, p. 52), lo incluye en su edición. Al respecto vid. Díaz y Díaz, M.C., 1976, passim; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 83; Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 131-132.     24 Autores como Galán Sánchez (vid. 1994, pp. 83-85), siguiendo a Díaz y Díaz (vid. 1976, passim), aumenta la cifra total a dos epílogos, siendo ninguno de ellos obra del biclarense. Otros como Julio Campos lo dividen en dos (vid. 1960, p. 53), al igual que Cardelle de Hartmann (vid. 2001, pp. 131-135), dudando el primero sobre la autenticidad de la primera de las partes. La segunda autora afirma que ambas partes serían apócrifas.     25 Hillgarth, J.N., 1970, p. 267.     26 Situada entre 589 y 591. Vid. Campos, J., 1960, p. 54; Sánchez Galán, P.J., 1994, p. 83.     27 Vid. Díaz y Díaz, M. C., 1976, pp. 127-129, n. 26.     28 Vid. Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 130-131.     29 Vid. Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 15-40.     30 Iohan. Bicl., Chron. a. 569, 4..     31 Campos, J., 1960, pp. 55-56; Sánchez Galán, P.J., 1994, pp. 87-89; Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 135-139.

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al peso que la temática «religiosa» adquiere en la obra, equiparable a los aspectos de índole «política»32. Finalmente, merece la pena destacar que a lo largo del relato se observa una evolución notable, desde una perspectiva «imperialista» a otra «nacionalista-visigoda», careciendo siempre de cualquier tipo de hostilidad hacia el Imperio33. A pesar de que el Chronicon presenta los rasgos característicos del género cronístico34 y, en una primera lectura, incluso una «objetiva y fría imparcialidad»35, nada más lejos de la realidad; si bien, tampoco hasta el punto de calificarlo, como hace Hillgarth, de «royal propaganda»36. Las noticias imperiales, algunas de las cuales analizaremos más tarde en profundidad y que son mayoría en la primera parte del relato37, son tratadas de forma más aséptica; sin embargo, las concernientes a los avatares peninsulares, en especial en referencia al terreno religioso, son aquellos que presentan una mayor parcialidad. Un caso paradigmático al respecto es el tratamiento que el biclarense realiza sobre la figura de Leovigildo, admirado por Juan en tanto en cuanto unificador político de Hispania, de quien silencia muchos aspectos relacionados con sus medidas pro-arrianas, bien conocidas por otros autores38. En relación a las dos últimas características fundamentales de las cuatro anteriormente citadas, y a tenor de lo que acabamos de señalar, el otro protagonista fundamental de la Crónica es Recaredo I como unificador religioso, merced a la conversión del Regnum en el III Concilio de Toledo39; un evento a todas luces trascendental y que, posiblemente, motivo a nuestro protagonista para iniciar la redacción de la misma40. Del relato de tan magno evento, el más largo y detallado de toda la obra por otra parte, deriva la visión de un pueblo, el godo, tocado por la gratia divina, merced a la cual pasa a convertirse en el nuevo «pueblo elegido»; conjurando el peligro franco y permitiendo un entendimiento pacífico con su alter ego, el Imperio41. De este modo, en una obra que destaca más por su universalismo «espacial» que «temporal» o «temático», Recaredo, unificador último de Hispania desde una perspectiva espiritual, pasa a ser concebido como un «nuevo Constantino»42. Uno de los aspectos que presenta mayores dificultades de interpretación por lo que respecta a la obra de Juan de Bíclaro es la veracidad y exactitud de la cronología     32 Sánchez Galán, P.J., 1994, p. 90.     33 Id., 1994, pp. 92-93; Álvarez García, F., 1997, p. 22.     34 Tales como brevedad, impersonalidad y acriticismo. Vid. Campos, J., 1960, pp. 55-56; Galán Sánchez, P.J., 1994, p. 97.     35 Campos, J., 1960, p. 56.     36 Hillgarth, J.N., 1970, pp. 266-276.     37 Sobre el número de noticias imperiales/peninsulares y su evolución a lo largo de la obra vid. Campos, J., 1960, pp. 58-61; Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 121-134.     38 Por ejemplo gracias a Isidoro de Sevilla (Hist. Goth. 51). Sobre este particular vid. Campos, J., 1960, p. 57; Wolf, K.B., 1990, pp. 6-10; Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 99-102; Álvarez García, F., 1997, pp. 25-26.     39 Iohan. Bicl., Chron., a. 590, 1.     40 Vid. Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 130-131.     41 Sánchez Galán, P.J., 1994, pp. 111-116; Álvarez García, F., 1997, pp. 12-22.     42 Hillgarth, J.N., 1970, pp. 269-272; Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 116-119 -sobre el universalismo-; Álvarez García, F., 1997, pp. 22-30.

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que establece a lo largo de la misma. Tuvimos ocasión de apuntar con anterioridad las dudas que existen en relación al período exacto que abarca43; y es que precisamente ese sistema de datación bipartito tan particular a través del cual se estructura la narrativa el que, en palabras de Julio Campos, «plantea una serie de problemas, de no fácil solución, al tratar de compaginar y concordar los años de orden imperiales con los vulgares, y aquellos con los de los reyes visigodos»44. Cardelle de Hartmann va más allá, llegando a afirmar que «la cronología del biclarense plantea varios problemas de casi imposible solución»45. No consideramos apropiado que este sea el lugar para extendernos sobre los mismos46, si bien es necesario señalar que una de las claves de ello está en el error que lastra completamente su desarrollo, que es la utilización errónea de la fecha dada por Víctor de Tunnuna, una de las escasas fuentes escritas que sigue Juan, para el fallecimiento de Justiniano, el de la XV indicción del año 56647. Como tendremos ocasión de observar, será un aspecto que influya profundamente en las noticias sobe el ámbito balcánico que se contienen en la obra. Por último, en relación a la transmisión manuscrita del texto, debemos señalar que la autenticidad sobre la autoría de la Crónica por parte del biclarense parece fuera de toda duda; y, junto a la Crónica de Víctor de Tunnuna y los fragmentos de la crónica de Zaragoza, tradicionalmente atribuidos al obispo Máximo48, ha llegado hasta las modernas ediciones a través de varios códices, hoy prácticamente desaparecidos49. Una vez repasados sucintamente los aspectos que consideramos claves para la comprensión de la vida y obra de nuestro protagonista, procederemos a desgranar las informaciones que, sobre el ámbito balcánico, nos proporciona en su Chronicon. 2. Notitiae Balcanorum. El Chronicon y el ámbito balcánico La primera noticia que nos proporciona Juan de Bíclaro sobre los Balcanes la sitúa en el cuarto año del emperador Justino, obviamente II (565-578), o lo que es lo mismo en el segundo año del rey Leovigildo (568-586). En la tercera entrada señala: 3. Iustinus imperator per Tiberium excubitorum comitem in cias bellum genti Abarorum ingerit et victor Tiberius Constantinopolim

Thraredit50.

    43 Vid. nota 22.     44 Campos, J., 1960, p. 62.     45 Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 135.     46 Al respecto vid. Campos, J., 1960, pp. 62-68.     47 Cardelle de Hartmann, C., 2001, p. 135.     48 En los últimos tiempos Cardelle de Hartmann ha sugerido la posibilidad de que su autoría podría recaer sobre el propio biclarense. Sobre este particular vid. 2001, pp. 118-124.     49 Para seguir los pormenores de esta cuestión, vid. Campos, J., 1960, pp. 43-52; Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 12-45.     50 Iohan. Bicl., Chron. a. 570, 3.

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Dos años después sitúa, en la primera entrada correspondiente al sexto año del emperador Justino y al cuarto del rey Leovigildo, el final del reino gépido a manos de los lombardos. Dice así: 1. Gepidarum Regnum finem accepit, qui a Langobardis proelio superati Cuniemundus rex campo occubuit et thesauri eius per Trasaricum Arrianae sectae episcopum et Reptilanem Cuniemundi nepotem Iustino imperatori Constantinopolim ad integrum perducti sunt51.

Ya hacia finales del reinado de Justino II, concretamente en su décimo año de gobierno, que equivaldría al octavo de Leovigildo (esto es 576 según la Crónica), en las entradas cuatro y cinco nos encontramos con dos informaciones muy significativas; constituyendo el primer y único caso en el que el biclarense consigna, durante el mismo año, dos informaciones concernientes al área balcánica. Son las siguientes: 4. Sclavini in Thracia multas urbes Romanorum pervadunt, quas depopulates vacuas reliquere. 5. Abares litora maris captiose obsident et navibus litora Thraciae navigantibus satis infesti sunt52.

La siguiente noticia se sitúa a caballo entre los años 577 y 578, situándola Juan durante el primer año del emperador Tiberio, que sería el noveno de Leovigildo. En la primera entrada dice lo siguiente: 1. Abares Thracias vastant et regiam urbem a muro longo obsident53.

La penúltima de las menciones al ámbito balcánico atañe también a los ávaros, quienes durante el tercer año del emperador Tiberio, equivalente al decimoprimer año de Leovigildo, protagonizarían lo que se describe a continuación también en la primera entrada: 1. Abares a finibus Thraciae pelluntur et partes Graeciae atque Pannoniae occupant54.

Finalmente cerramos el capítulo de testimonios balcánicos en el quinto año del emperador Tiberio, equivalente al decimotercer del rey Leovigildo, cuando el biclarense señala en la segunda entrada de dicho año que:     51 Iohan. Bicl., Chron. a. 572, 1.     52 Iohan. Bicl., Chron. a. 576, 4; 5.     53 Iohan. Bicl., Chron. a. 577, 1. Se refiere a las fortificaciones reconstruidas por mandato del emperador Anastasio I (491-518) en Tracia, conocidas como «Murallas Largas de Tracia» o, simplemente, como el «Muro de Anastasio». Al respecto vid. Crow, J.G., 1995, pp. 109-124.     54 Iohan. Bicl., Chron. a. 579, 1.

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2. Sclavinorum gens Illyricum et Thracias vastat55.

Una vez recogidas todas y cada una de las menciones que el biclarense realiza en su Crónica sobre diversos aspectos del ámbito balcánico, y antes de pasar a contrastarlas con el objetivo de intentar ponderar su peso y valor histórico, merece la pena que nos detengamos en una reflexión colectiva sobre las mismas. Así pues, contamos con un total de siete noticias, de las cuales cuatro hacen referencia a diversos avatares protagonizados por los ávaros (Abares, genti Abarorum); localizadas concretamente en los años 570, 576, 577-578 y 579. Constituirían, de este modo, el grupo más numeroso. Por lo que respecta a las tres restantes, dos se hacen eco de las correrías de los esclavenos, comúnmente conocidos en la historiografía actual como eslavos o proto-eslavos (Sclavini, Sclavinorum gens); y la última que nos queda está en relación con el final del Reino gépida a manos de los lombardos (Gepidarum Regnum/ Langobardis). Estarían fechadas en los años 576, 581 y 572 respectivamente, siempre en base a la cronología del Chronicon. Finalmente, debemos decir que todas ellas tienen un marcado carácter político, pues hacen referencia a diversos aspectos de la política exterior imperial en relación, siempre, al ámbito balcánico. En consonancia con lo señalado en el epígrafe anterior, la visión que Juan muestra a la hora de referirse a los asuntos balcánicos es totalmente aséptica. No existe ninguna alusión calificativa a dichos sucesos, ni tampoco el lenguaje sugiere, en este particular, un tratamiento más o menos favorable a ninguna de las partes implicadas. Si inscribimos estas informaciones en el conjunto de las noticias que la obra refleja en relación a los enemigos externos del Imperio y las iniciativas que el mismo lleva a cabo para combatirlos, podemos señalar varias cuestiones. De todas ellas se deriva la imagen de un Imperio acosado y presionado en todas sus fronteras: por la Persia sasánida en Oriente, los lombardos en Italia tras la destrucción del Reino gépida y su posterior invasión, los Mauri en África y nuestros protagonistas, ávaros y eslavos en el Danubio y los Balcanes. A pesar del, a priori, complicado panorama, se nos proyecta el retrato de un Imperio lo suficientemente fuerte como para dirimir, tanto por la fuerza de las armas como a través de la diplomacia, dichos conflictos con éxito. Destaca significativamente en el relato del biclarense la capacidad de atracción que tiene Constantinopla, capaz de convertir al Cristianismo y asimilar a toda una serie de gentes tan diversas como los garamantes y mauritanos del Norte de África56, o los suanos del Cáucaso57. Ese talento, definido actualmente como «soft-power» en el contexto de las relaciones internacionales58, es el que permite     55 Iohan. Bicl., Chron. a. 581, 2.     56 Iohan. Bicl., Chron. a. 569, 3 a. 573, 6.     57 Iohan. Bicl., Chron a. 576, 2.     58 Término acuñado por el profesor Joseph Nye en la década de los 90 del siglo XX para describir la capacidad que un determinado actor político tiene de incidir en las acciones o intereses de otros, valiéndose de medios culturales e ideológicos como complemento de las maniobras diplomáticas. Vid. Nye, J., 2004, passim.

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al Imperio, combinándolo con su poder militar y la capacidad de persuasión de su diplomacia, conjurar favorablemente, al final del relato, todos esos peligros. La única excepción la constituyen los eslavos, a quienes la política imperial parece incapaz de frenar59; un dato muy relevante y sobre el que se hace necesario reflexionar con profundidad. Una vez observadas todas las noticias y apuntados sus rasgos más sobresalientes, se antoja necesario introducirnos en un segundo nivel de análisis, cuyo objetivo es el de intentar dilucidar la veracidad histórica de las mismas y otorgarles un peso específico. Con tal fin pasamos a reconstruir los avatares históricos del ámbito balcánico durante los reinados de Justino II (565-578) y Tiberio II Constantino (578-582), emperadores bajo los cuales se sitúa el testimonio del biclarense, contrastándolo con otras informaciones de diversos autores del ámbito imperial. 3. De bello Balcanico: los sucesores de Justiniano I ante las «invasiones» ávaro-eslavas y el relato del biclarense El año 565 supuso un innegable cambio de ciclo para la historia del Imperio. El 14 de noviembre de dicho año falleció en Constantinopla el emperador Justiniano I (527-565), arquitecto de una nueva romanidad60; sucediéndole su sobrino, Justino II (565-578)61. En esos momentos nada hacía presagiar el duro conflicto que, en poco más de medio siglo, iba a desembocar en la pérdida casi total de la soberanía romana sobre el ámbito balcánico. La frontera danubiana parecía asegurada tras la «fortificación» de dicho limes con tres líneas sucesivas de defensa62 y la alianza concluida con los ávaros tras el envío de una embajada a la capital imperial en ca. 558/963; a pesar de las recurrentes correrías de esclavenos y búlgaros durante la primera mitad del siglo VI. Así pues, durante la segunda mitad de dicha centuria los principales factores del «problema balcánico» van a ser, por una parte, los esclavenos o proto-eslavos, un elemento más o menos recurrente; por la otra, la ecuación adquiere una nueva dimensión con la suma del segundo de los componentes, los ávaros, un agente, desde luego, novedoso. ¿Qué caracteriza a cada uno de estos actores? Casi podríamos afirmar que se trata de una pregunta que todavía aguarda respuesta entre los especialistas. Dejando de lado el problema de la etnogénesis, la etnonimia o la etnicidad, así como las múltiples aristas     59 Hillgarth, J.N., 1970, pp. 257-268; Galán Sánchez, P.J., 1994, pp. 130-131.     60 Al respecto vid. Maas, M., 1992, passim.     61 Sobre los pormenores de la sucesión, vid. Corip., In laud. Iust., passim.     62 Concretamente en el sector de las Puertas de Hierro del Danubio (Serbia-Rumanía), la cordillera de los Balcanes (Bulgaria-Serbia-Rumanía) y el macizo de Istranca (Bulgaria-Turquía). Vid. Procop., De Aed. IV, passim; Curta, F., 2001, pp. 120-189; con notas y abundante bibliografía.     63 En relación a los movimientos diplomáticos conducentes a la firma de la alianza entre ambas partes vid. Men. Prot., fr. 5, 1-3; Malal., Chron. XVIII, 125; Evagr., HE V, 1; Teoph. Conf., Chron. a.m. 6050 -ad a. 557/558-; Cron. Mon. I.

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derivadas de la problemática historiográfica64, los Σκλαβηνοὶ o Σκλάβοι65 pasan a ser una seria amenaza para el orden romano en los Balcanes a mediados de dicha centuria. Un Imperio seriamente debilitado por los múltiples conflictos a los que debe hacer frente y las sucesivas oleadas de la peste, observa como entre el 545 y el 558 los esclavenos penetran y devastan sistemáticamente el interior de la Península balcánica66. A pesar de todas las dificultades, el poder imperial contraataca, y el programa de fortificaciones llevado a cabo por el emperador Justiniano I a través de su arquitecto Victorino frena, durante casi veinte años, el proceso de saqueo esclaveno del interior de los Balcanes; precisamente hasta el momento en el que el biclarense los introduce en su relato. Por lo que respecta a los ávaros, si bien la imagen que nos proyectan las fuentes escritas es sensiblemente más nítida, la problemática que suscitan dichas informaciones no es, ni mucho menos, nimia. Aparecen por primera vez en las Historias de Agatías de Mirina67, continuador de Procopio, y en la actualmente fragmentaria de Menandro Protector68, continuadora, a su vez, de la del primero. El testimonio más valioso, sin embargo, data de la primera mitad del siglo VII, cuando Teofilacto Simocatta señala en su excursus que los ávaros europeos eran en realidad «pseudo-ávaros», un grupo de fugitivos «escitas» que se habría apoderado de una denominación más imponente y de mayor calado en la estepa, sustituyendo así sus antiguos nombres, «Var» y «Chunni»69. Bien parte de los «Yuan-Yuan» de las fuentes chinas, de los hunos heftalitas o descendientes de los hsiungu70, quienes se habrían apoderado anteriormente del nombre de los verdaderos ávaros (los «Wu-huan», «Yuan-Yuan» o «Ahwar» en fonología china antigua71), lo cierto es que después de entrar en contacto con el Imperio en 558, los ávaros consolidaron rápidamente su autoridad al norte del Danubio durante las siguientes décadas, creando una peligrosa confederación tribal bajo el liderazgo del khagan Bayán I (ca. 562-602)72. Volviendo nuestra mirada hacia el Imperio, la notablemente exitosa política justinianea respecto al limes danubiano, que supo aunar hábilmente murallas y embajadas, fue drásticamente modificada por su sobrino y sucesor, Justino II. A los días de     64 Por lo que respecta a estas diversas cuestiones, vid. Pristak, O., 1982, pp. 353-435 -desde una perspectiva filológica-; Curta, F., 2001, passim -combinando fuentes históricas y arqueológicas, centrado en el caso danubiano-; Barford, P.M., 2001, passim -desde una óptica fundamentalmente histórica-.     65 Tal y como los denominan, por primera vez, Agatías de Mirina y Juan Malalas. Vid. Morfakidis, M. et Casas Olea, M., 2009, p. 15, n. 22.     66 Un testigo de excepción de estos acontecimientos es el gran historiador del período justinianeo, Procopio de Cesarea, quien pudo tener algún contacto con los esclavenos durante su estancia en Italia como secretario personal del general Belisario. Como muestra vid. Procop. Hist. Sec. XVIII, 20-21. Para todos los detalles sobre el proceso vid. Whitby, M., 1988, pp. 69-80; Curta, F., 2001, pp. 75-89 y Tabla 4, pp. 116-117.     67 Agath., Hist. I, 3, 4.     68 Men. Prot., fr. 4, 1-8; fr. 5, 1-3.     69 Teoph. Simm., VII, 6-9, 12.     70 Teoph. Simm., VII, 8, 3.     71 Pristak, O., 1982, pp. 355 y ss.; Curta, F., 2005, pp. 61-62.     72 Sobre los avatares del proceso de establecimiento vid. Whitby, M., 1988, pp. 84-86; Curta, F., 2006, pp. 61-69. Una obra clave sobre los ávaros es: Pohl, W., 1988, passim; Pohl, W., 2003, pp. 574 y ss.

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ser coronado recibió en Constantinopla una legación de Bayán I, quien además de la salutación y felicitación protocolaria, pretendía calibrar las intenciones del nuevo Augusto. Targicio, su legado, se encontró con una actitud inusitadamente arrogante que rozaba la humillación, siendo informado, entre amenazas, de que el khagan no recibiría en lo sucesivo ningún tipo de subsidio de parte del gobierno imperial73. Lo que en un primer momento parecía haber sido un magistral, aunque arriesgado, golpe diplomático por parte del novel imperator, a medio plazo terminó por constituir un grave error de cálculo. Y es que Justino II, quizás lastrado por la imagen de grandeza que su tío había proyectado a lo largo y ancho del Mediterráneo durante sus casi cuarenta años de reinado, no supo calibrar adecuadamente ni las posibilidades reales del Imperio ni los cruciales acontecimientos que estaban teniendo lugar al norte del Istro74. Desde la conclusión de la ya reseñada alianza entre ávaros y romanos en las postrimerías del reinado de Justiniano I, los primeros, contando con el beneplácito imperial, habían destruido a una serie de «tribus» hunas del área septentrional del Mar Negro75. Tras afianzar su dominio en esta área, su expansión continuó hacia el Suroeste, incorporando numerosos grupos de población protoeslava de la Cuenca baja del Danubio, entre los que se encontraban los Antae, también aliados del Imperio76. El 565, además de suponer un punto de inflexión por lo que respecta a sus relaciones con el poder imperial, iba a abrir de par en par las puertas de su expansión por la Cuenca panónica. Ese año estalló el conflicto entre los dos principales poderes de dicha área, el Reino gépida, localizado al Este de la misma77, y el Reino lombardo, situado al Oeste78; ejerciendo el río Tizsa como barrera entre ambos79. Tal y como sucediera décadas atrás, sus respectivos soberanos, Cunimundo (560-567) y Alboino (563-572), intentaron recabar para sí el apoyo del Imperio a través del envío de embajadores a Constantinopla80. Justino II desdeñó la posibilidad de arbitrar en la disputa armada a pesar del ofrecimiento gépida de devolver Sirmium (Sremska-Mitrovica) a la soberanía romana. Los lombardos, que en una primera fase de la guerra parecían abocados al fracaso, llamaron en su ayuda a los ávaros, con los que hacia 567 concluyeron un acuerdo a cambio de una décima parte del ganado81; concurriendo ambas partes al campo de batalla y borrando del mapa a los gépidas. A pesar de su victoria los lombardos, atemorizados por la pujanza de la expansión ávara,     73 Corip., In Laud. Iust. III, 230 y ss; Men. Prot. fr. 8; Iohan. Eph., HE VI, 24..     74 Nombre de las fuentes clásicas para referirse al río Danubio.     75 Menandro (fr. 5, 2) nos informa de la destrucción de uniguros, zalos y sabiros. Vid. Blockley, R.C., 1985, p. 51, nota 23.     76 Concretamente desde 545. Vid. Procopio, Bell. Got. III, 14, 31-33; quien utiliza el término ἔνσπονδοι para definir su estatus para con el Imperio, en principio invariable hasta su hipotética destrucción por los ávaros en 602 (Teoph. Simm., VIII 5, 13). Vid. Curta, F., 2001, pp. 79-82.     77 Groso modo en lo que actualmente sería la región de Transilvania (Rumanía).     78 A grandes rasgos equivalente a la actual Hungría.     79 Para una visión más amplia del conflicto, vid. Curta, F., 2001, pp. 190-204, con notas y bibliografía.     80 Men. Prot., fr. 12, 1-2.     81 Men. Prot., fr. 12, 1-2; Paul. Diac., Hist. Lang. I, 27.

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migraron al año siguiente a Italia, modificando absolutamente el equilibro de poderes en el área balcánica. De ahí que la trascendencia del 568 en la historiografía de la Europa Oriental sea equiparada a la de la caída del Imperio romano de Occidente en 47682. Es precisamente en este marco donde debemos insertar la primera de las informaciones que nuestro casi olvidado protagonista, Juan de Bíclaro, introduce en su Crónica. Como podemos observar83, no es la primera en orden cronológico, y la información que nos proporciona sobre la destrucción del Reino gépida obvia muchos de los detalles que hemos relatado y que otros autores, como Menandro o Pablo Diácono, consignan. Además, la sitúa en el año 572, sexto de Justino II y cuarto de Leovigildo (571 si corregimos la fecha), cuando sabemos ciertamente que dichos acontecimientos datan del 567/8. Por lo tanto, la primera conclusión es obvia: el biclarense fecha mal dicho evento, concretamente con un ratio de error entre 3-5 años. A priori se trata de un error incomprensible, máxime cuando probablemente pudo informarse correctamente del mismo durante su estancia en Constantinopla; sin embargo, consideramos que puede tener una explicación más que plausible. Pablo Diácono nos narra cómo en 572 Alboino, el vencedor de los gépidas, fue asesinado por su esposa Rosamunda, la hija del rey Cunimundo, con cuyo cráneo se habría hecho una copa y la habría obligado a beber de ella; afrenta por la que habría jurado vengarse84. A través de su cubiculario, Peredeo, la reina habría logrado su propósito, huyendo con el tesoro a Rávena. Allí, en extrañas circunstancias, fallecieron ambos, y Longino, la máxima autoridad imperial en la provincia, habría enviado entonces el tesoro a Constantinopla85. Por lo tanto, lo que observamos es que Juan, simplemente, pudo compilar todos los acontecimientos en una sola entrada de su Chronicon, relatándolos precisamente cuando, encontrándose en la capital imperial, fue testigo o tuvo noticia de la llegada del tesoro gépida a la misma. De este modo, entendiendo la fecha que da como la correspondiente a dicho evento, del que además aporta detalles únicos como su custodia ante el emperador por el obispo arriano Trasarico y Reptila, sobrino de Cunimundo, observamos que sería plenamente válida. También en el contexto de estas fechas introduce el biclarense la segunda de las informaciones relativas al ámbito balcánico. Siendo la primera en orden cronológico y estando datada, como vimos, en el año 570 (cuarto del emperador Justino y segundo de Leovigildo), nuestro protagonista nos informa de una exitosa campaña del comes excubitorum Tiberio contra los ávaros, quien regresaría triunfal a Constantinopla86. A pesar de juicios de valor a nuestro modo de ver excesivamente simplistas, como el del, por otra parte, gran historiador Michael Whitby, quien la califica de «unreliable source»87,     82 Curta, F., 2001, p. 204.     83 Iohan. Bicl, Chron. a. 572, 1..     84 Paul Diac., Hist. Lang. II, 28.     85 Paul Diac., Hist. Lang. II, 29-30.     86 Iohan. Bicl., Chron. a. 570, 3.     87 Whitby, M., 1988, p. 87.

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se trata de un testimonio excepcional. Lo cierto es que se trata de la única fuente que ha llegado hasta nosotros que nos informa sobre dicho evento, lo cual nos obliga a tomarlo con cautela y a reflexionar acerca de su veracidad. Tras la derrota de los gépidas y la migración de los lombardos a Italia, los ávaros, dueños y señores de la Cuenca de los Cárpatos así como de la margen izquierda del Danubio, fijaron sus ojos en la estratégica ciudad de Sirmium (Sremska-Mitrovica), llave para la seguridad del domino romano al sur del limes, reclamándola como botín de guerra legítimo en virtud de vencedores de los gépidas, sus anteriores dueños88. Del relato de Menandro se deduce que durante el conflicto gépido-lombardo el Imperio habría sido capaz de recuperar dicho enclave y de defenderlo exitosamente ca. 568 de un ataque ávaro89. Tras el fracaso ante sus muros, Bayán entró en negociaciones con los imperiales, primero con Bono, máxima autoridad militar de la plaza, y posteriormente enviando una embajada ante el propio emperador90. Estos hechos, que se encuadran entre 568-569, creemos que son el contexto propicio para localizar la noticia que nos da Juan91. La información del biclarense sería totalmente comprensible con el rechazo de Justino II a llegar a cualquier tipo de acuerdo con Bayán I, el anuncio de que sería el propio Tiberio el que acudiría a la presencia del Khagan para buscar intentar «llegar a un acuerdo» y, finalmente, el despacho de una misiva a Bono aprestando a sus tropas para el combate92. Sea como fuere se trataría de un éxito breve, pues en 570 sabemos que el propio Tiberio fue derrotado a manos de los ávaros93. Si bien observamos que, igualmente, nos encontramos en esta noticia con problemas de cronología, si echamos mano del cómputo en base a la corrección de la misma (es decir, un año menos), nos encontramos con que dicha dificultad podría solucionarse favorablemente, sin afectar a la credibilidad de la información recogida por el biclarense. Continuando con el testimonio del Chronicon, el siguiente hito que nos encontramos consignado dataría, según nuestro autor, del año 576, decennalia del emperador Justino II y octavo de Leovigildo; una fecha, por lo que respecta al primero, totalmente simbólica. Tras el estallido, nuevamente, de las hostilidades con la Persia sasánida desde 572 y la pérdida de la fortaleza de Dara-Anastasiópolis al año siguiente94, fueron la emperatriz Sofía y Tiberio, nombrado a la sazón César95, sobre quienes recayó la responsabilidad de administrar los asuntos del Estado; ya que Justino, gravemente afectado por la pérdida ante los persas, no logró recuperar su salud mental96. De este modo, abierto un nuevo frente que iba a centrar la atención y recursos de las auto    88 Men. Prot., fr. 12, 7.     89 Men. Prot. fr. 12, 3-5.     90 Men. Prot. fr. 12, 4-6 .     91 Así también lo cree Michael Whitby (1988, p. 87).     92 Men. Prot. fr. 12, 6. .     93 Men. Prot., fr. 15., 1-6; Evagr., HE V, 11; Teoph. Conf. Chron. a.m. 6066 -ad a. 573/4.     94 Para más detalles sobre el estallido y primer desarrollo del conflicto, vid. Greatrex, G. et Lieu, S., 2002, pp. 142-150.     95 Evagr. HE VI, 13. La ceremonia tuvo lugar el 7 de diciembre de 574.     96 Evagr. HE VI, 11.

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ridades imperiales, nuestro protagonista nos informa, en una entrada particularmente interesante al tratarse de la única ocasión en la que menciona a ávaros y esclavenos consecutivamente en el mismo año, de una serie de iniciativas por su parte. En primer lugar alude a los sclavini como protagonistas de la invasión de una serie de ciudades en Tracia que habría terminado con muchas de ellas vacías y devastadas por completo97. Seguidamente se refiere a los ávaros, a quienes atribuye correrías en el litoral tracio a través de engaños; lo que habría convertido dicho lugar, en lo sucesivo, en un área peligrosa para la navegación98. La primera dificultad que se nos impone, al igual que sucede con el resto de entradas a lo largo de la obra, es la de su cronología. Menandro Protector, en su Historia, nos relata también como durante el cuarto año del emperador Tiberio99 unos cien mil esclavenos habrían devastado Tracia y otras muchas áreas100. ¿Ambos autores se refieren al mismo hecho? Parece existir cierto consenso entre los especialistas en que así es101. Michael Whitby opina que la predación en el ámbito balcánico, a pesar de la cronología propuesta por Florin Curta para trazar el desarrollo de las invasiones ávaro-eslavas102 y de la imagen parcial que nos proyectan las fuentes, fue prácticamente endémica durante esta década de los 70; intensificándose durante los últimos decenios del siglo VI103. Curta, por su parte, en consonancia a la diferenciación que realiza el biclarense, cree que hay indicios más que suficientes para pensar que las iniciativas de los eslavos eran totalmente independientes de las de los ávaros, tal y como podría demostrarlo la preocupación del khagan al respecto, manifestada en el envío de una embajada a uno de sus líderes, Daurentius104; una de las primeras veces que una información de este tipo aparece consignada en las fuentes romanas105. Sin embargo, la información inmediatamente subsecuente no suscita el mismo acuerdo. El punto de mayor discordia es la referencia del biclarense a los ávaros como causantes del bloqueo de las costas de Tracia y su transformación en un lugar muy peligroso; una habilidad, por otra parte, tan solo consignada en su Crónica. Tradicionalmente se ha recurrido para su interpretación al manido tópico de la confusión por parte de nuestro protagonista entre ávaros y eslavos106. En cambio nosotros opinamos que, al igual que sucede en otras ocasiones, es necesario contextualizar la información que nos proporciona. A pesar de que no estamos ante una cuestión fácil de dilucidar, considera    97 Iohan. Bicl., Chron. a. 576, 4..     98 Iohan. Bicl., Chron. a. 576, 5.     99 Comprendido entre el 7 de diciembre de 577 y el mismo día del 578.     100 Men. Prot., fr. 20.2.     101 Yannopoulos, P., 1980, p. 332; Whitby, M., 1988, p. 87; Curta, F., 2001, p. 91.     102 Quien durante este período tan solo da constancia, en base a la interpretación que hace de las fuentes históricas y arqueológicas, de una correría ávara hacia 574 y la eslava a la que estamos aludiendo para 578. Vid. Curta, F., 2001, p. 116.     103 Whitby, M., 1988, p. 87, n. 54.     104.Men. Prot., fr.. 21.     105.Curta, F., 2001, p. 91.     106 Un ejemplo de esto sería la lectura propuesta por Michael Whitby (1988, p. 87, n. 54), quien afirma que dicho equívoco podría justificarse debido al regreso del biclarense a la Península hacia esas fechas.

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mos que una primera prueba de que distingue perfectamente a unos y otros la constituye la diferenciación, más o menos nítida, que realiza de cada uno a lo largo de los mismos a lo largo de su obra; algo a lo que sin duda contribuyó su estancia en Constantinopla y el acceso a diversas obras e informaciones de autores del ámbito imperial. Los escritores proto-bizantinos raramente mezclan a ambos protagonistas, a quienes consideran preocupaciones muy distintas; tal y como pone de manifiesto, entre otras obras, el Strategikon del Pseudo-Mauricio, un tratado militar que en su libro XI distingue claramente, a la hora de entablar batalla, entre «escitas» (turcos, ávaros y otros) y «eslavos» (Antae y otros)107. Otro hecho fundamental es que Juan no afirma en ningún momento que los ávaros llevasen a cabo ningún tipo de iniciativa naval; esto es, que pilotasen naves u organizasen expediciones navales de pillaje a lo largo del litoral tracio. Entonces, ¿cómo podemos interpretarla? Conocemos también por Menandro que, sobre estos años, existía una tensión manifiesta entre ávaros y eslavos a raíz de la creciente iniciativa de estos últimos en el ámbito balcánico al margen de los designios del khagan; quien, por otra parte, desde la llegada de Tiberio II al poder, parecía haber recuperado cierto interés por el entendimiento y la colaboración entre ambas partes, lo que terminaría manifestándose al año siguiente en las iniciativas punitivas que los ávaros, con la ayuda romana, llevarían contra los eslavos108. Desde un punto de vista global, y tratando de encajar todas las piezas, creemos que podríamos estar ante un acontecimiento cuya autoría podría responder, en efecto, a los eslavos109; si bien los «autores intelectuales» e instigadores de dicha iniciativa habrían sido los ávaros110. De este modo ambas noticias podrían encuadrarse, desde una perspectiva cronológica, en el mismo período, ser complementarias y sensiblemente anteriores a esas tensiones entre ambas partes a las que Menandro hace referencia; o, incluso, el afán de «autonomía» eslavo durante las mismas ser la causa de ellas. El antepenúltimo testimonio del biclarense sobre los Balcanes hace referencia, nuevamente, a los ávaros; a quienes sitúa durante el primer año del emperador Tiberio (577 según la Crónica) devastando el territorio imperial, llegando incluso a amenazar la propia Constantinopla desde la muralla larga111. Se trata de una noticia especialmente problemática, ya que se trata del único autor que la consigna. De ahí que, nuevamente, la historiografía haya optado mayoritariamente por escurrir el bulto y desdeñarlo; una tentativa excesivamente facilona por otra parte y, generalmente, relacionada con la hipótesis de la confusión tanto cronológica como de la temática ávaro-eslava en la Crónica de Juan. Nosotros, manifestada ya nuestra opinión al respecto anteriormente, no consideramos que dichos condicionantes sean suficientes como para no prestarle atención. Nuestro co    107 Ps. Maur., Strat. XI.     108 Men. Prot., fr. 21, 25. 1.     109 Dada la referencia al ámbito marítimo; de quienes sabemos, a través de otras fuentes, que con sus naves características (monoxyla) sembraron el caos en el ámbito balcánico, llegando incluso a desafiar el poder marítimo imperial en el Cuerdo de Oro durante el sitio de Constantinopla en 626.     110 Tal y como sugiere, por otra parte, Juan de Éfeso (HE VI, 25). Vid. Whitby, M., 1988, p. 88.     111 Iohan. Bicl., Chron. a. 577, 1. Sobre la muralla larga vid. nota 53.

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nocimiento para el conflicto entre el Imperio y el Khaganato durante estos años es muy fragmentario y se reduce, fundamentalmente, a la Historia de Menandro Protector; que, como ya hemos dicho, ha llegado hasta nosotros manifiestamente incompleta. De este modo, y siguiendo el recurrente argumento de las dificultades que presenta el Chronicon desde una perspectiva cronológica, podríamos estar ante un suceso que, a pesar de ser de difícil datación, podría encuadrarse perfectamente en la dinámica de conflicto-consenso que rigen las relaciones romano-ávaras durante la década que nos ocupa. Así pues, estaríamos ante un problema de fuentes más que ante una información de mayor o menor veracidad; baste adelantar que el biclarense, a pesar de sus múltiples incoherencias en relación a las fechas, es una fuente que nunca miente. ¿Confusión? Quizás, pero en ningún caso falsedad. Del mismo modo entendemos como poco probable, manteniéndonos en nuestra tesis de diferenciación por parte de nuestro protagonista entre ávaros y eslavos, que dicha referencia pueda hacer alusión al ataque eslavo contra la muralla larga consignado, entre otros por Teófanes112, y que data del 584; así como la interpretación dada por José Marín en su edición de la Crónica de Monemvasia, quien lo pone en relación con hechos claramente datables durante el reinado del emperador Mauricio113. La penúltima de las noticias balcánicas de la Crónica de Juan nos sitúa en el tercer año del emperador Tiberio, o lo que es lo mismo el decimoprimero del rey Leovigildo (579), cuando nos informa de que los ávaros, nuevamente protagonistas, habrían sido expulsados de Tracia; si bien al caro precio de haber ocupado partes de Grecia y Panonia114. Parece existir cierto consenso en relación a la asociación de dicha referencia del biclarense con las conocidas iniciativas llevadas a cabo por el khagan contra la deseada ciudad de Sirmium115, que como vimos venía siendo objeto de disputa entre ambas partes desde la aniquilación del Reino gépida en 568. En efecto, tras la campaña de castigo llevada a cabo por parte de Bayán I contra determinados grupos de eslavos fuera de su órbita de autoridad y de haberse ganado, al menos aparentemente, la confianza de los romanos; algo que, por otra parte, se manifiesta a través de un intenso intercambio diplomático entre ambas partes116, el ambicioso líder ávaro habría puesto sus ojos sobre un viejo objetivo. Tras una larga lucha, en el año 581, al emperador Tiberio no lo quedó otra opción que iniciar las negociaciones con el fin de rendir la plaza117. De este modo nos encontraríamos, otra vez, con una información que, si bien no está colocada en el lugar que le corresponde desde un punto de vista de la cronología, se encuentra,     112 Teoph. Conf. Chron. a.m. 6076 -ad a. 583/584-.     113 No compartimos la opinión del autor de dilatar por un período tan prolongado el supuesto error cronológico del biclarense; sin embargo, sí su entusiasmo por poner en valor el testimonio de las fuentes hispanas sobre el ámbito balcánico, así como la defensa que hace sobre la veracidad de las mismas. Al respecto vid. Marín, J., 2010, pp. 94-100.     114 Iohan. Bicl., Chron. a. 579, 1.     115 Whitby, M., 1988, p. 88, n. 56; Curta, F., 2001, p. 95, n. 70.     116 Men. Prot., fr.. 21, 1-2; 25, 1-2.     117 Men. Prot., fr.. 27. 2-3.

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por otra parte, plenamente corroborada por informaciones procedentes de otros ámbitos; siendo su variación cronológica muy sensible (unos dos años aproximadamente). Por último, y compartiendo plenamente el argumento de Florin Curta118, consideramos que el biclarense se refiere única y específicamente a los ávaros en el conjunto de su noticia; no pudiendo asociarla, por lo tanto, a la referencia recogida por Evagrio Escolástico en su Histórica Eclesiástica y que se refiere, también por las mismas fechas, a una iniciativa de los eslavos en este ámbito119. Esta última, por otra parte, podría relacionarse con la noticia de Teofilacto, datada en 584, sobre una gran penetración, esclavena esta vez sí, correspondiente a la práctica totalidad del ámbito balcánico120. Por último, cerrando ya el capítulo de testimonios referentes a ávaros y escalvenos y sus correrías por los Balcanes, nos encontramos con que durante el quinto año del emperador Tiberio (581 siempre según la crónica), Juan nos informa acerca de que los esclavenos devastaron Tracia e Iliria121. De este modo entra el biclarense, a este respecto, en la década de los ochenta, un período que va a estar marcado para el Imperio por las ingentes dificultades en todos los ámbitos y va a constituir, igualmente, una puerta hacia un nuevo período cuando, al año siguiente, fallezca el todavía emperador Tiberio II Constantino y llegue al trono Mauricio (582-602). Por lo que hace referencia a nuestro teatro de operaciones, venimos observando que la situación al sur del limes danubiano se va deteriorando progresivamente conforme se intensifican las tentativas ávaro-eslavas sobre este espacio desde finales de la década de los setenta; especialmente debido a las iniciativas de Bayán I, quien parece saber sacar partido de forma maestra al duro conflicto que enfrenta a persas y romanos en la frontera oriental. Descendiendo ya a nuestra nueva entrada, lo primero que es casi obligatorio señalar es que, como habitualmente, presenta problemas cronológicos de compleja conciliación. Normalmente suele asociarse con el testimonio de Teofilacto Simocatta, quien relata que hacia el 584 los ávaros habrían dado rienda suelta a los esclavenos para que acechasen y saqueasen el territorio balcánico a voluntad122. De todos modos, cabría perfectamente la posibilidad de que se tratase de un acontecimiento localizado de forma más o menos precisa y exacta en relación a su fecha; pues Juan de Éfeso sitúa en este año (581) la partida del «pueblo maldito de los eslavos» y el saqueo de amplias áreas de Grecia, Tesalia y Tracia, tomando muchas ciudades y fortalezas, arrasando, quemando y saqueando todo el país123. No tenemos espacio para detenernos en el análisis del complejo y profuso debate que este hecho y otros subsecuentes han suscitado en la moderna historiografía acerca de la verdadera acepción de términos como «Grecia» en las diversas obras de los autores     118 Vid. Curta, F., 2001, p. 95.     119 Evagr., HE. VI, 10.     120 Teoph. Simm., I, 7, 3-6.     121 Iohan. Bicl., Chron. a. 581.     122 Teoph. Simm., Hist. I, 7, 3-6.     123 Iohan. Eph., HE., VI, 25.

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proto-bizantinos; así como las reflexiones acerca de quiénes eran realmente los que se escondían detrás de términos paraguas como el de esclavinorun gens124. En cualquier caso, lo fundamental, en nuestra opinión, es que hacia principios de la década de los ochenta los testimonios escritos sugieren el comienzo de una masiva penetración a gran escala, protagonizada tanto por ávaros como por esclavenos, que abarca amplias áreas de los Balcanes y que, desde luego, va a implicar un punto de no retorno por lo que respecta al dominio territorial efectivo de muchas de ellas por parte de la autoridad imperial125. Toda vez que hemos intentado profundizar en el análisis del testimonio de la Crónica, situando las noticias en su contexto y orden cronológico así como a los principales protagonistas de las mismas, creemos que ha llegado el momento de pasar a realizar una síntesis recopilatoria que nos permita concluir nuestro escrito. 4. Reflexiones finales: sobre la importancia histórica del Chronicon El primer aspecto sobre el que pretendemos meditar es la cuestión del valor de las informaciones que, sobre los Balcanes, nos proporciona el biclarense a lo largo de su obra. De las seis entradas que se refieren a ello, una de ellas doble, ninguna se adapta de forma completamente fiable a la cronología dada por nuestro autor. A lo largo de nuestra contribución, tal y como hemos venido repitiendo, no hemos pretendido interferir, a la hora de exponer las noticias y sus correspondientes fechas, en el testimonio de Juan, y las hemos dado, a sabiendas de la necesaria corrección de un año menos para todas ellas, preservando la completa integridad de la fuente. Siguiendo esta línea hemos podido observar que dos de esas informaciones, concretamente las correspondientes a los años 572 (571) y 577 (576)126, podrían situarse perfectamente en la fecha propuesta por el biclarense; si bien la segunda de ellas es la que presenta menor certidumbre. A excepción de la que alude al año 570 (569), y que tal como vimos podría corresponderse, esta vez sí, con la data de la corrección, las cuatro restantes127 presentan un lapso cronológico de más/menos dos/tres años; con excepción de la última de ellas, cuya variación es algo superior (tres/cuatro). De este modo nos encontramos, en nuestra opinión, ante un autor inexacto en cuanto a sus observaciones en relación al ámbito balcánico pero, tal y como hemos podido ir viendo, totalmente fiable. Consideramos que todas y cada una de las entradas informativas que nos proporciona tienen, en mayor o menor medida, apoyatura en otras fuentes escritas, tanto coetáneas como posteriores, de áreas muy diversas del     124 Un debate polémico y paradigmático al respecto fue el protagonizado a mediados del siglo XX por Keneth M. Setton y P. Charanis en la revista Speculum a propósito de la posible ocupación onogura de Corinto y su reconquista por parte imperial. Vid. Setton, K.M., 1950, pp. 502-543; Charanis, P., 1952, pp. 343-350.     125 Vid. Metlcaf, D.M., 1962, pp. 134-157; Yannopoulos, P., 1980, pp. 323-371; Curta, F., 2001, pp. 9299; 116 para la cronología.     126 Entre paréntesis el cómputo corregido.     127 Pertenecientes a los años 576 (575), que es doble, 579 (578) y 581 (580).

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ámbito imperial; así como de otras disciplinas como la arqueología, en continuo avance en las últimas décadas. No debemos olvidar que se trata de un período que, a pesar de la existencia de significativos testimonios escritos, conocemos de forma fragmentaria, por lo que opinamos que es preciso intentar dar cobertura a las noticias que tenemos, no desdeñarlas por el mero hecho de no ser todo lo precisas y profusas que desearíamos. La inexactitud cronológica de las mismas, así como su la problemática para su adecuación a ese otro grupo de testimonios, parece incrementarse ligeramente con posterioridad a los supuestos años de estancia del biclarense en la capital, aunque, en nuestra opinión, no de forma especialmente intensa o significativa; ya que o bien tiende a mantenerse en el ratio expuesto de dos/tres años o a incrementarse hasta los tres/cuatro. Creemos que dos de los factores claves que incidieron, indudablemente, de forma significativa en las imprecisiones cronológicas de la obra de Juan fueron el cuándo y el cómo redactó su obra. Las dificultades e inexactitudes que acabamos de describir consideramos que constituirían otro aval para la hipótesis de la redacción única del Chronicon, en una fecha tardía además y posterior a su estancia en la capital imperial. Es posible que trajese consigo algún tipo de texto escrito en forma de anotaciones, incluso correspondencia, pero en ningún caso creemos que se tratase, ni de lejos, de un esbozo de lo que posteriormente sería su trabajo. Aquí entraría también la cuestión de las posibles fuentes que utilizó durante la composición de la misma. Quizás nuestro argumento carezca del peso que un análisis filológico bien hilado y comparativo de ciertos términos tanto en su obra como en otras pueda tener, pero nuestra modesta contribución pretende situarse en la línea de autores como Carmen Cardelle de Hartmann, quien se inclina a pensar que nuestro protagonista trabajó prácticamente sin fuentes escritas128. Sin combinar ambos aspectos consideramos improbable que alguien bien situado para conocer los avatares históricos imperiales de primera mano como lo era Juan hubiese caído, de forma reiterada además, en esas imprecisiones cronológicas; por mucho que la redacción de su escrito se vea lastrada por la incorrecta fecha de partida de la misma. Por sus características y el amplio elenco de informaciones que nos aporta, la Crónica de Juan de Bíclaro se trata de un testimonio excepcional dentro de la historiografía hispana tardoantigua. Ciertamente la figura del biclarense, por muchas y variadas razones, está en consonancia con lo extraordinario de su obra. Su testimonio es el único que nos informa, en una fecha tan tardía como el siglo VI, de forma tan profusa y heterogénea, de realidades ajenas a la hispana. Su valor histórico, en nuestra opinión, está fuera de toda duda, y si bien la peculiaridad de estas noticias tiende a explicarse en base a su experiencia constantinopolitana y nos es bien conocida, no lo es tanto un asunto de vital importancia: ¿a quién dirige esas informaciones? Más allá de la trascendental significación del III Concilio de Toledo y de una posible esponsoriza    128 Vid. Cardelle de Hartmann, C., 2001, pp. 139-140 para más detalles.

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ción regia, lo cierto es que consideramos que, si bien reducido, tuvo que haber entre las más altas esferas de la sociedad hispana del momento, individuos interesados en el conocimiento de una realidad goda inserta en una realidad mucho más amplia que la propia hispana. Que el conocimiento fluía desde y hacia la Península procedente de otros ámbitos, tanto imperiales como extra-imperiales, está fuera de toda duda; un buen ejemplo, de hecho, lo constituye el propio Juan. Pero desde luego que existieron gentes en Hispania, bien pertenecientes a la nobleza hispano-goda, a la más tradicional de ascendencia hispano-romana, autoridades eclesiásticas, laicas e incluso a aquellas que habitaban la conocida como Provincia Spaniae (dominios imperiales en la Península) interesadas en el testimonio escrito del biclarense; y probablemente también más allá de los Pirineos, como es bien sabido en el caso de otros autores. Sin embargo, lo que constituye sin lugar a dudas un hecho excepcional dentro de la historiografía hispana como decimos por aportar informaciones totalmente inusuales y desde un punto de vista muy particular pero a la vez enriquecedor, desde una perspectiva de interpretación historiográfica, no ha suscitado el interés y, sobre todo, el trato que, en nuestra opinión, merece la obra del biclarense. Hemos podido observar a lo largo de nuestro artículo como la Crónica de Juan era sistemáticamente relegada, maltratada e incluso ninguneada, especialmente por la historiografía procedente del ámbito anglosajón, a la hora de interpretar y valorar los acontecimientos acaecidos durante las décadas que cubre la obra. A pesar de que en las últimas décadas dicha tendencia viene subsanándose con nuevas ediciones críticas del texto, que desde luego facilitan enormemente la tarea del historiador, y en las obras que no se limitan exclusivamente a la óptica histórica tradicional y amplían y complementan su horizonte interpretativo con otras disciplinas, especialmente la arqueológica, todavía queda mucho por hacer. Como hemos recalcado, que el Chronicon implique un reto complejo a la hora de interpretar y localizar los acontecimientos que narra desde una perspectiva cronológica no es óbice para juicios de valor subjetivos, erróneos y, en ocasiones, mezquinos. La obra de Juan de Bíclaro supone un hito para la historiografía de la Antigüedad Tardía, pues da testimonio, entre otras muchas cosas, de cómo un ámbito particular va transformando progresivamente su personalidad a pesar de estar plenamente inscrito en procesos y acontecimientos que abarcan la totalidad del arco mediterráneo. Su vida y obra están, indisolublemente, estrechamente ligadas; y gracias a esta circunstancia se trata del autor occidental más importante para poder aproximarnos al análisis de una realidad, la de los Balcanes a finales del siglo VI, muy compleja, parcialmente conocida, apasionante y, como deja entrever la obra de Juan, que a través de una serie de fuertes convulsiones camina hacia una nueva realidad que, progresivamente, se va abriendo paso, con ávaros y eslavos como protagonistas. 5. Bibliografía

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