VÁSQUEZ-DÁVILA (1998) Etnoecología de un mito chontal de Tabasco sobre el murciélago y el chicozapote

August 9, 2017 | Autor: M. Vásquez Dávila | Categoría: Ethnobotany, Ethnobiology, Ethnozoology, Ethnoecology
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Descripción

Vásquez-Dávila, M.A. 1998. Etnoecología de un mito chontal de Tabasco sobre el murciélago y el chicozapote. En: Memorias del Segundo Congreso Internacional de Mayistas. Tomo II. UNAM, México. p. 485-490. ISBN 968-36-7115-2.

ETNOECOLOGÍA DE UN MITO CHONTAL DE TABASCO SOBRE EL MURCIÉLAGO Y EL CHICOZAPOTE MARCO ANTONIO VÁSQUEZ DÁVILA Centro de Ecodesarrollo, Instituto Tecnológico Agropecuario de Oaxaca

INTRODUCCIÓN Lejos de seguir la “tendencia generalizada de examinar la producción como algo distinto y autónomo de la cultura” (cf. Toledo 1991: 3), este trabajo pretende profundizar sobre una doble relación de la etnoecología chontal de Tabasco: la relación de la planta del chicozapote y el murciélago Artibeus sp., y la que guardan los chontales de Tabasco con un ser mítico que conjunta las características de los tres anteriores. Este ejemplo permite ir más allá de un estrecho criterio objetivista (herencia del pensamiento occidental) extendiendo el examen de la “porción objetiva” del corpus de la sabiduría chontal, a las otras dimensiones más subjetivas del pensamiento, como son las creencias y las percepciones (cf. Toledo 1991: 3 y 15). La relación que guarda la mitología con la naturaleza se ha investigado poco (Berlin 1978). A la reciente lista de trabajos con esta temática que ofrece Toledo (1991: 15), quisiera añadir dos que me parecen importantes: el pionero de mitobotánica zapoteca, el de Reko (1945) y el de Berlin (1978) sobre la cosmología aguaruna y la clasificación binaria del mundo vegetal. Es en este contexto que la presente contribución versa sobre la relación que guarda la mitología con la naturaleza, tomando como tema central a un ser sobrenatural con el cual los chontales de Tabasco tienen que interactuar en la vida diaria: los zutz balum u hombres-murciélago- jaguar. SUPUESTOS METODOLÓGICOS Lejos de ser, como a menudo se ha pretendido, la obra de una función fabuladora que le vuelve la espalda a la realidad, los mitos chontales muestran los modos de observación y reflexión que han estado adaptados a los descubrimientos que autoriza la naturaleza tropical, a partir de la organización y de la explotación [485]

reflexiva del ambiente (cf. Levi-Strauss 1964: 35). Dado que los chontales consideran que todas las cosas del universo son esenciales para su bienestar, la clasificación natural se convierte en un problema capital de los estudios de su mitología y exige la mayor atención desde el punto de vista de la taxonomía (cf. Riechar, citado por Levi-Strauss 1964: 75). Por ello, es necesario elaborar un glosario etnoecológico que comprenda un listado con los términos en español, latinos (científicos) y chontales de los elementos bióticos y abióticos de sus ecosistemas, que incluya plantas, animales, suelos, fenómenos meteorológicos y a los astros, etcétera. Para interpretar correctamente los mitos de los chontales de Tabasco es indispensable la identificación precisa de las plantas y de los animales que ellos mencionan (cf. Levi-Strauss 1964: 76), ya que hay problemas de orden histórico, geográfico, semántico y estructural, que están ligados a la identificación exacta de los especímenes (1964: 85). Sin embargo, no basta con identificar con precisión cada animal, cada planta, piedra, cuerpo celeste o fenómeno natural evocados en los mitos, también es necesario saber qué papel les atribuye la cultura chontal en el seno de su sistema de significaciones. Cierto es, resulta útil ilustrar la riqueza y la finura de la observación indígena y describir sus métodos: atención prolongada y repetida, ejercicio asiduo de todos los sentidos, ingenio que no desecha el análisis metódico de las deyecciones de los animales para conocer sus hábitos alimenticios (cf. Vásquez y Solís 1990, sobre el “señor fruto cargado”), etcétera. De todos estos detalles menudos, pacientemente acumulados en el transcurso de siglos y finalmente transmitidos de una generación a la otra, los chontales de Tabasco conservaron solamente algunos para otorgar a ciertos animales y plantas una función significante en el sistema mítico. Ahora bien, es preciso saber cuáles son dichas especies, pues de una sociedad a la otra varían y por lo que toca a la misma especie, estas relaciones no son constantes (cf. Levi- Strauss 1964: 86).

RESULTADOS Los chontales de Tabasco y los otros hombres Los chontales son un grupo de filiación maya que viven en las tierras inundables y calurosas del estado de Tabasco, en el sureste de México; se autodenominan los yoko yinikob, “los hombres verdaderos”, posiblemente en confrontación con los otros hombres, “los que vivieron en otra época”, y que fueron convertidos en monos o en confrontación con otro tipo de seres. Los chontales de Tabasco poseen una rica tradición oral que incluye historias sagradas o mitos. Entre éstos se encuentran el relacionado con los hombres-murciélago-jaguar (zutz balum) que son atraídos hacia los hombres chontales por su olor característico a chicozapote. En otros términos, los zutz balum son una clase de deidades con las cuales los chontales de Tabasco o yoko yinikob comparten este mundo. Los seres que viven en las historias sobre el cielo o el inframundo no son tan cotidianos para el hombre chontal, ni les teme tanto como a los que al filo del [486]

medio día en el campo o en el monte se pueden apersonar y entablar contacto; su usencia en la vida del yoko yinik puede ser benéfica o dañina; los sobrenaturales que habitan en selvas y manglares o que pasan volando por el territorio, pueden mostrarse propicios o adversos al hombre chontal. Los Aj zutz balum Los Aj zutz balum son hombres-murciélago-jaguar presentes en la tradición oral cuatro municipios chontales de Tabasco: Centro (en Tamulté de las Sabanas), Macuspana (en San Carlos), Nacajuca y Centla (en Quintín Arauz y otras comunidades indígenas). Al igual que muchos sobrenaturales, su naturaleza es dual: pueden dar riquezas o pueden devorar a los seres humanos. En la zona de Vicente Guerrero, Centla, se dice que los zutz balum son hombres-tigre, tigres voladores o vampiros-tigre; son hombres que tienen mucho pelo en el cuerpo. Ellos vuelan desde el sur para visitar a la abuela Ix Bolom (la luna) en el mar para obtener riquezas. Cuando sobrevuelan los poblados se escucha un silbido (Incháustegui 1987: 317). Según Campos (1988: 65), este silbido augura buenas cosechas. Mientras vuelan boca arriba prevalece su función benefactora. Si se voltean y reconocen en un aroma de chicozapote la presencia de algún hombre, bajan para devorarlo. En Centla se dice que es frecuente que dos zutz balum vuelen juntos. Estos seres pueden ser masculinos o femeninos. Son hombres que “ya nacen dotados con el don de volar y de la sabiduría; es algo que no se le puede enseñar a nadie”. Incháustegui (1987: 317-319) presenta in extenso el siguiente relato sobre la relación de los hombres con los zutz balum y con Ix Bolom: Un hombre aprendió el chiflido que hace volar a los zutz balum y llegó a la casa de Bolom. Al llegar, la abuela le preguntó que qué buscaba y lo escondió en una olla, tapándola. Los zutz balum se fueron a bañar al mar y luego regresaron. Cuando llegaron a la mesa, sintieron el olor del hombre, que para ellos es como el del chicozapote y le preguntan a Bolom: ¿A dónde tienes chicozapote? Ella niega tener un hombre en casa, los zutz balum cuentan dinero y se van. Entonces la anciana saca al hombre de su escondite, le dice que las riquezas no son para él y le advierte que no vuelva, porque puede ser comido por los zutz balum. Llama a una joven zuts balum y debajo de ella, el hombre regresa golpeado a la tierra.

El significativo dato que los zutz balum pueden volar gracias al silbido que emiten se precisa en la tradición oral de Tucta, Nacajuca, donde los chontales cuentan que los Aj zutz balum son seres humanos que quisieron aprender a volar, con la ayuda de un hueso mágico que soplaban como una flauta y que los elevaba a las alturas (Campos 1988: 65).

Ecología del mito de los zutz balum y los chontales de Tabasco En la naturaleza chontal, el murciélago y el jaguar tienen que ver con la oscuridad. El primero habita en las cuevas, llenas de humedad, se orienta en las [487]

tinieblas y sale de noche a volar. El jaguar posee hábitos de depredador nocturno. Hay evidencias de que las manchas de su piel fueron asociadas por los mayas con el cielo estrellado. Sería lógico, aun fuera de cualquier contexto religioso, que dos símbolos de la noche se vincularan a la luna también (Campos 1988: 62). El meollo de la relación zutz balum-hombre chontal está en la simetría chicozapote/murciélago. Ya se dijo que tanto el jaguar (Felis onca) como el murciélago (en este caso Artibeus sp.) son animales nocturnos; pues bien, ahora queda por explicar por qué los zutz balum detectan a los chontales por su olor al fruto del árbol tropical conocido botánicamente como Manilkara achras (Mill.) Fosberg. La observación ecológica de la interacción murciélago frugívoro/ árbol explicada por los propios indígenas permite determinar el origen biológico del tema y su reinterpretación para conformar una parte de la cosmología chontal de Tabasco, donde el entorno está habitado por traviesos duendes que raptan niños y muchachas al filo del medio día o por "tigres-vampiros" nocturnos, prontos a devorar. La naturaleza entera está animada por una vida sobrenatural y por fuerzas que pueden conceder abundantes riquezas, cosechas y ganado o vengarse de ofensas o incredulidad con enfermedades y muerte (Campos 1988: 73). DISCUSIÓN Sobre la relación de los mitos con la naturaleza Toda mitología constituye una manifestación plenaria del ser que revela la estructura de lo real y los múltiples modos en los cuales los seres humanos se insertan en esa realidad (Eliade 1961: 11). La capacidad ordenadora de los mitos que, en el nivel del lenguaje son palabras que circunscriben y fijan los acontecimientos, organiza la estructura de plausibilidad de la realidad. Es por ello que los discursos míticos constituyen documentos que nombran al mundo con las palabras propias de cada cultura. Es una literatura original de un medio ambiente dado, en tanto que se refiere y es producto de un medio social y natural específicos, por lo que tiene la capacidad de relacionar los signos humanos con los de la ecología circundante (Barabas y Bartolomé 1991: 28).

Sobre las otras relaciones del mito Ya se describió la ecología del mito de los zutz balum, pero más allá de la naturaleza propia, este mito chontal puede referirse también a un “nosotros” y “los otros”, ya que el representar a los zutz balam como otro tipo de criatura, hace que se fije en la memoria un “nosotros, los hombres verdaderos”, pues los textos míticos reflejan la tradición simbólica específica de la cultura donde surgieron. Constituyen concreciones de las estructuras codificadoras de la realidad, que mantienen su capacidad para expresar la particular organización de la propia cultura (Barabas y Bartolomé 1991: 28). [488]

Los mitos transforman la realidad simbólicamente. El papel que juegan los zutz balum como depredadores puede estar refiriéndose a un fenómeno político que los mazatecos, chinantecos y cuicatecos de Oaxaca han guardado en su mitología: águilas que robaban niños pequeños e incluso gente adulta, son la metáfora de las partidas imperialistas aztecas que capturaban a estos pueblos para sacrificarlos en la capital de su imperio. Así como el murciélago necesita al fruto del chicozapote como alimento, así los zutz balum son atraídos por el olor del yoko yinik, queriendo significar con esto que ciertas etnias militaristas sojuzgaron a los chontales en algún tiempo que la memoria guardó como mítico. Esto es así porque la mente humana capta y refleja lo real, pero “también le confiere una capacidad simbólica” (Zalpa et al. 1982: 25). En este sentido, el mito (probablemente el mito de los zutz balum, incluso) “representa un recurso crucial ante las amenazas del caos y de la anomia -de la angustiosa pérdida de sentidos existenciales-, que se ciernen sobre todos los órdenes sociales que los han generado en los distintos momentos de su acontecer histórico” (Barabas y Bartolomé 1991: 27). CONCLUSIÓN El mito chontal del zutz balum trasladó la realidad ecológica al plano de su cosmología. La cultura de los yoko yinikob, al confrontar su propia situación ecológica y tecnoeconómica (históricamente determinada) no permaneció inactiva ni se limitó a reflejar dicha realidad, sino que, reaccionando ante ella, la ha constituido en un sistema (cf. Levi-Strauss 1979) o corpus coherente de conocimientos, percepciones y creencias (cf. Toledo 1991). Hace cientos de años, los chontales de Tabasco observaron el hecho biológico concreto de la frugivoría de Artibeus sp. sobre Manilkara achras y lo incorporaron en sus ideas míticas de explicación de la estructura y funcionamiento del mundo, donde existen seres con características definidas como el comer chicozapotes, seres humanos dominadores y dominados, pero además seres en los que, a modo de un paradigma (cf. Fowler 1979: 222), confluyen las características de todos los anteriores, siendo así como el eje empírico se transformó en un eje imaginario.

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