Variación, Ideologías y Purismo Lingüístico.

July 6, 2017 | Autor: J. Flores Farfán | Categoría: Language Variation and Change, Nahuatl, Language Ideologies, Linguistic purism
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Descripción

Variación, ideologías y purismo lingüistico El caso del mexicano o náhuatl

PUBLICACIONES DE LA CASA CHATA

Variación, ideologías y purismo lingüístico El caso del mexicano o náhuatl

José Antonio Flores Farfán

Página legal

Índice

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Prefación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas: ilustraciones nahuas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl clásico y colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl moderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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IV. Ideologías puristas del náhuatl: entre la sustitución y la revitalización lingüísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales: ideologías de la escuela y la escritura en náhuatl . . . . . . . . . . . .

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Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Agradecimientos

Para la confección final de este trabajo se contó con la opinión de distintos especialistas sobre el mismo y su pertinencia de publicación. Vaya mi agradecimiento a Jane H. Hill, por sus opiniones favorables para que este texto fuese publicado; a Klaus Zimmermann, por sus críticas y comentarios, así como a dos lectores anónimos. He retomado sus valiosos puntos de vista en la medida de mis posibilidades, por lo que desde luego cualquier omisión o error es de mi estricta responsabilidad. Este libro retoma varios artículos o capítulos publicados en inglés que son de difícil acceso por haber aparecido en publicaciones en el extranjero, y ésta es una de las motivaciones de ponerlo a disposición del público hispanohablante. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se trata exclusivamente de una traducción, sino de trabajos corregidos y aumentados, incluso con desarrollos por completo inéditos, que en ocasiones abrevan en algunos ejemplos de trabajos publicados en español, como detallo enseguida. El primer capítulo apareció como “Variation and Language Ideologies in Mesoamerican Languages: The Case of Nahuatl”, en Rudolf Muhr (ed.) (2005), Standard Variations and Language Ideologies in Different Language Cultures Around the World, Berlín, Peter Lang. El segundo capítulo retoma partes de los materiales publicados como “Classical Nahuatl: Outlining its Sociolinguistic Complexity”, en Thomas Stolz (ed.) (2004), Alte Sprachen, Bochum, Diversitas Linguarum, y “La

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Malinche: portavoz de dos mundos” (2006), aparecido en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 37. El capítulo III se basa en partes de varias ideas que he venido desarrollando, algunas de ellas incluidas en “Early and Contemporary Nahuatl Texts in Sociolinguistic Perspective”, publicado en 2007 en Sociolinguistic Studies, así como en ejemplos de mi libro Sociolingüística del náhuatl. Conservación y cambio de la lengua mexicana en el Alto Balsas (1992), y de fragmentos de Huehuetlatolli de Ahuehuepan. La palabra de los sabios indígenas hoy (2008). El capítulo IV es una ampliación del capítulo publicado originalmente como “Nahuatl Purism: Between Language Innovation, Maintenance and Shift”, en Thomas Stolz (2003), Purism in the Age of Globalization, Bochum, Universitat Dr. N. Brockmeyer. Gracias a Thomas, quien me inspiró a trabajar por primera vez un tema tan central de las ideologías. Parte del capítulo V apareció en 2005 con el título “Towards an Intercultural Dialogue in and Around the School in Mexico: Problems, Reflections and New Perspectives”, en Wolfang Herrlitz y Robert Maier (eds.), Dialogues In and Around Multicultural Schools, Tübingen, Max Niemeyer Verlag. A éste se le ha sumado el análisis de material más reciente de los libros de texto para la educación intercultural, además de otros producidos por niños para quienes el náhuatl es ya prácticamente una segunda lengua y que participan en un taller de lectura de náhuatl en Actopan, Delegación Milpa Alta, en la ciudad de México. Para la primera traducción de los capítulos conté con el valioso apoyo de Eduardo González, salvo en el caso del capítulo V, que fue íntegramente traducido por Lucrecia Orensanz. Lucrecia también acometió con gran dedicación el reto de unificar la redacción y la corrección de estilo de todo el texto. Como queda dicho, la idea de producir un libro con estos materiales, corregidos y aumentados, proviene de la necesidad de poner a disposición del público hispanohablante, sobre todo de los estudiantes, trabajos no

Agradecimientos

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sólo de difícil acceso, sino también de difícil comprensión para un lector principiante. La idea es restituir estas reflexiones y compartirlas con los propios hablantes en aras de una mejor comprensión de las problemáticas de lenguas y culturas tan profundamente amenazadas, que requieren intervenciones inmediatas y de mayor contundencia. Me parece crucial que la labor académica constituya un eslabón importante para la toma de decisiones formada e informada sobre temas como el de la escritura de las lenguas indígenas. De hecho, así lo han sugerido los dictaminadores del presente volumen. Por último, y pensando en aquello de que los últimos serán los primeros, agradezco a todos los hablantes que han compartido y comparten conmigo su sabiduría, sin la cual éste ni ningún otro libro serían posibles, en particular a Cleofas Ramírez Celestino, sin cuya familia no hubiera sido posible el desarrollo de mis investigaciones. Naamechmotlasokamatilia!

Prefacio

En México prácticamente no existen trabajos que aborden las temáticas que desarrolla este libro, como son la variación y las ideologías lingüísticas,1 mucho menos para las lenguas mesoamericanas.2 La publicación del presente volumen trata de empezar a llenar este vacío para al menos una de las lenguas que han sido más trabajadas: el mexicano o, como se le conoce más en el medio académico, náhuatl. Si bien es cierto que existen muchos trabajos sobre esta lengua, la mayoría son de corte exclusivamente 1

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El tema de la variación ha merecido extensos estudios en distintas partes del mundo, desde el trabajo seminal de Labov (e. g., 1966) de hace ya casi medio siglo. Sin embargo, en México apenas si se ha comenzado a trabajar el tema, por no hablar de las ideologías lingüísticas. Una excepción, aun cuando no hable de ideologías lingüísticas, es el texto de Hamel y Muñoz (1986) y más recientemente Messing (2007), quien analiza las ideologías de los hablantes de mexicano de La Malinche en relación con el desplazamiento lingüístico. En Estados Unidos, la investigación de las ideologías lingüísticas ha experimentado un boom en la última década. Un buen ejemplo es la colección de trabajos aparecidos en Schiffelin, Woolard y Kroskity (1998). Cabe aclarar que en el presente volumen no me ocupo de desarrollar un enfoque ni una discusión teórica de las ideologías ni de la variación, sino que dejo que estas definiciones se perfilen por sí mismas de manera operacional a la luz de los materiales analizados. En este sentido, la variación y las ideologías constituyen ejes sobre los que se materializa el poder y en cuyos cruces se va desarrollando mi acercamiento al tema, como se irá viendo a medida que se avance en la lectura del trabajo. De los pocos trabajos que investigan las ideologías lingüísticas en México se cuenta con el de Muñoz Cruz (1981), si bien habla de “actitudes” para el caso del español de la ciudad de México, y del mismo autor para el caso de los otomíes del Valle del Mezquital (e. g., Muñoz Cruz, 1987). Otra excepción que aborda un tema prominente de las ideologías, el del purismo, es Hill y Hill (1986).

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descriptivo (Andrews, 1975; Launey, 1979). La ironía es que mientras más conocemos la estructura de la lengua, más parecemos alejarnos de un entendimiento cabal de las condiciones sociales en las que se utilizan semejantes estructuras.3 Este libro tiene como premisa fundamental que todo hecho lingüístico es un hecho social, y busca demostrarlo en distintos frentes, desde la construcción de los datos hasta el uso de la lengua en diversas situaciones de comunicación y géneros discursivos, incluidos los académicos, la conversación espontánea, la elicitación e incluso el discurso ritual. Se trata de revelar las distintas perspectivas en juego desde el punto de vista social e interaccional y sus múltiples implicaciones políticas, culturales e ideológicas, por ejemplo en términos de la conceptualización de qué cuenta (o no) como datos o como hablante (o no) de una lengua. Por el desarrollo de la literatura sociolingüística reciente4 sabemos que conceptos tales como bilingüismo, hablante o incluso lengua son relativos y dinámicos, sujetos a un continuo muy rico y variable, más que a definiciones totalmente discretas, dicotómicas y estáticas, lo cual como veremos en muchas ocasiones deriva de planteamientos eurocéntricos. Para acometer semejantes derroteros se realiza un recorrido por distintas fuentes disponibles del náhuatl, incluyendo textos derivados de mi investigación directa a lo largo de más de dos décadas, fuentes históricas y contemporáneas escritas acerca de la lengua y ejemplos de los llamados náhuatl clásico y náhuatl colonial, así como de distintas variedades dialectales habladas en la República Mexicana, sobre todo el náhuatl del Balsas, Guerrero, donde he desarrollado la mayor parte de mi trabajo de campo. Con base en este corpus, se abordan aspectos como las relaciones de poder omnipresentes en la variabilidad lingüística y los diversos contextos en que se expresan, pugnando por retomar sitemáticamente la perspectiva de 3

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En un artículo seminal, Labov (1972), padre de la sociolingüística variacionista, llama a esto el principio cumulativo. Véanse, entre muchos otros, el trabajo reciente de Walters (2005) y el bien conocido de Romaine (1995).

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los hablantes, en contraposición, por ejemplo, a las versiones recibidas de la lingüística. Desde un punto de vista que no deja de recordar la translingüística de Bajtín (1986), se revela así una polifonía de voces en juego, con posiciones por lo menos heterogéneas, contradictorias y muchas veces abiertamente conflictivas. En este sentido, el trabajo es una invitación no sólo a revisar con seriedad nuestros presupuestos en torno a qué representa describir una lengua, sino a documentar y deconstruir las premisas ideológicas y sus efectos en los procesos de investigación, con todas sus implicaciones éticas y políticas. En este sentido, esta obra es una reflexión sistemática en torno a los preconstruidos que guían el trabajo académico, que después de todo no escapa al ámbito político, a pesar de las pretensiones academicistas de “neutralidad” u “objetividad” científica de los sectores dominantes generadores de conocimiento. Es probable que por la complejidad que representa el estudio de la variación y las ideologías lingüísticas, y por el estado relativamente incipiente de nuestros conocimientos en torno a las lenguas mesoamericanas, incluso en lenguas tan estudiadas como el náhuatl o el maya yucateco, conozcamos muy poco sobre la variación mas allá de la reducción a la que en general se ha visto recluido el tema de la variabilidad, la dialectología.5 Así, por ejemplo, no se dispone de una dialectología social completa ni siquiera del español,6 por no hablar de alguna lengua mesoamericana. Esto es también indicativo de las perspectivas en juego en el desarrollo de la investigación científica, desde distintos puntos de vista y con base en diferentes tradiciones de investigación. Podemos comparar, por ejemplo, el desarrollo de la lingüística hispánica y la lingüística antropológica, ambas con paralelismos importantes, como es una concepción de la lengua y la cultura en ocasiones extremadamente purista, que privilegia los datos que

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Véase, por ejemplo, Canger (1988) para el caso del náhuatl. Una excepción que comienza a aparecer en el concierto de investigaciones es el trabajo de Butragueño y asociados (e. g., 2000, 2006).

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apuntalan una perspectiva monolingüe de los hechos lingüísticos, así como un acercamiento “interno”, que margina e incluso descarta las explicaciones “externas” al dar cuenta de fenómenos como la sustitución lingüística y desde luego cultural. Así, por ejemplo, en el caso de la lingüística hispánica de corte más ortodoxo o tradicional (por ejemplo, Lope Blanch, 1987), se prefieren las explicaciones “sistemáticas” (sic, léase “sistémicas”), entendidas como aquellas que prefiguran el sistema lingüístico en sí mismo, presuntamente independiente de las condiciones sociales en las que se desenvuelve. Por el contrario, son estas condiciones las que en última instancia sobredeterminan la expresión lingüística, como se irá viendo a lo largo de este volumen. Históricamente, la omisión de temas como el papel del contacto o el bilingüismo en el desarrollo de la sustitución lingüística o en la configuración de la variación generacional en las lenguas responde a la necesidad de desarrollar métodos y técnicas que en su momento permitieron comenzar a acercarse y hacer conmensurable la estructura de lenguas y culturas poco o nulamente documentadas y descritas. En el caso del náhuatl, aun cuando queda mucho por hacer desde todos los puntos de vista posibles, contamos con un conocimiento bastante profundo y longitudinal que nos coloca en una posición privilegiada, respecto no sólo de otras lenguas mesoamericanas, sino de la mayoría de las lenguas amenazadas del mundo. Por otro lado, la visión un tanto reduccionista a la que en general ha quedado recluida la investigación de estas lenguas tiene, entre otros muchos efectos, la implicación de que existe muy poca o nula variación en las mismas, lo cual en buena medida puede considerarse derivado de los propios modelos y métodos de investigación, que presuponen de entrada suficiente homogeneidad para la construcción de su objeto de estudio, en una serie de operaciones sucesivas de reducción del mismo, al grado de deshacerse de la perspectiva de los propios hablantes. En este sentido, el ideal descriptivo, con sus connotaciones implícitas o explícitas de neutralidad científica, es puesto en entredicho, en la medida en que, por ejemplo,

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la selección de un tipo de hablante en detrimento de otro para la presunta descripción de la “realidad” lingüística privilegia a un individuo “ideal” —probablemente el mayor y más monolingüe, ¡y del género masculino!—, lo que trasuda una posición más bien prescriptivista y purista oculta, por decir lo menos, como ya han indicado algunas investigaciones. Para el caso del mexicano, notablemente Hill y Hill (1986) han trabajado no sólo la temática del purismo, sino un enfoque translingüístico bajtiniano (Bajtín, 1982), es decir de polifonía de voces, al igual que Hill (1993) para otras lenguas indoamericanas, una perspectiva en la que nos interesa ahondar aquí. Como también veremos en los capítulos subsiguientes, semejantes operaciones de selección y descarte permiten concluir que el ideal de la descripción lingüística —en el sentido de evitar cualquier juicio de valor o por lo menos alguna inclinación prescriptiva y resultar totalmente inclusivos y por tanto tolerantes respecto de cualquier tipo de expresión lingüística— constituye una utopía que todavía hay que apuntalar sistemáticamente. En otras palabras, separar descripciones de explicaciones anticipadas no resulta del todo evidente en los trabajos de investigación lingüística y en realidad es una asignatura pendiente que en este trabajo buscamos por lo menos comenzar a acometer. Se trata de que las concepciones investigativas en torno al fenómeno lingüístico se distingan nítidamente de los juicios de valor del sentido común que abundan, incluso en el medio académico, en torno a la naturaleza de las lenguas, sean indígenas o no (Silverstein, 1992).

Introducción

El náhuatl pertenece a la familia yutoazteca, que incluye subfamilias o ramas como la pima (con el pima y pápago),1 la corachol (con el cora y el huichol) y la llamada azteca,2 subfamilia a la que pertenecen el náhuatl y el pipil. Los representantes más septentrionales de la familia yutoazteca son el shoshone y el comanche, en las planicies de Canadá y Estados Unidos, y el hopi, el tohono o’odham y —recientemente, debido a la migración— el yoreme (yaqui) en el sureste de Estados Unidos. Del lado mexicano de la frontera se encuentran el tohono o’odham y el yoreme, junto 1

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Una muestra de la dominación sociocultural —o por lo menos del contacto, como sugiero más adelante para el caso del náhuatl— es el origen de varios nombres indígenas, provenientes de diversas fuentes de la etimología original. Aunque no puedo abordar este tema ahora, por lo menos quiero mencionar que debido al debate político y a las luchas de liberación indígena en todo el mundo los indígenas mismos han reivindicado las etimologías de la lengua nativa. Tal es el caso, entre otros, de la preferencia por el término Tohono O’odham, nombre apenas recientemente difundido, incluso escrito con mayúsculas como una manifestación política. Es el nombre nativo para la “gente del desierto”, en lugar de pápago (proveniente del pima, una lengua hermana y que significa “gente frijol”) o pima (que significa “no sé”, respuesta que los pimas daban a los invasores españoles cuando éstos hacían preguntas en una lengua ininteligible). Su nombre original es Akimel O’odham, “gente del río”. El término “azteca” es inexacto y genera confusión puesto que ha sido usado para hacer referencia a todos los grupos nahuas sin atender a su historia. Esta situación se comprende mejor si se considera que los aztecas en realidad fueron los invasores del altiplano mexicano casi 300 años antes de la invasión española. La razón por la que el término “azteca” llegó a designar a los grupos nahuas tiene que ver con la dominación militar y sociopolítica en tiempos prehispánicos (Lockhart, 1992).

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con el mayo y el guarijío. Y más al sur, en el estado de Chihuahua, se encuentra el rarámuri (tarahumara). El náhuatl es además el representante más sureño de la familia yutoazteca: el amplio territorio que cubre constituye el área más extensa ocupada por una lengua americana, pues desborda los límites de Mesoamérica, su lugar tradicional en los tiempos previos al contacto con los conquistadores españoles (Suárez, 1983). Hay que recordar que en tiempos prehispánicos el náhuatl era la lengua “imperial” de Mesoamérica, la lingua franca preferida (para una discusión de Mesoamérica como área lingüística, véase Stolz y Stolz, 2001). En el México contemporáneo la población nahua norteña habita en Durango y San Luis Potosí, y recorre otros estados, como Jalisco, Zacatecas, Michoacán e Hidalgo, hasta llegar a la ciudad de México, Puebla y Tlaxcala. Probablemente la región conocida como la Huasteca es el área que concentra la mayor cantidad de población nahua, con casi la tercera parte de un total de más de millón y medio de pobladores. Se trata, pues, del grupo indígena más grande en México.3 Asimismo, el náhuatl es una lengua hablada muy activamente en los estados de Guerrero y Veracruz. En contraste, en Oaxaca puede ser considerada una lengua aislada.4 Debido principalmente al proceso de urbanización, el estado de Morelos (colindante con la ciudad de México) ofrece también un ejemplo claro del proceso de sustitución lingüística, en el que el náhuatl está alcanzando el umbral de la extinción. Hacia el sur del país, atravesando los estados de Veracruz, Tabasco y Chiapas, las lenguas nahuas rebasan las fronteras na-

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El maya yucateco y el zapoteco, representantes de otras de las familias lingüísticas más importantes en el país (la maya y la otomangue), siguen respectivamente al náhuatl en esta lista, aunque es probable que tal como las lenguas otomangues se trate de un número aún no bien determinado de lenguas nahuas. Oaxaca es el estado con mayor diversidad lingüística del país, si bien la mayoría de las lenguas (más de una docena) son de origen otomangue. Concentrados en torno a Huichapan de León, los nahuas representan una minoría lingüística altamente amenazada.

Introducción

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cionales hasta llegar a países centroamericanos como El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Más aún, debido a la migración reciente, el náhuatl cubre un área geográfica que abarca desde enclaves en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, hasta Arizona, California y Texas en Estados Unidos, con enclaves también en los estados mexicanos del norte como Sonora y Baja California, por lo menos. En todas estas regiones, el náhuatl presenta diversos grados de inteligibilidad lingüística, sustitución y retención, fenómenos que han sido escasamente investigados. La extensa geografía del náhuatl ha generado una fuerte parcelación de la lengua en términos de la formación de dialectos más o menos aislados que incluso llegan a ser considerados como lenguas distintas. Algunos autores hablan de por lo menos 12 lenguas nahuas (Suárez, 1983). Otros afirman la existencia de más de 20 variedades ininteligibles del náhuatl (váse el sitio de internet del Instituto Lingüístico de Verano: www.sil.org/americas/mexico/nahuatl/familia-nahuatl.htm). Como se ha sugerido, el náhuatl llegó a ser una lengua imperial en tiempos prehispánicos, cuando poseía un gran estatus. Este hecho se hace patente si consideramos las connotaciones de la etimología del náhuatl en términos de una lengua prístina, transparente, clara, y sólida,5 una de las evidencias más antiguas del purismo náhuatl (véase capítulo IV). Se trata de una concepción política impuesta a los hablantes de otras lenguas por parte de los aztecas, el grupo étnico dominante durante casi 300 años antes de la invasión española. Así, la etimología del náhuatl es uno de los primeros registros del purismo como una manifestación de poder en el contexto de la diferenciación interétnica. Desde este punto de vista, los nahuas acuñaron nombres despectivos para designar a los hablantes de otros grupos étnicos, como popoluca, “lengua ininteligible”, chontal, “extranjero”, y oto-

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En Karttunen (1983: 157), quien remite a Molina (1977 [1571]), encontramos: “Náhuatl: algo que produce un sonido agradable, alguien que habla bien” (traducción del autor).

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mí, “bárbaro”, entre otros, como demostró Brice Heath (1986) hace más de dos décadas. Es relativamente bien conocida la riqueza de la literatura náhuatl. En su forma escrita, es la lengua más documentada de América. Se puede comparar con el griego clásico e incluso lo rebasa en términos del número de registros disponibles (Karttunen, comunicación personal). Su presencia recorre un periodo considerablemente amplio, que incluye: 1. La literatura colonial náhuatl de inicios del siglo XVI, identificada como el “náhuatl clásico”,6 que se representa a través de una serie de fuentes, como el Código Florentino o el Vocabulario de Molina, que son, respectivamente, la enciclopedia y el diccionario más extensos del náhuatl desde ese siglo. El náhuatl clásico incluye variedades escritas altas y literarias, habladas en y alrededor de MéxicoTenochtitlán, el centro del poder socioeconómico y político en tiempos prehispánicos.7 2. El “náhuatl colonial”, que se representa en textos pertenecientes tanto a la fase seminal de contacto con el español como a fases ulteriores (fases 1 y 2 de acuerdo con la periodización de Lockhart, 1992). La enorme riqueza de la documentación nahua, que abarca la mayor parte de la época colonial, permite rastrear la existencia del

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Para una discusión del significado del náhuatl clásico desde una perspectiva sociolingüística, véase Flores Farfán (2004a, 2007). Andrews (1975) no distingue el náhuatl clásico del náhuatl colonial e incluye en el rubro de “clásico” un periodo de tiempo y un conjunto de textos desde los inicios del siglo XVI hasta muy avanzado el periodo colonial. Aunque Canger (1988) plantea que el náhuatl clásico representaba una de las estratificaciones más sofisticadas de la vida social en el valle de México en los albores del siglo XVI, sólo considera al náhuatl clásico como un dialecto y no como expresión de una relación diglósica, interpretación que se avanza aquí. Para una consideración sociolingüística del náhuatl que complementa dicha concepción de la variación del náhuatl, véase Flores Farfán (2004a).

Introducción

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purismo bajo formas políticas e ideológicas (véase capítulo IV). Tal riqueza se manifiesta en un gran número de fuentes. 3. El “náhuatl moderno” o “contemporáneo”, que contiene un conjunto de complejas variedades regionales, dialectales y sociales vinculadas con distintos estadios de cambio y mantenimiento lingüístico, fases que no constituyen el objeto de estudio ni figuran como parte de la discusión de Lockhart (1992), y a cuya compresión, crítica y ampliación busca contribuir este libro. En general, los textos de estos periodos abarcan una amplia gama de variabilidad en términos de, entre otros, la diferencia sociolingüística fundamental entre discurso escrito y oral, además del amplio espectro de géneros representados, que incluyen tanto textos rituales como seculares. En este sentido, las diferencias entre el discurso hablado y escrito constituyen casos de diferenciación sociolingüística relevantes. Por otro lado, si comparamos las conversaciones cotidianas en náhuatl con los materiales elicitados, casi no se hacen distinciones en cuanto a la descripción del origen de los datos presentados; es decir, en general se carece de anotaciones (profusas o no), por no hablar de análisis, en torno a los contextos en los que se producen los datos. Esto nos coloca de lleno en el terreno de la reflexión respecto de la documentación lingüística y la crítica que implica para los enfoques descriptivos de las lenguas indígenas, uno de los objetivos de la presente obra.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas: ilustraciones nahuas

Este capítulo ofrece un panorama de los diversos contextos en los que es posible plantear preguntas relacionadas con la variabilidad entendida como expresión de determinadas ideologías lingüísticas. Con el objeto de reconstruir los constreñimientos sistemáticos que guían la producción de discursos concretos y que, a su vez, emanan de distintas matrices ideológicas, se analizan materiales en náhuatl provenientes tanto de conversaciones espontáneas y ejercicios de elicitación como de textos publicados acerca de la lengua. Se pone especial énfasis en los prejuicios1 y los métodos que derivan de distintas tradiciones lingüísticas, muchas veces contrapuestas. Estas tradiciones constituyen aproximaciones y descripciones de la lengua que conforman ideologías lingüísticas divergentes, en especial ideologías puristas. El purismo comienza a figurar en la literatura hasta hace muy poco como un tema a considerar en la documentación lingüística (Florey, 2004, 2005).2 Espero que esta discusión contribuya a elucidar algunos de 1

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El prejuicio desde luego se manifiesta de manera más profusa en expresiones de sentido común acerca de las lenguas entendidas como “dialectos”, “lenguas primitivas”, “carentes de gramáticas”, etc., etc., aunque al mismo tiempo se les llega a mistificar e idealizar como entidades folclóricas de plácida contemplación museográfica. Para una revisión de los mitos e ideologías de sentido común vinculados a las lenguas en casos específicos véanse Bauer y Trudgill (1998) y Ninyoles (1982). El tema del purismo se ha abordado de manera bastante profusa en el ámbito europeo desde una perspectiva de planeación lingüística externa o estatal, vinculada a las academias de las lenguas y su intervención sobre todo en el código lingüístico nacional. Existen muchos menos trabajos que traten el tema con lenguas minorizadas, en particular

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los temas que suelen dejarse de lado en el tratamiento de la literatura náhuatl en particular y de las lenguas indígenas en general, como son las diferencias materiales entre las expresiones orales y escritas o la selección purista de una sola variedad (Klein y Dittmar, 1979), concebida de manera monolítica o estática para describir la estructura de una lengua (e. g., el náhuatl). En consecuencia, semejantes posiciones llegan por ejemplo a soslayar cualquier fenómeno de contacto, así como el amplio espectro de variabilidad lingüística vinculada con los distintos contextos implícitos en los textos, que en última instancia guían su producción material. En otras palabras, no existe texto sin contexto, como veremos a lo largo del libro y a continuación al hablar de las prescripciones y usos de ciertas formas lingüísticas como la /i/ epentética del náhuatl, los plurales de los sustantivos o el léxico, todos los cuales se sujetan a distintas valoraciones ideológicas e indexicalizan distintos posicionamientos en términos de la variación vinculada a relaciones de poder.

1. ENTRE LA VARIABILIDAD ORAL Y ESCRITA: EJEMPLOS MORFOFONÉMICOS Desde un punto de vista normativo, el náhuatl es una lengua que desalienta el uso de grupos consonánticos o vocálicos, no sólo los que son idénticos, en la sílaba. Si consideramos, por ejemplo, las gramáticas prescriptivas del náhuatl, inmediatamente veremos el estatus obligatorio de una /i/ epentética para evitar grupos no permitidos en la formación silábica de la lengua: es decir, los grupos idénticos o no de dos consonantes cc (Andrews, 1975). Esto se manifiesta, entre otros paradigmas, en los prefijos de

desde el punto de vista de estudios que aborden las “actitudes” o representaciones ideológicas explícitas de los hablantes en uso (véase, por ejemplo, Zimmermann, 2002 y 2006).

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

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pronombre personales que en el náhuatl se ligan tanto a los sustantivos como a los verbos. Por ejemplo, compárense los casos (1) y (2) del náhuatl clásico (ejemplos tomados de Andrews, 1975). (1) ni-tlacatl 1Sg-hombre, persona “Soy un hombre, soy una persona” (2) n-otomitl 1Sg-otomí “Soy otomí (miembro del grupo étnico hñahñu)”

Así se postula una distribución complementaria: las raíces que comienzan con consonante requieren una /i/ epentética, en contraposición a las que comienzan con vocal, como queda de manifiesto en los ejemplos (1) y (2). En el caso del verbo, la epentesis también se aplica para la marcación morfológica del objeto, obligatoria en el náhuatl, cuya forma canónica es el prefijo de la tercera persona k-. En consecuencia, los radicales verbales con una vocal inicial automáticamente tomarán la k- y, como en el caso del sustantivo descrito en (1), insertarán una /i/ epentética cuando el verbo empiece con una consonante, una vez más, para evitar grupos cc. Considérese un ejemplo verbal: (3) ni-cochi 1Sg-dormir “Yo duermo”

n-atl-i 1Sg-agua-beber “Yo bebo agua”

Hasta donde puedo ver, en el náhuatl clásico no existen violaciones a esta regla, y tampoco pueden encontrarse en otras fuentes coloniales, muy probablemente debido a su naturaleza metarreflexiva “superior”, es decir “escrita”. Pero si prestamos atención a la evidencia oral contemporánea, encontraremos una “relajación” de tal estatus de obligatoriedad, tanto en el

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paradigma nominal como en el verbal. En ambos casos, el proceso epentético puede ser omitido totalmente, así como incluso el prefijo de objeto en el caso del verbo. Considérese el siguiente ejemplo derivado de la interacción verbal oral, en la que una madre joven de Ahuehuepan en el contexto de la casa pregunta a su hijo pequeño antes de comer: (3.1) t-kwaa-s sopa? 2Sg-comer-Fut sopa “¿Comerás sopa?”

Compárese con la forma prescrita por las gramáticas sobre el náhuatl escrito, cualquiera que ésta sea (e. g., Launey, 1979), que sería: (3.2) Ti-h-kwaa-s sopa? 2Sg-3Obj-comer-Fut sopa “¿Comerás sopa?”3 3

Tanto en el paradigma verbal como en el nominal puede postularse un paralelismo interesante entre una suerte de distribución complementaria de la aparición y ausencia de la /i/ epentética, relacionadas, respectivamente, con la naturaleza escrita y oral del discurso. Es decir, cuando los hablantes ejercen un mayor monitoreo consciente de su discurso, como en los casos extremos de la elicitación o la escritura, se producen las formas epentéticas y de objeto, en contraposición a instancias de conversaciones naturales extemporáneas en las que todo el proceso epentético puede llegar a ser omitido. Por ejemplo, compárense los casos (4), (5) y (6):

3

La [h] representa el fonema /k/, ya que no se permiten las secuencias fonológicas cc. Para una serie de casos del proceso de elisión vinculados a la interacción verbal, véase Flores Farfán (1992, 2004b).

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

(4) xi-k-ita!4 Imp-3Obj-ver “¡Fíjate!”

(5) x-k-ita! Imp-3Obj-ver “¡Mira!”

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(6) x-ta5 Imp-ver “Mira”

, Los dos primeros ejemplos derivan de situaciones de elicitación obtenidos por el autor con distintos hablantes, mientras el tercero es mucho más conversacional y puede aparecer en diversas situaciones de habla más informal,6 como la interacción coloquial entre hermanos o amigos. Como veremos más adelante al analizar someramente la interacción de un Huehue o “pedidor de novia”, la presencia o ausencia de ciertas marcas, como son la /i/ epentética y la marca de negación y el imperativo, x(i)-, que tienen formas idénticas pero que no hay que confundir, tienen un valor en términos de la deixis social de las comunidades nahuahablantes del Balsas. El hecho mismo de que estos ejemplos se presenten por escrito y por separado, es decir editados, distorsiona su naturaleza oral interactiva, en el sentido de que se pretende ilustrar un continuo que va de un mayor (4) a un menor énfasis (5), hasta llegar al uso de una muletilla conversacional 4 5

4

5

6

La ortografía del náhuatl moderno difiere de la ortografía clásica (normalizada) por una serie de razones, incluida la representación fonética de las diferencias dialectales. Para la ortografía del náhuatl clásico véase, por ejemplo, Andrews (1975), y para una explicación detallada de la ortografía diseñada para el náhuatl moderno, Flores Farfán (1992, 1999). Usado principalmente como una muletilla al final de una expresión, como en umpa ka mota xta: “Ahí está tu padre, mira”. Si bien es posible y deseable identificar distintos géneros como parte de la competencia comunicativa cultural de una comunidad, en ocasiones las marcas que los distinguen, como las aludidas, llegan a presentar traslapes, lo cual nos habla de que no se trata de unidades totalmente discretas. Por ejemplo, en el trabajo de los Hill (1986), ellos desarrollan una autocrítica a los presupuestos que guiaron su instrumento de investigación, que consistió en una entrevista. Muestran no sólo cómo en ésta se negocian identidades y relaciones de poder, sino justamente el hecho de que un habla relativamente formal como la entrevista tiene elementos de la conversación más espontánea, como es precisamente la elisión de las marcas de /i/ epentéticas. Sin embargo, no aventuran interpretación alguna al respecto.

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(6), lo cual desde luego sólo se capta atendiendo a la práctica prosódica y proxémica y a un contexto mayor de uso de las emisiones lingüísticas convertidas en ilocuciones que a su vez informan enunciaciones y discursos. Si bien por economía de la publicación no es deseable incluir grandes cantidades de texto en forma impresa, se reconoce que es importante conocer las condiciones en que los textos son producidos. Por esta razón, la estrategia que se sigue en este trabajo no es la de la utopía de la documentación lingüística en el sentido del ideal exhaustivo de conocer las condiciones totales en las que se produjeron los datos (Gippert et al., 2005). Más bien se buscará lo más posible que provea suficiente información sobre los hablantes, proporcionando comentarios sobre su perfil sociolingüístico en cada caso para asegurarse que todos y cada uno de los ejemplos tengan una contextualización sociopragmática. Desde la perspectiva del uso de la lengua, es decir, la del hablante, los casos (4), (5) y (6) no están en variación libre ni fuera de la gramática ni son irregulares o arbitrarios en contraposición a la forma en que serían juzgados desde un punto de vista externo, como el de la gramática prescriptiva náhuatl, que sólo consagra el ejemplo (4), irónicamente el menos frecuente o inusual en la práctica conversacional. Por el contrario, tales formas no son para nada marginales y tampoco son el efecto del contacto con el español; más bien, indican distintos tipos de interacciones y de usos interaccionales vinculados, como queda dicho, a la búsqueda de un efecto enfático o de otro tipo, como veremos más en detalle (véase capítulo III), y de lo que anticipa el ejemplo (7), proferido por una mujer en sus cuarentas, hablante activa de la lengua de la comunidad de Xalitla. Esto no puede ser captado por una glosa morfológica o por traducciones como las presentadas en los ejemplos anteriores. El ejemplo (7) es desde un punto de vista prescriptivo, una vez más, simplemente una forma agramatical, aunque su uso está vigente en la actualidad en Xalitla, comunidad del Balsas todavía hablante del náhuatl.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

(7)

31

moostla ti-mits-itaa-s7 mañana 2Sg-2Obj-ver-Fut “Te veré mañana” (e. g., dicho a un amigo cuando se va)

7

Nótese que el uso del prefijo de la segunda persona del singular en lugar del prefijo de la primera persona del singular expresa familiaridad e informalidad, con insinuaciones emocionales (encubiertas) hacia el destinatario (véase capítulo III). La expresión “normal” que corresponde a la primera persona del singular en las gramáticas prescriptivas basadas en fuentes escritas y datos orales elicitados es ni-mits-, “yo, a ti”: (8)

moostla ni-mits-itaa-s8 mañana 1Sg-2Obj-ver-fut “Te veré mañana”

8

En la práctica, semejantes “violaciones” constituyen un recurso que los hablantes explotan en función de distintos géneros y posicionamientos sociales, como ilustramos en lo que sigue al hablar de una de las técnicas favoritas para la colecta de datos en la ciencia lingüística: la elicitación.

7

8

Este uso también se ha podido constatar en el mexicano de Tetelcingo, Morelos (David Tuggy, comunicación personal). Emisión obtenida con los hablantes a los que se les aplicó el cuestionario de Swadesh, en este caso un hombre bilingüe que en su momento, los años ochenta, rondaba los 50 años y que hoy en día se comunica sobre todo en español.

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2. LAS TÉCNICAS DE OBTENCIÓN DE LOS DATOS COMO FUENTE DE VARIABILIDAD E IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS. COMPARACIÓN DE LOS DATOS OBTENIDOS DE LA INTERACCIÓN CON LOS DE LA ELICITACIÓN Surgen diferencias igualmente interesantes si comparamos las formas derivadas de la interacción verbal con el léxico que se obtiene por elicitación. Por ejemplo, debido a que al elicitar el lingüista define quién habla a quién, cuándo y qué ha de ser dicho, todo ello basado en una segunda lengua hegemónica (el español), se establecen de entrada restricciones específicas de poder (Fowler et al., 1983; Briggs, 1986) que detonan la reflexividad sociolingüística en el marco de ideologías lingüísticas específicas, en particular aunque no exclusivamente el purismo (véase capítulo IV). El hecho mismo de que el hablante acceda a cooperar en la elicitación ya implica la subordinación del código oral al código escrito concebido, por lo menos emblemáticamente, como un código de poder (Hill y Hill, 1986). Incluso como las formas orales obtenidas vía elicitación son escritas, y la escritura se logra por medio de la lengua dominante, por el lingüista y no por el hablante, se reproducen, irónicamente, estereotipos comunes como los que afirman que el náhuatl es un dialecto, que carece de gramática o forma escrita, que no es una lengua pura, entre otros. Muchos otros efectos, como la hipercorrección, la producción de discursos formales, los neologismos y la nativización, vinculados con ideologías puristas y otras similares, producen una variedad específica típica de la elicitación, caracterizada por la artificialidad y las formas descontextualizadas desde el punto de vista del uso cotidiano (Flores Farfán, 2003a). Así, al igual que sucede con la elicitación, una mirada atenta a los contextos de interacción en los que se negocian los datos revela la expresión material de variedades específicas del náhuatl, tales como las variedades puristas (presumiblemente monolingües), que evidencian arreglos específicos de poder.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

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Para mencionar sólo un par de ejemplos de las ideologías puristas vinculadas con la lingüística y la práctica antropológica, considérense los siguientes ejemplos. En alguna ocasión estaba con un grupo de hablantes de náhuatl y un académico representante de la tradición purista y usé la siguiente frase para indicar que iba al baño: (8.1) n-iaw tla-teen-ko9 1Sg-ir Obj-labio-Loc “Voy a las afueras” (lit. “la orilla”); i. e., “Voy al baño”10

, El colega corrigió enseguida mi “errónea” manera de hablar, mencionando precisamente el sentido literal de tlateenko, tal como aparece en el ejemplo anterior, aun cuando de hecho ésta es una expresión mucho más lexicalizada para “baño”, al menos en las comunidades donde el náhuatl está más hispanizado, como es el caso de Xalitla.11 Otro ejemplo de la ideología purista del académico aludido es su propia negativa no sólo a aceptar la influencia del español en la estructura del náhuatl, sino incluso a concebir las formas del español y el nahua como posiblemente convergentes: 9 10

(8.2)

9

10

11

tla-kwaa-n (forma general de pluralizar en Xalitla) Obj-comer-Pl “Comen” (En variedades conservadoras encontramos tlakwaa-h, donde -h representa el saltillo, como en náhuatl clásico.)

Esta emisión fue producida por el propio investigador con base en su competencia del náhuatl de Xalitla, en donde se utiliza esta expresión para decir que se va al baño. Hasta hace muy poco tiempo no había baños en las unidades domésticas nahuas, de manera que la gente orinaba o defecaba al aire libre, precisamente en las orillas de las poblaciones. Para una descripción completa de las características (socio)lingüísticas de las comunidades hablantes de un náhuatl hispanizado versus las que presentan un náhuatl más conservador véase, por ejemplo, Flores Farfán (1992, 1999).

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Compárese con su equivalente en español: (8.3)

com-e-n comer-3P-Pl

Es poco probable que los hablantes del náhuatl, una lengua que ha estado en contacto intenso con el español durante más de cinco siglos, no hayan desarrollado estrategias para hacer frente a presiones que en muchas ocasiones amenazan su existencia misma (Flores Farfán, 1992). Por ejemplo, la explicación más plausible de fenómenos como la aparición de la –n como una innovación en las formas plurales de la lengua es que se trata de fuerzas concurrentes y no excluyentes (Flores Farfán, 2004b). Sin embargo, el purismo presente en las concepciones tanto de la antropología como de la lingüística tiende a tratar el fenómeno del contacto, en el mejor de los casos, como una realidad parentética y, en el peor, llanamente como el origen de las formas “corruptas” de la lengua, que condenan activamente. Otros casos de purismo extremo se manifiestan en el discurso de los líderes intelectuales nahuas, quienes han logrado presentarse como los hablantes auténticos de la lengua, por lo menos aquellos vinculados a los espacios públicos.12 Pero, paradójicamente, los intelectuales nahuas, al tiempo que defienden (al menos implícitamente) una unidad inexistente de la lengua náhuatl, establecen un tipo de lengua escrita que incluye elementos de fuentes divergentes e incluso contradictorias. Dichas fuentes integran fragmentos de discursos orales y escritos que abarcan variedades sociales y dialectales a veces muy distantes (e. g., el náhuatl clásico y el de la Huasteca), con lo que se produce un idiolecto, es decir, una variedad altamente ininteligible, teñida de artificialidad y, desde luego, poco o nada

12

El tema de éstos y otros intelectuales indígenas constituiría todo un capítulo en sí mismo, y no intento abordarlo aquí.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

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comprensible para el lego, el hombre común.13 Hay abundantes ejemplos de esto en la traducción al náhuatl de la Constitución Política Mexicana (Hernández Ramírez y Hernández Hernández, 2001).14 La traducción del título, analizada en el ejemplo (9), muestra ya las inclinaciones extremadamente idiosincrásicas y puristas que alimentan la creatividad lingüística de los intelectuales nahuas: (9)

Tlen in-tech-poui altepe-mej iuan maseual china-ko-mej tlen el-tok ipan Rel 3Pl-Loc-contar pueblo-PL Com gente semilla-Loc-PL Rel menteProg-Loc Sr tlajtol tla-nauati tlen motski-tok mexko euanij tla-nauatil-yan palabra Obj-ordenar Rel (¿?)-Prog México (?) Obj- orden-Loc

Ésta es, supuestamente, la traducción de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Salvo los académicos que nos dedicamos al tema, es muy poco probable que alguien llegue a leer este texto, ya no digamos que lo entienda. Una vez más, la ininteligibilidad es un efecto de un purismo extremo asociado con representaciones mistificadas de una pretendida lengua general,15 auténtica y única. Irónicamente, el náhuatl queda subordinado a la lengua hegemónica, como en la mayoría de los textos oficiales producidos por el Estado mexicano para la educación indígena (Flores Farfán 1988, 2003b; capítulo V). Esto es más evidente si se considera que el texto 13

14

15

Ejemplos similares para el caso del quichua aparecen en Floyd (s/f) (http://www.ailla. utexas.org/site/cilla1/Floyd_Quichua_Spanish.pdf). Los autores son hablantes del género masculino provenientes de la Huasteca, hoy día en sus cuarentas y cincuentas. Recientemente tuve la oportunidad de asistir a un taller en el que se discutía la traducción del Bando Solemne, el discurso de asunción del nuevo presidente de la República, organizado por el INALI a petición de la Cámara de Diputados. Ahí me percaté de que algunos de los intelectuales nahuas incluso llegan a hablar de “náhuatl genérico”para referirse a esta variedad escrita.

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de donde proviene el ejemplo anterior es una traducción de términos absolutamente extraños para la mayoría de los nahuas, hecho que es aún más claro por la inclusión de un glosario que “explica” una serie de términos utilizados a lo largo del texto, como los siguientes: (10)

tlajtol-tekpan-tli palabra-mandar-Abs lit. “mandato sobre la palabra”, i. e., “glosario”

(11)

asi-ti-listli llegar-caus-Nom lit. “acción de hacer llegar”, i. e., “objetivo, propósito”

Aun cuando hay un préstamo bien establecido y totalmente integrado en la mayoría de los dialectos o lenguas del náhuatl para designar a un extranjero, kiixtiaano (o kiixtioono) (véase capítulo III, ejemplos 1 y 1.1), en el texto referido se prefiere la forma del náhuatl clásico, ratificando la tendencia a un purismo extremo: (12)

chontal tlakatl Hombre chontal “extranjero”

Otro intelectual nahua ofrece un ejemplo similar de purismo, ligado al uso de formas del náhuatl clásico que ya no están en uso en las comunidades; i. e., que son obsolescencias: (12.1)

cachopi tlahtoli español / palabra “El idioma español” (Hernández, 2002: 141)

Se prefiere el artículo léxico supuestamente náhuatl a la forma castiza más común en las comunidades, kastia’, derivada de la palabra “castilla”. Es curioso que este préstamo, totalmente integrado en la mayoría de los dialectos del náhuatl, se opone a “mexicano”, término que, como queda di-

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cho, la mayoría de los hablantes del náhuatl utiliza para designar su lengua materna. Como se puede ver, la reflexividad purista se centra sobre todo en el léxico. Esto lo confirma el ejemplo (12.1), en el que, irónicamente, lo que se presenta como una forma náhuatl auténtica reproduce, tipológicamente hablando, una estructura más apegada al español (i. e., más analítica). Dicho sea de paso, es probable que la escritura del español y la reflexividad vinculada a ella en los actuales traductores, maestros, estudiantes o individuos alfabetizados que por una u otra razón producen textos en náhuatl favorezcan esta tendencia a pasar de una estructura más polisintética a una más analítica (Flores Farfán, 2004b), como lo sugiere la tendencia a subordinar la escritura del náhuatl al español, que veremos con más detalle en su momento (véase ejemplo 12.2 y capítulo V). En términos más simples, lo que en las variedades conservadoras del náhuatl (e. g., el náhuatl clásico) sería tomado como una sola palabra, en el ejemplo (12.1) se presenta como dos palabras. Es más, cachopi sería en todo caso un doble préstamo, presuntamente derivado de la palabra náhuatl cactzopinia (que significa “patear con los zapatos”, una descripción del trato que los invasores españoles habrían dado a la población indígena (Karttunen, 1983), de la cual a su vez deriva quizás el término “gachupín”, utilizado sólo en el español de México. La evidencia adicional que apoya la idea de que el purismo está limitado fundamentalmente al léxico se encuentra en la influencia mucho mayor e inconsciente del español en los niveles morfológico y sintáctico, influencia visible incluso en las formas puristas más extremas. Un par de ejemplos (12.2 y 12.3) bastarán aquí para demostrar este punto (véase también el capítulo IV): (12.2)

mits ilnamiqui 2Obj recordar “Te recuerdan” (Hernández, 2002: 50)

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Morfológicamente hablando, mits- (“a ti”) no es un morfema independiente, sino ligado. El uso en (12.2) se importa del español “a ti”, de modo que el objeto se expresa sintácticamente con base en la estructura castellana, y puede ser pragmáticamente tratado como una forma independiente, como cuando uno dice “gracias” y le responden “a ti”, o cuando en un juego se pregunta “¿a quién le toca?”, y le responden “a ti”. Otra muestra de la influencia del español que el discurso purista no detecta la ofrece el uso de las formas optativas para expresar construcciones indicativas, tal como la partícula maa, que en (12.3) se toma como una partícula relativa correspondiente al “que” del español: (12.3) amo qui-nequi-aya ma mo-chicahua-li-can Neg 3Obj-querer-Imp Ex Ref-fuerte-Apl-Pl

ma xochi-ohua-can Ex flor-ver-Pl

“No quería que se fortaleciera, que floreciera”

Si bien se puede objetar que efectivamente el náhuatl conservador (e. g., el clásico) permite una construcción semejante, también existen formas alternativas relativas del náhuatl que no son utilizadas, como iika (“que”) en náhuatl clásico, escrito como ica. Por tanto, al limitarse al léxico, la reflexividad alcanza algunas partículas relacionales como la del ejemplo (13), corroborando la preferencia por las palabras del náhuatl clásico, que constituye una de las fuentes más comunes del purismo náhuatl: (13) inik “Por”

Como he sugerido, si bien existen algunas excepciones, semejante léxico del náhuatl clásico no está presente en la mayor parte de las variedades contemporáneas del náhuatl, en las que las preposiciones han sido intensamente importadas del español al grado de que, tipológicamente hablan-

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do, las variedades del náhuatl muy hispanizadas se han acercado más al español y han convertido el náhuatl en una lengua más preposicional —analítica— que posposicional —polisintética— (Flores Farfán, 1999 y 2004b). Por otro lado, en la traducción de la Constitución Mexicana al náhuatl no aparece ningún caso de nativización, aunque en la práctica la nativización morfofonémica es un recurso sobresaliente en el mantenimiento y la recreación lingüística en el ámbito comunitario. La nativización y el reanálisis se conciben como una estrategia productiva para la supervivencia de lenguas amenazadas, tal como se ilustra en el caso de los pares bilingües en la región del Balsas y en otras partes (véase capítulo IV) y no como un análisis folk: recuérdese el caso de kiixtiaano (“extranjero”), mencionado líneas atrás, que se opone a kristiaano (“uno de nosotros, persona”) (Flores Farfán, 2003a). Otro ejemplo que analizaré más adelante es el de la manera de denominar la lengua: (13.1)

to-indioma 1PosPl indio/idioma “Nuestro idioma indígena”

Incluso cuando los intelectuales nahuas puristas probablemente alegarían hablar una única lengua náhuatl (lo que representa una ideología totalmente opuesta a la del ILV que exacerba la más mínima diferencia), es irónico que las conceptualizaciones acerca del náhuatl y su naturaleza, ligadas a dichas autorrepresentaciones idiosincrásicas políticamente motivadas, empañen y ensombrezcan diferencias sutiles de la lengua, incluidos los niveles sociodialectales y las diferencias entre el discurso escrito y hablado. Este estado de cosas tiende a reproducir un código individual, como si fuera una lengua “privada” que junto con su expresión escrita garantizara la inaccesibilidad a la literatura producida, perpetuando de esta manera un arreglo de poder en el que el intelectual nahua define lo

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que cuenta (o no) como náhuatl sobre bases fuertemente subjetivas, previniendo el acceso efectivo a la escritura para un hablante común de náhuatl (y asegurando así su posición dominante). Como he sugerido, en términos ideológicos, la fuente principal que los hablantes recuperan es el náhuatl clásico en tanto corpus último y legítimo al cual recurrir para otorgar “pureza” al código. Irónicamente, el náhuatl clásico es una lengua extinta. En consecuencia, tanto el purismo lingüístico como el eclecticismo —la estrategia, ya descrita, que consiste en combinar elementos de distintas variedades de la lengua, con el supuesto fin de garantizar su supervivencia— constituyen formas de ejercer control sobre lo que cuenta (o no) como el léxico de la lengua. Para dar otro ejemplo sugerente, el término del náhuatl clásico toltecatl, representante en tiempos históricos de la elite que alimentaba la llamada civilización “azteca” y ya sin uso en las comunidades, fue utilizado en alguna ocasión por uno de los intelectuales aludidos para referirse a un artista en una conversación supuestamente en náhuatl (huasteco) entre hablantes de diferentes variedades. Otro ejemplo notable de un discurso purista extremo son los relatos y escritos de los autodenominados “cronistas”, “poetas” u otros “gestores” culturales que en México y otros países de América Latina forman parte de la elite ilustrada y retroalimentan las esferas educativas indígenas oficiales. Como se verá en la siguiente sección, dedicada a los números —prueba favorita de las preocupaciones puristas—, los defensores del purismo acuden en última instancia a un sistema de conteo vigesimal, que ya no está prácticamenete en uso. Por orta parte, incluso crean nuevas palabras para los topónimos, a las que desde luego les atribuyen un origen náhuatl; por ejemplo, presentan “Atlantis” o “América” como nombres nahuas (Flores Farfán, 2003a). Aun cuando, de hecho, el purismo es una fuente común de la planeación lingüística en todo el mundo, y específicamente para la estabilización de una lengua estándar, en el contexto nahua la manipulación oportunista

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de tal capital lingüístico (Bourdieu, 1979) queda en manos de operadores individuales que se convierten en “caciques culturales”. En general, estos gestores sirven a los distintos propósitos de la mediación y el control de las políticas oficiales del Estado mexicano orientadas a la población indígena, con efectos limitados, si es que acaso hay alguno, sobre la estabilización y promoción “real” de, por ejemplo, una forma escrita de la lengua. El purismo es de hecho una expresión favorita del poder ligado al supuesto conocimiento de la lengua. En el caso del náhuatl, esto conlleva una serie de complejas paradojas que, en última instancia, favorecen la sustitución lingüística (Hill y Hill, 1986), como queda de manifiesto en la inteligibilidad de las variedades escritas o en la parálisis que las actitudes de los puristas extremos producen en los jóvenes al condenar su habla. Quiero mostrar otros casos sobresalientes de la ideología purista en el náhuatl que no han sido examinadas en otras partes (Flores Farfán 2003a). Para ello, voy a enfocarme en uno de los blancos más comunes de las ideologías puristas, los números, un tema que merece especial atención por ser uno de los retos favoritos de los que los puristas hacen especial alarde.

3. LAS IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS MANIFIESTAS EN LOS NUMERALES Históricamente, las lenguas mesoamericanas se distinguían de las indoeuropeas, y específicamente del español, de diversas formas, entre ellas por rasgos tipológicos, sintácticos, semánticos y pragmáticos. Una diferencia sobresaliente en forma y función se observa en el sistema vigesimal de numeración, característico de las lenguas mesoamericanas, incluidas las lenguas de familias distintas al náhuatl, como la maya o la otomangue. Así, el sistema vigesimal se considera un rasgo distintivamente mesoamericano. La unidad básica para contar en el sistema vigesimal usado en Mesoaméri-

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ca eran los múltiplos de 20, tal como se documenta en el Vocabulario de la lengua mexicana de Molina (1977 [1571]) para el caso del náhuatl en los albores de la era colonial. Incluso contamos con una representación pictográfica del 20 (pantli, identificado con un tipo de “bandera”), así como de otros números en fuentes del siglo XVI. En teoría, el sistema numérico náhuatl tiene su origen en el maya (o por lo menos fue adaptado y adoptado de él), el cual tenía el sistema más desarrollado y sofisticado en Mesoamérica y mucho más allá de sus fronteras. Como telón de fondo para entender el sistema vigesimal, considérese la forma en la que funcionaba el sistema prehispánico: (14) Ce ome yeyi nahui macuilli

“uno”16

chicuace

“seis”

“dos” “tres” “cuatro” “cinco”17

chicome chicueyi chicnahui matlactli

“siete” “ocho” “nueve” “diez”

, La serie continúa usando la conjunción (i)huan en náhuatl clásico, comúnmente reducida a an (“y”), más la misma serie de números, como en matlactli ihuan ce, 11, etc., con una palabra propia para 15, caxtolli. Así, 16 17

16

17

En términos de la lingüística del contacto del náhuatl, hay que notar que este número ha sido identificado durante mucho tiempo con el artículo indefinido del español “un”, como en ce tlacatl (“un hombre”). La numeración náhuatl ce, “uno”, como artículo indefinido, está ya presente en los documentos coloniales del náhuatl. Por ejemplo, al referirse al náhuatl colonial, Lockhart (2002: 213) afirma: “ce, uno. También usado como el artículo indefinido en inglés...” (traducción del autor). En este mismo tenor, nótese que los clasificadores otrora utilizados en el náhuatl clásico y colonial para indicar distintos tipos de objetos, como centetl, fomado de uno más piedra, también han prácticamente desaparecido o están desapareciendo —en Xalitla no se registran, o sólo podrían proferirse como parte de un alarde purista por parte justamente de hablantes que ya han tenido contacto con la academia y por tanto con el náhuatl clásico o colonial que de hecho y con ello muestran su dominio de un náhuatl “superior”. De ma (“mano”) y qui-cui (“agarrar”). Véase Molina (1977 [1571]).

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caxtolli an ce 16, etc., hasta llegar al 20, la unidad básica, que se indica con pohualli, literalmente “cuenta” (relacionado con la palabra del náhuatl clásico qui-pohua, “contar”). Por tanto, cem-pohualli (lit., “uno cuenta”), es 20, cempoalli an ce es 21, etc. Usando los múltiplos de 20, la serie continúa como se muestra en el siguiente ejemplo: (15) cem-poalli ihuan matlactli om-poalli ompoalli ihuan matlactli yei-poalli yei-poalli ihuan matlactli nah-poalli nah-poalli ihuan matlactli macuil-poalli matlac-poalli caxtol-poalli centzontli centzontli ihuan macuilpoalli etc.

“treinta” “cuarenta” “cincuenta” “sesenta” “setenta” “ochenta” “noventa” “cien” “doscientos” “trescientos” “cuatrocientos” (forma separada) “quinientos” etc.

Es necesaria una investigación minuciosa para establecer cuándo y dónde desapareció finalmente el sistema numérico náhuatl —así como otros sistemas— en favor del sistema decimal español. E incluso si su uso prevalece y hasta qué punto en comunidades donde el náhuatl todavía tiene mucha vitalidad, como en la Huasteca. No obstante, podemos señalar dos tipos de razones por las cuales se favoreció el abandono del sistema vigesimal. La primera, y la más poderosa, fue la necesidad y la consecuente presión de los invasores coloniales, y posteriormente de los nacionalistas criollos, para uniformar los calendarios y otros sistemas de medición con fines administrativos; es decir, para llevar las cuentas y en última instancia explotar a la población indígena.

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La segunda razón tiene que ver con la estructura estrictamente lingüística de la numeración. Desde un punto de vista meramente instrumental, el sistema decimal, comparado con el vigesimal, resulta menos complejo: apelando al principio de economía lingüística, es cognitivamente más simple. Más aún, aunado a otras evidencias como el valor que el cuerpo humano tenía para la conmesuración, quizás el sistema vigesimal permitía un rango de variabilidad en los conteos que no se presenta en el decimal. Por ejemplo, como se explica en el ejemplo (14), la palabra macuilli (“cinco”), se relaciona con la mano y lo que se alcanza a agarrar con la misma, y es probable que en las compras hechas en el mercado las diferencias de tamaño de distintas manos dieran lugar a diferencias en las cantidades intercambiadas. Lo mismo pasaría sin duda con otras mediciones. En cualquier caso, podemos estar seguros de que la desaparición del sistema vigesimal fue definitiva a comienzos del siglo XIX, cuando la generalización de los mercados capitalistas requirió un sistema estandarizado de pesos y medidas, vinculados a la emergencia del Estado mexicano (Flores Farfán, 1983). Es significativo que en el mismo periodo se extinguiera un gran número de lenguas indígenas (Suárez, 1983). Desde una perspectiva más amplia, la obsolescencia del sistema vigesimal está vinculada a la distribución e ideologías diglósicas de las lenguas indígenas en general frente al español. De hecho, el sistema vigesimal es uno de los subsistemas que ha colapsado en la mayoría de las lenguas indígenas (¿o en todas?), aun cuando sea posible atestiguar casos de reversión diglósica, como en el náhuatl del Balsas (Flores Farfán, 2001b y 2001c). En otras palabras, incluso en las regiones donde las lenguas y culturas indígenas presentan altos niveles de lealtad y retención lingüística, la necesidad de imponer la dinámica capitalista ha derivado en el desplazamiento de los sistemas de numeración indígenas y de otros sistemas de medición. Esto está confirmado por diversas investigaciones, no sólo en el náhuatl, sino en otras lenguas indígenas (Flores Farfán, 1983). Por ejemplo, en la traducción del Nuevo Testamento por parte del trabajo misionario del ILV,

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en más de un pasaje es posible encontrar numeración del antiguo sistema nahua acompañado de una explicación completa, como si se quisiera reintroducir el sistema vigesimal: (16) “Sempoajli quitosnequi veinte, niman sempoajli huan nahui quitosnequi veinticuatro” (ILV, 1987: 21, nota 8) (17) “yepoajli quitosnequi sesenta, niman yepoajli huan nahui quitosnequi sesenta y cuatro” (ILV, 1987: 858, nota 1)

Otro ejemplo se encuentra en la ya analizada traducción de la Constitución Política Mexicana, en que la mayoría de los números, aun si en general se establecen en una dirección purista, presentan formas españolas —excepto los números ordinales, los cuales sin embargo no van más allá del cinco (e. g., también achtoui, “primero”) (ILV, 1987: 25). En la página 27 de la traducción de la Constitución encontramos: (18) ACHTOUI TLANAUATILI 18 OMPA TLANAUATILI EXPA TLANAUATILI NAJPA TLANAUATILI

“Primer artículo” “Segundo artículo” “Tercer artículo” “Cuarto artículo”

18

Esto es coherente con la región del Balsas y de otros lugares donde se habla náhuatl (Hill y Hill, 1986). En el uso cotidiano, las comunidades cuentan hasta cinco en náhuatl, pero todavía podemos encontrar personas que pueden contar hasta 10 si se les pregunta y que incluso conocen la forma independiente para el 15 (kaxtohli). Asimismo, podemos hallar remanentes del sistema indígena en expresiones fijas como amaan chikweyi (“en ocho días”) o amaan kaxtohli (“en 15 días”), formas usadas para establecer citas:

18

Los traductores son los mismos que se mencionan en la nota 14.

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(19) timotaaske amaan chikweyi, tak? 19 “Nos vemos en ocho días, ¿de acuerdo?” 19

Estos remanentes lexicalizados también se registran en vocabulario específico: (19.1) 20

seempoal-xoochitl 20 veinte flor “Flor de muertos”

En las comunidades nahuas contemporáneas el conocimiento de la numeración nahua es concebido como prueba de la capacidad para hablar un tipo de mexicano mítico, auténtico y “real”, y también de la pureza de la lengua y de la autenticidad del hablante. Estos objetivos de las pruebas puristas están ligados a identidades altamente mistificadas, muchas veces manipuladas como diferenciales de poder, en tanto formas ideológicas de distinguir y clasificar a la gente en la sociedad. Con esto se recrea la figura del hablante idealizado del lingüista y se niega implícitamente (y desde luego se condena) la naturaleza dinámica de las lenguas. En la práctica, este hablante no existe, y recuérdese que de hecho los nahuas del Balsas dicen que ellos hablan toindioma: 21

(20) to-indioma21 2PosPl-lengua indígena “Nuestro idioma”

19

20 21

Cleofas Ramírez Celestino es la que produjo este ejemplo. Mujer pintora bilingüe oriunda de Xalitla, Guerrero. En su momento, alrededor de 45 años. Ejemplo también de Cleofas Ramírez Celestino, de uso general en la comunidad. Ejemplo proferido en un intercambio entre un hombre en una tienda en Oapan, Guerrero, quien se asombró de que el investigador hablara en mexicano, con lo que expresó su gusto por hablar en toindioma, expresión de conocimiento general en Oapan.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

47

Se trata de un juego de palabras bilingüe que constituye una forma general bien establecida en la práctica conversacional para designar a un hablante de náhuatl en las comunidades del Balsas. La frase se construye identificando las palabras “indio” e “idioma” (Flores Farfán, 1999). Con el fin de ilustrar de qué forma los números operan como los artículos léxicos de las pruebas puristas, quiero referirme a una ocasión en que me presenté en náhuatl en la comunidad de Tulimán, Guerrero. En sentido estricto, esta comunidad está ligeramente fuera de la región del Balsas. En cuanto al dialecto, comparte ciertas isoglosas del náhuatl clásico, como el uso de la negación libre amo en lugar de ka (“no”), característica del náhuatl del Balsas. En aquella ocasión, una artesana que fabrica cerámica para vender en las comunidades vecinas y en los mercados nos invitó a visitar a un anciano quien, según ella, hablaba náhuatl de verdad. Después de las cortesías iniciales, el anciano, de aproximadamente 80 años y casi ciego, retó mi conocimiento de la lengua al preguntarme directamente por la palabra para decir el número 80. Después de contestar nahpohualli (“cuatro veintes”), fui considerado una persona digna de reconocimiento. No hace mucho, en esa misma comunidad, conocimos a una mujer que nos presentó a su padre. Ella no habla activamente la lengua, como tampoco la mayoría de los adultos en Tulimán y otras comunidades similares (sin mencionar a los niños, que son hablantes monolingües del español).22 Al llegar a su casa, y después de romper el hielo con su padre y con otros miembros de la familia, el padre, un hombre de 80 años que ya no puede caminar, por lo que básicamente está acostado en su hamaca la mayor parte del día, nos preguntó si queríamos aprender náhuatl y se ofreció a 22

Hay que considerar, además, que en Tulimán, como en muchas comunidades nahuas, el mexicano está alcanzando el umbral de la extinción, por lo que hemos iniciado trabajos para documentar lo que queda de la lengua náhuatl e incluso también para revitalizarla, tal como lo estamos haciendo con el náhuatl del Balsas y otras comunidades nahuas (Flores Farfán, 2001, 2006).

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enseñarnos a contar. Irónicamente, el anciano23 contaba de la siguiente forma: (21) See, ome, yeyi, nawi, makwihli, chikwasee, chikome, chikweyi, chiknawi, matlaktli “Uno ... diez”

Después continuó con matlaktli wan see, 11, hasta 14, y posteriormente evidenció por primera vez la obsolescencia del sistema vigesimal diciendo: (22) matlaktli waan makwihli “Diez y cinco”

En otras palabras, me interesa advertir que este hablante, en la demostración espontánea de su conocimiento “real” del sistema numérico, ni siquiera usó la palabra para “quince” (kaxtohli), que en cierta medida aún se usa en algunas comunidades donde el náhuatl todavía es una lengua hablada. El mismo hablante siguió hasta el 19. Cuando llegó al 20, dijo: (23) matlaktli diez “Diez

waan Com más

matlaktli diez diez”; i. e., “veinte”

Esta frase se enunció en lugar de cempohualli, del náhuatl clásico (lit. “una cuenta”; i. e., “20”). Este hecho puede ser visto como una innovación respecto del antiguo sistema nahua. Aquí también está en juego la simplificación, vinculada al estatus obsolescente de tal uso, así como al sistema decimal. Paradójicamente, esto se presentó como mexicano “real” y “legítimo”.

23

Postrado en su hamaca, se trata de un hablante con más dominio del mexicano que del español. En su momento, alrededor de mediados de los noventa, se encontraba arriba de los 80 años.

I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas

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En muchas otras ocasiones he encontrado ejemplos de purismo al manifestar mi interés por aprender la lengua náhuatl. Una vez se me ofreció el siguiente ejemplo como una prueba directa del estatus de hablante “real” de náhuatl: (24) ome matlaktli waan see Dos diez com uno “Dos veces diez más uno”; i.e., “veintiuno”

Esta frase se enunció en lugar de cenpohualli ihuan ce (lit., “un veinte y uno”, i. e., “veintiuno”), la forma del mexicano clásico. A pesar de ser recurrente, el uso de los números en náhuatl como una forma de afirmar una presentación personal asociada a un hablante real y auténtico es todavía una manifestación de las ideologías puristas del náhuatl que alimentan la sustitución lingüística. Se trata de lo que he llamado “purismo negativo”, opuesto al “purismo positivo”, una dimensión mucho más positiva del fenómeno, que desde luego también existe (Flores Farfán, 2003a; capítulo IV). Pero mantenerse fiel a un subsistema obsoleto de la lengua para probar la propia capacidad en una lengua puede resultar paralizante en términos de la expresabilidad lingüística (tal como con otras formas de purismo negativo) y llegar a tener un efecto boomerang respecto de la integridad y la viabilidad de la lengua. Ello tiene un fuerte impacto en la conciencia lingüística de una comunidad, pues produce ideologías lingüísticas en extremo negativas que fomentan la inseguridad lingüística e incluso la denigración de la propia lengua, favoreciendo en consecuencia la sustitución lingüística. Algunos hablantes han estigmatizado la falta de un sistema numérico nahua, a tal grado que llegan a equipararlo con otros juicios de valor ideológicos, como que el náhuatl no tiene gramática, que es un dialecto o que no tiene forma escrita. De este modo, los estigmas vinculados con los complejos de inferioridad y asociados a ideologías destructoras de la lengua se materializan en pautas numéricas o en otras así

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presentadas como pruebas puristas de la capacidad y la autenticidad lingüísticas. Las conceptualizaciones ideológicas puristas de la lengua náhuatl permiten un entendimiento de los puntos críticos que enfrentan tanto los intelectuales como los hablantes comunes del náhuatl (Flores Farfán, 2003a). Desde luego, existen diferencias en el uso ideológico de las pautas puristas, y uno puede encontrar una amplia gama de variabilidad vinculada a distintos temas de corte purista, relacionados no sólo con la numeración.

4. CONCLUSIÓN Como hemos visto y veremos con más detalle en su oportunidad, el purismo, entendido como una ideología, está fundamentalmente vinculado con el léxico y en cierta medida también con la fonología de la lengua. Con todo, la fonología puede estar asociada a otro tipo de reflexividad diglósica (secundaria), que no necesariamente se concibe de manera negativa, puesto que podría favorecer reversiones lingüísticas por medio de préstamos, nativización, resemantización o acuñación lingüística, entre otros, ampliando de este modo el repertorio lingüístico de la comunidad. Incluso ocurre esto con la numeración, que se usa en distintas ocasiones para convenir el precio de determinados productos en la negociación con no hablantes del náhuatl, subrayando el potencial del náhuatl como una lengua secreta, por lo menos instrumentalmente. Entre las medidas que tendría que proponer un proyecto que busque oponerse y modificar las ideologías negativas que favorecen la sustitución lingüística estaría la de reintroducir el sistema numérico nahua en las escuelas, para demostrar no sólo que sirve para contar, sino que además puede enfrentar el reto de crear contextos en los que estas formas readquiridas podrían ser usadas productivamente de manera cotidiana (Flores Farfán, 2001a, 2001c y 2006).

II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl clásico y colonial

En este capítulo examino la emergencia específica de una multiplicidad de voces en términos de diversos análisis no sólo del fenómeno del contacto sino también del léxico y la morfología nahuas. Se presentan una serie de ilustraciones provenientes de una investigación, aún en marcha, en torno a las ideologías lingüísticas del náhuatl desde una perspectiva etnohistórica. Para ello recurriré a textos pertenecientes al náhuatl clásico y documentos en náhuatl de la etapa colonial temprana. Dichos análisis incluyen tanto las interpretaciones lingüísticas recibidas que conciben el léxico como poseedor de un significado semántico estable, como la interrupción de dichas interpretaciones por el uso de distintos tipos de hablantes, con lo cual se expresan posturas políticas e ideológicas regularmente conflictivas. Asimismo, quiero mostrar que la idea de una variación libre en la fonología y la morfología del náhuatl es, sencillamente, una idea reduccionista y poco realista (Labov, 1966), puesto que los hablantes hacen elecciones mucho más complejas que son creadas y recreadas en la interacción. Más aún, como parte del repertorio abierto de los hablantes en la dinámica heteroglósica (Bajtín, 1986), tanto en este capítulo como en el siguiente mostraré que el sistema lingüístico se configura como un terreno para la disputa política e ideológica, en la medida en que se ponen en juego interpretaciones antagónicas cuando se comparan, desde las perspectivas histórica y sincrónica, la interpretación sistémica de la lingüística prescriptiva y el uso concreto de la lengua desde la perspectiva de distintos tipos de hablantes. En este sentido, la visión normativa y sus ideas en torno [51]

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a las estructuras lingüísticas bien formadas, “gramaticales” y “aceptables”, colapsa desde el punto de vista, por ejemplo, de la práctica bilingüe de los hablantes, quienes pueden perfectamente aceptar e interpretar enunciaciones que serían rechazadas por las posturas normativas recibidas.

1. LA INDEXICALIDAD DE LA VARIACIÓN Y EL PODER EN EL NÁHUATL CLÁSICO Aun cuando el náhuatl es una de las lenguas indígenas más investigadas de todo el Continente Americano, en parte debido a la existencia de un extenso corpus comparable con el de cualquier legado lingüístico clásico del mundo, las referencias en lo que respecta a su naturaleza heteroglósica son pocas, por no mencionar la situación de otras lenguas indoamericanas todavía menos documentadas. Además, la variabilidad del náhuatl no ha sido un tema investigado sistemáticamente por los estudiosos mesoamericanistas (para algunos acercamientos al tema de la variabilidad en náhuatl, véase Hill y Hill, 1986; Karttunen y Lockhart, 1976; Flores Farfán, 1999). Tómense como ejemplo las variaciones en los sufijos de número, ya sean plurales o singulares, que desde el punto de vista de este trabajo no constituyen fenómenos arbitrarios o aleatorios, tal como se ha descrito en la literatura (véase infra). Por el contrario, su variabilidad constituye la firme evidencia de que efectivamente el uso de la lengua náhuatl se despliega en una diversidad de contextos (como en cualquier otra lengua), vinculados a una serie de diferenciales de poder que representan voces en pugna y muchas veces disonantes en extremo. Considérese en el siguiente ejemplo la visión descriptiva interna de la formación del plural en el náhuatl clásico: El plural absolutivo es asistemático y no pueden formularse reglas simples y claras para su formación. Por un lado, los sufijos del plural son [...] variaciones libres unos de los otros. [...] El uso del plural es opcional con algunas

II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl

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raíces sustantivas, obligatorio con otras. Frecuentemente, una raíz permite formaciones alternativas en plural (Andrews, 1975: 145) (las cursivas y la traducción son del autor).

En un examen más detallado —i. e., a partir de la reconstrucción de la perspectiva del hablante en torno a la variación de los formadores de numerales— se revela una diversidad de sociolectos y géneros discursivos en juego. En efecto, sabemos que en el México prehispánico existía una profunda estratificación social en gran medida vinculada a la situación del náhuatl, de ahí que dicho diferencial social se expresara con toda claridad en términos nativos: pillatolli (o tecpantlatolli) (“el discurso de la elite”) versus macehuallatolli (“el discurso de los comunes”).1 Los ejemplos para formadores del singular en el pillatolli, la variedad alta, incluyen la alternación de las formas absolutivas -tl y -tli, como en: (1) xochi-tl vs. xochi-tli 2 flor-Sg vs. flor-Sg “Flor” (Garibay, 2000: passim) ilhuica-tl vs. ilhuica-tli cielo-Sg cielo-Sg “Cielo” (Garibay, 2000: passim) 2

Dicha variación indica un registro elevado, sagrado y poético, controlado desde luego por los piltin (“la elite”): (2) xopan in xochi-tli “Flores de primavera” (Garibay, 2000: 93)

1

2

Pilli, “noble, miembro de la clase dominante”; tecpan, “palacio”; tlatolli, “discurso”; macehualli, “plebeyo”. Debido a que Garibay (2000) prefiere no señalar la vocal larga distintiva del náhuatl, en estos ejemplos tampoco lo hago.

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in puyuma xochi-tli, in cacahua xochi-tli “Flores de éxtasis, flores de cacao” (Garibay, 2000: 93) ilhuica-tli itec cielo-Sg estómago “De las entrañas del cielo” (Garibay, 2000: 93) xochi-tli cuica-tli flor -Sg canción -Sg “Flor y canto”; i. e., “poesía” (Garibay, 2000: 99)

Vale la pena subrayar que en el ejemplo (1), xochi-tli aparece junto a la forma más neutral, no marcada, xochi-tl; lo mismo ocurre con ilhuica-tli e ihuica-tl. Aun cuando se podría aducir que en el caso de estas alternancias es predecible que se inserte una glotal como parte de una regla de distribución complementaria entre las raíces que terminan en consonante versus aquellas que lo hacen en vocal, que respectivamente toman el sufijo -tli o -tl, como lo describen las gramáticas, esto no invalida el argumento, ni tampoco parece haber un registro escrito de que esto sea el caso. Por el contrario, formaría parte del manejo de un mayor repertorio estilístico reservado a la clase dominante. Sea como fuere, estos casos muestran que el sufijo del absolutivo -tli constituye la forma marcada que, en términos diglósicos, indica un repertorio social y genérico mucho más alto. Nótese que la /i/ del sufijo absolutivo -tli ya no es epentética, como se describe para las raíces que comienzan o terminan en vocal en la formación de sustantivos y verbos (véase capitulo I), sino un ejemplo egregio de un recurso estilístico que marca un registro alto. Se trata de un capital lingüístico (Bourdieu, 1979) cuyo control pertenecía a la clase gobernante y que estaba representado en el discurso de los piltin, grupo con el que en última instancia los invasores españoles establecieron mayor contacto y cuyas variedades lingüísticas están consecuentemente representadas en la mayoría de las fuentes, al menos en las pertenecientes al periodo colonial temprano. Por tanto, el hecho de que,

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estilísticamente, xochitli alterne con xochitl confirma nuestra aproximación sociolectal a la variabilidad en el sentido de una organización diglósica clásica, en la cual la variedad alta es gramaticalmente más compleja, tal como se mostró ya desde el trabajo pionero de Ferguson (1959). Más evidencia de tal organización diglósica, incluyendo su indexicalidad morfológica, se encuentra en el náhuatl colonial descrito por Carochi, uno de los mejores gramáticos misioneros, cuyo trabajo data del siglo XVII. Considérese la siguiente cita: …tlacatl, persona, plural tlacâ, personas: cihuatl, muger, cihuâ, mugeres, que no es muy pulido decir cihuamê (Carochi, 1979: 4) (las cursivas son mías).3

En estos ejemplos la alternancia de las formas plurales,4 es decir, la oclusión glotal versus la sílaba -mê, como en la anterior cita de Carochi, indica no una elección arbitraria y aleatoria, sino más bien la diferencia entre una variedad alta (A) versus una variedad baja (B), respectivamente: (3)

cihuâ (A) vs. cihua-mê (B) mujer- Pl vs. mujer- Pl “Mujeres”

tlacâ (A) vs. tlaca-mê (B) hombre-Pl vs. persona, hombre-Pl “Personas, hombres”

Otro ejemplo de la variación sociolectal descrita por Carochi es (3.1), en el que, una vez más, es evidente que la variedad alta permite un repertorio más amplio en términos de los formadores del plural (hay que notar la presencia de -tin, otra forma de plural de la variedad alta), hecho que

3

4

En este caso se respeta la escritura de Carochi, por ser de él de quien provienen estos ejemplos. Como puede verse, Carochi utiliza el acento circunflejo para marcar el cierre glotal o saltillo, que es la marca de plural. Si bien podría aludirse a un aspecto semántico para el uso diferencial de los plurales, en el que la escala de animicidad juega un papel importante, esta interpretación no se confunde con la vertida aquí en términos de una distribución diglósica.

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confirma que el pillatolli es gramaticalmente más complejo, mientras que la variedad baja cuenta sólo con un sufijo del plural (véase asimismo el ejemplo 3). Compárese: (3.1) oquich-tin (A) vs. oquich- mê (B) hombre -Pl hombre -Pl “Hombres”

Es decir, las formas marcadas con -mê permiten una interpretación “baja” que incluso tiene una connotación peyorativa, tal como ha sugerido Simeón (1981: 113) en su diccionario del náhuatl para el término cihuamê (“mujeres de vida baja, mujerzuelas”): ciua o cihuatl s. Mujer, hembra en general ... Pl. ciua o ciuame, esta última palabra ... se toma en mal sentido.

En suma, es claro que las variaciones entre éstas y otras formas del plural no son resultado de elecciones caprichosas, arbitrarias o voluntaristas, mucho menos variaciones libres, sino que más bien tienden a forjar expresiones lingüísticas palpables de la estratificación social en el México prehispánico, como muchas otras palabras en diversos ámbitos de la vida social y cultural (para otros ejemplos véase Flores Farfán y Elferink, 2007; Flores Farfán, Elferink y Brocca, 2007). En lo que sigue analizaré otros fenómenos léxicos interesantes del náhuatl clásico que reaparecen más tarde en el náhuatl colonial y que están sujetos también a interpretaciones antagónicas derivadas de perspectivas monolingües en disputa. Para ello, discutiré el origen y significado del nombre Malintzīn, la intérprete y amante de Hernán Cortés (“la Malinche” en español). El origen de esta palabra, tanto en español como en náhuatl, aún resulta polémico, lo cual revela diversas perspectivas monolingües y enfoques unilaterales en pugna, precisamente distintas ideologías lingüísticas.

II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl

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2. LOS NOMBRES DE “LA MALINCHE”: POR UNA NUEVA INTERPRETACIÓN No sabemos con certeza cuál era el nombre original de “la Malinche”. Existe una gran cantidad de versiones monolingües en torno a su etimología que se presentan sin la menor discusión. La mayoría de los autores da por hecho que el nombre de la intérprete de Cortés era originalmente náhuatl (Glantz, 2001; González Hernández, 2002),5 teóricamente su lengua materna. Esta versión derivaría el nombre de Malintzīn (en español no existe el fonema /¢/, siendo /č/ el sonido más cercano). González Hernández (2000) aventura otra posibilidad: “Malinche” proviene de Malin-tzīn-é!, la forma vocativa del náhuatl equivalente a “¡Oh, venerada Marina!” (González Hernández, 2002: 187) (aunque el apócope sería ¡Malintzé!). Aun cuando esto es una posibilidad, el argumento no es convincente. Considérese una importante objeción vinculada con la forma en la que similares nahuatlismos o mexicanismos (palabras de origen náhuatl) fueron adoptados y adaptados en el español de México: tlacua-tzīn deriva en “tlacua-che”, el Prometeo mesoamericano; tepa-tzīn en “tepa-che”, bebida fermentada, etcétera. Frente a semejantes versiones monolingües, que derivan de interpretaciones unilineales, una alternativa plausible es la de suponer que los invasores españoles bautizaron a “la Malinche” con el nombre de “Marina”, sin interesarse en su nombre original. Posteriormente, “Marina” sería reinterpretada en náhuatl como Malina, pues no existe /ř/ en el náhuatl. Cuando se adjunta -tzīn al sustantivo, la vocal final se elimina, produciendo Malintzīn, un sustantivo con forma reverencial y diminutiva. Éste es plausiblemente el origen del nombre, pues es poco probable que cuando el padre

5

“La Malinche” hablaba al menos dos variedades de dos lenguas distintas y alejadas entre sí: chontal (maya) y una variedad “no estándar” del náhuatl. Evidentemente, también hablaba el náhuatl como lingua franca y, posteriormente, el español.

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Olmedo bautizó a las 20 mujeres presentadas a Cortés como esclavas, preguntara a cada una por su nombre indígena, ya no digamos que los pronunciara en náhuatl (Karttunen, 1994: 2 y ss.). La reinterpretación nativa de este nombre es bastante interesante: Malinalli, que literalmente significa “hierba torcida”. Desde la perspectiva indígena, tomando en cuenta el Tonalpohualli, libro calendárico y libro de los destinos, el significado de Malinalli se asocia con malos presagios, de hecho fatales, vinculados con la muerte. Esta interpretación concuerda totalmente con la biografía de “la Malinche”, según la cual fue secuestrada y posteriormente perdió su condición originalmente noble para convertirse en esclava. Después fue rechazada por sus padres y “vendida” a ciertos comerciantes, quienes a su vez la ofrecieron a otros extranjeros; además, fue violada por los invasores españoles siendo adolescente, un hecho que se asocia con el epíteto de “la chingada” (i. e., “la violada”),6 sin mencionar

6

El verbo “chingar” tiene una multiplicidad de usos en el español de México, que abarca desde el más insultante “chinga tu madre” hasta el halago “eres un chingón” (o “chingona”). La explicación de Octavio Paz acerca del origen de esta palabra resulta insostenible: “... xinachtli (semilla...) xinaxtli (aguamiel fermentado)”. Paz vincula estos términos con los efectos devastadores que tiene el alcohol sobre el cuerpo humano y, por extensión, con la agresión física implicada en los usos polívocos del término “chingar” en el español de México (Paz, 1986). Una explicación más plausible estaría también asociada al origen náhuatl del término: los usos verbales de -tzin (no el afectivo -tzīn, con una vocal larga) se refieren a las nalgas, quizás como una alusión a los abusos sexuales de los invasores españoles a las mujeres indígenas. Una versión recurrente del origen del verbo “chingar” sugiere que deriva del romaní (“gitano”) zigna(r). En el romaní actual, zingalo significa “adúltero” y en el español caribeño el infinitivo zingar es una forma coloquial y vulgar de referirse a las relaciones sexuales. Probablemente el término llegó a México vía el español y a través del tiempo histórico expandió su significado a los usos múltiples que tiene en la actualidad, convergiendo con los usos sexuales indígenas del término -tzin y que los españoles quizás llegaron a transferir, verbalizado y simplificado, como un equivalente de “fornicar”. De este modo, debido a sus semejanzas fonéticas y semánticas, para la mente bilingüe incipiente quizás “chingar” se alimentó históricamente de ambos usos, convergentes y complementarios.

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lo que “la Malinche” representó y representa todavía en términos de la conquista de México. Malinalli más -tzin, un sufijo afectivo que, como es consabido, tiene un significado tanto reverencial como diminutivo, produce Malintzīn, que significa o bien “honorable Marina” o bien, simplemente, “Marinita”. Aun cuando esta última interpretación parece bastante mundana, es probable que sea el significado del nombre de “la Malinche” en las etapas tempranas de un incipiente bilingüismo náhuatl-español, pues cuando fue ofrecida a Cortés ella era apenas una adolescente. A través de su historia y de la creciente expansión potencial del bilingüismo, el nombre adquirió distintas connotaciones. Así, si al principio el nombre aludía a la muchacha ofrecida a Cortés como esclava, cuando fueron descubiertas sus habilidades lingüísticas y diplomáticas, adquirió un estatus de creciente importancia que eventualmente le retribuiría a “la Malinche” su condición originalmente noble, frente a los españoles y a los indígenas por igual. De este modo, el nombre probablemente adquirió un significado reverencial, tal como lo indica la posterior traducción al español de su nombre: “doña Marina”, aunque nunca se libró de las ambivalencias valorativas que le imputan en su papel de traidora, y de donde deriva el uso de la palabra “malinchismo” en México. De este modo, el nombre de “la Malinche” fue objeto de diversas interpretaciones cambiantes, siempre vinculadas a las múltiples y enigmáticas identidades que entrañaba su condición, enraizada, además, en su perfil multilingüe. Una prueba de ello se encuentra, por ejemplo, en Cantares mexicanos (Bierhorst, 1985): (4) tonan Malintzin (citado en Lockhart, 1992: 275, 559) Presumiblemente derivado de “doña Marina”.

Hay que tener en cuenta que el náhuatl no presenta la oposición sordosonoro que el español explota productivamente. Así, “doña” se convierte en tona (la ñ tampoco existe en el náhuatl). De acuerdo con Lockhart:

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Como vemos en este ejemplo, los nombres en español fueron asimilados a la pronunciación náhuatl, y cuando se consideraba apropiado, se añadían elementos del náhuatl, en este caso la sílaba reverencial -tzin (Lockhart, 1992: 275) (traducción mía).

Aun cuando Lockhart no explora explícitamente esta posibilidad, la idea detrás de “considerar apropiada” la adición de un elemento náhuatl sugiere que desde la perspectiva nahua se puede realizar un reanálisis del léxico y, en consecuencia, someter a la nativización tales elementos en términos de una reinterpretación completa, como probablemente es el caso de: (4.1)

to-nan7 1PosPl-madre “Nuestra madre”

7

Nótese que una diferencia entre tona(n), sin mayor reanálisis, y la forma nativizada de to-nān, es tanto la presencia de la vocal larga (cambio que fácilmente podría ser impuesto por un hablante nativo de náhuatl), como la -n final, que es reinsertada, no eliminada. Se trata de una tendencia común dada la bien conocida inestabilidad de los sonidos nasales en el náhuatl. Así, to-nān Malintzin sería leído como “nuestra venerada madre Marina”, significado equivalente a “nuestra venerada diosa Marina”. Del mismo modo, to-nān-tzīn, produce “nuestra madre sagrada”, i. e. “la Virgen María”, la virgen morena, Patrona de México. De este modo, es probable que desde el punto de vista bilingüe las siguientes formas no sólo sean posibles, sino que además representen múltiples voces e identidades emergentes y cambiantes:

7

A reserva de que se indique lo contrario, las formas que no indican su procedencia o bien que son de uso general en las lenguas nahuas o en las comunidades de referencia en cada caso.

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(5) Marina, Marinita, Malintzin, Malinche, Malinalli, Doña [Tona(n)] Marina

3. CONCLUSIÓN Todas estas voces forman parte del repertorio de diversos hablantes, con una variedad de usos, no pocas veces antagónicos, lo cual no resiste una interpretación unívoca. Por el contrario, clama por hacer justicia a una complejidad de perspectivas que representa no sólo distintos momentos de la historia de México, sino también la identidad de hablantes con filiaciones culturales y lingüísticas en ocasiones diametralmente opuestas. Semejante diversidad no sólo se expresa en textos del náhuatl clásico y del náhuatl colonial. También podemos constatarla en la época moderna, tal como se analiza en el siguiente capítulo.

III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl moderno

En el capítulo anterior se vio cómo un mismo hecho lingüístico puede estar sujeto a interpretaciones divergentes, lo cual devela distintas provenencias culturales y desde luego lingüísticas, que a su vez materializan una variedad de ideologías en pugna. En este capítulo se retoma esta perspectiva bajtiniana con ejemplos del náhuatl moderno, para acometer el análisis de algunos usos contemporáneos de variedades de contacto dentro de diversos contextos, con el fin de contextualizarlos y recontextualizarlos en sus dimensiones sociopragmáticas. Todas estas prácticas verbales pertenecen a diversos tipos de géneros y variedades lingüísticas que analíticamente han sido reducidas a un mero esquema gramatical, por lo que se ha prestado muy poca atención, si acaso alguna, a la propia cultura verbal nahua y su variabilidad. En este sentido, me enfocaré en la relación entre variabilidad y poder, entendiendo la variabilidad lingüística como un indicio significativo de las relaciones (etno)pragmáticas que se establecen en cada sociedad, principalmente en términos de arreglos específicos de poder, expresados en el fenómeno de la heteroglosia o emergencia de voces concurrentes (Bajtín, 1986). En consecuencia, aquí quiero señalar las interpretaciones conflictivas de un mismo fenómeno lingüístico, a saber, la negociación activa del significado de hechos morfológicos, fonológicos y léxicos, a partir de la comparación de las interpretaciones estáticas monolingües de diferentes tradiciones lingüísticas (e. g., la lingüística antropológica versus la lingüística hispánica) con las aproximaciones bilingües derivadas del uso concreto del náhuatl, lo que en resumen podría ser denominado “etnopragmática náhuatl”. [63]

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1. LA NATIVIZACIÓN DE FORMAS CASTELLANAS AL NÁHUATL Muchos estudios sobre lenguas en contacto han tratado los efectos del bilingüismo como realidades que están más allá del control de los hablantes, denominándolos “interferencias” o “transferencias”, por ejemplo en el ámbito fonémico (véase por ejemplo el trabajo clásico de Weinreich, 1968). Uno de los fenómenos más interesantes es cuando, por el contrario, los hablantes manipulan conscientemente las posibilidades que ofrece el material bilingüe para proveer de nuevos sentidos a la expresión lingüística. Es el caso de lo que se ha dado en denominar nativización o, más pomposamente, “etnorreconstrucción” (McClure y McClure, 1977). Retomemos un ejemplo de nativización originado en el náhuatl colonial y aún en uso en diferentes regiones hablantes de náhuatl, como el caso del Balsas, ya mencionado en el capítulo I: (1) kristiano (derivado de “cristiano”, sin nativización fonológica) “Persona, uno de nosotros, un miembro del grupo nahua de referencia”

Versus: (1.1) kiix-tiaa-no (plenamente incorporado a la morfofenémica náhuatl) Salir-Caus-Ag “El que se lleva (cosas), extranjero, explotador, e. g., un terrateniente”

Como se puede ver, estas formas han sido reanalizadas y reapropiadas por los hablantes del náhuatl moderno como un par bilingüe cuyos elementos significan, respectivamente, “gente, uno de nosotros, miembro del grupo” y “extranjero, explotador”. Otro caso de nativización es xinoola, que deriva de “señora” y es “la esposa del terrateniente”. Desde la visión analítica recibida, tales resemantizaciones serían etiquetadas como simples “análisis folk”. No obstante, estas nativizaciones

III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl

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rebasan la concepción folclorizante, que desde mi punto de vista tampoco resulta el análisis más interesante. Tampoco se trata sólo de la expresión de distintas etapas lineales en la integración y asimilación de un código extranjero (la lengua española) en la lengua receptora, el náhuatl (Lockhart, 1992). Desde una perspectiva más interesante, la de por lo menos algunos hablantes —si no es que de todos, por ser un “préstamo” plenamente integrado—, se trata fundamentalmente de formas heteroglósicas de resistencia y pugna frente a significados recibidos y voces hegemónicas, que incluso llegarían a interrumpir semejantes análisis que les imputa una perspectiva “folk”. Por otra parte, como ya mencioné en el capítulo I, la epentesis —prescrita tanto en el náhuatl clásico como en el colonial e incluso en las gramáticas modernas para evitar los grupos consonánticos cc(c) teóricamente prohibidos en náhuatl— puede estar sujeta, desde la perspectiva del actor, a una serie de interpretaciones mucho más dinámicas y por tanto cambiantes, como se puede atestiguar en la práctica conversacional de distintas variedades modernas de la lengua. De este modo, la epentesis no se considera (prescriptivamente) obligatoria, ni necesariamente se evitan tales grupos. En la interacción verbal, la elisión o inclusión de la /i/ epentética no sólo es posible, sino que además indexicaliza diferentes géneros que van desde la conversación casual (la elisión) hasta el discurso ritual o ceremonial (la epentesis). Aparte de indicar la más obvia y ya aludida diferencia entre la palabra escrita y hablada, la presencia o ausencia de la /i/ epentética indexicaliza en los discursos modernos la negociación de diferencias profundas en las jerarquías de poder expresadas en términos de relaciones sociales y afectivas entre los participantes de una interacción verbal dada, lo cual constituye instancias de indexicalidad de segundo orden (Silverstein, 1992), sensibles no sólo al eje espacio-temporal, sino justamente a las ideologías que orientan la elección de los hablantes de ciertas variantes morfofonológicas que vehiculan un significado social.

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Semejante concepción de la marcación o elisión epentética como indicador de relaciones de poder y formas de tratamiento constituye una interpretación no trabajada en la descripción del náhuatl y, en general, en el análisis de cualquier otra lengua indoamericana (para una excepción que reivindica un enfoque semejante en el caso del náhuatl, y en la que este trabajo se inspira, véase Hill y Hill, 1986). Compárese la presencia de la /i/ epentética en el fragmento del ejemplo (2), proveniente de un Huehuetlatolli —lit. “la palabra de los antiguos”, i. e., un discurso ritual para la petición de la novia—1 con el fragmento del ejemplo (3), que muestra una conversación casual y totalmente informal en donde la /i/ no está presente. El Huehue o pedidor de novia trata de convencer a los padres de la novia de acceder a la boda: (2) Saan oomitsonmaatilaantikiskeh mokoneetsiin, kaampa kaan momaatsiin tihkonpixtoya keeitlaa un see xoochitl. Pero nooihki nikitowa nikwaahki see tlatlakoolaatl. Xi-tlah tliin tsopelik awiaak. Neg-obj Ellos sólo han venido a llevarse a su amada hija de sus honorables manos para llevársela lejos de aquí, donde usted la había estado cuidando como a una flor. Y al mismo tiempo declaro que he traído el agua del pecado (bebida ritual). No hay nada tan dulce como esta perfumada bebida....

En este ejemplo, el uso de la epentesis en el prefijo de negación xi- constituye un rasgo que indexicaliza precisamente que se trata de un discurso ritual. De aparecer en el discurso más coloquial, estaría asociado con una cuestión de reflexividad ejercida por el hablante respecto de la producción de su propio discurso, como en el caso de las situaciones de elicitación, o bien podría estar vinculado a un cambio generacional. Considérese que 1

Para el texto completo, imposible de reproducir aquí por razones obvias, véase Ramírez Celestino y Flores Farfán (2008).

III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl

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ésta y otras formas en las que emerge la epentesis, específicamente con el xi- imperativo, son concebidas por los hablantes mismos como mexicano de iiksaan, “mexicano antiguo”. En contraste, en el discurso espontáneo sencillamente se encuentra x-tla (“nada”), como se manifiesta en el siguiente fragmento: (3) H1: Tlin tneki?2 (vs. tlinoon tikneki?) Xneki motlaxkal? (vs. x-ti-kneki...?) “¿Qué quieres? ¿No quieres tu tortilla?” (i. e., “comer”) H2: x-tlah tlaxtlaawi, aamantsiin x-naapismiki3 Neg-obj “Nada, gracias, ahora no tengo hambre”

, Las formas que aparecen entre paréntesis en este ejemplo corresponden a los materiales obtenidos por medio de la elicitación formal (vía cuestionarios) y se comparan con las mismas formas provenientes de la conversación espontánea y natural. En contraste con las gramáticas prescriptivas basadas en fuentes escritas —o elicitadas, que desde luego están sumamente descontextualizadas—, la elisión de la /i/ epentética y de otros elementos morfológicos es, como puede verse, de hecho posible. Esto incluye hasta cierto punto los marcadores de persona, como xneki por x-ti-k-neki- en los ejemplos (4)(11), aunque aquí y en la mayoría de los casos se sabe de quién se está hablando, dado que el verbo está acompañado de un sustantivo poseído en segunda persona. Esto ocurre en toda la gama tempo-aspectual del náhuatl. Considérense los siguientes ejemplos provenientes del discurso espontáneo, que no podemos citar in extenso por cuestiones de espacio: 2 3

2

3

Este uso, registrado en los ochenta, corresponde a una anciana mucho más proficiente en español que en mexicano, que en paz descanse, que en su momento contaba con unos 80 años. Ésta es el habla del investigador.

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(4)

4

En una plática entre amigos, al estar contando chistes, uno de ellos dijo, al pensar que podría ofender a alguien: toa de relajo4 vs. ki-towa de relajo 3Obj-decir “Lo dice de broma”

(4.1) En el mismo contexto de la plática de amigos se comparan distintos comportamientos entre la ciudad de México y la región del Balsas, específicamente besarse al saludar a una amiga: teeh itoos urbano5 vs. teeh ki-too-s urbano 3Obj- decir-fut “Dirá que eso es de la ciudad”

,

5

(5)

Al hablar de pasar por amates (una artesanía regional muy popular) blancos (sin pintar),6 un artesano de Ahuehuepan que le compra a otro de San Francisco le dijo, como estrategia de compra-venta: oontilanaato7 vs. oo-ni-k-tilanaa-to Per-1Sg-3Obj-recoger-Dir “Quería ir a recogerlos (allá)” [a Xalitla]

,,

6 7 8

(6)

4

5 6

7

8

Una abuela8 le dice a su nieto, quien juega distraído, ante la petición de la madre de venir a comer: ootkak? vs. oo-ti-h-kak? Per-2Sg-3Obj-escuchar “¿La escuchaste (a tu madre para que vengas a comer)?”

Adultos de unos 35 años oriundos de la comunidad de Ahuehuepan bastante proficientes en ambas lenguas, aunque con mayor dominio del mexicano. Mismos hablantes de la nota anterior. Papel obtenido de la corteza de un árbol en el que los nahuas del Balsas representan, mediante dibujos, su vida cotidiana, ritual y ceremonial. Los nahuas del Balsas han logrado consolidar el amate como la artesanía predilecta en los mercados turísticos, e incluso también como un instrumento para reforzar su sobrevivencia cultural (Amith, 1995). Hablante masculino de Ahuehuepan, con mayor dominio del mexicano, de unos 35 años al momento del registro a fines de los ochenta. Misma hablante de la nota 2.

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Ante la escasez del producto, al encontrarlo casualmente de paso por otro pueblo (Xalitla), un artesano de Ahuehuepan, en la región del Balsas, le dice a otro de San Francisco Ozomatlán, que inste a un tercero, también de San Francisco, a que se traslade a Ahuehuepan con los pescados de madera para comprarle y poder pintar en la comunidad de origen de este último: newa hnekia yaas nochaan55 vs. newa ni-k-neki-a yaas nochaan 1Sg-3Obj-querer-Impe “Yo quería que fuera a mi casa (para comprarle pescados)”

9

Las elisiones también se producen en el modo optativo, en sus formas tanto exhortativas (10) como imperativas (11): (10) maa nteki 10 vs. maa ni-k-teki 1Sg-3Obj-cortar “Déjame cortarlo (al ayudar a cortar sandía a un niño)” 10

(11) peewa!11 vs. x-peewa! Imp-empezar “¡Empieza!” (Dirigiéndose a los músicos en una fiesta para que empiecen a tocar.) 11

Concurrentemente con la topicalización o focalización, la presencia o ausencia de la /i/ epentética, también se podrían explotar ocasionalmente la presencia o ausencia del prefijo de objeto para producir efectos textuales, como en el énfasis al advertir a un niño que se porte bien:

9 10 11

Mismo hablante de la nota 7. Misma hablante de la nota 2. Hablante joven masculino de unos 35 años al momento del registro, mediados de los ochenta, oriundo del Chilacachapa, al norte del Balsas, que tiene al español como primera lengua.

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(12) uumpa ka mota, xta “Mira, tu padre está aquí” uumpa ka mota, xkita!12 “¡Cuidado, tu padre está aquí!” 12

En estas circunstancias, la elisión no sólo de la epentesis sino también de toda la morfología del objeto, explícitamente prohibida en las descripciones prescriptivas del náhuatl, no ha sido realmente comprendida, en particular desde la postura de una aproximación más conversacional a la gramática del náhuatl (véase, sin embargo, Flores Farfán, 1992).13 Lo que aquí podemos adelantar es que por medio de la elisión (o no) de la epentesis como un recurso fonotáctico, los hablantes pueden aludir simultáneamente a la posición social de un receptor y producir un efecto de familiaridad con él/ella/ellos. Por ejemplo, en el proceso de petición de la novia al que pertenece el fragmento del Huehuetlatolli14 ilustrado en el ejemplo (2), al aludir al joven novio con formas que presentan la elisión de la /i/ epentética y del prefijo específico del objeto k-, el Huehue, el especialista a cargo de desarrollar todo el ritual de petición, indica su posición social ante los ancianos que acompañan al novio y al mismo tiempo busca reducir la distancia social entre él mismo y el novio, un recurso ejemplificado en (13): (13) Ye tpia monaamik aaman saa tliin tikteteemoos? “Ya tienes a tu pareja, ¿ahora qué buscas?”

12 13

14

Habla de Cleofas Ramírez Celestino. Otra posibilidad concurrente para explicar la serie de elisiones a las que se puede sujetar un verbo la constituye la influencia del español sobre el náhuatl, cuestión que no trato aquí (Flores Farfán, 2008). Texto grabado a principios de los setenta, momento en el cual el Huehue tendría unos 75 años.

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En el mismo texto, otro recurso similar para reducir la distancia y producir un tratamiento de familiaridad se observa en el ejemplo (13.1), en el cual la forma de la segunda persona del singular ti- se usa junto con el prefijo de segunda persona de objeto mits-, que gramaticalmente corresponde a la misma persona, como quïen dijera “tú a ti”, sin utilizar la forma canónica para ello, la marca reflexiva no-: (13.1) Dekeh kitoowaya yewa xkineki, saaihkoon konkaawaaskeh. Hkinekian saan kwaaltsiin yeektli konyeektlaaliiskian iipan tlatoohle, Señor, keechkitsiin nooihki tewatsiin timonekiitis. Aaman nooihki señor xkita xneechmaka motlatooltsiin, nooihki nikmati mogracia Dios nooihki tewatsiin niknekiiskia xkita xneechmalkochowili iikoneew Dios niknekiiskia saan kwaaltsiin. Maaka xkito saan ootimitstlaatlatako! Si él dice que ella no quiere [casarse], del mismo modo ellos no la molestarían. Ellos sólo querían lograr un acuerdo con respecto a un acuerdo moral y correcto, Señor, justo con respecto a la cantidad con la que Usted desea [contribuir para la boda]. Ahora, en este mismo sentido, Señor, ¡mire! Permítame su honorable palabra, como ahora conozco la gracia del Señor, del mismo modo que yo querría que ustedes la observaran de la más bella manera. No sea que diga que sólo vine para hacerlo enojar (lit., tú-a -ti quemarlo-aquí).

Vale la pena recordar que, hasta donde puedo ver, junto con algunas comunidades en Morelos,15 es casi exclusivamente en el náhuatl del Balsas en el que se permite el uso simultáneo de ti-mits-2Sg-2Obj. En otras palabras, podemos observar el uso recurrente de una morfología que normalmente establece una relación paradigmática entre la segunda persona (usted) y el objeto de la segunda persona (a usted). Esto aparentemente sería agramatical, dado que tampoco emerge como una relación reflexiva. No obstante, en la práctica conversacional dicho uso no sólo se permite o es 15

Teniendo como fuente los trabajos de ILV, en su introducción a su gramática del náhuatl clásico, Launey (1979) menciona este uso en Morelos.

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totalmente aceptable, sino que más bien conlleva un significado en términos de la deixis social. Así, no es un asunto de variación libre entre los prefijos ni- y ti-, sino que más bien se trata de una estrategia conversacional en la que el Huehue, “el pedidor”, trata de crear simpatía y familiaridad con el destinatario, lo cual se ajusta perfectamente a la situación aludida. Hasta aquí hemos ejemplificado hechos de la variabilidad interna del náhuatl poco o nulamente estudiados en la literatura, y no sólo de esta lengua. Pasemos ahora a considerar más material relativo a las situaciones de contacto y su variabilidad, muchas de las cuales también trasudan posiciones reduccionistas, concretamente monolingües, derivadas de distintas ideologías de investigación que llegan a condenar semejantes variedades, al menos implícitamente, al denominarlas “empobrecidas”, “corruptas” o “degeneradas”, concepciones que llegan a recordar posiciones puristas incluso de la época colonial.

2. LA VARIABILIDAD DEL NÁHUATL COMO FENÓMENO DE CONTACTO Existen muchos hechos, no sólo morfológicos, que pueden considerarse innovaciones en el náhuatl debidas, motivadas o por lo menos aceleradas por el intenso contacto entre el náhuatl y el español, y que suelen ser negados o simplemente ignorados por las visiones recibidas. En el ejemplo (14), el uso del marcador del plural verbal se puede analizar desde dos perspectivas diferentes, a mi modo de ver absolutamente complementarias. En las variedades conservadoras del náhuatl, como el náhuatl clásico o el discurso náhuatl monolingüe, la forma del plural en tiempo presente se marca con la oclusión glotal, que cuando se llega a consagrar de forma escrita, se representa con -h. En variedades más hispanizadas, como la representada por Xalitla, Guerrero, la -n ha sustituido a la glotal, produciendo formas contrastantes como:

III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl (14)

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nitotia-h (San Agustín Oapan) vs. nitotia-n (Xalitla) -Pl -Pl “Bailan”

Analíticamente, desde la perspectiva de la ideología náhuatl monolingüe purista,16 característica de la antropología lingüística ortodoxa, el fenómeno del contacto es rechazado como origen o por lo menos como fuerza coexistente de las innovaciones. En el mejor de los casos, la influencia del español en el náhuatl se trata como un fenómeno marginal o parentético. Así, la sustitución de la -n por el saltillo sería considerada como una innovación motivada internamente, posibilidad que de hecho existe (Flores Farfán, 2008), aunque tampoco es posible limitarse a ella. Como sucede con muchos otros ejemplos, como el (15), es más factible que una explicación concurrente se ajuste mejor a la perspectiva de los hablantes, quienes después de todo son en su mayoría bilingües. En (15) y los siguientes se ilustra el caso de maaske (o sus variantes maasi, maaski) (“no obstante, sin embargo, pero, a pesar de, sin importar que...”). Se trata, de hecho, de una forma sincrética derivada del náhuatl clásico maciuhqui (15, 15.1) (no obstante, sin embargo”) y al mismo tiempo identificada con la forma adversativa del español “más que”, sobre todo en la construcción “por más que”. Y así como el origen de maaske del náhuatl clásico es claro, el origen latino de “más que” y su relación con “aunque” está también fuera de toda duda. Aún en nuestros días, en Andalucía es posible encontrar el uso de manque (“sin embargo, todavía, aunque”) como en la frase con er Bertis manque pierda (15.2) (“con el Betis —equipo local de futbol— aunque pierda”). La distribución complementaria de mas y maaske se confirma en la estructura típica de ciertas adivinanzas que comienzan con el estribillo o

16

Para los primeros análisis del purismo náhuatl véanse Hill y Hill (1986), Flores Farfán (2001) y el capítulo siguiente.

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fórmula maaske mas... (“por más que...”) en el ejemplo (15.3), así como en la serie de calcos semánticos del uso de maaske en el español indígena; e. g., en la regla de cortesía para irse (15.4) y su transferencia directa al español (15.5): (15) maaske < maciuhqui + “más que” “No obstante, sin embargo, pero, a pesar de, sin importar que...”. (15.1) maciuhqui “Aunque sea así o tal cual es...” (Molina, 1977 [1571]: 50). (15.2) manque más + aunque: con er Bertis manque pierda “Con el Betis aunque pierda” (15.3) maaske mas titlakwaasneki xwel titlakwaas “Por mucho que lo intentes, no lo tendrás entre los dientes...”, i. e., “no lo podrás comer” (15.4) H1: ye niaw “Ya me voy” H2: maaske teeh (Regla de cortesía. Véase el calco semántico del español nahua anke pues, lit., “por más que”, i. e., “Adiós”) (15.5) Esa es chilapeña maaske esté viviendo aquí 17 “Ella es chilapeña aunque esté viviendo aquí.” 17

Recuérdese por último la negación del fenómeno de contacto en el náhuatl analizado en el ejemplo 8.1 del capítulo I y replicado aquí (16), en que se alude a la orilla de los pueblos en la región del Balsas, donde la gente va a defecar, equivalente a “baño” en las variedades más hispanizadas. 17

Mujer oriunda de Oapan, Guerrero, casi monolingüe en mexicano, de unos 40 años en los ochenta.

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(16) tla-teen-ko Obj-labio-Loc “Lugar en las afueras (del pueblo)”; i. e., “las orillas, el baño”

CONCLUSIÓN En este capítulo he discutido una serie de ejemplos de usos de la lengua náhuatl que cuestionan las concepciones recibidas de la variación del náhuatl, recontextualizándolas y ofreciendo nuevas perspectivas en torno a la dinámica de la lengua, con lo cual se reivindica el punto de vista de los hablantes en diversos contextos, tanto histórica como sincrónicamente. Los ejemplos presentados nos permiten defender la idea de que todos y cada uno de los hechos lingüísticos evidencian posturas políticas y sociales que alimentan ideologías lingüísticas específicas y viceversa, lo cual a su vez define lo que cuenta (o no) como una descripción y una interpretación de la lengua. Con ello, es claro que lo que para un lingüista puede ser explicado a partir de una única aproximación monolingüe, desde la postura del hablante requiere perspectivas mucho más ricas y dinámicas. Esto nos invita a revisar seriamente los supuestos y puntos de partida de los análisis lingüísticos, con todas sus implicaciones éticas y políticas.

IV. Ideologías puristas del náhuatl: entre la sustitución y la revitalización lingüísticas

En este capítulo analizo la naturaleza del purismo náhuatl, es decir, la manipulación de elementos antiguos y supuestamente auténticos, dentro de un discurso pragmático contenidos en diversos eventos y géneros discursivos (elicitación, entrevistas, conversaciones espontáneas, discurso oral y escrito, etc.). Asimismo, identifico las implicaciones, reales y potenciales, positivas y negativas, de dichas expresiones puristas y las discuto a partir de aspectos metodológicos que incluyen la documentación y la planeación del idioma, así como otras estrategias orientadas a la retención y la continuidad del náhuatl. Para ello examino las expresiones puristas del náhuatl provenientes tanto de fuentes coloniales escritas como de las variedades modernas habladas principalmente en cuatro regiones: 1) las comunidades del Balsas, en el estado de Guerrero, 2) la región de La Malinche en Puebla y Tlaxcala, 3) el área de Milpa Alta, al sur de la ciudad de México y 4) el náhuatl de la Huasteca, representado por las variedades escritas de la lengua en la que se han producido textos escritos, principalmente traducciones escritas de textos oficiales como la Constitución Mexicana. Estas variedades dialectales aluden a comunidades que, debido a una serie de factores, manifiestan distintos grados de mantenimiento y desplazamiento lingüístico y de hispanización. Éstos incluyen, entre otros, variaciones dialectales debido a motivos “internos” y “externos”, aislamiento geográfico e intensidad del contacto con el idioma español, lo cual a su vez genera diversos grados de bilingüismo en náhuatl y español. Como sucede con varias lenguas indígenas mexicanas, el monolingüismo [77]

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está todavía presente en algunas comunidades nahuas y concretamente en la región del Balsas, hecho que permite investigar el fenómeno del purismo en una amplia gama de situaciones: en particular, contrastar sus papeles negativo y positivo en los procesos de retención y sustitución lingüística.1

1. POR UNA TIPOLOGÍA DEL PURISMO El purismo, comúnmente entendido como una tendencia negativa que deriva en el desplazamiento paulatino de las lenguas amenazadas y que favorece así la desaparición de las lenguas mesoamericanas, posee una dimensión casi olvidada que puede ser retomada para contribuir a la estabilización de los idiomas indígenas: el purismo positivo. En lo que sigue examino los diferentes escenarios y facetas en los que se manifiesta el purismo en el caso del náhuatl, incluyendo su expresión en teorías lingüísticas, métodos de campo, publicaciones y usos cotidianos. El purismo ha sido definido fundamentalmente en términos negativos hasta en publicaciones académicas, como diccionarios y enciclopedias. 1

En la tradición lingüística indoeuropea, por ejemplo, el purismo ha sido concebido como una estrategia de política macrolingüística y en particular de planeación lingüística, para generar neologismos y estabilizar el código, como defensa de una presunta identidad nacional. Si bien a la distinción entre purismo como actitud y purismo como política de Estado que postula Zimmermann (2006: 7) no se le escapa el hecho de que la actitud es también una manifestación política. Sucede que muchas veces lo que aquí preferimos llamar ideologías lingüísticas y su despliegue en la práctica resultan más poderosas que la intervención que el Estado puede (o no) llevar a cabo en el caso de una lengua amenazada, como la mayoría de las lenguas amerindias. Más aún, limitar el purismo a una estrategia de política lingüística —léase de producción de un corpus en la forma de neologismos escritos— conllevaría una postura eurocéntrica que ve en la escritura de las lenguas su salvaguarda, con independencia del uso, la unidad fundamental en todo caso, contrario a lo que muchas veces se ha documentado para lenguas de raigambre básicamente oral.

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Considérese, por ejemplo, la definición de purismo que ofrece Denise Daoust en el Handbook of Sociolinguistics (Florian, 1997), la cual se ajusta muy bien al caso del náhuatl: El purismo es bastante afín a la ideología de la asimilación lingüística y genera resultados similares. Puede ser descrito en términos de sentimientos e inclinaciones hacia una forma ideal de la lengua, usualmente escrita, disociada del uso cotidiano de la misma. Semejante expresión lingüística está vinculada con valores estéticos específicos, y a veces también morales, que representan la lengua ideal de la comunidad y constituyen la norma. [...] El dominio de la lengua asegura el reconocimiento social y es [...] promovido por las instituciones sociales. [...] Como resultado, las variedades desviadas tienen connotaciones negativas y se desalienta su uso en espacios públicos (Daoust, 1997: 443) (traducción y cursivas míos).

En contraste, un diccionario de sociolingüística publicado en Cataluña, región de España donde la planeación lingüística ha recibido un impulso mayúsculo, ofrece la siguiente definición de purismo: Actitud lingüística que consiste en el intento de preservar y liberar un idioma de aquellos elementos considerados extraños o indeseables… es frecuente que el purismo aparezca como una expresión de resistencia a la influencia de una lengua dominante [...] que ha causado un grado considerable [...] de interferencia lingüística. En estados avanzados de sustitución lingüística, las manifestaciones puristas tienden a aparecer, dado que los hablantes no toleran ningún tipo de intrusión (Ruiz i San Pascual et al., 2001: 235) (traducción y cursivas del original).

En el mismo diccionario encontramos lo que se considera el fenómeno opuesto, el “antipurismo”:

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Actitud contraria o resistente en extremo que se opone a la intervención del código lingüístico. [...] se trata de una ideología lingüística que supone que la evolución lingüística no requiere ningún tipo de intervención humana o social (Ruiz i San Pascual et al., 2001: 235) (la traducción es mía y las cursivas del original).

Aun cuando estas definiciones no están planteadas en términos decididamente positivos o negativos, sugieren efectivamente la ambivalencia ideológica implícita en el purismo, que se expresa en términos de juicios de valor positivos o negativos, ideología que a veces sólo se insinúa y otras se manifiesta abiertamente en definiciones pretendidamente científicas. Por un lado, el purismo es concebido como una alternativa fundamental para rescatar una lengua amenazada. Por otro, el antipurismo se describe como un gesto ideológico extremo que se opone a cualquier intervención en el código lingüístico y así casi se convierte en una postura también fundamentalista. Sin importar cuán implícita, la confrontación de ambas definiciones provenientes de la tradición catalana descubre las implicaciones positivas del lado militante del purismo, pues lo concibe como una faceta importante de la planeación lingüística, mientras que el antipurismo es juzgado negativamente como una parálisis que inhibe el mantenimiento lingüístico y, en última instancia, favorece la sustitución lingüística. Es interesante señalar que en ambos casos el purismo está directamente vinculado con el contexto específico al que se asocia. En cuanto a estas definiciones, hay que recordar que la sociolingüística en Cataluña es concebida como una actividad no exclusivamente académica, sino también, y sobre todo, como una práctica militante orientada a favorecer la retención lingüística, la enseñanza y el cultivo de la lengua. En contraste con tal conceptualización positiva del purismo, en el contexto mexicano lo que de hecho ha prevalecido son los rostros negativos de las ideologías puristas, a pesar de la existencia de una posición militante aparentemente similar, aunque sostenida sólo por una elite ilustrada de “intelectuales” (nahuas),

IV. Ideologías puristas del náhuatl

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lo cual resulta bastante significativo. En este sentido hay que notar que, contrario a la idea que defiendo aquí, la primera definición de purismo que ofrece el diccionario establece que las manifestaciones puristas disminuyen cuando una lengua alcanza el umbral de la extinción, históricamente el caso opuesto en el contexto mesoamericano. En uno de los artículos más completos que tratan este tema, se discute una serie de asuntos fundamentales que permiten entender los distintos problemas planteados por el purismo en el contexto de las lenguas amenazadas, lo que Dorian (1994) llama small languages (“lenguas pequeñas”). La conclusión de Dorian coincide en lo fundamental con la mayoría de los principales descubrimientos acerca del náhuatl, a saber, que en general el purismo representa un problema, más que un recurso, para la revitalización o el mantenimiento de la lengua indígena, e incluso más para la revitalización que para la reavivación lingüística: Las actitudes puristas deberían [...] ser un problema potencial en la revitalización más que en la reavivación lingüística. Esto es así porque la introducción de alteraciones en la manera en que la gente efectivamente habla hace previsible que se produzcan más resistencias de las que pueden provocar un conjunto de prescripciones en la forma de hablar una lengua que aún tienen que ser aprendidas (Dorian, 1994: 481) (traducción mía).

Las contradicciones implícitas en el surgimiento del purismo dentro de las situaciones que ilustra Dorian se reflejan también en el contexto del náhuatl. Esas contradicciones incluyen en particular la tensión entre la sobreimposición (e. g., en las escuelas) de una supuesta norma lingüística que los puristas esgrimen como la lengua “auténtica”, y los usos reales y más familiares que persisten en las comunidades. En este caso, surge el problema de entender las implicaciones de un continuum que va de una lengua “enteramente” tradicional hasta variedades mucho más simplificadas de contacto, como las presentadas en el capítulo III. Otro problema

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relacionado consiste en establecer cuál variedad debería ser apoyada en el contexto educativo con el fin de alcanzar de manera realista las metas de una planeación lingüística, ya sea que estén orientadas a la revitalización o a la retención. Como sugiero más adelante, parece que todo ello depende de la situación específica que se tenga enfrente, y esto es algo que debería ser definido en términos de la caracterización de las teorías de las fases lingüísticas frente a la vitalidad de la lengua en cuestión. En otros términos, no es lo mismo tratar con una lengua que goza aún de una viabilidad considerable que con una lengua agonizante. La complejidad de este tema es enorme puesto que la sustitución lingüística usualmente incluye diferentes fases convergentes en una sola comunidad o en una región, como es el caso de las lenguas nahuas (Hill, 1993; Flores Farfán, 2001b).

2. EL PURISMO EN NÁHUATL Un caso en el que el náhuatl está alcanzando el punto de la extinción se discute con profundidad en Speaking Mexicano (Hill y Hill, 1986), todavía hoy el estudio sociolingüístico más completo de una lengua mesoamericana, que contiene también la discusión más extensa sobre el tema del purismo, al menos en México. Debido precisamente a las connotaciones puristas negativas del término “mezcla”, estos autores prefieren referirse al mexicano (lengua náhuatl)2 como una lengua sincrética y no “mezclada”. Como lo reportan los autores y como es común en varias comunidades 2

Recordemos que “mexicano” es el término más común que utiliza en la actualidad la mayoría de los hablantes del náhuatl para hacer referencia a su propia lengua, aunque a veces se puede escuchar “náhuatl”, término que usa la mayoría de los académicos para designar esta lengua yutoazteca (para su clasificación genética y para una definición de Mesoamérica, véase Suárez, 1983). El uso del término “náhuatl” en las comunidades ha sido introducido precisamente por los académicos o aficionados a la lengua.

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mesoamericanas, el purismo condena el préstamo de palabras del español al mexicano. Tal concepción negativa impuesta por el purismo no se limita a los hablantes; la condena purista en una lengua también está presente en la antropología y la lingüística: El purismo valora la línea pura en la que la integridad genealógica se define por la descendencia generacional de sustancias privilegiadas, tales como la sangre o el parentesco. [...] el purismo es característico... del pensamiento antropológico (Hill y Hill, 1986: 57) (traducción mía).

Asimismo, continúan los autores, la mezcla es parte de lo que Aarsleff (1982, citado en Hill y Hill, 1986: 57) llama “modelo adánico en lingüística”. Tal concepción intenta encontrar evidencia etimológica del castigo lingüístico de Babel inventado en el Jardín del Edén, evento que originó una larga historia de degeneración de las lenguas madres vernáculas. Como sugieren éste y otros autores (Klein y Dittmar, 1979), los vestigios de este modelo sobreviven en la lingüística moderna. Aunque es poco probable que el modelo recibido considere que una lengua mezclada es una “lengua degradada”, la idea de lenguas menos perfectas respecto de una capacidad lingüística ideal como hablante y como oyente por lo menos entraña una retórica prescriptiva con su respectivo legado purista (Hill y Hill, 1986: 57 y ss). Un ejemplo de ello es el uso del término “interferencia”, con sus (supuestas) implicaciones despectivas (Flores Farfán, 1998).3 Es muy común que las expresiones puristas se manifiesten en las tradiciones lingüísticas recibidas. Por ejemplo, la lingüística hispánica en México privilegia el estudio de variedades “altas” y estandarizadas (Brunstad, 2003). Ello niega e incluso discrimina de manera sutil las variedades “bajas” de la lengua, incluido el español indígena, por no hablar de las variedades calle3

Para una discusión de la lingüística prescriptiva versus una lingüística descriptiva, véase Milroy y Milroy (1992); sobre su presencia en las teorías y prácticas lingüísticas contemporáneas, véase Florey (2004).

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jeras del español como el argot y las jergas criminales. Otro ejemplo es la tradición de investigación de la lingüística antropológica, que ha promovido una amplia gama de estudios en torno a las lenguas indígenas mexicanas. La mayoría de estos estudios, así sea implícitamente, consideran el fenómeno del contacto como marginal y secundario. Las versiones extremas de esta tradición buscan evitar las variedades de la lengua más o menos “corruptas” o “contaminadas”, como aquellas del náhuatl que presentan un alto grado de hispanización. Esta postura inconscientemente perpetúa las concepciones puristas en torno a la lengua y cultura indígenas. La presencia e influencia del español se mantienen en el más bajo perfil y se da preferencia a las variedades más conservadoras y, desde luego, monolingües. En la práctica, se presenta una sola variedad como representante de la auténtica y verdadera lengua. De esta manera, los procedimientos de investigación dentro de las tradiciones lingüísticas recibidas evitan cualquier referencia a las características generales de todos los tipos de variabilidad y soslayan, por ejemplo, las variaciones textuales y sociolectales.4 Como veremos, algunas concepciones igualmente negativas representan formas de purismo desafortunadamente muy difundidas en las mismas comunidades, lo cual constituye una poderosa fuerza que conduce a la sustitución lingüística. En la región de La Malinche en Puebla y Tlaxcala, por ejemplo, las expresiones ticneneloah y ticmorrevolverohua (“mezclamos”, “revolvemos”) son condenas locales del “proyecto sincrético” entendido como las estrategias que desarrollan los propios hablantes por reconciliar las lenguas en conflicto y garantizar así la continuidad de su lengua. Sin embargo, esta estrategia es considerada contraria al mexicano “legítimo”, supuestamente puro, real, auténtico y desde luego mistificado (Hill y Hill, 1986). Así, el purismo está por lo regular negativamente orien-

4

Para una discusión más detallada de estos problemas, véase Dittmar y Klein (1979); para más detalles de la situación sociolingüística del náhuatl, véase, por ejemplo, Flores y López (1989) y Flores Farfán (1999).

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tado en contra de la lengua y de sus hablantes. Aun cuando tales ideologías pueden ser revertidas —por ejemplo, el mexicano puede ser la lengua “legítima” frente al español—, las ideologías del “cuatrero” (“mezclador”) son muy persistentes y se usan para hacer referencia negativa a las variedades de contacto del mexicano y el español, en tanto opuestas al “mexicano de iiksaan” (“el mexicano del pasado”). En el español de México, “cuatro” implica además un modismo que significa “un problema difícil de resolver”. “Cuatrero” deriva de “cuatro”, más la forma del agentivo en español “-ero”, traducido aproximadamente como “el que hace cuatros”. También significa “el que está fuera de la ley”, específicamente “el ladrón de ganado”. El término “cuaravés”, usado en el mismo sentido, es menos conocido y deriva de “cuatro” y “al revés”. Los cuatreros están fuera de control, tanto como las transferencias inconscientes entre el mexicano y el español (Flores Farfán, 1999). Y esto incluye, por ejemplo, el español altamente influenciado por el náhuatl hablado por nahuas cuasi-monolingües y el español indígena, dos variedades de contacto que suelen ser altamente estigmatizadas incluso por la academia. Esto se puede corroborar ante el hecho de que casi no existen estudios que traten el tema, por lo menos en México (Flores Farfán, 1998, 1999). No obstante, como he sugerido, las expresiones sincréticas como toindioma pueden también ser concebidas como reinvenciones etimológicas más positivas (Hill, 1993; Flores Farfán, 2001b). En este sentido, en la región del Balsas, en San Miguel Tecuiziapan, una comunidad en donde el mexicano aún se usa considerablemente (aunque también está experimentando un viraje rápido al español), me topé hace poco con la opinión de que el mexicano es la lengua legítima “real”, “auténtica” y “genuina” en el sentido de la lengua original y primera. Se trata de una afirmación hecha en contra del español, considerado una lengua impuesta (lo cual es, de hecho, históricamente correcto). Una afirmación de ese tipo sustenta la idea de que el purismo puede promover una serie de propósitos, incluyendo la defensa de las lenguas amenazadas en formas conscientes e in-

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conscientes (véase sección 6 de este capítulo), un tema de investigación poco o nulamente trabajado. A fin de cuentas, la estigmatización de las variedades mezcladas o de contacto no es exclusiva de los hablantes de mexicano. En otras comunidades mesoamericanas la distinción entre variedades hispanizadas “puras” y “corruptas” también es común. Compárese el ejemplo del maya (yucateco): la haach maya (“el maya real, genuino y verdadero”), frente a la xeek’maya (“el maya mezclado, revuelto”). La paradoja de tales construcciones míticas es que nadie habla la lengua “pura”, “verdadera”, legítima e “incontaminada”. En la práctica, tales mistificaciones suelen producir inseguridad lingüística e incluso parálisis, contribuyendo de esta forma a la desaparición de las lenguas indígenas. En la mayoría de tales situaciones, los puristas, para retener el poder dentro y fuera de las comunidades, suelen manipular compulsivamente el purismo. Esta situación de la lengua náhuatl no es desde luego nueva. El purismo es omnipresente en las gramáticas coloniales no sólo del náhuatl, sino de todas las fuentes conocidas de las lenguas indígenas. Por ejemplo, Lockhart observa: Los antecedentes [del purismo] pueden encontrarse en un ejemplo del siglo XIX:

Faustino Chimalpopoca. La única señal de sentimiento purista que he

encontrado en textos coloniales en náhuatl producidos por nahuas es algún posible conservadurismo consciente en el trabajo de finales del siglo XVII del analista tlaxcalteca Zapata... (Lockhart, 1992: 565) (traducción mía).

Aun cuando el mismo Lockhart advierte que el discurso de Zapata presenta la mayoría de las características de un estado avanzado de influencia del español,5 afirma que: 5

Lo que el autor llama “etapa tres” del contacto entre el náhuatl y el español. Para una crítica, véanse Hill (1993) y Flores Farfán (2001).

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[...] también es posible detectar conservadurismo en la lengua de Zapata. El concepto de gobernadores y alcaldes “pasados” es importante para él [...] Zapata usa el forzado término indígena omochiuhque (“el que ha sido hecho”) en lugar de “pasados” [...] utiliza el término coyolin en vez de “campanas” y coyolcalli en vez de “campanario” [...] evita utilizar [...] “puente” y prefiere quappantli [...] tenemos aquí los inicios de un purismo lingüístico consciente y de una resistencia culturalmente motivada frente a los préstamos que no era característico de tiempos anteriores [...] (Lockhart, 1992: 565) (traducción mía).

No obstante, otra señal de diferenciación sociolingüística en el náhuatl, vinculada al purismo, o por lo menos al conservadurismo, son las afirmaciones prescriptivas de Carochi, que datan de 1645 y reflejan la perspectiva de los hablantes de la época. Por ejemplo: “...en algunas partes, en lugar de tihui (‘vamos’), dicen, inapropiadamente, tiahui” (Carochi, 1979: 75). O cuando se refiere a la formación del plural: “...Tlacatl perfona, plural, tlacă ‘personas’, cihuatl, muger, cihuă, mugeres, que no es muy pulido decir cihuamê” (Carochi, 1979: 4) (el énfasis es mío).6 Al concluir su gramática, emerge otra afirmación purista, esta vez referida curiosamente a la mezcla del náhuatl con el español: y con sólo este Arte, podrá, por sí solo [el lector] en [...] seis meses, aprenderlo con claridad, facilidad [...] y sin las impropiedades, y barbarismos, que a veces se experimentan; y con que sale una mezcla de castellano y mexicano, que ni uno ni otro, ni en otro idioma se entiende. Ahora solamente resta, que el que desea [sic] aprender este elegantísimo idioma, se aplique al estudio de este Arte. ... Con lo cual no dude [...] que saldrá propio, pulido y expedito mexicano (Carochi, 1979: 202) (las cursivas son mías).

6

En aras de la claridad, en la traducción de estos términos he decidido sustituir la ortografía del español del siglo XVII por la escritura del español moderno.

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Estos comentarios constituyen una evidencia, aunque indirecta, de la situación sociolingüística que prevalecía en tiempos prehispánicos, cuando se materializaba un diferencial diglósico entre la clase gobernante y la gente común en diversas variedades lingüísticas. Como hemos visto, este diferencial incluso se expresa en designaciones especiales: pillatolli (“la lengua de la elite”) versus macehuatolli (“la lengua de la gente común”). Evidentemente, en esta división entre una variedad “alta” y una “baja”, el náhuatl clásico pertenece a la primera. Los efectos sociolingüísticos descritos aquí se remontan a fuentes de por lo menos el siglo XVII e incluso anteriores, como el Vocabulario de Molina de 1571, en el que encontramos arcaísmos, o por lo menos formas lingüísticas más conservadoras, que implican cierta reflexividad “purista” consciente.7 Por ejemplo, en el caso del verbo -pia (“tener”) encontramos pieloni junto a la forma más reciente pialoni, pero que mantiene un significado más antiguo: “cosa digna de ser guardada” (Molina, 1977 [1571]: 83). No obstante, como lo señala Lockhart y como queda de manifiesto en la cita de Carochi precedente, estas tendencias pueden ser encontradas naturalmente en fuentes escritas por españoles. La naturaleza escrita de tal información, que excluye el acceso a los usos orales de la época, dificulta la estimación del purismo de épocas más tempranas del periodo colonial y desde luego también de tiempos prehispánicos. Sin embargo, existen evidencias indirectas de “purismo” o por lo menos de actitudes más conservadoras respecto de la variación lingüística. Entre otros, piénsese en los avisos de las gramáticas o vocabularios del náhuatl, como el de Molina:

7

En el Vocabulario de Molina de 1571 encontramos una serie de neologismos, incluyendo formas para “sombrero”, “rifle”, “pólvora”, etc. Sin embargo, estos términos no necesariamente son el efecto de tendencias puristas, sino que en su momento derivaron de la necesidad de describir nuevos conceptos y objetos culturales (Lockhart, 1992: 298-299).

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Para la variedad y diferencia [...] en los vocablos, según diversas provincias, se tendrá este aviso: sólo [...] se pondrán los que se usan aquí en Tetzcuco y en México, que es en donde mejor [...] se habla la lengua (Molina, 1977 [1571]: 12) (las cursivas son mías).

De cualquier manera, al parecer el purismo náhuatl expresa un hecho mucho más reciente. Me interesa defender que, a medida que nos acercamos al periodo contemporáneo, es posible encontrar muchas más expresiones puristas directas, manifiestas. Por ejemplo, como el náhuatl es una lengua profundamente amenazada en Santa Ana Tlacotenco, en Milpa Alta, el último enclave del náhuatl en la ciudad de México, hoy en día grupos puristas extremos han iniciado un movimiento de revitalización y de resurrección de la lengua que recupera el náhuatl clásico como parte de una autoasignación de un pasado mítico al que se suman en tanto sucesores originales y auténticos. La autenticidad de esos hablantes está vinculada con la pureza de la lengua, como si se tratara de una cuota de sangre “incontaminada” asociada a la naturaleza inmaculada de la lengua clásica. Desde esta ideología lingüística, un hablante es más auténtico en la medida en que su discurso presenta menos transferencias o préstamos, incluso si contiene vocabulario del español nativizado que, paradójicamente, es presentado como “legítimo” mexicano. Las presentaciones de una autodenominada descendencia original del grandioso pasado nahua recurren a una identidad altamente estimada que valora la línea pura representada por el legado escrito del náhuatl clásico. Esto reproduce las viejas ideologías del significado de la palabra “náhuatl” anteriormente referido y discrimina las variedades dialectales de la lengua, como el náhuatl de Guerrero (no sólo del Balsas), y desde luego también las variedades de contacto que prevalecen en su propia comunidad de Santa Ana Tlacotenco y que son habladas, irónicamente, por los viejos: ¡a veces sus propios padres y abuelos! La autenticidad está teñida también por la ambivalencia. Por un lado, tal como lo representa el elocuente caso del náhuatl en Santa Ana Tlaco-

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tenco, es reivindicada a tal extremo por el purismo de una elite, que sin duda resulta ser una herramienta estratégica en la materialización de un diferencial de poder. Por el otro lado, la autenticidad puede también ser definida en términos de los usos reales que prevalecen en las variedades vernáculas de las comunidades. En el primer caso, la lengua “auténtica” se halla anclada en los géneros escritos y tiene como momento cumbre las fuentes escritas del náhuatl clásico. En contraste, el discurso oral puede ser también afirmado como la lengua auténtica en tanto “no” represente las prácticas lingüísticas cotidianas. Desde luego, ahí también emergen las tendencias puristas; por ejemplo, al apelar a las variedades más conservadoras de la lengua, como el discurso de los ancianos en el caso del náhuatl de Santa Ana Tlacotenco, aunque irónicamente éste llega a descalificarse en contraposición al náhuatl clásico, o como ocurre en comunidades con altos grados de retención lingüística e incluso de monolingüismo, como es el notable caso de San Agustín Oapan, en la región del Balsas (Flores Farfán, 1999, 2001b). Como abundaré más adelante en la sección 6 de este capítulo, al referirme al purismo como fuente de innovación y mantenimiento, la defensa de un entendimiento positivo de las posiciones opuestas, a veces en extremo, en torno a la autenticidad tendría que conducir al desarrollo de un compromiso con una retroalimentación tolerante e incluso productiva entre los dos polos del continuum de la autenticidad. Tal actitud garantizaría, o por lo menos abriría, la posibilidad de superar la fase de supervivencia de las lenguas amenazadas, como lo ilustra Dorian (1994: 489) para el caso del cornish. Resulta interesante que entre más amenazada esté una lengua, como el náhuatl de Santa Ana Tlacotenco, más tendencias puristas pueden encontrarse, especialmente si además el purismo se halla estimulado por fuerzas externas, como la ideología del nacionalismo, la política oficial del idioma o las tendencias académicas puristas. Como ejemplo de ello baste recordar el artículo de Van Zantwijk (1965: 129-141) acerca del purismo náhuatl.

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Aunque Van Zantwijk defiende un purismo moderado como estrategia para preservar la integridad lingüística y cultural, probablemente él mismo indujo, de manera inconsciente, las formas extremas que critica como “exageraciones”, al ofrecer formas como amatla’cuilolitquicatlaxtlawilamatzinti (“sello”) (Van Zantwijk preferiría seyotsintli, un hibridismo basado en la palabra “sello” y -tsın-tli [rev-abs]), o tuenanacatlepu’pucaqui’tlcuhuepon iliztli (“explosión atómica”). Sospecho esto por mi conocimiento de una de las formas en que Van Zantwijk se presentaba ante los miembros de la comunidad de Milpa Alta: “declamando” poesía clásica en voz alta en el mercado. No debe extrañarnos, entonces, que su artículo contenga 121 entradas puristas. No hay que olvidar que en las comunidades de Milpa Alta el náhuatl está aproximándose a la extinción, hecho quizás vinculado al surgimiento de una elite nahua ilustrada y estimulado en gran medida por académicos como el mismo Van Zantwijk.8 Irónicamente, incluso si en buena medida el español se evita conscientemente, sobre todo a nivel léxico, la lengua nacional aún ejerce una fuerte influencia en la lengua indígena. Considérense los siguientes casos a nivel morfológico. (1)

Quema in tonanatzin qui nanquili 3Obj- responder “Entonces la anciana respondió” (Tiburcio, 1985: 16)

Nótese en este ejemplo que el prefijo de la tercera persona qui- se toma como un clítico, como en español, y en consecuencia se escribe separado. En el texto del que procede este ejemplo encontramos otros más que revelan una tendencia semejante aplicada a otros prefijos (para más ejemplos de este tipo, véase capítulo V):

8

Más ejemplos de purismo náhuatl en forma escrita, inducido por académicos, pueden encontrarse en Estudios de Cultura Náhuatl, vol. 24.

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(2)

Huan quema ti huitze mostla ti nech-ita-qui 2PSg-venir mañana 2PSg-1Obj-ver-Dir “Y mañana ven a verme” (Tiburcio, 1985: 16)

En este ejemplo el pronombre dependiente de la segunda persona ti- se toma como un pronombre independiente o enfático, y en consecuencia se escribe separado del radical, como en la forma del español “tú vienes” o “tú me vienes a ver”. Hay que notar que el ejemplo (2) también revela la influencia inconsciente del español en términos de la utilización de un modo indicativo en lugar de un modo optativo, cuando el náhuatl presenta una clarísima distinción entre ambos temas verbales. También es el caso de otras fuentes escritas contemporáneas, como los libros de texto editados por el Estado mexicano para una pretendida educación “bilingüe” para los primeros grados de educación en las escuelas indígenas (véase capítulo V).9 Éste y otros ejemplos de la influencia del español en el náhuatl son abundantes en el discurso escrito, hecho del que evidentemente los puristas no se percatan; en contraste, como he sugerido y ejemplificaré con detalle más adelante, el vocabulario constituye el principal blanco de ataque de la reflexividad purista. Considérese un texto contemporáneo, la traducción al náhuatl del artículo 4 de la Constitución Mexicana, que despliega un purismo extremo. Comparado con otras fuentes escritas, como las citadas en los ejemplos (1) y (2), este texto se lleva el primer lugar de purismo náhuatl entre todas las formas escritas. Atravesado por una ideología purista que mantiene un léxico ininteligible para los hablantes contemporáneos, puesto que proviene de fuentes del náhuatl clásico que datan del siglo XVI, es muy probable que nadie o casi nadie realmente lo llegue a leer. Aunque se diera el caso, su comprensión resultaría difícil no sólo por su recurso al náhuatl clásico, sino también por el hecho de que el náhuatl se ha mantenido como una 9

Para un análisis detallado de este tema, véanse Flores Farfán (1988) y capítulo V.

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lengua fundamentalmente hablada. Más aún, la combinación de léxico obsoleto del centro con léxico de Guerrero genera una variedad lingüística (sólo escrita) altamente artificial: (3)

Ipan sempouali uan chikueyitonali, metstli atlakualo, nauitsontli kaxtolpouali ipan nauimpouali matlaktle uan ome xiuitl, on amatlanauatili okixtli uan omoselti ueyi Tlajtoli naui amampouali. Aman se amamtlapouali, kijtoua ijkon. In ueyi tlaltikpaktli mexikayotl kipiya miyek ueyi tlaneltokilismej uan kineke kikajchiua nochipa, nimaye in uaxkayo imaseual kalpamej, on amapouali ika timopaleuiskej uan ijkon kuali kiyekchiuas totlajtoluan nijki kineke ixtlamachilistli kenijki yejuame chanti nochij kalpamej kipiya oksej tlamantli, noijki kipiya kenijki kichiua iteki on ama tlapouali techiliya kinejke nochtin maseualtlakamej tinemiskej ipan in tlaltikpaktli itoka mexikayotl maseual kalpamej ueyi amapoualli.10

10

Si tomamos en cuenta que históricamente el náhuatl es una lengua de verbo inicial, desde la primera oración puede destacarse una transferencia sintáctica del español al náhuatl, probablemente inconsciente, que sigue el orden Sujeto Verbo Objeto:

10

Ésta es una traducción del artículo cuarto de la Constitución Política Mexicana, cuyo principal párrafo dice a la letra: “La nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado”. Este párrafo comienza con la siguiente frase: “En el 28avo día del mes del atlacaualo [febrero-marzo], 1992, el artículo 4o. de la Constitución Mexicana dice a la letra...” (traducción mía). Dadas las altas cifras de analfabetismo en México respecto del idioma oficial (sin mencionar las lenguas indígenas), es difícilmente concebible que alguien distinto a un académico interesado en el tema (como es mi caso) lea este texto y otros similares. El hablante es un hombre que habla el mexicano de la Huasteca, hoy en día entre cuarenta y cincuenta años. Es el mismo caso del ejemplo (3.1) y (3.2).

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(3.1) In ueyi tlaltikpaktli mexikayotl kipiya miyek ueyi tlaneltokilismej… S V Obj.

Con (3.1), como también hemos visto con los ejemplos morfológicos, se ratifica que es el léxico sobre el que se ejerce mayor reflexividad purista. Por otra parte, como señalan otros autores y como también sugiere el ejemplo anterior en cuanto al uso de los números con base en el sistema vigesimal, más “puro”, del náhuatl clásico (que incluye formas completamente obsoletas, por lo menos en todas las variedades modernas analizadas para este trabajo, como tsontli, “cuatrocientos”), la resistencia consciente a la influencia externa está marcadamente circunscrita al léxico. Considérese el uso de la numeración al inicio del ejemplo (3): (3.2)

Ipan sempouali uan chikueyi-tonali, metstli atlakualo naui-tsontli Sr veinte con ocho día mes cuatro cuatrocientos kaxtol-pouali quince veinte ipan nauim-pouali matlaktle uan ome xiuitl Sr cuatro-veinte diez con dos año “En el vigésimo octavo día del mes atlakualo (del año 1992)”

Éstos y otros usos de la numeración sólo pueden ser encontrados en forma escrita, a la cual ningún nahua común puede acceder, y si fuera el caso, comprender. Así, la combinación de formas del náhuatl clásico con rasgos dialectales modernos, en este caso provenientes de la región de la Huasteca, genera una variedad únicamente escrita del náhuatl que resulta altamente artificial e ininteligible (un idiolecto). Además de una [m] intrusiva en el ejemplo (3), que quizás aparece como una hipercorrección, es probable que el vocabulario mismo contenga incluso una reflexividad purista fonológica, como en metstli (“luna”, “mes”) (que en otras variedades contemporáneas más hispanizadas es

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mestli), para restablecer el fonema “auténtico” y original del náhuatl clásico, /¢/. Sin embargo —aunque no es el caso en el ejemplo (3), que representa una traducción 100% purificada de un texto originalmente en español—, la autenticidad de la lengua y sus hablantes suele ser afirmada, paradójicamente, por una serie de préstamos nativizados que se presentan como las versiones puras del mexicano. Ello desde luego contribuye a borrar la conciencia del origen español de palabras como toomiin, o la menos común meeliob, que significan “dinero”.11 Veamos más de cerca el purismo léxico náhuatl en sus diferentes facetas.

3. DIFERENTES FACETAS DEL PURISMO NÁHUATL MANIFIESTAS EN EL LÉXICO En la actualidad, los hablantes manifiestan formas puristas a través de neologismos y retos verbales que expresan, en general, diversas ideologías lingüísticas. Examinemos primero los efectos puristas derivados de los procesos de elicitación utilizados para obtener datos lingüísticos. No en todas las culturas se acepta un estilo interrogativo como el más adecuado para proporcionar información: en las comunidades nahuas del Balsas me he enfrentado varias veces con la resistencia de diversas mujeres (principalmente monolingües, aunque no exclusivamente) a proporcionar su nombre cuando se les pidió directamente en conversaciones casuales e informales. Aunque ello no altera las conversaciones y por tanto no produce un 11

La palabra más frecuente y difundida para “dinero” en las comunidades nahuas y en otras comunidades indígenas, como las totonacas, es toomiin y sus variantes; esta palabra de hecho es un préstamo del árabe al español. La nativización de toomiin se basa en un cambio del acento (en general, el náhuatl presenta un acento no fonémico en la penúltima sílaba) y la imposición del alargamiento de la vocal: [to:’mi:n]. Por su parte, meelioh deriva de la palabra en español “medio”. El náhuatl no tiene la oposición sonoro:sordo, por lo que la nativización en este caso opera sustituyendo la oclusiva sonora por /l/.

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choque cultural serio, suele suceder que preguntar directamente por el nombre de las personas motiva malentendidos culturales, crea sospechas y desde luego interpretaciones diversas (algunos ejemplos aparecen en Hill y Hill, 1986; Milroy, 1987), pues preguntar por el nombre se puede interpretar como un cuestionamiento de la “pureza” y autenticidad de la propia identidad (Hill y Hill, 1986: 134 y ss). En consecuencia, es una tendencia común la ecuación entre la pureza de la lengua y la autenticidad de la identidad del hablante como un indígena real. En contraste con posiciones similares en las que los hablantes se resisten a colaborar en los empeños del investigador, otros hablantes (“informantes”) asumen una actitud tan cooperativa y condescendiente hacia el investigador, que llega al punto de producir discursos extremadamente artificiales.12 Estos discursos están repletos de elementos léxicos descontextualizados, así como de formas puristas e hipercorrectas. En este caso, la tolerancia a los préstamos puede ser prácticamente inexistente. Como veremos a continuación, incluso si se encuentran préstamos de palabras, todos ellos están sujetos a procesos de naturalización e incluso pasan por una nativización extrema, lo cual se refleja justamente en la artificialidad que dichas formas suelen asumir.

4. EL PURISMO COMO NEGOCIACIÓN DE LA IDENTIDAD Y COMO EFECTO DE LOS MÉTODOS DEL TRABAJO DE CAMPO Hasta hace poco, las visiones predominantes del trabajo de campo en la lingüística se basaban frecuentemente en juicios introspectivos e idiolectales, así como en un conocimiento limitado de la lengua por parte del lin12

El caso de la foreign talk (“habla extranjera”), usada por los aborígenes australianos exclusivamente para complacer a los lingüistas, ilustra bien este punto (Evans, 2001).

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güista. Los procedimientos de la elicitación (e. g., los cuestionarios) suelen contener remanentes puristas e inducen ideologías lingüísticas de corte purista. Las aproximaciones predominantes operan con un corpus muy limitado que no considera los usos lingüísticos reales, lo cual provoca que sea el lingüista quien postula lo que cuenta como una forma gramatical apropiada o aceptable. Es muy común encontrar lingüistas que, después de haber recolectado algunos datos, postulan aquello que puede y no puede ser dicho. Por ejemplo, para el náhuatl del Balsas se asegura que son posibles formas no gramaticales como *kinemi (en lugar de kinemitia),13 (lit., “le da la vida”),14 mientras que no lo son usos reales como tiaatok (“te estás yendo”).15 El “argumento” que se esgrime para hacer esta afirmación es que como el náhuatl tiene una serie de verbos de movimiento, no se requiere la forma del presente continuo aspectual -tok. En mi primer año como estudiante de lingüística náhuatl, yo mismo apliqué tales procedimientos interrogativos. Trabajé con una hablante que había asistido a otros lingüistas, de manera que estaba bien preparada para cumplir con mis sueños más delirantes acerca de la lengua. Aplicando el cuestionario lingüístico para la dialectología del náhuatl diseñado por Lastra y Suárez (1975), se obtienen formas como notlaseewaayooh (“sombrero”), cuando en el habla real se prefiere el préstamo del español, a menos que se trate de juegos de palabras (véase sección 6 de este capítulo).

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14

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Recuérdese que la ortografía que utilizo para transcribir las variedades del náhuatl del Balsas es fonémica. Esta ortografía es más próxima a la fonética de la lengua, y al mismo tiempo refleja aspectos fonológicos prominentes del dialecto. Para detalles, véase, por ejemplo, Flores Farfán (1999: 261-263). Idiomáticamente, kinemitia significa cosas como “ser capaz de seguir el curso de un asunto dado” (e .g., un trámite burocrático), “ser capaz de parir”, “empecinamiento”. Esta palabra deriva del verbo intransitivo nemi (“vivir”), más el prefijo de la tercera persona -ki y el causativo -tia, elementos que constituyen el repertorio gramatical necesario para convertir un verbo intransitivo en transitivo. Es probable que tiaatok sea usado como una forma de saludo cuando uno encuentra a alguien en el camino.

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Otro par de ejemplos (4-7) incluye diferentes palabras elicitadas para la terminología del parentesco, que en la práctica también usa las formas en español. Estos ejemplos están formados por circunlocuciones, una estrategia de hecho muy antigua para enfrentar “nuevos” conceptos y artefactos culturales, como se ilustra en Lockhart (1992) para el caso del periodo colonial. (4) ø-ii-knii-waan de no-tah-ø16 3P-3Pos-hermano-Pl de 1POS-padre-SG “Los hermanos de mi padre”

16

En lugar de la forma usual, de uso general por lo menos en las comunidades más castellanizadas del Balsas: (5) ø-no-tios 3P-1Pos- tíos “Mis tíos”

O bien: (6) ø-iin-konee-waan de ii-kniiw-teh de no-tah -ø 3P- 3PosPl-niño-Pl de 3Pos-hermano-Pl de 1Pos-padre-Sg “Los hijos del hermano de mi padre”

En lugar de: (7) ø-no-primos17 3P-1Pos-primos “Mis primos” 17

16

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Este ejemplo proviene del Vocabulario náhuatl de Xalitla, de Ramírez de Alejandro y Dakin (1979). En su momento Cleofas contaría con unos 25 años. Tanto (6) como (7) provienen de la misma hablante, Cleofas Ramírez Celestino, en un caso en una situación de elicitación que induce al purismo, y en el otro de habla espontánea.

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Otro ejemplo de los efectos del purismo inducidos por la elicitación es notlakwaatekil (“ahijado, ahijada”). Sólo en la elicitación he encontrado esta palabra, pues normalmente se usa el préstamo “ahijado/ahijada”, aun en comunidades donde el náhuatl es muy fuerte, como San Agustín Oapan, considerada como la comunidad en donde se habla el “mejor” mexicano de toda la región del Balsas. En contraste con esta comunidad, en Xalitla el náhuatl casi ha alcanzado el umbral de la extinción, lo cual se manifiesta, entre otras cosas, en la transferencia intensa y aparentemente ilimitada (Flores Farfán, 1999, 2001b). Del mismo modo, en ciertos registros del náhuatl, sobre todo provenientes de la esfera pública (e. g., la política), la cantidad de transferencias es al menos tan grande como el mismo vocabulario náhuatl, y a veces incluso mayor. Por ejemplo, considérese el siguiente fragmento de un discurso producido en la asamblea de una comunidad: (8) paisanos de aqui tinochimeh. a ve tiwaalaweh de Copalillo sitio de cabecera municipal neke neechilis oome información e tahameh pan dia veintitrés veinticuatro de ne otii. ootiinenkeh o puerto de Zihuatanejo que see compromiso titlaalikeh pa reuniones anteriores de que... lema nodifundiroska que iipan lugares kampa tipian gente como partido waan como organización campesina ugose kwakon otiakeh oke waan dirigentes de más de trescientos comerciantes... nochi see acuerdo de que timoreuniroskeh pan iipuestos kitlaaliskia mantas solo de que neextlatlaaliniaya see mapa no... martes mas bien waallase compañeros Chilpancingo iiwan noche tinmamakaskeh propaganda no sé si naan naan kipian Consejo para welis mas teechapoyaroske, ya no kitokeh de que de acuerdo kidifundiroskeh kiteeemachtiskeh iika gringos iika mexicanos con fines de semana... tan de vacaciones pero gringos después de vacaciones normales de nikaan México waalloweh hasta en... puerto como Zihutane. por esa parte meechinformaroa de que no difundiroskia yehun dee. o problema nikaan nikaan de un dee. ribera de río Balsas. seke cosas tlen keno nimeechilis paisanos. tahameh nepan tomunicipio ee kipiakeh dificultades ee normales de de elecciones iipan comunidades... kimateh xuun katka para... comisarios.

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sin embargo ee como por ese lado tahameh ti de kse partidos de oposición el perrete iiwan eh por otro lado de me seke comisarios del pri kinekia ¿verda? kinekia cas peewaskia iigente iipan iipan puestos de comisarías.18 18

En contraste con variedades altamente hispanizadas, como la que se presenta en el ejemplo anterior, es en discursos escritos donde se pueden encontrar las manifestaciones más acabadas del purismo náhuatl. En el 18

Aun si descontamos préstamos dobles, como los nombres de lugares (e. g., México y Zihuatanejo), más de 60% de los términos de este texto deriva del español. Éste y otros textos producidos principalmente en las esferas públicas que presentan gran cantidad de préstamos del español no parecen motivar reacciones puristas, y en consecuencia no impiden la producción de discurso. Este fragmento de discurso político se produjo en el contexto de un conjunto de asambleas organizadas por el Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas en contra de la construcción de una presa hidroeléctrica en la región a finales de la década de 1980. La variedad dialectal en la que se produjo (la de Copalillo) es significativamente distinta del resto de las variedades del Balsas, pero aún se le considera parte de la región. Una traducción aproximada es: “Paisanos de Copalillo, sitio de cabecera municipal, queremos darles dos informaciones: como lo hicimos en las reuniones anteriores el 23 y 24 [de este mes] en el puerto de Zihuatanejo, nos comprometimos a difundir propaganda en los lugares donde hay gente de nuestro partido [político] y gente de la organización campesina UGOSE. En aquella ocasión, los dirigentes de más de 300 comerciantes... acordamos reunirnos y manifestarnos con propaganda en nuestros puestos. También solicitaron un mapa. El martes van a llegar los compañeros de Chilpancingo y van a distribuir propaganda, no sé si hay un Consejo que nos apoye. Ya hemos hablado de difundir la propaganda [en contra de la construcción de la presa] durante las vacaciones entre los mexicanos que están de vacaciones y después con los gringos que vienen a Zihuatanejo después de las vacaciones normales. Me han informado que se está discutiendo el problema local de construcción de la presa en la ribera del río Balsas. Como les digo, con respecto a las elecciones tuvimos las dificultades normales en el Municipio. ¿Quién sabe de los comisarios? Sin embargo, por un lado, como somos parte del partido de oposición [PRD], nosotros los apoyamos. Por otro lado, los comisarios del PRI quieren imponer a sus seguidores en los puestos de comisarías”. Para más detalles, véase Flores Farfán (1999: 141 y ss.). El hablante es un líder de Copalillo, donde se habla un mexicano bastante distinto a las comunidades ribereñas del Balsas, que en su momento, finales de los ochenta, contaba con unos 40 años con una mayor proficiencia del español que del mexicano.

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fragmento de la traducción al náhuatl de la Constitución Política de la República Mexicana analizado en el capítulo I (ejemplos 9 y ss.), los préstamos se evitan sistemáticamente. No obstante, en dichas traducciones también se presentan rastros de desplazamiento en el uso del sistema de numeración, que se presenta enteramente en español. Irónicamente, incluso cuando esto no representa un porcentaje significativo de préstamos, el hecho mismo de que se trate de una traducción reproduce la posición subordinada de la lengua indígena respecto del español. Los efectos puristas producidos por este procedimiento de traducción incluyen una serie de neologismos ininteligibles no sólo para el nahua común, sino también para los académicos nahuas. Hay que notar que el texto aludido proviene del idiolecto de un par de personas, cuya variedad dialectal puede ubicarse como de la región de la Huasteca, hecho que de ningún modo se ha explicitado. Sumado al recurso típico al náhuatl clásico, esto produce una variedad altamente incomprensible, casi una lengua “híbrida” y “secreta”. Los autores de la traducción lo reconocen de manera indirecta, puesto que ofrecen un glosario de términos que de hecho es una colección de neologismos puristas, como el término mismo utilizado para “glosario”, tlajtoltekpantli, analizado en el ejemplo (10) del capítulo I (Hernández Ramírez y Hernández Hernández, 2001: 30). Otros ejemplos tomados de este mismo texto, que como queda dicho son hablantes ilustrados provenientes de la Huasteca, que son los que han dominado el ámbito de la traducción de documentos oficiales, incluyen Altepeko nemini (“político”), Asitilistli (“propósito, objetivo”), Chontal tlakatl (“extranjero”) (los dos últimos se analizaron, respectivamente, en los ejemplos 11 y 12 del capítulo I). Analicemos morfológicamente estas palabras en los ejemplos (9), (10) y (11) para tener una idea de cómo funciona el mecanismo de los neologismos:

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(9) altepe-ko nemi-ni ciudad-Loc vivir-Ag “El que vive en la ciudad” (entonces más de 20 millones de personas son políticos en la ciudad de México) (10) asi-ti-listli llegar (allí)-Caus-Nom “Evento o acción de hacer llegar”, i. e., “Objetivo, propósito” (11) Chontal tlaka-tl Persona chontal, hombre-Abs “Hombre chontal”

El ejemplo 11 nos permite señalar que el recurso automático al náhuatl clásico —aunque chontal aparece como chontalli en el diccionario de Molina 1977 [1571]: 21— como fuente de purismo es tan penetrante, que niega la existencia del término contemporáneo para denotar este concepto: kiixtiaano (“extranjero”), una palabra que, como hemos visto, es producto de la nativización y reapropiación, y en la actualidad se usa en varios dialectos del náhuatl (Flores Farfán, 2001a). Paradójicamente, el glosario aludido introduce de manera inconsciente un doble préstamo, pues en el español contemporáneo de México “chontal” se refiere a un grupo indígena hablante de maya y esto de hecho genera más ininteligibilidad e incluso confusión. Los efectos puristas no son, desde luego, exclusivos del discurso político escrito; también pueden ser detectados en textos académicos. Así, por ejemplo, en el Vocabulario náhuatl de Xalitla de Ramírez y Dakin (1979: 25 y ss.) pueden encontrarse varias expresiones similares a las mencionadas con anterioridad. No obstante, en este caso optar por la nativización es claramente una estrategia que otorga al vocabulario un “sabor” más mexicano. De hecho, es una estrategia de “purificación” mucho más positiva y cercana al habla cotidiana, y se presenta como una forma de recrear la lengua indí-

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gena, abriendo de este modo la posibilidad de su continuidad (sección 6 en este capítulo). Los ejemplos de nativización incluyen los siguientes: (12) acoxa (derivado de “aguja”, usado en San Agustín Oapan pero no en Xalitla) (13) achichitzin, “ballena” (¡no hay ballenas en la región del Balsas!) (14) aman i-ca yeyi tlatohli, “hoy en tres días” [3PPos-] (en Xalitla los sustantivos relacionales normalmente no exhiben el pronombre posesivo de la tercera persona como en San Agustín Oapan y en el náhuatl clásico: véase ejemplo 33) (15) ayo, “gallo” (borrar un segmento “extranjero” es una estrategia de nativización) (16) canowa, “canoa” (fonotácticamente, el náhuatl no permite los diptongos en las sílabas, de manera que se inserta un desliz) (17) nocompaltzin, “mi compadre” (los grupos inexistentes sencillamente se sustituyen por /l/) (18) cuetlaxtli, “hamaca de mecate” (usado en todo caso en variedades muy conservadoras, como la de San Agustín Oapan) (19) frota, “fruta” (el náhuatl no opone /o/ a /u/, como en el español: [u] es un alófono de /o/) (20) dorasno, “durazno” (21) ixtew atl, “ojo de agua” (22) matlactli, “diez” (número arcaico) (23) norteh, “norte” (los Estados Unidos) (24) parientesco, “parentesco” (nótese que una forma hipercorrecta en español se vuelve una palabra auténtica del náhuatl) (25) pitzo espín, “puerco espín” (26) polato “plato” usado en San Agustín Oapan, no en Xalitla (como hemos visto la epentesis es un mecanismo común para tratar los grupos consonánticos [o vocálicos] inexistentes o problemáticos) (27) filecha, “autobús de pasajeros” (nombre de la línea de autobuses) (28) imapochcopa, “izquierda” (29) itlatequian, “filo del cuchillo” (30) tlatekini, “cuchillo” (tlateki en San Agustín Oapan) (31) maxtiliztli, “rezo”19 19

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Los ejemplos del 12 hasta el 31 provienen de Cleofas Ramírez Celestino, cuyo perfil ya ha sido descrito, hablante bilingüe, en su momento, principios de los setenta, de unos 25 años.

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Otro ejemplo de información inducida se refiere al vocabulario en desuso o a los términos “canónicos” preferidos en los diccionarios. Considérese por ejemplo que en el náhuatl normalmente las palabras para designar las partes del cuerpo aparecen sólo en forma alienable. De este modo, no todos los efectos producidos por la elicitación inducen formas puristas, sino también conceptos extraños, arcaicos e incluso inexistentes, como las formas para “canoa” y “ballena” señaladas arriba. Las expresiones estrictamente puristas de esta lista incluyen la palabra para “diez”, que rara vez se usa debido a que el sistema de numeración del náhuatl ha sido casi totalmente desplazado. También en la lista aparece una serie de formas fonológicamente nativizadas como frota (“fruta”), dorasno (“durazno”), akoxa (“aguja”) y polato (“plato”). Como veremos, la nativización es también una fuente común de purismo náhuatl, aunque además posee una dimensión más positiva (véase sección 6 en este capítulo). No sólo los cuestionarios producen tales efectos; también lo hacen diversos instrumentos de orientación más sociolingüística. Durante mi investigación en torno a la variabilidad del náhuatl en la región del Balsas (Flores Farfán, 1999), usé como estímulo discursivo una serie de dibujos en papel amate, en la que se describe la historia de la región desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad, incluyendo el episodio de amenaza de destrucción de la comunidad nahua por la construcción de una presa en la región (Amith, 1995). Aunque la utilización del amate fue concebida como una técnica sociolingüística para mitigar la gran atención que se ejerce sobre el discurso hablado (típica de los cuestionarios), lo mismo que como una forma de lograr acceso a un discurso mucho más casual, la reflexividad purista se expresa con claridad. Resulta interesante que esto sea verdad no sólo para la selección léxica de una serie de conceptos obsoletos y arcaicos en variedades fuertemente hispanizadas como la de Xalitla, sino también a nivel morfológico. En el ejemplo (32), un xaliteco “nahua hablante de Xalitla”, con formación académica a nivel superior, describe el dibujo de una iglesia que aparecía en un amate:

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(32) kaan kihlian curato, kaan kochi teoopixki... “En el lugar que se llama ‘curato’, donde duerme el cura.”

En muchas comunidades del Balsas, como Xalitla, Maxela, Tulimán, etc., el náhuatl está alcanzando el umbral de la extinción. Las variedades hispanizadas encontradas en Xalitla presentan un conjunto bien integrado de palabras sin nativización, así como préstamos y cambios temporales de los equivalentes del náhuatl en todas las clases de palabras (verbos, sustantivos y partículas), además de la convergencia semántica, pragmática y tipológica, sin mencionar el cambio y sobre todo el desplazamiento de códigos. Por ejemplo, en (32) se usan palabras del náhuatl más conservadoras y “puras”, como teoopixki y aaltepeetl —formas coloniales aún usadas en pueblos nahuas como San Agustín Oapan—, en lugar de los términos en español “cura” y “pueblo”, respectivamente, que son más comunes en Xalitla y otros lugares. Así, el préstamo es un proceso muy generalizado en variedades del náhuatl profundamente hispanizadas y ha tendido a neutralizar el interés por crear nuevas palabras. Con anterioridad era un proceso muy productivo, típico de la lengua prehispánica y de las variedades actuales más conservadoras, como ya sugirió Whorf hace más de 60 años (1946) para el caso de Milpa Alta. De nuevo, la intención de ser visto como un hablante bien educado y poseedor de un alto estatus se refleja en el uso de formas provenientes del náhuatl clásico. El recurso de los hablantes a las variedades clásicas es de hecho una fuente sublime para “autentificar” y “purificar” la lengua. Esto puede verse muy claramente en el caso de Santa Ana Tlacotenco. Dicho recurso incluso constituye una actitud general en todas las regiones nahuas, en especial entre los hablantes con formación universitaria y de estatus alto. Por ejemplo, al recurrir al náhuatl clásico, el purismo del hablante referido desarrolla una forma purista extrema sin importar qué tan familiarizado esté con el investigador o cuán efectivo sea el instrumento metodológico. Esto tiene mucho que ver con la necesidad de este hablan-

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te de presentarse como una persona especial en el sentido de conocer el náhuatl como ningún otro, aunque en su pueblo de origen, irónicamente, utilice el español en sus conversaciones cotidianas. Es más, en vez de utilizar una forma de uso general en las variedades hispanizadas, como pan (“en”), como sería lo esperado, recurre a una forma relacional de nuevo vinculada al clásico, iika: (33) ii-ka yeeyi aamatl 20 3Pos-(Sr) tres amate “En el tercer amate” 20

En este mismo ejemplo utiliza aamatl en el sentido, inusual en la región, de “papel amate”. Irónicamente, “amate”, una palabra que se toma del español de México y que deriva del náhuatl aamatl, es de hecho un doble préstamo muy utilizado en las variedades contemporáneas del Balsas para referirse al amate pintado. En contra de su práctica idiosincrática vale la pena considerar que los pares bilingües en el náhuatl del Balsas, como aamatl (“papel”) y amate (“amate pintado”), constituyen una adición al repertorio lingüístico de las comunidades: el término indígena (aamatl) se refiere al pedazo de papel, mientras que el doble préstamo (amate) hace referencia a la artesanía indígena diseñada para su venta en el mercado turístico. Nótese en el mismo ejemplo (33) una expresión de purismo, mucho menos frecuente, en el uso de los sustantivos relacionales: se mantiene el prefijo posesivo de tercera persona, ii- (“su”), que se ha eliminado en el habla espontánea, en particular en las variedades de Xalitla; e. g., (ii-)pan

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Este hablante masculino proviene de Xalitla, y es una persona con educación formal superior con un buen conocimiento de la lengua clásica, como resulta evidente. El dato fue recopilado alrededor de mediados de los ochenta, cuando tenía alrededor de 30 años. Para conocer mejor estos perfiles y otros ejemplos similares, véase Flores Farfán (1995).

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(“encima”), (ii-)wan (“con”), (ii-)ka (“que”), etc. En este mismo ejercicio conversacional, otros hablantes similares de Xalitla presentaron este mismo fenómeno, aunque a partir de la forma más común, es decir, la que no presenta la morfología del posesivo (de hecho, una innovación inducida por la influencia española) y que se ha reportado para otras variedades dialectales nahuas distantes u otras lenguas, como el pipil (Campbell, 1987). En suma, el purismo de los xalitlecos con formación académica a nivel superior, en cuanto a los sustantivos relacionales, es equiparable a la manera en que los utilizan cotidianamente los oapanecos (habitantes de San Agustín Oapan).21 El único material que estos últimos hablantes tendían a expresar en sentido purista eran los números, pero su reflexividad purista no puede compararse de ninguna forma con la atención que ponen los xalitlecos al discurso hablado. De nuevo, esto sugiere que cuanto más amenazada está una lengua, más emergen la reflexividad y las formas ideológicas puristas y viceversa (Van Zantwijk, 1965). En estos casos, una competencia activa en el mexicano es escasa o sencillamente inexistente. Como lo sugieren tanto las fuentes escritas presentadas como el uso oral de los ejemplos (32) y (33), una de las expresiones más extremas del purismo náhuatl es el recurso al náhuatl clásico. Presumiblemente, esta preferencia por las variedades clásicas ha culminado en la autodesignación de la elite de puristas de Santa Ana Tlacotenco como descendientes de los hablantes del náhuatl clásico. Dado su estatus altamente amenazado, esta comunidad es quizás el lugar donde hoy en día es posible encontrar más expresiones puristas en todo el mundo nahua.

21

El experimento sociolingüístico aludido fue realizado con una muestra de hablantes de Xalitla y San Agustín Oapan de edades y géneros similares. Como ya se ha mencionado, estas comunidades representan, respectivamente, los polos opuestos del continuum entre variedades más y menos hispanizadas. Para más detalles, véase Flores Farfán (1999).

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5. EL PURISMO NÁHUATL COMO UNA HERRAMIENTA DE LA DOMINACIÓN Y EL PODER Hill y Hill (1986) han mostrado que el purismo náhuatl está directamente relacionado con la lucha por la dominación en las comunidades. Esto no sólo se manifiesta en las formas puristas inducidas como las que hemos visto en el caso de la interacción entre el investigador y el hablante. Estas formas también emergen en discursos más espontáneos. Aunque la investigación de Hill y Hill proviene de entrevistas, en conversaciones más casuales “...los puristas pueden [además] elegir qué tan estrictos desean ser dependiendo de si parecen ir ganando o perdiendo en la lucha por la dominación” (Hill y Hill, 1986: 129) (traducción mía). De este modo, la expresión del estatus suele ser una función del purismo. La negociación de un estatus pretendidamente alto suele surgir en la denominada etimología folk purista. La reinvención directa de la etimología puede estar también en juego en la búsqueda purista por la dominación y el estatus. Considérese el siguiente ejemplo: a propósito de una reunión de nahuatlatos (“académicos” nahuas) en Milpa Alta, donde, como ya se ha mencionado, se ha conformado un grupo de puristas (en parte debido al interés de los forasteros en la lengua y la cultura mexicana), el “Cronista de Tlahuac” (donde el náhuatl probablemente ya no se habla) ¡afirmó que la palabra “América” es de origen náhuatl! Su etimología folk es la siguiente: (34) A-mer-(i)ca22 aa-, de aatl “agua” mer- forma “corrupta” de mecatl “cuerda” y, por extensión, “linaje” (i)-ca(n) de -kaan “lugar” “Lugar de la gente que viene del agua” 22

22

Este ejemplo fue producido por el cronista de Tláhuac, una persona de unos 45 años, en un Encuentro de Nahuatlatos organizado en Santa Ana Tlacotenco a principios de los ochenta.

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Esto tiene un significado muy cercano a Anahuac, nombre del estado confederado de los aztecas, que literalmente significa “en las cercanías del agua”. Como hemos visto en el caso de los numerales (véase sección 3 del capítulo I) y como lo reiteran Hill y Hill (1986: passim), en el contexto de las conversaciones, los números constituyen señales predilectas de los puristas en las comunidades hablantes de mexicano. Históricamente, como un arma de batalla destacada, los números constituyen una de las expresiones más tempranas del purismo náhuatl, como también señalan Karttunen y Lockhart: [...] durante el periodo colonial, los números españoles eran considerados una forma extrema de préstamos al mexicano y en consecuencia eran evitados por los escribas hablantes de la lengua (Karttunen y Lockhart, 1976: 135) (traducción mía).

Debido a la necesidad de uniformar un mercado nacional en el siglo XIX y a la naturaleza inherentemente económica de la imposición del sistema decimal, hoy en día el sistema vigesimal náhuatl ha sido desplazado casi por completo. Bajo estas condiciones, los números pueden llegar a ser objeto de una intensa estigmatización del mexicano y de negociación de una identidad auténtica, en términos de proveer una imagen asociada a la fluidez en la lengua y por tanto al estatus de un “verdadero” hablante. A través de los números, los hablantes pueden cuestionar la autenticidad del discurso y la “pureza” de sus hablantes. Hay que notar, sin embargo, que el sistema vigesimal es prácticamente el único subsistema “puro” y “auténtico” de la lengua que realmente remite a los tiempos prehispánicos. Por lo demás, la mayoría de las señales puristas se originaron en los periodos coloniales tardíos y derivan fundamentalmente del español. Hace poco fui sometido a otra prueba de mi competencia en la lengua con base en los numerales (véase la prueba descrita en el capítulo I en relación con el número 80, nauhpohualli). Esta vez, un maestro bilingüe, supervisor de zona,

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me preguntó por la forma para decir “cincuenta”. Contesté, en náhuatl clásico, ompohualli ihuan matlactli, “dos veintes y diez”, lo cual resultó satisfactorio para reconocerme como “hablante”. Después de estos incidentes, no se me presentaron otros retos puristas, lo cual refuerza la idea de que los números constituyen la prueba de fuego del manejo de la lengua auténtica y mítica. De este modo, la fluidez en la lengua en general se juzga a partir del conocimiento de estos indicadores aislados, por lo demás obsoletos, y no tanto por la competencia conversacional, al menos no al principio. En suma, una provocación purista típica consiste en pedir a alguien que cuente en mexicano, como el desafío más sublime posible para considerar a alguien un hablante real de “legítimo” mexicano, lo cual casi siempre equivale a una posesión de estatus alto. Esto se manifiesta claramente en el discurso actual de la elite nahua. Por ejemplo, la intelligentsia de Santa Ana Tlacotenco produce expresiones numéricas en los discursos escritos y orales como ipan caxtolli [an] yei tonal, mani meztli octubre 1995 xihuitl (“en octubre dieciocho de 1995)” (Morales Baranda, 1996: 295). Aun cuando en este ejemplo se apela al obsoleto sistema de numeración vigesimal, podemos encontrar una simplificación, evidente si recordamos la necesidad del sustantivo relacional an [ihuan] (“y”), para contar en náhuatl clásico. Asimismo, vale la pena advertir que en la frase citada, el mes y el año aparecen en español, lo cual nos ofrece un indicio del avanzado estado de desplazamiento del sistema numérico y calendárico. Aún más extraño que el uso de los números —normalmente las formas nativas en el uso conversacional no van más allá del cinco, makwiihli— resultan los nombres personales,23 que pueden llegar a ser blanco de las preocupaciones puristas (Hill y Hill, 1986). Otro caso es la palabra para “tiempo” (cahuitl), que en el habla cotidiana se ha sustituido por su forma 23

Una excepción son los apellidos en los pueblos de La Malinche, donde es posible encontrar diversos nombres de origen mexicano.

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en español, junto con la mayor parte del léxico calendárico u otros sistemas de medición. Se corrobora con esto que los desafíos puristas se circunscriben básicamente a cuestiones de vocabulario; ello es menos perceptible en formas convergentes, sobre todo a nivel morfológico, como lo mostré en el caso del hablante en los ejemplos (32) y (33). Los complejos semánticos más utilizados por los desafíos puristas son, en suma, los números, los nombres propios y los nombres de artefactos derivados de la cultura material española, tal como el mexicano de La Malinche tocuatlacecahuiloni (“sombrero”), y tepozquehqueloni (“espuelas”) (Hill y Hill, 1986) (por lo menos el primero se observa en el náhuatl del Balsas). Otro ejemplo de Morelos es tepozpocatetlahuilānalōni (“tren”) (Dakin y Rysky, 1979). Los ejemplos del Balsas incluyen tepostoonaltlamachiiwa, tepostetlawilooni (o tepostewilooni) y notlakwaaseewal, en lugar de los préstamos “reloj”, “carro” y “sombrero”, respectivamente. En este último caso, la mayoría de las formas puristas se obtuvieron en situaciones espontáneas de uso de la lengua. Esto es especialmente cierto en las interacciones de juegos lingüísticos, como los trabalenguas, situación que, como veremos a continuación, sugiere una forma mucho más positiva de concebir y poner en juego el purismo.

6. OTRA VISIÓN ES POSIBLE. EL PURISMO NÁHUATL COMO FUENTE DE INNOVACIÓN Y MANTENIMIENTO El entendimiento de un ámbito restringido —digamos, la vitalidad de una lengua determinada— puede lograrse recuperando una perspectiva pragmática.24 Por ejemplo, la innovación léxica puede ser concebida como una 24

Una de las propuestas más sugerentes de la aproximación pragmática en lingüística es la de considerar la interacción verbal como la principal fuente de datos para el análisis lingüístico. Entonces el uso efectivo de la lengua se plantea como la unidad básica en el entendimiento del sistema lingüístico.

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forma de apropiación y, simultáneamente, como una manera de demostrar y recrear las posibilidades expresivas del náhuatl. De este modo, una persona puede presentarse a sí misma como más mexicana sin necesariamente desafiar la capacidad en la lengua de los hablantes. Asimismo, la nativización es una forma de ocultar los orígenes españoles de una palabra y se puede producir no únicamente con matices puristas negativos. Un ejemplo léxico de nativización ofrecido por Hill y Hill (1986) es macna (“máquina”) para referirse al tren. En la región del Balsas, una forma colonial considerada mexicano de iiksaan (“mexicano del pasado”) es polooko, derivada de la palabra “borrico”.25 Las formas puristas pueden también encontrarse y evaluarse en usos más constructivos. Se trata de un purismo positivo. La nativización léxica abunda en los discursos espontáneos en San Agustín Oapan, tanto con formas más antiguas (akooxa, derivado de “aguja”; polaan, derivado de “plátano”, o polaato, derivado de “plato”, etc.), como con formas mucho más recientes, un hecho que fomenta la retención del mexicano. Por ejemplo, un oapaneco se refirió a chiempooh y “tiempo” como las versiones del tiempo en mexicano y español, respectivamente. Otros ejemplos de expresiones de contacto ocurren en la producción de adivinanzas: (35) See tosaasaanil, see tosaasaanil: Maaske maas tikwaalantok, pero tikpancholwis. Adivina adivinando: No importa que te estés enojando Por ella irás pasando. La respuesta es tetsakayootl, en lugar de la palabra en español “puerta”.

25

Van Zantwijk (1965) reporta puro para “burro”. Como ya se ha dicho, el náhuatl no hace uso del contraste fonémico entre segmentos sonoros y sordos, de modo que convierte los fonemas sonoros del español a su contraparte sorda. Para algunos ejemplos, véanse Karttunen y Lockhart (1976) y Flores Farfán (1998, 1999).

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Otros ejemplos de expresiones en el náhuatl del Balsas que expanden el repertorio léxico nahua son los pares bilingües michiin (“pescado”) y peskaadoh (madera tallada en forma de pescado), maaskaras y xaxaayaakatl (“máscara ritual”) o el ya mencionado amaatl (“papel”) y amate (papel de corteza de árbol que se vende como artesanía). La nativización no se limita a la fonología de la lengua. También aparece en forma fonotáctica. El cambio de acento es una estrategia de nativización particularmente común. La diferencia de acentuación puede ser considerada suficiente prueba para clasificar las palabras como pertenecientes al mexicano o al español: por ejemplo, Teotihuácan (“lugar de dioses”), con acento en la penúltima sílaba, que es como en general se acentúa en náhuatl, frente a Teotihuacán, con acento en la última sílaba, presenta una acentuación castellana (éste no sería el caso del par Cuernavaca y Cuauhnahuac). En la región de La Malinche, los ejemplos de cambio al patrón acentual incluyen nopápan (“mi padre”) y nomáman (“mi madre”). En el náhuatl del Balsas, especialmente en las comunidades que presentan monolingüismo mexicano (e. g., San Agustín Oapan, Analco), el cambio acentual, más que una excepción, es una norma; aquí es posible encontrar muchos nombres pronunciados con acento en la penúltima sílaba: Márcial, Míquel, etc., etc., indicio del valor de la nativización como una forma positiva de producir lo que McClure y McClure (1977) han denominado “etnorreconstrucción”. Históricamente, un ejemplo muy claro que ya he mencionado y que reitero aquí es la reapropiación de la palabra del español cristiano (“uno de nosotros”), por parte de los nahuas, en contraposisicón a kiixtiaano (“extranjero”), en el náhuatl del Balsas y otras regiones. Es más, en Tetelcingo, Morelos, la forma kiixtioono significa “explotador”. Otra ilustración proveniente del Balsas es la oposición de la forma para jefe, que mantiene la fonología náhuatl tecuhtli, que conlleva una connotación peyorativa, en contra de su nativización al español teuhtli o teuhtle, manteniendo su significado original de “señor”, en el sentido honorífico del término. En este sentido, hay hablantes que se resisten a las

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interpretaciones negativas del purismo y cuestionan la idea de que los efectos del contacto constituyan degeneraciones de la lengua. Como he sugerido, la creación de neologismos o la nativización del español como expresión de la retención del mexicano puede ser observada en discursos espontáneos así como en géneros específicos altamente estimados en el repertorio lingüístico de la comunidad, como las adivinanzas y los trabalenguas: (36) tsin-tsiin-kirian-tsin-tsoon-kwaa-kwaah base-Dim-árbol-base-pelo-R-morder “Tijera” (37) tsin-tsiin-kirian-teen-pits-koon-tsiin nalgas-Dim-árbol-labio-besar-olla-Dim aatekomatl o botella “Tecomate” o “Botella”

Vale la pena advertir que la respuesta a este trabalenguas puede ser bilingüe, lo que sugiere que no necesariamente existe un conflicto al elegir entre el español o el mexicano. Otro excelente ejemplo es el caso de la forma nahua maaske (“sin embargo, no obstante, pero, que así sea”), explicada en el capítulo III (ejemplos 15 y ss.). Aquí podemos ver una clara convergencia tipológica, semántica y pragmática con el español (para detalles véase Flores Farfán, 1998, 1999). Tales juegos de palabras son uno de los flancos favoritos de la reflexividad purista positiva. En todos estos casos el contacto lingüístico es concebido como un enriquecimiento que permite la continuidad de la lengua y la cultura. Esta conceptualización concibe al purismo como una fuerza positiva para el mantenimiento lingüístico e incluso para el cultivo de la lengua. Para el caso de las comunidades de La Malinche, Hill y Hill han sugerido un punto de vista similar:

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El purismo [...] es parte de la intensiva atención puesta a las fronteras étnicas [...] los puristas están muy interesados en la lengua y se lo toman muy seriamente. Si los pueblos pueden encontrar una forma de usar este aspecto del purismo, ello podría convertirse en una fuerza positiva en el mantenimiento lingüístico (Hill y Hill, 1986: 140-141) (traducción mía).

De este modo, los puristas favorecen la sustitución lingüística en tanto que se oponen a todo tipo de innovación o incorporación de un código externo, condenando cualquier otro uso, aun cuando paradójicamente ellos no son hablantes activos del mexicano. Sin embargo el purismo también puede promover la retención lingüística e incluso el cultivo mismo de la lengua. En este sentido, podría decirse que una comunidad que utiliza espontáneamente formas puristas positivas mantiene su lengua viva y en buenas condiciones, al tiempo que es tolerante hacia el contacto lingüístico. Los hablantes neutralizan las concepciones puristas destructivas que alimentan ideologías lingüísticas aberrantes. Un ejemplo de esto es el hecho de que a través de la nativización es posible proponer alternativas constructivas para desarrollar la promoción y el cultivo de la lengua (e. g., del vocabulario), lo cual no sería considerado como purismo desde el punto de vista del uso real y de hecho podría contribuir a la revitalización lingüística y a la elaboración de programas para su desarrollo. La nativización tiene la ventaja de “no” producir vocabularios ininteligibles y por tanto de producir discursos comprensibles. En este sentido, el restablecimiento del uso real de, por ejemplo, juegos de lenguaje específicos, podría sumarse a los empeños del purismo positivo para enfrentar los retos de una planeación lingüística efectiva y exitosa. Es más, las opciones frente al purismo artificial (negativo) sobrepuesto en, por ejemplo, el vocabulario, incluyen no sólo la recuperación de la nativización espontánea, sino además diversas extensiones semánticas como las que ya he mencionado e incluso también la acuñación de neologismos, para lo cual el náhuatl tiene un alto potencial tipológico.

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En suma, es claro que el purismo, como cualquier otra ideología de la lengua, está marcado por la ambivalencia, evidente en los lados positivo y negativo que se manifiestan en las implicaciones de términos como “revuelto” y “cuatrero”. Al mismo tiempo, el sincretismo lingüístico abre un espacio para frenar las definiciones estáticas provenientes del código dominante. A este respecto, considérese de nuevo el caso de toindioma, un ejemplo de hibridismo o forma sincrética (descrito en el ejemplo 20 del capítulo I): (38) to-i(n)dioma 1PosPl- indio idioma “Nuestro idioma indio”

La identificación de indio e idioma en este ejemplo neutraliza el conflicto lingüístico y trata los materiales bilingües como una fuente creativa, más que como un estigma o incluso un insulto, tal como sucede con la connotación que “normalmente” tiene el término “indio” en el español de México. En este sentido, este mismo ejemplo sugiere que la pureza de la lengua no garantiza por sí misma la supervivencia de la lengua amenazada; por el contrario, como hemos visto, a veces incluso la pone en peligro al favorecer la inseguridad y la parálisis lingüísticas. Siguiendo a Dorian: un sentido de la diferencia, una identidad separada [...] no necesita descansar en [...] la pureza lingüística. En otras palabras, son condiciones sociolingüísticas, más que estructurales, las que desalientan el uso de las lenguas minorizadas (Dorian, 1994: 490) (traducción mía).

El ejemplo de la supervivencia del irlandés analizado por Dorian (1994) confirma esta situación: existe una convergencia con el inglés en todos los niveles, y también existe la “desviación” desde la perspectiva de la gramática (prescriptiva) irlandesa que se enseña en las escuelas.

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Lo que cuenta no es por tanto una inmaculada concepción del código lingüístico, por lo demás inexistente en cualquier lengua, sino el compromiso por darle continuidad a la lengua hablada en la práctica comunicativa cotidiana, en comunidades que, como las que hemos venido analizando, son sobre todo de raigambre oral y cuyo código se encuentra altamente amenazado.

7. CONCLUSIÓN Como parte de la a veces intensa negociación de una identidad vinculada al prestigio y al estatus, el purismo entraña una serie de paradojas, entre otras: • Las palabras “auténticas” y originales son mayoritariamente derivaciones del español, incluso si se trata de neologismos. Por ejemplo, Mexihcacopa tlahtolli (“la lengua mexicana”) es una forma identificada como “pura”, aunque en realidad es un neologismo purista originado en el periodo colonial (Lockhart, 1982, citado en Hill y Hill, 1986: 2). • La mayoría de los hablantes puristas son quienes menos fluidez tienen o, por lo menos, son los hablantes menos activos de la lengua, como es el caso de los hablantes de Santa Ana Tlacotenco mencionados anteriormente. • El purismo promueve el cambio y la sustitución y simultáneamente permite la retención y el mantenimiento lingüísticos. También he sugerido que los procedimientos de la investigación de campo, así como las conceptualizaciones asociadas a ellos, no sólo tienen efectos lingüísticos en los datos mismos, sino que implican dilemas políticos e incluso éticos. Las ideologías lingüísticas no son exclusivas de los

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hablantes de una determinada lengua y de hecho permean los círculos lingüísticos académicos dominantes (y ortodoxos). La concepción adánica de la lengua según la cual la “degeneración” es una fuerza en contra del purismo e incluso en contra de actitudes intolerantes en la lingüística excluye el estudio de ciertas variedades y favorece otras.26 Debido a que el trabajo suele enfocarse en una sola lengua (idealizada), el sistema lingüístico se presenta como una construcción uniforme, “purificada”, de fenómenos “externos”. El náhuatl no es la excepción. Aunque la lengua es sensible a distintas dinámicas de cambio (principalmente el contacto cultural y lingüístico originado por diversos factores), los lingüistas casi nunca investigan las condiciones específicas del contexto en las que se manifiestan (para una excepción, véase Milroy, 2004). E incluso si se reconocen las diversas determinaciones que implican diferencias importantes en el material disponible para la investigación lingüística (material que asimismo puede ser usado con fines pedagógicos), en la mayoría de los estudios del náhuatl el tema de la variabilidad suele ser soslayado. Así, la mayoría de los materiales disponibles de la lengua náhuatl, aunque no son del todo artificiales, son obtenidos fundamentalmente de fuentes limitadas, como los cuestionarios. Además de que estos materiales suelen carecer de una contextualización etnográfica, son obtenidos en el marco de interacciones específicas (e. g., investigador-informante) que necesariamente generan coacciones cuyos efectos en el material elicitado casi nunca se toman en cuenta ni se reportan, ni mucho menos se analizan, sobre todo los provenientes del contexto del propio investigador y de sus formas de hablar (como las preguntas directas descritas en el capítulo IV). Como lo he mostrado con diversos ejemplos, el estilo interrogativo de la elicitación, como un procedimiento característico de la recolección de datos lingüísticos en el trabajo de campo, tiene efectos puristas y otros 26

Para una crítica interesante de este modus operandi en la lingüística así como sus implicaciones, véase Klein y Dittmar (1979).

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de carácter sociolingüístico expresados en forma de neologismos, hipercorrección, descontextualización del discurso y complacencia extrema con el investigador.27 No obstante, también hemos sugerido que existe otra forma de purismo, más inusual y menos analizada (Lüffer, 2003), la cual se refiere a una expresión mucho más positiva del fenómeno. El material “externo” no sólo es tolerado, sino que además es visto como una incorporación y apropiación, lo cual podría favorecer la promoción del estudio y la reflexividad en y de la lengua. La nativización es justo una de esas estrategias más espontáneas para “purificar” positivamente la lengua, y puede verse con claridad en el discurso de los hablantes de variedades vivas, sobre todo en el discurso monolingüe cotidiano. En otros términos, la incorporación de las formas del español al discurso mexicano no es vista como un problema o un conflicto, sino como un enriquecimiento y por tanto como una forma de mantener viva la lengua. Cuando Hill y Hill presentaron la versión en español de su libro Speaking Mexicano (1986) en la región donde realizaron la investigación, uno de los presentadores, profesor hablante de mexicano de la región, afirmó que, en contraste con sus concepciones puristas previas, después de leer el libro comprendió que el sincretismo lingüístico es una forma de mantener viva su lengua y que una interconexión de los códigos no es enteramente incompatible con las estrategias de nativización. El reconocimiento de estas ideas permitiría a los hablantes lidiar con diversos conflictos lingüísticos potenciales o reales e importar formas del español al mexicano, o viceversa, lo cual a su vez posibilitaría la expansión del repertorio de los hablantes. Desafortunadamente, el acceso a eventos como el referido así como a materiales de lectura no es común en las comunidades indígenas mexicanas.

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Los efectos de otros instrumentos como la entrevista en la obtención de los datos y la configuración del poder y el malentendido cultural, entre otras cuestiones, han sido objeto de reflexiones muy importantes por parte de autores como Milroy (1987) y Briggs (1986).

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Como afirman Hill y Hill (1986: 55), “el purismo lingüístico, como otras tantas actitudes acerca de la lengua, puede ser usado con una diversidad de propósitos”. Se podría desarrollar un programa orientado al mantenimiento y revitalización lingüística —e incluso al cultivo de la lengua— reevaluando los aspectos positivos del purismo, aquellos que enaltecen el mexicano. Al mismo tiempo, la instrucción podría promover una actitud más tolerante hacia la variabilidad lingüística —en especial la originada por el contacto— y a su vez fomentar la concepción de los préstamos y de las variedades hispanizadas como un enriquecimiento más que como un problema, en fin, como una estrategia de supervivencia de una lengua que de otro modo permanecería amenazada. Ojalá el tiempo muestre que estas concepciones optimistas en torno al futuro del náhuatl son posibles.

V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales: ideologías de la escuela y la escritura en náhuatl

En este capítulo se tratarán las principales cuestiones relacionadas con el desarrollo de la política lingüística multicultural en México. Se revisará la política lingüística oficial y sus efectos sobre el desplazamiento de las lenguas y culturas indígenas, con lo que se demostrará que desde el punto de vista de su historia reciente poco ha cambiado a pesar de la modificación de etiquetas desde la llamada educación “bilingüe-bicultural” en la década de 1970, hasta la actual política autodenominada “intercultural”. Sobre este trasfondo crítico se delinearán los principales aspectos que han afectado la asimilación lingüística y cultural en México y luego se discutirán, desde una perspectiva crítica, los esfuerzos teóricos, metodológicos y políticos generales emprendidos para desarrollar estrategias de reversión lingüística y cambio cultural, especialmente, aunque no de manera exclusiva, en el contexto mexicano. Dentro de este marco se discutirá la función de las escuelas (oficiales) en el desarrollo de la educación tanto bilingüe-bicultural como intercultural, que en realidad consisten en programas que por lo general han contribuido a la destrucción de la herencia lingüística y cultural indígena. Sin embargo, este capítulo es más que sólo una crítica, pues presenta varias alternativas a la política lingüística oficial de México, incluida una propuesta de desarrollo multicultural para influir de manera positiva en el conjunto de la sociedad mexicana mediante el desarrollo de materiales bilingües atractivos tanto para el público en general como para la población indígena. Estos materiales, basados en una metodología participativa cuyo objetivo es conferir poder a los pueblos indígenas, incluyen [121]

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audiolibros, videos y un sitio web para niños (http://kokone.com.mx), todos los cuales se utilizan en la actualidad en un esfuerzo por fortalecer y promover las culturas y lenguas nativas tanto dentro como fuera de las comunidades indígenas.

1. ¿ES LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL UN PROYECTO ALTERNATIVO DE POLÍTICA LINGÜÍSTICA EN MÉXICO? Antes de emprender un análisis crítico de la educación oficial, en este momento llamada “intercultural”, hay que hacer una caracterización del fenómeno del multilingüismo en México. Como veremos, desde la perspectiva de la política lingüística, circunscribir la noción “intercultural” sólo a la escuela indígena es la limitación más importante y obvia de los programas oficiales, aunque de ningún modo es la única. No cabe duda de que la diversidad lingüística y étnica se percibe como un problema complejo para la consolidación del proyecto nacional mexicano y resulta uno de los mayores desafíos educativos a los que se enfrenta el Estado mexicano. Esto queda aún más claro si se toma en cuenta que más de 10% de la población mexicana es de origen indígena: alrededor de 12 millones de personas, distribuidas en unos 50 grupos étnicos, de una población total de unos 100 millones de personas. En términos cualitativos y desde el punto de vista de su diversidad lingüística, México es uno de los países más complejos del mundo (para más detalles, véase Flores Farfán, 1999). En este escenario, el problema de constituir una “identidad nacional” se ha expresado mediante varios intentos oficiales de poner en marcha programas educativos específicos, para las poblaciones rurales en general y para los pueblos indígenas en particular. A pesar de las pretensiones de reducir el problema educativo a una cuestión “técnico-pedagógica” limitada al falso dilema del método más efectivo para enseñar una lengua, los terrenos abarcados por los problemas educativos son extremadamente

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complejos y se extienden más allá de la discusión de una aproximación lingüística “estructural”. De hecho, están definidos por la dinámica de la situación sociolingüística, de la cual los métodos sólo constituyen una parte, como han señalado desde hace mucho autores como Rockwell (1980) y Cifuentes (1980) o, más recientemente, Pellicer et al. (2006). Por tanto, no es posible limitar el problema educativo indígena a sus aspectos técnicos o pedagógicos. Sin embargo, analizaré brevemente los libros de texto para educación indígena, tanto en su vertiente “bilingüebicultural” como en los actuales libros de “educación intercultural”, porque es importante conceptualizar los aspectos más técnicos de la educación indígena a la luz de las consideraciones sociolingüísticas. La instrumentación de “programas” educativos para la población indígena ha sostenido la falsa oposición entre un “método directo” y una “educación bilingüe”, y ha pretendido superarla ahora con el enfoque intercultural, por lo menos declarativamente. Sin embargo, estos términos no constituyen verdaderas alternativas, por lo menos no en términos de lo que expresan los libros producidos para su uso en las aulas, lo cual analizaré con cierto detalle en este capítulo. El objetivo de fondo ha sido simplemente fortalecer la castellanización de la población indígena. Con todo, en muchas comunidades indígenas de México siguen existiendo grados considerables de monolingüismo y analfabetismo. Esto invita a replantear la viabilidad del proyecto escolar de castellanización, en contraste con las diversas condiciones que afectan el mantenimiento y pérdida de las lenguas minoritarias, incluidos problemas como la adquisición incompleta del español o las tasas de deserción escolar, que son las más altas del país. En general, todo esto se debe a la lógica de la educación “bilingüe-bicultural” o “intercultural”, que se ajusta a necesidades y concepciones externas, no tanto a las de las comunidades indígenas. La noción inherente de lo indígena en la educación oficial presupone una concepción similar a la que apoyó el discurso paternalista y folclorista de las ideologías indigenistas del México posrevolucionario. La cultura nacional hegemónica define lo

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indígena, como entidad folclórica, sobre todo a través del sistema educativo oficial. De este modo, en la construcción discursiva de la noción de lo indígena prevalece una lógica dicotómica del “otro”, que no reconoce la premisa de las poblaciones indígenas como tales, sino que se basa en la lógica de un “nosotros” (Villoro, 1979). Esta lógica emerge en los límites discursivos cuando se diseña lo que puede y debe entenderse como indígena, e impone así una homogeneidad verbal externa sobre las etnicidades heterogéneas y diversas y, por supuesto, en la lengua dominante. Por otro lado, si prestamos atención al auge político e ideológico del discurso bilingüe-bicultural y del más reciente discurso intercultural, vemos que se postula una idea de rescate y revaloración de las lenguas y culturas indígenas. Semejante declaración no considera las verdaderas condiciones en que se desarrollan los conflictos lingüísticos en México (véase, por ejemplo, Flores y López, 1989; Flores Farfán, 1999) y busca legitimarse científicamente al administrar, de modo aparentemente neutral, algunos conceptos proporcionados por la lingüística aplicada y la sociolingüística. Es el caso, entre otros, del sentido atribuido al bilingüismo como la relación ideal y simétrica entre dos lenguas en contacto (Molla, 1997). Esta aproximación neutraliza el carácter conflictivo del contacto entre las distintas lenguas minoritarias y el español, que es, en la práctica, la única lengua nacional y estándar del país. La naturaleza mistificadora de la educación indígena oficial también se manifiesta en la declaración que se refiere a la enseñanza del español como segunda lengua y en el postulado de la alfabetización continua de los niños indígenas en su lengua nativa. En pocas palabras, los programas bilingües-biculturales o interculturales se presentan retóricamente como una opción de política lingüística hacia las minorías, política que supuestamente aboga por un bilingüismo estable; es decir, una situación sociolingüística en la que hay “igualdad” lingüística entre la lengua nacional y los distintos grupos indígenas que conforman la diversidad lingüística y étnica de la compleja realidad sociolingüística mexicana. Sin embargo, queda

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claro que estas declaraciones en los niveles político e ideológico no pasan de ser una estrategia discursiva que apela nominalmente a la “igualdad” lingüística (Ninyoles, 1975: 69, 128-129), que las propuestas quedan de hecho circunscritas a las escuelas y que su nivel de instrumentación dista mucho de ser efectivo. Este discurso oficial, que busca naturalizar los postulados oficiales, es recibido principalmente por los maestros indígenas encargados de poner en práctica estas ideas. Sin embargo, el discurso bilingüe-bicultural o intercultural de la práctica docente no corresponde con las definiciones puristas de las condiciones socioculturales idealizadas de las declaraciones oficiales, y resulta más disonante cuando se trata de las variedades habladas, por supuesto. Además, los pocos libros de texto disponibles en lengua indígena para el primer año de primaria están teñidos con una serie de formas artificiales (e. g., neologismos) que no son comprensibles para los propios niños, no se diga para los demás miembros de la comunidad. Estas estructuras culturales hegemónicas son complejas y contradictorias. Un ejemplo es el grado de penetración del español en la producción oral y escrita de los maestros del sistema bilingüe, por no hablar de los casos, para nada esporádicos, en que los maestros de hecho llevan a cabo su práctica docente en español. Esta contradicción está sustentada por distintas motivaciones, entre ellas la presión de los padres de familia y la sociedad en su conjunto para que se enseñe la lengua nacional y la concepción de que la escuela es el lugar para acceder a la sociedad nacional, en particular mediante el aprendizaje del español. Por otro lado, es importante subrayar que escribir con una grafía alfabética no es de ningún modo una práctica familiar en las comunidades indígenas, sino algo que se ha impuesto por razones históricas y coloniales. En este sentido, darle forma escrita a una lengua indígena mediante la producción de un alfabeto se ve como la “solución” al estatus amenazado de las lenguas indígenas. Este tipo de reduccionismo resulta bastante etnocéntrico.

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Adicionalmente, examinar las concepciones subyacentes en el desarrollo de los materiales y programas oficiales hace posible verificar, de hecho, que están en línea, en mayor o menor medida, con los estándares y funciones para la creación de libros de texto tal y como se establece en el sistema nacional oficial para las escuelas primarias. Paradójicamente, estos libros están basados en la estructura del español o, por lo menos, remite a ésta. En el nivel de los contenidos, se expresa con claridad el concepto inherente y la naturaleza de la educación bilingüe-bicultural o intercultural. Por ejemplo, la realidad armoniosa planteada por los libros bilingües-biculturales, casi “celestial” por la ausencia de conflicto, presupone un mundo sin explotación ni desigualdades sociales (Cifuentes, 1980). Esta mistificación de la realidad es diametralmente opuesta a la marginalidad y explotación que siguen siendo la regla en las comunidades indígenas. De este modo, los postulados de lo bilingüe-bicultural o lo intercultural tienden a crear la ilusión de un mundo ideal en el que la lengua y la cultura se presentan como seres inmaculados en esferas de cristal, manifestadas lingüísticamente en distintos tipos de purismo y completamente libres de contactos conflictivos con las estructuras sociales de la cultura nacional real. A pesar de la retórica bilingüe-bicultural o intercultural, las instituciones encargadas de la educación de los pueblos indígenas median y funcionan como parte del sistema productivo dominante y favorecen la reproducción de una ideología con tintes colonialistas que históricamente ha atribuido a los pueblos indígenas la condición sumisa de aceptar su posición social como “marginal”. El estado actual de nuestro conocimiento sobre los problemas de la alfabetización está lejos de representar una visión completa de los distintos elementos que afectan este proceso (véase, por ejemplo, Cantoni et al., 1999). Entre otras cosas, se debe considerar el desarrollo de una investigación básica no sólo de la dialectología social, sino del contacto lingüístico en situaciones de conflicto lingüístico, incluidas las opiniones subjetivas de

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los hablantes acerca de estos procesos. También deben tomarse en cuenta investigaciones relacionadas, como la práctica pedagógica en las escuelas en que se busca instrumentar el enfoque bilingüe-bicultural o intercultural. Subrayamos que la alfabetización es un proyecto viable sólo si no se circunscribe al ambiente escolar. Tampoco debe limitarse al desarrollo de una competencia escrita basada en la gramática prescriptiva, sino, y sobre todo, debe orientarse hacia la adquisición de una competencia comunicativa funcional, basada, por ejemplo, en los géneros orales que se ajustan a la cultura en su conjunto, que no se reduce a un idiolecto ficticio de un grupo de individuos aislados de sus comunidades. Por el contrario, para que sea posible un proyecto de escritura, es necesario tener en mente las condiciones sociolingüísticas que prevalecen en la comunidad y sentar las bases para perfilar los mecanismos que finalmente facilitarán el compromiso social para generar la escritura, tales como los medios económicos para su desarrollo (en McCarty 1998 aparece un ejemplo excelente para el contexto anglosajón). El discurso bilingüe-bicultural o intercultural deja de lado las situaciones de dominación de las que forman parte los conflictos lingüísticos entre el español como lengua nacional dominante y las distintas lenguas indígenas. Los conflictos lingüísticos constituyen un producto de la interacción continua entre las culturas y lenguas indígenas, por un lado, y, por otro, las distintas instancias formales e informales de castellanización por parte de la sociedad y cultura nacionales. En su forma más exasperante, la ocultación de los conflictos lingüísticos típica de los postulados oficiales expresa, como su último recurso, una “ideología diglósica”, entendida como la tesis que desarrolla Ninyoles (1972, 1995). Lo que muchas veces ocurre es que el postulado retórico de vindicar los valores de las culturas indígenas se está transformando en una exposición purista de la lengua y la cultura (véase el capítulo IV). Estos procesos subyacentes de las ideologías diglósicas condenan y estigmatizan el uso de préstamos del español y pretenden hacer caso omiso de la influencia inne-

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gable ejercida sobre una serie de niveles distintos de análisis lingüístico (fonológico, léxico, sintáctico, etc.) y en diferentes grados para cada caso particular (para un análisis detallado de estos procesos, véase Flores Farfán, 1999). La retórica purista a la que nos estamos refiriendo tiende a postular y tolerar la creación de neologismos o nuevos sentidos semánticos en la lengua indígena, lo cual remite, paradójicamente, a las estructuras del español, al inventar en náhuatl, por ejemplo, formas léxicas para traducir las palabras pertenecientes al inventario descriptivo de la gramática española (sustantivo, verbo, etc.). Estos intentos de traducir y crear neologismos “idiolectales”, es decir, palabras nuevas en la lengua indígena, se basan exclusivamente en la competencia de un solo hablante. Estas creaciones responden a la necesidad de imponer el contenido curricular del programa nacional de primaria y obedecen a los modelos de análisis del español, como mostraremos en su oportunidad. Históricamente, los grupos indígenas de México no basan la transmisión del conocimiento del arraigo sociocultural en la naturaleza material de la escritura. El conocimiento se transmite mediante una rica y extendida tradición oral, formada por una serie de prácticas culturales y semióticas específicas. En el contexto de la escritura, la educación intercultural constituye el mito más reciente mediante el cual el Estado mexicano busca generalizar la práctica común de considerar el español la lengua nacional. Y esto trae consigo las contradicciones inherentes al proceso de diversificación lingüística, características de las ideologías diglósicas. He sugerido que los postulados ideológicos de la educación indígena oficial pretenden enseñar primero a leer y escribir en la lengua nativa, para luego pasar al español como segunda lengua. Sin embargo, el uso de técnicas de enseñanza tomadas de los modelos de la lingüística aplicada trata de recubrir con un velo científico el verdadero carácter ideológico y político de la generalización del español mediante el aparato educativo. Así, el uso de la lengua indígena está subordinado a la enseñanza del español e incluso de sus modelos gramaticales; es decir, la lengua indígena se usa

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como medio de instrucción para el objetivo lingüístico último que es la castellanización. Aunque no es posible generalizar, el programa bilingüebicultural o intercultural se enfrenta con situaciones ambiguas en la conciencia lingüística de ciertas comunidades, como las que he conocido en la región de Xalitla, Guerrero. En estas situaciones, la escuela se percibe como el lugar donde se aprende español, no náhuatl, como ya he sugerido (Flores Farfán, 1999). A pesar de lo que postula el discurso oficial, la diversidad lingüística y étnica que caracteriza el fenómeno plurilingüe en México sí se contradice con el intento de castellanizar apoyado por el Estado mexicano, lo cual remite a la confrontación entre la lógica del nosotros y la lógica de los otros. Aquí podemos notar el enfrentamiento de dos concepciones distintas: el proyecto de castellanización promovido por el Estado, con el objetivo de crear una imagen de sociedad nacional simbolizada por una lengua común, y la expectativa relacionada con la adquisición del español sin renunciar a las lenguas y culturas propias, basada en la reproducción oral como forma de organización discursiva específica de las culturas indígenas. Como parte de esta confrontación, los alfabetos y otros materiales desarrollados para llevar a cabo la educación indígena oficial responden a la necesidad oficial de generalizar el uso común del español como lengua nacional. Esto tiene una serie de consecuencias sobre los materiales, como el calco de estructuras dominantes del español sobre las estructuras lingüísticas y la falta de apego a la realidad sociocultural de estas mismas estructuras. A continuación resumo las causas que en general explican el fracaso en la producción y utilización de los libros bilingües para primer año. 1. La donación de alfabetos, como una reducción del problema educativo indígena a la dimensión técnico-pedagógica, en la que se proponen soluciones antes de conocer los problemas. 2. La escasez de estudios previos sobre la complejidad dialectal y desde luego sociolingüística, que se relaciona con problemas como la

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conciencia lingüística y las prácticas diglósicas que permiten el establecimiento de un alfabeto estandarizado en los casos en que resulta pertinente. 3. La reducción del problema de la educación indígena a la esfera lingüística y estática del fenómeno lingüístico, mediante formulaciones sobre la estructura de la lengua y/o a partir de datos fragmentarios parciales (derivados de idiolectos) que no escapan a la influencia de las estructuras del español como lengua dominante (García de León, 1976). 4. Por último, la caracterización implícita de la realidad sociolingüística de México como de “igualdad” lingüística, a partir de la manipulación tendenciosa de algunos conceptos, como el de bilingüismo coordinado o estable. Sin embargo, esto no pasa de ser una simple apelación retórica al estatus científico de la lingüística aplicada o la sociolingüística. Analicemos ahora la materialización específica de la influencia del español en los libros llamados bilingües-biculturales para el primer año de educación indígena, cuyos fenómenos se repiten en los actuales libros de educación intercultural en náhuatl e incluso en otros textos producidos independientemente. Esto muestra que el modelo de referencia para la producción escrita del náhuatl es el español y corrobora la tendencia a que los fenómenos de purismo se produzcan sobre todo en el ámbito léxico, como se vio en el capítulo IV.

2. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES UTILIZADOS PARA LA ALFABETIZACIÓN DE LA POBLACIÓN INDÍGENA NAHUA Para comenzar esta sección, reiteremos la advertencia de que el problema de la alfabetización en las comunidades indígenas no se puede reducir a

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una perspectiva estrictamente técnica; sin embargo, es posible analizar algunos problemas de este tipo. En esta parte del capítulo examinaré algunas inconsistencias y la innegable presencia del español en varios libros de texto para el primer año en náhuatl, diseñados bajo los auspicios de la Secretaría de Educación Pública a través de la Dirección General de Educación Indígena (DGEI). Los libros de texto analizados aquí son los que se diseñaron para los pueblos de Zongolica, Chicontepec, Acayucan, Huayacocotla (todos estos en Veracruz), Tlapa (Guerrero), Tehuacán, Huauchinango (Puebla) y Ciudad Santos (San Luis Potosí), además de los textos producidos más recientemente para la Sierra Norte de Puebla. Supuestamente, cada libro se ajusta a la variedad dialectal hablada en el pueblo correspondiente. Estos textos van acompañados por una guía en español, al igual que los de educación intercultural. El simple hecho de que esté escrita en español es un indicio de la primera contradicción significativa que revela la ilusión de un náhuatl escrito: el español ha sido impuesto como una camisa de fuerza. Por otro lado, el nombre de la lengua indígena que aparece en la portada de cada libro —con el peso psico-sociolingüístico que esto conlleva— se sujeta a las reglas de pronunciación y escritura del español. Considérese como ejemplo el título Amochtli ik ixpouali ika tla’toli nauatl, ik in te’tepetla niktlanpa kuetlaxkuapa. Libro de literatura en lengua náhuatl de la Sierra Norte de Puebla, que no toma en cuenta que en esta región la lengua local se denomina nawat.1 1

Para no abrumar al lector con excesivos ejemplos, dado que las conclusiones a las que se llega en este capítulo respecto de los problemas de influencia de la escritura del español en el náhuatl se repiten en mayor o menor medida en este texto, que contiene textos escritos por los niños, considero que lo dicho se les hace extensivo. Simplemente considérese que en el caso de los textos que sí analizo no existe página alguna en que no encontremos cuantiosos casos de influencia del español en la escritura del náhuatl. No contamos con información directa de los perfiles de los hablantes que produjeron estos textos, sino sólo con los registros escritos, por lo que no se abunda mayormente en ello.

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En este sentido, está claro cuál es la política de alfabetización autorizada cuando se trata de nombrar las lenguas indígenas: desde que son pequeños, los hablantes deben reconocer el nombre atribuido a su lengua nativa por la cultura dominante, que apoya el español como lengua nacional legítima, sobre todo en el nivel escrito. Por otro lado, y aunque se da por hecho que el alfabeto acordado es fruto de la discusión entre, en el mejor de los casos, los maestros bilingües de las distintas regiones en las que se utiliza el modelo bilingüe-bicultural o intercultural, no existe una justificación del alfabeto “naua” y prácticamente no hay indicios acerca de cuáles son sus reglas de escritura y pronunciación. Es más, no hay un estudio detallado, capaz de apoyar el desarrollo de materiales, que reconozca los distintos dialectos y sus grados de representación en cada uno de los ocho textos. Estas omisiones confirman la idea de que no existen estudios previos para el desarrollo de libros (por ejemplo, sobre la complejidad dialectal). Si los hubiera, estos estudios serían útiles para las decisiones que apoyan la estandarización de los alfabetos. Consideremos el título Noamoch tlen se xiuitl tlamachtilistli (literalmente, “Mi libro que un año enseñanza”), utilizado en los primeros ocho libros analizados, que de hecho homogeneiza las diferencias regionales de los dialectos del náhuatl. Esto implica un primer problema para la escritura de la lengua, dadas las características de la variante dialectal elegida para el título: 1. Utiliza al menos una palabra (amoxtli, “libro”) en náhuatl clásico que es obsoleta, i. e., cuyo uso actual es dudoso. 2. No es estrictamente clásica, dado el elemento tlen, que es tlein en la variedad clásica. 3. Corresponde a alguna variante del centro, en la medida en que usa -tl como sufijo absolutivo. 4. No declina la vocal del prefijo posesivo de primera persona, no(“mi”), como sería de esperarse —esto se debe al efecto de una hipercorrección acentuada en el registro escrito, debida al gran poder

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de una variante al interior de la DGEI (la de la Huasteca). Es decir, noamoch se produce como una forma que ni sigue ni se sujeta a las prescripciones gramaticales quizás consideradas, como las del náhuatl clásico (Andrews, 1975; Launey, 1979). La “norma idiolectal” es el producto de una reflexión acentuada acerca del habla, análoga a la situación que genera la metodología de la elicitación lingüística (mediante los cuestionarios, por ejemplo) al imponer un uso lingüístico artificial (véase capítulo IV). Mis observaciones por ahora se han restringido a los títulos de los libros porque considero que contienen suficientes elementos para demostrar las limitaciones, contradicciones y el concepto subyacente de la propuesta oficial: una traducción forzada del español al náhuatl, efectos de la hipercorrección y la ilusión de un alfabeto náhuatl “estándar”, como opuesto a la necesidad de escribir en español (queda claramente manifiesto en la guía). En lo que sigue sintetizaré algunas de las principales inconsistencias y contradicciones presentes en los ocho textos. Para ello tendré presentes los niveles fonológico y morfológico en relación con el problema de la escritura y, en particular, la persistencia ortográfica del alfabeto español en náhuatl. El nivel morfológico también señala la falta de definición de criterios léxicos en los textos. Comenzaré por señalar que, a pesar de la intención de usar caracteres ortográficos distintos a los del español, éstos se encuentran en el alfabeto “naua” usado en los textos. Esto se puede ver si prestamos atención a la escritura de la fricativa glotal sorda /h/, que se escribe con “j”, como en español: nimaj (“entonces”). Como en el español mexicano actual la letra “h” no representa ningún sonido, parece normal omitirla en náhuatl; es decir, queda excluida la posibilidad de usar la “h” con su propio sentido en náhuatl, de modo que en lugar de ihkinoh (“así”), aparece ykinoj, y kuajkualtsitsin papalome en lugar de kwahkwaaltsitsiin papaaloomeh (“mariposas hermosas”).

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Con estos mismos ejemplos podemos seguir notando la influencia decidida del español sobre la representación de otros fonemas aparte de /h/. Es el caso de la reinterpretación de la oclusiva velar sorda labializada /kw/, uno de los fonemas característicos del náhuatl que no existe en español. Este fonema se representa ortográficamente con el dígrafo “ku”, similar a la lengua clásica, en la que puede ser “qu” o “cu”, como en español. En la “tabla de fonemas consonánticos” que aparece en la guía no se registran ni /kw/ ni otros fonemas característicos del náhuatl, como la africada lateral sonora /λ/. Tampoco se aclara que el sonido representado por el dígrafo “ch” no es equivalente a dos fonemas. Además, /kw/ y /y/ constituyen elementos de la estructura fonológica del náhuatl, no casos de labialización o palatalización, como se describe en la guía. Así, la tabla de “fonemas” es, en todo caso, una tabla ortográfica, no fonológica; en ella se explican los sonidos más diferenciales de la lengua a partir de combinaciones de grafemas del español mexicano actual. La influencia de la escritura del español determina la selección de otros signos ortográficos, como en el caso de la semiconsonante bilabial sonora /w/, representada por “u”. Aparte del hecho de que en náhuatl [o] y [u] tienen un valor fonológico idéntico —es decir, que [u] no es más que un alófono de /o/—, el uso de “u” ejerce violencia sobre la realidad consonántica de /w/. A causa de la escritura, esto produce por lo menos la impresión de que existen grupos vocálicos irrelevantes a la realidad del náhuatl, que no permite sílabas con grupos vocálicos de más de un segmento (i. e., no se permiten los diptongos). Para corroborarlo, considérese lo siguiente: (1) (2) (3) (4)

tiueiyas, “crecerás” xiuitl, “año” uan, “y” kouatl, “serpiente”

En el alfabeto “naua”, la ausencia y la variación dialectal de la oclusiva glotal no está señalada ni explicada. Sin embargo, es probable que esto

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—junto con la longitud vocálica, que tampoco se menciona— tenga un valor fonológico en por lo menos algunos dialectos. Es un caso claro de “subdiferenciación fonémica” (Weinreich, 1968: 18) debida a la influencia del español sobre el náhuatl. En pocas palabras, la cantidad vocálica en náhuatl constituye una oposición fonológica específica que no se considera de manera sistemática. En el caso de Acayucan, la cantidad vocálica se señala de manera esporádica y aparece marcada más adelante en el mismo libro: (5) kitooka taka toma, “el hombre siembra tomates” (6) taka kitoka xikama “el hombre siembra jícamas” (kitoka sin cantidad vocálica significa “lo sigue”)

Estos ejemplos ilustran, a su vez, el hecho de que las prácticas en el nivel sintáctico incluidas en los libros tampoco presentan un estándar consistente y desde luego la influencia del español existente, que como en (6) ya presenta el orden básico de la lengua dominante. Compárense entre sí y con los anteriores los siguientes ejemplos (tomados del libro de Tlapa): (7) kitoka ayojtli in tlakatl, “el hombre siembra calabaza” (8) kikua tsopilotl nakatl, “el zopilote come carne”

Con estos ejemplos, parecería que a fin de cuentas el uso de la partícula relacional in y el orden sintáctico fueran indistintos, por lo menos en Tlapa, lo cual sin duda también es sospechoso. Por un lado, la definición del morfema como una unidad mínima de significado proporciona un criterio para definir dónde empiezan y terminan las palabras. En otro nivel de análisis, un acto de habla también constituye un criterio válido para definir los límites de la palabra. Estos criterios no se aplican de manera sistemática, por lo menos en la escritura de las formas exhortativas presentadas en los libros. Para marcar el modo optativo (formas imperativa y exhortativa), el náhuatl usa la partícula maa (“oja-

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lá que así sea”), más los mismos sufijos de sujeto del modo indicativo para la primera y tercera personas, formas usadas para indicar distintos grados de obligación y el deseo del hablante de comprometer al oyente o a sí mismo con determinado curso de acción, que son actos de habla incluidos en la categoría de comisivos y directivos (véase, por ejemplo, Searle 1976: 11). En los libros de Acayucan, Zongolica, Ciudad Santos, Tehuacán y Tlapa, en general, maa se escribe unido al prefijo del sujeto: (9) makalaki, “que entre él” (Acayucan) (10) matikmatikan, “que lo sepamos” (Ciudad Santos) (11) matikitakan, “que lo veamos” (Tlapa)

Sin embargo, los libros de Huauchinango, Huayacocotla y Chicontepec escriben maa separado del verbo: (12) ma tikonikan, “bebamos” (Huauchinango) (13) amo ma tikinapismitikaj, “que no los matemos de hambre” (Huayacocotla) (14) amo ma tikinmakilikaj, “que no los golpeemos” (Chicontepec)

Esto se repite en el libro La educación intercultural bilingüe. Cuaderno de trabajo para las niñas y los niños de educación primaria indígena, del quinto y sexto grados de primaria, diseñado para la Sierra Norte de Puebla, pero sin un criterio uniforme. Maa debería escribirse separado, atendiendo a la estructura de la lengua, que permite ingresar una negación después de esta partícula: maa-ka (“que no”), como cuando se le dice a un niño que no haga algo. En realidad, los problemas derivados de la influencia del español de estos ejemplos, provenientes de libros que fueron publicados en los tiempos en que la educación oficial en México hablaba de educación bilingüe-bicultural, siguen siendo vigentes en mayor o menor medida en las propuestas más recientes de escritura, que aparecen tanto en la traducción de textos oficiales como en los libros producidos para la educación intercultural.

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En el libro La educación intercultural bilingüe se plasma desde el inicio la subordinación del náhuatl al modelo —y no sólo escrito— del español. De hecho, la elaboración de todo el libro en lo que al náhuatl se refiere constituye una traducción del español. Más aún, tanto el título como las primeras páginas interiores, incluidas la presentación y el índice del libro, están totalmente en español, sin ni siquiera un intento de traducirlos al náhuatl. Por otro lado, el término “náhuatl” se utiliza indistintamente para referirse a la lengua y al grupo, incluso de manera errónea —”Somos nauatl mexicanos” (p. 7)— y haciendo caso omiso de las denominaciones locales para referirse a la lengua propia (“náhuatl” es una denominación más propia de la academia). Independientemente de estas cuestiones, las prácticas de inconsistencia en la escritura se repiten en estos libros, constatando fenómenos idénticos a los que se presentan en los libros ya analizados, realizados hace alrededor de dos décadas para la educación que en su momento, como hemos visto, se denominaba “bilingüe bicultural”. Recapitulo algunos de los fenómenos constatados en los textos que son recurrentes tanto en libros de educación bilingüe bicultural como en los de la llamada educación intercultural. En general, puede decirse que no existe un análisis que apoye la escritura del náhuatl desde la estructura de la lengua misma. Por el contrario, la escrituración de la lengua indígena se somete a la influencia ineludible e inconfesable del español, tal como lo muestra el siguiente ejemplo (en adelante, todos los números de página indicados en los ejemplos corresponden al libro La educación intercultural bilingüe de la Sierra Norte de Puebla): (15) tlen a’mo mits pak-tia por tlen a’mo mitspak-tia que neg 2obj alegrar-caus “Lo que no te alegra” (p. 9)

Nótese que mits- (“a ti”), es un pronombre ligado, que desde luego en náhuatl no tiene sentido aislado, sino que requiere una raíz para cobrar

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sentido pleno, a diferencia del español, en el que efectivamente se puede, por ejemplo, contestar “gracias a ti”. En un cálculo estadístico de los fenómenos debidos a la influencia del español se revela que éstos prevalecen más que aquellas formas que se apegan a la estructura náhuatl nativa. En la misma página del ejemplo anterior encontramos mits- separado tres veces, en contra de una en la que se escribe como una sola palabra. Semejante separación se ejerce, en el caso de las formas indicativas del verbo, tanto a nivel del sujeto de la acción en los pronombres personales como en las segundas personas (ejemplo 15.1), o el objeto de la misma (15, 15.2), incluyendo objetos cuya trayectoria es reflexiva (15.2.1) o no (15.2.2) y se hace extensiva al imperativo (15.2.3). (15.1) maski amo ti kilnamiki por maski amo tikilnamiki aunque neg 2sg recordar “Aunque no lo recuerdes” (p. 19) ti tla’toua por titla’toua 2sg hablar “Hablas” (p. 18, passim) ti kochi por tikochi 2sg dormir “Duermes” (p. 18) ti tlami-s-ki por titlamiski 1pl terminar-fut-pl “Terminaremos” (p. 22) (15.2) mo paleui-ya por mopaleuiya ref ayudar-impe “Se ayudaba” (p. 19) ti mu tlakenti-ya por ti mutlakentiya 2sg ref ropa-impe “Te vestías” (p. 19)

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Recuérdese que en la escritura del español el objeto, como en este último caso del reflexivo, se trata como lo que es, un clítico, como en “te vestías”, en el que también el pronombre ligado se trata como si fuera un pronombre enfático: “tú te (ref) vestías”. Existen formas como esta última que varían “libremente” en cuanto a sus marcadores, como -a / ya del imperfecto, en una y la misma forma: (15.2.1) mo tlaken-ti-a ref vestir-caus-imper “Se vestía” (p.22) (15.2.2) kin pak-tia por kinpaktia 3objpl alegrar-caus “Los alegran” (p. 11)

En no pocas ocasiones, la separación de las palabras recibe un tratamiento arbitrario, en el que por ejemplo el pronombre ligado y el objeto se escriben separados del verbo, generalizando la “regla” del español: (15.2.3) ti-k- mati-ya por tikmatiya 2sg-3obj saber-impe “Lo sabías” (passim) ti yek ixmati-s por tiyekixmatis 2sg correcto conocer-fut “Lo conocerás” (passim)

La separación de los constituyentes nahuas con base en la escritura del español se produce no sólo en el caso del verbo, sino desde luego también en el del sustantivo, como ilustramos en lo que sigue.

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3. LOS POSESIVOS COMO EJEMPLO DE LA INFLUENCIA DEL ESPAÑOL EN LA ESCRITURA DEL NÁHUATL Dado que en español los pronombres posesivos se escriben desagregados del sustantivo, esta práctica se replica en náhuatl: (16) no chan (p. 10) por nochan (passim) 1possg hogar “Mi hogar” (16.1) no altepe-tl (p. 10) por no-altepe-u 1possg pueblo-abs 1pos-pueblo-sg “Mi pueblo” mo-altepe-tl (p.151) por mo-altepe-u 2pos-pueblo-abs 2pos-pueblo-sg “Tu pueblo”

Independientemente de que en (16.1) se utilice una palabra (altepetl, “pueblo”) que probablemente se importa del náhuatl clásico o colonial —una estrategia purista recurrente— (véase capítulo IV), nótese que la forma que se produce es por completo agramatical, por lo menos en variedades aún vitales e incluso en modalidades altamente hispanizadas del náhuatl, como la de Xalitla, Guerrero (Flores Farfán, 1999). La única situación en la que se ha registrado la concurrencia de un marcador posesivo con uno absolutivo es en variedades que están a punto o muy cerca de extinguirse, en las que el fenómeno constituye la expresión material del nivel de obsolescencia en el que se encuentra la lengua (Flores Farfán, 2004b, 2008). En este caso, es posible que dado que el náhuatl de la Sierra Norte de Puebla en general presenta altos grados de vitalidad, la aparición del fenómeno pudiera deberse a la artificialidad de la variedad escrita que utiliza un elemento probablemente ajeno a la cotidianeidad

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lingüística de las comunidades en cuestión (altepetl, “pueblo”). O bien al hecho de que efectivamente los redactores/traductores de esta(s) obra(s) ya son más competentes en la lengua nacional que en su lengua materna, o a la concurrencia de ambas explicaciones. Otros ejemplos que utilizan formas provenientes de la lengua clásica o que constituyen extensiones de significado son: (16.1.1)

mo amoch 2possg libro “Tu libro” (p. 32) mo ama-u 2pos papel-sg “Tu papel”; i. e., “tu libro” (p. 115)

De cualquier manera, de nuevo el texto está pletórico de formas ligadas desagregadas, con base en la estructura del español. Entre muchas otras, considérense las siguientes: (16.2) to kol-uan por tokolvan 1plpos abuelo-plpos “Nuestros abuelos” (p. 19) to tlakayo por totlakayo 1plpos cuerpo “Nuestro cuerpo” (pp. 122, 123, passim) to tlakual por totlakual 1plpos comida “Nuestra comida” (p. 149) to mexko por tomexko 1plpos mexico “Nuestro México” (p. 20, passim)

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Otros ejemplos de la influencia del español en la escritura del náhuatl incluyen las formas relacionadas con el modo optativo, en las que de nuevo los pronombres ligados se desagregan, generalizando lo que no se hace ni siquiera en español: (17) xi-k chiua por xikchiua imp-3obj hacer “¡Házlo!” (p. 32, passim) (17.1) xi-k te-teki por xikteteki imp-3obj-red cortar “¡Córtalo!” (p. 39) (17.2) xi-k temo por xiktemo imp-3obj-buscar “¡Búscalo!” (p. 39)

La tendencia a desagregar se sobregeneraliza arbitrariamente a otras formas que no tienen parangón en español, como lo es la forma más antecedente del paradigma verbal, el perfecto, que en náhuatl constituye el eje de la organización tempo-aspectual y se marca con o-: (17.3) o ti-k chichiuj por otikchichiuj per 2sg-3obj hacer “Lo hiciste” (p. 176) (17.4) o ti-k yek ita por otikyekita per 2sg-3obj bien ver “Lo viste propiamente” (p. 176)

Es más, la desagregación de la marca del perfecto encuentra una motivación directa en el calco de una forma análoga en forma y función al culminativo “ya” del español, reinterpretado como yo:

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(17.5) y-o kin pano-k por yokinpanok cul-per 3objpl-sg “Ya las pasaron” (las enfermedades) (p. 134)

La desagregación del perfecto puede allegarse al del objeto, como en: (17.6) o-kin tla tlani por okintlatlani per3-objpl pedir “Le pidieron” (p. 140)

Nótese cómo en (17.6), con base en el modelo del español, se separa un no objeto y se sobregeneraliza tanto, que incluso un tla- que pertenece a la raíz, homófono del objeto indeterminado tla-, se trata como tal, por lo menos a nivel escrito. De cualquier manera, semejante tendencia a la separación, incluso arbitraria, de las palabras, puede inconscientemente estar jugando un papel en el favorecimiento de la emergencia de estructuras más analíticas que polisintéticas, un pasaje que ha sido bastante bien documentado como resultado del contacto del español con el náhuatl y que estos textos pueden estar igualmente reforzando o por lo menos manifestando. Es decir, aunque esto requeriría un análisis más detallado, es posible que en estos textos se prefieran estructuras más analíticas que polisintéticas, como de hecho es el caso en: (18) Tik neki tikmatis keni ki chichiua Danieltsi…? por …tikmatisneki… “¿Quieres saber cómo lo hace Danielito?” (p. 39) (18.1) Tik niki tikin paleuis? por …tikinpaleuisniki…? [nótese la variación arbitraria e/i (véase 18.2, 18.4)] “¿Quieres ayudarlos?” (p. 43)

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(18.2) Tik neki tik’ikuilos? por Tikkuilosneki…? [nótese el uso de ‘ para marcar lo que se presume sería un saltillo, también utilizado arbitrariamente] “¿Quieres escribirlo?” (p. 51) (18.3) tik neki tikchiuas por tikchiuasneki “¿Quieres hacerlo? (p.186) (18.4) Tik niki timomachtis? por Timomachtisneki? “¿Quieres aprenderlo? (p. 42)

Irónicamente, junto con los fenómenos aludidos de influencia del español sobre la escritura del náhuatl, aparece desde luego el fenómeno del purismo, limitado al léxico, lo cual corrobora lo que ya se había constatado al tratar el tema en el capítulo IV y en otros estudios (véase, para el náhuatl, Hill y Hill, 1986). Es, de nuevo, en el caso de los pesos y medidas, en particular de los numerales, donde se manifesta con más claridad la tendencia purista: (19) makuili tsontli uan kaxtoli poali xiuitl cinco cuatrocientos con quince veinte año “Dos mil trescientos” (p. 148)

Paradójicamente, en la página 206 encontramos un préstamo del numeral cinco del español, escrito con número, cuando en general todavía en la práctica oral cotidiana es común encontrar la forma nativa, macuilli: (19.1) kana 5 cm xik yek teki por kana macuilli cm xikyekteki “Córtalo bien como cinco centímetros” (p. 206)

De nuevo, más allá de que es muy difícil que esté en uso el numeral del ejemplo (19) —pues se introduce con base en el antiguo sistema vigesimal—, las palabras se tratan de manera analítica y no polisintética; es decir,

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makuili tsontli bien podría ser makuiltsontli (“2000”), al igual que kaxtoli poali kaxtolpoali (“300”). Otros fenómenos léxicos con los que se “purifican” las variedades escritas son, desde luego, neologismos o neosematismos, como “petróleo” (19.2) o “tractor” (19.3). (19.2) tlil-yo-kuitlatl negro-gen-excremento “El excremento negro” (p. 152) (19.3) tepos-popokatl Fierro-humo “El fierro que humea” (p. 152)

La tendencia a purificar e imponer elementos ajenos a lo que podríamos considerar la práctica bilingüe de las comunidades en ocasiones da como resultado una variedad bastante artificial que quizás llega a ser ininteligible para los niños, por lo menos en parte. Una muestra de esta artificialidad es el uso de -tl como absolutivo en los libros de la Sierra Norte de Puebla, cuando en esta región el absolutivo usado es -t: ya desde el título se escribe nauatl y no naua-t. Los fenómenos aludidos no son privativos de los textos oficiales. El referente escrito del español es tan poderoso que permea ejercicios escritos en otros ámbitos, incluso independientes, como el taller de lectura y escritura en lengua náhuatl que se lleva a cabo en Actopan, en la Delegación Milpa Alta de la ciudad de México, donde miembros de la sociedad civil han iniciado un muy loable movimiento de recuperación de la lengua y cultura nahuas. A continuación transcribo un cartel que produjeron derivado de uno de los talleres de promoción del náhuatl para los niños de Actopan y que resume algunos de los fenómenos que ya hemos visto:

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(20) Ma inin pahpaquiliztli to nahuatlahtolli aic polihuiz ma coconehtoto in Atocpan qui toquilican ma totahtzin to natihu [sic] qui mo tlanextili Que esta alegría de nuestra palabra náhuatl nunca se pierda que los niños de Actopan la continúen que nuestro padre sol les de [sic] la luz

Nótese un fenómeno muy recurrente en todas las propuestas de escritura revisadas para el desarrollo de este análisis. La desagregación del pronombre ligado to- de la primera persona del plural “nuestro”, que replica la forma y función de un pronombre libre o enfático, como funciona en español, favoreciendo lo que en otros trabajos he llamado “sintagmatización” (véase, por ejemplo, Flores Farfán, 2004b). En to nahuatlahtolli también corroboramos el fenómeno de nivelación o neutralización de paradigmas que ya hemos constatado en los libros de texto oficiales, en el sentido de que una forma que canónicamente se utiliza en náhuatl sólo para los sustantivos poseídos (to-) se combina con una forma absolutiva, en el caso que nos ocupa (-li) (para otros ejemplos de este tipo, véase Flores Farfán, 2004b, 2008) (véase ejemplo 6.1). (20.1) to nahuatlahtol-li 1pospl-habla náhuatl-abs “Nuestra lengua náhuatl”

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Más aún, nótese cómo en este pequeño fragmento el uso de to- como unidad independiente se llega a sobregeneralizar al grado de aplicarse a casos en que no cumple una función posesiva. Esto puede observarse en el ejemplo (20) con to natihu (“sol”), un nombre propio (aquí también encontramos un fenómeno de influencia escrita del español en el ámbito ortográfico náhuatl, o llanamente un error: hu por uh). El siguiente ejemplo (20.2) es también de suyo elocuente de la influencia de la escritura del español en el náhuatl: qui toquilican. Nuevamente, un pronombre ligado, en este caso de objeto específico, se trata como un clítico, como en español, tal como también hemos visto en los libros de texto: (20.2) qui toqui-li-can 3obj-seguir-apl-plr “Lo sigan”

Dicho sea de paso, como en una relación de espejo, es interesante destacar que en el español indígena los hablantes de náhuatl (y de otras lenguas indígenas) marcan la obligatoriedad del objeto replicándolo con el clítico lo, como en frases del tipo “usted lo come tortilla” (Flores Farfán, 1992, 1999). En suma, en el ejemplo (20.2) el pronombre qui de tercera persona objeto específico resulta resonante de su escritura y tratamiento en español, por no hablar de (20.3), en el que se replica igualmente la estructura escrita del español: (20.3) qui mo tlanex-tili 3obj-ref-luz-apl “Les de [sic] la luz” (H)

Nótese que este ejemplo combina un pronombre reflexivo con una forma aplicativa, la manera más conocida de formar el honorífico en náhuatl clásico, cuya variedad en mayor o menor medida es cercana a la modalidad

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de la lengua de la zona de Actopan, donde sólo quedan unos cuantos ancianos que la llegan a hablar. Estos ejemplos nos invitan a hacer una reflexión final sobre el impacto que todas estas transferencias de la escritura del español al náhuatl tienen sobre la propia lengua indígena. En términos generales, se puede decir que vienen a reforzar la tendencia a la sintagmatización o al pasaje de una estructura más polisintética a una más analítica en términos tipológicos, con lo que la escritura contribuye, también, al afianzamiento de esta tendencia. Más aún, el hecho de acercar la escritura del náhuatl a la del español sigue reproduciendo la idea de la subordinación de la indígena al español. Todos estos ejemplos dejan claras las inconsistencias presentes en libros y textos que en realidad leen muy pocas personas, si es que alguna. Incluso si los juzgamos sólo desde el punto de vista técnico, está claro a partir de los ejemplos analizados que falta un conocimiento sistemático de la estructura de la lengua y las herramientas proporcionadas por la lingüística. Sin embargo, escribir una lengua no es sólo un asunto técnico, sin importar qué tan documentada esté la propuesta. Por el contrario, la función social de la escritura es una necesidad prioritaria si es que la escritura ha de adquirir algún sentido para las comunidades, más allá del valor simbólico que en efecto puede llegar a proveer, si se le concibe en el sentido más positivo posible. Sin embargo, como veremos más adelante, la idea de estandarizar y reducir la política lingüística a la escritura o la escuela en realidad es un gesto eurocéntrico que muchas veces más que favorecer el mantenimiento de las lenguas indígenas ha contribuido a su desplazamiento.

4. ESBOZO DE ALTERNATIVAS A LA POLÍTICA LINGÜÍSTICA OFICIAL EN MÉXICO Ante el panorama prevaleciente en la educación indígena, descrito en las secciones anteriores, durante la última década un equipo de personas in-

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dígenas y no indígenas hemos realizado un esfuerzo por transferir poder a las lenguas y culturas nativas mediante la producción de una serie de materiales y su difusión en las comunidades. Este proyecto piloto, denominado Proyecto de Revitalización, Mantenimiento y Desarrollo Lingüístico y Cultural (PRMDLC), auspiciado por CONACyT, se basa en la idea de una metodología coparticipativa e intercultural que produce materiales atractivos al tiempo que capacita a personas indígenas en las distintas esferas de las artes y las ciencias educativas. El proyecto se basa de manera crucial en una serie de supuestos que se describen brevemente en lo que sigue y que se apartan críticamente de las prácticas oficiales descritas antes (para más detalles, véase Flores Farfán, 2001c y 2006). Nuestro corpus para planear la intervención se basa, en primer lugar, en los contenidos étnicos que parecen ser más familiares para las propias comunidades. Por ejemplo, utiliza de preferencia medios orales y pictográficos, para evitar los sesgos externos, etnocéntricos y sobrepuestos, como los que guían las prácticas escolares. Un ejemplo de la preferencia por los recursos pictográficos propios es el amate (“papel de corteza”), en cuya superficie han desarrollado una tradición pictográfica muy interesante los propios pueblos indígenas, en especial los nahuas del Alto Balsas, en el estado de Guerrero. Basado en una cultura de innovación y recreación constantes, el amate es un recurso socioeconómico muy importante para las comunidades nahuas y en lugar de destruir la cultura indígena ha tendido a reforzarla, al tiempo que genera un ingreso importante que mantiene las comunidades vivas y sanas (para más detalles, véase Amith, 1995). Nosotros recuperamos esta tradición para nuestros esfuerzos de planeación educativa, al transferir la iconografía del amate a distintos medios, incluidos videos tridimensionales, libros con casetes para niños e incluso un sitio de internet (http://www.kokone.com.mx) (Flores Farfán, 2001c y 2006; http://www.ciesas.edu.mx/jaff/index.html). Por otro lado, una manera de recuperar la tradición narrativa oral nahua son los videos, que se usan en talleres a los que toda la comunidad

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está invitada a participar. La dinámica es la siguiente: convocamos a la comunidad a participar, le mostramos el video y luego preguntamos la opinión de los participantes, principalmente niños, para conocer su reacción ante los contenidos de cada uno de los videos, que contienen adivinanzas y la historia de Tlakwatsin (“el tlacuache”) y Aalamatsin (“la sirena”). Esto permite animar el ambiente y promover la participación de manera relajada y alegre. Una última actividad es contar adivinanzas. Los que las adivinan reciben como regalo libros y/o los casetes que los acompañan. Esta actividad genera bastante participación. Todo el taller se realiza en náhuatl, que es la lengua amenazada de muchas de estas comunidades. Esto funciona como una manera de revalorar la lengua indígena lejos del ambiente escolar, donde, como se mencionó, los padres esperan que sus hijos aprendan español, de modo que la lengua indígena se usa, en el mejor de los casos, como medio de instrucción. Una ventaja importante del proyecto PRMDLC es que los materiales son de la mayor calidad posible, para contrarrestar la práctica (sobre todo oficial) muy común, por lo menos en México, de elaborar materiales educativos de mala calidad, casi la inferior. Como parte de la concepción y planeación cualitativa, partimos de la idea de que escribir la lengua tiene un valor simbólico importante, al revertir los estigmas asociados con las lenguas indígenas: que no pueden escribirse, que no tienen gramática, que son “dialectos” y demás. Todos estos sesgos son herencia de una mentalidad colonialista y discriminatoria que, desafortunadamente, sigue siendo muy común en todo México entre la población en general: sin ir más lejos, en el español mexicano la palabra “indio” se usa como insulto. No obstante, también estamos convencidos de que los esfuerzos de planeación lingüística no se pueden reducir a la producción de un alfabeto para “escribir” la lengua, como sugerimos en las secciones anteriores. Más bien, la escritura puede y debe introducirse por otros medios, como hicimos de hecho mediante los videos y audiolibros del proyecto PRMDLC.

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Es más, los videos tienen versiones bilingües. Se han subtitulado y doblado para usarse con niños urbanos y de otras partes. Esto tiene dos efectos positivos. Al tiempo que proporciona a los pueblos indígenas materiales de calidad que compiten con e incluso superan en calidad los materiales presentados, por ejemplo, en televisión, también tienen la función de enseñar a los niños que hablan español los valores y estética de las lenguas y culturas indígenas, con la esperanza de promover un diálogo intercultural. La fase de adquisición del corpus es quizás la más difícil de cualquier esfuerzo de planeación lingüística. Aunque hemos logrado introducir una cantidad bastante grande de material para el consumo local de las comunidades, aún tenemos que evaluar su efecto sobre la conciencia lingüística en términos de las posibilidades planteadas por su utilidad para revertir un cambio lingüístico y cultural y contraponerse a los distintos estigmas y prácticas discriminatorias que instituciones como el sistema escolar han perpetuado durante mucho tiempo. Dada la capacidad de los pueblos indígenas para superar una serie de dificultades económicas y políticas para sobrevivir y garantizar la continuidad de su lengua y cultura ancestrales, como la tradición del amate ya mencionada, también sería un avance promover la reapropiación del sistema escolar para reforzar la identidad lingüística y cultural. Estamos comenzando a trabajar sobre este objetivo al crear, junto con los actores locales, pequeños espacios alternativos en la región, basados en la estructura de los talleres que describí brevemente. A continuación expando esta perspectiva —que parte de concebir la escritura o la escuela no como el principal o, por lo menos, no el único recurso para transferir poder a las lenguas y culturas amenazadas— y desde una óptica sugerente intento ofrecer elementos constructivos, a partir de la visión crítica que hemos desarrollado a lo largo de este trabajo.

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5. LOS CONTEXTOS MULTILINGÜES: UN RETO PARA LOS SISTEMAS EDUCATIVOS LA ESCUELA Y SU INSERCIÓN EN LA SOCIEDAD De entrada, y como han afirmado distintas investigaciones (e. g., Fishman 1991), no es posible ni deseable circunscribir el tema de la gestión del multilingüismo al ámbito escolar, por más avanzado que sea el modelo de escuela de referencia. Idealmente, el multilingüismo debe gestarse en todos los ámbitos y por la sociedad entera, si es que éste ha de mantenerse. La escuela y por extensión cualquiera de los sistemas educativos deberían verse entonces en su interacción con la sociedad mayor, una cuestión de suyo compleja y variable de comunidad a comunidad. Si bien como sabemos existen excepciones, como el caso catalán, en que la escuela ha resultado una vía bastante exitosa para la defensa del mismo, de igual manera el propio caso catalán nos muestra que la acción desde arriba vertida por ejemplo en la política escolar de uso del catalán como lengua de instrucción tampoco puede determinar unilateral o totalmente el futuro de una lengua minorizada. Mucho menos enfrentar el reto del multilingüismo sólo en el aula. Para ello hay que primero reconocer las condiciones en las que el multilingüismo se ha desarrollado y prevalece histórica y localmente. Por ejemplo, en Cataluña hoy día se hablan mucho más de dos lenguas (Hall, 2001). En este sentido, como sabemos por investigaciones recientes, hay que determinar cuál es la valoración que el multilingüismo tiene en una sociedad determinada, considerando entre otras cuestiones si éste está o no libre de conflictos, o hasta qué punto esto es o puede ser así. Las predisposiciones para el aprendizaje o por lo menos la tolerancia hacia otras lenguas y culturas se cuentan entre las primeras tareas que hay que emprender en el conjunto de la sociedad para fomentar un ethos multilingüe propicio para la intervención educativa, el trabajo en el aula.

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Preguntarse si se trata de situaciones de relativa estabilidad o no, o por el tipo de relaciones de poder que imperan en los usos multilingües circunscritos a grupos sociales invita a realizar investigaciones longitudinales de distintas realidades vinculadas al multilingüismo y, a partir de ahí, desarrollar políticas bien formadas e informadas para, entre otros, plantear y aplicar programas escolares acordes con las situaciones sociales de referencia. De ahí el valor de realizar investigación y de vincular sus resultados a determinados sectores sociales. Más aún, hablar de metodologías emergentes para el desarrollo de nuevas propuestas educativas requiere considerar seriamente la posibilidad de integrar de manera directa a sectores comunitarios clave en el desarrollo de las investigaciones de referencia, sin cuyo concurso ninguna acción, por más informada que sea, puede resultar exitosa. La concertación entre distintos sectores de la sociedad para el desarrollo de propuestas educativas es entonces un imperativo para enfrentar retos como el del multilingüismo en la escuela. Por ejemplo, desarrollar investigación “con” y no sobre los hablantes de lenguas amenazadas constituye ya un paso fundamental en esta dirección, que entre otros permitiría incorporar los recursos con los que los educandos llegan al aula, sobre todo en situaciones de bi y multilingüismo. Las maneras de defender el multilingüismo no parecen poder reducirse a un solo factor, mucho menos si se quiere a sólo una cuestión superestructural como la escuela o la escritura. Si bien efectivamente el factor económico llega a guardar preeminencia respecto de otros tantos elementos, no es posible ni mucho menos deseable generalizar todas y cada una de las situaciones, sin caer en una lógica mecanicista. Con todo, es claro que hay que resolver el aspecto económico para poder desarrollar otras facetas de la revitalización o desarrollo lingüístico y cultural, con lo cual efectivamente podríamos hablar de una jerarquía en la pirámide de la revitalización lingüística y cultural, o si se quiere de la celebración del multiculturalismo, a la manera de las pirámides ecológicas, donde es evidente que hay que contar con condiciones mínimas de bienestar social para estar

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en condiciones de desarrollar estrategias de reivindicación del patrimonio lingüístico y cultural.

LAS POLÍTICAS DESDE ARRIBA ABAJO, SU EFICACIA Y LIMITACIONES

Sin duda como política de Estado el reconocimiento de la co-oficialidad de las lenguas minorizadas en el ámbito de los Estados nacionales es un paso muy importante, si bien no suficiente, para la estabilización del multilingüismo. Los recursos y contextos en los que éste se desarrolla varían enormemente y en general los retos no pueden ser acometidos de manera cabal porque en la mayoría de los casos no se cuenta con la infraestructura de todo tipo que pudiera informar modelos educativos de intervención exitosa. En el intento por gestionar el multilingüismo hay que acometer distintas tareas de una gran envergadura, como la de una revisión general de distintos casos de multilingüismo para perfilar tipologías y topologías de situaciones multilingües que nos permitan entender más y mejor cómo integrar el multilingüismo en la escuela en tanto un recurso de aprendizaje activo. En este sentido, se requiere efectivamente por lo menos una base, si no es que un modelo de investigación-acción amplio, que dé forma a políticas multilingües pertinentes, en contraposición a las acciones asimilacionistas coloniales que históricamente no han terminado por someter a las poblaciones minorizadas del planeta, plasmadas en los ejemplos que hoy en día informan la posibilidad misma de la supervivencia de la diversidad del hecho lingüístico diferencial. En México, por ejemplo, el reciente intento por semioficializar las lenguas puede aminorar el riesgo de extinción del multilingüismo, pero no resuelve la amenaza que se cierne sobre las lenguas amenazadas, como quedó de manifiesto con la instauración de la Ley General de Derechos Lingüísticos, y con ello el INALI. Así, las lenguas mexicanas gozan de un estatuto legal que las coloca, virtualmente, en la posi-

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bilidad de desplegarse como lenguas nacionales, que no oficiales, de comunicación amplia en el ámbito o ámbitos públicos. Como con muchas otras leyes en contextos de democracias incipientes, por ahora en México la ley de derechos lingüísticos no pasa de ser una declaración de principios más, aun cuando se estén desarrollando esfuerzos para su implementación. De manera similar, en el ámbito global e incluso muchas veces local, se cuenta con más y mejores instrumentos de política lingüística cada día más interesantes que sin duda representan un avance respecto de la historia de la política lingüística en el mundo, pero resta hacer efectiva su implementación. Hay que reconocer entonces, a través de un diagnóstico lo más concertado posible, las limitaciones que los aparatos de Estado presentan para la implementación de leyes muchas veces aparentemente de avanzada y que o bien se quedan en la letra muerta o resultan de necesidades de legitimación política del Estado nacional. Semejantes limitaciones incluyen: — Diseño de proyectos y programas sin un conocimiento previo de las necesidades, imperativos y/o condiciones para el desarrollo de políticas lingüísticas con pertinencia y pertenencia. — Una marcada descoordinación de las instancias encargadas de desarrollar políticas lingüísticas, lo cual muchas veces implica duplicación de esfuerzos. — Muy poca o nula profesionalización de los sectores a cargo de desarrollar planes y programas en política lingüística. — Muy poca eficacia en la implementación de planes y programas. — Un uso político de los recursos vertidos en programas y proyectos de política lingüística. — Una marcada contradicción entre los tiempos requeridos para acometer tareas de desarrollo de políticas lingüísticas exitosas y los tiempos políticos de presentación de resultados.

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Para una verdadera y eficaz celebración del multilingüismo como un recurso y no como un problema (Crees et al., 2008), que permitiera revertir totalmente las ecologías destructivas hacia las lenguas minorizadas y desarrollar una nueva ecología de las preferencias multilingües, la participación ciudadana en el desarrollo de propuestas educativas y su reconocimiento es un imperativo que los Estados no deberían seguir soslayando. Un ejemplo son los proyectos alternativos de comunidades chiapanecas que incluyen los proyectos zapatistas no reconocidos por el Estado mexicano, a los cuales se les ha negado su autonomía, aunque la ejercen de facto.

LA ESCUELA Y SUS DESAFÍOS Como queda dicho, situaciones como la gran complejidad lingüística de países como México o Guatemala permiten concluir que ni desde el Estado ni desde ningún otro ámbito se cuenta con la infraestructura escolar ni de ningún tipo para una gestión exitosa de y mucho menos en el sinnúmero de lenguas que todavía se hablan en sus territorios y que se extinguen rápidamente. Se requiere una inversión masiva de recursos humanos y materiales que no ha sido dimensionada totalmente y que rebasa cualquier esfuerzo actual o reciente. En ciertos contextos como el latinoamericano, las acciones más exitosas de retención de las lenguas y culturas amenazadas provienen de experiencias de base, que en realidad constituyen y se confunden con experiencias de supervivencia y resistencia cultural y lingüística, en ocasiones no exentas de paradojas y contradicciones, por no hablar de fragilidad. El reto por conciliar fuerzas en apariencia contradictorias —como la necesidad de desarrollar una segunda lengua de comunicación con la enseñaza de y sobre todo en la lengua materna— pasa por otros desafíos mayúsculos, como el desarrollo de un currículo de inmersión total en las

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lenguas amenazadas, cuestión todavía muy poco desarrollada en países como México o Colombia, a pesar de contar con instituciones y programas que por lo menos formalmente o en teoría acometen la defensa del patrimonio inmaterial de la nación y acarician, aun cuando sea incipientemente, propuestas semejantes. En efecto, parece haber un orden de prelación en los esfuerzos por intervenir de manera positiva en el mantenimiento de la diversidad lingüística. Se requiere no sólo un trabajo mayor en el desarrollo de pedagogías diferenciales acordes con la multiplicidad y riqueza de situaciones, sino de un trabajo preliminar de conocimiento y sensibilización del valor de la diversidad lingüística desde una perspectiva por lo menos inter, sino es que multicultural. Sin embargo, ambas perspectivas no deben separarse tajantemente, sino buscar su complementariedad.

MÉTODOS Investigaciones y experiencias recientes nos indican que efectivamente es indispensable plantear nuevos enfoques para la defensa del patrimonio lingüístico amenazado, los cuales pueden ser integrados en la escuela (Flores Farfán, 2006). Para ello hay que distinguir distintos ámbitos escolares, lo que implicaría desarrollar un currículo transversal que abarque, de nuevo idealmente, todos los niveles de educación formal. Hasta la fecha, por lo menos en México, no existen ciclos completos de formación en lenguas indígenas ni siquiera más allá de la primaria, y en general éstos funcionan de maneras muy precarias y con una clara subordinación a la lengua oficial. Valdría la pena desarrollar modelos informales, o por lo menos alternativos, de intervención educativa, como los del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), una de las pocas instancias oficiales que toman en cuenta los conocimientos con los que los alumnos llegan al aula, en un sistema multigrado, basado en la producción de diarios en lengua indígena.

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Campos de referencia en el que se han vertido y debatido este tipo de problemáticas es el de la revitalización lingüística o el de la educación intercultural bilingüe. En el estado actual del arte, en el trabajo de revitalización de lenguas estamos en una fase de maduración de micro políticas lingüísticas (Flores Farfán, 2006), y es en el terreno donde las iniciativas se ponen realmente a prueba y donde se requiere más trabajo directo. El campo provoca una colisión de paradigmas de investigación a la luz de los problemas que requieren atención más apremiante por parte del cuerpo no sólo académico, sino de la sociedad en su conjunto. Si bien aún no podemos dar por hecho el conocimiento de todas las lenguas del mundo ni su diversidad —de manifiesto en que no existe consenso en el número de lenguas del planeta, ni estamos en condiciones de entender la diversidad de situaciones vinculadas al ejercicio multilingüe—, hoy en día se considera que la cuestión más interesante y por tanto importante de la política lingüística está en el campo de las lenguas amenazadas y en cómo revertir los procesos de sustitución lingüísticos y culturales, por lo que debemos emprender acciones en su defensa, concertando acciones de documentación y revitalización simultáneas. Buena parte del trabajo de revitalización tendrá que ver con desactivar los bloqueos que muchas veces caracterizan a los hablantes de lenguas amenazadas y que tiene que ver con estereotipos y prejuicios muy arraigados que han llegado a ser interiorizados por los propios actores. Por ejemplo, la transferencia de las responsabilidades revitalizadoras a la escuela es algo muy común con hablantes de lenguas amenazadas, que si bien llegan a admitir que hay que hacer algo respecto de la amenaza, no asumen un papel activo en la recuperación de su lengua y su cultura y depositan la responsabilidad, en el mejor de los casos, en la socialización secundaria. Sabemos que si bien la escuela constituye un frente importante, es la familia la que en todo caso y en última instancia permite la transmisión intergeneracional (Fishman, 1991) —se trataría entonces de desbordar la

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escuela, no sólo de apropiársela—. En este sentido, acercar a los abuelos a la escuela podría resultar una estrategia eficaz para restablecer la transmisión intergeneracional, convirtiéndolos en mentores de los educandos. Algunas de las metodologías para el desbloqueo de la inseguridad y la interiorización de ideologías lingüísticas destructivas son las autobiografías, que implican una terapéutica y un trabajo con las emociones vinculadas a las lenguas, que tematiza y demuestra al bilingüismo como un recurso y no como un problema, concibiendo a las variedades de contacto como diferencias y no como estigmas vinculados a sentimientos de inferioridad. Hemos trabajado autobiografías productivamente con hablantes adultos, estudiantes de la Maestría en Lingüística Indoamericana en CIESAS. En sus tesis la relación sujeto-objeto se convierte en un ejercicio de investigación introspectivo donde investigador e investigado resultan idénticos, lo cual permite una reflexión del investigador como actor y el actor como investigador en un ejercicio de empoderamiento que pasa por la reflexión autobiográfica. Para el desarrollo de otras metodologías semejantes existen distintas posibilidades, y en realidad todavía tenemos mucho que aprender y desarrollar en el campo de lo que se ha denominado empoderamiento. Otro buen ejemplo es involucrar a los hablantes de lenguas en el proceso de investigación como pares e incluso como coautores “principales” de la investigación y la producción de materiales didácticos (Flores Farfán, 2006). El campo de la revitalización lingüística permite interrumpir y problematizar constructivamente paradigmas recibidos y pugnar por una revolución científica en diversos sentidos: por ejemplo, invita a cambiar nuestro conjunto de prioridades respecto de la investigación lingüística, y a articular y buscar la complementariedad de posiciones. Todo ello perfila la emergencia de una nueva ecología en la relación de investigación entre actores, así como por lo menos la posibilidad de generar una nueva ecología de las preferencias lingüísticas, revirtiendo estigmas y afirmando el futuro de las lenguas y culturas hoy altamente amenazadas.

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EL DESARROLLO DE PRINCIPIOS DIRECTRICES PARA LA EDUCACIÓN MULTICULTURAL

En primer lugar y ante todo reiteremos la importancia de concebir el multilingüismo como una oportunidad de asomarnos a una diversidad y riqueza de mundos tan diversos como sus lenguas. Los alumnos son portadores de estos recursos, y deberían concebirse como actores activos en la recreación de este conocimiento en el aula. Uno de los dilemas que se plantea para la conformación de una dinámica de aprendizaje escolar activa es contar con una metodología que permita relevar estos conocimientos y plasmarlos en materiales educativos concretos, en productos. Recordemos que uno de los problemas más serios en contextos multilingües es la carencia de materiales educativos, y el aula puede ser un buen espacio para su generación. Se plantean las siguientes posibilidades para el desarrollo de semejantes materiales: — Estimular el uso de las lenguas con contenidos propios, detonándolo con el uso de medios como el video y la animación en los que ya se recogen algunos contenidos clave de la lengua y la cultura propias previamente documentados y recreados. — Promover la formación en la acción, es decir conformar equipos de investigación locales que fomenten en los educandos el oficio investigativo. — Garantizar la prelación de las lenguas amenazadas respecto de las lenguas coloniales, dándoles preferencia, prominencia y preeminencia. — Asegurar el mayor nivel de calidad posible en la elaboración de los materiales, rompiendo con los modelos de subordinación de las lenguas y culturas amenazadas. — Generar un modelo lúdico de aprendizaje, de disfrute de las lenguas y culturas propias, presentes en los géneros nativos de cada cultura y lengua en cuestión.

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NUEVOS MÉTODOS Y DIRECTRICES PARA EL APRENDIZAJE DE LENGUAS El problema de la institucionalización de un solo currículo en la escuela implica el descarte de las potencialidades que ofrecen los recursos de los que son portavoces los alumnos en situaciones de bi y multilingüismo. En contraposición, los nuevos modelos buscan tanto recuperar epistemologías propias como desarrollar las lenguas en ámbitos específicos más allá de los tradicionales. La recuperación de la perspectiva educativa propia no necesariamente pasa por la escuela como se entiende tradicionalmente, como una instancia de la socialización secundaria en la sociedad occidental. En sociedades de raigambre oral, es muchas veces en la socialización primaria como se vehicula la educación, y la escuela y la escritura alfabética, junto con necesidades que éstas imponen, como la estandarización de la escritura, son requerimientos eurocéntricos que muchas veces chocan con las lógicas culturales diferenciales. Sin embargo, no se trata de descartar la práctica de la escritura en distintas lenguas ni que esto no sea posible ni mucho menos, sino de introducirla con un sentido más amigable, como un sucedáneo “natural” de las prácticas culturales propias, en consonancia con las formas de apropiación del conocimiento más familiares y atractivas para una comunidad determinada, en particular para los niños. A continuación enumero algunos de los aprendizajes que la experiencia en el ejercicio piloto del PRMDLC en México nos ha dejado en este sentido, y que en mayor o menor medida podrían extrapolarse a otras situaciones. En general, la historia de la escritura, por lo menos en México, como hemos visto, ha implicado y todavía conlleva una subordinación al modelo castellano. Por ejemplo, se traduce la Constitución y el Himno Nacional, y los libros de texto para las escuelas que se han producido en lengua indígena trasudan el modelo castellano. Si bien simbólicamente el escribir ya tiene o puede tener un efecto positivo, la subordinación de sus contenidos a la lengua dominante sigue reproduciendo una dependencia a la lengua,

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y la cultura hegemónica no hace más que afirmar la asimetría entre las lenguas y culturas originarias y el mainstream. Hay que pugnar por la búsqueda de alternativas. El modelo del PRMDLC, que hemos desarrollado en México durante más de una década (Flores Farfán, 2002, 2006), reivindica la oralidad y la imagen, a través de distintos medios, como el arte, el cine, el video y la televisión, sin descartar la escritura. Se trata de desarrollar otras opciones, como ejercicios multimodales, lúdicos, que atrapen al espectador y que desborden los ámbitos a los que tradicionalmente se ha visto recluido el trabajo con lenguas amenazadas, la escuela y la escritura. Algunas de sus premisas fundamentales son: — Método desde abajo. Distinción entre retención (desde abajo) y mantenimiento (desde arriba). Ambas estrategias pueden e incluso deberían, idealmente, complementarse. Es decir, tanto la sociedad civil como el Estado deberían apoyarse en la consecución de los objetivos de revitalización y defensa del patrimonio intangible. Se trata, por ejemplo, de democratizar el proceso de investigación convirtiéndolo en intervención, como acción a favor de la diversidad lingüística y cultural. — No segregación. La mayoría de la población con la que se trabaja en un proyecto de revitalización es por lo menos bilingüe, e incluso los monolingües lo son en su imaginario. Se trata de fomentar una mentalidad inter y multicultural, aun cuando se puedan tener distintos acentos intraculturales. Se persigue la dialogicidad entre las poblaciones de orígenes étnicos distintos, oponiéndose a su “guetoización”. El respeto de la población mayor hacia las lenguas y culturas originarias tendrá un doble efecto positivo, tanto hacia el interior de las comunidades hablantes como hacia la sociedad mayor. — No sólo desarrollar la documentación sino la recreación cultural y lingüística. Se trata de un modelo lúdico, no archivista ni museográfico, en que se trabaja con una población crucial para el porvenir de

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las lenguas. Los niños y los jóvenes son el futuro. Nos ponemos en sus zapatos y pugnamos por dinamizar las lenguas amenazadas en formatos y medios atractivos, de actualidad. Así, se busca introducir una visión más optimista de las lenguas a través de medios con estatus e impacto, fomentando por ejemplo la restitución del legado ancestral (e. g., reintroducción del conocimiento ancestral disponible en los códices) con valor agregado a través de detonadores como la animación en tecnología 3D, formatos del gusto popular infantil, como medios de punta, a su vez recobrando las epistemologías locales. Son materiales altamente lúdicos para atrapar a los interlocutores, de la calidad más alta posible. Su producción (planeación del corpus) puede acometerse paralelamente a su diseminación (adquisición del corpus) y a la formación de cuadros nativos. — La producción de materiales se realiza a partir del contenido de las epistemologías propias con un gran valor didáctico: los trabalenguas, las adivinanzas, los cuentos, medios primigenios de socialización y recreación del patrimonio ancestral. En estas comunidades, las adivinanzas no son sólo juego de niños, sino de jóvenes y adultos y se utilizan en distintas situaciones (e. g., entre los mayas yucatecos las adivinanzas se utilizan en los velorios). Es decir, se busca recuperar a la vez que recrear los contenidos étnicos propios en distintos formatos; multimodalmente, en forma escrita, en audio y video, de maneras por lo menos bilingües, involucrando activamente a los propios hablantes. — Se trata de desarrollar un modelo de no subordinación de las lenguas indígenas al castellano, lo cual es efectivamente la historia de la educación bilingüe, por lo menos en México, por más que declarativamente se hable de educación bilingüe o educación intercultural bilingüe. — Se plantea la emergencia y constitución de equipos interculturales en los que exista una complementariedad de habilidades (e. g., el investigador puede encargarse de la consecución de los recursos

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mientras que los hablantes aportarían sus conocimientos lingüísticos, culturales y artísticos para la producción de insumos en la forma de materiales útiles para la educación intercultural bilingüe). Todo ello se desarrolla a través de metodologías coparticipativas, como las coautorías, que a su vez funcionan como espacios formativos y de constitución de grupos locales de activistas y gestores de la interculturalidad por medio de talleres locales, más allá de la escuela. En los talleres se estimula el uso de la lengua y cultura amenazada, detonándolo con la utilización del video en lengua originaria. Se trata de una metodología indirecta de revitalización, en la que la participación constituye una prerrogativa de la audiencia y se favorece la participación de forma espontánea. La emergencia de las voces infantiles proporcionando más juegos y/o interactuando con los existentes permite a su vez la restitución de materiales en el ámbito de la base social y la posibilidad de identificar y conformar nuevos equipos de producción y diseminación de los materiales en el ámbito local, lo cual ya constituye el futuro.

EJEMPLOS DE PRODUCCIÓN DE MATERIALES CULTURALMENTE PERTINENTES

La producción de materiales siempre trasuda posicionamientos en varios sentidos y con diversas implicaciones, como por ejemplo el proveer (o no) estatus a las lenguas amenazadas. Por ejemplo, en los libros que hemos producido de adivinanzas se parte por celebrar la diversidad lingüística, más que de normalizarla. Así, algunos títulos cuentan con versiones en variedades de lo que (eurocéntricamente) se considera una misma lengua, como el náhuatl, y que en realidad conforman modalidades tan divergentes, que se puede hablar de lenguas distintas, como es el caso de muchas lenguas mexicanas, como el mixteco, zapoteco, etc. Estos libros abren la

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posibilidad de realizarse en cuantas variedades se quiera, con lo que potencialmente se dirime el conflicto de la normalización impuesta desde una visión externa un tanto reduccionista. Los libros no se constituyen como esfuerzos aislados de las lógicas comunitarias, sino que se encuentran inmersos en ellas, no sólo por haber sido producidos por y con actores nativos que han pasado por un proceso de empoderamiento, sino por recuperar epistemologías locales, incluido el componente multimodal de audio, imagen, y texto. A su vez, estos materiales se regresan a la comunidad no sólo a través de las bibliotecas (en caso de que existan), sino a partir de talleres ex profeso que buscan ser insertados en actividades comunitarias festivas. El material se disemina después de una intervención consistente en la proyección de una película también basada en contenidos propios (como las adivinanzas o con cuentos de la región, como “La sirena” en el Balsas) (Ramírez Celestino y Flores Farfán, 1999). Una ruta que han seguido estos materiales consiste en producir una versión en maya yucateco, la lengua original, traducida a otra lengua maya, el tzotzil y a otras tantas lenguas coloniales (inglés, francés, y castellano), y a partir de ahí incitar a otros hablantes a producir versiones en otras lenguas mayas hermanas, con lo que se ha llegado a rebasar la frontera México-Guatemala. La recopilación, escritura e ilustración en yucateco estuvieron a cargo de actores mayas (un lingüista y un pintor), el investigador fue nada más un facilitador y coordinó las versiones en las otras lenguas (Briceño et al., 2002). Ya me he referido al valor de las adivinanzas como nichos de retención de la lengua y la cultura propias en el caso de los mayas yucatecos, válido también para los nahuas y seguramente para muchos pueblos más de raigambre oral. Reiteremos que este género no se concibe como un recurso menor desde la perspectiva propia, sino que despliega todo un ejercicio de socialización que conlleva ya una didáctica en ciernes no exenta de sorpresas. Las adivinanzas son textos breves, económicos por naturaleza, que condensan y evocan conocimientos y valores propios de maneras muy

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económicas, y que requieren e invitan a la participación activa del actor (Ramírez Celestino y Flores Farfán, 2001). Se traslapan con géneros como los trabalenguas o los albures, e incluso los cuentos. Son juegos verbales de un valor estético y un potencial didáctico enorme lingüística y culturalmente. Lo mismo puede decirse de otros géneros que por su brevedad y concisión son admirables filones de sabiduría arraigados en el gusto popular, como los chistes, dichos y creencias.

6. CONCLUSIÓN Es consabido que la mayoría de las lenguas indígenas del planeta están amenazadas de extinción: cada dos semanas una lengua más desaparece (Crystal, 2000). Conocemos más las causas que las formas de revertir los lingüicidios en curso. La escuela o la discusión de la necesidad de un estándar, cuestiones más bien pertenecientes a una matriz cultural eurocéntrica, han jugado un papel central en su perpetración, aun cuando existen algunos contraejemplos, en los que es la comunidad la que ha tomando el control de la escuela. Con todo, no sólo hay que recuperar la escuela como espacio para la reivindicación lingüística y cultural, sino que hay que ir más allá de la misma para una efectiva revaloración y recuperación de las lenguas amenazadas, para una verdadera (re)vitalización viable sostenible (Fishman, 1991; Cress et al., 2008). En contraposición, hemos visto que la política del lenguaje en México referida a los grupos indígenas, ejemplificada con el caso del náhuatl, ha sido reducida a un gesto que en su origen no pertenece a las comunidades indígenas: la escritura alfabética. Si bien la escritura puede e incluso debe ser importante para la reivindicación de lenguas que, como ésta, se encuentran seriamente amenazadas, también, como en el caso que hemos analizado, puede contribuir a seguir subordinando la lengua indígena a la lengua dominante, e incluso favorecer su desplazamiento. En este sentido,

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un proyecto alternativo de política lingüística debería pugnar por desarrollar estrategias diferenciales que se apeguen a las realidades más familiares de los grupos indígenas —como son la oralidad y la imagen en el caso que hemos descrito— y, con base en los géneros propios en los que se reconocen coparticipativamente los mismos actores indígenas, generar insumos que favorezcan el mantenimiento y el desarrollo lingüístico y cultural. Las estrategias pueden sin duda incluir la escritura, pero no deberían reducirse a ella ni a la escuela, pues estos elementos históricamente han contribuido más bien a los procesos de asimilación y destrucción del patrimonio intangible de las comunidades.

Epílogo

En este trabajo se estudiaron distintas manifestaciones de la variación y las ideologías lingüísticas como expresiones materiales del poder en distintas esferas de la sociedad y géneros discursivos, enfatizando el hecho de que el trabajo académico no escapa a esta concepción. La idea de que todo dato lingüístico responde a un contexto que se alinea en mayor o menor medida con estas coordenadas se demuestra revisando la historia de la lingüística y la antropología, como he sugerido en esta obra. El purismo como manifestación ideológica preclara de estas prácticas es así parte de la historia de estas ciencias y todavía hoy encontramos huellas indelebles de semejantes ideologías, desplegadas en los distintos análisis de las lenguas y culturas indígenas, como se ha descrito para el caso del náhuatl, pero desde luego no exclusivamente (Mollà, 1990). También se discutió cómo en no pocas ocasiones los propios actores interrumpen semejantes versiones analíticas recibidas del uso de la lengua y sus significados oponiendo, por ejemplo, una concepción bilingüe a la perspectiva monolingüe —muchas veces imperante en las descripciones lingüísticas—, o bien negociando o imputando significados a hechos variables que desde el punto de vista predominante se consideran no significativos o arbitrarios y que, sin embargo, los propios hablantes explotan como recursos expresivos de la diferenciación social y la capacidad y riqueza expresivas de sus lenguas. Se trata de cuestiones que, bien entendidas, también tienen un impacto en la continuidad y supervivencia de lenguas y culturas en mayor o menor medida amenazadas. Así, este trabajo pugnó [169]

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por restituir la propia perspectiva de los hablantes en diferentes situaciones de interacción verbal, en contraste con las perspectivas impuestas desde determinados puntos de vista cerrados, monolíticos o estáticos, como los de la lingüística recibida o descriptiva (por ejemplo, la de corte estructuralista). En este sentido, el libro acometió distintos derroteros. Describió y documentó cómo se realiza la aludida serie de operaciones de descarte, que postulan nociones muchas veces insostenibles desde la perspectiva del actor, como la de variación libre o la de homogeneidad o estabilidad del código lingüístico. Más aún, a través del estudio de caso de la lengua náhuatl, el libro revela las ideologías que guían semejantes operaciones —y sus efectos a nivel del corpus—, entre ellas las perspectivas monolingües aludidas o el purismo lingüístico o cultural, históricamente presente en no pocas concepciones de investigación lingüística o antropológica. Uno de los objetivos de este libro fue, por tanto, develar las pautas ocultas del trabajo de investigación, para enfatizar su carácter político e ideológico, y oponerse a la idea de la neutralidad e incluso objetividad en la generación del conocimiento científico. Espero que semejantes reflexiones sean de utilidad sobre todo para los estudiantes que comienzan sus estudios en antropología y lingüística, y que fomenten una conciencia crítica, que después de todo debería ser uno de los objetivos últimos de la formación de generaciones presentes y futuras. Sin embargo, esa irrenunciable capacidad crítica no cobra pleno sentido a menos que se socialice y se debata con la sociedad en su conjunto, y en particular con los principales implicados: los hablantes de las lenguas indígenas. Sólo así el trabajo de investigación empezaría a cobrar un sentido más pleno.

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Abreviaturas

Abs

Absolutivo

Neg

Negación

Ag

Agentivo

Nom Nominalizador

Apl

Aplicativo

Obj

Objeto

Caus Causativo

P

Persona

Com Comitativo

Per

Perfecto

Con

Conjunción

Pl

Plural

Cul

Culminativo

Pos

Posesivo

Dim Diminutivo

Prog Progresivo

Dir

Direccional

R

Reduplicación

Ex

Exhortativo

Ref

Reflexivo

Fut

Futuro

Rel

Partícula relacional

Gen

Genérico

Rev

Reverencial

H

Honorífico

S

Sujeto

Imp

Imperativo

Sg

Singular

Impe Imperfecto

Sr

Sustantivo relacional

Lig

Ligadura

V

Verbo

Loc

Locativo

Ver

Verbalizador

[183]

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