Vasco de Quiroga, emprendedor y visionario social en el siglo XVI

July 24, 2017 | Autor: Pablo Arce Gargollo | Categoría: Hospitality, Vasco de Quiroga, Siglo XVI, Michoacán, Iglesia en Nueva España, Humanismo y Renacimiento
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Descripción

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Emprendedor y visionario social en el siglo XVI

ÍNDICE 3

Presentación

49

Instituciones sociales

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Perfil biográfico

55

Participación social

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Impulsor de empresas familiares Portada: Vasco de Quiroga Emprendedor y visionario social en el siglo XVI. Ilustración contenida en la Crónica de Michoacán, escrita entre 1538 y 1545. Fue copiada por fray Pablo Beaumont hacia 1780. DERECHOS RESERVADOS © 2014, Pablo Arce Gargollo.

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Primeros años Estudios Trabajo profesional Oidor en la Nueva España

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Clúster de desarrollo regional

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Vida ejemplar

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Pasión por el Derecho

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Fallecimiento

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Los frutos de la santidad

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Fama de santidad

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Proceso de canonización

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Lo que viene

Fundación del Pueblo-Hospital de Santa Fe

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Con los tarascos

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Nombrado obispo

Pies de fotografía por página Oración para pedir la canonización del siervo de Dios Vasco de Quiroga

Obra editada por Ediciones ECA, S.A. de C.V. Los Juárez Núm. 3, Col. Insurgentes Mixcoac 03920 México, D. F. http://edicioneseca.com Diseño: Factor: 02 / Estudio Navarro Fotografía: Luis R. Montemayor Cisneros, Andrei Kireev, Latinstock México © Derechos Reservados, Páginas: 6, 8, 9, 10, 11, 14, 15, 33, 36, 45, 56-57, 79, 84. Courtesy of the John Carter Brown Library at Brown University: portada y páginas 58-59. Ilustraciones: Julieta Gutiérrez ),.!/+ŏ!*ŏ h4%+ŏđŏPrinted in Mexico

Presentación Con gran alegría pongo en tus manos una semblanza de la vida y obra del siervo de Dios, Vasco de Quiroga, cuyo proceso diocesano para la canonización fue iniciado el 10 de noviembre de 1997 en la Basílica de María Inmaculada de la Salud, en Pátzcuaro, Michoacán. Luego de 16 años de arduo trabajo de muchas personas cuya dedicación y esfuerzo reconozco, culminó felizmente la fase diocesana en solemne ceremonia verificada en la Catedral de Morelia el 21 de enero de 2014. En Roma, en la Congregación de las Causas de los Santos, se abrió formalmente su Causa de Canonización el día 29 de abril de 2014. Ahora corresponde que se estudie ahí toda la documentación y que el Papa dé su parecer. Pido a Dios y a la Inmaculada Virgen María, bajo la advocación de la Salud, que podamos ver pronto al siervo de Dios, Tata Vasco de Quiroga, inscrito en el canon de los santos. Aprovecho la edición de este texto para agradecer las innumerables gracias recibidas a lo largo de mi vida sacerdotal, así como por haber sido elegido como indigno, pero orgulloso, sucesor del siervo de Dios Vasco de Quiroga. Estoy seguro que el ejemplo de las virtudes de quien fue primer obispo de Michoacán nos animará a todos a ser mejores personas y constructores de una paz verdadera. Por ello, cabe recordar que el 14 de marzo de 2015 celebraremos el 450 aniversario del fallecimiento de Vasco de Quiroga, lo que se presenta como una oportunidad para dar a conocer su vida y obra. Acudamos a su intercesión para pedirle con insistencia que nuestra fe sea más profunda, nuestra vida cristiana más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y el orden social sea restablecido conforme a las normas de la justicia y la caridad cristianas.

+Alberto Suárez Inda ARZOBISPO DE MORELIA

8 de agosto de 2014

PABLO ARCE GARGOLLO

Tata Vasco de

Quiroga Precursor de los principios ordenadores de la sociedad PERFIL BIOGRÁFICO Unos rápidos trazos iniciales permiten describir a Vasco de Quiroga como un hombre de vida ejemplar, abogado con gran pasión por el Derecho, sabio juez y gobernante prudente. or su prestigio profesional, siendo laico, fue nombrado primer obispo de una de las nacientes diócesis en la Nueva España, la de Michoacán, donde desarrolló una amplísima labor pastoral de gran calado, distinguiéndose por su inaudita habilidad para atraer a la fe a muchos miles de personas. Su gran capacidad para descubrir los talentos de cada persona y de cada pueblo lo constituyen también como un modelo de animador social que supo entusiasmar e impulsar un buen número de iniciativas que siguen dando buenos frutos hasta el día de hoy.

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Nunca perteneció a una orden religiosa. La afirmación es oportuna para dejar claro que fue un laico –cristiano corriente de su tiempo– que desde esa condición fue luego nombrado obispo.

Mantuvo una mentalidad secular a lo largo de su vida y sobresalió por su pensamiento laico en el ejercicio de su profesión de abogado, juez, oidor e incluso como obispo. 5

Don Vasco de Quiroga, una de las más notables personalidades del siglo XVI novohispano, que destacó como gran humanista, fue conocido como Tata 1 Vasco. Llegó a la Nueva España en diciembre de 1530 y falleció el 14 de marzo de 1565. 2 Murió agotado y cargado de años, luego de una vida ejemplar de intenso trabajo en favor de muchos. 3 Llegó a América –ese nuevo mundo recién descubierto–, siendo laico, con el fin de ejercer con gran prestigio su trabajo profesional como oidor, máxima autoridad de la Nueva España. Fue una figura notable por su comportamiento ejemplar manifestado en su austeridad de vida, el buen trato que dispensó a la gente, en especial a los indios, así como por su generosidad y la atinada manera de hacer justicia. Cabe destacar que falleció en olor de santidad y su popularidad de hombre santo se mantiene hasta nuestros días entre personas de toda clase social e incluso de diversa y opuesta ideología.

PRIMEROS AÑOS asco de Quiroga nació en 1488 en Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila, una de las ciudades más renombradas de Castilla la Vieja en la España del siglo XVI . En este lugar de realengo nació también la reina Isabel la Católica. Fue bautizado en la pila de la parroquia de San Nicolás de Madrigal, misma en la que había sido bautizada la reina Católica.

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Su familia provino de Galicia, del valle de Quiroga o Keiroga, donde su padre, Vasco Vázquez de Quiroga, poseedor de haciendas y mayorazgos, fue gobernador del Priorazgo de San Juan. Su madre, María Alonso de la Cárcel, vecina de Arévalo, era de noble familia. Tuvo dos hermanos: Constanza, que profesó como religiosa, y Álvaro quien tuvo nueve hijos, uno de los cuales, de nombre Rodrigo, fue cardenal arzobispo de Toledo e inquisidor general de España.

1 Nombre cariñoso con el que los indios tarascos o purépechas designan a su padre. 2 Muy probablemente falleció en Pátzcuaro. Algunos sostienen que entregó su alma a Dios en Uruapan, pero no hay fundamento histórico para sostenerlo. 3 No hay acuerdo sobre el año en que vio la luz primera Vasco de Quiroga. Algunos autores han aventurado que nació en 1470. Otros fijan su nacimiento entre 1477 y 1479. Nosotros sostenemos como año muy probable de su nacimiento el de 1488. Así que vivió 77 años, de haber nacido en 1488, alcanzó los 95 años de edad si se atiende a la fecha que aparece en una pintura. Cfr. Arce Gargollo, Pablo, Vasco de Quiroga, jurista con mentalidad secular, México, Porrúa, 2007, 5-6.

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ESTUDIOS oco antes de cumplir los 20 años, probablemente en 1507, inició sus estudios en la Universidad de Salamanca, donde cursó el bachillerato para luego recibir el título de Licenciado en Cánones. Su formación tuvo una fuerte influencia humanista y sus estudios incluyeron la Filosofía y la Teología.

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Cuando Vasco de Quiroga dejó la universidad, se iniciaba la época de mayor esplendor de las universidades de Salamanca y Valladolid. En las aulas universitarias españolas de aquel tiempo se unían la tradición escolástica, el renacimiento español y un humanismo claramente cristiano. Corrían aires de una renovación del cristianismo con planteamientos teológicos que habrían de repercutir en la vida social, capaces de renovar la vida cristiana de las personas y las instituciones, reviviendo en ellas el deseo de volver al cristianismo primitivo.

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Probablemente cuando aún se encontraba en la universidad, fue admitido como caballero de la Soberana Orden Militar y

Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, que luego fue de Rodas y actualmente es de Malta. Las constituciones de esa orden militar establecían que los nombrados caballeros –en una solemne ceremonia– prometieran huir de guerras injustas, proteger a los huérfanos, pobres y viudas, así como aliviar a los infortunados enfermos. Además, se obligaban a ser hombres ejemplares, caritativos y cuidadosos de conservar la virtud de la castidad, mantener un gozo espiritual, vivir sin malicia, llorar los pecados, sufrir las injurias, amar la justicia, ser misericordiosos, puros de corazón y sinceros, así como llevar con paciencia la persecución.

TRABAJO PROFESIONAL as primeras noticias que se disponen de su actividad profesional señalan que en 1523, cuando Vasco de Quiroga tenía 35 años, recibió del rey Carlos I de España y V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, el nombramiento de juez de Residencia en Orán, al norte de África, tierras conquistadas por España pocos años antes. Es de suponer que laboraba para la corona desde mucho antes.

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Durante su trabajo en África, sobresalió por su actuación como juez prudente y justo en un mundo cosmopolita en el que convivían personas de muchas naciones y credos. Ese periodo de su vida fue notable por su combate a los actos de corrupción, atreviéndose incluso a condenar al mismo corregidor de Orán y donde logró, además, exitosas gestiones como representante de la corona española. Muestra de ello fue la firma conclusiva de un tratado de paz –que se distinguió por su precisión y celeridad– con el rey de Tremecén, en el que introdujo conceptos, inéditos entonces, de respeto a la libertad religiosa y de comercio.

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En 1526, Vasco regresó a la península para trabajar en la Real Chancillería de Valladolid y en otras encomiendas que lo llevaron a Granada, a Murcia y a largos recorridos acompañando a la corte del rey. En esos años aumentó su prestigio profesional y humano que tuvo, entre otras consecuencias, el recibir un recado de parte del rey preguntándole qué puesto deseaba, ofreciéndole diversas posibilidades: una magistratura, una gobernación en España, un puesto en el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición o una magistratura en el gobierno de las Indias.

En la España de las primeras décadas del siglo XVI , además de estar ávidos de noticias sobre los descubrimientos cada vez más sorprendentes que día a día se efectuaban del otro lado del mar tenebroso, llegaban a la corona informes alarmantes sobre abusos de los conquistadores y el maltrato que daban a los indios, situaciones que llevaban a que autoridades, académicos, teólogos y juristas se debatieran en esas sesudas cuestiones.

En ese ambiente, luego de hacer mucha oración, Vasco de Quiroga decidió pedirle al rey que lo enviara a las Indias, por lo que en 1529 fue nombrado oidor de la Segunda Audiencia, es decir, miembro de un cuerpo colegiado que sería la máxima autoridad en la Nueva España.

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OIDOR EN LA NUEVA ESPAÑA Vasco de Quiroga entró a la ciudad de MéxicoTenochtitlan el día 9 de enero de 1531. Llegó con todos los poderes para ejercer como oidor, es decir, siendo integrante de un cuerpo colegial que se conoció como la Segunda Audiencia, primera autoridad en el gobierno de la Nueva España. a fecha de su arribo a México nos permite considerar que, exactamente once meses después, ocurrirá la primera aparición de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac (9 de diciembre de 1531). Interesante también es que Vasco de Quiroga, el 13 de agosto siguiente a su llegada a México, será testigo de los grandes festejos que se organizaron con ocasión del décimo aniversario de la conquista de Tenochtitlan, consumada en 1521.

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Vasco de Quiroga es, por tanto, un testigo de primera fila de lo que significó la Conquista, con todos sus aciertos, errores y horrores. Al llegar a la Nueva España, inició un trabajo intenso lleno de dificultades. Se involucró inmediatamente en el juicio que se hizo a los integrantes de la tristemente célebre Primera Audiencia que será condenada y recordada por el abuso de poder que practicó, al dar y quitar encomiendas, sometiendo a esclavitud a los indios y permitiendo que fueran herrados en gran número.

Vasco de Quiroga desarrolló un intenso y eficaz trabajo. Tres meses después de llegar a América, en carta dirigida a la emperatriz, le habló de su quehacer y el de sus colegas: “Con las visitas y ejecución de las provisiones ha habido y hay tanto que hacer, que sobre las horas de la mañana empleamos la tarde y gran parte de la noche, y no será poco si este trabajo se acaba en éste y todo el año venidero”.4 Pronto sobresalió Vasco de Quiroga por su afabilidad en el trato con los demás, en especial con los indígenas, a los que entendía bien con ayuda de sus dibujos y algunos traductores. Hacía visitas aquí y allá, dictaba provisiones y hacía justicia como otro Salomón. Los indios acudían en masa para ser escuchados por el licenciado Quiroga quien lograba entenderlos rápidamente, solucionando muchos de sus problemas legales. Hombre prudente, decía: “Siempre están conmigo cuatro jueces de los mayores suyos, que ellos entre sí tenían, para que vean lo que pasa e informen de sus costumbres”.5

4 Carta de los oidores Salmerón, Maldonado, Ceynos y Quiroga a la emperatriz (30 de marzo de 1531) en García Icazbalceta, Joaquín, Don Fray Juan de Zumárraga, México: Porrúa, 1947, t.4, doc. 16, 283-299. 5 Carta al Consejo de Indias, México, 8 de febrero de 1537 en García Icazbalceta, Joaquín, Don Fray Juan de Zumárraga, México: Porrúa, 1947, t.4, doc. 12: 143.

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El trabajo del licenciado Quiroga le llevó a conocer a fondo lo que sucedía en la Nueva España. Sufrió con todos los inconvenientes derivados de la Conquista. Además de combatir judicialmente los abusos que algunos españoles ejercían sobre los indios, buscaba implementar acciones para defender sus derechos y ofrecerles medios para su desarrollo. En una carta dirigida al Consejo de Indias, con fecha del 14 de agosto de 1531, escrita a título personal y no como miembro de la Audiencia, refiere sus experiencias, entre ellas, una escena –que quedaría grabada en sus pupilas y en su alma hasta los últimos días de su vida–, al ver que los indios “han quedado así pobres, que andan por los tiánguez y calles a buscar de comer lo que dejan los puercos y los perros, cosa de gran piedad de ver y estos huérfanos y pobres son tantos, que no es cosa de se poder creer si no se ve”. En aquellos años, el licenciado Quiroga escribió a la corona manifestando su preocupación por la falta de un mínimo de organización social para los muchos habitantes de la Ciudad de México que eran, dice, más de lo que puedan imaginar en Castilla: “Y no se podría allá creer la multitud de estos indios naturales, y así su manera de vivir es un caos y confusión, que no hay quien entienda sus cosas ni maneras, ni pueden ser puestos en orden ni policía (…) ni estorbarles las borracheras e idolatrías ni otros malos ritos e costumbres”.6 Pero el licenciado y oidor Quiroga era un hombre justo y sabía detectar un buen número de aspectos positivos de los indígenas. Trató entonces de hacerlo notar en su carta al Consejo de Indias: “Los indios que desde muchachos se crían y doctrinan con gran diligencia (…) porque naturalmente tienen y nata la humildad, obediencia y pobreza y menosprecio del mundo (…) y en fin sean como tabla rasa y cera muy blanda”.7

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6 Carta al Presidente del Real Consejo del licenciado Quiroga oidor de aquella Audiencia en la que comenta diversos asuntos. En Escobar Olmedo, Armando Mauricio, Epistolario y Documentos diversos de don Vasco de Quiroga, Consejo Editorial de la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, México: Gospa editorial, 2013, 85-91. 7 Ibídem.

Descubrir las cualidades de las personas fue una constante en Vasco de Quiroga, de ahí que sabe resaltar sus cualidades, pues como él mismo escribió: “Muchos de ellos demás de saber lo que a muchos cristianos conviene, saben leer y escribir en su lengua y en la nuestra y en latín y cantan canto llano y de órgano, saben apuntar libros de ello, harto bien”.8 La situación no se presentaba fácil. Era notorio que don Vasco resaltaba la perplejidad y congoja que tienen todos los hombres de bien en la tierra conquistada; él mismo se veía en aprietos cuando le pedían un remedio a la difícil situación. Sin embargo, poco a poco, fruto de sus reflexiones, vio claro que la solución estaba en la realización de lo que para él era un sueño: constituir “pueblos nuevos donde trabajando y rompiendo la tierra, de su trabajo se mantengan y estén ordenados en toda buena orden de policía y con santas y buenas y católicas ordenanzas”. Apuntaba así una idea que fue desarrollando y que sería clave del pensamiento y de la actuación de Quiroga, quien confiaba plenamente en la capacidad de cada hombre de desarrollar sus cualidades. Muchos de sus contemporáneos prefirieron ver deficiencias en esos hombres e incluso cuestionaron su racionalidad.

El licenciado Quiroga, como humanista, conoció al hombre, distinguió lo esencial de lo accidental, y entendió desde el principio que si se respetaban los derechos innatos de los indios, se les daba confianza y se sentían queridos y apreciados, entonces, cada uno de ellos sería capaz de hacer cosas grandes. La actuación grandiosa de este hombre visionario fue la suma de la actuación de muchos indios en los que confió y a los que, también hay que decirlo, les exigió una responsabilidad.

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Ibídem.

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FUNDACIÓN DEL PUEBLO-HOSPITAL DE SANTA FE l contacto con la realidad del pueblo recién conquistado, las muchas horas de entrevistas y actuaciones judiciales fueron dejando una profunda huella en Vasco de Quiroga. La problemática encontrada le preocupaba, pero lejos de permanecer distante buscó la raíz de los graves conflictos existentes. No sólo era una preocupación de tipo sociológico, sino que aflorando el humanismo en el que estaba imbuido, encontró soluciones profundas, frescas y duraderas.

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Decidió, entonces, fundar un pueblo donde los naturales aprendieran tres aspectos fundamentales en la vida de la persona: vivir en familia, trabajar bien y establecer una relación personal con Dios. Es por eso que un año después de su llegada a México, entre los meses de febrero y agosto de 1532, adquirió unos terrenos –con sus ahorros y la venta de algunos bienes– para fundar una institución donde los indios que lo desearan podían formar parte de una población que experimentaría las bondades de vivir como familia, aprendiendo oficios y trabajando con perfección, además de conocer que la fe no era una doctrina llena de preceptos, sino una vida que los podía llevar a la felicidad en esta tierra y en la vida futura.

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Los predios que don Vasco seleccionó estaban a poco más de dos leguas –unos 9 km–, hacia el poniente de la capital de la Nueva España. Actualmente, dichos terrenos han sido transformados

en un moderno desarrollo urbano con enormes rascacielos, pero conservando el nombre del primer pueblo fundado por Tata Vasco: Santa Fe. Con la ayuda de muchos indios, a los que entusiasmó con su proyecto, logró levantar un pueblo al que bautizaría como Hospital de Santa Fe, en el cual llegaron a vivir más de 30 mil personas. Cabe mencionar que el término “hospital” está vinculado a la acepción latina hostes, que significa huésped, y que en un amplio sentido era el objetivo buscado por el licenciado Quiroga para ese pueblo: ofrecer hospedaje a todos los indios que vagaban o se escondían en las montañas a causa del maltrato que les daban los encomenderos.

El pueblo-hospital incluía también la recepción de gente con requerimientos de salud, ya que de acuerdo con don Vasco: “los enfermos son el principal entre los trabajos del pueblo”. 9 Asimismo, el hospital de Santa Fe era un lugar privilegiado donde se enseñaban los pequeños e importantes gestos y actividades que permiten unificar a la familia. También se instruía a los indígenas en diversos oficios, se fomentaba la creatividad, se ejercitaba la preocupación por ayudar a los demás y se aprendía el mejor modo de conocer y tratar a Dios.

9 Reglas y Ordenanzas para el gobierno de los hospitales de Santa Fe en México y Michoacán. Dispuestas por su fundador el Rmo. y Venerable señor don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, México: Talleres Gráficos de la Nación, 1940, XVIII, 2.

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Esta primera buena experiencia lo llevó a fundar, posteriormente, dos pueblos-hospital semejantes: uno en Tzintzuntzan y otro en Ueameo, conocido como Santa Fe de la Laguna; los dos a orillas del lago de Pátzcuaro. De igual manera, desarrolló parcialmente esas ideas de pueblo y familia en Pátzcuaro, Angahuan, Nurio, Uruapan y Zacán.

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El diseño arquitectónico que estableció Vasco de Quiroga para sus pueblos fue un claro reflejo de su concepción humanista: soñaba con una sociedad nueva, con un modo de vida semejante al que llevaban los primeros cristianos y donde cada persona era importante, privilegiando la vida en familia. En la construcción del pueblo, así como en sus mejoras y reparaciones, intervinieron no sólo los habitantes sino incluso los que acudían al pueblo, lo que favoreció que apreciaran y cuidaran las instalaciones.

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Les enseñó que lo construido debía ser hecho de la mejor manera posible, cuidando todos los detalles, sin lujos ni cosas innecesarias, pues debe vivirse con sobriedad. A través de los pueblos-hospitales de Santa Fe, Vasco de Quiroga procuró el bien integral de la persona y de la comunidad, lo mismo que su salvación. En las Ordenanzas para el buen gobierno de esos pueblos así lo manifestaba:

“Quiero que viváis sin necesidad y sin ociosidad, en buena policía y doctrina cristiana, sin menoscabo de vuestra obediencia, simplicidad, humildad (…) fuera del peligro de las tres bestias que todo en este mundo destruyen y corrompen, que son la soberbia, codicia y ambición”.10 Asimismo, se impartían la fe cristiana, la enseñanza de oficios y menesteres, la educación y el mejor modo de hacer el cultivo del campo; se estimulaban las habilidades, inclinaciones e intereses de cada uno; se fomentaban la alegría y la verdadera fiesta, el esparcimiento, la cultura, el arte; se instruía sobre política, se practicaba la democracia y gracias a esta mezcla de valores se lograba que todos colaboraran en obtener el bien común, al promover la solidaridad y la responsabilidad. Estos sitios eran verdaderas repúblicas donde se vivía el ideal de la primera comunidad cristiana y todo se poseía en común, permitiendo a sus habitantes estar unidos como un solo corazón y una sola alma.11 Gracias a este tipo de vida, Vasco de Quiroga hizo de algún modo posible la Utopía del humanista Tomás Moro que fue gran canciller de Inglaterra 10 Ibídem, 3. 11 Cfr. Cervantes, Efrén, Vasco de Quiroga visto desde Pátzcuaro, Pátzcuaro: Basílica de Nuestra Señora de la Salud, 2012.

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y murió mártir. La creación de ese peculiar pueblo-hospital no tuvo necesariamente su primera fuente de inspiración en aquella república ideal e irrealizable que imaginara el santo Canciller en la isla Utopos; más bien se trataba de una feliz coincidencia con lo ingeniado por él. Hacia el final de su vida, Vasco de Quiroga, con mentalidad práctica y jurídica, decidió reglamentar su funcionamiento redactando las Reglas y Ordenanzas para el gobierno de los hospitales de Santa Fe.12 Es posible que se valiera para ello de algunos conceptos de la Utopía, obra que conoció no antes de 1532, año de su primera fundación.

CON LOS TARASCOS n 1532, Vasco de Quiroga tuvo su primer contacto con los indios tarascos. Fue elegido por los demás miembros de la Segunda Audiencia para llevar a cabo una inspección en la Provincia de Michoacán que se encontraba en estado de convulsión desde la muerte de su rey Sinzicha Tanganxuan, llamado también Cazonci, cuyo deceso fue ordenado por Nuño de Guzmán, quien lo torturó intentando obtener información sobre los sitios donde se guardaba oro. El argumento que dieron los otros miembros de la Audiencia para enviar a Vasco a esa Provincia fue que “el licenciado Quiroga podrá ocuparse de lo de Mechuacán, porque es hombre virtuoso, buen cristiano y muy celoso del servicio de Dios”.13

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Tras su llegada a Michoacán, el licenciado Quiroga se reunió, auxiliado de intérpretes, con Pedro Panza Cuinierángari, entonces gobernador de la ciudad, y con los principales del pueblo con el fin de escuchar las quejas y reclamos de los locales, organizando asambleas que: “Cada vez eran más numerosas, convocándose todos los de la Provincia a oír un hombre tan interesado en su bien y cuyos labios destilaban miel y suavidad”.14 Su capacidad de explicar con sencillez y claridad los beneficios de vivir con orden y “policía”, término usado entonces para designar el orden social, le permitió mostrarles también la experiencia tenida en su pueblo-hospital de Santa Fe, cercano a México-Tenochtitlan, logrando animar a los indígenas a fundar un pueblo semejante en Tzintzuntzan. También los conminó a dejar la idolatría y los vicios,

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12 Fueron encontradas en desorden, en 1776, por Juan Joseph Moreno y han sido publicadas tal como se encontraron por Talleres Gráficos de la Nación, México (1940). Un interesante ejercicio que intenta darles un orden más lógico, donde se suprimen repeticiones, ha sido elaborado por Pablo Arce Gargollo en Vasco de Quiroga, jurista con mentalidad secular, México: Porrúa, 2007. 13 AGI, Patronato, leg. 184, ramo 13. 14 Moreno, Juan Joseph, Fragmentos de la Vida y Virtudes del V. Illmo. y Rmo. Sr. Dr. don Vasco de Quiroga primer obispo de la Santa Iglesia Catedral de Michoacán y Fundador del Real y Primitivo Colegio de S. Nicolás Obispo de Valladolid, impreso en México en la imprenta del real y más antiguo Colegio de San Ildefonso, 1766, 29.

abriéndoles un inmenso panorama de las ventajas de vivir en una sociedad organizada y de los beneficios del trabajo. De igual manera, expuso ante la comunidad lo que era una familia y los serios inconvenientes de tener varias mujeres, práctica usual entonces entre los tarascos. Luego, usando ejemplos adecuados, explicó algunos aspectos de la doctrina católica. Los indígenas quedaron admirados del austero estilo de vida del licenciado Quiroga, así como también por su dedicación al trabajo y la sabiduría para resolver problemas. Les llamaba poderosamente la atención cuando se retiraba a hacer oración. Los naturales mostraron siempre su agradecimiento al hombre que, siendo autoridad real, supo comprenderlos al grado de conmoverse sinceramente por su penosa situación, logrando ayudarlos en múltiples asuntos.

ahí cuando comenzaron a llamarlo “Tata”, diminutivo cariñoso que los tarascos le dan al vocablo papá. Vasco de Quiroga realizó frecuentes desplazamientos entre la capital de la Nueva España y la región de Michoacán, haciendo compatible su trabajo en la Audiencia con su labor de reconstruir el tejido social de aquellos pueblos. Años después, explicaría algunos logros tenidos en toda aquella región, no sólo con los tarascos, sino con otro grupo considerado entonces más bravo y salvaje: “Muchos chichimecas, que nunca fueron ganados ni conquistados, de poco acá son venidos al buen olor de la bondad y piedad cristiana que ahí han visto e oído decir, con sus hijos y mujeres, dejando su vida salvaje”.15

Muchos indios se presentaban ante el oidor para pedirle consejo y entregarle los ídolos de madera, piedra y otros materiales que tenían escondidos. Fue 32

15 Juicio de Residencia en García Icazbalceta, Joaquín, Colección de documentos para la historia de México, México: Porrúa, 1980, t. 3, doc. 30, 86.

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NOMBRADO OBISPO n diciembre de 1535, el Consejo de Indias sugiere al rey Carlos V que proponga al Papa el nombramiento de Vasco de Quiroga como obispo de Michoacán, aun con el inconveniente de que es un laico, bajo el argumento de que:

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“Se tiene muy buena relación de su vida y ejemplo, y porque ha sido y es muy inclinado a la conversión y buen tratamiento de los indios y a su instrucción en las cosas de nuestra santa fe, en que ha gastado gran parte del salario que V. M. le ha mandado dar”.16 Ante tal petición, el Papa Paulo III erige –por Bula de fecha 6 de agosto de 1536– la diócesis de Michoacán y nombra a Vasco de Quiroga como su primer obispo. Sin embargo, las dificultades en las comunicaciones –propias de aquel tiempo– retrasaron la llegada a Nueva España de los documentos oficiales necesarios para poder recibir la ordenación episcopal. Pudo, sin embargo, tomar posesión de su diócesis dos años después, el 6 de agosto de 1538, ya ordenado sacerdote, en una pequeña capilla que los franciscanos tenían en Tzintzuntzan, trasladando –al día siguiente–, su sede a Pátzcuaro porque al nuevo y primer obispo de Michoacán le pareció entonces que ahí encontraría mejores condiciones climáticas y, sobre todo, poder reunir a más naturales a los que podría evangelizar. Su ordenación episcopal la recibiría después, en diciembre de 1538, de manos del arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga. De ese modo, el licenciado Vasco de Quiroga, un laico de casi 50 años de edad que desempeñaba el papel de oidor y juez, fue ordenado sacerdote y obispo. Esos pocos años acumulados pueden explicar, en parte, el brío con el que asumió y se entregó a su actividad pastoral, así como su dilatada acción. El licenciado Quiroga no promovió gestiones en busca del episcopado ni añoraba ese estado; más aún, aceptó el nombramiento papal con la misma nobleza con que años antes había aceptado ser máxima autoridad en la Nueva España o el encargo de ir a Michoacán para ayudar a los purépechas a poner orden en esa sociedad crispada. De esta etapa, el mismo obispo recuerda su difícil aceptación al cargo: “Me arrancaron de la magistratura y me pusieron en el timón del sacerdocio, por mérito de mis pecados. A mí, inútil y enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar el remo me eligieron primer obispo de la ciudad michoacana. Y así sucedió que antes que aprender, empecé a enseñar, tal como de sí mismos decían, lamentándose, el padre Ambrosio y Agustín”.17

16 Méndez Arceo, Sergio, Contribución a la historia de don Vasco de Quiroga, México, Ábside, 1941, 63. 17 Vasco de Quiroga, Carta Pastoral de 1554.

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La nueva diócesis de Michoacán era entonces un dilatado territorio con una extensión de 175,000 km 2 que comprendía desde el Mar del Sur (Pacífico) hasta una porción del Golfo de México, abarcando lo que hoy son los estados de Michoacán y Colima; casi todo Guanajuato, exceptuando Casas Viejas (Iturbide) y Xichú (Victoria), que pertenecían al obispado de México. De igual manera se incluían dos cantones de Jalisco: Zapotlán y La Barca; tres distritos de Guerrero, que actualmente corresponden a Galeana, La Unión y Mina; así como casi todo lo que hoy es San Luis Potosí y una parte de Tamaulipas.

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Al ser nombrado obispo de tan vasto territorio, don Vasco tuvo prisa por iniciar su trabajo, mas decidió realizarlo con cautela. Por tal motivo, planeó un trabajo pastoral con horizontes insospechados que demandaba la presencia de sacerdotes ejemplares que fueran capaces de trasmitir una fe viva. Así fue como ordenó sacerdotes a algunos conocidos cercanos que trabajaban para él en la Audiencia; también convenció a otros que, con la anuencia del obispo de México, Zumárraga, se integraron al clero de la nueva diócesis.

En los primeros meses de su ejercicio episcopal, algunos indígenas recibieron de sus manos al menos las órdenes menores, pero quizá no llegaron a ser ordenados sacerdotes presbíteros, pues encontró mucha oposición en los demás obispos de la Nueva España. Don Vasco, visionario y precursor, fundó en 1540 su seminario en Pátzcuaro, en el que convivían indios y españoles, bajo el nombre de Real y Primitivo Colegio de San Nicolás, adelantándose 16 años a lo que la Iglesia determinó, en el Concilio de Trento en 1556, de que en cada diócesis se instituyera un seminario. Exigió que los futuros sacerdotes estuvieran muy bien preparados en Teología y fueran expertos en alguna de las lenguas que se hablaban en el territorio de su obispado, es decir, purépecha, náhuatl, cuitlateca, pirinda, pame, otomí y mazahua. Once años después de la muerte de Vasco, el deán y el cabildo de la diócesis enviaron un informe sobre los frutos del seminario. En dicho escrito se describe que: “Desde su fundación, en él se han criado y ordenado muchos sacerdotes de muy buena doctrina, vida y ejemplo, y han salido de él más de doscientos sacerdotes ministros que en toda esta Nueva España han predicado la ley evangélica y administrado los santos sacramentos y adoctrinado y convertido mucho número de indios naturales y han aprendido sus mismas lenguas bárbaras con que se ha dilatado grandemente nuestra santa fe católica y salvado muchas ánimas en gran servicio de Dios Nuestro Señor”.18

18 Información hecha por la Justicia Mayor de esta ciudad de pedimento del señor obispo, deán y cabildo de esta Santa Iglesia Catedral sobre la necesidad que el Colegio de San Nicolás tiene y prueba provecho que de él se sigue, Michoacán: AGI, 1576, leg. 23, ramo 2, 17.

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Construir su propia catedral fue una de las primeras tareas que emprendió don Vasco. La catedral que deseó construir es una muestra más de su magnanimidad, ya que buscaba fuese la más grande y suntuosa de la cristiandad, mostrando así a los indios la grandeza de Dios. Es por este motivo que la diseñó de cinco naves cerradas con bóveda, “y con tanta grandeza se iba haciendo que, acabada, pudiera ser octava maravilla del mundo en edificios”.19 Por desgracia, no fue posible concluirla luego de una tenaz oposición de personas ajenas a la diócesis, además de problemas estructurales y arquitectónicos. La actual Basílica de María Inmaculada de la Salud en Pátzcuaro es una de las naves que proyectó. Por otra parte, Vasco se preocupó también de formar cuidadosamente a los indios antes de recibir el sacramento del bautismo, hecho constatado por Zumárraga: “El electo obispo de Mechoacán, con mucho estudio y cuidado, ha hecho un tratado en el cual se resume que no se puede ni debe hacer dicho bautismo, sino como se hacía en la primitiva iglesia”.20

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19 Besalenque, Diego de, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, México, 1963, 214. 20 Carta de fray Juan de Zumárraga al Consejo de Indias, México 8 de febrero de 1537, en García Icazbalceta, Joaquín, Don fray Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México, México: Porrúa, 1947, t. 4, doc. 12, 239.

Al respecto, en 1540, el obispo de Michoacán publicó un Manual de Adultos donde Cristóbal Cabrera –su secretario– exhortaba a los lectores: “Si deseas, venerable sacerdote, aprender previamente y con brevedad lo que ha de hacerse para bautizar a cualquier indio, cuáles son los primeros rudimentos que deben enseñársele, consulta, hojea, lee por entero y estima este libro. Nada hay menos oscuro, nada más claro, pues sencilla y doctamente acaba de ordenarle mi sabio y piadosísimo prelado don Vasco de Quiroga”.21 Parte de su labor pastoral comprendió también un Catecismo, dirigido a los indígenas, con sugerencias prácticas para su vida cristiana, dentro de su familia y trabajo, así como en su participación social. Organizó pueblos con sus barrios y la administración de los sacramentos en cada uno de ellos, dejando al final de su vida 59 parroquias, todas bien dotadas.

21 Citado por Martín Hernández, Francisco, Don Vasco de Quiroga, Protector de Indios, España: Universidad Pontificia de Salamanca, 1993, 203.

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Don Vasco de Quiroga tenía una gran intuición pedagógica. Con gran facilidad conocía a las personas, su temperamento y carácter, así como sus gustos y aficiones. Estas habilidades le permitieron iniciar la enseñanza de las verdades de la fe, partiendo muchas veces de las costumbres paganas que tenían los indígenas. Sus cualidades humanas y su vida ejemplar, le dieron una especial sabiduría para la conversión de los naturales. Quien fue secretario del obispo, reflexionando años después sobre lo logrado por don Vasco, escribió:

“Mientras otros desde lejos reconocían y admiraban en él la rara habilidad que tenía para convertir a los infieles, yo, que estaba tan cerca y como a la mano, me quedaba atónito por lo mismo, no haciendo otra cosa que alabar a aquél de quien desciende todo buen don y toda dádiva perfecta”. 22

Siendo obispo dedicaba muchas horas a la catequesis y hacía que quienes colaboraban con él dedicaran el tiempo necesario a esta labor. La celebración del bautismo era una fiesta muy especial: “Tenía él en tanta veneración el bautismo, lo honraba tan de corazón y con tanta piedad, que cuantas veces eran tratadas cuestiones referentes al mismo parecía conmoverse hasta en lo más profundo de su ser”.23 La familia y los niños eran su preocupación principal y por ello corrió la voz de que en sus pueblos-hospital recibía a los hijos de aquellos que no los querían o que por diversos motivos no pudieran

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22 Cabrera, Cristóbal, De solicitanda infidelium conversione, Biblioteca Vaticana, Vat. Lat. 5026, 1965, 29-50v, 2. 23 Ibídem. 35

mantenerlos junto a ellos. Una vez con él, era notoria su dedicación a procurarles todo lo necesario para formarlos. Muchas veces organizaba juegos con gran creatividad; por ejemplo, competencias de carreras, lanzamiento de objetos de madera y tiro con flechas, para luego enseñar con esas imágenes lo que es la lucha por desarrollar virtudes. En los juegos, don Vasco tomaba la postura de juez, tan propia de su vocación profesional, y premiaba a los ganadores con algunos animales vivos; pero el juego mismo era ocasión de catequesis, ya que les explicaba que dar en el blanco o conseguir un trofeo, es parecido al premio que recibiremos al final de nuestra vida en el cielo. Vasco de Quiroga, como gran evangelizador, era muy devoto de María Santísima, en especial en el misterio de su Inmaculada Concepción. Una manifestación, entre muchas, se dio poco después de tomar posesión de la diócesis, cuando mandó elaborar, con los mismos materiales e ingredientes con que los indígenas hacían sus ídolos –pasta de caña mezclada con diversas yerbas–, una imagen de la Virgen. Dicha imagen fue colocada en el Hospital de Santa Marta de Pátzcuaro en el año 1540, bajo el título de Salud de los Enfermos, con el fin de que se acudiera a ella pidiendo remedio de las enfermedades. Hasta la fecha, los pobladores de la ribera del lago de Pátzcuaro, habitantes de Michoacán y lugares muy lejanos le profesan una especial y arraigada devoción acudiendo frecuentemente a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, donde actualmente está la imagen.

INSTITUCIONES SOCIALES

L

a formación que recibieron los primeros cristianos en el obispado de Michoacán tuvo un componente muy peculiar.

Gracias al Manual de Adultos elaborado por don Vasco y al Catecismo que editó, se les dieron a conocer a los naturales de la provincia de Michoacán las verdades de nuestra fe. Un análisis de los contenidos de estos dos textos nos permiten observar que no insistían sólo en aspectos teóricos, sino que subrayaban los prácticos, enseñando a vivir el cristianismo con todas sus virtudes en la vida diaria. Además de esa enseñanza teórico-práctica, hay un componente más que supo poner Vasco de Quiroga en su plan de evangelización. Desde el principio intuyó que debía fomentar algunas instituciones donde la vida cristiana se mostrara en la vida ordinaria de

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los habitantes de los pueblos. Impulsó así lugares donde todos practicaran, de modo habitual, en medio de su quehacer y de la vida familiar, lo que es vivir en cristiano. El nombre de Vasco de Quiroga está asociado a muchas obras de carácter social, pues impulsó muchas de esas instituciones. Entre las más notables se pueden señalar los hospitales de la Concepción y las Huatáperas. “Los hospitales de la Concepción impulsados por el primer obispo siguen un modelo distinto al de aquellos primeros fundados en la Ciudad de México por los españoles. Hay una diferencia fundamental, que consiste en confiar en la persona y no suplirla nunca en sus obligaciones. Todos, con sentido cristiano, debían participar en la atención de los enfermos. En esos pequeños hospitales, además de recibir a los enfermos, todos los pobladores intervenían, por turno, en función de enfermeros o haciendo y sirviendo la comida, algo inédito en la época. En la mayoría de los pueblos de 20 a 30 casas se fundaron hospitales. En 1582 había poco más de 200 de estos centros benéficos y hospitalarios en la diócesis de Michoacán”.24 Las Huatáperas, que muchas veces tenían anejo el hospital, eran algo más que una clínica. Estos lugares servían, en cada comunidad, como sedes para la reunión de las autoridades con el objetivo de deliberar sobre los problemas comunitarios. Funcionaban como una república de indios.

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24 Cfr., Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España. Fundaciones del siglo XVI , México, Editorial Jus, 1956, t. 2:232.

Vale la pena hacer notar la visión que tuvo Vasco en cuanto a la imperiosa necesidad de formar a la mujer de un modo especial, pues es ella la que debe, dice, presidir en la casa. El valor ejemplar de la mujer es parte fundamental en esa recomposición social que deseó hacer. De algún modo se adelantó a esas instituciones modernas que están enfocadas a la mujer para aprender todo lo referente a la administración de los hogares o de otras instituciones de servicio.

De igual manera, el obispo de Michoacán impulsó la creación de un Colegio de Niñas, donde debían convivir españolas e indígenas, para que “allí se les enseñen todos los oficios y habilidades mujeriles puesto que habían de presidir en la casa, y diesen a los indios recién convertidos el buen olor de los ungüentos cristianos para aficionarlos a ellos a las virtudes”.25

La Huatápera era el espacio de celebración de los rituales festivos; servía para hospedar a los huéspedes que estaban de paso en la comunidad; por supuesto, servía como lugar para cuidar a los enfermos, pero también era el granero, centro de acopio de las reservas de granos para las temporadas de escasez alimenticia o en previsión de años estériles. Vasco les ayuda con la idea fundacional y les proporciona algunos medios, como son médicos, enfermeras, algunas camas y poco más. Este tipo de hospitales se hacían con la colaboración de todos los pobladores, quienes ponían mano de obra, enseres y recursos económicos.

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25 Besalenque, Diego de, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, México, 1963, 56-57.

PARTICIPACIÓN SOCIAL unque no fue labor exclusiva de su primer obispo, suponemos que Vasco de Quiroga influyó notablemente en la organización social. En muchas poblaciones de la provincia de Michoacán encontramos, a partir de 1545, estructuras de gobierno donde, a través de elecciones, los integrantes del cabildo civil hacen los nombramientos de determinados cargos, fijan sus sueldos y resuelven sus controversias, muchas veces haciendo uso de la edificación destinada a ser Huatápera.

A

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Página anterior:

Ilustración contenida en la Crónica de Michoacán de Ocampo, escrita entre 1538 y 1545. Fue copiada por fray Pablo Beaumont hacia 1780. sta imagen representa el desacuerdo entre Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, y la nobleza nativa, acerca de la decisión de Tata Vasco de trasladar la nueva diócesis de Tzintzuntzan, capital del reino tarasco, a Pátzcuaro. Este hecho tuvo lugar el 7 de agosto de 1538, al día siguiente de tomar posesión de la diócesis. 1

Don Vasco de Quiroga y fray Jerónimo de Alcalá

El escenario ilustrado es Tzintzuntzan. En el centro, aparecen dos personajes y sobre sus cabezas su nombre: don Vasco de Quiroga, con sotana negra, y rostro joven y sonriente; fray Jerónimo de Alcalá, autor de la Crónica De Michoacán, con sotana en tonos azules que usaban los franciscanos en el siglo XVI . Fray Jerónimo de Alcalá fue el primero que escribió la lengua tarasca con el alfabeto europeo. 2

Nobles indígenas

Arriba de los personajes centrales de la ilustración están representados Francisco Tariácuri (Tariyácuri) y Antonio Huitziméngari (Vitzimángari), hijos del último rey tarasco, Cazonci Tzintzicha Tangazuan, quien fuera ejecutado en 1530 por Nuño de Guzmán, y don Petroni Cuinganihara. Los tres visten como nobles indígenas y, a diferencia de los demás, están tocados con un sombrero. La presencia del obispo Quiroga y Francisco Tariácuri en esta misma imagen sugiere que su origen se ubica entre 1538 y 1545. Quiroga fue consagrado obispo a finales de 1538 y Francisco Tariácuri murió en 1545, después de haber sido gobernador en el periodo 1542-1545.

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Primera capilla y la iglesia posterior

En la esquina superior derecha aparece una pequeña y deteriorada iglesia con una inscripción en tarasco: Santa Ana Ynixurin himbó de 1526 (Santa Ana, en el año de 1526). Este dato se refiere a la primera fundación franciscana en Michoacán, establecida en ese año. Abajo aparece otra iglesia, más grande y bien cuidada, sin duda de construcción posterior.

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Oratorio

A la izquierda del obispo y el fraile se observa una pequeña torre con la inscripción: Alaben-

taro hatitacurini, cacantztiyo que significa: El oratorio antiguo ahora en ruinas.

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Cruz de camino

En la esquina inferior izquierda, al lado del sendero que va hacia la iglesia nueva, aparece una estructura pequeña que sostiene una cruz de camino, como las que se acostumbraba poner en muchas veredas.

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Tres campanas

En la esquina inferior derecha, sobre el piso, se muestran tres campanas alineadas de tamaños mayor a menor, la última volcada. Quizá hace referencia al traslado de la sede episcopal de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, lo que causó algunos problemas al obispo. 7

Pirámides o yácatas

En la parte superior izquierda, aparecen cinco pirámides, también llamadas yácatas, que conformaban su centro ceremonial religioso. Se observan también 19 hombres, algunos con su nombre sobre la cabeza. 8

Francisco, Melchor y Gaspar

En la parte inferior izquierda, se observan tres personajes dibujados de escorzo, tocados con sombrero y con su nombre sobre la cabeza: Francisco Achatemba, Melchor y Gaspar. 9

Autoridades locales

Arriba de los mencionados en el recuadro anterior, se aprecian las figuras de tres hombres con vestidos que el pintor ilustra para indicar la nobleza indígena. Están en el sendero que va hacia la segunda iglesia. Parece que los dos de la izquierda –Tzapicua que lleva una vara y don Teamiro Antatzequa– están recibiendo alguna indicación de don Pedro Cuinhacunaari (Pedro Panza Cuinierángari), hermano adoptivo del último Cazonci. Los dos primeros se ven de nuevo arriba con don Petroni Cuinganihara. En los dos casos, Tzapicua lleva una vara que representa el símbolo físico de quien tiene autoridad. 10

Primeros cristianos tarascos

Al centro, en la parte superior y hacia la izquierda, se observa un grupo de diecinueve indígenas. Todos, excepto cinco, están identificados por sus nombres. Todos, menos tres, anteponen el “don” a su nombre lo que los señala como nobles. Seis de ellos tienen bezotes en los labios inferiores, y tres, o quizás cuatro, tienen una piedra en un lado de la nariz. Dos de ellos traen barbas completas y apellidos españoles, pero están vestidos como los otros, probablemente señalándoles como mestizos. Sólo don Petroni y los dos hijos de Cazonci traen sombreros tipo español, quizás como símbolo de autoridad y nobleza. Los diecinueve personajes indígenas, de izquierda a derecha, son: dos sin nombre; don Cartzitiri; don Pablo Quara; uno sin nombre; don Pablo Acuitzan; Cuitzan; don Pedro Guaca; don Ángel Tzentzenguaroyreti; uno sin nombre; don Alonzo Eguanigari; don Francisco Moxs, quizá Moxicas; don Juan Apahuitze; don Alonzo Huita; don Juan Pérez; don Alonzo Capea; otro sin nombre; don Teamiro Antatzequa; don Petroni Cuinganihara. A la derecha, fuera del grupo, están los ya mencionados: don Francisco Tariyácuri (Tariácuri), don Antonio Vitzimangari y Tzapicua. Todos los representados en la ilustración tienen relación con don Vasco de Quiroga. Suponemos, por sus nombres, que fueron bautizados y que eran colaboradores habituales en la labor pastoral del primer obispo, quien confió en ellos desde el principio. De ser así, estamos delante de algo inédito en la primera evangelización en la Nueva España, pues don Vasco de Quiroga, con mentalidad laical y secular, entendió y desempeñó bien el papel de los laicos.

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Los cabildos indígenas, con sus cuerpos de gobierno, a semejanza de los que había entonces en España, lograron fomentar una vida civilizada donde antes había confusión y violencia. Con esta organización, se les abrió a los indígenas un panorama insospechado que les permitió dirimir sus conflictos, pues aprendieron el modo de entablar los juicios y su defensa, además, les dio el cauce para acudir a las autoridades españolas, incluso al propio virrey, con objeto de apelar una decisión o detener los abusos de una autoridad. Logró que hubiera una identidad colectiva y una solidaridad indígena frente al mundo de españoles. Tejió un mundo de lealtades recíprocas y jerárquicas que, en ocasiones, presentaba una trama que produjo rasgaduras y roturas inevitables. Pero el tejido se mantuvo durante siglos hasta lograr hoy, por desgracia, su penoso rompimiento, luego de muchos ataques a sus instituciones. Este nuevo escenario institucional de gobierno desarrollará también actores políticos. Muchos de ellos, con su formación cristiana y con la novedad de su fe vivida, darán ejemplo notable de lo que es un cristiano en la vida pública. Muchos que, anteriormente, tenían vedada cualquier expresión política en la participación de los gobiernos locales, por no pertenecer a la nobleza tarasca, por ejemplo, lograron sobresalir. La antigua estructura jerárquica en el gobierno del señorío tarasco cambió rápidamente, disminuyendo los privilegios de los señores nobles, pero mantuvo lo que funcionaba bien.

IMPULSOR DE EMPRESAS FAMILIARES e atribuye a Vasco el desarrollo de muchas empresas familiares, ya que supo entusiasmar a los habitantes de cada pueblo para que se especializaran en algo, proporcionándoles los maestros que les enseñaron los primeros pasos en la técnica artesanal. A la vuelta de los años, cada pueblo sobresalía por una actividad que hacía cada vez mejor, le daba prestigio y le permitía comercializar productos con sus vecinos.

S

El primer obispo de Michoacán logró impulsar en poco tiempo toda aquella región. Es un hecho que a partir de 1540 los pueblos purépechas experimentaron un gran auge manifestado en muchos desarrollos urbanos, construcción de iglesias, conventos, plazas, hospitales y haciendas. A partir de entonces se inicia un proceso de generación de bienes y servicios que provocará que la región sea una de las zonas más ricas de la Nueva España en el siglo XVI. 62

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Vasco de Quiroga promovió los oficios. En un pueblo-hospital era obligatorio aprender al menos dos, además de las tareas del campo. Invirtió recursos para llevar a Michoacán artesanos desde la Ciudad de México y logró convencer a varios españoles para que vinieran a enseñarlos. Hay referencias de muchos oficios impulsados por el obispo. Así, por ejemplo, el de cortador y labrador de madera, de los que derivaron los carpinteros, hacedores de trojes, muebles caseros, canoas, carretas, bateas, barriles, cucharas, cuchillos, utensilios de cocina e instrumentos musicales como guitarras, violines, contrabajos, vihuelas, etcétera. También enseñó el corte y labranza de canteras, tezontle y piedra, así como técnicas de albañilería. Favoreció también la creación de textiles: tejido de fibras diversas, bordado, cobijas, gabanes, sombreros, morrales y cestería.

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Aprovechó las técnicas tarascas para lograr imaginería religiosa notable y fomentó la orfebrería y la alfarería en todas sus expresiones, así como la herrería. En la actualidad, al preguntar a muchos artesanos de dónde provienen sus técnicas de trabajo, contestan que fueron enseñadas por don Vasco, e incluso hoy se pueden apreciar los vestigios de sus enseñanzas en todo Michoacán: Uruapan y Quiroga destacan por las lacas realizadas con las maderas regionales; Paracho, por las guitarras y otros instrumentos musicales, además de muebles; Santa Clara, por los utensilios de cobre –hoces, azadones, hachas, candelabros–; Erongarícuaro y Jarácuaro, por los sombreros de palma y los chinchorros de mallas para pescar; San Felipe, por la herrería y cerrajería; Nurio, Capacuaro y Aranza, por los tejidos de lana; San Juan Parangaricutiro, por el tejido bordado de las

colchas. La alfarería se encuentra en Tzintzuntzan, Patambán, Santa Fe de la Laguna, Capula, Piñícuaro y Guango. Pátzcuaro sobresale por sus artesanías, el uso de la pintura con colores naturales diluidos en aceite y la pintura de mosaicos de plumas de ave –colibrí– y en madera. En Quiroga hacen bateas; Oponguio y Yotátiro elaboran metates y molcajetes. Las islas del lago de Pátzcuaro y sus pueblos ribereños obtuvieron como legado del que fuera obispo de Michoacán, el perfeccionamiento de sus embarcaciones y la técnica de la malla y el chinchorro para explotar el filón, hoy casi extinguido, de la pesca del pez blanco. La actividad de Teremendo es referida en uno de los escritos del obispo que informa que sus habitantes se dedican a “... adobar cueros y hacer jabón y sillas de caballo y zapatos y chapines y otras cosas de que ellos ganan de comer”. Aún hoy en día la vocación en este lugar es la curtiduría de pieles y la zapatería.

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Quien visita actualmente esa región podrá ver vestigios de lo que fue el desarrollo humano, cultural, comercial y religioso de la zona. Pueblos de la meseta purépecha, como Nurio, Angahuan, Charapan y Sevina, o los de la Cañada o Eraxamani, como son Acachuen y Carapan, dan buena muestra de ello. En lugares como Tiripitío, Cuitzeo, Yuririapúnduraro, Ucareo, Zinapécuaro, Tarímbaro, Tenderícuaro, existen aún hoy en día, señales de lo que fue su progreso humano, económico y social. En relación con el proceso y desarrollo que experimentó la región en tiempos de Vasco, es vox populi que todo aquello es fruto de su impulso. La palabra clave es “impulso”, pues el humanismo de Vasco dio frutos muy rápido en acciones que imitaban lo que él estaba haciendo. Y lo que estaba haciendo era confiar en la capacidad de las personas para organizarse y trabajar por un bien común. Así que en muchos poblados les bastó una idea, una sugerencia, un primer impulso, quizá de labios del mismo Vasco, para desencadenar muchas cosas que hasta entonces les parecían impensables. Es necesario recalcar que don Vasco de Quiroga enseñó a muchos naturales de su diócesis que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo y que su dignidad y libertad no provienen sólo de lo económico, sino de aquellos valores que se fomentan en la familia y en la vida social de cada pueblo. Vasco de Quiroga fue el fundador de sólo dos instituciones en Michoacán: los pueblos-hospital y el seminario, a la vez que impulsó innumerables iniciativas que permitieron alcanzar un notable desarrollo económico en la región que mejoraron, sobre todo, el índice de felicidad de sus habitantes. Como trasmisor de la fe entendió muy bien la figura del laico y lo movió a actuar de modo responsable en beneficio de los demás.

CLÚSTER DE DESARROLLO REGIONAL o tenemos, por desgracia, lo que debió de ser todo un plan de desarrollo elaborado por Vasco. Está claro que fue ejecutado por los mismos indios que, con un poco de impulso, fueron capaces de hacer realidad lo que un día fue sueño de Vasco de Quiroga que creía en el hombre y que no necesitaba controlar nada porque confiaba en todos.

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Lo que realizó Vasco en aquella región puede analizarse hoy en función de las mejores teorías económicas actuales sobre desarrollo sustentable. Basta señalar cuatro aspectos. el modelo de Vasco no era sólo económico. La viabilidad económica está al servicio de una vida más digna, más interesante y más creadora. No en vano se ha creado un Índice de Desarrollo Humano que va más allá del PIB (Producto Interno Bruto). Producir artesanías admirables con microempresas en una ciudad pequeña, con aire limpio, en contacto con la Naturaleza, es una forma de vida y convivencia que vale mucho más que los pesos y centavos medidos por el PIB. PRIMERO:

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Vasco no limitó el desarrollo de los pueblos a la agricultura. Las especialidades que asignaba a los pueblos no eran las agropecuarias, sino las de la industria ligera: artesanías de alta densidad económica (valor agregado por kilo) que, por lo mismo, son fácilmente exportables a los pueblos vecinos o remotos. Las artesanías pueden viajar y buscar mercados más amplios. El flete tenía un costo menor que el de los productos agrícolas. También eran bajos los costos de almacenaje y menores los riesgos perecederos de la mercancía, lo que permite una situación más favorable para la venta, pues el comprador sabe que el producto puede llevarse a vender a otra parte. Los productos agrícolas, en cambio, por ser perecederos requieren una venta rápida, y a veces valen menos que el transporte, por lo cual el vendedor se ve obligado a aceptar cualquier precio. En el modelo de Vasco de Quiroga, los alimentos se producen para el consumo propio o local, no para exportar. SEGUNDO:

TERCERO: el plan de desarrollo de Vasco favorece la especialización y el intercambio entre distin-

tas comunidades, según el principio de la ventaja comparativa. Tiene, además, ventajas semejantes a las que supone hoy la marca: el prestigio de una pieza de cobre de Santa Clara, por ejemplo, es una garantía para los compradores y una ventaja para todo el gremio local. Esta concentración de muchos que hacen lo mismo en la misma ciudad, a diferencia de la concentración de uno que absorbe a todos en una sola empresa, propicia los azares favorables y la experimentación. También favorece la difusión tecnológica, pues el ejemplo de los innovadores está a la vista de sus vecinos. Fomenta, además, el desarrollo de nuevos artesanos; la búsqueda de mejores mercados, así como compartir información sobre materias primas y herramientas. Un modelo así logra transformar la comunidad y la región. La especialidad actúa como un polo de desarrollo, que fue lo que sucedió con los pueblos michoacanos en el siglo XVI . CUARTO: Vasco

de Quiroga es un gran generador de empleo y consigue el aumento de la productividad con poca inversión. Su impulso logra mucho trabajo y amor al oficio en múltiples unidades pequeñas de producción. Ahora que se han puesto en evidencia los rendimientos decrecientes de la burocratización y el gigantismo, el modelo humanista de Vasco de Quiroga puede ser, en el siglo XXI , la solución práctica a los problemas sociales que no hemos podido remediar.

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VIDA EJEMPLAR onocemos algunos detalles de la vida de don Vasco de Quiroga, siendo obispo, gracias a Cristóbal Cabrera, quien estuvo a su lado los primeros 10 años de su actividad episcopal como su secretario.

C

Cabrera había trabajado a las órdenes del licenciado Quiroga cuando era oidor y luego fue ordenado sacerdote por el mismo Vasco. Los últimos años de su vida decidió vivirlos en Roma donde escribió sus recuerdos, descubriendo algunas facetas de la vida diaria del primer obispo de la diócesis de Michoacán: “Y sucedió muchas veces –cuenta su secretario– que yendo yo después de la media noche a preguntarle a qué hora quería rezar los maitines, pues era costumbre que juntos rezáramos el oficio divino y canónico, respondía invariablemente: ‘rezaremos un poco después de hora y media; descansa todavía un poco en tu recámara; ya te llamaré yo, apenas termine lo que ahora estoy haciendo’. Estaba, en efecto, leyendo algo de la Sagrada Escritura o de los escritores eclesiásticos, o bien escribiendo”.26 Luego de un día de intenso trabajo, pues no podía estar sin atender a todos los que acudían a él, las noches constituían su refugio que le permitía estudiar, contestar cartas o hacer anotaciones de experiencias o proyectos futuros, pero, eso sí, nunca dejaba de rezar.

26 Cabrera, Cristóbal, De solicitanda infidelium conversione, Biblioteca Vaticana, Vat. Lat. 5026, 1965, 29-50v, 33.

“Cuando al fin terminábamos de rezar, y como quedase todavía algún tiempo antes de despuntar la aurora, así vestido como estaba, se entregaba a un ligero descanso, ya sentado en su propia silla, ya recostado en el lecho. De este modo, estando él casi siempre en vela, juntaba la noche con el día durante casi toda la semana; por eso es que apenas si se desvestía para reposar, excepto cuando tenía que cambiar de camisa por otra limpia. Así pues, este bueno, esforzado y hábil operario estaba tan continuamente ocupado en cultivar la viña del Señor que, emulando al apóstol san Pablo, de muy buena gana se gastaba y se desgastaba hasta agotarse, con tal de lucrar para Cristo millares de almas. Y en tan santo apostolado este bueno y venerable obispo a quien yo respeté como a padre y quien a su vez me trató como a hijo, no obstante mi indignidad, trabajó incansablemente hasta exhalar con la muerte de los justos su último suspiro, habiéndose ocupado siempre en convertir y ganar para Cristo innumerables almas de infieles”.27

Nunca le preocupó tener casa digna de obispo, le bastaba un pobre lecho o una dura silla. No tuvo sirvientes, en todo caso, le bastaba y sobraba la ayuda que le proporcionaba Cristóbal Cabrera, su secretario. Era hombre austero que tomaba los alimentos necesarios y los compartía siempre con quien tocara a su puerta. “Nunca se gozaron en su mesa las delicias del vino, pues siempre fue frugal y abstemio”. Del dinero nunca se preocupó. En cambio, la adquisición de los medios necesarios para impulsar el desarrollo de los indios fue su ocupación constante.

27 Las siguientes citas provienen de su secretario Cristóbal Cabrera. Cfr. ibídem, 33-35.

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“Este santo varón, que despreciaba las riquezas y llevaba una vida frugal, que no tenía más ambiciones que la de convertir infieles por amor a Dios, empleó para ese fin en obras buenas y piadosas, con suma liberalidad y alegría, todo el sobrante del salario que recibía del rey como paga por su oficio de oidor, y luego siendo ya obispo, cuanto podía adquirir por razón de obvenciones y de réditos eclesiásticos. Efectivamente, de su propio peculio compró y cultivó las tierras de dos pueblos, los cuales situados cerca de las dos grandes ciudades de México y de Michoacán, fueron formados también a sus expensas; pues en ellos edificó y acondicionó edificios destinados para hospedar, alimentar e instruir en la fe a los infieles venidos de cualquier parte. Y así, ambos pueblos que por su industria y esfuerzo estaban tan bien cuidados y provistos de lo necesario, vinieron a ser como dos bautisterios y dos escuelas generales de catecismo. A uno y otro conviene perfectamente el título, por demás insigne e ilustre, que él les puso de Santa Fe”. Don Cristóbal Cabrera cuenta las consecuencias prácticas que tenía esa vida desprendida de los bienes materiales. “Pongo por testigo a la misma verdad, a Cristo Nuestro Señor, que durante el tiempo que con dicho Prelado viví, nunca vi en sus manos alguna moneda acuñada de oro o plata; es más, ni siquiera sabía a cuántas monedas o dracmas equivalía un sueldo de oro. Todo cuanto adquiría por razón de obvención eclesiástica era guardado por un ecónomo, quien, de no ser honrado, hubiese tenido facilidad de sustraer una buena parte. Pues el único motivo que había para contar lo existente, era que él dijera si había o no para gastar”. Su vida estaba dedicada a los demás. Si no estaba atendiendo a quien acudía a él, preparaba lo que debía hacer después, componiendo un sermón, una clase o un canto. Estudiaba, rezaba y se entretenía viendo el desarrollo del trabajo de los indígenas a quienes animaba de continuo. Aprovechaba el tiempo y no lo tenía para él o para sus cosas. “Nunca vi a este santo obispo entregado a una vida placentera, por el contrario, era siempre un vivo retrato del hombre trabajador, esforzado y virtuoso”.

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PASIÓN POR EL DERECHO e puede calificar a don Vasco como un hombre con pasión por el Derecho tanto por la manera de ejercerlo como por los sufrimientos que le causó, ya que lo estudió, lo aplicó y buscó que los demás se guiaran por la ley, pues el Estado de Derecho es la única forma posible de convivencia entre los hombres.

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Don Vasco de Quiroga –por vocación y profesión– pasó su vida solucionando problemas jurídicos y procurando que todos, sin excepción, cumplieran la ley. Distinguía perfectamente el ámbito religioso del civil, así como lo que constituía un trabajo profesional sin mezclar asuntos internos con externos, buscando siempre el cumplimiento responsable de las obligaciones personales. Muchos de los conflictos que debió resolver no fueron provocados por su persona, pero tuvo que enfrentarlos como obispo y cabeza de su diócesis. En cada circunstancia buscó la verdad y la aplicación de la justicia, pues en su condición de obispo buscó la unidad de gobierno y el ejercicio responsable de su potestad de jurisdicción. En cuanto a su tarea como obispo y pastor, era muy consciente que le correspondía, según las normas del Derecho y las facultades que le dio el Papa, determinar lo referente a la administración de los sacramentos, el nombramiento de párrocos, lo relativo a los diezmos y cualquier asunto relativo a la fe y costumbres. Es por eso que tuvo que enfrentar pleitos jurídicos con otros obispos por asuntos relacionados con límites territoriales; con algunas órdenes religiosas debió tomar decisiones respecto de los diezmos, así como sobre la administración de los sacramentos, ya que algunos querían actuar por su propia cuenta, ignorando al obispo. Sería injusto decir que los religiosos no ayudaron en la labor pastoral de don Vasco de Quiroga, pero algunos franciscanos y agustinos causaron problemas durante su gestión en la diócesis de Michoacán. Asimismo, tuvo discrepancias con el virrey Antonio de Mendoza, quien pretendió actuar en su territorio en asuntos de su exclusiva competencia. De hecho, don Vasco se vio obligado a regresar a España entre los años 1547 a 1554 con objeto de exigir a la corona española respeto y cumplimiento a ciertos decretos concedidos por el rey Carlos V. De igual forma, sostuvo largas y penosas controversias con el marqués del Valle, Martín Cortés, hijo del conquistador don Hernán Cortés, quien pretendió despojarlo del pueblo de Santa Fe de los Altos, y con Juan Infante, un terrateniente que buscó hacerse con las tierras de sus pueblos-hospital en Michoacán.

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FALLECIMIENTO l miércoles 14 de marzo de 1565 en Pátzcuaro, falleció don Vasco de Quiroga a la edad de 77 años. Durante algún tiempo se creyó que había muerto en Uruapan debido a un documento de 1776 escrito por Juan Joseph Moreno. Sin embargo, testimonios de 1573 relatados por canónigos, clérigos y vecinos de Pátzcuaro, afirman haberse encontrado presentes en el momento de su muerte lo que hace improbable que su deceso haya acaecido en otro lugar.

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En la iglesia de Santa Fe de la Ciudad de México hay una pintura al óleo, fechada en 1737, de don Vasco de Quiroga con una leyenda en latín: “Obit in civitate de Pascuaro anno Domini 1565, aetatis sue 95”: “Murió en la ciudad de Pátzcuaro en el año del Señor 1565 a la edad de 95 años”. Aunque parece estar probado que nació en 1488 y murió a los 75 años, de haber alcanzado los 95 años de edad como algunos sostienen, su actividad pastoral de los últimos años tuvo un mayor mérito.

LOS FRUTOS DE LA SANTIDAD

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l contemplar la amplia y profunda labor de Vasco de Quiroga, como un testigo ejemplar de la trasmisión e inculturación de la fe en el nuevo mundo, surge una pregunta inquietante: ¿cómo pudo hacer todo esto? La respuesta es clara: por su vida santa.

“Algunos preguntarán cómo llevar a cabo todo esto. No se trata de inventar nuevas estrategias, casi como si el Evangelio fuera un producto para poner en el mercado de las religiones, sino descubrir los modos mediante los cuales, ante el encuentro con Jesús, las personas se han acercado a Él y por Él se han sentido llamadas. Estamos, además, convencidos de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa si nos dejamos transformar por Él. Lo muestra la vida de los santos, cuya memoria y el relato de sus vidas son instrumentos privilegiados de la nueva evangelización”.28 Se comprueba, una vez más, como señalaba el beato Álvaro del Portillo, que “los llamados hombres prácticos no son los más útiles a la iglesia de Jesús, como tampoco lo son los meros pregoneros de teorías, sino más bien los verdaderos contemplativos, que poseen una pasión lucidísima e infatigable: divinizar y transfigurar en Cristo y con Cristo toda realidad creada. No es paradójico, por tanto, afirmar que sólo la mística resulta verdaderamente práctica en la iglesia de Jesús”.29

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28 Mensaje al Pueblo de Dios, como conclusión de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 26 octubre, 2012, 4 y 5. 29 Del Portillo, Beato Álvaro, L’Osservatore Romano, Ciudad del Vaticano, 23 junio, 1985.

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FAMA DE SANTIDAD a fama de santidad de Vasco de Quiroga ha sido siempre espontánea, estable, continua y difundida entre personas dignas de fe y se ha extendido a lo largo de la historia entre una parte significativa del pueblo de Dios, y son muchos los feligreses quienes le muestran una notable veneración, sin culto público, no sólo en el estado de Michoacán y en toda la nación mexicana, sino en muchas partes del mundo.

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Existe un sinnúmero de testimonios, así como con una difundida opinión de personas que sostienen que, desde el momento de su muerte hasta nuestros días, hay signos claros acerca de gracias y favores recibidos a través de la intercesión del siervo de Dios Vasco de Quiroga. Quienes lo conocieron y trataron coinciden en que supo vivir las virtudes en un grado heroico. De los muchos testimonios que a esto se refieren, destacan los de algunos de sus contemporáneos, por ejemplo, fray Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México, quien en carta enviada al rey Carlos V de España –en 1537–, anotó: “De la elección que S. M. hizo en la persona del licenciado Quiroga para Mechuacán tengo por cierto y siento con muchos que ha sido una de las acertadas que S. M. ha hecho en estas partes para llevar indios al Paraíso, que creo que S. M. pretende más esto que el oro y plata. Porque crea que al amor visceral que este buen hombre les muestra, el cual prueba bien con las obras y beneficios que de continuo les hace y con tanto ánimo y perseverancia, que nos hace ventaja a los prelados de acá”.30 Muy significativo también fue el testimonio que provino de don Manuel Flores, deán de la Catedral de México, contemporáneo de Vasco de Quiroga, quien aseguraba que: “Él creía, por Dios y en conciencia, que Quiroga nunca había hecho conscientemente un acto que constituyera un pecado mortal; y que no había fraile en la tierra que le aventajara en vivir religiosamente”.31 Otro testimonio de aquel tiempo fue el de fray Bernardino Vázquez de Tapia, quien desconociendo la mentalidad laical, se refirió al licenciado Vasco afirmando que “más servía para fraile que para oidor y juez”.32 Sus compañeros de trabajo –los integrantes de la Segunda Audiencia– que lo conocieron como laico, licenciado en Derecho, que desempeña su trabajo profesional en su puesto de oidor y juez dicen: “el Licenciado Quiroga (…) es hombre virtuoso, buen cristiano y muy celoso del servicio de Dios”.33

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30 Carta al Consejo de Indias, México, 8 de febrero de 1537, en Icazbalceta, Joaquín, Don Fray Juan de Zumárraga, México: Porrúa, 1947, t. 4, doc. 12: 143. 31 Citado en Martín Hernández, Francisco, Don Vasco de Quiroga, Protector de Indios, España: Universidad Pontificia de Salamanca, 1993, 83. 32 Aguayo Spencer, Rafael, Don Vasco de Quiroga. Documentos, México, 1939, 432. 33 AGI, Patronato, leg. 184, ramo 13, en Paso y Troncoso, Epistolario de Nueva España, México, 1939, t. 16: 20.

Cuenta su primer biógrafo, Cristóbal Cabrera –quien vivió junto a don Vasco más de una década–, la impresión que tenían los indios de Vasco de Quiroga, por su bondad y los favores que les hacía. “Quedaron los nativos tan impresionados con todos esos favores, que no cesaban de admirar la bondad y liberalidad del obispo. Su amor hacia él aumentaba de día en día, mientras este piadoso pastor y padre a su vez, cual otro san Pablo, los llevaba a todos en sus entrañas hasta ver a Cristo formado en ellos (Gálatas 4, 19)”.34 Cristóbal Cabrera también refería la fama de santidad que tenía el prelado entre los indios: “Cuando aquellos innumerables indios –ya instruidos en la fe y bautizados– volvían a sus casas y daban a conocer a otros indígenas infieles la bondad y nobleza, la compasión y generosidad del obispo, la fama de este celebérrimo varón cundía por todas partes llegando hasta regiones y fracciones distantes, y de tal modo se divulgaba de boca en boca, que muchos indios, humanos y bárbaros, a los que ningún ejército había podido dominar, sujetar o vencer, tan sólo por la fama de este santo obispo, espontánea y libremente acudían y se acercaban a él, dando grandes muestras de regocijo. Yo mismo fui testigo de cómo estas multitudes de nativos venían a buscarle”.35 Juan de Grijalva comentaba el celo con el que Vasco de Quiroga reemprendió su trabajo pastoral al regresar de España, luego de llevar a cabo gestiones en la corte a favor de los naturales: 34 Cabrera, Cristóbal, De solicitanda infidelium conversione, Biblioteca Vaticana, Vat. Lat. 5026, ff. 29-50v, cap. XIV. Cfr. Arce Gargollo, Pablo, Vasco de Quiroga, jurista con mentalidad secular, México: Porrúa, 2007, Apéndice I, 23. 35 De solicitanda infidelium conversione, Biblioteca Vaticana, Vat. Lat. 5026, 1965, 29-50v, 16.

“Cuando volvió de España para dar asiento a las cosas de su iglesia, lo hizo con una gran santidad y perfección que en ninguna cosa le hallo inferior a aquellos santos padres antiguos que gobernaban la iglesia en sus principios”.36 Al respecto, es necesario mencionar el elogio que San Juan Pablo II hizo de don Vasco en 1990, con ocasión de su segunda visita pastoral a México: “Diversas figuras, llenas de profundo espíritu de fe y de gran valor humano, pueden servirnos de guía para la renovada evangelización a la que ha sido llamada la iglesia en América Latina. Recordemos por ejemplo a don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán. Desarrolló su misión episcopal como auténtico padre de los tarascos, por lo que aún se le 36 Grijalva, Juan de, Crónica de la orden de N. P. S. Agustín en las Provincias de la Nueva España en cuatro edades desde 1533 hasta el de 1592, (México, 1624), México: Porrúa, 1985, 155.

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llama con cariño ‘Tata Vasco’. Con afecto de padre se entregó enteramente a la educación y promoción de los fieles que el Señor le había encomendado; sus hospitales eran mucho más de lo que hoy indica ese nombre, porque incluían escuelas, talleres, almacenes e instrumentos de labranza, etc. Aún hoy día podemos apreciar la herencia cultural y cristiana de su heroica labor misionera y civilizadora a favor de las poblaciones michoacanas. He aquí un modelo de evangelizador, digno de un puesto de relieve entre los grandes pioneros de la acción misionera”.37

PROCESO DE CANONIZACIÓN nte la inveterada fama de santidad sostenida por personas de toda clase y condición, pues desde antiguo y con arraigo hay la convicción de que Vasco de Quiroga fue un hombre ejemplar, el arzobispo de Morelia, don Alberto Suárez Inda decidió que sería conveniente mostrarlo como un modelo imitable de santidad tanto en su condición de laico como en su misión episcopal, ya que:

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“Los santos y beatos son los auténticos testigos de la fe”,38 y “los verdaderos protagonistas de la nueva evangelización son los santos: ellos hablan un lenguaje comprensible para todos, con el ejemplo de la vida y con las obras de caridad”.39 De este modo, la arquidiócesis de Morelia abrió el 10 de noviembre de 1997, en la Basílica de María Inmaculada de la Salud en Pátzcuaro, Michoacán, el proceso diocesano para su canonización; para ello contó con el unánime consenso de la Conferencia del Episcopado Mexicano y el nihil obstat (declaración de que no hay impedimento) de la Congregación para las Causas de los Santos. La Fase Diocesana de la Causa de canonización de Vasco de Quiroga siguió su curso normal con un intenso trabajo en el que intervinieron muchas personas y se cerró el día 21 de enero de 2014 en un acto solemne en la Catedral de Morelia con la presencia de su arzobispo, don Alberto Suárez Inda y los obispos de la Provincia Eclesiástica de Morelia. Toda la documentación fue enviada al Vaticano, donde será estudiada. En Roma, el 29 de abril de 2014, se abrió formalmente el proceso romano de la causa de canonización de Vasco de Quiroga en la Congregación para las Causas de los Santos, a la que le corresponde estudiar toda la documentación y hacer –si lo ve conveniente– la propuesta al Santo Padre solicitando que apruebe el Decreto de virtudes heroicas del siervo de Dios. Una vez aprobado, puede recibir el título de Venerable, paso previo a su posible beatificación.

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37 San Juan Pablo II, Homilía, Veracruz, 7 de mayo, 1990. 38 Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota pastoral, 6, I, 2012, II, 5. 39 Benedicto XVI, Homilía, 28 de octubre, 2012.

LO QUE VIENE ara la arquidiócesis de Morelia, para México y para la iglesia entera, la beatificación del siervo de Dios, Tata Vasco de Quiroga, puede ser de mucha ayuda para lograr un gran impulso a la nueva evangelización, debido a que la forma en la que hizo del evangelio una norma de vida; de la justicia, una pasión; y del hombre, una preocupación constante a través de sus hospitales-pueblos, es ejemplo que anima a su seguimiento. Cabe recordar que don Vasco defendió la dignidad de los indígenas proclamando sus derechos inviolables y favoreciendo su promoción integral para vivir como hijos de un mismo Dios y Padre. Mientras llega el momento de su beatificación, quienes tenemos fe y conocemos la vida santa del siervo de Dios, Tata Vasco de Quiroga, hemos de proponernos imitarlo en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida.

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Pies de fotografías por página 4. Estatua en bronce de Vasco de Quiroga en el centro de la Plaza Mayor de Pátzcuaro, colocada en 1964. Es obra de Francisco de Zúñiga. 6. Madrigal de las Altas Torres, en la provincia de Ávila, España, donde nacieron Isabel la Católica (1451) y Vasco de Quiroga (1488). 7. Escudo Grande de Carlos I de España y Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Recoge los blasones de sus muchos reinos. Está rodeado por el collar del Toisón de Oro, acola el águila bicéfala del Sacro Imperio sobre la Cruz de Borgoña.

canos. El conquistador Hernán Cortés, reunido con la nobleza tarasca, recibe regalos y tributo. Una águila heráldica coronada lleva un escudo, tiene su cabeza hacia el sol y con sus alas protege a los fundadores del linaje uacúsecha. El lienzo incluye una serie de glosas, la mayoría en tarasco pero también en español. 14. Reconstrucción del centro ceremonial de Tenochtitlán: el templo de Quetzalcóatl y los de Tláloc y Huitzilopoztli, el Calmecac, el templo del Sol, el juego de pelota y el templo de Coacalco. Dibujo del siglo XIX. 14. Inf. Escudo de armas de la Ciudad de México otorgado por Carlos V el 4 de julio de 1523. En página 15, con corona real.

8. Vista parcial de la Universidad de Salamanca.

15. Manuscrito de las Ordenanzas de Vasco de Quiroga.

8. Inf. Moneda del siglo XVI.

15. Inf. Una página de la Relación de Michoacán, escrita hacia 1540 por fray Jerónimo de Alcalá.

9. Alumnos en un aula de la Universidad de Salamanca, siglo XVII. 10. El rey tarasco, Tzintzicha Tanganxoán, visita a Hernán Cortés en Tenochtitlan. Grabado a color, siglo XVIII. 11. Hernán Cortés (1485-1547) entrando a Cempoala; lo recibe Quauhtlaebana. Detalle del panel de Miguel González, (fl. 1698). Museo de América, Madrid, España. 12-13. Lienzo de Pátzcuaro o Códice de Carapan. Recuperado hace pocos años, se encuentra en los edificios anejos a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud en Pátzcuaro. El lienzo muestra el territorio del pueblo de Carapan con su iglesia, caminos, linderos, río y ojos de agua. Se observan grupos de guerreros del linaje de los uacúsecha (águila) con sus arcos y flechas, gobernadores y macehuales o purépechas tarascos y dos francis-

16. Busto de Vasco de Quiroga, actualmente en lo que fue el oratorio particular de Tata Vasco en Pátzcuaro. 18. Estatuas en piedra a un lado del pueblo-hospital de Santa Fe de la Laguna. Suelen ponerles una corona de flores en la cabeza. 19. Vista de Pátzcuaro. 20. Iglesia en Santa Fe de la Laguna, lugar donde Vasco fundó un pueblo-hospital. 21. Pescadores en el lago de Pátzcuaro. Son 24 comunidades ribereñas e isleñas las que participan de la pesca con redes de mariposa que denominan guaromútacua. 22-23. Calle de un barrio en Pátzcuaro.

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24-25. Plaza Mayor de Pátzcuaro. Se diferencia de cualquier otra plaza de las ciudades diseñadas para la Nueva España por su amplitud y función. La traza de la ciudad fue planeada por Vasco de Quiroga con dos criterios claros: separación de poder temporal y espiritual, pero unión de españoles e indios. En la Plaza Mayor se encuentran: el asiento del poder civil, lugares comunitarios y de comercio, casas principales de españoles y de indios, como el palacio de don Antonio Huitziméngari, gobernador que fue del reino tarasco. La catedral, el seminario, el hospital y las construcciones asistenciales se levantaron en el amplio espacio que ocupaban las yácatas o pirámides religiosas de los tarascos. 26. Calle en Pátzcuaro. Al fondo el templo de San Juan de Dios. 28. Escudo de armas de la ciudad de Tzintzuntzan, dividido en tres cuarteles. En el superior están los tres reyes tarascos con reales vestiduras, cuyos nombres son: al centro el rey Tzintzicha con el cetro en la mano izquierda; a su derecha está el rey Chiguacua, con un arco en la mano derecha y en la izquierda el cetro; a su izquierda está el rey Chiguangua con una flor en la mano derecha y el cetro en la izquierda. El cuartel inferior izquierdo representa el triunfo de las armas españolas con tres personajes; en el otro, se muestra al gran Caltzontzi, Tzintzicha Tanganxoán, con corona y el cuerpo cubierto con la púrpura y armiño real, en ademán de persuadir a sus vasallos a que admitan la fe, presentándoles un crucifijo en su mano derecha, y el de manifestar su poder, teniendo en la izquierda, inclinada la hoja de su espada sobre sus cabezas; al pie, tres templos que representan los cués de los dioses antiguos o yácatas con una la leyenda que dice: “Caltzontzin pidió el bautismo y abrazó la verdadera Ley de Jesucristo”. En el rótulo de abajo: Armas del señorío de la Ciudad de Tzintzuntzan. 29. Niña oriunda de Michoacán. 30-31. Mujer de Michoacán. 32. Una de las yácatas en Tzintzuntzan, que eran los templos o cués de los tarascos. 33. Mapa del obispado de Michoacán. 34. Pintura de Vasco de Quiroga en la sacristía de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud en Pátzcuaro. 35. Escudo episcopal de Vasco de Quiroga. 36. Mapa del territorio primitivo del obispado de Michoacán. Una extensa región desde el Mar del Sur (océano Pacífico) hasta Tamaulipas que colinda con el Golfo de México. 36. Inf. Báculo de don Vasco de Quiroga que se encuentra en la Sala Capitular de la Catedral de Morelia. 37. Base de la cruz del humilladero, en la antigua entrada a Pátzcuaro, donde están grabados el escudo episcopal del primer obispo y el proyecto de su catedral. 37. Inf. Representación del proyecto de Vasco de Quiroga de su catedral de cinco naves. En ella planeaba que las cinco razas de los habitantes de Michoacán estuvieran juntas en las celebraciones litúrgicas. 38-39. Templo y Colegio de San Nicolás en Pátzcuaro. Fue cedido en 1574 a los jesuitas. Hoy es un centro cultural. 40-41. Exterior de la Basílica de la Inmaculada de la Salud en Pátzcuaro. Única nave de las cinco proyectadas de la Catedral del Salvador. 42. Interior de la basílica. Se venera a Nuestra Señora de la Salud. 44. Virgen del Popolo que puso don Vasco en su oratorio. 45. Catecismo del siglo XVI elaborado por fray Pieter van der Moere, conocido como Pedro de Gante. 47. Inmaculada de la Salud. Imagen elaborada en pasta de caña por mandato de Vasco de Quiroga en 1540. 48. Entrada al Hospital de Santa Marta, una de las fundaciones de Vasco de Quiroga.

54. Escudo de Pátzcuaro con la planta de la catedral diseñada por Vasco de Quiroga. 55. Los tarascos descubrieron y trabajaron el bronce antes de la llegada de los españoles. 56-57. Mural pintado por Juan O ‘Gorman en 1942. Se encuentra en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra, en Pátzcuaro. Representa la historia de Michoacán desde sus orígenes hasta la Revolución Mexicana. Abajo, al centro, Vasco de Quiroga y Santo Tomás Moro. 58-59. Lámina de la Crónica de Michoacán, escrita por Jerónimo de Alcalá, quizá en 1540. El dibujo, copiado del original, lo publicó fray Pablo Beaumont en 1792. El documento se conserva en la Biblioteca John Carter Brown, Brown University, en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. “Courtesy of the John Carter Brown Library at Brown University”. 63. Tradicionales y novedosos diseños pintados a mano caracterizan a la alfarería purépecha. 64-65. Artesanía en cobre. Santa Clara del Cobre es la cuna de innumerables talleres que trabajan este metal. 66. Artesanías purépechas en madera. 67. Pescador en el lago de Pátzcuaro. La embarcación, elaborada con troncos de pino, la llaman cayuco. 69. Figura en proceso. Se elabora con pasta de caña de maíz; las fibras de caña seca machacadas —conocida como cañuela— se mezclan con orquídeas y algas del lago de Pátzcuaro y con algunas yerbas venenosas para que los insectos no se posen en ella por siglos. Se unen las fibras y se sumergen durante días en jugo de nopal. Al secarse se tiene la materia prima que se esculpe con las manos. 70-71. Artesanías elaboradas en el taller Lacas finas en Pátzcuaro. Muchas horas de tallado con los dedos consiguen dar un brillo como de porcelana a las figuras. 72-73. Figura elaborada en el siglo XVI con pasta de caña, lo que la hace muy ligera, sólo pesa 4 kg. Se encuentra en la Iglesia de la Compañía en Pátzcuaro. 75. Estatua de Vasco en la Plaza Mayor de Pátzcuaro, cedida por Pablo Zubieta Peniche. 76. Dibujo de Vasco de Quiroga en el libro Fragmentos de la vida y virtudes del V. Illmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Vasco de Quiroga Primer Obispo de la Santa Iglesia Catedral de Michoacán, y fundador del Real y Primitivo Colegio de S. Nicolás, escrito por Juan Joseph Moreno en 1776. 77. Es la pintura más antigua que se conoce de Vasco de Quiroga. Quizá realizada pocos años después de su fallecimiento. Por mucho tiempo estuvo custodiada en una casa particular de Pátzcuaro; actualmente se encuentra en la Basílica de Nuestra Señora de la Salud. 78. Sombrero que usaba Vasco de Quiroga. Se encuentra en la Sala Capitular de la Catedral de Morelia. 79. Al final de su vida, Vasco de Quiroga redactó las Ordenanzas para sus pueblos-hospital, que tienen algunas semejanzas con la sociedad descrita por el canciller de Inglaterra en la Utopía, que probablemente leyó después de fundar su primer pueblo-hospital. 80. Dibujo a lápiz del fallecimiento de Vasco de Quiroga. Se conserva en la Casa del Gigante en el Portal Chaparro de la Plaza Mayor de Pátzcuaro. 81. El Mausoleo de Vasco de Quiroga está en la primera capilla de la izquierda de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, en Pátzcuaro. Ahí reposan, en una urna de plata, sus restos mortales y se guarda también el ejemplar original de la primera biografía escrita por Juan Joseph Moreno en 1766. En una fotografía se muestra la placa que señala el lugar donde estuvieron sus restos durante muchos años en la iglesia de la Compañía. 83. Iglesia en un pueblo de la ribera del lago de Pátzcuaro.

49. Escudo de Pátzcuaro que recibió, por Cédula real, el título de ciudad el 28 de septiembre de 1534. Figuran los tres reyes antiguos que gobernaban la provincia de Michoacán con sus cabezas coronadas y mantos de armiño.

84. Proyecto de la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Grabado de Giuseppe Vasi (1710-1782).

50-51. Calle en Pátzcuaro colindante con el Hospital de Santa Marta y su iglesia.

85. Hornacina en el Palacio de don Antonio Huitziméngari en Pátzcuaro donde la piedad popular venera a Vasco de Quiroga.

52-53. Huatápera en Santa Fe de la Laguna.

87. Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán.

Vasco de Quiro�a Primer Obispo de Michoacán

Oración

Oh Dios, que gracias al “amor visceral” de don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, encendiste en estas tierras la luz de la verdadera fe, comunicaste a sus habitantes la vida cristiana, los enseñaste a invocar con piedad de hijos a la Inmaculada Virgen María, bajo la advocación de la Salud, y estableciste un digno orden social. Concédenos la gracia de que tu siervo Vasco sea inscrito en el catálogo de los santos, para que podamos venerarlo en nuestros altares y alcanzar con su intercesión y el ejemplo de sus virtudes que nuestra fe sea más profunda, nuestra vida cristiana más abundante, nuestra devoción a la Santísima Virgen María más ardiente, y el orden social sea restablecido conforme a las normas de la justicia y de la caridad cristianas y así llegar a la posesión completa del Reino de los cielos, donde con tu Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas por lo siglos de lo siglos. Amén. Imprimatur, 10 de noviembre de 1997

+Alberto Suárez Inda Arzobispo de Morelia Con licencia eclesiástica

El siervo de Dios, Vasco de Quiroga, nació en Madrigal de las Altas Torres (España), entre los años 1570 y 1588, en una familia de honda raigambre cristiana. Se licenció en Derecho en la Universidad de Salamanca. Trabajó como abogado para el rey Carlos I de España y V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien al comprobar su valía humana y profesional lo invitó a que pidiera un puesto importante en la corte real. El licenciado Quiroga, luego de hacer mucha oración, le pidió al rey que lo enviara a América para enseñar “las cosas buenas” a los naturales. Fue nombrado oidor de la Segunda Audiencia, máxima autoridad en la Nueva España. Llegó a México-Tenochtitlan el 9 de enero de 1531, exactamente once meses antes de la primera aparición de la Virgen de Guadalupe. Sobresalió como un hombre de vida ejemplar, abogado con gran pasión por el Derecho, sabio juez y gobernante prudente. Por su prestigio profesional, siendo laico, fue nombrado primer obispo de Michoacán, en donde desarrolló una amplísima labor pastoral de gran calado, distinguiéndose por su inaudita habilidad para atraer a la fe a muchos miles de personas. Su gran capacidad para descubrir los talentos de cada persona y de cada pueblo lo constituyen también como un modelo de animador social que supo entusiasmar e impulsar un buen número de iniciativas que siguen dando buenos frutos hasta el día de hoy. Fundó el Pueblo-Hospital de Santa Fe, cerca de la Ciudad de México, en donde los naturales pudieron aprender tres aspectos fundamentales en la vida de la persona: vivir en familia, trabajar bien y establecer una relación personal con Dios. Fundó otros dos pueblos de este estilo en Michoacán e influyó notablemente en el desarrollo social de muchos pueblos en Michoacán. Fundó también el Real Colegio de San Nicolás, en Pátzcuaro, que fue el primer seminario en América. Don Vasco de Quiroga, conocido como Tata Vasco, es una de las más notables personalidades del siglo XVI novohispano que destacó como gran humanista. Luego de una vida ejemplar, de intenso trabajo en favor de muchos, falleció en olor de santidad el 14 de marzo de 1565. Sus restos reposan en la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, en Pátzcuaro. Ahí acuden miles de personas a venerar la imagen de María Inmaculada que el Obispo mandó hacer y a pedir favores por intercesión del siervo de Dios. Son muchos los que, al dar tres golpes con los nudillos de su mano en el Mausoleo, le dicen: Tata Vasco, Tata Vasco, Tata Vasco, te pido… Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del siervo de Dios Vasco de Quiroga, que las comuniquen al Sr. Pbro. Alfredo Ancona-Cámara, Postulador de la Causa, en la dirección: Costado Poniente de la Catedral de Morelia, Michoacán, Apartado Postal 17, C.P. 58000, o bien al teléfono: (443) 3120523.

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