VAQUERIZO, D. (2015), Agricultura y comercio en la Bética romana, Andalucía en la historia 50
Descripción
Agricultura y comercio Trigo, vino, aceite y garum en la Bética Ánfora vinaria de forma muy alargada. S. I d. C.
De entre las numerosas ciudades de la Bética romana, las más importantes eran, en palabras de Estrabón, las que se alzaban “junto a los ríos, los esteros o el mar”. Entre ellas, destacaban Corduba “por la fecundidad y amplitud de su territorio”, y Gades “por su gloria y poderío, además de por sus empresas marítimas y su adhesión a su alianza con los romanos”. Agricultura y comercio fueron dos de los elementos identitarios de la economía y sociedad romanas, así como la base sobre la que se acumularon las riquezas y se articuló el poder político.
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DESIDERIO VAQUERIZO GIL UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
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Museo Arqueológico de Córdoba.
R
oma cimenta sus raíces sobre un
guró desde muy pronto a través de la An-
pueblo de campesinos, que hicie-
nona (institución encargada del reparto del
ron de virtudes como pietas, forti-
trigo) y el evergetismo, pródigo en la cele-
tudo, sobrietas, umilitas o virtus, elementos
bración de banquetes públicos y el reparto
definidores de su idiosincrasia y actitud
ocasional de grano, aceite o comida.
ante la vida y el mundo. Una de las razones
Las explotaciones agrícolas en Roma
fundamentales de su formidable expan-
respondieron a categorías muy diversas,
sión radica, de hecho, en la necesidad de
que cambiaron a lo largo del tiempo: desde
nuevas tierras. Su entrega a quienes un día
la simple instalación unifamiliar, aferrada
decidieron abandonar la Península Itálica
a la tierra con fines de autoabastecimien-
en busca de un destino mejor (ya fueran
to y eventualmente de venta o trueque en
comerciantes, soldados, o simples colo-
ferias y mercados cercanos, a la gran ha-
nos) sirvió para fijarlos con carácter defi-
cienda agrícola, con mano de obra esclava
nitivo a las nuevas zonas conquistadas,
capaz a la vez de producir excedentes para
propició su posesión efectiva, la integra-
la exportación y dotar al dueño de un mar-
ción y también la hibridación, claves en
co residencial a la altura de su nivel econó-
la consolidación, la grandeza y la unidad
mico y pretensiones sociales. El campo, las
del Imperio. Quizá por ello, la primera ta-
villae, se convierten pronto además en un
rea que la administración de Roma abordó
espacio para el recreo espiritual (amoenitas),
siempre en el momento de incorporar un
un cotizado escenario en el que ostentar
núcleo urbano más a su estructura organi-
riqueza, refinamiento y capacidad de dis-
zativa: federado, peregrino, estipendiario
frute (privata luxuria), entendido otium como
o de nuevo cuño, fue fijar —o matizar—
un signo de clase y poder adquisitivo, pri-
los límites de su territorio de influencia,
vilegio de quienes podían huir de las gran-
centuriar y catastrar las tierras (agri publici)
des ciudades para refugiarse en sus tierras
para facilitar su parcelación y su explota-
(fundi) y disfrutar del silencio, la belleza,
ción, señalizarlas y garantizar el acceso a
la caza, la familia, los amigos, la filosofía
ellas. Los pueblos prerromanos tuvieron
y la lectura. Un paisaje rural completado
ya un componente agrícola muy fuerte,
por casae y tuguriae (unidades aisladas), vici,
pero Roma trajo consigo la concentración
pagi, castra, loca y castella (aglomeraciones
progresiva de la propiedad, racionalizó e
de diferente entidad y alcance), mansio-
intensificó la producción con tintes mer-
nes, diversoria, stationes y mutaciones (edificios
cantiles, potenció los cultivos que mejor se
ligados a la red viaria); todos ellos depen-
avenían a sus necesidades y costumbres, a
dientes de las ciudades económica, admi-
la calidad de la tierra y a los recursos hí-
nistrativa y militarmente.
dricos; en particular cereales, vid y, sobre
Baetica, de suelo fertilísimo, fue pródiga
todo, olivo, base de la alimentación de la
en villae, suburbanas, periurbanas, rurales
plebe y del ejército, cuyo suministro ase-
y marítimas, que explotaban también el
Detalle del mosaico de las Cuatro Estaciones, en el que se representa al verano con una hoz y una gavilla de trigo sobre un fondo de dos olivos, como alusión a la costumbre
Museo Arqueológico de Córdoba. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.
de sembrar cereal en los olivares.
nos dice Estra-
salazones y garum, miel, sal, joyas, cerámi-
bón en su Geo-
ca, vidrio, mármol, carnes, lanas, cueros
grafía destacando
o caza.
el carácter au-
La agricultura y el comercio estuvieron
de
siempre en la base del poder y la riqueza
la región. Para
de las grandes aristocracias béticas, inte-
Plinio el Viejo
gradas muy pronto, de pleno derecho, en
el zumo de oliva
la estructura política del nuevo Estado, al
hispanobético
que sostuvieron económicamente, dieron
fue el mejor del
algunos de sus más insignes senadores,
Imperio después
pensadores y poetas, o incluso goberna-
del que se pro-
ron. Por más, de hecho, que sus hijos de-
ducía en el cam-
sarrollaran vida y carrera en la Urbs, la fa-
po de Venafro,
milia Antonina, que concedió al Imperio
mar como parte fundamental de su fundus.
en Campania; para Marcial, en cambio el
sus años de mayor gloria, tenía sus raíces,
De ellas salieron el trigo, los encurtidos y
primero era el de Córdoba. Fue algo sobre
bien hondas, en esta tierra.
salazones, el vino y el aceite de oliva que nu-
lo que debió existir un acuerdo bastante
trieron uno de los comercios más intensos e
unánime en todo el Imperio (por lo menos,
impactantes de la Antigüedad, favorecido
en su mitad occidental), materializado en
por la red fluvial, en particular Baetis y Sal-
una gran demanda, que hoy toma carta de
sum, remontables ambos en barcazas hasta
naturaleza en la aparición masiva de án-
Corduba y Astigi, respectivamente. Gracias a la
foras olearias y de salazones procedentes
abundante información epigráfica conoce-
de Baetica en las actuales Italia (recuérdese
perial", Habis 36, Sevilla, 2005, pp.
mos bien, por ejemplo, el funcionamiento
el monte Testaccio), Francia, Inglaterra,
313-332.
del sistema de exportación y fiscalización
Países Bajos, Suiza, Alemania, Egipto e,
del aceite, los nombres de los más impor-
incluso, India.
tosuficiente
Más información Chic, G. "El comercio de la Bética altoim-
Hidalgo, R.; Buzón, M. y Carrillo, J. R. (eds.)
tantes fundi de la Bética, los de navicularii (ar-
Y es que con el tiempo —porque no de-
madores), mercatores (empresarios), diffusores
bemos olvidar que Roma mantuvo su poder
y negotiatores (intermediarios y comerciantes)
en el sur de España durante siete siglos—
encargados de llevar el producto hasta las
la realidad económica y comercial fue
puertas mismas de Roma, y el de alguno de
cambiante: mientras las importaciones se
Torcularia. La producción de vino y aceite en
los procuratores Baetis, responsables de mante-
nutrieron fundamentalmente de bienes
Hispania.
ner los diques y la navegabilidad del río.
de lujo, que variaron, como es lógico, se-
Documenta 14, ICAC Tarragona,
Las villas romanas de Andalucía. Novedades y últimos hallazgos, Romula.2013-2014, Sevilla, 2013. Peña Cervantes, Y.
2010.
“De Tourdetania se exporta trigo, mu-
gún las coyunturas y las distintas épocas,
cho vino y aceite; éste, además, no sólo
desde el punto de vista de las exportacio-
en cantidad, sino de calidad insuperable.
nes los metales iniciales, imprescindibles
La Bética en el concierto del Imperio
Expórtase también cera, miel, pez, mucha
para financiar la conquista, fueron pronto
romano.
cochinilla y minio… Sus navíos los cons-
sustituidos, o por lo menos completados,
Real Academia de la Historia, Ma-
truyen allí mismo con maderas del país”,
por productos agrícolas, y éstos por salsas,
Remesal, J.
drid, 2011. VV. AA. Actas del Congreso Internacional Ex Baeti-
De las múltiples villae de la Bética salieron el trigo, los salazones, los encurtidos, el vino y el aceite de oliva que nutrieron uno de los comercios más intensos e impactantes de la Antigüedad
cae Amphorae. Conservas, aceite y vino de la Bética en el Imperio Romano. Écija, 2 vols, 2000.
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