Vasos fenicios y sus imitaciones en contextos rituales del nordeste de la Península Ibérica (ss. VII-VI aC) (Iberia Archaeologica, 18. 2014)

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Descripción

Samuel Sardà Seuma

VASOS FENICIOS Y SUS IMITACIONES EN CONTEXTOS RITUALES DEL NORDESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA (SS. VII–VI A. C.)

Fig. 1 Mapa con la situación de los principales yacimientos mencionados en el texto, 1 Agullana. 2 St. Martí d’Empúries. 3 Vilanera. 4 Anglès. 5 Can Piteu-Can Roqueta. 6 T. Font de la Canya. 7 Era del Castell. 8 Sant Jaume. 9 La Ferradura. 10 Mas de Mussols. 11 Aldovesta. 12 Barranc Gàfols. 13 Puig Roig. 14 Coll del Moro. 15 Turó del Calvari. 16 Sant Cristòfol. 17 Tossal Redó (sin escala).

Introducción Para comprender el significado social de los objetos y productos que se vehiculan a través del comercio fenicio, debemos tener presente que se trata esencialmente de elementos que habrían contribuido a la reformulación de los símbolos de identidad en el seno de las comunidades indígenas, tanto por lo que se refiere a la modificación de los hábitos de consumo (esencialmente vino y vajilla), como a los aspectos relacionados con la imagen personal (manufacturas metálicas, tejidos, perfumes). Ello implica valorar su presencia en determinados contextos en relación a su significativa capacidad para actuar como símbolos activos en el marco de determinadas prácticas sociales, siendo el factor ritual uno de sus campos de actuación más eficaces. Partimos de la premisa de que los objetos y productos exóticos habrían participado, de manera importante, en los procesos de renovación ideológica que se detectan durante una etapa de cambios sociales fundamentales como es la primera Edad del Hierro (650–550 a. C.). De hecho, el estudio contextual detallado de los repertorios del nordeste de la Península Ibérica, ofrece la oportunidad de identificar aquellos objetos que podrían haberse vinculado de manera más efectiva a unos determinados usos rituales. Pensamos que los vasos fenicios, al ser objetos de circulación limitada asociados a un nuevo imaginario, dispondrían de un elevado capital simbólico, hecho que facilitaría su inclusión habitual entre el conjunto de instrumentos potencialmente ritualizables. Ello explicaría, en gran medida, la aparición frecuente de ciertos vasos indígenas que imitan o reinterpretan modelos fenicios, tanto en contextos funerarios como en ciertos contextos rituales documentados en espacios de hábitat.

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En definitiva, pretendemos avanzar en la comprensión de las motivaciones sociales que explican la imitación de ›lo fenicio‹, para ello pensamos que resulta indispensable adoptar una perspectiva basada esencialmente en la valoración de los aspectos contextuales. Por otro lado, damos continuidad a anteriores trabajos donde ya hemos abordado estas cuestiones, desde otros enfoques más tradicionales1 (fig. 1).

Capital simbólico, prácticas rituales y materialización de la ideología En las sociedades de pequeña escala, los objetos exóticos suelen evidenciar una limitada circulación social, factor diferencial que les proporciona un elevado capital simbólico. Ello explica su especial capacidad para transmitir significados y su enorme potencial para actuar como símbolos activos en las prácticas rituales. Debemos considerar, por lo tanto, que es precisamente este factor ritual el que motiva una elección selectiva de determinados vasos fenicios como objetos a imitar, tal y como parece confirmar la significativa presencia de dichas imitaciones en determinos contextos rituales del nordeste peninsular, tanto en el caso de ciertas tumbas distinguidas como en determinados espacios habitacionales destinados a actividades litúrgicas. El capital simbólico es ese ›capital negado‹, reconocido como legítimo, que constituye sin duda, la única forma posible de acumulación en aquellas sociedades en las que el capital económico no es reconocido2. De hecho, el capital simbólico juega un papel esencial a la hora de entender el funcionamiento de las relaciones sociales en aquellos casos en que no existe un poder plenamente institucionalizado, pues es precisamente la exhibición del capital simbólico lo que permite renovar los vínculos de dominación, creando y justificando los lazos personales de dependencia a través de la deuda o contrapartida. Es por ello, que el uso social del capital simbólico se considera uno de los medios más eficaces para obtener ventajas y beneficios (capital económico), actuando como uno de los recursos más efectivos de la ideología a la hora de establecer las relaciones de poder. En este sentido, debemos señalar que, aunque las ideas y creencias no se conservan en el registro arqueológico, sí que podemos identificar la ubicación, distribución y asociación de aquellos objetos o elementos materiales que podrían haber actuado como símbolos o medios de expresión de la ideología. Así, la materialización de la ideología es la transformación de las ideas, valores, historias y mitos en una realidad física que actúa como vehículo de expresión, ya sea a través de la construcción de un monumento, del uso de un objeto simbólico o de la celebración de una ceremonia3. En este sentido, hay que poner énfasis en la necesidad de valorar que tipos de relaciones se establecen entre personas y objetos, con el objetivo de descifrar de que manera se utilizan los objetos a la hora de edificar las relaciones sociales4. De hecho, los antropólogos ya hace tiempo que han empezado a poner énfasis en un nuevo concepto: la ›ritualización‹. Mediante la ritualización determinadas acciones de carácter cotidiano pueden adoptar un énfasis especial en el momento en que pasan a actuar unas determinadas convenciones sociales. Por lo tanto, un aspecto fundamental de la ritualización es la capacidad de accionar la opinión sobre determinadas prácticas o hábitos y otorgarles un significado especial5. Se ha señalado que en las sociedades tradicionales, algunas actividades y elementos del ámbito doméstico son seleccionadas en un momento determinado y pasan a utilizarse de forma enfatizada o teatralizada adoptando un sentido ritual6. No obstante, Pierre Bourdieu ha demostrado que la práctica diaria puede jugar también un papel importante en la naturalización de las estructuras sociales y de control, inculcando disposiciones que constituyen el habitus y que sirven para limitar en el día a día la percepción de las alternativas de actuación7. Pero ello no excluye que las prácticas rituales puedan complementar el habitus a partir de la inclusión de ciertas prácticas teatralizadas o simbólicas en las actividades cotidianas. Y por otro lado, no hay duda de que las prácticas rituales siempre disponen de un potencial de manipulación social y de simbolismo político mayor que el habitus8. En este sentido, las prácticas rituales, más allá de su carácter repetitivo y estandarizado, incorporan un simbolismo más potenciado. Por lo tanto, es indudable que siempre debemos situar las prácticas rituales en el marco de la relación existente entre sociedad, simbolismo e ideología. De lo que no hay duda,

1

Graells – Sardà 2005; Sardà 2007; Sardà 2008.

2

Bourdieu 2008, 188.

3

Demarrais et al. 1996, 16.

4

Gosden 2008, 22.

5

Bell 1992, 220.

6

Bradley 2005, 34.

7

Bourdieu 1977.

8

Dietler 1999, 136.

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es que en los trabajos sobre el mundo ibérico, las cuestiones relacionadas con los ritos y las creencias se han interpretado habitualmente en relación a la evolución que experimentan las estructuras socio-políticas y la ideología9. Así, en etapas formativas como la que nos ocupa, la ideología responde al patrón de una organización social de carácter familiar/gentilicio y se ha señalado que las creencias estarían relacionadas esencialmente con el culto a los antepasados y con el ciclo de la agricultura. La ideología, como parte activa de la cultura es un componente integral de las interacciones humanas y de las estrategias de poder que configuran todo sistema socio-político. De hecho, en etapas como la que nos ocupa, en que no existe un poder político plenamente institucionalizado, el control de los rituales y de las ceremonias se convierte en uno de los medios más efectivos para fijar sanciones, organizar el desarrollo de las estrategias económicas y establecer o modificar unas determinadas configuraciones sociales10. Tradicionalmente, a la hora de tratar el papel que juegan las prácticas rituales en las sociedades de pequeña escala, se ha puesto énfasis en el hecho de valorar su función como mecanismo de control, y en general como fórmula de mantener la solidaridad y el orden social. En función de esta línea interpretativa, el ritual ha sido entendido como un ›reglamento transmitido‹ a través del cual se comunica y se justifica la existencia de las formas ideológicas y de las relaciones sociales establecidas. Pero, al margen de su capacidad para generar estabilidad, los rituales también pueden actuar como agentes de cambio a la hora de expresar la igualdad o justificar la extensión de la jerarquía social11. Abner Cohen12 destacó el potencial activo de los rituales en la ejecución simbólica de las declaraciones de los grupos sociales y de las personas que compiten para la definición de su propia situación en relación al poder. En este sentido, no hay duda que la ideología, como factor de poder que actúa en el trasfondo de muchos rituales, siempre es de naturaleza ambivalente, pues por un lado promueve el sentimiento de pertenencia a una identidad común, mientras que del otro pretende justificar las diferencias sociales y el acceso privilegiado de los sectores dominantes a la riqueza y a la autoridad13. Se ha apuntado que las ceremonias que implican la celebración de una experiencia comunitaria compartida, pueden actuar como un acto especialmente significativo a la hora de negociar las relaciones de poder y establecer nuevas situaciones de jerarquía social14. Es en este sentido que se ha señalado que determinadas actividades rituales comunitarias, como las prácticas de comensalidad y los ritos funerarios, ofrecen el escenario idóneo para la modificación y la manipulación de las relaciones sociales, pues pueden servir para fomentar la solidaridad, pero también para potenciar la competencia y remarcar las diferencias.

Más allá de las importaciones. Derivaciones e hibridaciones Al valorar el repertorio cerámico en relación al estudio de los procesos de contacto cultural, no sólo debemos focalizar nuestra atención en la presencia de importaciones, sino que debemos analizar detalladamente los contextos y observar qué tipo de modificaciones concretas experimentan los conjuntos vasculares. En el nordeste peninsular, la imitación de formas vasculares mediterráneas durante la primera Edad del Hierro es otra variable que debemos contemplar, a la hora de calibrar la incidencia importante y la repercusión relevante que supuso el contacto con el comercio fenicio. De hecho, la presencia de vasos que imitan o remiten a formas y conceptos de la tradición vascular fenicia se ha podidio documentar a través de múltiples ejemplos, tanto por lo que se refiere a contenedores, ya sean urnas Cruz del Negro (Agullana, Coll del Moro, Coll Alt, Tossal Redó, San Cristóbal, La Ferradura, Can Piteu-Can Roqueta, Sant Martí d’Empúries) (fig. 2) o pithoi (Aldovesta, San Cristóbal, Era del Castell, Can Piteu-Can Roqueta, Sant Martí d’Empúries) (fig. 5) como a elementos de vajilla, tanto por lo que se refiere a platos (Turó del Calvari, Coll del Moro, Barranc de Gàfols) (fig. 4) como a oinochoai (Turó del Calvari, Puig Roig) (fig. 3). En todo caso, debemos señalar que la presencia de dichas imitaciones suele detectarse en contextos rituales, lo que nos indica la importancia simbólica que habría adquirido el uso de ›lo exótico‹ en el marco de determinadas prácticas de representación social. En realidad, la presencia de imitaciones nos obliga a considerar sobretodo el significado local y el valor social de estas versiones para evaluar cual es el papel concreto que juegan en cada contexto: »Forms and decoration are wholly determined by and for the society for which it was made (...) Why copy? (...) Every case

9

Moneo 2003, 15.

10

Knapp 1988, 155.

11

Aldenderfer 1993, 1.

12

Cohen 1974; Cohen 1979.

13

Demarrais et al. 1996, 31.

14

Potter 2000, 472.

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Fig. 2 a Urnas Cruz del Negro en cerámica a mano de la tumba 184 de Can Bech de baix (Agullana, Girona); b Urnas Cruz del Negro en cerámica a mano de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell, Barcelona); c Urnas Cruz del Negro en cerámica a mano de Tossal Redó (Calaceite, Teruel); d Urnas Cruz del Negro en cerámica a mano de San Cristóbal (Mazaleón, Teruel); e Urnas Cruz del Negro de Coll del Moro (Gandesa, Tarragona) (sin escala).

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Fig. 3 a–c Oinochoai a torno de Barranc de Gàfols (Ginestar, Tarragona) y Sant Jaume (Alcanar, Tarragona); d. e Oinochoai piriformes en cerámica a mano de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona) y Puig Roig (Masroig, Tarragona); f–h Oinochoai híbridos de cuello diferenciado en cerámica a mano de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona).

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a

b

c

d

e

f

g

i

h

j

Fig. 4 a–h Platos con pie acampanado en cerámica a mano de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona); i Plato a torno con pie calado de Coll del Moro (Gandesa, Tarragona); j Plato en cerámica a mano de Barranc de Gàfols (Ginestar, Tarragona).

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has to be treated on its merits«15. La aparición de imitaciones siempre expresa la voluntad de acceder a determinadas piezas exóticas, no obstante, pensamos que no es lo mismo valorar la presencia de imitaciones en contextos coloniales o mixtos, donde podemos imaginar la presencia de una comunidad de artesanos foráneos, que en aquellos otros casos donde la distribución esporádica y puntual de determinadas piezas puede dar lugar a la aparición de algunas producciones indígenas que intentan reproducir tipos foráneos. En relación a este tema, exponemos aquí un modelo sobre el cual hemos trabajado en anteriores trabajos16 y que se fundamenta en aspectos tomados de distintas propuestas17: 1) Conocimiento del modelo original. Valorando de manera comparada las importaciones y las producciones realizadas en ambientes locales por artesanos originales, las diferencias más importantes entre unas producciones y otras acostumbran a concentrarse en aspectos como el tipo de pastas18 y las técnicas de fabricación. 2) Valoración del modelo original. Es el factor que motiva la elección de los vasos a imitar. Es el caso de los skyphoi y las kotylai, vasos para beber característicos del mundo griego, que rápidamente se convirtieron en piezas características de los repertorios fenicios documentados en asentamientos como Toscanos o Cartago19. En todo caso, debemos evaluar, qué motivos funcionales e ideológicos conllevan la aceptación y la adaptación de determinados tipos foráneos en una nueva realidad social. 3) Reproducción que respeta: la morfología y el perfil similar (y normalmente las dimensiones) o sólo ciertos conceptos y partes integrantes (dando lugar a la creación de piezas híbridas). Por lo tanto, debemos valorar que es lo que entendemos por imitación en cada caso y evaluar una serie de matices. Así por ejemplo, C. Briese y R. Docter20 distinguen entre las adaptaciones y las recepciones. Las adaptaciones corresponden a producciones que aunque se diferencian claramente del original, presentan las caraterísticas simplificadas o reinterpretadas en función de su propia tradición vascular; en cambio las recepciones, equivalen a recipientes que presentan préstamos decorativos en formas no bien imitadas. 4) En nuestro caso, y en función de los contextos que analizamos en el presente trabajo, lo cierto es que en pocas ocasiones nos encontramos ante una reproducción o copia fidedigna del modelo original, sino que cobra más sentido hablar de derivaciones, en aquellos casos en que se trata de piezas que reproducen en líneas generales un perfil similar, o bien de reinterpretaciones, cuando se trata de piezas que reproducen sólo ciertos elementos o conceptos y dan lugar a la aparición de piezas híbridas. Es importante aclarar este posicionamiento conceptual, porque hemos detectado que en muchos casos se utilizan indistintamente términos que en realidad pueden corresponder a realidades muy diferentes. En concreto, para la zona en estudio, nos hallamos ante producciones tipológicamente muy similares a los originales fenicios y otros ejemplos que en cambio, únicamente incorporan alguna característica de los modelos que imitan. Todas estas manifestaciones, por distantes que aparentemente puedan parecer, pensamos que en líneas generales se insertan dentro de una misma lógica cultural, la cual puede indicar distintos estadios dentro de un mismo proceso de adaptación de conceptos mediterráneos o, simplemente, puede estar expresando la materialización de distintas respuestas. Piezas como las urnas a mano de la tumba 184 de la necrópolis de Agullana, que imitan claramente las urnas Cruz del Negro, reproducen con un alto grado de fidelidad el perfil general de los prototipos exógenos, en cambio, los platos y oinochoai documentados en Turó del Calvari, que incorporan rasgos claramente locales como los pies altos acampañados, son, en realidad, vasos que fusionan elementos indígenas con conceptos fenicios, dando lugar a la aparición de ejemplares que constituyen piezas realmente singulares. 5) Uso y significado adaptado a las condiciones locales. Aunque somos de la opinión de que es, sobretodo, el conocimiento funcional e ideológico el que lleva a la aceptación o al rechazo de un determinado objeto21, hay que valorar detalladamente los aspectos contextuales para poder descifrar el uso y el significado de los objetos en cada caso concreto. En relación a los elementos de vajilla, está claro que en el repertorio indígena ya existían jarras, tazas, cuencos y otros vasos que debían utilizarse de manera habitual en el marco de los banquetes y de las fiestas de hospitalidad, pero las formas concretas inspiradas en piezas exógenas de vajilla, como por ejemplo el caso de los oinochoai o de algunas copas y platos inspirados en modelos fenicios y griegos, definen una voluntad expresa de reproducir la misma

15

Boardman 2004, 149.

16

Graells – Sardà 2005; Sardà 2008.

17

Como los trabajos pioneros de Blakeway (Blakeway 1932/33 y Blakeway 1935), que se complementan con el trabajo de Briese y Docter (Briese – Docter 1998) y las aportaciones de otros trabajos recientes (Kristiansen – Larsson 2006; Vives 2006; Delgado – Ferrer 2007).

18

Briese – Docter 1998, 174.

19

Briese – Docter 1998, 173.

20

Briese – Docter 1998, 174.

21

Colonna 1973/74.

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funcionalidad, muy probablemente relacionada con el consumo de productos exóticos y sobretodo con la voluntad de comunicar un determinado mensaje social de exclusividad y distinción. Debemos remarcar pues, que la llegada de nuevos símbolos mediterráneos conllevó de una u otra forma, una reformulación del instrumental utilizado en las celebraciones de relación social. En el nordeste peninsular, estas modificaciones no sólo se constatan a través de la aparición de imitaciones, sino sobretodo a través de la ampliación que experimentan los sets locales de vajilla, así como por la potenciación del simbolismo distintivo que experimentan ciertas producciones indígenas a partir de la emergencia de nuevos conceptos decorativos (uso del rojo, decoraciones bícromas, pies calados)22 (fig. 3). 6) El valor social de las imitaciones. La presencia de imitaciones nos obliga a considerar el significado local de estos objetos para poder evaluar cual es el papel concreto que juegan en cada contexto. En este sentido, está claro que en aquellas situaciones de contacto cultural en que se constata una distribución más bien esporádica o puntual de determinadas importaciones, la imitación de estas producciones foraneas debe ser interpretada como motivo de diferenciación social, en virtud del acceso al conocimiento y a la posesión de ciertos objetos de prestigio. De hecho, resulta sugerente observar y valorar la incidencia de las relaciones entre comunidades diferentes a partir del tipo de material importado y sus imitaciones23, siendo a priori, mayor la diferenciación social en aquellos ámbitos donde la presencia de importaciones es baja y donde se recurre a la imitación de formas de inspiración foránea. Así, en cuanto a bienes de prestigio, las imitaciones pueden jugar un papel incluso más importante que las importaciones, pues su elaboración implica un conocimiento tecnológico foráneo que está imbuido de estatus24. Por lo tanto, las imitaciones no deben entenderse como una simple reacción ante el impacto estético producido por la llegada de unos recipientes novedosos, sino como resultado de una clara voluntad por identificarse con una serie de símbolos exóticos que pueden conferir prestigio y poder25 y que además, contribuyen a la modificación de las prácticas rituales y de consumo, hecho que nos obliga a entenderlos como parte activa en las construcciones identitarias26 (fig. 4).

Vasos fenicios y sus imitaciones en habitaciones diferenciales Por lo que se refiere a la presencia de imitaciones fenicias en contextos de hábitat, debemos destacar su frecuente localización en contextos asociados a la práctica de actividades rituales. En este sentido, destacan especialmente los datos documentados en algunos asentamientos de la zona del bajo valle del Ebro, siendo habitual la presencia de vasos fenicios y/o de sus imitaciones en aquellos contextos que podemos definir de manera genérica como espacios diferenciales27. Esta tendencia se constata en todos los casos: en la habitación 1 de Sant Jaume (Alcanar) (ánforas, pithoi, urnas Cruz del Negro, morteros-trípode y platos), en la habitación 1 (ánforas, urna Cruz del Negro, thymiaterion y oinochoe) y la habitación 2 (ánfora, pithos, thymaterion) de Barranc de Gàfols (Ginestar), en la habitación 1 de Tossal Redó (Calaceite) (imitación de urna Cruz del Negro) y en la habitación 2 de San Cristóbal (Mazaleón) (urna Cruz del Negro, imitación de urna Cruz del Negro e imitación de pithos). En primer lugar, debemos destacar la habitación 1 de Tossal Redó (Calaceite) (fig. 6 a), pues una revisión de materiales llevada a cabo por R. Lucas28 permitió documentar un conjunto de materiales con ciertas peculiaridades en la denominada habitación 1, una estancia semiexcavada en la roca. De hecho, dicha autora llegó a hablar de un »espacio dedicado al culto o a guardar los objetos sagrados«29 opinión que ha sido retomada y compartida por diferentes autores desde ese momento. En todo caso, estaríamos de acuerdo en el carácter diferencial de dicho espacio. Los materiales identificados incluían la pata de una mesa de barro con un pequeño receptáculo, interpretada como una mesita de ofrendas o altar portátil, elementos de barro decorados con acanaladuras geométricas, una imitación a mano de un vaso tipo Cruz del Negro, el famoso vaso teromorfo –que por su singularidad lleva a pensar como apuntara Lucas a un destino ritual, relacionado muy probablemente con los incensarios, una hebilla

22

Sardà 2008, 97.

23

Blackeway 1935.

24

Helms 1993; Kristiansen – Larsson 2006, 34.

25

Helms 1988.

26

Vives 2005.

27

Utilizamos dicho concepto, acuñado por Luis Fatás en relación al estudio de la habitación 2 de San Cristóbal (Fatás 2004–2005) y retomado en un trabajo conjunto sobre los ámbitos diferenciales de la Terra Alta-Matarraña (Sardà et al. 2010).

28

Lucas 1989.

29

Lucas 1989, 198.

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Fig. 5 a Pithos en cerámica a mano de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell, Barcelona); b Pithos en cerámica a mano de Aldovesta (Benifallet, Tarragona); c Pithos en cerámica a mano de San Cristóbal (Mazaleón, Teruel) (sin escala).

de cinturón de bronce y un botón semiesférico con travesaño en cruz de ese mismo material. Junto a todos estos elementos, entre los materiales que figuran en el trabajo de Mª Rosario Lucas destacan una serie de vasos indígenas de vajilla, algunos de ellos con la superficie bruñida. Se trata de elementos que permiten constatar, también en esta habitación, la presencia de un pequeño juego de vajilla que está integrado por piezas características del repertorio cerámico del primer hierro (vasitos globulares, tacitas troncocónicas, un cuenco carenado, etc.) y que deben relacionarse muy probablemente con la celebración de prácticas que incluirían el consumo ritual de la bebida. En el caso de San Cristóbal (Mazaleón), debemos destacar los datos aportados por Luis Fatás, una vez revisados los materiales documentados en la habitación 2 (fig. 6 b). Se trata de un espacio del cual también procedían distintos elementos de barro decorados con elementos geométricos; hasta 3 pies o soportes, también de barro; y restos de un prisma de este mismo material con decoración igualmente geométrica. Con éstos, aparecía también un repertorio cerámico significativo, destacando, entre otros, dos fragmentos de un vaso Cruz del Negro; una imitación indígena de un vaso de este mismo tipo; una imitación de un pithos de gran tamaño de tradición mediterránea; fragmentos de una peculiar forma con triángulos excisos (que recuerdan en su disposición a los triángulos calados de La Clota), y figuras ornitomorfas incisas; una silueta de un ave; y un plato de gran diámetro (ca. 40 cm) de borde biselado. Finalmente, aparecía un regatón tubular de bronce; dos varillas de bronce de sección cuadrangular; y restos faunísticos de suido y cánido. Junto a estos materiales más significativos, aparecían varios pies altos, una cerámica pintada y dos fragmentos torneados que ya fueron comentados como ibéricos por E. Sanmartí30 y que pueden ser reinterpretados como cerámica de tipo fenicio/protoibérica. Destaca el hecho de que uno de ellos es un fragmento de asa que dicho autor relaciona con un oinochoe (fig. 5). En el caso de Barranc de Gàfols (Ginestar)31 (590–560 a. C.), destacan dos ámbitos del bloque constructivo A (recintos I y II), que han permitido identificar una serie de evidencias claras que se pueden poner en relación con la realización de determinadas prácticas rituales: ofrendas de fundación, prácticas cultuales y consumo comunitario de la bebida. De hecho, los recintos I y II no sólo son los más antiguos del asentamiento, sino también los únicos que presentaban un revestimiento interno con decoración pintada, contenían el único horno culinario documentado en el asentamiento, y a la vez son los que han permitido recuperar el conjunto más extenso de piezas de vajilla, así como la mayor parte de elementos de carácter ritual, indicios que han llevado a interpretar estos ámbitos como las residencias de la primera generación de la familia extendida, es decir, los espacios ocupados por los hombres de más edad que podían haber actuado como jefes de linaje32. Por otro lado, en el caso de Sant Jaume (Alcanar)33, debemos destacar el ámbito A1, una habitación que presentaba un pilar central y un banco corrido y que se ha

30

Sanmartí 1979.

31

Sanmartí et al. 2000, 187.

32

Sanmartí et al. 2001.

33

Garcia 2005, 498.

139

Fig. 6 Ubicación microespacial de los objetos documentados, a en la Habitación 1 de Tossal Redó (Calaceite, Teruel); b en la Habitación 2 de San Cristóbal (Mazaleón, Teruel); c en las habitaciones 1 y 2 del recinto aislado de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona).

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intepretado como un posible espacio de consumo y de reunión. En este espacio se ha podido constatar la presencia de dos ánforas fenicias, 4 pithoi, 2 urnas Cruz del Negro, 2 morteros-trípode y un plato fenicio. En todo caso, estos distintos ámbitos diferenciales a los cuales hemos hecho referencia, deben entenderse más bien como espacios polivalentes vinculados muy probablemente a las familias de los jefes de linaje. De hecho, lo más probable es que se tratara de simples viviendas convertidas, por unas pocas horas o dias, en espacios donde llevar a cabo una pequeña parte del conjunto general de prácticas litúrgicas que formaban parte de los ciclos ceremoniales comunitarios. Pero, entre el conjunto de datos recientes que permiten aproximarnos al conocimiento exhaustivo de un contexto que presenta un repertorio cerámico que integra una serie de imitaciones claramente inspiradas en modelos fenicios, debemos destacar el caso del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs)34 (fig. 6 c). Se trata de un yacimiento integrado por un único edificio turriforme aislado, cuya ocupación debe situarse en la primera mitad del s. VI a. C. (580–550 a. C.) y que ha permitido documentar un amplio repertorio de instrumentos que parece que podrían relacionarse con la práctica de determinadas actividades rituales, como las ofrendas de cereales y el consumo comunitario del vino35. Este edificio, de al menos dos pisos, presenta una planta baja dividida en dos estancias que proporcionan una superficie ocupacional de unos 66 m2. Ha sido interpretado como un recinto vinculado a una célula familiar o linaje que goza de un rol diferencial en el marco de las prácticas rituales que vehicularían las relaciones sociales a nivel micro-regional. La intervención permitió recuperar un amplio conjunto de elementos de barro de acabado muy refinado (encalados pintados, revestimientos moldurados) que nos indican que, al menos, los dos ámbitos de la planta baja, presentaban una decoración muy sofisticada. Por lo que se refiere a materiales muebles, destaca sobretodo la presencia de un amplio set de vajilla que incluye 27 platos, 5 oinochoai y 9 vasitos globulares. Se trata de piezas fabricadas en cerámica a mano, pero que tanto en el caso de los oinochoai como de los platos, reinterpretan formas que derivan claramente de modelos fenicios, tanto a nivel formal como a nivel decorativo, pues muchos de ellos presentan un acabado superficial en tonalidades rojizas claramente inspirado en la vajilla fenicia de engobe rojo. Por lo que se refiere a los oinochoai, destaca un ejemplar que está decorado con figuras aviares y que a nivel decorativo puede ponerse en clara relación con el vaso teromorfo de Tossal Redó36. En cuanto a la cerámica a torno, destaca la presencia de 7 recipientes de tipo fenicio (3 ánforas T.10.1.2.1, 1 pithos, 1 urna Cruz del Negro y 2 platos)37. Por otro lado, debemos apuntar que los análisis carpológicos han permitido documentar la presencia de algunas semillas de uva en una unidad estratigráfica relacionada con el contenido de dos de las ánforas documentadas en la Habitación 1. En cuanto a la presencia de otros elementos rituales, debemos destacar especialmente la presencia de unas mesitas de ofrendas, similares a las de Tossal Redó y Els Castellans, y sobretodo unos soportes de barro o kernoi. Los análisis de residuos permitieron constatar que uno de los kernoi conservaba evidencias relacionadas con la cremación de un sustancia elaborada a base de cereales mezclados con una preparación aceitosa38, una práctica vinculada muy probablemente a las ofrendas de cereales. Ello permite empezar a vislumbrar con evidencias arqueológicas concretas una serie de prácticas rituales locales, que podrían estar vinculadas al mundo agrícola. En este sentido, hay que tener en cuenta la importancia que adquieren, en todas las sociedades pre-industriales, los rituales relacionados con los cambios de estación (rituales vinculados a los ciclos lunares: solsticios y equinocios), un hecho que a través del filtro de la cristianización refleja todavía nuestro calendario actual (Navidad, Semana Santa, San Juan, San Miguel)39. En función de los datos obtenidos en el Turó del Calvari, puede proponerse que este tipo de prácticas rituales comunitarias de celebración estacional o periódica, generalmente asociadas al ciclo agrícola, serían el escenario idóneo para la introducción de nuevos productos de prestigio como el vino y para la exhibición de nuevos instrumentos litúrgicos como el oinochoe, un tipo cerámico específicamente destinado al servicio de la bebida, que también puede que apareciera en San Cristóbal. De hecho, en el caso del Turó del Calvari, la presencia de ánforas vinarias y de un amplio set de vajilla nos indica la irrupción de claras influencias mediterráneas en las prácticas de consumo ritual y establece una clara conexión con determinados yacimientos del curso inferior del Ebro como Barranc de Gàfols (Ginestar) y Sant Jaume (Alcanar), que han permitido documentar una notable recepción anfórica y conjuntos similares de vajilla. No obstante,

34

Bea – Diloli 2005.

35

Sardà 2007; Sardà 2008.

36

Sobre este tipo de decoraciones v. Sardà – Graells 2007.

37

El estudio de los recipientes a torno y el análisis de pastas (Sardà 2007) han permitido constatar la existencia de tres producciones diferentes. Se trata de producciones de tipo fenicio/protoibéricas de procedencia indeterminada que no corresponden a las características producciones fenicias del denominado »Grupo Málaga« (habituales en la zona del Ebro entre el 650–600/575 a. C.) y que sitúan el contexto cerámico del Turó del Calvari en una problemática similar a la documentada en otros yacimientos como Barranc de Gàfols (Ginestar) o Sant Jaume (Alcanar).

38

Bea – Diloli 2005, 184.

39

Ruiz-Gálvez 2005, 256.

141

la presencia de mesitas de ofrendas, kernoi o similares, así como un oinochoe con decoraciones zoomorfas, son datos que evidencian una clara conexión con el instrumental litúrgico de los yacimientos interiores de la zona del Matarraña como San Cristóbal (Mazaleón) y Tossal Redó (Calaceite) (fig. 6).

Vasos fenicios y sus imitaciones en contextos funerarios Entre las necrópolis del nordeste peninsular, la inclusión de vasos fenicios e imitaciones de éstos, es una tendencia que se focaliza fundamentalmente en tres áreas geográficas muy concretas: la zona del entorno ampuritano, la costa central catalana y la zona del Ebro. En todo caso, la presencia tipológicamente más diversa y cuantitativamente más significativa de vasos fenicios, se documenta en el caso de Vilanera (L’Escala). En esta necrópolis ampuritana la presencia de vasos fenicios se documenta en 9 de las 58 tumbas estudiadas hasta el momento, representado un porcentaje aproximado del 15 % respecto el conjunto total del repertorio cerámico40. Esta presencia está atestiguada, como mínimo, por 13 vasos que se conservan enteros: cinco pithoi, dos morteros-trípode, una botellita de aceite perfumado, una urna Cruz del Negro, dos vasos abiertos (uno de los cuales incorpora dos asas de implantación horitzontal), una copa que parece una adaptación fenicia de una kotyle griega y un gran cuenco o copa carenada41. No obstante, hay que señalar que dichos datos son por el momento provisionales, puesto que se trata de un conjunto que está en curso de estudio. En cuanto a ajuares que concentran un conjunto amplio de vasos fenicios, el ejemplo más significativo de la necrópolis es la tumba EF–9 que integra: dos pithoi tetransados, un pithos biansado, dos morteros trípode, una botellita para aceite perfumado, un vaso globular con dos asas y apéndices con agujeros de suspensión, así como un gran cuenco o copa carenada con decoración de bandas (fig. 7 b). Completan el ajuar cinco vasos a mano, entre los cuales destaca una gran copa con pie alto que presenta el interior del cáliz compartimentado en dos espacios, como si se hubiera utilizado para contener dos productos o tipos de alimentos diferentes. Por otro lado, destaca también la presencia de un cuchillo de hierro y de un simpulum de bronce, dos elementos que, además de haber podido desarrollar un papel activo destacado en las prácticas de consumo vinculadas al banquete funerario, deben interpretarse como objetos que se depositan en la tumba porque poseen un marcado significado ritual y actúan como nuevos símbolos de estatus. Finalmente, en el ajuar de la tumba EF–9, hay que sumar también, la presencia de un huevo de avestruz recortado que conserva restos de decoración pintada, así como la única fíbula de doble resorte documentada hasta el momento en la necrópolis. En definitiva, se trata de una tumba que ha sido interpretada en relación a la presencia de un individuo masculino que ostentaría un estatus elevado. No obstante, más allá de la elevada presencia de elementos de filiación fenicia (incluso el uso de uno de los pithoi como urna funeraria, utilizando además un mortero-fenicio como tapadera), lo cierto es que, tanto el tipo de estructura como el ritual funerario, responden a las características generales que presentan el resto de tumbas de la necrópolis42. En todo caso, resulta evidente que se trata de un contexto en el cual el uso de nuevos símbolos mediterráneos se documenta, esencialmente, a través de elementos claramente asociados a la esfera de las prácticas de consumo de la bebida y los alimentos (simpulum, cuchillo de hierro, morteros-trípode, cuenco carenado, así como los propios pithoi). En esta misma zona, debemos destacar también los datos documentados en las necrópolis de Anglés (La Selva) y Can Bech de Baix (Agullana). Por lo que se refiere a la necrópolis de Anglés (La Selva)43, resulta especialmente destacable la tumba 9, que presenta un ajuar que se denominó como el »grupo del dolium«, debido a la presencia de una tinaja pithoide de perfil ovoide que hacía las funciones de urna cineraria44 (fig. 7 c). Además, en esta misma tumba, debemos destacar también la presencia de otro vaso fenicio, una urna Cruz del Negro que presenta una inscripción. Por otro lado, la tumba contenía restos de bronce y de hierro de difícil identificación, entre los cuales debemos destacar la presencia de un simpulum45. En cuanto a imitaciones, debemos destacar en primer lugar la conocida tumba 184 de la necrópolis de Can Bech de Baix (Agullana)46. De hecho, en este caso la presencia de cuatro vasos a mano que imitan la urna Cruz del Negro (fig. 2 a), ha sido el factor que ha dado a conocer este tumba en el marco de la protohistoria catalana.

40

Aquilué et al. 2008.

41

Aquilué et al. 2008, 182.

42

Aquilué et al. 2008, 183.

43

Oliva – Riuró 1968; Pons – Patreau 1994; Lucas 2003–2004; Graells 2009.

44

Oliva – Riuró 1968, 85.

45

Lucas 2003–2004, 111.

46

Palol 1958; Lucas 2003–2004; Graells 2004, 2009; Toledo – Palol 2006.

142

Pero al margen de interpretarse como un caso paradigmático en relación a las influencias mediterráneas que evidencian determinados vasos cerámicos de su ajuar (imitaciones de urnas Cruz del Negro, vaso con pie calado que remite a los holmoi centromediterráneos)47, representa ciertamente un contexto claramente relacionado con la práctica del banquete funerario. De hecho, integra un conjunto total de 18 vasos que constituye el ajuar más importante de la necrópolis. En este sentido, debemos destacar la revisión efectuada por Raimon Graells en un trabajo en el cual se efectúa una valoración detallada de las asociaciones vasculares y se interpreta la lógica funcional de los elementos depositados en la tumba en relación a la práctica del banquete y a sus parámetros de exhibición social48. En la costa central catalana, destacan los datos obtenidos en la necrópolis de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell), que con aproximadamente 1100 tumbas se ha convertido en un auténtico referente para el estudio del mundo funerario del Bronce Final y primera Edad del Hierro. Sin embargo, la presencia de vasos fenicios únicamente se documenta en las tumbas CPR–428 y CPR–100749. En el primer caso (CPR–428), destaca la presencia de una urna Cruz del Negro documentada como vaso de acompañamieno, que forma parte de un conjunto que integra un total de 9 vasos. Por lo que se refiere a la tumba CPR–1007, debemos destacar una jarra pithoide documentada también como vaso de acompañamiento. Asimismo, en el caso de Can Piteu-Can Roqueta, destaca también la presencia siginificativa de imitaciones, como es el caso de una imitación de pithos documentado en la tumba CPR–21 y de varias imitaciones de urnas Cruz del Negro (CPR–360, CPR–655, CPR–677, CPR–832, CPR–965 y CPR–984)50 (fig. 2 b). En la zona del Ebro, debemos destacar especialmente las evidencias documentadas en las necrópolis de Coll del Moro (Gandesa), en la cual se documentan una serie de tumbas que incluyen vasos fenicios e imitaciones de éstos (M.1, M.4, M.9, M.10, M.16 y M.23) (fig. 2 e). En el caso de M.1, destaca la presencia de un plato a mano de carena alta muy suave que presenta un acabado pulimentado, con un perfil claramente derivado de un prototipo fenicio. De hecho, la presencia de platos carenados que remiten a formas fenicias se ha podido constatar también a partir de la identificación de otros ejemplares descontextualizados51. Sin embargo, por lo que se refiere a platos, debemos destacar sobretodo un ejemplar a torno procedente de la tumba M.6, que presenta un alto pie acampanado con una decoración a base de triángulos calados. En el caso de M.4, destaca la presencia de una imitación de una urna Cruz del Negro y otros dos vasos a mano decorados con engobe rojo que presentan un perfil que también remite claramente a prototipos fenicios: un vaso à chardon y un plato hondo. Por lo que se refiere a los vasos à chardon, debemos destacar también la presencia de otra imitación a mano procedente de M.18. En la tumba M.9, destaca la presencia de otra urna Cruz del Negro, en un contexto en el cual también se documenta la presencia de un cuchillo de hierro52. Por lo que se refiere a M.16, debemos destacar también la presencia de otra urna Cruz del Negro con decoración bícroma. Mientras que en el caso de M.23, contamos con una imitación a mano de una urna Cruz del Negro utilizada como urna funeraria. En todo caso, esta significativa presencia de vasos fenicios e imitaciones de éstos en el Coll del Moro, contrasta notablemente con la situación general que evidencian la mayor parte de las necrópolis de la zona del Ebro, en las cuales no se documentan vasos importados. No obstante, la tumba X de Mas de Mussols (L’Aldea) constituye un caso especial que también debemos mencionar, pues presenta un curioso ajuar que incluye tres vasos destinados al perfume: una botellita fenicia y dos aryballoi (uno griego y otro de imitación)53. Aunque se trata de un contexto singular que plantea algunas dudas interpretativas en relación a sus asociaciones, nos sirve como ejemplo perfecto para ilustrar la importancia del perfume en el marco de las prácticas rituales, tanto a nivel individual (ungirse o perfumarse directamente con un cosmético) como a la hora de crear determinados ambientes (quemaperfumes etc.) (fig. 7).

Conclusiones Las prácticas rituales constituyen uno de los medios más efectivos a la hora de gestionar las estrategias ideológicas y legitimar la obtención de prestigio y poder, siendo especialmente visible su materialización arqueológica en los momentos de cambio social. Durante la primera Edad del Hierro, el instrumental litúrgico documentado en determinados

47

Aubet 1976–1978; Rafel 1991.

48

Graells 2004.

49

López Cachero 2005.

50

Carlús et al. 2007, 99.

51

Rafel 1994, 35 fig. 55.

52

Rafel 1991, 103.

53

Maluquer 1984.

143

Fig. 7 a Ajuar de la tumba CPR-428 de la necrópolis de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell, Barcelona); b Vasos fenicios documentados en el ajuar de la tumba EF-9 de la necrópolis de Vilanera (l’Escala, Girona); c Vasos fenicios documentados en la tumba 9 de la necrópolis de Anglès (Anglès, Girona) (sin escala).

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contextos del nordeste peninsular, incluye la presencia, tanto de vasos fenicios como de sus imitaciones. Sin embargo, en el presente trabajo hemos querido poner énfasis de manera genérica en el uso ritual de lo ›exótico‹, como motivación social que explica la imitación selectiva de unos determinados vasos de importación. En este sentido, debemos tener presente que las imitaciones representan un recurso muy eficaz a la hora de potenciar los mensajes de apropiación del imaginario foráneo. Es por ello, que pensamos que resulta ciertamente sintomático documentar su presencia en aquellos contextos rituales que juegan un papel especialmente relevante en el marco de las estrategias de representación social. De hecho, el uso ritual de dichas imitaciones permitiría exhibir la apropiación y la comprensión de determinados conceptos foráneos (materiales e ideológicos). Tal y como hemos indicado en anteriores trabajos, la aparición de este tipo de imitaciones ilustra una elaboración cerámica especializada54. Ello resulta especialmente visible en el caso de la vajilla híbrida (oinochoai y platos) documentada en el recinto aislado de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs), pues la escasa circulación de importaciones de este tipo, obligaría a un pulcro mantenimiento de determinados vasos de uso personal, en el marco de una dinámica activa de ensayos y reparaciones que posibilitaría la familiarización con determinados conceptos morfológicos foráneos y explicaría la aparición de versiones particulares (reintepretaciones y derivaciones), más o menos, inspiradas en prototipos concretos55. Pero al margen de los elementos de vajilla, que únicamente evidencian una concentración importante en un espacio claramente vinculado a la práctica del banquete, como es el caso de Turó del Calvari, lo cierto es que la imitación de vasos fenicios se manifiesta de manera especialmente reiterada en el caso de los pithoi y, sobretodo, de las urnas Cruz del Negro. Así, por lo que se refiere específicamente a los contextos habitacionales tratados en el presente trabajo, debemos mencionar la presencia de una imitación de urna Cruz del Negro en el caso de la Habitación 1 de Tossal Redó (Calaceite) y de una imitación de pithos y de otra urna Cruz del Negro en la Habitación 2 de Sant Cristóbal (Mazaleón). Por otro lado, debemos destacar que la presencia de imitaciones de vasos fenicios en contextos domésticos, o que al menos no podemos calificar propiamente como rituales, está atestiguada en distintos asentamientos (Aldovesta, La Ferradura, Era del Castell y Sant Martí d’Empúries). No obstante, su contexto de localización no excluye que dichos vasos fueran concebidos como objetos potencialmente ritualizables y que pudieran ser utilizados puntualmente como ítems con un significado simbólico específico. De hecho, en el caso de Aldovesta (Benifallet), la identificación de un pithos en cerámica a mano, se documenta justamente en el recinto F, un espacio de planta semicircular, adyacente al conocido recinto A, conformando ambos espacios una zona destinada específicamente al almacenaje, en la cual pudo recuperarse una significativa concentración de ánforas fenicias56. En relación a este tipo de espacios destinados al almacenaje de los bienes de circulación limitada, se ha señalado que deben interpretarse también como medio de expresión simbólica de aquellos grupos sociales que por el hecho de actuar como interlocutores del comercio fenicio, acumulan un capital social que les permite distribuir nuevos regalos y generar nuevas deudas sociales57. Por lo que se refiere a las necrópolis, debemos destacar la presencia de imitaciones de urnas Cruz del Negro en la tumba M23 de Coll del Moro (Gandesa), así como en las tumbas CPR–360, CPR–655, CPR–677, CPR–832, CPR–965 y CPR–984 de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell), además de los cuatro ejemplares de la tumba 184 de Can Bech de Baix (Agullana). Por otro lado, la imitación de pithoi se documenta también en algunas tumbas de Can Piteu-Can Roqueta (Sabadell), como es el caso de la unidad CPR–21. En todo caso, nos interesa remarcar sobretodo la idea de que tanto las urnas Cruz del Negro como los pithoi evidencian una presencia muy significativa en los contextos rituales fenicios y orientalizantes de otras regiones peninsulares, tanto en Andalucía, como en el Levante e Ibiza, tanto en las necrópolis, donde es muy frecuente el uso de las urnas Cruz del Negro como vaso cinerario (La Cruz del Negro, La Joya, Medellín, Sa Caleta, Les Moreres etc.), como en determinados edificios cultuales o santuarios, en los cuales la presencia del pithos suele ser uno de los elementos habituales (Montemolín, Carmona, Cerro de la Mesa etc.). Ello podría indicarnos en realidad una elección muy selectiva, siendo especialmente evidente la imitación de unos determinados vasos, precisamente aquellos que eran adquiridos ya en origen como objetos potencialmente ritualizables (debido muy probablemente al carácter distinguido de los productos contenidos, siendo esencialmente destacable el papel simbólico que podrían haber adquirido ciertos contenedores de pequeño y medio tamaño, asociados al consumo del vino). En todo caso, es un tipo de evidencia que permite establecer una cierta conexión con los contextos rituales de otras áreas peninsulares, en el marco general de un imaginario orientalizante que incorpora conceptos y prácticas mediterráneas a través del uso ritual de unos determinados objetos fenicios. De lo que ho hay duda, es que las prácticas de comensalidad y los ritos funerarios, ofrecen el escenario ideal para la modificación y la

54

Graells – Sardà 2005; Sardà 2008.

55

Sardà 2008, 105.

56

Mascort et al.1991, 23.

57

Vives 2005, 71.

145

manipulación de las relaciones sociales. Es decir, tanto los banquetes de hospitalidad como los funerales, pueden servir para fomentar la solidaridad, pero también para potenciar la competencia y acentuar las diferencias58. En relación a la comensalidad, parece indudable que la llegada de productos exóticos (vino, aceite, salazones, etc) y el uso de nuevos objetos (ánforas, pithoi, urnas Cruz del Negro, morteros-trípodes, oinochoai, cuencos, platos), potenció, sin duda, el papel social del banquete como marco idóneo para escenificar y remarcar las relaciones de estatus, generando y modificando los vínculos de dependencia entre anfitrión e invitados. En cuanto al ritual funerario, es indudable que la deposición de recipientes fenicios en las tumbas (urnas Cruz del Negro, pithoi, morteros-trípodes, botellitas de perfume etc.), bien como urnas cinerarias o como vasos de acompañamiento, tiene que ver con la voluntad de comunicar una determinada reformulación simbólica de las construcciones identitarias. En realidad, pues, para situar los rituales en un marco dinámico que permita utilizarlos de manera adecuada como factor activo en los procesos sociales, debemos establecer un vínculo coherente entre sus obvias funciones de control y estabilidad y sus posibilidades potenciales para actuar como agente de cambio59. Así, en aquellas sociedades en que las diferencias de jerarquía no están plenamente institucionalizadas, la gestión y el control de las prácticas rituales y de las creencias, supone una de las vías más efectivas para ampliar el prestigio y aumentar el nivel de riqueza y de estatus, ya que ofrece la posibilidad disimulada de manipular los parámetros de relación social.

Resumen En el Nordeste de la Península Ibérica, la presencia de importaciones fenicias se documenta esencialmente a través de la distribución de ánforas asociadas al comercio del vino. Por otro lado, la presencia de otros tipos fenicios (pithoi, urnas Cruz del Negro, oinochoai y platos) resulta mucho más puntual, siendo precisamente estos vasos de circulación más limitada los que son objeto de distintas imitaciones y adaptaciones locales. La presencia habitual de este tipo de vasos y de sus imitaciones en determinados contextos rituales (ciertas tumbas distinguidas y también algunos recintos de reunión y consumo), es un claro indicador del elevado capital simbólico que otorgaron las comunidades de la Primera Edad del Hierro a ciertos objetos exóticos de circulación esporádica.

Zusammenfassung Im Nordosten der iberischen Halbinsel ist das Vorkommen phönizischer Importe im Wesentlichen durch die Verbreitung von Amphoren für den Weinhandel belegt. Andere phönizische Typen kommen (Pithoi, Cruz del Negro-Urnen, Oinochoai und Teller) viel vereinzelter vor, wobei gerade die weniger verbreiteten Vasen Gegenstand verschiedener lokaler Imitationen und Anpassungen sind. Das häufige Vorkommen dieser Art von Gefäßen und ihrer Nachbildungen in bestimmten rituellen Kontexten (bestimmte vornehme Gräber und auch einige Versammlungs- und Speiseräume) ist ein klarer Hinweis auf den hohen symbolischen Wert, welchen die Gemeinschaften der Frühen Eisenzeit gewissen exotischen, vereinzelt im Umlauf befindlichen Objekten zumaßen.

Summary In the north-east of the Iberian Peninsula, the presence of Phoenician imports is mainly documented through the distribution of amphorae associated with the wine trade. The other Phoenicians types (pithoi, Cruz del Negro Urns, oinochoai and dishes) occur only occasionaly, these more-limited circulation vessels are exactly those which are object of different local imitations and adaptations. The usual presence of this type of vessel and of their imitations in certain ritual contexts (certain distinguished tombs and also some meeting and consumption buildings) is a clear indicator of the symbolic value the communities of the Early Iron Age applied to certain exotic objects which were sporadically circulated.

58

Dietler 2001.

59

Aldenderfer 1993, 8.

146

Riassunto Nel nordest della penisola iberica la presenza di prodotti d’importazione fenici è documentata essenzialmente dalla diffusione di anfore destinate al commercio del vino. Dall’altra parte compaiono molto sporadicamente altre tipologie fenice (pithoi, urne Cruz del Negro, oinochai e piatti), tra l’altro proprio i vasi poco diffusi risultano oggetto di svariate imitazioni locali e adattamenti. La frequente presenza di questo tipo di recipienti e la loro riproduzione in determinati contesti rituali (certe tombe prestigiose e anche alcuni ambienti destinati a riunioni e a consumazione di vivande) è una chiara prova dell’alta valenza simbolica, che le comunità della prima età del Ferro attribuivano a particolari oggetti esotici che circolavano raramente.

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Procedencia Ilustraciones: Fig. 1: Autor; Fig. 2 a: Graells 2004, 76 fig. 3; Fig. 2 b: López Cachero 2005, 392 fig. 19. 27; Fig. 2 c: Lucas Pellicer 1989, 195 s. lám. 4, 3; Fig. 2 d: Fatas 2004/05, 184 lám. 1. 5; Fig. 2 e: Rafel 1991, 100–110; Fig. 3 a–c: Sanmartí et al. 2000, 33 fig. 5.11, 9; Garcia 2005, lám. 125; Fig. 3 d. e: Sardà 2008, 106 fig. 6; Fig. 3 f: Sardà 2008, 106 fig. 6; Fig. 4 a–h: Sardà 2010, 315 fig. 37; Fig. 4 i: Rafel 1993, 91; Fig. 4 j: Sanmartí et al. 2000, 119 fig. 5.230; Fig. 5 a: López Cachero 2005, 481 fig. 48.1; Fig. 5 b: Mascort et al. 1991, 31 fig. 42; Fig. 5 c: Fatàs 2004/05, 165 lám. 2.2; Fig. 6 a. b: Sardà et al. 2010, 50 fig. 2; Fig. 6 c: Sardà 2008, 102 fig. 3; Fig. 7 a: Carlús et al. 2007, 137–142 fig. 191; Fig. 7 b: Aquilué et al. 2008, 182 s. fig. 7; Fig. 7 c: Oliva – Riuro 1968, 85 fig. 13. 148

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