VASQUEZ-DAVILA (1992) El dueño de las sardinas

Vásquez-Dávila, M.A. 1992. El dueño de las sardinas. Cultura Sur 2 (19): 21

EL DUEÑO DE LAS SARDINAS Marco Antonio Vásquez-Dávila

A

yer conocí un duende en Tapijulapa. Sucedió cuando fui a ese pueblito

de Tabasco donde la fecha especial para pescar sardinas es el Sábado de Gloria. Para acceder al lugar se cruza el río Oxolotán y se camina un rato, hasta llegar a la parte media del cerro, que abre la boca en una cueva cuya lengua de río subterráneo es morada de pequeños peces plateados. En la lancha, comenzó a platicar conmigo un señor bajito, regordete y con una sonrisa permanentemente instalada en el rostro. Poco a poco fue explicando que desde hacía muchos años su padre y su abuelo esperaban con ansia este acontecimiento sabatino para participar de él. Ya en tierra, remontando al lugar de la pesca, el señor bajito me contó cómo la planta del barbasco emborrachaba a los peces, efecto que duraba de tres a cuatro horas; después, las sardinas no pescadas volvían a su estado normal de rápidos nadadores escurridizos. En lo alto de la loma, al tiempo de mostrar la cueva, mi sonriente interlocutor dijo que él no entraría a ella, que se quedaba afuera. Poco después, entre el gentío desapareció don Marco, así se llamaba, no sin antes despedirse y mostrar satisfacción por haber encontrado un tocayo. Entre danzas y calores pasó la fiesta y mientras algunas sardinas atontadas por el barbasco eran atrapadas con canastos de bejuco, la gente se fue retirando desilusionada porque este año no cayeron suficientes peces… que "porque no echaron suficiente barbasco", que "porque ha llovido mucho", que "porque no entró el incienso a la cueva”... También me retiraba cuando apareció cuesta abajo en el camino don Marco bien borracho, sin sardinas, pero contento por haber cumplido con su deber. Tres o cuatro horas más y volverían las sardinas a su estado normal de rápidos nadadores escurridizos.

Vásquez-Dávila, M.A. 1992. El dueño de las sardinas. Cultura Sur 2 (19): 21