Vasconcelos y el pitagorismo

May 29, 2017 | Autor: L. Vásquez Velasco | Categoría: José Vasconcelos, Esotericism, Western Esotericism, Pitagorismo, Literatura Mexicana Siglo XIX
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Descripción

VASCONCELOS Y EL PITAGORISMO I La Grecia de Pitágoras, con su matemática y su música, su orden y su armonía, tiene un mensaje para las naciones modernas, desorientadas y discordantes. Este mensaje puede venir a través de aquellos cuya naturaleza se halla sintonizada por proceso generativo, con la sabiduría pitagórica. Annie Besant

Cuando leemos la obra literaria y filosófica de José Vasconcelos podemos reconocer y ubicar dos conceptos fundamentales en la configuración de su pensamiento: el ritmo, de vital importancia para su estética, y la raza, central en la configuración de su pensar político; los dos conceptos cuya naturaleza se intuye, es esotérica, con precisión, teosófica son ejes de pensamiento. Estos han estado presentes, a la largo de la historia de las ideas, pero sólo hasta Vasconcelos se han relacionado directamente con el pitagorismo, misteriosa doctrina mística, matemática y filosófica de origen plenamente griego.1 Esta doctrina espiritual fue recuperada por una de las lectoras más imaginativas y creativas que ha conocido la historia del pensamiento en Occidente: Helena P. Blavatsky. La lectura de libros como La doctrina secreta, Isis sin velo y el Glosario teosófico configuraron el pensamiento del mexicano, quien logró comprender la naturaleza esotérica de la doctrina pitagórica y transformarla en conceptos operativos para su filosofía política y su estética.2 En estos libros, Madame Blavatsky postula una reinterpretación del pitagorismo en términos de un conocimiento esotérico y de una sabiduría ancestral en estrecha relación con otros iluminados o elegidos como Cristo, Buda o Platón.

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Existen pocas propuestas que se centren en el concepto de ritmo para la construcción de un pensamiento superior a la mera explicación musical o con fines teóricos estrictos de la musicología. Existen algunos ejemplos, como Schopenhauer quien expone que la música es manifestación de la voluntad y reflexiona únicamente los términos de armonía y de la melodía. Vid. Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Tomos III y IV, Ediciones Folio, Barcelona, 2002, p. 82-98. En la obra de Nietzsche, encontramos la presencia de este concepto, pero el ritmo para él pertenece a la esfera de lo apolíneo, por ello, es un concepto menor para pensar la tragedia. Cf. Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo, introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Madrid, 2009, p. 249. Emmanuel Kant, Antropología Filosófica, Schopenhauer en Parerga y Paralipomena, y Nietzsche en Consideraciones intempestivas y Ecce Homo usan el término de raza, pero siempre a favor de la caucásica europea, negando todo mestizaje extraño al europeo, por ello, el uso del término raza es totalmente diferente a la propuesta de Vasconcelos. 2 Pido al lector, acepte como petición de principio, la existencia de una filosofía en la obra de Vasconcelos. La demostración de esta afirmación implica la escritura de cientos de páginas para desarrollar los argumentos.

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El siguiente trabajo pretende demostrar que Vasconcelos es deudor de la teosofía, al menos por la interpretación que hace del pitagorismo, con lo cual se puede afirmar que varios de sus escritos son igualmente de naturaleza esotérica. Mostraré igualmente que gracias a la interpretación que Helena P. Blavatsky realizó del pitagorismo y de las civilizaciones ancestrales del Valle de México, Vasconcelos pudo reconocer la potencia que contiene el pitagorismo para la estimulación del intelecto y la creación de conceptos que permitan la superación de problemas políticos inmediatos como la dominación y el imperialismo.3 * El pitagorismo Pitágoras dio nombre a una doctrina esotérica, llamada sabiduría, gnosis o conocimiento de las cosas que son. Helena Blavatsky

En 1916 Vasconcelos publicó, el ensayo monográfico, Pitágoras (una teoría del ritmo) donde se expone, con elegancia y claridad, una interpretación original, hasta cierto punto, de la filosofía, del más misterioso de los sabios.4 En su escrito, elaboró una imagen distinta a la que imperaba en su época inventada por los ideólogos del positivismo.5 Escribe: “De tal afirmación (la esencia del ser es el número) partí hace doce años en mi ensayo sobre Pitágoras, pero procurando, desde entonces inventar un Pitágoras no matemático”.6 El autor reconoce que su búsqueda era la invención de un nuevo Pitágoras, es decir una interpretación nueva, o al menos diferente de las que se realizaban en su época. En el positivismo cuyo imperio determinaba casi todos los estudios e investigaciones, se consideró importante validar el origen de la ciencia, y encontró tierra fecunda y propicia

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Cuando vivió Vasconcelos, el imperialismo yanqui estaba en su máximo esplendor. Vid. Las comillas son para indicar que es impreciso definir una interpretación como original, pues Vasconcelos dependió principalmente de la lectura de Madame Blavatsky, con lo cual su interpretación aunque novedosa y original es deudora de la teosofía como veremos en este trabajo. 5 Recordemos que el siglo XIX y casi toda la primera mitad del siglo XX estaba dominado por el positivismo, cuyos ideólogos releyeron la tradición filosófica y mitológica para establecer el pasado remoto de la ciencia depurando toda naturaleza mítica, religiosa o esotérica. Para confirmar esta denuncia puede se remitir al estudio de la filosofía presocrática de Wernerg Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, traducción de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, Sección Obras de Filosofía, p. 7-23. 6 José Vasconcelos, Tratado de Metafísica, editorial México Joven, México, 1929, p. 5. 4

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para llevar a cabo esta labor en la antigüedad clásica, en especial en la griega. 7 Se revisó la historia y se definió a Grecia como “la cuna de la ciencia”; a Euclides se le debe la formalización de la geometría, a Pitágoras el descubrimiento de las matemáticas como un saber exacto, preciso, pero sobretodo racional y a Arquímedes los presupuestos básicos de la física moderna, clásica. Grecia, sin duda, fue una civilización rica en hallazgos de carácter científico y racional. Fue en este contexto que se rescató la aportación de Pitágoras y del pitagorismo, pero siempre omitiendo su carácter esotérico, su método místico y ocultando sus preceptos ascéticos de vida.8 Podemos afirmar que es hasta la segunda mitad del siglo XX que estudian sin los prejuicios racionalistas y religiosos.9 La interpretación de Vasconcelos no figura en ninguno de los estudios posteriores, su ensayo monográfico, rico en conceptos, en especulaciones y en ideas acerca de la filosofía pitagórica como una sabiduría esotérica no son mencionados en las recientes propuestas o investigaciones acerca de Pitágoras o el pitagorismo. Esto sin duda responde al carácter excluyente de las academias norteamericana y europeas, la francesa y alemana especialmente, que no conciben el hecho de que allende su tierras, se puedan realizar lecturas más sugerentes y genuinas debido, entre otras cosas, a la dificultad para acceder a las fuentes primarias: papiros, manuscritos o laminillas. La interpretación de Vasconcelos aparece mucho antes que las publicaciones de Gorman o de Burkert, quienes ponen mayor atención a la riqueza simbólica del pitagorismo. Esto indica que es uno de los pioneros en el estudio simbólico y esotérico de la doctrina del sabio Pitágoras. Él reconoce que, más que una teoría matemática del mundo, más que la racionalización por medio del número, el pitagorismo es un sabiduría que establece la cosmología más audaz y misteriosa de su época: la música de las esferas y la metempsicosis. ¿Cómo logró Vasconcelos intuir esta

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Ejemplo de esto son la labor erudita, Eduard Zeller, La philosofie des grecs considére Dans son développement historique y la de Henrich Ritter, Historia philosophiae graecae, este segundo es un erudito que recopila además los textos latinos y griegos en los que se menciona la vida o pensamiento del sabio. Henrich Ritter, Historia philosophiae graecae. Testimonia aucturum cole gerunt notisque, Gotha, Klot, Verlag, 1886, p. 40-74. 8 Basta para demostrar esta afirmación con leer la espléndida reconstrucción biografía de Eduard Zeller, quien señala algunas de sus prácticas ascéticas y religiosas, más para dar cuenta del aspecto exótico del matemático y filósofo, que para reivindicar su carácter metafísico o espiritual, a pesar de ello, Eduard Zeller es quien más percibe la importancia para la metafísica occidental de Pitágoras. Eduard Zeller, La philosofie des grecs considére dans son développement historique, parte I, Elibron Classics, París, 2005, p. 280-478. 9 Vid, Peter Gorman, Pitágoras, traducción de Dámaso Álvarez, Editorial Critica, Grupo Editorial Grijalbo, Barcelona, 1988 (Serie Ideas y letras) y Walter Burkert, Religión griega, arcaica y clásica, traducción de Helena Bernabé, revisión de Alberto Bernabé, ABADA Editores, Madrid, 2007, (Lecturas de historia).

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riqueza y esta audacia?, ¿quién le proporcionó la clave para esta nueva interpretación y original lectura? ** El ritmo Consagrad un culto a la armonía celeste. Pitágoras

La teosofía moderna nace bajo una sombra, la condena de la razón a todo aquello que escapa a la medida y al cálculo. Nace condenada como superstición En la época en la que se publicaron los primeros trabajos de Madame Blavatsky, la religión, la mística y la espiritualidad fueron condenadas bajo el nombre de supersticiones. La razón cuya claridad y precisión son inigualables no podía concebir ideas como: el infinito, la inmortalidad del alma o la belleza. Para el cientificismo, este tipo de pensar no es más que poesía, en el mejor de los casos, o demencia. Kant definió estas ideas como desvaríos de la razón, embriaguez y locura.10 Por ello, las propuestas metafísicas de la teosofía debieron parecer meras desfiguraciones de una mujer.11 Sin embargo, a pesar de las diferentes tradiciones religiosas y creencias espirituales con las que Blavatsky escribió su Doctrina Secreta, que nos pueden convencer de una caótica recopilación de información, falta de rigor o de método. Sus textos son ricos en ideas e interpretaciones de la cultura. Nadie podrá objetar que en sus páginas, se expone una propuesta sintetizadora e incluyente de los símbolos más importantes para la cultura occidental y, acaso de la oriental. Entre las muchas tradiciones que se atienden en sus textos figura el pitagorismo. Su trabajo sobre términos, conceptos e ideas, Glosario teosófico, tiene entradas donde encontramos referencia directa a Pitágoras, a los pitagóricos: “Arithmomancia (Griego).La ciencia de las correspondencias entre dioses, hombres y números, como las enseñaba Pitágoras”.12 , En primer lugar, en su más importante libro, La Doctrina secreta, incluso desde la introducción, encontramos referencias a Pitágoras y al pitagorismo. También se 10

Imannuel Kant, Prolegómenos a una metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia, edición bilingüe, traducción, notas y comentarios de Mario Caimi, epílogo de Norbert Hinske, Itsmos, Madrid, 1999, Ágora de ideas p. 259. 11 Buscar referencia a la recepción de la teosofía. 12 Helena P. Blavatsky, Glosario teosófico (letras A, N, P): en su versión electrónica, consultada el 30 de mayo del 2011: http://hermandadblanca.org/biblioteca/glosario-teosofico/

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hace mención en repetidas ocasiones del filósofo, de sus enseñanzas y del aporte de esta tradición para la transmisión de los misterios: “Estos misterios, así como las reglas y métodos para producir el éxtasis había llegado a los neoplatónicos desde la India por conducto de Pitágoras”.13 En el apartado, “ El sigilo de los elegidos” la teósofa elabora de modo disperso una suerte de compendio de una detallada relación de las prácticas esotéricas de los pitagóricos y del propio Pitágoras, para cuidar el preciado conocimiento que poseía, que puso en riesgo su vida y le costó tortuosas persecuciones y la vida. Mientras que, por el lado académico Eduard Zeller y Henrich Ritter sólo destacan el carácter racionalista de la filosofía de Pitágoras. Por otro, Vasconcelos denuncia a esta tradición de lectores cuya condena es no poder acceder a la doctrina esotérica, bien porque no existe un documento que pruebe el lugar del conocimiento esotérico: “La revelación esotérica, el principio fundamental del sistema [pitagórico] no quedó registrado en textos, tan sólo por instinto adivinatorio hemos de procurar hallarlo”.14 O bien, porque reducen la doctrina pitagórica al número y a su carácter racional, empobreciendo el precepto de los pitagóricos, “el número es la esencia de las cosas”, a un mero proceso de operaciones aritméticas. Vasconcelos es el primero en reconocer en un ensayo la riqueza simbólica de la doctrina pitagórica, su doble significación: “el carácter doble de la doctrina pitagórica de su concepto principal era no sólo secreto, quizás oscuro y así inefable lo que los obligaba a empelar constantemente el lenguaje simbólico”.15 Acerca de este simbolismo, ya antes Madame Blavatsky escribió: “Más fatigosa labor requiere el simbolismo de Pitágoras, cuya copiosa variedad exigiría años de estudio para comprender la clave general de sus abstrusas doctrinas”.16 Cuando leemos el ensayo de Vasconcelos notamos que los detalles hermenéuticos necesarios para la lectura del pitagorismo que nos ofrece, nos remiten siempre a Madame Blavatsky, de quien sospechamos pudo abrevar de estos detalles y tratar de darles explicación:

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Helena P. Blavatsky, La doctrina secreta. El simbolismo arcaico de las religiones del mundo, Tomo V, traducción de los miembros de la STE, Editorial Kier, Buenos Aires, 2004, (Esoterismo), p. 279. 14 José Vasconcelos, op. cit., p. 22. 15 ibidem, p. 29. 16 Helena P. Blavatsky, op. cit., p. 103.

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Cierta vez, hace ya algún tiempo, leyendo un resumen de la filosofía pitagórica, se me ocurrió pensar que el secreto perdido con las últimas escuelas esotéricas era precisamente la teoría de que las cosas, a parte de sus movimientos ordinarios comprobables con los sentidos, son capaces de vibraciones paralelas de nuestras tendencias íntimas, afines a nuestra esencia de belleza.17

Podemos reconocer esa voz en la escritura, como si leyéramos un palimpsesto o escucháramos una composición de voces superpuestas. En su escritura, la presencia de ideas e interpretaciones de la visionara teósofa se perciben como un fantasma que recorre el pensamiento del intelectual mexicano: “Me acostumbré a no ver en el número y las demás fórmulas del lenguaje pitagórico sino símbolos de un pensamiento inefable, hondo sintetizador de los existente”.18 Párrafos como indican que es altamente probable que la costumbre de pensar simbólicamente el pitagorismos sea enseñanza directa de sus lecturas de La doctrina secreta o de Isis sin velo, pues en esa época los lectores de la academia europea no habían postulado nada semejante. La aportación nueva por excelencia, la originalidad que sólo se debe al ingenio e intelecto de Vasconcelos es la reflexión y elaboración del concepto ritmo. Él hace de una intuición, de una especulación acerca de la teoría pitagórica de “la música de las esferas” un concepto central para la elaboración de su estética. Ni Henrich Ritter, ni Eduard Zeller, ni aún los teóricos más actualizados como Gorman, Voguel, Burkert, quienes ya contaban con mejor documentación, sobre todo el último quien pudo trabajar con el papiro de Derveni y la laminilla de oro de Hiponio descubiertas hasta finales del siglo XX, ni aún ellos han leído con mayor profundidad y con mayor reflexión esta doctrina. Pero sobretodo no han sospechado, ni sean preguntado mínimamente por la noción o el concepto de ritmo en la doctrina pitagórica, concepto que debería ser pensado debido a la naturaleza musical de su cosmología. A nadie, salvo a Vasconcelos le sorprendido su notable ausencia. En la interpretación de esta ausencia el ensayo, Pitágoras (Una teoría del ritmo), se consolida como una lectura singular y novedosa: ¿Cuál es el orden necesario al sonido para ser nos simpático? Así debe haberse preguntado mientras investigaba los fenómenos no a luz de un principio, sino poniendo su alma trémula todavía con el eco de los sonidos musicales frente a todas las cosas. Y sintió que las penetraba como si por alma llevase la cuerda sensitiva de la lira.19

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ibidem, p. 11. Vasconcelos, op. cit., p. 11. 19 ibidem, p. 39. 18

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El escritor mexicano se percata de que la teoría central que señalan los expertos de los preceptos y postulados pitagóricos, acerca de la número no puede ser sostenida como fundamento de su pensar. La música es mucho más importante, pues fundamenta su cosmología, no olvidemos que Pitágoras “veía la música como la unión entre el hombre y el cosmos”.20 El maestro de Samos, creía escuchar la música celeste, una que es inaudible para la mayoría de los mortales; igualmente empleó la música como medicina del alma, para calmar las pasiones y los afectos y curar enfermedades relacionadas con el alma. La música es para los pitagóricos una expresión del interior de las cosas, por esas razones, la música y no el número debería ser el fundamento de todas sus creencias y prácticas. Vasconcelos se percató de su lugar en la doctrina pitagórica y dedujo que su doctrina era “tierra fértil en consecuencias estéticas”. En su tratado monumental, donde desarrolla el a priori de la experiencia de lo bello, Estética, el pensador mexicano escribe: “En el caso de un pensamiento estético, no basta la medida de una extensión que fija el sitio vasto. Hace falta un sistema de relación como el del pentagrama musical”.21 Y afirma una y otra vez que había imaginado su estética gracias a la elaboración de su ensayo sobre Pitágoras, dado que su doctrina le había dado la clave para pensar que “el alma en el Cosmos, es una suerte de nota fugitiva y profunda, parecida al tono que elige el músico para apoyo de la composición sonora. Madame Blavatsky no centraliza el lugar de la cosmología musical, pero si su naturaleza simbólica. Vasconcelos reconoce que gran parte de ese simbolismo debe cifrar la fuerza espiritual de la música. Pues el número no es un entidad inmóvil concentrada en la medición del universo, sino mero signo que remite a ideas y conceptos más poderosos, como el movimiento: “el pitagorismo considera el número como expresión del movimiento uniforme de las cosas, lo que es muy distinto de los números de la Cábala, que sólo dan signo y orden”.22 Del movimiento deduce por supuesto la presencia del ritmo: “Al descubrir en todo una energía interna desarrollándose como música, debe haberse dicho: cierto ritmo está en la esencia de las cosas.23 Para Vasconcelos, la consecuencia lógica de una cosmología musical debe ser, la esencialidad del ritmo y no del número, pues “Pitágoras

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Gorman, op. cit., p. 167. José Vasconcelos, Estética, Editorial Bota, México, 1936. p.11. 22 Vasconcelos, op. cit., p.13. 23 ibidem, p. 39. Las cursivas son para denotar el carácter de cita dentro de la cita. 21

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pretendió explicar la naturaleza no por la experiencia de los sentidos ni con postulados intelectuales, sino por la afinidad secreta que entre ella y nosotros existe”.24 Esa afinidad, es el ritmo, que cada ser posee, en su interior. El ritmo, por lo tanto, es médula del misterio desconocemos y sólo percibimos por intuición: “Quizás la doctrina esotérica de la que nos habla tanto la tradición no era otra cosa que el estudio del ritmo como valor filosófico en sí”.25 El ritmo se convierte en un concepto eje que sostiene toda la arquitectura de su pensamiento. La experiencia estética y la generación de la raza cósmica (la superación del racismo) son abordadas por Vasconcelos bajo la sombra del concepto de ritmo. Acaso porque su imaginación sospecho lo que ningún lector había sospechado que “en la última de las revelaciones de la doctrina esotérica se dirigía a los elegidos: la constancia de ciertas relaciones numéricas en el movimiento de los cuerpo revela que le movimiento que la produce sigue ritmos definidos que están en consonancia con nuestra sensibilidad artística, que son de carácter estético”.26 Es decir que los pitagóricos sospecharon que la doctrina última, la doctrina suprema es una estética. Vasconcelos radicaliza su sospecha, digamos su especulación de la doctrina y afirma que: la música enseña el secreto del arte, el cual consiste en libertar a la materia del imperio de la necesidad, imprimiéndole en la contemplación un movimiento de ritmo irregular, inverso del que imprime la mecánica natural”.27 El ritmo de las cosas y el ritmo de los hombres se sintonizan en una correspondencia afín para que exista la experiencia estética. El yo, el sujeto, el hombre es una entidad que busca acoger en su interior la magnificencia del universo infinito como un el más apacible de los secretos. Esto es que hay belleza cuando el ritmo de las cosas se sintoniza con el del alma humana, la que era mónada para los pitagóricos, es decir, número, pero uno con movimiento, ritmo y armonías entre las cosas. A diferencia de las mónadas de Plotino que son inmóviles o de las de Leibniz que son incomunicables, aisladas y solitarias, para Vasconcelos la mónada pitagórica armoniza rítmicamente con el cosmos y las cosas:

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ibidem, p. 14. ibidem, p. 40. 26 Vasconcelos, op. cit., p. 41. 27 ibidem, p. 48. Además para Vasconcelos en tanto “la naturaleza se gobierna en el orden fenomenal por la ley de la causalidad, y en el orden del espíritu por el ritmo pitagórico de lo desinteresado y bello, lo newtoniano y lo pitagórico son dos polos necesarios de toda cosa pensable: el orden de la necesidad y el orden de la belleza, ibidem, p. 48. 25

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“un mismo ritmo mueve las almas y las estrellas”.28 El alma anhela el infinito. La música es su secreta forma de poseerlo. El hombre se relaciona de dos modos: como conciencia y puro existir. Ambos representados para Vasconcelos bajo la forma de la espiral, la figura geométrica por excelencia de los misterios. La conciencia es representada por un espiral que se cierra al interior, cuyas fuerzas son centrípetas, un infinito contenido, actual:

La segunda forma es una espiral, pero que abre al infinito como el Nautilus, cuyas fuerzas impulsan al alma hacia el infinito exterior, infinito sucesivo, alético:

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ibidem, p. 44.

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La espiral cerrada es el gusto interno de la mónada, el deseo de soledad y contemplación. La espiral abierta es anhelo, el ansía de un infinito ritmo, pues la divinidad “debe consistir en una suprema simpatía que infunde ritmo y vida nuevas al universo”.29

*** Metempsicosis

Para el más grande de los intelectuales mexicanos, su tesis acerca del lugar de la música y el ritmo en la doctrina pitagórica, se veía reforzada por la teoría de la metempsicosis. Esta ley que regula los tiempos cíclicamente, debe tener por lógica, un ritmo. Pues es un ir y venir del alma.30 En la idea de la trasmigración del alma, Vasconcelos, nuevamente nos ofrece claves hermenéuticas, pues por un lado se distancia de Madame Blavatsky al negar un origen oriental o budista de esta doctrina en el pitagorismo, origen en la que ella, en cambió, insiste una y otra vez: “Y las doctrinas de Pitágoras son orientales y aún brahmánicas en sus fundamentos; porque este gran filósofo consideró siempre al lejano oriente como el manantial en donde bebió su sabiduría”.31 Sin embargo, sabemos que es vía la teosofía que él leyó al pitagorismo, pues lo que importa de esta doctrina es su carácter cíclico, por ello, rítmico.32 La doctrina pitagórica no sólo fundó la estética en Vasconcelos, sino que impactó en otras formulaciones de su pensamiento como en la ética y en la política. Debido a la brevedad de este trabajo es imposible mencionar con precisión y rigor este impacto. Pero podemos mencionar al menos mínimamente una. En La raza cósmica, impera la lógica 29

ibidem, p. 49. “De que el ritmo era la noción pitagórica y no la armonía existe otra prueba aún más importante: la fe religiosa de Pitágoras, su doctrina de la transmigración, ibidem, p. 47 31 Blavatsky, op. cit., p. 31 32 Esta ley cíclica de trasmigración de las almas relaciona directamente a la doctrina pitagórica con el orfismo. Sumando también el lugar de la música en el culto órfico. Se cree que Pitágoras escribió poemas órficos y que solía firmarlos como Orfeo. Vid. Walter Burkert, Cultos mistéricos antiguos, traducción de María Trabajo y Agustín López, editorial Trotta, Madrid, 2005, (Colección Paradigmas-Biblioteca de las ciencias de las religiones); C.J. Voguel, Pythagoras and Early Phythagoreanism, An interpretation pf negleted evidence on the philosopher pythagoras, Van Gorcum, Neatherlands, MCMLXVI 30

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pitagórica, percibimos su gnosis al menos en los apartados en los que expone su teoría racial: “Late en el fondo de la relaciones humana el instinto de simpatía que atrae o repele conforme a ese misterio que llamamos gusto, misterio que es la secreta razón de la estética”.33 Las relaciones humanas en tanto son motivadas por el ritmo interno, tienen igualmente un impulso estético. La ley del gusto que determinará, según Vasconcelos el mestizaje, es una ley estética, similar la proporción áurea que encontraron los pitagóricos en la antigüedad y que regía la belleza de la naturaleza. No sólo la ley que escogió para el mestizaje es pitagórica, el orden histórico y cosmológico también lo es: Si contemplamos el proceso en panorama nos encontraremos con las tres etapas de la ley de los tres estados de la sociedad, vivificadas cada una con el aporte de las cuatro razas fundamentales que consuman su misión y en seguida desaparecen para crear un quinto tipo étnico superior. Lo que da cinco razas y tres estados, o sea el número ocho, que en la gnosis pitagórica representa el ideal de la igualdad de todos los hombres.

El número ocho fue para los pitagóricos un ejemplar armónico: El ocho era significativo porque era el primer cubo propiamente dicho. Debido a la armonía entre sus partes (dos al cubo es igual a ocho y 2 +2+2+2=8) fue llamado Armonía, mujer del legendario Kadmos quien, como Pitágoras, era descendiente de los fenicios. Según los órficos y los antiguos egipcios, existen ocho dioses importantes, idea con la cual Pitágoras estaba familiarizado. Por su armonía el ocho se convirtió en símbolo de la amistad [...] fue llamado Eros.34

Cualquier interpretación de racismo de La raza cósmica se colapsa ante la lectura pitagórica, pues es una doctrina cuyo más alto grado de práctica espiritual era la libertad. Cuenta Jámblico que Pitágoras era conocido por haber liberado a su esclavo y haberlo hecho su amigo. Vasconcelos reconoció el valor político del pitagorismo. En su ensayo también destaca este valor y lo hace con admiración y respeto: “En defensa de sus privilegios y goces se interponen entre el humilde y el sabio; temen que las masas escuchen la voz del pensador sincero que dice: para la dignidad de cada hombre es indispensable el bienestar de cada uno y de todos”.35 Además reflexiona con rigor acerca de la libertad: “Es perfectamente infundado imaginar que los tiempos ahora sean mejores para la libertad del

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José Vasconcelos, La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana, Aguilar, Madrid, 1966, p. 47. Gorman, op. cit., p. 164. 35 Vasconcelos, op. cit., p. 22. 34

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pensamiento; lo único que cambia es el prejuicio en que la tiranía colectiva se funda para oprimir”.36 Acaso, así como a Pitágoras se le acusó de aristócrata por cuidar de exiliados sibaritas y a los pitagóricos los persiguieron hasta matarlos y callar su doctrina, dejándola enterrada bajo, o bien supersticiones, o bien ejemplo pura racionalidad, del mismo modo la obra de Vasconcelos se lee con prejuicios y sin conocimiento de la tradición, por ello se le juzga y se le condena, al peor de los castigos que, según los pitagóricos, pueden dar por condena a un hombre: el olvido. BIBLIOGRAFÍA

Directa VASCONCELOS, José, “Pitágoras (una teoría del ritmo)” en Obras Completas, tomo III, Libreros Mexicanos, México, 1957, (Colección Laureles). ------------------, Estética, Editorial Bota, México, 1936. ------------------, La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana, Aguilar, Madrid, 1966. ------------------, Tratado de Metafísica, editorial México Joven, México, 1929.

Indirecta

BLAVATSKY, Helena P., Glosario teosófico (letras A, N, P): en su versión electrónica, consultada el 30 de mayo del 2011: http://hermandadblanca.org/biblioteca/glosarioteosofico/. ----------------, La doctrina secreta. El simbolismo arcaico de las religiones del mundo, Tomo V, traducción de los miembros de la STE, Editorial Kier, Buenos Aires, 2004, (Esoterismo). BURKERT, Walter, Cultos mistéricos antiguos, traducción de María Trabajo y Agustín López, editorial Trotta, Madrid, 2005, (Colección Paradigmas-Biblioteca de las 36

ibidem, p. 21.

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ciencias de las religiones) ----------------,Religión griega, arcaica y clásica, traducción de Helena Bernabé, revisión de Alberto Bernabé, ABADA Editores, Madrid, 2007, (Lecturas de historia). GORMAN, Peter, Pitágoras, traducción de Dámaso Álvarez, Editorial Critica, Grupo Editorial Grijalbo, Barcelona, 1988 (Serie Ideas y letras) KANT, Imannuel, Prolegómenos a una metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia, edición bilingüe, traducción, notas y comentarios de Mario Caimi, epílogo de Norbert Hinske, Itsmos, Madrid, 1999, Ágora de ideas p. 259. NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo, introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Madrid, 2009, p. 249. RITTER, Henrich, Historia philosophiae graecae. Testimonia aucturum cole gerunt notisque, Gotha, Klot, Verlag, 1886, p. 40-74 SCHOPENHAUER, Arthur, El mundo como voluntad y representación, Tomos III y IV, Ediciones Folio, Barcelona, 2002, p. 82-98. VOGUEL, C.J., Pythagoras and Early Phythagoreanism, An interpretation pf negleted evidence on the philosopher pythagoras, Van Gorcum, Neatherlands, MCMLXVI WERNERG, Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, traducción de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, Sección Obras de Filosofía, p. 7-23. ZELLER, Eduard, La philosofie des grecs considére dans son développement historique, parte I, Elibron Classics, París, 2005, p. 280-478.

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